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Soteriología: Perspectiva Sistemática Carlos Raúl Sosa Siliézar La atención que se dedicará a la perspectiva sistemática de la salvación será escasa en relación con el espacio dedicado a la perspectiva bíblica. Se hace necesario este equilibrio puesto que muchos temas sistemáticos deben ser evaluados desde una perspectiva bíblica. De esa cuenta, se espera que el estudiante pueda sopesar los distintos sistemas soteriológicos tomando en cuenta su evolución histórica (primera parte de las notas) y su fidelidad a la teología bíblica (perspectiva bíblica de la salvación). Con todo, dada la impresionante atención que se presta al tema, es menester tratar aquí brevemente acerca de la seguridad de la salvación. Además, es necesario dedicar algunas líneas a la propuesta soteriológica de la Teología de la Liberación y de la Iglesia Católica Romana oficial. La seguridad de la salvación: Una breve discusión La pregunta en cuanto a la posibilidad de que una persona creyente pierda la salvación nace de la experiencia cotidiana, no de la Biblia. Es común escuchar: El hermano o la hermana fulana aceptó a Cristo en una campaña. Estaba muy activa en la iglesia. Daba testimonio de Cristo en su trabajo y en su barrio. De pronto, dejó de asistir a los cultos, y ahora no quiere saber nada del evangelio. Incluso, se entregó a una vida pecaminosa. ¿Perdió la salvación esta hermana o hermano?. Aunque el ámbito de la experiencia es muy difícil de evaluar no por ello se le debe restar importancia. Con todo, trataremos de enfocarnos en la evidencia bíblica para articular algunas ideas en cuanto a la seguridad de la salvación y las preguntas que de ella se desprenden. Inicialmente señalaremos los pasajes que confirmar la seguridad eterna de la salvación. Posteriormente se detallarán algunos argumentos teológicos que van en la misma línea. Luego se describirán aquellos pasajes que hablan de la obediencia del creyente como consecuencia ineludible de la salvación. Finalmente se presentarán aquellos pasajes que pueden dar la idea de que la salvación se pierde. La seguridad de la salvación: Evidencia bíblica Una de las evidencias sintácticas más fuertes en cuanto a la seguridad de la salvación es el uso de ou, mh, en pasajes de Juan que se refieren a la salvación eterna. El que cree en Cristo jamás (ou, mh, ) es condenado (3:18). El que beba del agua que Cristo da jamás (ou, mh, ... eivj to.n aivw/na) tendrá sed (4:14). Jesús es el pan de vida y el que viene a él nunca (ou, mh, ) pasará hambre, y jamás (ou, mh, ... pw,pote) volverá a tener sed (6:35). El que llega a Cristo jamás (ou, mh, ) recibe rechazo (6:37). El que sigue a Jesús jamás (ou, mh, ) andará en tinieblas (8:12). El que cumple la palabra del Señor nunca (ouv mh. ... eivj to.n aivw/na) morirá (8:51). Cristo da vida eterna, y los que la reciben nunca (ouv mh. ... eivj to.n aivw/na) perecerán, ni nadie (ouvc tij) arrebatará de su mano a sus ovejas (10:28). El que vive y cree en Cristo jamás (ouv mh.... eivj to.n aivw/na) morirá (11:26). 1

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Notas de Unidad #4, Perspectiva sistemática

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Soteriología: Perspectiva Sistemática Carlos Raúl Sosa Siliézar

La atención que se dedicará a la perspectiva sistemática de la salvación será escasa en relación con el espacio dedicado a la perspectiva bíblica. Se hace necesario este equilibrio puesto que muchos temas sistemáticos deben ser evaluados desde una perspectiva bíblica. De esa cuenta, se espera que el estudiante pueda sopesar los distintos sistemas soteriológicos tomando en cuenta su evolución histórica (primera parte de las notas) y su fidelidad a la teología bíblica (perspectiva bíblica de la salvación). Con todo, dada la impresionante atención que se presta al tema, es menester tratar aquí brevemente acerca de la seguridad de la salvación. Además, es necesario dedicar algunas líneas a la propuesta soteriológica de la Teología de la Liberación y de la Iglesia Católica Romana oficial.

La seguridad de la salvación: Una breve discusión

La pregunta en cuanto a la posibilidad de que una persona creyente pierda la salvación nace de la experiencia cotidiana, no de la Biblia. Es común escuchar: ÛEl hermano o la hermana fulana aceptó a Cristo en una campaña. Estaba muy activa en la iglesia. Daba testimonio de Cristo en su trabajo y en su barrio. De pronto, dejó de asistir a los cultos, y ahora no quiere saber nada del evangelio. Incluso, se entregó a una vida pecaminosa. ¿Perdió la salvación esta hermana o hermano?Ü.

Aunque el ámbito de la experiencia es muy difícil de evaluar no por ello se le debe restar importancia. Con todo, trataremos de enfocarnos en la evidencia bíblica para articular algunas ideas en cuanto a la seguridad de la salvación y las preguntas que de ella se desprenden. Inicialmente señalaremos los pasajes que confirmar la seguridad eterna de la salvación. Posteriormente se detallarán algunos argumentos teológicos que van en la misma línea. Luego se describirán aquellos pasajes que hablan de la obediencia del creyente como consecuencia ineludible de la salvación. Finalmente se presentarán aquellos pasajes que pueden dar la idea de que la salvación se pierde.

La seguridad de la salvación: Evidencia bíblica

Una de las evidencias sintácticas más fuertes en cuanto a la seguridad de la salvación es el uso de ou, mh, en pasajes de Juan que se refieren a la salvación eterna. El que cree en Cristo jamás (ou, mh,) es condenado (3:18). El que beba del agua que Cristo da jamás (ou, mh,... eivj to.n aivw/na) tendrá sed (4:14). Jesús es el pan de vida y el que viene a él nunca (ou, mh,) pasará hambre, y jamás (ou, mh,... pw,pote) volverá a tener sed (6:35). El que llega a Cristo jamás (ou, mh,) recibe rechazo (6:37). El que sigue a Jesús jamás (ou, mh,) andará en tinieblas (8:12). El que cumple la palabra del Señor nunca (ouv mh.... eivj to.n aivw/na) morirá (8:51). Cristo da vida eterna, y los que la reciben nunca (ouv mh.... eivj to.n aivw/na) perecerán, ni nadie (ouvc tij) arrebatará de su mano a sus ovejas (10:28). El que vive y cree en Cristo jamás (ouv mh.... eivj to.n aivw/na) morirá (11:26). 1

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Pablo indica que la persona salva se mantiene firme en la fe confesada (Romanos 5:2). El verbo e`sth,kamen está en tiempo perfecto. Generalmente, el perfecto señala una acción pasada cuyos resultados se perciben en el presente. Si una persona ya ha sido justificada por la sangre de Cristo, ¡con cuánta más razón será salva del castigo de Dios! (5:9). El que se ha unido a Cristo por medio del bautismo, estará unido a él en su resurrección (6:5, 8). Los que están unidos a Cristo no tienen ninguna (Ouvde.n) condenación (8:1).

En Romanos, Pablo también ve la obra salvífica de Dios como un proceso completo que nadie pude alterar. Dios conoció de antemano, predestinó, llamó, justificó y glorificó (8:29­30). 2 Consecuentemente, nadie puede acusar a los escogidos de Dios, porque Dios es el que justifica y Cristo el que intercede (8:33­34). De igual forma, nada puede separar al cristiano del amor de Cristo (8:35­39). 3 Note que estos últimos versículos no indican que el cristiano no sufrirá ningún peligro que atente contra su salvación. Lo que estos versículos aseguran es que aun en medio de tales adversidades el amor de Dios es inseparable de sus hijos.

En 1 Corintios 1:8­9 Pablo habla de la firmeza permanente del creyente en Cristo. En el versículo 6 Pablo dice que los corintios ya habían sido confirmados. Sin embargo, esa obra es un proceso que Dios está llevando a cabo hasta el fin. El fin es una palabra que Pablo usa también en 1 Corintios 15. Al parecer, se refiere a la segunda venida de Cristo. El día del fin puede ser aclarado con la frase siguiente: “el día de nuestro Señor Jesucristo”. El propósito de esa confirmación será para que los corintios sean irreprensibles. Cuando llegue el día final, nadie podrá reprender a los corintios, porque Cristo ya los ha confirmado. En la segunda venida de Cristo, los que en esta vida han sido objetos de su gracia no tendrán nada que los pueda reprender delante de Dios. Su entrada al cielo ya está garantizada. El hecho de que sea hasta el fin, significa que Dios hace una obra completa. En el versículo 9, la fidelidad de Dios es el sello que garantiza todo lo que Pablo ha dicho. 4 Es a través de ese carácter divino que los corintios fueron llamados a la comunión con Cristo. No fue por un llamamiento humano. Ni por iniciativa humana. Dios los llamó. Ese llamado fue a la comunión con Jesucristo. 5

En la carta a los Filipenses, Pablo también destaca la obra de Dios como un evento completo que depende de él (1:6). De igual forma, 1 Tes. 5:23­24 indica que la obra santificadora es integral y completa. La irreprensibilidad es obra de Dios hasta la venida de Jesucristo.

La carta a los Efesios presenta la salvación de Dios como un plan eterno. El creyente fue escogido antes de la fundación del mundo (1:4). Fue predestinado para ser hijo de Cristo (1:5). En Cristo, también fue hecho heredero conforme a la predestinación de Dios (1:11). Esa salvación eterna es efectiva cuando el creyente cree (1:13). El que cree es marcado con el Espíritu (1:13). El sello del Espíritu garantiza la herencia final (1:14).

La seguridad de la salvación: Argumentos teológicos

Charles C. Ryrie construye un argumento trinitario para sostener la tesis de la seguridad de la salvación. 6 Las razones que el arguye a favor de la seguridad eterna del creyente tiene que ver con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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El propósito de Dios Padre es desarrollar una obra completa con los escogidos. Además, Dios tiene poder para guardar en su mano al creyente. El que ha sido salvo no puede ser arrebatado del Padre por nadie, ni por el creyente mismo que quiere abandonar la fe.

La obra de Cristo paga todos los pecados. Los pecados del cristiano no deshacen la obra de Cristo. Además, Cristo es el abogado del creyente ante el Padre que intercede por los pecados de sus hijos e hijas.

El Espíritu regenera al que cree, pero si el creyente puede renunciar a su fe, tendría que ser “desregenerado”. El sello del Espíritu, que se recibe al momento de creer, asegura la salvación hasta la redención final. Las Escrituras en ninguna parte dan a entender que un cristiano puede perder el nuevo nacimiento, quedar deshabitado, ser separado del cuerpo de Cristo, o ser “des­ sellado”.

Salvación y obediencia

En ocasiones, la pregunta Û¿puede un cristiano perder la salvación?Ü lleva implícito el deseo de pecar de quien pregunta. Si la salvación no se pierde –pensará este individuo– mi conducta no afecta mi vida eterna. Esto está totalmente alejado de la verdad bíblica.

La fe que verdaderamente concede salvación es aquella que es evidente a través de una nueva vida, comportamiento, perspectiva, actitudes, etc. (Santiago 2). El llamamiento del cristiano es a ser salvo. Parte de esa salvación incluye, ineludiblemente, la vida santa (Efesios 1:4; 2:10). El creyente debe vivir una vida perfecta (Mateo 5:48). Según Mateo 12:50 la familia de Jesús se reconoce porque cumplen la voluntad del Padre que está en el cielo (Marcos 3:35).

La vida del creyente debe ser sacrificial, si es necesario, hasta la muerte. En Mateo 10, Jesús envía a los doce apóstoles a predicar el mensaje del Reino (10:5­7). Les advierte que sufrirán por desarrollar la misión encomendada (10:17­18, 22). En ese contexto, el que permanezca firme hasta el fin será salvo (10:22). Los apóstoles debían tener más miedo de Dios –porque tiene la capacidad de matar el alma y el cuerpo en el infierno– que de los hombres –que solo pueden matar el cuerpo– (10:28). Los apóstoles debían reconocer públicamente a Cristo aunque eso les costara la vida (10:32). Los apóstoles debían perder su vida –de ser necesario– por la causa de Cristo (10:37­39; 16:25; Marcos 8:35). Con todo, el yugo de Cristo es suave y su carga liviana (11:30).

Sin embargo, es evidente que el cristiano todavía es pecador. Por eso, el pecado se manifestará a lo largo de su vida terrenal. Ante esto, el creyente debe recordar que dispone del recurso de la confesión (1 Juan 1:9). Aquí cabe recordar la frase de Lutero: ÛSimul iustus et pecatorÜ.

Pasajes que se prestan a confusión

El Sermón del Monte detalla la ética que caracteriza al discípulo del Rey. Parte de los parámetros éticos del Reino tienen que ver con el homicidio y el adulterio. Cualquiera que mate quedará sujeto al juicio del infierno (5:22). Cualquiera que vea a una mujer para codiciarla puede perder su cuerpo en el infierno (5:30; 18:9).

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Mateo 7 habla de los falsos profetas que vienen con piel de oveja pero que en realidad son lobos rapaces. En ese contexto, Jesús dice que no todo el que le dice ÛSeñor, SeñorÜ entrará en el Reino (7:21). Esta frase no se refiere a Ûaceptar a CristoÜ. Más bien, la frase se refiere a utilizar el nombre del Señor para profetizar, expulsar demonios y hacer milagros (7:22). El que utiliza el nombre del Señor sólo para hacer milagros pero no para hacer la voluntad del Padre no pertenece a Dios (7:20, 23).

En el tiempo escatológico (Mateo 24) vendrán muchos falsos cristos (24:4). Estos falsos cristos engañarán, de ser posible a los elegidos (24:24, 31). Los discípulos del Señor serán perseguidos y asesinados. Muchos, al ver esto, se apartarán de la fe (24:10). Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo (24:13).

Otros pasajes que se prestan a interpretaciones dispares son: Gálatas 5:4; 1 Corintios 9:24­27; Juan 15:1­17; Hebreos 6:1­18; 10:26­31.

Conclusión

Es posible tener acceso a algunos beneficios salvíficos sin necesariamente ser salvo. La bendición divina en la vida de la persona no es señal de salvación eterna. Escuchar el evangelio, por ejemplo, es ya un indicio de la bendición salvífica.

Fe y obediencia son inseparables. Fe sin frutos es fe satánica, por lo tanto, es Ûfe no salvíficaÜ. La fe salvífica es subjetiva (1 Co. 10:12), objetiva (1 Co. 5:11) y divina (Romanos 8:16; Gá. 4:6). Tanto el creyente, como su comunidad de fe y Dios mismo deben dar testimonio de la fe del que dice creer.

El ser humano es pecaminoso, aunque salvo (Ûsimul iustus et pecatorÜ). Por eso, Dios ha dejado el recurso de la confesión y el perdón de pecados.

Dios se ha comprometido a salvar totalmente al creyente. Dios es fiel. La seguridad de la salvación del creyente se basa en la fidelidad de Dios.

La vida del creyente debe ser de obediencia y transformación. El creyente que no crece en obediencia es una contradicción.

Salvación y liberación: Soteriología en la Teología de la Liberación

La Teología de la Liberación propone una nueva manera de hacer teología. No se trata de una teología de la liberación –con genitivo descriptivo–, teología que trata del tema de la liberación. Antes bien es teología de la liberación –con genitivo epexegético–, teología que explica y trata de la liberación. Así, la liberación se erige, no como un tema más dentro de los temas clásicos de la teología sistemática, sino como el tema de la teología que debe regir la reflexión del resto de temas sistemáticos. En resumidas cuentas, la Teología de la Liberación equipara salvación con liberación sociopolítica. Pero esta descripción es demasiado escueta e imprecisa. De ahí que sea

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necesario explicar con más detalle a que se refiere la Teología de la Liberación cuando habla de salvación. 7

El antiguo paradigma

La cuestión fundamental que plantea la Teología de la Liberación es la relación entre salvación y proceso de liberación del hombre en la historia. La salvación tiene que estar relacionada con la lucha contra una sociedad injusta y la creación de un hombre nuevo. La soteriología que no toma en cuenta esta dimensión liberadora no puede adquirir tal dignidad. La salvación abarca a todo el hombre y está centrada en Cristo como liberador. De ahí que la salvación esté íntimamente ligada con la liberación sociopolítica.

La noción soteriológica de la Teología de la Liberación riñe con el antiguo paradigma occidental soteriológico. Para la sociedad occidental la noción dualista de materia­espíritu rige la concepción soteriológica. Esta noción, aunque ampliamente usada por la iglesia, es ajena a las categorías del pensamiento bíblico, particularmente del hebreo. El antiguo paradigma trabaja con el presupuesto que la gracia permanece en la iglesia.

Por lo tanto, el problema salvífico se reduce a entender cómo los infieles –los que están fuera de la iglesia– pueden acceder a la gracia. Así, el tema salvífico adquiere dimensiones cuantitativas, el número de los salvados. En este mismo paradigma antiguo y occidental la salvación se concibe como la curación del pecado en la vida presente. El pecado es, ante todo, un mal espiritual que afecta en el presente solamente en la vida espiritual del pecador. Sobre esta base, la salvación se concibe como una liberación ultraterrena. El pecado se perdona en esta vida, pero la vida eterna se adquiere fuera de este mundo.

El paradigma liberador

El nuevo paradigma se arroga la distinción de “paradigma liberador” y presume de ser más fiel al pensamiento bíblico. En este nuevo paradigma se salva el hombre que se abre a Dios y a los demás, incluso sin tener clara conciencia de ello. No se necesita de la revelación sobrenatural para alcanzar la salvación. La salvación está presente en aquellos que trabajan por la liberación sean cristianos o “cristianos anónimos”. El que trabaja por la promoción de la vida de los pobres muestra su apertura a Dios. Si la salvación es apertura a Dios (ÛCristo ignotoÜ), el que sirve a los pobres disfruta y trabaja en el Reino de Dios.

La salvación se realiza real y concretamente en este mundo en el tiempo presente. La salvación asume toda la realidad humana, la transforma y la lleva a su plenitud en Cristo. El “nuevo hombre” no es una realidad escatológica que resulta de un evento futuro transformador. El “nuevo hombre” se construye en la historia presente llevando al pobre a su plenitud en Cristo.

Presupuestos teológicos

La Teología de la Liberación trabaja el tema salvífico con varios presupuestos teológicos. Al presentarlos no se sonroja sino que se siente orgullosa de ellos. Los fundamentos teológicos de la Teología de la Liberación se relacionan con la historia, la creación, el pecado, la antropología y la soteriología.

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Para la Teología de la Liberación existe una sola historia. No hay tal cosa como una historia sagrada y otra profana. Existe un solo devenir humano. La obra redentora de Cristo abarca todas las dimensiones de la existencia y las conduce a su pleno cumplimiento. No hay necesidad de distinguir entre cristianos y no cristianos. Todo aquel que trabaja para que esta historia llegue a su pleno cumplimiento se convierte en promotor del Reino.

La salvación está íntimamente ligada con la creación. La creación es el primer acto salvífico de Dios. La Biblia inicia con el relato de la creación y termina con la narración de una nueva creación. La creación completa es parte del proceso salvífico y redentor de Cristo. Por eso, el Éxodo se constituye en un paradigma liberador. El Éxodo es una nueva creación. Dios saca a su pueblo de una situación de muerte, esclavitud, miseria, despojo, opresión y los conduce a una situación de vida caracterizada por la justicia y la fraternidad. El Éxodo es un acto político que rompe con la situación de muerte y la convierte (creación) en situación de vida. De la misma manera, la obra de Cristo en la humanidad es presentada como una re­creación. Con esta noción de creación­salvación, el progreso temporal es una prolongación de la obra creadora y por lo tanto tiene distintivo redentor.

El pecado es personal y social. Pero la Teología de la Liberación enfatiza la dimensión social del pecado. Existe pecado en los sistemas económicos que oprimen a los pobres. Por eso, se debe denunciar el pecado sistémico siguiendo el ejemplo de los profetas veterotestamentarios. El ser humano necesita ser salvo de la dimensión social del pecado. Enfocarse en la salvación personal del ser humano refleja una hamartiología incompleta que no toma en cuenta la dimensión social del pecado. El ser humano no puede llegar a ser tal si su atmósfera está condicionada por el pecado. Si la salvación está relacionada con la promoción humana, todo aquello que frena tal promoción es pecado y, por lo tanto, debe ser combatido.

La salvación es obra de Dios y del ser humano. El Reino es don de Dios que se manifiesta en la historia. Pero el ser humano está llamado a trabajar en ese Reino prolongando la obra de la creación. La Teología de la Liberación trabaja con una antropología muy optimista. El ser humano es copartícipe en la obra redentora cuando lucha por el progreso humano. Transformar el mundo presente es hacerse hombre, forjar la comunidad humana y salvar. Luchar contra una situación de miseria y despojo y construir una sociedad justa es insertarse ya en el movimiento salvador.

Finalmente, la Teología de la Liberación entiende la salvación como algo integral. La salvación comprende a todos los hombres y a todo el hombre. La lucha por una sociedad justa se inscribe plenamente y por derecho propio en la historia salvífica. Se debe buscar la salvación de todo el ser humano inscrito en una historia específica.

Algunas ideas para concluir

1. El Dios liberador muchas veces también es el Dios opresor (Jueces).

2. La iglesia evangélica en general se ha quedado atrás en cuanto a su agenda social. Es necesario recuperar las dimensiones sociales de la salvación.

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3. ÛToda biografía de Jesús se parece más al biógrafo que a CristoÜ. Parafraseando se puede decir que toda soteriología se parece más al que pretende ser salvo que al mensaje de la Biblia.

4. El juicio violento es prerrogativa divina escatológica. El anuncio del evangelio (juicio y salvación) es responsabilidad del creyente.

La soteriología de la Iglesia Católica Romana

ÛGuatemala se ha forjado como pueblo y como nación bajo el signo del catolicismoÜ. 8 Esta afirmación es parcialmente cierta y particularmente aplicable a todo el continente latinoamericano. Por eso, entablar un diálogo teológico con la Iglesia Católica Romana es mucho más que un ejercicio académico. Es toda una responsabilidad para el cristiano evangélico que desea anunciar su fe con eficacia en América Latina.

Uno de los temas ineludibles en el diálogo católico evangélico debe ser la soteriología. Este aspecto teológico está íntimamente relacionado con la misión de la iglesia. El asunto soteriológico cobra particular relevancia ahora que en el ámbito internacional los sectores protestantes y católicos han llegado a algunos acuerdo en cuanto a la justificación por la fe. 9

Preliminares metodológicos

Este estudio se concentra en la soteriología oficial de la Iglesia Católica Romana. No se discutirá la soteriología de la religiosidad popular o la Teología de la Liberación, por ejemplo, que, aunque son parte de la Iglesia Católica, no se ciñen estrictamente a su doctrina oficial. Por lo tanto, las fuentes de información para la descripción de la soteriología católica romana tendrán que ver con documentos oficiales y testimonios autorizados por la misma Iglesia de Roma. 10

En segundo lugar, es necesario aclarar que la respuesta a la propuesta soteriológica de la Iglesia de Roma se hará desde una óptica particular. No es suficiente decir que se hará desde la Biblia. Es sabido que cualquier intérprete de la Biblia arriba a ella con un marco teológico implícito o explícito. En estas notas se quiere hacer explícito ese marco teológico. Por tal motivo, la respuesta se hará desde la Biblia y teniendo en cuenta la doctrina oficial del cristianismo protestante.

El punto de partida: La antropología católica

La discusión referente a la soteriología de la Iglesia Católica Romana debe partir ineludiblemente de la antropología. La concepción soteriológica de la Iglesia de Roma parte de una controversia antropológica que se remonta al siglo IV. Por aquella época se enfrentaron dos teólogos. Uno de ellos –Pelagio– recalcaba la libertad y responsabilidad humana en el acto de la salvación. El otro –Agustín de Hipona– hacía depender la soteriología exclusivamente de la gracia divina. 11

El desenlace del enfrentamiento entre Agustín y Pelagio fue la controversia ÛSemipelagianaÜ. Los seguidores de Pelagio negaban el pecado original. Por lo tanto, la soteriología solamente

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tenía en cuenta los pecados personales de cada individuo. Por otro lado, los seguidores de Agustín recalcaban el pecado original y la salvación como un don divino totalmente gratuito. Al final, la Iglesia de Roma rechazó el pelagianismo, pero no apoyó todos los puntos de vista de Agustín. 12

En la época moderna la antropología católica no cambió mucho. En Europa, la antropología se erigía como el punto de partida para la filosofía y la teología. 13 Heredero de este clima es el teólogo católico Karl Rahner, cuya contribución al Concilio Vaticano II será decisiva.

Hoy, la antropología católica es positiva. Es decir, considera que el ser humano no es por naturaleza totalmente corrupto. Según la enseñanza de Roma 14 el ser humano fue creado en Ûjusticia originalÜ, que comprendía tres dones: (1) naturales, (2) preternaturales y (3) sobrenaturales. Con la caída, el ser humano pierde los dones preternaturales y sobrenaturales. Así, sus dones naturales (razón, libertad, medios para alcanzar la perfección y felicidad natural) quedan intactos.

Si el ser humano es capaz de hacer uso de la razón y libertad, y tiene los medios en sí mismo para alcanzar la perfección, la salvación ya no puede ser totalmente por gracia. El ser humano en su interior (dones naturales) tiene la capacidad para colaborar y merecer la salvación.

Esta noción antropológica choca frontalmente con la enseñanza bíblica. Por ejemplo, en Romanos 3:10­18, el apóstol Pablo cita una serie de pasajes del Antiguo Testamento para probar que todos los seres humanos y todo el ser humano han sido afectados por el pecado. 15 Bíblicamente, el ser humano está imposibilitado para colaborar de alguna manera para su salvación. Todo ser humano nace inclinado naturalmente hacia el mal.

ÛLos frutos de este pecado [original] son las obras malas que están prohibidas en el Decálogo como la incredulidad, la falsa fe, la idolatría, desconfianza frente a Dios, falta de temor a Dios, presunción, desesperación, ceguedad y en resumen: No conocer a Dios... Por eso, no es más que error y ceguedad lo que los teólogos escolásticos han señalado... A saber, que después de la caída original de Adán las fuerzas naturales del hombre quedaron íntegras e incorruptas y que el hombre, por naturaleza, tiene una razón recta y una buena voluntad... Del mismo modo que el hombre, por sus fuerzas naturales puede cumplir y observar todos los mandamientos de Dios... Igualmente, que si el hombre hace todo lo que le es posible, Dios le otorga con toda certeza su gracia... Estas y otras afirmaciones semejantes han sido la consecuencia de la incomprensión y de la ignorancia, tanto respecto del pecado como de Cristo nuestro SalvadorÜ. 16

El fundamento soteriológico: La obra de Cristo

La doctrina de la obra de Cristo en referencia a la salvación que promulga la Iglesia de Roma no difiere mucho de la Escritura. El protestantismo está de acuerdo con la forma como el catolicismo describe la obra de Cristo. Desde Trento, por ejemplo, se definió la obra de Cristo de una manera muy bíblica.

ÛDe ahí resultó que el Padre celestial, Padre de la misericordia y Dios de toda consolación [2 Cor. 1,3], cuando llegó aquella bienaventurada plenitud de los tiempos [Eph. 1,10; Gal. 4,4]

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envió a los hombres a su Hijo Cristo Jesús [Can. 1], el que antes de la Ley y en el tiempo de la Ley fué [sic] declarado y prometido a muchos santos Padres [cf. Gen. 49,10 y 18], tanto para redimir a los judíos que estaban bajo la Ley como para que las naciones que no seguían la justicia, aprehendieran la justicia [Rom. 9,30] y todos recibieran la adopción de hijos de Dios [Gal. 4,5]. A Éste propuso Dios como propiciador por la fe en su sangre por nuestros pecados [Rom. 3,25], y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo [1 Ioh. 2, 2]Ü. 17

Como se puede ver en este párrafo, la obra de Cristo está descrita conforme los parámetros bíblicos. El Vaticano II no hizo ningún aporte novedoso a la cristología católica. Como se verá en el siguiente apartado, la diferencia entre el protestantismo y el catolicismo en materia soteriológica tiene que ver con otro aspecto distinto de la obra de Cristo.

Las mediaciones soteriológicas

Las diferencias neurálgicas en cuanto a la doctrina soteriológica entre la Iglesia de Roma y el protestantismo tienen que ver con la mediación en la salvación. La Iglesia Católica Romana afirma que la salvación lograda por Jesucristo está afectada por tres mediaciones, la mariológica, la sacramental y la sinérgica.

La mediación mariológica

En 1854 la Iglesia Católica promulga el dogma de la inmaculada concepción de María. El 1 de noviembre de 1950, Pío XII proclama el dogma de la asunción de la Virgen María, haciendo uso de la autoridad papal dogmática relacionada con el pronunciamiento ex cathedra (Vaticano I). Desde entonces, la veneración mariana se ha difundido profundamente entre el pueblo católico. Incluso los teólogos católicos más reconocidos articulan doctrinas relacionadas con la Virgen María. En América Latina, La Virgen fue saludada por Juan Pablo II como la Ûestrella de la Nueva EvangelizaciónÜ.

Una de las doctrinas que se ha visto influida por los dogmas marianos es la soteriología. El Concilio Vaticano II no propuso una doctrina completa sobre María 18 . Sin embargo, las afirmaciones que hizo al respecto son suficientes para trazar el papel de María en la soteriología Católica Romana.

Pero antes del Vaticano II, ya se había desarrollado bastante la mariología en el dogma y piedad católicos. El papa Pío X, por ejemplo, indicaba en su encíclica Ad diem illum que María no es productora de gracias, pero sí es dispensadora de dones. La encíclica indicaba que Cristo es la Cabeza del cuerpo que es la Iglesia, pero ambos (Cabeza y cuerpo) están unidos por el cuello que es María. 19

La Virgen ocupa en la Iglesia de Roma el lugar más alto y cercano a los creyentes después de Cristo. 20 Esta alta dignidad de María se debe a que no fue Ûun mero instrumento pasivo, sino como una cooperadora a la salvación humana por la libre fe y obedienciaÜ. 21 Para el catolicismo, María tiene un oficio salvador que empezó con su nacimiento y aún perdura ahora que intercede por los creyentes. La Virgen alcanza los dones de la salvación a través de su intercesión a favor de los creyentes y les ayuda en su lucha con el pecado. 22

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Estas afirmaciones son extrañas a la Biblia. En primer lugar, debe indicarse que el papel de María en la historia de la salvación es importante. Ella fue la madre del Mesías prometido. Fue bendecida por el Espíritu Santo. 23 Sin embargo, la Biblia no le atribuye ningún papel salvífico. Solamente Jesucristo puede socorrer al creyente del pecado (Heb. 2:18). Además, 1 Timoteo 2:5 es claro cuando afirma que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo hombre. La Biblia invita al creyente a acercarse confiadamente al trono de gracia, no a la Virgen Maria (Heb. 4:16).

Agregado a esto, cabe destacar que aparte de los evangelios, los demás escritos de la Biblia no mencionan a la Virgen María cuando describen el contenido del evangelio o el sacrificio de Cristo. La salvación fue obtenida por Jesucristo sin ningún mediador humano. Los frutos de su obra son efectivos en el creyente por medio del Espíritu Santo, no por alguna persona terrenal.

La mediación sacramental

Una de las áreas más complejas de la teología católica romana es la de los sacramentos. En total, La Iglesia Católica reconoce siete sacramentos. 24 Son el medio a través del cual una persona puede obtener la salvación. A través de ellos se aplica la gracia al ser humano. En total son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Extremaunción, Ordenación y Matrimonio. Ninguna persona puede optar absolutamente a todos. El ÛlaicoÜ no puede optar a la ordenación. El sacerdote no puede optar al matrimonio.

El Vaticano II popularizó una noción sacramental un tanto novedosa afirmando que la iglesia es Ûsacramento de salvaciónÜ. A la luz de tal afirmación, teólogos católicos se han preguntado si la iglesia confiesa ocho sacramentos. 25

El Bautismo y la Penitencia son llamados Ûsacramentos de muertosÜ. Están destinados a impartir vida de gracia a los que están muertos espiritualmente por el pecado. El resto se denominan Ûsacramentos de viviosÜ. Para obtenerlos es menester poseer antes la gracia santificante.

El sacramento del Bautismo es para la Iglesia Católica Romana la puerta de entrada para obtener el resto de los sacramentos. Se aplica a cualquier ser humano. Es válido si se aplica por inmersión o aspersión. El único sustituto del Bautismo es el martirio.

El sacramento de la Confirmación fue llamado antiguamente perfección del Bautismo. En realidad, la Iglesia Católica Romana considera que la Confirmación es el complemento del Bautismo. A través de ella el candidato hace confesión pública de sus votos bautismales. En el momento de la Confirmación el candidato obtiene una infusión especial del Espíritu Santo.

La penitencia es otro sacramento con el que el católico puede obtener gracia de Dios. El sacerdote está facultado para absolver de los pecados a aquel que hace penitencia. El sacramento de la penitencia tiene cinco partes. La omisión de una de ellas anula su eficacia.

La Eucaristía es uno de los sacramentos más controversiales. La Iglesia Romana considera que es una repetición del sacrifico de Cristo. Técnicamente, la Iglesia Católica cree en la transubstanciación, la transformación del pan y el vino en el cuerpo y sangre literales de Cristo.

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Los últimos tres sacramentos son la Extremaunción, el Matrimonio y el Orden. La Extremaunción se basa en Santiago (5:13­16) y se aplica solamente a aquellos que están en vísperas de su muerte. Su propósito es facultar al candidato para enfrentar la muerte. El Matrimonio es un sacramento, puesto que figura la unidad de la iglesia con Cristo. Por eso no se puede quebrantar a no ser por infidelidad matrimonial. El Orden es el supremo sacramento al que se puede aspirar. Para ingresar a él es necesario hacer votos de castidad.

La eficacia de estos actúa ex opere operato, por el rito en sí mismo. A nivel pastoral, los líderes católicos instan a sus feligreses a llevar una vida recta. Sin embargo, a nivel teológico se enseña que las personas que frecuentan los sacramentos reciben el favor divino sin importar su estado de vida. 26 El fundamento para tal principio teológico es la bondad de Dios.

Esto es contrario a la verdad bíblica. El autor luterano C. F. W. Walther rebate esta concepción de los sacramentos con palabras fuertes, ÛPero, si me salvo, si obtengo la gracia, por el mero hecho de bautizarme, de asistir a la comunión, entonces me justifico por obras, y en verdad por una obra harto miserable. Si no lo haces con fe, el bautismo y la comunión te condenarán. Son medios de gracia solo porque a estas señales externas está ligada una promesa. Pero esta promesa de gracia solo la puedo recibir por medio de la feÜ. 27

Además, el católico debe preguntarse por qué no se puede aspirar a todos los sacramentos. Por ejemplo el sacerdote no puede obtener el sacramento del matrimonio (aunque la ordenación al sacerdocio se considera como el casamiento con la iglesia). El casado, no puede aspirar al sacramento del Orden. Así las cosas, el feligrés llega a creer que depende de él mismo para obtener la gracia divina.

Unido al punto anterior, la Iglesia Católica Romana se sabe la única poseedora de los sacramentos salvíficos. Por lo tanto, para que una persona sea salva ineludiblemente debe estar unida a la Iglesia Romana. 28 Aunque el protestantismo declara que para la salvación es necesario estar unido a la Iglesia (universal), no comparte que la única iglesia verdadera sea el Catolicismo Romano.

La mediación sinérgica

Partiendo del concepto antropológico que se definió con antelación, la Iglesia Romana enseña que la salvación es una colaboración entre la fe y las obras (sinergia). En un sentido, el ser humano colabora por medio de méritos en la salvación que es por gracia.

ÛEl mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. La acción paternal de Dios es lo primero, en cuanto que El impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo en cuanto que éste colabora, de suerte que los méritos de las obras buenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y al fiel, seguidamente. Por otra parte, el mérito del hombre recae también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias prevenientes y de los auxilios del Espíritu SantoÜ. 29

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Esta afirmación, está en estrecha relación con lo que se afirmara en Trento hacia el siglo XVI. En aquella ocasión, el catolicismo oficial declararía que la gracia de Dios actúa en el hombre para que este se disponga a su propia justificación, asistiendo y cooperando libremente a la misma gracia divina. 30

Además, la justificación misma no es la declaración de Dios a favor del pecador. Antes bien, para el catolicismo romano, la justificación se puede acrecentar por medio de las buenas obras. Nuevamente, el Concilio de Trento afirma: ÛJustificados, pues... crecen en la misma justicia, recibida por la gracia de Cristo, cooperando la fe, con las buenas obras, y se justifican másÜ. 31

Bíblicamente, esta concepción soteriológica no es aceptable. En Efesios 2:8­10 es claro que la salvación es totalmente un acto divino. El papel de las obras en la salvación es subsiguiente a la justificación. El ser humano salvo por gracia por medio de la fe es capacitado para buenas obras. Antes de la obra divina, el ser humano está imposibilitado de realizar obras que sean agradables ante Dios. Asimismo, Gálatas 2:16 es enfático cuando afirma que nadie es justificado por medio de las obras de la ley. Solamente los que han puesto su fe en Jesucristo pueden ser salvos y obrar conforme a los mandamientos de Dios. Comentando estos versículos, Martín Lutero indica que, ÛEl apóstol no se cansa de aseverar que la ley es cumplida sola y exclusivamente por la fe, y no por las obras. Como el cumplimiento de la ley es lo mismo que justicia, y como la justicia no es cosa de las obras sino de la fe, no es posible que Pablo entienda por “obras de la ley” un tipo de obras con que se puedan satisfacer las exigencias de la ley. No son las obras las que producen el cumplimiento de la ley, sino que es el cumplimiento de la ley el que produce las obras. No se es de hecho justo por hacer obras justas, sino que el que ha sido hecho justo hace obras justasÜ. 32

Bíblicamente, la salvación no necesita de ninguna mediación sinérgica. Solamente el ser humano regenerado por la libre y gratuita obra divina, puede obrar consecuentemente con la voluntad divina.

Finalmente, uno de los ejemplos más claros de la mediación sinérgica en el pensamiento soteriológico católico se puede ver en las indulgencias. Aunque parece un tema por demás tratado y discutido desde antaño (siglo XVI) no se puede negar que el catolicismo aún concede indulgencias. Durante el año del jubileo (2000) el Papa Juan Pablo II autorizó la promulgación de indulgencias. Benedicto XVI ha concedido Ûindulgencia plenariaÜ en cuatro ocasiones: 1) V Encuentro Mundial de las Familias (Valencia, 1­9 julio de 2006), 2) el Día mundial de los enfermos (11 de febrero de 2006), 3) Cuarenta aniversario del fin del concilio Vaticano II (8 de diciembre de 2005), 4) con motivo de la celebración de la jornada de la juventud (agosto 2005).

Hasta aquí, se ha descrito la soteriología católica desde su punto de partido (la obra de Cristo) hasta sus mediaciones (mariológica, sacramental y sinérgica). Ahora, se evaluarán dos asuntos relacionados con la soteriología, la revelación y el ecumenismo que han tenido particular importancia en los círculos teológicos internacionales a partir del Concilio Vaticano II.

Soteriología y revelación

La soteriología está íntimamente relacionada con la revelación. La obra de Cristo es efectiva para aquellos que la conocen y tienen oportunidad de responder a ella. La Iglesia Católica acepta la

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revelación en Cristo, la Palabra hecha carne. 33 Además, acepta a revelación natural por la que Ûtodos los hombres, en la condición presente de la humanidad, pueden conocer fácilmente, con absoluta certeza y sin error las realidades divinas, que en sí no son inaccesibles a la razón humanaÜ. 34 Comentando estos versículos, el teólogo protestante Karl Barth explica,

ÛY allí donde se pase por alto y se desprecie aquella cualificada distancia entre lo humano y lo Último que lo cimienta se instalará necesariamente el fetichismo, que vive a Dios en “aves, cuadrúpedos y reptiles” y –por último y ante todo– en la “figura del hombre corruptible”... así como en las creaciones, estructuras y representaciones intelectuales y materiales (familia, pueblo, Estado, Iglesia, patria, etc.); y abandonará a Dios, que habita más allá de todo esto y aquello. Así se erige al no dios; así se implanta a los ídolosÜ. 35

En otro documento, la Iglesia Católica parece incurrir en el universalismo cuando afirma que, ÛTodos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luzÜ. 36

Por un lado, se indica que todos los seres humanos tienen un mismo fin. No obstante, no se especifica que si es fin es la eternidad con Dios o compadecer ante su santo tribunal. Por otro lado, se hace alusión a los ÛescogidosÜ, pero no se especifica quiénes entran en esta categoría. 37

A pesar de los principios éticos y culturales que otras religiones puedan poseer, deben conocer a Jesucristo y su mensaje salvador para obtener vida plena en la tierra y eterna en el cielo. La Escritura es clara cuando afirma que son necesarias la buenas nuevas de salvación para que una persona crea y confiese a Jesucristo para ser justificado (Rom. 10:10). 38

Soteriología y ecumenismo

Una de las novedades del Concilio Vaticano II fue su apertura hacia el ecumenismo. 39 Históricamente, el ecumenismo inició en círculos protestantes. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el catolicismo ha hecho grandes esfuerzos por entablar un diálogo ecuménico con el protestantismo y con otras religiones no cristianas.

Uno de los temas de diálogo ineludibles en la agenda teológica es la soteriología. La Iglesia Católica ha afirmado que ella es la única iglesia verdadera y que fuera de ella no hay salvación. Es más, en el Concilio de Trento se anatematizó a todos aquellos que se atrevían a llamarse cristianos sin estar afiliados a la Iglesia Católica. Sin embargo, el Concilio Vaticano II aseguró que existen medios de salvación, aunque imperfectos, en otras confesiones cristianas.

Para América Latina, el ecumenismo es un tema de particular importancia. Las resoluciones conciliares han llegado a estas tierras a través de las últimas tres Conferencias Episcopales Latinoamericanas (CELAM). Los esfuerzos ecuménicos por parte del catolicismo en América Latina son enormes. Por eso, es necesario estudiar el papel de la soteriología en todo este diálogo.

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Una de las motivaciones más fuertes para la promoción de la unidad interconfecional tiene que ver con el escándalo de la desunión. El Concilio Vaticano II ha afirmado que la división del cristianismo Ûrepugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo para el mundo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio a todo el mundoÜ 40

De esa cuenta, los cristianos que no se confiesan católicos son llamados Ûhermanos separadosÜ. Esta virtud es concedida por la Iglesia Católica porque todos los que han sido bautizados han sido, consecuentemente, justificados. 41 Nótese que esto se debe a la noción ex opere operato de los sacramentos. No importa que el bautismo halla sido administrado por personas que no se confiesan católicas. El rito actúa per se. Este es una peculiaridad soteriológica dentro de la Iglesia de Roma. Con este título reconocen que fuera de su iglesia sí hay salvación, aunque imperfecta. El Vaticano II sostiene que, ÛAunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el ministerio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la IglesiaÜ. 42

Los métodos que la Iglesia Católica promueve para hacer realidad el ecumenismo son particularmente tres. El primero de ellos tiene que ver con la actitud. Los católicos deben eliminar juicios y actos que discriminen a los Ûhermanos separadosÜ. Segundo, se debe entablar un diálogo. A este respecto, la Iglesia Católica solamente admite que dialoguen aquellos peritos en teología. Finalmente, se deben celebrar jornadas de oración. 43

Con todo, el ecumenismo que quiere el catolicismo es eminentemente Romano. Es claro que ellos esperan que el protestantismo vuelva a la sombría romana, tal como lo afirma el siguiente párrafo. ÛSu acción ecuménica ha de ser plena y sinceramente católica, es decir, fiel a la verdad recibida de los Apóstoles y de los Padres y conforme a la fe, que siempre ha profesado la Iglesia católica, tendiendo constantemente hacia la plenitud con que el Señor desea que se perfeccione su Cuerpo en el decurso de los tiemposÜ. 44

Las consecuencias soteriológicas del ecumenismo católico se pueden ver en los diálogos que se han realizado a nivel internacional con el catolicismo. De particular importancia es el diálogo con la Federación Luterana Mundial sobre la doctrina de la justificación por la fe. En resumen, se llegaron a tres puntos de convergencia: (1) la justificación es obra del Dios trino, (2) todos los seres humanos son llamados por Dios a la salvación en Cristo, (3) el mensaje de la justificación es el corazón del testimonio del Nuevo Testamento. 45

Ante la apertura ecuménica de la Iglesia Católica es válido preguntar cuál debe ser el papel del cristiano comprometido con la Escritura. El Dr. Daniel Carroll R. recomienda que en América Latina es imposible que católicos y protestantes realicen una evangelización unida. A la vez, indica que es más prometedor unificar esfuerzos en la búsqueda de soluciones apropiadas para los problemas sociales. La manera de iniciar, indica, es con el diálogo sano, directo y personal, y teniendo en cuenta el realismo, la sabiduría y la humildad. 46 En suma, la soteriología aun es un abismo entre el catolicismo romano y el protestantismo.

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Conclusión

Se ha tratado de describir y evaluar la soteriología de la Iglesia Católica Romana. A la luz de este análisis se puede indicar que la soteriología romana, aun con todos los refinamientos que ha experimentado desde Trento, no se ajusta a la doctrina bíblica. Los evangélicos difieren con la soteriología de la Iglesia de Roma en cuanto su concepción antropológica y su mediación efectiva.

Particularmente, la noción de salvación por medio de la fe y las obras es extraña a la teología bíblica. Sin embargo, los evangélicos deben reconocer que en ocasiones han soslayado el papel de las buenas obras aun como consecuencia de la salvación. Este error debe enmendarse. Los evangélicos deben levantar el estandarte de la justificación por la fe sola, pero con manos llenas de buenas obras de ayuda al prójimo fruto de una salvación totalmente por gracia.

Finalmente, vale advertir que mucha de la doctrina soteriológica de la Iglesia de Roma es desconocida por su feligresía. Con ellos, los evangélicos están llamados a dar testimonio de su fe con respeto, amor y paciencia.

1 Algunos gramáticos opinan que ouv mh, con el subjuntivo es enfático. Otros consideran que esta construcción no expresa ninguna clase de énfasis. Un tercer grupo considera que esta construcción no indica énfasis en los Evangelios, pero sí en Pablo. También se piensa que ou, mh, no indica énfasis sino una negación futura. Detalles en Roberto Hanna, Sintaxis exegética del Nuevo Testamento griego (El Paso, TX: Mundo Hispano, 1997, 2000): 349­ 64. 2 Este aoristo debe ser futurista. Se tiene tanta certeza de su cumplimiento futuro que se describe como una obra ya completa. 3 Aquí el genitivo puede ser plenario (objetivo­subjetivo). Aunque por 8:39 quizá se refiera del amor que Cristo nos tiene. 4 La afirmación “fiel es Dios”, está en la primera posición predicativa. De esa cuenta, el énfasis recae en el adjetivo. Aquí Pablo está recalcando la fidelidad de Dios. 5 Pablo retoma el tema de la firmeza en 2 Corintios. Ver las notas de clase “Soteriología: Perspectiva bíblica (NT)”. Además, 1 Pe. 1:3­6 también destaca el poder de Dios para proteger la herencia que el creyente ha recibido en la salvación. 6 Charles C. Ryrie, Teología básica, trad. Alberto Samuel Valdés (Miami: Unilit, 1993): 377­9. 7 El texto que servirá de base para estas reflexiones es Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación. Perspectivas (Decimoquinta edición; Salamanca: Sígueme, 1994): 189­226. 8 Monseñor Próspero Penados del Barrio, La Iglesia Católica en Guatemala. Signa de verdad y esperanza (Guatemala: Arzobispado de Guatemala, 1989): 17. 9 Ver, ÛDeclaración conjunta sobre la doctrina de la justificaciónÜ de la Federación Luterana Mundial y el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, en <http://www.ehristusrex.org/www1/ maracaibo/justificacion.htm>. 10 Sin embargo, el Concilio Vaticano II no hizo ninguna afirmación dogmática en cuanto al tema soteriológico. La constitución ÛSobre la conservación pura del depositum fideiÜ, que contenía afirmaciones soteriológicas importantes, fue suprimida totalmente en 1963. Cf. Bonifac A. Willems, Soteriología. Desde la Reforma hasta el presente, tomo 3, cuaderno 2c de Michael Schmaus, Alois Grillmeier y Leo Scheffczyk, Historia de los dogmas (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1975. 11 Justo L. González, Desde San Agustín hasta la Reforma Protestante, tomo 2 de Historia del pensamiento cristiano (Nashville, TN: Caribe, 2002): 30. 12 Francisco Lacueva, “Pelagianismo”, en Diccionario teológico ilustrado (Barcelona: Clie, 2001): 471­2. Ver además, Theodor Schneider, dir., Manual de teología dogmática, trad. Claudio Gancho (Barcelona: Herder, 1992, 1996): 628­31. 13 Jürgen Moltmann, ¿Qué es teología hoy? Dos contribuciones para su actualización, trad. Adolfo Olivera (Salamanca: Sígueme, 1992, 2001): 101.

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14 Aquí se sigue a Francisco Lacueva, Catolicismo Romano, tomo VIII de Curso de formación teológica evangélica (Barcelona: Clie, 1972): 130­4. 15 Note que el verbo que señala la corrupción de los seres humanos está en tiempo aoristo (hvcrew,qhsan). El uso de este tiempo señala al pecado original. Además, nótese el uso de palabras absolutas para denotar la corrupción humana (pa,ntej, e[wj eno,j). Finalmente, la estructura literaria de estos versículos parece señalar la corrupción total del ser humano. El v. 11 señala la corrupción de la mente del ser humano (cabeza). Los vs. 13 y 14 hablan de la corrupción de los labios, la lengua y la garganta. Finalmente, el v. 15 concluye con la corrupción de los pies del ser humano. En suma, el ser humano es corrupto de la cabeza hasta la punta de los pies. 16 Martín Lutero, ÛLos artículos de EsmalcaldaÜ, en Andrés A. Meléndez, Libro de Concordia. Las confesiones de la Iglesia Evangélica Luterana (San Luis, MO: Editorial Concordia): 311­2. 17 ÛDecreto sobre la justificaciónÜ, Concilio de Trento, en Enrique Denzinger, El magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres (Barcelona: Herder, 1955, 1963): 228. Cursivas originales. 18 ÛConstitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium”Ü, de Concilio Vaticano II. Documentos completos (Guatemala: Ediciones San Pablo, s.f.): 77. 19 Heinrich Denzinger y Peter Hünermann. El magisterio de la Iglesia. Enchiridion Symbolorum Definitionum Et Declarationum De Rebus Fidei Et Morum, trads. Bernabé Dalmau, Constantino Ruiz Garrido y Eva Martín Mora (Barcelona: Herder, 1991, 1999, 2000): 865. 20 Ibid., 77. 21 Ibid., 78. 22 Ibid., 81. 23 Testimonio de ello es la porción de Lucas 1:46­55, que ha pasado a la historia con el nombre de Magníficat. Ver Martín Lutero, ÛEl Magníficat. Traducido y comentadoÜ en Mateo: Sermón del Monte y el Magníficat, tomo VII de Comentarios de Martín Lutero (Barcelona: Clie, 2001): 331­93. 24 Para la descripción de estos sacramentos se sigue a Lacueva, Catolicismo: 165­227. 25 La discusión se puede ver y seguir en Yves Congar, Un pueblo mesiánico. La Iglesia, sacramento de la salvación. Salvación y liberación, trad. J. Valiente Malla (Madrid: Cristiandad: 1976). 26 C. F. W. Walther, Ley y Evangelio, trad. Ernesto W. Weigandt (Buenos Aires: Editorial Concordia, 1972, 1981): 281. 27 Ibid., 281. 28 ÛConstitución sobre la sagrada liturgia “Sacrosanctum Concilium”Ü, en Vaticano II: 116­7. 29 Catecismo de la Iglesia Católica (Bilbao: Asociación de Editores del Catecismo, 1992): 439. 30 ÛDecreto sobre la justificaciónÜ, Concilio de Trento, en Denzinger, El magisterio: 229. 31 Ibid., 232. 32 Martín Lutero, Carta del apóstol Pablo a los Gálatas, tomo II de Comentarios de Martín Lutero, trad. Erich Sexauer (Barcelona: Clie, 1998): 100. 33 ÛConstitución dogmática sobre la Divina Revelación “Dei Verbum”Ü, de Vaticano II: 95. 34 Ibid., 97. En este documento no queda claro si la revelación natural es suficiente para la salvación de las personas. La afirmación Ûconocer con absoluta certeza y sin error las realidades divinasÜ podría señalar que no es necesaria la revelación sobrenatural del evangelio para la salvación de las personas. Sin embargo, la afirmación es ambigua. El documento cita Romanos 1:20, pero pasa por alto Romanos 1:21­32, en donde el apóstol Pablo resalta que a pesar de la revelación sobrenatural los seres humanos se extraviaron y cambiaron la adoración a Dios por idolatría. 35 Karl Barth, Cata a los Romanos, trad. Abelardo Martínez de la Pera (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1998, 2002): 98­9. Las cursivas son originales. 36 ÛDeclaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas “Nostra Aetate”Ü, en Concilio Vaticano II: 497­501. 37 En el resto del documento no hay una declaración clara que demuestre que el catolicismo conciliar incurrió en universalismo. El Vaticano II reconoció algunos bienes espirituales, morales y socio­culturales de otras religiones. No las condenó como paganismo, pero tampoco las permitió como religión verdadera. En otro documento, aparece un párrafo que puede llevar la idea de universalismo: ÛOfrezcan todos los fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que ella, que asistió con sus oraciones a la naciente Iglesia, ahora también, ensalzada en el cielo sobre todos los bienaventurados y los ángeles en la comunión de todos los santos, interceda ante su Hijo para que las familias de todos los pueblos tanto los que se honran con el nombre de cristianos, como los que aún ignoran al Salvador, sean felizmente congregados en paz y concordia en un solo Pueblo de Dios, para

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gloria de la Santísima e individua TrinidadÜ. ÛConstitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium”Ü, de Concilio Vaticano II: 85. 38 Además, en los versículos siguientes (10:14­15) se declara la responsabilidad misionera del creyente ante aquellos que no han escuchado las buenas nuevas del evangelio. 39 El mismo concilio define el ecumenismo como Ûel conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianosÜ. ÛDecreto sobre el ecumenismo “Unitatis Redintegratio”Ü, Vaticano II: 443 40 Ibid., 439. 41 Ibid., 442 42 Ibid. Al mismo tiempo sostiene que ÛSolamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficosÜ. Y más adelante afirma que Ûla Iglesia católica posee toda la verdad revelada por Dios, y todos los medios de graciaÜ. Ibid., 443­4. 43 Ibid., 443. 44 Ibid., 457 45 ÛDeclaración conjunta sobre la doctrina de la justificaciónÜ de la Federación Luterana Mundial y el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, en <http://www.ehristusrex.org/www1/ maracaibo/justificacion.htm>. 46 M. Daniel Carroll Rodas, ÛEl diálogo entre evangélicos y católicos: Asuntos en torno a la evangelización. Una perspectiva evangélica desde América LatinaÜ, Kairós 30 (enero­junio, 2002): 114­6.