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10-11 pág. había un escritor que no era profeta en su tierra 7 NÚMERO • SEPTIEMBRE 2013 • • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • pág. 2-3 EdIToRIal ESTIMADOS LECTORES: Volvemos con el afán recurrente de conversar con us- tedes. Y estaría muy bien si lográramos inquietarlos, provocarlos, hacerlos dudar, porque hay solo unas cuantas verdades esenciales que son inamovibles como montañas. Septiembre nos puso delante de los ojos algunas de ellas, como las que les dejamos en forma de imágenes y que narran el acompañamiento solidario de los cubanos a René y sus cuatro compa- ñeros. Con el mismo propósito les des- cubrimos otras aristas de tres creadores: la joven cantante Jenny Sotolongo, el po- lifacético fotógrafo Julio Larramendi y el escritor Rodolfo Duarte. En este número también le damos una mirada a la progra- mación televisiva de verano y añadimos los textos habituales de Alba Rico, Wejebe y Madelaine. Esperamos no defraudarlos con nuestras proposiciones. CM televisión programación de verano deporte © zardoyas © internet Se dejó ver, pero ¿atrapó? miento, luego soy libre 6 asley gonzález idalis ortiz fotorreportaje © internet 65 pág. 4-5 julio larramendi gente un bicho raro Y APARECIERON CINTAS AMARILLAS... pág. 12-13 jenny sotolonggo cantarle a la patria música el son contagió al público en tierras de la samba pág. 15 el último espía de la guerra fría 14 © internet © alejandro fábregas

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  • 10-11pág.

    había un escritor que no era profeta en su tierra

    7

    NÚMERO

    • SEPTIEMBRE 2013 •

    • ISSN: 1999-8090 • $1.00 •

    pág.

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    l estimados lectores: Volvemos con el afán recurrente de conversar con us-tedes. Y estaría muy bien si lográramos inquietarlos, provocarlos, hacerlos dudar, porque hay solo unas cuantas verdades esenciales que son inamovibles como montañas. Septiembre nos puso delante de los ojos algunas de ellas, como las que les dejamos en forma de imágenes y que narran el acompañamiento solidario de los cubanos a René y sus cuatro compa-ñeros. Con el mismo propósito les des-cubrimos otras aristas de tres creadores: la joven cantante Jenny Sotolongo, el po-lifacético fotógrafo Julio Larramendi y el escritor Rodolfo Duarte. En este número también le damos una mirada a la progra-mación televisiva de verano y añadimos los textos habituales de Alba Rico, Wejebe y Madelaine. Esperamos no defraudarlos con nuestras proposiciones. CM

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    YISELL rODrÍGUEZ MILÁN

    EstE vErano no fue muy di-ferente a los demás: la gente se quejó, y mucho, por las repeti-ciones cinematográficas, por-que el súper dramatizado mu-sical de estreno parecía la du-dosa fusión de El internado y Un paso adelante, porque los cuen-tos trasmitidos eran más o me-nos los mismos del año pasado o resultaban «difíciles de com-prender» para la audiencia me-dia, entre otras insatisfacciones que varían según edad, nivel cultural y gustos.

    Aun así, según estudios del Centro de Investigaciones So-ciales del Instituto Cubano de Radio y Televisión (CIS-ICRT) sobre la programación de vera-no, más del 90 % de los públicos ve la pequeña pantalla, y los más altos índices de audiencia y gusto reportados este verano fueron con un programa de factura nacional: Tras la huella.

    «Al público se le dio lo que quería», me dice la especialista Yairis Rodríguez Hernández, cuando tras la pista de las cau-sas de la decepción percibida en algunos hogares, me acerco al centro.

    En sus Apuntes sobre la pro-gramación de verano en Cuba, es-tudio que recoge resultados de la última década, ella plantea como demandas históricas de los televidentes la trasmisión de programas humorísticos de buena factura, una serie poli-cíaca nacional, telefilmes en ho-rarios de la noche y no por la madrugada, una cinematogra-fía variada, trasmisiones de-portivas en vivo, estreno de aventuras juveniles, mejor je-rarquización en la cartelera, y predominio de lo nacional en vez de lo foráneo.

    Por eso se trasmitieron Vi-vir del cuento y La neurona in-tranquila, estuvo Tras la hue-lla, salió El cuento, hubo 31 es-pacios cinematográficos, se estrenó la serie musical S.O.S. Academia, se emitieron en vi-vo la Liga Mundial de Voleibol y la Copa Mundial de Atletismo, vimos varias series foráneas y, además, de los cinco cana-les tres tuvieron un perfil es-pecializado.

    Analizándolo así, es verdad que en cuanto a los géneros te-levisivos que más gustan se complació y que, con excepción de la dichosa teleaventura que faltó y lo del equilibrio cubano-extranjero, la programación cumplió aquello marcado co-mo más pedido por la gente…, pero, ni así, pudo ser un éxito.

    ¿A qué se debió esta vez el fiasco?, es la pregunta del mo-mento, y a esa se suma otra ex-traída del debate «callejero» so-bre televisión: ¿es la reproduc-ción de los estilos de realiza-ción made in… cualquier parte, el sombrero mágico del cual saldrá la fórmula para satisfa-cernos?

    el criterio de los inconformes

    Las respuestas, mil veces di-chas desde los más diversos puntos de vista en reuniones, publicaciones y salas de este país, rozan tanto como las re-trasmisiones los límites de lo incurable, hablando en térmi-nos de calidad. No obstante, LA CALLE DEL MEDIO salió en busca de opiniones relativas a este ve-rano que explicaran los fallos.

    Como muestra, un botón: Víctor, diseñador gráfico ca-magüeyano, dice haber visto Gol 360 y el mundial de atle-tismo. A veces sintonizaba Te-lesur o Una calle mil caminos, pero las películas y documen-tales los vio en su computado-ra. Criticó la «improvisación visual» de la TVC, la promo-ción de los programas, y has-ta el nuevo identificador de los canales porque «es la cara de Cuba ante el mundo».

    El guantanamero Lorenzo, fotógrafo, a rajatabla calificó la programación de «malísima porque en Multivisión repitie-ron muchas películas y a S.O.S. Academia no la soporto, creo que exageran mucho. Con las series fue diferente, yo me en-ganché con El Buscador y Anato-mía de Grey. También me pare-ció atractivo Entre tú y yo, y las dos novelas me gustan, igual que Tras la huella. Rocanroleando fue mi musical favorito».

    En La Habana, la cantante Yadira Castillo opina que lo

    más entretenido fue Tu música TV «aunque puede enriquecer-se con videoclips cubanos más antiguos, porque Lucas es muy corto y promociona lo más nue-vo», dijo.

    En su criterio «las vacacio-nes fueron mejores en ese sen-tido, pero a mí me gustaría ver más programas de entreteni-miento que ayuden a desconec-tar de lo diario, de lo cotidiano: películas de estreno, musicales, novelas…, estas estuvieron muy buenas, pero la cubana no la veo».

    Otras valoraciones, que por lo general se referían a «malas actuaciones y guiones», «imita-ción», «poco ajuste a la reali-dad», «falta de creatividad», o el triste argumento de «se deja ver pero no atrapa», rondaron sobre la calidad de las propues-tas y las expectativas. A mu-chas, no les faltaba sustento.

    Por ejemplo, de los más de 270 filmes trasmitidos entre ju-lio y agosto, solo 1 de cada 3 fueron estrenos, muchas veces las promociones de los progra-mas superaron en calidad a los productos (solo hay que ver Tie-rras de fuego), la novela Escalona que salía a las 6:00 p.m. era de 1991 (vieja para el medio) y no atrapó al público, y el progra-ma participativo Chispa pasó casi inadvertido.

    De S.O.S. Academia, produc-to diseñado para jóvenes, queda el amargo sabor a copia que tan-to molesta al cubano. Hay que comprenderlo de una vez: no porque a una mayoría le gusten los productos extranjeros y su empaquetamiento, piden algo semejante de lo nacional.

    Lo mismo pasó con Tras la huella en sus inicios, cuando ca-da paso dado por nuestros poli-cías y científicos nos sonaba a un mal duplicado de CSI. La gen-te quiere originalidad y frescu-ra, quiere realismo envuelto en la seda de la trivialidad y ficción a lo cubano. No piden lo imposi-ble, sino lo regular en una televi-sión pública que debe satisfacer a millones de personas, con el doble de gustos.

    En sentido general, veranos anteriores se ha vivido lo mis-mo. En 2012 aunque se trasmi-

    tieron las Olimpiadas y se perfi-laron los canales, los televiden-tes protestaron por razones si-milares a las de este año.

    En 2011, se reprochó la puesta en pantalla otra vez de Tierra brava, Páginas de la vida, y Perdidos. Aunque, para ale-gría de realizadores y jefes de programación, al 90 % de los te-levidentes les gustó Bajo el mis-mo sol, y el 44 % vio favorable-mente la serie para adolescen-tes Adrenalina 360.

    El de 2010, por el contrario, fue un verano bueno. Las nove-las La favorita y Aquí estamos, junto a Tras la huella, No quiero llanto, Deja que yo te cuente y El ventilador, mantuvieron a las audiencias contentas, aunque fue el dramatizado Mucho Rui-do el que dejó mayor cantidad de satisfechos, y justo lo contra-rio legó aquel culebrón horren-do conocido como Vuelo 1503.

    Por eso, y porque cuando el televidente «critica» es porque algo de razón trae, a los estu-diosos no les sorprende la reac-ción popular del 2013. También ellos conocían los puntos débi-les de la finalizada programa-ción especial.

    dicen los que sabenMarta Lilia Sánchez Ortega y Eli-na Yon Thompson, especialistas del CIS-ICRT, estudiaron la pro-gramación del 2013. Resultados compartidos en exclusiva arroja-ron que «los niveles de audiencia promedio de los estrenos no fue-ron tan altos como se esperaba, según boletines emitidos por el CIS-ICRT en las vacaciones»; y, aún así, 9 de los 11 programas más vistos en el verano fueron de factura nacional.

    Las investigadoras admitie-ron saber que ninguno de los

    estrenos nacionales serían «de pegada» porque no «había nin-gún show musical variado. Es-taba A puro corazón, de Gloria Torres, con una producción musical impecable, pero era so-lo de boleros y el público no lo siguió».

    En horario estelar, según la octava tabla de audiencia, lo más consumido fue Tras la hue-lla, Vivir del cuento (humorísti-co de más impacto cuya audien-cia más alta fue con el progra-ma por el 50 aniversario de la libreta), Insensato corazón, La neurona intranquila, No quiero llanto, el NTV, Río del destino, Pi-so 6, De la Gran escena, Torneo Challenger y Tu música TV.

    Revelan también las estu-diosas la tendencia de los públi-cos cubanos a exigir productos light, sin complejidad drama-túrgica, o que aborden la vida cotidiana como lo hacían los te-leplays trasmitidos años atrás, y fue esa una de las causas del descontento con las propuestas de El cuento.

    Con respecto a las repeti-ciones, afirman que entre las sugerencias que cada año el CIS presenta al ICRT está la ela-boración de una adecuada polí-tica de retrasmisión.

    Ambas coinciden en que la TVC, en los últimos años, ha dis-minuido sus niveles generales de audiencia debido a la sociali-zación de las nuevas tecnologías y, como consecuencia de esto, los televidentes son más críticos con lo que ven, en especial con las producciones nacionales.

    «El público quiere la reali-dad, pero no cruda, sino como una farsa, como en Vivir del cuento, pero si la tergiversas o no la pones como es, apagan el televisor. Eso es difícil de al-

    Programación de veranoSe dejó ver, pero ¿atrapó?

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    panamericanos y centroameri-canos) y los torneos del orbe de béisbol, fútbol y atletismo.

    Es cierto que el fútbol y el campo y pista son vedettes den-tro del concierto atlético global, y que la pelota fluye por nues-tras venas, pero la conocedora y exigente afición antillana, de-mandaba más y este verano, acudiendo al lenguaje balom-pédico, recibió el gol anhelado las temporadas precedentes.

    Con tales decisiones, no pue-den pasar inadvertidas las cuan-tiosas erogaciones destinadas a esos fines por nuestro gobierno, el diapasón se incrementó a los certámenes del orbe de discipli-nas de notoria preferencia en predios locales como la nata-ción, clavados, polo acuático, ju-do y gimnasia rítmica, el espe-rado tope entre los «Domado-res» cubanos y los «Guerreros» de México, dentro de la denomi-nada Serie Mundial de Boxeo, o las finales de la Liga Mundial masculina y el Grand Prix feme-nino de voleibol.

    Acceder a dichas competi-ciones, escenificadas en latitu-des distantes, entraña no solo un regalo al público fiel que des-pierta en la madrugada, sino que implica una voluntad irre-nunciable de fomentar, en todos los órdenes, la elevación de los valores culturales del pueblo, como garante más preciado del resto de sus conquistas.

    A todo ello debemos añadir el perfeccionamiento de un conjunto de programas, salidos al aire desde el rediseño de las opciones dominicales de los ca-nales nacionales, implementa-dos a partir del 21 de enero últi-mo, que han demostrado ya su eficacia y madurez. Es el caso de Pulso Deportivo, Vale 3 y Béis-bol Internacional, a los que se incorporaron ahora Deporte en Tres Tiempos y Béisbol de Siem-pre. Otro acierto fue difundir, a través de la señal de TeleRebel-de, espacios de ganado presti-gio durante años como Glorias Deportivas, del Canal Educati-vo 2, y la Jugada Perfecta, de Ca-nal Habana.

    Vale la pena meditar acerca de cómo encontrar la dimen-sión adecuada para colocar es-pacios de participación, cuya médula supere intentos fallidos de antaño que únicamente se concentraron en premiaciones o aspectos fatuos, en detrimen-to de la gran riqueza asociada a las cuestiones inherentes a acontecimientos e historia del deporte universal.

    Otra asignatura pendiente en la demarcación televisiva –si bien lograda en prácticamente todas las emisoras provinciales de radio, y que cuenta en el mencionado Deportivamente y Tribuna Deportiva, de la COCO, con dos de sus mayores estan-

    AHMED pÉrEZ MOrEJÓN

    somos propEnsos, no sin razón muchas veces, a tener una mirada poco ha-lagüeña hacia varios de los segmentos que conforman la amplia parrilla de tras-misiones de la televisión cu-bana. Especialmente en los últimos años en que nues-tro pueblo viene experi-mentando un sostenido cre-cimiento en materia de aná-lisis cultural, expresión de una política coherente lle-vada a cabo en todos los sec-tores, incluido el ámbito au-diovisual, para conferir a los espectadores sólidos ele-mentos en el momento de emitir juicios estéticos y de contenido.

    Precisamente porque aún tenemos lógicas insa-tisfacciones en relación con los propósitos cimeros an-tes planteados, es que de-seamos justipreciar, en to-da su magnitud, la certera política de difusión depor-tiva ejecutada durante el verano.

    En honor a la verdad, no hay que ser un experto co-nocedor del universo olím-pico para percatarse de ello, la redacción de marras del ICRT –radial y televisiva– es desde hace bastante tiempo una entidad de vanguardia en cuanto a trasladar al gran público una buena parte de los principales su-cesos que acontecen en las más variadas geografías.

    Baste solo mencionar, a guisa de ejemplo, la labor desplegada desde comien-zos de la década del 80 de la pasada centuria por los rea-lizadores del Noticiero Nacio-nal Deportivo, o en la cabina de Radio Rebelde con Depor-tivamente, gustado progra-ma nocturno de participa-ción, cuyas señales son cap-tadas más allá de nuestros límites territoriales.

    Pese a tan sostenida ex-periencia, que tiene en el fútbol su principal apoyatu-ra a nivel internacional en la etapa reciente, un gran número de aficionados re-clamábamos acceder, con mayor inmediatez, al segui-miento pormenorizado de eventos de primerísimo or-den cuyos ecos apenas lle-gaban de manera noticiosa.

    Y aquí radica uno de los disparos al centro de la dia-na –conseguidos por la di-rección del organismo rec-tor de las trasmisiones en casa– en estos menesteres: rebasar las propuestas tra-dicionales que se erigían, básicamente, sobre los jue-gos múltiples (olimpiadas,

    canzar. (…) Nosotros queremos satisfacerlos, y que haya un ma-yor aprovechamiento del audi-torio por todos los canales en el horario en que más se ve televi-sión», dice Marta.

    Para lograrlo, casi desde 1978, año en que inició la programa-ción especial de verano, el centro recomienda organizar la promo-ción de la programación con an-ticipación y resaltando solo lo de mejor calidad, garantizar un pro-grama en pantalla que sea «el bo-om del verano», mantener cubier-tas las aventuras y disminuir las retrasmisiones.

    Aunque, como ilustra la au-tora de los Apuntes… citados al

    dartes– es concebir programas de evaluaciones rigurosas so-bre las diferentes aristas que se relacionan con la actividad físi-ca. Al duro y sin guante, desde esa óptica, no es suficiente para abordar, sin concesiones, el complejo entramado que cir-cunda a la práctica del deporte en nuestro país.

    Al mismo tiempo, volvien-do al campo comunicativo, to-das estas acciones representan un paso de inestimable valor en el afán de perfilar, desde una diversidad enriquecedora, los contornos de un canal dedica-do por entero al universo de-portivo.

    Queda tela por donde cor-tar pero, digámoslo sin titu-beos, la concepción armónica con la que se afrontó el cauti-vante mundillo muscular puso sobre el tapete la idea estratégi-ca de que no tenemos que espe-rar a los convites estivales, bajo los cinco aros, o las Copas del Mundo, tras un balón, para que nos deleitemos con las numero-sas representaciones, de la más alta calidad, que tienen lugar cada semana aquí o allende los mares. Esta vez, inobjetable-mente, la esférica anidó en el fondo de la red.

    Para el cierre una valora-ción, desde la óptica martiana de rendir tributo a quien honor merece. Los narradores comen-taristas de casa –de radio y de televisión– son profesionales de altísima preparación, capa-ces de desenvolverse con efecti-vidad –caso sui géneris en otros contextos– en más de una mo-dalidad competitiva.

    Por supuesto que no todos brillan con igual fulgor en el firmamento (aquí, como en to-das las áreas de la creación hu-mana, existen inevitables jerar-quías) pero, dedicándole al quehacer colectivo de sus miembros una mirada analíti-ca, sus integrantes se anotan muchos más cuadrangulares que tragos amargos.

    Apartarse de esa realidad es pretender la perfección –que lancen la primera piedra los re-presentantes de cualquier ra-ma donde todo luce como un no hit no run– en cada segundo frente a los micrófonos, de las prolongadas faenas en las que poco más de un quinteto de co-municadores, en el caso televi-sivo, se ven envueltos a lo largo del año. Recordemos que «el Fenómeno» jamaicano Usain Bolt –sin parangón histórico en desarrollar velocidades sidera-les sobre las pistas– respondió semanas atrás, cuando el nor-teamericano Justin Gatlin lo derrotó sorpresivamente en una de las paradas de la Liga de Diamante: «No tengo nada que justificar. Soy simplemente un ser humano». CM

    Gol de la programación deportiva veraniega

    principio de este reportaje, si los resultados de las investigacio-nes no son consultados por quienes deberían, o se engave-tan cuando no hablan de mane-ra positiva de algún programa o espacio, no se soluciona nada.

    Y es que allí donde se crea y organiza nuestra televisión, ade-más de tomar en cuenta lo que dicen los públicos, debe fluir el diálogo sincero entre investiga-dores, ejecutivos y creadores, una tríada sin la cual –aunque se produzca mucho de un lado o se critique del otro– será impo-sible lograr el ansiado equili-brio entre la TVC que quiere la gente y la que necesita Cuba. CM

    Principales cambios en la programación cubana en el siglo XXI

    Se amplían a cinco los canales de la TVC: surge el Canal •Educativo en el año 2000, el Canal Educativo 2 en el 2004, y Multivisión en el 2008 con programación durante 24 ho-ras.En 2007 Cubavisión comienza a trasmitir por las madruga-•das.La perfilación de los canales: Tele Rebelde (deportes), Ca-•nal Educativo (señal musical) y Canal Educativo 2 (Telesur en vivo).

    ImpactosLa apertura del Educativo 2 tuvo poco impacto hacia lo po-•sitivo pues fue tomado por los televidentes como «más de lo mismo» debido a su antecedente, el otro Educativo. Con la trasmisión de Telesur en vivo incrementaron sus índices de audiencia. El alargamiento de las trasmisiones de Cubavisión revolu-•cionó la estructura de programación, y satisfizo intereses y necesidades de una parte de los públicos. Su evaluación fue favorable. Con el nuevo perfil, en especial de Tele Rebelde y el Educa-•tivo, los índices de audiencia y gusto superaron sus por cientos históricos. El surgimiento de Multivisión fue evaluado por las audien-•cias como positivo por su programación variada y la aten-ción a los diferentes tipos de públicos. Cubavisión se mantiene como canal líder de la TVC, pero •Multivisión desplazó a Tele Rebelde en el segundo puesto.

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    rOSANA bErJAGA

    A pesAr de ser una persona llena de proyectos, el fotógrafo cubano Julio Larramendi siempre encuen-tra tiempo para escuchar música, leer un libro o recibir en su casa a quien busque conocer un poco so-bre su quehacer fotográfico.

    Ese es el momento en el que La-rramendi, con una vocación peda-gógica quizá desconocida para él, y entre una y otra cita de trabajo, hace maromas para responder preguntas, brindar helado, mos-trar libros y dar lecciones de histo-ria de la fotografía cubana.

    Esta habilidad «multitarea» parece tener base en aquellos tiem-pos de la infancia, cuando Julio de-bía ingeniárselas para complacer las estrictas demandas educativas de su abuela y ganar, además, un poco de tiempo para hacer las co-sas que le apasionaban.

    Yo soy santiaguero y me crié con mi abuela. Ella, que fue primero maestra rural y después directora de un centro escolar, tenía bien claro que la educación de un niño requería disciplina. Por lo que en mi ca-sa había televisión, pero su dis-frute tenía horario, porque la escuela era prioridad, aunque confieso que la gran competen-cia era la pelota.

    Las noches eran para leer y tuve la suerte de recibir como regalo una colección increíble de libros. Todo aquello impres-cindible que un niño o joven debe leer, desde Julio Verne, Emilio Salgari, incluidas otras cosas más serias como Heming- way, había en mi librero.

    De esa manera, la literatura entró en vena y hoy sigo leyen-do muchísimo sobre cualquier temática. Tengo libros en el ba-ño, en el estudio, en el cuarto y normalmente estoy leyendo

    hasta tres cosas a la vez: una novela, una revista y un libro de fotografía.

    Más que un buen estudian-te, siempre fui un alumno estu-dioso. Me sentaba en los prime-ros asientos del aula y atendía completamente al contenido que daba el profesor. Así, cuan-do ponían la tarea en el piza-rrón, yo la iba resolviendo para asegurarme de tener después ese tiempo libre.

    Cuando llegaba a la casa y mi abuela me mandaba hacer la tarea, ya yo la tenía hecha. Ella me la revisaba y si estaba bien, tenía el resto de mi tiem-po para jugar a la pelota o leer. Fue de esta forma como mi abuela descubrió que a mí me sobraba el tiempo, mientras que a ella le faltaba y me dio a escoger entre clases de piano o de inglés.

    En aquella época, en Santia-go de Cuba, se veía un poco ra-ro que un varoncito tocara pia-no. Hoy tenemos menos prejui-cios, pero en aquel momento yo dije que no. Hoy lo lamento, porque inglés podía haber aprendido después.

    Fue así cómo el niño que soña-ba con ser pelotero y que aún no ha-bía descubierto su pasión por la fo-tografía, terminó recibiendo clases de inglés, seguro de que elegía la mejor opción. Años después, cuan-do reconoce su amor por la música, no deja de mencionar tampoco esa ruptura, según él, que no permite la comunicación del oído y el cere-bro con sus pies y manos.

    Sobre una de las estanterías de su estudio, donde acumula el saber fotográfico de unos cuantos cientos de años y fonogramas de otros tan-tos, yace una de las tres guitarras que le han regalado los amigos. Mi-rándola, se burla de ser santiague-

    ro y no saber bailar más allá del conteo profuso de los pasos y de no tomar ron o cerveza.

    Imagina que hubo un tiem-po en el que me decían «chun-cunchanca», porque era el or-den de los pasos para bailar ca-sino. Yo jamás podría bailar en una rueda. Lo mío es bailar con la muchacha, darle las vueltas y seguir los pasos. Eso sí, mis gustos musicales van desde Los Beatles hasta la mú-sica clásica. El jazz también me gusta mucho, y ese amor por la música de alguna manera lo comencé a reflejar también en mis fotografías.

    Creo que soy un bicho raro. Han confluido en mi formación varios factores que de alguna forma han forjado en mí lo bue-no, lo malo, lo poco o lo mucho que soy hoy. Siendo niño tam-bién estudié dibujo, pero no era muy malo.

    Todas estas inclinaciones, puedo decir que fueron bús-quedas de expresión y el en-cuentro con la fotografía, abso-lutamente casual, se convirtió en ese medio de expresión rápi-do, que depende fundamental-mente de quien hace la foto. El estar solo con tu cámara y que el resultado final dependa de ese momento de intimidad. Pe-ro la música también está allí, yo tomo imágenes con un rit-mo, y trato de expresar en mis fotografías lo que está dentro de mi cabeza.

    Aunque fue un estudiante de buenas calificaciones en general, Julio Larramendi estaba más inte-resado en las ciencias. Excepto la Química, asignatura que detesta-ba, a pesar de los intentos de su pro-fesora de 10mo grado por hacerle ganar interés en la materia. Final-mente, lo que no pudo su maestra,

    lo consiguió el amor. Siendo un adolescente todavía viajó a la anti-gua Unión Soviética para estudiar la ciencia que aborrecía.

    Yo quería mucho a esa no-via y sus padres confiaban en mí. Solo la dejarían viajar si yo iba con ella. Entonces me fui a estudiar una carrera que detes-taba solo para acompañarla. Aunque no fuimos novios mu-cho más tiempo, yo ya estaba en Rusia.

    Estábamos en un pueblito de segunda, donde lo único de importancia era la escuela de Química, en la cual estudiaban todos los técnicos de las fábri-cas del país. Si a la falta de luga-res de interés, le sumas las bají-simas temperaturas, la vida se hacía prácticamente dentro del instituto.

    Allí tuve mucho tiempo de dedicarme a la fotografía. Pa-saba horas en el laboratorio re-velando negativos y a medida que me fui compenetrando con la imagen, fui ganando interés por la cuestión técnica. De tal forma, que cuando me gradúo y regreso a Cuba, ya pensaba irme por esa vertiente.

    Una vez en Cuba, comencé a trabajar en un laboratorio de in-vestigaciones sobre fotografía, donde estuve más de 20 años e, incluso, llegué a dirigirlo. En-contré en él una forma de reali-zación personal. Aprendí técni-ca fotográfica, tecnología, com-posición, película fotográfica, producción, procesamiento. Ha-bía muchísimos libros de técni-ca, pero no para hacer fotogra-fía, sino para producir los mate-riales.

    Conté también con el apoyo de un amigo con muy buena preparación desde el punto de vista científico, José Luis Rojas. Él me proporcionó literatura técnica e información sobre óp-tica, que es una parte impres-cindible y muchas veces sosla-yada. Hay ocasiones en las que un fotógrafo tiene un lente y ni siquiera conoce sus posibilida-des y limitaciones.

    Los años de trabajo en el labo-ratorio permitieron a Larramendi conocer importantes empresas fo-

    tográficas extranjeras, en una épo-ca en la que Cuba soñaba con po-der producir sus propios materia-les fotográficos. La vida lo llevó también a colaborar con el labora-torio del ICAIC; mientras, en para-lelo, él continuaba realizando sus proyectos personales.

    El interés por comenzar de ma-nera profesional en el mundo de la fotografía vino con la alegría del segundo lugar en un concurso del MININT, allá por finales de los 80 y el primer lugar, en 1990, del Pre-mio Fotocasa 90 Internacional, auspiciado por la AIN.

    Luego trabajó como fotógrafo en varias revistas, para las cuales aportó en temáticas que iban des-de la fotografía submarina hasta la religión y la cultura. En ese de-venir, llegó la oportunidad de ha-cer publicidad, nacida –quién lo hubiera pensado– de un contra-tiempo.

    Entre 1999 y 2004, mi otra gran ocupación fue la publici-dad. Fueron años en los que desde el Túnel de la Bahía has-ta Varadero, uno se encontraba numerosas vallas de productos comerciales. De esas, puedo de-cir que una buena parte tenía mis fotos. Todavía hoy circulan algunos de mis trabajos.

    Muchos eventos deportivos que se realizaban en el país es-taban patrocinados de alguna manera por marcas como Ha-banos, Bucanero, pero los anuncios eran muy discretos. Hasta que un día se decidió que tales mensajes promovían el consumo y eso no iba con los valores de nuestra sociedad so-cialista. Así se fueron sustitu-yendo las vallas, los carteles y demás, por otros culturales, po-líticos y sociales, cuya calidad es hoy muy variable. De pronto me vi sin fuente básica de in-gresos, pero hacer anuncios fue una escuela a la que le saqué provecho.

    aprendices hace más de dos décadasEn publicidad estamos peor

    que hace 20 años. De modo que los principales problemas son la falta de espacio y el poder de decisión de algunos empresa-

    Julio Larramendi, un bicho raro

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    rios sobre cómo hacer la publi-cidad.

    Hay que reconocer que te-nemos una escuela de diseño magnífica, de donde salen pro-fesionales excelentes, pero que muchas veces tienen las manos atadas ante determinadas deci-siones empresariales.

    Hay empresas que no en-tienden determinadas líneas de diseño o no les interesa, y a ve-ces cuentan con los recursos para hacer las cosas y los espa-cios pero no saben aprovechar-los por desconocimiento. Mate-rial humano hay y tecnología también, pues no es tanto lo que se requiere. Sentido común es lo que falta en ocasiones.

    Incluso cuando se trata de mensajes de bien público, Larra-mendi afirma que las lecciones de la publicidad son muy necesarias. Esa capacidad para decir mucho con poco, la posibilidad de usar el ingenio y convertir «el gancho» en un punto a favor. Así como lo hizo Korda con la imagen de Fidel a ini-cios de la Revolución, en la conse-cución de una personalidad con li-derazgo que llegara a las masas.

    Porque para Julio Larramendi, la Revolución también se hace con creatividad. El repaso de sus días hasta hoy de aquellas personas a quienes considera «maestros», lo llevan a Osvaldo Salas, a quien, afirma, se suele pasar por alto.

    Osvaldo Salas es una de las figuras un tanto olvidadas en nuestra fotografía y, sin embar-go, fue el maestro de casi todos los fotógrafos que vinieron des-pués. Él era profesional en Nueva York y tenía su propio estudio especializado en foto-grafía deportiva y social. Tenía como discípulo a Roberto, su hijo, quien también comenzó a hacer fotografía muy joven.

    De esas cosas increíbles que suceden, ellos se mezclan con Fidel Castro cuando este está en la clandestinidad, de modo que las fotografías que se tie-nen hoy de Fidel en Nueva York, antes del triunfo revolu-cionario, fueron hechas por Os-valdo y Roberto Salas. Incluso, su identificación con la causa es tal, que se arriesgan a colgar

    desde la antorcha de la Estatua de la Libertad una bandera del 26 de Julio. La foto la hace Ro-berto y eso se da a conocer en todo el mundo para demostrar que el movimiento también es-taba allí.

    Cuando finalmente triunfa la Revolución, ambos abando-nan cuanto tenían en Nueva York, aun siendo ciudadanos norteamericanos, y regresan a Cuba a trabajar como periodis-tas para registrar esos prime-ros años de efervescencia.

    de amigos y maestrosHasta ahora, ha sido más de

    una hora de charla, interrumpida en este momento por el timbre de un teléfono. Apenas si he formula-do las preguntas que tenía prepa-radas, pero Julio Larramendi re-gresa con ánimo de hablar sobre Compay Segundo. Hay historias a las que uno simplemente no puede negarse.

    Los dos últimos años de la vida de Compay Segundo, yo fui su fotógrafo personal. En los años 80, Compay, como mu-chos buenos artistas cubanos, estaba pasando las de Caín. Él era un torcedor de tabaco y eventualmente lo invitaban a tocar en círculos sociales, don-de lo hacía, a veces, solo por la comida.

    En una de esas ocasiones coincidimos. Le tomo una foto-grafía y a los pocos días, a tra-vés de una amistad común, se la hago llegar, gesto al que él responde con cierto pesar: «Ca-ramba Larra, pero yo no tengo dinero para pagarte».

    Para cuando vuelvo a verlo, ya él se había mudado para La Habana y se había unido al Buena Vista Social Club. Había pasado mucho tiempo, pero me sorprendió que la relación fue-se como el primer día. Con di-nero o sin él, Compay era la misma persona humilde, afa-ble y carismática.

    En ese momento me pide que me una a él. Entonces, el Chino Arco y yo comenzamos a hacerle fotografías. Pero más que eso, yo disfrutaba que este hombre me llamara un domin-

    go por la mañana para sentar-me con él en el patio de su casa y ver cómo se tomaba su ronci-to y se fumaba un tabaco.

    Para su 95 cumpleaños le hicimos toda una serie de pro-ductos de promoción, que des-graciadamente termina con su muerte. Recuerdo que cuando murió, me fui por carretera hasta Santiago de Cuba para asistir a su entierro y me emo-cionó ver al pueblo santiague-ro siguiéndolo por las calles hasta Santa Ifigenia, en un en-tierro multitudinario. Pude hacer pocas fotos de ese mo-mento, pero con esas, se cierra el catálogo que habíamos pre-parado para el aniversario. Creo que, a pesar de su edad, murió antes de tiempo. El con-suelo es que esos últimos años los vivió como un rey.

    Para la década de los 80, se puede decir que este fotógrafo co-nocía mejor la Unión Soviética que su propio país. Eso, hasta que en-contró en su camino a José Ramón Cuevas, quien por muchos años mantuvo un popular espacio sobre naturaleza en la televisión cuba-na, llamado Entorno. Con él, co-menzó su atracción por las belle-zas naturales de la isla.

    Cuevas fue la primera per-sona que me enseñó los valores naturales y culturales de este país. Siento que fue ahí cuando comenzó mi verdadera forma-ción en el conocimiento de Cu-ba. Él me enseñó a quererla de una manera diferente, en la que importaban también las tradi-ciones culturales, la identidad.

    La naturaleza se convirtió después en mi gran oportuni-dad de escapar de la ciudad. Siempre he vivido en urbes y me abruma el calor, la contami-nación, el ruido. De manera que cada 15 días aproximada-mente, yo necesito escapar.

    Hacer libros sobre natura-leza fue, entonces, una excelen-te justificación para saciar dos pasiones. No hay nada más agradable que irte con tu mo-chila al hombro por la orilla del río, donde lo único que se escu-cha es el agua y el canto de las aves. En Cuba tenemos tanto de

    eso: Baracoa, Parque Humboldt, Guanahacabibes, la Ciénaga de Zapata…

    Por otro lado, la carencia absoluta por muchos años de libros que reflejaran la natura-leza cubana era un impulso para salir a investigar y foto-grafiar. Hoy ya se tiene un re-pertorio bastante importante de esos materiales, aunque la-mentablemente no se ha logra-do reproducir la cantidad que se quisiera. Por eso, lo que ha-cemos es que los regalamos en formato pdf e incitamos a las personas a que los copien y los difundan.

    sesión fotográficaPara alguien que ha hecho fo-

    tografía de naturaleza gran parte de su vida, donde la imagen que necesitas puede aparecer en cual-quier momento sin previo aviso, Larramendi posee un método poco convencional:

    Yo no busco las fotos. Res-peto a los colegas que andan con su cámara encima todo el tiempo, pero yo en lo particu-lar, si no tengo ganas de hacer fotografía, no salgo con la cá-mara, así sea el evento más im-portante del mundo. Los días que no hay inspiración, las fo-tos no salen igual. Incluso, cuando debo trabajar, si no es-toy inspirado, no lo hago. No sé si será bueno o malo, pero es mi método.

    Gracias a esta práctica, ha per-dido no pocas fotografías, y a fuer-za de errores aprendió que los días de inspiración tampoco están exen-tos de sucesos inoportunos.

    Una vez yo estaba en el Al-hambra, uno de los enanos que logré matar en un recorrido que hice con Alicia García por España. El Alhambra era uno de esos lugares imperdibles, pero que además costaba mu-chísimo. Yo llevaba una sola cá-mara, con mucho uso, que ya me había fallado un par de ve-ces en Madrid.

    Héctor Garrido, un fotógra-fo español amigo mío, me ha-bía enviado por correo el cuer-po de una de sus cámaras, pero yo no me sentía cómodo con

    ella, por lo que continué traba-jando con la mía. En medio de la sesión fotográfica, mi cáma-ra dejó de funcionar y aunque terminé las fotos con la de Ga-rrido, no me sentí conforme con el resultado. Nunca más sa-lí con una sola cámara.

    Arquitectura, detalles, fotogra-fía subacuática, macrofotografía, son algunos de los «apellidos» que ha tenido Julio Larramendi. No obstante, luego de algunos años sin atreverse a vestir esa piel, Julio co-menzó a retratar a personas, quizá en una nueva búsqueda de expre-sión, esta vez, de sus propias raíces.

    Ya fuera en la Sierra Maestra o en Guanahacabibes, el fotógrafo admite que el campesino cubano es inigualable:

    Es esa persona a la que to-cas su puerta en medio de la noche para pedirle el favor de dormir en su portal y se niega, te brinda su comida y su cama; y en la mañana, te mira ofendi-do si pretendes pagar por el gesto de sincera hospitalidad que acaba de tener. Nosotros tenemos un pueblo generoso y esta interacción con los campe-sinos durante años me ha lleva-do a interesarme más por la fo-tografía de personas.

    De ahí que los Primero de Mayo sean una tradición para mí. Es algo muy nuestro, sin paralelos en el resto del mun-do. Las personas no van obliga-das a la Plaza de la Revolución, van porque quieren ir y a mí me seduce este júbilo, este con-fluir de personajes. Son mu-chas las oportunidades de ha-cer una buena fotografía, ade-más del interés, digamos antro-pológico, que lleva implícito.

    Mis mejores fotos el pasa-do año fueron de personas que encontré durante la misa ofre-cida por el Papa en La Habana. Para mí, la gente es lo más atractivo que hay y no se trata de captar una esencia, sino esa expresión, ese gesto que se da en una situación y contexto de-terminados, donde la fotogra-fía dice mucho de la persona pero no logra descubrirla por completo. La gente tiene esa magia. CM

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    SANtIAGO ALbA rICOEspecial para LA CALLE DEL MEDIO

    Estamos dispuEstos a admitir que el poder y la fuerza no son lo mismo, pe-ro a condición de añadir de inmediato que todo poder es reductible a fuerza o que la fuerza está detrás de todas las clases de poder concebibles. ¿De todas? Bueno, la única forma de poder sin fuer-za que podríamos citar es imaginaria y se llama «magia»: con una varita, desde lejos, sin tocar el objeto, sin imprimir so-bre él ninguna presión, lo convertimos en un coche de caballos o en una rana (o, al revés, en un príncipe). Lo malo es que ese poder no existe.

    No es verdad. La magia existe y pre-side nuestra vida cotidiana. Existen al menos tres fuentes de magia –es decir, de poder sin fuerza– con las que esta-mos bastante familiarizados.

    La primera es el dinero. Es verdad que detrás de la riqueza capitalista, que se expresa en forma dineraria, hay un ejercicio de violencia original, prolonga-do en la actualidad, que no puede ne-garse. Pero el dinero es un invento ante-rior al capitalismo que, mal que les pese a algunos utópicos radicales, seguirá existiendo en cualquier otro mundo (complejo) posible. En cualquier otro mundo (complejo) posible el dinero se-guirá usándose para expresar la rela-ción de equivalencia entre dos objetos diferentes, introduciendo por ello una sombra de opacidad y de «alienación» inevitables en los intercambios huma-nos; o, si se quiere, una sombra de «feti-chismo», ese desplazamiento místico del valor de la cosa al signo. La tentación de acumular signos seguirá siendo fuer-te mientras esos signos puedan trans-formarse –como mediante una varita mágica– en toda clase de objetos: comi-da, vestidos, coches de caballo, ranas e incluso príncipes. El poder del dinero seguirá siendo siempre peligroso por-que, además de poder comprar los ins-trumentos mismos de la fuerza, tendrá la capacidad, incluso en el mejor mundo complejo posible, de corromper la digni-dad extramercantil de los cuerpos y de las almas. Curiosamente, y como para demostrar esta disociación entre el di-nero y la fuerza, al legendario legislador Licurgo se le ocurrió una idea para neu-tralizar o rebajar este poder mágico del dinero: acuñar monedas tan grandes y tan pesadas como enormes ruedas de camión o piedras de molino, de modo que se necesitase una fuerza hercúlea para trasladarlas y fuese, por tanto, muy difícil tanto intercambiarlas como acu-mularlas.

    La segunda fuente mágica de poder es el amor, cuyo centro es la mirada. Desde lejos y sin tocar el objeto, sin im-primir en él ninguna presión, como mediante una varita intangible, pode-mos transformar por completo un cuerpo, de manera fulminante, como si lo tocase un rayo del cielo. De hecho, Plutarco comparaba esta capacidad del amor para derribar un cuerpo en la distancia con el «fuego griego»; es de-cir, con las bombas incendiarias lanza-das hoy desde un avión. Una mirada enamorada no solo produce cambios en la coloración de la piel, sino una es-pecie de mutación anatómica generali-zada que implica todos los órganos y

    todas las superficies. Eso por no hablar de los besos, cuya eficacia sacramental no se puede banalizar. La fuerza trans-formadora que los cuentos atribuyen a los besos (la rana convertida en prínci-pe) procede de una experiencia común: no se puede besar ni ser besado sin ex-perimentar un embellecimiento objeti-vo que todos pueden observar. Por eso los adúlteros tienen que tener tanto cuidado, pues llevan su extravío pinta-do en la cara. Ese poder mágico, como decía Aristóteles, tiene a su vez un efec-to moral igualmente inexplicable: to-dos los enamorados, todos los que han sido mirados y besados por la persona amada, incluso los peores asesinos, quieren mejorar: «desean ser buenos» y hasta se sienten buenos, al menos mientras son objeto de las caricias de sus amantes.

    La tercera fuente mágica de poder es la más peligrosa porque, al contrario que el dinero y el amor, está repartida de manera igual y universal entre todos los hombres. Me refiero al lenguaje. El lenguaje permite decir, por ejemplo, «la nieve es negra», lo que es una operación taumatúrgica al nivel formal, o «bom-bardeo humanitario», que obliga al ce-rebro a retorcerse, como un bebé en la punta de un cuchillo, para producir una

    realidad paralela, desgraciadamente mensurable en ruinas y muertos, que crece a nuestras espaldas y se emancipa de nuestra voluntad. El lenguaje es poe-sía, es decir, esa revolución mágica con-tra la lengua misma en la que podemos encontrar «espadas como labios» y «águilas de nieve» y «sábanas de es-truendo». Pero el lenguaje, sobre todo, contiene la única garantía de libertad al alcance de todos: la facultad de mentir. La libertad más radical, la más inextir-pable, también la más peligrosa, es esta posibilidad siempre actual, inscrita en el corazón mismo del lenguaje, de decir una mentira. Si la magia es poder sin fuerza, no hay ningún poder más demo-crático, ningún poder menos material, ninguna realidad con más poder y me-nos fuerza, que la libertad de negar lo que es cierto o de afirmar lo que es fal-so. Estamos tan acostumbrados que no medimos la enormidad y extravagancia de esta facultad. Ninguna varita tiene la fuerza transformadora, subvertidora, de la declaración del que anuncia en voz alta mientras sostiene una pipa en la mano: «esto no es una pipa».

    Hay algo terrible, sin duda, en que la única libertad inalienable, radicada realmente en la universalidad del len-guaje, constituya al mismo tiempo un

    atentado contra el lenguaje. No una re-volución, como la poesía, sino una ame-naza de disolución. Una mentirijilla nos permite a veces escapar de la fuer-za o defender nuestro amor; y con me-dias verdades construimos en ocasio-nes los andamios de una gran verdad colectiva. En un mundo con dinero y poco amor, la libertad adopta a menu-do las formas menos hermosas. Pero un ejercicio público, desbocado, pre-meditado y sistemático de libertad an-tilingüística acaba por arruinar la posi-bilidad de comunicar y la credibilidad de todos los hablantes. En un mundo con mucho dinero, publicidad, grandes medios de comunicación y poderes po-líticos tentaculares y parlanchines, el riesgo es que el «te quiero» susurrado por nuestro amado o nuestra amada en la trenza nocturna del abrazo estreme-cido, en la intimidad de nuestro pajar, nos suene tan hueco y tan sospechoso como una promesa electoral o el anun-cio de un liberador «bombardeo huma-nitario».

    Renunciemos siempre que poda-mos a la libertad de mentir. Mintamos lo menos posible y solo, como decía el poeta, «para añadir un pétalo a la rosa» y nunca para teñir la nieve de negro o de rojo. CM

    Miento, luego soy libre

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  • A.A.G.

    sinEcio vErdEcia díaz nació en La Habana, en 1974. Es poeta, perfor-mer, compositor y promotor cultural. Se graduó de Licenciatura en Educa-ción Artística en el Instituto Supe-rior Pedagógico Enrique José Varo-na en la especialidad de Educación Musical. Estuvo entre los fundado-res del taller «En Clave de Haiku». Fue miembro de la Asociación Her-manos Saíz, organización en la que además trabajó, entre el 2007 y el 2012, como especialista nacional de la sección de Literatura. Es el coordi-nador del grupo poético de oralidad Chekendeke. Textos suyos han visto la luz en publicaciones cubanas y ex-tranjeras.

    Unida al uso eficaz de la senci-llez y concisión de las más conoci-

    das estrofas tradicionales orientales, y animada por una voluntad comunicati-va que la lleva a reconocer y conectarse de manera orgánica con recursos, for-mas y mecanismos de expresión prove-nientes de la oralidad, esta poesía da cuentas de su interés en abordar –sin prejuicios ni limitaciones–, zonas poco tratadas de nuestra realidad social e histórica. Una manifiesta conciencia ética atraviesa íntegramente a este dis-curso, en el que el lector atento no deja-rá de encontrar algunos de los rasgos que mejor distinguen a una de las zo-nas más rompedoras e interesantes de la poesía cubana de los últimos años. Los poemas de Sinecio Verdecia que aquí recogemos pertenecen a su libro La disyuntiva, recientemente publicado por la editorial cienfueguera Reina del Mar Editores.

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    ...Sinecio

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    INCLUYE POEMAS DE...

    · al margen ·

    Balancearseentre calle y conténdesarrolla la malicia.

    Un círculo condiciona el camuflaje.

    Para los marginadosfolclor significa resistencia.

    · maloja 309 ·

    A Silvio Pino O’Relly

    Pucho Pecheta, Obonekue de Usagaré Mutanga Efo ha vuelto un 10 de octubre a su barrio de Los Sitios.

    Sacerdote de la Ocha, las circunstancias y el ambiente dieron prueba de su hombría.

    El Puerto del Mariel y la espuma de las aguas no borraron su lealtad.

    · escuela cubana de boxeo ·

    Al sonido de la campana una clase en el ring.

    Indalecio Esponda, Kid Chocolate, Teófilo Stevenson.

    «La técnica es la técnica».

    Si el combate se torna en mi contra no me tiren la toalla.

    · sijú ·

    Fuera del sitial,¿acaso por alimentarse de roedores?,¿por devorar a sus hermanos?

    Antes que himno y banderausaron su canto en acecho.

    Endémico,sobre los hombros de Quintín,el platanero, mira el monte devastado.

    · barriendo la república ·

    A Quintín Banderas

    Tres salvas por el último mambí

    Siete machetazos y cuatro disparosAlejandro Rodríguez, Ignacio Delgado,Manuel Silveira, Emilio Núñez,Tomás Estrada Palma,asesinos del General Quintín.

    Un monumentooculta el germen de la traición.

    La República que les diera poder,borrada por la historia,conserva los zapatos presidenciales.

    Tres salvas por el último mambí.

    · arreglo floral ·

    Una décima en Cubao un haiku en Japóna son de tres o shamisenmachete y katanaMaceo y Takamori en el altar

    Una partida de ajedrezcinco partidas de GOzapateo y danza Butoel Diario de Dos Ríosy Las sendas de Okula flor mensajera la flor del adiós. CM

    MAYrA GArCÍA CArDENtEY(tomado del blog Quo vadis Cuba)

    Había una vEz un escritor que prime-ro fue casi militar, casi mecánico, profe-sor de Literatura, convencido fabricante de relojes antiguos, vinatero, vendedor de pan con «cosa», actor de aventuras policíacas, antes de publicar su primera novela. Había una vez un prosista que incluso prefirió vivir intensamente la vi-da, porque «un buen literato sobre todo es un hombre que ha vivido». Había una vez un gran novelista que no era profeta en su tierra…

    No se puede negar: no era un escri-tor «común» o al menos de los que «co-múnmente» se conocen. Aparentaba cualquier profesión menos la de darse a las letras. Su voz estentórea delataba a un comerciante en potencia; su modula-ción dejaba entrever al actor radial; su entonación carismática revelaba al cam-pechano.

    Primero fue conocido por «el hom-bre del saco de pan» en el tren hacia su consolareño terruño; o por aquello del típico personaje pueblerino que camina por el medio de la calle central silbando como un loco.

    Y es que más que escritor era un gua-jiro de Puerta de Golpe, de un sitio que en verdad hay que dar golpes en las puertas para sacudir la modorra de sus confines; un guajiro de los que no se quiere «aplatanar» en la urbe, hacia un futuro asfaltado.

    Y nunca viajó, y nunca conoció París ni estudió con los grandes maestros de Europa; y nunca tuvo su peña literaria ni se rodeó de discípulos ávidos de una sapiencia por muchos insospechada.

    Pero, sobre todo, era un escritor que no hablaba de literatura, y eso es raro. No se envanecía por su sapiencia ni de su conocimiento millonario. No balbu-ceaba de tal dramaturgo y tal tendencia, ni si tal libro o tal autor, ni si tal gramáti-ca o tal desliz literario. Hablaba de la vi-da, que muchas veces es más divertida: de la calle mala, del mucho trabajo, del tren insoportable que todos los días to-maba a Puerta de Golpe.

    No vivía del arte ni en el arte; no era de la casta literaria ni de la grey de auto-res conocidos; no había tiempo para se-siones nocturnas, hacía vida cultural por teléfono.

    Y era más: era un escritor que no te-nía libros publicados, era un escritor que no convocaban para las peñas del gremio, era un escritor que no era «es-critor» para muchos.

    Rodolfo Duarte no tiene grandes es-tudios ni un file lleno de diplomas de cursos, ni especialidades ni maestrías ni doctorados. Se licenció después de los 40 años y nunca pasó un taller de litera-tura.

    Es de los autodidactas, de los que «leen mucho, mucho», de los que gasta tinta en papeles con una letra redonda,

    Había un escritor que no era profeta en su tierra

    redonda; de los que aborrece la compu-tadora y arma mayúsculos manuscritos de gratificación torturante para los ami-gos encargados de digitalizarlos.

    Cocinó sus novelas, las engulló de a poco, las pensó, las meditó, las acurrucó en madrugadas de trenes y en salas de espera en las grabaciones de aventuras. Y ganó el premio de narrativa Alejo Car-pentier y ganó el internacional de nove-la Las Américas 2013, y se hizo grande.

    Había una vez un escritor que prime-ro fue casi militar, casi mecánico, profe-sor de Literatura, convencido fabricante de relojes antiguos, vinatero, vendedor de pan con «cosa», actor de aventuras poli-cíacas, antes de publicar su primera no-vela. Había una vez un prosista que in-cluso se le conoció primero como «el hombre del saco de pan», el campechano que silba en medio de la calle. Había una vez un gran novelista que no era profeta en su tierra… Ya lo es. CM

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    jE Y aparecieron cintas amarillas...rENÉ GONZÁLEZ

    (…) QuiEro que el 12 de sep-tiembre el país se llene de cin-tas amarillas y que el visitante o el corresponsal extranjero que estén en la isla no puedan ignorarlo. Que ese día la isla de Cuba se sacuda y aparezcan cintas amarillas en los árboles, en los balcones, en las perso-nas, como quiera que se les ocurra usarlas, en las masco-tas, como ustedes lo decidan, que esas cintas amarillas lle-nen al país y que no pueda ser ignorado, que no pueda dejar-se de reportar al mundo que el pueblo cubano está esperando por cuatro de sus hijos que es-tán presos en Estados Unidos (…) CM

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    aDAYLÉN VEGA y YULIAt DANAY ACOStA

    Jenny sotolongo, la niña gordita que cantaba en las tribu-nas abiertas, es hoy una mujer. Ha crecido, y proporcional a su desarrollo, su voz. Pero no ha per-dido la espontaneidad, sigue siendo la misma simpática y sencilla que se presentó en el concurso infantil «Cantándole al Sol». Tampoco ha dejado de cantarle a la patria.

    Conocida en todo el país por su talento musical, llegó en 1999 al Festival «Bravo, ¡Bravísimo!» en Italia, donde se presentaron niños prodigios de 21 países. Acompaña-da por primera vez por una orques-ta de gran formato, se paró frente al auditorium a representar a Cu-ba y con maestría interpretó los te-mas antológicos como «Damisela Encantadora» y «La Bamba». Así fue creciendo Jenny.

    Actualmente su voz está eva-luada de soprano. Al escucharla durante una audición, Luis Carbo-nell dijo que Jenny cantaba por ins-tinto con la voz colocada, por eso ha podido hacerlo desde la niñez sin dañar las cuerdas vocales.

    Paraliza escucharla a capella por su flexibilidad tonal, volumen, brillo y tiempo máximo de fonación. Al decir de los críticos tanto nacio-nales como internacionales, es con-siderada actualmente como una de las voces jóvenes más reconocidas de la cancionística cubana.

    Jenny, la carrera musical es algo que toma años de formación, ade-más del talento natural incorpora-do que debe tener la persona ¿Có-mo te conviertes en cantante?

    Comencé a los siete años de edad en este maravilloso mun-do de la música. Desde que es-taba en el círculo infantil se no-tó en mí una cierta inclinación musical. Cantaba acompañada de las cuidadoras y la guitarra; un poco en mi casa también, en el patio, en el baño y en los cuartos. Un día mi papá, quien también tuvo un antecedente musical, observó estas aptitu-des en mí y me motivó a que iniciara un proceso de exáme-nes en las escuelas de música. Felizmente a la edad de siete años entré al primer conserva-torio de música «Nolasain Sainz», en mi ciudad natal, Cie-go de Ávila. Ahí estudié los pri-meros dos años, que fueron, paradójicamente, en el piano, y no en lo que realmente hago hoy que es cantar. Luego a la edad de 10 años me traslado a vivir a La Habana con mis pa-dres, a raíz de mi participación en un concurso internacional celebrado en Italia, en la ciudad de Cremona, donde obtuve el premio de la popularidad y ter-cer lugar como intérprete.

    A mi regreso a Cuba me en-cuentro con la situación del ni-ño Elián, que mantenían se-cuestrado en los Estados Uni-dos. Un día desde casa estaba viendo la televisión, recuerdo que vi a Hasan Pérez dando un emotivo discurso y yo, que era una niñita, le dije a mi mamá: ¡Ay mami, a mí me gustaría dar

    mi aporte, mi granito de arena y poder así, de alguna manera, ayudar y colaborar con mi arte! Mi mamá me dijo: «Pues nené, tenemos que ir allí y hablar con alguien que esté encargado y vemos qué se puede hacer para que puedas cantar». Eso fue lo que hicimos.

    Al día siguiente hablé con el director artístico de ese evento y me dijo muy simpáticamente: «Bueno niñita, vas a tener que venir mañana porque hoy tene-mos un guión elaborado ya, y está saliendo en vivo para todo el país. Ven mañana a ver qué podemos hacer».

    Esta es una historia que siempre hago cuando tengo la oportunidad porque es muy simpática y es una vivencia bien bonita. Yo pienso que me dijo eso quizás con la intención de: bueno, quizás mañana no viene la niña, en fin… Entonces al día siguiente estuve allí y vol-ví a reiterar mi deseo de poder cantar en la actividad, y el se-ñor volvió a decirme lo mismo: que no, que no podía ser esa tarde, que fuera al día siguien-te. Al día siguiente estuve allí tempranito y un poco pienso que por cansancio finalmente me dijo: bueno ya. Habló con el coordinador y dijo: «bueno, es una niña, vamos a dejar que cante».

    Cuando me subí al escena-rio traía, dentro de la blusa de mi uniforme escolar de prima-ria, la letra de una maravillosa canción de Silvio Rodríguez, «La Maza», porque todavía no tenía bien aprendido el texto ni la música, y recuerdo que des-pués de cantar «La Ronda de los niños» de Tania Castellanos, le dije a todo aquel público, aquel auditorio frente a la SINA: ¿Quieren otra? Así fueron las palabras textuales. Todo el mundo respondió que sí. Y yo creía que estaba en mi casa can-tando (lo dice riendo a carcaja-das). Y bueno, le dije al opera-dor de audio: Tírame la que si-gue detrás. Era esta canción, «La Maza», saqué mis papeles, había un aire terrible, empecé a cantar la canción. Se volaron los papeles por todo el escena-rio, los coordinadores y gente incluso de las cámaras reco-giéndolos, en fin, tuve que im-provisar, pero bueno, por suer-te terminé con la música.

    Días después me entero por un compañero de la orga-nización «José Martí» que el Comandante en Jefe estaba viendo esta tribuna y me hicie-ron extensiva una invitación para que cantara para él per-sonalmente en el Palacio de las Convenciones. Ese fue un momento de los más grandio-sos de mi vida, en el que junto a un coro de Ciudad Libertad interpreté «Que canten los ni-ños». Esta fue la primera vez que vi personalmente al Co-mandante en Jefe. Imagínate cómo podría sentirse todo buen cubano al estar frente a un hombre tan grande. Fue una emoción increíble y es una de las experiencias que guar-do más profundamente y con mucho amor en mi corazón, en mi vida tanto personal co-mo profesional.

    ¿Cómo ha sido tu relación con el Comandante en Jefe Fidel Cas-tro? Cuéntanos un poco más del in-tercambio con él.

    Tuve el privilegio junto a un grupo de niños de tener un vín-culo bastante estrecho con Fi-del a raíz también de las mis-mas actividades político-cultu-rales que se hicieron, no solo en Cuba, sino también en inter-cambios culturales con otros países. Y tuvimos el privilegio, digo, porque no todos tenemos la oportunidad de tenerlo tan cerquita y es una experiencia de vida inolvidable, es algo in-creíble. Siempre fue una rela-ción muy bonita, pienso yo, ha-blando en nombre de todos los niños que tuvimos esta oportu-nidad, creo que nunca senti-mos esa distancia que pudiera existir entre un presidente de un país y un grupo de niños, pioneros y estudiantes. Más bien fue una momento hermo-so, sentimos un lazo tan estre-cho y una conversación tan sua-ve, tan dulce, tan tierna, que creíamos que estábamos frente a lo que ha sido: un padre para todos nosotros, un abuelo… Y siempre tuvimos la oportuni-dad de almorzar con él, de te-ner largas conversaciones, siempre preocupado por cómo íbamos con los estudios, ha-ciendo chistes muy alegres. Fue un nexo muy lindo.

    ¿Qué recuerdas de esas con-versaciones? ¿Qué te impactó de las palabras de Fidel desde ese

    razonamiento infantil e inocente de niña pequeña?

    A ver… Hay una anécdota muy simpática que tengo. Él siempre hizo énfasis en mi peso corporal, porque aún estoy un poco pasadita, pero cuando ni-ña sí tenía un sobrepeso bastan-te notable. Y él siempre me de-cía: «¡Tienes que cuidarte!» Pero, en el primer encuentro que tu-vimos, él intentó sostenerme con los brazos, cargarme, y no pudo, y me dijo: «Pero estás pe-sadísima, muy gordita».

    Recuerdo que después me puso un plan dietético que se-guí más o menos y logré en la adolescencia perder un poco de peso. Eso era algo de lo que es-taba pendiente cada vez que nos veíamos: «ya has bajado algo», me decía. «Te veo más gordita o te veo menos gordita». Y de ma-nera general las enseñanzas, el aprendizaje de cada encuentro con Fidel para no solo los niños, también jóvenes y adultos, es muy importante. Siempre es una experiencia súper nutritiva poderlo escuchar y tener un po-co de conversación con él, se-guir sus consejos.

    ¿Cómo ha influido tu vínculo con Fidel en tu vocación revolucio-naria?

    Fidel es quien reafirma to-das nuestras convicciones co-mo jóvenes revolucionarios y comunistas. Es alguien que es un paradigma a seguir para to-dos los jóvenes cubanos y en general todo el pueblo. Y sí, in-fluyó determinantemente en mí, incluso desde antes de co-nocerlo personalmente, porque es alguien que uno ve, que uno sigue y quiere ser un igual, te-ner un parecido. Uno quiere llegar a ser como esta gran per-sona y bueno, el hecho de cono-cerlo personalmente pues reafir-ma todavía más todas esas con-vicciones que él emana, todo ese carácter revolucionario, y desde el punto de vista artístico siempre para mí es una meta, a cada lugar donde voy, llevar lo mejor de mí como artista, re-presentar a todos los jóvenes músicos cubanos y poner bien

    en alto el nombre de nuestro país.

    ¿La gente te sigue recordando como la niña que le cantaba a la patria?

    Sí. Muchas personas a ve-ces no me asocian porque he cambiado físicamente y a veces se quedan mirándome y me di-cen: «¡Ay, pero eras tú la niña que cantaba en las tribunas, que le cantó al Comandante y ahora eres toda una mujer!» Y otros que me han seguido des-de niña, o sea que han visto mi evolución, me han visto crecer y siempre pienso que es algo que ha marcado mi carrera, mi desarrollo artístico, el haberle cantado a Fidel, haber cantado en estos actos político-cultura-les. Ha sido algo muy favorable desde el punto de vista artísti-co. La gente cuando llego a un lugar me reciben con amor y con emoción: «Ay la niña que cantó al Fidel, y me dan besos y abrazos, y en muchas de mis actuaciones, a veces piden, in-cluso, que haga algún tema de los que canté para él».

    ¿Qué perdura de esa niña en Jenny?

    Muchísimo, queda muchí-simo incluso desde el punto de vista interpretativo a la hora de hacer las canciones. Por ejem-plo, los temas revolucionarios llevan impresos una carga emo-tiva a la hora de hacer las inter-pretaciones. Son mucho más fuertes, sentidas, son canciones bien profundas, estremecedo-ras y eso ha incluido muchísi-mo en mi estilo a la hora de de-sarrollar un tema desde el pun-to de vista corporal, interpreta-tivo, es un poco un sello ese temperamento que desde niña les impuse a los temas que can-taba en este tipo de eventos.

    ¿En estos años del paso de niña a mujer, has vuelto a tener contacto con el Comandante Fidel Castro?

    Después de sus operaciones nos mantuvimos un poco aleja-dos, cara a cara digo, porque siempre lo tengo en mi cora-zón. Todos los años le mando un mensaje por su cumpleaños, una carta o un dibujo, que tan-

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    to me gusta hacer, una postal confeccionada por mí, un deta-lle de mí misma.

    Si ahora mismo pudieras man-darle a decir algo…

    Bueno, le mando a decir que lo quiero mucho, que voy a seguir adelante con mi carrera, con la música, y reafirmo mi compromiso con la patria y con él que siempre tanto apoyo me dio a mí y a todos los jóvenes cubanos. (Canta fragmento de una canción que le dedicó hace unos años en su cumpleaños: «Y si un verso pudiera expresarte/ la profunda razón de mi ser,/ te dijera que en mi alma de infante/ no qui-siera tener un modelo mejor/ que el que usted con razón Comandante/ ha sembrado en nuestro corazón».)

    Jenny, retomemos un poco la historia de tu recorrido. Después que terminas esta etapa de la Bata-lla de Ideas, ¿cómo continúa tu ca-rrera profesional?

    Paralelamente a todas estas actividades que hacía con los pioneros y la juventud continúo mis estudios de música en el ni-vel superior en el Conservato-rio de Música «Amadeo Rol-dán». En el 2008 me gradué y un año después comienzo a tra-bajar como profesional del can-to. He continuado haciendo in-tercambios culturales con otros países, viajando a eventos, festi-vales importantes. Reciente-mente hice la interpretación para un espectáculo danzario musical dirigido por el maestro Rembert Egües, que estuvo presentándose en Francia e In-glaterra. También se pondrá en Cuba. Sigo cantando en muchí-simos centro culturales de im-portancia en nuestro país y ten-go muchísimos proyectos, nue-vas cosas que quiero ofrecer al público cubano. Estoy traba-jando en un repertorio inédito, pues ya va siendo hora de que la gente se sienta identificada con mi obra porque hasta el momento solo he hecho temas versionados.

    ¿Este repertorio inédito sería compuesto por ti? ¿Quién escribi-ría las letras?

    Estamos ahora mismo dán-dole los toques finales a mi pri-mer disco, apoyado también por los videoclips promocionales que han salido hasta el momento en la tele-visión nacional. Los te-mas en su mayoría son del maestro Germán Nogueira, que ha esta-do trabajando conmi-go como compositor y productor. La con-cepción del disco estará por la línea de la balada, la canción pop, el pop-rock, aunque quizás también ha-gamos algo de discoteca para el gusto de la población más jo-ven. Siempre, un primer senci-llo debe tener de 10 a 14 temas, más o menos.

    El primer videoclip que sa-lió en pantalla fue el «Si no te hi-ce nada», que es un tema de

    Germán Nogueira, una histo-ria de amor que ha llegado a su final aparentemente. Trata de un problema que yo pienso que en la cotidianidad se da mucho. En las relaciones de pareja a ve-ces la ruptura es inexplicada, no hay por ninguna de las par-tes un porqué de la separación y de esto trata básicamente la historia.

    Fue en locaciones de la zo-na del puente Almendares y al-gunos de los edificios aledaños. La pareja está a ambos lados del puente para representar ese nivel de incomunicación en las relaciones actuales. Es una pro-puesta para que la gente, espe-cíficamente los jóvenes, re-flexionen.

    Después de este primer vi-deo se han posicionado en Lu-cas cuatro clips más con temas míos: «Mil noches», «Quiero mu-cho amor», «Me estoy enamorando de ti» y «Déjame ser». Estuve no-minada con el tema «Mil No-ches».

    Estamos esperando la pro-puesta de disco para seriamen-te materializar un concierto o presentación de lo que será este volumen, para que la gente va-ya conociendo el repertorio que le estamos proponiendo.

    Estoy también, hace alrede-dor de un año, incursionando en la composición. Tengo alre-dedor de 12 o 13 obras. No es muy amplio porque hace un año apenas que comencé a es-cribir canciones. Pienso que en algún momento, no para este primer disco, sino para poste-riores fonogramas, la gente sí podrá conocer mi visión como compositora.

    Nos comentabas acerca de los géneros musicales, ¿cuál de ellos se adecua más a la personalidad de Jenny Sotolongo?

    Pienso que la balada, el es-tilo, digamos, de la canción más tradicional. Todas las ramas y momentos de la canción cuba-na me gustan muchísimo aun-

    que soy muy joven, la trova tra-dicional, el feeling y por supues-to la nueva trova. Me gusta mu-cho la balada y la fusión de esta con otros géneros del pop que son tan juveniles y refrescantes en estos días.

    Me siento muy cómoda con esa línea de la balada pop, lo que estoy trabajando ahora, desde el punto de vista vocal, interpretativo. Pienso que la gente me enmarca dentro de esta tendencia, este estilo.

    ¿Influencias musicales?Estoy fuertemente influen-

    ciada por la canción cubana y todo el vínculo que tiene desde el punto de vista armónico-me-lódico con la canción norteame-ricana. Me identifico con el jazz, la línea de la balada actual norteamericana. He escuchado bastante música de Aretha Franklin, Ella Fitzgerald, y por supuesto que eso entra en con-tacto directo con la canción tra-dicional, pero específicamente el momento de la canción cuba-na que más me gusta es el feeling, que es el que más tiene que ver desde el punto de vista armónico con el jazz, o sea, el bolero tiene muchísimo que ver con las armonías, que son bien complejas. Por ahí me siento bastante influenciada.

    ¿Cómo es Jenny Sotolongo en la vida personal?

    Es difícil hablar de uno mis-mo. Soy así como me ves, una persona natural, espontánea. Considero que soy buena ami-ga, me gusta ayudar, estar siem-pre en los momentos tristes, y también, por supuesto, en los momentos alegres. A veces no tengo mucho roce con mis ami-gos por mi trabajo, pero sí, cier-tamente, me mantengo al tanto de ellos y cada vez que tengo la oportunidad de ayudarlos, ahí está Jenny para darles la mano.

    Con mi familia, bueno, ado-ro a mis padres, con los que vi-vo. Mi mamá es quien me ayu-da más con mi carrera, porque además de ayudarme con las labores de la casa es quien me acompaña a los sitios. El traba-jo de artista a veces es en altas horas de la noche, y no me gus-ta andar sola, siempre ando con mi mamá, que me acompaña y me ayuda en todo lo referente al vestuario, al maquillaje, a las mismas órdenes de trabajo que se buscan en las empresas. Es

    ella quien se encarga de todo.

    ¿En qué empleas tu tiempo li-bre?

    Me gustan mucho las artes plásticas, de niña también tuve mucha inclinación por la pin-tura. Estaba entre dos aguas, no sabía si definirme por esa carrera o finalmente por la mú-sica, por la cual obviamente me decidí. Pero la plástica me gus-ta muchísimo y en mis tiempos libres es una de mis actividades preferidas. Escribir también, hago prosa y versos. Disfruto el trabajo artesanal, me gusta to-do lo que tiene que ver con las manualidades, confeccionar bi-sutería me apasiona. Estas acti-vidades me divierten, me hacen olvidar los problemas y a veces me abstraigo demasiado del mundo.

    Estamos viviendo actualmen-te momentos de cambios, ¿cómo tú, desde tu posición de artista, valo-ras los procesos políticos del país y contribuyes?

    Evidentemente estamos vi-viendo una etapa de mucha mo-vilidad en todo sentido y pienso que es bueno para todos los jó-venes, para todo el pueblo cuba-no. Pienso que todos los artistas cubanos y extranjeros se deben a su país y su público. Mi meta, mi mayor logro es siempre tra-tar de poner en alto el nombre de Cuba y tratar de llevar a to-das partes nuestros valores, no solo artísticos sino humanos. No he dejado de cantarle a mi país, a mi patria y a todas las causas nobles y justas que al fi-nal son las causas de Cuba.

    Al calor de la pérdida del presidente venezolano Hugo Chávez, a tan solo un mes, las nuevas generaciones de artis-tas cubanos unimos nuestras voces en un concierto de recor-dación al que titulamos «Juntos somos Chávez». Para esa vela-da, el cantante Baby Lores y yo montamos una llanera con al-gunos toques de cubanía. Esa noche la cantamos en el teatro «Lázaro Peña». Me emocioné al ver que la gente coreaba el es-tribillo que decía: «Los hombres como tú no se recuerdan con triste-za». Sin duda ha sido uno de los momentos más emotivos de mi carrera.

    También, recientemente, he colaborado en el proyecto «Los amigos del amigo», auspiciado por la Unión de Jóvenes Comu-nistas, al que cada mes asisten invitados que han tenido algu-na relación con Chávez, y luego la noche cierra con un momen-to cultural.

    Actualmente me encuentro colaborando en un proyecto con el CENESEX. Es la manera que he encontrado de participar y se-guir aportando mi granito de

    arena a mi país desde el arte, de seguirle can-tando a la patria.

    ¿Cómo te acoge el públi-co internacional cuando te pre-sentas fuera de Cuba? ¿Te cono-cen?

    Es increíble, hay mucha gente que conoce la historia de la niña en las actividades políti-co-culturales en Cuba, la niña

    con el Comandante Fidel, hay muchas personas que saben de esta etapa de gran importancia para el proceso revolucionario cubano y para mí, como joven artista. Hay una expectativa, lo que a veces me resulta peligro-so, porque la gente espera mu-cho de uno como artista en es-cena, pero la verdad, la acogida siempre ha sido maravillosa, realmente no puedo quejarme, siempre he recibido una reac-ción muy favorable por parte del público foráneo.

    A finales del 2011 estuve en Francia. Tuve oportunidad de estar en Escocia, en el pasado agosto del 2012. En ese mismo año estuvimos haciendo una gira de dos meses por diferen-tes ciudades y en el Palacio de los Congresos presentamos el espectáculo «Soy de Cuba».

    Al decir de muchos, eres una de las voces más reconocidas y una de las mejores de la cancionística cu-bana. Incluso, has sido comparada con Ivette Cepeda. ¿Qué piensas al respecto?

    Es una cosa tremenda que me comparen con tan grande artista cubana, que es modelo para todos los jóvenes y adultos que se dedican al mundo de la música. Ivette Cepeda es para mí un ejemplo, un paradigma de artista integral. Es una maestraza, siempre lo digo y creo que tengo mucho, pero mucho que aprender de ella, y de otros músicos cubanos; pero específicamente de ella que se dedica a este campo de la can-ción, y que tiene un repertorio tan importante, y un historial también como intérprete tan grande. Es algo muy relevante, es bueno que la gente diga es-tas cosas, que te ponga en este plano, pero no me gusta que hagan la comparación, no pien-so que hay que comparar. Creo que soy una aprendiz, voy mu-chísimo a ver a Ivette Cepeda y aprendo cantidad, es una clase magistral poder verla en con-cierto.

    ¿Sueños de Jenny Sotolongo?Como toda joven artista es-

    toy llena de grandes sueños que quisiera lograr. En primer lugar poder hacer una carrera artística internacional, para po-der llevar a cada rinconcito del mundo un poco de lo que hace-mos en la música cubana y nuestra visión como artistas cubanos de otros géneros inter-nacionales.

    Mi objetivo inmediato es crear mi pequeño grupo de for-mato instrumental, una sonori-dad acústica porque desde que comencé mi carrera ando so-nando con música grabada, o sea background, y ya va siendo hora que podamos tener un pi-quete que suene bien sabroso, con músicos en vivo.

    En la puerta de tu cuarto tie-nes un cartel con una definición simpática de la música. ¿Qué es en realidad para ti la música?

    La música es todo para mí, es mi vida, es lo que le da senti-do a mi ser. Sin música creo que no existo. CM©

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    Era El 4 dE abril dE 1991 y los canales de televisión repro-ducían cómo arriaban del Krem- lin la bandera de la hoz y el martillo. Oficialmente, la URSS dejaba de existir. Poco antes el partido comunista había sido disuelto. En los pasillos del cuartel general de la CIA (en Langley, Virginia) y sus instala-ciones en el mundo, se respira-ba un clima de celebración y optimismo por el fin de la Gue-rra Fría y la victoria de Occi-dente.

    Aldrich Hazen Ames, de 50 años y uno de los jefes de la CIA a cargo de penetrar la KGB, se esforzaba para poder simular y sumarse al estado de euforia de sus compañeros. El fin del régimen soviético y la fiebre de destrucción de todas sus instituciones, incluidos sus órganos de inteligencia y la apertura de sus archivos, le podía significar la muerte o la prisión de por vida.

    La posibilidad era real. Dos años antes varios de sus com-pañeros habían sido enviados de improviso a Berlín para re-visar y recoger parte de los re-gistros secretos de la seguridad de la RDA, la Stasi, principal aliado de la KGB, que los mani-festantes y demoledores del muro de Berlín ocuparon en sus oficinas centrales casi in-tactos. Fueron días esperando lo peor, bastaría un informe con un mínimo de datos com-prometedores para que los sa-buesos del FBI o la propia CIA hicieran su trabajo.

    Markus Wolf, ya desapare-cido y último director de la Sta-si, afirmó en sus memorias que Gardner Hathaway, exdirector de contrainteligencia de la CIA, se le acercó en 1990 con una oferta de cirugía estética, una nueva vida y una generosa com-pensación económica en los Es-tados Unidos, si desertaba y ayudaba a la agencia estadouni-dense en la identificación de un posible infiltrado en las altas esferas de la Agencia, lo cual re-chazó.

    En esas inciertas jornadas, Ames quizás recordó el princi-pio de su historia, cuando en 1962 decidió hacer carrera en la CIA, donde se desempeñaba en trabajos administrativos meno-res, mientras culminaba los es-tudios universitarios. Al gra-

    duarse en 1969, fue destinado con fachada de diplomático a Turquía, con la tarea de reclu-tar a agentes de la KGB en ese país.

    Según su biografía oficial tuvo éxito, al captar a un fun-cionario soviético y logró obte-ner información sobre una or-ganización de izquierda opues-ta al régimen a través del estu-diante activista Deniz Gezmiş, quien a su vez sería posterior-mente ejecutado por el gobier-no de Turquía. Desde la década de 1970 se especializó en el ser-vicio de contrainteligencia de la CIA que enfrentaba la penetra-ción soviética, por lo cual cono-ció la identidad de la mayoría de los agentes reclutados den-tro de la propia KGB y el ejérci-to soviético en los últimos años de la Guerra Fría, al supervisar las operaciones de inteligencia de la URSS y sus aliados en el mundo.

    En 1983 lo enviaron a la ca-pital mexicana, donde la Agen-cia tiene una de las estaciones más importantes. Pero el nue-vo trabajo le cambiaría su vida sentimental al conocer a una colombiana de quien se enamo-ró. Rosario Dupuy, licenciada en Letras, miembro de una fa-milia de intelectuales progre-

    sistas y empleada de la sede di-plomática de su país. Poco des-pués del regreso de Ames a los Estados Unidos tras su misión en Ciudad México, inició trá-mites de divorcio con su esposa y se casó por segunda vez.

    Las cortinas delatoras y otras hipótesisSegún la versión más difundi-da por los medios, Ames inició relaciones con la inteligencia soviética en 1985, cuando entró en la embajada soviética en Washington y ofreció sus servi-cios a cambio de dinero, para reponerse del divorcio de su primera esposa. Seguramente, la inteligencia soviética hubiese preferido a un informante por convicción ideológica o moral y no por interés de pago, pero la importancia de su colaboración era incuestionable.

    Se argumenta que llegó a poseer una casa de 400 000 USD en Arlington, estado de Virginia, pagada en efectivo, un automóvil deportivo Jaguar, de 60 000 dólares, trajes hechos a la medida, tarjetas de crédito con grandes sumas que exce-dían su salario. Todo cubierto por los 4.6 millones de dólares que supuestamente le pagó la KGB por los servicios.

    Una colega que visitó su re-sidencia cuenta que la esposa de Ames había adquirido al contado lujosas cortinas, lo que no estaba dentro de sus posibi-lidades a pesar de ganar el mis-mo salario que su compañero, 60 000 dólares anuales. Esto quizás pudo iniciar los comen-tarios y suspicacias en el entor-no del agente. El alto nivel de vida justificó al parecer que Ames cayera bajo el radar del FBI y se nombrara un equipo para investigarlo. Utilizaron micrófonos ocultos y cámaras en su residencia, oficina, inter-cepción de llamadas telefóni-cas, del correo, seguimiento se-creto y hasta el registro diario de su latón de basura en busca de evidencias. Aunque algunos analistas arguyen la posibili-dad de que Ames fuera vendi-do en la propia Rusia, en los primeros años de la época pos-soviética, cuando los Estados Unidos se convirtieron en pa-radigma para los nuevos líde-res, imperaba la corrupción ge-neralizada y se derribaban las estructuras del anterior poder, incluida parte de los organis-mos de seguridad. Un contexto que facilitó la adquisición por la CIA de informaciones y cola-boradores gracias a las genero-sas cifras millonarias con que podían motivar a los nuevos ca-pitalistas rusos vinculados con las altas esferas de poder de la época.

    Una prueba que avala esa tesis salió a la luz pública en el 2010 durante el primer canje de espías entre Estados Unidos y Rusia después de la desapari-ción de la URSS, realizados en Viena, Austria.

    Entonces los norteamerica-nos dejaron regresar a su patria a 10 agentes de la inteligencia rusa detenidos ese mismo año cuando intentaban ubicarse en altos niveles de los negocios y la política, a cambio de la libera-ción de los excoroneles Alexan-der Zaporozhsky, condenado a 18 años de prisión por espiona-je, y Serguei Skripal, de los ser-vicios de inteligencia, que pur-gaba una pena de 13 años de prisión desde el 2006 por cola-borar con la CIA. También se incluyeron a los reclusos Gen-nadi Vasilenko, exfuncionario de los servicios secretos, y al analista en armas nucleares Igor Sutyagin. Todos los cuales pudieron ser reclutados en los locos años de 1990 en Rusia.

    EpílogoEn febrero de 1994, Ames tenía un vuelo programado a Moscú como parte de sus funciones para la CIA, y para prevenir su posible fuga, el FBI procedió a la detención del matrimonio el 21 de febrero de 1994, bajo el cargo de proporcionar infor-mación altamente clasificada al KGB soviético y a su organiza-ción sucesora, el Servicio de In-teligencia Exterior (SVR) de la Federación Rusa.

    Según las autoridades, Ames comprometió unas 100 opera-

    ciones secretas de la CIA en la URSS y sus informaciones pro-vocaron el enjuiciamiento y eje-cución de 10 agentes en ese país, por lo que es considerado uno de los espías más letales para la seguridad nacional de Estados Unidos en el pasado si-glo. Durante el proceso judicial se declaró culpable, colaboró con la fiscalía a cambio de que su esposa Rosario no enfrenta-ra una larga prisión –solo cum-plió 5 años de detención y en 1999 fue deportada a su país–, mientras que Ames purga una cadena perpetua en la peniten-ciaría de alta seguridad de Allenwood, Pensilvania, donde mantiene una buena conducta y oculta tras su mutismo las verdaderas razones que lo lle-varon a convertirse de un le-gendario cazaespía de la CIA, en el más importante agente al servicio de los soviéticos en esa agencia.

    El arreglo frustró a mu-chos de sus excolegas que pre-tendían estar en la primera fila de la sala de ejecución para presenciar cómo recibía la in-yección letal, un desenlace previsible de acuerdo con las evidencias legales aportadas por las investigaciones del FBI y la CIA.

    Aunque para algunos hoy el caso Ames solo puede signi-ficar un viejo thriller de la gue-rra secreta entre la URSS y los Estados Unidos, su desenlace cobra actualidad para demos-trar la gran injusticia cometi-da en el caso de los cinco cu-banos presos en Estados Uni-dos por luchar contra el terro-rismo.

    En el proceso radicado en Miami contra Gerardo Her-nández, Antonio Guerrero, Ra-món Labañino, René González y Fernando González, por pri-mera vez en la historia jurídica estadounidense fueron desoí-dos en un juicio los testimonios de importantes exjefes y otros en activo, de la comunidad de inteligencia entre ellos, tres ge-nerales, un almirante y otros oficiales, que reconocieron co-mo testigos de la acusación y de la defensa que ninguno de los cubanos tuvo acceso a datos se-cretos ni afectaron la seguridad nacional del país. Estos testi-monios, de haber sido tenidos en cuenta, invalidarían los car-gos de la Fiscalía.

    Condenas injustas fueron impuestas inicialmente a los luchadores antiterroristas cu-banos, incluidas cadenas per-petuas, y aunque fueron dis-minuidas en el proceso de ape-lación después de años de liti-gios, en el caso de Gerardo Hernández Nordelo se mantu-vieron las dos condenas de por vida y 15 años, castigos despro-porcionados, no aplicados con anterioridad ni a los agentes confesos que según las leyes afectaron la seguridad nacio-nal en ese país, como ejempli-fica la historia de Aldrich Ha-zen Ames, el último espía de la Guerra Fría. CM

    El último espía de la Guerra Fría

    El espía Aldrich Hazen Ames.

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    si biEn en el deporte no bastan las titu-laciones precedentes para garantizar una nueva coronación, tampoco es me-nos cierto que los grandes exponentes de cualquiera de las disciplinas que con-forman el programa olímpico son capa-ces, la mayoría de las veces, de refrendar sobre el terreno la condición de favori-tos que los acompaña.

    Quienes pertenecen a ese conglome-rado representan las verdaderas estre-llas, dotadas para refulgir por derecho propio en el complejo firmamento atléti-co. Hablando de estos temas con uno de nuestros principales serpentineros de todas las épocas, Lázaro Valle, el Super-sónico de La Habana Vieja, me planteaba con su vehemente estilo que «… los de-portistas estelares tienen que hacer va-ler su clase en los momentos definitivos, de lo contrario no puedes ostentar esa condición».

    Tal axioma fue cumplido con creces por los dos principales exponentes del judo antillano, durante las jornadas del Campeonato del Mundo, concluido en la cautivante ciudad de Río de Janei-ro el pasado 1ro. de septiembre.

    Asley González e Idalis Ortiz, sin de-jar margen a las especulaciones, no solo confirmaron la maestría de la que son acreedores, al más alto nivel, sino que se echaron sobre sus hombros la responsa-bilidad de colocar a Cuba entre la élite de una modalidad que en los últi