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2º C ÉRASE UNA VEZ “PAR_DE_DOS”...

Pardedós era una famosa empresa de detectives a

domicilio que resolvían todos los casos, o muchos casos, o algunos casos, o ciertos casos, o, mejor dicho,

una vez resolvieron un caso.

Os preguntaréis “Cuál”...

Era un caso tremendamente complicado, muy complicado, bastante complicado, algo complicado, bueno, más bien sencillo, porque en aquella ocasión les llamaron de una casa de dos plantas donde vivía una familia de personas alérgicas a la

miel. Esta familia conservaba desde tiempos inmemoriales, desde hacia varias

generaciones, desde hacía muchos años, desde que les diagnosticaron la alergia a la miel al padre, a la madre y a la hija mayor, un tarro de miel en la despensa... Cuando alguien de la familia tomaba miel le

salía un grano en medio de la frente.

Aquella mañana se presentaron en el lugar de los hechos, o sea, la casa, abrió la puerta el padre con aquellas

gafas grandísimas, bueno, muy grandes, en realidad del tamaño de todas las gafas de los padres, y les dijo desolado:

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“No sabemos qué ha pasado. Era un tarro de miel especial, era nuestro último tarro de miel. Pasen por favor”.

La familia estaba reunida en el salón y le preguntaron a cada una y cada uno dónde estaba cuando desapareció el tarro.

Cuando le llegó el turno al hijo pequeño notaron que se le había pegado un sobre en los labios y que estaban un poco pringosos. El

chico empezó a sudar y a medida que sudaba le iba apareciendo un pedazo de montaña, quizá era algo menos grande,

como un montículo, o algo del tamaño de un castillo de arena de los que se hacen con los cubos de jugar en la arena en verano... Bueno, en realidad, era un pequeño bulto en medio de la frente: Un

grano...

¿Adivináis quién se había zampado el

tarro de miel?

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2º B “AQUELLA TARDE”

Pardedós estaban hasta arriba de trabajo, bueno, tenían bastante trabajo, quizá lo más adecuado era decir “algo de trabajo tenían empezado”, o mejor, se

aburrían como ostras porque no había nada que hacer.

Aquella tarde el sol entraba por la ventana y calentaba el despacho de Pardedós un poquito.

Se escuchó al principio el sonido chirriante de subida del viejo ascensor, después el crujir de la madera del suelo del rellano, un poco

más tarde una tosecilla provocada por un picor en la gargante y después el timbre

Pardedós tranquilamente se dirigieron a abrir... -No, no-... Pardedós con un ligero sobresalto se dirigieron a abrir... -Que no, que no-... Pardedós se cayeron de la silla del susto, se levantaron dando un salto y fueron a la puerta...-Así mejor-

Era una mujer de pelo negro y ojos luminosos que con una amplia sonrisa se dirigió a Pardedós y les pidió pasar.

Cuando se hubo acomodado en el despacho detectivesco comenzó a contarles esta historia:

“Trabajo en un empresa de autobuses. Conducir era el sueño de mi vida y lo conseguí cuando me saqué el carnet y me contrataron en la empresa “Súbeteyviaja”. Tengo un encargo para Ustedes. Entre las

empresas de detectives se llevan el premio por...”

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“¿La cantidad de casos que hemos resuelto”, gritaron Pardedós a la vez.

“Bueno, precisamente por eso, no tengan en cuenta que conocemos su historial y el caso del tarro de miel era demasiado sencillo, ¿no les

parece?”, contestó la mujer. Pardedós se encogieron de hombros porque lo cierto es que lo del

tarro de miel era sencillo. El chico tenía un grano enorme en medio de la frente y los labios todavía pringosos de miel... ¿Quién podía haber

sido si no él el que se había zampado el tarro? Continúo la señora: “Les hemos seleccionado por su nombre,

“Pardedós”, suponemos que lo que no ve una parte del equipo lo ve la otra...Y que “entre dos” hay más posibilidades de tener ideas y de

llevarlas a cabo...”

Pardedós empezaron a entender... “Como les iba diciendo mi empresa “Súbeteyviaja” está interesada en reunir a distintos pares de personas que juntos resuelvan el acertijo que nos solicita día tras día la esfinge que nos cierra el paso de la carretera 1546 que conecta el Sur con el Norte y el Norte con el Sur. Nos para siempre en el mismo punto de la carretera, suelta el acertijo y, hala, a retroceder porque no sabemos la respuesta y no hay forma de pasar al Sur, si vienes del Norte, o de pasar al Norte, si vienes del

Sur”:..

A aquellas alturas Pardedós tenían mucho interés en lo que estaba relatando la señora así que le pidieron que les refiriese el acertijo: “En este papel lo llevo siempre... Se lo leeré... Aunque no creo que puedan averiguar mucho más que toda la casa de La Ciencia que

hemos consultado hasta hoy... Verán el acertijo dice:

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Volando sin alas Luciendo las galas

Removiendo los mares Recolectando manjares

Nos acercamos Sin movernos Nos tocamos Sin vernos.

Pardedós, con la intriga en sus cabezas, aceptaron el encargo...

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2º A

“LA ESFINGE”

Pardedós recogieron en una mochila todo lo que necesitaban: un cuaderno, un lapicero, un tajador y una goma de borrar, un cepillo de dientes y una cantimplora llena de agua por si tardaban en encontrar una fuente... ¡AH!, ¡Sí! Y una buena provisión

de cacahuetes y avellanas por si se hacía dura la marcha. La mujer de los ojos luminosos conducía un autobús con unas ruedas especiales para no patinar en la arena y unas extrañas puertas que se

accionaban de forma peculiar.

¡Adelante, Pardedós!, ¡Ya estamos al completo!, ¡Sentaos donde podáis!. El autobús era bien raro por dentro. No tenía asientos pero sí unos cinturones que salían de sus paredes que enseguida comprendieron que debían ser de seguridad porque todo el mundo

que estaba allí los llevaba enganchados:

Una zorra, un gnomo, un hada y un dragón rojo con una extraño artilugio en los ojos y un bastón estaban acomodados en el autobús,

en el que quedaban dos lugares libres que enseguida ocuparon Pardedós.

La mujer de los ojos luminosos comenzó las maniobras y aquel autobús desplegó sus puertas , sí, sí, sus puertas y enfiló hacia una

nube allá arriba, arriba...

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En el momento de tocar aquella masa gaseosa de vapores que hasta entonces parecía un trozo de algodón suave, el pasaje del autobús se

quedó profundamente dormido... Debieron pasar varias horas porque cuando Pardedós se despertaron gracias a los ronquidos un tanto olorosos del dragón ya se divisaban las arenas del desierto más desértico que os imaginéis... Un desierto

con... Con...Con....Con...desierto, desierto, vaya,

completamente desierto. En ese momento la zorra desplegó su hermosa cola y rozó la nariz del gnomo que movió graciosamente la nariz por las cosquillas. ¡No lo hiciera...! De repente el autobús pareció perder el rumbo... La mujer de los ojos luminosos les gritó: ¡Agarraos fuerte, el gnomo con el

movimiento de su nariz ha desencantado el autobús y creo que vamos a caer en picado!.

Menos mal que el dragón rojo reaccionó a tiempo. Se desabrochó el cinturón, salió palo en ristre del autobús y lo agarró con sus fuertes pezuñas mientras abría y cerraba rítmicamente sus alas... Así se salvaron de un aterrizaje horrible y disfrutaron, después del susto, de un ligero bamboleó que permitió que el hada no se despertase

hasta tomar tierra. ¡Qué ha pasado!, dijo estirándose y frotándose los ojos, somnolienta...

Todo el mundo se echó a reír... Se sacudieron un poco el polvo del viaje y salieron del vehículo para

pisar tierra...Bueno, arena... La zorra con una capacidad de visión extraordinaria divisó a lo lejos una especie de montaña... La mujer les explicó que seguramente se

trataba de la esfinge

La zorra, el dragón, el hada, el gnomo, la mujer de los ojos luminosos

y Pardedós se dirigieron hacia ella... Cierto, a medida que se acercaban se estrechaba el camino, hasta que estuvieron delante de

ella y no había ningún hueco por el que pasar al otro lado.

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La esfinge de arena que parecía inmóvil de repente cobró vida y les habló así:

Caminantes, ¿a dónde os dirigís?. La mujer de los ojos luminosos le dijo en voz alta y clara: Si venimos

del Norte, vamos al Sur, si venimos del Sur, vamos al Norte

“Ya sabéis que espero una respuesta”, habló la esfinge:

Volando sin alas Luciendo las galas

Removiendo los mares Recolectando manjares

Nos acercamos Sin movernos Nos tocamos Sin vernos.

Todo el mundo se quedó quieto, sin respirar... Habían hecho el viaje pero no se habían parado a pensar en la respuesta que le darían a la

esfinge cuando estuviera delante de ella. Pardedós miraron a toda la tripulación que respondió a su mirada

acercándose para hablar... “Volando sin alas”: La mujer de los ojos luminosos de repente dibujó una sonrisa en su cara: ¡Claro!, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?...

Volando sin alas, ¡en nuestro autobús!...

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“Luciendo las galas”: La zorra saltó de alegría:¡Ya está, mi gran y suave cola!, ¿no la he estirado cuando despertábamos con

lucimiento? “Removiendo los mares”: Esta vez el gnomo levantó el dedó: hemos viajado entre nubes, que son vapor, de agua, como los mares.

“Nos acercamos/sin movernos”: ¡Claro, dijo el hada, no hemos

cambiado de posición durante todo el viaje y sin embargo hemos ido

acercándonos a nuestro destino!. “Nos tocamos/ sin vernos”: saltó de alegría el dragón. No puedo veros, sólo me guío a través de este bastón y gracias a mi lente especial que puede acariciaros sin que lo notéis y que me sirve para reconoceros.

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Ya, Ya... Dijo la esfinge parecéis tener respuesta para casi,

casi todo. ¿De dónde vais a recolectar manjares?... Estamos en el desierto... Sonrío triunfal dispuesta a mandarles derechitos y

derechitas a casa...

Pardedós abrieron sus mochilas y repartieron los cacahuetes y las avellanas... ¡Qué bueno sabía todo!. Cada una y cada uno después de haber tomado aquel alimento juntó sus dos manos como si de un cuenco se tratase y Pardedós vertieron agua en

aquellos vasos tan naturales... La esfinge cerró los ojos descansada... Por fin, se había resuelto el acertijo... Cada integrante del grupo había puesto su capacidad al servicio del problema y, además, habían compartido lo que tenían...

En la base de la esfinge brotó el agua,

donde apareció la fuente, se hizo un puente

y colorín, colorado

si lo has entendido hemos acabado.

Ahora viene la parte más importante... La que seguís escribiendo,

par de dos...

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Gracias a las chicas y chicos de segundo de Primaria del CEIP “Juan XXIII”

del curso 2009/2010

ZAGALAS Y ZAGALES

POR UNA CONVIVENCIA IGUALITARIA