5 Edificios y Comercios Historicos

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Catedral Metropolitana La Catedral de Guadalajara, también conocida como Catedral metropolitana o Catedral de la Asunción de María Santísima, es parroquia sede de la Arquidiócesis de Guadalajara y uno de los edificios más representativos de la ciudad. Es el corazón del Centro Histórico de Guadalajara. Ubicada en Avenida Alcalde numero 10, Zona Centro En 1561 el Rey de España Felipe II la mandó construir, fue dedicada en el año de 1618 y consagrada el 12 de Octubre de 1716. Su construcción estuvo a cargo del Arq. Martín Casillas. La fachada está construida con una mezcla de estilos arquitectónicos gracias a la combinación de influencias góticas, barrocas, moriscas y neoclásicas. Única en el país con su interior estilo gótico, las tres naves constan de seis tramos altos y espaciosos cubiertos con bóvedas y nervaduras de dorados pinjantes. A la misma altura cada nave, en los muros laterales hay redondos pilarones estriados. Las torres actuales de 65 metros de altura fueron construidas en el siglo XIX ya que las originales se derrumbaron a causa de un temblor en 1818. La cúpula tampoco es original ya que

Transcript of 5 Edificios y Comercios Historicos

Catedral Metropolitana

La Catedral de Guadalajara, también conocida como Catedral metropolitana o

Catedral de la Asunción de María Santísima, es parroquia sede de la Arquidiócesis

de Guadalajara y uno de los edificios más representativos de la ciudad. Es el

corazón del Centro Histórico de Guadalajara. Ubicada en Avenida Alcalde numero

10, Zona Centro

En 1561 el Rey de España Felipe II

la mandó construir, fue dedicada en

el año de 1618 y consagrada el 12

de Octubre de 1716. Su construcción

estuvo a cargo del Arq. Martín

Casillas. La fachada está construida

con una mezcla de estilos

arquitectónicos gracias a la

combinación de influencias góticas, barrocas, moriscas y neoclásicas. Única en el

país con su interior estilo gótico, las tres naves constan de seis tramos altos y

espaciosos cubiertos con bóvedas y nervaduras de dorados pinjantes. A la misma

altura cada nave, en los muros laterales hay redondos pilarones estriados.

Las torres actuales de 65 metros de altura fueron construidas en el siglo XIX ya

que las originales se derrumbaron a causa de un temblor en 1818. La cúpula

tampoco es original ya que fue reconstruida después del sismo de 1875.

Actualmente la forma de las Torres de Catedral se han convertido en un símbolo

de nuestra ciudad.

La “cripta de los arzobispos” es uno de los mayores atractivos. Debajo del coro y

del altar mayor se encuentran las criptas de los obispos y cardenales donde yacen

los restos de quienes han gobernado la diócesis desde el siglo XVI incluyendo el

cuerpo de Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado en 1993 en el Aeropuerto

Internacional de Guadalajara. También están los restos de los obispos Francisco

Gómez de Mendiola y Don Juan Santiago de León Garabito quienes al fallecer,

sus cuerpos quedaron incólumes por lo que se les atribuye santidad. Sus féretros

se colocaron a los lados de la puerta principal y los feligreses los tocaban para

pedirles favores: si al poner el oído sobre la caja escuchaban una respuesta desde

el interior, el milagro sería concedido.

Sublime para algunos y grotesca para otros, una de las principales reliquias del

arzobispado tapatío es el Relicario de los Mártires que consiste en una vitrina que

exhibe los restos óseos de 23 hombres. Los restos de estos hombres fueron

beatificados por el Papa Juan Pablo II en 1992 en honor a haber defendido la

libertad de culto religioso durante las guerras cristeras.

Entre sus tesoros se aprecia La Purísima Concepción, pintura creada por

Bartolomé Esteban Murillo. También famoso es su órgano, el segundo más grande

la República Mexicana, de origen francés. Destaca también la escultura de la

Virgen de la Rosa, regalo del emperador Carlos V, un Cristo de marfil y óleos de

artistas mexicanos.

Teatro Degollado

Originalmente llamado Teatro Alarcón, cambió su nombre en honor del ex-

gobernador del estado de Jalisco, José Santos Degollado. Se colocó la primera

piedra el 5 de Marzo de 1856, inaugurándose en 1866 con la ópera “Lucia de

Lamermoor” y la actuación de “Ángela Peralta” en el papel principal.

Se distingue por su estilo neoclásico

recargado, siguiendo la influencia del teatro

italiano; su bóveda tiene frescos de Gerardo

Suárez y Jacobo Gálvez que aluden el canto

cuarto de la Divina Comedia y el vestíbulo oval

mide 10 × 6,5 m de ancho. Su pórtico lo

conforman 16 columnas alquitranadas de orden corintio, su fachadas se reviste de

cantera y se monto un relieve en mármol, con la imagen de Apolo y las nueve

Musas, en donde se lee la frase "Que nunca llegue el rumor de la discordia".

Actualmente es sede de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, de las Galas del

Encuentro Internacional Del Mariachi y La Charrería, del Ballet Folklórico de la

Universidad de Guadalajara, el Ballet del Ayuntamiento de Guadalajara y

escenario de conciertos, ópera, ballet clásico, recitales, obras teatrales y

presentaciones de destacados artistas nacionales e internacionales.

Museo Regional de Guadalajara

Este edificio fue construido de 1696 a 1701 como un refugio para el Segundo

Seminario de San José, un seminario Jesuita. El 10 de Diciembre de 1918 se

inaugura como museo, el cual alberga desde objetos de arte hasta arqueológicos,

incluyendo artefactos históricos de los estados de la costa oeste, colecciones

indígenas de huicholes y coras, objetos religiosos, colecciones históricas y

paleontológicas (incluyendo el esqueleto de un mamut).

La colección artística incluye arte colonial

de los siglos XVII y XVIII, pinturas

europeas de los siglos XVIII y XIX,

modernas pinturas y frescos mexicanos,

así como un mural de José Guadalupe

Zuno dedicado a recordar la conquista de

la Nueva Galicia por Nuño de Guzmán. También puede admirarse la capilla que

funcionó en este antiguo edificio.

El museo cuenta con 14 salas de exhibición con los siguientes temas:

paleontología y prehistoria, arqueología del Occidente, historia de Jalisco,

etnografía del Occidente y pintura de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, en

exposición permanente.

En la sala de paleontología se encuentra el esqueleto completo de un mamut y la

reproducción de una tumba de tiro característica del Occidente de México; en la

sala de arqueología se encuentran utensilios y fotografía de las costumbres y

tradiciones de pueblos autóctonos y en las salas de pintura ubicadas en la planta

alta del museo, el recorrido se inicia con la sala de pintura colonial de los siglos

XVII y XVIII.

Instituto Cabañas

Diseñado por Manuel Tolsá, conocido Arquitecto y Escultor español, quien inició

su construcción en 1805 hasta exhibir su corte neoclásico rematado por una

cúpula que semeja la corona española que hoy en día podemos apreciar.

Abre sus puertas en 1810 todavía en

construcción y durante la guerra de

independencia, pasó a ser ocupado por soldados

convirtiéndose en la ciudadela más importante

de la ciudad. Después de aproximadamente siglo

y medio vuelve a su objetivo inicial con la llegada

de las Hermanas de la Caridad en 1852; sin

embargo, fue hasta 1983 cuando dejó de prestar servicios como Hospicio,

convirtiéndose en la sede de la cultura que tomó el nombre de Cabañas en

homenaje a las obras desarrolladas por el obispo, transformándose en el museo y

centro de promoción cultural de la ciudad.

En 1937 el muralista mexicano José Clemente Orozco, bajo la invitación del

gobierno del estado de Jalisco, decoró el interior del Instituto con grandes murales

que ahora forman parte de nuestra riqueza cultural.

En estos murales terminados en 1939, Orozco interpretó la vida prehispánica, es

decir, el choque cultural entre los indígenas y españoles; también plasmó el tema

de la fundación de Guadalajara hasta llegar a la trágica realidad contemporánea.

En el centro de la capilla se exhibe su obra más importante llamada “El Hombre de

Fuego”, una figura humana envuelta en llamas, la cual representa los cuatro

elementos de la naturaleza junto con las cuatro obras que le rodean. El Hospicio

Cabañas se reconoce por ser la segunda manifestación más importante de la

arquitectura neoclásica en México.

Casa Turismo (Callejón del Diablo)

Un Inmueble que sobresale de la hermosa Ciudad Colonial que es Guadalajara es

la Casa Turismo es de estilo Neogallega que data de 1589, ahora convertida en

Oficinas de Turismo del Estado de Jalisco aquí se encontraban las oficinas de la

Santa Inquisición durante la colonia , en la actualidad sede de un pequeño tianguis

de collares, pulseras y accesorios y en la esquina se encuentra la fuente de "los

niños". El callejón sobre el que se encuentra se conoce como Rincón del Diablo

por las leyendas a que se dio lugar en la época de la colonia; como la del Adultero

Endemoniado que fue colgado aquí, o la del grupo de borrachines que lo

frecuentaban y que fueron espantados una noche por el mismísimo diablo en

persona y sobre todo por las misas negras que según se dice aquí se efectuaban.

El edificio de Casa Turismo, ubicado en

la esquina de la calle Morelos, calle que

se llamó San Agustín, Municipalidad,

Sagrario y finalmente Santa Teresa por

el Sur; Callejón del Diablo por el Oriente

y al fondo el Rincón del Ahorcado; por el

Poniente con la calle de Angela Peralta,

antes de la Cruz o Ahedo y al norte con

la Plaza Tapatía que formaba parte de la

misma casa en el tramo que le corresponde hasta la Avenida Hidalgo, es de

cantera y ha sido modificado varias veces. Tenía un sótano donde había

mazmorras y celdas que fueron destruidas para dar paso a la Plaza Tapatía,

acabando con una importante riqueza histórica y arquitectónica. En años pasados

al construir el estacionamiento subterráneo se encontraron esqueletos humanos

entre los muros, patios y sótanos de esta finca y otras de su vecindad.

La Gorda

Transcurría el año de 1956, cuando una tarde de

septiembre, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en el

popular barrio de Santa Teresita, sobre las calles de

General Coronado y Juan Álvarez, un matrimonio muy

joven formado por Josefina García -nombrada de cariño

“Gorda”- y Marcelino Rodríguez “Machelo”, emprendieron un negocio callejero con

la ayuda de su tía abuela Doña Hildeliza Ruvalcaba, a quien todos llamaban

“Abuela”. En una mesa coja, con pocas sillas, un brasero y algunos trastos “La

Gorda”, “Machelo” y la “Abuela”, corrieron el riesgo y comenzaron a vender sus

exquisitos antojitos mexicanos de buen sazón y peculiar olor.

En una pequeña olla de patamba se elaboraba el pozole, las salsas en metate, los

frijoles en un molino de metal, y así se preparaba todo de manera rudimentaria,

pues no contaban con más recursos.

El trabajo era arduo durante todo el día. Muy temprano por la mañana, salir al

mandado, más tarde a preparar y por fin, al caer la tarde, cuando se oculta el sol,

a lavar la banqueta para que oliera a tierra mojada - olor muy característico de

Guadalajara - con la ropa impecable, los mandiles blancos, y con toda la ilusión, a

sonreír y servir los sabrosos antojitos durante toda la noche hasta la primera hora

de la madrugada.

Algunos clientes comentan con orgullo y nostalgia... “La Gorda” de carácter jovial,

picaresco y de buen trato; la “Abuela” adusta, dicharachera y “Machelo” trabajador,

respetuoso y reservado, hacían de este negocio algo digno de contemplar.

Para ellos no había días de descanso, únicamente dos veces al año, en Noche

Buena y Fin de Año. No había lamentos, por el contrario siempre contentos....

Pasaron los años y los hijos fueron llegando...  “La Gorda” dejaba la cuchara del

pozole para irse al hospital, dos o tres días y a continuar.

Cuando los niños crecían, poco a poco se iban integrando al trabajo de la familia,

cada uno con responsabilidades de acuerdo a su edad, esto, sin descuidar sus

estudios; ya que la joven pareja se encargo de educar a sus hijos principalmente

con el ejemplo, fomentándoles así el amor al trabajo, el sentido de la

responsabilidad, la perseverancia y la honestidad.

Durante veinte largos años vendieron en la calle y en la primera habitación de la

casa. Afortunadamente el negocio prosperaba; pero “La Gorda” veía que el lugar

era insuficiente, que la gente comía parada, otra, al ver tan concurrido no llegaba y

lo peor cuando llovía había que meter a la casa, el comal, la olla, las sillas y

mesas, etc. hasta que la lluvia pasara. “La Gorda” y “Machelo”, sabían que tenían

que crecer, que el negocio lo exigía,  pero había muchos obstáculos a vencer, el

primero de ellos, “La Abuela”, persona de edad y con ideas conservadoras se

oponía al cambio.

No obstante, “La Gorda”, tenaz, arriesgada y valiente, con la ayuda incondicional

de su esposo rentaron una casa contra esquina de su domicilio, la restauraron y

pintaron de blanco y verde, este color su preferido por que dice que es de buena

suerte. Y a Dios gracias, este fue su despegue, siguió abarrotando este local,

contrató empleados ya que sus hijos cursaban estudios superiores y no podían

dedicarse de tiempo completo al trabajo.

“La Gorda” dio otro paso importante poniendo su primera sucursal en el

fraccionamiento de “Colinas de la Normal”, local pequeño pero su consentido.

Años después en el fraccionamiento “Arboledas”, en “Jardines del Bosque” y en

“Chapalita”, pero esto no era su meta; su principal objetivo, su sueño, era construir

un gran restaurante típico mexicano en el mismo lugar, donde años atrás se inició

en la calle; al que acuden desde el más modesto empleado hasta las más

encumbrada personalidad; actualmente “La Gorda” sigue expandiendo sus

negocios ubicándose en el centro de la ciudad y siendo pionera en la comida

rápida mexicana

“La Gorda”, guerrera, incansable e impetuosa al lado de “Machelo” trabajador,

recto y respetuoso, lograron sus objetivos a base de esfuerzo, trabajo, sacrificio y

constancia; pero su éxito fue más allá, formaron una familia ejemplar en donde

prevalece la unión y respeto.

Ahora, a más de 50 años de aquella tarde de septiembre, “La Gorda” vive, disfruta

y participa de sus negocios. Sus metas y sus sueños se han cumplido; haciéndose

acreedora a diversos premios y distinciones, entre otros:

La Cocinera del Siglo, Reconocimiento a la Conservación de la Cultura

Gastronómica Jalisciense

Reconocimiento por 45 años de servir a la Sociedad Tapatía

Reconocimiento por 45 años de Empresa en 1999,

Reconocimiento Empresaria de éxito 2002. Premio al Mérito Empresarial

Restaurantero en Comida Regional en 2002, y Premio al Industrial Distinguido

2003 del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco, éste último recibido de

manos del Sr. Presidente Vicente Fox Quesada,

En julio de 2003; Galardón Promo medios a la Mujer Categoría Empresa 2008. Su

mayor orgullo su familia y su empresa. Su objetivo es mantenerse en el gusto de

la gente, ser el número uno en la región y alcanzar la excelencia.  Su consejo es

luchar y perseverar por lo que se quiere, sin olvidar sus principios y valores en

cada acción de la vida diaria.

LA CHATA

En la gloriosa época de los trovadores y calandrias en el

corazón de la ciudad de Guadalajara, los aromas de la

tierra mojada, el vuelo de las palomas y el romanticismo

en sus calles y plazas, invitaban por las tardes a saborear

una deliciosa tostada o los típicos taquitos dorados para

culminar un día de arduo trabajo, con una agradable charla

en las improvisadas cenadurías hogareñas de algún zaguán o esquina de la

propia casa.

El excelente sabor y el carisma de Doña Carmen Castoreña Vázquez “LA

CHATA”, desde el año de 1942, fueron parte de una tradición tapatía que hoy en

día sigue vigente por generaciones, deleitando a un público local y exitosamente

aceptado por el turismo que nos visita.

Permanecer durante tantos años con el sazón, la calidad, la higiene y el buen

servicio que caracteriza el RESTAURANT LA CHATA es importante para poder

seguir siendo los pioneros de la cocina tapatía.

Saborear los diferentes platillos preparados con esmero y deliciosos ingredientes

secretos, marcan la pauta de la mejor comida tradicional de nuestra ciudad.

Actualmente cuenta con solo dos sucursales, la matriz ubicada en el centro

histórico en Av. Corona No. 126, y la sucursal providencia, con dirección en Av.

Terranova No. 405.

Lo invitamos a pasar un rato agradable, disfrutando de nuestros platillos que ya

son una tradición.

MERCADO SAN JUAN DE DIOS

El barrio San Juan de Dios es el más antiguo de Guadalajara pues su origen

coincide con la fundación de la ciudad. Aquí se recibían a los viajeros y visitantes,

a los arrieros con sus recuas, los productores y abastecedores de gran parte de

alimentos y artículos para la población tapatía, era el acceso inmediato a la

ciudad. En él se concentraban y distribuían los artículos agropecuarios y

artesanales, de los cuales constaba básicamente la economía colonial. Durante la

colonia se fue poblando de mesones y tabernas. 

En 1551, el primer obispo de la Nueva Galicia, Pedro Gómez Maraver, construyó

una humilde capilla o ermita llamada de la Santa Veracruz y también en San Juan

de Dios se fundó el Hospicio Cabañas, hoy conocido como Instituto Cultural

Cabañas.

En 1888, se construyó ya en forma el primer mercado de San Juan de Dios el cual

fue derribado y construido varias veces con el tiempo hasta llegar al que ahora

conocemos como Mercado Libertad o San Juan de Dios inaugurado el 30 de

diciembre de 1958, obra del arquitecto Alejandro Zohn. 

Tiene un área de 4000 m² y dicen que es el mercado bajo techo más grande de

Latinoamérica. Hace algunos años los alrededores del Mercado San Juan De Dios

era la sala de estar de muchas prostitutas y merolicos.

El mercado es muy bonito en su arquitectura, sus techos simulan las carpas de los

tianguis.Desde su fundación, el mercado ha sido visitado por políticos, Presidentes

de la República, hasta artistas de la farándula y deportistas, incluso el Papa

Juan Pablo II saludó a los locatarios en 1979, en su visita a Guadalajara.

En el lugar se acostumbra mucho el regateo, se pueden encontrar artículos

originales a un mejor que en tiendas de prestigio, aunque también abundan los

proveedores de mercancía falsificada (piratería).

MERCADO CORONA

La historia del Mercado Corona es sumamente peculiar, los acontecimientos

políticos, sociales y desastres naturales, han dejado una profunda huella en sus

cimientos. El terreno en donde se localiza fue anteriormente ocupado por un

cementerio, una mansión propiedad de un obispo de Guadalajara, convento de

religiosas dominicas, el Hospital Real de San Miguel de Belén y dos plazas

públicas; la primera conocida como Plaza Venegas (XVI) y la segunda (XIX) como

independencia.

En tiempos de la independencia, aquí se le dio muerte al insurgente José Antonio

Torres “El Amo Torres”, donde mucho tiempo estuvo un monumento en su honor.

A finales del Siglo XIX en 1888 el entonces Gobernador del Estado, Ramón

Corona, ordenó la construcción del primer mercado de estilo neoclásico, que se

concluyó en junio de 1891. Durante su mandato, el general Corona sufrió un

atentado que le costó la vida y el Ayuntamiento de la ciudad decidió que el edificio

llevara su nombre.

El Mercado Corona abrió por primera vez sus puertas al público el 15 de

septiembre de 1891. La fachada del edificio contaba con un revestimiento exterior

de cantera y en su interior columnas de orden compuesto. La primera fatalidad

llego años después, cuando la noche del 15 de noviembre de 1810 un voraz

incendio lo dejó convertido en ruinas, y como el ave fénix, renació de sus cenizas.

En 1945 la afluencia del mercado creció exponencialmente, lo que obligó al

municipio a solicitar recursos y trámites para la ampliación construcción y

remodelación del inmueble, situación que se analizó durante varios años después.

El 15 de enero de 1951 el Cabildo aprobó el dictamen del Ayuntamiento de

Guadalajara sobre la construcción del nuevo mercado Corona y hasta un año

después el 11 de febrero de 1952, se publicó el decreto de construcción para el

nuevo edificio.

Este mercado es considerado uno de los más tradicionales de la ciudad, debido

precisamente a que es el único enclavado en el corazón histórico de Guadalajara

y cuya tradición se refleja en los miles de visitantes nacionales y extranjeros que

cada semana recorren el lugar.

Con área de mil 600 metros cuadrados, alberga 382 locales comerciales, una

superficie necesaria para la guarda de mercancías, con superficie construida de

tres mil 930 metros cuadrados. El proyecto original contempló la construcción de

un cine en la planta alta, para una capacidad de dos mil 700 espectadores y un

estacionamiento subterráneo para 140 automóviles, ambos proyectos nunca se

concretaron.

En este mercado es característico encontrar toda clase de hierbas medicinales,

frutas de temporada, artesanías, regalos para fiestas, comida típica de Jalisco y

antojitos mexicanos, sin faltar los arreglos florales, ramos para quinceañeras y

novias; confeccionados en muy variadas formas.

El mercado Corona, cada 9 de octubre, por la tarde, recibe la visita de la Imagen

de Nuestra Señora de Zapopan, antes de su arribo a la Catedral, donde todos los

locatarios se organizan y esmeran en los arreglos para obtener bendiciones y

pedir que nunca falte el trabajo en sus negocios.

LONCHES AMPARITO

¿Cuando empezaron? Nadie lo sabe muy bien, pero

la puertecilla que aún existe y da servicio en el centro

de Guadalajara, detrás del Teatro Degollado, sigue

teniendo filas que dan la vuelta a la manzana.

Todo empezó, según cuentan en la calle, a través de

una ventanita en una pequeña puerta de madera, donde se atendía principalmente

a oficinistas del área, que compraban entre diez y quince lonches.

Detrás de esa ventanita estaba Amparito, siempre acompañada por su fiel gato.

Ella, una señora chaparrita y morena, nada agraciada ni "distinguidita" preparaba

los lonches que la hicieron famosa. Hay una foto de ella aún en local, hoy día

coronada por un deslavado moño negro.

La noticia de su muerte, hace unos dos años, trascendió hasta los periódicos de

Guadalajara. Aunque ninguno de los nietos quiso dar la cara en ese momento a la

prensa, la sociedad entera se conmocionó al saber el secreto que había detrás de

esos lonches.

Famosos por su sabor, ya las filas no sólo atendían oficinistas locales, más gente

llegaba para probar los tan sabrosos lonches, cuyo secreto no podía ser visto

desde la ventanita por la que atendían.

El gato de Amparito, que la acompañó incondicionalmente durante tantos años,

hacía algo más que sólo mirarla cocinar lonches. En sus patas escondía el secreto

que Amparito nunca reveló.

Caminando sobre la carnitas y sobre la crema. Dueño de las mesas donde

Amparito cocinaba, el gato le ponía ese sabor tan único a los lonches.

Pero el gato no acompañó a Amparito a su última morada, y dicen, que mientras el

gato viva, los lonches seguirán teniendo el éxito que hizo de Lonches Amparito

una franquicia en diferentes puntos de la ciudad.