4. la vocacion divina del hombre

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4. LA VOCACION DIVINA DEL HOMBRE

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4. LA VOCACION DIVINA DEL HOMBRE

La oración es un fenómeno religioso universal, de comunicación con la

divinidad.

4.1 LA ORACION

La encontramos con fuertes acentos patéticos y poéticos en todas las religiones.

Por ella el hombre se eleva hasta Dios, con el deseo de unirse con él o invoca su nombre para que intervenga en los acontecimientos de la historia y en los fenómenos de la naturaleza.

Este diálogo con la divinidad surge de la presencia de lo sagrado, que el hombre percibe en el ámbito de la naturaleza.

O bien en la revelación que Dios ha querido hacer de sí mismo a través de las múltiples tradiciones religiosas.

En la tradición cristiana, la oración tiene sus raíces en la experiencia histórica del pueblo de Israel, que era un pueblo que sabía orar.

La revelación hecha por Dios al pueblo que ha elegido, tiene acentos muy particulares que se van desarrollando en la medida que el pueblo de la elección, avanza en su historia.

Jesús nacido y educado en un pueblo con una fuerte tradición y arraigo en la oración, se va a convertir en el maestro y modelo de la oración.

Por eso la iglesia ora, siguiendo su ejemplo y mandato, y esto lo encontramos desde los inicios del cristianismo, desde el alborear de su historia después de la resurrección del Señor, por eso la Iglesia es una comunidad orante.

La oración cristiana tiene unas características que la distinguen:• responde a una revelación de Dios, en la historia de la

salvación.• se hace siguiendo el ejemplo de Jesús, y en su nombre• es obra del Espíritu Santo, no responde sólo a un impulso

del corazón humano.

En nuestro tiempo, la oración de la iglesia ha vivido un fenómeno de crisis y de despertar al mismo tiempo.

Se ha visto afectada por la secularización del mundo que la ha sometido a una critica severa, acusándola de ser sólo una proyección subjetiva de los sentimientos del hombre, así como también de ser una forma alienante de fuga al compromiso, o de ser un culto a la pasividad

Estas acusaciones y otras más han servido para que en los últimos tiempos, la oración se desvalorice y se pierda interés en practicar cualquier forma de plegaria.

Sin embargo, esto ha servido para que haya también una búsqueda más comprometida hacia una nueva teología del fenómeno de la oración.

Se han recuperado por ejemplo las bases bíblicas de la oración cristiana:• como escucha de la revelación que Dios ha hecho en

Jesucristo y en su Espíritu, • como respuesta del pueblo a Dios, que está presente en

medio de ellos.

La oración por tanto no es una proyección subjetiva, sino más bien una respuesta del pueblo a Dios que se revela como Padre.

Tampoco es un refugio alienante, ya que Dios expresa su voluntad, pero envía al hombre-orante a cumplir esa voluntad en la caridad y en la justicia, lo compromete en la edificación del reino de paz y de justicia.

Al mismo tiempo, la práctica de la oración ha experimentado un notable despertar, gracias a • La renovación litúrgica, • la revalorización de la Piedad Popular, .

Vista de esta manera, la oración ha tenido un reforzamiento teológico, en la medida en que se ha clarificado la imagen de Dios, así como de las consecuencias prácticas a las que está llamado a asumir el hombre creyente y orante, cuya suprema dignidad consiste en la vocación a la comunión con Dios (Cfr. Gaudium et Spes No 19).

• la oración libre, como manifestación jubilosa del Espíritu

• al florecimiento de nuevas prácticas meditativas (algunas inspiradas en técnicas no cristianas)

• al fenómeno de la oración comunitaria

4.2 EL CULTONuestra época se ha distinguido por vivir un proceso

profundo y radical de secularización, que sobre todo pone en entredicho el cristianismo religioso tradicional, proponiendo en su lugar un cristianismo no religioso.

Es el paso de una visión en que se subraya el primado de Dios, hacia una visión que reivindica, por el contrario, el primado del hombre.

Planteado así de esta manera, para quienes defienden esta postura, ya no queda lugar para el cristianismo tradicional cimentado en modelos religiosos y cultuales.

El hombre secular y no religioso del mundo contemporáneo, solo podría aceptar un cristianismo reducido a la misericordia divina, y a la ley de la caridad fraterna, prescindiendo de toda forma de culto ofrecido a Dios.

Se busca una revisión del cristianismo, para liberarlo de las supuestas superestructuras religiosas, que la iglesia ha añadido al mensaje de Jesucristo.

Esta crisis del culto, abarca la relación Dios-hombre, iglesia-mundo, ya que la secularización vivida actualmente en el mundo contemporáneo, hace que se vea con indiferencia a Dios y en consecuencia también cualquier forma de culto.

El culto es la expresión y la actuación concreta como se manifiesta cualquier religión, ya que cualquier sistema religioso implica un conocimiento y aceptación de una relación fundamental entre la divinidad y el hombre, entre el ser trascendente y la criatura.

Esta relación entre ambos requiere una forma de comunicarse, en la que haya una expresividad de las diferencias entre criatura y creador, así como de la relación de dependencia del hombre para con Dios.

El culto, aunque no expresa toda la riqueza que se da en la relación entre Dios y el hombre, sin embargo, es el momento más expresivo en que se manifiesta esa relación, ya que implica tanto la actitud interior como la actitud exterior del hombre.

La expresión externa del culto, consiste en acciones que abarcan la esfera corporal humana, y que se dan en el espacio y en el tiempo.

Toda expresión cultual está constituida por ritos que requieren tiempos y lugares sagrados, pero no se reducen sólo a su aspecto más exterior y a su pura funcionalidad, ya que, en las acciones mismas del culto, se constituye y expresa la relación entre Dios y el hombre.

La religión constituye una dimensión esencial del hombre, y de la misma manera el culto se encuentra enraizado en lo más profundo de cualquier religión, encontramos incluso formas concretas universalmente semejantes y semejantes en todos los pueblos: la oración, el sacrificio, las fiestas, los templos etc.

Aunque estas formas tienen sus propias expresiones dependiendo de los diferentes elementos culturales de cada pueblo.

El culto de la iglesia tiene su centro en Cristo, y sobre todo en su misterio pascual; en esto radica su identidad, así como la clave de su interpretación en relación con el culto del Antiguo Testamento.

La confrontación entre la muerte de Cristo y las tradiciones cultuales del pueblo de Israel, manifiestan al mismo tiempo semejanzas y diferencias sustanciales.

El acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo manifiesta su riqueza interna: tiene el valor de un sacrificio de expiación, de alianza, de consagración, de acción de gracias y de alabanza.

Pero no es un culto ritual, externo o convencional; no consiste en el cumplimiento exacto de ciertas ceremonias, sino en la transformación de la existencia misma, la novedad del evangelio se da a entender en toda su originalidad, no se da por el ritualismo sino por la fe que se expresa y vive en la caridad (Cfr. Gal 5,6).

Los lugares donde se celebra el culto cristiano son múltiples, y han tomado con el paso del tiempo, a lo largo de los siglos, diferentes formas dependiendo de cada cultura, aunque han también conservado elementos comunes.

Estos lugares de culto y oración, han tenido como función

primordial albergar a la comunidad de los fieles que se reúne para la celebración de los misterios.

Así como ser un espacio de intimidad donde los fieles encuentren el ambiente propicio, para que se dé el encuentro con Dios.

4.3 LOS LUGARES DE ORACION

ya que la universalidad de la salvación anunciada por Cristo y aceptada por todos los cristianos, provocaron un ambiente de incompatibilidad con los que asistían a la Sinagoga,

Cuando se forman las primeras comunidades cristianas, poco a poco se da una ruptura con el judaísmo tradicional,

que primero se nota en el distanciamiento teológico-litúrgico, pero que después se va a dar esta separación de modo físico.

Los judíos cristianos de Jerusalén siguieron frecuentando el Templo hasta su destrucción en el año 70, en otros lugares frecuentaban también en un principio la Sinagoga, pero poco a poco se fue dando la separación y distanciamiento.

En el mundo pagano la separación se dio de inmediato, porque no había nada común entre ambos: no había ninguna relación entre el templo de Dios y los cultos idolátricos.

Los fieles de Cristo estaban convencidos de que el verdadero templo del Dios viviente estaba en la reunión de la Asamblea; la comunidad de fieles que se reunía, constituye ahora el Cuerpo de Cristo, que es el templo del Señor (cfr. Jn 2,21). San Pablo va a hacer referencia a la santidad de “el templo de Dios que son ustedes…” (I Cor 3,17).

“también ustedes, cuáles piedras vivas, entren en la construcción de un edificio espiritual…”

I Pe 2,5

Debido a esto, durante los dos primeros siglos los cristianos no pensaron en construirse lugares específicos para el culto y la oración.

Una amplia sala doméstica bastaba para acoger a la iglesia local, a la comunidad de los creyentes.

En el S. III, a pesar de vivirse periodos de persecución terribles, como la de Diocleciano, sin embargo, también hubo periodos de paz que propiciaron un crecimiento significativo de la fe cristiana.

Las casas privadas que albergaban a la comunidad de fieles, ya no bastaban para poder atender a los nuevos convertidos, por lo que ya es necesario construir.

Hacia el año 300 de que las comunidades cristianas ya han empezado a construir lugares especiales ya dedicados al culto y a la oración: los cristianos construyen:

“…amplísimas salas en que se reúnen para orar” (dice el historiador Porfirio en el año 268)

“no nos contentábamos ya con las construcciones del pasado, y en cada ciudad se erigían amplias e imponentes iglesias”

Eusebio de Cesarea (300).

a. Las Basílicas.

Del S. IV al S. VI van a florecer en todas las provincias del imperio romano, las iglesias llamadas Basílicas; van a tomar este nombre de las grandes salas de audiencia del rey o “Basileus”.

Son inmensas salas de varias naves, sostenidas por pilastras que en el mundo romano tenían como función servir como tribunales de justicia, discutir alguna causa, anunciar las novedades o cerrar algún negocio.

La adaptación de la basílica al culto cristiano, se realizó haciendo pocas modificaciones en la planta del edificio, en el ábside se colocó la sede para la cátedra del obispo, y el banco semicircular del presbiterio, la puerta de entrada se abría enfrente del ábside y no al lado, y se introduce el uso del atrio.

La belleza de las basílicas no estaba solo en su estructura arquitectónica, sino sobre todo en la fastuosidad de su decoración: los mosaicos, el ciborio sobre el altar, las cortinas bordadas en las columnas, la profusión de lámparas, así como el esplendor en los pavimentos.

b. El Bautisterio

Los primeros lugares que se utilizaron para realizar los bautismos, eran termas privadas, pero poco a poco van tomando formas más elaboradas.

Algunos bautisterios consistían en una serie de pequeñas habitaciones cuadradas o rectangulares integradas en pequeñas dependencias adyacentes a las basílicas. Algunos otros modelos de bautisterio eran construcciones independientes, que consistían en una sala redonda u octagonal

La forma redonda de origen funerario, recordaba que el bautismo es la muerte y resurrección en Cristo, y la forma octagonal evocaba el día octavo, día de regeneración de nuevo comienzo, de renacimiento, nacimiento hacia la vida eterna.

El bautisterio estaba decorado con la misma suntuosidad que la basílica, tanto en la cúpula como en las paredes de la sala central donde se encontraba la piscina que tenía unas gradas para descender en un extremo y otras para subir en el otro.

c. El Martyrium

En el S. IV el culto a los mártires estaba todavía unido a sus tumbas en los cementerios suburbanos. Estás tumbas se decoraron con cuidado, y con el paso del tiempo sobre algunas que gozaron de más importancia para los fieles se erigieron algunas Basílicas memoriales, las llamadas “Martyria” donde se reunían los peregrinos en grandes masas, sobre todo cuando se celebraba la fiesta de esos santos.

En el oriente los Martyria se construyeron al lado de la Basílica destinada a la celebración de la eucaristía, mientras que en el occidente Basílica y Martyria se unieron en una sola construcción.

Algunas de estas Basílicas-Martyria más importantes en Roma son la de San Pedro, San Pablo Extramuros, Santa Inés, San Lorenzo etc., o en Siria la de San Simón Estilita.

d. La Catedral

Se da este nombre a la iglesia donde el obispo tiene su sede o cátedra, es decir, es el lugar desde donde el obispo se encarga de difundir la doctrina o enseñanza de la fe (cátedra) y de prestar servicio a la comunidad, por esta razón es la iglesia principal de una diócesis.

El nombre de catedral nació como referencia a la tarea que tenía que realizar el obispo, pero con el tiempo se convirtió en un sustantivo que se refería a la construcción: La Catedral.

En un principio, en las catedrales se impartían cátedras a los seminaristas y a los estudiantes en general, que deseaban aprender teología, latín y otras materias

Con el paso del tiempo, las catedrales se fueron limitando sólo a ser lugares de culto y oración, pero donde estaba la Sede o Cátedra del Obispo de la diócesis.

Las catedrales suelen ser siempre edificios de gran tamaño, que cuentan con impresionantes obras de arte. Esta magnificencia está relacionada con la idea de que, para albergar a la máxima autoridad de la diócesis.

La catedral debe diferenciarse del resto de los templos como iglesia madre. Ejemplos de este tipo de catedrales son las de Milán (Italia), la de Santiago de Compostela (en España) o la de Notre Dame (en Francia), la de México o la de Puebla.

e. El Cementerio

Es un lugar donde la iglesia envuelve con su oración la sepultura de los fieles, que han llegado al término de su peregrinar terreno, los cementerios se vuelven también lugares de celebración, incluso se desarrolla una gran iconografía que aún podemos contemplar en los antiguos cementerios de Roma, las llamadas catacumbas.

Uno de los anhelos de los cristianos era el de descansar al lado de los santos, especialmente de los mártires, por eso crecen los cementerios en torno al lugar donde descansan los mártires (Martyrium), un ejemplo es el que está junto a la Basílica de San Lorenzo en Roma.

En la edad media las iglesias se vuelven lugares de sepultura, por lo que los cementerios se convierten en tierra santa, lugar de oración que merece un especial respeto de la gente, y que en muchas ocasiones serán lugares donde se desarrollará un arte particular que exprese el honor a los difuntos, así como la fe en Cristo.