5 - Una montaña de azucar

7

Transcript of 5 - Una montaña de azucar

Page 1: 5 - Una montaña de azucar
Page 2: 5 - Una montaña de azucar

Amandina recorrió con sus dos amigos un largo camino para encontrar a los del círculo plateado. De pueblo en pueblo preguntaron por ellos, pero nadie los conocía.

Gua, el dragón, estaba cansado de caminar y ya quería volar. Qì se paró en el hombro de Amandina y le dijo: —Ten paciencia, debemos seguir preguntando para encontrarlos.

Autor: RodiaDibujos: Rodia

Impreso en México / Printed in MexicoPor Vettoretti impresores S.A. de C.V.Calle Zacatecas No. 30 Col. Ricardo Flores MagónCuernavaca, Morelos.

Prohibida la reproducción sin permiso por escrito del autor.

Tiraje: 5,000 ejemplares

UNA MONTAÑA DE AZÚCAR

UNA MONTAÑADE AZÚCAR

1

Page 3: 5 - Una montaña de azucar

—Y si los del círculo plateado… ¿No caminan y vuelan como Qì y yo? —preguntó el dragón, sacando sus alas grandes.

—Mmm... no lo había pensado así— respondió Qì.

—Es el último día que caminamos —dijo Amandina—. Ahora iremos a esa casa para preguntar por ellos, y después dormiremos debajo de la flor más grande.

Siguieron caminando y Gua de pronto se paró, levantó su nariz y dijo:

—¡Huele a pastel de chocolate!

—¡Tenemos tanta hambre, que imaginamos cualquier cosa! —comentó Qì.

Llegaron a la casa. Amandina saltó para tocar la campana y no la alcanzó. Gua se acercó para ayudarla, pero la puerta se abrió.

—¡Entren! —dijo una voz cariñosa—. Mi casa tiene lugar para todos. ¿Sabías que la comida favorita del niño que lee esta historia son los pasteles de chocolate?

—¡Claro! A todos nos gusta —dijo Amandina feliz.

—Acomódense, no dejemos que este pastel se enfríe

—recomendó el señor Suaruné.

Sirvió una rebanada en cada plato menos a Gua. Amandina y Qí no comieron pues faltaba una rebanada para el dragón.

—¿Qué pasa? Preguntó el señor.

—Es que… ¡Falta el dragón!

Dijeron Amandina y Qì al mismo tiempo.

Suaruné se levantó y les dijo a todos:

—Lo que sucede …2 3

Page 4: 5 - Una montaña de azucar

—¿Qué pasa? ¡No te gustan los dragones! —dijo Amandina molesta,— porque si no, ¡nos vamos! —amenazó Amandina agarrando la garra del dragón como si fuera una mano.

—¡No me gustan los dragones! —respondió Suaruné.

—Gua movió su cola y volteó a verla.

Suaruné se paró en la mesa y les dijo:

—Los dragones no me gustan Amandina, ¡me encantan!, por eso hice ochocientos cincuenta pasteles en mi horno largo.

Suaruné se acercó al dragón y lo llevó al horno. Gua abrió la puerta y vio pasar los pasteles formados en una hilera larga.

—¡Quedó delicioso! —dijo Amandina.

Todos comieron embarrándose los dedos de chocolate.

—Bueno, los dejo descansar —dijo el señor Suaruné— y sacó unas colchas.

Al poco tiempo, todos comenzaron a bostezar y se fueron a soñar.

Al día siguiente, Amandina se levantó y encontró una nota de Suaruné sobre la mesa. La abrió y leyó en voz alta:

—Nadie se mueva, voy por leña.

Y sí, nadie se movió porque nadie la pudo escuchar, pues estaban dormidos.

Amandina se sentó sobre el dragón para jalarle una oreja y le dijo:

—¡Despierta!, ¡despierta!

El dragón abrió un ojo y balbuceó;

—No estoy acostumbrado a caminar tanto, pero ya me siento bien.

Y volvió a cerrar el ojo. Entonces Amandina le jaló cuidadosamente las pestañas.

4 5

Page 5: 5 - Una montaña de azucar

—Está bien, está bien, Amandina —dijo el dragón parándose— creo que las alas ya están listas para volar porque nadie conoce a los del círculo plateado.

—¡Ya sé! —dijo Amandina saltando en la panza del dragón.

—¿Qué se te ocurre? —preguntó Qì.

—Por primera vez —dijo Amandina dando una vuelta en puntitas sobre la panza de Gua— ¡voy a usar la pulsera que me regaló la bruja blanca!

Amandina tomó la pulsera y le dio dos vueltas a la derecha, como decían las instrucciones de la pulsera, pero nada pasó.

—¡No funciona! —gritó Amandina desesperada.

—¡Dale una vuelta más! —sugirió Gua.

—No, no, esperen —dijo Qì acercándose a la ventana—. La bruja blanca viene caminando.

Los tres se pararon rápido para abrirle la puerta. La bruja blanca entró sacudiéndose su larga falda y dijo:

—Disculpen por llegar con tantas hojas, lo que sucede, es que aparecí en la punta del árbol de la casa… Todavía tengo que seguir practicando las “apariciones”. Es curioso, es de los primeros trucos que hice en mi vida, y ahora lo olvidé. ¡No cabe duda! —dijo suspirando—, uno nunca se vuelve experto en nada a pesar de tener 777 años.

—No importa, bruja, todavía te quedan muchos años por aprender—dijo Amandina abrazándola.

—Me da tanto gusto verlos— dijo sonriendo la bruja.

Suaruné regresó, pero antes de que pudiera entrar, la bruja blanca desapareció la casa para guardarla en su bolsa. Se fue volando hacia una nube y sentó. Abrió su bolsa y metió un puñado de nube.

—¿Me escuchan? —gritó la bruja.

—Sí,—respondió Amandina—. Soy del tamaño de un frijol pero escucho como si fuera un gigante.

—¡Él es Suaruné, uno de los del círculo plateado!

—¡Qué alegría! Por fin encontramos el primero.

6 7

Page 6: 5 - Una montaña de azucar

La bruja apareció a unos metros de distancia cargando la casa cubierta de azúcar blanca. Voló hacía Amandina y le dijo:

—Voltea al piso.

Amandina se dio cuenta que estaba parada sobre un desierto brillante.

Piensa linda niña del tamaño de un frijol ¿qué podrías hacer con esta montaña de azúcar?

Glosario.

Alegría: Ver al sol llegar a tu cuarto para seguir jugando.

Brillar: Reír.

Encontrar: Darle un beso a tu mamá y descubrir una sonrisa.

Escuchar: Oír a tus zapatos cuando caminas.

Precioso: El niño que lee y juega con las sombras de los árboles.

Precioso niño que lees esta historia ¿podrías ayudar a Amandina?

8 Fin

Page 7: 5 - Una montaña de azucar

-Encuentra todos los sabores en las frutas y verduras para que puedas ser más feliz por que te dan energía.

-Gua, el dragón, le encantan los pasteles de chocolate pero vuela porque come nopales, jitomate, aguacate, calabaza,, frijoles y todas las frutas que brillen.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHO A UN NOMBRE Y UNA NACIONALIDAD