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Esquema del marxismo: economía e instituciones Prof. Colette Capriles 1 Un resumen de marxismo y sus alrededores 1. La democracia liberal contemporánea es, fundamentalmente, un esquema de distribución del poder que combina la soberanía popular (como fuente absoluta del poder) con una serie de reglas para que esa fuente absoluta no se “desborde”, es decir, para que el poder no vulnere las libertades del individuo. El depositario del ese poder es el Estado, que existe precisamente para proteger los derechos y libertades del individuo frente a cualquier amenaza (ya sea la de otros individuos, o de las instituciones o del mismo Estado). 2. Por eso se habla de Estado de derecho, y por eso también se habla de Estado Constitucional, es decir, de un poder público sometido a unas reglas que están en la Constitución y que definen la distribución del poder: el poder está dividido (en tres ramas o poderes, normalmente, o en cinco como en la Constitución del 99), pero además, para acceder al poder, legítimamente, también hay unas reglas, que vamos a resumir en una sola: la regla de la comp etencia pacífica por el poder. De nada vale una hermosa constitución si las oportunidades de acceder al poder están restringidas a unos pocos, o si la mayoría no puede expresarse libremente con respecto a quién o cómo ha de gobernarse. 3. En teoría (y en la práctica en muchas democracias modernas), el respeto a los derechos y libertades políticas conduce al disfrute de derechos que podemos llamar económicos, que han favorecido la redistribución de la propiedad, y el mejoramiento de la calidad de vida por efectos de la intervención del Estado en el mercado. En casi todas las constituciones modernas hay previsiones para que el Estado (y toda la sociedad) contribuya a ampliar las libertades económicas y sociales. 4. Sin embargo, y esto es muy importante para comprender el punto de vista de Marx, el sistema democrático, en general, funciona con altos grados de incertidumbre. Su característica principal es que es corregible, y por eso mismo es que hay actividad política permanente en una democracia: porque hay una aspiración permanente a mejorar, a enmendar los errores y las fallas, sin pretender que algún día los humanos seremos perfectamente felices y perfectamente libres e iguales. 5. Este tal vez haya sido un panorama que Marx no contempló en sus escritos (entre otras cosas, porque es precisamente gracias al marxismo y sus derivaciones socialdemócratas que la democracia fue adquiriendo, durante el siglo XX, esta ampliación de la noción de derechos). Hacia la mitad del siglo XIX, en la época en que Marx escribió, el modelo predominante era lo que se podría llamar la democracia liberal clásica, en la que no imperaba la igualdad política plena (había en muchos casos sistemas censitarios o capacitarios para limitar la posibilidad de elegir o ser elegido), ni el Estado tenía funciones económicas. Más bien se contemplaba un Estado que favorecía las libertades constitucionales pero no se metía en regular la economía ni en subsanar lo que ahora se llaman “fallas de mercado” (garantizar la libre oferta y demanda), ni tampoco proveía lo que se llaman “bienes públicos”. La condición

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Esquema del marxismo: economía e instituciones

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Un resumen de marxismo y sus alrededores

1. La democracia liberal contemporánea es, fundamentalmente, un esquema de distribución del poder que combina la soberanía popular (como fuente absoluta del poder) con una serie de reglas para que esa fuente absoluta no se “desborde”, es decir, para que el poder no vulnere las libertades del individuo. El depositario del ese poder es el Estado, que existe precisamente para proteger los derechos y libertades del individuo frente a cualquier amenaza (ya sea la de otros individuos, o de las instituciones o del mismo Estado).

2. Por eso se habla de Estado de derecho, y por eso también se habla de Estado Constitucional, es decir, de un poder público sometido a unas reglas que están en la Constitución y que definen la distribución del poder: el poder está dividido (en tres ramas o poderes, normalmente, o en cinco como en la Constitución del 99), pero además, para acceder al poder, legítimamente, también hay unas reglas, que vamos a resumir en una sola: la regla de la competencia pacífica por el poder. De nada vale una hermosa constitución si las oportunidades de acceder al poder están restringidas a unos pocos, o si la mayoría no puede expresarse libremente con respecto a quién o cómo ha de gobernarse.

3. En teoría (y en la práctica en muchas democracias modernas), el respeto a los derechos y libertades políticas conduce al disfrute de derechos que podemos llamar económicos, que han favorecido la redistribución de la propiedad, y el mejoramiento de la calidad de vida por efectos de la intervención del Estado en el mercado. En casi todas las constituciones modernas hay previsiones para que el Estado (y toda la sociedad) contribuya a ampliar las libertades económicas y sociales.

4. Sin embargo, y esto es muy importante para comprender el punto de vista de Marx, el sistema democrático, en general, funciona con altos grados de incertidumbre. Su característica principal es que es corregible, y por eso mismo es que hay actividad política permanente en una democracia: porque hay una aspiración permanente a mejorar, a enmendar los errores y las fallas, sin pretender que algún día los humanos seremos perfectamente felices y perfectamente libres e iguales.

5. Este tal vez haya sido un panorama que Marx no contempló en sus escritos (entre otras cosas, porque es precisamente gracias al marxismo y sus derivaciones socialdemócratas que la democracia fue adquiriendo, durante el siglo XX, esta ampliación de la noción de derechos). Hacia la mitad del siglo XIX, en la época en que Marx escribió, el modelo predominante era lo que se podría llamar la democracia liberal clásica, en la que no imperaba la igualdad política plena (había en muchos casos sistemas censitarios o capacitarios para limitar la posibilidad de elegir o ser elegido), ni el Estado tenía funciones económicas. Más bien se contemplaba un Estado que favorecía las libertades constitucionales pero no se metía en regular la economía ni en subsanar lo que ahora se llaman “fallas de mercado” (garantizar la libre oferta y demanda), ni tampoco proveía lo que se llaman “bienes públicos”. La condición

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material y económica de la sociedad europea del siglo XIX nos habría parecido a nosotros extremadamente desigual e injusta. El sistema industrial no estaba regulado ni había leyes para proteger al trabajo o para garantizar sistemas públicos de salud y educación (es sólo hacia finales del siglo XIX que, por ejemplo, se decreta la educación primaria obligatoria en casi todas partes).

6. La crítica del Marx al capitalismo parte de la idea de que se trata de un sistema económico-social que defiende las libertades “formales” (o políticas) pero que en realidad, en el plano material, no hay tales libertades ni hay igualdad, porque en la esencia del sistema de producción capitalista hay un mecanismo de sujeción o de explotación que genera desigualdades e injusticia. La tarea de Marx fue tratar de demostrar esto. Hay que añadir, sin embargo, que ya desde un siglo antes, el propio Adam Smith (y los economistas clásicos como David Ricardo) consideraban que el “sistema de libertad natural” o de libre mercado (no lo llamaban capitalismo) traía consigo bastantes problemas, en especial por la llamada división del trabajo. Smith pensaba que el capitalismo había hecho crecer increíblemente la productividad y el consumo, y la calidad de vida de todos (especialmente de los más pobres, si se comparaba cómo vivía un obrero textil, por ejemplo, comparado con un campesino feudal: el obrero vivía muchísimo mejor), pero comprendía que la división y especialización del trabajo (el hecho de que la gente se dedicara a una sola tarea productiva, mientras más específica mejor, porque eso, como sabe cualquier ingeniero, hace que se produzca mucho más, al separar las tareas complejas en minitareas que cualquiera puede hacer), era un problema porque convertía al trabajo en algo precisamente mecánico.

7. Smith era muy crítico con esto (y con otros aspectos de la economía de libre mercado) pero él pensaba que la felicidad humana no dependía exclusivamente de la manera en que se desarrolla la economía sino que tenía que ver con factores sociales y morales, y que, en definitiva, la sociedad humana es bastante imperfecta.

8. En cambio Marx parte del principio de que el futuro es más importante que el presente y que el pasado porque en el futuro, algún día, los humanos seremos perfectos y viviremos en una sociedad perfecta. Esto tiene que ver con lo que se llama su “filosofía de la historia”, es decir, sus concepciones acerca de cómo funciona la historia humana. Según Marx, la historia humana es una historia de progreso (lo de ahora es mejor que lo pasado y el futuro será mejor que el presente), aunque no es una historia de progreso feliz, porque para que haya historia (es decir, para que las cosas cambien) hay guerra y violencia, hay lo que él llamaba “lucha de clases”.

9. En esta filosofía de la historia hay entonces dos componentes: la idea de progreso “gracias” a la lucha de clases, y la idea de que la economía, es decir, la manera en que las sociedades producen cosas y las distribuyen, es lo que realmente define al ser humano. Somos humanos porque producimos cosas y porque producimos las condiciones para producir cosas. Somos humanos porque dominamos la naturaleza, la transformamos materialmente.

10. Por eso sostiene Marx que las creencias, las religiones, las mitologías, y las ideas que nos hacemos de la sociedad, están determinadas por la manera en que cada

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sociedad organiza sus procesos productivos. Los críticos de Marx dicen que ese reduccionismo (reducir lo humano a lo económico) no se corresponde con la realidad (por ejemplo, sociedades “primitivas”, materialmente hablando, pueden ser sociedades muy complejas en sus instituciones y en sus mitologías).

11. Lo que pasa es que Marx quiere hacer una ciencia materialista de la historia (o de la política, si se quiere) y con ese proyecto, es evidente que tiene que ocuparse de los asuntos materiales, del plano material de la sociedad que es su economía. El marxismo se ve a sí mismo como una ciencia, es decir, como un discurso que persigue la verdad, y que alcanzó la verdad (esto es mucho más pretencioso!!).

12. De modo que, según Marx, es en el plano económico en donde tienen que manifestarse las ideas de libertad y de igualdad que tanto se proclaman en el plano político. O sea, hay que transformar el mundo para hacerlo igual a la idea que tenemos los humanos de nosotros mismos: libres e iguales.

13. Estas ideas y otras que siguen pueden leerse en los Manuscritos Económico-filosóficos de 1844, una obra de juventud (que por cierto no se publicó hasta 1930, muchos años después de la muerte del autor).

14. Marx, hablando de las ideas o imágenes que los hombres se hacen de sí mismos, no sólo afirma que hay que transformar las relaciones productivas para cumplir esas ideas, sino que dice algo mucho más importante: que con frecuencia, las ideas que tenemos de la sociedad en la que vivimos no permiten que reconozcamos cómo son las cosas en la realidad económica. La religión, por ejemplo, sirve para que la gente se resigne a su situación actual, esperando que en la otra vida todo sea mejor (por eso decía Marx que la religión “es el opio del pueblo”, es decir, es la droga que adormece e impide que ‘el pueblo” cambie su situación. Lo mismo dirá de cualquier ideología o sistema de creencias). Aparece el concepto de alienación. Los hombres están alienados, es decir, separados de la realidad económica. Pero como dijimos, según Marx, todo tiene su explicación en el plano económico, por lo tanto, debe haber algo en la manera en que se realiza la economía capitalista que produce la alienación.

15. De hecho, el concepto de alienación es económico (o es aplicado por Marx a la economía, porque en realidad quien lo acuñó fue Feuerbach). El obrero está alienado, en el sentido de que está separado de los medios de producción (de los recursos económicos: capital, tierra, factor empresarial): estos “medios” no le pertenecen, de modo que no es libre de usarlos a su conveniencia. Lo único que le queda al obrero es su fuerza de trabajo, pero en realidad ni siquiera es lib re de usarla porque para trabajar hace falta esos medios de producción que pertenecen a otros.

16. Pero Marx, incluso, sugiere que los propietarios de los medios de producción también están alienados, porque trabajan para el mercado (no para sí mismos), y el mercado es un conjunto de fuerzas ciegas que nadie controla. De modo que los hombres producimos pero en realidad no somos libres de producir porque quien decide es el mercado.

17. Aquí hay que detenerse. Marx está criticando la idea de la “mano invisib le” del mercado no porque el mercado produzca desigualdades (en principio) sino porque

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sería algo que los hombres no controlan. Es decir, lo que aparece como una virtud del mercado (que es impersonal, es decir, que no depende de nadie en particular para funcionar) es considerado por Marx como un defecto horrible. El mercado, tal como lo habría dicho Adam Smith, es impersonal porque es la sumatoria de los esfuerzos o los deseos individuales de cada quien, y por eso mismo es que favorece a todos los que intervienen en él: porque no tiene preferencias. Nadie entra en un intercambio comercial (que es una transacción voluntaria) si no va a beneficiarse, de modo que en el mercado (si es verdaderamente libre, sin monopolios) todos se benefician, por definición. Claro que Smith sabía que para que los mercados sean libres hay que regularlos (aunque parezca contradictorio: sin leyes que luchen contra el monopolio, contra las trabas aduaneras, contra los excesos de la economía monetaria, etc., no hay mercado libre. Tanto lo sabía Smith que escribió La riqueza de las Naciones para demostrar todo lo que los gobiernos deben hacer para regular el mercado y “liberarlo”).

18. De esta crítica básica al mercado que hace Marx (y que, a mi modo de ver, no considera realmente lo que los economistas clásicos llaman mercado) aparece una conclusión muy importante para el marxismo: hay que acabar con la alienación del obrero (del proletariado, esa clase social que depende de su fuerza de trabajo) acabando con la propiedad privada de lo s medios de producción o recursos económicos. Es decir, hay que acabar con la separación entre el trabajo y el capital. Y además, también hay que acabar con el mercado para construir una economía perfectamente planificada en la que las decisiones económicas no las tomen las fuerzas impersonales del mercado, sino que las tomen los hombres.

19. Como se ve, Marx no aceptaba la idea de que la demanda (los deseos y las necesidades de muchos consumidores) fuera la que definiera los bienes en el mercado, es decir, lo que se produciría y las cantidades en que se produciría. Pensaba más bien que era posible definir exactamente lo que las personas necesitan (no lo que quieren, sino lo que necesitan, que es muy diferente) y hacer que la economía produjera exactamente eso, sin excedentes ni faltas.

20. Si el proletariado es la clase que más sufre las consecuencias de la alienación, deberá ser el proletariado el que actúe para cambiar esa situación, y de paso “libere” a todos los miembros de la sociedad. Por eso es que el proletariado es considerado por Marx como la clase revolucionaria por excelencia.

21. Hay un problema con la idea de “clase social” en Marx: nunca define exactamente qué significa. La última parte de El Capital, la obra en que efectúa toda la crítica económica al capitalismo, está dedicada a este concepto, pero quedó inconclusa y no hay ninguna claridad al respecto. Y sin embargo es un concepto importantísimo. La primera línea del Manifiesto Comunista, que Marx y Engels escribieron juntos en 1848 (año de mucha agitación política en Europa, por cierto), afirma que “la historia humana es la historia de la lucha de clases”.

22. Se nos complica la cosa entonces: ahora resulta que no hay explotación y lucha de clases en el capitalismo solamente, sino que esa ha sido la historia de la humanidad. La historia ha sido un enfrentamiento constante entre propietarios y no-propietarios,

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entre dominantes y dominados, entre explotadores y explotados. Por ejemplo, el sistema feudal es una situación en la que el propietario de la tierra (que era el único medio de producción importante en ese momento, y origen de toda la riqueza) se enfrenta a los siervos o campesinos que le trabajan esa tierra: mientras el propietario tiene interés en que se mantenga la situación, los campesinos tienen interés en cambiarla. Progresivamente, los medios de producción se van haciendo más complejos y muy importante, se van “desarrollando” lo que Marx llama las “fuerzas productivas”, la capacidad de producir, mediante la tecnología, las máquinas, la ciencia y la técnica. Así se fueron creando nuevas “clases” de propietarios de estos medios de producción, y nuevas clases sociales, especialmente la “burguesía” (los que viven en las ciudades o burgos). EL feudalismo desaparece (ya no son los propietarios de la tierra los que dominan la economía y la sociedad) sino que serían los burgueses (dueños del capital industrial), y los campesinos dejan de ser una fuerza motora del cambio, sustituidos por el proletariado u obreros industriales, que siguen en una posición “opuesta” a la de la burguesía.

23. Esto lleva a Marx a algo bastante curioso: si los regímenes anteriores se han disuelto o han desaparecido debido a la lucha de clases, el capitalismo tendrá el mismo destino. Por su propia dinámica, el capitalismo sufrirá contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción (es decir, el sistema jurídico de propiedad); llegará un momento, predecía Marx, en que las fuerzas productivas no podrán seguir desarrollándose en un esquema con propiedad privada, porque la tasa de retorno (o de beneficio) del capital invertido será cada vez más baja (ya que cada vez se puede producir más con los mismo s recursos, debido a la tecnología), por lo que todo el sistema de acumulación de capital (que proviene de ese beneficio) se derrumbaría, habría escasez generalizada, más hambre, huelgas, protestas...

24. Y ahora aparece la otra noción básica en marxismo que es la de plusvalía. Para comprenderla hay que recordar la llamada teoría del valor de Marx ¿Cómo se asigna el valor a las cosas? En la economía de mercado, es decir, en una economía definida por la oferta y la demanda, el precio o valor de los bienes está definido por la cantidad de esos bienes que se hallen a disposición del consumidor. Cuando hay escasez de un producto, el valor de éste aumenta. Es decir, cuando la oferta es menor que la demanda, el precio será alto; mientras que las cosas serán baratas cuando hay mucha disponibilidad, cuando hay mucha oferta. El valor fluctúa, pues, según las condiciones del mercado, es decir, el valor de las cosas lo estiman los hombres que usan o desean esas cosas, es decir, el valor de las cosas depende de su escasez relativa y no de cómo fueron producidas o cuánto costó hacerlas. Pero en la teoría marxista del valor, se supone que el valor de las cosas puede ser objetivamente ponderado mediante una estimación de la cantidad de trabajo incorporada en ellas. O sea: las cosas que exigen más horas de trabajo, valen más. Esto es lo mismo que decir que las cosas tienen “valor” independientemente del humano que las valora.

25. La teoría del valor-trabajo permitiría eliminar el “problema” del beneficio, puesto que los intercambios estarían objetivamente predeterminados y no cabrían las diferencias de valor. Un intercamb io será justo cuando se cambia un objeto con un

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valor de 4 horas de trabajo (pongamos por ejemplo) por otro objeto que tenga el mismo “valor” (o su equivalente monetario). No podría haber excedente o ganancia.

26. Según Marx, el capitalismo se sostiene en la plusvalía. Dejemos que el mismo Marx nos lo explique:

"La plusvalía es producida por el uso de la fuerza de trabajo. El capital compra la fuerza de trabajo y paga salarios por ella. Por medio de su trabajo, el trabajador crea valor que no le pertenece a él, sino al capitalista. Debe trabajar un cierto tiempo para reproducir el valor equivalente a su salario. Pero cuando ese valor equivalente ha sido trabajado, no deja de trabajar, sino que continúa haciéndolo por más horas. El nuevo valor que produce durante ese tiempo adicional, y que excede, en consecuencia el monto de su salario, constituye la plusvalía". (El capital, t. 1).

Es decir: lo que gana el obrero vendiendo su fuerza de trabajo, es decir, su salario, no es equivalente (o no paga completamente) el valor que él ha incorporado a las cosas que produce. El salario sólo le sirve para mantenerse trabajando, mientras que lo que ese obrero produce vale más en el mercado. Esa diferencia es la plusvalía. Trabaja ocho horas, digamos, pero recibe un salario que equivale al valor de lo que él produce, digamos, en cinco. La diferencia va al capitalista.

27. Aquí hay que estar atento a varias cosas. Primero, el valor de producción de las cosas no depende sólo del valor del trabajo que llevó hacerlas, sino también de los medios de producción. Es decir, la estructura de costos de producción no depende sólo de lo que se le paga al trabajador sino de los costos de la tecnología y del capital mismo, del riesgo, etc. Por supuesto Marx considera todo eso en EL Capital, pero en la definición que hemos puesto pareciera que se le olvida, porque está haciendo énfasis en que el trabajador recibe menos de lo que produce. Segundo, las condiciones del trabajador actual no tienen nada que ver con las que Marx observó en su época: los salarios de los trabajadores ya no son simplemente salarios para subsistir y reproducir la fuerza de trabajo sino que suponen a un trabajador-consumidor de bienes “no necesarios”, digamos. Tercero, la teoría del valor es manifiestamente absurda, porque es la escasez relativa lo que define el valor de las cosas y no la cantidad de horas que lleva hacerlas, de modo que la teoría de la plusvalía también está cuestionada. La ganancia (o beneficio) del capitalista proviene no de la explotación del trabajador sino de la optimización de los factores de producción. Naturalmente, en una economía de mercado, el empresario procurará obtener el factor trabajo al menor costo, pero al mismo tiempo, los trabajadores procurarán emplearse en donde ganen más. Para que esta “competencia” funcione, el Estado debe lograr que efectivamente haya libre circulación de trabajadores y suficiente demanda de mano de obra.

28. Hasta ahora sólo hemos visto el marxismo en su versión marxista propiamente. Después de la muerte de Marx y con los cambios políticos en Europa, y con la difusión de las ideas de Marx y Engels, la situación se complica porque empiezan a aparecer dificultades para llevar a la práctica lo que se estaba proponiendo en teoría. El gran problema fue que, si el capitalismo está destinado a perecer por sí solo, en medio de múltiples crisis, escasez, reivindicaciones de trabajadores, etc.), y el comunismo

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llegará tarde o temprano porque es una necesidad histórica, es algo que necesariamente va a ocurrir en la medida en que el capitalismo se autodestruya, ¿para qué hay que hacer la revolución? Y si por otra parte, el capitalismo no entra en crisis por sí solo, entonces no estarían dadas las condiciones para que llegara la revolución, porque si la economía capitalista no está plenamente desarrollada, no habrá contradicciones entre proletariado y burguesía y por lo tanto no podrá aparecer el comunismo (es decir, la dictadura del proletariado).

29. Aquí estamos entrando en lo que podríamos llamar “las instituciones marxistas”, o mejor dicho, la manera en que el marxismo sirvió de base para edificar el régimen que normalmente se llama “socialismo real”, cuyo ejemplo primero fue la extinta Unión Soviética, y que en general recibe el nombre de “democracia popular”. Se habla más bien de marxismo -leninismo para referirse a este régimen, porque quien lo diseñó fue Vladimir Illich Ulianov, llamado Lenin. Lenin era un “revolucionario”, marxista (no todos los revolucionarios rusos eran marxistas), que vivió muchos años en el exilio en Alemania. Murió en 1924, apenas unos pocos años después del triunfo de la revolución, que tuvo lugar en 1917. Evidentemente, no todo lo que ocurrió en la URSS obedece al esquema leninista; más bien fue su sucesor, Josef Stalin, quien llevó al extremo el carácter totalitario del régimen. Y por supuesto, nada de lo que ocurrió en la URSS puede imputarse sólo a Marx, quien nunca estableció cómo sería un régimen comunista exactamente, y esta es la razón por la cual los marxistas de hoy insisten en que el experimento de la URSS no refleja las ideas de Marx sino que fue una especie de desviación.

30. La forma política correspondiente al marxismo sería, como lo anuncian Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, la dictadura del proletariado. La palabra dictadura por supuesto tiene connotaciones tremendas, pero no hay que olvidar que originalmente, los romanos la usaban para referirse a un “régimen de excepción”, en el que se suspende el funcionamiento de las instituciones, para poder salvar la República. La dictadura romana estaba regulada por una ley especial que se aplicaba cuando había una crisis muy severa, y estaba limitada a un año, tras el cual el dictador volvía a ser un ciudadano normal.

31.Pero la dictadura del proletariado era una etapa en el camino hacia una sociedad sin Estado. Marx consideraba que la sociedad perfecta era una sociedad perfectamente libre, y eso significa, sin Estado, sin gobierno que imponga leyes sobre las personas. No serían necesarias las leyes porque no habría delitos (al no haber propiedad privada, no habría lucha por ésta ni violencia). En la teoría del Estado marxista, el Estado no es neutro ni está ahí para defender al ciudadano o sus derechos, sino que es el instrumento de la clase económicamente dominante. Por eso el marxismo siempre habla del Estado Burgués para referirse al Estado liberal: porque se supone que la defensa de las libertades es, en realidad, la defensa de las libertades de los dueños de los medios de producción y no de las “libertades” del proletariado. El Estado absolutista, por ejemplo, fue según Marx y Engels una organización jurídico-política al servicio de la clase terrateniente y aristocrática.

32. Para llegar a la sociedad sin Estado (comunista) había que pasar por el socialismo (como dictadura del proletariado). Como la clase obrera es la que está llamada por la

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Historia a hacer la revolución y sustituir el capitalismo por el socialismo, le tocará tomar el poder y poner el Estado al servicio de sus intereses (que es hacer la revolución y acabar con la propiedad privada de los medios de producción). Sin embargo ni Marx ni Engels definieron exactamente cómo lograr esto.

33. Un poco de historia de la revolución rusa: el régimen zarista, a principios del siglo XX, era la última monarquía absoluta de Occidente (aunque por cierto, es difícil saber si ese inmenso territorio ruso, que cubría muchas naciones étnicas diferentes, forma parte del mundo “occidental”). En 1905, después de revueltas obreras, el Zar se ve obligado a convocar al Parlamento, o Duma, y funcionar como una especie de monarquía constitucional (es decir, compartiendo el poder con la Duma). Esto, en contra de su voluntad. En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y Rusia está del lado alemán; la situación de guerra incrementó las tensiones internas. Lenin era de los pocos que creía que la guerra era una gran oportunidad para la revolución, y, en efecto, en febrero de 1917 se produce una crisis de desabastecimiento con movilizaciones populares que el Zar manda a reprimir, ante lo que se alza el ejército, y los diputados, desorientados, permitieron que grupos de soldados alzados se atrincheraran en la sede de la Duma, y deciden formar un gobierno provisional ante la ausencia de autoridad, ya que el Zar decide disolver el Parlamento.

34. Paralelamente, se forma un Soviet (la palabra rusa para “comité”, que en realidad funcionaba como una especie de Estado Mayor de los soldados alzados), que pretendía ser el germen de la revolución proletaria. Allí tiene un papel destacado Kerensky, jefe del partido social-demócrata. Este es el mismo partido de Lenin, pero Kerensky formaba parte de los mencheviques, mientras que Lenin era el jefe de los bolcheviques. Bolshevik significa “mayoritario”, y Menchevik es “minoritario”. Comenzaron los problemas entre el Soviet y el Gobierno Provisional, porque éste quería funcionar como una instancia de “normalización” de las instituciones del Estado, mientras que el Soviet aspiraba a la revolución. Como se ve, había dos tendencias entre los que rechazaban el Zarismo: una, la de propiciar un régimen constitucional (o una revolución burguesa, como la francesa de 1789), para permitir que el capitalismo se desarrollara en Rusia. La otra tendencia es la de los bolcheviques, liderizados por Lenin, que pensaba que sí era posible llegar al socialismo sin pasar por el capitalismo plenamente desarrollado.

35. Durante todo 1917 y 1918, se produjo una serie de crisis. En octubre de 1918 los bolcheviques toman el poder definitivamente y descartan a sus aliados mencheviques y de otros partidos demócratas. Declaran la llegada de la revolución socialista. Algo muy importante es que los bolcheviques no solamente eran más radicales, sino que estaban organizados de una manera especial. En efecto, Lenin fue el arquitecto de un modelo de organización política que no solamente se generalizó entre todos los partidos comunistas y socialistas del mundo sino que también fue seguido por casi todos los partidos socialdemócratas (o lo que se llamó después la socialdemocracia europea y la latinoamericana): un partido centralizado, dirigido por un Comité Central, que obedece a un único líder, el secretario general. Se trata en general de partidos relativamente pequeños pero co n militantes muy comprometidos, que se consideraban la vanguardia del proletariado.

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36. Para no seguir con la historia, vayamos a las instituciones. Lo característico del socialismo real es algo muy notorio: la existencia de un único partido político, que es el partido de gobierno. Se trata de ejercer el monopolio político (exactamente al revés de la democracia liberal, que se caracteriza por el pluralismo político y por la competencia entre partidos e ideologías). En realidad, en el socialismo real se acaba la política (recordemos que el marxismo se precia de ser una ciencia, no una teoría política).

37. Esto trae una consecuencia importante: que la lucha por el poder ya no sigue las reglas de la competencia electoral propiamente, sino que se produce adentro del partido. Y por lo tanto, la sociedad ignora completamente cuáles son los grupos dominantes en un momento dado. La “política” se vuelve secreta, poco transparente.

38. El otro rasgo característico es la planificación centralizada de la economía (y de toda la actividad social!!!). Y en el caso soviético hay algo más: para poder garantizar la plena abundancia que supuestamente reinaría en el comunismo, el país debía industrializarse y para poder disponer de los fondos de inversión para semejante proyecto, era necesario que los niveles de consumo fueran muy bajos, de modo de generar superávit en la producción y una “plusvalía”, digamos, para el Estado. Lo más resaltante de todo este proceso de “industrialización” y centralización soviética fue la violencia con la que se ejerció. Los campesinos, obligados a abandonar sus granjas, quemaban sus cosechas y mataban al ganado antes de irse. Y sin embargo, a pesar de la hambruna resultante, el gobierno soviético persistió en su política.

39. Un tercer aspecto importante es la desaparición de todas las instituciones intermedias entre el Estado (y el Partido) y las masas. Desaparecen las pequeñas empresas, los partidos, las organizaciones civiles, profesiones independientes, etc. El poder se ejerce desde arriba, a través del Partido, y llega al pueblo a través de los funcionarios del Estado o los comisarios del Partido.

40. Finalmente, lo crucial: en el régimen soviético se genera un nuevo sistema de clases: la clase dominante está constituida por los funcionarios públicos y los miembros del partido (apparatchik), que gozan de unos privilegios asociados a sus cargos y que no comparte el resto de la sociedad. Si bien no hay propiedad privada de los medios de producción, los altos funcionarios recibían una especie de participación en los beneficios que producía la fábrica que dirigían, por ejemplo, bajo la forma de un “estímulo a la producción”. Se produce, en síntesis, una nueva forma de dominación que está ligada a la estructura del partido.

41. Las razones por las cuales se derrumbó el modelo soviético fueron fundamentalmente económicas: el modelo económico socialista, al no premiar la productividad (en el sentido de que trabajar más o producir más no hacía que uno viviera mejor), terminó siendo una máquina de crear pobreza (aunque, debe decirse, muy bien distribuida: apenas un porcentaje mínimo de la población se beneficiaba económicamente de ser parte del poder y llevaba una vida suntuosa). La escasez crónica mostraba que los sistemas de producción eran insuficientes, y ya ni siquiera la idea de que al menos todos contaban con educación y salud gratuitas funcionaba: en primer lugar, porque cada vez más los servicios públicos empeoraban, pero además,

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porque era evidente, aún para los soviéticos, que Europa occidental estaba alcanzando los mismos niveles de cobertura de servicios públicos y mucho mayor bienestar económico dentro del sistema capitalista. Hacia final de los años 80, quedaba claro que el sistema, sencillamente, era inviable económicamente.

Obras de Karl Marx:

• Manuscritos Económico-filosóficos de1844.

• Misère de la philosophie (1847; La miseria de la filosofía)

• (con Friedrich Engels) Manifest der Kommunistischen Partei (1848; Manifiesto del Partido Comunista)

• Die Klassenkämpfe in Frankreich 1848 bis 1850 (1850; La lucha de clases en Francia)

• Der 18te Brumaire des Louis Napoleon (1852; El dieciocho brumario de Luis Napoléon)

• Zur Kritik der politischen Ökonomie (1859; Contribución a la Crítica de la Economía Política),

• Das Kapital (El Capital, vol. 1, 1867; vol. 2-3 publicados por Federico Engels in 1885 and 1894)