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    Jos Luis de Diego*

    Un itinerario crtico sobre el mercado editorialde literatura en Argentina

    Resumen: El objeto del trabajo es trazar un diagnstico crtico de la situacin actual delmercado editorial de literatura en Argentina. Con ese fin, se parte de una resea histricadesde la llamada poca de oro hasta las sucesivas transformaciones que fueron modifi-cando las estrategias editoriales hasta el presente. En este punto, se formulan algunashiptesis que permiten comprender mejor las razones del creciente deterioro del sector ylas posibles vas de desarrollo futuro.Palabras clave: Polticas editoriales; Mercado; Literatura; Argentina; siglos XX-XXI.

    Abstract: The purpose of this paper is to outline a critical diagnosis of the current edito-rial market of literature in Argentina. To that purpose, there is a brief historical reviewfrom the so-called Golden age through the many modifications and editorial strategiesto the present. Several hypotheses are presented to understand the current decay and pos-sible paths of future development.Keywords: Editorial policy; Market; Literature; Argentina; 20th21st centuries

    Durante el perodo 2004-2006, llevamos a cabo la investigacin que tuvo comoresultado el libroEditores y polticas editoriales en Argentina (1880-2000) (2006). Esaexperiencia nos sirvi, por un lado, para producir un estudio sistemtico, hasta entoncesinexistente, sobre polticas editoriales en nuestro pas; por otro, para fijar un piso a partirdel cual se pudieran formular hiptesis especficas sobre perodos determinados. Amenudo esas hiptesis nos obligaron a soslayar los lmites autoimpuestos (estudiar pol-ticas editoriales en literatura en Argentina) y a ampliar el objeto hacia redes e inter-cambios entre Argentina, Espaa y Amrica Latina. En esta oportunidad procuraremosfocalizar nuestro inters en los ltimos aos y en el presente, y advertimos que, para eseobjeto, la ampliacin a la que hacamos referencia resulta imprescindible. Pero antes de

    adentrarnos en el estudio del presente, researemos brevemente los principales hitos, enel campo de las polticas editoriales, que pueden considerarse antecedentes significativospara el diagnstico crtico que pretendemos.

    * Doctor en Letras y profesor de Introduccin a la Literatura y Teora Literaria II de la UniversidadNacional de La Plata. Dirige el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales(UNLP-CONICET). Se ha especializado en temas de historia intelectual, teora literaria, literaturaargentina y, ms recientemente, industria editorial. Ha publicado entre otros; La verdad sospechosa.Ensayos sobre literatura argentina y teora literaria (2006); Una potica del error. Las novelas de JuanMartini (2007) y, Editores y polticas editoriales en Argentina (1880-2000) (ed. 2006). Contacto: Correoelectrnico: [email protected]. Ib

    eroamericana,

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    1. 1938-1953: la poca de oro

    Las autoridades de la editorial Espasa-Calpe de Espaa, agobiadas por los infortu-nios de la Guerra Civil, deciden, en abril de 1937, fijar su sede central en Argentina. Doscolaboradores jerrquicos de la filial en Buenos Aires, acaso por razones polticas, sedesvinculan de la empresa. Uno de ellos, Gonzalo Losada, un madrileo que estaba enArgentina desde 1928, funda su propio sello en agosto del 38. El otro, el vasco JulinUrgoiti, estar en la gnesis de Editorial Sudamericana en diciembre del mismo ao. Acomienzos del 39, llega a Buenos Aires Mariano Medina del Ro y, junto a los gallegosArturo Cuadrado y Luis Seoane, ponen en marcha la Editorial Emec. Ms all de lasreferencias anecdticas y del dato erudito, lo que queda en claro es que en apenas unos

    meses entre 1937 y 1939 comienzan sus actividades cuatro editoriales que ocuparn unlugar central en el mercado literario en habla hispana: Espasa-Calpe Argentina, Losada,Sudamericana y Emec; y que las cuatro estn ligadas a la gida provocada por la GuerraCivil en Espaa. Segn la ha bautizado la bibliografa sobre el tema, all se inicia lapoca de oro de la industria editorial en Argentina, que se extiende aproximadamentehasta 1953. Algunos datos resultan ilustrativos. El total de ejemplares impresos en el ini-cio del perodo, de 1936 a 1940, fue de 34 millones; en el fin del perodo (de 1951 a1955) ese nmero se haba multiplicado por cinco y el total de ejemplares impresosascendi a 169 millones. Ms del 40% de la produccin se exportaba y Argentina prove-y, en la dcada del cuarenta, el 80% de los libros que importaba Espaa. Para 1952,Argentina registraba 276 ttulos publicados por cada milln de habitantes, mientras Espa-acuya industria ya comenzaba a evidenciar signos de recuperacinregistraba slo

    119. En 1942 se exportaron 11.280.000 volmenes; en 1947, slo cinco aos despus,24.280.500. Son llamativos, adems, los promedios de tiraje por libro: en los ltimosaos del perodo, alcanz los 10.000 ejemplares, con un promedio para el total del pero-do cercano a los 7.000 ejemplares. Los nmeros, apenas esbozados aqu, de la poca deoro hoy nos resultan inverosmiles.

    Sin embargo, si lo que se analiza es el impacto cultural de las polticas editoriales yno slo los nmeros de la industria, las evaluaciones suelen ser diferentes. En efecto,existe lo que hoy es casi un lugar comn: la literatura latinoamericana encuentra, yaentrados los sesenta, un pblico propio, un mercado vido de novedades, y se genera undoble boom: cualitativo, por la valoracin de sus escritores, y cuantitativo, por la notablecantidad de ejemplares vendidos. Esto pondra de manifiesto una paradoja: que los lla-mativos ndices de venta de novelas emblemticas del perodo como Sobre hroes ytumbas (Ernesto Sbato, 1962),Rayuela (Julio Cortzar, 1963), Cien aos de soledad(Gabriel Garca Mrquez, 1966),Boquitas pintadas (Manuel Puig, 1969)coinciden conuna curva declinante en el desarrollo de la industria editorial argentina. La paradojapuede explicarse de este modo: a medida que Argentina iba perdiendo mercados exter-nos por la recuperacin de la industria espaola y el ascenso de la mexicana, encontrabaen el mercado interno los recursos para su sostenimiento y consolidacin. De modo quedel anlisis de la poca de oro surgen un floreciente despegue en lo cuantitativo y unimpacto dbil en la consolidacin de un campo cultural y literario propio; y en los aossesenta esa relacin se invierte.

    De la produccin editorial de Espasa-Calpe sobresale visiblemente la ColeccinAustral, lanzada a comienzos de 1938, cuando an estaba Losada en la editorial y uno de

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    los principales asesores era Guillermo de Torre. La coleccin se inicia conLa rebelin delas masas, de Ortega y Gasset, y para el ao 1967 haba publicado 1.500 ttulos; lleg apublicar a un ritmo de entre 10 y 20 ttulos nuevos por mes en primeras ediciones de12.000 ejemplares cada una y 15 reimpresiones mensuales de 6.000 ejemplares. De laproduccin total, ms del 30% se exportaba, lo que pone de relieve no slo la capacidadpara captar mercados externos, sino tambin, de acuerdo con los nmeros citados, unbuen nivel de ventas en el mercado interno. Veamos algunos de los diez primeros ttulos:el ya citado libro de Ortega; el Poema del Cid; elDiscurso del mtodo, de Descartes;

    Armancia, de Stendhal;La isla del tesoro, de Stevenson;Del sentimiento trgico de lavida, de Unamuno. Como se ve, no pareca haber, al menos en los inicios del catlogo,decisiones editoriales claras para definir el perfil de la coleccin, o exista la vaga idea,

    corriente para la poca, de una coleccin de obras genricamente consideradas como decultura universal.

    A poco de iniciar las actividades de su propia editorial, Gonzalo Losada lanza laBiblioteca Contempornea, una coleccin que desde su idntico formato (12 x 18 cm.)hasta el carcter eclctico de su concepcin pareca tener la expresa voluntad de compe-tir con Austral. La Biblioteca Contempornea tuvo un desarrollo ms modesto, ya que enun perodo similar al mencionado para Austral haba editado algo menos de 400 ttulos.En el anlisis del catlogo se puede advertir un similar eclecticismo en la seleccin dettulos. Es interesante, adems, contrastar ambos catlogos en cuanto a la numerosa pre-sencia de autores espaoles: Austral privilegia, en especial, a los escritores del 98: Azo-rn, Baroja, Unamuno, Valle Incln; mientras que Losada dar lugar, por afinidades est-ticas e ideolgicas, a los poetas espaoles contemporneos: Len Felipe, Garca Lorca,

    Alberti, Salinas, Aleixandre. Otras colecciones y textos particulares editados por Losadatuvieron gran impacto cultural en Argentina y en toda Amrica Latina: Las Cien ObrasMaestras de la Literatura y el Pensamiento Universal, dirigida por Henrquez Urea; lasObras completas de Federico Garca Lorca, recopiladas y prologadas por Guillermo deTorre; la Biblioteca Filosfica, dirigida por Francisco Romero, entre otras. Losada fue laeditorial que incorpor al mercado de habla espaola, mediante cuidadas traducciones,las obras de Thomas Mann, Luigi Pirandello, Andr Gide, William Faulkner, AlbertCamus, adems de difundir a prestigiosos autores latinoamericanos como los PremioNobel Gabriela Mistral, Miguel ngel Asturias y Pablo Neruda.

    A los seis meses de fundada Sudamericana, y luego de continuos fracasos comercia-les, llega desde Francia la figura con la que se identificar la editorial durante aos: elcataln Antonio Lpez Llauss, quien se hace cargo de la empresa junto a Julin Urgoiti;desde entonces, Sudamericana fue siempre identificada como una empresa familiar:Lpez Llauss; luego su hijo, Jorge Lpez Llovet; ms tarde su nieta, Gloria Lpez Llo-vet de Rodrigu. De la mano de Lpez Llauss, que fue comprando acciones de la edi-torial hasta prcticamente dirigir solo sus destinos, hacia 1969 Sudamericana haba con-vertido su capital inicial (m$n 400.000) en ms de cien millones; tena un fondo editorialde ms de 1.500 ttulos y ocupaba el cuarto lugar en el pas en cuanto a ventas (DeSagastizbal 1995: 99-100). De este proceso de expansin, suelen citarse como hitos deimportancia la apertura hacia 1949 de editoriales distribuidoras de sellos locales en elexterior, como EDHASA en Barcelona, y Hermes en Mxico. En los catlogos de Suda-mericana durante sus primeros aos se advierte una notable mayora de textos traduci-dos. Esa tendencia se ir modificando con el tiempo; ya en los aos cincuenta, la edito-

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    rial comienza a tantear el posible inters del pblico por la literatura nacional:Adn Bue-nosayres de Marechal (1948);El tnelde Sbato (1948);Bestiario de Cortzar (1951),

    Misteriosa Buenos Aires de Mujica Linez (1951). De entre los asesores literarios de laeditorial, se han destacado Francisco Porraa quien se le atribuyen los descubrimien-tos de Julio Cortzar, Alejandra Pizarnik y Cien aos de soledad, editor de Minotauro,la exitosa coleccin de textos de ciencia-ficciny Enrique Pezzoni. Ya en los sesenta,Sudamericana ir consolidando su centralidad en lo que se refiere a la presencia en sucatlogo de la literatura argentina y latinoamericana

    A poco de fundarse, Emec cont con una importante inversin de capitales prove-nientes de la familia Braun Menndez. En 1947 se incorpora a la empresa Bonifacio delCarril, quien se va a convertir en su referente ms visible durante largos aos. De Sagas-

    tizbal destaca tres aspectos de inters: sus novedosas formas de comercializacin; susestrechas relaciones con las secciones bibliogrficas de los diarios y la elaboracin deuna poltica de publicaciones de corte ms clsico, dirigida a las clases altas y cultas,con una definida orientacin hacia lo anglfilo y el pensamiento catlico (1995: 89-90).De sus colecciones, el caso ms difundido y duradero es Grandes Novelistas, que se da aconocer en 1948; si la coleccin tuvo el mrito de incluir en su catlogo a Kafka, Mora-via, Hemingway y Cela, con el tiempo degener en un marcado inters por el best-selle-rismo, publicando a Len Uris, Arthur Haley, Erich Segal y otros. Con relacin a la lite-ratura argentina, la aparicin en 1951 deLa muerte y la brjula, de Jorge Luis Borges, dainicio a la publicacin sistemtica del autor argentino que el sello suele exhibir con orgu-llo. Pero la relacin con Borges haba empezado antes, ya que en febrero de 1945 selanza la coleccin El Sptimo Crculo, la pionera coleccin de novelas policiales que

    dirigieron Borges y Adolfo Bioy Casares hasta 1955; en once aos seleccionaron 110ttulos, la mayora de ellos de origen anglosajn.

    2. Los sesenta

    En 1958 se funda la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA). La iniciati-va parti del rector de la Universidad, Risieri Frondizi; el proyecto, de un destacado edi-tor argentino, Arnaldo Orfila Reynalquien estaba entonces al frente del Fondo de Cul-tura Econmica de Mxico; y Boris Spivacow, su gerente, fue quien comand laempresa durante casi diez aos. Si las editoriales universitarias se caracterizaban, hastaentonces, por editar libros de temticas cientficas dirigidos a un reducido nmero deespecialistas, EUDEBA produjo un impacto atpico en el mercado. Y lo logr a partir depolticas editoriales novedosas: 1) tiradas numerosas y libros a muy bajo costo; 2) siste-ma de distribucin diversificado que inclua kioscos en las universidades, en las estacio-nes de trenes y subterrneos y en calles cntricas de alta circulacin; 3) cuidada selec-cin de ttulos, bajo el asesoramiento de un cuerpo de profesores universitarios, quienestambin participaban de la produccin y traduccin de los libros; 4) particular atencin ala presentacin visual de los ejemplares, para lo cual convoc a menudo a prestigiososartistas plsticos (elMartn Fierro, ilustrado por Juan Carlos Castagnino, constituy unnotable xito de venta). El golpe militar de 1966 y la intervencin de las universidadesabort el proyecto; para ese ao, se calcula que EUDEBA haba editado un libro por day un total de once millones de ejemplares. Spivacow y su equipo renunciaron y al poco

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    tiempo, el 21 de setiembre de 1966, dieron inicio al Centro Editor de Amrica Latina(CEDAL), un nuevo proyecto editorial y cultural que contina buena parte de las inicia-tivas que haban caracterizado a EUDEBA. A poco de comenzar sus actividades, elCEDAL firma un acuerdo con la Cooperativa de Vendedores de Diarios, Revistas y Afi-nes, y comienza a distribuir el material producido en los kioscos del pas y de grandescapitales de Amrica Latina. El formato un fascculo + un libro logr un rpido intersen el pblico y se multiplicaron las colecciones: Captulo. Historia de la literatura argen-tina; Captulo. Historia de la literatura mundial; Siglomundo; Transformaciones; Histo-ria del movimiento obrero; Los hombres de la historia; Mi pas tu pas, etc. Otra vez, lacombinacin de alta calidad de los contenidos (garantizado por un notable equipo decolaboradores) y un muy bajo costo de venta redundaron en el xito de la empresa; xito

    que hay que medir mucho ms en cuanto a su impacto cultural que en cuanto a los bene-ficios econmicos que produjo. As, EUDEBA primero y el CEDAL despus marcaronuna poca en la que eran posibles emprendimientos editoriales que atendieron ms a lacultura que al dinero, y en la que confluyeron una generacin de intelectuales compro-metidos con los proyectos y una buena parte de la clase media en ascenso que encontren aquellos libros los instrumentos ms idneos para su formacin.

    3. Dictadura y democracia

    Es frecuente leer en las bibliografas sobre la industria editorial en Argentina que losfulgores de la poca de oro no volvieron a repetirse. Sin embargo, los nmeros de los

    primeros aos de la dcada del setenta desmienten ese lugar comn, ya que el crecimien-to notable del mercado interno produjo, hacia 1974, un total de ejemplares editados y untiraje promedio que alcanzan los niveles de los aos en que el pas era el principal expor-tador de libros en el mundo de habla hispana. Pero una vez ms, y con inusual crudeza,la dictadura militar que asumi el poder el 24 de marzo de 1976 termin con aquella pri-mavera cultural. Si tomamos como referencia los aos 1974 y 1979 puede advertirse cla-ramente la debacle. En 1974 se produjeron cerca de 50 millones de libros, con una tiradapromedio de 10.000 ejemplares; en 1979, se produjeron 17 millones de libros, con unatirada promedio de 3.800 ejemplares (Getino 1995: 56). Si en 1974 existi una balanzacomercial favorable de 9 millones de dlares, para 1981 el saldo desfavorable fue de 25millones (Schmucler 1990: 208). No obstante, el ms doloroso saldo que gener la dicta-dura no se verific, claro est, en los ndices de la economa. La sistemtica represincontra las manifestaciones culturales conden a buena parte de los escritores e intelec-tuales al exilio o al silencio forzoso. Algunos de ellos, como Francisco Urondo, HaroldoConti y Rodolfo Walsh fueron asesinados (o estn desaparecidos, segn el cruel eufe-mismo que us la dictadura); otros debieron exiliarse, como Juan Martini, Juan Gelman,Hctor Tizn, Daniel Moyano, Tununa Mercado, Osvaldo Bayer, No Jitrik, Antonio DiBenedetto, David Vias y Osvaldo Soriano, entre tantos. En este adverso contexto cultu-ral y econmico, la labor editorial mengu hasta casi desaparecer. A pocos das del golpemilitar, el 2 de abril, se clausuran las oficinas de la Editorial Siglo XXI; en ese mismomes, en el Regimiento de Infantera Aerotransportada XIV de Crdoba, se exhiben eincineran libros, revistas y fascculos considerados subversivos en presencia de perio-distas locales y corresponsales; el CEDAL fue amenazado y hostigado permanentemente

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    desde que en Baha Blanca el general Acdel Vilas afirm que el Centro era claramentesubversivo, fue allanado un depsito de la editorial el 7 de diciembre de 1978, se proce-s a Boris Spivacow, su director, y se inciner, el 26 de junio de 1980, un milln y mediode ejemplares; el 26 de febrero de 1977, un destacamento al mando del teniente primeroXifra irrumpi en las oficinas de EUDEBA para secuestrar y retirar de circulacin variosttulos; fue detenido y procesado Daniel Divinsky, propietario del sello De la Flor; otroseditores, como Alberto Burnichn, Roberto Santoro, Carlos Prez y Hctor Fernndez,desaparecieron.

    Resulta coincidente la opinin de que, para 1981, el aparato censor haba disminuidosu presin sobre editoriales, libreras y escritores; quiz sta haya sido una de las causasde que tres casas editoras hubiesen emprendido el lanzamiento de colecciones dedicadas,

    al menos en parte, a autores argentinos. Me refiero a la coleccin Narradores America-nos, de la Editorial Legasa de Espaa, cuyos primeros cuatro ttulos incluyen a escritoresargentinos, dos de los cuales estaban por entonces exiliados (Daniel Moyano y RodolfoRabanal); la coleccin Narradores Argentinos Contemporneos, una iniciativa efmerade la Editorial de Belgrano; y la coleccin Las Nuevas Propuestas, dirigida por SusanaZanetti, del CEDAL. Desde entonces, la presencia de autores argentinos en el mercadolocal fue in crescendo hasta producir una notable proliferacin de ttulos en el perodo1983-1985, que incluy la publicacin diferida de la produccin silenciada o prohibidabajo la dictadura y la de textos publicados en el exilio que slo entonces pudieron circu-lar en Argentina. Parte de esa produccin se puede advertir en los libros editados en elexterior: la labor sistemtica de Julio Cortzar y Manuel Puig, la notable obra potica deJuan Gelman, las narrativas de Juan Jos Saer, Osvaldo Soriano, Juan Martini, Marcelo

    Cohen. Espaa y Mxico fueron los principales lugares de edicin de la obra de argenti-nos exiliados.En diciembre de 1983, asume la presidencia Ral Alfonsn; se produce el ansiado

    retorno a la democracia. El fin de la dictadura abri nuevas expectativas para escritores eintelectuales que se sintetizaron en la frmula reconstruccin de la cultura. El interscreciente por saber lo que haba ocurrido en el pas produjo un pequeo boom de losgneros de ensayo e investigacin histrica o periodstica sobre hechos recientes, y lapublicacin de textos, especialmente novelas, silenciados o censurados. En el campo dela literatura, se destacaron las colecciones Narradores de Hoy, de la Editorial Bruguera, yNarrativas argentinas, de Sudamericana. Sin embargo, otros problemas acechaban almercado de libros. En este momento la situacin poltica y cultural ayuda, pero la eco-nmica no: la frase de Boris Spivacow1parece ser la sntesis exacta de la situacin de laindustria editorial durante el retorno a la democracia. Una inflacin descontrolada; laausencia de una Ley del Libro que regule y proteja la industria; el alto costo de los crdi-tos que imposibilita la inversin en la modernizacin de las empresas; el desarrollo de lareprografa ilegal; y el elevado precio del papel son las quejas recurrentes en los testimo-nios de los editores durante aquellos aos. Las consecuencias de esta situacin crticason, entre otras, la falta de competitividad externa, la prdida de mercados, las dificulta-des para pagar derechos de publicacin de autores extranjeros consagrados, la declina-cin del mercado interno. O sea, como hemos venido sosteniendo, la edicin de textos de

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    1 Clarn. Cultura y Nacin, 4 de abril de 1985: 2.

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    autores argentinos result una oportunidad para encontrar un mercado ms sensible a eserubro, pero tambin fue la consecuencia de un callejn sin salida: ante la crisis del sector,los editores slo pudieron apuntar al mercado interno como estrategia de supervivencia.

    4. Los ltimos aos

    Como es bien sabido, los aos noventa se abren con la cada del Muro de Berln, conla consolidacin de un mercado capitalista mundial y con un fenmeno que, aunque ori-ginado en la economa, ha tenido decisiva importancia en el campo de la cultura: la glo-balizacin. Al menos en aquellos aos, el concepto de globalizacin se asoci al debilita-

    miento de la figura del Estado-nacin, al nacimiento de poderosos bloques econmicosque soslayaban las fronteras nacionales y, consecuentemente, a la crisis del concepto deModernidad, de las distintas variantes del universalismo filosfico y de las teoras iguali-taristas como herramienta de transformacin social. La globalizacin vino seguida,entonces, del optimismo econmico de la mano de las recetas neoliberales, optimismoque se permiti declarar el fin de la Historia y el ocaso de las ideologas.

    En Argentina, los noventa significaron, por un lado, la consolidacin de la democra-ciasiempre amenazada, en el pasado, por los militares de turno; por otro, la instaura-cin de polticas neoliberales que se sintetizaron en la frmula reforma estructural delEstado. Dicha reforma se viabiliz en una serie de polticas: apertura a mercados exter-nos, privatizacin de empresas pblicas, un rgimen abierto de importaciones, la deci-sin de no intervencin del Estado en la regulacin de los intercambios comerciales. En

    contraposicin, como afirma Malena Botto, la poltica econmica no favorece la pro-duccin ni existen, en general, reintegros a las exportaciones. Por lo tanto, la inversinextranjera directa (orientada a la produccin) ser menor, y sus premisas sern: el apro-vechamiento de los recursos materiales ya existentes en las empresas adquiridas, lareduccin de los costos en la produccin (desde la importacin de maquinarias e insu-mos, hasta la reduccin de personal facilitada por la flexibilizacin laboral) y el escasomargen de ganancia destinado a la reinversin (2006: 210-211). Si bien la poltica deprivatizaciones tuvo sus casos ms resonantes en las empresas de petrleo, comunicacio-nes, energa y transportes, la industria del libro no estuvo a salvo de la avidez de inverso-res externos. En este caso, las inversiones provinieron mayoritariamente de firmas espa-olas, aunque algunas de ellas ya formaban parte de conglomerados multinacionalesque, o bien eran en origen empresas editoriales y con el tiempo diversificaron sus inver-siones (el grupo alemn Bertelsmann), o bien eran empresas multimedia y decidieronincorporarse al mercado del libro (la italiana Finivest). As, el proceso de concentracindel mercado editorial en pocos grupos fue el signo distintivo y caracterstico de la indus-tria editorial durante los noventa.

    En Italia, la legendaria editorial de Arnoldo Mondadori se transforma, despus de sumuerte, en un coloso multimedia, no slo con inversiones en televisin y en informtica,sino tambin mediante la compra de Einaudi, la ms selecta editorial italiana que habatenido como lectores y asesores a Cesare Pavese, Elio Vittorini e Italo Calvino; en 1991,Mondadori pasa a manos de Finivest, el emporio multimedia del poderoso Silvio Berlus-coni. En Francia, el mercado se encuentra polarizado como lo ha estudiado Andr Schif-frin enEl control de la palabra (2006) en dos grandes grupos: el Group de la Cit, pro-

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    piedad de Havas, a la vez un brazo de Vivendi, considerada la quinta compaa de mediosde comunicacin del mundo; y el grupo Lagardre, a travs de la legendaria Hachette. Elprimer grupo adquiere en Espaa la editorial Anaya y el segundo, Salvat. En Alemania,las compras del grupo Bertelsmann lo han convertido a partir de la adquisicin de Ran-dom House, la primera editorial de Estados Unidos en el ms poderoso consorcio edito-rial del mundo. Estos hechos contradicen un lugar comn en Argentina: que el mercadodel libro en espaol lo controlan los espaoles. Bertelsmann se aduea de Plaza & Jans;Mondadori, de Grijalbo; Hachette, de Salvat; Havas, de Anaya. En todo caso, los capita-les se han desnacionalizado o transnacionalizado, que viene a ser lo mismo. Ha dicho eleditor Juan Salvat: [] el otro da se hablaba del tema de la espaolidad o no espaoli-dad de las empresas, bueno, ste es un tema que yo no lo veo as, no entro en esta discu-

    sin, las empresas son como son, cundo una empresa es espaola, o no es espaola, enfuncin de qu, del capital, de las personas? Y, es muy importante que sea espaola?(Varios Autores 2006: 128).

    5. La concentracin

    Ahora veamos con ms detalle qu grupos controlan hasta el presente el mercadoeditorial argentino. Carlos Barral fue uno de los editores mticos de la industria espaoladurante los sesenta y ha reseado con detalle su itinerario en sus Memorias, en especialen el segundo tomo,Aos sin excusa, publicado originalmente en 1978. Contra la cues-tionada calidad de los premios Nadal y Planeta, Barral pone en marcha en 1959 el pre-

    mio Biblioteca Breve y ser el protagonista indiscutido de la incorporacin al mercadoespaol del llamado boom de la novela latinoamericana, a travs del sello Seix Barral.Lo acompaaban en la empresa un grupo de notables: Jaime Gil de Biedma, Pere Gimfe-rrer, Josp Mara Castellet. Sin embargo, con la muerte de Vctor Seix en un accidente enFrankfurt comienzan los problemas con la firma y Carlos Barral deja la editorial en1970. Es un lugar comn afirmar que, respaldado por una slida cultura cosmopolita,Barral encarn la vanguardia literaria de aquellos aos y fue maestro y gua de editoresms jvenes; es tambin un lugar comn escuchar que era un mal administrador y queconfiaba demasiado en sus intuiciones. Seix Barral se vendi en 1982 al grupo Planeta.Escribe el editor argentino Mario Muchnik: [] retengo una imagen impresionante: lade Joan Seix abuelo, padre de Vctor, firmando la venta de las acciones de la editorialque haba fundado y que haba sido, durante el franquismo, la antagonista cultural preci-samente de Planeta. Fue uno de esos momentos privados que marcan un cambio depoca (2000: 199).

    Como afirma Sergio Vila-Sanjun: La editorial de Lara [Planeta] haba sido en losltimos decenios el sello ms representativo de literatura comercial en lengua espaola.Mientras Plaza & Jans cultivaba los best-sellers internacionales y Destino y Seix Barral,la narrativa considerada de calidad (2003: 187). Algunos aos despus, no slo Planetaera la nica editorial que perviva a los cierres o a las ventas, sino que era precisamentela que haba comprado Destino y Seix Barral, las editoriales de narrativa considerada decalidad. La poltica agresiva de Planeta comienza por captar a los autores emblemticosde las editoriales rivales (como hizo con Miguel Delibes y Juan Mars) y luego se quedacon ellas, con las editoriales mismas. Seix Barral en 1982, Destino en 1989, Espasa-

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    Calpe en 1992, Crtica en 1999, Emec en 2000, Minotauro en 2001 la emblemticaeditorial de ciencia-ficcin que fund y diriga Francisco Porra, entre tantas otras, hanido conformando un imperio editorial que concentra alrededor de treinta sociedades an-nimas, declara tener un catlogo de diez mil ttulos y es considerado el octavo grupo edi-torial del mundo.

    Francisco Prez Gonzlez haba sido distribuidor en Espaa de Emec, la editorialargentina de la familia Del Carril, y haba participado, junto con Rafael Gutirrez Girar-dot, en la creacin de Taurus en 1955. En 1958, lo convoca Jess de Polanco para dirigirla recin creada Editorial Santillana y emprenden una vasta tarea de edicin de materia-les educativos. Los beneficios de esa tarea los invierten en la compra del paquete accio-nario mayoritario del diarioEl Pas que se transforma, a travs de la sociedad Prisa, en

    un poderoso conglomerado multimedia, y convierte a Polanco, segn la revista Forbes,en el hombre ms rico de Espaa. Con el tiempo, el perfil editorial se diversifica: adquie-ren Taurus en 1974, Alfaguara en 1980 y Aguilar en 1986. La crisis financiera de Aguilararrastra las finanzas hacia abajo, crisis de la que Taurus y Alfaguara recin emergern enlos noventa. Pero la mencin de Alfaguara nos hace volver hacia atrs. Creada por lafamilia Cela hacia mediados de los sesenta, la editorial tuvo poca visibilidad hasta quetoma la conduccin Jaime Salinas, el hijo del gran poeta del 27, que vena de dirigircolecciones en Alianza Editorial. Con un cuidado diseo de tapas y con seleccionadosttulos de Marguerite Yourcenar y Gnter Grass, de Henry Miller, Juan Benet y JulioCortzar, Salinas elabor un catlogo de calidad pero poco rentable. En 1980, comoqueda dicho, Alfaguara se vende al Grupo Santillana, y Salinas permanece al frente dosaos ms, hasta que los socialistas lo llevan como director general del Libro. Luego de

    un perodo de casi diez aos, la editorial revive en 1992, cuando se hace cargo del pro-yecto Juan Cruz, un reconocido periodista deEl Pas, y va incorporando firmas de relie-ve, como Jos Saramago, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, adems de prestar aten-cin a la nueva narrativa espaola.

    Por ltimo, merece destacarse la trayectoria de dos editoriales barcelonesas que hanconservado su vigencia durante cuarenta aos y continan con un perfil de editorialesindependientes. En 1969, en el clima contestatario de la Barcelona de los sesenta que seha simplificado en la figura de lagauche divine, Jorge Herralde funda Anagrama, y Bea-triz de Moura, Tusquets. Ms all de variadas crisis e incluso de numerosas tentativas decompra, Anagrama se ha transformado en la editorial ms innovadora y de mayor presti-gio de la actualidad. Tanto en su clebre coleccin Panorama de Narrativas que ha sidocalificada por sus enemigos como la peste amarilla como en Compactos, la editorialostenta un catlogo con lo mejor de la narrativa actual: McEwan y Auster, Barnes yPatricia Highsmith, Baricco y Tabucchi, Sebald y Bernhard, Bolao y Piglia, entre tantosotros. Igual prestigio logr la editorial con la coleccin de ensayos; baste recordar la casisimultnea publicacin, a mediados de los noventa, de dos obras fundamentales comoElcanon occidental de Harold Bloom yLas reglas del arte de Pierre Bourdieu. Por suparte, Tusquets se consolid a mediados de los ochenta con su coleccin Andanzas y susreconocibles tapas negras, al incorporar las firmas de Marguerite Duras, de Milan Kun-dera, del belga Georges Simenon, del estadounidense John Irving. Al igual que los Com-pactos de Anagrama, Tusquets desarroll una coleccin ms accesible, Fbula. En amboscasos, las colecciones ms econmicas incluyen ttulos originales y otros que han sidoexitosos en las colecciones carasy que se reeditan en el nuevo formato.

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    En sntesis, cuatro grupos se llevan la parte del len de la edicin de literatura enespaol en la actualidad: el grupo Planeta (Espasa-Calpe, Destino, Seix Barral, Crtica,Emec, Ariel, la cadena Casa del Libro), el grupo Prisa-Santillana (Alfaguara, Taurus,Aguilar), el grupo Random House-Mondadori (Plaza & Jans, Lumen, Grijalbo, Suda-mericana), y el grupo francs Havas (Alianza, Ctedra, Tecnos, Siruela). En Argentina,las ventas de Sudamericana en 1998 y de Emec en 2000, adems de la venta de Kape-lusz en 1994 al grupo Norma, de origen colombiano, cierran el proceso de desnacionali-zacin de la industria editorial. Por su parte, Losada, la otra prestigiosa editorial fundadaa fines de los treinta, fue vendida y luego recuperada en 1999; sin embargo, sobrevivereeditando su fondo editorial del pasado y no ha incorporado novedades. Segn MatildeSnchez, se ha convertido en poco ms que una librera bien surtida (2000). As, las

    figuras ms relevantes de la literatura argentina son editadas en la actualidad por lasempresas mencionadas. Planeta se ha quedado, a travs de Emec, con la obra de JorgeLuis Borges y Adolfo Bioy Casares; a travs de Seix Barral, con Manuel Puig, Juan JosSaer y Juan Gelman. Alfaguara contina editando la Biblioteca Julio Cortzar, y los tex-tos de Andrs Rivera y Hctor Tizn. El grupo Norma publica a Juan Martini y MarceloCohen. Anagrama ha fichado a Ricardo Piglia y Alan Pauls. Algo similar ocurre con elmercado de autores latinoamericanos, lo que implica que podemos conocer sus obrasslo si los espaoles deciden editarlas.

    Qu efectos produce la concentracin sobre el mercado del libro? Cuando un grupoadquiere una editorial lo primero que se apresura a declarar es que respetar el proyectocultural de la misma; sin embargo, por lo general poco duran los editores originarios yrpidamente se los reemplaza por tcnicos financieros, contadores o expertos en marke-

    tingque buscan una rentabilidad mayor y ms acelerada. Es evidente que Planeta, porejemplo, busca sumar a su sello el prestigio que acarrean Seix Barral o Emec; lo que noes evidente es que Seix Barral o Emec continen siendo las mismas despus del xodode Barral o de Del Carril. El caso es que, afirma Beatriz de Moura, propietaria de Tus-quets, los grandes grupos han descubierto hace poco que tambin quieren el prestigioque t te has ganado a pulso, y lo quieren rpido (Varios Autores 2006: 196). Aunqueparezca paradjico, los pequeos sellos independientes que buscan trabajosamente sumateria prima a menudo la encuentran para que rpidamente se la lleven los gruposconcentrados. Jos Huerta, de la editorial emergente Lengua de Trapo, se ha referido aeste fenmeno: Resulta paradjico que una editorial pequeita como Lengua de Trapotenga que ser el lector editorial del seor Polanco o del seor Lara (Vila-Sanjun 2003:357). Hace ya varios aos, la literatura comercial y la literatura de vanguardia tenan cir-cuitos diferenciados y editoriales especializadas en cada caso; hoy se ha impuesto un cri-terio midcult en el que el best-sellerde calidad convive con el best-sellerabiertamentecomercial, con el long-sellery con el texto experimental. La causa de ese borramientoes, como ha dicho Pierre Bourdieu (2000), la irrupcin de criterios heternomos a lamanera de un caballo de Troya en la (relativa) autonoma del campo literario. Pero laoposicin entre editores de oficio, que sumaban a su experticia un slido capital culturalacumulado, y los nuevo gerentes comerciales que pueblan las editoriales es mucho msque una disputa por puestos de trabajo. Ocurre que muchos de estos conglomerados mul-tinacionales vieron crecer sus capitales en actividades que pueden ser muy respetables(negocios inmobiliarios, cadenas de televisin, y otras probablemente no tan respetables)e ingresaron en la industria del libro como una inversin ms, de modo que si el editor

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    era una especie de Jano bifronte que miraba con una cara la cultura y con otra el dinero,ahora, como esas estatuas carcomidas por la intemperie, una cara se les ha borrado.

    6. Los agentes

    Cmo se han defendido los escritores ante esta realidad hostil? La respuesta es sim-ple: con los agentes literarios. La mayora de los testimonios indica que en la edicin enlengua espaola existe un antes y un despus de la aparicin de la leridana Carmen Bal-cells, la agente ms codiciada por los escritores y ms odiada por los editores. Balcellsincorpor dos novedades fuertes en sus negociaciones: acab con los contratos indefini-

    dos e impuso en el mercado los adelantos en dinero por la edicin de los libros de susrepresentados. Su autor-ensea fue y sigue siendo Gabriel Garca Mrquez, con quienhaba entablado relacin poco antes de la publicacin de Cien aos de soledad. Hoy, cadalibro del colombiano entra en una subasta al mejor postor en la que se juegan adelantosmillonarios, y el reparto suele ser: Mondadori para Espaa, Sudamericana para Argentinay Cono Sur, Diana para Mxico y Centroamrica, y Norma para los pases andinos. Comoseala Vila-Sanjun: Dos figuras importantes de la cultura internacional de la izquierda[se refiere a Garca Mrquez y a Balcells], integradas como autores estrella en la editorialmultinacional del lder populista de la derecha italiana Silvio Berlusconi: todo un smbolode las transformaciones de la industria cultural de fin de siglo (2003: 191-192). Se aca-baron, entonces, las exclusividades: Borges fue casi toda su vida un autor de Emec; hoy,cuando las editoriales han perdido identidad cultural, ya no se sabe, ni importa saber

    quin te editar; importa, s, saber quin paga ms, y de eso se encarga el agente. Muchosautores creyeron liberarse cuando la emergencia del mercado los emancip de sus patro-nos, pero cayeron en manos de las decisiones de los editores. Hace algunos aos, creyeronliberarse de los editores, pero cayeron en manos de las decisiones de sus agentes.

    7. El mercado

    Las novedades introducidas en los ltimos aos tambin han afectado a la comercia-lizacin del libro. La tirada media normal de una novela en Espaa es de unos 3.000ejemplares, que en el caso de las editoriales grandes (Plaza & Jans o Planeta) puede ele-varse a 6.000. Si supera los 20.000 ejemplares de venta se considera que va muy bien. Ysi se pone por encima de los 100.000 ejemplares vendidos puede hablarse ya de autnti-co best-seller (Vila-Sanjun 2003: 109). Aunque se trate de un mercado ms reducido,lo dicho por el investigador espaol es aplicable al mercado argentino, precisamente por-que, despus del brusco proceso de concentracin, Argentina se ha convertido en slouna parte del mercado globalizado de libros en lengua espaola. Los avances tecnolgi-cos en el campo de la edicin han abaratado notablemente los costos y han simplificadolos procesos en la fabricacin de un libro. De modo que no existe editorial alguna quearriesgue en tiradas que no se van a vender: un libro que hace stock es un fracaso. Demenos ttulos y grandes tiradas, hemos pasado a infinidad de ttulos en tiradas muypequeas: los demasiados libros, los ha bautizado el mexicano Gabriel Zaid (1996). Alas libreras se las ha llamado albergues transitorios de novedades, en los que se exhi-

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    ben libros con fecha de vencimiento, como si fueran lcteos (Botto 2006: 216). No estan difcil hoy encontrar un editor para un libro (sobre todo si uno est dispuesto a pagar,al menos en parte, la edicin); lo verdaderamente difcil es encontrar quienes lo lean.Nada menos que Lara Bosch, el propietario de Planeta, es quien se encarga de minimizarel impacto del libro sobre el mercado: Perdonen, es que una literatura por ms quevenda, en el caso maravilloso de que un libro venda doscientos mil, ya me dir usted qumasa es sta junto a treinta y cinco millones de personas viendo El gran hermano(Varios Autores 2006: 258). La afirmacin pone de relieve una evaluacin propia de unreferente de los grandes grupos concentrados, en donde el trmino de comparacin no esel impacto cultural de sus productos, sino su relacin competitiva con los mass media.

    Nunca es posible saber si lo que podramos llamar ciclos de inters de los lectores

    obedece ms a una supuesta espontaneidad de la demanda o a estrategias montadas desdela oferta. Slo podemos constatar que esos ciclos existen y que se ven precisados ennumerosos testimonios. Como hemos dicho anteriormente, en un primer ciclo, corres-pondiente a los primeros aos despus del fin de la dictadura, se vive el auge de loslibros de investigacin histrica ms o menos rigurosa.

    Un segundo ciclo se advierte en otros testimonios. Jorge Herralde, el propietario deAnagrama, cita lo que le dijo una librera hacia 1982: Tengo exactamente los mismosclientes, pero antes leanMaterialismo y empirocriticismo de Lenin, y ahora leen a Patri-cia Highsmith (Varios Autores 2006: 220). En los aos 80 ocurri algo muy curioso,dice el editor Miguel Garca Snchez, se puso muy de moda ser culto. Entre los matri-monios de ejecutivos se llevaba mucho hablar de libros, y esto tuvo una repercusin muyimportante. La gente apuntaba las obras que sus amigos les haban recomendado durante

    la cena y se iban a las libreras a buscarlo. Hubo grandes modas de volmenes que com-praba todo el mundo:Memorias de Adriano,El amante,El perfume (Vila-Sanjun2003: 121).

    Un tercer ciclo corresponde a los noventa y se extiende hasta hoy; en l, la influenciade los grandes medios se hace cada vez ms visible. Caracterizado de forma sumaria:libros por encargo de personajes ms o menos mediticos: polticos histrinicos, psicoa-nalistas light, historiadores poco rigurosos, deportistas de xito; auge de lo que se ha lla-mado star system de autor, es decir, fuertes campaas de promocin con autores quedan bien en los medios, como Isabel Allende o Marcos Aguinis; libros del gneroperiodismo de investigacin, en el que se procuran ventilar hechos recientes mediantela confluencia de lo poltico, lo policial y lo farandulesco; auge del gnero biogrfico enel formato comercial de biografa no autorizada; libros que cruzan reflexiones seudo-filosficas de un espiritualismo kitsch con recomendaciones para la autoayuda, escri-tos por gurs de los famosos y consumidos por empresarios y modelos; etc. Qu tipode lector modelan estas polticas editoriales del tercer ciclo? Dira que un lector infor-mado: una sumatoria heterognea de acontecimientos polticos ms o menos recientes,de hechos deportivos resonantes, de xitos de cine o televisin, de enredos del mundodel espectculo, de vulgatas histricas de dudosa seriedad, de productos acordes con unasensibilidad superficial. La informacin, en este sentido, revela la imagen en la oportu-na metfora de Mara Ester Gilio de un mar que tiene la extensin de un ocano y laprofundidad de un charco; el lector se ha transformado en un target.

    Adems de las tendencias del lectorado y de los ciclos de inters, los ltimos aoshan incorporado otras novedades en el mercado del libro. El librero se ha transformado

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    en una figura en extincin. Agobiados por no saber dnde meter los libros, los libreros selimitan a informar, mediante una PC, si el libro est o no est. Cada vez ms interesadosen sondear el inters del pblico que en influir sobre l, ya no encontramos al viejo libre-ro que sumaba a su pequeo comercio el prestigio de su trayectoria. Vemos libros encadenas de msica y en kioscos, en estaciones de servicio y en supermercados, lugaresen los que, por contaminacin metonmica, el libro deja de ser un objeto especfico liga-do a la cultura y su valor de uso es desplazado por su valor de cambio. Por otra parte, elcatlogo est tambin en extincin. Los sitios en Internet que ostentan los grandes gru-pos se limitan a un buscador (por autor, por ttulo): la idea destockdisponible para laventa ha reemplazado al catlogo que enorgulleca a las viejas editoriales.

    8. Las pequeas editoriales

    Pero no slo los grandes grupos editan libros para el mercado argentino. El procesode concentracin ha generado, como en otros pases, una creciente polarizacin; esto es,la proliferacin de numerosos emprendimientos editoriales pequeos que han encontra-do, en la especializacin de sus catlogos, las razones para su nacimiento y superviven-cia. Concebidos como proyectos culturales, han aprovechado la reduccin de costos pro-ducto de las novedades que ha aportado la tecnologa y desarrollado polticas de edicinque apuntan precisamente a aquellos nichos de la cultura que los grandes grupos hanomitido o descartado. En este sentido, deberamos decir que las pequeas editorialesindependientes no son un fenmeno propio de los noventa. Hay quienes han relacionado,

    incluso, esta reciente emergencia con proyectos que se inician en los sesenta, cuando anno se adverta la aguda polarizacin de los ltimos aos. Hemos hablado del Centro Edi-tor de Amrica Latina, pero tambin Jorge lvarez, Corregidor (de Manuel Pampn), LaRosa Blindada (de Jos Luis Mangieri), o De la Flor (de Daniel Divinsky) resultaronpioneros en la elaboracin de catlogos alternativos a los de las editoriales ms ligadas alcircuito comercial. De la Flor, por ejemplo, an subsiste con un catlogo que encontr enel humor grfico la base en donde sustentar su economa. Sea como fuere, es sencillocomprobar que las editoriales independientes se han multiplicado en los noventa porefecto de la polarizacin. A diferencia de los grandes grupos, no parecen estar regidaspor una fuerte competitividad. En verdad, la competitividad tan acentuada no era unalgica que rigiera el mercado editorial antes del proceso de concentracin; y en la actua-lidad slo afecta a las polticas comerciales de las empresas grandes. Tal como ha ocurri-do en Europa, en las pequeos emprendimientos la lgica se invierte y rige un criterio desolidaridad: cmo sumar esfuerzos para enfrentar la creciente competitividad de un mer-cado que ha alterado profundamente el funcionamiento tradicional del mundo de la edi-cin de libros.

    En 1990, comienza sus actividades la editorial rosarina Beatriz Viterbo, dirigida porSandra Contreras y Adriana Astutti, profesoras de la Universidad Nacional de Rosario;desde entonces, han diseado un catlogo conformado por textos de crtica literaria ycultural y por narrativa de vanguardia, alejada de lo que se consideran las demandas delmercado, y han consolidado un sello de calidad y prestigio. En 1992, Amrico Cristfaloy Cristian Kupchik fundan la Editorial Paradiso, dedicada a difundir autores poco cono-cidos o considerados marginales respecto del inters del pblico; cuentan con ttulos de

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    Marcelo Cohen, Lenidas Lamborghini, Fogwill, Daniel Freidemberg, entre otros, en uncatlogo que privilegia los textos de poesa. En 1995, Gastn Gallo inicia el proyecto deEditorial Simurg, dedicado, casi exclusivamente, a editar literatura argentina, en dondeconviven textos olvidados (como su autor emblemtico, el Vizconde de Lascano Tegui),autores ms o menos consagrados (Alberto Laiseca, Csar Aira, Sergio Chejfec) y reedi-ciones de autores clsicos. En 1999, surge el sello Adriana Hidalgo, que, pese a su cortavida, ha tenido un incesante y ambicioso programa de publicaciones. Dividido en variascolecciones, su catlogo no apunta a editar lo indito o reciente, sino ms bien a textosmenores u olvidados o poco conocidos de grandes autores como Harold Bloom o GeorgeSteiner, a partir de una activa poltica de traducciones. De entre las editoriales indepen-dientes del interior del pas, se pueden mencionar Vox, de Baha Blanca con una activi-

    dad ms sesgada hacia la poesa; Alcin, de Crdoba; y Al Margen, de La Plata lacual, como Viterbo, se ha especializado en el texto universitario, en especial en la temti-ca ligada a los derechos humanos.

    9. Balance

    Vayamos, por ltimo, a considerar algunos de los nmeros (en miles) del perodo enanlisis.

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    Ao Ttulos Ejemplares Tirada por ttulo

    1991 4,8 13.348 2,81992 7,4 49.292 6,71993 7,8 69.162 8,81994 9,6 48.090 5,01995 8,7 43.965 5,01996 9,9 42.297 4,31997 11,9 53.290 4,51998 12,8 54.491 4,21999 14,4 71.914 5,02000 13,2 74.294 5,62001 13,4 58.812 4,42002 10,0 33.708 3,42003 14,4 38.097 2,72004 18,5 55.833 3,0

    Para leer e interpretar el cuadro precedente, se puede tomar como referencia el ao1953, que es el que muestra los ndices ms altos de la llamada poca de oro: ttulos:4,6; ejemplares: 50,9; tirada anual promedio por ttulo: 11,0. El nmero de ejemplaresresulta ms o menos equivalente al promedio de la dcada de los noventa (columna 2),sin embargo, en los ltimos aos se observa, por un lado, un notable crecimiento delnmero de ttulos editados (columna 1) y por otro, una llamativa reduccin de las tiradas(columna 3). En el informe del CEP que hemos citado, se afirma: Si en los 80 esta

    Fuente: Centro de Estudios para la Produccin (2005).

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    industria present los niveles ms bajos de produccin de ejemplares de los ltimos 50aos, en los 90 mostr un importante crecimiento y se editaron un promedio anual dealrededor de 52 millones de libros (2005: 71). El crecimiento de la produccin que seadvierte en los tres primeros aos de la dcada se debe a la expansin general de la indus-tria y al flujo de capitales externos. Ese crecimiento alcanza una meseta en 1995-1996, ydespus se produce un fenmeno que es propio de la industria editorial: cuando ya seadvierten signos de deterioro en el conjunto de las actividades industriales, provocadospor el llamado efecto Tequila de 1995, el mercado editorial crece notablemente, comoya hemos visto, debido al proceso de concentracin y de la compra generalizada de edi-toriales locales en el perodo que va de 1998 a 2002. El contexto es altamente favorabledebido a un conjunto de razones: a) accesible importacin de insumos, gracias a la Ley

    de Convertibilidad; b) cada del salario; c) flexibilizacin laboral que facilita la reduc-cin de personal; d) renovacin tecnolgica en el campo de la edicin que abarata costosde material, de procesos y de personal. La suma de estos factores asegur a las empresasun alto nivel de rentabilidad. Tanto es as que se calcula que los grupos editoriales quedesembarcan por aquellos aos en nuestro pas concentran, en la actualidad, el 75% delmercado. Malena Botto ha explicado lo que slo en apariencia resulta paradjico: Eneste contexto, la industria del libro en nuestro pas experimenta un crecimientoen tr-minos estadsticosque no se corresponde con una efectiva recuperacin en la edicin ycirculacin del libro de autor argentino, el que, por el contrario, va a ver agudizada la cri-sis en la que cayera a fines de los setenta. La paradoja es slo aparente, y su explicacintiene que ver con que la adquisicin de editoriales por parte de capitales extranjeros, queno pueden ser considerados agentes culturales en un sentido tradicional, promueve pol-

    ticas de produccin y circulacin del objeto libro que modifican considerablemente sucomportamiento en trminos de impacto cultural (2006: 209).La bonanza de la poca de oro comenz a eclipsarse a mediados de los cincuenta;

    la recuperacin de las industrias espaola y mexicana oblig a la argentina a replegarse ya sobrevivir gracias al notable repunte del mercado interno a fines de los sesenta y prin-cipios de los setenta. Primero la debacle econmica y despus la dictadura militar queasumi el poder en 1976 sometieron a la industria del libro y al mundo de la cultura a loque un pensador argentino llam una era de catacumbas. En los aos noventa, losnmeros que exhibe el sector editorial no son malos; sin embargo, para entonces el pro-ceso de concentracin brutal que se opera en esos aos ha terminado con el vigoroso pro-yecto cultural que encarnaban las editoriales argentinas. El balance de este itinerario cr-tico no apunta, como muchos otros, a una visin apocalptica del futuro del libro; msbien, a una visin pesimista del presente del libro en Argentina, que slo podr superarsea travs de una fuerte revitalizacin del mundo de la cultura.

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