6 - Un Guil

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A las tres en punto de la tarde sonó el timbre de la casa. Amandina aún seguía dormida. Un día antes peleó con los Blagos para descubrir su talento; crear flores en cualquier lugar. Suaruné abrió la puerta y unos monstruos con cara arrugada como la nuez, lo empujaron para entrar al cuarto de Amandina. Se la llevaron a una carroza. En el camino nadie le dirigió la palabra.

Gua, el Dragón, y Qì se fueron volando escondidos entre las nubes para acompañarla. La carroza llegó a una aldea. Todos sus habitantes tenían la misma cara de los monstruos.

Autor: RodiaDibujos: Rodia

Impreso en México / Printed in MexicoPor Vettoretti impresores S.A. de C.V.Calle Zacatecas No. 30 Col. Ricardo Flores MagónCuernavaca, Morelos.

Prohibida la reproducción sin permiso por escrito del autor.

Tiraje: 5,000 ejemplares

UN GUIL

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Llegaron a la casa y la llevaron a dormir al jardín, a un cuarto sobre una rama de un inmenso árbol. El lugar olía horrible, ya que los monstruos habían dejado comida. Amandina la tiró por la ventana de madera. Estaba muy cansada, y al ver a Qí sobre la almohada, se durmió.

Al día siguiente, Gua, la vio salir del cuarto sujetada de los brazos por los monstruos sin educación. La llevaron a buscar comida: frutas podridas, hojas secas y pedazos de ramas. Regresaron a comer y la encerraron.

—Es el momento de hablarle con mi pulsera a la bruja blanca. Apretó su pulsera y al instante ésta apareció.

—Ya voy mejorando mis apariciones —dijo la bruja colgada del techo. Se acomodó el sombrero apachurrado, y vio a la pequeña niña del tamaño de un frijol, con sus ojos color turquesa sin brillo, y le dijo:

—Amandina, ¡nunca! permitas que tus ojos dejen de brillar.

—¿Cómo? Si nadie me dirige la palabra.

—Con tu fortaleza, es decir, animarte en los peores problemas.

—¿Animarme?

—Sí, aprecia con tus sentidos lo mejor de ti, piensa que todo va a estar mejor y así te alegrarás.

—¿Quién se puede alegrar con este cuarto que huele tan mal?

—¡Tú puedes hacer flores en cualquier lugar! —dijo Qì.

Amandina tomó una hoja podrida que colgaba de su falda; cerró los ojos, repitió tres veces, “puedo” y apareció una flor desprendiendo un olor delicioso.

De pronto, se escuchó un fuerte grito que hizo temblar al árbol.

—¡Ven a comer!

—¡No pierdas el ánimo! —dijo la bruja blanca y desapareció.

Amandina salió del cuarto y ocupó un lugar en la mesa. Agarró la cuchara para comer la sopa, pero sabía muy feo. Se levantó y tiró el plato a la basura. Los monstruos se enfurecieron, se la llevaron a la granja y la encerraron con los animales.

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Amandina vio a las ovejas, gallinas, vacas, conejos, becerros y gritó:

—¡Moverse es la clave!—dijo riendo—. Cuando jugaba con los animales pensé ¿Qué es lo mejor de mí? Reír, como el niño que lee esta historia.

Se escucharon unos aplausos debajo de la cama; era la bruja blanca.

—Tengo algo importante que decirte—dijo la bruja. Amandina siguió caminando de un lado a otro sin escucharla y dijo:

—Así como jugamos con la pelota, el dragón puede aventar una bola de lodo para romper el vidrio, y nos escapamos por la ventana. También puede echar una flama y quemar la puerta de la entrada, pero no, porque quemaría el árbol. Mejor, puede dar un coletazo en el techo y nos vamos…

—¡Por fin puedo platicar! —Un puerco pasó corriendo y la tiró—. Se levantó riendo y dijo:

—Me recuerdas a Torri, la mascota que tenía la bruja blanca cuando era del tamaño del niño que lee esta historia —dijo Amandina contenta—. Ahora vamos a formar una bola de lodo, yo te la aviento, tú la pateas, ¡y juntos corremos por ella! Los animales se acercaron para ver el juego. Amandina los invitó y formó dos equipos. Aventaban la pelota y se resbalaban en el lodo, divirtiéndose tanto, que las risas se escucharon en cada rincón de la aldea. Entonces, un monstruo la vino a buscar. En el camino le apretó el brazo y le dijo con sus ojos rojos:

—Aquí nadie puede jugar, y menos reír, ¡te irás a dormir sin cenar!

Amandina se quedó en el cuarto. Caminó de un lado a otro y le dijo a Qì:4 5

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Amandina no dejaba de buscar soluciones.

—¡Amandina, escucha! tengo una mala noticia—. La bruja le agarró su pequeña mano y le dijo con un largo suspiro:

—Tus papás ya no existen.

—¡¿Qué?! —gritó Amandina. Se quitó el sombrero y se puso a llorar.

La bruja hizo magia en un lugar que no está permitido entre los magos: tocar su corazón y tranquilizarla.

—Amandina, tus papás también eran del círculo plateado. Por eso todos te quieren como a una hija.

Amandina se quedó pensando y dijo:

—Entonces… no estoy sola.

De pronto, tocaron la ventana y gritó el dragón alarmado:

—¡Tienes que salir de aquí!, antes de que salga el sol, sino, te pasará lo mismo que a tus papás. Los monstruos que vinieron por ti, son los mismos que desaparecieron a tus papás.

—¡¿Qué dices, bruja?!, ¿ellos fueron los que desaparecieron a mis papás? —dijo secándose los ojos. —Así es, el día que naciste hicieron una fiesta —dijo la bruja—. Tus papás estaban muy alegres hasta que se acercó Suaruné inquieto y les dijo:

—Escondan a Amandina, vienen por ella.

—Tus papás se fueron corriendo contigo en sus brazos para esconderte en un capullo. Suaruné les dijo que eras única en el mundo, como el pequeño niño que lee esta historia.

—No lo sabía, lo acabo de descubrir.

La abrazó y Amandina se acurrucó en su falda blanca. La bruja secó cada lágrima con amor, y juntas lloraron en una noche oscura. Resolviendo todas las dudas de Amandina.

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—¿Por qué me buscan esos monstruos que no saben reír?

—Porque eres un Guil.

—¿Un Guil?

—Sí, una pequeña niña con el poder de hablar con las piedras, las hojas, las flores y los animales.

GLOSARIO

Apreciar: Ver con los ojos color turquesa de Amandina lo que te hace feliz.

Capaz: Explicarle a un cangrejo perdido en el bosque, en dónde está el mar.

Educación: Pedir permiso para subirte al pico amarillo de un pato.

Equipo. Organizar a las palmeras para que el sol no se vaya a dormir, y seguir jugando.

Palabra: El poder de hablar con los animales.

Pensar: Descubrir de quién son las pisadas marcadas en la tierra. Tranquilidad: Observar cómo vuela un águila en contra del viento.

—Los monstruos no pueden ¡por eso la tristeza los está destruyendo! —dijo Amandina.

De pronto, los del círculo plateado rodearon la casa para ayudar a escapar a la pequeña niña del tamaño de un frijol. Se fue volando con la bruja blanca hacia un hermoso lugar.

—¿A dónde vamos, bruja?

Vamos a un lugar en donde no puedan encontrar a un Guil.

—¿En dónde?

En el mar.

Aterrizaron sobre el agua y la bruja dijo; —¡Me equivoqué! Yo quería llegar a la arena, pero bueno Amandina, esto es el mar.

Amandina sonrió al ver los primeros rayos del sol. Gua, el dragón, y Qí llegaron a su lado para ver juntos el amanecer, iluminando los ojos color turquesa de Amandina con el reflejo del mar.8 Fin

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-Te bañas, hueles rico y ... ¡todos querran jugar contigo! -¿Te digo cuándo se divierte mucho Amandina? Cuando hace espuma mientras se baña y se lava las manos antes de comer. -La bruja blanca te acompaña, hermoso niño que lees esta historia para lavar tus dientes con el cepillo y queden del mismo color de su vestido blanco. Se rie contigo cuando el jabón resbala entre tus manos cuando te las lavas antes de comer y en los primeros rayos del sol desayunes bien para reír más que nadie.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHO A UNA FAMILIA