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© Recursos Escuela Sabática Cartas a los Tesalonicenses Capítulo 12 El anticristo (2 Tesalonicenses 2:1-12) n los capítulos 4 y 5 de 1 Tesalonicenses, Pablo escribió acerca del tiempo del fin, comenzando con palabras de ánimo a los creyen- tes tesalonicenses (1 Tesalonicenses 4:13-18), y luego pasando a la exhortación (1 Tesalonicenses 5:1-11). Pablo siguió el mismo esquema en su segunda carta. Primero, procuró animar a los tesalonicenses, en medio de sus aflicciones (2 Tesalonicenses 1:1-2), y luego corrigió su concepto acerca del futuro (2 Tesalonicenses 2:1-12). En el pasaje que consideraremos en este capítulo, Pablo minimiza los detalles apocalípticos. Declaró a los tesalonicenses los detalles cuando es- tuvo junto a ellos (versículo 5), de modo que no necesitaba exponerlos otra vez. En su lugar, su meta es pastoral; desea calmar a los creyentes tesa- lonicenses y persuadirlos a ser más pacientes mientras velan y esperan el tiempo del fin. En vista de sus objetivos más bien limitados, Pablo no res- ponde muchas de las preguntas que nos gustaría que atendiera. En realidad, este pasaje es uno de los más difíciles de comprender en todo el Nuevo Testamento, como veremos. 2 Tesalonicenses 2:1-3a 1 Ahora con referencia a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, les imploramos, hermanos, 2 que no sean sacudidos prontamente de su mente, o perturbados, E

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Cartas a los Tesalonicenses

Capítulo 12

El anticristo (2 Tesalonicenses 2:1-12)

n los capítulos 4 y 5 de 1 Tesalonicenses, Pablo escribió acerca del tiempo del fin, comenzando con palabras de ánimo a los creyen-tes tesalonicenses (1 Tesalonicenses 4:13-18), y luego pasando a la

exhortación (1 Tesalonicenses 5:1-11). Pablo siguió el mismo esquema en su segunda carta. Primero, procuró animar a los tesalonicenses, en medio de sus aflicciones (2 Tesalonicenses 1:1-2), y luego corrigió su concepto acerca del futuro (2 Tesalonicenses 2:1-12).

En el pasaje que consideraremos en este capítulo, Pablo minimiza los detalles apocalípticos. Declaró a los tesalonicenses los detalles cuando es-tuvo junto a ellos (versículo 5), de modo que no necesitaba exponerlos otra vez. En su lugar, su meta es pastoral; desea calmar a los creyentes tesa-lonicenses y persuadirlos a ser más pacientes mientras velan y esperan el tiempo del fin. En vista de sus objetivos más bien limitados, Pablo no res-ponde muchas de las preguntas que nos gustaría que atendiera. En realidad, este pasaje es uno de los más difíciles de comprender en todo el Nuevo Testamento, como veremos.

2 Tesalonicenses 2:1-3a 1 Ahora con referencia a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, les imploramos, hermanos, 2 que no sean sacudidos prontamente de su mente, o perturbados,

E

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ya sea por un espíritu o una palabra, o una carta como si fuera de nosotros, que implique que el Día del Señor ya ha venido. 3 Que ninguno los engañe en manera alguna.

En el original griego, varias de las palabras y frases de este pasaje tienen similitudes con 1 Tesalonicenses 4:13 a 5:11, entre ellas, la “venida de nuestro Señor” (1 Tesalonicenses 4:15), la reunión (1 Tesalonicenses 4:17) y el Día del Señor (1 Tesalonicenses 5:1). Así que Pablo siente la necesi-dad de clarificar no solo lo que enseñó acerca del tiempo del fin cuando es-taba en persona, sino también lo que dijo acerca de ello en su Primera Carta a los Tesalonicenses.

El vocabulario “sacudidos”, “alarmados” y “engañados” también nos recuerda las enseñanzas de Jesús. En realidad, la palabra griega traducida como “alarmados” aquí, throéo, se emplea solo otras dos veces en el Nue-vo Testamento, ambas en el sermón de Jesús acerca del tiempo del fin: Ma-teo 24:6 y Marcos 13:7. Aparentemente, algunos cristianos en Tesalónica no habían atendido la instrucción de Jesús de evitar excitarse acerca de los eventos corrientes. Guerras, rumores de guerras, hambres, terremotos y epidemias captan nuestra atención, pero no nos aclaran cuánto tiempo que-da en el reloj profètico. Eventos de esta naturaleza se esperan, en un mundo maldecido por el pecado.

Pablo no parece estar seguro exactamente de qué estaba mal en la igle-sia de Tesalónica, pero concibe tres posibles fuentes de confusión. La pri-mera que enumera es “un espíritu” (versículo 2). Aquí, probablemente, se refiere a una enseñanza profètica con fallas, ya sea de un falso profeta o al-go que surgió de una mala comprensión de la primera carta de Pablo. La segunda fuente posible es la palabra hablada, una enseñanza pasada oral-mente de miembro a miembro. Y la tercera que enumera el apóstol es una carta “que suponían que provenía de nosotros”. Aquí, se está refiriendo ya sea a una carta fraguada en su nombre o al mal uso de una de sus cartas ge-nuinas.

No importa cuán cuidadosamente un pastor vela sobre una iglesia, hay muchas maneras en las que las falsas ideas pueden arraigarse. A veces, es más fácil, para los miembros, aceptar un informe o rumor que examinar las Escrituras por sí mismos. En ocasiones, las nuevas ideas pueden aun ser

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bíblicas, y la falla está en que algunos las enfatizan, descuidando enseñan-zas complementarias que les darían equilibrio.

Esto último parece haber sido el problema en Tesalónica. Los tesaloni-censes sabían mucho acerca de la segunda venida de Jesús y los eventos que precederán a su venida; pero, tendían a enfatizar un extremo o el otro de la enseñanza, sin las perspectivas que las equilibran. Al principio, la-mentaban la demora del regreso de Jesús (1 Tesalonicenses 4:13-15). Aho-ra, parecían haber llegado a la conclusión de que ya estaban en medio de los eventos finales. Pablo responde al problema con una oración muy com-pleja.

2 Tesalonicenses 2:3b-4 3b porque [no vendrá el Día] a menos que la apostasía venga primero, la revelación del hombre de ilegalidad, el hijo de destrucción,

4 que se opone o se exalta a sí mismo sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de adoración, como para sentarse en el templo de Dios como Dios, proclamándose a sí mismo ser Dios.

Las palabras entre corchetes “no vendrá el día”, no figuran realmente en el versículo 3. Las he introducido allí porque esta oración de Pablo –los versículos 3 y 4– no solo es compleja, sino también es incompleta. He aña-dido el sujeto y el verbo, porque la sentencia no puede ser entendida sin ellos.

Pablo declara que el Día del Señor no vendrá hasta que ciertos eventos hayan sucedido. Ha de haber una rebelión, o apostasía (griego: apostasía), antes del fin, durante la cual la identidad del “hombre de pecado”, o un “hombre de ilegalidad”, llegue a ser de conocimiento público. 1 Pablo am-plía sobre la revelación en los versículos 8 al 10, donde dice que es debido a la obra de Satanás justo antes de que Jesús regrese.

1 Las palabras suenan similares en el griego, y por eso el escriba que tomó el dictado a veces las confunde.

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Jesús notó que habría un aumento de ilegalidad cuando el fin se aproxi-mara (Mateo 24:12). Pero, enfatizó el tremendo crescendo del evangelio, que sería predicado a todo el mundo justo antes del fin (versículo 14). Pa-blo, en contraste, se concentró principalmente en la creciente marea del mal, señalada por la aparición del ilegal antes del fin (versículos 3, 4, 8-12). Las dos ideas no son contradictorias; son perspectivas complementa-rias del mismo evento básico. Primera Timoteo 4:1 al 5 y 2 Timoteo 3:1 al 5 describen con mayores detalles la clase de cosas que caracterizarán esta apostasía.

¿Quién es el hombre de pecado/ilegalidad? Pablo no lo identifica espe-cíficamente, pero varias de las características enumeradas en el versículo 4 señalan a Satanás mismo. El ilegal es un oponente o adversario (Zacarías 3:1, 2; 1 Timoteo 5:14, 15); un “acusador de los hermanos” (Apocalipsis 12:10). Pretende ser Dios, y procura ocupar el lugar de Dios ante el Trono de Jehová (Isaías 14; Ezequiel 28). Todos estos textos utilizan un lenguaje como el de Pablo en 2 Tesalonicenses, a fin de referirse a la actividad de Satanás sobre la tierra; aunque, a veces, esta actividad fue llevada a cabo por medio de representantes, como los reyes de Tiro y de Babilonia.

Por otro lado, el lenguaje de 2 Tesalonicenses 2:4 también recuerda pa-sajes tales como Daniel 8:9 al 12, 23 al 25 y 11:31 al 39, donde el poder del cuerno pequeño es descrito en términos que son más humanos que sobrena-turales. Como el cuerno pequeño, el “ilegal” que menciona el apóstol pro-cura dominar el Templo de Dios; terminología que, en los escritos de Pa-blo, generalmente significa la iglesia, el centro de la autoridad espiritual sobre la tierra (1 Corintios 3:16, 17; 2 Corintios 6:16). Así, la descripción en 2 Tesalonicenses 2:4 puede aplicarse por igual a un representante hu-mano de Satanás o a Satanás mismo.

Quienquiera que sea el ilegal, el uso consistente del tiempo presente en el original demuestra que Pablo lo consideraba como ya trabajando (2 Te-salonicenses 2:4, 7). 2 En griego, el tiempo presente enfatiza una acción que continúa; en este caso, el del ilegal.

El ilegal se opone continuamente, se exalta continuamente a sí mismo, continuamente pretende ser Dios y continuamente trata de sentarse sobre el Trono, en el Templo de Dios. Pablo no limita al ilegal a un punto específi-co en el tiempo. O es Satanás mismo o una serie de agentes humanos que operan en nombre de Satanás. No podemos determinar plenamente la iden- 2 Varias traducciones bíblicas al castellano utilizan el tiempo presente. Las que usan una expre-sión futura interpretan el texto como si el “ilegal” actuará así en el futuro.

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tidad del ilegal con los versículos 3 y 4 de por sí solos. Después de una breve digresión en el versículo 5, Pablo presenta otro personaje que actúa en el drama del tiempo del fin: una fuerza o persona limitadora, que impide que el ilegal sea revelado.

2 Tesalonicenses 2:5 -7 5 ¿No recuerdan

que cuando estuve con ustedes les dije estas cosas? 6 Y ahora ustedes saben que lo está reprimiendo a él, para que pueda ser revelado en su propio tiempo. 7 Porque el misterio de la ilegalidad ya está operando, solo que quien ahora lo restringe seguirá hasta que esté fuera del camino.

Una vez más, quisiéramos conocer lo que Pablo había declarado pre-viamente a los tesalonicenses. Nos comunica aún menos acerca del “que restringe” de lo que dice acerca del hombre de ilegalidad. Y encontramos muchas otras cosas inciertas, también, en estos versículos. En el versículo 6, “qué lo está reprimiendo” figura en género neutro, lo que implica que es un objeto; pero, en el versículo 7, “quien ahora lo restringe” aparece en gé-nero masculino, implicando que es una persona. En forma similar, en el versículo 7, “el misterio de la ilegalidad” figura en género neutro, pero el “ilegal” es masculino en el versículo 8.

Además de estos acertijos, el versículo 7 no es claro respecto de si el poder que restringe es quitado del camino por un poder mayor o si tiene la autoridad para quitarse a sí mismo. La palabra griega traducida “esté”, al final del versículo 7 (“esté fuera del camino”), es un deponente griego, lo que significa que figura en la voz media/pasiva, pero que usualmente tiene significado activo. Así, las traducciones corrientes (“sea quitado de en me-dio”) implican más de lo que el lenguaje del texto realmente afirma. No sa-bemos, por el texto mismo, si el que restringe opera completamente de por sí (como lo haría Dios o el Espíritu Santo) o si es algún poder subordinado (tal como Satanás o el Imperio Romano).

Quienquiera que sea el que restrinja, ya estaba actuando en los días de Pablo. Esto es claro por los tiempos presentes (versículo 6, “está repri-miendo”; versículo 7, “ya está operando”), y el explícito “quien ahora res-

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tringe”, (versículo 7, la cursiva fue añadida). Por causa del que restringe, la ilegalidad que opera en los días de Pablo y más allá es promovida por un misterio, un “poder secreto” que no se ha revelado todavía plenamente al público. Quien restringe es un poder que sostiene la ley (restringe la ilega-lidad), y se ocupa en una misión que conlleva factores de tiempo estableci-dos por Dios (continúa operando hasta un tiempo señalado, versículo 7).

En un sentido, al retener la revelación de la ilegalidad, el que restringe está reteniendo el final mismo. Al escribir sobre quien reprime, Pablo em-plea términos personales e impersonales. Los tesalonicenses saben “qué lo está reteniendo” (versículo 6; la cursiva fue añadida) y “quién lo está rete-niendo” (versículo 7; la cursiva fue añadida). Así que, el que restringe es más de una persona; el que retiene también es un poder. 3 No solo el que retiene es lo suficientemente poderoso para impedir la revelación de Sata-nás y de sus agentes (versículos 4, 9). Parece seguir actuando hasta justo antes del fin mismo (versículo 8), mientras que el ilegal es destruido casi tan pronto como aparece.

Cuando combinamos la información contenida en los versículos 3 hasta el 7, podemos ver que el bosquejo de Pablo del futuro, que se extiende des-de su tiempo hasta el fin, comprende tres etapas. La tercera etapa es la se-gunda venida (que se menciona brevemente en el versículo 8). La revela-ción del hombre de pecado (versículo 4) y del ilegal (versículo 8) sucede antes de esa etapa final.

Esa revelación se describe en los versículos 8 al 12. Y la etapa que co-mienza ya en los días de Pablo está caracterizada como un tiempo de miste-rio y de restricción (versículos 6, 7).

¿Quién es el que restringe, y qué poder o fuerza utiliza para reprimir? Hay dos opciones que se adecúan bien al pasaje. Primero, el que restringe podría ser el emperador romano y/o el Imperio Romano de los días de Pa-blo. El imperio estaba constantemente reprimiendo fuerzas, que de otro modo hubieran estorbado el ministerio de Pablo. El colapso del imperio abrió el camino para el advenimiento del papado medieval. Pero, la falta de un pasivo real que indicaría la eliminación de quien restringe, por parte de un poder superior, sugiere que el restrictivo es considerablemente más po-deroso que el Imperio Romano; después de todo, este no era lo suficiente-mente poderoso por sí mismo como para reprimir a Satanás y a los poderes terrenales subordinados a él.

3 Así como lo es el ilegal, cf. versículos 3 y 7.

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No estoy diciendo que Pablo no podría haber tenido esta opción en su mente. En su favor, está el hecho de que muchos de los Padres tempranos de la Iglesia -autoridades de la iglesia de los siglos segundo al cuarto- cre-yeron que la caída del Imperio Romano introduciría al anticristo y los eventos del fin. Pero, las palabras en la versión griega de los versículos 4 al 7 son demasiado ambiguas para forzarnos a aceptar esta conclusión.

Una segunda posibilidad principal es que el que restringe es mucho más poderoso y positivo que el Imperio Romano. En gran parte del Nuevo Tes-tamento, se declara que los eventos que llevan a la segunda venida se pre-cipitan, no por causa de eventos políticos como la caída del Imperio Ro-mano, sino por la proclamación final del evangelio (Mateo 24:14; Marcos 13:10; Apocalipsis 14:6, 7). Si este es el significado que Pablo sustenta aquí, él estaría subrayando un punto que Jesús y Juan el Revelador también presentaron: el evangelio eterno será llevado a todo el mundo, y entonces vendrá el fin. En este caso, Dios mismo sería el que restringe, quien retiene los eventos finales hasta que todos hayan oído el evangelio.

Podría haber una tercera opción. Pablo pudo haber usado delibe-radamente un lenguaje ambiguo, con la intención de permitir que sus lecto-res, a través de los siglos, consideren sus palabras aquí como aplicándose a la obra de Dios en su propio tiempo y lugar, sin perjuicio de una obra aún más poderosa de Dios en el tiempo del fin mismo. Segunda Tesalonicenses 2:10 al 12 sugiere cómo Pablo podría haber respondido a esta sugerencia. Pero, antes de que vayamos allá, necesitamos comprobar el resultado de la revelación del hombre de pecado/ilegal.

2 Tesalonicenses 2:8-10a 8 Y entonces el ilegal será revelado a quien el Señor Jesús derrotará con el aliento de su boca, y le dará fin por el brillo de su venida, 9 cuya venida está de acuerdo con la operación de Satán en toda clase de milagros y señales y maravillas mentirosas 10 y con todo engaño de injusticia entre los que están siendo destruidos.

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Pablo introduce al hombre de pecado/el ilegal en 2 Tesalonicenses 2:3 y 4. Durante gran parte de la historia cristiana, esta persona o poder ha ope-rado detrás del escenario, intentando socavar la Ley de Dios, especialmente el Mandamiento del sábado, y usurpar poderes que pertenecen solo a Cris-to. Pasajes tales como Daniel 7:20 al 25 (el cuerno pequeño) y Apocalipsis 13:1 al 7 (la bestia del mar) indican que este mismo poder operó después de la caída del Imperio Romano, combinando la autoridad religiosa con la secular a fin de perseguir a los santos de Dios. El único poder que se ade-cúa a todas las especificaciones de estas profecías es el papado medieval. Los estudiantes de la Biblia, desde la Edad Media hasta nuestros días, han identificado esta institución como el anticristo. Y se adecúa a la especifi-cación de 2 Tesalonicenses 2 la idea de que el hombre de pecado/ilegalidad sería tanto masculino (una persona) como neutro (un poder o institución).

En el versículo 7, la expresión “misterio de ilegalidad” describe apro-piadamente la actividad de este poder hasta ahora. Pero, al cierre de la his-toria, justo antes de la segunda venida, habrá un desafío aún más universal y evidente hacia Dios y sus leyes. La continuidad de los poderes de que se habla tanto en 2 Tesalonicenses 2 como en otras partes (Daniel 7 y Apoca-lipsis 13) indica que el papado jugará un papel importante también al final del tiempo.

Sin embargo, 2 Tesalonicenses 2:8 al 10a revela un anticristo aun ma-yor, detrás de aquel que ha operado entre las naciones a través de la mayor parte de los dos últimos milenios: Satanás mismo es el autor y consumador de los engaños del tiempo del fin. Al acercarse el tiempo del retorno de Je-sús, los eventos obligarán a Satanás a elaborar un acto final de desespera-ción: procurará no correr riesgos en absoluto, y aparecerá en persona para imitar el ministerio terrenal de Jesús. (Compara el lenguaje del versículo 9 con Hechos 2:22.) Por medio de milagros falsificados, intentará apartar la atención de la gente del evangelio (la vida, muerte y la resurrección de Je-sús) y aun de la segunda venida misma. Pero su acción desesperada fraca-sará. Sus partidarios serán destruidos al regreso de Jesús, y durante mil años Satanás quedará en solitario, para reflexionar sobre el desastre que el pecado ha causado en este mundo.

2 Tesalonicenses 2:10b-12 10 Por cuanto ellos no recibieron el amor de la verdad para que puedan ser salvos, 11 y por esta razón Dios les envía una operación de engaño

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a fin de que puedan creer la mentira, 12 a fin de que todos puedan ser juzgados quienes no creyeron la verdad, sino se deleitaron en la injusticia.

Muchas personas encuentran que estos textos son sumamente desa-fiantes. En el versículo 9, Pablo declara que el ilegal opera “de acuerdo con la obra de Satanás” (energéian tou satána; la cursiva fue añadida). Y lue-go, en el versículo 11, afirma muy directamente: “Dios les envía una ope-ración de engaño [energéian plánes] a fin de que puedan creer la mentira” (la cursiva fue añadida). La respuesta inmediata a este pasaje es algo como: “¿Cómo puede un Dios de verdad ‘enviar’ engaño? ¿Cómo puede él, en el tiempo del fin, actuar de la misma manera que Satanás?” (Compara el ver-sículo 11 con el 9.)

En los versículos 9 y 11, Pablo retira la cortina y nos brinda una vislum-bre de la gran controversia entre Cristo y Satanás, que involucra mucho más que solo los asuntos de la tierra. Satanás ha acusado a Dios de ser irra-zonable, de ser un bravucón y un engañador. En la crisis final de la tierra, el engaño de Satanás expone el resultado de decisiones que los impíos ya han tomado (versículo 12); en otras palabras, el evangelio extrae lo peor de aquellos cuyos corazones están empecinados en contra de Dios. Por medio de los eventos del tiempo del fin, las mentes y los caracteres de Satán y de sus seguidores están claramente expuestos, para el Juicio.

El proceso de engaño comienza cuando el pueblo rechaza el evangelio de Jesucristo. El versículo 10 declara que los malvados “no recibieron el amor de la verdad a fin de que puedan ser salvos”. La oferta de salvación es el mensaje subyacente detrás de los poderes apocalípticos de 2 Tesalo-nicenses 2. En la Edad Media, el papado, por medio de sus enseñanzas y prácticas, socavó el evangelio (versículos 3, 4), y continuará haciéndolo hasta que sea expuesto por los eventos descritos en 2 Tesalonicenses 2:8 al 12. De este modo, la proclamación final del evangelio (Mateo 24:14; Apo-calipsis 14:6,7) monta el escenario tanto para el juicio final como para los engaños del tiempo del fin. •

Esto significa que, en un sentido, ambas interpretaciones de los versícu-los 6 y 7 que exploramos son correctas. La interpretación que sugiere que el Imperio Romano es el que restringe/quien tiene poder de reprimir sigue el esquema de Daniel 7 y Apocalipsis 13, al identificar la faz histórica de la apostasía. Pero, a lo largo de la historia cristiana, ha sido el evangelio de Jesucristo, más bien que los eventos políticos, el que ha actuado como la

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línea de demarcación vital entre el bien y el mal. El anticristo está identifi-cado por su oposición al evangelio, las buenas nuevas de la vida, la muerte y el reinado celestial de Jesús. Y al final, la oportunidad de los eventos apocalípticos dependen de Dios y de su plan de salvación; todos los demás actores del drama desempeñan roles subordinados.

Dos aspectos en este pasaje se relacionan directamente con la identidad del que restringe. Primero, Dios está claramente en el control de los even-tos sobre la tierra (versículo 11); en realidad, él está tan completamente en el control, que se menciona que él ha enviado la operación de Satán al fi-nal. Segunda, también es claro, en este pasaje, que el gran engaño en el tiempo del fin viene en el contexto de la amplia predicación del evangelio. Los que perecen en el engaño lo hacen porque “no recibieron el amor de la verdad a fin de que pudieran ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10).

Y ¿quién es el que restringe? Parecería que es Dios mismo. En última instancia, solo Dios puede reprimir a Satanás, y solo Dios puede detener la segunda venida (Mat. 24:36). En última instancia, las circunstancias son tales que Dios permite a Satanás lanzar su último y mayor engaño sobre un mundo que deliberadamente ha rechazado a Cristo.

La revelación del ilegal se restringe en el sentido de que el evangelio no ha clarificado todavía los problemas, de modo que todos sobre la tierra puedan adoptar una decisión deliberada por Cristo o en contra de él. El evangelio expone a Satanás como quien realmente es. Por lo tanto, la dise-minación amplia y efectiva del evangelio completo es lo que precipita la fuerte reacción de Satanás al final. En ese tiempo, los que rechazaron el evangelio en su claridad recibirán alegremente el engaño.

¿Quién es, entonces, el ilegal? En el sentido último y más personal, el ilegal puede solo ser Satanás mismo. Sin embargo, los paralelos entre el hombre de ilegalidad de 2 Tesalonicenses 2:4 y el cuerno pequeño de Da-niel (Daniel 8:9-12,23-25; 11:31-39) nos recuerdan que Satanás siempre se ha valido de las autoridades religiosas y seculares a fin de llevar adelante su agenda de ilegalidad. A través de los siglos, tanto la Roma secular como la religiosa operaron bajo la pretensión de encarnar la verdadera adoración a Dios y, al hacerlo, se opuso a la obra del evangelio sobre la tierra. Las falsificaciones del evangelio del Nuevo Testamento, patrocinadas por este hombre de ilegalidad, nunca fueron plenamente desenmascaradas al públi-co. Pero, viene el día en que tanto los que predican como los que viven el evangelio expondrán plenamente al enemigo. Él será forzado a salir de su cómodo anonimato y, por lo tanto, considerará que el fin de la historia de la

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tierra es el momento de tomar medidas desesperadas (cf. Apocalipsis 12:12).

Elena de White describe gráficamente el gran engaño de Satanás del fin del tiempo en su poderoso libro El conflicto de los siglos:

“El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mis-mo Satanás se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento del Salvador, como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripción que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. Apocalipsis 1:13-15 [...]

“Solo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan re-cibido el amor de la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo”. 4 5

¿Qué mensaje comunicó Pablo a los tesalonicenses en el capítulo 2 de su segunda carta? No se alarmen, ni sean sacudidos, o engañados, por men-sajes que aseguran que el fin es inminente o que ya está presente (2 Tesa-lonicenses 2:1-3). Tales mensajes son inapropiados hasta que el evangelio sea conocido en todo el mundo, y el ilegal sea revelado (2 Tesalonicenses 2:3-12). La parte solemne de todo esto es que el ilegal no será destruido en solitario. Todos aquellos sobre quienes él ha tenido éxito en engañar pere-cerán con él, porque ellos no “obedecieron al evangelio” (2 Tesalonicenses 1:8; cf. 2:10).

Lo que importa, al acercarnos al tiempo del fin, no es cuán bien hemos calculado cuándo y cómo se producirá esta revelación, sino si hemos reci-bido y compartido el amor de la verdad. El ajuste de cuentas puede ser mundial, pero la elección es todavía personal: es tuya y es mía.

4 Elena de White, El conflicto de los siglos (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudame-ricana, 1993), pp. 682, 683; la cursiva fue añadida 5 Un repaso de todos los comentarios que Elena de White hace sobre 2 Tesalonicenses 2:1 al 12 revela que ella generalmente aplica “el hombre de pecado” y “el misterio de la iniquidad” al lar-go desarrollo y la historia del Papado a través de la Era Cristiana. Aunque ella aplica ocasional-mente los conceptos de 2 Tesalonicenses 2:4 a Satanás, regularmente aplica el material de la “revelación de la iniquidad” de 2 Tesalonicenses 2:8 al 10 a la “personificación” que hará Sata-nás de Cristo justo antes del fin.