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  • Santificarse juntos

    La santidad que nace

    de la espiritualidad de comunin Fabio Ciardi, o.m.i.

    Santificarse juntos: el testimonio de Chiara Lubich Luca Abignente

    Juan Bosco: una santidad compartida Eugenio Gonzlez, s.d.b.

    Grupos de Palabra de Vida y comunidades locales:

    No hay experiencia pequea Pepe Pars, f.d.p. - M. Nieves Vzquez

    Camino de unidad entre Movimientos Eclesiales

    y Asociaciones de la Iglesia:

    Carismas al servicio de todos Mara Dolores Redondo

    N. 82/2012 Abril - Junio

    Unidad y Carismas

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  • Edicin italiana

    Unit e Carismi, Fabio Ciardi, o.m.i.,Via della Selvotta, 2500041 Albano Laziale, Roma, [email protected]

    Edicin inglesa (Asia, frica)

    Charisms in Unity, Conrad Sciberras,mssp, Via della Salvotta, 25 00041 Albano Laziale, Roma, Italia.

    Edicin francesa

    Unit et Charismes, Roger Bourcier, fsg10, av. Rmy Ren-Bazin85290 St-Laurent-sur-Sevre, [email protected]

    Edicin alemana

    charismen. Ordenschristen in Kirche undGesellschaft, Hans Schalk, cssrKaulbachstrasse 47D - 80539 Mnchen, [email protected]

    Edicin eslovena

    Edinost in Karizme, Anton Nadrah, o.cist.,Cistercijanska opatija Sticna61295 Ivancna Gorica, Eslovenia

    Edicin polaca

    Jednosc i Charyzmaty, Ludwik Myciels-ki, o.s.b.Biskupow 72 PL48-355 Burgrabice, [email protected]

    Edicin espaola

    Edita: Movimiento de los Focolares (R-2800178-B)Andrs Tamayo, 4. 28028 Madrid

    Revista trimestral de espiritualidad y comunin

    Edicin portuguesa

    Unidade e Carismas, Germano van de Meer, s.v.d.C.P. 18 - 06730-970 Vargen Grande Paulista SP, [email protected]

    Consejo de redaccin: Carlos Garca Andrade, c.m.f.; Joaqun M Vicente, o.carm; Jos

    Luis Belver, o.s.a.; Juan Gil, o. carm; Jos Damin Gaitn, o.c.d.; Santiago Sierra, o.s.a.

    Administracin: Joaqun M Vicente, o.carm. Ayala, 35. 28001 Madrid.

    Tel. 914351660 - Fax 914351786 - e-mail: [email protected]

    Composicin: Jos Luis Belver, o.s.a.www.unidadycarismas.es

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  • 3333Unidad y Carismas, N. 82 Abril - Junio 2012

    SANTIFICARSE JUNTOS

    Editorial

    Santificarse juntos Jos Damin Gaitn, o.c.d. 4

    Perspectivas

    La santidad que nace

    de la espiritualidad de comunin Fabio Ciardi, o.m.i. 6

    Santificarse juntos: el testimonio de Chiara Lubich Luca Abignente 12

    Testigos

    Renata Borlone o el fuego de la unidad Lida Cicarelli 18

    Juan Bosco: una santidad compartida Eugenio Gonzlez, s.d.b. 23

    Rocca di Papa, una tumba especial Cristina Negro - Corrado Martino 26

    Experiencias

    Grupos de Palabra de Vida y comunidades locales:

    No hay experiencia pequea Pepe Pars, f.d.p. - M. Nieves Vzquez 30

    En el rostro del ms pequeo Antonietta Urdi, s.f.p. 34

    La belleza de comunicar el alma Andrea Patan, f.f.m. 37

    Nuevos horizontes

    Camino de unidad entre Movimientos Eclesiales

    y Asociaciones de la Iglesia:

    Carismas al servicio de todos Mara Dolores Redondo 39

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  • Unidad y Carismas

    EDITORIAL

    Santificarse juntos

    CCCCON ocasin de su 85 cumpleaos, Benedicto XVI tuvo a mediados de mayo un al-muerzo con los cardenales residentes en la Curia Vaticana, a los que dirigi unasbreves pero jugosas palabras. Entre otras cosas hizo referencia a nuestra actual con-

    dicin de Iglesia an peregrina, y, por lo mismo, sometida a luchas y dificultades. Y tambina la importancia de la amistad para poder ayudarse a recorrer mejor este camino, compar-tiendo alegras y dolores.

    La Iglesia desde sus orgenes se ha visto a s misma claramente como un camino en el quevivir y hacer juntos la experiencia del evangelio; y, en ese sentido, como un mbito en el quepoder hacerse santos juntos, haciendo fructificar juntos la gracia de Dios en Cristo y el dony los dones del Espritu Santo.

    Es lo que de alguna manera, al menos en los orgenes y en cada nuevo inicio, siempre habuscado la vida religiosa comunitaria de todos los tiempos. Aunque quiz en otros momen-tos se pona ms el acento en el estar juntos para santificarse y hoy en el hacerse santos jun-tos. Es decir, no slo en sentir al otro como un instrumento para mi santificacin, sinoadems en el ser conscientes de que, ms all de la perfeccin personal, lo ms importantees ser una comunidad y un pueblo de santos, porque, esa, como nos sugiere Lumen Gentium9, es la voluntad y el sueo de Dios sobre la humanidad. Aunque no se puede ignorar que, enun tiempo como el nuestro, con una cultura a la vez tendente a la globalizacin, pero igual-mente individualista y personalista, ese sueo de Dios supone para todos un verdadero reto,no exento de dificultades, ciertamente, pero tambin apasionante.

    Por otra parte, hay que advertir que sera un error considerar la propuesta de hacerse san-tos juntos como una cmoda excusa en la que refugiarse para evitar el esfuerzo y compro-miso personal en el camino de la santidad. Y ciertamente dicha propuesta no implica, ni mu-cho menos, un menosprecio hacia la santidad personal o una invitacin a vivir una especiede dejacin de responsabilidades. Todo lo contrario. Se trata, ms bien, de dilatar y abrir elcorazn y la vida al deseo de recorrer y realizar junto con otros, los ms posibles, dicho ca-mino. Porque adems la vida cristiana, y por lo mismo la santidad cristiana, no puede ser deotra manera, y cualquier forma de replegarse sobre el propio yo, aunque sea con el pretextode santidad y perfeccin, es algo que hay que dejar de lado.

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  • Entre los autores espirituales que ms han puesto de relieve en los ltimos tiempos esteideal de hacerse santos juntos se encuentra Chiara Lubich. Para ella esa sera la meta a la quetendra que aspirar toda verdadera espiritualidad de comunin, toda vida cristiana. Preci-samente el pasado mes de diciembre de 2011 se organiz en Roma una jornada de estudio yreflexin para tratar dicho tema a la luz de la aportacin que al mismo han dado Chiara Lu-bich y la espiritualidad del Movimiento de los Focolares que ella hizo nacer.

    A nosotros tambin nos ha parecido que santificarse juntos no es, ni mucho menos, untema menor, sino de gran importancia y actualidad. Y lo mismo se diga respecto de lo que laespiritualidad de Chiara Lubich puede aportar a una ms honda comprensin del mismo. Deah que lo hayamos elegido para ofrecerlo a nuestros lectores en el presente nmero, sir-vindonos en parte de algunos materiales de la jornada de reflexin que se tuvo en Roma, ala que me acabo de referir ms arriba.

    Jos-Damin Gaitn, o.c.d

    N. 82 - Abril-Junio 2012

    5555Editorial

    Muchas veces, la Madre Teresa de Calcuta, al escribirme, repeta esta frase:Hazte santa, porque Dios es santo. Es verdad que no fue esta gran santa la quedetermin una oracin que yo ya haca desde tiempo atrs. Pero, con esta frase,sin duda aviv ms el fuego.

    Y es que, desde haca aos, Alguien en el corazn me empujaba a dirigirle aJess estas palabras: Hazme santa para hacerle un regalo a Mara Me parecaque si yo no alcanzaba la meta de la santidad, le faltara algo a mi servicio a laObra

    Sin embargo, nunca desde los inicios del Movimiento hemos entendido elpretender la santidad por s misma, pues podra ser expresin de un replegarse so-bre uno mismo. Pero pretenderla por amor es otra cosa

    Pero ms recientemente, siendo consciente de que nuestro camino es colectivo yexige vivir con perfeccin el amar a los dems como a nosotros mismos, me ha re-sultado claro que para poder hacerme santa tena que desear esa meta tanto para misprjimos como para m. De modo que mi oracin iba sufriendo un cambio: Jess,haznos santos para hacerle un regalo a Mara y ser un modelo para muchos

    Creo poder decir que, con la gracia de Dios por haber vivido el carisma de launidad, en el Paraso debe de haber muchos pequeos y no tan pequeos santosentre los nuestros. No dudaramos en pensar que pueden ser varias decenas, yquiz ms. De hecho hemos visto de qu manera dejan esta tierra muchos de ellos,y ya se sabe que, en general, la muerte es un reflejo de la vida.

    C. Lubich, Construir el castillo exterior, Madrid, 2004, p. 61-62.

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  • Unidad y Carismas

    RRRRECUERDO la sensacin que susci-taron las primeras palabras queChiara Lubich dirigi a aquellos j-

    venes, chicos y chicas, procedentes de mu-chas partes del mundo. Jess quiere que os re-pita una palabra, que reson como un toque detrompeta hace treinta aos, dando vida a una re-volucin. En aquellos primeros aos de lossetenta el deseo de cambiar el mundo, anms, de cambiar mediante la revolucin, eravivsimo entre los jvenes. Cul ser esapalabra?, me pregunt, y tal vez se lo pre-guntaron tambin los dems jvenes que es-cuchaban conmigo.

    Antes de pronunciar esta palabra, Chia-ra prosigui haciendo crecer el inters y laespera: Es una palabra grande como el mar,que tiene que propagarse hasta el infinito, comocuando se tira una piedra en el agua y se vanformando crculos cada vez ms amplios. Es lapalabra que Jess quiere decir hoy a los hom-

    bres de este siglo. Y l desea que todos, desde elprimero hasta el ltimo, seamos canales, un ecode ella.

    Estbamos all, en atento silencio, espe-rando la revelacin de esta palabra. Cuandopor fin la pronunci, sent como una zam-bullida en el corazn; fue como si se abrieseante m lo infinito.

    Esta palabra es l mismo: Dios.Dios. Era una palabra que haba odo

    muchsimas veces. Haca poco que habaemitido mis votos perpetuos, entregndomea Dios totalmente y para siempre. Sin em-bargo, en aquel momento me pareci orlapor primera vez y qued encantado.

    Si se nos preguntase: cul es vuestro Ideal?Nosotros tendramos que contestar: Dios1.

    En aquel momento, Dios era realmentemi ideal, el ideal de todos aquellos jvenesentre los cuales me encontraba.

    Fabio Ciardi, o.m.i.

    La santidad que nacede la espiritualidad de comunin

    Tena 25 aos. Aquel verano, julio de 1974, supe que se iba a celebrar un gran congreso inter-nacional de jvenes en Rocca di Papa, Roma. Yo no formaba parte de aquel grupo, pero fui igual-mente y, entre tantos, nadie se percat de mi presencia.

    PERSPECTIVAS

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  • Dios, ideal de la vida consagrada

    Dios es el ideal que ha hecho nacer lavida consagrada. El objetivo de los monjesha recordado Benedicto XVI era quaere-re Deum, buscar a Dios. En la confusin de untiempo en que nada pareca quedar en pie, ellosqueran hacer lo esencial: comprometerse paraencontrar lo que tiene valor y permanece siempre,encontrar la Vida misma. Estaban en bsquedade Dios... detrs de las cosas provisionales busca-ban lo definitivo2.

    El consagrado es, por definicin, aquelque se entrega totalmente al servicio de Dios su-mamente amado (LG, 44).

    Dios es el ideal de todos los que nos he-mos consagrado a l, es el tesoro que paraposeerlo lo hemos vendido todo, conalegra, sabiendo a quin ibamos a encon-trar.

    Ser una sola cosa con Dios, ser amorcomo l es Amor, vivir su misma vida, viviren el amor. No es este el ideal que nos unea todos? Y no es esta la santidad?

    La espiritualidad de comunin, caminode santidad

    A lo largo de la historia de la Iglesia, elEspritu Santo ha sugerido muchos caminosde santidad, muchas maneras de llegar aDios. Cada espiritualidad, dada a nuestrosfundadores y fundadoras, es un camino desantidad.

    Hoy el Espritu indica a toda la Iglesiaun nuevo camino de santidad, que nace dela espiritualidad de comunin, destinada aser, como ha profetizado Juan Pablo II, laespiritualidad del nuevo milenio: Hacer dela Iglesia la casa y la escuela de la comunin: esees el gran reto que tenemos delante en el milenioque comienza. Para realizar esta casa y es-cuela de comunin prosigue es necesariopromover una espiritualida de comunin(NMI, 43).

    Una espiritualidad de comunin no naceen un escritorio ni es fruto de una comisinde estudio. Como cualquier otra espirituali-dad, tambin sta tiene que nacer de un ca-risma. El Espritu ha sido generoso tambincon nuestro tiempo, otorgando nuevos ca-rismas para ayudar a toda la Iglesia a vivirla comunin.

    Leyendo los signos de los tiempos, el bea-to Juan Pablo II reconoci en el carisma dela unidad de Chiara Lubich uno de estos ca-rismas para la Iglesia de hoy. En algunascartas dirigidas a Cardenales y Obispos ami-gos del Movimiento de los Focolares, hace no-tar la extraordinaria sintona entre la espi-ritualidad de comunin, de la que l fuepromotor, y la espiritualidad de la unidadde Chiara, hasta concluir que son la mismacosa: La espiritualidad de la unidad y de la co-munin escriba caracterizan vuestro Movi-miento...3.

    La espiritualidad de la unidad no eliminalas dems espiritualidades, las de nuestrasfamilias religiosas, sino que las lleva a pleni-tud y las unifica en un camino comn. Enellas, desde los comienzos, existen grme-nes de unidad que hoy estamos llamados avivir con nueva conciencia e intensidad.

    Un pacto de comunin en el origen delas comunidades religosas

    Todas nuestras comunidades han nacidode un pacto de unidad de nuestros fundado-res y fundadoras con sus primeros com-paeros y compaeras. Al comienzo de lascomunidades carismticas hay como un a-cuerdo, un poner juntos los corazones, lasalmas y las mentes; un con-senso, que lleva aun mismo sentir; un voto, una resolu-cin, una alianza entre personas que seproponen perseguir una meta comn vi-viendo y actuando segn un determinadoestilo de vida comnmente sellado por elamor recproco y por la comunin.

    N. 82 - Abril-Junio 2012

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    Unidad y Carismas

    Cmo no recordar la alegra de san Fran-cisco cuando, como escribe en su Testamento,Dios le dio hermanos con los cuales, final-mente, poda compartir su ideal de vida?

    De dnde nace el primer voto de Igna-cio y sus compaeros el 15 de agosto de1534 en Montmartre, sino del amor recpro-co y de la comunin entre ellos? Vivamossiempre juntos recuerda Pedro Fabro, com-partiendo la estancia, la mesa, la bolsa... As fuecomo llegamos a ser una sola cosa en los deseos,en la voluntad y en el firme propsito de elegir lavida que ahora tenemos todos nosotros4.

    En el origen de las Hermanas del NioJess encontramos una resolucin pacta-da entre algunas jvenes a las cuales el fun-dador, Nicols Barr, pregunt si queranvivir en comunidad unidas solamente por elamor y sin otras seguridades. Nosotras tes-timonia la primera hermana, MargaritaLestocq respondimos con todo el corazn: S,queremos, y nos abandonamos a la Divina Provi-dencia con total desinters. Dicho y hecho: em-pezamos a vivir en comunidad5.

    Cuando san Eugenio de Mazenod, mifundador, pidi a sus futuros compaerosvivir juntos para dar vida a una nueva co-munidad misionera, los Oblatos de MaraInmaculada, propuso unanimidad de prop-sitos, un entendimiento por el cual, comoescriba, nos ayudaremos mutuamente con elconsejo y con las inspiraciones que Dios nos man-de para la comn santificacin6. Siento queen esta Sociedad viviremos felices porque tendre-mos un solo corazn y una sola alma7.

    Solo en un segundo momento aparece laRegla, casi como un contrato, un vnculojurdico que regula las relaciones y las estra-tegias para la consecucin del fin. Una reglaprecisa, un contrato es necesario paraasegurar a la comunidad la expansin en elmundo y la continuidad en los siglos. Peroay si olvidramos aquel pacto inicial con elcual se quera caminar juntos por el caminode la santidad!

    Si nuestras comunidades se fundaron so-bre este pacto, hoy solo podrn ser refun-dadas sobre un pacto anlogo que debe-mos tener el coraje de hacer de nuevo entrenosotros. Por qu en nuestras comunida-des no nos expresamos unos a otros la vo-luntad de vivir entre nosotros el amor rec-proco y el deseo de caminar juntos hacia lasantidad?

    La unidad lugar de la Trinidad

    Podramos preguntarnos por qu naceprecisamente en nuestro tiempo una espiri-tualidad de comunin y se renueva el deseode ayudarnos mutuamente a ser santos. Porqu precisamente hoy la Iglesia redescubrede una manera nueva el misterio de Dios quees Amor, Trinidad, comunin de Personas.

    Si Dios es Amor, comunin de amor, y sinosostros estamos llamados a vivir a Diosen esto consiste la santidad, no podemosmenos que vivir entre nosotros la misma co-munin de amor que se vive entre las Perso-nas de la Santsima Trinidad. Cuando Jessnos dej el mandamiento del amor recpro-co, nos revel la ley de vida que lo une alPadre y al Espritu. Podemos vivir a Dios sivivimos como Dios vive, amndonos unos aotros. En este amor recproco est nuestrasantidad, porque donde hay caridad y amor,all est Dios.

    Hablando a las personas consagradas,Juan Pablo II nos ha abierto los ojos sobrela realidad ms profunda de la comunidadreligiosa, que es el espacio humano habitadopor la Trinidad, que extiende as en la historia losdones de la comunin propios de las tres personasdivinas (VC, 41). Desde el camino de santi-dad personal dirigido hacia el centro delalma, donde habita la Trinidad, el EsprituSanto nos est orientando, en un caminocomunitario, hacia la unidad fraterna comolugar de la Trinidad.

    En vez de huir del hermano para ir solos

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  • a Dios, la espiritualidad de comunin noslleva al encuentro del hermano para ir jun-tos a Dios; es ms, para encontrar a Dios enla recproca unidad. Se abre ante nosotrosun nuevo camino de santidad. Se va a Diosjuntamente con el otro.

    Un camino marcadamente colectivo comoChiara Lubich explic a los obispos amigosdel Movimiento de los Focolares. En estecamino colectivo, los individuos tambin encuen-tran su perfeccin personal. Las personas, que enotras espiritualidades buscan a Dios en s mis-mas, estn como en un jardn florido y miran yadmiran una sola flor: admiran, aman y adorana Dios en ellas. A nosotros nos parece que Diosquiere que miremos a otras muchas flores, porqueen las otras personas tambin est presente elSeor o puede estarlo. Y, as como he de amar aDios en m cuando estoy sola, as lo tengo queamar en el hermano cuando l est junto a m.Entonces no amar tanto la huida del mundo,sino la bsqueda de Cristo en el mundo; noamar solo la soledad, sino tambin la compaa;no solo el silencio, sino tambin la palabra. Y,cuando el amor hacia Cristo en el hermano esrecproco, en ese encuentro se vive segn el mode-lo de la Trinidad, donde los dos estn como el Pa-dre y el Hijo y entre ellos irrumpe el Espritu San-to con sus dones, alma del Cuerpo mstico. Cuan-do es Jess el motivo del encuentro entre herma-nos, se llega a ser uno, como Dios es uno, pero noestamos solos, como Dios, que aun siendo uno,no est solo, porque es Amor. Cuando nos encon-tramos de este modo, se cumple la Palabra deCristo: Donde dos o ms estn unidos en minombre, yo estoy en medio de ellos (Mt 18, 20).All est el Resucitado... l es la santidad delgrupo y de cada uno individualmente8.

    El hermano o la hermana, en una espiri-tualidad que florece en una eclesiologa tri-nitaria, no es alguien que distrae, sino quenos ayuda a edificar la unidad que contienea Dios. Porque Dios nos lo ha dado, el otrose convierte en sacramento para llegar jun-tos a Dios.

    Una nueva ascesis

    La espiritualidad de comunin, comocualquier otra espiritualidad, propone unanueva asctica, que consiste sobre todo enamar al otro. S, porque nada cuesta msque amar, donde la renuncia a s mismopara poner de relieve al otro exige la medidamxima del amor. No ha dicho Jess queno hay amor ms grande que el que llega adar la vida por el amigo?

    El arte de amar

    Pero, cmo amar? Chiara, siguiendo laenseanza del Evangelio, ha enseado todoun arte de amar, que ha sintetizado en seisfrases clave: amar a todos, sin exclusiones deningna clase; ser los primeros en amar, sin es-perar a ser amados; amar como a uno mismo,el otro soy yo, vivir el otro; amar al enemigo;amar a Jess en cada uno, segn sus palabras:... a m me lo hicisteis. Amar de tal modo quese produzca el amor en el otro y as llegue a serrecproco, segn su mandamiento: Amaos comoyo os he amado9.

    Otras veces Chiara explicit algunas mo-dalidades concretas del amor: por ejemplo,el servicio, siguiendo el ejemplo de Jess,que vino no a ser servido, sino para servir y darsu vida en rescate por muchos (Mt 20, 28). lnos hizo ver lo concreto de este amor cuan-

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    Cuando es Jess el motivo del en-cuentro entre hermanos, se llega a seruno, como Dios es uno, pero no estamossolos, como Dios, que aun siendo uno, noest solo, porque es Amor. Cuando nosencontramos de este modo, se cumple laPalabra de Cristo: Donde dos o msestn unidos en mi nombre, yo estoy enmedio de ellos (Mt 18, 20).

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  • Unidad y Carismas

    do lav los pies a sus discpulos, invitndo-los a hacer otro tanto: Tambin vosotros tenisque lavaros los pies unos a otros (Jn 13, 14).

    Estamos en la lnea del puro don, que sedesmigaja en los ms comunes actos comu-nitarios, que van desde mantener limpia lacasa a crear el clima de fiesta en un momen-to de recreacin; desde ser creativos en ani-mar la oracin comunitaria, ser los prime-ros en comunicar la propia experiencia du-rante un encuentro.

    Otro aspecto del amor es acoger y acep-tar al otro. Por tanto, entrar en su mismomundo interior y ver con sus ojos, sentir consus sentimientos, compartir su misma vida,todo lo de l. Es la respuesta a la invitacinde Pablo a hacerse griego con los griegos,judo con los judos, dbil con los dbiles,hacerse todo a todos (cf. 1Co 9, 19-23). Esgozar con el que goza y llorar con el que llo-ra y tener los mismos sentimientos unospara con otros (cf. Rm 12, 5). Acoger al otroimplica la capacidad de escucha, de modoque l pueda sentirse comprendido hasta elfondo. Requiere capacidad de silencio, devaco interior, de dar tiempo al otro.

    Podra enumerar las infinitas exigencias ymatices del amor. Me referir solo a una l-tima, la benevolencia: el amor quiere el biendel otro, se interesa por el otro como por smismo. A Dios, que nos pedir cuentas delos otros miembros de la comunidad, pre-guntando: Dnde est tu hermano?, no sele podr responder: Soy yo acaso el guardinde mi hermano? (Gn 4, 9). S, nosotros so-mos los guardianes de nuestros hermanos yde nuestras hermanas. Justamente porquesomos miembros del mismo Cuerpo, no po-demos prescindir del hermano ni siquieraen el camino de la santidad.

    Los instrumentos pedaggicos para lavida de unidad

    La sexta palabra del arte de amar es la re-

    ciprocidad. El amor halla su plenitud cuan-do, habiendo contactado con el hermano oa la hermana, es capaz de implicarles en lamisma dinmica de amor. Slo la reciproci-dad refleja plenamente el amor de Dios, quees trinitario. Si el amor de una de las divinasPersonas no fuese correspondido por lasotras, no existira la Trinidad. El manda-miento nuevo, el que hace que se viva en latierra como en el cielo, implica la reciproci-dad: Amaos unos a otros.

    La condicin para llegar a Dios, para serperfectos como l, es amarse los unos a losotros, como recuerda el apstol Juan: Sinos amamos unos a otros, Dios permanece ennosotros y su amor es perfecto en nosotros (1Jn4, 12).

    Cules son los instrumentos para que elpacto de amor recproco se renueve cons-tantemente y est siempre vivo?

    El primero es ponernos de acuerdo paracaminar juntos siguiendo al nico Maestro.Es lo que han hecho nuestros fundadores yfundadoras al comienzo de su aventura. Si-gue la comunin de las experiencias de vidaespiritual, compartir el seguimiento comnde cmo se vive el Evangelio, donando loque Dios va obrando interiormente y alre-dedor de cada uno de nosotros, como losfrutos del apostolado, las dudas, las dificul-tades... Nada es nuestro y todo se ha de co-municar para que todo circule.

    Un indispensable ejercicio de comu-nin es la capacidad de verse cada da conojos nuevos, con una mirada de fe que haceadvertir en la persona de al lado a un hijo deDios. El amor cree en la posibilidad de re-novarse que tiene el otro, espera en su resu-rreccin, porque el amor todo lo cubre, todolo cree, todo lo espera (1Co 13, 7) y devuelveconfianza. As hasta el perdn recproco.

    Podramos referirnos tambin a la correc-cin fraterna que nos ofrece la tradicin yque tantas veces hemos olvidado en nues-tras comunidades. Acaso no nos invita san

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  • Pablo a instruirnos y amonestarnos mutua-mente con toda sabidura? (cf. Col 3, 16).

    Una nueva mstica

    La espiritualidad de la comunin introdu-ce tambin en una mstica nueva, siemprevinculada al mandamiento nuevo que lleva ala experiencia de la presencia de Jess noslo dentro de m, sino tambin entre noso-tros, entre dos o ms reunidos en su nombre(cf. Mt 18, 20), una unidad de almas que re-fleja, estando en la tierra, a la Trinidad deall Arriba, que experimenta el Reino deDios en medio de nosotros (cf. Lc 7, 21).

    Ya no es la mstica de un santo, sino ladel Santo en medio de nosotros.

    La experiencia mstica personal del ya novivo yo, sino que es Cristo quien vive en m (Ga2, 20) se hace experiencia eclesial, de Cuerpomstico. Es la mstica del castillo exterior.

    Santa Teresa de Jess habla de nuestraalma como de un castillo, un castillo inte-rior en el cual, gracias al dominio de todaslas facultades de la propia interioridad, ha-bita el Seor. Anlogamente podramospensar en un castillo exterior, formadopor todos nosotros juntos, donde el Seorhabita en medio de nosotros, gracias al des-prendimiento que se realiza en el don de m,de mi interioridad, al otro, y gracias al donde s (su despojamiento) que el otro, a suvez, me hace en la reciprocidad del amor.Un castillo exterior de piedras vivas, de per-sonas unidas en el nombre de Jess, en elcual l vuelve a hacerse presente comocuando lo estaba entre sus discpulos.

    Hablando de la comunidad religiosa, elConcilio Vaticano II la describe como unaverdadera familia reunida en nombre del Seorque, con la caridad de Dios difundida en los co-razones por medio del Espritu Santo, goza desu divina presencia (cf. Mt 18, 20) (PC, 15).Goza es la experiencia mstica colectiva,fruto del mandamiento del amor recporco,

    de la espiritualdad de comunin. Nuestrasantidad es el Santo en medio de nosotros.

    Todos, al menos alguna vez, hemos expe-rimentado su presencia con los frutos que lcomunica: alegra, plenitud de vida, entu-siasmo, fuerza y valor para vivir con radica-lidad el ideal evanglico; creemos en elamor de Dios, que sentimos derramado ennuestros corazones, nos sentimos hijos e hi-jas suyos, uno entre nosotros y con l. Noes una experiencia mstica, del Misterio quenos habita y nos envuelve?

    Siguiendo este camino de santidad sere-mos una respuesta a las esperanzas de la Igle-sia de hoy que se expresa as por medio denuestro papa Benedicto XVI: Creo que hoy...nuestra gran tarea es, en primer lugar, volver a po-ner de relieve la primaca de Dios. Lo importantehoy es que se vea de nuevo que Dios existe...10.

    Con nuestra unidad podremos hacerlo pre-sente de nuevo y mostrarlo al mundo de hoy.

    1 C. Lubich, A los Gen, dilogo con los jvenes,Ciudad Nueva, Madrid 1979, pp. 168-169.

    2 Benedicto XVI, Discurso al Collge des Bernar-dins, Pars, 12 septiembre 2008.

    3 Juan Pablo II, en LOsservatore Romano, 15 fe-brero 2001: H. Blaumeiser H. Sievers, Chiesa-Co-munione, Paolo VI e Giovanni Paolo II ai Vescovi amicidel Movimento dei Focolari, cit., p. 87; Cf. Id., Discor-so ai Vescovi amici del Movimento dei Focolari, en LOs-servatore Romano, 14 febrero 2003.

    4 P. Fabro, Memorial, en Antonio Albuquerque,sj., En el corazn de la reforma: Recuerdos espiritualesdel Beato Pedro Fabro, sj., Sal Terrae, Santander2000.

    5 Mmoire de Marguerite Lestocq en NicolsBarr, Oeuvres Compltes, Les Editions du Cerf, Pa-ris 1994, p. 107.

    6 E. de Mazenod, Cartas a Tempier del 9 octubrey 13 diciembre 1815.

    7 Id., Carta a Tempier, 9 octubre 1815.8 C. Lubich, Conversacin con los Obispos amigos

    del Movimiento, Rocca di Papa, 10 febrero 1984.9 Cf. Id., El arte de amar, Ciudad Nueva, Madrid

    2006.10 Benedicto XVI, Luz del mundo, Herder, Barce-

    lona 2010, p. 78.

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  • EEEEN este encuentro se va a presentaruna reflexin sobre la santidad Es elquinto de los que se han promovido

    desde que fue conferido a Chiara Lubich elDoctorado honoris causa en Teologa de lavida consagrada. Con este motivo se me hapedido decir algo sobre cmo comprendaella la santidad y el camino para alcanzarla.Despus escucharemos lo que ella mismanos propone en dos breves vdeos.

    Es un tema muy vasto, del que se podradecir muchsimo. Bastara con mostrar lasluces, las intuiciones, las indicaciones dadaspor ella Todo esto habra que aadirlo altestimonio de su vida, porue exista unaprofunda sintona entre pensamiento y vidaque siempre ha hecho trasparente, claro,lmpido su mensaje. Cmo se puede sinte-tizar una vida, un camino recorrido cohe-rentemente durante largos aos? Es eviden-te, pues, que cuanto ofrezca slo sern tra-zos, breves alusiones, con el fin de salir alpaso sobre todo de quien ha tenido menos

    ocasin hasta hoy de conocer esta figura ca-rismtica de nuestro tiempo.

    La voluntad de Dios, camino de santi-dad para todos

    Quisiera mencionar algunos momentosde la historia de Chiara y, por su relacin,de la historia de la obra nacida de ella (laObra de Mara o Movimiento de los Focola-res), que me parecen significativos en elcompromiso siempre renovado de hacernossantos juntos.

    Hay que recordar ante todo algunos mo-mentos de los orgenes en Trento. Volver alos orgenes es siempre un camino privile-giado para descubrir en su pureza el caris-ma dado por Dios a un fundador.

    Un episodio de la Navidad de 1943, po-cos das despus de su consagracin a Dios,que fue el 7 de diciembre de ese ao. Chiarasiente que Dios le pide un paso ms, el dedrselo todo. Por todo solo poda enten-

    Unidad y Carismas

    Luca Abignente

    Santificarse juntos:El testimonio de Chiara Lubich

    El Seor no nos pide una santidad individual, sino comunitaria: intuiciones, declara-cin, retazos de vida.

    PERSPECTIVAS

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    der lo que entonces ordinariamente se pen-saba: la ms estricta clausura. Por amor deDios est dispuesta a decir que s, aunquecon un profundo dolor interior y el corazndesgarrado por algo que se rebelaba dentrode ella. Su confesor la detiene, porque cono-ciendo lo que estaba floreciendo ardedor deella con aquel grupo de muchachas, de lasque luego algunas llegaran a ser sus prime-ras compaeras, le dice con decisin: No,esta no es la voluntad de Dios para ti. Este epi-sodio resulta para Chiara Lubich un mo-mento clarificador: no es un estado de vidalo que determina alcanzar la perfeccin,sino hacer la voluntad de Dios1.

    Esta nueva comprensin va acompaadade una alegra especial: la de ver posible yaccesible la santidad; ms an, de haberencontrado en la voluntad de Dios el caminode santidad para todos: Me pareca tener amano la carta de acceso a la perfeccin no solopara una lite de personas las llamadas al con-vento o al sacerdocio sino para las multitudes.Y habla de descubrimiento extremadamentetil y maravilloso2. De hecho, en un tiempoen el que la vida eclesial todava estaba fuer-temente jerarquizada con una visin pira-midal de la Iglesia (estamos 20 aos antesdel Vaticano II, de la Lumen Gentium), po-ner de relieve con claridad la vocacin uni-versal a la santidad, en sintona con 1Tes 4,3 (es voluntad de Dios vuestra santificacin),presentaba elementos novedosos. Estopoda verse, por tanto, como descubri-miento. Era comprender que podamoshacernos santos sin aislarnos del mundo,sino viviendo sin reservas, en el hoy de lahistoria, la voluntad de Dios, momento amomento, ese momento que es el nico delque disponemos ahora.

    Con frecuencia, recordando los primerostiempos, Chiara afirma que el objetivo deellas no era hacerse santas: afirmacin staque parece contradecir lo dicho hasta aho-ra. Me parece, sin embargo, un exponente

    de cmo se fue iniciando, ms an,abrindose a todos el nuevo camino desantidad que ofrece Dios cuando da un ca-risma.

    Chiara muestra su fascinacin por lasantidad y por el ejemplo de los santos,pero siente que aprender de ellos no signifi-ca imitarlos exteriormente, sino vivir comoellos lo esencial de sus vidas, de sus actitu-des, en su autntica grandeza: cumplirpor amor de Dios lo que l haba pensadopara ellos. Se crea as con los santos una re-lacin de comunin, que ser una de las ca-ractersticas del camino espiritual de Chia-ra y de la Obra de Mara. Se trata de unareciprocidad de dones, porque, por unaparte, Chiara est abierta para acoger la pa-labra particular que Dios ha pronunciadoen cada santo, anima a aprender de ellos,a hacernos hijos suyos para participar de su ca-risma3; por otra parte, seala claramente elfin al que tienden todos los carismas: la rea-lizacin del ut unum sint (cf. Jn 17, 21) enel nico cuerpo de Cristo. Se comprende dequ modo su carisma, el carisma de la uni-dad, es un don nuevo para toda la Iglesia ypara la espiritualidad que ya existe en lamisma Iglesia.

    Santos por amor

    Cul es, pues, el camino al que apunta elcarisma de Chiara? Si pensamos en la pe-dagoga usada por Dios con ella y con susprimeras compaeras durante la lectura delEvangelio en los refugios, recordamoscmo l les haba subrayado en primer lugarlas palabras del Evangelio que se refierenms al amor, concentrando sus almas sobreel mandamiento que Jess llam suyo ynuevo (cf. Jn 13, 34), que vivan hasta expe-rimentar la presencia prometida por Jessentre dos o ms unidos en l (cf. Mt 18, 20).

    As, desde aquellos primeros aos, lo pri-mero de todo es la caridad para colmar el

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  • deseo de santidad. La plenitud de la comu-nin del otro con Dios se desea y se buscatanto como la propia. Si era importante dargloria a Dios, que la diese yo, que la diese laotra no importaba, anota Chiara. Recalcan-do el cambio sucedido gracias a la luz dadapor Dios, explica: Al principio ramos muyindividualistas, cada uno pensaba en sus propiosasuntos: en ser bueno, quiz en ser santo, peropor su cuenta; ahora la misma idea, el mismo de-seo de la santidad era puesto en comn: quera-mos amar al otro y ayudar al otro a hacerse san-to como nosotros mismos4. Hacerse santosjuntos. La tensin comn a la santidad secomprenda como posible solo si se viva enla presencia de aquel que es el Santo y queinforma de su santidad.

    No existe, pues, oposicin en cuantoafirma Chiara. El carisma dado por Dios,de hecho, no le permita aceptar aquellaimagen corriente, difundida por la literatu-ra hagiogrfica, para la cual la vida de lossantos es un subseguirse de fenmenos ex-traordinarios, aspirando a la santidad comouna meta que hay que alcanzar a travs depenitencias, esfuerzos y actos heroicos,pero a veces no exentos de egosmo, de so-berbia, de plegamiento sobre uno mismo.No. La santidad es don de Dios, que hayque acogerlo, custodiarlo y hacer que fruc-tifique en el amor. La santidad consiste enla perfeccin de la caridad, repite ella coninsistencia, en ser perfectos como el Padre.Y Dios es Amor.

    Se nos revela claramente ya en los escri-tos de aquellos primeros aos. En una cartade 1948 a un religioso, Chiara (que tenaentonces 28 aos!) escribe:

    No se contemple interiormente para ver siprogresa o no. Es amor propio refinado. Mrelosiempre a l: Quien pone la mano en el ara-do. Que l sea su nica pasin

    No desee la perfeccin. Desee amarlo y melo,cada instante, cumpliendo la divina voluntad contodo el corazn, las fuerzas, la mente.

    Nunca tenga nada contaminado en el alma.Que todo sea amor puro, o sea, que todo tengasinceramente la intencin de expresar su amora Dios

    Jess espera su amor, y usted no puede hacerloesperar. Todo lo que es Voluntad de l, hgalo.Tiene usted la gracia y la vida es breve. Adems,Jess espera, junto con su santidad, la santidadde muchsimas almas. No puede hacerlo espe-rar5.

    El Santo entre nosotros

    Recordar los primeros tiempos del Mo-vimiento exigira detenerse a profundizartoda la luz que gui el camino hecho jun-tos hacia la santidad de la experiencia ms-tica vivida por Chiara en 1949-50 y de ellano es un caso nico participada inme-diatamente a Igino Giordani y a las prime-ras focolarinas y focolarinos. Las pginasque han quedado de aquel tiempo requie-ren una lectura detenida que no es posibleen este lugar. Son pginas esplndidas, lle-nas de luz, de las cuales algunas ya son co-nocidas6.

    Me parece importante, sin embargo, ci-tar al menos un escrito de 1950. EscribeChiara: El mandamiento de Jess: Sed per-fectos como el Padre (Mt 5, 48) es mandamien-to que vale para todos en cada momento de lavida: tambin para el pecador recin convertido.Vale tanto como las dems palabras de Jess.Por ejemplo, as como todos deben amar siempreal prjimo como a s mismos, asimismo todosdeben ser perfectos como el Padre. Pero esto soloes posible si buscamos hacernos santos ponin-donos en la condicin habitual indispensablepara llegar a serlo, o sea, si como base de nuestrasantidad (ante omnia, incluso antes de la san-tidad misma) ponemos la mutua caridad: Jessentre nosotros como premisa o principio, comomedio para santificarnos, y como fin7.

    Creo que este es uno de los textos funda-mentales para comprender el camino a la

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    santidad segn la espiritualidad de la uni-dad y que ofrece tambin indicaciones pre-ciosas para la vida religiosa. La santidad sealcanza con l y gracias a l. Para Chiaraes ms que una conviccin: es una certeza.Con decisin y constancia repite: Nosotrosno podemos hacernos santos ms que mantenien-do vivo al Resucitado en nosotros y entre noso-tros8, y de esto siempre ha tenido concien-cia constantemente renovada en primerapersona: Me pasa por el alma, en estos das, unpensamiento que es incluso una advertencia: Nopuedes tomarte el lujo de hacerte santa, si el San-to no est entre vosotros. No puedes ilusionartecon llegar a ser perfecta, si el Perfecto no est entrevosotros9. Por esto Chiara quiso compartircon todos las intuiciones tenidas al respecto,las inspiraciones de Dios, las experienciasvividas, y lo hizo sin reservas, para que sir-viese a la edificacin comn, para animar yrenovar el compromiso de caminar juntos ala santidad, con Jess presente entre dos oms.

    Son intuiciones nuevas para los tiemposde entonces. Hoy resultan en profunda sin-tona con la doctrina del Vaticano II y elmagisterio de la Iglesia de nuestro tiempo.Dice la Lumen Gentium: Nuestro Seor Jesu-cristo predic la santidad de vida, de la que l esmaestro y modelo, a todos y cada uno de susdiscpulos, de cualquier condicin que fuesen.Envi a todos el Espritu Santo, que los movierainteriormente, para que amen a Dios con todo elcorazn, con toda el alma, con toda la mente ycon todas las fuerzas (cf. Mc 12, 30), y para quese amen unos a otros como Cristo nos am (cf.Jn 13, 34; 15, 12). Los seguidores de Cristo, lla-mados por Dios, no en virtud de sus propios m-ritos, sino por designio y gracia de l, y justifi-cados en Cristo Nuestro Seor, en la fe del bau-tismo han sido hechos hijos de Dios y partcipesde la divina naturaleza, y por lo mismo santos;conviene, por consiguiente, que esa santidad querecibieron sepan conservarla y perfeccionarla ensu vida con la ayuda de Dios (n. 40).

    Un don a Mara

    Damos un salto a los aos 60. No pode-mos dejar de hacer al menos una breve refe-rencia al ao 1961. Leyendo los escritos desanta Teresa de Jess, Chiara constata queencuentra en la vida de los miembros delMovimiento los mismos efectos que santaTeresa verifica en las almas que siguen sucamino de santidad. Es un signo de que elcamino trazado en la Obra de Mara es uncamino de perfeccin, un camino que en-tonces se comprende claramente encuen-tra justamente en Mara el tipo, el mode-lo, la forma. Los distintos momentos dela vida de la Madre del Seor que nos pre-senta el Evangelio, aun siendo extraordi-narios, se presentan como etapas sucesivas alas que el alma [puede] mirar en las variasetapas de la vida del espritu, para hallar luz yestmulo. Es una iluminacin que la mismaChiara reconoce que fue tan fuerte que la he-mos llamado nuestro camino: Via Mariae, elCamino de Mara10.

    Entre las etapas de la vida de Mara, elmomento de la desolacin a los pies de lacruz ocupa, sin duda, un lugar especial enla reflexin y en la espiritualidad del Mo-vimiento. Mara, en su stabat, aparececomo modelo y garanta de santidad, per-sonificacin de todas las virtudes. Se re-fuerza as el vnculo ya existente y muy in-

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    Chiara quiso compartir con todoslas intuiciones tenidas al respecto,las inspiraciones de Dios, las expe-riencias vividas, y lo hizo sin reser-vas, para que sirviese a la edificacincomn, para animar y renovar elcompromiso de caminar juntos a lasantidad, con Jess presente entredos o ms.

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  • tenso con ella. Un vnculo que permane-cer constante.

    Quisiera recordar en este sentido una ex-periencia de Chiara de 1965. Despus delargos aos de estudio por parte de la Igle-sia, y de fidelidad a Dios y a la Iglesia porparte de Chiara, la Obra fue finalmenteaprobada. El 9 de abril de 1965, Viernes dePasin, la Desolada, Chiara escribe en sudiario:

    En la misa, una idea que tena la caricia deuna inspiracin: ya que te he trado hasta aqu (ala superacin de grandes pruebas en la Obra),ahora hazte santa.

    Bien! Ahora ya no hay excusas para ningunode nosotros Por mi parte, propongo comenzar.Y lo escribo aqu para que todos lo sepan y la De-solada transmita a todos a travs de m esedon. Pido y lo digo en la audiencia con JessEucarista, el Omnipotente que me ayude a al-canzar la meta, para hacer de mi eventual santi-dad un pequeo regalo personal a Mara11.

    La invitacin de Dios, sentida el viernesde Pasin, vuelve repetidamente a las pgi-nas del diario: es el propsito de un don per-sonal, pero que en seguida es compartidopara que sea un don de todos a Mara. Im-presiona al pensar que el 14 de marzo de2008, da del retorno de Chiara a la casa delPadre, era tambin un viernes de Pasin

    Escribe Chiara el 28 de junio de 1965:Quiero hacerme santa tambin yo: quiero hacerverdaderamente ese pequeo regalo personal aMara, a lo que fui invitada interiormente el vier-nes de Pasin. Pero esta maana, en la misa, hecomprendido que no tengo tiempo que perder, nique esperar.

    La muerte viene cuando menos nos la espera-mos, como dice el Evangelio Entonces, si laVirgen quiere este regalo de m, lo tengo que hacerenseguida: tengo que vivir bien mi momento pre-sente, siendo santa en se. Y aqu ninguna rutamejor que las normas de vida que Dios me hadado y que la Iglesia me ha confirmado. Estamaana he comprendido verdaderamente con

    Unidad y Carismas

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    fuerza que para este trabajo (santificarme) no ten-go ni siquiera que esperar a maana, porquemaana puede que no est. Es un asunto de hoy,de ahora.

    Y he sentido el deseo de escribirlo en este diariopara que todos, por lo menos los focolarinos, lo se-pan. Muchas cosas tenemos que hacer, pero, entrestas, la que debe ordenar y coordinarlas todas eshacernos santos para ofrecer un pequeo regalo aMara12.

    El santo viaje

    Damos otro gran salto, a 1980, ao en elcual el camino a la santidad recibe un nue-vo impulso. Apenas haba pasado el perio-do estivo en el que Chiara haba escrito va-rios temas sobre la voluntad de Dios. Refi-rindose a los efectos que ese trabajo habaproducido en ella, escribe el 2 de octubrede 1980: La voluntad de Dios me ha penetra-do en el alma como un sello a fuego Querra,durante este ao, hacer lo posible para que todosestn convencidos de su enorme importancia ypara que se decidan a vivirla con total empeo.Veramos al mundo cambiar, todos tenderan ala santidad13.

    Un mes despus pide a Dios un impulsodecisivo para hacerse santa y su deseo esescuchado. Jess, que en los primeros dasen Trento le haba revelado el sentido pro-fundo de su grito en la cruz: Dios mo, Diosmo, por qu me has abandonado? (Mt 27,46), Jess Abandonado, Aquel que prontose haba convertido en el todo de su vida,ahora pareca interpelarla: Si no me amast, quin me amar?. Jess Abandonado:l es el camino a la santidad. Como siem-pre, comunica su experiencia interior a to-dos, primero a los focolarinos, despustambin a los ms jvenes, el 31 de diciem-bre de 1980. En el amor a Jess abandona-do siempre, enseguida, con alegra y portanto cada vez que se presenta, con pronti-tud y con alegra todos encontraran el ca-

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    mino y corresponderan tambin a lo quela Iglesia pide cuando habla de virtudes he-roicas. El ejemplo de la beata Gabriela dela Trapa, que haba alcanzado en pocosaos la santidad, anima y da esperanza. Laadhesin es inmediata y se emprende el ca-mino comn hacia la santidad. En sintonacon la Escritura, lo llamamos el santo via-je: Bienaventurado el hombre que confa en tiy decide en su corazn el santo viaje (cf. Sal83, 6).

    Este viaje ha sido acompaado regular-mente por Chiara con pensamientos espiri-tuales comunicados en conversaciones te-lefnicas colectivas: las Conexiones14.Cada Conexin era para Chiara motivo degran alegra: una cita, tal vez la ms impor-tante para reunir a los miembros del Movi-miento dispersos por el mundo, para sercada vez ms una nica familia, con unanica meta. La Conexin fue justamente ellugar preferido por Chiara para compartircuanto Dios poco a poco le haca com-prender, ya a travs de circunstancias ex-ternas a veces casuales, como poda ser unpaisaje contemplado durante un paseo oun viaje, ya profundizando en la espiritua-lidad de la unidad. Ella lo haca vida antetodo en los das precedentes a esta citamundial y luego resuma su pensamientoespiritual en un lema o palabra paravivir hasta la conversacin siguiente, paraprogresar constantemente y unidos en elcamino a la santidad. Un camino que haproducido frutos de santidad en la vida demuchos.

    Si hoy lo constatamos con gratitud aDios, al mismo tiempo se toma nuevamenteconciencia de que esta propuesta no est re-servada a algunos, sino que es un caminoaccesible y practicable para todos: una san-tidad comunitaria, santidad de pueblo.Una propuesta, la de Chiara que resurgecomo don providencial de Dios en un tiem-po en el que la Iglesia descubre su deber ser:

    la casa y la escuela de la comunin y siente laurgencia de volver a proponer con convic-cin la santidad como alto grado de la vidacristiana ordinaria15 .

    1 Ch. Lubich, El s del hombre a Dios, en EscritosEspirituales/4, Ciudad Nueva, Madrid 1997, pp.235-236.

    2 Ibid.3 Cf. Id., Diario 1964/65, Ciudad Nueva, 1986,

    p. 67.4 Id., La storia dellIdeale, Heidelberg, 14 mar-

    zo 1962, en L. Abignente, Memoria e presente. Laspiritualit del Movimento dei Focolari in prospettivastorica, Citt Nuova, Roma 2010, p. 109.

    5 Id., Carta del 8 septiembre 1948 al P. Bonaventurada Mal, ofm cap., en El primer amor, Cartas de los ini-cios (1943-1949), Ciudad Nueva, Madrid 2011, pp.216-218.

    6 Especialmente significativo es un escrito de1950 en el que Chiara explica el camino de santi-ficacin por la va de la unidad: cf. C. Lubich, Ladoctrina espiritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002,pp. 80-81.

    7 Id., La voluntad de Dios, Ciudad Nueva, Ma-drid 2011.

    8 Id., Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva,Madrid 1993, p. 39.

    9 Id., La vida, un viaje, Ciudad Nueva, Madrid1994, p. 9.

    10 Id., Maria nel Movimento dei Focolari e il rosario,en A. Sgariglia (ed.), Contemplare Cristo con gli occhidi Maria, Citt Nuova, Roma 2003, p. 37.

    11 Id., Diario 1964/65, Ciudad Nueva, Madrid1986, p. 104.

    12 Ibid., p. 133.13 Id., La voluntad de Dios, cit.14 Por Conexin se entienden las conversacio-

    nes-conferencias y tambin los pensamientos espiri-tuales propuestos por Chiara durante tales conferen-cias telefnicas. Comenzaron en el verano de 1980,por el deseo de una ms estrecha comunin con losfocolarinos de Suiza, donde ella se encontraba devacaciones. Estas conversaciones-conferencias seextendieron pronto a todo el mundo, tenindose pri-mero con una periodicidad regular quincenal, des-pus mensual. Con la conciencia de la importanciadada por Chiara a esta cita peridica, se sigue ha-ciendo, pero con una frecuencia bimensual.

    15 Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, nn. 43y 31.

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  • HHHHE venido a traer fuego a la tierra

    y cmo quisiera que ya estuvieseardiendo (Lc 12, 49). Estas pa-

    labras de Jess parece que se han realizadoplenamente en la persona de Renata. Unda, exactamente el 8 de mayo de 1949, estefuego divino la llen de eternidad y deseosde ser en el mundo signo tangible de suAmor, de su Luz. Desde aquel instante, sa-boreado el Cielo con todo lo que contiene,pasar por el mundo como fuego divino quequema lo que no es amor y deja en pie slola Verdad.

    Ya no habl ms

    Es lo que suelen recordar quienes la trata-ron: el simple hecho de verla, su sonrisa, suatencin, sus gestos contenidos abran a to-dos espirales insospechados de verdad. Enella como afirm Chiara Lubich estabapresente una dimensin particular de la vida cris-

    tiana... una dimensin mstica; una dimensintal que era su persona, su ser1 que actuaba an-tes que sus palabras.

    Renata deca en una ocasin: Desde queconoc el Ideal, yo ya no he hablado2, querien-do decir: mis palabras no importan nada,son polvo, pero est el carisma, o mejor, Diosmismo, que est en lo ms profundo, que se abrepaso y que irradia luz y calor en tanto en cuantole dejo actuar3.

    Ella calla porque es Otro el que habla enella, un no ser para ser de claro sello pau-lino: Ya no vivo yo, sino que es Cristo quienvive en m (Ga 2, 20). Y es a Dios a quienencuentran los dems cuando estn conella, experimentando el amor que hace decada hombre un predilecto de Dios, amadoy comprendido como hijo nico.

    Un gran nmero de personas de todos losestratos sociales, condiciones, edad y cultu-ras, se sintieron reengendrados por su amor.No se anda con componendas, no juzga

    Unidad y Carismas

    Lida Ciccarelli

    Renata Borloneo el fuego de la unidad

    TESTIGOS

    A medida que pasa el tiempo ms se valora la grandeza de la vida de Renata Borlone, hoysierva de Dios. En su fidelidad sin fisuras al carisma de la unidad manifiesta la belleza de lavida cristiana, invitndonos a ir siempre ms all en la entrega a Dios y a los hermanos.

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    nunca, y ensea a los dems a actuar de estemodo. Frente a las situaciones ms espino-sas, es capaz de salir de los esquemas mstradicionales, con tal de devolverle al otrosu dignidad, como en el caso de una jovenque acab en la prostitucin, no dudandoen enfrentarse con los que la explotaban.

    Entra en la vida de cada prjimo con ladelicadeza y la fuerza de Mara, la Madrede Jess, segn la palabra del Evangelio queChiara le haba dado, delineando as su fiso-noma espiritual: Mara conservaba todas es-tas cosas meditndolas en su corazn (Lc 2,19). Y, como un imn, arrastra hacia ella lascruces, los sufrimientos, los fallos, el peca-do... de los dems: su amor toma posesinde ellos que se convierten en cosa suya, deella y del Padre; y as para los dems elyugo se vuelve suave y ligero.

    La vida de Renata parece un misteriosoentretejido de amor-dolor-amor hasta el l-timo instante, cuando transforma su muerteen un momento de Luz: quiero testimoniarque la muerte es Resurreccin, es vida, esalegra. Y lo hace heroicamente, hasta el fi-nal, yendo siempre ms all del dolor.

    Pero quin fue Renata? Cmo darrazn de esta extraordinaria leccin de suvida que nos dej en herencia para todos?

    El descubrimiento

    Renata nace el 30 de mayo de 1930 en Ci-vitavecchia, puerto turstico de Roma. Suinfancia trascurre serena, rodeada por elamor de los suyos: una hermosa familia,compacta, rica en valores humanos.

    Cuando estalla la II Guerra Mundial tie-ne diez aos. Aunque an no sabe leer losacontecimientos, su sensibilidad no le per-mite quedarse indiferente. Mientras caensobre Roma las bombas, ve como, en unrelmpago, la vanidad de los juegos, del dinero,del maana... y decide ser mejor.

    Ante la desaparicin repentina de una

    compaera juda, pide explicaciones con in-sistencia a su padre: Por qu matan a losjudos? No son como nosotros?. Y cuando elda de la liberacin de Roma, contempladesde el balcn de su casa la escena de unsoldado alemn que se arrastra por la pared,la invade un sentimiento de compasin ha-cia l y hacia su pueblo.

    En su casa no se habla de Dios y son bas-tante reaccios a la Iglesia. Pero alrededor delos catorce aos, nota que le falta algo. Sien-te un fuerte deseo de conocer la verdad, depenetrar la esencia ntima de las cosas. Intu-yendo que la verdad ansiada es Dios, empie-za a ir a la iglesia. Tambin busca a Dios porotros caminos: ama la fsica, las matemti-cas, las ciencias y siente una gran alegracada vez que le parece descubrir algo nuevo.

    Nace en ella una pasin exclusiva por losestudios, que la lleva, durante su adolescen-cia, a cerrarse en s misma, mientras casi vadesapareciendo cualquier otro inters:amistades, msica y teatro. Volcada en suslibros, busca conocer la verdad, y a los die-cinueve aos se inscribe en la Facultad deQumica con el sueo de poder colaboraralgn da en un gran descubrimiento.

    Pero aquel Dios que ya haba empezadoa aparecer de alguna manera en su vida, es-peraba el momento oportuno. El 8 de mayode 1949, da que define extraordinario, des-pus de haber dudado, porque no queraquitarle tiempo al estudio, decide participaren un encuentro del Movimiento de los Fo-

    11119999Testigos

    ...Recuerdo que cuando sal de allsaba que haba encontrado... Tuve la in-tuicin de que Dios es Amor. Aquella ex-periencia penetr hasta lo ms hondo demi ser. Perd la imagen que tena de unDios que era juez, que castiga a los malosy premia a los buenos, y sent a un Dioscercano.

    82interior.qxp 09/07/2012 23:51 Pgina 19

  • colares. Mientras Graziella De Luca, unade las primeras compaeras de Chiara, ha-bla del descubrimiento de Dios-Amor, de lanueva vida evanglica surgida en Trento,Renata siente que algo se le desmorona pordentro y que todo su ser se dirige a Dios.

    No recuerdo lo que dijo escribe. Pero re-cuerdo que cuando sal de all saba que haba en-contrado... Tuve la intuicin de que Dios esAmor. Aquella experiencia penetr hasta lo mshondo de mi ser. Perd la imagen que tena de unDios que era juez, que castiga a los malos y pre-mia a los buenos, y sent a un Dios cercano.

    Una luz la invade y, de vuelta a casa, correligera repitindose a s misma: He encontra-do, he encontrado a Dios!. Llega a casa y em-pieza a mirar a sus padres y a sus hermanoscon ojos nuevos; en clase, los compaeros nola reconocen, siempre abierta y disponiblepara todos. Ahora, para ella amar a Dios esamar a cada prjimo que pasa a su lado y queparece susurrarle las palabras de Jess: Nadieva al Padre sino por m (cf. Jn 14, 6).

    Transformada profundamente, segura dehaber recibido la llamada de Dios, da ungiro repentino a su vida. Poco despus co-noce a Chiara Lubich e inmediatamentesiente con ella una unidad estrechsima, vi-tal, como entre madre e hija, unida a la con-firmacin de entregarse totalmente a Diosen el Movimiento de los Focolares.

    Entra en el focolar a los veinte aos, des-pus de conquistarse el permiso de sus pa-dres, que no comprenden su opcin. Pero laconquista ms hermosa la obtiene sobre smisma, aprendiendo a doblegar su propioyo para amar a Dios y a los hermanos.

    Mientras tanto, el horizonte de su almase va dilatando y comprende la raz delamor, la fuente inagotable de la Sabidura.Un da Chiara habla a sus compaeras delmisterioso grito de Jess en la cruz: Diosmo, Dios mo, por qu me has abandonado?(Mc 15, 34). Quin puede responder al gri-to del Hombre-Dios sino Dios mismo?

    Vivir la unidad, que trae la presencia deDios entre los hombres (cf. Mt 18, 20), serla respuesta de su joven vida. Para Renatason momentos intenssimos de luz: quideal es ms grande que ser la respuesta algrito de un Dios que muere?

    Inmersa en lo divino, le resulta clarsimala llamada a la unidad (cf. Jn 17), con unamor loco a Jess crucificado y abandona-do. Descubrirlo y amarlo impetuosamentedetrs de cada rostro, de cada dolor, de cadalmite, le da alas. En adelante l ser su pa-sin, el tesoro de su alma.

    De una ciudad a otra... hasta Loppiano

    As vive sus cuarenta aos al servicio delMovimiento de los Focolares: primero enRoma, y despus en Trento, Sssari, Parma,Trpani y Siracusa, Grenoble y Pars. Lue-go pasa un largo perodo en Miln. Impreg-nada de lo divino, proyectada indistinta-mente hacia todos y tendiendo siempre a launidad, desarrolla y consolida en todas par-tes la vida del Movimiento.

    Cuando llega a Loppiano en octubre de1967, la ciudadela est echando a andar.Durante veintitrs aos contribuir a conso-lidarla con su originalidad. A los cinco me-ses de llegar, Chiara le da una consigna: tu-telar en la ciudadela, que se va formando, laintegridad del carisma, incluso a precio dela vida. Es como decir: que todo se desarro-lle, pero segn la Sabidura, segn la lgicadel Amor.

    Renata acoge dicho mandato sin reser-vas, poniendo el aceite de la caridad en to-dos los engranajes que la construccin con-lleva. Se hace don, relacin entre todas lasexpresiones que poco a poco componen laciudadela: La Maripolis... qu divina cons-truccin!... Cuntos esfuerzos en estos aos! Slot lo sabes, Jess, solo t.

    Al mismo tiempo, es una gua segurapara muchas jvenes ms de mil que de-

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    sean emprender el camino del focolar ha-ciendo de Jess su nico Esposo. Con unalimpieza y transparencia nicas, les entregala Sabidura que en ella tiene races profun-das, para hacerles constructores de unidad,amantes de la Iglesia.

    Pero cul era el secreto de Renata? Latensin constante a la unidad mediante elamor a l, su Esposo, el Todo, el nico Todo,con los hermanos y, ante todo, con la funda-dora, elegida por Dios para ser canal del ca-risma, don para la Iglesia y para la humani-dad.

    Anota: La estancia del castillo en la que seencuentra la unin con Dios: Chiara. Son pa-labras sobrias, lapidarias, que revelan laconciencia de que el carisma que Dios hadepositado en Chiara le ha de llevar a seruna sola cosa con ella: La unidad contigo:esa es la santidad a la que he de tender. Hoy mepareca que esta unidad asuma una dimensinnueva, nunca conocida as. Ahora me siento anms responsable si el amor no se hace realidad.

    La unidad es su fuerza, un inteligente ycontinuo distanciarse de s misma, de susideas y modos de ver, para que todo reflejela inspiracin de Dios: Lo ms grande queDios me ha llamado a realizar es la unidad conti-go, con tu voluntad, expresada de mil maneras,cada ao, cada da, cada hora, para construir laObra y edificar la santidad de tu cuerpo, que so-mos nosotros.

    Nos encontramos aqu ante el misterio delos carismas. Quien es llamado a seguir un

    carisma tambin es llamado a una relacinde comunin plena con su fundador, puestoque es a travs de l como Dios se manifies-ta al que sigue el mismo camino.

    Renata hace una fuerte experiencia deesto. Refirindose al periodo iluminativoque Chiara vivi en 1949, le escribe: Yo noestaba presente en el 49, pero inmediatamentedespus t nos has estampado en el alma unaforma que ya no se ha borrado... Y yo me doycuenta de lo mucho que esta forma me ha pro-tegido y me ha impedido ver las cosas con ojoshumanos.

    Lo mismo que entre las Personas divinastodo es comn, as tambin, para los que vi-ven la unidad, todo circula, todo es de to-dos. Se trata de la experiencia de Dios-Tri-nidad, abierta a los hombres de par en parpor Jess en la cruz. Es lo que caracteriza alcarisma de la unidad y lo que Renata vive:sus ltimas horas lo atestiguan de modo es-pecialsimo, expresando la belleza de lavida cristiana.

    En un abismo de luz

    A los cincuenta y nueve aos se le anun-cia un mal que pronto muestra su gravedad.Los pocos meses que le quedan de vida sonun ascenso hacia el Cielo: De unos das paraac, me parece que he hallado la relacin con elPadre. No el alma y Jess, sino el alma con Jessante el Padre; Me acerco a ti, Jess? Jess, elPadre, Mara, el Espritu Santo: as, justamenteas. Slo por Jess se llega al Padre.

    Mientras tanto su relacin con la funda-dora se intensifica. Chiara est muy cerca deella, le escribe, la llama por telfono. Comoracimo unido a la vid, Renata anota: Estoycon ella incluso con el cuerpo. Tengo siempre de-lante el esplendor del Espritu Santo en ella.

    La enfermedad la consume, pero Rena-ta parece estar bajo una anestesia divina:su rostro, sus ojos irradian luz, felicidad.A la fundadora, que va a visitarla, le repite

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    Yo no estaba presente en el 49, peroinmediatamente despus t nos has es-tampado en el alma una forma que yano se ha borrado... Y yo me doy cuentade lo mucho que esta forma me ha pro-tegido y me ha impedido ver las cosascon ojos humanos.

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  • radiante varias veces: He visto... he vistocomo un abismo, como un abismo infinito...;Me siento arrastrada a un abismo, a un abis-mo, a un abismo de amor.... Palabras miste-riosas, pero no para Chiara. De hecho, lafrase abismo de amor condensa su expe-riencia del 49, cuando, por una gracia es-pecial de Dios, Chiara entra en el abismode Luz y de Amor que es el misterio de laTrinidad.

    Es lcito pensar, pues, que, como don porla correspondencia perfecta a la gracia vivi-da durante toda su vida, Dios le hiciera sa-borear aqu abajo la alegra del Paraso, ha-ciendo realidad en ella la singularidad delcarisma de la unidad, segn la oracin queJess dirige al Padre: Todo lo mo es tuyo ytodo lo tuyo es mo (Jn 17, 10).

    Vio Renata realmente el Paraso?Es un asunto delicado que dejamos a los

    telogos, pero ciertamente parece que en launidad con la fundadora se le abri a Rena-ta el Reino de los Cielos en el que se encon-traba inmersa, como deca extasiada consus gestos y sus palabras. A nosotros, queestamos todava en camino, nos basta el re-

    cuerdo de su marcha a la casa del Padre, el27 de febrero de 1990, como esplndida ex-presin de la Vida que no acabar.

    Renata est viva y muy activa en la Ma-ripolis de Loppiano, que guarda sus restosy lleva su nombre. Y est viva en la reali-dad de la Iglesia que la quiere tener entresus modelos, como una de las estrellasque en el horizonte de nuestra historia4

    iluminan la oscuridad de nuestro tiempocon rayos de luz y destellos de Cielo. El 27de febrero de 2011 se concluy la fase dio-cesana de su proceso de beatificacin, elcual se haba abierto en la dicesis de Fi-sole (Italia) el 18 de diciembre de 2003, ini-cindose as la fase sucesiva en Roma, enla Congregacin para las Causas de losSantos.

    1 C. Lubich, Una enseanza de Renata, ConexinCH (8.3.1990).

    2 Cf. G. Marchesi A. Zirondoli, Un silenzio chesi fa vita, Citt Nuova, Roma 1993, p. 6.

    3 R. Borlone, Scritto inedito, as como todos losdems textos entrecomillados y en cursiva.

    4 Cf. Benedetto XVI, Meditar con los santos, Chro-nica Ediciones, Barcelona 2011.

    Unidad y Carismas

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    En nuestro Movimiento rara vez hemos pensado en presentarle a la Iglesia a es-tas criaturas (a nuestros pequeos y no tan pequeos santos) para que, si lo consi-dera oportuno, proceda a verificarlo Es ms bien la propia Iglesia la que co-mienza a interesarse por ello a travs de sus pastores

    Y nosotros, como Movimiento, hemos hecho bien no interesndonos? La jus-tificacin a esta aparente omisin quiz la tengamos hoy clara: el Seor no nospide una santidad individual, sino comunitaria, en la que cada uno debe ayudar asu prjimo a hacerse santo. Y ste, en cadena, a su prjimo, y as sucesivamente.

    Esta es la santidad que, eventualmente, habra que verificar y poner de relievepara edificacin de muchos en la Iglesia; una santidad colectiva, una santidad depueblo.

    C. Lubich, Construir el castillo exterior, Ciudad Nueva, Madrid 2004, p. 63.

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    LLLLA experiencia de Don Bosco sobrela santidad creo que la describi deforma muy acertada don Pascual

    Chvez, Rector Mayor de los salesianos, enuna carta de 2002 a toda la familia salesia-na: La misin educativa y evangelizadora enfavor de los jvenes llev a Don Bosco a crear unaescuela de espiritualidad donde la santidad eraconstruida por todos, se comparta y se comuni-caba recprocamente, tanto que es imposible ex-plicar la santidad de los unos (la de los jvenes)sin la de los otros (la de los salesianos).

    No en vano dijo Jess que donde dos oms estn reunidos en mi nombre, yo estar enmedio de ellos. Y l es el Santo; es l el quesantifica: Camino, Verdad y Vida; l el quegua, estimula y alimenta por su Espritu,dador de Vida.

    Infancia de Juan Bosco

    Sin duda Don Bosco alabar a Dios porsu bendita madre, Margarita. Analfabeta de

    letras, pero catedrtica en la sabidura cris-tiana de gran educadora, lo form en unhumanismo recio, hondamente humano ycristiano. En los momentos clave de su in-fancia y juventud acert a decirle palabrasque marcaron su fe en Dios y su confianzaen Mara (en la primera confesin, primeracomunin, imposicin de sotana, primeramisa). Palabras y obras: su vida, su testi-monio. Y sobre todo, a pesar de la tempra-na falta del padre de Juanito, supo crear unambiente de familia de gran calidad, tantoen su casa como en la casa que aos mstarde su hijo, el sacerdote Juan Bosco, cons-truy para los jvenes sin familia de las ca-lles de Turn. Se espera su pronta beatifica-cin. Sin duda, su santidad fue el humusmaterno para la de Don Bosco.

    Tambin estuvo muy presente el ancia-no sacerdote don Calosso, capelln de supueblo natal. En su bondad, sabidura,sonrisa y atencin a los ms pobres y pe-queos encontr Juanito el corazn de

    Eugenio Gonzlez, s.d.b.

    Juan Bosco:una santidad compartida

    TESTIGOS

    La santidad es una propuesta de amor. Las personas que han hecho felizmente el viaje a lasantidad, como es el caso de san Juan Bosco, lo han realizado siempre acompaados porotros, siendo animados, orientados, espoleados por otros. Ellos, por su parte, lo han hechoigualmente con muchos compaeros de camino.

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  • Jess, al buen pastor. Y con l comenz acomprender lo que es la vida espiritual. Leaconsej, entre otras cosas, que hiciera to-dos los das una breve meditacin, en-sendole cmo deba hacerla para sacarprovecho. A veces la hacan juntos. A sulado aprendi la importancia que la cer-cana y la confianza del sacerdote tienenpara los nios y jvenes. Para Juanito fuesigno y portador del Amor de Dios; de unDios Padre, Amor y cercana. Con don Ca-losso experiment ya aquello que Boscodira a sus salesianos ms tarde: Amad alos nios, a los jvenes; y que se den cuenta quese les ama, haceros querer, no temer.

    En su juventud, comunicador de alegray vida

    Siendo estudiante en Chieri, el jovenJuan fundar con varios de sus compae-ros la Sociedad de la Alegra, que serun diseo de lo que habra de ser toda suvida. Me honraban como al capitn de un pe-queo ejrcito, comenta. Les dio un regla-mento sencillo en el que la alegra del de-ber cumplido fuese radiante: Alegra ex-pansiva, fraguada en la fuente de la intimi-dad con Cristo.

    Ms tarde, el amigo, maestro y santosacerdote Jos Cafasso acompa su vidaen los aos del seminario y en los prime-ros de su sacerdocio. Escribiendo de ldir ms tarde Don Bosco: Si hice algobueno en la vida, se lo debo a este sacerdote ex-cepcional, en cuyas manos deposit todas laspreocupaciones y las acciones de mi existen-cia. Durante 19 aos cruciales, el Espri-tu Santo aconsej, anim y orient a DonBosco a travs de Cafasso; fue su confesory director espiritual, al igual que de otrosmuchos jvenes sacerdotes que llegaran aser canonizados. San Jos Cafasso ha sidoproclamado patrono y protector del cleroitaliano.

    Luego Don Bosco, a lo largo de su vida,pudo dar consejo, consolar y reconfortar enel confesionario, en los patios y en las ca-lles, a miles de jvenes y de personas de to-das las edades, muchas de las cuales se ani-maron a la santidad por la conviccin de supalabra y testimonio. Al mismo tiempo,fueron para l acicate a la santidad.

    El oratorio, fragua de santos

    Pensemos, por ejemplo, en los jvenesrecogidos en el Oratorio de Valdocco: Sa-vio, Besucco, Magone y una lista innu-merable. Domingo Savio, de 15 aos, fueel primer santo de esa edad, no mrtir, enla historia de la Iglesia. Es una de las pri-meras biografas que escribe Bosco (anteshaba escrito la de un compaero semina-rista, Luis Comollo, amigo entraable, ydel que, con emocin, escribi que habasido para l determinante en la lucha porsuperar algunos de sus defectos y vivircon ms hondura las prcticas de pie-dad). La relacin con Comollo (en sumanera de hacer haba exageracin en labsqueda de penitencias, etc.) le sirvitambin para confirmarse, segn el huma-nismo cristiano de San Francisco de Salesa quien tena por modelo, que el mejor ca-mino a la santidad es hacer bien, sencilla-mente bien, lo que hay que hacer, y en eso se dagloria a Dios.

    Por eso, cuando Domingo Savio (veinteaos ms tarde), despus de or de labiosde Don Bosco una pltica sobre la santi-dad, quiere a toda costa hacerse santo in-troducindose por un camino desencarna-do parecido al de Comollo Don Bosco ledetiene con decisin. Quiere de l una se-rena y moderada alegra fruto del debercumplido y de la relacin ntima con elSeor y su Madre, la Virgen. Escribir: Leaconsej que fuese perseverante en el cumpli-miento de sus deberes de piedad y de estudio y le

    Unidad y Carismas

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    recomend que no se olvidase de jugar en los re-creos con sus compaeros.

    Y cuando Don Bosco le dice que querahacerle un regalo, l contesta de inmediato:El nico regalo que le pido es que me ayude ahacerme santo. Pero Domingo era igual-mente expeditivo y directo con sus iguales:fund en el Oratorio la Compaa de laInmaculada con un grupo de compaeros,con la finalidad de ayudarse en la opcinhecha por la santidad. La mayora de ellosseran ms tarde los primeros salesianosPero expeditivo lo fue hasta con el mismoDon Bosco. Cuenta un joven maestro: Unda me encontr por casualidad junto a Don Bos-co que hablaba con el jovencito Domingo Savio.Me qued asombrado al ver que, aquel a quienyo crea un poco tmido, hablaba poniendo lasmanos en jarras y se diriga a Don Bosco contoda seriedad, diciendo: - Estas cosas no se pue-den tolerar en el Oratorio, es un escndalo y no sepueden tolerar; Don Bosco tiene que haceralgo. Cuando Don Bosco, ms tarde, escri-ba la vida de estos jvenes lo har con laclara determinacin de que otros puedanencontrar en ellos luz y estmulo.

    Y qu decir del hurfano Miguel Ra?Crecera a su lado prometindole ya denio trabajar siempre a medias con l; serdel grupo inicial salesiano, su ms ntimoconfidente y, por fin, su primer sucesor enla congregacin por l fundada. La Iglesialo ha proclamado beato. Y con Ra aque-llos otros jvenes formados salesianos allado de Don Bosco: Juan Cagliero, JosBuzzetti, beato Felipe Rinaldi

    Santidad fecunda

    Un da Don Bosco tuvo un feliz y provi-dencial encuentro con Mara Mazarello ysus compaeras, las Hijas de la Inmacu-lada, las muchachas de Mornese. Juntocon su prroco, don Pestarino, ya habancomenzado en comn un certero y decidi-

    do camino a la santidad antes de verse conDon Bosco. Arda en sus corazones unallamada en favor de las nias muy pareci-da a la que Don Bosco tena con los niosy los jvenes. El santo de Turn queda im-presionado de la bondad y laboriosidad deaquellas muchachas. Mara Mazzarelloser la cofundadora de las Hijas de MaraAuxiliadora (popularmente salesianas) ysu primera superiora. Hoy la veneramoscomo santa.

    Qu bendicin fueron para Don Boscolos dos Papas que lleg a conocer, Pio IX yLen XIII! A ellos les confi sus proyectosy les pidi ayuda para fundar las ramas delos consagrados y la de sus cooperadoressalesianos. De ellos implor siempre subendicin para sus jvenes y misioneros.Sobre todo, Po IX, declarado beato recien-temente, se sinti cofundador junto conDon Bosco de la Familia Salesiana; leanim y estimul siempre; le inst a escri-bir las Memorias del Oratorio, joya preciosaen el conocimiento de la espiritualidad ypedagoga salesiana, y en la iluminacin deun proceso de ambiente educativo capaz dehacer crecer juntos en la santidad.

    Mara, madre llena de ternura y de bon-dad, le acompa siempre en el camino dela vida desde la clave a la santidad hasta elpunto que pudo exclamar al final: Todo loha hecho ella!. Desde nio fue para l laPastora vigilante, la Inmaculada pursima yla Auxiliadora siempre y sobre todo en losmomentos difciles. La Maestra, la Santaentre los santos.

    Y en el centro continuamente Cristo, suEspritu, en su Palabra y en sus sacramentos,como luz que ilumina los pasos y como fue-go que mueve los corazones a la accin.Como en un cuadro de Pentecosts alltambin Don Bosco, all su Familia religio-sa.

    Una santidad compartida desde el inicioal ocaso.

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  • UUUUN bajo y largo muro, de ligera y de-licada forma oval, delimita el espa-cio y hace de fondo; sobre l desta-

    ca un gran cuadro con el rostro de Cristocrucificado1, rodeado por variedad de fotoscon rostros luminosos, el nombre de cadauno y la frase del Evangelio tenida comoprograma de vida de los all sepultados.

    Son todos miembros del Movimiento delos Focolares, entre los cuales varios de lasprimeras y primeros compaeros de C. Lu-bich que, junto con ella, vivieron la fasci-nantes aventura de redescubrir el infinitoAmor de Dios, en la iluminacin constantede cada Palabra suya en el Evangelio y tra-ducirla en vida.

    Pero dejemos que sean Chiara misma, yalgunos entre sus primeras y primeros com-paeros, los que nos cuenten algunos episo-dios del resurgir de esta nuevo camino, elcarisma de la unidad, y del fuerte vnculo

    que se estableci entre ellos; vnculo que nisiquiera la muerte habra podido cancelar.

    Chiara

    Comenzamos con un episodio muy co-nocido en la historia de los orgenes del Mo-vimiento, un punto de partida fundamen-tal,como repiti Chiara en distintas circuns-tancias. As lo describe ella:

    En aquellos das, un sacerdote me pide queofrezca a Dios algn momento de mi jornada.Impulsada por la generosidad juvenil, respondo:Tambin toda la jornada!. El sacerdote, im-presionado, me hace arrodillarme, me da su ben-dicin y me dice: Dios la ama inmensamente.Estas palabras dichas por un hombre al que Diosha dado autoridad espiritual sobre los otros, meprodujeron un gran efecto. Lo que como cristianahaba aprendido desde pequea, es decir que Dioses Amor, que l me conoce, que como dice

    Unidad y Carismas

    Cristina Negro - Corrado Martino

    Rocca di Papa.Una tumba especial

    TESTIGOS

    Cualquiera que se acerque a visitar el cementerio de Rocca di Papa, subiendo hacia los sec-tores ms altos, encontrar en un amplio espacio cubierto de chinarro de mrmol blanco,una tumba cubierta con una gran lpida en la que est grabado, con caracteres manuscritos,la frase: Nosotros hemos credo en el Amor.

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    Jess cuenta hasta los cabellos de mi cabeza, en-tra en mi mente y ms en mi corazn de una ma-nera novsima, como una fulguracin: Dios meama! Dios es Amor! .

    En otra ocasin Chiara puntualiza: Hayque decir que por mi fe estaba predispuesta aaceptar la realidad de Dios como Amor. Pero, en-tre otras circunstancias que la reclamaban fuerte-mente en aquellos das, la frase Dios la ama in-mensamente, que una persona me dirigihizo estallar aquella realidad que me pareceimportante subrayarlo no se qued solo en m,sino que enseguida pas a ser patrimonio comn.

    Lo digo y lo repito a mis compaeras escribentonces: Dios nos ama inmensamente,Dios te ama inmensamente. Y desde aquel mo-mento las primeras focolrinas descubrimos a Diospresente en todas partes con su amor: en nuestrasjornadas, en nuestros impulsos, en nuestrospropsitos, en los acontecimientos alegres y recon-fortantes, en las situaciones tristes, peligrosas ydifciles. l estaba siempre, estaba en todo lugar ynos explicaba que todo era amor: lo que ramos ylo que nos afectaba; que ramos hijas suyas y lnuestro Padre; que nada escapaba a su amor, nisiquiera los errores que cometamos, porque l lospermita; que su amor envolva a los cristianoscomo nosotros, a la Iglesia, al mundo y al univer-so Y mientras la guerra subrayaba lo transito-rio y lo precario que era todo, nosotras lo elegimosa l como ideal de nuestra vida.

    La respuesta que Dios suscit en aquellas pri-meras focolarinas fue inmediata y significativa.

    En una carta de 1944, que nos transmite el cli-ma de aquellos primeros meses, describimos lairrupcin de luz y de fuego con que Dios Amor sehizo presente entonces en nuestra vida, y lo intere-sante es que ya intuamos el vnculo profundsi-mo que ellos habra de provocar en nosotros:

    T has sido deslumbrada conmigo por el res-plandor incandescente de un Ideal que lo supera ylo sintetiza todo: por el infinito amor de Dios! les mi Dios y tu Dios, el que ha trenzado entre no-sotras un vnculo ms fuerte que la muerte3.

    Ms adelante, a un grupo de obispos, le

    comunica el sentido ms profundo de estaexperiencia hecha con sus primeras com-paeras:

    Dios es Amor.Somos conscientes, estamos profundamente

    persuadidas. Todo cambia en nuestra vida. Lasonrisa aflora continuamente en nuestros labios,en medio de las incomodidades de la guerra, delas renuncias bajo los bombardeos, amenazadospor la muerte: todo es expresin del amor deDios.

    Y l imprime esta novsima fe en l Amor ennuestro corazn como se entierra una semilla enun terreno.

    Esta es nuestro gran, grandsimo descubri-miento. El mundo que nos rodea no lo sabe. Co-munico la novedad a cuantos puedo: a mi madre,a mi padre, a mis hermanas, a mi hermano, amis amigas.

    Nosotras creemos en el amor. Esta es nuestranueva vida. Por eso manifestamos el deseo de sersepultadas en el caso de que murisemos por laguerra en una sola tumba, y un escrito encimacomo nombre nuestro, porque aquel era nuestroser: Nosotras hemos credo en el amor (cf. 1Jn 4, 16)4.

    Natalia y Mariln

    Quisiera ofrecer tambin algunos testi-monios significativos sobre esta experien-cia, tal como ha sido descrita por algunosde entre las primeras y primeros compae-ros de Chiara.

    Comenzamos con Natalia Dallapiccola,que fue la primera en unirse a Chiara.

    En 1943 Natalia tena 19 aos; un senti-

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    Me pregunt sobre mi vida y mehabl de la suya. Me dio su testimonio.Dios es amor. Yo vea que ella lo viva.Era realmente lo que deca.

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  • miento de tristeza acompaaba su vida. Invitadaa un encuentro con Chiara (todava dentro de laTercera Orden Franciscana), la escucha hablarde amor: Hay muchas cosas hermosas en la tie-rra, pero la ms hermosa de todas es el amor. Sien la tierra podemos experimentar el amor, quser Dios que lo ha creado?Testimonia Natalia:Estaba completamente cogida. Sent como sialgo me elevase, justamente en el corazn deDios. Todo en mi vida se haba derribado y ungran amor de Dios se despert dentro de m Medi cuenta que todo cuanto me haba sucedido has-ta aquel momento haba sido querido o permitidopor el amor de Dios. Al final Natalia habla conChiara: Me pregunt sobre mi vida y me hablde la suya. Me dio su testimonio. Dios es amor.Yo vea que ella lo viva. Era realmente lo quedeca. Le dije que su conversacin del domingoanterior haba cambiado mi vida le preguntpor qu no enseaba esto a todo el mundo. S,dijo, el mundo est esperando, pero nosotros nodebemos predicar, nosotras debemos dar testimo-nio. Si vivimos este amor momento a momento,si vivimos como Jess vivira, el mundocreer5.

    Algn ao despus, Mara Elena Holz-hauser (Mariln), que provena de una mili-tancia activa en la Accin Catlica peroque se encontraba en un momento de fuertecrisis espiritual conoce a Chiara y a sus pri-meras compaeras. Transcribimos cmodescribe ella su ingreso en el focolar el 16 dejulio de 19496, en donde resalta ser todasuna sola cosa con Chiara: El da siguiente,en Tonadico, Chiara me dijo que pidiera a Jessen la Eucarista una gracia, porque aquel era unda especial y cualquier cosa que le pidiera l mela dara.

    Yo no estaba abierta al Ideal, tena el alma lle-na de mi cristianismo tradicional y de un fuerteespritu crtico a todo y a todos. Me pareca msdifcil mi conversin que la de una persona no re-ligiosa, que todo lo acoge con nimo abierto.Senta fuertemente esta dificultad. Por eso ped aJess el don de ser un vaco ante aquel lleno

    de Dios que era el Ideal. Chiara no podra comu-nicarme su luz si mi alma no hubiese estadovaca ante ella.

    Fue un perodo verdaderamente extraordina-rio. Queramos ser un alma sola, sta era nuestranica preocupacin: una asctica fuerte, pero lavivamos juntas. Cada da, despus de la Misa,Chiara nos contaba la nueva comprensin quehaba recibido del Ideal. Esta luz nos iluminabay nos envolva a todas7.

    Antonio y Enzo

    Despus del primer grupo de chicas, tam-bin algunos jvenes siguieron a Chiara, ha-ciendo la misma radical experiencia de laeleccin de Dios en el camino de la unidad.

    Antonio Petrilli, al contar su primer en-cuentro con ella, resalta un aspecto que re-presenta un poco la raz de aquel estar uni-dos: Yo tema no estar preparado, tena cierto te-mor porque todos hablaban de Chiara y yo co-noca el Movimiento haca solo dos das. Pero vique Chiara era tan sencilla que enseguida me en-contr comodsimo, muy bien: se dirigi a mcomo si me hubiese conocido desde siempre y tam-bin me dijo si tena alguna pregunta que hacerle.

    Yo le pregunte lo primero que me vino a lamente en aquel momento. Le pregunt cmo lasfocolarinas, aun siendo tan diversas la una de laotra, parecan al mismo tiempo todas iguales. Norecuerdo las palabras exactas que Chiara me dijo,pero recuerdo la realidad que se me grab dentro.Me habl de Dios como de un sol, que con sus ra-yos diversos llega a todos, a cada uno con un rayosuyo: cada uno debe esforzarse en caminar siem-pre sobre su propio rayo para poder llegar a Dios.

    sta dijo Chiara es nuestra vida: cada unacamina en su rayo y esto hace que parezcamos di-versas las unas de las otras. Pero como cada rayoforma parte del sol, cada una, caminando en surayo, se convierte como en un trocito de sol. Estoes lo que hace que todas parezcamos iguales. Yonunca haba odo hablar en mi vida de Dios as.(Como arquitecto, quiz tena necesidad de una

    Unidad y Carismas

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  • N. 82 - Abril-Junio 2012

    imagen). La imagen de aquel sol, de aquel Diosque ama a cada uno y hace a todos iguales a l,me penetr en el alma, no como una figura, sinocomo una realidad. Cuando sal del focolar aque-lla noche, me pareca ser otra persona8.

    Entre los primeros que entraron en el fo-colar en 1950, apenas terminados los estu-dios de medicina, tambin estaba EnzoMara Fondi. As recuerda l aquel perodode sus primeros pasos en el camino de la uni-dad: Tras la licenciatura, los primeros mesespractiqu en la cocina del focolar y en distintastareas. El focolar era, bsicamente, una escuela deunidad, donde se aprenda a tener presente lasveinticuatro horas a Jess en nuestra convivencia ya superar esa incapacidad radical de amar de laque todos estamos afectados. Es una escuela quedura todava, y cuyos exmenes no acaban nunca,pero todo el secreto de esta vida est en el amor conel que Dios nos ama y con el que nosotros, volvien-do a empezar siempre, tratamos de amarnos9.

    Fundidos en una sola alma

    Podramos continuar con muchos otrostestimonios, tanto de las primeras y prime-ros compaeros de Chiara de los que va-rios todava viven como de muchos otrosfocolarinos y miembros del Movimientoque han seguido y que actualmente sigueneste camino.

    El vnculo, ms fuerte que la muerte,establecido por Dios entre todas estas al-mas, lo vemos expresado en este ms quesignificativo prrafo de Chiara: No s lo quesuceder cuando uno de nosotros parta para laotra vida; pero est claro que aqul o aqullaunir el Cielo y la tierra. Sentiremos que ya he-mos llegado all y nos asombraremos al pisar latierra todava aqu. Porque Dios nos ha fundidoen una sola alma. Y sta es una realidad divinaque ni siquiera l quiere romper10.

    Finalmente, para realizar el deseo expre-sado por Chiara de ser sepultadas en elcaso de que hubiesen muerto a causa de la

    guerra en una nica tumba con la inscrip-cin: Y nosotras hemos credo en el Amor, enseptiembre del ao pasado, en la tumba delcementerio de Rocca di Papa, que lleva esaescritura, fueron trasladados los restos delas primeras y de los primeros focolarinosque ya estn en el Paraso.

    Como conclusin de tal ceremonia,Mara Voce, actual presidenta del Movi-miento de los Focolares, expres este pensa-miento: Verdaderamente es la nica tumbaes una realidad que tenemos ante nuestros ojospero me agrada ms pensar en ese racimo quecamina al Paraso, esa es la realidad de ellos ynuestra, porque Chiara nos ha visto a todos noso-tros en ese racimo. As, pues, mientras ellos ca-minan al Paraso, nosotros seguimos caminandoen la tierra para transformarla en Paraso. Noscomprometemos ante ellos, que han completadoeste camino, haciendo nuestra parte.

    1 El mismo cuadro que tenan, como nico obje-to, adems de los colchones por el suelo, en la es-tancia en la que comenzaba la vida de lo que mstarde se le llam el focolar.

    2 C. Lubich, Encuentros con Oriente, Ciudad Nue-va.

    3 Id., Un camino nuevo. La espiritualidad de la uni-dad, Ciudad Nueva, Madrid 2003, pp. 33-34.

    4 Id., Dio Amore e la carit nel Movimento dei Foco-lari, Rocca di Papa, 13.2.1979 (indito)

    5 J. Gallagher, Chiara Lubich. Dialogo e profezia,Ed. San Paolo, Cinisello Balsamo 1999, pp. 30-31.

    6 Esta fecha coincide con el inicio de un periodode especial luz sobre verdades de la fe, experimen-tada por Chiara y enseguida comunicada a quienestaba con ella. Fue un tiempo que en la historiadel Movimiento es conocido como Paraso 1949(cf. Nuova Umanit XXX (2008/3) 177, pp. 585-296).

    7 I. Pedrini, Marilen. Semplicemente vivere, CittNuova, Roma 2000, pp. 51-52.

    8 D. Cumer, Antonio Petrilli: Ama il prossimo tuocome te stesso, en Unit e Carismi XI (2001/6) 27.

    9 F. Zambonini, Chiara Lubich, la aventura de launidad, Ed. Paulinas, Madrid 1992, p. 140.

    10 C. Lubich, Escritos espirituales/3, Ciudad Nue-va, Madrid 1998, p. 197.

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  • CCCCOMENZAMOS con una pequeacomparacin a la que nos gusta re-currir con frecuencia por su clari-

    dad. Si pudiramos comparar la vida conun viaje en coche, nos encontraramos conquienes llevan su propio auto con bastanteautosuficiencia y sin muchas preguntas; conquienes un da se encontraron con Dios y leinvitaron a subir al vehculo, seguros de quecon su compaa podran hacer maravillassin riesgos, demostrando adems de lo queeran capaces; y hay quienes un da camosen la cuenta de que estbamos en un cocheque no era nuestro, y que a Dios le gustabaser su conductor mientras nosotros nospodamos dedicar a disfrutar del paisaje ple-namente (porque Dios da a sus amigos lo

    que necesitan incluso cuando duermen).Es precisamente dentro de este tercer

    grupo de personas en donde nacen expe-riencias como las que a continuacin quere-mos compartir, y que tienen mucho que vercon la gnesis y el crecimiento de los gruposde Palabra de Vida y comunidades localesque conocemos.

    Por hablar de lo que nos es ms cercano,podra contar de mi vida que yo soy un Hijode la Divina Providencia (la congregacinde Don Orione) y que por los sitios por don-de he pasado como Italia, Venezuela y en mipas natal, Espaa, he descubierto una claveque quiero compartir con vosotros, una cla-ve que ha cambiado mi historia y creo que escapaz de cambiar cualquier otra. Es, si trata-

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    Pepe Pars, f.d.p. - M. Nieves Vzquez

    Grupos de Palabra de Viday comunidades locales:No hay exper