2da. Edición Revisada 2015 - … · Apocalipsis y sus fascinantes ... 2 En el Apocalipsis se...

93

Transcript of 2da. Edición Revisada 2015 - … · Apocalipsis y sus fascinantes ... 2 En el Apocalipsis se...

2da. Edición Revisada 2015Estados Unidos de Norteamérica

Otras obras del mismo autor:Los 144.000 “siervos de Dios”

La justicia de Dios por medio de la feEl Espíritu Santo: su persona, su divinidad

Una mirada al futuro, como está revelado en Apocalipsis 12 y 13Reflexiones sobre la justificación por la fe

Antiguas creencias en una época moderna: La cara actual del espiritismoAfirmados en la fe

En proceso de impresión:Del caos a la gloria: Una mirada al drama de intelerancia

religiosa en la historia sagrada y secular

Titulo de esta obra:Apocalipsis y sus fascinantes profecías

Obra completa2da. Edición revisada, 2015

CATEGORÍA: Apocalíptica

AutorHéctor A. Delgado

Edición publicada porCreate Space, an Amazon company -2013

Charleston, SC, USA

Diseño de Portada y DiagramaciónHAD Graphic

Email: [email protected]

ISBN-13: 978-1514266199

Esta publicación no podrá ser reproducida o transmitida en forma parcial o completa, en ningún formato o por medio electrónico, fotocopia u otro

medio, excepto como citas breves, sin el permiso escrito por el autor.

Todas las obras del autor pueden ser consultadas y adquiridasen su web site: www.hadlibros.org

C O N T E N I D O

Prólogo | 9Abreviaturas | 8Introducción | 11

Capítulo 1:La literatura apocalíptica | 21

Capítulo 2:Métodos de interpretación del Apocalipsis | 37

Capítulo 3:La revelación de Jesucristo | 53

Capítulo 4:Los mensajes a las iglesias de Éfeso y Esmirna | 77

Capítulo 5:Los mensajes a las iglesias de Pérgamo y Tiatira | 93

Capítulo 6:Los mensajes a las iglesias de Sardis y Filadelfia | 113

Capítulo 7:El mensaje a la iglesia de Laodicea | 131

Capítulo 8:La visión del Concilio celestial: El trono de Dios | 147

Capítulo 9:El libro sellado y el Cordero | 167

Capítulo 10:La apertura del libro sellado | 177

Capítulo 11:Los 144.000 sellados y la gran multitud | 207

Capítulo 12:Las siete trompetas – 1a Parte | 227

Capítulo 13:Las siete trompetas – 2a Parte | 245

Capítulo 14:El ángel con el librito | 259

Capítulo 15:La medición del Templo y la misión de los dos testigos | 269

Capítulo 16:La mujer y el dragón –1a Parte | 289

Capítulo 17:La mujer y el dragón –2a Parte | 307

Capítulo 18:Los agentes del gran dragón –1a Parte | 317

Capítulo 19:Los agentes del gran dragón –2a Parte | 341

Capítulo 20:Nota Adicional: A propósito del nombre, número y la marca

de la bestia | 361

Capítulo 21:Los agentes del gran dragón –3a Parte | 371

Capítulo 21:El Cordero y los 144.000 | 387

Capítulo 23:El mensaje de los tres ángeles –1a Parte | 397

Capítulo 24:El mensaje de los tres ángeles –2a Parte | 409

Capítulo 25:Las siete plagas postreras –1a Parte | 427

Capítulo 26:Las siete plagas postreras –2a Parte | 439

Capítulo 27:La visión de la gran ramera –1a Parte | 457

Capítulo 28:La visión de la gran ramera –2a Parte | 471

Capítulo 29:La condenación de la gran Babilonia | 497

Capítulo 30:La llegada de los reyes de oriente | 511

Capítulo 31:Mil años de dicha inmortal –1a Parte | 531

Capítulo 32:Mil años de dicha inmortal –2a Parte | 545

Capítulo 33:Glorias eternas –1a Parte | 559

Capítulo 34:Glorias eternas –2a Parte | 581

Conclusión | 599

Bibliografía | 602

ABREVIATURAS

DHH Dios Habla HoyLBA La Biblia de las AméricasNRV Nueva Reina-ValeraNVI Nueva Versión InternacionalNVIC Nueva Versión Internacional CastilianNBJ Nueva Biblia de JerusalénRVA Reina-Valera ActualizadaNTV Nueva Traducción VivienteVRV Versión Reina-Valera

Prefacio

Tengo el privilegio de presentar esta gran obra bíblica o “joya”, como la nombré desde que terminé de leerla. El autor de la misma ha dedicado largas horas a la investigación del Apocalipsis para proveernos un material con un contenido

sumamente relevante para este tiempo. Estoy convencido que este primer tomo de la serie: Apocalipsis y sus fascinantes profecías, será un aporte de mucho valor para la Iglesia Adventista del Séptimo Día en este momento crucial, porque provee herramientas útiles para expandir el conocimiento teológico y escatológico de los símbolos del Apocalipsis. Creo que la influencia de esta obra impactará positivamente el corazón de cada lector consagrado al estudio de las profecías bíblicas.

Para muchos cristianos el libro de Apocalipsis se ha constituido en sinónimo de caos, confusión y desolación. Incluso, muchos tienen temor de estudiarlo porque creen que es imposible descifrar sus intrigantes símbolos. Sin embargo, Héctor A. Delgado nos muestra que es completamente posible la comprensión de las fascinantes profecías apocalípticas; además nos muestra con absoluta certeza que el eje central del libro de Apocalipsis no lo constituyen las bestias, los truenos o el dragón rojo de siete cabezas y diez cuernos, sino el Hijo de Dios, revelado a cada uno de nosotros como el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Vencedor de la muerte y del autor del mal, el Señor soberano de la historia, el Todopoderoso (cf. Apoc. 1: 8, 17-18). Nuestro autor nos revela además que podemos encontrar en el libro de Apocalipsis el propósito auténtico de nuestras vidas, la consolación y la esperanza en medio del mundo incierto en el cual vivimos. Delgado hace claro que el objetivo del libro no es enfatizar los cataclismos y calamidades que azotan a la humanidad con fuerza cada vez más devastadora, sino dirigir nuestras miradas a la restauración completa de nuestras vidas y del planeta en ocasión de la segunda venida de Cristo.

He denominado a este libro una “joya” porque su valor teológico e histórico es fidedigno; toma en cuenta además la opinión de los mejores pensadores y estudiosos del Apocalipsis. Delgado ha hecho un estudio exhaustivo del texto, términos y frases, y las explica de una manera tan fácil y amena que los lectores resultarán bendecidos por el mensaje de la Palabra de Dios.

9Introducción

Este libro nos ofrece claras y valiosas orientaciones para tener un estudio provechoso del mensaje del Apocalipsis. Nos ayuda a entender que la interpretación de los símbolos apocalípticos es una tarea posible cuando usamos las herramientas apropiadas que nos provee el mismo texto bíblico. Con profunda percepción, Delgado nos describe perspicazmente las diferentes escuelas de interpretación profética y nos orienta sobre cuál debemos seguir.

Quedé maravillado con la explicación histórica, pedagógica y aplicativa de las 7 iglesias y las lecciones espirituales que se extraen de sus mensajes para la iglesia remanente. Desde mi punto de vista, el análisis provisto sobre la visión del trono de Dios y los 24 ancianos constituye un aporte para el pensamiento de los estudiosos del Apocalipsis. El análisis de los 7 Sellos, los 144.000 y las siete trompetas siempre ha sido motivo de debates en la iglesia. Sin embargo, Héctor Delgado dedica buen espacio para proveernos una excelente explicación de los cumplimientos históricos de estas secciones apocalípticas.

Finalmente, deseo recomendar encarecidamente a los estimados lectores la lectura y el estudio detenido de esta “joya” de libro con la firme convicción de que si es realizado bajo un espíritu de sincera oración y guiados por el ministerio iluminador del Espíritu Santo, descubrirán las riquezas y bendiciones contenidas en sus páginas. Estoy plenamente convencido de que una vez terminada de estudiar esta obra, tu vida no será igual; el conocimiento que obtendrás y el impacto espiritual que hará en ti su mensaje serán notables y especiales. Indudablemente, ¡El Apocalipsis y sus fascinantes profecías es para ti!

Pr. Andrés PeraltaGreater New York Conference of SDAYouth Department Director

Introducción

Comenzar el recorrido por las inspiradas páginas del Apocalipsis en busca de interpretar adecuadamente sus intrigantes símbolos, es todo un desafío. ¿Existe alguna forma segura para hacer una interpretación correcta y equilibrada del

mismo? ¿Podemos interpretar el Apocalipsis y al mismo tiempo permanecer libres de la tan común y desequilibrada euforia sensacionalista de este tiempo? ¿Cómo leer las profecías apocalípticas sin ser minados por interpretaciones desequilibradas que ven en cada «señal» de los tiempos un indicio del inminente fin del mundo? En otras palabras, ¿es posible estudiar el Apocalipsis, y al mismo tiempo obtener una refrescante experiencia espiritual que nos acerque más al corazón de Dios, en lugar de alejarnos de Él llenos de horror?

Aunque se ha escrito mucho sobre el Apocalipsis, consideramos apropiado presentar nuestras reflexiones personales sobre el mismo. Durante años hemos sido cautivados por sus fascinantes profecías y hemos dedicado considerable tiempo y esfuerzo para comprenderlas. Pero no espere encontrar en este libro un desfile de términos rebuscados y mucho menos un derrotero de complicadas gráficas sobre la estructura literaria del libro (aunque es impresionante), pues algunos no se benefician de estas cosas.1 Este libro comenta los símbolos y figuras de este maravilloso registro profético con el objetivo de proveer ayuda oportuna a aquellos que luchan con sinceridad espiritual por comprender el propósito de Dios para sus vidas en este solemne tiempo.

El libro del Apocalipsis no constituye un laberinto de encrucijadas imposibles de comprender, es más bien una carta de amor y solemne advertencia que Dios envía a los desfallecientes seres humanos quienes, atrapados en este hostil planeta no encuentran una salida de las marañas de error, dolor y sufrimiento que se ciernen sobre ellos.

11Introducción

«Bienaventurado el que lee, y [dichosos] los que oyen las palabras de esta profecía [...]» (Apoc. 1:3). Y son «bienaventurados», «dichosos» o «felices» porque entran en contacto con el lenguaje del amor de Dios que, en este libro, se expresó de una forma fascinante.

Estudiando el Apocalipsis en su contextoPara comprender los símbolos y figuras del Apocalipsis necesitamos apegarnos

a principios sanos y sólidos de interpretación (véase el capítulo 2). Estos principios se encuentran establecidos en la misma Escritura inspirada (especialmente en el libro de Daniel). Debemos conocer y recordar siempre este gran principio: La Escritura es su propio intérprete. En algunas ocasiones el significado de ciertos pasajes proféticos aparece en el mismo libro (compare Apoc. 1:12, 13 con el v. 20, «siete candeleros» = «siete iglesias»). En otros casos debemos consultar otros libros de la Biblia (compare Apoc. 13:1, 11 con Dan. 7:17, «bestias» = a «reinos»). Se ha observado correctamente que el lenguaje apocalíptico es semejante al usado en las parábolas (lenguaje figurado), por lo tanto, debe ejercerse el mismo cuidado y las mismas precauciones en su interpretación (véase el capítulo 1).

Se reconoce además (y es algo que debemos mantener siempre presente) que «el Apocalipsis cita frecuentemente el Antiguo Testamento, al punto de que le pide en préstamo tal vez mil veces diversas frases e ideas».2 En el Apocalipsis se encuentran y terminan todos los libros de la Biblia.3 Por esta razón, una forma segura de entender sus símbolos es comparándolos con otros pasajes del Antiguo Testamento y observando de dónde tomó el escritor alguna imagen para darle forma a su mensaje (compare Apoc. 2:18, 19 con Jer. 17:10 y Apoc. 1:17 con Isa. 44:6).4 Como nuestros lectores notarán, haremos un esfuerzo especial por saber cuándo Juan está tomando prestada alguna imagen o figura del Antiguo o del Nuevo Testamento.

Para interpretar correctamente el libro de Apocalipsis se han sugerido diferentes formas y métodos como veremos en el capítulo 2. Algunos observan acertadamente que existen dos «llaves» que nos permiten hacer una interpretación coherente. La primera consiste en saber cuánto del AT fue tomado en cuenta por Juan al escribir el Apocalipsis. El hecho de que el AT es citado más de 600 veces en el Apocalipsis (lo que es impresionante) nos provee una herramienta útil.5 No podemos tener una comprensión equilibrada sobre el Apocalipsis ignorando esta realidad. Con todo, «deben estudiarse las múltiples conexiones del Apocalipsis con el Antiguo Testamento, no para mostrar cómo Juan ingeniosamente adaptó los símbolos y las profecías hebreas, sino para entender de qué manera el Dios de Israel consumará sus promesas que hizo en el antiguo pacto por medio de Cristo y su pueblo del nuevo pacto».6 La segunda «llave» consiste en conocer que la verdad contenida en los evangelios es clave también para comprender las profecías de Juan. «El Apocalipsis es un complemento de los cuatro evangelios».7 El Cristo crucificado y resucitado es el protagonista de las maravillosas profecías registradas en Apocalipsis.

12 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

Ellas son su «revelación», su «testimonio» para su iglesia (Apoc. 1:1; 22:16). Y así, «todos los términos e imágenes del antiguo pacto están ahora refundidas en el lenguaje figurado del nuevo pacto que está centrado en Cristo».8

Sobre el título del libroLa palabra «Apocalipsis» (griego apokálupsis) significa «revelación» y se refiere al acto

de quitar un velo o descubrir algo. Está compuesta de dos palabras, apó que significa «alejar», «apartar», y kálupsis que significa «un velo». Y así la palabra Apocalipsis denota «un descubrimiento», «correr el velo». En el lenguaje religioso significaría «quitar» o «descorrer» el velo que nos impide ver el futuro y hacerlo asequible a nuestro conocimiento y entendimiento. La forma en la que el libro comienza denota este significado: «La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que han de suceder pronto [...]» (Apoc. 1:1). El Apocalipsis es una revelación de los grandes acontecimientos que toman lugar desde los días de Juan hasta el retorno de Cristo a esta tierra (cf. Apoc. 1: 19).

«En este libro se describen escenas que ahora están en el pasado, y algunas de interés eterno están sucediendo alrededor de nosotros; otras de sus profecías no se cumplirán sino al fin del tiempo, cuando tenga lugar el último gran conflicto entre los poderes de las tinieblas y el Príncipe del cielo».9

Desde esta perspectiva, el Apocalipsis es un libro abierto a la comprensión de aquellos que tienen «oídos para oír», y no hay razón para sostener que es imposible entenderlo (Apoc. 2:7, 11, 17, etc.).

«Muchos han albergado la idea de que el libro del Apocalipsis es un libro sellado [que no puede comprenderse], y no quieren dedicar tiempo a estudiar sus misterios. Dicen que deben mantenerse contemplando las glorias de la salvación, y que los misterios revelados a Juan en la isla de Patmos son dignos de una consideración menor que aquellas. Pero Dios no considera así este libro [...] Tenemos el privilegio de conocer lo que es para nuestra instrucción [...] El Señor mismo reveló a su siervo Juan los misterios del Apocalipsis, y es su propósito que sean manifiestos para todos».10

«Jesús y los apóstoles no hicieron referencia a la

apocalíptica apócrifa, pero sí (y con bastante frecuencia) a

la apocalíptica bíblica»

13Introducción

El Apocalipsis es también el complemento del libro de Daniel con quien tiene una inseparable relación, pues parte de sus revelaciones fueron «cerradas» al entendimiento de los seres humanos «hasta el tiempo del fin» (Dan. 12:4). Las partes de Daniel que Dios ocultó fueron aquellas porciones de sus profecías que se referían «a los últimos días».11 Entender pues, el Apocalipsis correctamente, es recibir la luz que emana en contornos claros del libro de Daniel ya «abierto» para este tiempo, el «tiempo del fin». Siendo así, es bueno recordar antes de leer el Apocalipsis, que la verdad profética que contienen sus páginas nos llega por revelación de la voluntad divina (2 Ped. 1:21).

El Apocalipsis no sólo nos informa y revela lo porvenir para que estemos preparados y firmes en la fe (Apoc. 2:10; 3:10), también nos anima y conforta con «grandes y preciosas promesas» (cf. 2 Ped. 1:3, 4), siete en total. Nos dice que Dios ha estado y continúa estando presente en cada experiencia por la que pasa su pueblo (caps. 1:12, 20; 2:2, 9, 13, etc.).

Paternidad literaria del ApocalipsisEl escritor de Apocalipsis se identifica en repetidas ocasiones sencillamente como

«Juan» (Apoc. 1:1, 4, 9; 21:2; 22:8). Debemos decir que la «tradición cristiana primitiva» acepta «casi unánimemente» que Juan, el «discípulo amado», es el autor del libro de Apocalipsis. Los autores de algunas obras apocalípticas apócrifas de la antigüedad se atribuían nombres conocidos de algunos patriarcas y profetas con el fin de hacer recomendable su lectura. Pero el autor de Apocalipsis se denomina modestamente como «Juan, vuestro hermano» (cap. 1:9). Al comparar la expresión «copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo» con 1 Ped. 3:15 nos damos cuenta que la expresión «vuestro hermano» se refiere a uno de los discípulos de Cristo. Además, cuando el «Espíritu de profecía» ha sido otorgado vigorosamente a un siervo de Dios no necesita recomendación ni sobrenombre. El autor del Apocalipsis es pues, sencillamente «Juan, vuestro hermano».12

El tema central del libroAunque el libro del Apocalipsis está fuertemente cargado de símbolos que resultan

confusos para la mente moderna (un dragón de siete cabezas y diez cuernos, langostas que salen de un abismo, una bestia que surge del mar semejante a un leopardo teniendo patas de oso y bocas de león, seres celestiales con rostros de animales, una prostituta sentada sobre una bestia horrible, números, etc.), no resultan necesariamente extraños. ¿Por qué? La mente moderna, acostumbrada a los efectos especiales de la industria cinematográfica, es bombardeada continuamente por innumerables películas que proyectan imágenes de dragones, animales que actúan con inteligencia humana y héroes sobrenaturales. Los que han visto la trilogía de Narnia con sus numerosos personajes híbridos y el impresionante león Aslan, no tienen deben sorprenderse con los símbolos impresionistas de la literatura apocalíptica.

La literatura apocalíptica

El género literario del Apocalipsis resulta frustrante para muchos lectores modernos, sin embargo, para los lectores del primer siglo de la era cristiana, esta forma literaria no representaba ningún problema. Ellos «tuvieron relativamente pocas dificultades para

comprender los símbolos del libro [de Apocalipsis] porque era el lenguaje de su tiempo».1 Merrill C. Tenney nos dice que género literario apocalíptico «se produjo, generalmente, en tiempos de persecución y de opresión, siendo el medio que se utilizaba para infundir valor a los que sufrían por su fe».2 Pero si entender las profecías del Apocalipsis es tan importante para nuestra experiencia cristiana, como expresa su prólogo explícitamente (Apoc. 1:3), ¿por qué Dios no utilizó una forma más sencilla para revelarnos su voluntad y propósito? La complejidad misma de este género literario, ¿no implica cierta dosis de imposibilidad de comprensión de su mensaje?

Pero, siendo que el Apocalipsis nos llegó en un ropaje simbólico, ¿existe algún método que pueda llenar este vacío de incomprensión y salvar la distancia que nos separa del tiempo apostólico? Y si existe ese método, ¿cómo estar seguros de que realmente lo estamos utilizando? Estas preguntas han formado parte de nuestra experiencia en algún momento y nos resultan comprensibles. En este capítulo y el siguiente proveeremos respuestas a estas y otras posibles inquietudes que surgen en la mente de los estudiantes del Apocalipsis.

CAPITULO 1

15Introducción

Definición del término «apocalíptico»Resulta instructivo definir lo que generalmente se desea comunicar con el término

«apocalíptico». Se reconoce que la discusión sobre esta palabra es muy antigua. Sin embargo, por lo general

«se trata de literatura de “revelación”, pues tal es el significado del término “apocalipsis”, revelación que se hace a un humano por medio de un agente del otro mundo […] Es difícil acotar los contenidos propios de una obra apocalíptica, pues temas y motivos característicos de estos libros se encuentran en otros no apocalípticos y, por el contrario, hay escritos claramente apocalípticos que no cuentan con todas las características comunes a tal género. Por tanto, habría que definir la apocalíptica no sólo por sus contenidos, sino como “un género literario que, con símbolos típicos, ofrece revelaciones sobre Dios, ángeles y demonios, sobre sus seguidores y sobre los instrumentos de su acción”».3

El escritor apocalíptico confiesa haber recibido sus revelaciones estando en un estado éxtasis («en el Espíritu», cf. Apoc. 1:10) mientras es guiado por un mensajero celestial en visión a lugares distantes donde se le permite ver escenas de grandeza y majestad sobrenaturales.4 Por ejemplo, aparte de la Biblia, el autor de 2 Enoc pretende haber tenido sus visiones mientras estaba «parado en frente del rostro del Señor, y cumpliendo su voluntad querubines y serafines todo alrededor del trono, con seis alas y muchos ojos; y cubren todo el trono, cantando con suave voz frente al rostro de Dios: “Santo, santo, santo, Señor Sabaoth, cielos y tierra están llenos de su gloria” (2 Enoc 21:1)».5 Resulta instructiva la observación del erudito Craig S. Keener: «En Apocalipsis hay poca especulación cosmológica y carece de viajes (1 Enoc 17-18); a diferencia de lo que opinan algunos de sus intérpretes modernos, Apocalipsis no se desvía de su curso para tratar curiosidades».6

Otros especialistas, como J. Barr, define puntualmente la apocalíptica como género literario: «Un libro es un apocalipsis si su diseño y modelo, en cuanto a lenguaje y literatura, corresponde a ciertas características».7 Más aún, éste autor sostiene que una definición más exacta de la apocalíptica debe incluir cuatro elementos claves: 1) La característica del lenguaje apocalíptico; 2) el contenido estructural; 3) el contenido, y 4) la doctrina.8 Es bueno saber además que

«la temática de la literatura apocalíptica no fue siempre igual, sino que estuvo sometida a una evolución. La presencia o ausencia de los temas expuestos y su mayor o menor concentración en una obra determinada sirve para indicar tal evolución. Así, por ejemplo, la apocalíptica más antigua de los apócrifos es la de 1 Hen. 6-36 y no expresa aún la esperanza febril del final de los tiempos».9

16La literatura apocalíptica

La apocalíptica no bíblica hizo su aparición entre el siglo II a.C. y el I d.C. (otros extienden hasta el siglo II d.C.).10 Pero en un sentido estricto, la literatura apocalíptica apócrifa es un producto tardío. El Antiguo Testamento (aparte de Daniel) contiene pasajes claramente apocalípticos en el libro de Isaías (caps. 24-27, llamado el «gran apocalipsis»; caps. 34-35, llamado el «pequeño apocalipsis»), Ezequiel (caps. 38-39 y otros pasajes dispersos por todo el libro), Zacarías y otros. En el Nuevo Testamento también encontramos pasajes otros apocalípticos: Mateo 24-25, Marcos 13, Lucas 21; 1 Tesalonicenses 4:13-5:11; 2 Tesalonicenses 1:1-12. A partir de esto, algunos escritores han dicho que «Jesús y la iglesia cristiana le debían mucho a la escuela apocalíptica, como lo evidencia su uso de conceptos apocalípticos tales como la resurrección, las dos eras, el Hijo del Hombre, el período de tribulación, el reino de Dios».11

No cabe duda de que «el lenguaje simbólico del Apocalipsis es del apocalipticismo judaico».12 Sin embargo, como revelará nuestro estudio, esta observación no debe exagerase. La deuda literaria no la tuvieron Jesús y la iglesia cristiana con la literatura apocalíptica de sus días, sino que este género de literatura estaba en deuda con la apocalíptica bíblica ya existente. Jesús y los apóstoles no hicieron referencia a la apocalíptica apócrifa, pero sí (y con bastante frecuencia) a la apocalíptica bíblica (cf. Mat. 24:15; 2 Tes. 2:3-10).

Lo cierto es que la literatura apocalíptica extrabíblica tiene particularidades escatológicas y literarias similares con la apocalíptica bíblica. Y es que la primera constituye un desarrollo (y hasta cierto punto una deformación) de la segunda.13 Se reconoce que el principal equipo de la apocalíptica lo constituyen los símbolos. El uso de esta técnica deja al escritor en libertad para bosquejar los grandes acontecimientos históricos y escatológicos sin tener la necesidad de usar «nombres históricos». En este contexto encontraremos el uso de una vasta cantidad de imágenes y figuras irreales: monstruos multifacéticos (Dan. 7:2-7; Apoc. 12:3; 13:1; 17:3), truenos que emiten voces (Apoc. 10:4), animales que hablan y obran con inteligencia humana (Apoc. 13:1, 5-6), etc. El modelo seguido por los escritores apócrifos (en su mayoría desconocidos) fue el conocido libro del profeta Daniel (es decir, trataron de imitarlo) y como veremos más adelante, este género de literatura incluye todo un panorama bien amplio en la elaboración de sus descripciones. Referente al libro de Daniel, descrito por algunos como «el primero de los apocalipsis», se observa que muchos de sus rasgos guardan fuertes similitudes con los escritos de los demás profetas, por lo que es preferible verlo como perteneciente al tipo de literatura «profética y apocalíptica».

«El modelo seguido por los escritores apócrifos (en su

mayoría desconocidos) fue el conocido libro del profeta

Daniel»

17Introducción

Los profetas, haciéndose eco de las promesas de Dios hechas al patriarca Abrahán (Gen. 12:1-3, 13:14-17; 16:18; 17:6-8), habían predicho a Israel una prosperidad nacional sin precedentes, pero sólo si cumplían las prescripciones divinas (Deut. 7). Ningún reino podría vencerlos y estarían a la «cabeza y no en la cola» de las naciones (Deut. 28:7, 10, 13). Pero la historia de Israel, desde muy temprano, fue un derrotero de fracasos y apostasías (véase un ejemplo temprano en Jue.1-3). A pesar de todo, se aferraron con gran tenacidad a la esperanza de una liberación definitiva de sus opresores aun no cumpliendo con los requerimientos divinos. «La Historia era para los judíos un catálogo de desastres por lo que se iba haciendo [cada vez más] claro que ningún libertador humano podría rescatarlos».14

Después de la liberación babilónica se esperaba que Israel volviera a ocupar el privilegiado lugar que Dios le había prometido (y asignado) a la cabeza de las demás naciones; sin embargo, la nación hebrea entró en una serie de conflictos internos que la dejaba cada vez más rezagada, al tiempo que fuerzas extrañas dominaban el panorama político. Como Dios no los libraba en forma milagrosa como en tiempos pasados, eran tratados caprichosamente por los poderes paganos dominantes. Esto se torna más interesante aun, cuando tomamos en cuenta que por medio del profeta Daniel, Dios había revelado una descripción panorámica detallada de las peripecias políticas que realizarían los poderes terrenales por el dominio mundial (ver especialmente Dan. 11). Lo que el futuro reflejaba era más una compleja amalgama de conflictos entre naciones paganas, con un pueblo de Israel como víctima más que como protagonista, que no cesarían sino hasta la manifestación del reino eterno de Dios. Hasta quedó bosquejado la suerte del Mesías y el dramático final del pueblo elegido dentro de los planes divinos (Dan. 9:24-27). ¡Grandes cambios estaban por ocurrir en el horizonte histórico y profético!

Entonces, los judíos procuraron ajustarse a la realidad de los hechos desarrollando «un esquema propio de la Historia (es probable que lo siguiente no sea más que su propia visión de la realidad profética revelada por Dios)».15 La dividieron en dos grandes tiempos o eras. La primera, la edad presente, era entendida como completamente malvada, mala e irreparable, para lo cual solo era posible esperar la destrucción. Estaba también la edad futura, la época por venir, llamada también la «edad de oro de Dios» la cual estaría caracterizada por la justicia, la paz duradera, la prosperidad sin fin. Según esta visión, en esa edad dorada el pueblo de Israel sería vindicado como nación y ocuparía entonces el lugar que Dios le asignó en sus planes. Pero este dramático cambio no sería producto del hombre, sino de Dios. El Señor mismo intervendría en el curso de la Historia (ese tiempo era llamado «el día del Señor») poniendo fin a la presente era de dolor y sufrimiento, para dar lugar entonces a la época de la justicia y la paz. Esta era una esperanza que había que compartir, pero debía ser hecho bajo una forma que fuera incomprensible por sus enemigos. Estos mensajes eran pues, transmitidos en «códigos, revistiéndose a propósito en un lenguaje ininteligible para los de afuera».16

18La literatura apocalíptica

La composición de la apocalípticaLa literatura apocalíptica se compone «exclusivamente de sueños y visiones del

fin del mundo, lo que hace que toda literatura apocalíptica sea críptica por necesidad. Siempre está tratando de describir lo indescriptible, de decir lo indecible».17 Y más aún, «al dar rienda suelta a la imaginación, los símbolos más estrafalarios se convierten en la norma» dominante.18 A este tipo de literatura corresponde el Apocalipsis cristiano de Juan. Pero entre la literatura apocalíptica en boga en el siglo I d.C. y el Apocalipsis de Juan existen marcadas diferencias.19 La vibrante esperanza mesiánica de los judíos estaba concentrada en la aparición de «un Rey-Mesías poderoso, de la casa de David, quien mataría al dragón romano con su poder militar ayudado por el poder divino. Entonces el Mesías restauraría la nación de Israel a la suprema grandeza política como el reino mesiánico sobre la tierra».20 Estas esperanzas mesiánicas estaban latentes en el corazón de los fariseos. Pero Israel estaba dominado primariamente por una fiebre de liberación política, en forma similar a la emancipación de Egipto. De hecho, los zelotes (fanáticos-terroristas), apoyaron una guerra de guerrillas contra Roma apoyados en la falsa seguridad de que Dios, habiendo eliminado a sus enemigos, crearía un mundo donde Satanás y el sufrimiento no existirían jamás.

En la literatura apocalíptica se alimentó la idea de que el Mesías era una figura preexistente majestuosa, ante quien la tierra temblaría de terror. El abatiría a sus enemigos, destruiría a los reyes malvados y «rompería los dientes a los pecadores». Es probable que esta idea haya sido tomada de la literatura sapiencial (cf. Sal. 58:6; 3:7; Job 19:10; 29:17; Lam. 3:30). Semejante Mesías, era en muchos aspectos, un diseño de manufactura humana, como un traje hecho a la medida de las aspiraciones políticas y desacertadas de los líderes judíos. Resulta coherente pensar que estos escritores afiebrados con una falsa esperanza tomaron los textos apocalípticos existentes en las profecías clásicas de los profetas Amós, Sofonías, Joel, Isaías, Ezequiel y otros y los mezclaron con los elementos apocalípticos de Daniel. La imaginación de estos apocaliptistas completó el cuadro de estas visiones escatológicas. El resultado fue una gama de literatura que precisa declaraciones bien coordinadas a veces y con cierto matiz bíblico, pero que carece de la verdadera orientación divinamente inspirada característica del libro de Daniel y el Apocalipsis de Juan.

En este contexto es bueno recordar que los judíos no pudieron reconocer en Jesús, el enviado del Padre «lleno de gracia y verdad», por sus ideas preconcebidas sobre el Mesías (Juan 1:11,12). Esto es una evidencia de la desorientación profética que la literatura apocalíptica apócrifa introdujo en el pueblo de Dios. Los líderes judíos no podían reconocer a Jesús pues los rabinos leían las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento «con una mente prejuiciada que les impidió ver la revelación de la plenitud de la misión del Mesías para salvar del pecado a todos los hombres».21 Su distorsionada visión apocalíptica les impidió ser guiados por la verdadera revelación apocalíptica (cf. Dan. 9:24-27). Es en este

19Introducción

contexto que podemos entender por qué en algunas ocasiones el Hijo de Dios se tornó renuente a ser reconocido públicamente como el Cristo (cf. Mat. 16:20). Los mismos que le negaron, lo desafiaron para que demostrara que realmente Él era el Cristo haciendo una demostración de su poder cuando pendía de la cruz (Luc. 23:39). Sin embargo, en otro contexto, cuando fue necesario dar a conocer su verdadera identidad, Cristo mismo confesó ser el Mesías (Mat. 26:63, 64; Juan 20:3). En última instancia, Jesús no podía negar su identidad y misión aun al costo de su propia vida.

El aparato de la literatura apocalíptica

Ya expresamos que este tipo de literatura usa mayormente figuras e imágenes irreales para transmitir su mensaje. Dentro de este tipo estarían el león con dos alas, el leopardo con cuatro cabezas y cuatro alas, la bestia espantosa y terrible con diez cuernos, el cuerno con ojos y boca de hombre que emite blasfemias, el gran dragón de siete cabezas y diez cuernos, la bestia multifacética de siete cabezas y diez cuernos, etc. (Dan. 7; Apoc. 12 y 13). En algunas ocasiones se usan animales y cosas reales sin ninguna alteración (un carnero, un macho cabrío, un oso, o un león, un cordero, cuernos de animales, candelabros, estrellas, etc.) para prefigurar a ciertos poderes o personajes divinos e históricos (cf. Dan. 8:4-9; Apoc. 1:20; 5:5, 6). En la apocalíptica bíblica es usual la representación de personajes o cosas bajo descripciones inusuales o sobrenaturales. Por ejemplo, Cristo es descrito como teniendo «ojos como llamas de fuego», un «rostro como el sol» y con «una espada aguda de doble filo» saliendo de su boca (Apoc. 1:13-16); también como un «cordero como inmolado» con «siete cuernos y siete ojos» (Apoc. 5:6).

El archienemigo de Dios es descrito como una «serpiente antigua» o «dragón rojo de siete cabezas y diez cuernos» (Apoc. 12:3-9). La primera descripción evoca a Génesis 3, mientras que la segunda se vale de algunos pasajes del Antiguo Testamento que hacen referencia al leviatán (cf. Isa. 27:1; Eze. 29:3; Sal. 74:13, 14), un monstruo mitológico ampliamente conocido en el antiguo Cercano Oriente. Más adelante veremos que el anciano apóstol está pensando no en las aguas de los apocalipsis apócrifos, sino en un contexto escriturario bien sólido pero coincidiendo con estos en algunos aspectos.

El Apocalipsis de Juan (diferente a los apocalipsis no inspirados), y al igual que algunas cartas apostólicas, nombra al Evangelio de Cristo como un «misterio» que debe consumarse (Apoc. 10:7, cf. Rom. 16:25; Efe. 3:1-6, 9; 6:19), pero también lo define directamente como «buenas nuevas que son eternas» (cap. 14:6, DHH) o «evangelio eterno» (VRV 1960, 1977, 1995). A diferencia de los apocalipsis apócrifos, el Apocalipsis cristiano dedica tiempo y espacio a la obra redentora de Cristo (caps. 1:5, 18; 5:9, 12; 7:14; 8:3; 12:4, 5; 13:8; 19:13; 22:17) y al ministerio del Espíritu Santo (caps. 1:4; 4:5; 22:17).

Uno de los símbolos usados por Juan para hablar de un mensaje que comporta el poder divino es «una espada aguda de doble filo» (Apoc. 1:16; 2:12). Hasta la manifestación del

Métodos de interpretacióndel libro de Apocalipsis

Una simple lectura del Apocalipsis nos revelará la necesidad de comprenderlo adecuadamente. Aunque es un libro prácticamente pequeño, su contenido es desafiante. Y es que el Apocalipsis muestra imágenes y símbolos sorprendentes

(como efectos especiales) que han hecho que muchos lectores se sientan frustrados al no poder entenderlos. Pero, ¿cuál es el mejor método para interpretar el Apocalipsis? ¿Cómo descifrar el significado correcto de sus símbolos? Desde los primeros siglos del cristianismo algunos líderes de la iglesia se embarcaron en un acercamiento espiritual del Apocalipsis (especialmente en la escuela alejandrina) que terminó dominando el pensamiento cristiano durante un período de mil años.1 Pero «con los escritos de Nicolás de Lyre (un teólogo parisino que murió en 1340) vino un nuevo acercamiento a las predicciones del libro de Apocalipsis […] Lyre sostenía que el libro de Apocalipsis predecía una serie continua de acontecimientos que comenzaban en la época apostólica y se desarrollaban hasta su consumación».2

Seguir la historia de la interpretación del Apocalipsis puede inducir al desánimo a algunas personas;3 sin embargo, más allá de los métodos defectuosos que han sido utilizados para explicar el Apocalipsis desde los primeros siglos de la iglesia cristiana, debemos responder la siguiente pregunta: ¿Cuál fue el método que Cristo y sus apóstoles utilizaron para interpretar los pasajes apocalípticos del Antiguo Testamento? El Nuevo Testamento contiene abundantes evidencias que nos revelan la forma correcta de acércanos

CAPITULO 2

21Introducción

a la profecía apocalíptica. Pero muchos intérpretes abordan el Apocalipsis como si el libro hubiera surgido en un vacío profético que debe ser llenado con sus propias imaginaciones. Ni siquiera un estudio detallado de la literatura apocalíptica intertestamentaria garantiza una comprensión adecuada de los símbolos del Apocalipsis. Una simple lectura de la gran cantidad de comentarios que existen sobre el Apocalipsis revelará irónicamente que aún los estudiosos más capaces y dedicados, prácticamente no logran comprender el significado real de este libro.4 Entonces, usted se preguntará: ¿qué esperanza podemos tener nosotros? Las buenas noticias nos llegan precisamente en este punto. La comprensión del Apocalipsis no está reservada exclusivamente para la mente erudita (esta puede captar mucho por cierto), sino para la mente del estudiante sincero y dispuesto a obedecer la verdad, sin importar cuan comprometedora pueda ser. Si nuestro entendimiento del libro nos acarrea las burlas y el menosprecio de los demás; pero estamos dispuestos a vivir (y hasta morir) por la verdad, entonces el Espíritu Santo nos bendecirá con la verdad. «Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca» (Apoc. 1:3).

Este capítulo contiene información esencial para todo estudiante interesado en tener una comprensión adecuada del Apocalipsis. Los lectores de nuestra obra no deberían entrar al estudio formal de las profecías del Apocalipsis sin antes analizar detenidamente el contenido de esta sección. Se reconoce que existen «por lo menos cinco principales escuelas de interpretación, sin contar las variantes significativas dentro de cada escuela».5 En última instancia, es bueno saber que la dificultad para interpretar el Apocalipsis, aunque puede ser motivada por su naturaleza simbólica extravagante e impresionista, radica más en la mentalidad del estudiante que en el libro mismo. Y es que siendo conscientes de la complejidad y antigüedad de la literatura apocalíptica, deberíamos acercarnos a ella respetando ciertos parámetros obvios. Por ejemplo, ¿qué entendían los antiguos cristianos cuando leían sobre el surgimiento de una bestia del mar? Cuando descubrimos que en el aparato de la apocalíptica, una «bestia» representa un «reino» o «poder» terrenal, entonces nuestra mente puede hacer la traducción al leer el símbolo: El profeta está hablando del surgimiento de un nuevo reino. Y así comenzamos a avanzar en nuestro estudio. Cabe decir que el estudio del Apocalipsis no es para ociosos mentales, ni para estudiosos que se dan por vencido fácilmente; éste libro será un leal compañero de viaje para todos aquellos que acepten el desafío de estudiarlo con un espíritu dedicado y sincero.

Métodos de interpretación del ApocalipsisVeamos a continuación un análisis de los diferentes métodos de interpretación que

son usados frecuentemente para interpretar el Apocalipsis.6

22Métodos de intepretación del Apocalipsis

1) Preterismo o histórico contemporánea. Este enfoque sostiene que el Apocalipsis se relaciona «principalmente con el período en el que fue escrito». «El punto fuerte de este enfoque» está en que proyecta cierta relevancia a «la situación vivida por la iglesia primitiva». Obviamente esperaríamos que un libro que se escribió para ser originalmente «enviado a las siete iglesias» que estaban en el Asia (Apoc. 1:11),7 contenga un mensaje pertinente para sus lectores. Pero los destinatarios originales del libro de seguro que encontraron más que símbolos complicados en las páginas de «esta profecía», encontraron una bendición al «leer», «oír» y «guardar […] las cosas en ella escritas» (Apoc. 1:3). Cada libro de la Biblia debía tener relevancia temporal para sus lectores originales, de lo contrario, ¿qué sentido habría tenido recibir el mensaje inspirado? Merrill C. Tenney sostiene que el preterismo ciertamente «tiene la ventaja de conectar el Apocalipsis con el pensamiento y los acontecimientos históricos de la época en que fue escrito, pero no deja ningún lugar para elemento alguno que se considere de carácter profético».8 Resulta claro al leer el Apocalipsis que la importancia de su mensaje abarcaba mucho más que la época apostólica: «Escribe lo que has visto, lo que ahora es, y lo que ha de suceder después» (Apoc. 1:19). Hay más que referencias históricas en el Apocalipsis, y el mismo verso 3 así lo revela al expresar que «el tiempo está cerca», hablando de la consumación de la historia (cf. 22:10). Aquí radica precisamente la «debilidad» del método preterista, pues limita el mensaje del Apocalipsis a la historia pasada.

Aunque el método preterista «es el más común en nuestros días», para interpretar el Apocalipsis,9 es sostenido por «la mayoría de los eruditos modernistas»,10 en la opinión de algunos expertos (bastantes por cierto), la interpretación preterista es insostenible a no ser que niegue el carácter profético que el mismo libro exige (22:19)».11 Este método, evidentemente deja de lado

«el elemento de predicción, porque se centra totalmente en eventos históricos del siglo primero [… por lo que] no llega a valorar el progreso que hay en el libro […] Resulta difícil ver que la secuencia progresiva que hay de cada uno de estos cuadros [los sellos, las trompetas y las copas] se refiera sólo a eventos contemporáneos de la primera parte del siglo primero».12

«El estudio del Apocalipsis no es para ociosos mentales,

ni para estudiosos que se dan por vencido fácilmente»

23Introducción

En la opinión de Robert H. Mounce

«el problema fundamental de la posición preterista radica en que la decisiva victoria que se describe en los últimos capítulos del Apocalipsis nunca ha llegado […] Si esto es así, entonces: o bien el vidente estaba completamente equivocado en la idea fundamental de su mensaje, o su obra era tan absolutamente ambigua que sus primeros receptores se confundieron totalmente respecto al sentido del libro».13

Sin embargo, debemos reconocer que el método preterista (con su enfoque arraigado en el pasado) constituye una herramienta de interpretación parcialmente válida al explorar el valor que tuvo el Apocalipsis para los cristianos del primer siglo; su fallo fundamental radica en quedarse en el primer siglo y no avanzar junto con las exigencias del texto mismo. Más adelante exploraremos algunos detalles adicionales.

2) Historicismo. Esta escuela de interpretación sostiene que las profecías del Apocalipsis abarcan acontecimientos que tienen que ver con la historia del pueblo de Dios desde los días en que fue escrito el libro y hasta la consumación del Plan de Dios en el fin de la historia. Merrill C. Tenney reconoce que “la mayor parte de los Reformadores, hasta donde se ocuparon del Apocalipsis, la mayoría de los antiguos comentadores, y muchos modernos predicadores evangélicos como A. J. Gordon y A. A. Simpson, sostienen sostiene este punto de vista”.14 ¿Podría considerarse simple casualidad que tantas personas de fe durante siglos coincidieran en el uso de un método para el estudio de las profecías? ¿Erraron en sus interpretaciones proféticas por usar el método historicista? Creemos que no fue pura casualidad que durante siglos los grandes hombres de Dios pertenecieran a la escuela historicista.

Thomas D. Lean nos dice que «el punto fuerte de este enfoque es que ofrece a los lectores un énfasis fuerte sobre la soberanía de Dios en los eventos mundiales».15 Pero también observa un punto débil: «La subjetividad y el desacuerdo amplio entre sus lectores […] los que defienden este criterio despliegan una variedad amplia de interpretaciones en su esfuerzo por relacionar los símbolos de Apocalipsis a los eventos mundiales».16 Mounce sostiene igualmente: «El hecho de que entre los principales proponentes del sistema no se haya llegado a un acuerdo esencial pone de relieve la subjetividad de este acercamiento».17 Pero nosotros preguntamos: ¿Cuál es la escuela de interpretación que tiene a sus eruditos «esencialmente» de acuerdo? Más arriba citamos la opinión de Gordon Fee y Douglas Stuart, quienes reconocen que cada escuela tiene sus «variantes significativas dentro de» sí misma. De manera que buscar un «acuerdo esencial» en la escuela historicista para poder aceptarla es una argumento que carece de valor.

24Métodos de intepretación del Apocalipsis

Los exégetas que analizan el libro del Apocalipsis desde perspectiva histórica (preterista) tanto como historicista, con frecuencia han explotado desmedidamente las aplicaciones del libro desacreditando así sus propias interpretaciones. Algunos dan la impresión de que los registros seculares contienen la clave hermenéutica para entender los símbolos apocalípticos. Sin embargo, me parece que el desacuerdo entre los intérpretes historicistas no significa necesariamente una falla en el método que usan; más bien, el problema radica en que muchos eruditos no logran entender las tendencias ideológicas relevantes que marcan el rumbo de la Historia. Sencillamente malinterpretan el símbolo profético porque sus presuposiciones erróneas no dejan que texto bíblico los ilumine. Errar al procurar entender los hechos históricos claves que señalaban la venida y la obra del Mesías, no significó una falla en las profecías mesiánicas, sino el uso de un método deficiente de interpretación por parte de los dirigentes judíos.

3) Futurismo o método escatológico. Este sistema de interpretación ha sido descrito por sus partidarios como el «mejor porque interpreta literalmente Apocalipsis, de la misma manera que se interpreta el resto de la Biblia».18 En la opinión de Thomas D. Lea «el punto fuerte de este enfoque es su énfasis sobre la actividad progresiva de Dios en la historia del mundo».19 Pero me parece que siendo más objetivo, esta «fortaleza» debería atribuirse al método historicista por su énfasis en la actividad continua de Dios en la historia) que presenta «la actividad progresiva de Dios en la historia del mundo» (desde los días del profeta hasta el fin de la historia. Si el movimiento divino comenzó en los días que se escribió el libro y termina en la crisis final, entonces esto es «actividad progresiva» en su más pura esencia.

Las debilidades observadas en este método son las siguientes: a) «Deja a los destinatarios originales de Apocalipsis con un mensaje limitado de estímulo. ¿Cómo recibirían ánimo los destinatarios por la información acerca del regreso de Cristo por lo menos dos mil años en el futuro?».20 Una brecha de dos mil años en la actividad divina en la historia por medio de la «palabra profética» es insostenible. b) Resulta poco convincente creer que solamente el contenido del mensaje a las siete iglesias tuviera relevancia para el pueblo de Dios hasta la llegada de los eventos escatológicos propuestos por los futuristas. c) Generalmente este método se recomienda como «el mejor», pero no le dice a nadie las razones que le dieron origen. Esto lo veremos más adelante. Bien observó el erudito Simón Kistemaker: «Juan, sin embargo, escribe para sus contemporáneos y para los creyentes de siglos sucesivos; tiene un mensaje para la iglesia en todo el mundo en todas las épocas. El libro está lleno de palabras de consuelo para el pueblo de Dios en todo lugar y tiempo».21

4) Idealista o espiritual (o simbólico). Este enfoque niega la propuesta de los métodos anteriores (aunque está relacionado con la escuela preterista22) y sostiene que «el

25Introducción

Apocalipsis no predice eventos futuros, sino que presenta un cuadro de la lucha continua entre el bien y el mal en la iglesia y la historia del mundo. El énfasis está en los principios básicos de obra de Dios en la historia más que en eventos específicos».23 Es bueno saber que esta escuela sigue «la interpretación alegórica que dominó la exégesis a lo largo del período medieval pero tiene también el favor de aquellos inclinados a minimizar el carácter histórico de la consumación futura».24 El punto fuerte –según algunos– de este método de interpretación profética lo constituye su «reconocimiento de la presencia de muchos símbolos en el Apocalipsis», y la «verdad ética y espiritual» del libro «más bien que sobre los aspectos debatibles de su simbolismo».25 Sin embargo, este reconocimiento proviene de cualquiera de los métodos en estudio ya mencionados. Creemos más bien que su fortaleza radica en el reconocimiento de los principios que subyacen en las realidades proyectadas por los símbolos apocalípticos. Solo que esta idea debe ser explicada. Su mayor debilidad está en «la actitud escéptica de sus seguidores hacia la profecía predictiva, también el no desarrollar una perspectiva sobre la acción de Dios en la historia».26 Este método niega al Apocalipsis el cumplimiento histórico de hechos que son claramente identificables (cf. Apoc. 12).

La tendencia a espiritualizar los símbolos del Apocalipsis (una tendencia muy antigua por cierto), puede llevar al estudioso de las profecías a un terreno pantanoso en el que perezcan él y sus ideas conjuntamente. En la opinión de Samuel Pérez Millos, «no puede espiritualizarse, o alegorizarse todo el contenido del libro, como ocurre a modo de ejemplo, con el descenso o segunda venida del Señor, ni tampoco con la nueva creación de los cielos y tierra».27 Por su lado, el erudito Kistemaker observa las presuposiciones que subyacen en el método idealista al decirnos:

«No todos los intérpretes (idealistas) tienen en alta estima las Escrituras, y algunos utilizan el Apocalipsis como un documento para causas concretas. Para estos intérpretes, Apocalipsis es un libro lleno de principios éticos que ayudan a sus lectores en las luchas cotidianas en las esferas de la economía, la raza y el género. Utilizan Apocalipsis como una fuente para enseñar teología de la liberación para ayudar a los pobres en su lucha contra la opresión económica […] Algunos interpretan Apocalipsis como base para construir una teología feminista».28

Estas presuposiciones no siempre resultan claras para los estudiantes de las Escrituras. Al ver estos métodos como ofertas para interpretar el Apocalipsis, deberíamos ser cuidadosos antes de comprar alguno en el mercado de las ideas.

5) El método ecléctico o enfoque mesclado. Muchos comentarios modernos generalmente pasa por alto este sistema de interpretación que combina todos los enfoques anteriores. En la opinión de Kraig Keener, «la mayoría de los comentaristas que intentan aplicar el libro de Apocalipsis suelen optar por algún tipo de enfoque ecléctico, combinando por regla general elementos futuristas, preteristas e idealistas».29 Pero creemos que los eruditos que usan este método (o fusión de métodos) ignoran voluntariamente el contexto histórico que dio origen a los sistemas preterista, futurista e idealista. Y al proponer una plataforma de fusión para interpretar el Apocalipsis no solo ignoran el fundamento de la literatura apocalíptica bíblica (que debe ser diferenciada de la apocalíptica intertestamentaria), sino que nos proveen un terreno pantanoso y amalgamado para sostener verdades de trascendental importancia para la iglesia y la experiencia personal. La combinación de métodos defectuosos (como si fuéramos a tomar una batida de diferentes frutas) no convierte el resultado final en un método seguro. Lo que posiblemente tenemos es un nivel de confusión mayor.

Nuestro comentario opta por el método historicista porque, correctamente aplicado, satisface todas las necesidades que los otros métodos pueden ofrecer. Y las siguientes líneas así lo comprobarán.

Uno de los mayores errores que cometen los diferentes sistemas de interpretación, es dejar de señalar el fundamento de las profecías de Daniel para las profecías de Juan. El Apocalipsis no nace en el vacío, ni sobre el espectro de la literatura apocalíptica de aquellos tiempos, sino sobre la plataforma de las revelaciones dadas al profeta Daniel, con quien posee vínculos directos e innegables (compare Apoc. 1:14 con Dan. 7:9; Apoc. 1:13 con Dan. 7:13; Apoc. 1:13 con Dan. 10:5; Apoc. 10:5 con Dan. 12:7; Apoc. 12:14 con Dan. 7:25, 12:7; Apoc. 13:1-2 con Dan. 7:1-8). En el libro de Daniel quedaron «selladas» partes del contenido de sus profecías «hasta el tiempo del fin» (Dan. 12:9), cuando los estudiosos recibirían luz para entenderlas en armonía con las revelaciones del Apocalipsis. Tanto el libro de Daniel como el libro del Apocalipsis apuntan hacia la segura consumación de la historia y del Plan de Dios (compare Dan. 8:17, 19, 11:35, 40; 12:4, 9 con Apoc. 1:3; 10:7; 22:10). Entre estos dos puntos (el tiempo del profeta y el fin de la historia) median una serie de acontecimientos que daría orientación y esperanza a la iglesia cristiana y explicarían en panorama histórico-profético existente. La función del pueblo de Dios, guiado e iluminado por el Espíritu Santo, ha sido percibir y entender los hechos históricos que revelan la actividad redentora de Dios en el mundo. Esto es historicismo en su más pura esencia.Consideraciones adicionales

Creemos que parece poco convincente la explicación que nos proveen los intérpretes futuristas sobre lo que significa hacer una interpretación «literal» del libro de Apocalipsis y que dicha interpretación debe entenderse en una forma estrictamente futurista. Resulta erróneo acercarse al texto apocalíptico (por ejemplo, el capítulo 17 de Apocalipsis) con

La revelación de Jesucristo

1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. La declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, 2 el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, del testimonio de Jesucristo y de todas las cosas que ha visto. 3 Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca. 4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y que era y que ha de venir, de los siete espíritus que están delante de su trono, 5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

7 He aquí que viene con las nubes:Todo ojo lo verá, y los que lo traspasaron;y todos los linajes de la tierra se lamentarán por causa de él.Sí, amén.

8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. 9 Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia de Jesucristo, estaba en la isla

CAPITULO 3

28 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. 10 Estando yo en el Espíritu en el día del Señor oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta, 11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. 12 Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y vuelto, vi siete candelabros de oro, 13 y en medio de los siete candelabros a uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y tenía el pecho ceñido con un cinto de oro. 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos, como llama de fuego. 15 Sus pies eran semejantes al bronce pulido, refulgente como en un horno, y su voz como el estruendo de muchas aguas. 16 En su diestra tenía siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos y su rostro era como el sol cuando resplandece con toda su fuerza.17 Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas. Yo soy el primero y el último, 18 el que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. 19 Escribe, pues, las cosas que has visto, las que son y las que han de ser después de éstas. 20 Respecto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros que has visto son las siete iglesias.

Ta forma en que comienza el Apocalipsis descarta inmediatamente la popular idea de que este libro es un misterio imposible de descifrar. El Apocalipsis no fue inspirado por Dios para crear confusión o para hundir en la desesperación al investigador

sincero que busca la verdad divina; muy al contrario, fue escrito para ser entendido por los seres humanos de corazón dispuesto y sincero que leen, oyen y guardan las «palabras de esta profecía». El mismo libro llama «bienaventurados» (dichosos o felices) a los que guardan las cosas en él escritas, «porque el tiempo está cerca».

Una revelación especialEl versículo 1 revela la «economía funcional» del proceso de la revelación y la

inspiración del mensaje profético. 1) El Padre es la fuente primaria: «Dios le dio» a Cristo esta revelación. 2) Cristo la «declaró por medio de su ángel»; Él es el eterno Mediador. 3) El ángel la entregó a «su siervo Juan». 4) Juan escribió en un libro la revelación y dio testimonio a la iglesia de «la Palabra de Dios» y el «testimonio de Jesucristo». 5) La iglesia da testimonio al mundo de estas grandes verdades. Es así como el Apocalipsis nos ha llegado. Aunque el texto no menciona la acción del Espíritu Santo en el proceso de la

29La revelación del Apocalipsis

revelación del mensaje al profeta, no significa que está ausente. El Espíritu es quien dirige e inspira la mente del mensajero de Dios en la recepción del mensaje, y luego guía al profeta en la búsqueda de informaciones y palabras adecuadas para hacer un registro fidedigno de la revelación divina. «Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados (lit. “llevados”) por el Espíritu Santo» (2 Ped. 1:21). Note que Juan declaró: «Yo estaba en el Espíritu […]» (Apoc. 1:10). La expresión «testimonio de Jesús» será analizada en nuestros comentarios sobre Apocalipsis 12:17 y 19:10.

Sobre la estructura literaria del ApocalipsisUna breve mirada al orden estructural del Apocalipsis nos servirá de ayuda para

comprenderlo. Los versos 1-8 constituyen el prólogo; en el verso 9 comienza la primera parte, la sección histórica, y se extiende hasta el capítulo 12:17 (hasta el capítulo 14, según otros). Desde el capítulo 13:1 hasta el 22:21, se desarrolla la segunda parte del libro, la sección profética. El capítulo 22:7-21 contiene el epílogo del libro. Cada sección está compuesta por tres grandes cadenas proféticas. En cada una tenemos la misma conclusión: la Segunda Venida de Cristo poniendo fin al Gran Conflicto. Se reconoce que Juan es muy ordenado y que posee un estilo «armónico y simétrico». «Es posible», se nos dice, que el Apocalipsis sea «el libro en su tamaño mejor organizado de toda la Escritura».1

«En la parte histórica (caps. 1:9-12: 17) las tres cadenas proféticas comienzan con la Primera Venida de Cristo y terminan en la Segunda. En la parte escatológica o sección profética (caps. 13:1-22:21) los episodios comienzan cuando termina la formación del remanente, al comienzo del tiempo del fin, y se extienden hasta la Segunda Venida de Cristo».2

El ángel de CristoEste ángel es un ser de elevada posición en el cielo. En el capítulo 1:1 se denomina

el ángel de Cristo («su ángel»); y en el capítulo 22:16, Cristo mismo lo nombra como «mi ángel». Sin duda debe referirse a Gabriel, el mismo que asistió a Daniel en sus visiones (Dan. 8:16; 9:21, cf. Luc. 1:26). Gabriel ocupa ahora el «lugar del cual cayó Satanás».3 Es interesante saber que Satanás era un «ser de admirable gloria y poder [...] estaba en la luz de la presencia de Dios. Había sido el más alto de todos los seres creados y el primero

«La forma en que comienza el Apocalipsis descarta

inmediatamente la idea de que es un misterio imposible

de entender»

30 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

en revelar los propósitos de Dios al universo».4 Ahora su posición y privilegios han sido entregados a otro ángel que es fiel a su cometido. Por causa de su rebelión, Satanás quedó «destituido de la gloria de Dios» y condenado a la destrucción eterna. Ahora otro ángel vela la gloria del Altísimo como «querubín protector, de alas desplegadas» (cf. Eze. 28:14, VRV 1977).

El versículo 1 revela también a Cristo como el gran Mediador. Desde la eternidad, el Hijo de Dios ha sido el Agente a través del cual Dios se ha comunicado con todas sus criaturas (1 Tim. 2:5). Entre la majestuosidad infinita de un Dios santo y perfecto y las obras de sus manos, está el Hijo de su amor. Mientras Cristo es «el resplandor de su gloria, la misma imagen de su ser real» (Heb. 1:3), pues en Él «habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad» (Col. 2:9), es al mismo tiempo la Persona de la Deidad que está en contacto directo con todas las demás partes de la creación. Es así como el Ser infinito llega a ser accesible para los seres finitos. «Porque así dice el Excelso y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es Santo: Yo habito en la altura y en la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para dar vida al espíritu de los humildes, y vivificar el corazón de los quebrantados» (Isa. 57:15). En este contexto, se revela a Juan «por medio de su ángel».

Las cosas que deben suceder pronto El Apocalipsis es característico por su sentido de urgencia. Es la «revelación de

Jesucristo» de «las cosas que deben suceder pronto». Esto se remarca siete veces en todo el libro (caps. 1:1; 22:6; 3:11; 22:7, 12, 20). Ciertamente, desde la perspectiva apocalíptica, «el tiempo está cerca» (v. 3). Es así como Dios muestra las cosas al profeta. ¡Debemos actuar en consecuencia!

Por esta razón es «bienaventurado» el que «lee», «oye» y «guarda» las cosas que Juan ha visto. El anciano apóstol desea fervientemente que sus lectores comprendan que su mensaje es el informe de un testigo que no puede mentir. Lo que escribe constituye todo lo que Juan vio y escuchó en visión (cf. Apoc. 1:10, 12). Esto da todo el peso posible a su testimonio. Ante el imperativo de «oír» que nos plantea el escritor bíblico, es bueno saber que Juan utiliza una palabra que significa «prestar atención» o «notar atentamente». Jesús nos advirtió para que no seamos «oidores olvidadizos». Santiago nos invita a ser «hacedores de la Palabra» (Sant. 1:24, 25). Por eso el uso continuo de la frase: «el que tiene oído, oiga» (Apoc. 2:7, 11, 17, etc.).

De las manos de Juan a las siete iglesiasLa «revelación de Jesucristo» tenía un objetivo primario: las siete iglesias del Asia. Esta

es una evidencia de que el Apocalipsis como parte integral de la Escritura inspirada, era «útil para enseñar y corregir» a la iglesia del Señor. Al leer este pasaje no debemos concluir

31La revelación del Apocalipsis

que sólo había siete iglesias en el Asia, o aun en la pequeña fracción occidental llamada Asia Menor (cf. Col. 1:2; 4:13). Entonces, ¿por qué se dirige el Apocalipsis exclusivamente a estas siete congregaciones (Apoc. 1:3, 11, 19; 22:18-19)? ¿Es el mensaje del Apocalipsis únicamente para estas iglesias? Si así fuera, todo el contenido del Apocalipsis estaría anclado en el pasado con escasas migajas de lecciones espirituales para nuestra presente generación. Es imposible leer el Apocalipsis y dejar de percibir que Dios está revelando su divino propósito para su pueblo de todas las épocas. El Señor dirige los grandes acontecimientos históricos en procura de llevar hacia su consumación el gran Plan de Redención. Creemos que las situaciones históricas particulares de estas congregaciones y su tratamiento por medio de la carta del Apocalipsis, servían de ejemplo para las diferentes problemáticas históricas que el pueblo de Dios viviría en el trascurso del tiempo.

El mensaje a las iglesias del Asia debía corregir problemas históricos reales que enfrentaban estas congregaciones, pero también prefiguraban «siete períodos de la iglesia cristiana, desde los días de los apóstoles hasta el fin del tiempo de gracia».5 Esta es una opinión exegéticamente sólida: «Las siete epístolas son proféticas de otros siete períodos sucesivos y estados de la iglesia desde el comienzo hasta la conclusión de todo».6 El Señor escogió particularmente a estas siete congregaciones porque «eran y serían típicas de la condición de toda la iglesia en los tiempos pos apostólicos y también a través de toda la era cristiana».7 Por eso, aunque existían más de siete iglesias en Asia Menor, el mensaje fue enviado únicamente a estas siete congregaciones. El contenido de cada uno de estos mensajes confirma claramente esta verdad como veremos más adelante.

Si estos mensajes no hubieran tenido aplicación histórica habrían desconcertado y confundido a los creyentes de esas iglesias. El mensaje a las siete iglesias responde a las necesidades espirituales que ellas tenían, y por extensión, serviría para animar y fortalecer la fe de millones de cristianos durante toda la era cristiana. Concluimos, pues, que «las siete iglesias» a quienes se les dirige la amonestación son literales y simbólicas al mismo tiempo; literales porque existieron realmente con sus respectivas situaciones espirituales particulares; y simbólicas, porque sus referidos problemas sirvieron de figura de siete períodos o etapas que viviría el pueblo de Dios durante toda la era cristiana. Esto puede ser posible únicamente porque el Apocalipsis es una «profecía» (cf. cap. 1:3).

La forma literaria del ApocalipsisEl libro de Apocalipsis es muy similar a las cartas del Nuevo Testamento (cf. Rom.

1:1; 1 Cor. 1:1-3; Gál. 1:1-5, etc.). Aunque es un libro predominantemente apocalíptico, su introducción y conclusión son como la de cualquier otro libro (cf. 1:4-7; 22:21). Todos los elementos proféticos y apocalípticos «se han volcado en forma de una carta […] Aún más, Juan habla a sus lectores utilizando una fórmula de primera y segunda persona (Yo… tú)».8

32 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

La forma literaria del Apocalipsis de Juan revela que Dios no deseaba erigir una barrera de incertidumbre entre el mensaje del libro y sus receptores. La introducción de este libro (en la forma común de una carta) está destinada a inspirar confianza en los lectores de cualquier época.

Gracia y paz a vosotrosEstas son palabras de gran significado. Y provienen «de parte del que es y que era y

que ha de venir [el Padre], de los siete espíritus que están delante de su trono (el Espíritu Santo], y de Jesucristo, el testigo fiel». La Escritura no contiene expresiones vacías, ella es sustancial y tiene el objetivo de crear aquello que se ha propuesto. En el caso que nos ocupa, la Palabra quiere darnos «gracia y paz» plenas. «Paz, paz al lejano, y paz al cercano –dice el Señor» (Isa. 57:19). «Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres se manifestó» (Tit. 2:11). El Apocalipsis contiene «buenas nuevas de gran gozo» para todos los seres humanos.

Es universal la gran verdad de que «a cada uno le ha sido dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo» (Efe. 4:7). El «don de Cristo», incluye la «gracia y la paz». La gracia proveyó el «don de Dios» (Juan 3:16; 4:10) con el objetivo de que existiera la paz por medio de la justificación por la fe (Rom. 5:1-2, cf. Juan 14:27). Y esa paz, nos permite vivir una vida plena y llena de gozo en el Señor

El que es y el que era…Aquí se habla de Dios el Padre. La primera parte, «el que es» es una frase tomada del

libro de Éxodo. La Septuaginta usa esta misma expresión para la traducción del nombre de Dios «YO SOY» en Éxodo 3:14. La segunda parte, «el que era» es una forma de decir: Dios ha existido «desde toda la eternidad» (Sal. 90:2).

El que ha de venirEsta expresión ha sido entendida como una alusión a la Segunda Venida de Cristo,

dado que la eternidad de Dios está señalada implícitamente en la declaración «que es y que era». Algunos sostienen que «el griego tiene palabras para decir «que ha de ser», tal como ocurre con el castellano. Pero en Apocalipsis 4:8 (donde también leemos “que ha de ser”) los seres no usan esas palabras. Emplean en cambio palabras que significan “que ha de venir”, o si lo queremos traducir con más sencillez: “El que viene”».9 Aunque verbalmente esta interpretación pueda ser correcta, el contexto en el que se encuentra no permite tal interpretación. La frase completa resalta la «naturaleza inmutable o la presencia eterna de Dios». Esta es otra manera de decir: «el que era, el que es, el que ha de ser» (cf. Heb. 13:8). Resulta interesante saber que “como una designación para la Deidad, el título no es inusual

33La revelación del Apocalipsis

en los tiempos del Nuevo Testamento. Los griegos paganos hablaban de “Zeus que era, Zeus que es, y Zeus que será”. Los rabinos judíos interpretaban el nombre divino de Éxodo 3:14 diciendo que significaba: “Yo fui; todavía soy; y en el futuro seguiré siendo”».10

Los siete espíritus de DiosAlgunos intérpretes creen que esta expresión debería entenderse como una referencia

a siete ángeles poderosos que están ante el trono de Dios a su servicio.11 Pero, ¿cómo puede la «gracia» provenir de seres angelicales (a parte del Padre y el Hijo)? Otro punto que contradice semejante conclusión es que por la forma en que el número «siete» es usado en el libro de Apocalipsis, resulta favorable entender esta declaración de forma diferente.

Por ejemplo, se mencionan «siete iglesias» (Apoc. 1:4; caps. 2 y 3) que representan a la comunidad de creyentes completa. Se habla de Cristo como teniendo «siete» estrellas en su mano derecha (Apoc. 1:16) lo que simbolizan su señorío sobre el liderazgo de la iglesia (v. 20).12 En Apocalipsis 5:5 se menciona un libro con «siete» sellos que simboliza la plenitud de los mensajes contenidos en él. En el verso 6 del mismo capítulo, encontramos a Cristo bajo la figura de un cordero «como inmolado» con «siete cuernos» y «siete ojos»; una forma simbólica de representar la omnipotencia y omnisciencia de Cristo. En Apocalipsis 3:1 leemos que el Hijo de Dios «tiene los siete espíritus de Dios», lo que significa que Él posee la plenitud del Espíritu divino (Apoc. 1:1, cf. Isa. 11:2; Luc. 4:18).

Este último versículo nos da la clave para entender la expresión «siete espíritus de Dios». Esta expresión es la forma apocalíptica para hacer referencia a la tercera Persona de la Deidad en toda su plenitud de funciones. Así cobra sentido el origen de la bendición dispensada a las siete iglesias: El Padre, el Espíritu Santo y el Hijo.13

El Testigo FielEste título resalta la manera fiel en la que Cristo representa el carácter y la voluntad

del Padre ante los hombres. Constituye además una referencia a su carácter perfecto, reflejo cabal del carácter amoroso de su Padre (Juan 1:14, 18; 10:30). En Apocalipsis 3:14 asume un significado más abarcante como veremos en nuestro análisis de ese texto.

El «primogénito» de los muertosUna interpretación literal de esta expresión significaría que Cristo es la primera

persona que ha experimentado la muerte en este mundo. Pero esto sería absurdo. Aunque

«La Escritura no contiene expresiones vacías, ella es

sustancial y tiene el objetivo de crear aquello que se ha

propuesto»

El ángel con el libritoLa identidad y misión del remanente

1 Vi descender del cielo otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza. Su rostro era como el sol y sus pies como columnas de fuego. 2  Tenía en su mano un librito abierto; puso su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra 3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. 4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: «Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.»5 El ángel que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó su mano hacia el cielo 6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, 7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: «Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.»9 Fui donde el ángel, diciéndole que me diera el librito. Y él me dijo: «Toma y cómelo; te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.» 10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel y lo comí. En mi boca era dulce como la miel, pero cuando lo hube comido amargó mi vientre. 11 Él me dijo: «Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

CAPITULO 14

36 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

Introducción

En nuestro estudio de visión de los siete sellos descubrimos que existe un paréntesis entre el sexto y el séptimo sellos: el sellamiento de los siervos de Dios y la gran multitud ante el trono de Dios. De igual manera, existe un interludio entre la sexta

y séptima trompetas: un ser celestial con un librito y los dos testigos. «Y como con los sellos, el interludio hace una pausa para darle una mirada al campamento de Dios».1 Esta sección intermedia está dividida en tres partes: 1) La visión del ángel majestuoso (10:1-11); 2) La medición del templo (11:1-2); 3) La profecía de los dos testigos (11:3-14). En estos capítulos Juan nos presenta la identidad del remanente de Dios y su misión.

El ángel fuerteLa visión del ángel majestuoso tiene cuatro secciones: 1) El ángel con el librito (10:1-

3); 2) el pequeño libro abierto (v. 4); 3) el juramento que hace el ángel (vv. 5-7); 4) la experiencia del anciano apóstol con el librito (vv. 8-11).2 El ángel que Juan ve descender es un ser «fuerte» (cf. Apoc. 5:2; 18:21). «La literatura judía describía a algunos ángeles tan altos como los cielos más elevados, y que a menudo brillaban como el sol (2 Enoc; 3 Enoc; los rabinos; cf. Dan. 10:6) Algunas veces estaban coronados (p. ej., 2 Enoc, 3 Enoc) de un arco iris».3 Dios mostró a Juan una visión que tomaba en cuenta la «imaginería de su día para describir el ángel poderoso que señorea sobre la creación».4 Sin embargo, la descripción de Juan no es tan impresionista como las referidas en la literatura extrabíblica (donde la corona de un ángel podía ser más alta que un viaje de quinientos años), más bien se parece a la del libro de Daniel y la de su primera visión (Dan. 10:5, 6; 12:6, 7; Apoc. 1:13-16).

El pasaje que estudiamos (Apoc. 10:1) así como Apocalipsis 5:2 y 18:21 hacen alusión «a tres momentos cruciales» en la misión de Cristo.

«El ángel del capítulo 5 actúa cuando Cristo inicia su ministerio en el Lugar Santísimo. El ángel del capítulo 10, en el mismo tiempo, cuando comienza la misión del remanente. Y el ángel del capítulo 18, cuando la misión de Cristo y el remanente está terminando. Este ángel identifica la misión de Cristo y la misión del remanente, como una y la misma».5

Algunos comentaristas interpretan a este ángel como un mensajero celestial con un mensaje especial que viene de la misma presencia de Dios. La descripción de su majestuosidad entonces, no es para destacar sus cualidades personales, sino para resaltar «el mensaje que se asocia con su aparición». Pero, ¿quién es este ángel poderoso?

Al comparar la descripción de Juan con otros pasajes bíblicos, llegamos a la conclusión de que este ángel es el Hijo de Dios. Está envuelto en una nube, con el arco iris sobre su

37El ángel con el librito

cabeza. Su rostro es como el sol, y sus pies como columna de fuego. Todo esto se dice de Cristo en otras partes de la Biblia (cf. Sal. 104:3; Dan. 7:13; Mat. 17:2; Apoc. 1:15-16). Semejantes descripciones no corresponden a un ser creado.

«El ángel poderoso que instruyó a Juan era nada menos que Cristo. Cuando coloca su pie derecho en el mar y su pie izquierdo sobre la tierra seca, muestra la parte que desempeña en las escenas finales del gran conflicto con Satanás. Esta posición denota su supremo poder y autoridad sobre toda la tierra».6

¿Pero qué hacemos con el término «ángel»? Acaso, ¿no parece negar que sea Cristo? Algunos intérpretes han observado que en el libro de Apocalipsis y en todo el Nuevo Testamento nunca se nombra a Cristo como ángel,7 pero el hecho es que en el Antiguo Testamento sí se usa el término ángel para referirse a Cristo en muchas ocasiones (cf. Gén. 16:6-14; 21:17-21; 22:11-18; Éxo. 3:2; Jue. 2:1-4; 5:23, etc.). Incluso hay un pasaje en el libro de Génesis donde Jacob, después de reconocer al Señor como el Dios de sus padres, Abrahán e Isaac, lo nombra como «el Ángel que me liberta de todo mal» (Gén. 48:15-16). Pero resulta interesante saber que el Nuevo Testamento sí usa el término «ángel» para referirse a Cristo en forma explícita. En Hechos 7:35 Esteban expresa que Moisés fue comisionado como «gobernante y libertador por mano del Ángel que se le apareció en la zarza».8 Así mismo, en el verso 38 nos refiere que Moisés «estuvo en la congregación en el desierto con el Ángel que le hablaba en el Monte Sinaí» y le dio «palabras de vida». El mismo Esteban era consciente de que el «Ángel que se apareció en la zarza» era el mismo Señor (v. 31), como se puede apreciar fácilmente al leer Éxodo 3:2, 4-7.

De manera que no podemos afirmar categóricamente que el «Nuevo Testamento en general […] no llama ángel a Jesús».9 Samuel Pérez Millos expresa: «Debe apreciarse que en ningún lugar del Nuevo Testamento se llama ángel a Jesucristo».10 Sin embargo, a partir de lo que hemos citado del libro de los Hechos, no encontramos razones para negar que este ángel represente a Cristo como Señor soberano de la historia. Debe notarse que los demás ángeles del Apocalipsis no son descritos con las características propias de la Deidad como este Ángel. Por eso, la expresión «otro ángel fuerte» no tiene por qué preocuparnos, pues sus características nos revelan su identidad.11

«El ángel poderoso identifica la misión de Cristo

y la misión del remanente, como una y la misma»

La mujer y el dragón – 2ª ParteEl hijo de la mujer y el remanente

APOCALIPSIS 12:13-17:13 Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. 14 Pero se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila para que volara de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. 15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuera arrastrada por el río. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y se tragó el río que el dragón había echado de su boca. 17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de la descendencia de ella, contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

El conflicto continúa

Como pudimos ver en el capítulo anterior, aunque Satanás fue desenmascarado como impostor y mentiroso ante las inteligencias celestiales, no fue destruido entonces. Su existencia debía continuar pues quedaban aspectos importantes del

Gran Conflicto que debían ser revelados.

«Los ángeles no comprendieron ni aun entonces todo lo que entrañaba la gran controversia. Los principios que estaban en juego habían de ser revelados en mayor plenitud.

CAPITULO 17

39Introducción

Y por causa del hombre, la existencia de Satanás debía continuar. Tanto el hombre como los ángeles debían ver el contraste entre el Príncipe de la luz y el príncipe de las tinieblas. El hombre debía elegir a quién quería servir».1

La muerte de Cristo en la cruz «anuló» (Heb. 2:14, NVI) o redujo a la impotencia el poder de Satanás para destruir a los seres humanos y mantenerlos esclavizados. El verbo «anular» es traducido en la VRV 1960 como «destruir». Sin embargo, este verbo

«no equivale a eliminar en el sentido de hacer desaparecer, sino de quitar los medios con los que se mantenía e incluso impedir que vuelva a alcanzarlos. En este sentido equivale a reducir a la impotencia, a quien tenía el dominio de la muerte, esto es al diablo».2

Jesús es presentado en el Apocalipsis como el que «el que vive, y estuvo muerto»; como aquel que tiene «las llaves de la muerte y del Hades [sepulcro]» (Apoc. 1:17, 18, LBA). Con todo, aunque Satanás no puede impedir que Cristo libere a los seres humanos de sus ataduras, conserva su poder destructor y seductor, y ataca con furia renovada. «¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo». Satanás «se sumerge cada vez más profundamente en la iniquidad; sigue adelante con una malignidad intensificada y renovada en sus esfuerzos por perseguir a la iglesia del Dios viviente».3 Los habitantes del cielo se regocijan porque la revelación hecho en la cruz del carácter de Satanás ha vindicado a Dios en sus acciones. ¡Las dudas han sido eliminadas! Pero el objeto de la ira de Satanás ahora son los «moradores de la tierra», expresión que como ya hemos notado hace referencia a los adoradores del dragón y la bestia.4 Sin embargo, parece que aquí implica a todos los habitantes de la tierra, incluyendo los fieles. Este pasaje sería la excepción.

Juan advierte que a Satanás «le queda poco tiempo» para actuar. Esta declaración también debe ser entendida en el contexto de la lucha milenaria entre la justicia y el pecado. Habiendo sido desenmascarado y derrotado decisivamente por segunda vez, su destrucción quedó asegurada para siempre. El tiempo que lo separa de la destrucción final, en comparación al tiempo que había transcurrido desde su expulsión del cielo hasta la cruz, es considerablemente mucho más corto. La palabra «poco» (griego olígos)

«es un término relativo; describe aquello a que se refiere según el sentido del contexto […] esta expresión debe entenderse dentro del contexto de todo el contenido del libro de Apocalipsis, que presenta la segunda venida de Cristo como cercana […] Si Jesús viene “presto”, entonces el tiempo que Satanás tiene para obrar es “poco”».5

40La mujer y el dragón -2a Parte

El dragón vuelve al ataqueJuan desarrolla ahora la experiencia de la mujer referida en el verso 6. Los versículos

7-12 constituyen un paréntesis, pero en el verso 13, Juan continúa la narración de las actividades del dragón en contra de la mujer. Nótese que en el verso 4 se hace referencia a la caída del dragón («su cola arrastró la tercera parte de la estrellas»), y luego se relata que «se paró frente a la mujer» para «devorar» al niño tan pronto naciera. Luego vemos a la mujer refugiándose en un «lugar preparado» por Dios en el desierto. «Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer […]» (v. 13). El versículo 6 destaca el cuidado especial de Dios por su iglesia durante los «1.260 días», y esta misma idea y período reaparece en el versículo 14, como «tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo».6 Habiendo fracasado en su intento de destruir al hijo de la mujer, Satanás dirige toda su furia y frustración contra de la iglesia. Pero la mujer recibió «las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto», «su lugar» de refugio.

«Las dos alas de la gran águila» era una figura familiar para los hebreos, evocaba el cuidado protector de Dios durante la liberación egipcia (Éxo. 19:4; Deut. 32:11, 12). En Apocalipsis representa el apresuramiento con el que la iglesia huyó a los lugares solitarios en busca de refugio y protección (cf. Rut. 2:12; Sal. 17:8; 57:1; 61:4; 91:3-7). Es probable que Juan, al hablar de la huida de la mujer al desierto, tuviera en mente la experiencia del profeta Elías en el desierto y el sustento que Dios le proveyó por medio de un ángel (1 Rey. 19:1-9). Es posible también que pasara por su mente la huida de José y María con el niño Jesús hacia Egipto para escapar del edicto de muerte del rey Herodes (Mat. 2:13). Pero aunque la iglesia huyó, «la serpiente arrojó» tras ella «agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer» absorbiendo el agua que «el dragón había echado de su boca». El Antiguo Testamento siempre presenta al dragón en estrecha relación con el agua (Sal. 74:13, 14; Isa. 27:1; Eze. 29:3), y esta conexión explica «la riada de agua que vomita el dragón para anegar la mujer».7

La promesa divina asegura que la «inundación de muchas aguas no llegarán» a destruir los fieles (Sal. 32:6, cf. Isa. 59:19). El ataque de los enemigos del pueblo de Dios se describe en las Escrituras como una «inundación» (Sal. 124:1-4, 18:16-17; 144:7; Dan. 9:26; 11:10, 22). Pero el agua que lanzó el dragón tras la mujer fue absorbida por la tierra. Esto naturalmente frustra una vez el ataque de Satanás y lo enfurece aún más (v. 17).

«Tanto el hombre como los ángeles debían ver el

contraste entre el Príncipe de la luz y el príncipe de las

tinieblas»

41Introducción

Algunos intérpretes han entendido el término «tierra» como una referencia a la simpatía que aún la misma naturaleza reflejó sobre los fieles de Cristo. Otros lo interpretan como una referencia a los lugares pocos poblados donde se refugiaron los cristianos perseguidos por su fe. En este contexto se observa:

«Durante los siglos de propagación del error mediante el engaño y la persecución, fue “la tierra” con su disposición topográfica, la que hizo posible la preservación de la verdad. En tierras lejanas, como Irlanda y Etiopía, entre bosques y montañas de Bohemia, y aun en los remotos valles y escondrijos de los Alpes italianos, se refugiaron durante muchos siglos hombres que albergaban en sus corazones las preciosas verdades de la Biblia».8

Pero cuando observamos que el agua es un elemento negativo asociado al dragón, y que constituye su hábitad, podemos entender mejor la expresión «la tierra ayudó a la mujer». El «agua» representa todos los recursos que el dragón puso en movimiento en su lucha contra el pueblo de Dios. La primera bestia de Apocalipsis 13, que es el instrumento por medio del cual el dragón ataca a la mujer durante los 1.260 días o 42 meses (cf. Apoc. 12:6, 14, 13:5), surge precisamente del agua (Apoc. 13:1). Así mismo, «la tierra» constituye un elemento positivo asociado a Dios, y representa todos los medios utilizados por Dios para proteger y ayudar a su pueblo de los ataques del dragón. La segunda bestia de Apocalipsis 13 con características de cordero, surge precisamente de «la tierra» y por medio de ella, Dios da a las naciones una nueva orientación ideológica, aunque termina convirtiéndose en otra potencia perseguidora (Apoc. 13:11b). El ataque del dragón al «resto de la descendencia de la mujer» será realizado precisamente por medio de esta nueva potencia (cf. Apoc. 12:17; 13:11-17).

Otros estudiosos entienden el término «tierra» como una referencia al surgimiento de la Reforma Protestante del siglo XVI. La influencia de este gran despertar espiritual creció rápidamente en Europa y el Nuevo Mundo, lo que provocó una declinación en la fuerza perseguidora del Sistema Papal. Aún hay quienes ven en este símbolo una referencia a las «aperturas de las tierras americanas, con poca población, donde […] la iglesia tendría la apropiada independencia para crecer en calidad espiritual, al mismo tiempo que crecía en cantidad de miembros».9

Todas estas ideas pueden estar implicadas en la expresión «la tierra ayudó a la mujer». Por eso este comentario entiende que la «tierra» constituye un símbolo de todos los recursos que Dios puso en movimiento para ayudar a su iglesia en medio de las fieras persecuciones que sufrió durante el período de los 1.260 años (véase nuestro comentario sobre Apocalipsis 13:11).10

42La mujer y el dragón -2a Parte

La descendencia de la mujer, el remanenteApocalipsis 12:17 ha sido llamado el «foco del libro», «el presente de la revelación

apocalíptica. Este presente está localizado en el eje temporal que va desde 1798 a 1844, cuando comienza el tiempo del fin. De ahí hacia atrás está el tiempo histórico del libro y hacia delante está el tiempo escatológico, o el futuro del libro».11

La ira del dragón fue grande al ser arrojado del cielo, fue mayor aun cuando sufrió la derrota en la cruz (vv. 10 y 12), pero alcanza el extremo máximo en el versículo 17. El objetivo del adversario ahora es «el resto» de los «descendientes» de la mujer (NVI), el remanente escatológico (griego loipós, «lo que queda»). Este pasaje presenta en rápidas pinceladas la última gran confrontación entre el dragón y el pueblo de Dios. El instrumento por medio del cual el dragón realizará esta última ofensiva es la bestia que surge de la tierra (cf. Apoc. 13:11-17; 16:12-16). El remanente constituye una prueba de que el poder de Satanás para seducir y engañar no es absoluto, es posible resistir sus artificios y alcanzar la victoria: «Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte» (Apoc. 12:11, LBA). Según la visión, el remanente aparece «en la arena del conflicto cósmico en un momento histórico particular, es decir, poco después del ataque de 1.260 días del dragón contra la mujer».12

En la historia bíblica, el concepto del remanente es un aspecto importante. Durante el transcurso de la Gran Controversia, Dios siempre ha tenido un grupo de individuos plenamente identificados con Él y su verdad. El remanente se define como «histórico, fiel y escatológico».13 El aspecto histórico resalta el hecho de que siempre ha existido «un grupo de individuos que ha sobrevivido a una experiencia de amenaza de su vida, que pudo haber resultado en la extinción total del grupo mayor al que pertenecían» (cf. Am. 5:3; Miq. 5:7-8).14 La preservación del remanente no radica necesariamente en su fidelidad a Dios, sino en el plan divino para salvar a los seres humanos. En cuanto al aspecto de la fidelidad del remanente, se resalta su compromiso con Dios. Por esto el Señor lo purifica para llevar a cabo sus acciones redentoras (cf. Eze. 11:17-21). Durante el reinado del malvado Acab el pueblo hebreo se hundió en la apostasía nacional. Y cuando el profeta Elías pensó que solo él había quedado fiel al Señor, Dios le comunicó que Él había preservado a «siete mil hombres que no habían doblado sus rodillas ante Baal» (1 Rey. 19: 14, 18).

El aspecto escatológico tiene que ver con la realidad del «día del Señor». Cuando ese momento histórico llegue, Dios tendrá un pueblo victorioso listo para la traslación (Zac. 14:16-17; 12:4-13:1, cf. Mal. 3:1-4). «El remanente del tiempo del fin de Apocalipsis 12:17 es una realidad histórica, porque comprende lo que ha quedado después de los ataques del dragón contra la mujer por 1.260 años […] No es una entidad imprecisa sino que es fácilmente identificable».15 Es una entidad, históricamente constituida, es fiel a su misión

43Introducción

y es escatológica, está activa en el tiempo del fin. Todo esto está implicado en Apocalipsis 12:17.

La marca de identidad del remanente es clara: «Guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo» (cf. Apoc. 14:12). Resulta claro entonces que, en la última gran batalla entre Satanás y sus agentes contra Cristo y su remanente, estará involucrada la Ley de Dios (Apoc. 11:19, cf. Sal. 119:126; Apoc. 14:12).

«Pero el remanente no defiende sus derechos ante los mandamientos, los guarda. No los discute, no los condiciona, no los adapta, no los disminuye, no los rechaza como legalismo. Simplemente los guarda. El sentido de guardar repudia todo sentido de legalismo. No hay legalismo en guardar los mandamientos. El legalismo es la obediencia egoísta del mandamiento, la obediencia que ensalza el logro propio y olvida al Dios que lo ordenó […] El que guarda los mandamientos no rechaza a Dios. La palabra guardar, en griego terein, significa cuidar con el afecto de una madre que cuida sus hijos; proteger con la diligencia de alguien que protege una reliquia, para pasarla inalterada, a la siguiente generación de su familia; custodiar con el afecto con que un amigo custodia los bienes que le encarga su amigo cuando está de viaje, sin pretender beneficiarse en nada con los valores recibidos».16

El testimonio de Jesús¿Qué es «el testimonio de Jesús»? La respuesta que demos a esta pregunta no debe

estar condicionada por nuestros gustos «personales o denominacionales», porque de lo contrario, «estaríamos defraudándonos a nosotros mismos». Esta condición de ceguera voluntaria dificultaría nuestra búsqueda de la respuesta correcta. En todo el Apocalipsis se menciona cuatro veces esta expresión (Apoc. 1:2, 9; 12:17 y 19:10); por consiguiente, la respuesta tiene que venir del mismo libro de Apocalipsis.

En el primer texto (1:2), la frase hace referencia a «la revelación de Jesucristo» dada a su «siervo Juan» (v. 1), y por implicación a todas las revelaciones provistas a los demás profetas (cf. Apoc. 22:9).17 El «testimonio de Jesucristo» es la revelación, y como revelación, es la Palabra de Dios. El segundo pasaje (1:9) nos revela que «el testimonio de Jesús es la revelación como contenido, como verdades, como hechos profetizados». Los textos siguientes deben ser vistos juntamente, pues ambos están tan estrechamente vinculados que «el uno define al otro y los dos determinan el significado específico del testimonio de Jesús para el remanente».

44La mujer y el dragón -2a Parte

El resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apoc. 12:17).

Yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía (Apoc. 19:10).

La siguiente comparación nos dará todavía una idea mucho más completa:

Yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía (Apoc. 19:10).

Yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios (Apoc. 22:9).

De esta comparación concluimos que «los hermanos que tienen testimonio de Jesús» son «tus hermanos los profetas». Y la explicación puntual del ángel es que «el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía». Entonces, «los que tienen el testimonio de Jesús» claramente pueden ser identificados con «los profetas».18 Juan expresa que el remanente tiene el «testimonio de Jesús», posee «en forma activa el mismo espíritu que actuó en los profetas. Tiene que poseer el don de profecía. 1) Primero en su forma histórica, como palabra escrita de Dios y como contenido de fe. 2) También en su forma presente, en la manera en como actuó en los profetas del pasado al recibir ellos la revelación; y como actuó en el apóstol Juan cuando escribió el Apocalipsis. Tiene que tenerlo también como proceso, cuya presencia sólo es posible cuando hay un profeta activo que recibe revelación de Dios y la comunica al pueblo». Se observa acertadamente que la expresión «espíritu de la profecía» se refiere

«específicamente a la “manifestación del Espíritu” en la forma de un don especial del Espíritu Santo, que inspira al que lo recibe y lo capacita para hablar con autoridad como representante de Dios (1 Cor. 12:7-10) cuando es “inspirado por el Espíritu Santo” para hacerlo (2 Ped. 1:21) […] En vista de que “el resto” del capítulo 12:17 se refiere específicamente a la iglesia después de terminar los 1.260 días proféticos de los versos 6 y 14, es decir, después de 1798, el capítulo 12:17 queda como una clara predicción de la manifestación especial del “espíritu” o “don” de profecía en la iglesia de nuestros días. Los Adventistas del Séptimo Día creen que el ministerio de Elena G. de White cumple en una forma incomparable con los requisitos de Apocalipsis 12:17».19

45Introducción

En nuestro análisis sobre Apocalipsis 19:10 ofreceremos detalles adicionales sobre «el testimonio de Jesús». Aún otro detalle importante que infiere la expresión «tiene el testimonio de Jesús».

«La palabra griega traducida “tienen” significa más que meramente poseer, como cuando tenemos algo en el bolsillo. A menudo se refiere también a la esencia de algo, indicando lo que eres por lo que tienes. Expresándolo de forma simple, significa, sencillamente, que, en el último tiempo del fin, el pueblo de Dios no solo tendrá el don profético en medio del mismo, sino que sus integrantes son ellos mismos un remanente profético. Proclaman el evangelio eterno de Jesucristo en un contexto profético apocalíptico. Aunque los profetas específicos están en un segundo plano, la vocación de la profecía se extiende a la iglesia en su conjunto hasta el fin».20

Es alentador saber que aunque Satanás no descansa en su lucha contra la iglesia, Dios ha preservado un remanente fiel, y con él, ha preservado la verdad salvadora que debe llegar a todas las naciones de la tierra. Como veremos en los próximos capítulos, la lucha se intensifica más en la medida que nos acercamos al fin, pero la conclusión es gloriosa, pues la victoria está asegurada. En la etapa final de este drama el mal solo tiene la penúltima palabra, la última, la tienen Dios.

Notas y referencias:1. Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Nampa, Idaho, EE. UU. de N. A.: APIA, 1955), pág. 709. Las

cursivas han sido añadidas.

2. Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Hebreos [Barcelona, España:

Editorial Clie, 2009), págs. 743-744. Las cursivas están el original).

3. Comentario bíblico adventista (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1996), t. 7, pág. 826.

4. En el Apocalipsis, los «moradores de la tierra» son aquellos que se oponen a Dios y su pueblo y se someten

a las demandas de la bestia: Apocalipsis 3:10; 6:10; 8:13; 11:10; 12:12; 13:8; 14:6; 17:2, 8.

5. Comentario bíblico adventista (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1996), t. 7, pág. 827.

6. En el capítulo anterior analizamos algunos aspectos sobre el cumplimiento de los «1.260 días», pero ahora

en nuestro análisis de Apocalipsis 13:5 presentamos detalles adicionales. Para un estudio detallado sobre los

1.260 días proféticos, véase a Héctor A. Delgado, Una mirada al futuro como está revelado en Apocalipsis 12 y 13

(Charleston, SC: Editorial CreateSpace, 2012), segunda edición, págs. 65-79. Para adquirir esta obra, véase la

nota 10.

7. William Barclay, Comentario del Nuevo Testamento (Barcelona, España: Editorial Clie, 1999), 17 tomos en 1,

pág. 1160.

46La mujer y el dragón -2a Parte

8. Loron Wade, El futuro del mundo revelado en el Apocalipsis (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1999), pág. 158.9. Mario Veloso, El Apocalipsis y el fin del mundo (Nampa, Idaho, EE. UU. de N. A.: APIA, 1998), pág. 161.

10. Para detalles adicionales sobre esta parte de la profecía, véase a Héctor A. Delgado, Una mirada al futuro

como está revelado en Apocalipsis 12 y 13, segunda edición (Charleston, SC: Editorial CreateSpace, 2012), segunda

edición, págs. 82-84. Los interesados, pueden adquirir esta obra, visitando nuestra página web: www.hadlibros.org

11. Veloso, Ibíd., pág. 43.

12. Ángel M. Rodríguez, Fulgores de gloria (Miami, Florida, E. U. A.: APIA, 2002), pág. 101.

13. ----------, Ibíd., pág. 101-104.

14. ----------, Ibíd., pág. 101

15. ----------, Ibíd., pág. 103. Los interesados en un estudio detallado y sólidamente bíblico sobre el tema del

remanente, pueden consultar a Hans K. LaRondelle, Teología: Fundamentos bíblicos de nuestra fe (Florida, EE. UU.:

APIA; México, D.F.: Gema Editores, 2008), t. 8, págs. 177-242.

16. Veloso, Ibíd, pág. 39. Las cursivas están en el original.

17. En esta sección, sigo de cerca el comentario de Mario Veloso, Ibíd., págs. 40-43.

18. En nuestro comentario sobre Apocalipsis 19: 10 proveemos información adicional sobre el significado de

la expresión «el espíritu de la profecía».

19. Comentario bíblico adventista (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1996), t. 7, pág. 889. «Ninguno de los escritores

del NT sugiere que el don de profecía terminaría con la iglesia apostólica; por el contrario, Pablo declara que

habría de continuar con los otros dones del Espíritu que enumera en Efe. 4: 11, “hasta que todos lleguemos

a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la

plenitud de Cristo” (v. 13). Todos los otros dones especiales mencionados en el verso 11 siguen necesitándose

en la iglesia, y los hombres y las mujeres aún son capacitados por el Espíritu Santo para cumplir estas fun-

ciones. ¿Por qué habría de considerarse como una excepción el don de la profecía?» (Ibíd.).

A los interesados en este tema, recomendamos las siguientes obras: F. D. Nichol, Ellen G. White and her critics

(Washington, D.C.: The Review and Herald Publishing Association, 1951); Herbert E. Douglas Mensajera del

Señor (Buenos, Aires, Argentina: PPPA – APIA – ACES, 2000); Arturo L. White, Elena de White: Mujer de visión

(PPPA – APIA – ACES, 2003).

20. Larry L. Lichtenwalter, Apocalipsis: Una carta de amor (Florida, EE. UU.: APIA, 2012), pág. 144. Las cursivas

han sido añadidas.

Los agentes del gran dragón – 1ª ParteLa bestia que sube del mar

APOCALIPSIS 13:1-10:

1 Me paré sobre la arena del mar y vi subir del mar una bestia que tenía siete

cabezas y diez cuernos: en sus cuernos tenía diez diademas, y sobre sus cabezas,

nombres de blasfemia. 2 La bestia que vi era semejante a un leopardo, sus pies

eran como de oso y su boca como boca de león. El dragón le dio su poder, su

trono y gran autoridad. 3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero

su herida mortal fue sanada. Toda la tierra se maravilló en pos de la bestia, 4 y

adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia,

diciendo: ¿Quién como la bestia y quién podrá luchar contra ella? 5 También se le

dio boca que hablaba arrogancias y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar

por cuarenta y dos meses. 6 Y abrió su boca para blasfemar contra Dios, para

blasfemar de su nombre, de su tabernáculo y de los que habitan en el cielo. 7 Se le

permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad

sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 La adoraron todos los habitantes de

la tierra cuyos nombres no estaban escritos desde el principio del mundo en el

libro de la vida del Cordero que fue inmolado. 9 Si alguno tiene oído, oiga:

10 Si alguno lleva en cautividad,a cautividad irá.

CAPITULO 18

49Introducción

Si alguno mata a espada,a espada será muerto.

Aquí está la perseverancia y la fe de los santos.

Introducción

En el capítulo 13 de Apocalipsis entramos a la sección escatológica del libro. Naturalmente encontraremos alusiones a varios aspectos cumplidos, así como encontramos eventos por cumplir en la sección histórica. En la primera parte del

libro, como ya exploramos, existen tres cadenas proféticas que comienzan en los tiempos apostólicos y terminan con la Segunda Venida. De manera similar, en la sección escatológica, existen tres episodios que comienzan al término de la formación del remanente, y que también finalizan con el advenimiento del Señor.

La primera cadena profética está acompañada de una sección que muestra el Gran Conflicto que se originó en el cielo y se extiende hasta «el comienzo del ministerio de Cristo, en el lugar santísimo del santuario celestial y el comienzo de la formación del remanente».1 La porción escatológica tiene una sección «que describe el fin del Gran Conflicto y el comienzo de la tierra nueva, desde la inauguración del juicio investigador hasta la ejecución del juicio, al final del milenio, con el comienzo de la vida eterna».2

Algunos intérpretes ven el capítulo 13 de Apocalipsis como «la esencia de todo el libro».3 En él, se revelan los instrumentos usados por el dragón para hacer guerra al pueblo de Dios. Esta visión proporciona información sobre el control que ejerce el dragón sobre algunos poderes terrenales para destruir al remanente. Un elemento clave en esta visión es la adoración. Sólo en este capítulo y el siguiente se habla ocho veces de la adoración (Apoc. 13:4, 8, 12, 15, 16; 14:7, 9, 11). Apocalipsis 13 constituye un bosquejo «en detalle de dos períodos de tiempo que aparecen en Apocalipsis 12 por medio de un paralelismo progresivo […] Apocalipsis 13 amplia en gran detalle la guerra del dragón contra la mujer de Apocalipsis 12».4

Se recordará que en el capítulo 12 Juan nos presenta cuatro confrontaciones específicas: 1) La gran batalla en el cielo (vv. 7-9); 2) el ataque del dragón contra el Mesías, tan pronto nació (vv. 4, 5); 3) la persecución del dragón contra la iglesia (v. 6, 13-16); y 4) El ataque del dragón contra el remanente, los descendientes de la mujer (v. 17). Apocalipsis 13 se concentra en dos confrontaciones específicamente: La persecución contra la mujer y la persecución contra el remanente. Por eso, la correcta interpretación de este capítulo es determinante para entender el resto del libro. Veamos entonces la descripción y la interpretación de estos nuevos símbolos.

50La mujer y el dragón -2a Parte

Un nuevo poder surge del marQuien realmente se para «sobre la arena del mar», según la evidencia textual, es el

dragón y no Juan. En el capítulo 12 se nos dice que el dragón «se fue» (Apoc. 12:17a), se fue a la orilla del mar para esperar el surgimiento de la bestia con cuerpo de leopardo. Por medio de este nuevo poder continuaría su guerra contra la iglesia. En algunos pasajes bíblicos, el mar o las «aguas impetuosas y abundantes» representan «pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas» o el ataque de un ejército numeroso (Apoc. 17:15, cf. Isa. 8:7, LBA; 17:12-13). Es interesante notar que en la parte profética o futura del Apocalipsis hay muchas gentes (cf. Apoc. 17:15; 19:1, 4, 6-7). «La gente es la materia prima de todo acontecimiento ocurrido en el pasado, en el presente, en el futuro».5 Si tomamos en cuenta que en Apocalipsis 12:15, 16, el agua constituye un elemento negativo asociado al dragón, comprenderemos que el surgimiento de este poder es el producto de una obra de corrupción (Apoc. 13:2b; 2 Tes. 2:9). Una vez removidas las circunstancias que impedían su establecimiento, nada detuvo su aparición (cf. 2 Tes. 2:7, 4). En nuestro estudio sobre el significado del agua en el capítulo anterior, descubrimos que representa todos los recursos y medios que Satanás puso en movimiento en su lucha contra el pueblo de Dios.6 Nuestro comentario propone la idea de que el agua, aquí mencionada, constituye

«un simbolismo más abarcante de elementos políticos, bélicos e ideológicos que el dragón puso en movimiento (como el curso de un río caudaloso) para “ahogar” a la mujer junto con la ideología que ella representaba y propaga ba. Pensamos que Satanás sabía, sobre la base de su derrota en el Calvario, que no podría eliminar completamente a la comunidad cristiana de sobre la faz de la tierra. Si bien procuró causar el mayor daño posible, lo hizo con un propósito específico: establecer su propia versión de la filosofía cristiana. El ataque militar daría lugar al ataque ideológico más devastador de cuantos han existido en la historia. Luego, una combinación de ambos métodos serían utilizados conjuntamente.«En este pasaje (Apoc. 13:1), sugerimos que el agua toma un significado más específico, y que debe ser entendido a la luz del contexto inmediato de Apocalipsis 12:15. El “mar” de donde sale la bes tia multifacética fue originado por la riada de agua que arrojó el dragón, y representa todas las peripecias políticas, ideológicas y religiosas (incluyendo acciones bélicas) que el dragón puso en mo vimiento para

«Apocalipsis 13 constituye un bosquejo en detalle de

dos períodos de tiempo que aparecen en Apocalipsis 12

por medio de un paralelismo progresivo»

51Introducción

crear las condiciones que resultaron en el surgimien to del poder representado por la bestia de Apocalipsis 13:1».7

La bestia, semejante al dragón, tiene siete cabezas y diez cuernos con coronas y manifiesta un espíritu de hostilidad contra Dios y sus santos. Otro elemento que establece esta relación es el tiempo de su hegemonía: 42 meses o 1.260 días. Pero existen algunas diferencias notables también. El dragón tiene las coronas sobre las cabezas, mientras que la bestia las tiene sobre los cuernos; lo que este nuevo poder tiene en sus cabezas es «un nombre blasfemo». Esta declaración es interesante, pues nos revela que no importa cuál de las cabezas sea la que actúe, está dominada por el mismo poder antagónico del dragón quien las dirige y sustenta secuencialmente.

El hecho de que las diademas o coronas están en los cuernos y no sobre la cabeza como en Apocalipsis 12, implica que es una potencia que «surge en un tiempo cuando el centro de autoridad política ha pasado de Roma a los reinos divididos».8 Otra diferencia importante está en su apariencia. Mientras el dragón tiene una sola forma, esta bestia es multifacética; tiene cuerpo «semejante a un leopardo», su patas «como de oso» y su boca «como boca de león». Estas formas de expresión son comunes en las descripciones apocalípticas, porque estamos tratando con imágenes simbólicas.

En cuanto a los elementos que conforman el aspecto físico de esta bestia, se observa que ella «tiene la vigilancia, astucia y crueldad del leopardo, siempre a punto de lanzarse sobre su presa; tiene la fuerza aplastante del oso; es como un león, cuyo rugido aterra el rebaño».9 Su constitución física también nos revela la realidad de ser un poder que incorpora en su fisonomía «algunos elementos de las épocas anteriores mediante el proceso llamado sincretismo».10 Una evidencia de esto la encontramos en la forma inversa en la que Juan hace referencia a las cuatro bestias de Daniel 7.

Daniel 7: 3-8 Apocalipsis 13: 1-2

1era. bestia: león 4ta. boca de león

2da. bestia: oso 3era. como un oso

3era. bestia: leopardo 2da. semejante a un leopardo

4ta. bestia: bestia con 10 cuernos 1era. diez cuernos

Referencias a Daniel 7Antes de explorar el significado de los símbolos de los dos primeros versículos de

Apocalipsis 13, debemos ver algunos detalles importantes relacionados con esta profecía.

52La mujer y el dragón -2a Parte

Como ya vimos parcialmente en el recuadro anterior, la descripción juanina de este nuevo poder guarda estrecha relación con la registrada en el capítulo 7 de Daniel. El registro daniélico expresa que «los vientos del cielo combatían en la gran mar […] cuatro grandes bestias, diferentes la una de la otra, salieron del mar» (Dan. 7: 2-3). La primera era un león; la segunda, un oso; la tercera, un leopardo con cuatro cabezas; la cuarta y última, es descrita como «espantosa, terrible y en gran manera fuerte». Tenía dientes de hierro y diez cuernos (vv. 4-7). De las cuatro bestias, la que más llamó la atención del profeta fue la cuarta y el «cuerno pequeño» que surgía de entre sus diez cuernos.

«Mientras yo contemplaba los [diez] cuernos, vi que otro cuerno pequeño subió entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres de los primeros cuernos. Este cuerno tenía ojos como ojos de hombre, y una boca que hablaba con gran arrogancia […] ese mismo cuerno tenía ojos y boca que hablaba con mucha arrogancia, y parecía mayor que sus compañeros. Vi que este cuerno combatía a los santos y los vencía» (vv. 8, 20-21).

La visión dejó turbado y asustado a Daniel (Dan. 7:15). Entonces se muestra preocupado por saber más sobre este misterioso poder:

«Luego tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de las otras, espantosa en gran manera […], También quise saber más acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que había subido, ante el cual habían caído tres» (vv. 19-20).

Dios entiende la preocupación de su siervo, por eso ordena que un mensajero celestial le explique la visión:

«La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, será diferente de los otros reinos, y a toda la tierra devorará, aplastará y despedazará. Los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes. Tras ellos se levantará otro, que será diferente de los primeros, y derribará a tres de ellos. Hablará palabras contra el Altísimo, a los santos del Altísimo quebrantará, y tratará de cambiar los tiempos y la ley. Y serán entregados en su mano por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo» (vv. 23-25, NRV 1990).

Antes de relacionar estos símbolos con la primera bestia de Apocalipsis 13, necesitamos destacar algunos detalles sobre la profecía de Daniel. Se puede apreciar que

53Introducción

el cuerno pequeño es una entidad política y religiosa conjuntamente. Los cuernos, en las Escrituras, especialmente en las secciones proféticas, representan poderes, reinos (cf. Dan. 7:23, 8:22; Jer. 48:25). Como la cuarta bestia representa al Imperio Romano pagano, los diez cuernos representan su posterior división en diez estados o monarquías. La profecía revela que después de la fragmentación de Roma, un nuevo poder que emerge de ella misma (de entre los diez cuernos o monarquías), prolongaría su existencia como imperio bajo una nueva forma. Y esta nueva forma de poder, a diferencia de los otros cuernos o reinos, tendría «ojos como de hombre», un símbolo interesante para referirse a su inteligencia, astucia y sagacidad (cf. Dan. 8:23-25). Según el profeta, el surgimiento de este nuevo reino implicaría el derrocamiento de otros tres reinos. ¿A quién representa este nuevo poder?, y ¿qué nos dice la historia sobre este hecho? El cuerno, aunque «pequeño» al principio, es descrito como «más grande que sus compañeros». En Daniel 8 también aparece este mismo poder bajo la figura de un «cuerno pequeño» (v. 9).

Algunos eruditos ven en este poder una representación de Antíoco Epífanes, un rey seléucida que provocó grandes trastornos a los judíos en el siglo II a.C. Según el libro de 1 Macabeos, durante el reinado de este rey se «rompían y echaban al fuego los libros de la ley que podían hallar. Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la ley, le condenaban a muerte en virtud del decreto real» (1:56-57, BJ). Se le atribuye además el querer introducir en Palestina las costumbres, la religión y la lengua griega. Antíoco levantó en el lugar santo del templo un altar al dios Zeus y sacrificó cerdos en él. En la captura de Jerusalén, fruto de la resistencia de los judíos, se nos dice que ochenta mil judíos fueron masacrados y vendidos como esclavos. Pero otros eruditos están de acuerdo en que, cuando se toman en cuenta todos los detalles de la profecía referente al cuerno pequeño, no es posible ver en él una referencia a Antíoco Epífanes.

Las evidencias nos mueven a mirar en otra dirección.11 Según pudimos ver, el cuerno pequeño, surge de la bestia que representa al Imperio Romano pagano, y con su surgimiento derriba a «tres» de los diez cuernos o reinos. Este poder entonces es en quien el Imperio Romano continua existiendo, pero naturalmente, por los hechos del cuerno pequeño, esto ocurre bajo una nueva forma. Los historiadores están de acuerdo en que «de las ruinas de la Roma política» surgió el «gran imperio moral en la “forma gigante” de la Iglesia Romana».12 Se observa además que

«bajo la potestad del Imperio Romano los papas no tenían poder temporal. Pero cuando el Imperio Romano se hubo desintegrado y su lugar fue ocupado por varios reinos rudos y bárbaros, la Iglesia Católica Romana no sólo se independizó de esos Estados en el aspecto religioso, sino que dominó también en lo secular.

54La mujer y el dragón -2a Parte

A veces, bajo gobernantes tales como Carlomagno (768-814), Otón el Grande (936-973) y Enrique III (1039-1056), el poder civil tuvo cierto predominio sobre la iglesia; pero en general, durante el débil sistema político del feudalismo, la iglesia, bien organizada, unificada y centralizada, con el Papa a su cabeza, no sólo era independiente en los asuntos eclesiásticos sino que también controlaba los asuntos civiles».13

¿Qué decir de los tres cuernos que fueron arrancados por el surgimiento del poder denominado «cuerno pequeño»? Este es otro hecho que tiene exacto cumplimiento histórico. La caída de los tres cuernos «simboliza la destrucción de tres de las naciones bárbaras. Entre los principales obstáculos que se le presentaron a la Roma papal en su encumbramiento al poder político estuvieron los hérulos, los vándalos y los ostrogodos. Los tres eran defensores del arrianismo, que fue el rival más formidable del catolicismo».14

Notemos ahora las similitudes entre las acciones del cuerno pequeño y las de la bestia de Apocalipsis 13.

Cuerno Pequeño Bestia Multifacética

Surge de la cabeza de la cuarta bestia, símbolo de la Roma pagana (Dan. 7:7-8).

Recibe su autoridad del dragón, símbolo de Roma pagana en sentido derivado (Apoc. 13:2).

Habla grandes cosas contra el Altísimo (Dan. 7:25).

Habla blasfemia contra el Dios del cielo (Apoc. 13:1, 5-6).

Quebranta a los santos (Dan. 7:25). Hace guerra contra los santos (Apoc. 13:7).

Su tiempo de señorío es por «tiempo, tiempos y medio tiempo», es decir, 1.260 años (Dan. 7:25).

La bestia domina por 42 meses o 1.260 días proféticos, que son años (Apoc. 13:5).

Cuando la bestia surgió del mar, fue investirla de poder: «El dragón le dio su poder y su trono y gran autoridad». Este pasaje constituye una parodia del poder con el que Cristo ha sido investido por el Padre para llevar a cabo el Plan de Salvación (Juan 5:19-23; Mat. 28:18). Satanás imita a Dios en sus acciones. Esta parte de la profecía hace referencia a la herencia del trono y el poder de los césares, la autoridad, el prestigio y la misma sede del antiguo Imperio Romano por parte del poder papal.

Los agentes del gran dragón – 2ª ParteLa bestia que sube de la tierra

APOCALIPSIS 13:11-18:

11 Después vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos semejantes

a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. 12 Ejerce toda la autoridad

de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus habitantes

adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13  También hace

grandes señales, de tal manera que incluso hace descender fuego del cielo a

la tierra delante de los hombres. 14 Engaña a los habitantes de la tierra con las

señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, diciendo a los

habitantes de la tierra que le hagan una imagen a la bestia que fue herida de

espada y revivió. 15 Se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para

que la imagen hablara e hiciera matar a todo el que no la adorara. 16 Y hacía que

a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una

marca en la mano derecha o en la frente, 17 y que ninguno pudiera comprar ni

vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el número de su

nombre.18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de

la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.

CAPITULO 19

57Introducción

Introducción

En esta sección nos concentraremos en los símbolos de los versículos 11-18 del capítulo 13. Aquí encontramos el surgimiento y la obra de un nuevo poder, y con él, el comienzo de una nueva etapa en la profecía. La descripción que Juan hace en estos

versos revela una progresión histórica en la narración. En el tiempo del fin presenciaremos una agudización de las fuerzas del mal que culminará con la intervención de Cristo (2 Tim. 3:13). Esta nueva bestia que surge en el escenario profético constituye la última en una serie de tres poderes hostiles que presenta el Apocalipsis. Algunos escritores en la Edad Media ya hicieron intentos por identificar la bestia que sube de la tierra, pero fracasaron porque era difícil que pudiera ser identificada antes de que la primera bestia sufriera la herida de muerte.1 El mismo Cristo reveló que algunas profecías se comprenderían mejor después que estuvieran cumplidas (Juan 14:29). Por ejemplo, se sabe que la herida de muerte de la primera bestia comenzó a comprenderse mejor durante la Revolución Francesa.

«Los intérpretes repentinamente se dieron cuenta de que [con el exilio del Papa Pío VI] el fin de los 1.260 días-años no era la segunda venida de Cristo ni era algo que estaba todavía en el futuro. ¡Era ese momento! Ya habían ocurrido. Los 1.260 días habían terminado».2

En los versículos anteriores vimos que la unión de la Iglesia y el Estado quedó disuelta cuando la primera bestia recibió una herida mortal. Y para que la recuperación de la herida de muerte (el restablecimiento de la unión Iglesia-Estado) ocurra nuevamente (Apoc. 13:7-8), una serie de eventos extraordinarios deben propiciar dichos cambios. Y estos acontecimientos son precisamente los que estudiaremos de inmediato.

La bestia con cuernos de corderoEn el capítulo anterior expresamos que la bestia con cuerpo de leopardo es entendida

por algunos como un símbolo del Imperio Romano pagano y su culto idolátrico al emperador.3 Y en esa misma línea de pensamiento, se sugiere que la bestia con cuernos de cordero representa «la organización establecida para imponer el culto al emperador en todo el imperio».4 Pero ya vimos que esta profecía no hace referencia a la fase imperial de Roma sino a su fase cristiana (véase nota 3).

Otros comentaristas interpretan la bestia que sube de la tierra como un símbolo de «una persona concreta que cumplirá una misión específica».5 Sin embargo, esta interpretación contradice abiertamente el texto bíblico que, en la literatura apocalíptica, usa el término «bestia» para representar a reinos y no a individuos. En el libro de Daniel (el modelo que debemos seguir para interpretar el Apocalipsis), leemos de «cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, [que] subían del mar» (cap. 7:2). El mismo profeta

58Los agentes del dragón -2a Parte

nos dice que «estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra» (v. 17). Aquí el término «reyes» no hace referencia a individuos, pues en el verso 23, leemos: «La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra» (cf. Dan. 8:20-22). De manera que en la profecía apocalíptica, una «bestia», constituye un símbolo de un reino y no de una persona individual o de una expresión ideológica.6

Para poder identificar satisfactoriamente este nuevo símbolo debemos tomar en cuenta algunos elementos importantes.

El lugar de surgimientoEsta nueva potencia no surge del mar sino de la tierra. Las cuatro bestias, o reinos

de Daniel capítulo 7 surgieron mientras «los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar» (Dan. 7:2). Esto significa que estas antiguas potencias emergieron como un resultado de grandes invasiones, revueltas y conmociones de los pueblos en las áreas pobladas del Viejo Mundo. El surgimiento de esta nueva potencia de «la tierra» denota un reino que

«no resulta de una transformación o reestructuración política impuesta sobre poblaciones ya existentes, sino que aparece en una zona nueva que no había sido habitada por las poblaciones antiguas que constituían los imperios anteriores».7

El poder que Juan ve surge en forma pacífica. En este contexto, «la tierra» representa un lugar escasamente poblado, lo que se deduce por contraste con la expresión «mar» o «muchas aguas» que representa lugares densamente poblados (Apoc. 17:15). Otros comentadores ven en el texto un significado más abarcante. «La tierra» es el lugar característico de las abominaciones de Babilonia (Apoc. 17:5). Apocalipsis 14:1 dice que los 144.000 son redimidos «de entre los de la tierra» (cf. Heb. 11:13). Como en el capítulo 13:3, 8 la palabra «tierra» se usa en un sentido mundial, lo que Juan estaría revelando con esta declaración es que

«la esfera de influencia de los tres monstruos abarcan todo el cosmos: el dragón era del cielo, la primera bestia vino del mar y la segunda de la tierra. Juan usa reiteradamente una división del cosmos en tres partes (Apoc. 5:3, 13; 9:1; 10:6; 12:12; 21:1)».8

«En la profecía apocalíptica, una bestia, constituye un

símbolo de un reino y no de una persona individual o de una expresión ideológica»

59Introducción

Pero existe una propuesta reciente sobre este tópico que merece nuestra atención. La palabra «subía» que previene del verbo anabáino significa «salir», y además, entre otras cosas, tiene el significado de «subir, ascender, crecer».

«El contexto determina el matiz particular expresado por él. En Apocalipsis 13:11 el verbo está seguido por la preposición ek (“de, desde”), traducida al español como “de”. Esta señala el lugar donde surge la bestia: la tierra. Generalmente son las plantas que surgen de la tierra, y la Biblia usa el verbo para describir a una planta en crecimiento (Mar. 4:7-8, 32; Mat. 13:7)».9

¿Existe algún antecedente bíblico para esta idea? Según el relato de la creación (Gén. 1), Dios ordenó que las aves volaran en los cielos y que en las aguas produjeran peces, pero con relación al ganado y a los animales salvajes, expresó: «Produzca la tierra seres vivientes» (Gén. 1:24). El verbo «producir», hebreo yatsa, en algunas ocasiones se refiere al «crecimiento de una planta, el producto que sale de la tierra (e.g., Isa. 11:1; Deut. 14:22)».10 Dios ordenó a los animales que surgieran de la tierra. «El término hebreo traducido “seres vivientes” o “animales” en Génesis 1:24 es equivalente al griego terrino [bestia] usado en Apocalipsis 13:11 […] De acuerdo con Génesis, traer a la existencia a una bestia del suelo o la tierra es un acto divino de creación, una manifestación del poder divino».11 La conclusión a la que se llega a partir de este análisis es que «la segunda bestia surge como resultado de un acto divino de creación y que Dios estuvo involucrado en su origen».12 Esta es la razón por la que esta bestia es descrita como teniendo «dos cuernos como de cordero» y surgiendo de la tierra.

El tiempo de su surgimientoYa vimos que la bestia que surge del mar recibe una herida mortal en el año 1798

que la dejó temporalmente fuera del escenario político, entonces ese era el momento propicio para el surgimiento de un nuevo poder. Por lo tanto, la segunda bestia adquiere hegemonía después de 1798 y antes de que la herida de muerte de la primera bestia sea sanada. De hecho, «la tarea más importante de la bestia que surge de la tierra es lograr la sanidad completa de la primera bestia […] El resto del capítulo 13 explicará el proceso a través del cual […] conduce a la gente a adorar a la primera bestia».13

El carácter de esta bestiaLos poderes políticos anteriores fueron representadas por animales salvajes, pero

Juan nos dice que este nuevo reino tenía «dos cuernos semejantes a los de un cordero» (LBA). Resulta interesante notar que no es la bestia misma la que es «semejante a» un cordero, sino sus cuernos. La NBJ vierte este pasaje de la siguiente manera: «Y vi luego otra

60Los agentes del dragón -2a Parte

bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como la serpiente». Esto sugiere que la razón de su poder para crecer y hacerse fuerte radica en lo que estos cuernos representan. La palabra «cordero» aparece 28 veces en el libro de Apocalipsis y solo una vez no se aplica a Cristo, y es aquí en el capítulo 13:11. Pero el hecho de que esta nueva potencia tiene «cuernos semejantes a los de un cordero», revela su la naturaleza pacífica de su origen. También surgiere la idea de que tenía cierta «asociación con Dios al salir de la tierra y que no era necesariamente una [potencia] enemiga de Dios».14

Entonces, la potencia representada en estos textos tiene que ser: 1) Un poder que surge en un lugar distinto al Viejo Mundo; 2) debe surgir alrededor del año 1798, pero no por medio de las tradicionales convulsiones de guerras y conquistas, y 3) tiene que ser de naturaleza pacífica, por lo menos en sus orígenes.

La identidad de la segunda bestiaMuchos estudiosos de las Escrituras han identificado esta bestia con Estados Unidos

de Norteamérica.15

«Estados Unidos se desarrolló como una nación en el escasamente habitado norte del continente americano, y comenzó a aplicar su constitución en 1789, aceptando su Declaración de Derechos en el 1791. Tiene un gobierno republicano, cuya autoridad reside en el pueblo, mayormente de religión no católica. Su poder radica en su defensa de la libertad civil y religiosa –un estado sin rey, una iglesia sin papa».16

Para 1798 el poder de Estados Unidos estaba desarrollándose, de manera que se anunciaba como nación fuerte y grande, siendo capaz de llamar la atención del mundo. Sobre los cuernos «semejantes a los de un cordero», se ha sugerido que pueden representar las dos características notables del sistema norteamericano de gobierno: libertad civil y religiosa. Ambas características garantizadas en la Constitución de los EE.UU.

«Sostenemos como evidentes en sí mismas estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad […]».17

La libertad civil encontró su máxima expresión en una forma de gobierno republicana, y la libertad religiosa, en el protestantismo. Los dos cuernos también pueden hacer referencia a su juventud y propósitos pacíficos (por lo menos en sus inicios). En nuestro estudio sobre Apocalipsis 5:5-6 estudiamos que los «cuernos» representan poder,

N O T A A D I C I O N A L A L C A P Í T U L O 1 9

A propósito del nombre, el número y la marca de la bestia

En el capítulo anterior citamos la opinión del Dr. William Barclay sobre Apocalipsis 13:18, quien expresó que «se ha derrochado más ingenio tratando de explicar este versículo que en ningún otro pasaje de la Escritura».1 En tiempos reciente, la discusión

resulta alimentada con la aprobación del uso de un microchip en el área de la salud en Estados Unidos. A raíz de esto, muchos cristianos se han inquietado y han sugerido que tal vez será el medio por el cual finalmente se impondrá un control mundial sobre la humanidad como está revelado en Apocalipsis 13. La idea es que el microchip tiene estrecha relación con la marca de la bestia. En nuestro blog, hemos publicado un artículo donde un autor autorizado da una explicación sucinta sobre el asunto del microchip.2

Lo cierto es que no podemos precisar cómo se cumplirá ciertos eventos profetizados en el Apocalipsis, pero eso no niega que finalmente ocurrirán. Tampoco es saludable usar el texto bíblico para imponerle nuestros criterios personales sobre los eventos finales. Lamentablemente, muchas mentes inquietas no se conforman con el cuadro general que nos provee la profecía, y se toman la libertad de presentar su propio cuadro específico como si fuera el que autorizara la Biblia. Bien se nos ha dicho:

«Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero éste no es el caso respecto de la crisis

CAPITULO 20

62 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba».3

Dios no nos ha provisto todos los detalles, pero espera que podamos confiar en Él implícitamente. Pero, ¿sugiere el texto de Apocalipsis 13:17 la posibilidad de que la marca de la bestia pueda incluir el uso de un microchip? ¿Constituye el «nombre, el número y la marca de la bestia» tres cosas distintas o son una y la misma cosa?

Veamos el texto de Apocalipsis 13:17: «Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre» (VRV 60). A partir de esta traducción podemos entender el «nombre» y el «número» como cosas distintas, pero también la conjunción «o» puede hacer referencia a lo mismo. Si consultamos otras traducciones de la Biblia, encontraremos que no son tan uniformes al traducir el texto original. A continuación, presento el texto y su traducción en varias versiones de la Biblia.

LBA: «Y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca: el nombre de la bestia o el número de su nombre».

Castilian: «De esta forma nadie podría comprar ni vender, sino únicamente los que estuvieran marcados o llevaran escrito el nombre de la bestia, o su clave numérica».4

DHH: «Y nadie podía comprar ni vender, si no tenía la marca o el nombre del monstruo, o el número de su nombre».5

NVI: «De modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre».6

NBJ (Revisada y ampliada): «Y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que lleva la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre».

RVA: «Y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, es decir, el nombre de la bestia o su número».7

¿Cuál de estas versiones hace una mejor traducción? Eso debemos determinarlo yendo al texto original que nos proveen algunos comentarios exegéticos del Nuevo Testamento. He aquí una traducción literal del texto: «Y que nadie pueda comprar o vender sino el que tenga la marca el nombre de la bestia o el número del nombre de ella».8

63A propósito del nombre, el número y la marca de la bestia

Los signos de puntuación son puesto a discreción por los traductores, pero a partir de esto, podemos decir que las versiones de la Biblia que hicieron una mejor traducción del texto, son las siguientes: LBA, NVI y RVA. Las otras proveen más una interpretación que una traducción.

Casi todas las versiones Reina-Valera siguen la traducción «la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre» (1959, 1960, 1990, 1995, 2000, las negritas han sido suplidas). La conjunción disyuntiva «o» colocada entre los términos marca, nombre y número, si bien no está «apoyada por los mejores manuscritos, procura correlacionar la marca, el número y el nombre paralelamente, es decir, representando lo mismo. Esta relación es relativamente correcta, puesto el sustantivo “marca” está en aposición a “el nombre de la bestia o el número de su nombre”, por lo cual el nombre o el número de su nombre serían una explicación de la marca».9

Leamos otra vez el texto: «Y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca: el nombre de la bestia o el número de su nombre». Como podemos ver, la marca de la bestia implica: «el nombre de la bestia o el número de su nombre». Leamos otra vez: «Sino el que tenga la marca: el nombre de la bestia o el número de su nombre».

El Comentario bíblico adventista, en su nota sobre Apocalipsis 13:17, nos dice lo siguiente sobre la expresión «o el nombre»:

«La evidencia textual establece […] la omisión de la conjunción “o”. Si se omite, la frase “el nombre de la bestia” estará en aposición con la palabra «marca». El pasaje entonces podría decir: «la marca: el nombre de la bestia» (LBA). Esto significaría que la marca que vio Juan en visión era el nombre de la bestia».

No podemos decir entonces que tenemos tres cosas distintas en Apocalipsis 13:17. La marca, el nombre y el número son una y la misma cosa. Es una repetición o redundancia con palabras distintas para mayor claridad. Estamos ante una aposición de palabras (construcción de dos elementos gramaticales unidos, el segundo de los cuales especifica al primero); es decir, «el nombre» aclara lo que es «la marca».10 Por consiguiente, repetimos: El texto no autoriza una desfragmentación o significados diversos para cada palabra, sino que cada palabra apunta a lo mismo, cada término aclara el concepto de lo que implica o significa «la marca de la bestia».

«La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba que vendrá sobre el

pueblo de Dios»

64 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

La obra Simposio sobre el Apocalipsis expresa claramente que «el número y el nombre de la bestia son lo mismo que su marca».11 Después de expresar que «la marca de la bestia es una señal de rebelión contra Dios y su santuario, a la par que constituye desobediencia a su Ley», concluye:

«Por cuanto la marca de la bestia es lo mismo que su nombre (Apoc. 13:17), las personas que lleven su marca serán individuos que, como ella [la bestia], no solo se rebelan contra Dios y su morada, sino que también son partícipes de la persecución del auténtico pueblo de Dios».12

Es importante observar que el texto original no dice «el número de hombre», o «del hombre» como expresan algunas versiones, sino «número de hombre es». Lo que implica que la bestia es una institución humana que se ha erigido en rebelión contra Dios.13 Cuando el verso 18 deja fuera la palabra «marca» pero usa los términos «número» y «nombre» no se aparta de la idea del verso 17, sino que sigue hablado de lo mismo. Notemos que Apocalipsis 16:2 no menciona en absoluto el «nombre» o el «número», pero sí dice «la marca» (y aquí habla de la plaga que cae sobre los que tienen la marca de la bestia, pero es curioso que no dice que una plaga cae sobre los que tienen el «nombre» o el «número», lo que implica que el término «marca» lo incluye todo). En Apocalipsis 15:2 se usan los tres términos, y es evidente que se refiere a lo mismo. De igual manera, cuando leemos Apocalipsis 20:4, notamos que no se hace referencia al «nombre» o el «número», solamente se expresa: «No recibieron la marca en su frente». Como podemos observar, la palabra «marca» por sí sola implica todo, pero nunca encontramos que el «nombre» o el «número» aparezcan solos para expresar lo mismo. Lo más cerca que encontramos esto es en Apocalipsis 13:18, pero aparecen unidos ambos términos.

Notemos también que no es el número ni el nombre lo que va en la frente o la mano, sino la marca misma. ¿Han pensado algunos lo que significa marcar a una persona con un falso día de reposo en la frente o la mano? Esto es lo que el texto dice. Pero la forma en que Estados Unidos logrará controlar la compra y venta (el comercio mundial), no lo dice el texto, pero evidentemente (y es muy probable), la tecnología actual servirá para lograr ese propósito. En el contexto social y político actual no resulta claro cómo tendrá cumplimiento esta realidad profética.

Recordemos lo siguiente, por causa de su lealtad a la Ley de Dios, los observadores de los Mandamientos de Dios no tendrán espacio ni lugar en el sistema de gobierno que se establecerá en el tiempo del fin, y por eso, serán insolventes económicamente. Aun logren trabajar y producir, será imposible que puedan comprar y vender, y por consiguiente, no podremos negociar. Es en esta dirección, nos parece, que va el texto bíblico. Ir más allá de lo que dice la Escritura, es caer en el terreno de la especulación.

Mil años de dicha inmortal –1a ParteEl apresamiento de Satanás

APOCALIPSIS 20:1-3:1 Vi un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. 2 Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. 3 Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso un sello sobre él, para que no engañara más a las naciones hasta que fueran cumplidos mil años. Después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

Introducción

Los acontecimientos que ya hemos estudiado en el capítulo anterior, sirven de contexto para la visión de los mil años. En este capítulo estudiaremos los detalles que siguen inmediatamente a los de Apocalipsis 19, en donde fueron apresados la bestia y el falso

profeta. Apocalipsis 20 nos revela que Satanás también será apresado y atado –según el lenguaje apocalíptico– «para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años» (NVI). Esta visión es importante por varias razones: 1) «Amplía nuestra comprensión de la vindicación definitiva del carácter de Dios y del Gran Conflicto», y 2) nos «permite conocer cuál será el galardón de los justos, y qué harán éstos luego de la Segunda Venida de Cristo».1 Aunque Apocalipsis 20 mencionan los mil años en forma explícita unas seis veces, «ese período abarca las partes más difíciles de los eventos finales en lo que concierne al cristianismo evangélico».2

CAPITULO 31

66 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

El período de los mil años ha generado muchos debates, «ha sido uno de los asuntos bíblicos y teológicos más perplejos en la historia del cristianismo».3 El teólogo Joel Badina, expresa:

«Probablemente no exista otra profecía en el Apocalipsis que haya sido objeto de más desacuerdo y tampoco hay profecía que haya causado un impacto mayor en tantos cristianos y tantas comuniones, por cuanto afecta a sus puntos de vista religiosos y sus acciones».4

Algunos intérpretes hasta han expresado que este pasaje sostiene una enseñanza que forma parte de «las excentricidades de la fe cristiana»,5 por lo que sostienen que la doctrina del milenio «hace mucho que ha dejado atrás las corrientes principales del cristianismo»,6 por lo menos, entendida como el reinado de Cristo con sus santos en la tierra por mil años literales antes del tiempo del fin.

La visión de los mil años está en un contexto importante de la conclusión del Gran Conflicto en la tierra, y llama nuestra atención a los acontecimientos que nos revelan el apresamiento de Satanás y al papel que desempeñarán los santos una vez sean liberados por Cristo. Antes de entrar en estudio de este capítulo, resulta instructivo dar un vistazo a las principales corrientes de pensamientos que existen en el cristianismo sobre el milenio.7

PremilenarismoEl «pre» en premilenarismo significa antes, coloca la Segunda Venida de Cristo antes del

comienzo del milenio.8 Al final de los mil años, Satanás «será desatado, se rebelará contra Cristo, y finalmente será vencido, juzgado y condenado junto con todos los injustos, al inaugurarse el orden eterno».9 Según se sabe, «la mayor parte de los autores cristianos de los primeros tres o cuatro siglos pueden ser clasificados como premilenialistas».10 Se reconoce además que las razones principales por la que este punto de vista floreció entre los cristianos se debió a la influencia de los apocalipsis apócrifos y al contexto histórico en el que vivieron, bajo las duras persecuciones del Imperio Romano. Era normal que, viviendo bajo semejante contexto, se alentara la esperanza del establecimiento del reino de Cristo en esta tierra que subyugara al imperio opresor. Existen dos grupos dentro de los premilenialistas, los que ven el reinado del Mesías aquí en la tierra y los que entienden que será en el cielo.11

AmilenarismoAmilenarismo significa que no habrá un reino literal futuro. «Sus defensores asocian

los mil años con la misma era cristiana. En términos de tiempo, también ocurre antes de la Segunda Venida, lo mismo que el posmilenarismo».12 Dos fechas importantes marcan

67Mil años de dicha inmortal -1a Parte

el contexto histórico de esta corriente de pensamiento, el 313 y 380-381. La primera fecha marca el año en que Constantino promulgó su decreto de libertad religiosa para la iglesia cristiana. La segunda, constituye el tiempo cuando

«el emperador Teodosio el Grande exigió que los ciudadanos romanos fueran cristianos trinitarios. A comienzos del siglo V se esperaba que el ejército es-tuviera constituido únicamente por soldados cristianos […] en ese ambiente, primero Ticonio, un ‘hereje’ donatista, y después el gran San Agustín (354-430), enseñaron que el milenio ya había comenzado. Los obispos de la iglesia, ob-servaba San Agustín, ya estaban sentados sobre tronos episcopales para juzgar, en cumplimiento de Apocalipsis 20:4; de manera que no había necesidad de esperar un milenio futuro».13

Para Agustín, «la iglesia es el reino de Cristo y el reino de los cielos. La opinión de Agustín llegó a ser la doctrina de la Iglesia Católica, de manera que en el Concilio de Éfeso, en el 431, “la creencia en el milen-io fue condenada como supersticiosa”».14 En este contexto, San Agustín completó su cuadro diciendo que el Anticristo iba a ser un individuo que lanzaría su persecución en el futuro, al final del milenio y antes de la Segunda Venida literal de Cristo a esta tierra, por un período de tres años y medio. Así que, los amilenialistas no ven la necesidad de un milenio en el futuro, porque ya lo están viviendo. Para estos intérpretes el milenio representa el tiempo entre los dos advenimientos o era cristiana.

Se reconoce que «la mayor parte de los autores protestantes en los primeros años de la era de la Reforma (es decir, del siglo XVI), eran todavía amilenialistas, pero no exactamente al estilo de San Agustín».15

Posmilenarismo

El «pos» aquí significa después, es decir, la Segunda Venida ocurrirá después del milenio. En tiempos recientes, esta escuela de pensamiento, debe su existencia a Daniel Whitby (1638-1726), un clérigo de la iglesia anglicana.16 Se reconoce que lo que fue San Agustín para el amilenarismo, lo fue Daniel Whitby para el postmilenialismo. Este último «reunió, sistematizó y popularizó algunas ideas que habían surgido previamente en otras mentes».17 Whitby creía que el milenio sería anterior a la Segunda Venida de Cristo (en esto estaba en total acuerdo con Agustín), pero a diferencia de éste último, insistía que el milenio

«Los mil años ha generado muchos debates, ha sido

uno de los asuntos bíblicos y teológicos más perplejos en la

historia del cristianismo»

68 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

estaba en el fututo, aunque de forma similar que Agustín, creyó que el Anticristo haría su aparición al final del milenio. Se reconoce además que esta interpretación distanció considerablemente a Daniel Whitby de la Reforma Protestante. El posmilenarismo sostiene la idea de que al comienzo del milenio (anterior a la Segunda Venida) cesarán las «guerras y sus males», se establecerán «gobiernos cristianos», se convertirá «la mayoría de la humanidad por medio de las iglesias, el Espíritu Santo y el Evangelio […]» y otros acontecimientos escatológicos.18

En este contexto, el teólogo José Martínez, sostiene:

«El problema, generalmente, no estriba en aceptar o rechazar la idea de un milenio, sino en el modo de interpretarlo. Es en torno a esta cuestión que la disparidad de opiniones se ha hecho más evidente. Y, como tantas veces ha sucedido, las posiciones a menudo han sido tomadas no por razones puramente exegéticas, sino dogmáticas, eclesiásticas e incluso político-sociales».19

Detalles adicionales sobre el milenioSe ha observado que la idea de un reinado extenso del Mesías era ya una idea acariciada

por los judíos desde el año 100 a.C. Esto tenía fundamento en las Escrituras hebreas. El profeta Daniel había predicho que el reinado del Mesías duraría para siempre (Dan. 2:44; 7:14, 27). Pero en los escritos apocalípticos apócrifos del siglo I d.C. se encuentra la idea de que el reinado del Mesías sería limitado. En Esdras 7:28 se dice que el Mesías reinaría por 400 años; en 2 Baruc se vaticina la destrucción de las fuerzas del mal y entonces se establece el reino del Mesías. Los mismos rabinos discutían ampliamente la duración de la era mesiánica. Algunos hablaban de 7.000 años, otros de 2.000, otros de 1.000, y otros de 600, 100 y hasta 40 años.20 Todas estas ideas han llevado a algunos a preguntarse: ¿Constituyen los mil años de Apocalipsis una readaptación sutil de estas esperanzas mesiánicas de aquellos tiempos? Es cierto que los escritos de aquella época revelaban las expectativas judías de un reinado mesiánico limitado (sin importar el tiempo que le asignaran). Pero esto no implica necesariamente que Juan tomara la doctrina de los mil años de esas ideas ambiguas. Debe recordarse que el reinado del Mesías estaba predicho como de duración eterna, algo que, de seguro Juan no ignoraba.

Las variadas y contradictorias ideas de los rabinos responden más bien a un intento fallido por precisar la realidad del reino mesiánico expresada en las profecías del Antiguo Testamento; revelan además una mala comprensión de las profecías del libro de Daniel. La visión de Juan precisa un tiempo de mil años como parte del reinado futuro de Cristo y resuelve de una vez y por todas el lapso real que durará bajo las condiciones expresadas en Apocalipsis 20:1-6. Con todo, si bien es cierto que los santos reinarán con Cristo por mil años, nuestro comentario procurará establecer dónde se produce ese reinado y cuál es el

Glorias eternas –1a ParteCielo nuevo, tierra nueva y la Jerusalén celestial

1 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado y el mar ya no existía más. 2 Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios, ataviada como una esposa hermoseada para su esposo. 3 Y oí una gran voz del cielo, que decía: El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron. 5 El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas. Me dijo: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida. 7 El vencedor heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. 8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. 9 Entonces vino a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras y habló conmigo, diciendo: Ven acá, te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 10 Me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto y me mostró la gran ciudad, la santa Jerusalén, que descendía del cielo de parte de Dios. 11 Tenía la gloria de

CAPITULO 33

71Introducción

Dios y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de

jaspe, diáfana como el cristal. 12 Tenía un muro grande y alto, con doce puertas, y

en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus

de los hijos de Israel. 13 Tres puertas al oriente, tres puertas al norte, tres puertas

al sur, tres puertas al occidente. 14 El muro de la ciudad tenía doce cimientos y

sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.15 El que hablaba

conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su

muro. 16 La ciudad se halla establecida como un cuadrado: su longitud es igual a

su anchura. Con la caña midió la ciudad: doce mil estadios. La longitud, la altura y

la anchura de ella son iguales. 17 Y midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos,

según medida de hombre, la cual era la del ángel. 18 El material de su muro era de

jaspe, pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio. 19 Los cimientos

del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas. El

primer cimiento era de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de ágata, el cuarto

de esmeralda, 20 el quinto de ónice, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito,

el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisopraso, el undécimo

de jacinto y el duodécimo de amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada

una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, como

vidrio transparente.22 En ella no vi templo, porque el Señor Dios Todopoderoso

es su templo, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que

brillen en ella, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.

24 Las naciones que hayan sido salvas andarán a la luz de ella y los reyes de la

tierra traerán su gloria y su honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de

día, pues allí no habrá noche. 26 Llevarán a ella la gloria y el honor de las naciones.

27 No entrará en ella ninguna cosa impura o que haga abominación y mentira,

sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Introducción

Llegamos ahora a una de las partes más sublimes de todo el libro de Apocalipsis. Ahora Juan nos revela el mundo eterno de los redimidos usando todo el esplendor descriptivo posible. Los ojos del anciano Apóstol contempla los encantos del reino

de Dios y los registra fidedignamente para animar a los fieles. Tales escenas nos recuerdan que somos peregrinos y extranjeros en esta tierra (1 Cron. 29:15; Heb. 11:13), que nuestra ciudadanía está en los cielos (Fil. 2:20). Como creyentes, compartimos la experiencia y las promesas hechas a Abrahán:

72Glorias eternas -1a Parte

«Por la fe Abrahán, cuando fue llamado por Dios, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia. Y salió sin saber a dónde iba […] Porque esperaba la ciudad con fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Heb. 11:8, 10, cf. v. 16).

Según el apóstol Pablo, todos los que han aceptado a Cristo como Salvador personal, «son benditos con el creyente Abrahán» y «herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Gál. 3:9; Rom. 8:17). Pero el capítulo 21 de Apocalipsis constituye mucho más que una hermosa visión; es, según la opinión de algunos estudiosos, «la parte más importante» de todo el libro de Apocalipsis. Esta escena representa la «culminación de la larga cadena de visiones que aparecen en Apocalipsis 19:11 al 21:8. En otras palabras, la visión de “un cielo nuevo y una tierra nueva” (21:1) sigue a la Segunda Venida de Cristo (19:11-16) y al milenio».1 Juan no recibe una sola visión sobre la nueva Jerusalén, sino varias que describen «progresivamente el esplendor» de la patria venidera (Apoc. 21:1-8, 10-27; 22:1-6). Juan es testigo del cuadro más completo y pormenorizado que jamás presenció un profeta sobre la vida futura e inmortal. Aunque Isaías contempló esta era, las visiones de Juan aventajan en mucho las del profeta evangélico. Es normal que esto ocurriera al finalizar la revelación bíblica.

Resulta interesante saber que Apocalipsis 21–22 es el único lugar del Nuevo Testamento que describe la ciudad de Dios. Y más aún, la expresión «nueva Jerusalén» se usa exclusivamente en el libro de Apocalipsis dos veces (Apoc. 3:12: 21:2). «Fuera de la Biblia es muy infrecuente. Sin embargo, la noción de una “nueva” Jerusalén y hasta de una Jerusalén celestial es perfectamente conocida en el Antiguo Testamento y en la literatura judía».2 En la literatura intertestamentaria se alimentó la idea (aunque no de manera uniforme) de que la «santa ciudad» o «ciudad madre» se convertiría en el «centro y ombligo de toda la tierra».3 Pero dado que esas esperanzas referidas a la Jerusalén celestial

«nunca se cumplieron en la historia de Israel, se desarrolló gradualmente la idea –especialmente después de la destrucción del templo y de Jerusalén– de que esas profecías apuntaban a una Jerusalén nueva y mejor que únicamente podía llegar a materializarse mediante la acción salvadora redentora de Dios [2 Esdras 10:27; 2 Baruc 4:3]».4

«Juan nos revela el mundo eterno de los redimidos

usando todo el esplendor descriptivo posible»

73Introducción

Debemos reconocer sin embargo, que las realidades descritas por Juan podían ser mejor entendidas por los lectores del primer siglo que nosotros en la actualidad. El hecho es que ellos estaban más familiarizados con las ciudades antiguas, por eso, al hacer una interpretación entre el «cuadro y la realidad» debemos ser sumamente cuidadosos. Debemos construir un puente que nos permita interpretar adecuadamente las imágenes apocalípticas de esta sección.

El primer cielo y la primera tierra pasaronJuan expresa que los horrores de la presente era serán seguidos por la más extraordinaria

de todas las realidades: el paraíso restaurado. El libro de Génesis llama nuestra atención al paraíso original donde Dios colocó a nuestros primeros padres después de crearlos (Gén. 2:8). También lo hace el libro de Apocalipsis (Apoc. 2:7). Así alimenta Dios nuestra esperanza en el plan que tenía al crearnos originalmente.

El mundo venidero es nombrado en el Apocalipsis «un cielo nuevo y una tierra nueva». La palabra griega traducida «nuevo» denota algo que es nuevo en calidad. Existe aún otra palabra que se traduce como «nuevo», pero se usa para describir lo que es nuevo en el tiempo. Es probable que Juan utilizara el primer término porque el mundo venidero será recreado

«con los elementos purificados de los cielos antiguos y de la antigua tierra, y que por lo tanto serán nuevos en calidad, diferentes. Los cielos nuevos y la tierra nueva son, pues, una re-creación, una formación nueva hecha con elementos que existen, y no una creación de la nada (cf. 2 Ped. 3:13)».5

Recordemos que originalmente, cuando la tierra fue creada por Dios, fue hecha de materia inexistente (Heb. 11:3, cf. Gén. 1:31). Pero la entrada del pecado mancilló y desfiguró aquella creación. Por lo tanto, todo debe volver a su pureza original, y esto es lo en forma figurada espera aun la misma creación:

«Porque la creación aguarda con ardiente anhelo que los hijos de Dios sean revelados. Porque la creación fue sometida a frustración, no por su propia elección, sino por la voluntad del que la sujetó, con esperanza de que la misma creación será librada de la esclavitud de la corrupción, para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rom. 8:19-21).

Los capítulos 21 y 22 de Apocalipsis nos revelan el tiempo en el que finalmente toda la creación habrá sido liberada de la maldición del pecado.

74 Apocalipsis y sus fascinantes profecías

El mar ya no existirá más¿No existirá el mar en su forma actual en la tierra nueva? Pero, ¿no existía el mar en

el principio, cuando Dios creó el planeta tierra originalmente? ¿No leemos más adelante que existirán árboles y un río? Algunos sostienen que el mar aquí es un símbolo de las multitudes de Apocalipsis 17:15, o una alusión figurada a las fuerzas del mal que lucharon contra Dios, pues estas fueron descritas continuamente en asociación con mar (Dan. 7:2; Eze. 29:3; Isa. 27:1; Sal. 74:13, 14; Apoc. 12:15; 13:1).6 En este mismo orden encontramos en la literatura apocalíptica apócrifa la idea de que el mar se secará en el tiempo del fin,7 o como volviendo al abismo.8 Por consiguiente, «en los sueños judíos el fin del mar es el fin de una fuerza hostil a Dios y al hombre».9 Reconocemos que para los antiguos «el mar» estaba asociado directamente con la muerte y el caos, hasta se creía que en él habitaban los demonios,10 razón por la que era temido por los pueblos; pero nos parece que Juan, está proyectando una verdad que no tiene poca o ninguna relación con las «grandes creencias mitológicas» de la antigüedad.

Nos parece que una interpretación figurada del mar (como una representación de las fuerzas hostiles que luchan contra Dios) parece plausible a primera vista, pero pasa por alto el hecho de que el «cielo» y la «tierra» (que siempre están en estrecha relación con el mar) no tienen carácter figurado en este pasaje. Tal vez no podamos negar del todo que Juan esté infiriendo la desaparición de las fuerzas del mal, pero esa idea parece estar implicada ya en la expresión: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva […]». Pero hay otra interpretación que tiene mayor peso exegético.

La expresión «cielo, tierra y mar» aparece frecuentemente en toda la Escritura (Gén. 9:2; Isa. 5:30; Eze. 38:20; Am. 9:6; Hech. 4:24), especialmente en el libro de Apocalipsis (caps. 5:13; 10:5; 14:7).

«Pero en Apocalipsis 21:1 dice que el “primer cielo y la primera tierra pasaron”. Se menciona el cielo y la tierra. Es lógico que nos preguntemos ¿y el mar? Es por eso que el texto concluye con la expresión “y el mar ya no existía más”. El mar que se menciona aquí es el mar que siempre se ha mencionado en relación con el cielo y la tierra. Pero a ese cielo y tierra se le llama “el primer cielo y la primera tierra” de modo que por lo mismo podemos saber que se está refiriendo también al “primer” mar, al mar que conocemos hoy. De la misma manera como

«Debemos construir un puente que nos permita interpretar

adecuadamente las imágenes apocalípticas de la Nueva

Jerusalén»

75Introducción

habrá un “cielo nuevo y una tierra nueva” es lógico pensar que la trilogía estará completa también en el mundo futuro con un mar “nuevo”».11

El descenso de la nueva JerusalénEl apóstol Juan ve «la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,

dispuesta como una esposa ataviada para su marido». Esta es la ciudad que Dios prometió a nuestro padre Abrahán (Heb. 11:8), y que constituyó la esperanza de todos los demás héroes de la fe (Heb. 11:13-16). Finalmente los redimidos morarán en ella (Apoc. 3:12). Juan expresa claramente que la nueva Jerusalén desciende del cielo. Tres veces se presenta esta verdad en el Apocalipsis (cap. 3:12; 21:2, 10). Actualmente está en el cielo (Heb. 12:22-23), pero al final de los mil años, Dios la trasladará a la tierra (cf. Apoc. 20:7-9).12 La nueva Jerusalén «desciende» del cielo «preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido» (v. 2, NVI). El término «preparada» sugiere que «la preparación comenzó en el pasado y fue perfeccionada, de manera que ahora está completamente» acabada.13

No habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolorLa nueva Jerusalén es nombrada «el tabernáculo de Dios» (cf. Apoc. 3:12). El término

«tabernáculo» en el idioma original es skênê que significa literalmente «su tienda». En la antigüedad, Dios le ordenó a Moisés construir un Santuario para «habitar» en medio de su pueblo (Éxo. 25:8, cf. Lev. 26:11). El deseo anhelante de Dios siempre ha sido habitar sin restricciones en medio de sus hijos (Eze. 37:26). En el evangelio de Juan leemos que el «Verbo (Cristo) habitó entre nosotros» (Juan 1:14, lit. «levantó tienda» en medio nuestro). Así tuvo cumplimiento el deseo divino de morar con su pueblo. Esta es la razón por la que Jesús fue llamado Emmanuel: «Dios con nosotros» (Mat. 1:23). Ahora, habiendo finalizado el Gran Conflicto y habiendo sido recreadas todas las cosas, el Dios eterno puede morar sin restricciones con los redimidos. «La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto» (Sal. 25:14). «No hay mayor honor en todo el universo que el que Dios le otorga a la persona que le es fiel».14

Juan contempla uno de los momentos más sublimes: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron». Es interesante notar que Juan usa el artículo definido junto a la palabra muerte. Él dice: «la muerte», refiriéndose específicamente al «principio de muerte que entró como resultado del pecado. El artículo definido tiene aquí la fuerza de un adjetivo demostrativo. En efecto, Juan dice: ‘esta muerte, la cual conocemos tan bien y tememos tanto, será destruida’ [cf. 1 Cor. 15:26, 54]».15 Y para que no exista duda de la certeza del cumplimiento de esta promesa, «el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas» (cf. Isa. 65:17, 19; 35:10; 25:8). «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo

76Glorias eternas -1a Parte

de hombre para que se arrepienta. Cuando Él dice algo, lo realiza. Cuando promete algo, lo cumple» (Núm. 23:19, NRV 2000).

El que está sentado en el tronoAlgunos intérpretes han dicho que la voz procedente del trono no es la voz de Dios,

sino la de un ángel como en los capítulos 14:13 y 19:9.16 Otros intérpretes, apelando a Mateo 25:31, concluyen que es Jesús, pues Él es presentado en otras partes de las Escrituras como sentado en un trono de gloria (Mat. 19:28; Heb. 1:8; Apoc. 3:21). Sin embargo, en todo el libro de Apocalipsis, es Dios el Padre quien siempre está sentado en su trono (Apoc. 4:2-3; 5:1, 13; 7:10, 15; 19:4, etc.). De hecho, Juan hace diferencia entre Cristo y el Padre sentado en su trono (Apoc. 5:6, 7; 7:9, 17; 12:5). Así mismo, el Antiguo Testamento usa frecuentemente la frase «el que está sentado en su trono» para referirse a Dios (1 Rey. 22:19; Isa. 6:1; Sal. 47:8, etc.). Parece razonable entonces concluir, que es Dios el Padre quien «está sentado en el trono» (cf. Apoc. 7:15). «Varias veces desde su trono Dios dirige un mensaje a su pueblo (v. 3; 1:8; 16:1, 17), pero esta es la última vez en Apocalipsis que hace un anuncio directo».17

Hecho estáEn nuestro comentario sobre Apocalipsis 16:17, abordamos el significado de esta

expresión «hecho está» (lit. «se ha vuelto realidad»). En el contexto de la séptima plaga, la expresión denota la consumación de la ira de Dios sobre el imperio opresor (Apoc. 16:17-21), pero aquí denota algo completado, totalmente expuesto y realizado. La creación de un cielo nuevo y una tierra nueva, y sus consecuencias positivas para los redimidos, es una obra completa, concluida. En el sentido más pleno y completo, «las primeras cosas pasaron». El último «hecho está» subraya «el hecho de que, para Dios, esta nueva creación no es una posibilidad, sino una realidad».18

El Alfa y la Omega, el Principio y el FinLa voz que Juan escucha proclama: «Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin»

(cf. Apoc. 1:8; Isa. 44:6). La expresión comienza con las palabras «yo soy» que recuerdan el nombre divino (Éxo. 3:14, cf. Juan 8:58). La palabra «principio» (arjê) no significa simplemente que Dios es el «primero en el tiempo, sino el primero en cuanto a origen de todas las cosas. La palabra para fin es telos, que no quiere decir simplemente fin en cuanto

«No hay mayor honor en todo el universo que el que Dios le otorga a la persona

que le es fiel»

77Introducción

a tiempo, sino la meta. Juan está diciendo que toda la vida empieza y termina en Dios».19 La expresión «principio y fin» está unida a esta declaración: «Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida». El Dios eterno es quien nos invita a participar de su vida, de la vida inmortal.

Al que tenga sed, yo le daré…La idea de tomar «gratuitamente» del agua de la vida reaparece nuevamente en

Apocalipsis 22:17. Dios es un Dios que da generosamente bendiciones inestimables a su pueblo, y que se da a sí mismo (cf. Gén. 17:1; Juan 3:16; 1 Juan 5:11). Ya el apóstol Pablo había dicho que Dios nos justifica «gratuitamente» por medio de la fe (Rom. 3:24). No tenemos mérito alguno para recibir los dones divinos, pero Dios, por su gracia, nos los otorga gratuitamente. Nuestra parte es aceptar este acto de pura gracia. El privilegio es aún mayor: «El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo». El creyente debe aceptar a Jesús por la fe y debe perseverar en esa fe hasta el fin. La expresión «al que venciere» según el texto original, se refiere específicamente al que vence «continua o habitualmente» en todas sus luchas contra el pecado.

Los que rechazan las tiernas misericordias de Dios están clasificados bajo las siguientes designaciones:

«Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».

Pero el destino final no está predeterminado. La condenación no es meramente el pago que Dios da a los seres humanos que rechazan su gracia, sino el resultado inevitable de sus malas decisiones. El hombre cosecha lo que siembra (Gál. 6:7-8). Cristo hizo claro en qué consiste la condenación:

«Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios» (Juan 3:19-21, cf. Deut. 30:19).

La esposa del CorderoJuan es invitado para ver a una mujer virtuosa, «la esposa del Cordero». Esperaríamos

que Juan contemplara a una mujer como la que vio en Apocalipsis 12, pero no fue así: «Me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo

78Glorias eternas -1a Parte

la gloria de Dios» (cf. Eze. 40:2). La vestimenta que engalana a la nueva Jerusalén (v. 2) haciéndola fulgurar, es la misma «gloria de Dios» (v. 11). Al comparar Apocalipsis 21:9-10 con el Apocalipsis 17:1-5 encontramos que Juan contrasta la nueva Jerusalén/esposa con la prostituta babilónica.

Apocalipsis 17: 1-5 Apocalipsis 21: 1-9

Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas.

Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas.

[…] y habló conmigo diciéndome: ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera.

[…] y habló conmigo, diciendo: ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.

Me llevó en el espíritu al desierto. Me llevó en el espíritu a un monte alto.

Vi una mujer […] vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro.

Me mostró la gran ciudad […] su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima […] la ciudad era de oro puro.

Como se puede apreciar fácilmente, tanto la Babilonia simbólica como la nueva Jerusalén aparecen bajo el símbolo de una mujer-ciudad. «Los antiguos retóricos enseñaban por lo general contraponiendo caracteres, y el contraste entre Babilonia la ramera y la nueva Jerusalén la novia, es explícito a intencional».20 Observemos también que el ángel comisionado para revelar estos misterios y maravillas es el mismo. Algunos comentaristas hacen una interpretación figurada de la nueva Jerusalén, la ven como «un símbolo de la Iglesia en su estado eterno y perfecto».21 Jerusalén es, desde este punto de vista, una representación del pueblo fiel de Dios, de la misma manera que Babilonia, la gran ciudad, es un símbolo del sistema religioso caído.

Pero esta interpretación presenta serias dificultades. Una simple lectura al texto revela la incongruencia de dicha conclusión. Ya vimos que la esperanza de una patria celestial, con una ciudad real, es muy antigua entre los fieles creyentes. Abrahán sabía muy bien que era «peregrino y extranjero» por lo que su esperanza estaba puesta en «la ciudad con fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Heb. 11:10). Así mismo, todos los creyentes a través del tiempo, alimentaron esta misma esperanza (vv. 13-16; 13:14, cf. 1 Cron. 29:15). Nótese las expresiones: «buscan una patria» y «Dios […] les ha preparado una ciudad». No existen razones exegéticas para no diferenciar la iglesia como pueblo de Dios de la ciudad celestial como el lugar de su morada. El apóstol Pablo expresa: «Pero os

79Introducción

habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles en asamblea festiva» (Heb. 12: 2, cf. Apoc. 22:14). Así como Cristo regresará literal y visiblemente a esta tierra, así también será el descenso de la ciudad de Dios (Apoc. 3:12; 21:2, 10).22 Se ha observado que hasta «la transparencia y pureza inigualable de la ciudad tienen el propósito de resaltar su naturaleza material, concreta, tangible, y que será algún día el deleite de los redimidos (Apoc. 21:18-21, cf. Isa. 14:11-12)».23

Resulta interesante notar que la esperanza de una Jerusalén celestial en el libro de los Gálatas se nos da en el contexto de una «polémica antijudía» (cf. Gál. 4:26-27; Heb. 12:18-24; Apoc. 3:9, 12), lo que refuerza el argumento de la literalidad de la ciudad de Dios. Como intérpretes no deberíamos permitir que nuestras presuposiciones nos impidan captar el mensaje del Apocalipsis, pues la promesa de entrar en esa ciudad aún está en pie (Apoc. 22:14).

Veamos más de cerca el contenido de Apocalipsis 21:9-10. El hecho de que la nueva Jerusalén sea llamada «la esposa del Cordero» no debe causarnos ninguna confusión. En las Escrituras es común encontrar fusionados los términos mujer y ciudad (Isa. 1:21; Ose. 2; Eze. 16), pero representando cosas distintas al mismo tiempo (cf. 2 Cor. 11:2; Ef. 5:24-27). Cuando Juan nos dice que la «gran ramera» es «la gran ciudad» (Apoc. 17:1, 18), o que la «esposa del Cordero» es la «ciudad de Dios», sencillamente está siguiendo una forma descriptiva normal entre los escritores bíblicos. ¿Cómo diferenciar entonces cuál de las dos ciudades es figurada y cuál es literal? Ya vimos que los escritores bíblicos nos hablan de una nueva Jerusalén celestial real, mientras que la ciudad de Babilonia posee un carácter simbólico (véase nuestro análisis de Apocalipsis 17:4 y 5). Lo que es literal o figurado queda determinado por la misma Escritura.

«Sería absurdo hablar de la iglesia como asentada en cuadrado, con un lado mirando al norte, otro al sur, otro al este y otro al poniente. Sería incongruente hablar de la iglesia como teniendo una grande muralla, con doce puertas, tres a cada lado de los puntos cardinales. En verdad toda la descripción de la ciudad […] sería más o menos obscura si se aplicase a la iglesia».24

Tampoco favorecemos una interpretación literal inflexible de estos símbolos, pues «la descripción y el lenguaje humano no pueden representar adecuadamente la grandeza de esa ciudad celestial. En una profecía pictórica, el grado de identidad entre la escena que se presenta y la realidad exige una cuidadosa interpretación».25

Pero, ¿cómo puede la nueva Jerusalén ser una ciudad y al mismo tiempo ser la esposa del Cordero? La respuesta a esta pregunta la provee la misma Escritura. En Gálatas 4:26 leemos que «la Jerusalén de arriba» (celestial) es la «madre de todos nosotros». Acto

80Glorias eternas -1a Parte

seguido, el apóstol Pablo cita a Isaías 54:1. Y precisamente en ese capítulo, Jehová es llamado «marido» y «Hacedor» de Israel, mientras que el pueblo de Dios es presentado como una «mujer abandonada» y «esposa de la juventud», y también como los «hijos» de Dios (vv. 5, 6, 13). Es interesante notar que las piedras preciosas constituyen parte de esta descripción para hacer referencia al fundamento, las puertas y los muros de la ciudad-pueblo de Dios (vv. 11 y 12). Apocalipsis 21 sigue esta misma línea de pensamiento, Jehová es el esposo; la nueva Jerusalén, la esposa. Solo que en el Apocalipsis, los hijos ahora son los convidados. Los santos estarán en ella como los invitados a la Boda (cf. Apoc. 19:7-9). «En el Apocalipsis, el pueblo de Dios lo constituyen los invitados a la cena de las bodas (Apoc. 19:9)».26

Las dimensiones de la nueva Jerusalén

Las descripciones de la ciudad de Dios parecen encajar perfectamente con la siguiente declaración paulina: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han llegado al pensamiento, son las que Dios ha preparado para los que le aman» (1 Cor. 2:9). Ya expresamos que no es razonable hacer una interpretación literal inflexible de estos pasajes, pero tampoco parece razonable hacer una interpretación alegórica pues desnaturalizaría el mensaje que Dios quiere darnos. La nueva Jerusalén es «una realidad matemática calculada y bien planeada […] las dos nociones objeto de énfasis particular son la perfección y la inmensidad».27 Juan hace su descripción en el contexto de los nuevos cielos y la nueva tierra que Dios creará. Por lo tanto, nos introduce de lleno a escenas que «ninguna mente humana ha concebido» (NVI). Necesitamos hacer una interpretación coherente de esta parte del Apocalipsis, pero debemos cuidarnos de rechazar las conclusiones que no encajan con nuestras presuposiciones.

Juan describió la santa ciudad «de acuerdo con las formas e ideas de su tiempo y cultura»,28 pero

«no debe pasarse por alto que ninguna ciudad antigua poseyó jamás la riqueza con la que se revela a Juan la ciudad de Dios. Tampoco –según esta opinión– se describe demasiado de la ciudad de Dios […], lo único que describe con ciertos detalles tiene que ver con la dimensión de la ciudad, su muro con sus fundamentos, y sus puertas, y aún así estos detalles son bastante escasos».29

«La descripción y el lenguaje humano no pueden

representar adecuadamente la grandeza de esa ciudad

celestial»

81Introducción

Recordemos además que «la descripción y el lenguaje humano no pueden representar adecuadamente la grandeza de esa ciudad celestial».30 La ciudad está establecida en un cuadro perfecto, «la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales». Esto significaría que sus proporciones son «correctas y equilibradas».31 Cada lado de la ciudad mide doce mil estadios, 2.200 kilómetros (algunos dicen 2.400 y otros aun, 2.160). Se reconoce que «hay hermosura inherente en las proporciones correctas, el perfecto equilibrio y la congruencia».32 Algunas ciudades de la antigüedad eran construidas en cuadrado. Tanto Babilonia (según Heródoto) como Nínive (según Diodoro Sículo) estaban construidas así.33 Pero Juan es más enfático, nos dice que la nueva Jerusalén es complemente cúbica. Es interesante saber que el Lugar Santísimo del templo de Salomón era un cubo perfecto (1 Rey. 6:20). Así mismo, el pectoral del sumo sacerdote, el altar del holocausto y el altar del incienso tenían la forma de cubo (Éxo. 28:15-16; 27:1; 30:1-2). En Grecia, se decía que el hombre era «cúbico», con lo que se resaltaba el hecho de que era perfectamente proporcionado. Las declaraciones de Juan sobre las dimensiones de la nueva Jerusalén destacan la perfección de la ciudad de Dios. Algunos estudiosos de las Escrituras ven en la forma cúbica de la ciudad la maravillosa verdad de que «toda la “santa ciudad” es el Lugar Santísimo sobre la tierra, el trono de Dios. Esto trasciende la necesidad de tener cualquier templo local [cf. Apoc. 21:22, 11]».34 En cuanto a su medida vertical, se observa que llegaría (entendiendo los 12.000 estadios como unos 2.200 kilómetros) «mucho más allá de la estratósfera».35

«No es maravilla que los intérpretes responsables hayan advertido sobre un dogmático literalismo con respecto a las visiones de Apocalipsis 21 y Ezequiel 40 al 48».36

Se ha observado que estas dimensiones «muestran que esta ciudad es como la medida de la humanidad redimida en su totalidad».37 Es decir, lo que se destaca en el texto es la universalidad, que de hecho, está remarcada por dos realidades. Primero, la orientación de la ciudad hacia los cuatro puntos cardinales (Apoc. 21:13, cf. Eze. 48:30-34), y segundo, el uso del plural «pueblos» en lugar del singular «pueblo». La versión Dios Habla Hoy capta esta realidad al traducir Apocalipsis 21:3 de la siguiente manera: «[Dios] vivirá con ellos, y ellos serán sus pueblos».

Si tomamos la cifra de 2.160 kilómetros para cada lado, la ciudad tendría un área de 4.665.600 kilómetros cuadrados y un volumen total de 279.936.000 kilómetros cúbicos. Cabe decir que, es muy probable que por más que nos afanemos en determinar con precisión las dimensiones exactas de la ciudad, nunca lo logremos, pues Juan mismo nos dice que la medida que se usa es «de hombre, la cual es de ángel». La Nueva Reina-Valera 2000 traduce así esta expresión: «medida de hombre, que usaba el ángel».38

82Glorias eternas -1a Parte

«Sean cuales fueren las medidas, podemos estar seguros de que todo es perfecto. Los santos entenderán el significado de las medidas de Juan cuando vean la ciudad».39

El muro de la ciudadLa ciudad tiene un muro de 144 codos (64 metros), lo que naturalmente no se

corresponde con las dimensiones de la ciudad. Esto revelaría, según algunos intérpretes, su carácter simbólico. Se sabe que la ciudad de Babilonia tenía un muro de 90 metros de altura, y el pórtico de las murallas del rey Salomón en el templo construido por Herodes, medía 54 metros. Por esto algunos no ven correspondencia alguna entre las medidas de la ciudad y la altura de la muralla. Tampoco resulta claro «si lo que aquí significa es la altura o la anchura de la muralla, aunque hupsos (altura) es lo que viene justo antes».40 En este contexto, Samuel Pérez Millos, observa:

«Hay dos tipos de medidas llamada codo: El codo ordinario, que tenía aproximadamente cuarenta y cinco centímetros; y el codo regio, con una longitud de cincuenta y dos centímetros. Haciendo el cálculo daría bien 65 m. para el codo normal, o bien 75 m. si se emplea el codo regio. ¿Se trata también de medidas cúbicas? Es decir, ¿son iguales la altura y la anchura de la muralla? En cualquier caso no hay respuesta bíblica y todo cuanto se pretenda establecer será mera suposición».41

Por eso, Millos sostiene que «la muralla no tiene la misión de protección sino de demarcación, estableciendo los límites de la Ciudad Celestial».42 El verdadera seguridad de los salvados proviene de Dios: «Yo seré para ella, dice Jehová, un muro de fuego a su alrededor, y en medio de ella mostraré mi gloria» (Zac. 2:5).

La idea de un muro en relación con la nueva Jerusalén parece desconcertante para muchos intérpretes, puesto que los poderes hostiles, tanto espirituales como humanos, ya han desaparecido (algo que se puede discutir). Por eso creen que lo que Juan nos estaría transmitiendo con las murallas de la ciudad es la idea de inclusión. «Dios está mucho más interesado en incluir a más personas que en excluirlas».43 Pero si bien las murallas no son lo suficientemente altas en comparación con las dimensiones de la ciudad, es probable que el muro tenga un uso funcional.44 Recordemos que la nueva Jerusalén descenderá del cielo al finalizar los mil años, cuando aún las fuerzas del mal no han sido destruidas. La ciudad será asentada sobre el monte de los Olivos que habrá sido purificado por la gloria de Dios y convertido en un «valle muy grande» (Apoc. 21:2 y 10; Zac. 14:4-6, VRV 77). «Cambios topográficos que incluyen la división del monte de los Olivos (v. 4), harán posible la ampliación, fortificación y glorificación de Jerusalén (v. 10)».45

Una vez asentada allí, ocurrirá la resurrección de los impíos (Apoc. 20:5 y 7). Se producirá entonces, el último drama del Gran Conflicto: los impíos son reunidos por el gran rebelde y subiendo «sobre la anchura de la tierra» rodearán «el campamento de los santos y la ciudad amada» (Apoc. 20:7-8). Esta es posiblemente la razón por la que en cada una de las puertas hay ángeles guardianes (Apoc. 21:12). Desde el interior de la ciudad amada, Dios juzga a los impíos y ejecutará sobre ellos la sentencia final: «[…] de Dios descendió fuego del cielo y los consumió» (Apoc. 20:9, 11-13).

Al leer la visión complementaria de la nueva Jerusalén en el capítulo 22, nos damos cuenta de que, mientras los santos están dentro de la ciudad (Apoc. 22:14; cf. 20:9; Zac. 14:6), «fuera» de ella estarán «los perros (personas abominables), los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo el que ama y hace mentira» (v. 15).46 Fuera del muro de la ciudad descenderá «fuego y azufre desde el cielo» lo que originará el «lago de fuego y azufre», que destruirá a Satanás, sus ángeles y a todos los rebeldes (Apoc. 20: 9, 14-15; Mal. 4: 1-3). Es solo en este contexto, que podemos entender el sentido de las murallas de la nueva Jerusalén. Con todo, las murallas pueden incluir la idea de demarcación e inclusión.

Los nombres de las tribus de Israel y los apóstolesEl muro tenía «doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que

son los de las doce tribus de los hijos de Israel» (Apoc. 21:12). «Esto sugiere que en la santa ciudad se han convertido en realidad todas las promesas y las esperanzas de Israel después del éxodo».47 Pero las expectativas son aún mayores: «El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero» (v. 14, cf. Efe. 2:20). Aquí tenemos una representación de la iglesia universal de Dios, compuesta por los creyentes del Antiguo y el Nuevo Testamento. Realmente ellos no eran más que «peregrinos y extranjeros» en busca de una patria mejor, a saber, la celestial (Heb. 11:10-16). Así queda fundamentada «la continuidad de la herencia entre el “Israel de Dios” y la iglesia triunfante».48

Sin embargo, debemos notar que aunque la fraseología de Apocalipsis parece ser un poco exclusivista, concuerda mucho con Isaías 60:1-5, 11 y realmente no lo es. Aunque se habla de las doce tribus de Israel y los doce apóstoles, «en la nueva Jerusalén, las “naciones” ya no son gentiles (cf. 22:2), sino el auténtico pueblo de Dios […]

La iconografía de una expectativa apocalíptica basada en una realidad tipo nacional se ha transferido a una expectativa universalista, basada en una experiencia cristiana universal».49

Las puertas de la ciudadLas doce puertas de la ciudad están bien distribuidas: tres al oriente, tres al norte, tres

al sur y tres al occidente (cf. Eze. 48:31-34), lo que probablemente sea un símbolo para

Glorias eternas –2a ParteEl río de agua de vida y el árbol de la vida

1 Después me mostró un río limpio, de agua de vida, resplandeciente como

cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero. 2  En medio de la calle de la

ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce

frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las

naciones. 3 Y no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en

ella, sus siervos lo servirán, 4 verán su rostro y su nombre estará en sus frentes.

5 Allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del

sol, porque Dios el Señor los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos. 6 Me

dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. El Señor, el Dios de los espíritus de

los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que deben

suceder pronto. 7  ¡Vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras

de la profecía de este libro. 8 Yo, Juan, soy el que oyó y vio estas cosas. Después

que las hube oído y visto, me postré a los pies del ángel que me mostraba estas

cosas, para adorarlo. 9 Pero él me dijo: ¡Mira, no lo hagas!, pues yo soy consiervo

tuyo, de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este

libro. ¡Adora a Dios! 10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro,

porque el tiempo está cerca. 11 El que es injusto, sea injusto todavía; el que es

impuro, sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que

CAPITULO 34

85Introducción

es santo, santifíquese más todavía. 12  ¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo,

para recompensar a cada uno según sea su obra. 13 Yo soy el Alfa y la Omega,

el principio y el fin, el primero y el último. 14 Bienaventurados los que lavan sus

ropas para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la

ciudad. 15  Pero los perros estarán afuera, y los hechiceros, los fornicarios, los

homicidas, los idólatras y todo aquel que ama y practica la mentira. 16 Yo, Jesús,

he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy

la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. 17 El Espíritu

y la Esposa dicen: ¡Ven! El que oye, diga: ¡Ven! Y el que tiene sed, venga. El que

quiera, tome gratuitamente del agua de la vida. 18 Yo advierto a todo aquel que

oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a estas cosas, Dios

traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19 Y si alguno quita de

las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida

y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. 20 El que da

testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. ¡Amén! ¡Ven, Señor

Jesús!21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Introducción

En este capítulo estudiaremos las últimas descripciones del mensajero celestial sobre el mundo venidero. El capítulo anterior describió las glorias exteriores de la ciudad de Dios, ahora el ángel llama la atención del apóstol Juan a ciertos detalles interiores. Es

interesante notar que el ángel ha venido utilizando términos negativos para describir las bendiciones de la tierra nueva. ¿Por qué no utilizó términos positivos?

«Tal vez sea así –expresa David Roper– para que las personas se puedan identificar con las promesas. No todo mundo ha sabido de alegrías, pero sí todo mundo ha sabido de dolor. Algunos jamás han reído, pero todos han llorado. Algunos jamás estuvieron libres de dolor, pero todos saben lo que significa el sufrimiento. ¿No es maravilloso saber que hay un lugar en el que la enfermedad y la tristeza serán cosas del pasado, en el que todo el mundo podrá conocer la felicidad eterna?».1

86Glorias eternas -2a Parte

Capítulo 21 Capítulo 22

«El mar ya no existía más»; «ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor»; «la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna»; «sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche»; «no entrará en ella ninguna cosa inmunda».

«No habrá más maldición»; «no habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara».

Esta forma descriptiva cobra mayor significado cuando tomamos en cuenta que los destinatarios originales del Apocalipsis sufrían crueles persecuciones en manos del Imperio Romano.

«Juan no escribe sencillamente para informarnos de los acontecimientos futuros o para satisfacer nuestra curiosidad acerca de las realidades futuras. Su propósito práctico es alentar a los creyentes que debían pasar por pruebas a perseverar en la Palabra de Dios y en el testimonio de Jesús a pesar de la cruel oposición».2

Los primeros cinco versículos de este capítulo «forman parte de la sección anterior y no de la conclusión (22:6-21). Pertenecen a la descripción de la nueva Jerusalén, donde desde el trono de Dios fluye un río que da vida con el árbol de la vida que se alza a lo largo de sus riberas».3 Estos versículos también describen «el estado eterno en términos de la restauración del Edén constituyéndose de este modo en una especie de desenlace de la Biblia como un todo».4

El río de agua de vidaEl ángel (cf. Apoc. 21:9, 10) mostró a Juan un «un río limpio de agua de vida».

Ya el profeta Ezequiel había hablado de un río que salía del templo (cap. 47:1-12). Con todo, la referencia de Juan al río de agua de vida puede tener un trasfondo mucho más amplio. El salmista había expresado: «Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el Santuario de las moradas del Altísimo» (Sal. 46: 4). Y en los escritos de Joel, tanto como de Zacarías, encontramos las siguientes declaraciones: «Saldrá una fuente de la casa de Jehová». «Acontecerá en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas» (Joel 3:18; Zac. 14:8). La idea es sencilla: el río de vida constituye una referencia a la vida abundante que Dios proveerá gratuitamente para su pueblo redimido (Apoc. 21:6; 22:17, cf. Juan 4:10); la vida eterna que Cristo proporciona a todo aquel que cree en Él (Juan 7:37; 1 Juan 5:11-12; Jer. 2:13). «Su presencia en la ciudad de Dios significa simplemente que todos los que habitan en ella experimentarán la plenitud de vida».5 Esta idea queda remarcada por la

87Introducción

declaración que le sigue: «salía del trono de Dios y del Cordero». La vida proviene de Dios (cf. Sal. 36:8-9; Juan 14:6).

El árbol de la vidaSe nos dice que este árbol está «en medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro

lado del río». Según los sueños de la edad futura de los rabinos, «Dios hará brotar del Lugar Santísimo un río a cuyas orillas crecerán toda clase de frutos delicados [seguramente basados en Eze. 47:7, 12]».6 El árbol de la vida «crece a ambos lados y forma un alto y magnífico arco sobre aquella majestuosa corriente, pero extiende lejos por ambos lados sus ramas cargadas de frutos y hojas vivificantes».7 Además el Árbol produce «doce frutos cada mes», «doce clases de frutos»;8 «uno para cada mes del año».9 Y sus hojas son para «la sanidad de las naciones». No hay restricciones aquí para los participantes, excepto, las mencionadas en el versículo 15 y 21:27. Los redimidos de todas las naciones tendrán libre acceso a los frutos y las hojas del árbol de la vida.

Sobre los términos temporales usados por Juan se nos dice que él «recurre a divisiones cronológicas de tiempo para expresar a los seres humanos lo que hubiera podido resultar incomprensible. Frente a los umbrales de la eternidad, tiene que expresarse en términos temporales de meses y años».10

Otro punto importante relacionado al árbol de la vida tiene que ver con el término griego que utiliza Juan en este pasaje. La palabra normal que aparece en el Nuevo Testamento es dendron; sin embargo, Juan usa xylon que significa «madera». Este es el término que

«se usa a menudo en el Nuevo Testamento para la cruz, y siempre, en Apocalipsis, para el “árbol de la vida” (cf. 2:7; 22:2, 14, 19). Si se trata de una alusión a la cruz, “el árbol de la vida” sería una de las imágenes más bellas posibles para el Evangelio: el árbol sería el perfecto recordatorio de que la vida llega al hombre por medio del sacrificio de Cristo».11

Sanidad para las nacionesPero, ¿qué significa la expresión «para la sanidad de las naciones»? Siendo que el

pecado y todas sus nefastas consecuencias habrán desaparecido, no resulta claro para algunos qué puede significar el término «sanidad». En la tierra nueva no «habrá males que remediar»,12 por eso el término «sanidad» debe significar cualquier cosa menos que en la tierra nueva existirán limitaciones físicas o espirituales como las que conocemos ahora. Mounce observa que en este punto Juan toma

88Glorias eternas -2a Parte

«prestadas imágenes del presente estado de cosas para utilizarlas en la descripción del estado eterno […] La sanidad que producen las hojas indica la completa ausencia de necesidades físicas y espirituales. La vida venidera será una existencia de abundancia y perfección».13

John F. Walwood, sostiene:

«El vocablo “sanidad” es therapeín, […] en vez de específicamente significar “sanidad”, debería entenderse como “proveedora de salud”, ya que el vocablo en su etimología proporciona la idea de servir o ministrar».14

En este mismo contexto, el teólogo Roberto Badenas nos proporciona, tal vez, una de las mejores interpretaciones al decirnos que, al leer esta problemática afirmación

«es preciso que también recordemos que el hombre, aun después de la resurrección, sigue siendo una criatura. Vive porque la vida de Dios le es impartida, momento tras momento.«Aunque esté con Dios, el hombre sigue siendo hombre, y Dios sigue siendo Dios. El hombre depende de Dios para subsistir. Dependerá constantemente de la vida de Dios. Las hojas del árbol de la vida recordarán al hombre que necesita ser “sanado” continuamente de su finitud. Aunque esté plenamente integrado en el cuerpo de Cristo, el hombre nunca será Cristo. El hombre será capaz de mirar a Dios cara a cara, pero nunca será divinizado. Nunca será Dios. Siempre será una criatura, y Dios siempre será el Creador. El hombre reinará, pero nunca solo; siempre con Dios».15

No más maldiciónLa descripción de la nueva Jerusalén concluye en el versículo 5. El dolor y el

sufrimiento han desaparecido para siempre. Los redimidos «morarán en ella, y no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será habitada confiadamente».

«Y habitará la justicia en el desierto, y en el campo labrado morará la rectitud. Y el resultado de la justicia será paz; y el efecto de la rectitud, reposo y seguridad

«Los redimidos de todas las naciones tendrán libre

acceso a los frutos y las hojas del árbol de la vida»