36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

29
10 La deliberación no cient ífica . E 1simplemente conscienre, de una manera vaga, de que estaba sobre la pisra 4t.g"1 ley,-una ley que encajaría, que me daría la itipt*io'" á. q"e gobernaba los delicados fenómenos .-dericados, " p..", d. ,., trri ;";;J;r] con ros que se encontró jugando mi imaginación. pane de la diversión que ofrecían procedia, me arrevo a decir, de mi exageración de los mismos, "g.upárrdolo, d.n,ro d. un mis_ rerio más grande (y,, por consiguiente, de una ulJyo'más *áá.1 de lo que los hechos, como se hab.íaobservadá, justificaban; p.ro'.r. *i¿.d.ro común de las mentes para las que la visión de la üda es una ábsesión. Ciertamente nunca volverla a ser del todo coherente en esre lugar, aun no sien- do verdad que yo no conrara ües veces con el método d.-;ll;. nlu.ro de lo que fatalmente carecla era de su tono. (uad. de u",,,.Iffi !pn!:*re:rffi#oií,,r3:r;i. fuistóteles hace dos afirmaciones antiplatónicas acerca de la deliberación prác- Itl1,^til:tfl,*_1:t:llOl. no es ni_puede ser cientlfica*: uEs .uiá.n,. que la pru- dencra o schidurla práctica no es saber científico Gpistéme), (EN fi42a2.3-4)'l gn * cuando hablo de ocienciao en esce.capítulo no ignoro el hecho de que algunas téchnai rccibían este tftulo incluso sin la medida (compárese lo que digo diProt,ígoras ." .r .lpi ur? afÉipropio Aristoteles admite la existencia de anes nestocásticas, -!. ej.ja medicini. r;;;";;;ir;;lñ. a su concepción de la ética en su interés por lo particular. pero, en mi opinion, ..r*do Áirtót l* "i.g" q* h erica pueda set epistémeno está pensando en estos-ejemplos, sino e., la cpistémeéúcade platón y-también en su pro_ pia concepción récnica de la Eistéme gímrar a ra pratónica)';.;rir;;;;;;il;.. se ocupa prin_ cipalmente de los universales. Su idea de la étic¿, ámo ordenación sistemátice de las aiariencias, es rlal_ ze en la. misma medida que 1".r.1r".1,3 de protágoras; r. qr. a.i.,i-,'.r*;;;;;;t , que no es téch- ne o epistéme en el sentido de la Re?úbtic¿ o d, l"l ¿natit¡.os segundos. ' Parte de los contenidos de este capítulo están esr¡echamente relacionados con mi upractical syllo- gismus and practical scienceu ry-yba;, Dc Muu; Essal 4 vase"_U¡¿" rni_e.¡ro¿." .r, T. J. Luce, comp' Ancimt tzzrcn (Nueva yo.k, r??,_g:o. 377-4i6, v *p. li,liÁoi.ü.;;;;;-. especiarmen- te deudora del estudio oDelibe¡ationo. de o. wi"ggin, sob ,.tí ^Á" pa.ri* -",.,¿ü uuchos de estos razonamientos aparecen más desarrollados, .on-rife¡e.rcia a los mod'elos ¡e Je;ci;.irr,.-por,irr.or, .r, uThe discernmenr of perception,, en J. cleary, comp., froceedirgs "f ,hrl";;;; i;;; ¿;rbqaium (Nueva York, 1985), prágs. l5l-201. 373

description

book

Transcript of 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

Page 1: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

10

La deliberación no cient ífica

. E 1simplemente conscienre, de una manera vaga, de que estaba sobre la pisra4t.g"1 ley,-una ley que encajaría, que me daría la itipt*io'" á. q"e gobernaba losdelicados fenómenos

.-dericados, " p..", d. ,., trri ;";;J;r] con ros que seencontró jugando mi imaginación. pane de la diversión que ofrecían procedia, mearrevo a decir, de mi exageración de los mismos,

"g.upárrdolo, d.n,ro d. un mis_

rerio más grande (y,, por consiguiente, de una ulJyo'más *áá.1 de lo que loshechos, como se hab.íaobservadá, justificaban; p.ro'.r. *i¿.d.ro común de lasmentes para las que la visión de la üda es una ábsesión.

Ciertamente nunca volverla a ser del todo coherente en esre lugar, aun no sien-do verdad que yo no conrara ües veces con el método d.-;ll;. nlu.ro de lo quefatalmente carecla era de su tono.

(uad. de u",,,.Iffi !pn!:*re:rffi#oií,,r3:r;i.fuistóteles hace dos afirmaciones antiplatónicas acerca de la deliberación prác-

Itl1,^til:tfl,*_1:t:llOl. no es ni_puede ser cientlfica*: uEs .uiá.n,. que la pru-dencra o schidurla práctica no es saber científico Gpistéme), (EN fi42a2.3-4)'l gn

* cuando hablo de ocienciao en esce.capítulo no ignoro el hecho de que algunas téchnai rccibían estetftulo incluso sin la medida (compárese lo que digo diProt,ígoras ." .r .lpi ur? afÉipropio Aristotelesadmite la existencia de anes nestocásticas, -!. ej.ja medicini. r;;;";;;ir;;lñ. a su concepciónde la ética en su interés por lo particular. pero, en mi opinion, ..r*do Áirtót l* "i.g"

q* h erica puedaset epistémeno está pensando en estos-ejemplos, sino e., la cpistémeéúcade platón y-también en su pro_pia concepción récnica de la Eistéme gímrar a ra pratónica)';.;rir;;;;;;il;.. se ocupa prin_cipalmente de los universales. Su idea de la étic¿, ámo ordenación sistemátice de las aiariencias, es rlal_ze en la. misma medida que 1".r.1r".1,3 de protágoras; r. qr. a.i.,i-,'.r*;;;;;;t , que no es téch-ne o epistéme en el sentido de la Re?úbtic¿ o d, l"l ¿natit¡.os segundos.

' Parte de los contenidos de este capítulo están esr¡echamente relacionados con mi upractical syllo-gismus and practical scienceu ry-yba;, Dc Muu; Essal 4 vase"_U¡¿" rni_e.¡ro¿." .r, T. J. Luce,comp' Ancimt tzzrcn (Nueva yo.k, r??,_g:o. 377-4i6, v *p. li,liÁoi.ü.;;;;;-. especiarmen-te deudora del estudio oDelibe¡ationo. de o. wi"ggin, sob ,.tí ^Á" pa.ri* -",.,¿ü uuchos de estosrazonamientos aparecen más desarrollados, .on-rife¡e.rcia a los mod'elos ¡e Je;ci;.irr,.-por,irr.or, .r,uThe discernmenr of perception,, en J. cleary, comp., froceedirgs "f

,hrl";;;; i;;; ¿;rbqaium (NuevaYork, 1985), prágs. l5l-201.

373

Page 2: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

segundo lugar, que el criterio de la elección correcta radica en un srhumano, a saber, el prudente. Esta persona no intenta siruarsc cn rrt¡ FErynajena a las condiciones de la vida humana, sino que basa sr¡s itñT Gr n dhrexperiencia de éstas. Ambos elementos de la concepción aristce cq @&'

-ént. relacionados: la razÁn de que la buena deliberación rx) sce ri'rriiffi dül!@r

en que el buen juez no delibera con métodos ciendficos; y la raán dc g Gtr! rro;

sea la autoridad que formula las normas de la elección correcta €s qoc 5 Gü'más que los de otro juez con inclinaciones más ncientífic4s), lta¡ocEn lo¡ ur nm¡tr.ntó para la materia que ha de juzgarse. Estos dos elementc scvin& íffiihqrcon la áefensa de una concepción antiplatónica de la vida hrrm¡ru hcn¡- I¡ r¡¡s,

de que la prudencia o sabidurla prácdca no es téchne o ePírttn e'1 y g- d Ñ' rü!@r

no utiliza un a téchne, confirma y es corroborada por la idea de que h clw u*ma es más vulnerable ala tjcheincontrolada, más abiema y con mcrrt fu ruu

dominio de lo que creía Platón*. (Nos ocuparemos de estas aParenc¡ cfoo¡u-n¡ru¡rn

al final del capirulo.) Así, antes de investigar concretamente l¿s rr.i. ¡jdornsobre la tjcbeylavida buena, hemos de examinar su concepció¡ ¡e ria$ng '¡¡ ¡¡¡métodos mediante los que se elaboran los buenos juicios de wloc Ib ¿nmilsobre qué base se niega Aristóteles a <salvar) nuestras vidas de atgum q06i üt ,il¡¡

tlche, debemos comprender su negativa a la aspiración platónica de coosum as !!l¡r¡,

en una téchne.

Por tanro, las páginas que siguen serán el contrapunto a¡istonáico & in ¡mrp,

tulos 4 y 5, pues en ellas se muestra la estreCha relaCión exiStente en¡¡t rmmtt Élmrmologla del valor y una explicación de la vulnerabilidad de las cs r&s. hn,pt.g.rttt"t -os quién es el prudente y cómo delibera, y de qué modo h ryolmrpl"rO"i." a la universalidad, la precisión y el control estable es critic¡d¡dd no .lrm'

cepción aristotélica de una percepción receptiva y flexible. Comenz¡¡w !E@¡1"

tr"trdo la afirmación de A¡istóteles de que la deliberación prácdca dtbc s m'pocéntrica y ocuparse del bien humano, mfu que del bien en sí. A crmwtr¡lúmi.estudiaremos su crltica a la idea de que los valores humanos importens c ¡¡!!!!@0

medir según un solo criterio. Después, abordaremos la interacción & h tm'rro" mr-

versal y li percepción particular en la deliberación aristotélica- Por úkim" ñlrnilü*

remos el papel de la respuesta pasional en la buena deliberación, y Em ,@ üpersona pi.tá.ttt. valora y se deja guiar por estos asPectos (supuesamcm quo üul'

bles de su constitución humana. Ello nos brindará los elementos con qB ¡iltrilomnr

dremos finalmente la imagen del tipo de deliberación que A¡istótdcs mrfu, ¡or¡r

idónea para la vida humana.

* Por nPlatónu entiendo aquí los diálogos del nmediosu, y no el Fcdm (ni h r-ls' I a l&rLos argumentos de A¡isróteles en torno a b tjche son una respuesta a esas obrzs nm fruñ, rut,

parece repa¡ar en los diáIogos posteriores de Platón, posiblemente, como f¡ hm pó. runurmuchas de sus crític¿s son anteriores y estos diálogos se escribieron pan darles rEspre- 5& b, ur'ciones entre las tesis aristotélicas y las €xpuestas en el Fedro, véase el eplgnft IV dd ptc ruuly las págs. 4ó,2465 del capftulo 12.

, Sobre el uso habirualmente intercambiable que hace Aristótelcs de los térmim rrihl r {iúlür'mer, y sobrc la disdnción que alguna vez establece entre ambos, váse l¿ note I I dd cfiú¡ +

374

Page 3: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

I

La aspiración platónica a un punto de vista exrerno y ndivinon ya fue criticadaen la exposición del método de las apariencias (capltulo 8). Aristóteles defiende quela verdad interna, la verdad en lx apariencias, es lo único de lo que debemos ocu-parnos; cualquier cosa que pretenda ser más es, en realidad, menos o nada. La pers-pectiva de la perfección, de la que se dice que permite exa-minar todas las vidas neu-tral y fríamente desde fuera, es acusada de falta de referencia: alejríndose de todaexperiencia del mundo, parece distanciarse también de las bases del discurso sobreel mundo. Nuestra pregunta sobre la vida buena, como cualquier otra cuestión,debe plantearse y responderse en el seno de las apariencias.

Pero la ética es antropocéntrica en otro sentido más fuene. Cuando pregunta-mos por el movimiento, el tiempo o el lugar, empezamos y concluimos dentro de laexperiencia: nos limitamos a decir lo que, a través de la experiencia, ha penerradoen el discurso de nuestro grupo social. No obstante, podemos legítima.menre espe-

rar alcanzar una explicación unificada del movimiento, el tiempo y el lugar paratodo el universo en que vivimos y experimentarnos. Ia Física no ofrece una expli-cación del tiempo humano, otra del tiempo de los moluscos y una rercera del dem-po de las esferas celestes3. Los animales se mueven de formas diferentes, pero haytambién una explicación general del movimiento en el universo. Sin embargo, en elcaso del bien, las cosas son de otra manera. En principio, Aristóteles podría inten-tar una explicación unificada de la vida buena de todos los seres del universo, clasi-ficándolos y organizándolos con criterios no reladvos a la especie. De hecho, cono-cía perfectamente este tipo de proyectos -sobre todo, los intentos platónicos de des-cubrir y estructurar una neción no contextud del bien, objeto de una sola ciencia oepistéme. No obstante, criticó profusamente ml proyecro, lo que le obligó incluso asuperar algunos escrúpulos de ca¡ácter personal, según él mismo reconoce:

Esta investigación es una ta¡ea diftcil, pues son amigos nuestros los que hanintroducido las Formas. Pero parece mejor, y de hecho es necesario, sacrificarincluso lo propio para salvar la verdad (a la vez. como principio general y porquesomos filósofos). Pues siéndonos queridas las personas y la verdad, es justo preferirla verdad. (EN l096al2-17)

En primer lugar, Aristóteles declara que nuestra noción del bien no posee la uni-dad necesaria para el desarrollo de una ciencia única, ya que ubuenou es aplicable a

cosas que pertenecen a categorías lógicas diferentesa. En todos los casos, su presen-cia supone la aprobación de aquello de lo que se predica, pero no hay razón para

3 Sin embargo, aquí no es evidente que no pd¿mos disponer de medidas distintas para ñnes diver-sos.

a Véase J. L. Acluill, .qArisrode on 'Good" and the Categories,, en S. M. Stem y cols. comps., IskmicPh;losoplry and the Classical Tradition: Bsdys Prcseztcd n Rich¿rd Valzcr (Mord,, 1972), reimpreso enBarnes, Articl¿s lI, págs. 17 -24; tambén H. Flasha¡, *The critique of Pla¡o's ideas in A¡istode's Ethicsu,en Barnes, Anicles II, págs. 1-16; L. A. Kosman, .Predicating the good" Phmnesis 13 (1968), págs. l7l-4. Sobre el problema general de si puede haber una ciencie rinica del bien o del ser y los cambios de opi-nión de A¡istóteles sobre la cuestión, váse G. E. L. Owen, .l.ogic and meraph¡'sics in some ea¡lier worksof Aristotleo, en I. Düring y G. E. L. Owen, Arisutb ¿nd Phn in thc Mid-Foarth Century (Gorebdrg,1960), reimpr. en Barnes, Articbs III.

375

Page 4: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

pensar que señala una neturalsza común rinica- Esrc rm¡j¡ qr rrmi¡lt$l,profundo, pelo no_ seguiremos examinándolo, pues r-hc ¡!G qE ü ,m!r"rü,nos interesa -la vida humana y las de oüos anima.leF Gs 4-por^lo. que la ciencia platónica seguiría siendo posibt aun --=-¿-d ?,ñTllrrde Aristoteles. Asl pues, nos concenrrare-or .o el hed¡o & irr d Snlimlrrm,hincapié en que el bien delas uidas es, y debe ser, r'detiro ¡ b.TF; &. - ¡1,,n,es único para todos los animales, sino diferente en r.L una, ¡.'a-q fii--u,tr-,,maquea VI, oponiendo el valor práctico, a esre respecE, ydo&Gaqilrü#üt¡naturaleza (ll4la3l-2). Dicho esto, las tres obras étic¡s "*;- ?- g¡,ffi,el bien humano, o la vida buena del ser humano. *Debm bLh'.*- úü mml ;iffsobre qué es bueno, no en,sí, sino para nosorros) (MM llt]tÉSlrEIl, mnru,rmse hace en la ElVde la vida buena comienze con una qxÉ r¡4r s¡ uu6rcaracterística y específica del ser humano ¡ en efeco, en á c.-r--Eailr¡F üs¡lnüqueda del bien a la de la excelencia de dicha funciónt- Vca"'.r F{-

. En primer lugar, Aristóteles insiste reiteradas veccs err qp. J ñ.c ri dnüu¡rético no es teórico, sino práctico. De ello se sigue que, en h inrim ,@oc*,¡frnada sirve hablar de la vida buena en la medida ..t que sca ;.'¡.i- mh{mrcon nuestras facultades específicas6. La existencia divina tal p n¡fuu 16todo punto de vista; pero, en cuanto supera nuesrra capariü¿ s d.,rü[n¡lrLü|user peftienente para los fines prácticos propios de la ética-.

_ Además, la vida que elijamos debe ser posible para n6¡ouu¡ c& rrom, Guruiil1m¡fuerte. Debe ser una vida que realmente podr-os escoger lxrr:r n¡!,¡¡; q*¡mhaya, en suficiente medida, aquello qu. nó. convierte ." ret= dc Ia ,,FF Lr¡¡6rdecir que sobreviven en esa vida. Por ranto, debe seq como mínim fu. smü¡u,*,rmpueda vivir un ser humano, y no una existencia privada de ¿lsg ti. Lr g D ¡omrrsideraríamos que hay vida característicamente ño*"t. Se co'"'¡* [ wj,,ético examinando la función característica y específica de lc h--re -{@,, ,ülrelementos comunes como los distintivos- poryue se aspira ¡ r¡r=¡ r'¡ci ur ru[n*,prenda todo lo que nos hace ser nosorros mismós'. nor i¡emplo, podtrtuq uum@Mil

tar suscribir un hedonismo irreflexivo, <prefiriendo la üd¡ dc-h ü@ $iütlo95bl9-20); esta vida sería posible p"o .torotros en el prim s''üri' ñrmr' ,,ur

comprendemos la importancia central de la razón práctica ao o,5g¿ ¡mÍü.-müÍ¡¡¡ rütü

la función humana característica, entenderemos, piensa A¡id¡¡. w¡r ünnrnpqilnflu¡¡

medida privada de dicho componenre sería aceptaÉle para n<lrxml Tu s ,¡mrrumuu

lo 12.estudiaremos el papel de estas reflexio.t., .., hs Lncepcfurc {k ¡¡ dhu*la amistad). Al comienzo del nrazonamiento sobre la función f,r,'rr*n¡. n¡mm¡oruur

t Se ha discutido si, en esre texto, Aristóteles pide que se consideren b&bcas de la'criatura en cuestión o sólo las qua ao .o-p".ta con oúas. De6€do L * ñ'!!!r@ú'q(aportando bibliograffa) en oAristode on human naru¡e and the fou¡d¿tion¡ oa:,i*- G rum*!¡ür!¡,,rición.

6 Cfr. EN 1095a16, 10961¡32-5, MM tl82b3 y ss. I183a7, 3T5, E t2t-¿*1t. ' Esta es la postura de Aristóteles en toüla MM y la EE, así como en loc Librs Lif,. ,c irl .{ffi ,m,nlas dificultades de concilia¡ EN x.6-8 con lo dem,ís, véase el apéndie a h hnr IIL im q uü!,"r*¡,ri'dad y el valor de la MM, vé:re la n. 1 del cap. 11.

.t Defiendo por extenso esta interp¡etación, con paralelismos históricos y bani¡rG, 3 ú. or¡¡¡6¡

on human naru¡eD. Vease también el cap. 12, dondl examino el uso quc É:-{ri* c !a, ,¡üú'ilürazonamiento en el c¿so concreto de la excelencia social, afi¡mando qo - ¡ & ümüuo, rr4Protágoras que estudiábamos en el capítulo 4.

376

Page 5: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

establece una fecunda analogla con las artes: El saber sobre el bien de la fabricaciónde zapatos o del arte de tocai ra lira debe comenzar por er conocimiento de qué sonestas funciones.. Lógicamente, no cabe decir q'e la función ¿.r bu." zaparero seatocar la lira: la buena función- de cualqui.,

"riífi.. a.u. p.r-""..., d..rr.o d. lo,límites de lo que ¿¡ su actividad-pot zu propia naturareza. Del mismo modo, nopuede resultar que la vida buena d. ,,.r r.ihu*ano sea vivir bien la existencia carac-terlstica de las hormigas; esta última conriene atributos ajenos a ia vida hu,,,"rr" ycarece.de otros que consideramos esenciales para ella. La conclusión es que la deter-minación de la vida buena de cualquier ser o debe comenzar por los componenresesenciales de la_vida y actividad caracterísricos,de la especie o'(aqrrellos ri., lo, qrr.no estadamos dispuestos a considerarla una vida de dicha .rp..il¡. y si estos atri_buros vitales esenciales no son idénticos para todas t", .rp..iá, .oio le parece evi_dente a Aristóteles, entonces la explicación de la vida buena

"" i.u..¿ ser general,sino relativa a la especie. No puedo escoger para mí la existencia de una há.miga,un león o un dios.

Estrechamente relacionada con lo anterior surge esta nueva tesis: las cosas bue-nas y_valiosas pueden no serlo con relación

" tod.rl", formas y.orrái.iorr.s de vida

imaginables. El bien de determinados valores auténticos pu.á. ,.. relativo al con-texto, sin que ello vaya en su detrimento. como veíamoi en el capírulo 5, plaróninsiste en que lo aerdadera e intrlnsecamente valioso lo o ri.-p.Jy.., ,r.r" p.rr-pectiva al margen de todo co¡texro particular: si un valor es r.lari¡rá a una especieo a un.contel¡o, deja de serlo intrínseca y verdaderamenre. pero, como veremoscon más detalle en el capítulo I l, Aristóteles cuesriona esra afirmación. ya en sucrltica a la unicidad del Bien platónico, observa que (no por ser eterno será másbien, como no es más blanco lo q-ue d.r." -'Áo .i.-io ;;;-i. transitorio,(1096b3-4). Del mismo modo, pueáe resurtar que lo que á, uJ."or¿ro con rela-ción a las condiciones_contingenres de una det.rrrrirr"d" fbr;; á. vida no seamenos aurénticamente bueno por esa ulimiraciónr; puede ocurrir incluso (.fr. .pf-g.rfe VI del capltulo II), que tto h"y" valor ético no ielativo al contexto en esre sen-tidoe. Aristóteles subraya que el probler" r: puede resorverr. po,

"rr,i.ipado, sino

sólo con un conocimiento más profundo de ios atribu., .";;;;; y caracterrsti_cos de la vida humana.

II

. sil embargo_, también una ética antropocéntrica puede ser científica. Los requi-sitos platónicosde generalidad y conmensurabilidad puedensari;fa;;rr. .., .l marcode una explicación del valor 9]e b-u5u9 la vida mejár y más valiosa para el tipo deseres que somos (al menos, cabe defende, .r," po.ir.rr"¡. En el protig*or, Sócratessostiene que una técbne en la que todos los valores son conmensurabie, con arregloa una escala cuantitativa única es un medio de salvar las vidas d. lo, .r, bumanos.Diotima afirma que el ascensoiacia un.saber generar ¿. l" b.ti.r", lu. ,ri.g" ras dis_tinciones cualitativas en aras de la medición iuantitativa y niega Ji."r¿.t., ,i.ri.o

e Véase también el cap' 5 sobre las objeciones a la crítica de Platón a la relatividad contextual.

377

Page 6: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

del indiüduo en favor de una aprehensión de lo general, es la única forma de hacerla vida "aiaibb pard el ser humana'. Hemos visto que, en ambos casos, el progresopropuesto plantea cuesüones de identidad, pero no es evidente que la respuesra a

dichas cuestiones excluya que la vida platónica sea una vida para nosorros.Aristóteles rechaza estos dos aspectos caracterlsticos del plan ético-científico dePlatón. Afirma que los valores constitutivos de la vida humana buena son pluralese incomensurables y que, en el juicio ético, la percepción de los casos particularesprecede a las normas y explicaciones generales. Debemos examinar estas afirmacio-nes, pues cabe la posibilidad de que, para dar una respuesra adecuada a la propues-ta platónica de progreso, Aristóteles no pueda legltimamente -ni siquiera dentro desu propio método- limitarse a decir que esra es la manera en que hacemos las cosas.

Thmbién debe demostrar la importancia de los aspectos de nuestra práctica a los quetendrlamos que renunciar si aceptásemos la propuesta de Platón.

En tiempos de fuisóteles, la conmensurabilidad era para muchos un elementodistindvo de lo cientlfico''. Sin embargo, el Estagirita no acepta un arte de la medi-da para la édca". En primer lugar, una de las preocupaciones básicas de sus obraséticas es la crltica del más veroslmil y atrayente criterio único: el placer. Existennumerosas dificultades en torno a la interpretación de las dos concepciones aristo-télicas del placer'2. Lo que podemos afirmar sin temor es que ambas coinciden ennegar que el placer sea una sola cosa que produzcan de modo cualitativamentehomogéneo diferentes tipos de actividad. En ENVII, mis placeres soz precisamen-te las actividades que realizo de cierta manera: la actividad sin trabas de mi estadonatural'3. En consecuencia, los placeres son tan disdntos e inconmensurables entresl como los tipos de actividad excelente. En ENX, el placer se superpone a la acti-vidad a que está vinculado, como la lozanía a las mejillas del joven, completándolao perfeccionándola'a. No es algo separable de la actividad y susceptible de ser bus-cado por sí mismo, como tampocolalozanla del rostro puede conseguirse al mar-gen de la salud corporal.

Además, los placeres ndifieren en especien, como las actividades asociadas a ellos(1173b28 y ss.). Algunos son valiosos y otros no, unos son mejores y orros, peores.Más aún, existen placeres que sólo resultan agradables a las gentes corrupras, mien-tras que otros complacen a las personas buenas (1173b20 y ss.). Como el Platón delos diálogos medios, A¡istóteles considera que la variedad cualitativa del placer y su

'o Véase el cap.4 prralos datos históricos y la bibliografla. Sobre las complejidades del debare sobreesta cuestión en las distintas ciencias, véase G. E. R. Lloyd, nMeasuremenr and mystificationr, de próxi-ma aparición.

_ rr Compárese el excelente estudio de D. lViggins en ntü(/eakeness of will, commensurabiliry and the

objects of deliberation and desireo, en Rorty, Essay, págs. 241-65, esp. 266-6.

_ 12 Existe una amplia bibliografla sobre este difícil problcma. Por ejempto, A. J. Festugiére, Ari¡tote: b

phisir (Par[s, 1946); G. Lieberg, Die Lehre aon d¿t Lust in den Ethihn des Aristotehs (Munich, l95g); F.Rjcken, Der Lustbegrif in der Nihomathischm Ethik (Gotinga, 1976); G. E. L. Owen, uAristotelian ple-asureso, PAS 72 (1971-2), págs. 135-52, reimpr. en Barnes, Anicbs II; J. C. B. Gosling uMoreA¡_ istotelian pleasures, PAS 74 (1973-4); más recientemente, J. C. B. Gosling and c. C. \r. Tiylor, TheGrcek on Pharare (Oxford, 1982), prígs. 204-224. Gosling y Taylor interpretan de fo¡ma diferente elLibro X el_placer es justamente la perfección de la energla misma. No podemos examinar aquí esta cues-tión que, dc todas formas, no afecta a los problemas édcos que nos inte¡esan,

ts ENtt53b9-12.'1 ENY\4, ll74b23 y ss.

378

Page 7: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

relatividad con resPecto al observador son buenas razones para no esüucrurar unaciencia ética en torno a este supuesto fin único.

. Sil ..3!"rgo,el placer no sólo no satisface los requisitos de la ciencia por su faltade unicidad; también carece de la suficiente exhaustividad. En efecto, A¡istótelesinsisre en que nhay muchas cosas que buscarlamos aunque no nos proporcionaranplacer, como ver, recordar, co.ro..r, poseer las virtudes. É in.luso si'necesariamentese siguieran placeres de estas cosas, no habría ninguna diferencia; pues las ebgiría:_mzs aunqtre de ellas no se originara placero @u ltz4a4-g). El placer, aunque estéfirmemente vinculado a la actividad ixcelente como una consecuencia ne.esiria, no.:.:J fi" por el que acruamos. Elegimos la acción por sí mism a; y la i-"girr".iO'deliberativa puede mostr"rnot q.t. lo haríamos in.luro ,i ,. ,oÁpi.ra ese vlnculocon el placer. Esto no es un mero experimento mental contraf;íctiá: en otros luga-res, Aristóteles insiste en que, en ocasiones, la persona buena optará por sacrificar"lavida misma y' por-ranto' toda posibilidad de pi"..r., presenres'y fut,rror, en aras deactuar bien o a-¡rudar

1 ul.amigo (l I l7bl0 ¡ss., cfr. iap. 11, iU. +Ze¡,'. En gene_

ral, la persona buena decide actuar bien aun cuando .l Á.r.rdo ie ímpida llevará tér-mino su acrividad y disfrutar del placer co'espondiente (cap. rr, pag. 426). portanto, la ciencia de Protrígoras represenra incorrectamerrt l" .r"r,rr"l.á d. ,ru.rr.ocompromiso con las virtudes. Y A¡istóteles defiende resueltamente la conservaciónde nuestros compromisos presentes. Estos compromisos permiten el sacrificio p.r_sonal, la acción benefactora desinteresada, la brisqueda r,o'irrrarrr-.rrtal de los diver_sos valores. En la medida en que los considere-o, .rn" parte valiosa de nuesra vidacon los demás, no estar.emosdispuestos a elimina¡ r,r.raro, desacuerdos y conflic-tos optando por esre género de arte salvador de la vida.

l,os argumentos conrra el hedonismo sirven también muy eficazmenre contra lapropia ciencia de la medidal Ia que no se ha propuesro otro posible criterio con lasuficiente seriedad'6. Sin.embargó, es evidente ."tttbi¿n que la'oposición a¡istotélicaa esta clase de téchne es bastante^general. En una de rus..íti.as al Bien plarónico,Aristóteles insiste en que nlas definiciones del honor, de la prudencia y iel placerson orras_y diferentes precisamente en tanto

.que bienes,, obgeizi-q¡. s. ,ripo.r.que esto lleva a la conclusión de que no puedi haber una noción común única debien que.abarque todas .rt"r .omr. y enia política"repudia.*pr.r"-.rra. cualquierintento de hacer conmensurables todos los bienes. Ailí, Atirtát.les refiere ,r.r"'a.o-ría basada en la tesis d¡. gue cualesquiera diferencias entre las personas son perti-nenres para la disribución política. Si A es idéntico a B en todos'los aspecros excep_to en que es más alto, tiene derecho eo ipso a unaproporción mayor d. bi..r., poiiticos que B; si A excede a B en altura, y n "e.r, .l

".t. d. toá la flauta, r.rrdr._

Tgr g": decidir quién supera al o¡ro en m¿yor medida, etc. Ia primera objeción deAris.tóteles.T específica: esta tesis consideia perrinentes caracerístic¿s en buenamed'da indiferentes para la b'rena actividad poiíti.a. l^a segunda.ríü, sin embar-go, tiene un alcance general. El sistema está viciado p".ó. exige trarar rodos losbienes como si fueran conmensurables entre sí: la alrura ia ,.."¿.-rocar la flautase miden con respecro a la salud y la libenad. *pero p,roao que esro es imposible,

tt Sobre este texro y otros conexos, véase el cap. I l.'6 Un estudio detenido del uso aristotélico djconcepro de ympberóalo nútilu o <venrajoso> mues-tra cla¡amente que Aristóteles no está nada predispuesto a -rrrrá.ri.lo en med.ida únic¿.

379

Page 8: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

evidentemente no cabe pensar que, en la política, los hombres justifiquen sus peti-ciones con cualesquiera desigualdadesn (1283a9-1 l).

Llegados a este punro, el defensor de la téchne política podría objetar queA¡istóteles se limita a describir eI statu quo. .Ahorabien, la aristotélica no es una crí-tica decisiva contra una posible téchne,la cual no siempre se ajustará a la manera enque se hacen hoy las cosas. Aunque en la actualidad sea imposible medir con unmismo criterio libertad y altura, arte musical y salud, la ciencia puede mosrrarnos elmodo de hacerlo mañanar7. ¿Qué razones aporta A¡istóteles para convencernos deque ninguna téchne podrl, de un modo aceptable, llevarnos nunca más allá de loque somos actualmente?

Aqul debemos regresar a la observación de Aristóteles sobre la diferencia de defi-nición, interpretándola a la vista de sus explicaciones de los distintos fines intrínse-cos de la vida humana. Según las obras éticas, la vida humana buena comprende dis-tintos elementos, cada uno de los cuales es definido separadamente de los demás yvalórado por sí mismo". De hecho, dentro de la propia explicación de la excelenciadel carácer se estipula que las buenas acciones se eligen por sl mismas, y no simple-mente en función de alguna otra consecuencia o premio (1105a32). Cada una delas excelencias se define distintamente, como algo valioso en sl. Adem¡is, Aristótelesafirma de manera expllcita que hay muchas cosas en la vida que elegimos por sí mis-mas: ulas elegiríamos aunque nada resultara de ello, (1097b3-4; cfr. l096b16-19).Ahora bien, valorarlas, cada una por lo que es distintivamente en sí misma, pareceimplicar el reconocimiento de su carácter propio y diferente de las demás. El lectorde la ENconocerá o aprenderá lo que son el valor, la justicia, la amistad, la genero-sidad y muchos otros valores; comprenderá que, en nuesrras opiniones y prácticas,son diferentes €ntre sl y no pueden intercambiarse. Entonces verá que la conmen-surabilidad de los valores rupon. eliminarlos en su forma acrual, .r."rrdo orro nuevono idéntico a ninguno de ellos. En este punto, se suscitará la cuestión de si ese

mundo con un valor único posee la diversidad y riqueza del actual. Un universodonde la salud, el valor, el tamaño, el nacimienro y la justicia se sitúen en unamisma escala y se ponderen juntos, convertidos en funciones de una sola cosa, esta-rá privado de ellos segrin hoy los conocemos. Esto puede considerarse un empobre-cimiento. Valoramos esras cosas lo bastante en su distinción para no querer perder-las.

Sin embargo, esta interpretación plantea un problema. En efecto, se ha seña-lado que Aristóteles dice expllcitamente que la deliberación y la elección se rela-cionan, no con los fines, sino con los rnedios para esos fineste. Ahora bien, cabríaafirmar entonces que, después de todo, aquello a lo que atañe la elección, inclui-dos los valores que constituyen una vida humana buena, debe entenderse como

T.-tor (comparables) para algo que se encuentra más allá de ellos (por ejemplo,la felicidad o la satisfacción); el fin sería algo distinto, que esos *.dior produci-

'' Cfr. cap. 4, especialmente lo dicho sobre Sidgwick en las págs. 166-167

. ¡E-Nuevamente, Eiy'Xplantea un problema para esta interpretación; cfr. el apéndice a la Parte III y

la n. 37 del cap. I l; pero en la mayor parte de esta obra, y en especial en la exposición soSie las exce-lencias y le pbilfu (cfr. cap. 72) aparece esta concepción amplia.

.'e Los lugares en que Aristóteles supuestamente dice esto son, enr¡e otros, EN I I I I b26, lll2bll-12, ll13e.l4-15, rll3b34 y EE 1226ú, 1226b10, t227at2.

380

Page 9: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

rían en mayor o menor,medida'0. Esto parece devolvernos a la idea de conmen_surabilidad, pues, enrre los medios q". f;rr"., "l

fi" E-.i-;;.lr.l o.¡or,"t seleccio_

ntif: que produzcan F en -"yor'gr"do, y para.llo .r-.r.l.rario .l arte de la

Por fortuna, la dificurtad no es insuperable. En efecto, como han indicado úld-m¿rmenre algunos al,¡ores, el texro aristotélico ", di;;;;;;;iñ;-., sólo acercade medios". En realidad, A¡istóteres .r;;il; *No deliberlmol r"lrl n,r.r, sino sobrelo que se orienta al fin, o nlo que ?;;;al fino. gr." Ar_J".i¿n más ambiguano se refiere exclusivament.

" lás medios irrrtrumentares. por el conrra¡io, es ro bas_tante amplia para incluir la deliberación sobre lo que cuenta como frn,sobre sus ele_menros constitutivos G..:,."r. de un tipo d. d.l¡bir".iál qr.lí"¿reles mencionaclaramente en orro

'ugar'). H.Ermdril" .Jli-ir" a decir qu., .n toda deliberación,debe existir algo sobriro que efiaui;, q; * sí mismo ,rb r. pon. en cuesrión enesa deliberación concreta. p.ro .n .r ,.rro'á. i"i.rl'ü..".¿""p'r.il'f,r.*urr,"r_.

oo,los medios conducentes a u¡r fi.n . p.;;rpecificación ¿er nn Áismorr. y es evi-dente que esta última no exigc l".or-*ur"Éiitd;¿ i;;';;il;".tiendo del finvalioso del amor y la amistai, puedo i"r.rrog"r*. por una especificación de lo queson' más precisamente, .rro.-y ótra (y buscar una enumeración de los distintos tiposde amor) sin.que ello implíqu. ú;;;r;ero que estas relaciones diferentes sonconmensurables con arr.glo

" urr" ercala cuantitativamente única, ni entre sl ni conorros valores importantesl

)/ si corr.rrp...o

"t "*rrtl;l;r;;;;;..g"nto si for_man pafte dela eud¿imonía,ravida buena der ser li.,-;;,'il.,,..,li¿r, rro implicaque los contemple segrín un ,olo .rit.rio ,ri que piense que producen argrin otrovalor. Como recuerda A¡istóteles, ,tgo pu.J. i., u., fir, .n ,i;;. ¡ al mismotiempo, un compo¡ente varioso ¿. oi.o h" ,nás amprio. Er problema de si una cosaforma parte o no de ra eud¿imonías. id.ntifi.a.orr l".*rÍ;;ilt es un elemen_to valioso de la meior vida humana u,r.n". p,r.*. q".r.i" "airüdo q,r. la vidaóptima debe comprender todo lo

"ur¿nri.*.n,. ..riioro ." Ji; Io que la vidasería incompleta y estarla privada d. ,r"ro¡¡ri l" .,r.r.ilr, .qririi

" p*guntar si lacosa tiene valor intrínseco o es digna de ,., .r.ogid" p or sí misma.pero Aristótelesha afirmado que eresir.algo por ri?ir-"'1p- r.'qr.:J ;;;i;;; requiere consi_derarlo cualitativamánte conmensurable .o'r oa." losa valiosa, ,irro q.r., de hecho,es incompatible con ello. verlo asl significa no percibir correctamenre el carácter

,,ffi f ;:;i,f.ix*l;;il..ffi T:,:[r:t:;:#,;i,,;,;í,H:*il*::*;,íi:r!,r!;ri,fi,;;:Í'g#il1;K;-""i1"1,*.-,rii.¡;,,;;;;í'üá.i.lJ*lü ci, , y.n A,i,inl

'' El primer auror oue h" rini"do-.r,. orr.'.,o en -ra -bibliograffa reciente es Mggins ennDeliberationo (que circula en copias -.."rog."fi"J;'l"o¿. llerl. J. Cooper, en Rcason and Hum¿nGood in Aristotl¿ (camb¡idce,Jrdssi:h;;"i;ii;:io*

nu*o, a¡g'menros. comento ras tesis deY'ffiff:.T,3; !l:;!{:t^1[W"." "*'rái iL'..o. ¿.**,'iu+ *?#,,*a"po,. rrTiggins

" Véase, p. ei., Metafrsica lO32!27, pothica 1325bt6, t338b24, EN tt44ei v ss.

,,,ro|]T',,t: especificación ¿'l n', '¿^. 'ur¡gs'í,""ói'il.";";,;;;;Jr: su expricación de

x EN 1097b14 v ss' Váse el excelente comenta¡io sob^re esre pasaie deJ. L. Ack¡i¡ en nA¡isrode onfr{#Tí ::

p n¿ to oe7 4), páss. 33e -te,'.'d."; R."y, i*;;;ó ;dih . también MM

381

Page 10: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

distintivo de ¡z naturaleza'5. En resumen, la concepción aristotélica de los finespa¡ece ser la estructuración teórica de la postura con respecro a su pluralidad yriquera que enconrramos en la Antígonay, en general, en el politeísmo griego. Unavez más, A¡istóteles nsalvao las apariencias de su cultura.

III

La crítica aristotélica al fin científico de la conmensurabilidad se basa en la ideade ofrecer una definición de cada uno de los valores que se dicen conmensurables.Cabe esperar que, como todas las definiciones de A¡istóteles, éstas adopten unaforma universal y no mencionen casos particulares salvo en la medida en que ejem-plifiquen un concepto o norma universales. Ello plantea la cuestión de si A¡istótelesestá negando una parre del proyecto científico para afirmar y resaltar otra igual-mente importante, a saber, la exigencia de universalidad. Conviene recordar lo quemotiva dicha exigencia y cómo la medida de su cumplimiento puede condicionarnuestra relación conla tycbé.

El ciendfico observa que, en la deliberación cotidiana, nos confunde y molestala_particularidad compleja de las situaciones, siempre nuevas, en las que debemosadoptar una decisión. Toda situación novedosa puede sorprendernos,-en determi-nados aspectos, por ser distinta de las precedentes; todo elemento valioso puede

Parecer cualitativamente único, diferente de todos los demás. Esta manera de ver lascosas tiene al menos dos consecuencias negativas. En primer lugar, carecemos de unsaber.general que cubra el rímbito de lo práctico: no podemos órganizarlo, ni expli-car claramente sus caracterlsticas más importantes, ni llegar a una nueva siuaciónesperando descubrir componenres o aspectos de ella que ya hemos aprendidor'.Desde el punto de vista cognoscitivo, nos encontramos a merced de iada nuevosuceso, que se presenta como un misterio. Esto limita gravemente todo intento deplanear y poner en práctica una vida buena. En la medida en que el mundo de lao-ráctica tiene sentido para nosotros, que lo comprendemos, ello se debe a que nosdamos.cuenta de que ejemplifica determinados rasgos repetibles y, por ranro, gene-rales: decimos, (esa situación requiere ualar, o (etto es una injustiáau, esculpÉndola nmaterian indeterminada de lo nuevo mediante una selección de elementos quehemos visto y aprehendido con anterioridad. Nos guiamos cognoscitiva-.it.intentando alcanzar un saber de estas cosas; al mismo tiempo, nos orienta"mosmoralmente dándonos a nosorros mismos, o recibiendo, pr.i.ptor y normas ar-ticulados sobre estos elementos repetibles, y modelando nuertros deseos en conso-nancia. El científico (platónico) propone llevar todo lo lejos posible esta exigenciade universalidad, buscando un sistema de normas prácdcas q.ré nos prepare de-ant.-mano para las exigencias de las nuevas situaciones y, al mismo tiempo, tratando dever éstas en la perspectiva de dicho sistema, como casos particulares. Así, nunca sere-mos cogidos por sorpresa.

tt Sin embargo, esto no excluye todo intento de a¡moniza¡ los fines; con frecuencia, la dete¡minaciónde-un componamiento virtuoso requiere tener en cuenta su relación con oüos intereses y obligacionesdel agente.

t Sobre el sabe¡ en Aristóteles y su relación con las explicaciones generales, véase el cap. 8.o, con citasy bibliografia.

382

Page 11: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

La segunda consecuencia desafortunada dera particularidad ética es la exposi_ción a la pérdida. Varias veces hemos visto q,,e l" ti;" il;;.ligo .,r"lioro es cuali_tativamenre igual a muchas otras cosas y puede ser sustituiio poor ellas nos protegeconrra la vulnerabitidad. par1..............., Diotima, 6;¿ ;;.;;;;lJ o ur," insrituciónqueridas como únicas a percibirras comi enddad., q".;;;;ip"" a. un valor gene-ral suaviza las tensiones de ra pranific".iá., ¿. l" ui'¿".'s ,;.il algo a un objetoamado, exisren muchos orlor g^q varor parecidr. s.g,r; .i p;;io cienrífico prató_nico, también por esra razón debemo, t.rr.". lo geieral .i .í;.úfuistóteles elabora definiciones generares d. T* .*..I.r.i*. r"-ui¿n define laexcelencia en generar haciendo referácia J" "rJ;;;-;'; ür,un" ,.gr" o razón:nla excelencia es un estado der carácter (h&is) concerniente

"'1"'.L..iórr, que con_siste en un término medio reradvo "

,,orotro, y d.l.id;;;;; un ugor,aquel porel que decidiría la persona prudenteo (tñ1roeú6-7^D. EI i;i*iduo cuyas elec_ciones son paradigmas para nosotros utiliza una regla o razÁn.Thmbién en otroslugares señala Aristótelei la función del ortbós tógrr'-r^-";;gi^'.o*.,"" o Ia nrectarazón>27- en la prudencia. No obsranre, insiste ei gu.l" ññ; no es episté"rne,esro es, saber científico deductivo de los universrt.r*.,"¿,.,.í.-riJo i"ue concierne a losparticulares exrremos Ga hath' héhasta), que no peftenecen ar ¿mÉito de ra epistéme,sino que son aprehendidos medianr.-u.r'" .rp..i. a. p.r..p.iorr- (it+z^fi y ss.)re.En consecuencia, a pesar de que hay -otiuo, p"r" penr", qle el Btagirita simpati-ze con este aspecro del proyecto científico, ,"-ui¿., * .ria-.",.'q;. ii.rr" ,i*i"rr"tiene sus límites. por tanto,-hemos de pr.gúrra"rnos qué son y qué ,ro son estas regrasgenerales aristotélicas y cómo h".. uro di erras Ia persona prudente.un modo de comenzar es señarando h d;'fu;i;"tr;;ilr^ que puedendesempeñar las reglas en ra deriber".io" | ü justificación ¿,r."ri. üna posibilidad3oes

.9u.e las reglas y principios universares seaÁ directric.r; ;;;; derivadas de rapráctica, es decir, resúmenes de decisiones particulares, .,rilir"irr-Jon fines de eco_nomla y para identificar ras característi.a, m,s i-pori"ni., á;i.;; particurar. Ardecidir aplicar dichos principios

"dmiti-o, que, en situaciones concretas del pasa_do, este tipo de decisiones fu. .orrrid.r"do ..il;;;;::::: ::i:dentesrp'i"-iüi.--.'r.i.'.osóloporques;-";'""-"11fiT::ff":;:¿;'::l'H::ter intrínseco u otras posibres

".ni";"r). Los principios son resúmenes descriptivosde buenos juicios, válidos sólo en ú ;;iJ" en que los describen correcrarnenre.

* Añado <iustificacióno Porque se puede pensar que una.regla o sistema de reglas justifica determi-nada elección sin que havan de utiri'¿'rs.;pí¿t,"-.; .n r" á.iii.r".ü;.fJ?:, ambas conce¡ciones de las regras, algunas- eleccion* * ;:i?;;;r'üu¡. -r",i"r";üffi;.n consciente. Enconsecuencia, la cuestión imponante es qué crirerio aplicaría r" p.rr""" p-i."i'|l," ¡*.ifi.., qu. ,,,elección es la correcra. Aristáteres -;¿;; ;;;i;pfi;rr" buena roma argunas decisiones inmediata-mente, sin llevar a c¿bo todo- el proceso ¿. f" ¿.i¡UI.Jón; sin embargo, la explicación correcra de suacción puede requerir una referencia

" p.i".i¡., ,á .iilnor, ¿. manera explícia.

,.r,.,, ao.lt03b32_3, trt9e20, ttl4b29, ll38al0, ll38b2r, 34, tt22b23_8,1147b3,3t,1151a12,

')8 Véase mi Essal 4 y, sobre la epistéma el c¿o. g.'" sob¡e la afirmación de que la acción se áacion" con los particulares extremos, véase I109b23,r I r0b6, tt26b4, tt42a22, tfqt^zs, tz,U, il'ii^t,1i,V.

.".l"l,tf;#"t mi exposición del Essay ¿, íao.. zli lrr., p..o int¡oduciendo numerosos cambios y

383

Page 12: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

/

Son normativos en la medida en que transmiten con economla de medios la fuerzanormativa de las decisiones concretas buenas de la persona prudente y porque, porvarias razones, deseamos guiarnos_por las eleccioner d. .r" p..ror". si" .-b"rgo, l"mism.a simplicidad y economla del principio son un ".-" d. doble filo:

";qr;contribuyan a sus funciones pedagógicas y Lrientativas, pueden hacerlo menos váli-do como resumen de elecciones riuñ..or", y complejas.

Otra posibilidad es que las reglas univerr"l.r poí."n en sl la autoridad últimacon resPecto a la que se han de valorar las decisonis particulares. Como el filósofoplatónico, que,escudriña lo particular en busca del atributo universal qr..;.*pliÁ-ca' y lo considera éticamente pertinente en la sola medida en que participa i. l"forma general, quien desee ser prudente intentará ver la nueva situación a la luz deuna regla, y entenderá que sus atributos concretos son pertinentes desde el punto devista ético en cuanto ejemplos de lo universal. Lo idioinicrásico no puede ,., p.rti-nente3'. Es más, el principio universal no es normativo por su r.héión con;uiciosparticulares, sino por sí mismo (o por su relación .or, árro, principios más eleva-dos).

. La segunda interpretación promete una ciencia o téchne delrazonamienro prác-tico, mientras que la primera no lo hace o, al menos, no en la misma medidair. Laprimera permite que las caracterlsticas contingentes de cada situación prevalezcanen última instancia sobre el.principio; en coniecuencia, en un sentido i-po.r"rrr.nos deja a merced dela.tyché. Algó nuevo, inesperado, único incluso, puede obli-garnos a modificar la regla, pues ésta, para ser.o}r..t", debe describir dibidamentelos casos. Así pues' hay.espacio, 1o,sfi9 para la sorpresa, sino también para la inse-guridad cognoscitiva y la vulnerabilidad que pr.t.r,dí" evitar la .orr..p.ión cientlfi-ca. platónica. Las propiedades particulares-de una persona amada pueden tener valorético ¡t'nque no estén contempladas.en el principio (incluso

".'qu., por su propianaturaleza., no pudieranser aprehendidas pár ninguna descripción general). ó. .r,.modo, debemos estar siempre atentos a-lo que se encuentra ante nosotros en elmundo: no cabe tranquilizarse con la idea de que sólo debemos ver y reaccionar aa]99 que conocemos con anterioridad. En fin, debemos .rt"t pt p"r"dls para la pér-dida, pues algo valioso no es un mero ejemplo de un principlo iiiu..r"l, asimismopresente en otro lugar.

, Irl tanto, ni lo que dice fuisróteles sobre las_reglas ni sus definiciones genera-les de las virtudes son necesariamente incompatiblé"s con su

"nr-".i¿r, aJq.r. .trazonamienro ético no es ni puede ser epistéme ni téchne: su idea d. l" ,r"t.rrj.r" Iautoridad de las reglas puedeier la concipción no técnica que hemos examinado enp:i-.f lugar. A continuación intentaremts demostrar que, de hecho, esta es la opi-nión de Aristóteles.

, . E".pliTer lugar, A¡istóteles dice dos cosas sobre el criterio último para valorarla bondad de la elección ética que hablan claramente en favor de la inierpreraciónno científica. Afirma que el critirio de la excelencia se determina con relación a lasdeclsrones.de la persona prudente: lo apropiado en cada caso es lo que ésta decidi-ría. Yañade que' en asunros éticos, el "juicio, o la ndiscriminacióno'radi.".r,

"lgoI CÉ. cap. 6.3'Unavezmásconvienerecordarlaexplicación

delatéchnedelcap.4;laconcepcióndeAristótelesse aproúma a la de Protágoras, según se inierpreta en dicho capírulo.

--r-'

384

Page 13: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

que denomina PercePción (aísthesis), una facultad discriminadva relacionada, nocon la aprehensión de universales, sino con la captación de particulares concretos33.El contexto aclara que A¡istóteles expresa aquí sérias ..r.** con respecto a la ideade que los principios universales son los árbitros de lo éticame.rt. ,.éto,

El que se desvía poco del bien no es censurado, ranro si lo hace por s(cesocomo por defecto; pero sí se censura a quien se desvía más, porque esto es eviden-te. Pero decir hasta qué punto y en qué medida alguien es censuiable no es fácil dedeterminar mediante un principio (tói hgói aphoisail, porque rampoco lo es nin-guna de las cosas que se perciben. Porque ales cosas son paniculares concretos, yla discriminación35 reside en la percepción (1109b18-23).

. fuí pu9s, los principios no capran los finos deralles de lo particular concreto,objeto de la elección ética. fute ha de aprehenderse en relacián con la situaciónmilma, mediante una facultad adecuada para captarlo como un todo complejo. l,asreglas generales son criticadas aquí por su falta de concreción y flexibilidad. l, "per-cepción, puede tener en cuenra los matices adaptando sus juicios a lo que encuen-tra ante sí de un modo que resultarla muy diflcil mediante un principiopreestable-cido.

A¡istóteles reitera estas dos críticas para demostrar que los enunciados éricosuniversales son posteriores a las descripciones concret.r, y1"r reglas univerales, a losjuicios particulares. nEnrre los enunciados (hgoi) sobre la .orrJ.r.r"u, escribe unaspáginas- antes, olos universales (hathólou) son más generales (hoinóteroi), pero losparticulares son más verdaderos, porque la acción Joncierne a los particui ares (tahath' béhasta), y los enunciados deben ser armónicos con éstoso Oló7a29-32).l;,sreglas poseen autoridad en la medida en que son correcras; pero sólo lo son en cuan-to no yerran con respecro a los particulares. Y ello no es posible para un enunciadouniversal simple con el que se pretende englobar .ttr*.*or part-iculares distintos36.Por tanto, en.su exposición sobre la justicia, A¡istóteles insiste en que el juicio del

fBente debe al mismo tiempo ser recto y completar las formulaciones unií.rsales dela ley:

Toda ley es universal; pero sobre algunas cosas un enunciado universal nopuede ser correcto. Asl pues, en los asuntoi en que es necesario hablar de un modouniversal,_ Pero no es posible hacerlo rectamenie, la ley toma en consideración elcaso usual, sin olvidar la_posibilidad del error... Por tanto, cuando la ley se expresauniversalmente y surge algo que cae fuera de la formulación universal, etttonces es¿íbien' allí donde no alcanza el legislador o yerra al simplificar, corregir la omisión,

rr Para la relación entre los particulares y la aístbesis, véanse I I l3a I , I 109b23, ll}6b4, 1147e26.r [¿ traducción de ofig¿s, en esros contextos plantea serias dificulades; con frecuencia, traduzconenunciado, (statemmt); Pero a veces se ¡efiere al principio érico que se formularh en un enunciadogeneral.

35 nKñsisr, nkrínestai,y ottos términos conexos se traducen a menudo por ujuicioo y njr,"garo, inco-rrectamente. De hecho, significan solo discrimina¡ y scleccionar. Váse Nussbaúm , De-tion-334, en elque cito un a¡tículo inédito de J. M. Cooper.

. . " y impgnalgia de que eústa a¡monía entre enunciados generales y kath' héhastala subraya tam-bién fuistóteles al hablar de las ciencias: por ejemplo, MA 698;tl, ruq 49u1, GC 316a5, GA7 j7b35y ss.' 760b28 y ss.' 788b19 y ss. En la ética, sin embargo, la naruraleza de lo práctico agudiza el proble-ma, pues los enunciados generales pueden ser erróneos en mucha mayor m.dida.

385

Page 14: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

dige1{o lo que eI Iegislador mismo habría dicho de haber estado presente y hubie-ra legislado si hubiera sabido (ErV I l37bl3 y ss.).

l' hy es considerada aqyí una suma de decisiones prudentes. por ranro, con-viene completarla con otras iecisiones juiciosas tomad.as en la situación concrera; ytambién corrregirla cuando no sinteticá "d.",r"d**r. l" q". il" un buen juez.Nuevamenre, el buen juicio aporta mayor concreción y n."iirua"a.

La exigencia de flexibilidad, tan iÁportanre en nuestra interpretación de estaconcepción no científica_de la erección, ,. .*pr.r" inmediatamerrt ^derp.rés con unametáfora37- Aristóteles

9b¡erva que quien pr.tend. ;;ri.;;* sus decisionesapelando a algún principio g.r,eral fijo ., io-o el arquitecto q'u. ir,,.rr," utilizariT i.Fl"

recta pÍua medir lJcurvas i. un".otu-n". Éfi"." "il"i*cto, como roscte Lesbos, emplea una banda metálica flexible gu.. o:. adapa a É r"rn,"'J. 1" pi._dra y no es rígidan (rr37b30-2). como .rr" ,.gü, u u,r."Já.fu.r".ión se acomo-da a lo que encuenrra;j:,i.drfl..ible y respeüná,,";.;pl;;iá"l. N, asume quela fo¡ma de la regla rige las apariencias; permite que las apiriencias se gobiernen asl mismas y sean la norma para la regla.

-, - c"brl objetar que Ariitótel., ,Jr.fi.r. exclusivamente a ras deficiencias de losslstemas de reglas actuales y nada dice contra la idea de que podría elaborarse unaüchne ética si las reglas o piincipios ñreran b b;r;;;;ü;r:;;rvieran ro sufi_crenremenre perfeccionados para caprar las complejidades de las situaciones de laexperiencia. sin embargo, esto supone ro .o-pr.rráer en todo ,r, "r.*.. la crlticaarisrotélica del universal. En oroi lugares, .l Br"gi.i;";;;.;;;.ributos de oloprácdcon que demuestran qrle ni siquiera en p.irrci"pio p"J;; h;ü..io.r., prácti_

T :tt incorporadas adecuada ni:gqnJ..1-enr€ a un sisrema de regras universares.Dichos atributos son la mutabilidad, r" i'd.t.r-#6" ]- t"'tp".i.ularidad.A¡istóteles no los distingu! muy claramenre, d. -"J; ;;;;;.rl.r;;r.-os los texrosen que los menciona paia hacerlo nosotros mismos.

En el mismo apartado de ENy, se dice que los asunros prácticos son, por supropia naturaleza, indeterminados o indefini¿"t f"iÁriii;L insuficiente-mente definidos hasta ahora- (fi37b29). u"" r"r-ut".i¿íg.;;r"ü, imprecisa, noporque no sea buena, sino por la índole de los asuntos éticos: uEl error no está en laley ni en el legislador, sino en la naturarsza J. u..r", p"."" ;;; ;* h índole delas cosas prácticaso (fl3Zb29). En el Libro II, al estudiarla función de las defini_ciones y exposiciones generales en la édca, y antes d. rfú;;;r*" definición delas excelencias, afi rma]

Admltase de antemano que todo lo que se. afirm a lhgos) sobrelos asunros prác-ticos debe decirse en esquema y no con precisión; y" indl.._o, "l

principio que seha de tratar en cada caro regrin l"_ -"t.r'i". v."-i.í *r",;;;#;, y ras cuestio_nes sobre lo venajoso, nadihay fijo, como tampoco .., lo qt.... r.n... a la salud.Y si la definición general es así''con más motivo la d.firi.io'r, d.lo pani.ular care-cerá de precisión. porque tales casos no caen b"i" .l d;;i;i. á.li"grr" ciencia(téchne) ni precepto, sino que los agentes mirmoá d.b.r, .o.r.id.r", siempre ro quese ajusta a la situación, .L-o ocirre también en la -.¿]l-" y l" ;r;g;.il;(t103b34-Í 04a10).

3t Váse el excelente comentario de rViggins sobre el texto en <Deliberationr.

386

Page 15: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

El enunciado universal debe considerarse sólo un esquema, y no una formula-ción precisa y dtfinitiva (a pesar de las versiones más d¿biles de algunas traduccio-nes, no hay duda de que opbeílei tiene ñ¡erza de obligación). No es-sólo que la ética

lo h_"y" alcanzado la precisión de las ciencias naturales; ni siquiera debería inrentarhacerlo. A.plicadas al caso particular, que es lo que inreresa a la acción, las explica-ciones y definiciones ciendficas generales qrrecen necesariamente de la adecuacióna la situación concrera que exigiría la buena práctica.

En este breve texto se indican tres razones de dicha carencia. En primer luga¡está la mutabilidad o falta de fijeze de lo prácdco. (Jn sistema de reglas estableJidode antemano sólo comprende lo visto con anterioridad, al igual que e'i tratado médi-co ofrece sólo el cuadro clínico conocido de una enfermedád. piro el mundo colo-c¿ ante el ag_ente configuraciones nuevas y so¡prendentes. Incluso la justicia naturalde los seres humanos es variable, es decir, dene raíces históricas y no por.. una basemás duradera que el universo de la práctica social (EN l l34bl8-33). y, .o-o

"..r-tadamente dice A¡istóteles, si esto es verdad respecro de una concepción general dela justicia, con mayor morivo lo será de las exigencias concreras reiatirrar-a un con-texto que suele variar con los cambios económicos y sociales. El médico que, anteun nuevo cuadro sintomático, se limitara a consultar los textos de Hipócraies, segu-ramente prescribida un rratamiento equivocado; y al piloto que guiara su návesiguiendo reglas fijas en medio de una rormenta de inténsidad y dñección impre-vistas se le considerarla un incompetente. La persona prudente ,riilir" la flexibilidady la imaginación para afrontar fo luevo y iultiva las facultades que le permiten(como decía Ti¡cldides sobre el ideal ateniense) nimprovisar lo que hace falta,(cfr. cap. 6, ep' I$3s. En distintos textos, fuistóteles ciracterizala piudencia comovn stoch¿zesthai orientado al bien3e. El término, que originalmente significa (apun-tar a un blancoo, se utiliza para designar un uso impiovisado y conjetural áe hrazón. Según A¡istóteles, oQuien delibera bien absolutamente hablando es el que sepropone como_blanco (snchastihós), según la razón, laconsecución del mayoibienpráctico para el ser humanoo (ll4lbl3-14), y nuestro autor relaciona esra normacon la idea, que reitera. vnavez r,nás, de que la prudencia concierne a los particula-res, y no a los universales (1141b14-16)*.

A¡istóteles habla también de la indefinción o indeterminación de lo práctico.(Estos atributos sólo los_menciona explícitamente en el texto de ENV; pero en orrosafirqra

9ge_ una téchnedelo práctico es imposible por la naturaleza de su objeto, y

en ENV dice que esa indeterminación Qo aóristoi) es una de las característícas delo^práctico en vinud de lo cual éste es verdadero). Es diftcil saber lo que significa talafirmación, pero en todo caso parece relacionada con la diversidad de los ionrextosprácticos y la relatividad situacional de la elección correcra. Es muy revelador unejemplo propuesto por Aristóteles en orro lugar. No existe definiciiÁ ftoismós) de

* A¡istóteles niega aquí que la ética sc:. epiabnc en el sentido platónico o de los Anallticos segundosseñalando sus-semajanzas con ll" arres esrocásticas, que también se pueden denominar téchn¿i en ín sen_tido más amplio, por ser generales y enseñables en ciéna medide. En las divisiones helenísticas de las ¡lrá-z¿¡ se considerará que las téchnai sachasühái forman una clase apane.

3r Aunshediá¿in ta dlont4 Tucld. 1.138.3' Sobre sacházesthai, cf¡. también 1109a30, ll06bl5, 28, rl09ú3; véase asimismo el estudio del

término que efectúan Detienne y Vernant en Mltis, pags. 38, 2g7-300.

387

Page 16: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

la habiüdad de contar chistes, señala el Estagirita, sino que ésta es aóristos, indeter-minable o indefinible, puesto que se trata de complacer al oyente concreto y nloodioso y lo agradable son distintos para distintas personasD (1128a25 y ss.).Haciendo una extrapolación, se diría que la decisión excelente no puede estar con-tenida en una regla universal, ya que ha de ajustarse a las exigencias complejas deuna situación concreta con todos sus atributos contextuales. La regla, como elmanual de contar chistes, pecaría por exceso y por defecto: por defecto, porque loque importa es la sensibilidad a lo concrero, y esto faltarla; por exceso, porque sucarácter normativo dificultaría la flexibilidad necesaria para la buena práctica. Laregla flexible del arquitecto es aóristos porque modifica su forma según la de lo quetiene que medir. Así, mientras que, cuando se referfa a la mutabilidad de lo prácti-co, Aristóteles subrayaba el cambio en el tiempo y la importancia de la sorpresa, alhablar de lo aóristoa resalta la complejidad y áiversidaicontextuales. Ambos atri-butos parecen exigir flexibilidad, un ralanre adecuado y un racto que escapan a todadescripción general.

Por último, Aristóteles indica que un caso ético concreto puede contener ele-mentos particulares irrepetibles. Afirma que el caso ético no cae bajo ninguna téch-ne o precepto, con lo que quiere decir que, por su misma naturaleza, no es repeti-ble o, al menos, no de manera simple. En parte, ello es debido a su complejidad yvariedad: propiedades que se repiten en combinaciones sin fin generan situacionesirrepetibles. Sin embargo, Aristóteles piensa también en la pertinencia ética de loselementos no repetibles de una situación. La dieta moderada del luchador Milo noes la misma que la dieta moderada de Aristóteles, porque el ramaño, peso y necesi-dades de Milo (concretas y presumiblemente únicas) determinan lo que le convie-ne. De forma simila¡ el buen amigo atenderá a las necesidades e intereses particu-lares de su amigo, haciéndole bien por lo que es en sí mismo, y no con vistas a algúnbien general. Como veremos en su momento (cap. 12), buena parte de este nen símismoo consiste en atributos repetibles del ca¡ácter; pero en el a-mor y la amistadtienen gran importancia ética determinados aspectos de la biografía común y la rela-ción familiar que ni siquiera en principio son repetibles. ul-a prudencia no se rela-ciona sólo con los universales; también debe referirse a los particulares, porque espráctica,ylapráctica concierne a los paniculares, (1 l4lb4-16).

Por todo lo anterior, las reglas, consideradas normativas según la segunda inter-pretación, son intrlnsecamente insuficientes para resolver las dificultades de la elec-ción práctica. No obstante, de acuerdo con la primera concepción, poseen una uti-lidad clara, aunque limitada'.. Sirven de orientación en el deiarrollo moral: en efec-to, quienes no poseen aún la prudencia y el nous necesarios precisan seguir las reglasque resumen los buenos juicios de otros. Incluso son útiles para los adultos virtuo-sos, al guiarlos en su enfoque de lo particular y ayudarles a determinar sus caracte-rísticas más importantes (véase más adelante). Cuando no hay tiempo para tomaruna decisión concrera examinando todos los atributos del caso parti-uha mejor esdejarse guiar por una regla-resumen que decidir apresurada y equivocadamenre.Ad91nás, las reglas brindan constancia y estabilidad en las situacionér en que la par-cialidad y la pasión podrían deformar el juicio. (Éste es el principal

"rg.t-.tttó d.

{ Véase también E*sa14, páqs. 212-13.

388

Page 17: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

A¡istóteles para preferir el gobierno por leyes al gobierno por decreto). I as reglas sonnecesarias porgge no siempre somos buenos juices; si en verdad actuásemos ética-mente como debiéramos, las necesitaríamos en menor medida.

Por último, en PolíticarrA¡istóteles afirma que, en cierto modo, y contra lo quepodría parece! una ética antropocéntrica precisa^apoyarr. ..r ,.g1", ií.l,rro -á" q;.una ética pla-tónica. En efecto, si no exisie ley diün" ni epistáebasada en formaseternas que fundamenten el juicio ético -si ü justicia huÁ"n" esrá anclada históri-camente y existe sólo en el mundo humano y si, en consecuencia nla ley no tieneotro poder de hacerse obedecer que el hábito, ltzesuzty ss.), modificar continua_menre la ley puede generar ,rn clima de desarraigo y ,r"raorrro, morales. Esta no esuna tesis relativista: Aristóteles- puede considerartmpatible con ella la idea de queexiste una sola forma de vida.humana óptima (de hecho lo afirma."pr.r"-.rr*¡.Thn sólo nos previene conrra la rentacióñ de sustituir lo simplemerrr. hu-"rro pá."lgo {: superior auroridad dotado de una facultad .*tr"hurrrárr" de nhacerse obá.-cerr. Y si esto es asl, sabiendo que los humanos resperan mejor la autoridad mera-mente humana en situaciones de estabilidad o de eülución lánta, convendrá abste-nerse de modificar continuamente las leyes, incluso par" mejora.ias.

.. A1l pues, la prudencia uriliza las reglas sólo como resúmenes y orientaciones;ella misma ha de ser flexible, .tt"..p..p"táda para la sorpresa, impro.,rir"r. Arisrótelesinsiste en que el requisito esencial dela prudincia es trna dilataáa experiencia de lavida que permita captar las característicai importantes de los particul"r., .o.r.r.,or,zu significado práctico. Esto es completamenre distinto del cónocimiento científicodeductivo, y se asemeja m¡ís a la peicepción sensiblea,:

Es evidente que la prudencia no es un saber ciendfico deducdvo (Einéne. Enefecto, se refiere a l_o panicular exrremo, como se ha dicho, po.tr. iá púctico .,de esta naruraleza. F-s an:íloga a la intelección teórica ("o*j, p"J el nouses de losprincipios extremadamente simples, para los que no hay justificación externa{2; y laprudencia es de lo panicurar errt

'''L, de lo que no háy ob.. cienrífico, sino una

especie de percepcióry no quiero decir una percepción sensible ord"ina¡ia de losobjetos pro-pios de cada.entido, sino el dpo d'. p.rlp.io" -.di"rr,. la que vemosque ciena figura está compuesa en cienomod; p". ;tiá"g"t c (tt4zaz3).

. . La.intelección práctica se parece a la percepción en que no es inferencial ni

deductiva; es esencialmente la-capacidad de d"rr. *.rro, 'r..r"*" seleccionar yresponder a dererminados atribuios. imponanres de una siruación compleja. ! áigual que el nous reórico nace sólo de. una larga experiencia con lo. priÁ.á, piirr-cipios-y d.l senddo, adquirido gradualmenr. fr. -.aio de la errperieicia, de la fun-ción fund¿mental que desempéñan esros principios en el ai*"i., y r"."pti.".iárr,tam.bién la ptudencia, denominada asirnismo nou., por A¡isróreies, se^ adquiereI:1i"lr: un largo proceso de vida y elección que desárrolla la habilidad y hhexi-bilidad del agente:

a'Véase el excelente comenta¡io de Viggins en (D¿lib€rerion,; hasta cierto punto sigo su traducciónaquí.

12 Sobre el nous, cfr. cap. 8, con citas y bibliograffa.

389

Page 18: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

... el joven puede ser matemático y geómetra y saber cosas de este tipo; perono Parece que pueda ser una persona prudente. la razón es que la prudencia es delo panicular, que se aprehende por la experiencia, pero el joven no es persona expe-rimentada. Porque hace falta tiempo para la experiencia (ll42al2-lí).

Y una vez más:

Atribuimos a las mismas person:rs el ca¡ácter de juiciosas, el haber alcanzado laedad del nousy el ser prudentes. Porque todas estas facultades se relacionan con loParticular extremo-.. y todos los asuntos prácticos se relacionan con lo panicularextremo-. Porque el prudente tiene que reconocerlas, y el saber y el buen juicio ver-san también sobre las cosas prácticas, es decir, sobre los extremos. Y la intelecciónintuitiva (nous) tiene por objeto lo extremo en las dos direcciones... [Sigue unadigresión sobre el paralelismo entre la aprehensión de los primeros princifios y lade los paniculares extremos]... De modo que no debemos hacer menos caso di loque dicen las personas mayores experimentadas que de las demostraciones, Porquela experiencia les ha dado vista para ver recramenre (1143a25-bl4)a3.

. . Pero, ¿de qué sirve la experiencia si lo que debe ver la schiduría práctica es loidiosincrásico y lo nuevo? Aquí conviene insisdr en que la prudencia aiistotélica noes una percepción desarraigada de la situación que rechaza la guía de compromisosy valgres. estables*. El prudente posee un carácrer bueno, es decir, gracias a su for-mación ha interioriz¿do unos valores éricos y una concepción de la vida humanabuena más o menos armónicos. Le preocupan la amistad, la justicia, el valor, lamoderación y la generosidad, según los cuales se forman sus deseos; y de esta con-cepción interiorizada del valor obtiene numerosas orientacioner p"." l" acción enuna situación Particular. Si no existiesen dichas orientaciones ni el sentimiento deestar vinculado a un carácter, si el nojo del almao viera cada situación como nueva eirrepetible, las percepciones de la prudencia empezarían a parecer arbitrarias y va-clas. fuistóteles insiste en que el carácter y el compromiso con los valores son ló quela persona es en sl mismaat; como mínimo, la coniinuidad personal requiere .r¡

"l,ogrado de continuidad en la lndole general de esos compromisos. Esta base perma-nente, interiorizada en el sistema de deseos del agente, explica en gran p"rt. lo q,.,.percibirá en la nueva siruación: una ocasión parail valor, la g..t.toiid"d, h justicia.etcétera. Hemos insistido en que la biografía no dtala sabiduría práctica real. Todaconcepción puede revisarse, incluso en sus niveles más altos, y la rwisión puede pro-ceder de una nueva experiencia. También hemos insistido en que la concepció.,general.no comprende todo lo perrinente, pues algunos atributos imponantes sonirrepetibles. Sin embargo,_ ha llegado el momenro de decir que el caso particularserla irracional e ininteligible sin la gula y la capacidad clasificadora de lo universal(ni siquiera podemos emar a los individuos particulares en senrido aristotélico sinamar los compromisos y valores repetibles que ejemplifican sus vidas). Thmpoco eljuicio particular posee las raíces y la focelizaci.ón necesarias para la bondad dei carác-ter sin un núcleo de compromisos con una concepción genéral (concepción, no obs-

I Una.ve. más, váse \7igins, uDeliberationr.s Véase la discusión entre Hilary Putnam y yo misma en NLH 15 (19g3).It Vás€ el cap. 12, con citas.

390

Page 19: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

tante' en permanente evolución, flexible y preparada para la sorpresa). Se produceuna aclaración recíproca. entre lo particular y lo universal. Aunque en las^páginasanteriores hemos hecho hincapié en lo panicular, ambos se integran .., .l .o-lpro-miso y se reparten los honores que se conceden al buen juez.

IV

El proyecto de elaboración de un téchne de la elección práctica comprendíaentre sus objetivos básicos la eliminación --o, al menos, la reducción- de la mortifi-c¿nte fi''erza de las pasiones., Proteger nuestras vidas de la tyché significaba salvarlasde las fuentes internas de peligro incontrolado. La conmensurabliáad y la universa-lidad contribuían al logro de esta aspiración: hacer conmensurables los objetos dedeseo supone elimin¿r una de las causas de la intensidad de las pasiones; y verloscomo ejemplos de algo universal y no como particulares insustituibles tr".rrfor-apasiones como el amor, el odio y la pena, reduciendo al mínimo su poder de da-ñarnos._Así pues, la crítica aristotélica de la conmensurabilidad y la universalidadreabre de manera indirecta el ámbito donde acrúan las pasiones .r, todo su poder.Sin embargo, el interés de. Aristóteles por la pasión va más allá y es mrís profundoque la simple permisividad. Lejos de considerárlas obstáculos para el razonamienro,Ias juzga elementos imprescindibles de la buena deliberación. puesto que, en gene-ral, su argumentación discurre paralela al segundo discurso socrárico del Feiro, laexaminaremos siguiendo el mismo orden en que esrudiamos dicho discurso en elcapítulo 7.

Fn primer lugar, como hemos visto anteriormenre y analizaremos más a fondoen el capítulo 12, los apetiros y las pasiones desempeñan una función motivadoraesencial para la excelencia humana, tanro en la educación infandl como en el com-portamiento adulto. A¡istóreles coincide con el Fedro en que un modelo de racio-nalidad que las elimine

" h1g" caso omiso de ellas privaría por completo al alma de

un elemento esencial-para el vivir bien6. Adem:ás, iegrin comentábamos en el capí-tulo 9, el Estagirira dice que_los apetitos y las pasiones son selectivos, educables ycapaces de desempeñar una función *nrt.,r.tiu" en la motivación moral, impuí-sando a.la.persona hacia objetos acordes con su concepción evolutiva de lo rectont.La sensibilidad de las pasiones aristotélicas a las creencias en evolución es evidente;en el interludio II veremos que las pasiones se distinguen por referencia a sus opi-niones o creencias constitutivas. Pero ni siquiera los apetitoison comparables, .omose decía enla Repúb.lica, al funcionamientó del sistema digestivo, imiulsos automá-ticos que sólo pueden dominarse eliminándolos. Se rrara-, por el contrario, de ele-mentos intencionales suscepdbles de un desarrollo ético flexible.

Ahora bien, como Platón en el Fedro,A¡istóteles no circunscribe lo nirracionaloa su función motivadora. Aunque no habla de la ulocurar, admire los estados en quelas pasiones y los apetitos, adecuadamente formados, guían ala razónen sus elec-ciones. l,a percepción intuitiva que considera lo esencial de la prudencia no es una

{ Véase el cap. 72 y la n. 32 del cap. 7.a7 Sobre este proceso de desa¡rollo, véase N. Sherman, Arisntle's Theory ofMoral Education,tesis doc-

toral, Harvard 1982.

391

Page 20: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

facultad del intelecro separado. la elección (proháiresis) es una capacidad en la fron-tera enúe lo intelectual y lo pasional que comparte la naturaleza de ambos: se puedeca¡acerizar como deliberación desiderativa o deseo deliberativoas. Thmbién la pru-dencia acnia en estrecha relación con las pasiones correctamente dispuestas; estánecesa¡iamente vinculada a la excelencia del carácter que, a su vez, es una disposi-ción que no sólo concierne a la acción recta, sino también a la pasión apropiadaae.

La persona de experiencia no intenta hacer frente a una situación nueva con el solointelecto. Por el contrario, aprovecha los deseos informados por la deliberación y ladeliberación informada por los deseos, y responde correctamente con la pasión ycon la acción. A menudo, la percepción de las características importantes se consi-gue sobre todo gracias al poder discriminadvo de la pasión. En De anirn*,A¡istóteles dice que, con frecuencia, nuestra percepción -< incluso nuestra imagi-nación- de una situación contiene, omarcados, o ndeterminadosr, por así decirlo,elementos que corresponden a nuestros deseos. l,o placentero y lo doloroso, lo queconviene buscar y lo que es aconsejable evitar, se nos indican en el modo mismo enque las cosas se presentan al deseoto; y cabe decir que el deseo mismo pone esta

marce, revelándonos el dpo de situación en que nos encontramos. No reparamosintelectualmente en que hay algo aquí que corresponde al deseo; lo reconocemosmediante el deseo mismo. No habríamos podido percibir esas caracterlsticas ética-mente pertinentes sin esa reacción.

De forma similar, las explicaciones de A¡istóteles sobre el llamado osilogismo

prácticoot' otorgan al deseo una especie de capacidad discriminadora: de las múlti-ples cosas que presentan al agente el pensamiento y la percepción, el deseo seleccio-na algunas como ñrndamentos de la acción. A veces, esta función la desempeña eldeseo racional o <voluntadD; pero también las formas apetitivas del deseo nhablanu,

informando a la criatura de sus necesidades y reaccionando directamente a la pre-sencia de lo que puede satisfacerla. Como veremos en el intedudio II, los deseos

impulsivos ejercen también una función cognoscitiva. El carácter bien formado es

una unidad de pensamiento y deseo tan mezrlados por la elección -el deseo atien-de al pensamiento y el pensamiento reacciona al deseo- que cualquiera de ellospuede servir de guía.

Sin embargo, y una vez más a semejanze del Fedro, A¡istóteles no limita el papelde los elementos no intelectuales de la deliberación a la pura función instrumentalde mostrar la manera de actuar bien. Por el contrario, la concepción no científica dela deliberación se completa con la idea de que dichos elementos poseen valor intrín-seco en la buena deliberación. Esto se entiende de varias maneras. La elección pro-piamente virtuosa exige la combinación de la elección correcta y la reacción pasio-nal adecuada. Sin la recta (pasiónu, una misma elección y una misma acción dejande ser virtuosas. l¿ pasión es un aspecto constitutivo de la virtud y la bondad de la

{ EN lll3ú, lll3^23, M-5, MA 700b23 (donde dice que la proháiresis es koinón diánoia kai oré-.*.ur, €sto cs, participa de la razón y el deseo).

e ¿Nll06bl6 y ss. Sobre esta cuestión y otras relacionadas con ella, véase L. A. Kosman, oBeingproperty ¡fEfied,, en Rory, Essay, págs.103-16.

e Dc athn¿ 431b2 y ss. Mis conversaciones con Ch¡istine Korsgmrd sobre este texto me han resul-tado dc gnn utüd¿d, d igual que un manuscrito inédito de esta autora sobre la percepción aristotélica.

t' Vásc út kq 4 para un estudio exhaustivo de estos pasajes y un comenta¡io sobre lo que impli-ca y no implica d voc¡bulario de la silogística.

392

Page 21: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

elección, al hacer de ésta algo más que puro aurocontrol. si mis acros son genero,sos, Pero sólo gracias a un esfuerzo constante y teniendo que vencer una resistenciapermanenre, no me estoy comportando con auténtica generosidad; no merezco elmismo elogio que quien disfruta de su generosidad y altúade todo corazón. En loque toca a la excelencia, si hago el bien a orros sin amarlos estoy por debajo del quesiente y hace cosas buenas. Justamente porque las pasiones son int.lig.rrr., y.árr-cables se me puede valorar de esta forma: una violenta lucha interna éntre razón ypasión es síntoma de inmadurez ética, de necesidad de educación moralrr.

Incluso' la acdvidad apedtiva tiene valor intrínseco en la vida humana óptima.La deliberación de la persona prudente presenta la nmoderación, (sophroslne) comouna de las excelencias fundamentales; el componamiento acorde con la moderaciónes meritorio por sí mismo. Ia soPbrocjn¿es decidir correctamente con respecto alplacer y el dolor corporales. A¡istóteles deja muy claro que es incompatible con laprudencia intentar sojuzgar los apetiros o ignorar su ll'amada más ie lo debido,np-ues tal insensibilidad no es humana... si para alguien no hubiera nada placenteroo fuera lo mismo *" .gr."

_qrr: otra, estaría lejos dele r humanoo ( I I I 9a6-i 0). Aquí,

Aristóteles va más allá del Fedro al insistir -no con relación a casos aislados, sino bt-tante en gengral

- que' en el plan de la üda humana buena, se debe otorgar valor

intrínseco a los elementos apetitivos de nuestra naturaleza, que, sin embargo, no,atraen a un mundo de objetos inestables y ellos mismos ro.r difí.iI., de conáolartr.El comer, beber y vivir la sexualidad con moderación son valiosos en sí, no a pesarde que satisfagan ciertas necesidades condngentes, sino justamente porque lo hacen;y el estar necesitado no, es un mal, sino algo apropiado par" el s., humáno. Alguienque no experimentase hambre, sed ni deseo sexual no éntraría en nuestra ro.i.d"dni figuraría como uno de nosotros.

Por último, hemos de insistir en que la opercepción), que es la manifestaciónmás valiosa de nuestra racionalidad prácticay un fin en sí mismo, no es meramen-te motivada ni sólo informrda por los deseos. La percepción ¿r una respuesra com-pleja de.todala personalidad, un reparar en las caracterlsticas de la situación en quese basa la acción, un reconocirniento de lo particular. Como tal, posee el.mentos nointelectuales. Percibir correctamente la muerte de un ser querido (cfr. epígr. w) noes aprehender esra circunstancia con el intelecro o el juicio. Si alguien ionoce elhecho pero no reacciona pasionalmenre, nos senrimos ínclinados aáecir que no hauisto, reconocido ni comprendido; que en verdad no se ha dado cuenta de la situación(cfr. epígr. VI e interludio II).

V

Aristóteles ha dirigido sus críticas conrra la noción de una téchne de la razónpráctica (o su versión platónica) en va¡ios frentes. Así, ha defendido el antropocen_trismo, negado la conmensurabilidad de los valores, mostrado los límites de lá gene-ral (y también su aporración positiva) y siruado las npartes irracionaleso, supuesra-

_ t' Sobre este punto, véase especialmenre M. F. Burnyeat, nA¡istode on learning to be goodr, en

Rorty, Essays, páLgs. 69-92.

'3 Cfr., por ejemplo, EN tt}9b7-12.

393

Page 22: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

mente ingobernables, en el núcleo de la deliberación racional. Ha elaborado unaconcepción del razonamiento práctico que hemos visto bosquejada en la Antlgona,obra en que la receptividad y la flexibilidad ante lo particular contingenre se com-binan con la reverencia a la pluralidad de valores, la estabilidad deliarácter y losusos comunes (de los que el carácter es la interiorización por intermedio de la edu-cación moral). Aristóteles puede defender una téchne de Ia razón práctica en el sen-tido y Ia medida en que lo hace Protágoras: su schiduría práctiia es, hasra ciertoPunto' general y enseñable (esto último mediante la educación moral en la infanciay los textos para la reflexión adulta, como la Etica nicornaquea). En cierto modo, esrearte extiende nuestro dominio sobre la tyché: Aristíteles nos recuerda que, comosucede a los arqueros, es mas fácil dar en el blanco si, utilizando la reflexión, lo dis-tinguimos con más claridad. Pero advierte contra la tentación de ir demasiado le.iospor esa vla, mostrando que todos los intentos de hacer la prudencia más cientlficaydominadora de lo aconsejable empobrecen el universo de la acción. La conmensu-rabilidad nos priva de la naturaleza diversa de los valores. La preeminencia de logeneral nos deja sin el valor ético de la sorpresa, el conrexto y la particularidad.Abstraer el intelecto práctico de las pasiones nos susrrae, no sólo su capacidad demotivar e informar, sino también su valor humano intrínseco. Por tanto, una cria-tura que deliberase con toda la superioridad de una perspicaz inteligencia científica,pero sin permitirse responder pasionalmente a su entorno, perdería dimensionesimportantes de la práctica y del valor de la vida humana. Como el narrador de Jamesde la cita introductoria, podrla ser excelente en el método, pero carecerla de la finaflexibilidad de ntono, que es la marca distintiva de la auténiica prudencia.

Detienne y Vernantsa, cuya interpretación de la inteligencia práctica comenrá-bamos en la transición de los poetas trágicos a los filósofos (cfr. tap. I y n. 37 delcap.7) ofrecen una explicación de la prudencia aristotélica que nos servirá paraaclarar la nuestra. Estos autores coinciden con nosotros, en primer lugar, en que laversión aristotélica de la inteligencia práctica es una especie de retorno a ideai pre-filosóficas desde una concepción platónica de la verdad; en segundo lugar, en queuno de los ámbitos de dicho rerorno es la crltica de la generalidad pútónica enbeneficio de la aprehensión de los parciculares conting€ntes; en tercei luga¡ en laimportancia de la flexibilidad y la sensibilidad al cambio que comparten Ls inteli-gencias prácticas preplatónica y aristotélica. En fin, Detienne y vernant subrayancorrectamente la importancia de la improvisación a la vez en A¡istóteles y en lasconcepciones anteriores. No obstante, al igual que, en su interpretación de la rup-tura platónica con la tradición, parecían ignorar la profunda continuidad existen-te entre la aspiración preplatónica a amanar o tender trampas y la platónica a laautosuficiencia racional, ahora pasan por alto Ia medida in que L ruptura deAristóteles con su ma€stro significa el rechazo de dicha aspiración. En su momen-to señalamos que la tradición prearistotélica, lejos de coniagrarse unilaterlamenteal. ideal del dominio y la inmovilizacíón, criticaba a fondo tal objetivo. por ejem-plo, en la Antígona, la relación correcra con los particulares contingentes delmundo es aquella que combina el deseo de dominio con el asombro y la apertura.Por-su parte, Aristóreles retorna a esta rradición y renuncia a la búsqueda platóni-ca del control y la pura acdvidad.

t{ Detienne y Vernanr, Mitis, págs. 295 y ss.

394

Page 23: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

como sucedía con la concepción platónica del nojo divinor, parece que ram-bién en la aristotélica, más inmersa en lo humano y más vulnerable, nos ropÍrmoscon un razonamiento en clrculot5. La perspectiva del prudente es el criterio de laelección correcta. A diferencia de Platón, A¡istóteles no habla de un instrumenroheurístico que muestre un valor que seguiría valiendo aunque no existieran el sabioni_sus elecciones; por el contrario, el punto de vista del prüdente es definitorio del

ldot, q,r. necesariamente se relaciona con esta p.trotr" humana. El problema sehace más acuciante. Porque si dicha persona es nuistro criterio y sus juicios y méto-dos son normativos para nosotros, ¿cómo caracterizarla a ella y sus métodos iin refe-rirnos a la bondad de sus decisiones? Sin duda, en pane aceptamos como criterio ala persona prudente y sus decisiones porque eramó. dispueitos a aceptar sus valo-res. Elegimos a este juez, no desde un punto de vista arquimideano, lino desde elseno de las apariencias; pero las apariencias contienen rambién una concepción dela acción correcta que seguramente está funcionando de algún modo en nuestraelección. En resumen, ¿cómo se justifica la afirmación de que esta persona es el cri-terio de lo moralmente correcto? Al igual que, como t,r..dl" en la-concepción pla-

ló:1*, sólo alguien prwiamente convencido de lo perjudicial de los apetiios para elJulclo -y, en consecuencla, propenso ya a una concepción normativa crítica del ape-tito- aceptaría al dios como criterio, sólo alguien comprometido con la importan-cia moral de los particulares contingentes, el valor de las pasiones y la inconmensu-rabilidad de los valores, admitirá a este juez. ¿Hemos de Considerar que la dificultades fatal para el crirerio no cientlfico de Aristóteles?

Hay un modo de salir del círculo que, sin embargo, no es posible para nosorros.En un artlculo escrito hace tiempo sobre este mismo problema, John-Rawls propo-nla una manera no circular de caracterizar las facultades y métodos de un juez ét1cocompetente: hacer referencia, no a ninguno de sus compromisos morales, sino aotras habilidades neutrales desde el punto de üsra valorativo, como la imaginación,la empatía o el conocimiento fácdcor. Ahora bien, la pbrónesir a¡istotélL no sepresta a.este enfoque por dos razones. En primer luga¡, en el contexto del debatecon el platonismo es obvio que gran parte de las aptitudes intelectuales de que hablaRawls za son valorativamente neutrales. Destacarla imaginación, la empatía, la per-c_eptividad y la flexibilidad supone ya sesgar el resultadJen dirección antiplatónica.Como dice Diotima, ni la visión del cuerpo percibe las mismas cosas que la del inte-lecto desencarnado, ni los objetos puros y puramente valiosos de éste p.t.dett ser vis-tos con los ojos de Alcibíades. E1 sggundo lugar, Aristóteles no considerarla que laenumeración de una serie de habilidades intelectuales bastase para caracterizar lanaturaleza y los métodos de la persona prudente. Para seleccionarla (incluso paradescribir la totalidad de sus aptitudes cognoscitivas) hay que rener en cuenta tam-bién el carácrer, la educación de los deseos y la flexibilidad de estos últimos.Evidentemente, ello nos sumerge mucho más en el clrculo del que pretendíamosesGrPar.

sin embargo, cabe afirmar que el razonamiento de Aristóteles, como el dePlatón, comienza con una inuición de los obstáculos que dificultan la eleccióncorrecta, intuición que parece profundamente enraizada en las apariencias. l,a argu-

55 Cfr. cap. 5,págs.220-222.56 J. Rawls, oOudine of a decision procedure for edricsu, pR 60 (1951), páLgs. 177-97.

395

Page 24: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

mentación de Aristóreles se orienta a hacer el círculo mrís complejo, explicandodichos obstáculos de un modo que se basa en una experiencia ampliament. com-Paftida. Si reaccionamos como espera Aristóteles a la descripción del mal arquitec-to y el mal médico y admitimos que el mal juez ético se asemeja a ellos, tendiemosrazones, hasta cierto punto independientes de la caracerización positiva de la per-sona prudente, para elegir a ésta como jun y criterio. En otras palabras, exiitenrazones para sospechar que las propuestas del platonismo medio entorpecen lavisión correcta de los asuntos humanos. Además, en la medida en que la elecciónaristotélica del juez procede de los métodos generales que presenramos en el capí-tulo 8, A¡istóteles logra ampliar el clrculo: pues su defensa de este método 1u. .r.tplatónico convencido seguiría considerando circularsT- incorpora otros ámbiios delas apariencias no pertenecientes a la ética, por ejemplo, una idea del conocimientoy de la referencia. Con este método se elige a este juez; pero el mérodo mismo se haescogido, en parte, como resulrado de tesis independientes sobre el lenguaje.

En sl misma, la circularidad no debe desanimarnos. Probablemenre en toda teo-rla moral compleja existe un elemento de circula¡idad (cfr. epígr. IV del cap. 5). E.definitiva, nuestra actitud con respeco al clrculo, sobre si es pequeño y pernicioso oamplio e interesante, depende de si pensamos que A¡istóteles ha llevado a cabo loque dicta su método: investigar las complejidades de nuestras opiniones sobre laelección, describir correctamente los conflicros y conrradicciones que plantean yelaborar el orden que salvará lo que consideramos digno de ser salvado. Si en elBanquete se afirma que el trato del inrelecto puro con los objetos no contingenreses un paradigma de la elección práctica, y que el filósofo, en su ascensión, es capazde ver y responder a todo lo bello y valioso del mundo, A¡istóreles debe responderdemostrando que ese juez está aquejado de una ceguera que le impide percibir algoverdaderamente valioso, debido precisamente a su manera de juzgar. A esta tarea hadirigido sus esfuerzos ¡ si ha tenido éxito, la circularidad en que parece incurrirpuede contemplarse con ecuanimidad e interés.

VI

Habrá quien diga que la concepción no científica de A¡istóteles hace muy poco.Con su firme negativa al progreso que brindan la conmensurabilidad, la univérsali-dad y el intelectualismo, el Estagirita se queda sin una teorla elaboraü de la delibe-ración, sin una explicación sistemática del método de deliberación correcto.A¡istóteles aceptarla gusroso semejante crltica. Observa que ntodo lo que se afirmasobre los asuntos prácticos debe decirse en esquema y no con precisiónu, y sus escri-tos ofrecen un esquema que debe completarse con el carácter y la experiencia. Noobstante, convendrla mostrar más en detalle de lo que hemos hecho hasta ahora lanaturaleza de la percepción aristotélica, considerando la idea de que la elección resi-de en una percepción que responde con flexibilidad a la situación concreta. SiA¡istóteles intenta precisamente minar las bases de una explicación teórica general,parece acorde con ese espíritu busca¡ mayor claridad mediante casos o ejemplos

t'Pues su concepción del lenguaje y la referencia ha sido ella misma seleccionada ent¡e las aparien-cias, como resultado de los mérodos aristotélicos.

396

Page 25: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

comPleios tomados de la vida o de la literatura. Al igual que Alcibíades, AristótelesParece admitir que lo narrativo concreto puede decii l" .rre'.dad. Cabrla ejemplificarla p_ercepción aristotélica a que nos referimos mediante textos de muy diíerrá índo-le. Pienso sobre todo en las novelas de HenryJamesr'. sin embargo, a fin de evitarel anacronismo, concluiremos con algunas rá."iorr., r.br.;;;*;;cto de una üa-gedia de Eurípides.

Hécuba: ¡Aqueos! Toda vuestra fuena la tenéis en laslanzas, no en la mente. ¿eué temíais, que os hizo matarsalvajemente a-este niño? ¿eue Troya caída se pusiera en pieuna vez más? Entonces vuestra fuerza no significó nada.Cuando era afortunada lalarua de Héctor, y numerosas manosfuenes estaban plestas a ayudarle, fuimos sin embargo destruidos.' Ahora que la_ciudad ha caldo, destruidos los frigiosj¿os aterrorizaba este niño? Desprecio el miedo de quien teme sin reflexionar.

Hijo querido, qué desdichada muefte. pudiste haber c¿ídoluchando por,tu ciudad, tras alcanzar la edad del hombre ysrsarre, con el poder dq un rey semejanre al de un dios y 'morir dichoso, si algo de esto hace feliz.Pero no. Creciste para ver y aprender, hijo mío, pero rumente no era Io bastante adulta para aprovechar la fonuna.Qué tristemente los muros de tu patria, la obra de Apolo,han aplastado ru cabeza, los rizos arreglados por las m"rrosde tumadre y el rostro que besó ,r" i.r, ."yo Urruoes,el de la sangre saliendo entre las grietas de los huesos

-demasiado horrible para decir más.

Oh, manos, dulce imagen de las de Héctor,ante mí ahora rotas por las muñecas;querida boca, de la que salían palabras tan confiada",estás muerta; me mentiste cuando, echándote en mi camadecías: <Madre, cuando mueras me cortaréel largo cabello en ru memoria y traeré hasta ru rumbaa compañeros de mi edad para crntar tu despedida,,.Nada de esto ocurrió; soy yo, una anciana sin ciudad y sinhijos la que debe enrerrar ru triste cadáver, tan joven.En vano fueron toda la ternura, mis atenciones,rus sueños. ¿Qué dirá el poeta, qué palabras escribirá sobretu tumba? Yace aquí un niño que loi argivos mararon portemor. Vergonzoso epitafio para Grecia-No heredarás los bienes de tu padre, excepro su escudo debronce, que es ahora ru ataúd.

Oh, escudo que proregías el fuene brazo de Héctonel hombre más valeroso de todos, a quien peneneciste, hamuerto. Qué dulce la impronta de su cuerpo en nr correa,

a Me extiendo en la relación enueJames yAristóreles en Nr¡ssbaum, <Cr)rtels,. En un anículo iné_dito' Henry Richardson toma un ejempro de Tbc Anbassadoo pr" il*t'", l"í"*Já a" u percepciónaristotélica.

397

Page 26: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

y su sudor en el bien torneado cerco, que tantas veces apoyóHéctor en su mejilla en los esfuer¿os de numerosos combates.

Poneos al trabajo ahora; traed de lo que nos queda algunasropas para amortajar el trágico cadáver. Los dioses no nospermitirán hace¡lo bien, pero que tenga lo que podamos darle.

Estúpido el mortal que, prosperando, cree que su vida tienesólidos apoyos; pues el curso de nuesrra fonuna es elsaltar atolondrado del demente, y nun€ nadie es feliz parasiempre.

Eurlpides, Las Troyanas, (1158-1207)e

_ Quizá parezca insólito que hayamos seleccionado esre texto como ejemplo de ladeliberación y la elección, ya que no parece que Hécuba tenga donde-elegir. ¿euépuede hacer? Es una esclava, ha perdido esta ríütima esperanzade t rt".tr".ió., á. ruciudad y su familia. Hemos escogido una situación ceracterizada por una relativainactividad para señalar que la respuesra correcta, ya sea en el discuiso, en la pasióno en la acción restringida, puede ser ran virtuosa como una granhazaña. Reducir lasposibilidades de movimiento no siempre impide la percepción virtuosa60. Hécuba seenfrenta al fallecimiento de su nieto. En esta situación, elige dolerse de esa muerte;denunciar a los griegos; llorar a Héctor; ordenar el entierro del niño, a pesar de laevidente despreocupación de los dioses por estos asuntos humanos. Pese a las limi-taciones, estas son elecciones que revelan un carácter y ejemplifican la percepciónpráctica. (En ENI se hace hincapié en los indicios que atestiguan el caráitet b,,..roen medio de la adversidad; cfr. cap. 11).

l,a persona prudente habita en el mundo humano y no intenta remontarse sobreé1. El contrasre entre lo humano y lo divino es omnipresenre en el discurso deHécuba. Ella habla desde el centro de la vida humana, sin intentar en ningúnmomento distanciarse de sus valores e inclinaciones. En realidad, uno de .,rr propO-sitos fundamentales es mostrar que el ojo del dios carente de necesidades no percibecosas humanas m!)r importantes. Como en otros lugares de la obra, la perqpectivadivina parece, desde el punto de vista de estos sucesos trágicos, demasiadó disrante yfría, alena a las preocupaciones y necesi¿a¿et que posibilitan determinada sensibilidad.

Como persona prudente, Hécuba Íae a esta situación concreta una multiformevariedad de apegos y compromisos, gran parte de los cuales proceden de la educa-ción moral que recibió en su infancia, mucho antes de alcanzar la capacidad de refle-xión adulta. Tfae también una serie de consideraciones genéricas sobre lo que espara ella la vida buena de un ser humano. Thae el amor a su hijo, a su nieto y a suqlria.toy-a, su apego a los deberes religiosos y familiares, una concepción de io jus-tificado y lo correcto. Tiae la opinión de que la vida buena del ,., h,r-"to necesi-te la educación en una familia y una ciudad, y requiere servir a ésta y a los seres que-ridos que la habitan; de que esa vida exige pracdcar siempre estos comportamientosexcelentes ¡ al final, recibir un funeral piadoso; de que, no obstante, es mejor morir

t He utiliz¡do la t¡aducción de R. Lattimore, en D. Grene y R lanimore, comps. Greek Tmgedies(Chicago, 1950.

o Sin embargo, a v6es enrorpece o impide la acción excelente. Véase el cap. I l.

398

Page 27: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

prematuramente por estos valores que caer en cobardes concesiones. Eviden-temente' la educación en esos valores ira familiariz"do

" H¿.rrb".o., ,,, oobjetivon,

de manera que, en estas nuevas circunstancias, sabe lo q". b;r;; h intencionari_dad de sus deseos encuentra un,objeto al.que dirigirs.. ¿;-;;;."do, .o-pr..r-de la situación y destaca sin dudar ,,r,

"t.iüuto, éñ.amente p.rrirr.rr,.r.

.Hécuba percibe los atributos de la situación como .láerrtos distintos, cadacual con su propia naturaleza y sus exigencias intrínsecas. No define lo, ¡r"ro*, q,r.le son queridos' pero ello no. iig.nificalu. no vea la índole p"rrt.;L de cada uno.Posee una idea bastante nítida áe lo qu. es la piedad, .r,"lJ;i;;"bardra; y d. loque dice sobre ellas se infiere_ q,t., p"i" este personaje, se trata de elementos distin-tos e inconmensurables. No hay indicios de un"..."1" d. medida única ni de nin_gún otro instrumento reductivo.

La deliberación de Hécuba parte de una concepción anterio¡ pero no es unaaplicación inflexible de_un sistema general preestablicid.

"l"li*".ión nueva. Notenemos la impresión,Í. qu. se liñte

" pÁpon.. un arsenal de normas y opinio-

nes generales y las utilice para controlar I"r i.rd.t..-inaciones j.io ,rr.rro, impri_miendo su orden sobre éste. |n ¡rim5¡ luga¡ llama l"

",.".iár, ,u gr"do d. pr"il_dad.o receptividad frente a la siiuación. Éstá abrum"drñ].;,i. rr., .r cuerpomutilado y el escudo manchado de sudor. Por asl decirlo, l"

".tiJid"d discrimina-dora del personaje no es anterior a su reacción .*o.iorr"f ,i"; q"; se produce ensu seno y está constituida por ella. Hécuba no percibe inteleoualmente que su nietoha muerto y reacciona deipués con doror. son el h.;t;;;;;-"r,..ro, huesosrotos' esas manos' esos rizos- que enmarcan el rostro ensangr.ntado, los que formanla percepción de la muerte.dei ser querido. v diti"*", 1".'." ."" ,."riuilidad radi_ca- una partede lo más valioso deiu deliberación. si i-"gi""*rr ; un razonadorplatónico enfrentado a esta situación con la actividad del sálo intelecto, si nos pre-g:lrT::j. 1* IT.p.iones y reconocimiento sería ."p"" ;;-;;. z tan ajeno atoda paslón' empezamos a comprender el varor_ cognoscitivo de loí deseos y áf..ao,de Hécuba en cuanro elementÁ que a¡,udan

"l d;";j;;pl-..ilir-.o.r.ctamentelo que la-perdido y lo que han hecho íos griegos.Asimismo descubrimos que, incluso

.'J.¡"ía.o d?afte su función informativa ymotivacional, esras reaccioner p"re.en valioías d.rd. .rn p;"; á;;rt" h.r**o yconstitutivas de la bondad del personaje. Aun cuando Hécuba hubiera uisto lasl-'¡:l cosas sin la guía de sus séntimieitos, pensaríamos que una fría crítica de ladecrsrón de los argivos, sin esa cólera extrem" y .r. profurrdo dolor, serla una res_g::"i deficiente,-por no decir inhumana. Nos'resuliaría rour.-*.r" insórito queHécuba se apercibiese de la mue*e de su nieto con una fría mirada intelectual, ynos costarla reconocerla como a una de nosotros. No elogiaríamo, .,r.*..1.r,. pái_cepción práctica.

Ahora bien, no solamenre.en su pasividad va Hécuba más allá de ras reglas. suactiuidad deliberativa hace de ra situación mucho -t ;r. ;; il;¿ ocasión para

ft:::*:,I":T::!.]ó" generat anterior del personajé s. des.ubá en respuesra alo Partlcular' y su tmPortancia reside básicamente en que aclara sus caracterísdcasmás relevantes. No es que una regla general ,obr. ros ";;i;;; obligatorio elduelo de -Íruestro personaje. por eliorrirario, .l l"rgo.oñ;;;tr"";e Hécuba conesta relación particular (sin duda, informado en un prirner momenro por reglas,pero luego fluidificado en er amor concrero a ese niño) r" p..p"r" f"o reaccioa¡r a

3D

Page 28: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

esta tragedia como lo hace, llorando la muerte de su nieto. Hécuba no consulta uncódigo para denunciar la cobardla de los aqueos, sino que el código de conducta laprepara para percibir una situación concreta en que se ha realizado una accióncobarde. La concepción anterior aporta la preparación y una valiosa iluminación de

los hechos; pero la percepción es de lo particular y no está legislada de antemano.Esta percepción puede enriquecer o modificar la concepción general. Tenemos aquílo que cabría esperar en un buen ejemplo de deliberación aristotélica: un movi-miento flexible de ida y vuelta entre lo particular y lo general. Hécuba denuncia a

los aqueos y pasa después a una reflexión general sobre la cobardla, que, si biencorresponde, indudablemente, a su formación moral previa, es informada por esta

nueva experiencia. A continuación, se duele de la muerte de su nieto, pasando deuna consideración general de la vida buena al lamento sobre cada una de las partesdel cuerpo del niño, que suscitan en ella recuerdos concretos. Nos damos cuenta deque la bondad ética de esta reacción es inseparable de su concreción. Hécuba podríahaber prescindido de sus reflexiones generales sin dar impresión de deficienciamoral. Pero si su lamento hubiese sido puramente abstracto, sin la vivacidad deldetalle, la habríamos juzgado de otro modo, probablemente habríamos pensado quele faltaba amor. Si hubiera denunciado a los aqueos enumerando una serie de pre-ceptos generales, la habr{amos criticado por su distanciamiento extraño e inhu-mano.

Sin embargo, esta explicación sobre el mutuo informarse de lo particular y logeneral no hace verdaderajusticia a lo que realmente sucede en esta escena. La expe-riencia de lo particular no sólo aporta a Hécuba nuevos datos sobre lo que ha sidosiempre su concepción de la vida buena, mostrándole con más claridad sus valoresconstitutivos; también puede provocar un cambio o revisión de esa concepcióngeneral. Es obvio que lo primero sucede de hecho: Hécuba comprende mejor quenunca la importancia de su nieto; la relación entre este vlnculo y el futuro de su ciu-dad; la incompatibilidad entre el verdadero valor y el asesinato brutal de un ser que-rido, etc. Descubre algo sobre todas estas cosas, tanto tomadas individualmentecomo en sus relaciones mutuas. Pero esto no es todo: al menos en un caso, Hécubamodifica su concepción anterior. En efecto, la situación concreta le revela una indi-ferencia o insensibilidad de los dioses que no figuraba en su idea de la piedad.Durante toda la obra, se pregunta sobre lo divino. Ahora acusa directamente a losdioses de una acción peryersa, de obstaculizar voluntariamente las aspiracionesmorales de los seres humanos. Un aspecto de su concepción del bien ha sido recha-zado porque su oposición a otros elementos lo hace indigno de respeto. La situaciónconcreta es una fuente de claridad; esta claridad se convierte en el origen de unanueva concepción general del bien humano. En este sentido y en esta medida, loparticular es primero. Hécuba improvisa lo necesario.

En sl misma, esta deliberación es frágil, está influida y es zarandeada por losacontecimientos exteriores. Por su apertura a la pasión y la sorpresa, corre el peligrode ser arrollada por la situación extrema (porque, en tales casos, una pasión idóneapuede uansformarse fácilmente en un torrente obnubilador de ciego afecto, eclip-sando toda deliberación e incluso todo discurso coherente). Prestar oído a las pasio-nes, por lwemente que sea, lleva consigo estos riesgos. (El platónico que se niega a

la sorpresa se protege también de tales peligros). Por otra parte, la deliberación aris-totélic¿ se presa a que se valoren en mucho los constituyentes frágiles de la vida

400

Page 29: 36949611-Nussbaum-M-C-La-Fragilidad-Del-Bien.pdf

humana. Permitiéndose utilizar como criterio la percepción, en lugar de la confor-midad con la regla, Hécuba_ se abre al valor y la maravill" esp.cij de una ciudadconcreta,.de un niño particular y, por tanto, se expone al profundo dolor que expre-sa en su discurso. Poco de éste quedaría sin la víüda visién de las manitas, .l ro.t.oamado, la mancha del sudor de Héctor en el escudo. Al permitirse ver esras cosas y*j"tr.. afeclal por ellas, utilizando la pasión como guía, Hécuba se torna vulnera-ble a la pérdida.

No puede sorprender, por consiguienre, que la heroína que delibera según estemodelo llegue a la conclusió¡ d9 que la fortuna es loca inesübilidad, y l" élicid"dhumana, algg r.ar9 y dificil de alcanzar. sin embargo, tenemos la impresión de queni- el _ojo calculador del científico del Protágoras iti l" p.rrp.ctiva trascend.nté ysobrehumana del dios de Ia República habríañ sido la roi r.ién de su problem". Eiefecto, no son estas las miradas que necesita una situación hum"rra como la deHécuba6'.

6' Con respecto a las cuestiones,sobre las qyg ver,sa el presente capíruIo, mi mayor deuda de gratitudes.con David \flprns' 19n quien las he debatido durante años. Quiero expresar iambién mi alradeci-miento a tarry Blum, christine Korsgaard, Hilary putnam, Hen.y nicharLon y Nancy sherrian pornuestras conversaciones sobre todos estos problemas.

40r