6 Nupcialidad, fecundidad y natalidad en España- balance actual y perspectivas-Rafael Puyol Antolí

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35 Esas niñas y niños extramatrimoniales eran natu- rales si sus padres podían contraer matrimonio e ilegítimos en caso contrario. 1 Nupcialidad, Fecundidad y Natalidad en España: balance actual y perspectivas nen hoy una situación mejor que el cen- tro y la mitad septentrional del país. El descenso de la fecundidad ha propi- ciado la paralela reducción de la natali- dad. En 1976 nacieron en España 677.456 niños/as y en 2001, 403.859. El análisis de la evolución por compo- nentes de la fecundidad permite obte- ner dos grandes conclusiones: una dis- minución generalizada de la fecundidad matrimonial, en todos los grupos de edad (período 1975-1996), aunque en los años más recientes se observe una recuperación en los tramos interme- dios; y un incremento de la fecundi- dad no matrimonial, en especial entre las adolescentes. Para calibrar el alcance de estas varia- ciones hay que tener en cuenta que los nacimientos fuera del matrimonio úni- camente suponen en España una cifra en torno al 17% y que por consiguiente su aumento, sólo contribuye a paliar de manera reducida los efectos de la caída de la fecundidad matrimonial. Es indudable que se ha producido un crecimiento significativo desde media- dos de los 70. En 1975, con 13.561, representaban el 2% del total de na- cimientos . Era una época en la que tener descendencia sin casarse se veía como un estigma, una desgracia o un fracaso. Y esta consideración se trasla- daba a los hijos e hijas que a veces adqui- rían la condición de niños y niñas de segunda y eran objeto de un cierto (e injusto) rechazo social. En 1981 el Código Civil eliminó las diferencias al equiparar la situación legal de los hijos e hijas al margen del estado civil de sus padres. En esa fecha los extramatrimoniales representaban el 4,4%. Desde entonces se han multipli- cado por 4, situándose en 1999 en 61.975 (el aludido 17%). Pero este cre- cimiento no mantiene una relación necesaria con el descenso de la natalidad. Son dos fenómenos que han evolucio- nado de forma paralela; aunque con distinta intensidad. La caída de la nata- lidad ha sido más rápida que el aumento de hijos e hijas extraconyugales de las parejas de hecho o las mujeres que optan por tener descendencia solas. 1 En la actualidad (período 1996-2000) es el más bajo. El proceso de disminución de la fecun- didad ha sido general en todo el estado. La caída por debajo del umbral crítico de renovación de las generaciones se llevó a cabo por cada CC.AA. entre 1977 y 1984. La primera fue Asturias (1977) y las más tardías Andalucía y Murcia (1984). En el año 1979 se concentró el mayor número de casos (6 comunidades en total). El análisis por provincias sitúa a 4 con des- censos por debajo del umbral anterior a 1975. Son las precursoras de una ten- dencia que culminaría en 1985 con los últimos casos en alcanzar esa situación. Las provincias pioneras fueron Lugo, Orense, Soria y Zamora. Las últimas Albacete, Almería, Cádiz, Murcia y Sevi- lla. La mitad sur, y particularmente Andalucía, que con los archipiélagos tie- 1. FECUNDIDAD Y NATALIDAD El índice sintético de fecundidad exige un valor de 2,1 hijos o hijas por mujer para que, en condiciones de una mor- talidad reducida como la que actual- mente tenemos, se puedan renovar las generaciones. En 1975 el número medio de hijos/as por mujer en el con- junto del país fue de 2,78 y ninguna de las actuales comunidades tenía valo- res por debajo de 2. El nivel de 2,1 se logró por última vez en 1980. Después descendió hasta situarse en un valor inferior al 1,20 hasta que recientemente tras las subidas de los últimos años alcanza la cifra de 1,22. En 1976 el índice de fecundidad español era, tras el irlandés, el segundo más alto de la Unión Europea (la Europa de los 15). POR RAFAEL PUYOL. Catedrático de Geografía de la Universidad Complutense. D E R E C H O E S PA Ñ O L

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El proceso de disminución de la fecun- didad ha sido general en todo el estado. La caída por debajo del umbral crítico de renovación de las generaciones se llevó a cabo por cada CC.AA. entre 1977 y 1984. 35 P OR R AFAEL P UYOL . Catedrático de Geografía de la Universidad Complutense. Esas niñas y niños extramatrimoniales eran natu- rales si sus padres podían contraer matrimonio e ilegítimos en caso contrario. 1 1

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Esas niñas y niños extramatrimoniales eran natu-rales si sus padres podían contraer matrimonioe ilegítimos en caso contrario.

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Nupcialidad,Fecundidad y Natalidad en España:

balance actual

y perspectivas

nen hoy una situación mejor que el cen-tro y la mitad septentrional del país.

El descenso de la fecundidad ha propi-ciado la paralela reducción de la natali-dad. En 1976 nacieron en España677.456 niños/as y en 2001, 403.859.

El análisis de la evolución por compo-nentes de la fecundidad permite obte-ner dos grandes conclusiones: una dis-minución generalizada de la fecundidadmatrimonial, en todos los grupos deedad (período 1975-1996), aunque enlos años más recientes se observe unarecuperación en los tramos interme-dios; y un incremento de la fecundi-dad no matrimonial, en especial entrelas adolescentes.

Para calibrar el alcance de estas varia-ciones hay que tener en cuenta que losnacimientos fuera del matrimonio úni-camente suponen en España una cifraen torno al 17% y que por consiguientesu aumento, sólo contribuye a paliarde manera reducida los efectos de lacaída de la fecundidad matrimonial.

Es indudable que se ha producido uncrecimiento significativo desde media-dos de los 70. En 1975, con 13.561,representaban el 2% del total de na-cimientos . Era una época en la quetener descendencia sin casarse se veíacomo un estigma, una desgracia o unfracaso. Y esta consideración se trasla-daba a los hijos e hijas que a veces adqui-rían la condición de niños y niñas desegunda y eran objeto de un cierto (einjusto) rechazo social.

En 1981 el Código Civil eliminó lasdiferencias al equiparar la situación legalde los hijos e hijas al margen del estadocivil de sus padres. En esa fecha losextramatrimoniales representaban el4,4%. Desde entonces se han multipli-cado por 4, situándose en 1999 en61.975 (el aludido 17%). Pero este cre-cimiento no mantiene una relaciónnecesaria con el descenso de la natalidad.Son dos fenómenos que han evolucio-nado de forma paralela; aunque condistinta intensidad. La caída de la nata-lidad ha sido más rápida que el aumentode hijos e hijas extraconyugales de lasparejas de hecho o las mujeres queoptan por tener descendencia solas.

1En la actualidad (período 1996-2000)es el más bajo.

El proceso de disminución de la fecun-didad ha sido general en todo el estado.La caída por debajo del umbral críticode renovación de las generaciones sellevó a cabo por cada CC.AA. entre1977 y 1984.

La primera fue Asturias (1977) y lasmás tardías Andalucía y Murcia (1984).En el año 1979 se concentró el mayornúmero de casos (6 comunidades entotal).

El análisis por provincias sitúa a 4 con des-censos por debajo del umbral anterior a1975. Son las precursoras de una ten-dencia que culminaría en 1985 con losúltimos casos en alcanzar esa situación.Las provincias pioneras fueron Lugo,Orense, Soria y Zamora. Las últimasAlbacete, Almería, Cádiz, Murcia y Sevi-lla. La mitad sur, y particularmenteAndalucía, que con los archipiélagos tie-

1. FECUNDIDAD Y NATALIDADEl índice sintético de fecundidad exigeun valor de 2,1 hijos o hijas por mujerpara que, en condiciones de una mor-talidad reducida como la que actual-mente tenemos, se puedan renovar lasgeneraciones. En 1975 el númeromedio de hijos/as por mujer en el con-junto del país fue de 2,78 y ningunade las actuales comunidades tenía valo-res por debajo de 2. El nivel de 2,1 selogró por última vez en 1980. Despuésdescendió hasta situarse en un valorinferior al 1,20 hasta que recientementetras las subidas de los últimos añosalcanza la cifra de 1,22. En 1976 elíndice de fecundidad español era, tras elirlandés, el segundo más alto de laUnión Europea (la Europa de los 15).

POR RAFAEL PUYOL.Catedrático de Geografía de la Universidad Complutense.

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Fenómenos como el divorcio o lamayor aceptación de las madres solte-ras favorecen el aumento de losnacimientos extramatrimoniales. Antesun embarazo de una chica soltera seintentaba resolver por la vía de un matri-monio de urgencia. Ahora algunasmadres solteras obstaculizan el recono-cimiento de su hijo o hija por el padrecon el fin de evitar que éste pueda esgri-mir derechos (por otro lado razona-bles) sobre los hijos/as.

A pesar de la multiplicación creciente dela descendencia extramatrimonial, todavía estamos lejos de Europa. Deacuerdo a los datos podríamos defenderla existencia de un modelo mediterrá-neo de reducidos nacimientos extra-conyugales.

España, Italia y Grecia ocupan, por esteorden, la cola de la clasificación en laUnión Europea. La media es de 27,2%de hijos/hijas habidas fuera del matri-monio, con Suecia (55,3%) o Dina-marca (44,9%) ocupando la cabeza.

Como recuerda M. Delgado, Españaaúna comportamientos modernos ytradicionales. La juventud mantienemás relaciones prematrimoniales queantes, pero si se produce el embarazo,a veces por presiones familiares y otraspor propia decisión, se tiende a dar una cierta legitimidad al nacimientomediante el matrimonio.

2. MATRIMONIOS Y PAREJAS DE HECHO

El estudio de la trayectoria reciente dela nupcialidad se convierte en elementode singular alcance para entender la mar-cha reciente de la fecundidad española.Dos rasgos definen dicha trayectoria:la caída del número de matrimonios(271.000 nupcias en 1975 y 206.254 en2001) y el retraso del calendario nupcial.No obstante, y a pesar de la disminuciónde su frecuencia, el matrimonio siguegozando de buena salud como forma deunión. Según un barómetro recientedel CIS (1998), casi 8 de cada 10 espa-ñoles/as (78%) lo consideran una “ins-titución” bastante o muy importante. Laboda religiosa es la opción preferida: el53% de las personas entrevistadas juzgaque es la mejor forma de convivencia

para una pareja estable. Pese a ello no sólohay menos mujeres casadas en generaly por supuesto en los grupos de edadesfecundas, sino que cuando contraenmatrimonio las mujeres lo hacen a eda-des más tardías. La edad media al primermatrimonio era, en 1975, del 26,68para los hombres y 24,17 para las muje-res. En 1999 los varones contraían su pri-mera nupcia a los 30,04 años y las muje-res a los 27,96. Es decir, en ese cuartode siglo el retraso fue de 3,36 años parael sexo masculino y de casi 4 para elfemenino (3,79). La proporción de casa-das en los grupos de mujeres de 20 a30 años ha perdido en torno a 30 pun-tos porcentuales desde 1975. La fecun-didad más alta correspondía tradicio-nalmente a las mujeres que tenían entre25 y 29 años, seguidas por las del grupo20-24. Ahora el grupo más fecundo esel de 30-34 años, situándose a conti-nuación el de 25 a 29, con las consi-guientes repercusiones negativas parala natalidad al ser ésta un fenómenobásicamente matrimonial. La fecundidadde las mujeres de 20 a 30 años siguedisminuyendo. La edad media a lamaternidad ha sufrido igualmente unretraso. En 1975 era de 28,80 años; enel 99 de 30,67. Llegando a ser en el PaísVasco de 32,10 años.

En cuanto a las parejas de hecho haydos circunstancias que reducen suinfluencia en la fecundidad general: laescasa cuantía de su número y su tasa de

fecundidad más reducida, aunque elnúmero de sus descendientes hayaaumentado.

Según datos del CIS citados por M.Delgado, en 1995 la proporción depersonas entre 18 y 49 años que decla-raron convivir en una unión de hechofue de 3,5% para las mujeres y 3,8% para los varones. Estas reducidas pro-porciones aumentan si se tienen encuenta los varones (11,7%) y las muje-res (8%) que en algún momento man-tuvieron esta forma de unión, que pudoacabar en matrimonio. Pese a ello lascifras siguen siendo bajas, aunque pro-bablemente aumentarán en el futurosin amenazar en ningún momento elliderazgo del matrimonio.

Por otro lado, la tasa de fecundidad delas parejas de hecho es más baja que la delos matrimonios. En bastantes casos ade-más, la llegada del primer o del segundohijo o hija suele favorecer la evoluciónhacia el matrimonio (religioso o civil).

3. LAS CAUSAS DE LA DISMINUCIÓN

Describir el fenómeno es más sencilloque explicarlo, pero ello no nos eximede buscarle un razonamiento satisfac-torio. La pregunta es por qué hemosllegado a esa situación de fecundidad tanbaja en un país que hasta hace pocotiempo se situaba en una sólida posi-ción natalista.

Resulta sencillo relacionar la caída de lafecundidad con el empleo reciente demétodos anticonceptivos eficaces y conel incremento del aborto. Las encues-tas disponibles permiten comprobar elcrecimiento del número de usuarias deprocedimientos anticonceptivos de losconsiderados “eficaces” en singularcuantía, y el incremento de las inte-rrupciones voluntarias del embarazode manera igualmente apreciable.Según la Encuesta de Fecundidad delaño 99, el 99,08% de las mujeres entre15 y 49 años manifiestan conocer, almenos, un método anticonceptivo efi-caz. En cuanto al aborto se observa uncrecimiento fuerte en los últimos años.En 1991 se practicaron alrededor de42.000 y en 2000, 63.756. En los últi-mos diez años se contabilizan en total

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medio millón de abortos, practicadossobre todo por mujeres de los grupos20-24 y 25-29 (las menores de 19 añossuman sólo el 9%).

La inmensa mayoría de los abortos se rea-lizan en centros privados (97,63%),antes de las 8 semanas de gestación(65,03%) y por motivos de saludmaterna (97,16%). El riesgo fetal sóloreunió el 2,57% de los casos y las viola-ciones, el 0,05%.

Por CC.AA., el ranking lo encabezaBaleares que reúne el 13,56% de loscasos seguida de Cataluña con el 9,67%y Madrid con el 8,90. Asturias es lacuarta (8,36%) y el otro archipiélago,Canarias (8,04%), ocupa la quinta plaza.

Las comunidades con niveles de parti-cipación más reducidos son Galicia,Cantabria, Navarra y País Vasco.

El contrapunto del aborto es el intentode buscar el embarazo mediante un tra-tamiento adecuado. Según la Encuestade Fecundidad, el número de mujeresque ha tenido tratamiento es de unas240.000, que sobre la población feme-nina de 15 a 49 años suponen el 2,36%.Pero la evitación de los embarazos osu interrupción deliberada, obedecen afactores de naturaleza económica ysocial que actúan también sobre el des-censo de la nupcialidad y su retraso.

En la tendencia a la baja de la fecundi-dad española actuaron los mismos fac-tores que han propiciado su caída mástemprana en otros países europeos.Pero en la aceleración reciente deldeclive las causas económicas han sidodecisivas. El fuerte desempleo y la pre-cariedad del trabajo sobre todo entre lasgeneraciones jóvenes, retrasaron susalida del hogar paterno, la formaciónde nuevos matrimonios o parejas dehecho y por supuesto la fecundidad.

Las evidencias estadísticas de estos pro-cesos son abundantes. Según unaencuesta reciente el 62% de los jóve-nes entre 25 y 29 años vivía con suspadres frente al 20% de Alemania o el18% de Francia. La media de la UE esdel 32%. A estas edades la formaciónde los que han podido proseguir estu-dios universitarios ya ha terminado, porlo que la mayoría estaría en condiciones

teóricas de incorporarse al mercado detrabajo. Pero son precisamente las esca-seces que éste impone y su aleatorie-dad los determinantes de la prolonga-ción de su presencia en el hogar.

En menor proporción que antes y mástarde, algunos y algunas deciden inde-pendizarse y contraen matrimonio oformalizan otra forma de unión, inclusodeciden tener descendencia aunqueconciben menos de la deseada. LaEncuesta de Fecundidad de 1999incluye los motivos aducidos por lasmujeres entre 15 y 49 años para haberengendrado menos hijas o hijos de losqueridos. En el conjunto del país y encasi todas las comunidades autónomasla principal razón apuntada es la insu-ficiencia de recursos económicos. Asíopina el 30,82% de las españolas, quereconocen otros motivos pero en unaproporción mucho más reducida. Entreellos figuran los problemas o molestiasde salud (17,08%), o el deseo/necesi-dad de trabajar fuera de casa (14,06%).Las dificultades económicas comoimpedimento del tamaño familiar desea-do son argumentadas por el 49% de lasmujeres en Asturias, el 47% en Canta-bria, el 37% en Galicia y el 36% en Anda-lucía. Sólo en tres comunidades, Castilla-La Mancha, Murcia y Navarra, losproblemas o molestias de salud se sitúanpor delante de las causas económicascomo justificación de la mencionadaaspiración incumplida.

En este orden de cosas, resulta intere-sante una cuestión incluida en laEncuesta de Fecundidad, como es laintención de hijas/hijos futuros enmujeres expuestas al riesgo de embarazoo embarazadas por creencia religiosa.Contra lo que pudiera esperarse, el porcentaje de mujeres protestantes(78,88), musulmanas (56,37) o no cre-yentes (59,84) que tienen intención de nacimientos futuros es superior alde católicas (55,13). Y lo que es toda-vía más curioso es que entre las católi-cas el porcentaje de las practicantes(50,96) es inferior al de las no practi-cantes (58,3). La vieja y estrecha rela-ción entre natalidad y credo religioso,que situaba a los católicos en posiciónprivilegiada, parece estar claramentedebilitada en España.

Los motivos económicos actúan sobrela nupcialidad y la natalidad a través deotro factor relevante, como es el accesoa la vivienda, en propiedad o alquiler. Esun factor vinculado a las condicionesde empleo, pero dadas las dificultadesque impone el mercado inmobiliario,tiende a agravar sus efectos negativos.El mercado de la vivienda es caro, conprecios que no han cesado de crecerdesde hace años. La inversión pública envivienda representa el 1% del PIB, apro-ximadamente la mitad de la media de laUE (Vinuesa, J. 2002). El porcentaje dela renta familiar destinado a la comprade la vivienda está en torno al 50%. Lasviviendas en alquiler son tan solo el 14%y en el momento presente no son unasolución económica adecuada para lasrentas familiares medias. Las viviendaspúblicas en alquiler sólo representan el2% frente a un 18% para el conjunto dela UE. La adquisición de una viviendase juzga como una inversión rentable ysegura, pero obliga a retrasar la edadde la emancipación.

El relevante papel jugado por los factoreseconómicos en la caída de la fecundidady natalidad, ha tenido su contrapruebaen tiempos recientes. Sin duda, lamejora de las condiciones laborales (latasa de desempleo ha caído significati-vamente) y la reducción del interés delos créditos hipotecarios, están en labase la recuperación de la natalidad quese produce desde 1999.

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Las subidas desde entonces han sidolas siguientes:

■ En 1999 el número de nacimientosfue superior en casi 15.000 al delaño anterior.

■ En 2000 hubo 15.626 más que en1999.

■ Finalmente, los datos de 2001 dan,con 403.859 personas nacidas vivas,8.103 nacimientos más. Casi la mitadmenos que el año precedente.

En estos aumentos ha jugado un ciertopapel la natalidad de las personas inmi-grantes, aunque su aporte no sea paraechar cohetes.

■ En 1997 se registraron 13.545 na-cimientos.

■ En 1998 se registraron 14.843 na-cimientos.

■ En 1999 se registraron 17.815 na-cimientos.

■ En total 46.203 que sobre los na-cimientos totales de estos 3 años(1.114.358) supusieron el 4,14%.

Si la población española es de 40 millo-nes de personas y suponiendo que estosnacimientos forman parte de ella, suaportación es tan sólo del 0,11%, aun-que ellos mismos con un millón ymedio de personas supongan ya el3,20% de nuestra población.

La experiencia reciente obliga a tenercautela ante las subidas. Ya en 1997 sehabía producido un ascenso (6.409 na-cimientos más que en 1996), que no sesostuvo en 1998 (3.842 nacimientosmenos que en 1997). Además la recu-peración ha tenido lugar sobre todo enedades elevadas, lo cual indica que se tratatan sólo de nacimientos aplazados.

Una recuperación efectiva y sostenidano se puede realizar únicamente a tra-vés de las hijas e hijos diferidos en eltiempo, puesto que además no puedenser muchos por las propias edades de lospadres (razones biológicas) y por lasdificultades inherentes a una materni-dad y paternidad tardías.

La natalidad sólo podría crecer demanera más intensa, si se produce unrejuvenecimiento del calendario de la

maternidad que deja margen para nue-vos nacimientos en edades y condicio-nes más favorables. A estos efectos debetenerse en cuenta que al ser las genera-ciones de jóvenes cada vez más reduci-das en términos absolutos , el númerode madres potenciales va a disminuir. Detal manera que las que haya debenaumentar su fecundidad para mante-ner la “producción”. Si no se opera unarecuperación de la fecundidad, el lla-mado efecto eco de la estructura por eda-des provocará de manera mecánica unareducción de nacimientos. Para el año2021 el número de madres potenciales(sin tener en cuenta la inmigración) serebajaría a dos terceras partes de sucuantía actual. Pero la posibilidad deque aumenten los nacimientos va adepender mucho de cómo evolucioneen el futuro la economía y el empleo. Elempleo de hombres y mujeres porqueen bastantes de los matrimonios o de lasparejas que hoy se constituyen trabajanambos contrayentes. La tasa de empleode las mujeres españolas está 30 puntosporcentuales por debajo de la masculinay 14 más baja que la europea. El parofemenino duplica las cifras de la UE.La proporción de madres de niñas yniños pequeños asalariadas es del 31,1%en España y del 47% en UE. La pro-porción de mujeres ocupadas a tiempoparcial es del 21,5% frente al 37,7% dela UE. Volveré sobre estos datos, perouna hipótesis de urgencia permite sos-tener que el trabajo fijo asalariado fueradel hogar no es un factor reductor de lanatalidad.

Por otro lado, nuestro país presenta algu-nas claras desventajas relativas, en relacióna otros de la Unión que deberán sermodificadas si aspiramos a una recupe-ración más intensa de la fecundidad.

El porcentaje de niños y niñas de 0 a 3años que asisten a guarderías infantiles sub-vencionadas es del 20%. En Francia quetiene un valor intermedio reciben estaprestación un 23% de los niños y niñas.

Los hogares con menores de 2 a 8 añosque reciben prestaciones y protecciónfamiliar son el 8% frente al 52% de la UE.

El porcentaje sobre el PIB de gastos enprestaciones familiares y a la infancia es del0,4% frente a un 2,2% en la UE. Con

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respecto a la totalidad de las prestacionessociales, este tipo de ayudas representa el8% en la UE y el 2% en España.

Estos datos marcan algunas de las pau-tas por las que habría que encauzar lanecesaria política de ayuda familiar aemprender, si se quiere, aumentar lanatalidad.

4. LA NECESIDAD DE UNA POLÍTICA FAMILIAR

Ahora bien, cualquier política que seemprenda debe tener en cuenta algunoshechos relevantes.

Los cambios que se han llevado a caboen la sociedad española en relación alpapel desempeñado por las mujeres.Antes, en su mayoría, se les atribuía unafunción básica de casadas y madres. Demanera progresiva, a medida que sevan imponiendo principios de igual-dad, las mujeres se incorporan con másfuerza al mercado de trabajo y aportaningresos a las economías familiares. Lasubida del nivel de vida y las nuevaspautas de consumo se cimentan, enparte creciente, sobre el trabajo de lamujer fuera del hogar.

El aumento del “coste” de los hijos e hijasque suponen una carga creciente paralas economías familiares. Y digo crecienteporque la consideración de los hijos ehijas como carga no es nueva; lo que sí esmás cercano es su valoración generali-zada en términos de calidad, particular-mente en el aumento de la educación ylos niveles de consumo. Para algunasfamilias el nivel de vida que aspiran para

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Los que cumplan 30 años en 2005 serán los669.000 (algo menos por los fallecimientos)que nacieron en 1975. En el año 2015 la cifrase reducirá a 456.000 y en el año 2025 sólo los363.000 nacidos en 1995.

En abril de 2002 el Gobierno ha anunciado medi-das fiscales de apoyo a las madres trabajadorascon hijos de 0,3 años. Por primera vez se anunciauna retribución mensual.

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sus hijos y sus hijas les convierte en unacarga juzgada como excesiva. Y “paraeso”, es decir para que no puedan cum-plir sus expectativas (las del padre y de lamadre), no los tienen.

La llegada de un hijo o una hija origina,en ocasiones un conflicto, por supuestomás temido que deseado. El que se pro-duce entre la dedicación a su cuidado ylas obligaciones laborales de los padresparticularmente, las de la madre quese ve así amenazada en su trayectoriaprofesional cuando no en la conserva-ción de su trabajo. Un 14,06% de lasentrevistadas en la Encuesta de Fecun-didad (99) manifiesta que si ha tenidomenos descendencia de la deseada espor querer o precisar un trabajo fuera delhogar.

Las empresas, en general, rehuyen loscostes y los inconvenientes derivadosde la maternidad, lo cual no favorece elmantenimiento de las madres trabaja-doras en el mercado laboral.

La natalidad ha sido objeto de una ciertaminusvaloración social. Ser padre omadre no está de moda. Lo está muchomás el logro del éxito profesional alque se vinculan unas ciertas condicio-nes de vida irrenunciables. La conside-ración del hijo o hija como amenaza(inocente) del bienestar está presente enmuchas de las parejas que hoy se forman.

Todas estas circunstancias ejercen unafunción limitadora de la natalidad.Todas, por consiguiente, deben tenerseen cuenta para prever y diseñar elfuturo.

Un futuro que exigirá un mayoresfuerzo productivo de las mujeres por-que su contribución laboral tendrá queser numéricamente más importante.Aunque sólo aplicásemos a la pobla-ción española la tasa de actividad feme-nina de la UE, eso equivaldría a poneren el mercado de trabajo un millón ymedio más de mujeres activas. Con elfin de poder vislumbrar la incidenciade este hecho en la natalidad, veamos cuales la relación para las mujeres de 15 a

49 años entre el número de hijas e hijosnacidos vivos y la actividad económica.

La cifra de mujeres ocupadas o paradas bus-cando empleo supone algo más de lamitad (55%) del total de mujeres conesas edades (Encuesta de Fecundidad,1999). De ellas casi el 50% no tiene hijosni hijas (49%), el 17% tiene uno o una yel 25% tiene dos. La conclusión parececlara. Si el volumen de mujeres activasva a crecer es preciso establecer los meca-nismos para que las nuevas activas mejo-ren el comportamiento fecundo de lasactuales, que en buena parte no tienen hijasni hijos o tienen pocos.

En el haber general de una menor nata-lidad están las mejores perspectivas deentrar en el mercado laboral y de man-tenerse en él ligadas a la escasez demano de obra que la pasada trayectoriademográfica ha deparado. Podrá habermás matrimonios y más tempranos ylas parejas podrán plantearse tener másdescendencia y a edades algo más jóve-nes. Aunque no estoy seguro de quevaya a ser así. La mayor esperanza de vidade las personas y la percepción de quela vida se vive con más intensidad dejoven que de mayor puede alimentarla tendencia actual a seguir retrasandola edad del matrimonio y de la procrea-ción. La cultura del no tenemos prisa,la vida solo se vive una vez, no quere-mos asumir las cargas familiares tanpronto, que imperan en nuestra juven-tud no se modificarán ni aprisa, ni con

intensidad. Yo creo que es una percep-ción equivocada. Las “obligaciones”familiares de muchos matrimonios cele-brados cuando los cónyuges teníanentre 25 y 30 años, acaban entre los50 y 60, una edad que con las esperan-zas actuales, permite tener muchos añospor delante de pleno desarrollo profe-sional y personal.

En el haber del incremento de la nata-lidad, se sitúan los nacimientos de lapoblación inmigrante que ya hemosvisto que, por el momento, no sonmuchos, pero que podrían crecer amedida que aumente la poblaciónextranjera. Ciertamente eso puede serasí, pero conviene no olvidar que susaportes no podrán ser espectaculares yque además como suceso demográficola inmigración es un fenómeno reversible.

En el debe “demográfico” de la natali-dad está la mencionada reducción delas generaciones de madres potenciales,lo que les exigirá un hipotético sobre-esfuerzo reproductivo que “a priori”no resultará fácil, dados los compor-tamientos actuales.

5. LAS MEDIDAS CONCRETASEl objetivo prioritario es la conciliaciónde la vida familiar y laboral, prioritaria-mente de las mujeres, en un contexto enel que la fecundidad tendría que subirhasta un valor, digamos, en torno al1,70 hijos/as por mujer. Eso exige,ante todo, crear un clima propicio en lasociedad española que a veces está pocoacostumbrada a pensar “en común”,con el horizonte de la sociedad en su con-junto y no con el de los intereses fami-liares o personales.

Favorecer una disposición más ade-cuada a la paternidad (al derecho a lapaternidad) no autoriza a realizarlo acosta del aireamiento de los peligrosque para nuestra “raza” o nuestra iden-tidad nacional puede suponer la inmi-gración. Exige, por el contrario, rei-vindicar un modelo de sociedad queen vez de entorpecer, ayude a las muje-res españolas a ejercer con libertad suderecho a la maternidad.

Las medidas fiscales establecidas ya oque vayan a desarrollarse, están bien

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Page 6: 6 Nupcialidad, fecundidad y natalidad en España- balance actual y perspectivas-Rafael Puyol Antolí

en la medida que contienen una com-pensación al sobreesfuerzo de las muje-res trabajadoras y quizás un incentivopara la fecundidad por cuanto puedensuponer una compensación de los cos-tes generados por la llegada de unnuevo hijo o hija. Pero no son sufi-cientes. A partir de la Ley de Concilia-ción de la Vida Laboral y Familiar y delPlan Integral de Apoyo a la Familiadeberían intensificarse acciones de natu-raleza laboral y asistencial.

El Plan Integral de Apoyo a las Familiasprevisto para el período 2001-2004 searticula en torno a 4 grandes objeti-vos: incrementar la calidad de vida de lasfamilias, fomentar la solidaridad inter-generacional, apoyar a la familia comogarante de esa solidaridad y prestarapoyo a las familias en peligro de riesgosocial y otras situaciones especiales.

Está previsto que estos objetivos sematerialicen en 10 líneas estratégicasque den lugar a medidas de carácternormativo. Esas diez líneas son:

Política fiscal y de rentas con accionestendentes a compensar el coste económicoy laboral de la maternidad, ayudas fisca-les al empleo de familias con hijos/as yotras para favorecer su atención.

Mejora de las prestaciones de la Segu-ridad Social por los hijos e hijas a travésde diferentes modalidades de pagoperiódico y único.

La tan anunciada política de conciliaciónde la vida familiar y laboral. Para lo cuales necesario el desarrollo reglamentariode la Ley aprobada en el año 2000. Esinteresante la idea de establecer boni-ficaciones de las cuotas empresarialesa la Seguridad Social con el objetivo defavorecer la integración laboral de las per-sonas con hijos/as.

Una política de vivienda complementariatendente a multiplicar las viviendas deProtección Oficial, favorecer su ocu-pación por las familias con menos ingre-sos y considerar el número de hijos/as

como criterio preferencial de la adju-dicación.

Facilitar el acceso de las familias a lasnuevas tecnologías.

Revisar el derecho de familia.

Desarrollo de los servicios de orienta-ción y mediación familiar.

Ayuda a las familias en situaciones espe-ciales (en riesgo de exclusión o violen-cia, monoparentales con hijas o hijospequeños, etc.).

Favorecer el acceso a la cultura y la par-ticipación social de las familias.

Nueva ley de protección de las familiasnumerosas.

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El abanico de intenciones es bastantecompleto y en general razonable. Ahorasólo hace falta que los compromisoslegislativos se cumplan y que las dota-ciones presupuestarias necesarias para sudesarrollo se establezcan.

Ahora bien, si es conveniente que naz-can más niños y niñas (y así lo entende-mos todo el mundo), es necesario quede este objetivo se responsabilice toda lasociedad impidiendo que se penalice a lasmujeres al dificultar el ejercicio plenode su actividad profesional por el hechode concebir un hijo o una hija. En estesentido es conveniente intensificar lascampañas para terminar con el sexismocultural de dificulta el equilibrio de las res-ponsabilidades domésticas.

Es preciso dedicar una especial aten-ción al trabajo a tiempo parcial paraquienes lo desean y, por supuesto, ase-gurar la vuelta a la actividad tras losperíodos de alejamiento temporal quelas leyes establecen.

El tema de la asistencia social para elcuidado y atención de las hijas e hijospequeños, se me antoja especialmenteimportante. Una política más generosade creación y subvención de guarde-rías infantiles debe ser uno de los ejesdirectrices del programa. Otro, el dela vivienda en propiedad o alquiler sub-vencionados para jóvenes que se plan-tean casarse y tener descendencia.

En el ámbito de la vivienda algunos(Vinuesa) proponen ciertas medidasimaginativas como la construcción deviviendas protegidas aptas para la vidaen común de familias con varios núcleos(familia vertical) que faciliten las ayudasintra-familiares y respeten la indepen-dencia personal. Se trata de dar res-puesta a un fenómeno cada vez másfrecuente, el de la convivencia en unmismo hogar de 3 ó 4 generaciones depersonas con diferentes exigencias ynecesidades.

Por último, y de la misma forma queexiste un Observatorio Permanente parala inmigración, debería establecerse unosimilar para el seguimiento de la fecundidady natalidad a fin de comprobar la inci-dencia de las medidas que vayan implan-tándose. (Vinuesa, J. 2002).

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