9. KAGAN R. Poder y debilidad Estados Unidos y Europa en el Nuevo orden mundial, Taurus,...
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ROBERT KA.GAN
PODER Y DEBILIDAD
ESTADOS UNIDOS y EUROPA
EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
Traducci6n de lvIoises Ramirez. Trapero
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TAURUS
PENSAMIENTO
PODER YDEIlILIDAD
Desplazamiento del poder ............. 21 Piscol()gfas cle pocler y clebiliclacl ...... " 44 HyjJerpuissance ........................ 67 El parafso posmoclerno ................ 83 El munclo que ha construiclo
Estaclos Uniclos ................ " .... 107 (Sigue sienclo "Occiclente»? ............ 115 Aclaptarse ala hegemonra .............. 130
NOTAS .......... ~ .... " ................. 157
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Ha llegado el momento de dejar de fingir que Europa y Estados Unidos com parten la misma vision del mundo 0 incluso que viven en el mismo mundo. En 10 que concieme a la eseD(;ial i'
c~oder -la eficacia del poder, su moralidad y su conveniencia-.-, Ip ciert"o es que la pl:rspectiva estadounidense diverge hoy 9t la europea. Europa comienza a alejarse del . pocier 0, dicho de otro modo, se esta trasladan-do mas alia del poder a un mundo autosuficien te regido por normas de negociacion y cooperacion transnacionales, al tiempo que se aden tra en un parafso poshistorico de paz y
_ relativa prosperi dad -en la materializacion de 10 que Kant bautizo como "paz perpetua,,-, Entretanto, Estados Unidos sigue enfangado en su propia historia, ejerciendo su poder en un mundo anarquico y hobbesiano en el que el derecho y los us os internaciona-'les han dejado de merecer confianza y donde
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la verdadera seguridad, la defensa y el fomento de un orden liberal siguen dependiendo de la posesi6n y el uso del poderlo militar. Este es el motivo de que hoy en dfa en la~a-
, yorfa de las cuestiones internacionales los estadounidenses parezcan.cl~.1'larte yloseur(Jpeos de Venus: unos y otros se ponen de acuerdo
c:::.-- '. -' -_. - - --en muy pocas cosas y cada vez se entienden peor. Y no se puede decir que este estado de
"cosas sea transitorio, producto de tales comicios electorales en America 0 de tal catastrofe imprevista: las razones de esta sima transathintica son proflmdas, lIevan an os gestandose y es muy probable que perduren'. A la hora de establecer prioridades en polftica interior, ddinir las posibles amenazas, plantearse retos y disenar la polftica exterior y de defensa, hace
, Itiempo q, ,ue Estados Unidos y Europa han to-L mado caminos diferentes. ,
A los estadounidenses que vivimos en Europa nos resulta Eicil apreciar este contraste con mayor nitidez: los ellropeos suelen estar mas avisados de las crecientes diferencias -acaso porque las temen mas-, y entre la intelectualidad europea es casi llnanime la conviccion de que estadollnidenses y europe os ya no comparten la misma '«cllltllra estrategiGl». En su versi6n mas extrema, la caricatura que los ell
ropeos diblljan mllestra a Estados Unidos po-
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seldo por una «cultura de la muerte», cuyas >
veleidades belicas no son sino la consecuen-cia natural de la violencia inherente a una sociedad en la gue todos van armados y donde pervive'la pena de muerte, Pero incluso aque-' lIos que no dramatizan tanto coinciden en re-, \
_ conocer profundas diferencias en el modo en • que Estados Unidos y Europa se encargan de ' ' \ ~---~---~~-~-~ __ ~ __ ' SllS respectivos asuntos extenores. ' _
- SegUn este pun to de Vista, ~stad()s Unidos ~ I) necesita menos excllsas que Europa para reCll· ",t. nir a la fuerza y ademas carece de la paClencia necesaria para dejar que las gestiones diplo
maticas surtan su efecto. Con frecllencia, tien- \ J-"
de tambien a visiones manigueas del mundo, " buenos 0 malos, amigos 0 enemigos, mientras el enfoque de los europe os es mas complejo. AI enfrentarse a adversarios reales 0 poten· ciales, los estadounidenses suelen decan tarse por la coercion mas gue por la persuasion, y, prefieren sancionar punitivamente antes gue inducir a comportamientos mejores -mucho palo y poca zanahoria-. EI enfogue estadounidense de la polftica internacional se orien ta par 10 general hacia finalidades dad as , como :resolver este problema 0 ehminar aqJwilaam enaza. Ni que decir tiene que esta orientaci6n tiende, a su vez, a adoptar una posicion cada vez mas unilateral en polftica internacional;
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Los estadounidenses son menos proclives a apoyarse en instituciones internacionales como NaciQoes Unidas, Q a cQQperar con otras nagones con miras a lograr objetivos comunes; tienen una. vision mas esceptica del derecho internacional y estan mas dispuestos a operar al margen de sus cauces siempre que 10 consideran necesario 0 simplemente conveniente1.
, Los europeCl.s_ sue1.en insistir en analizar lo~ 1 problemas prestando mayor atencion a los per- "< .0les y matices gue pres en tan. Inten tan influir ,en sus interlocutores de forma sutil e indirec-ta. Muestran mayor tolerancia al fracaso y mas paciencia cuando las soluciones se retrasan. POl' regia general, favorecen las respuestas pacfficas a los problemas: prefieren la negociacion, la diplomacia y la persuasion a la coercion. Cuando se trata de resolver un conflicto, Lambien suelen apelar al derecho, las conven
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siones y la opinion internacionales con mayor prontitud Aclemas, usan los lazos comerciales 1 econ6micos para ;;':-ercar entre sf a las nacia'= _nes. A menudo hacen hincapie en los procesos _ por encima de los resultados, en la creencia de 9}Je aqJJellos acab~dn par materializarse en un >
avance sustancial.
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/ ..-'_ 1,>'-'/ /,de Europa: la vision delpoder de los hrirani,;-
i) : I_cos, por ejemplo, es fae;] q]le sea bastante mas " «americana» gue la de' muchos otros euro;
I peos continentales. Su memoria del Imperio, ~las «relaciones especiales» forjadas con Estados Unidos durante la II Guerra Mundial y en los albores de la Guerra Fria, ademas de su tradi
--;~.' cional postura distante con-relacion'a 10 que
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acontece en el resto de Europa tiende a mantenerlos apartados. Tampoco se puede reunir f~aI1c'eses con alemanes sin mas: aguellos son ;;7gullosamente independientes, aunque tam
blt':n resultan sorprendentemente mseguros; los alemanes, por su parte,mezclan la confian-za en sf mismos con un cumulo de dudas que
-arran can <;le la II Guerra Mundial. En cuanto; los paises de Europa oriental y central,su historia es completamente distinta de la de sus veClI10S occidentales, y sus arraigados recelos hacia el poderio ruso suelen llevarles a adop-tar una vision luas proestadounidense de ,las,
realidades hobbesianas. '
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Todo ello por no mencionar las evidentes disensiones intern a ambas riberas del Atlan~ no es 0 mismo un g,aullista que un sociali~ta frances. Analogamente, l?s democrataS es- )
. Claro que este retrato de los eUl'opeos es ) '." una cari~t~ no exen-ta de simplismos y ex,a- ~ ,'> geraciories. Nose puede generalizar al hablar
tadounidenses tienen un estilo mas «europeo» \, gue el de los republicanos. 0 el secretario de Estado Colin Powell puede parecer mas «eu-
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ropeo» que el secretario de Defensa Donald Rumsfeld. No faltan los estadounidenses, muy especialmente entre los intelectuales, que se muestran tan incomodos con losaspectos «duros» de la polftica exterior de Estados Unidos como pueda estarlo cualquier europeo; y ala inversa, algunos europeos tienen visiones de la hegemonfa semejantes a las de cual-quier norteamericano. ;
. I r lese a todo, estas caricaturas consiguen cap- ~ 1 5ar una verdad esencial: hoy en dla Estados' ~ Unidos y Europa difieren entre sf en a,pectos 1
L fundamentales. Powell y Rumsfelcl tienen mas j en comun entre ell~ que 10 que pueda uni; a i Powell con los ministros de Asuntos Exterio- \
- 1 re~e Franci~ Alemania 0 incluso Gran Bre- ~ tana. En Estados Unidos, cuando se trata de l usar la fuerza, la mayorfa de los democratas al uso se sienten mas cercanosa su~ republicanos que ala mayorfa de los europeos. En los anos noventa, incluso, los liberales paredan mas proclives al uso de la fuerza ymas maniqueos en su percepcion del mundo que sus homologos europeos e ll_ geI1eral. EI gobierno de Clinton ordeno bombardear Irak, asf como Afganistan y Sudan. No es descabellado sospechar que casi ningun gobierno europeo hubiera hecho 10 propio, y de hecho suponemos que casi todos estaban conster-
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nados ante el militarismo de Estados Unidos. Es mas, cabe plantearse la interesante pregunta de si los europeos hubieran born bardeado Belgrado en 1999 de no haberse visto obligados a hacerlo para secundar la iniciativa estadounidense2 . En octubre pasado, la maya- / rfa de los senadores demacratas respaldaFBR- U la resolucion que autoriza al presidente Bush a atacar Irak, para pasmo de sus homologos en Francia, Alemania, Italia, BeIgica y aun el Rei-no Unido.
La ineviLc .. ble pregunta relativa a donde puede fadiCar elorigen de semc;jan te diferencia de perspeCtivaSestrategicaS no harecibido~ufi~lente atenci6n en los ultimos anos. Intelectuales y politologos a ambos lados del Atlantico siguen sin reconocer la existencia de verdaderas discrepancias, y menosaun han hecho esfuerzos por dilucidar los actuales desacuerdos, limicindose como muchoa senalar que la Alianza transatlantica ha conocido momentos de ten-
. sian en el pasado. Y los que se toman estas discordancias mas en serio, especialmente en Europa, parecen mas intef<:sados en embestir a Estados Unidos que en comprender las razanes de su politica -y tam bien de la europea-. Sin embargo, ya va siendo hora de ir mas alia de las negaciones e insultos y de abordar el problema sin ambages.
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Contrariamente a 10 que piensan much os europeos y tambien algunos estadounidenses, estas diferencias de cultura estrategica no constituyc;n una emanacion natural delos dis-
\ tin tos esprritiis~i1aciOi:;ales:i Lo que los euro-peos'~(Jl1sideran ahorasu cultura estrategica, caracterizada por su espiritu mas pacifico, es, historicamente hablando, una novedad, una evolucion a partir de la muy diferente cultura estrategica que domi~6 Europa durante siglos, al menos hasta la I Guerra Mundial. Los gobiemos -y los pueblos- de Europa que se lanzaron entusiasmados a aquella gt;erra contin en tal crelan en la rnachlfJolilik. Eran fervientes nacionalistas deseosos de imponer su idea de nacion por la fuena de las arm as -como !a Prusia de Bismarck-; de divulgar sus ideales de egalili y jralernile con el sable en la mana -como la Francia napoleonica unas decadas an les- 0 de repartir las bendiciones de la civilizacion liberal a canonazos -como la Inglaterra de los siglos X\-1I-XIX-. El orden europeo cristalizado con la unificacion alemana de 1871 fue, «como todos los que Ie precedieron, el fruto de la guerra,,3. Pues, si bien es cierto que las ralces de la actual vision em-opea del mundo, como las raices de la misma Union Europea, se remontan ala I1ustracion, no puede decirse que la politica de las potencias euro-
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peas durante los ultimos trescientos anos haya seguido los clarividentes designios de filosofos
y fisiocratas . .. ) En cuanto a Estados Unidos, nada hay de jJ
v atemporal en su dependencia de !a fuerza como instrumento de polfti~a exterior, nien su sesgo hacia un unilateralismo que olvida demasiadas veces el derecho intemacional. Tambien Estados Unidos es hUo de la I1ustracion; de hecho, recien nacida la Republica era su hUo mas leal, la gran esperanza de los europeos ilustrados, que desesperaban del Viejo Continente y velan elNuevo como ellugar donde «la razon y la humanidad" podlan «desarrollarse
mas rapidamente que en ningun otro sitio» 4.
La retorica d.; la primera polftica exterior estadounidense, aunque no siempre la practica, es- . taba impregnada de los principios de la Ilustracion. Como los estadistas europeos de hoy, los estadistas norteamericanos de finales del XVJII
exiitaban las virtudes del comercio como balS,:I11 0 relajador de las discordias entre Estados, y apelaban al derecho intemacional Y a la opinion publica frente al recurso ala fuerza brllta: Desde luego, lajoven Republica esgri-;;io su poder contra pueblos mas debi]es de America del Norte; pero, cuando se trataba de relacionarse con los gigantes europeos, decia abjurar del poder y tachaba de ativicas las polf-
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ticas de poder que adoptaban los imperios europeos de los siglos XVII! Y X[~.
De este punta de vista erroneo algunos historiadores han inferidoque la generacion de los padres fundadores de Estados Unidos era
! ,) una generacion utopica, que rechazaba sincel ), ramente las polfticas de poder, como alga v «ajeno y repulsivo» y que era sencilJamente
incapaz de «comprender la importancia de la exhibicion de fuerzaen materia de asuntos exteriores»5. Pero ni George 'Washington ni Alexander Hamilton ni John Adams ni tan siquiera ThomasJefferson eran utopicos. Muy
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, par el contrario, todos elJos estaban bien ver-sados en las realidades de la polftica internacional. Podfan jugar al poder can reglas europeas cuan-do las circunstancias aSllo-permitfan y muy probablemente desearon tambien a menudo poder hacerlo can mayor eficacia. Pero eran 10 suficientemente realistas como para reconocer su debilidad, as! que, deliberada a inconscientemente, usaron la estrategia del debil para lograr sus objetivos. Denigraban la polftica de poder y decian profesar aversion por la guerra r.eLpo_derfo belico, terrenos en los que era manifiesta su in-ferioridad respecto de las grandes potencias europeas; loaban las virtu des beneficas del comercia, donde SI podfan compe'tir en un pla-
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no de mayor igualdad; apel;].ban al derecho internacional como media idoneo para regular el coinportamiento de las naciones, sabiendo
. demasiado bien que no disponlan de ningUn media coercitivo contra Gran Bretaiia y francia; y ley~ndo a'yait~l habfan descubierto 9'::,e eii.-ClireC:ho intemacional :<ser fuertes a debi- ,/
les [ ... J nada importa. Un enano no es menos 110mbre que un gigante; ni una peq1!e6a Re- I
-pllblica es menos Estado soberano que el Rei- \ no mas poderoso,,6. Las generaciones poste-·' ~iores, que ciertamente poseyeron bastante mas poder e influencia en el concierto mundial, no siempre compartirianesta pasion por las obligaciones del derecho internacional. Pero en el siglo x\-TII y comienzos del XIX era a las potencias europeas a quienes no gustaban / precisamente sus constricciones.
Dos siglos mas tarde, estadounidenses y eu_, ropeos han in terdambiado papeles ... y perspectivas. En parte esto obedece al hecho de que en los liltimos doscientos aDOS, y muy especialmerite en los decenios mas recientes, la, ecuacion del poder ha cambiado de forma ,espectacular. Mientras Estados Unidos fue un pals debil, practico la estrategia de los debiles y rehuyo la confrontacion directa; pero ahor~ que es una superpotencia se comporta corr:,o tal. Mientras las gran des potencias europeas <----
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fueron poderosas, creyeron _enJaJuerza y, la_ gloria marcial; peroahora yen el mundo con ojos de potenc:ias menores, Tan divergentes puntas de vista han engendrado distintos enfoques estrategicos; distintas estimaciones de que constituye una amenaza (y de cual es el medio mas apropiado para afrontarla); distintos calculos de intereses y, en fin, distintas perspec-
. tivas sobre el valOl'Y el sig~ificado del derecho y las instituciones internacionales.
Pero este desplazamiento del eje del poder explica solo parcialmente la fisura abierta entre Estados Unidos y Europa, pues 10 cierto es que junto con las consecuencias naturales del desequilibrio geopolftico transatlantico tambien se ha abierto una profunda sima ideologica._Europa, dehld6 a su experiencia historica del siglo pasado -una experiencia unica que culmino en la fundacion de la Union Europea-, ha desarrollado un conjunto de ideales )' principios tocantes a la utilidad y la moral;dad de poder que difieren slIstancialmenre de.
Jos ideales y principias de 10. en .. dnllnidenses, que no han com partido esa experiencia historica Si el abismo estrategico entre Estados Unidos Y Europa parece hoy mayor que nunca'-e induSb sigue abriendose a un ritmo inquietante-, es pOl'que estas diferencias materiales e ideologicas se alimentan re-
, (- . (,. 1- i;' l' .. 1( .\~ .. (. C. \L--~:~r;i'(,
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dprocamente. Y la tendencia divisoria que resulta de este proceso bien pudiera tornarse irreversible.
//l . /! DESPLAZAMIENTO DEL PODER
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;lJgllllQ$~s_epregun.tar;in-,que es 10 que ha call1~~i.a~o.?e_srues de todo, el de~live global deLpoderIQ_rnilitareuropeono_escosade ayer. EI mas devastador reves, no solo para su poderIO, sino tam bien para su autoestima, 10 sufrio Europa hace ya casi un siglo, en la Gran Guerra de 1914. Aquel terrible conflicto asolo Alemania, Austria-Hungrla y Rusia, tres de las cinco potencias europeas que se bahfan constituido en pilares clave del equilibriodel poder en ese coritinente a pa~tirde 187l. EI conflicto deterioroTas ecoI1~I~fas de Europa, relegandolas a decenios de dependencia de banqueros estadounidenses. Fero sobre todo la guerra destruyo el genio y la voluntad de Gran Bretaiia y Francia, al menos hasta que aqueJla reacciono a la arenga de su primer ministro Churchill en 1939, cuando ya era demasiado tarde para evitar otra guerra mundial. En los aI10S veinte Gran Bretaiia rumiaba el «sin sentido» de aquella carnicerla de una generacion entera de jovenes en Passchendaele y otros campos de
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batalla, y su gobierno aprovech6 el final de la contienda para desmovilizar, a marchas forzadas, a su EjeLci~~2.:.J'I1ientras~tanto,m)llEEancia atemorizada pug!1a.b_a_pDL-mantener:._lJn'it~-~' fuerza militarSufi~ciente para disuadir a Alema- ' niad-e una revancha queal mismoliempo juzgab a inevitable. Al comienzo de-Ii decadade los veinte, Francia buscal;>a desesperadamente la alianza con Gran Bretana. Pero el com promiso angloamericano de defender Francia -estipulado por el Tratado de Versalles- se desvaneci6 en el aire cuando el Congreso estadounidense rehus6 ratificar la firma de vVoodrowvVilson. En cuanto ala traumatizada Gran Bretana, se las arregl6 para autocQnVeI1c:e~r§e, contra todo criterio, de que Francia y noAlemania constitufa la amenaza mas acuciante contra la paz en Europa, llegando a insistir, en fecha tan tardfa como 1934, en que el Ejercito frances se desarmara hasta los niveles de Alemania. Mientras, Winston Churchill predicaba en el desierto sobre el «tremendo peligro" de «tanto pedir a Francia que se debilite a sf ffilsma»7,
EI periodo de entreguerras Sllpll"-G e1 primer intento de Europa de ir mas alla de las poIfticas de poder, de hacer de Ia debiliclad. una
-vi5JW=l. En lugar de confiar en la fuerza, co-mo habfan hecho en el pasado, los venceclo-
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res europeos de la I Guerra Mundial depositaron su fe en la«:>.eguridad colectiva" y en su encarnaci6n institucional, la Sociedad de Naciones. «Nuestra intenci6n", declararfa uno de los estadistas prominentes de la Sociedad, era «imposibilitar laguerra, eliminarla, ani
::qli!r<J"E:I~Y para ella tenfamos que crear un sis-tema»8. Pero el «sistema» no funcionaba, en parte porque sus promotores no tenfan nj el ,podel;'ni 1~v5ll1n tLlclde hacerlo funcionar/Re;llita~ir6ni~;;-9ue la idea conductora gul subyada a este esfuerzo por solucionar la crisi~ s~uridad de Europa mediante la creaci6n de una organizaci6njurfdica supranacionallegal se deba a un norteainericano, Woodrow ~ilson. Wilson habl6 con la autoridad de quien representa a un pafs que en las ultimas decadas se habfa convertido en una de las potencias mas ricas y poderosas del mundo, y cuya tardfa entrada en.'la I Guerra Mundial habfa contribuido considerablemente a la victoria aliada. Lamentablemente, Wilson habl6 en - --- ,_.-". -" - - --- - -. - .
nombre'de Estados Unidos en un momento en q"le este pafs tam bien hufa de las polfticas de poder, asfque al final result6 que en el fondo no representaba a su pals. Por 10 demas: el rechazo de Estados Unidos a participar en la instituci6n creada por Wilson destruy6 cualquier posibilidad de exito. Como recorda-
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rfa Churchill con su frecuente vena sard.stica, «a nosotros, que tanta deferencia habfamos pn~stado a sus opiniones y deseos [de 'Wilson] en todo .este asunto de la pacificacion, se nos dijo sin mucha.s ceremonia.s que deberfamos estar mejor informados sobre la Constitucion de Esta.dos Unidos»9. Los europeos que
. daron abandonados a su suerte y, cuando les 'taco entrentarse al cre(:iente poderfo de la . Alemania reannada y reV1SJOmsta de los anos
!rem ta, el concepto de «se ridad colectiva» se erntJO para. verse sustituido por una. polftica. de a.paClgua.miento.
El a.pla.camiento de la Alemania nazi era una estrategia profundamente cimentada en Ja debilidad, una debilidad que derivaba menos de una verdaderaincapacidad de contener a Alemania que del comprensible miedo a otra gran guerra europea. Pero sobre estos cimientos se habfa edificado una com pleja estructura de argumentos rebuscados sobre la naturaleza de la amenaza planteada por Alemania y sobre la mejor manera de abordarla. La diplomacia britinica, en particular, se dedicaha a minimizar sistematicamente la amen~-
,- za, 0 bien mSlstJa en que su gravedad no exigia acciones de respuesta.l,Si pudiera demostrar:e que Alemania se esti rearmando»,ldecia ei lider de los conservadores britinicos Stanley
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Baldwin ana por 1933, entonces Europa tendria que hacer algo. «Pern taJ sit1l3cion 3 1111. no se ha dado»~o. Los apaciguadores abundaban en argumentos que desaconsejaban el uso de la fuerza por innecesario 0 inadecuado. Alemania y su gobierno nazi, arglifan algunos, habfan acumulado agravios legftimos que las potencias occidentales no podfan dejar de considerar. El Tratado de Versalles, como explicaba John-Maynard Keynes,habfa sido seve-ro -y~cont;:a-p~~d~lcente, y Gran Bretana y Francia solo pod ian cuI parse a sf mismas de que la polftica alemanase hubiera tornado ahora airada y revanchista. Cuando Hitler se quejo de 10 mal que se trataba a los alemanesetnicos en Checoslovaquia Y en todas partes, las democracias occidentales ya habian sido aleccionadas para dar por buenas lasalegaciones de Hitler. Otras potencias europeas tambien se negaban a aceptar que la grieta ideologica
abierta imposibilitara cualquier arreglo con Hi tler y los nazis. En 1936 el primer ministro frances, Leon Blum, dijo a un ministro aleman de visita: «soy marxista y judfo», pero <<DUnca lograremos nada si hacemos de las barreras ideologicas obsticulos infranqueables» 11.
Muchos se convencieron de que, por mala pinta que tuviera Hitler, la alternativa en Alemania probablemente fuera peor: Las diploma-
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cias britinica y francesa se afanaban por conseguir la firma de Hitler al pie de distintos acuerdos, creyendo que solo el estaba en condiciones de controlar aquellas fuerzas mas extremistas que se presuponfa que habfa en la sociedad alemana 12.
. Ocurrio que la polftica de apaciguamiento, • r·
'\ cuyos objetivos eran ganar tiempo yconfiar en ":::: que Hitler acabara dan dose por satisfecho, se , revelo desastrosa para Gran Bretana y Francia.
Fue Alemania quien gano tiempo, expiotando cada ano que pasaba su latente superioridad
, en 10 economico e industrial p'fra rearmarse hasta tal punto que las potencias democraticas de Europa ya no fueron-capaces de disuadir ni de derrotar a Hitler cuando este lanzo su ataque. En 1940, Sll ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, hacfa balance, no sin asombro, de las dos ultimas decadas de diplomacia europea.
En 1933 deberfa haber habido un presidente del gobiemo frances que dijera (yo mismo 10 habrfa dicho cle haberme encontraclo en su situacion): "El nuevo Canciller clelReich es el
autor de J'vJi /ucha, clonde se dice esto yaquello. La vecinclad'cleun hombre asi es intolerable: iO desaparece 0 lucharemos!», Fero naclie pronuncio este ultimatum. Nos clejaron deslizamos
solos hasta la zona de mayor riesgo. y nosotros 10-gramos navegar por ella sin encallar en ninguno de sus temibles arrecifes. Y cuando hubimos
terminado, wando estuvimos bien arm ados, mejor que ellns, entonces iempezaron la guerra! 13
Cabe suponer que las rebuscadas argumentaciones que preferian el apaciguamiento ala confrontacion habri'an sido de mayor utilidad si se hubieran usado con otro hombre 0 con otro pais en circunstancias diferentes; por ejemplo, con ellider aleman de los anos vein-te Gustav Stresemann. Pero fue un error apli-\\ car esta politica al caso de Hitler y la Alemania \1' ' de los treinta. Porque para entonces la estrateo,.'i' gia de apaciguamiento ya no era producto del i, analisis sino de la debilidad. \i
Si la I Guerra Mundial debilito seriamente a Europa, la II. que derivo de este fiasco de la estrategia y la diplomacia europeas, acabo con el pape! de las naci'on,es europeas como poten-, cias globales. La incapacidad que demostrarfan en la posguerra para proyectar suficiente im presIon de poder a sus terri torios de ul tramar les impedirfa conservar los imperios coloniales que tenian en Asia, Africa y Oriente Proximo, viendose obligados a replegarse masivamente despues de mas de cinco siglos de dominio imperial, en 10 que acaso constituyo la mas significativa retirada de influencia glo-
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baljamas registrada en la historia. En menos de un decenio de Guerra Frfa los europeos ce
" ~ .1. "nidos tanto sus posesiones coloniales en Asia v Oriente Proximo como las_ responsabilidades estrategicas que entrallaban; unas veces por las buenas y otras, como
'. en la crisis de Suez, bajo presioIl:. " Terminada la II Guerra Mundial, muchos estadounidenses influyentes confiaban en la
. restauracion de Europa como «tercera fuena» mundial, una entidad 10 suficientemente poderosa como para defenderse por sf sola contra la Uni6n Sovietica y permitir a Estados Unidos retirar sus tropas del Viejo Continente. Franklin Roosevelt, Dean Acheson y otros observadores estadounidenses estaban convencidos de que Gran Bret,::u1a se echarfa a los hom bros la tarea de defender de la Uni6n Sovietica a buena parte del mundo. En aquellos tempranos dfas de la posguerra, el presidente Harry Truman lleg6 a imaginarse un escenario en el que Londresy Moscu competfan por esferas_
........... -- de influencia, con Estados Unidos actuando a guisa de «arbitro imparcial,,14. Fue entonces cuando el gobierno britanico se vio obligado a acIarar que ya no podia seguir proporcionando apoyo econ6mico y militar a Grecia y Turquia, como habfa venido haciendo desde el final de Ja guerra. Para 1947 Ia diplomacia
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bricinica ya habfa asumido que Estados Unidos pronto «arrancarfa de nuestras heladas
. manos la antorch:ade11iderazgomundia["l5. ,. -.-L~segurid~d de Eur~pa ydel mundo habfa
PEado a depender de Estados Unidos. Ni a .. Fr<lI1cia ni a Gran Bretana les seducfa siquiera ~ la idea de un bloque europeo independiente r.c -esa «tercera fuerza»-, pues temfan que la l~ constituci6n de dicho bloque proporcionar~ ~. a Estados Unidos la excusa que necesita~a ~ para retirarse de Europa. Significaria que volve-~. rfan a quedar abandonados; y esta vez no s610 & contra Alemania, sino tambien contra la Uni6n ~ Sovietica. Jon palabras de un diplomatico esta-t dounidense, «10 unico a 10 que pueden aga-~ rrarse [los franGeses] ,es el hecho de que haya L efectivos norteamericanos, cualquiera que sea !c su numero,interponiendose entre ellos y el F . r Ejercito Rojo» 16. .
~ AS! pues, durante los cincuenta anos que si-~. __ guieron a la II Guerra Mundial, Europa qued6 i-' relegada a una situaci6n de dependencia es-t trategica de Estados Unidos. El brazo de las po-~ tencias europeas, que antano aJcanzaba cual
quier lugar del mundo, ya no se alargaba mas aHa del Viejo Continente. La unica _aunque vital-.... misi6n estrategica encomendada a
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Europa durante la Guerra Frfa ante una eventual of ens iva sovietica, consistia en defender
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)} con fir~eza su propio territorio hasta que los .~ estadounidenses acudieran al rescate. Y hasta
para desempenar este papel secundario los_~ europeos se hadan de rogar. La renuencia europea a gasta r en clefensa fas Sllmas q!Je los --; gobiernos de Estados Unidos consideraban ns::-
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-- ' _ cesarias constitufa una fuente const,mte de ten-sion transatlantica, desde la fllDchcjOn de la OTAN hasta los tiempos de Kennedy --cuy,,
-doctrina de «respuesta flexible" exigia un aumento significativo de fuerzas convenciona.:: .. res en Europa-, pasando por la era Reagan, cuando el Congreso estadounidense clamaba porgue Europa hiciese mas por «c6mpartir la
-carga" ele Ja defensa comun. - No obstante, las circunstancias que rodea .. ron la Guerra Fria generaron una tension quizas inevitable entre los intereses de Estados Unidos y los de Europa. Los estadounidenses solfan decantarse por un escenario en el cual Europa occidental poseyera una capacidad mi-litar -bajo control de la OTAN, naturalmen .. - -te- capaz de frenar una invasion soviet~ca ele E~ropa -e'xceptuanelo el casu de gc~erra nllclear-, y en_el que los europeos, no los estadounidenses, soportaran el grueso de las ba-~. Siendo esto asl, no resulta sorprendente que muchos europeos aeloptaran un punto ele vista bien diferente sobre cual era la forma
de disua.'iion mas eleseable. Por 10 general, se claban por protegidos con el paraguas nuclear estadounidense, confiando en que el equilibrio de fuerzas 0 de temores Estaelos UnidosUnion Sovietica, con su doctrina de destruccion mutua asegclrada, bastarfa para mantener Europa a salvo. E1Lcuaiquier c3.S9,dyrantelos primeros anos de la-G~ierra Frfa, las'ecorio~ mias europeas estaban elemasiaelo debilit~elas comojJara acumular una capacidad militar sllficiente con objeto de garantizar la defensa propia. Pero aun cuanelo las economias europ'eas entraron en fase de recuperaci6n, mas avanzada la Guerra Frfa, los europeos seguran sin estar especialmenteinteresadosen cerr;:r-eral)ismo-q~~~ediaba entr su poderfo militar y elde Estados Unidos. La garan la n~lclear que representaban estoslIltimos priv6 a los europe os del incentivo para afrontar el gasto militar netesario que permitiera restablecer su viejo estatus de superpotencia mi ..
Ii tar .. Esta psicolbgfa de dependencia cons-tituia urla realidad ineludible de la Guerra Frfa y la era nuclear. Por mllcho que la orgullosa Francia gaullista pretendiera, soslayar este hecho abandonando la OTAN yacumulando su propio miniarsenal nuclear, Sll force de fraPJle apenas superaba 10 simb61ico y desde luego no liberaba a Francia, y menos a
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Europa, de su dependencia estrategica de Estados Unidos.
Si durante la Guerra Frfa ]a relativa debjljdad de Europa pareci6 menos problematica en cuanto a las relaciones transatlanticas, se debi6 en buena medida a las excepcionales circunstancias geopoliticas de aguel conflicto. Pese a verse mermada par las dos superpotencias que tenIa a ambos flancos, la debilitada ElJropa sirvi6 sin embargo como escenario
.', estrategico de la lucha mundial entre el co-munismo y el capitalismo democi:atico, 10 cual, junto a su persistente costumbre de ruandar en el mundo, permiti6 a los europeos conser-
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: val' un rado de influencia y respeto interna,.' cionales mas aJtosde 10 que correspon ena a \ su mermada potencia milital~ No en vano, la
estrategia estadounidense de Guerra Fda se babia erigido alrecleclor de la Alial17.a transatlantica. El mantenimiento de la uniclad y la cohesi6n de «Occiden te" era 10 esencial, 10 que tendi6 a elevar la importancia de la opini6n de Europa sobre cualquier asunto global, dan" do tanto aeuropeos como a estadounidenses unaidea 6~gtlralllente eyageracla del poder real deiViejo Contin~'nte.--- .. , ,
Esta percepci6n subsisti6 en los al10s no-venta. Los conf1ictos desatados en los Balcanes durante esta decada obligaron a Estados
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Unidos a seguir incJuyendo a Europa entre sus prioridades estrategicas. 1.,a Alianza Atlantica parecfa baber encontrado una misi6n nueva tras la Guerra Frfa: lJevar la paz a aguella parte del cOJ1r,i!le.ntetodavfa procJive al conflicto violellto, etrlic~po;' mas senas, que, aunque esta~'ez_se desarrollaba a escala mas reducida, recor:dabademasiado a las otras grandes co;;f~ontaciones que lo,habfan precedido. La ampliaci6n de la OTAN para acoger a los e~ miembros del bloque sovietico, la culminaci6n de la victoria en la Guerra Frfa y la creaci6n de una Europa «libre y unida .. eran otros magnificos proyectos de Occidente que mant~7ieron a Europa en 13 van guardia del pensamiento geopolftico estadounidense.
Y no olvidemos la temprana promesa de la «nueva .. Europa' Mediante la fusi6n en una sola unidad polftica yeconomjca el logro hist6rico de Maastricht en 199i-, eran muchos los gue confiaban en devolver a Europa su vieja grandeza, aungue en una nueva configuracioIL polftica.«Europa .. iba a ser 1a proxima super- ' potencia, no solo en 10 economico y 10 politico, sino tambien en 10 militar; asimismo iba a ser mejor gestora de las crisis que surgieran en el continente europeo, como los conflictos etnicos de los Balcanes, resurgiendo como unactor de primera fila en la escena internacional.
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Todavfa en los arios noYent;), los elJropeos no vacilaban en afirmar que el poder de Jlna EllfQ
_pa unifievcla restaIlrarfa vi 5n la «multipolari-dad" global destmid" par la Guerra Frfa y S1lS
_secuela~: Y tam bien la mayor parte de los estadounidenses, aunque con sentimientos en-
. contrados, convenfan en que el futuro era .una superpotencia Hamada Europa. Samuel P. ljl(D1ington, de la Universidad de Harvard, predijo que la cristalizacion de ]a Union Europea serfa «el acontecimiento m{lS importante" de una reverion mundial contra la hegemonfa de Estados Vnidos, capaz de engendrar un siglo X,,{I «verdaderamente mllltipolar"Ji - Si Europa hubiera cumplido esta promesa du~ante los arios noventa, es probable que el mundo fuera un lugar diferente hoy en dfa~ Estados Vnidos y Europa podrfan estar negOciando las nuevas condiciones de una relacion basada en una igualdad aproximada, en vez de debatirse en la abrumadora desigualdad que los separa. Tambien es posible que el producto de este mutuo re<0uste hubiera reportado beneficios a ambos lados del Atlantico:
lJJ.ropa podfa huber 3 S 11 ID ida mayores respon sabilidades en la seguridad mundial, y Estados Unidos most!"ar una. mayor deferencia hacia los intereses y aspiraciones de Europa a la hora de diseria!" su propia polltica exterior. -
,I 1,1 P E !: i ero la «nueva" uropa no cum plio esta
i ps;omesa, aunque sf obro alglin que otro pro.! , digio en los terrenos economico y politico.
.1 Desmintiendo los pronosticos y algunos temo'd res de los escepticos a ambos lados del Atlantii co, Europa supo hacer honor a su pro mesa de
ynidad. La Europa uniela surg:io como una potencia economica de primera fila, capaz de competir can Estados Unidos y las economias asiaticas y de negociar en pie de igualdad los aSIlntos riel comercjo y las 5nanzas interna
_cionales. Si el final ele la Guerra Frfa hubiera daelo paso a una era en que la pl~anza econ6- . mica pesaGl mas que el poderfo militar--como . tantos, en Europa yen Estados Unidos, suponian que ocurriria-, entonces la Union Europea habrfa equilibrado el fiel de la balanz;;t ;tel orden mundial haciendo valer una influencia comparable a lade Estaelos UQidos. Pero el final '\ de la Guerra Fria nO redl~o la preeminencia del : poderio militar; y los europeos descubrieron quela.pl~anza economica no se traelucfa necesariaI11~nte en poder estrategi.co y geopOlftiSo. En cambio, Estaelos Unielos siguio sienelo un coloso economico y militar, superanelo con creces a Europa en cuanto al poder de que se podfa hacer gala en la escena internacional.
Es mis, lejos de atestiguar el ascenso de la superpotencia Europa, ~<2"~Dta significac
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ron una mengua aun mas acusada de la debiligad Inilitar europea en l-elc.cic.n con l?star1os U nidos. Si al principio de la decada la desin tegraci6n de Yugoslavia puso de relieve la incapacidad de Europa en 10 militar y su desorganizaci6n en 10 politico, al final de la misma el cO.nflicto de Kosovo dejo oj clescubierto el a~smo transatlantico en cuanto a tecnologfa militar y capacidad para hacer h Vierra modema, abismo que en los aDOS ~iguientes no halia sino crecer. Fuera de Europa, .esta disparidad se revelo mas crudamente si cabe al final del decenio, a medida que 1e file ponienclo ele manifiesto gue la capacidad y la voluntad de las potencias europeas, individllaimeDte 0 en su conjunto, de proyectar una fuena decisoria sobre las regionesenconflicto era ;nsignificante fuera del Viejo Coot;nepte, Desde luego, Europa estaba en condiciones de enviar tropas de pacificacion a los Balcanes -y europeos fueron, de becbo, la gran mayoria de los con tingen tes desplegados en Bosnia, Kosovo y Macedonia-, incluso a Afganistin y quizas, si
. asi se terciaba, a Irak. Sin embargo, carecia I 1\ - ." il de 10 necesario para desplegar y sostener una ') II 'fuenabelica en un territorio potencialmente \ Ii hostil, inclusoen la propia Europa. En las cir-l I cunstancias mas favorables, el papel de la UE k, \ se limitaba a despacbar fuerzas de pacificaci6n Ii'"
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una vez que Estados Unidos -por 10 general en solitario-- babfa completado las fases deci; sivas de la operacion militar y estabilizado la
_situacion:.... Como han expresado metaforicamente algunos europeos, en realidad el fa- . moso reparto de tareas consistla en que...!,! Esta-' dos Unidos Ie tocaba «hacer la cena», L a','~. Europa «fregar los plat~». .
Ahora bien, la mayor propension de Estados Unidos a emplear la fuerza no siempre ha ido pareja con una disposici6n a sufrir bajas. Las diferencias de capacidad militar no guardan relacion con el coraje relativo de los soldados estadounidenses y europe os. Los gobiernos frances y britanico, y hasta el aleman, pare-clan a veceS bastante menos preocupados por los riesgos que pud;eran correr sus tropas que 19S presidentes de Estados Unidos. Du-rante la crisis balcanica de mediados de los noventa y mas tarde en Kosovo, el primer ministro britanico Tony Blair estaba mas dispuesto a desplegar tropas de tierra en Serbia que el propio presidente Clinton. Pero en cierto modo esta disparidad tam bien perjudico a los europeos. EI des eo estadounidense de evitar vktimas,junto a su inclinaci6n a invertir enormes sumas en las nuevas tecnoIogfas belicas, habfa dotado a Estados Ur-idos de una formidable capacidad militar que Ie
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permitfa actuar con IDortfferLl precision ,sobre objetivos muy lejanos con e) mlnimo ri~\ go para sus fuer~as. Por contra, lo~ militares V europe os estaban menos avanzados tecnolo- /.' gicamente Y acusaban una mayor depenQ..en-i :: cia de tropas pensadas para actuar sobre obo-:
je'tivos cercanos. El efecto de esta disparidad' tecnologica -que se hizo aun mayor en los
/ anos noventa, cuando el ejercito estadounidense obtuvo notables avances en la creacion de proyectiles teledirigidos de gran p.recisian, en operaciones de ataques conjuntos, asi como en telecomunicaciones y recopilacion de datos- no hizo sino predisponer aun mas para]a guerra a los estadounidenses por oposicion a los europeos, que carecfan de capacidad para lanzar ataques devastadores desde elistancias seguras y que por 10 tanto se vefan obligados a pagar un precio bastante mas alto por el despliegue de cualquier of ens iva.
Tales insuficiencias militares europeas en relacion con el poelerfo de EsLc1.dos Unidos eliffcilmen te podian sorprender a nadie, pues ya habiansido caracteristicas de las fuerzas del Viejo Continente durante la Guerra Frfa. El desafio estrategico que implicaba esta -junto con una doctrina de, contencion que, seglm la conocida expresion de George Kennan, exigfa «una fuerza de contraataque diestra y vigi-
lante, desplegada sobre una serie ele puntos geograficos y_l'0liticos de variabilidad constdIIte,),. habla oblwado a Estados Unidos.a o construir una fuerza militar capaz de golpear simultaneamente en lugares distintos y distantesl~. Muy diferente habia sido el papel estrategico de Europa, consistente en defenderse y resistir un eventual ataque del Ejercito Rojo m~\S que en atacar a nadie 19. Para]a mayor par-te de las potencias europeas, esta mision requeria mantener a punto grandes con tingentes terrestres para defender posibles rutas de invasion sovieticas que penetraran en su terri-, torio y no fuerzas moviles capaces de embarcarse rumbo a regiones distantes. Los estadounidenses y los europeos que al final de la Guerra Fda propugnaban que Europa arnpliara su papel estrategico mas alii de su con tinente demandaban una revolucion en~c..e&tf'frt1::=-l gia y la capacidad inilitar europeas. Era poco, realista pretender que Europa recuperara el estatus de superpotencia internacional del que' habia disfrutado antes de la II Guerra ,Mundial, a no ser CJue las naciones em'opeas estu ,.-jeran dispuestas a emplear en programas ml~tares los significativos recursos destinados a _ programas sociales, asi como a reestructurar y modernizar sus ejercitos sustituyendo unas fuerzas disenadas para ]a defensa pasiva del
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! territorio por otras cap aces de desplegarse y , mantenerse lejos de casa.
'. / Estaba claro que los votantes europe os no /estaban dispuestos a pmpiciar un cambio de I prioridades tan .revolucionario: no s610 eran I renuentes a correr con los gastos de una fuer-" t
za militar capaz de actuar y proyectar su fuenal. mas alla de Europa, sino que, despues de la
,Guerra F6a, ni siquiera Se mostraban dispuestosa sufragar una milicia suficiente para llevar a cabo operaciones de menor importancia en su propio continente sin la ayuda de Estados Unidos. A la Glpini6n publicaeuropeatampo-
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co parecfa importarle si su dinero se destina-ba a reforzar la OTAN 0 una polftica europe a independiente en matel-ia de Defensa y Asuntos Exteriores. Ante'este requerimiento su respuesta era siempre la misma. Vefan el derrumbamiento de la Uni6n Sovietica como una oportunidad, no de ampliar la articulaci6n estrategica de su continente, sino de sacar pmvecho efectivo de un considerable dividen-
". do de paz. Para Europa, la cafda de la Uni6n Sovietica no-sig;-;1ficosiriola:-desaparici6~ de
~ un adversario estrategico y, en cierto modo, , :' eliminaba la necesidad de mayores cibalas ge
",' opolfticas. Muchos europeos se tomaron el final de la Guerra Frfa como llnas vacaciones 9trategic~s. Asi pues y p~e a los~ ha-
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cer de Europa una superpotencia global, el presupuesto de defensa ciel paIs europeo medio fue cayendo gradualmente por debajo del 2 por ciento del PIB, y a 10 largo de los arios noventa el potencial militar de Europa fue quedando inexorablemente rezagado en relaci6n con el de Estados Unidos.
El final de la Guerra Fria surti6 un efecto bastante diferente en la otra orilla del Atlantico. Por mas que E~os buscara tambien obtener su propio dividendo de paz-y aunque los presupuestos de defensa se redujeran 0 se mantuvieran estables durante la mayor parte de los noventa-, el gasto en defensa sigui6 estando por encim'a del 3 por ciento del PIB, Ouando la polvareda del derrumbe sovietico aun no habia terminado de disiparse, s~ prodl0o la invasion iraquf de Kuwait, ala que seguirfa la mayor operacion militar estadounidense en un cuarto de siglo -Estados Unidos desplego mas de quinientos mil soldadosen la zona del Golfo Persico-. Bien es verdad que a partir de entonces los gobiernos estadounidenses empezaron a recortar su enorme Ejercito de los tiempos de la Guerra Frfa, pe'ro no de forma tan expeditiva como hubiera cabido esperar. De hecho, ninguno de los sucesivos gobiernos se tomo nunca el final de la Guerra Frfa como tmas vacaciones
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estrategicas. Desde el gobiemo de Bush padre hasta los arios de Clinton, la estrategia norte- !
americana y su planificacion belica siguieron i basandose en la premisa de que Estados Uni- i clos podfa muy bien verse obligado a librar, y . ganar, dos guerras practicamente simultineas en regiones diferentes del mundo. Pese a que esta doctrina de «las dos guerras»h;ya sido , cuestior'tada con frecuencia, 10 creno es que siempre ha gozado del favor de los lfderes militares y civiles estadounidenses, que defienden la necesidad de estar preparados para luchar simultaneamente en la pe~fnsula de Corea yen el Golfo Persico, por ejemplo. EI hecho de que Estados Unidos se planteara como opcion posible el mantenimiento constante e indefinido de semejante capacidad militar 10 aleja bien a las claras de sus aliados europeos que, como ya se ha afirmado, carecen incluso de la capacidad necesaria para librar una guerra menor cerca de casa -y no digamos dos conflictos de gran envergaclura y distantes entre sf-.. Asf es que, des de el punto de vi.sta historico, Es tados U nidos siguio exhibiendo tras la Guerra Frfa un poderfo militar inusitado, sobre todo en 10 tocan te a su capacidad de hacer sentir su poder en todos los rincones del planet",:.
Mientras tanto, el propio derrum iento del Imperio sovietico vino a aumentar consi~e-
rablemente el roder de Estados Unidos en relacion con el res to del mun.do. E~ arsenal estadounidense, que antario apenas si alcanzaba a equilibrar el sovietico, se des81~gaba ahora en un mundo en e! que no habra ningUn otro adversario destacabl~i Este ,,;;. mento unipolar» tuvo una consecuencia perfectamente logica y predecible: predispuso)' m<~stJdos T [nido~lsO de la f~rza en ejl ex~r. Eliminada la amenaza sovietica;Est;-i dos Unidos quedo con las manos lib res para intervenir practicamente en cualquier lugar y momento que considerara oportuno. Esta po-, sibilidad encuentra su confirmacion en la pro-, liferacion de intervenciones mili tares de ultramar, que comenzo durante el gobierno de Bush padre con la invasion de Panama en J 989; continuo con la Guerra del Golfo en 1991 y la intervencion humanitaria en Somalia al ana siguiente, y se marituvo durante la era Clinton. con las intervenciones en Haiti, Bosnia y Koso-, yo. Mjgl1.tr:a:;.~I':stadosUnidos muchos poUticos hablaban de aflojar las amarras sobre el resto de! mundo, 10 cierto.era que las intervenciones militares en el exterior sevolvieron mas frecuentes de 10 que 10 habfan sido durante casi toda la Guerra Frfa. Por mor de las nuevas tecnologfas, Estados Unidos gozaba aclemas de libertad para hacer notar su poder
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en cualquier parte del mundo, minimizando al mismo tiempo los riesgos mediante el recurso a los ataques aereos 0 con misiles, de los que echaI'ia mana con frecuencia creciente. Asf pues, el final de la Guerra Fria no him sino ahondar la ya profunda sima que desnivelaba el , poderfo europeo respecto del estadounidense.
PSICOLOCiAs DE PODER Y DE'DEBlLIOl',D --':-:.---/
(Como podia esta enorme y creciente dispari dad en la poses ion del poder no abrir una fosa cada vez mayor en la «cultura» estrategi-ca? Naturalmente, las potencias mas podero-sas tieiIen una vi,siBn del mundo disimil de la de las potencias mas debiles.' Unas y'otras se sin'en de baremos diferentes para medir los riesgos y las amenazas, definen de ,manera distinta el concepto de seguridad y sus nive
" ","--" les de inseguridad tolerable son logicamente
heterogeneos. Aquellas con mayor capacidad militar tenderan a considerar la fuerza como una herramienta util en las relaciones interna- ' ~.' cionales, mas que aquellas que carecen de po- • derio militar. De hecho, los fuertes pueden! confiar en su fuerza mas de 10 que deberian. Un britanico bastante crftico respecto de la propensi6n de Estados Unidos a la acci6n mi-
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ROIII::RT l\.AC;A.>-:
': litar recuerda un antiguo dicho: «En cuanto :\ se tiene unmartillo, todos los problen;asern',I piezan a rarecer clavos». E~'to es cierto. Pero las
I1aclo-Il~s-~o~escaso poderlo rnilitar corren tambien el peligro inverso:sino se tiellelln, martillo, no se, quiere vel' nada que se parezca
_ayn clavo. Las diferentes perspecuvas'ypsicologias del poder y la debilidad explican muchas divergencias', aunque seguramente no todas, de las que hoy separan a Estados Uni- /
dos de Europa. El problema no es nuevo. Durante la Gue- "\ " __ I
rra Fria la suprernacfa militar estadounidense ' y la debilidad relativa de Europa fueron causa de irnportantes y a rnenudo graves desacuerdos respecfo de la carrera arrnamentista entre Estados Unidos y la Union Sovietica y de las intetyenciones norteamericanas en el Tercer Mundo. EI gaullismo, la Ostpolitik y otros rnovimientos en pro de la
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independencia Y la unidad europeas eran rnanifestaciones de algo mas que un deseo de conservar el honor y la libertad de accion: reflejaban la COl1\'icCion europea de queel enfoque estadounidense de la Guerra Fria era dernasiado.con: t_encigs,Sl, dernasiado rnilitarista y demasiado peligroso. Atras habian quedado los prirneros a110s de la Guerra Fda, cuando lfderes como Churchill expresaban a veces su preocupacion
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por el exceso de delicadeza con que Estados Unidos se tomaba las relaciones con Stalin; ahora eran los estadounidenses quienes presionaban a una reticente Europa a comprometerse mas resueltamente en el antagonismo con la Union Sovietita. Por su parte, los euro
'peos consideraban que ellos sabi~n mejor como lidiar con los sovieticos: sus armas eran la diplomacia, la secluccion, el establecimiento de lazos comerciales y politicos y, sabre todo, fa paciencia, m ucha paciencia. Se trataba de. un enfoque legitimo, com partido de vez en cuanclo por much os norteamericapos, sobre todo durante y clespues de 1a Guerra de Vietnam, cuando algunos lideres estadounidenses creyeron que ellos tam bien partian de una posicion de debilidad. Pero la reiterada op05icion de los europeos ala politica de mano du~ con que Estaclos Unielos gestionaba la Gllerra Fria acabo por reflejar una debilidad fundamental y permanente de Europa en relacion con Estados Unidos: Europa simplemente tenia menos opciones armadas a su disposici6n,
,10 que la hacia mas vulnerable de cara a Ia poclerosa Union Sovietica. Cabe asimismo suponer que el enfoque europeo reflejara ademas ]a
memoria de la reciente guerra que habia arrasado SLl continente. Alii donde no se habfan comprometido ellos tambien en las sutilezas
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de la ditente, los estadounidenses tendfan aver estos postulados europeos como una nueva version de las polltIcas cle apacigaamieIltd, aIla vuelta a la mentalidad timorata de los anos treinta. Pero los europeos consideraban que su politica tenfa la virtud de ser mas sutil y que abrla una puerta de salida a 10 que juzgaban un enfoque excesivamente belicista de 1a Guerra Fria por parte de Washington.
Sin embargo, los desacuerdos durante 1£1 Guerra Fda fuero~ mas tacticos que de fondo y no afectaban a la concepcion misma del P?,~ en cuanto que a ambos lados del Atlantico existia una solida confianza en que el poderio militar conjunto bastaria para disuadira los sovieticos de cualquier eventual ataque, por muy remoto ,que este pareciera. !'ero el final de I,: "")" Guerra Fria -al ensanchar el abismo entre ambas capacidades militares y suprimir £11 comtm enemigo sovietico- no solo contribuyo a exacerbar las discrepancias en cuanto a perspectivas estrateg1Cas, smo gue camblO ademas la propia naturaleza del debate.
Durante casi todo el decenio de los noventa, politologos y analistas nostilgicos a ambos lados del Atlantico insistian en que estadounidenses y europeos estaban de acuerdo al menos en cuales eran las amenazas para 1£1 paz y el orden mundial. Segun esta vision, la dis-
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crepancia radicaba s610 en cual podia ser la mejor manera de enfrentarse a ellas. Pero esto no era del todo cierto. A 10 largo de la ultima decada, los sustanciales desacuerdos entre Estados Unidos y sus aliados ellropeos se han centrado en la cuesti6n de que constitllye Ul~ amenaza intolerable ala seguridad internacional y al orden mllndial (como el caso de Irak ha demostrado con creces). Y estos desacuer~os reflejan, por encima de todo, la disparidad 9z PQderes. >
. Uno de los desacuerdos transatlanticos mas ("" \ acusados desde el final de la Guerra Frfa gira
; en torno ala cuesti6n de que "nuevas» amenazas merecen mayor atenci6n. Los gobiernos estadounidenses han subrayado la peligrosidad de los supuestos ;,esj3do, proscritos» 0 parias y de 10 que el presidente Georg-e W. Bush llam6 hace un aDo "el eje del mal». En contraste, ]a mayoria de los europe os han adoptado un punto de vista mas sereno respecto de. los riesgos planteados por estos regfmenes. Como me dUo una vez cierto diplomatico frances, «el problema no'son leis estados ·'pros.cri"tos";s"inO los estados "fallidos"».
(Por que los estadounidenses y europeos tienen visiones tan divergentes de las mismas
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amenazas? Muchos europe os arguyen que la exigencia norteamericana de disfrutar de una
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seguridad absoluta, resultado de haber ,~vido protegidos por dos oceanos durante siglos, no es realista20 . Tambien aseguran que ellos saben bien 10 que es vivir junto al peligro, coexistir con el mal, puesto que lIevan siglos haciendolo (de ahi su mayor tolerancia ante las amenazas que puedan plantear el Irak de Sadam Hussein, el Iran de los ayatolas 0 el regimen de Corea del Norte): los estadounidenses:'i argumentan, tienden a exagerar los peligros'
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que suponen estos regfmenes. ' Esta explicaci6n cultural pasa por alto uri
par de detalles: en primer lugar, que las deca~das iniciales de Estados Unidos se caracterizaron por una inseguridad sustancial, rodeado como estaba por impelios europeos hostiles con presencia en America del Norte y bajo el riesgo, constante de quedar desgarrado por fuerzas centrffugas espoleadas por dichas amenazasextema<;. El discurso pronunciado por George Washington con ocasi6n de su despedida se cen tr6 precisamente en ]a inseguridad nacional. Y en cuanto a la supuestatoleranciade los europe os a la inseguridad y el mal, puede que en realidad no sea tanta como se pretende~ Durante tres siglos, los cat6licos y protestantes 0 de Europa a menudo prefirieron matarse un os a otros que tolerarse; y los ultimos doscientosaiios tampoco han sido
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una muestra muy convincente de tolerancia mutua entre franceses y alemanes. Algunos europeos diran que, precisamente porque Europa ha padecido tanto, tolera mejor que Estados Unidos el sufrimiento y, en consecuencia, es menos sensible a las amenazas. Pem 10
·contrario es mas probable: la meil10riade la I Guerra Mundial volvio a la opinion publica, britanica y francesa mas temerosa de la Alemania nazi, no mas tolerante -actitud que contribuirfa considerablemente a la esl;rategia de apaciguamiento tan en boga por los aiios treinta-.
U Una explicaci6n mas plausible d'e la mayor
. tole-rancia de Europa ante las amenazas del ~undo actual es la relativa debilidad del Viejo Continente. Las diferentes psicologfas respecto del poder y la debilidad son bastante faciles de entender: a un hombre sin mas arma que un cuchillo seguramente Ie parecera que un oso que merodea por el bosque es un peligro tolerable, puesto que la alternativa -darle muerte armado 5610 con un cuchillo-- entraiia mas riesgos que tumbarse inm6vil y confiar en que el 050 no ataque. El mismo hombre armado con un rifle, sin embargo, probablemente hara un calculo,diferente de que constituye un riesgo tolerable. (Por que iba a arriesgarse a morir a zarpazos sin necesidad? Esta psico-
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fogfa, perfectamente normal, ha abierto una brecha entre Estados Unidos y Europa. La inmensa mayorfa de los europeos siempre ha crerdo que la amenaza planteada por Sad am
, Hussein era mas tolerable que los riesgos inherentes a intentar deshacerse de eL Pero los estadounidenses, a causa de su mayor poderfo, han desarrolladoun umbral inferior de tolerancia fren te a Sadam y sus armas de destruccion masiva, especialmente clespues del II de septiembre. Ambas evaluaciones tienen sentido, considerando las diferentes perspectivas de un Estados U nidos hegemonico y una. Europa mas debiL A los europe os les gusta decir gue los estadouniclenses estan obsesionaclos
con la resoluci6n de problemas, pero 10 cierto res que aquellos con mayor capaCldad para resolver problemas tlenen mas probablhdades de afrontarlos que quienes carecen de tal ca paCldad. Los estadoumdenses podian imaginarse invadiendo satisfactoriamente Irak y derrocancio a Sadam, y por eso a finales de 2002 mas del 70 por ciento de ellos se mostraban favorables a esa accion. A, nadie debe sorprender que, por el contrario, los europeos encontraran la perspectiva inimaginable y al mismo tiempo temible.
Pero la incapaciclacl para responder a las amenazas no conduce s610 a la tolerancia; tam bien
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r{)llI~JI. Y !l':IIHJII,\1)
'puede inducir a la ne atio11. Nada mas normal que in ten tar a eJar-cle nuestras mentes aquello sobre 10 que nada podemos hacer. SegUn un estudioso de la opini6n publica europea, incluso el propio enfoque··de las "amenazas" diferencia a los polit610gos estadounidenses de sus homologos europeos. Aquellos, escribe Stec
ven Everts, tratan sobre «amenazas" externas como "la proliferaci6n de las. armas de destrucc~6n masiva, el terrorismo y los "estad M
proscritos"". Pero los europe os centran su ~eilt~l. "desafios" como "el cqnflicto et
nico, la inffiigraci6n, el crimen organizado, la po reza y la 'adaci6n ambientah. Sin em-
rgo, como nala e propio Everts, la dife-~ ~ ---
rencia clave es m os \l ra y filoso la que de capacidad. Los europeos «se preocupan sobr; todo de cuestiones [ ... J susceptibles de resolverse mediante acuerdos pollueas y enOl'mes sumas de dinero,,2!. En otrai" ,
~pa1abras; los europeos concentran sus esfuer'~-=-:-7.osen'.aquellos problemas -"desaffos"- en
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los que los puntos fuertes de Europa pueden desempenar un papel importante, y no sobl'e aqueJJas «amenazas" cuya neutralizaci6n se vuelve evasiva al afron tarlas desde un a posi-
cia. n. d. e .. b .. i.l.' ~.~ lao _~.~~.tu.X<i_es .. t.r<l.Je:gi~'<l:j.e EUT_.op.a. \ . otor~~()~ .m ell. os v<il()r. a la mano,dura y el .
,podeno. mlhtar que a otros instrumen tos de po-
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d~~ blandocoTTl()Iaeconomfa y el comercio, \ ~ (no sei~;Cen parte porque Europa es militar-mente debil y eco;l.omicamen te fuertei.\Y si los estadounidenses son tan rapidos a la hora de reconocer la existencia de amenazas -has-ta el punto de percibirlas donde otros no las ven-, (no sera porque ellos sf pueden con-cebir emprender alguna accion para neutra-
,_',> lizarlas? ;
./Sin embargo, estas distintas percepciones sobre 10 que pueda constituir una amenaza se-.,
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gun a que orilla del Atlantico se sink uno van i,.
mas alla de la psicologfa: tambien estan arrai~, . ' ,S~ gadas en una realidad ractica ue es otto ro- ~~
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ducto de la disparidad de po ery la estructura , ~~ del actual orden'mundial. Pues, si bien Irak y .j' '-' , . [1 otros estados "proscritos" vienen representan- '" ,l" "R do una am,enaza para Europa, esta es objetiva- (:/.,(\~ mente menor que la que se cierne sobre Es- C' ~ITj tad os Unidos. En primer lugar, Europa disfruta ~J - . .~ de una seguridad garan tizada POf Estados U Dl- ~
d.gs desde que hace seis decenios este pafs asu- ~ !TI1era la carga de mantener el orden en '!i aquellas regiones remotas del mundo -como ',.} el Extremo Oriente, por ejemplo, 0 el Pr6xi-'1 rna- donde el Viejo Continente ya no tenIa la -:\ presencia que antano habfa tenido. En gene- :d
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raI, los europeos suponen, aunque se resistan '1 a admitirlo en su fuero interno, que siempre : i
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que Irak 0 alguna otra nacion "proscrita» pueda surgir como un peligro verdadero y presente::-no uno meramente potencial-, Estados Unidos had. algo al respecto. Aunque durante]a Guerra Fria Europa notuvo mas remedio que contribuir decisivamente a su propia defensa, es igualmente cieno que desde el final de aq lH~lIa ha gozado de un ,grado de "seguridad grat)]ita» sin prececJ,:ptes"puesto que la mayor parte de las amenazas creibles provienen de zonas alejadas de ella, donde solo Estados Unidos esta en condiciones de proyectar su poder de forma convincente. ~n
sentido muy practico -es decir, en 10 tocante a los planes estrategicos efectivamente barajados-. -, ni Irak ni Corea del Norte ni In"in, ni ningUn otro estado "proscrito» del mund,9 ha
. ~constituido una preocupacion para Europa. Y 10 mismo, desde luego, puede decirse de Chi. na. Europeos y norteamericanos convienen en que estos son problemas principalmente norteamericanos.
No es otra la razon de que Europa nunca haya considerado a Sadam Hussein como una amenaza comparable a ]a que sf percibe Estados Unidos. La logica consecuencia de esta descompensacion transatbntica de poder ha sido que casi todo el peso de la tarea de contener a Sadam Hussein recaiga invariablemen-
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te sobre Estados Unidos, no sobre Europa, y que todo el mundo este de acuerdo con ell022
(incluido Sadam, que por algo ha considerado siempre a Estados Unidos, y no a Europa, como su principal adversario). En el Golfo Persico, en Oriente Proximo y practicamente en cualquier otra parte del mundo, Europa incluida, Estados U nidos se reserva el papel de gendarme supremo. "Con 10 poderosos que sois», suelen cIecir los europeos a los estadounidenses, "(como podeis sentiros tan amenazados?». Pero es precisamente el inmenso poder de EstacIos Unidos -junto con su deterc\ minacion de proteger a otras naciones asu-', miencIo las responsabilidades derivadas de eI-; 10 que convierte a este pais en un objetivo predilecto y a menudo iinico. Nada tiene de extrano pues, que la mayo ria de los europeos se den
. por satisfechos con este reparto de papeles. Una encuesta llevada a cabo entre las opi
niones publicas europe a y estacIounidense revelo de modo hano elocuente esta sima transatlantica en cuanto a las distintas percepciones sobre que constituye una amenaza. Aunque la interpretacion mas extensamente difundida de los resultados del sondeo dictaminaba que estadounidenses y europeos se mostraban de acuerdo en 10 esencial, los datos indicaban que muchos mas estadounidenses
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POilU, y 1)1-:1\1!.I11.\11
que europeos expresaban preocupaci6n Eor la amenaza plan teach no s610 por Irak, Jr;lJ:1 )' Corea del Norte, sino tambien par Chjua....RP
sia, el conflicto inclio-paquistal~f e incluso el , antagonismo enti-e Israel), los estaclos :habes , -casi toclas estas cuestiones preocupaban a
un numero mucho mayor de estaclou~iclenses que de europeos23-. Ahora bien, (por que habian de estar aquellos'-: -«protegiclos por dos oceanos,,- mas preocupaclos por una eventual conflagraci6n belica en el subcon,tinente asiatico, 0 en Oriente Pr6ximo 0 en
l" fl~ 'Rusia, que los em-opeos que viven tanto mas I ,-c;, cerca de estas zonas?ILa respuesta es que los ; ~O+"-.i'.;,estaclciunidenses saben que, cuanclo estalla "llW, una crisis internacional, ya sea en el Estrecho
'::" de Taiwan 0 en Cachemira, es mas que pro-\.0 bable que sean ellos los primeros en impli-
;~- carsej Tambien los europeos 10 saben. Asi pues, cuanclo un sondeo inclica que los estadounidenses estan mas preocupaclos que los europeos por toda suerte de amenazas contI-a la seguridad global, mientras a los europeos les inquieta mas el calentamiento del planeta, 10 gue se pone de manifiesto es que ambas
-·'i opiniones pGEilcas poseen una noci6n bas tante exacta de 10 dlterentes que son los papeles gue desemp6ian en el munclo sus res-pectivas naClOnes.
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Los estadounidenses van de «vaqueros", o al menos eso les gusta decir a los europeos_ y no les falta raz6n: Estados Unidos actua a la ,inanera de un sherijfinternacional-autopro-'
~-"-Jclamado quizas, pero generalmente bienveni-' ) ,'- I do de todos modos- que vela por imponer
',,::- l algo de paz y justicia en 10 que ve como un , \/! mundo sin ley, donde es preciso disuadir 0
'''-~; ( destruir a los malhechores, por 10 com un a ___ "E1Jnta~~_pistola. Europa, par no salirnos de
esta-vieja pelfrula del Oeste, es mas bien el encargado del saloon. Y los malos suelen dispararle al sherif!, no al encargado. De hecho, desde el punto de vista de este ultimo, el sheriff empeiiado en imponer el orden por la fuerza a veces puede ser mas peligroso que los malos, quienes, al menos por el mom en to, tal vez no qui(:ran mas que echar un trago.
Cuando los europeos tomaron las calles a millQnes despues del 11 de septiembre, la mayor parte de los estadounidenses-interpretaron que 10 hadan movidos por el sentido del peligro compartido y el in teres comun: los europeos sabfan que ellos podrfan ser los siguientes. Pero en general no era este sentimiento eI que presidfa el animo de los europeos. En realidad los europe os nunca terminan de creerse que luego les va a tocar a ellos. Podrfan ser objetivos secundarios -porque para eso son.alia-
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57.
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POIlf.R Y m:nu.lI:l.\JJ
dos de Estados1LI1~idos-=, peZ()~QJ)[in~iPale~s, poi-que ya hace mucho que dejaron de interpre tar el papel imperialista qll~ e I1 Oriente Proximo les hubiera granjeado esa animadversion-tan profesada _<;:9J1tra_E~t<tcloslln~d_o~~ No. Cuando los europeos lIoraban yagitaban banderas de Estados Unidos despues del II de septiembre, 10 hacfan impelidos por un sincero y humane sentimiento de com pasion. ~us manifestaciones eran una expresionde dolor y de afecto hacia los norteamerica:nos. Para bien 0 para mal, las demostraciones europeas de solidalidad obedecfan mas a la empatia con , el projimo que a un minucioso cilculo de in-tereses propios. La sentida com pasion de los europeos, que no iba acompaiiada de nocion alguna de un riesgo compartido ni unaresponsabilidad comuh, no los arrastro a la aliam:a estrategica con Estados Unidos.Al contrario: en cuanto los estadounidenses comenzaron a mirar mas alia de la tarea inmediata de encontrary destruir a Osama.Bin Laden y Al Qaeda para contemplar objetivos de.JTl9-yor alcance estrategico como la «guerra al terrorismo", los europe os recular0!1'
l ! En cierto modo, las diferentes percepciones /sobre que es una amenaza y como combatirla I mejor no son ~i.no la .mani:·estacion superfiI cial de otras cliferenCI<lS mas fundamentales
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_ en la vision del mundo que existen entre el poderoso Estados Unidos, por un lado, y la comparativamente mas debil Europa, por el otro. Ya no ~s que europeos yestadounidenses discrepen a la hora de abordar un problema especffico como el de Irak; es que no comparten un mismo punto de vista sobre c6mo gobernar el m~ll1do, sobre el papel de las instiJ:ucjooes y elclerecho ioternaciooales o,~ fin, sobre el grado de eguilibrio mas cooveniente entre el recurso a la fuerza y el empleo de la diplomacia en los asuntos de politica in-- -tcrnacional.
Algo tienen que ver estas divergenciascon la' .. , disparidad de poderes. Como cabfa esperar, la relativa debilidad de los europeos ha suscitado entre ellos un vivo interes por edificar un mundo en el que el poderio militar y las politi-cas de mana dura cuenten menos que un po-der blando asentado en la pujanza econ6mi-ca; un orden mundial donde las instituciones y el derecho internacionales importen mas que la voluntad de un solo pais; donde ningun Estado, por poderoso que sea,este autorizado a em prender acciones unilaterales; donde to-das las naciones, independientemente de su poder, gocen de los mismos derechos y la mis-rna protecci6n en virtud de unas reglas de jue-go consensuadas internacionalmente. Pues-
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! to que parten de una posici6n relativamente II deb ii, los europeostienen un mal-cado interes [I por devaluar y everltualmente derogar la bruI I tal ley de un l~undo anarquico y hobbesian? :! donde la segundad y la prospendad de un pals , '. vengan a la postre determinadas por la mera " exhibici6n de fuerza.· .
y Ni que decir tiene que esta postur-a no es en 'sf reprochable. Es la que las potencias menos
'ifuertes han venido adoptando desde tiem-, . :po inmemorial y la que adopt6 Estados Uni-
'~'.'.;:dOS durante el siglo XVIlI y principios del XIX,
~; cuando la bm tali dad del modelo europeo ide pOIItica de poder, liderada por los gigan,tes globales que entonces eran Francia, Gran '(Bretana y Rusia, lomantenfan constantemen'\ te a merced de un vapuleo impe,rial. Era tamibien la que obcas potencias eur-opeas menores defendfan en aquellos mismos anos, para mofa de Borbones y otras monarquias imperantes, que preferian hablar de raison d'etat. En el siglo XVlJI, el campe6n del derechointernacional en alta mar era precisamente Estados Unidos; y su mayor opositor, la marina britanica, esa «Reina de los mares". En un mundo anarquico, los mas pequeii.os siempre temen engrosar la !ista de las vfctimas. Las gran des potencias, por su parte, suelen tener mas prevenci6n contra cua!quier norma que pueda
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obiigarlos que contra una anarqufa en la que el poder no es sino Fuente d~ seguridad y prosperidad.
Este desacuerdo natural e hist6rico entre el fueftey e1 Mbil se manifiesta en el actual de-bate transatlintico sobre la cuesti6n de la unilateralidad. Los europeos tienden a presumir de que su objeci6n contra el unilateralismo estadounidense demuestra su mayor compromi-SQ con losprincipios del orden mundiaL Yes cierto que su compromiso para con estos ideales, aunque este lejos de ser absoluto, es mayor que el que asumen la mayorfa de los norteamericanos. Pero los europeos no estin tan dis-, puestos a reconocer otra verdad: que su hos-tilidad al uhilatera!ismo tambien obede~ a motivos egofstas. Dado que los europeos care~ , . cen d,e capacidad para emprender operacio- \j,'
nes militares unilaterales, sea individualmente o conjuntamentebajo labandera de «Euro-pa», J;s natnral que se opongan a que otros] tengan licencia para hacer 10 que ellos no pu~ . den. Estas exhortaciones al multilateralismo y al respeto por el derecho internacional ofre-cen a Europa una rentabilidad practica real a muy bajo costo.
',) No puede decirse 10 mismo de los estadoL l- unidenses,quienes, en principio, expresan
en cuesta tras en cuesta su apoyo a las operacio-
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PO/lE!t Y IlElIIUI).\1!
nes multilaterales. Por apoyar, hasta les parece bien que su pafs actue bajola rubrica de Naciones Unidas, organismo que despues de todo es una creacion estadounidense. Pero 10 cierto es que Estados U nidos tiene Ia potestad de actuar unilateralmente, como desde Iuego ha hecho tantas veces con resultados mas que aceptables. La aserci6n f<1.cil de que Estados Unidos no puede actuar por su cuenta y riesgo constituye mas bien un topico esperanzador que una descripci6n de ]a realidad. Sin duda los estadounidenses prefieren ir a Ia guerra acompaiiados, aunque s6Io sea porque sus operaciones tendran mayores -probabilidades de exito si cuentan con eI apoyo de fuerzas aliadas. Pero si fuera literalmente cieno que Estados Unidos no puede actuar unilateralmente, no estarfamos tan entretenidos debatiendo sobre el unilateralismo estadounidense. EI problema hoy, suponiendo que sea tal, consiste en que Estados Unidos puede muy bien hacer la guerra por 511 ClIenta y ries8:?;' y .!2oco tendra de sorprendente que la supe.rpotencia norteamericana desee conservar esta potestad. La logica geopolftica dicta que los estadounidenses tengan un inten~s menor que eI de los europeos en el mantenimiento del multilateralismo como universal principio regidor de Ia conducl:.c1. de las naciones. Tanto sT
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el unilateralismo es bueno como si es malo, eI hecho objetivo es que los estadounidenses tienen mas que perder con su proscripci6n que cuillgujer atra patencia en el mundo unipol;lr eQqJJe vivimos. En verdad, para que los ;stadounidenses compartieran la perspectiva europea sobre las virtudes del multilateralismo, tendrfan que ser mas devotos defensores que los propios europeos de los ideales y los principios de un ordenjurfdico in ternacional. Porque para estos, ideales e intereses convergerfan en un mundo gobernado por el principio del multilateralismo; pero para Estados Unidos, no convergen tanto.
Tambien es comprensible que los europeos recelen del unilateralismo estadounidense y procuren encauzarlo, en la medida de sus posibilidades, a traves de instituciones como Naciones Unidas, Cuando uno no esta en condiciones de actuar uriiIateraImente, 10 natural es defender la implantaci6n de mecanismos para controlara los que sf pueden hacerlo. Seglll1 la perspectiva europea, Estados Unidos puede ejercer un liderazgo relativamente benigno; pero, en la medida en que sus·acciones retrasan la llegada de un orden mundial mas propicio a Ia seguridad de las potencias menores, su hegemon!a es objetivamente peligrosa. Esta es una de las razones por las que Ia «mul-<
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tilateralizacion» de Estados Unidos, como la llama cierto observador europe024 , se 11a con vertido de un liempo a esta parte en un objetivo prioritariQ de la polltica exterior europea._ Es 10 que explica]a insistencia europea en que Estados Unidos solo esti legitimado para actuar previa aprobacian del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ciertamente, el Consejo de Seguridad r:o es mas que un palido reflejo de 10 que supondrla un verdadero orden multilateral, pues no en vano fue diseiiado por Estados Unidos paraotorgar a las cinco «grandes potencias» de la posguerra una autoridad exclusiva para decidir que acciones merecen la legitimidad internacional y cuales no. Hoy no queda en el Consejo de Seguridad
, mas que una «gran potencia», Estados Unidos, 10 que no impide que el Consejo sigasiendo un foro donde una nacian mas debil como Francia Gene al menos la facul tad teorica de ejercer algun control sobre las actuaciones nOl'teamericanas -siempre y cuando alguien se moleste en convencer a Estados Unidos de que acuda a las reuniones del Consejo de Seguridad y se considere vinculado por las resolu- . ciones que en el se adoptan-. Es decir~
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lOS elJrope()s, el Camejo de SeglJric~ Naciones Uni S es un sustituto del oder del 'que carecen. ,
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RO]l[RT K.A.GA."
Ciertamente, pese a las predicciones de Hun tington y de otros tearicos de corte pragmatico, los europe os se han cuidado mucho de poner a prueba la solidez del coloso americano acumulando su propio contrapoder compensatorio, Parece claro que ni siquiera un Estados Unidos unilateralista se les an toja una amenaza tan acuciante que justifique un aumento del presupuesto de defensa a fin de contrarrestarla. Tampoco parecen dispuestos a comprometer los enormes volumenes de la relacian comercial que mantienen con Estados Unidos blandiendo su poder econamico contra la potencia hegemanica. Por ultimo, ni ' siquiera se les ve a favor de aliarse con China,; que sf esti dispuesta a gastar importantessu- ,,' mas de dinero en defensa con miniS a contrarrestar. el poderfo militar estadounidense. No: los europeos connan en contener el poderlQ de Estados Unidos sin es rimir el ro .. En 10 que po na ser una postrera hazaiia deJa_ sutileza y el engaiio, pretenden controJar .al «monstruo» apelando a su concienci~ '.
No resulta mala estrategla, de momento, porque a fin de cuentas Estados Unidos es un monstruo dotado de conciencia. No es la Francia de Luis XIV ni la Inglaterra deJorge III. Los estadounidenses no argumentan, ni siquiera cuando no Ies oye nadie, que sus acciones
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puedan estar justificadas por raisons d'etat. No reclaman el derecho del fuerte ni repiten ante el resto del mundo, como los atenienses en Melos, que <dp~_fllertes ma[lQ.9-!L<lllLdonde p~ den y_19.s_debjl<::~.~~if[eDa.quello_qlt~deb~. L~s -estadounidenes nunca han aceptado los principios del viejo orden europeo ni han abrazado la concepcion maquiavelica de la polftica. La de Estados Unidos es, de punta a
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cabo, una sociedad liberal y progresista, y sus> ciudadanos creen en el poder en la medida en que este puede servir de instrumento para Tomentar los pnnClpios de una civilizacion y
'" un ord.en mundial liberales. Es' mas: los estadounidenses siguen compartiendo las aspiraciones europeas de un orden mundial basado menos en el poder y mas en las normas -despues de todo, trabajaron para conseguirlo cuando los europe os aun loaban las !eyes de la machtjJolitik-. Pero <lynque estos ide ales y aspiracioI1es comunes sigan configu-
\' rando la polftica exterio'ra uno 'lotiO lado del Atlantico, no alcanzan a refutar del todo el hecho de que los europeos contemplan el mundo desde unaperspectiv<l .que.diverge bastante de la estadounidens~_ Ytallll:Jien de que tienen un concepto distintodel poder.
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H YFERPUISSANCE ~~",-""""-,,~,,,/
Las actuales tensiones transatlanticasno se =
remontan ala fecha en que George W. Bush tomo poses ion de su cargo. en enero de 2001, nr estallaron tam poco tras elll de septiembre." . Si bien la tosca diplomacia de los meses inaugurales del gobierno de Bush vino a subrayar mas nftidamente las diferencias entre las perspectivas europe a y estadounidense en cuestiones de gobierno internacional, y por mas que los ataques del 11 de septiembre arrojaran la luz mas cegadora sobre el abismo transatlantico en cuanto a percepciones estrategicas, l~ elesacuerdos ya se habfan manifestado iurante la era Clint~n e iricluso durante el gobierno del primer Bush. En una fecha tan temprana como 1992, abundaron las recriminaciones mutuas a proposito de Bosnia. El gobierno de Bush rechaz6 actliar mlllt:rmente, enteneliendo que otros lugares del globo presentaban obligaciones estrategicas mas urgentes. Los europe os declararon su dis posicion a actuar -era, insistieron, «la hora de Europa,,-, declaracion que se revelaria hueca cuando se elemostro'que, sin el apoyo de Estados Unidos, Europa no poella !levar a cabo operaciones militares ni siquiera en Bosnia. Cuando Francia y Alemania dieron los primeros pequenos
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PCllH-]t Y LlF.1UUIL\!l
pasos para crear algo que ~:c ?arecie':" :l una fuerza de defensa eurg~ea independiente, el gobierno de Bush frllDCi6 e) reDO. Desde el
punto de "ista europeo, esto era 10 peor que . \ p'odfa ocunir: poi' un lado, Estados Unidos per) dfa interes pOl' preservar Ja segmiclacl euro-. ) pea, v por otm se mostraba hostil a las aspi-,; . ; -raciones ellrOpe;)S de garantizar su propia .
\.. defensa25 . Los europeos se.quejaban de la per-; fidia de Estados Unidos mientras los estadounidenses acusaban a Europa de debilidad e'
ingratitud. Hoy en dfa muchos europeos recuerdan los
anos en que gobern6 Clinton como un periodo de armonfa transatlantica, y sin embargo por entonces em.pe·zaron las quejas sobre el poder y la arrogancia de Estados Unidos en el mundo posterior a la Guerra Frfa. Fue tambien durante la era Clinton cuando el en tonces ministro frances de Asuntos Exteriores Hubert Vedrine acun6 el termino h,'perpuissance, «hipel'potencia», para describi; un. monstruo estadounidense cuyo poder habfa crecido de forma preocupante, hasta el punto de que el
-termino «superpotencia» le guedaba peqJle~ Tambien en los noventa los europeos comenzarona ver el poder de Estados Unidos como una «hegemonfa tiranizante». Tales quejas se dirigieron sobre todo contra la secreta-
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ROI\£\rr K.-\G.<\N
ria de Estado Madeleine Albright, a quien uno de sus compatriotas crfticosdescribi6, un tanto hiperb6licamente, como «el primer secretario de Estado en la historia de Estados Unidos cuya especialidad diplomatica [ ... J consiste en sermonear a otros gobiernos, emplear un lenguaje amenazante y jactarse sin ninguna gracia del poderyla virtud de su pafs»26.
Ya en la decada de 1990 Irak era la cuesti6n .
sobre la que mas divergencias existfan entre la politica estadounidense y la europea. Los europeos se quedaron hOlTorizados cuando en 1997 Albright y oti-os funcionarios del gobierno comenzaron a sugerir que las sanciones econ6micas impuestas a Irak despues de la Guerra del Golfo no podrfan levantarse mientras Sadam Hussein permaneciera en el poder. En el mas puro estiloeuropeo, consideraban oportuno incentivar a Irak para que se comportara mejor, en lugar de amenazarlo, en el mas puro estilo estadounidense, mediante la coacci6n econ6mica 0 militar. Esta creciente brecha entre Estados Unidos y sus aliados sobre la _C::.1!_esti~n ira..9llf salt6 a la luz publica a finales de 1997, cuando el gobierno de Clinton intent6 aumentar la presi6n sobre Bagdad para forzarlo a cooperar con los inspectores de Naciones Unidas y Francia se uni6 a Rusia y China para vetar las propuestas
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de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Cuando finalmente el gobierno de C~ volvio al empled de la fuerza militar y bombardeo Irak en enero de 1999, 10 hizo s.in alltorizacion gel C'onsejo de Segnridad y s\.!Lotro aliado 3ue Gran Bretaiia. Ya en el ocaso de sumandato, el g05ie;:n~e Clinton continuo creyendo que «bajo Sadam Hussein, Irak sigue siendo un pais peligroso, devastado, desafiante y aislado" que jamas «podra rehabilitarse ni reintegrarse en la comunidad internacional" mientras no se derroque al dictador27 . No era esto 10 que opinaban Francia y otr;s naciones de Europa (la mayorfa), que perseguian precisa-
'mente eso mismo: la~_~<lb~lit<l5=i~ny la rein- . , tegracion del Irak de Sadarn Husselnentre
lasdemas naciones. ,.--~~-------------~
, ; . Fue tambien durante los aiios noventa cuan-.j~/do empezaron a surgir las primeras dis~o
nes, que desencadenarf-an tormentas·tI'ansat'Ianticas durante el gobierno del segundo Bush. Clinton dio los primeros pasos hacia la construccion de un nuevo sistema de defensa a base de misiles, diseiiado para proteger a Estados Unidos de estados «proscritos" pero con capacidad nuclear, como Corea del Norte. Dicho sistema amenazaba con invalidar el Tratado sobre Misiles Anti~<llisticos y la doctrina de
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destruccion mutuamente asegurada que los europeos llevaban tiempo valorando comoun aspecto crucial de Sll propia seguridad estrategica. Tambien amenazaba con proteger exclusivamente el territorio de Estados Unidos dejandoa los europeos a merced de un ataque nuclear, vulnerabilidad que, como es de comprender, estos no consideraban muy deseable. El gobierno de Clinton negocio el protocolo de Kioto para luchar contra el cambio c1i rnatico, pero se abstuvo deliberadamente de some-. terlo al Senado,donde su derrota era segura. Y tambien el gobierno de Clinton -instigado por el secretario de Defensa William Cohen, entre otros altos cargos de~ Pentagono- fue el primero en exigir que las tropas estadounidenses gozaran de inmunidad ante cualquier eventual causa que pudiera instruir contra ellas eI incipiente Tribunal Penal Internacional, que se habfa cbnvertido en la quintaesen- . cia de las aspiraciones europeas a un mundo en el que todas las naciones fueran iguales bajo la ley. AI apartarse del consenso multJ1aterahs- . ta edificado por Europa, el presidente Clinton} se plegaba en Clerta medida a las presiones de un Congreso hostil dominado por los repJJblicanos. Pero no es menos cierto que eI propio gobier~o de Clinton pensaba que aquellos acuerdos ya estaban deteriorados: ni siquiera
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r()!n~1{ Y llfH!IJIL\J)
Clinton era tan "europeo» como mas tarde se Ie haria parecer. En cualquier caso, la crecienle divergencia entre las politicas estadounidense y eu'ropea durante los anos de Clinton no hacia sino reflejar una realidad mas profunda. E;,n la era posterior a la Guerra Fria, ]a polftiea estadounidense en relaci6n con el resto del mundo fue volvlendose cad a vez mas umla-
'( < [eral, y ello en el mismo momento en que los europeos emprendfan un nuevo y vigoroso esfuerzo por construir un sistemajuridlCo 111-
~rnacional mas exhaustivo, precisamente para ". restringir tal unilateralismo.
La guerra de Koso~ durante la primavera ide 1999 proporcion6 una interesante pista
-' para el futuro. Aunqpe la campana militar aliada contra]a Serbia de Slobodan Milosevic fuera un exito y representara la primera acci6n militar de la OTAN en sus cincuenta al10s de historia, el conflicto tambien revelo sutiles fisuras en la Alianza forjada tras la Guerra Fria; fisuras que soportaron la presion de Kosovo, pero que bien podian tomarse grietas si alguna vez se produjera ou-o tipo de guerra en otras circunstancias internacionales.
La conduccion de la guerra reflejo el severo desequilibrio militar existente entre ambas rib eras del Atlantico. Estados UniclQS llevo a' cabo la mayoria de las misiones aereas, v tam-
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bieD fue en este paIs donde se fabricaron 91Si to_dos los proyectiles de precision teledirigidos que se abatieron sobre Serbia y Kosovo. Ademas, la incomparable superioridad de Estados .Unidos en cuanto a dispositivos tecnicos para recabar informacionse tradujo en el hecho .. ....._.----" de que los servicios de informacion estado-unidenses seiialaran el noventa y nueve por ciento de los objetivos. Una supremacia tan evidente en elterreno belico reocupo a los europeos en dos sentido por un la , uponla un (.) golpe bastante fuerte a su honor, Como observarIan dos analistas bricinicos finalizada la gue-rra, ni siquiera el Reino Unido, "que se precia de ser una potencia militar muy a tener en cuenta, pudd aportar mas del cuatro por cien-to de los aviones y el cuatro por ciento de las bombas arrojadas28», Para los mas respetados estrategas de Francia, Alemania y Gran Breta-'
t l1a, la guerra de Kbsovo no habla hecho sino ~ «dejar bien a las claras la manifiesta impotencia=delasfuerzas armadas europeas», Resulta- J .
ba embarazoso que ni aun en una region tan proxima como los Balcanes, Europa hubiera sido «capaz de desplegar fuerzas» superiores a «una magra fraccion» de las estadounidenses29
, \
. Mas inquietante auri era el hecho de que la b) . dependencia europea del poderlo militar de Estados Unidos otorgaba a este paIs una in-
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Pflm:R Y IJEIIIl.III.\I}
fluencia decisiva, no solo sobre el modo de librar la guerra, sino tam bien sobre las actuaciones de la diplomacia internacional antes, durante y despues de ella. Tras las primeras jornadas de bombardeos, por ejemplo, los el.lropeos se definieron a favor de una tregua para dar a Milosevic una posibilidad de zan jar la crisis. Pero Estados Unidos y el comanclante estadounidense de la OTAl'l, general Wesley K Clark, rehusaron declarar tregua alguna:_~a, mayor parte de los europeos, y _especialmente los franceses, seinclinaban por intensificar paulatinamente la campana de bombardeos, a fin de reducir los danos sufi'idos por Serbia e incentivar a Milosevic para que pusiera fin al conflicto antes de que la OTAN destruyera todo 10 que tenfa alglm valor para el. Clark discrepaba: «De acuerdo con la doctrina militar estadounidense", explico, «una vez que comenzamos a usar la fuerza, la usamos de la forma mas terminante posible,,3o. Muchos europeos preferfan concentrarlos boriibarde'o:i sobre las fuerzas serbias que estaban llevando a cabo operaciones de «Iimpieza etnica" en Kosovo. Pero como recuerda Clark, <da mayor parte de los estadounidenses pensaba que la mejor y mas rapida manera de cambiar las opiniones de Milosevic era golpearle a eI ya su regimen 10 mas cOIllundentemente posible,,:ll.
ROllER!" K,\{~\, ...
Tanto si eran los estadounidenses 0 los eu-, ropeos quienes mejor sabfan como debfa dirigirse esa guerra 0 cualquier otra, 10 cierto y deprimente para estos ultimos era que la de Kosovo se habia hecho con «equipamiento estadounidense" y siguiendo, en lineas generales, <da doctrina estadounidense ,,32. Ni toda la pluanza economica de Europa ni su exito en la consecucion de ]a union politica habian Impedido que su debilidad militar se tradujera en debilidad politica, hasta el punto de disminuir dramaticamente la influencia del Viejo Continente con relacion a la de Estados Unidos ... aun en una crisis en Europa. - Pero tampoco los estad(:mnidenses estaban muy contentos. EI general Clark y sus mandos se quejaban de que los laboriosos esfuerzos por mantener el consenso dentro de la Alianza habian obstaculizado el curso previsto de la guerra y retrasado la victoria. Mas tarde insistirfa en Sll apreciacion de que antes de ]a
guerra «no podiamos lanzar una advertencia clara e inequfvoca a Milosevic';, en parte porque much os parses europeos no estaban dispuestos a amenazar con acciones militares sin un mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (10 que Clark, en una vena tipicamente estadounidense, califico como ':I~=_,_ galismo~"_,ellr_()p_e()sJ. Para los estadouniden-
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ses, estos "legalismos» no eran sino "obstaculos a la correcta planificaclon y preparacion» de la guerra33 . Durante la contienda, Clark y sus colegas' estaban exasperados por la cons(ante necesidad de haJlar un consenso entre la doctrina militar de Estados Omdos y 10 que CG:rk llamaba "el enfoque europeo
o»34. "Siem- -
) ) . '" . pre eramos nosotros qUlenes temamos que Jl1-sistir en la necesidad de pasar a nuevos, y mas sensibles objetivos [ ... ]. Y los Aliados eran siempre los que se dedicaban a expresar dudas y reservas». En opinion de Clark, "la ne-. : cesidad de limitar el alcance de la operacion'i para que se ajustara a los escnlpulos jurfdicos . y poJ[ticos de otras naciones miembros de la: OTAN se cobro su precio en eficacia operati-, va»35. EI resultado fue una guerra que no gusto a europe os ni a estadounidenses. En una reunion de ministros de Defensa de la OTAN un os meses despues del con£1icto, uno de ell os comentarfa que la leccion mas importante de la campana aliada en Kosovo fue que "I1()gu,eremos volver a hacer esto»3G.
Por suerte para la salud de la Alianza en 1999, Clark y sus superiores en el gobierno de Clinton creyeron no obstante que habfa merecido la pena pagar ese precio en aras de preservar la unidad de la fuerza aliada. Pero la Due- . navoluntad de Estados Unidos de conservar
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la cohesion transatlantica aun a costa de la efi-cacia militar tenfa mucho que ver con las especiales, si no excepcionales circunstancias que se dabanen el con£1icto kosovar. Para Estados Unidos, el mantenimiento de la cohesion yla viabilidad de la Alianza no era meramente un medio para los tJl1es perseguidos en Kosovo, sino que, por el contrario, figuraba entre los principales objetivos de la intervencion. Tambien la salvaguarda de la Alianza habra sido , ;un motivo principal para la anterior inter-:vencion de Estados Unidos en Bosnia, como
. habfa sido asimismo unobjetivo prioritario de i, la estrategia estadounidense durante la Gue-_
I r_r~a_F~r;..cla-,,-._· , 'La no intel+encion en el conflicto balcanico durante el gobierno de Bush padre y el primer mandato de Clinton habfa dado la impresion de estar poniendo en peligro la propia OTAN. Cuando el secretario de Estado James Baker se refirio a la guerra balcinica como un "con£1icto estrictamente europeo», declarando que Estados Unidos no tenfa «ningu.n perro en aquella pelea», esta vision de las cos as -ampliamente com partida por los homologos de Baker, incluido sobre todo el entonces presidente de laJunta deJefes de Estado Ma),or, Colin Powell- habra suscitado preguntas inquietantes sobre el papel de Estados Unidos
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nospecto deE:ur:op_~e~_e} ?1,::n9~_p~~terior a Ii Guerra Frf<J.. (Mantendrfa Esta-dos-Unlcfoss;:;-compromiso con Ia seguridad y Ia estabilidad de Europa? (Estarfa la OTAN en condIciones de enfrentarse a 10 que entonces se consideraban «nuevos» desaffos de ]a era posterior a la Guerra Frfa, a los conflictos etnicos y al colapso de estados enteros? (0 se habfa quedado obsoleLc, hasta la incapacidad para detener las agresiones y limpiezas etnicas que se cernfan sobre el continente europeo?
,,-_-c,:;,La intervenci6n de Estados Unidos en Kosovo 0 Bosnia no se bas6 en ning{m calculo egoista de los «intereses naciona~s< al menos n'o en el sentido que tiene este concepto para Ia mayor parte de sus habitantes. Pero aun cuando los ciudadanos sentian que existfan otros intereses, de tipo moral, que les compelfan a detener el genocidio y la limpieza etnica, sobre todo si se producfan en Europa, sus poIit610gos, mas pragmaticos, insistfan en el hecho de que Estados Unidos no tenfa ninglin «interes nacionah enjuego en los Balcanes. Cuando los altos cargos del gobierno Clinton y otros partidarios de la intervenci6n defendieron la acci6n militar por razones de in teres nacional, 10 que ten fan en mente era c6mo s::. 0 nse rvar I ;'AIIT.I::a::n::z::a~y.~r":e::m:':e~n~d":a:'::r-=;l;';o;"s';;r':'a~i~d;';o;;';s~l:'::a-,zos de la relaci6n transatlantica. En ultima ins-
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tancia, y como ya habia hecho durante la Gue-. rra Fria, Estados Unidos luch6 en los Balcanes por la defensa de "Occidente», objetivo que
determinaba su estrategia militar. Como exp~lso el general Clark, «,.!!ingUn objetivo 0 conjun-to de objetivos era mas importante que el de ~antener cohesionada la OTAl'l»37.
Tal enfoque de la guerra podia tener pleno sentido en Kosovo y Bosnia, pero planteaba preguntas sobre el futuro. En circunstancias diferentes, (efectuaria Clark 0 cualquier otro comandante en Jefe estadounidense el mismo calculo? ,Estarian dispuestos asacrificar Sl1 eficacia operativa, su capacidad de intensificar los ataques rapidamente, su «doctrina militar» y, en fin, el empleo de fuerza decisiva en una guerra cuyo objetivo prioritario ya no fuera la cohesi 'n v la conservaci6n de la OTAl'l ni de Europa? De hecho, a guerra e Kosovo mostr610 diffcil que iba a ser para Estados U ni- . dos y sus ali ados europeos librar cualguier gue~ rra de forma conjunta. (Que pas aria si se vieran implicados en una guerra cuya naturaleza ya no fuera eminentemente «humanitaria»? (0 si los estadounidenses consideraran que sus intereses vitales quedaban directamente amenazados? ,Y si estos sufrieran un horrendo ataque dentro de su propio territorio y temieran que luego fueran a tener lugar otros?
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En tales.circunstancias, (seguirian demostrando la misma tolerancia por ese modo torpon y constr6iido de adoptar decisiones y hacer guerras propio de la OTAt'\J? (Seguirian buscando el consenso.con el «enfoque europeo" de la guerra 0 preferirian tal vez hacerla por su cuenta? La respuesta a aquellas preguntas
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vino despues del 11 de septiembre. Con U"es mil m uertos en Nueva York y.Osama Bin Laden
. en libertad por Afganiscin, ni el Ejercito de Es~ tad os Unidos ni el gobierno de Bush tenian deimasiado interes por el funcionamiento de la
OTAN..: Una lastima desde la perspectiva de las relaciones transatlanticas, pem ninguna smpresa, des de luego.
El hecho es que baciafmales de los an os n<:::: venta la disparidad de poderes iba desgastando los lazos de Ia reiaClon u"ansaUantica. Los estadounidenses estaban descontentos e impacientes con las u"abas impuestas por unos aliados europeos cuya contribucion efectiva a la guerra era muy escasa, pero cuya pertinaz preocupacion por los «legalismos" impedia un eficaz desarrollo de las operaciones belicas. Por su parte, a los eumpeos no les hacia felices ni el predominio de Estados Unidos ni su consecuente dependencia de el. La leccion que extrajeron los estadounidenses, incluidos los al- . tos cargos del gobierno Clinton, era que ni
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aun cuando la animaran las mejores intenciones, una accion multilateral podrfa verse coronada por eI eXlto Sll1 un ul1lIateralismo estadounidense significativo, sin una buena dosis de determinacion de Estados Unidos a usar su aplastante poderfo militar para imponerse, tanto en el terreno belico como en el diplomatico, cuando otros aliados mas debiles ti·tubearan. );;,1 gobierno de Clinton, que habia inaugurado su mandato hablando de «multilateraJismo asertivo", 10 concluyo hablando de Estados Unidos co;;-o «Ja haci6n indispensable".
En cuanto a los europeos, la lecci6n que muchos de ellos extrajeron era que el Viejo Continente tenfa que adoptar medidas para liberarse, al menos parcialmente, de una dependencia del poder estadounidense que, despues de la Guerra Fl"fa, ya no parecia ineludible. Esto a su vez exigfa que Europa crease algun tipo de fuerza militar independiente. Tal conclusi6n llevarfa a cruzar el Canal de la
. Mancha a un amigo de Estados Unidos tan leal como Tony Blair, con objeto de ofrecer a Fran-cia un plan sin precedentes para incorporar el peso de los britanicos a los esfuerzos hasta ahora atascados por dotar a la Uni6n Europea de una fuerza de defensa comun e independiente de la OTAN. Blair y Chirac se ganaron la aprobaci6n generalizada de la Uni6n
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~ Europea para crear un Ejercito de sesenta mil soldados que pudieran desp1egarse lejos del continente y mantenerse hasti un ano.
Una vez mas, si esta iniciativa anglofrancesa hubiera properado. Estados Unidos y Europa podrfan estar hoy en pleno proceso de establecer una nueva relacion basada en una mayor capacidad militar europea, con el consi~iente aumento de inclependencia respecto del poder estadouniclenses. Pero esta iniciativa se esti gestionando de igual manera que todas las demas propuestas para incrementar el poderfo militar y la independencia estrategica de Europa: en diciembre de 2001, el ministro de Asuntos Exteriores belga propuso que esta fuerza militar de la Union Europea simplemente «se declare operativa sin necesidad de que esta declaracion se corresponda con ninguna capacidad efectiva en concret038". Verdaderamente los esfuerzos'por crear un Ejercito europeo han sido hasta la fecha motivo de sonrojo para Europa. A dfa de hoy, la Union Europea no esti mas cerca de poner en marcha una fuerza independiente, ni siquiera una pequena, de 10 que 10 estaba hace tres anos. Y este ultimo fracaso plantea esa pregunta que tantos europeosy tantos estadounidenses «transatlanticistas» eluden hacery no digamos contestar: ~por que no se han cumplido las pro-
. mesas de la Union Europea enpolftica exterior y defensiva? ~Por .9ue no se ha atendido la propuesta de sus Ifderes mas influyentes de crear al menos una fuerza militar suficiente -- ""
para inclinar, un poco nada mas, el fiel de la balanza hacia ellado europeo?
EL PARAiso POSMODER<'lO
I La respuesta debe btlScarse en el terrenQ de v'
la ideologfa, en la actitud de Europa no solo . >.1 hacia el gasto militar sino hacia la misma concepcion del poder. Tan importante como la disparidad de poderes ha sido la genesis de las respectivas culturas estrategicas de Estados Unidos y Europa. Si la desigualdad de capacidades militares fuera el unico problema,la soluci6n estarfa bastante clara. Con una poblaci6n sumamente culta y productiva de casi . cuatrocientos millones de personas y u~ no~fa de nueve billones de d60es,f,..1d.rop~ tiene hoy riqueza y capacidad tecnol6gica suficientes para convertirse en alga mas que una potencia mundial en terminos militares ... si es que los europeos quisieran convertirse en ese tipo de potencia mundial. Si 10 considerara necesario, Europa podrfa duplicar facilmente su actual presupuesto de defensa39 .
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Y cerrar Ja sirna abierta entre el poderfo miJitar de Estados Unidos y el de Europa probablemente ha6a mucho por cerrar tambien eJ abismo entre las diferentes percepciones estrate-
,\ gicas de ambos. '-~i Existe en tre loscfrculosestrategic()ses,tado
unidenses una corriente de opinion un tanto cfnica que considera que a los eljj-o 'e,i I11-plemen te lesviene muy bien e «viaje gratis» que les ha proporcionado el paragu uridad estadounidense durante las seis pasadas decadas. Dada 1a buena disposici6n de Estados Unidos a gastarse todo ese dinero en protegerlos, los europe os preferidan invertir el suyo en programas de asistencia social y en mas dfas de vacaciones pagadas )' menos horas de trabajo semanalespara sus trabajadores. Pero el abismo transatlantico no atane s610 a 1a cuesti6n de la distinta capacidad militar, y por muy cierto que pueda ser que a Europa Ie sale gratis el viaje en primera c1a,e de la seguridad global, tambien 10 es que _deben considerarse otros factores para explicar 1a renuencia europea a aumentar su fuerza militar, ademas del de la conformidad con las garantfas que en el presente le supone Estados Unidos Despues de todo, en el sig10 XIX Estados Unidos fue e1 primer beneficiario de la supremacia de 1a Annada britinica en el Atlantico y el
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Caribe, aunque no por ellodej6 de seguir acumulando poderfo naval en las decadas de 1880 y 1890, desarrollo que equip6 a1 pals para provocar y ganar una guerra contra Espana; por la que Ie arrebat6 Filipinas y se convirti6 en una potencia mundial. Posteriormente los estadounidenses del siglo XIX no se durmieron en la comodidad de su-seguridad; ambicionaban mas poder.
Los europeos de hoy no comparten esas ambiciones, 10 que es especialmente cierto cuando se afirma en relaci6n can el poder militar. A 10 largo de los ultlmos cmcuenta arios, los europeos han-desarrollado una pers- -pectiva sinceramente diferente sobre el papel del roder en las relaciones internacionales, una perspectiva que arranca directamente de la excepcional experiencia hist6rica que vienen protagonizando desde e1 final de la II Guerra Mundial. La ElIropa de hoy rechaza-las polfticas de poder que tanta desgracia Ie -acarrearon a 10 largo del siglo pasado y antes de el. La suya es una perspectiva del poder que los estadounidenses no comparten m puede~ com partir, en la medida en que la trayectoria 11ist6rica que los fonn6 como pals tampoco 11a _ sido la misma.
Considerensede nuevo las cualidades que configuran la cultura estrategica europea: su
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insistencia en la negociacion, la diplomacia y los laws comerciales; su defensa del derecho internacional frente'al empleode lafuerza, de la seduccion frente ala coaccion, ddmultila~ teralismo frente al unilateralismo. Es verdad que; si se toma la suficiente perspectiva histo rica, no puede decirse que esta haya sido la manera en que los europeos se han aproximado tradicionalmente a las relaciones internacionales,smo que es el prodlicto de su historia mas reciente. La moderna cultura estrategica europe a representa un rechazo consciente del pas ado de Europa, un rechazo de los males que en el pasado les trajo su machlj}oiilih, un reflejo del deseo ardiente y comprensible de los europeos de no volver jamas a aque! pasado.\:Quien sabe 'mejor que los europeos los
eligros que encierra una desenfrenada polftica'de po er, una'excesiva dependenCla e a fuerza militar, una polftica guiada por egofsmos y ambiClones nacionalesJnc~l cqui=' librio entre poder y raison d'elat? Como afirmo el ministro aleman de Asuntos Exteriores Joschka Fischer en un discurso que perfila su vision del futuro de Europa, «el nucleo del concepto de Europa despues de 1945 era y sigue siendo un rechaw del principio de equilibrio entre potencias europeas, asf como de las aspiraciones hegem6nicas albergadas por es-
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tados individuales a partirde1648, tras la Paz , de Westfalia» 40. La propia Uni6n Europea es el fruto de un horrible siglo decontiendas c')"
en el Viejo Continente, Ps>r descontado que cuando se dice que un
objetivo primordial de laintegracion europea era contener las «aspiraciones hegemonicas» por parte de una sola nacion, se esti pensando en una con creta. Y sin duda el gran logro de Europa esta en la integracion y domesticaci6n ] ! de Alemania, que, des de el punto de vista his.torico, quizas ccmstituya la mas grande haza-iia jamas gestadapor la polftica internacional. .como Fischer, algunos europeosrecuerdan bien el pape! protagonista que desempeii6 Estados Unidos en la .resolucion del «problema aleman». Sonsin embargo menos los que quieren acordarse de que la destrucci6n' mili-tar de la Alemania nazi fue en su momenta un requisito inexcusabk para Ia paz europea que, sigui6. En cambio'la la mayor parte de los eu[opeos les gusta creer que 10 que posibilit6 el «nuevo orden» fue la transformacion dela mentalidad yel espfritu europeos, Los inventores de la polftica de poder habfan renaci-do idealistas en virtud de un ejerciCio voluntarioso que dejaba atras 10 que Fischer llamo
, «un viejo sistema de equilibrios, de orientaci6n siempre nacional y constrenido por la perte-
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nencia a distintas coaliciones, que condujo la polftica tradicional por las vfas del propio interes y el peligro pennanente de confrontaci6n derivado de las ideologfas nacionalistas».
. Fischer se situ'! cerca de uno de los extremos del espectro idealista europeo. Ahora bien, en Europa esta no es propiamente una cuesti6n de derechas 0 izquierdas. El principal ar-
."gumento de Fischer -a saber, que Europa ha avanzado mas alla del viejo sistema de poliGcas de poder y ha descubierto en las relaciones internacionales una nueva manera de mantener la paz- es ampliamente compartido en toda Europa. Como ha argiiido el veterano diplomatico britinico y alto cargo de la Uni6n Euro ea Rob t Coo n, Europa hoy vive en un «sistema osmoderno» ue no descansa sobre un equilibrio de Roder, sino sobre el «rechazo de la fuerza» y de 1a «imposici6n unilateral de reglas de comportamiento». «En el mundo osmoderno», escribe Cooper, «la raison d'etat y la amoralida de las teorfas estadistas de corte maquiavelico [ ... J se han visto sustituidas por una conciencia moral» ap1icada a los Asuntos Exteriores41 .
Pu<:de que los estadounidenses realistas descarten este idealismo. Por ejemplo, Hans Morgenthau y George F. Kennan dan por descontado que s610 los norteamericanos ing<:l1u()s
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pueden sucumbir a fantasfas tan «,\'ilsonianas», legalistas y moralizan tes; pero nunca esos maquiavelos eUl'opeos tan curtidos por las guerras y tan dotados de perspectiva hist6rica. Y sin embargo (por que no iban los europeos a permitirse ciertc5 idealismo en sus Asuntos Exteriores, siempre y cuando estos encajen en este «sistema posmoderno» europeo? Dentro de los confines de Europa, se han derogado las leyes que hist61'icamente venfan rigiendo las relaciones internacionales. Liberada.de las leyes y aun de la mentalidad inherentes ala polftica de poder, Europa persigue un nuevo orden. ( ". ," Los europeos han dado un paso desde el ana~l' Y quico mundo hobbesiano hacia el mund~ kantiano de la paz perpetua. -
De hecho, fue Estados Unidos quien les resolvio a los europeos la pflradoja kantiana. Kant sostuvo que la unica solucion al horror y la inmoralidad del mundo hobbesiano era ,la creacion de un gobierno mundial, aunque al mismo tiempo temia que el «estado de paz
uni~'ersaj" propiciado pOl' este gobierno mundial pudiera constituir una amenaza aun mayor para la libertad humana que el orden hobbesiano, puesto que tal gobierno, con su monopolio del poder, degenerarfa en el «despotismo mas detestable,,42. Como a1canzarian las naciones la paz perpetua sin por ello des-.- '
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truir la Iibertad humana era una pregunta gueKant no podfa resolver. Pero a Europa el
.problema se 10 solucion6 Estados Unidos. Al proporcionarleseguridad clesde fuera, Es· tados Unidos hizo superfluo gue el gobierno ~upranacional de Europa se afanara por dotar~ se de ella. Los eJ1rope05 no necesitaban te-
l I]er poder para a1canzar Ja paz, como tampo-lco 10 necesitaban para conservarla. -
.) Durante las mas de cinco decadas transcu;ridas desde el fin de la II Guerra Mundial, 1a vida europea ha ido conformandose, no s.egUn las leyes brutales de la polftica de poder, s[po por obra del despliegue de'una. fantasia' geopolftica, un milagro de importancia hist6-rica para el mund~: elleon aleman se ha recosiado Junto al cordero frances, y el conflicto
-.que devasto Europa desde el nacimiento violento de Alemania en el siglo xlxtambien se ha retirado a descansar. Como no podfa ser de otra manera, el medio por el que los europeos han llegado a alcanzar este milagro ha adquirido para ellos algo de misterio sagrado, especialmente desde el final de la Guerra Frfa. La diplomacia, las negociaciones, la paciencia, la foIja de vfncuios economicos, el compromiso polftico, los incentivos en vez de las sancio~es, el consenso y no la confrontacion, las aproximaciones paulatinasy la s,obriedad de
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las ambiciones: tales fueron las herramientas del acercamiento franco-aleman y que fueron haciendo posible la integracion europea.Francia, en particular, dio un primer saIto en el vado al ofrecer a su viejo enemigo aleman compartir soberanfa -economica al principio y polftica mas adelante- como el mejor medio de prevenir futuros conflictos. Alemania, a su vez, cedi6 el gran poder que posefa dentro de Europa en aras de la reintegraci6n.
Laj..ntegracion de Europa no debfa basarse en la fuerza de la disuasion mili tar ni e~ el equilibrio de poder,es.Al contrario:.:::l milagro vino del rechazo del poderfo militar y de sy utilidad como instrumento en Ja polftica inte<; Eacional, al menos dentro de los lfmites dt; Juropa . Durante la Guerra. Frfa, pocos europeos dudaban de la necesidad del poder militar para disuadir a la Union Sovietica.Pero el final de la Guerra Fria, al eliminar el peligro exterior que representaba la Union Sovietica, permitio que el nuevo orden europeo ysu nuevo idealismo florecieran plenamente-un magnffico plan para el orden mundiaL iberados de la necesidad de cualguier fuerza de disuasion militar,interna 0 externa, los eli=' roreos incrementaron aun mas su confianza -In que su forma de resolver las disputas inter-nacionales tenfa ahora -aplicacion universal.
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Su fe en la importancia y la reI evan cia de organizaciones de seguridad como la OTAN disminuirfa en la misma medida.
«El genio de los padres fundadores», explicaba el presidente de la Comision Europea, Romano Prodi, «consisti6 en lograr que ciertas ambiciones polfticas sumamente eIevadas se tl-adujeran [ ... 1 en una serie de decisiones mas especfficas, casi tecnicas. Este abordaje indirecto permiti6 avanzar mas aHa. El acercamiento se produjo gradualmente: de la confrontici6n pasamos a la buena voluntad de cooperar en la esfera econ6mica; y de allf, a la integraci6n»43. Esto es 10 gue muchos europeos
r creen· gue tienen y pueden ofrecer el mundo: . i10 el poder, sino l<t,~rascendencia del poder. La
«esenCla» de la Union Europea, escnbe Everts, «no consiste sino en someter las relaciones entre estados a la autoridad de la ley», y la satis-factoria experiencia europea de gobierno multilateral ha generado a su vez una ambici6n de convertir al mund044. Europa «tiene un papel que desempenar en la "gobernanza" del mundo», asegura Prodi, un papel bas ado en la reproducci6n de la experiencia europea a escala global. En Europa,«el imperio de la ley ha susti tuido a la crudeza de la interacci6n entre poderes [ ... 1. Las polfticas de poder lun perdido su influencia». Y al «hacerde la
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integracion un exito manifestamosal mundo que es posible crear un metodo para alcanzar la pal".
No cabe duda de que habra britanicos, alemanes, franceses, etcetera, que torceran el gesto ante idealismo tan exuberante. Pero much os otros, incluidos rhuchos que ocupan puestos de poder, aplican rutinariamente la experiencia de Europa al resto del mundo, a veces con el celo misionero de los conversos. La crftica general europe a del tratamiento estadounidense de los regfmenes «proscritos» se basa en esta vision especial que han adquirido los europeos: Irak, Corea del Norte, Iran, L1-bia ... estos estados pueden ser peligrosos y de- . sagradables; 'incluso -si se empeiian los simplistas de los norteamericanos- malos. Pero tam bien Alemania fue «mala» una vez. (No podrfa «un acercamiento indirecto» funcionar --otra vez, como funciono en Europa? (Nopo- \ drfa ser de nuevo posible pasar de la confrontacion al acercamiento, que comienza con la cooperacion en la esfera economica y continua avanzando luego hasta la integracion pacffica? La formula que funciono en Europa (no po-drfa volver a funcionar con Iran? (No podrfa haber funcionado incluso con Irak? Muchos europeos han insistido en que la respuesta a todos estes interrogantes es afirmativa, aiia-
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diendo que los costos y riesgos derivados de esta opcion son inferiores a los de una guerra. Y Europa tambien aplicarfa la leccion a los israelfes y a los pal~stinos por que, al fin y al cabo, como afirma el comisario de la UE, Chris Patten: «La integracion europea es la demostracion de que el compromiso y lareconciliaci6n son posibles rfaS generaciones de prejui-_ cios er frimientos»45. La transmision del milagro europeo al resto del mundo se ha ~onvertido en la nueva «misi6n civiliz,adora» europea. Tal como los norteamericanos siempre creyeron gue habfan descubierto el secreto de la felicidad humana y des~aban expor~ Grlo al res to del mundo, asf los europeos han ~ncontrado una nueva mision nacida de su propio descubrimiento de la paz perpetua.
. ~. De este modo llegamos a la que puede ser la razon mas importante de las divergencias de opini6n entre Europa y Estados Unidos: el poderde este y suo determinacion de ejercerlo -. -unilateralmente, si fuera necesario-- constituyen una amenaza al nuevo sentido que Europa tiene de su misi6n, acaso la amenaza mas seria. A los artffices de la polftica estadounidense les cuesta creerio, pero 10 cierto es que los altos cargos de Europa se han mos
. trado mas preocupados por saber si Estados Unidos gestionaria adecuadamente el proble-
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rna de Irak --es decir,_sin emprender acciones . militares unilaterales y extralegales-, de. 10 que jamas se hayan inquietado por el propio Irak y las armas de destruccion masiva de Sadam Hussein. Y aunque es verdad que han mostrado su inquietud porque tal accion· pudiera desestabilizar Oriente Proximo y acarrear una innecesaria perdida de vidas humanas, no es menos cierto que siempre ha subyacido una inquietud mas honda46: una accion estadounidense .en este sentido seria, aunque se coronara con el exilo, un ataque.contra la esencia de la Europa «posmoderna», una a resi6n a los nuevos I eales imperantes en Europa,· una negacion de su vaJidez universal, asf como las monarqufas europe as de l.os siglos XVIII Y XIX
significaron una agresion contra los ideales republicanos de Estados Unidos. Los estadounidenses deberfan ser los primeros en entender que una amenaza;contra las creencias ·de -al-. guien puede llegar a ser tan espantosa como una amenaza con tra su seguridad fisica.
Como han hecho los estadounidenses durante dos siglos, los europeos hablan con la confianza que les da la superioridad de su entendimiento global, conla sabidurf;i que pueden ofrecer a otras naciones sobre la mejor manera de resolver conflictos y abordar problemas internacionales. Pero igual que ocu-
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rrla en la primera decada de la Republica norteamericana, esta vindicaci6n europea de su propio "exilo» va acompaiiada de seiiales que delatan inseguridad, una necesidad evidente de que otras naciones, en pal-ticular Estados Unidos, con-obOl-en su exito y revaliden sus opiniones_ Despues de todo, llegarla validez del nuevo idealis11l0 europeo no puede dejar de suscitar profundas dudas sobre la viabilidad del propio proyecto de Europa, Si eO;; - , realidad los problemas internacionales no pue-den resolverse ala europea, (no sugerirfa esto que la propia Europapuedeericontrarse tarde o temprano sin sol\lci6n para sus propios pro\)lemaS, con todos losh~"Jrf~~~~'~~e-elloJmri1F ca.? Esta es una razon mas de que los europeos
" s'e mostraran tan firmes sobre la conservaci6n de la aplicabilidad universal del Tribunal Penal Internacional. Que Estados Unidos exUa para sf la inmunidad, un doble rasero para el poderoso, no puede sino minar precisamente el principio que Europa intenta establecer: todas las nacion!,:s"f~~r:tes y~ebiles, son iguales ante.la Jey)'toclas cleJ:>c:n cUll1p'li!j~p~j'ib,:u:al. Si este principio puede desacatarse, aunque sea por la benevola hiperpotencia, entonces (d6nde queda la Uni6n Europea, que basa su existencia misma en la obediencia comun a las leyes que se ha dado? Si no se logra el imperio
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supremo del derecho internacional, (estara Europa con den ada a revivir su pasado? "
Y no hay duda de que este miedo a deslizarse haciaati~s~todavfa~pencles-obre-los euro--
-.=:::-.::::~.,--.' -- . - -" .", ------.-.--,- . __ . -----
peos, aun cU~JClc!OI1()pued'iciej aLd_e_ C:Cl!:lsta-tarseeIavance deEJlmRa.J~()s eUfopeos, sobi'e todof~~~ceses y briraI}ic:(),s, n;-~;tin~~m pie taIl1e;;te segurosdeqlle,e1an~ii-;;'ilamacro "pro---" " blem<ialeman» se hayasolucionado de ver-dad. Ni a la Francia de Fran~ois Mitterrand ni a la Gran Bretaiia de Margaret Thatcher les entusiasmaba la perspectiva de la reunificaci6n alemana como broche al final de la Guerra
" Frfa; fue necesario que los estadounidenses los engatusaran y tranquilizaran, tal como los 11-deres britani'cos y franceses se habfandejado Sedtlcir para aceptar la reintegraci6nalemana" cuatro ,decadas atras. Como sugieren la varie-dad y frecuente divergencia de las propuestas para la futura Constituci6n europea, los franceses aun no las tienen todas consigo sobresi pueden confiar en los alemanes ... ni tampoco los aleman"es estan todavia seguros de poder confiar en sf mismos. Casi seis decadas"despues del final de la II Guerra Mundial un alto funcionario frances todavfa puede com en tar:
«La gente dice que es terrible que AJemaniano termine de marchar bien, pew yo digo: "(De \'erdad? Cuando AJemania "-man:ha, por 10 gene-
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POllf.R y 11f.11ll.JIlAU
ral seis meses mas tarde suele acabar desfilando por los Campos Elfseos",,47. Enterrado someramente bajo la superficie de tales bromas subyace un genuino y persistente nerviosismo a prop6sito de Alemania que es todavfa demasiado intenso para el continente europeo. El veranopasad(),_cuando el canci1Jer~leman Cerhard Schroeder desafi6 la apelaci6n del gobiernode 13usb alap()yodeE:.urc;pa,.t:n_(;L conflicto de Irak, su insistenciaeDocllparse de tales asuntos «a la alemanan_seguramente re~ult6 alln masirlquietante para sus vecinos europeos que para EstadosUnidos. Parad6ji-
. . camente, incluso el pacifismo y el neutraIis-mo pueden asustar a los europeos cuando un Ifder aleman habla de resolver las cosas «a la alemanan.
Tales tern ores pueden dificultar de vez en cuando los progresos bacia una integraci6n mas' honda, pero a veces tambien han servido para impulsar el proyecto europeo a despecho ·de innumerables obstaculos. Ciertamente, si la integraci6n europea sigue avanzando, ello se debe en parte a ese temor que los alemanes sienten de sf mismos. EI proyecto europeo debe tener exito, advierte Joschka Fischer, pues (c6mo si no vencer «los riesgos y tentaciones objetivamente inberentes a las dimensiones y la situaci6n central de A1emanian 48? Es-
tas «tentacionesn hist6ricas alemanas siguen . habitando en el subconsciente de mas de una mente europea. Y cada vez que ·Europa c<;:ntempla el empleo de la fuerza m,ilitar -0 Estados Unidos Ie obliga a hacerio-, se mma ineludible la consideraci6n al menos momen~nea de que efecto podrfa tener tal acci6n ~militarsobre la «cuesti6n alemanan, que no parece terminar de despejarse nun ca ..
Asf las cosas, quizas no sea pura coincidencia que el asombroso progreso hacia la integraci6n europea de los ultimos anos haya ido acompanado, no por la aparici6n de una superpotencia europea, sino por una reducci6n de la capacidad militar europea en relaci6n con la de EstadosUnidos. La metamorfosis de Europa en una superpotencia global capaz de equilibrar e~el poder con respecto a Estados Unidos puede que haya side uno de los argumentos originarios para vender los planes de la Uni6n Europea -siempre se presumi6 de que uno de los efectos que surtirfa el proceso de integraci6n europea serfa el de lograr una polftica exterior y .de defensa independientes para Europa-; pero,sinceramente, (no tiene la ambici6n europea de «poder» un poco de anacronismo? Se trata de un impulso atavico, incoberente con los ideales de la Europa posmodema, cuya propia existencia
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P(1)UI. Y llEIIIIJIl.\1J
depende del rechazo de las politicas de poder. ii Independientemente de ]a intencion que tu
i! -vieransus arquitectos al dibujar los pIanos, la UI ul.tegracion europea se ha revelado enemiga ','; del poder mlhtareuropeo y, desde luego, de " un papel global. importante para EUT0pa.
Este fenomeno se ha manifestado no soJo en eJ estancamiento 0 declive de los presupues-
. tos de defensa europeos, $il1o tambien de ou'os modos,incluso en el terreno del po~~Los lfderes europeos hablan del papel es~ncial resen'ado a Europa en el mun~o. Prodi anhela «que se oiga nuestra voz, que nuestras acciones cuenten,,49. Y es verdad que los europeos gas tan mucho dinero en ayudas a paises extranjeros-masper capita, como les guSta recOl-dar, que Estados Unidos-. Los europeos se embarcan en misiones militares lejos de sus fronteras, siempre que estas se circunscriban principalmente al mantenimiento de la paz. Pero por mas que la Union Europea introduz~a de vez en cuando sus manos en las turbulentas aguas internacionales, sea en Oriente
'. Proximo 0 en la peninsula de Corea, 10 cierto /1 es que 0 polftica exterior de ]a UE probable
f _ mente sea el mas anemico de todos los pro-1/ ductos de la integracion europea. Como un obi servador favorable ha senalado, pocos son los'
Hderes europeos que «Ie dedican algun tiem-
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po 0 esfuerzo,,50. Las iniciatil'3.S de politica exterior de la UE tienden a ser de breve duracion y rara vez se Yen apoyadas or el acuerdo sostem 0 e as diversas potencias europeas que la confonnan: Esto explica por que es tan facil rechazarlas. En Oriente Proximo ---donde se ha destin ado tanto dinero europeo para financiar las instituciones palestinas y otros proyectos arabes-. ,Estados Unidos.y no Europa sigue siendo el lugar hacia el que se vuelven las miradas cuando ,irabes e israelles buscan apoyb y ayuda con miras a una resolucion pacffica de su conflicto. Toda la pujanza economica de Europa no parece traducirse.en un mayor peso diplomatico, ni en Oriente Proximo ni en cualquier otro sitio donde las crisis ten gall. lin componente milirarS1.
Por ptro lado, resulta ob"lo que las crisis ale-jadas geograficamente de Europa no tienen , / para los europeos un interes comparable ni V / mllcho menDS con el qJJe 'I suscitan las cues-tiones puramente europeas. Este hecho-hasido motivo de sorpresa y frustracion para los estadounidenses en todas las vertientes del debate politico y estrategico: recuerdese la profunda decepci6n de los liberales de Estados Unidos cuando los europeos no lograron montar una protesta eficaz contra Ja retirada de Bush del tratado AMB. Tampoco la cuestion iraqul me-
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reciola mas leve consideracion de la mayor parte de los europeos -ni entre las elites ni entre los votantes de a pie- antes de que el gobierno de Bush amenazara con invadirlo.
Semejante t~nclencia europea a laintrospeccion es comprensible, sin embargo, considerando el enorme y arduo orden del dfa del proceso de integracion. La ampliacion de la Union Europea a mas de dos docenas de estados miembros, la revision de las comunes polfticas econom icas y agrfcolas, la cues tiof\ de la soberanfa nacional frente a la gobernanza supranacional, el asf llamado deficit democra.tico,.el empuje de las gran des potencias euro
. peas, el descontento de las mas pequenas, el establecimiento de una nueva Constitucion europea: todos estos asuntos implican desafios serios e ineludibles. Las dificultades para avanzar podrian parecer insuperables de no ser porque el progreso del proyecto de integracion europeaya.:;e ha comprobado .
. Las polfticas de Estados Unidos que Europa ha rechazado en 10 sustancial -su sistema de defensa por misiles, su retirada del Tratado sobre misiles antibalfsticos (AMB) , su belicosidad hacia Irak, su apoyo a Israel- se han considerado tanto masinoportunas cuanto mas se apartaban de las cuestiones que de verdad preocupan a los europe os: a saber, las cuestio-
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nes sobre Europa. Cuando a menudo los euro-~
. peos critican la joslllaridad vel provjncialismo de Estados UnidRs, se les suele pasar por alto que ellos mismos se han vuelto sumamente introspectivos. Como ha senalado Dominique Moisi, en toda la campana de las presidenciales francesas celebradas el ano pasado no se escucho <<llinguna referenciaI ... ] a los acontecimientos del 1 1 de septiembre ni allargo alcance de sus consecuencias». ~;aSliepregunto «cual deberia ser el papel de Francia y de EuropaenTaI1{;eva relacion de fuerzas surgida trasel 11 de s-eptiembre; ni tampoco en que seritidodeberia. Francia replantearsesupresupuesto de defensa y su doctrina militar para tener en cuenta la necesidad de mantener alguna paridad entre Europa y Estados Unidos, 0
al menos entre Francia y el Reino Unido;,. El conflicto de Oriente Proximo si se hizo un sitio en la campana <;iebido a la importancia de la poblacion arabe y musulmana en Francia, como demostrarfa el alto porcentaje devotos obtenido por Le Pen. Pero Le Pen no es ningllD halcon de la politica exterior. Y como observaba Moisi, «para la mayor parte del electorado frances [ ... ] la seguridad tiene poco que ver con la geopolitica abstracta y distante; es mas bien una cuesti6n de que politico puede protegerlos mejor del crimen y la violencia
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que invaden las calles y los suburbios de sus ciudades»52.
~_""·.·(Puede Europa alterar este rumbo y asumir un papel.mas importante en la escena mundial? Ha habido numerosos Ifderes europeos que han presionado para que fuera asf. Tampoco la actual debilidad de la polftica exterior de la Uni6n Europea implica que este indefectiblemen te condenada a seguir siendo debil . ., ,
en el fu turo, considerando d historial que ha ,acreditado ala hora de superar otro tipo de ::debilidades. Y sin embargo Europa parece ca!;recer de voluntad polftica paraexigir illis ) roder para sf, y ello por la justificadfsllna ra, z6;'; de que no se atribuye misi6n alguna que -' requiera ese poder. De tener una misi6n allen~ de los confines dE Europa, es mas bien la de oponerse al poder. Es muy revelador que el arc gumento m,ls socorrido de los europe os para justificar el aumen to de su poderfo militar no es que eso pennitirfa a Europa amp liar su articulado estrategico y aun su influencia global, sino sencillamen te que pennitil'a frenar y «multiJateralizar» a Estados Unidos. POI"que como escribe el erudito britanico y proestadounidense Timothy Garton Ash, «Est<:~~"_Uni~os tiene demasia_~oJ)oderparaelbien de nadie, incluido el su)'o propio»53.Asf es que Europa debe amasar poder, pero para ningun otro ob-
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jetivo que el de salvar el mundo y Estados Unidos de los peligros inherentes a la actual situaci6n de desequilibrio.
Tanto si esta misi6n particular merece la pena como si no, es improbable que despierte pasiones entre los europeos. Hasta ahara s610 Francia y Gran Bretana han respondido, aunque marginalmente, a este desaffo. Pero el aumento del presupuestode defensa propuesto por Francia se mostrara, como la force de frappe, mas simb61ico que efectivo. El anterior ministro de Asuntos Exteriores frances Hubert Vedrine, quien una vez se quej6 de la hyperpuissance estadounidense, ya no habla de cO'ntrarrestar a Estados Unidos. No: ahora se ericoge de hombfos y declara que «no existe razon alguna por la que los europe os compitan por equipa,rarse con un pals que puede librar cuac
tro guerras ala vez,)54. Una cosa es que en' los anos noventa, cuando Estados Unidos gastaba doscientos ochenta millardos de d61ares al ano en defensa, Europa in'tentara aumentar susgastos colectivos de ciento cincuenta a cienc
to ochenta millardos de d61ares anuales; y otra que, ahora que Estados Unidos se encamina hacia gastos del orden de los cuatrocientos millardos de dolares al ano, quiza mas todavfa en an os venideros, Europa tenga la mas remota intenci6n de seguirle el paso. As!, Fran-
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cia podrfa incrementar su presupuesto de defensa en un seis por ciento, aguijoneada por el gaullismo del presidente Jacques Chirac. El Reino Unjdo podrfa demostrar un compromiso incluso mayor con el refuerzo y la modernizaci6n de sus militares, bajo la batuta de un Tony Blair que intenta reavivar, cierto es que a una escala mucho mas reducida, un imperialismo liberal en la mas rancia tradici6n britanica. Pero (CUahto queda de «Europa" sin Alemania? Y los presupuestos de defensa alemanes, que se situan a niveles luxemburgueses en terminos de·porcentaje sobre el producto interior bruto, estan destinados a caer aun mas en los pr6ximos anos, a medida que la economia a1emana siga debatiendose b;yo el peso de un sistema sociolaboral y un estado de bie" nestar que dan claras muestras de asflxia. Los analistas europe os lamentaran «Ia irrelevancia estrategica" de su continente; y el secretario general de la OTAN George Robertson se referira a el como un «pigmeo militar", en un noble esfuerzo por avergonzar a los europe os para que gao ten mas y mejor. (Pero quien cree de verdad que los europeos van a hacer algUn cambio fundamental en la manera de !levar sus negocios? Tienen much os motivos para no hacerlo. !
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~.-. EL MUNDO QUE HA CONSTRUIDO EsrADOS UNIDOS
Si los estadounidenses no estan satisfechos con el presente estado de cosas,. deberian recordarque la Europa de hoy-tanto la integra- ! da.como la mas debil- es en buena medida ,. producto de una politicaexterior estadounidense que se remonta a nueve decadas, a excepci6n hecha de ciertas lagunas. Estados Unidos abandon6 Europadespues de la I Guerra Mundial, manteniendose al margen mientras
. el continente resbalaba hacia una guerra aun mas horrible que la anterior. Incluso cuando 1<l]LQl~err<tM:llQciial entraba en vias de conclusi6n,el primer impulso de EstadosUnidos fue volver a a1ejarse.Originariarnente, la estrategiabelica deF~aI1klin Delano Roosevelt se encaminaba a reducir a Europa a una posicion estrategicamente irrelevante55 . Hacia finales de los an os treintil y aun durante la guerra· misma, la convicci6n imperante entre los estadounid~nses era que, «basicamente, el sis tee maeuropeo estaba putrefacto, que la guerra era un mal endemico de aquel continente y que los europeos no podian cuI par a nadie mas que a si mismos por el trance que atravesaban,,56. Europa parecfa no ser sino la incubadora recalentada de guerras mundiales que tan caras Ie salfan a EstadosUnidos .
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Durante la II Guerra Mundial estadouni-~ 1 ~ ..
denses como Roosevelt, mirando mas hacia el pasado quehacia adelante, estim<iban que no podlan pres tar mejor sen~cio queeliminar de una vez por todas a.Europa de la escena estrategi.ca global. De hecho, Roosevelt preferia negociar con la Rusia de Stalin. Es muy revelador que se preguntara «que raz6n [tenIa] Francia para mantener una capacidad militar importante una vez desarmada Alemania». Charles de Gaulle encontraba tales preguntas «inquietantes para Europa y para Francia», y sus razones tenIa. Los estadounidenses de la era Roose- \ velt mantenian su vieja visi6n de Europa como un continente corrupto y decadente, valora-
. ci6n que se mezcla15aahora con cierto desprecio por la debilidad y la dependencia europeas. Si las potencias europeas estaban quedanclo despojadas de su alcance global en 10 militar y 10 econ6mico por la clestrucci6n de la II Guen-a Mundial, muchos estaclounidenses no tenIan el men or inconveniente en acelerar el proceso. Como dijo Roosevelt, «cuando hayamos ganado la guerra, trabajare con todas mis fuerzas para procurar que Estados Unidos no se deje engatusarprestando su apoyo a cualquier plan que convenga a las ambiciones imperialistasde Francia, ni que coadyuve 0 excite las am- .. biciones del Imperio bricinico»57.
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ROUEItT MGAN
Al amanecer de la ~rra Frfaj
estadounidenses como Dean Aches.on confiaban en crear en Europa un socio poderoso contra la Uni6n SO\~etica y la mayor parte de losestadounidenses que alcanzaron la mayoria de edad durante la Guerra Frfa siempre pensaba en Europa en terminos casi exclusivamente «achesonianos,>: Europa era el baluarte esencial de la libertad en la lucha contra la tiranla sovietica. Pero en la P011Sic<l.exterior de Estados Un idos nuni::a-d~6 de revol;t~ar ci"ei'liillOstilidad
<:.a~g.<l~<l_c:le:.Eec:~()_hacia EuroE".!..in_c:l~..sg_.du~ r<iDle la Guerra Fria. Cuando en 1956 Eisenhower socav6 el poder de Gran Bretar1<i y Francia en Suez, lusta el punto de humillar a ambas , potencias, este no era sino d mas ostensible de los muchos esfuerzos de Estados Unidos por hacerse' una Europa a la medida deseada, reclucienclo su ya debilitada influencia en elresto del mundo.
En general, sin embargo, la amenaza eme!"gente delaUni6n Sovietica oblig6 a los estadounidenses a calcular mejor su relaci6n con la seguridad europea, y por 10 tanto con los eu-
"1 ropeos. Y en ultima instancia, la mas importane te contribuci6n de Estados Unidos a la actual . situaci6n de una Europa [uera de este mundo N
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nada de impulsos esencialmente proeuro-
\'t peos, no antieuropeos, Fue el compromiso con
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. Europa, no la hostilidad hacia. ella, 10 que en los primeros aiios de la posguerra condujo a Estados Unidos a mantener tropas sobre el continente y crear la OTAN. La presencia de fuerzas estadounidenses como garantfa de seguridad para Eur(jp<i" fue,comoestaba. previsto,.el ingredientecrucialparainiciar"~1 proceso de in tegraci6rl europ~<1'c1.<,: "ma~"eE~Cjue un «Occidente» cohesionado fuera bastante fuerte material y espiritualmeniepara resistir e1 desaffo de 10 qlle prometf<iSeryhildura confrontacion de Guerra Frfa con laUni6n
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Sovietica. '. La evolucion de Europa hasta siI estado pre
serite se produjo bajo el manto de laseguridad ;\),j estadounidense. y no podfa haberse produ-
!'f cido sin a"Durante casi cincuenta aiios Esta-dos Unidos no se limito a proporcionar un escudo contra amenazas externas, como la de la Union Sovietica, 0 intemas, como las planteadas por el conflicto etnico en lugares como 'los Balcanes, sino que, ademas, estaba en posesion de la !lave del «problema aleman» -y
r----.nuizila mantenga todavfa-. EI ministroFischer, durante un discurso pronunciado en la Universidad Humboldt, recordaba dos «decisiones historicas». que posibilitaron el nacimiento de una nueva Europa: «la decision de Estados Unidos de permanecer en el conti-
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nente [ ... J y el compromiso francoaleman con el principio de integracion, que dio comienzo con eslabones economicos». Desde luego el segundo pudo muy bien no haberse producido nunca sin el anterior. La buena voluntad francesa de asumir riesgos en aras de la reintegracion de Alemania en Europa -y Francia estaba, por decirlo con suavidad, sumamente dubitativa-' dependfa de la promesa de continua participacion de Estados Unidos enEuropa como garantia contra cualquier resurgimiento del militarismo aleman. Y tampoco a los ale manes de la posguerra se les escapaba el hecho de que su propio futuro en. Europa dependfa de la tranquilizadora presencia en ella de los militares estadounidenses.
La situacion actual es rica en paradojas: el /. oj\) rechazo europeo de las polfticas de podery i;)
su vision negativa de la fuerza miJitar como II instrumento de las' relaciones intemacionales h~endldo de Ia presenCia defuerzas estadounidenses militates sobre su su.e)9· El,nuevO\\ orden kantiano de Europa solo podia prospe- Ji r~r b~jo el pa:aguas del poder ~s.tadounidense Ai eJerCido segun las reglas del VIeJO orden _hob-. L
besiano. Luego fue el propio poder de Esta~ aos Unidos 10 que posibilito que los europeos pensaran que el poder ya no tenIa importan-cia. Y ahora, en el colmo de las ironfas, el he-
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cho de que el poder militar de Estados Unidos haya solucionado el problema europeo, especialmente «el problema aleman», permite a los europeos hoy, y en particular a los alemanes, creer que dicho poder militar estadounidense es obsoleto y peligroso, como Eeligrosa es la «cultura estrategica» que 10 ha creado y
sostenido. 1" La mayor parte de los europeos no yen 0
J no quieren ver esta gran paradoja: que ~ t .'f~ paso a la poshistoria ba dependido de que Es-I !f tados Unidos no bava dado un paso simila~ ~ / ,\l' Como Europa no tiene voluntad ni capaci-
I .', dad para guardar su propio parafso ni para impedir que quede arrasado, tanto espiritual como ffsicamente, por un mundo que aun no ba aceptado la regIa del «conocimienlo moral», ba pasado a de pender de la determinacion estadounidense de usar su fuerza militar para disuadir 0 den-otar a cualquiera que en el mundo en tero todavfa crea en las polfticas de poder.
. Algunos europeos sf entienden el rompecabezas, y entre ellos los britanicos mejor que nadie -10 cual poco tiene de sorprendente-. Robert Cooper ha escrito sobre la necesidad de digerir la amarga verdad 'de que, aunque "dentro del mundo posmod~rno [esto es, en la Europa de hoy] no existan amenazas contra
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RO!'.F.RT KAGAN
la seguridad en el sentido tradicional», estas abundan sin embargo por todo el resto del mundo -10 que Cooper llama "las zonas mo
dernas y premodernas»-. 5i el mundo pos~moderno no se protege, se expone ala destruccion. ~Pero como se va a proteger Europa sin traicionar los ideales y principios que apunta~ Ian su sistema pacifico?
"Para el mundo posmodemo», arguye Cooper, «el desaffo consiste en hacerse a la id~a del Doble ~o». LQs europeos entre sf'F!lle- \ . den «fllnci2nar sobre la base de la ley y de una 0 ,: \ seg:!Jrjdad cooperativa abierta». Pc:ro cuando se Irate del mundQ exterior a Europa, «t~ mos ue volver a los asperos metodos de una ~,' \
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era an te~ior: la fuerza, e ataque preven tivo, el . ,t.A> J'c engailo, 10 que haga falta». Tal es el«principio (0:-; 01\'-' Cooper.» para la salvaguarda de la sociedad: \ ~ , \" i ') "E;2.l-~e_nos9,tr9s, respetemos ,nuestraJey; pero \ ~./f.Z'\ en la selva regiran las leyes delaselva». La ar- ,~
gumentacion de CoOper-va.ciirigid~ a Europa y acompanada por un llamamiento a 10seur6-peos para que dejen de descuidar su defensa, «tanto ffsica como psicologica»58.
Cooper tambien ba ejercido deconsejero cercano a Tony Blair, y es sabido que Blair;seguramente en mucba mayor medida que sus cor.religionarios del Partido Laborista, ha respaldado la idea de un Doble rasero intema~
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ional para ejercer elpoder. Ha intentado conducir a Gran Bretana a ese mundo k·antia- . no, regido por la ley, de la Union Europea. Pero como ha puesto de manifiesto su solida-ricla.d con eip~eslaellte-Bush_epI~c~esu6nde Irak, tambien ha intentado conducir a Europa-hacia un retorno a ese mundo hobbesiano en ei que ei poder militar sigue teniendo un peso decisivo en las relaciones internacionales.
Ahora bien, ei intento de Blair de atraer a Europa a su camino ha fracas ado en gran medida: Schroeder ha dirigido su pals «a la alemana», y ni siquiera la Francia gobernada por el mas conservador gaullismo de Jacques Chiracha dejado de ser un aliado reticente de Estados U nidos, mas afanado por limitar el poder estadounidense que por complementarlo con ei frances.
Cabe por tanto sospechar que 10 que Coo-'per esti describiendo en realidad no es el futu-
I . to de Europa, sino el presente de Estados Uni-,2.05. Pues, en efecto, eS Estados Unidos quien 'ha arrostrado la ardua tare a de navegar entre . dos aguas, conjugando el cumplimiento de la'l leyes que rigen las sociedades civilizadas y pro-gresistas con la defensa y el fomento activo de las mismas -10 que incluye, naturalmente, el empleo de la fuerza militar contra los que rehusan someterse a ellas-. EstadosUnidos ya
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funciona seglin la ley del doble rasero de Coo-. per y 10 hace por los motivos que el sugiere. Tambien los ltderes estadounidensescreen que tanto ala seguridad global como al orden liberal-y no digamos al parafso«posmoderno" de Europa- no les quedarfa mucho de vida si Estados U nidos no hiciera uso de su po-derto en ese peligroso mundo hobbesiano que todaVfa prospera fuera del Viejo Continente. -.
Esto significa que aunque Estados Unidos haya desempenado y siga desempenando un papel crucial enel viajede Europa a ese parafso kantiano, ast como en la posibilidad misma de que exista, a los estadounidenses se les ha vedado entrar en el. Aunque hayan construido los muros, no puede franquear el umbra!. A despecho de su inmenso poder,Fstados U[lidos sigue atascado en la histori,a, relegado a ocuparse de los Sadams, ayatolas, Kim Jong Ils y Jiang Zemins:de este mundo, mientras . otros recogen la mayor parte de los beneficios.
c:SrGUE SIENDO "OCCIDENTE,,?_
Si la evolucion de la situacion internacional sigue acentuando la tendencia de Estados Unidos al unilateralismo en materia de asuntos exteriores, ello no deberfasorprender a ninglin
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observador objetivo. En!=ompensacion por haber Ievantado los muros del orden posmoderno de Europa, Estados U nidos busea naturalmente una eierta libenad de aecion para enfrentarse con Ips peligros estrategicos que solo el tiene los medios y a veces la voluntad de afrontar. Este es el gran problema de las relaciones entre Estados Unidos y Europa, por supuesto.Justo en el·momento en el que los europeos, liberados de las obligaciones y miedos de la Guerra Frfa, han empezado a establecerse en su parafso posmoderno y a hacer proselitismo de sus doctrinas del derecho y las instituciones intemacionales, los estadounidenses han empezado a caminar en la otra direccion, lejosde la solidaridad con Europa que habfa sido el tema central durante la Guerra Frfa y de vuelta a su tradicional politica de independencia, hacia esa forma genuinamente estadounidense de nacionalismo universalista.
El final de la Guerra Frfa tuvo unos efectos incluso mas profundos en la relacion transatLin tica de 10 que normalmente se piensa. No en yanG el compartido enemigo sovietico y la consecuente necesidad de actual' de forma concertada en aras de la defensa comun no habfan desaparecido del todo despues de 1989. Lo mismo puede decirse tam bien de lavasta
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estrategia perseguida a ambos lados del Atlantico para preservar y reforZ3S Ia cohesion y la unidad de 10 que se llamaba "Occidente». No era solo que Estados Unidos y Europa hubieran tenido que trabajar coda con codo para enfrentarse al desafio sovietico: tambien se trataba de que la continuidad de la Alianza y el exito del orden liberal occidental constituyeron durante much os anos la definicion misma de Ja victoria en la Guerra Fria.
En parte por esta razon, la estrategia de Estados Unidos durante la Guerra Frfa consistia en dar mas a los amigos y aliados de 10 que ineluso ell os esperaban. Los gobiemos estadounidenses medfan hasta cierto punto el exito , .
de su polftica internacional, no por 10 bien que Estados Unidos 10 estaba haciendo seglin un tacano calculo de su proplo in teres nacional, sino por como los. aliados estadounidenses se enfrentaban a los muchosretos internos), ex-
temos que se les presentaban. Asi, la est:I:ategi}l.~. economica de Estados llnjd()sconsl~tlaen.ha- . I) cer renacer de las cenizas de la II Guerra Mun-dIal ~'p;d~1~6sos co~p~tid~~~s'~~~Il6;;icos su-
yos en Europa y Asia, hasta el punto de que durante las ultimas decadas de la Guerra FDa Estados Unidos parecfa encontrarse para muchos en un ·estado de relativa decadencia en comparacion con sus cada vez mas prosperos
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aliados. En cuanto a su.estrategia militar, pasaba por exponerse a un ataque nuclear sobre su propio paIs -porlo dema.~, 1ibre entonces de amenazas- a fin de prevenir tanto los ataques convencionales como losnucleares que pudieran cernirse sobre sus ali ados europeos y asiiticos. Cuando se cOJ,1sidera laausencia de
. garantlas comparabks en las relaciones entre las varias potendas europeas en el pasado -por ejemp10, entre Gran Bretaiia y Francia durante los aiios veinte,y treinta-, la v9luntad de un paIs como Estados Unidos, que gozaba de una relativa seguridad entre dos oceanos, de unir su supervivencia misma a'la de otras naciones, resulta mas bien extraordinaria.
La «generosidad .. econ6mica y estrategica de Estados U nidos, si se la.puede Hamar as!, estaba, por supuesto, estrechamente re1acionada-con sus propios intereses. Como seiialaba Acheson, «para Estados Unidos, emprender accion~s para fortalecer a los palses amenazados por 1a subversi6n comunista y la agresi6n sovietica [ ... J equivalla a proteger su propia seguridad: era proteger la libertad en 51 .. 59 . Pero esta identificacion de los intereses ajenos con los propios no dejaba de ser una cua1idad chocante de la poHtica estadounidense en materia de asuntos exteriores y defensa a partir de 1a II Guerra Mundial. Despues de Munich, des-
II H
pues de Pearl Harbor y despues del comienzo . de·1a Guerra Frfa, los estadounidenses estaban cada vez mas convencidos de que su propio bienestar·· dependla fundamental mente del bienestar ajeno; de que su prosperidad no i
podia crecer en ausencia de la prosperi dad . global; y de que su seguridad nacional era imposible sin una mis que notable seguridad internacional. Esta era una doctrina basada·en el in teres propio, peroen la forma mas ilustrada de in teres propio, hasta el punto de resultar a vecescasi indiscernible del idealismo.
Casi, pero nunca del todo. La generosidad estadounidense y su propensi6n a buscar la forma de trabajar concertadamente con sus aliados estaban basadas en otras causas ademas de enel idealismo. El multilateralismo estadounidense durante la Guerra Frla fue mas instr;lmental que idealista en sus motivacion~. Despues de todo, a partir de 1945 ir a la guerra. «por cuenta propia .. implicaba no s610 hacer-10 contra la Uni6n Sovietica sino tambien d desgarramiento de Occidente. Tampoco era realmente concebible, con las tropas sovieticas concentradas en el corazon de Europa, que una polftica exterior de Estados U nidos tuviera exito si no era «multilateraln en su inclusi6n de los intereses europeos occidentales:Por otro lado, la mayorfa de losestadounidenses
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ya habfan enterrado junto con \A/ilson y el convenio de la Sociedad de Naciones el genuino multilateralismo idealista. Dean Acheson, entreotros arquitectos del orden internacional de posguerra, consideraba "impracticable» la Carta de las Naciones Unidas; y la propia ONU se Ie antojaba un ejeITlplo deerr6nea ',fe wilsoniana en la capacidad de perfeccion,
. del hombre y en el advenimiento de la ley yla paz universales» 60. El y muchos otras presentes en la creacion del orden de posguerra eran idealistas, pero idealistas practicos. CreJan que era esencial presentar un frente occidental comun ante el bloque comunista, y si eso signifi-
. caba tragarse 10 que Acheson menospreciaba como el "mandato sagrado» de la Carta de las Naciones Unidas, estaban preparados para seguir el juego. Para Acheson, el apoyo a Naciones Unidas no era mas que "una ayuda a la diplomacia»61. Esto es importante,pOl-que muchos aspectos del comportamiento de Estados Unidos durante la Guerra Frfa, que tanto estadounidenses como europeos encuentran retrospectivamen te admirables -y de cuyo fin tanto se lamentan-, representaron concesiones e'n aras de la unidad de Occidente.
Esa unidad no siempre fue facil de mante~ ner. La hostilidad de Estados Unidos ante la resuelta independencia de De Gaulle, los rece-
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los estadounidenses respecto del imperialismo britanico, las discusiones sobr.e la OstpolitiJlale
mana, los debates estrategicos en tomo a acuerdos y desarrollos armamentfsticos, especialmente durante la era Reagan, amenazaban con abrir grietas en la Alianza_ Pero las grietas siempre acababan sellandose, porque todo el mundo estaba de acuerdo en que, aunquelos desacuerdos eran inevitables, las fisuras eran peligrosas, Si "Occidente» se dividfa, fracasarfa. El peligro no era solo estrategico; era ideo-16gico, incluso psico16gico. "Occidente» tenfa que significar algo; de 10 contrario, (que se estaba defendiendo? Y, por supuesW, durante la Guerra Frfa, "Occidente» signific6 algo_ Era ]a opci6n &mocra.tica y liberal de un amplio segmento de la humanidad en oposici6n a la alternativa que existfa al otro Jado del Muro de Berlfn.
Esta poderosa necesidad estrategica, ideo-16gica y psico16gica de demostrar que habfa sin duda un Occidente unificado y cohesionado cay6 con el Muro de Berlfn y las estatuas moscovitas de Lenin. La perdidase enmascar6 parcialmente durante los noventa. Muchos vefan las luchas en Bosnia y Kosovo como una nueva pruebapara Occidente. La ampliaci6n de la OTAN para incluir a las naciones pertenecientes al anteriorPacto de Varsovia signifi-
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caba unirse a pueblos que habfan sido excluidos de Occidente por la fuerza y querfan volver a formar parte de el. Estos vefan la OTAN no s610 -ni siquiera principalmente- como una organizaci6n de seguridad, sino como la unica instituci6n que representaba al Occiden-
. te transatlantico, pues desde luego las Naciones Unidas no eran .. «Occidente".
Pero el propio exito del proyecto transatlantico, la soluci6n al dilemade la seguridad europea, la soluci6n al problema alemap, la consecuci6n de una Europa «fntegra y libre», la resoluci6n de los conflictos de los Balcanes, la creaci6n de una zona de paz y democracia suficientemente estable en el continen-te europeo ... todos estos grandes y una vez inimaginables~ogr?~. tl,:lvieS9n .. eUnexitahle ... efecto de disminuir la significaci6n cie~QccideI1t~;,~}~oes-cpleOcciOerite hubiera dejado de existir; tampoco que hubiese dejado de enfrentarse a enemigos, pues sin duda el fundameritalismo islamico es un e!lemigo implacable de Occidente. Pero laidea central del celebre ensayo de Francis Fukuyama, Elfin de la histaria y el ultimo hombre, resultaba irrefutable: la secular lucha entre concepciones opuestas sobre c6mo deberfa gobernarse a sf misrna la humanidad ha quedado definitivamente resuelta a favor del ideal liberal de Occiden-
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. teo El fundamentalismoislamico podra tener sus seguidores en las partes del mundo donde predominan los musulmanes. Tam poco podemos dudar por mas tiempo de su capacidad de infligirun horrible dana a Occidente-. Pero como Fukuyama y otros han senalado, el fundamentalismo islamico no plantea un desaffo serio para los principios universales del liberalismo occidental. La existencia del fundamentalismo islamico puede forzar a estadounidenses y europe os a defenderse a sf mismos contra un ataque devastador, e incluso a cooperar en una defensa com un. Pero no fuerza a «Occidente" a demostrar que esti unificado de una forma coherente, como hizo en su dfa el comunismo sovietico ..
Dada esta menor necesidad de preservar y demostrar la existencia de un «Occidente" cohesionado, era inevitable que la generosidad que habfa caracterizado la politlca exteriQJ: estado))nidense durante cincuenta anos disminuyera finalizada la Guerra Fda, 10 que
p~de ser motivo de.lame~to, per~ci~~f<=-Ume~~~ ! 1 t0e sorpresa. La eXlstenCla de 1a Uillon SOYle-.,! tica y la amenaza intemacional del comunismo /; habfan vuelto mas disciplinados a los estadou-!i nidenses ademas de ensenarles Ia lecci6n d~ i
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que sus intereses se defendfan mejor con unit polftica exterior relativamente generosa, espe~'~
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PODEll. y llf.IIIUIL\ll
. cialmente cara a Europa. Tras la Guerra Fria, aquella disciplina ya no estaba presente, y el final de este conflictoaltero sutilmente la vieja ecuacion entreel:idealisIno}'.eLi.:OJ:S:E~S. Ciertamente, quienes .censuran la mengua de la generosidad estadounii:lense en la era posterior a la Guerra Fria deberian al menos tener en cuenta la logica que subyace a esta disminuci6n. Dado que objetivamente los estadounidenses estabanmenos lnteresados en esa politica exterior caracteriuda por la generosidad que habian seguido durante la Guerra Frfa, para que Estados Unidos la mantuviera, para que perseverara en el mismo grado de compromiso con !a.~instituciones internacionales, la misma preocupaci6n y deferencia hacia sus aliados, los estadounidenses habrian tenido que volverse aun mas idealistas.
Lo cieno es que los estadounidenses de hoy no son ni mas ni menos idealistas de 10 que 10 eran hace cincuenta aDOS. Lo que ha variado es la realidad objetiva, no el caricter estadounidense. El cambio en las circunstancias inte;=-na---.-- "-- ..-
clOnales despues de la Guerra Frfa allano el camino a aquellas fuerzas polfticas del Congreso -principal aunque no exclusivamente republicanas- que pretendfan revisar viejos acuerdos multilaterales y cerrar la puerta a otros nuevos, liberando a Estados Unidos de
ROUDtT KAG:\S
obligaciones contrafdas en virtud de tratados que ahora se consideraron on eros os 0 excesivamente invasores de Ja soberanfa de Estados Unidos. Pero la novedad no era la existencia de tale,sfller:~~y_~~tit~cle~, p~~; si~r~ pre-h ab ian estado PTesentes en la polft.i~i esr;:;dounidense y de hecho la habian dominado durante la mayor parte de los aDOS veinte y treinta, un periodo inaugurado por un presidente republicano que prometfa «una vuelta a la normalidad» tras el ambicioso idealismo de los aDOS de Wilson. Pero durante la Guerra Frfa, y especialmente durante los aDOS dominados por presidentes republicanos, de Nixon a Reagan, la grandiosa estrategia anticomunista habia sobrepasado abrumadoramente tan estrechos sentim.ientos nacionalistasdejando de lade las inquietudes respecto de la perdida de soberania.
Tampoco es que tras laGuerra FriaEstados Unidos del:1vara hacia un:';~onc~p~i6n mas nacionalista de su politica exterior simplemente como consecuencia del auge de la derecha republicana. Tanto los te6ricos realistas en ma:: teria de relaciones internacionales como los artifices de polfticas concretas --esto es, la fuerza intelectual dominante en el establecimiento de la politica exterior de Estados Unidoscontribuirfanigualmente a que el pais se ci-·
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nera de nuevo .aLnacionalisIllP. Censuraban 10 qlle ;~g0.n·eilos habfa em prendido el g.obierno de Clinton en Bosnia y Haitr; y que l'vhchael Mandelbaum habfa definido memorablemen-
te como «trabaj.c>soc:i<lL<l __ e~~a..~a in_t~::..~ci()~ __ . nab,. Estos Zrfticos insistian en que Estados Unidos debra retomar un enfoque mas atento de unos «intereses nacionales» mas nitidamente definidos ahora de 10 que habfan estado durante la Guerra Frfa. Los realistas estadounidenses, de Brent Scowcroft a Colin powell pasand6 por James Baker 0 Lawrenc~ Eagleburger, no pensaban que Estados Umdos tuviera ninguna obligacion de e'charse a los hombros la carga de solucionar la crisis baldnica u otras crisis «humanitarias» del mundo. La Guerra Frfa, razonaban, habfa terminado, y por 10 tanto no existfan impedimentos para que la polftica exterior norteamericana «vol
viera a la normalidad». Sin embargo, un aspecto de esta «normali
dad» posterior a la Guerra Fda 10 constituyeron el recorte en concesiones a b ~pinion ptiblica internacional y llna menor deferencla hacia los aliados; en resumen, mas libertad de actuar como a Estados Unidos Ie pareciera conveniente. Los pragmat.icos prestarfan legitimidad intelectual a los congresistas que ligaban el debate sobre los «intereses nacionales»
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a la reduccion de cualesquiera acciones en el exterior. Mas aun: muchos republicanos se preguntaban por que -si se imponfa una concepcion mas estricta de los «intereses nacionales»- se consideraba que la satisfaccion por Estados Unidos de unas deudas con la ONU relativamente exorbitantes seguiaformando parte de los «intereses nac,ionales» del pafs. Lo que hubiera tenido f;lcil defensa cuando la conservacion de la unidad occiden tal con tra el comunismo era el objetivo de la polftica exterior estadounidense se volvfa mas diflcil de justificar ahora que ya no existfa una definicion tan ilustrada y de tan largo alcance sobre en que consistfan los «intereses nacionales» de Esta-dos Unidos. _.-_.
Ni siquiera el gobiernode Clinton -mas idealista y, quizas ironicamente, mas ligado a la generosa polftica exterior de la Guerra Fria que los pragmaticos y los republican os- pudo sustraerse a la nueva realidad surgida tras la Guerra Fria. Despues de to do Clinton habia optado en 1992 ala presidencia con un programa que afirmaba que 10 if!1portante era la economb estadounidense, no la politigLe..'lterior,
=-~-",=;:-:=:::..-'- ~ y sifinalmente Il1tervino para intentar arreglar «Occidente» fue despues de haber intentado desesperadamente eludir semejante responsabilidad. Cuando George W. Bush tomo pose-
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si6n de su cargo en enero de 2001, trayendo consigo el republicanismo prdiado de nacionalismo .realista que habfa caracterizado a los noventa, el concepto de "Occidente» como no-
~i6n efecti:a en la·politica ex~erior estadouni
dense habla quedado desactlvac!0;y cuando os terroristas golpearon Estados Unidos nue
ve meses mas tarde, la ecuaci6n de la Guerra Frfa se invirti6 por coinpleto. Ahora que la amenaza se habfa materializado directamente en suelo estadounidense, saltando por encima de los aliados de Estados Unidos, la cuesti6n suprema era la vulnerabilidad y los padecimientos exclusivos del pais, no "Occidente».
El declive de lajmportancia de Occidente como principi6cle organizaci6n de la polftica exterior no era sin embargo unJen6meno circunscrito aEstados Unidos. La Europa surgida de I~Guerra Frfa convenfa en que la cuesti6n y'a no era "Occidente». Para los europeos, 1a .cuesti6ri. empezaba a ser «Europa». La constataci6n de que'efectivamente existfa una Uni6n Europea adquiri6 prioridad sobre la demostracion de que existia un Occidente unido. Un "nacionalismo» _europe<:LLeflejaba como en un' espejo el nacionalismo estadouri.ideri;~, y -aunque esta no fuera la intenci6n de Europa-la presente grieta entre Estados Unidos y . . Europa puede remontarse en pane aladeci-
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si6n europea de establecerse como una 'sola ~ntidad ajellaaEstados Unidos.
Este proceso de unificacion europea dejarfa en las mentes de los estadounidenses la impresion de que el objetivo de la relacion transatlantica ya no era un Occidente unificado. Tampoco los propios europeos pen saban ya en tales terminos. En cambio, sf hablaban de "Europa» como un polo mas en un nuevo mundo multipolar, un contrapeso de America. Europa iba a establecer por separado su propia politica exteriory su propia "identidad» en materia de defensa, al margen de la OTAN. Las instituciones veneradas por los europe os eran la Uni6n Europea ylas Naciones Unidas.
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Pero tanto para los estadounidenses, como para los ciudadanos de Europa central y oriental, la ONU no era "Occidente»; y desde luego la Uni6n Europea tampoco. Solo la OTAN era '«Occidente», pero ahora los europeos construian una alternativa a 13. OTAN. Todo 10 que
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hadari los europeos tenia sentido des de una. perspectiva europea, aunque objetivamente, el proyecto de integracion europea beneficiaba a Estados Unidos, al menos en la medida en que reforzaba la paz. Tampoco es que la intenc
cion de lamayor parte 'de .los e~ropeos fuera de~afi<l.~ a E.stados Unidos,y menos aun la idea de Occidente, pero (como sorprender- _ .
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PClIlER y IlEI\ILIIl.\1}
se de que los estadounidenses yano otorgaran una priori dad tan al ta com_O_<lI1j:elL<l,J<l~l[lidad de Occidente y la cohesion de laAlianza? Los europeos habian emprendido un proyecto arrollador en el que Estados Unidos por definicion no podia tener arte ni parte. Estados U nidos, entretanto, tam bien tenf~ sus propios proyectos.
ADAPTARSE A LA HEGEMONIA
E.Lll...ili: septiembre no camhio a Estados ., )
UQidos; solo 10 hizo mas eslad01midense. Por 10 demas, el Cllrso que sigue y ha seguido el pais tampoco es ningUn misterio, no solo durante el ultimo ano 0 la.llitima decada, sino tambien durante la mayor parte de los ultimos seis decenios, e incluso se podria decir que durante buena parte de los ultimos cuatro siglos; Es un hecho objetivo que Ig.s f'stadollnidenses hap ido extendiendo su roder e influencia en cfrculos siemQL~pansivos incluso desde antes d"e fl1ndaJ~1..!...J:l[Qpia nacion i.uili;pendien.J;e. La hegemonia que Estados Unidos establecio dentro del hemisferio occidental en el siglo XIX ha sido una caracterfstica permanente de la polftica intemacional desde entonces. La expansion de la estrategia de Estados Unidos, que llego a
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. Europa y al Extremo Oriente en la II Guerra 2'.Iundial, nunca ha dado march a atras. De hecho, merece subrayarse que mas de cincuenta an os despues del final de la Guerra -un periodo que ha visto como sus antiguos enemigos japoneses y alemanes se han transformado en unos valiosos amigos y aliados- y mas de una decada despues de la Guerra Frfa -que termin6 en otra pasmosa transformaci6n de un enemigo derrotado-, Estados Unidos en cualquier caso continua y claramente tiende a mantenerse como potencia estrategica dominante en Extremo Oriente y en Europa. EJ final de la Guerra Fda se considero por ~ c1 e los estadollnidenses como una oportunid~, no ck.. replegarse, sino de ampliar -;:;: influenQa; de extender hacia el este, hasta Rusia, la alianza que lideraban-; de fortalecer sus relaciones con aquellas potencias de Extremo Oriente que estaban en vfas de democratizarse; de fomentar sus intereses en partes del mundo como Asia .central, cuya existencia ni siquiera conocfan muchos estadounidenses.
El mito de la tradici6n «aislacionista» de Estaclos Unidos es notablemente persistente, pero no deja de ser un mito. Por el contrario, la expansion tanto de su territorio como de su inf1uencia ha constituido la incuestionable realidad de la historia estadounidense; y no ha
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sido una expansion inconsciente. La ambicion de desempei'iar IJJJ pape! importante en el e~ c~nario mundial esta profundamente arraigada en el caracter estadounidense. Desde la Independencia, e. incluso antes, los estado~ unidenses, que discrepaban sobre tantas cosas, siempre compartieron una creencia comun relativa al gran destino de su nacion. Incluso
. cuando no eran sino una debil colecci6n de colonias dispersas por la costa del Atlantico, amenazadas par doquier porlos imperios europeas y con un vasto tenitorio aun indomito a sus espaldas, Estados Unidos se antojaba a sus lideres una especie de «Hercules en panales», «el embri6n de un gran imperio». La generacion de los padres fundadores, los Vv'ashington, Hamilton, Franklin y Jefferson, no albergaba dudas de que completarian la conquista del continente norteamericano, ni tampoco de que la riqueza y la poblacion del pais crece6an y la joven Republica llegaria algun dia a dominar el hemisferio occidental ocupando un lugar preeminente entre las grandes potencias del mundo. Jefferson predijo el establecimiento de un vasto «imperio de liber(ad". Hamilton creyo que Estados Unidos «dentro de poco, asumira una actitud que se corresponde con la grandeza de su destino: majestuosa, eficiente y engendradora de gdJ1-
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des gestas. Una noble carrera se extiende ante nosotros»62.
Para aquellas primeras generaciones de estadounidenses, la promesa de la grandeza nacional no era una mera esperanza reconfortante, sino una parte integral de la identidad del pais, indisolublemente unida a la ideologia nacional. Tanto ell os como las generaciones que les sucedieron crelan que los Estados Unidos estaban llamados a convertirse en una gran potencia, quiza la mas grande de todas, porque los principios e ideales sobre los que se habian fundado eran incuestionablemente superiares, no solo a los de las corruptas monarqufas europeas de los siglos XVIII y xIX;sino , .
tambien a las ideas que habian conformado naciones y gobiernos a travesde toda la historia de la humanidad. La prueba de la trascendente importancia del experimento estadounidense se hallarfa no s610 en la continua perfeccion de las instituciones internas del pals, sino ademas en la extensi6n de la influencia estadounidense en el mundo. Asl pues, los estadounidenses han sido siempre intemacionalistas, pero con un internacionalismo que, a su vez,no es sino un subproducto de su nacionalismo.Cuando los estadounidenses buscaban legitimaci6n a sus acciones en el exterior, no la bus caban en las instituciones suprana-
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cion ales sino en sus propios principios. Ello explica que siempre haya sido tan facil para tantos estadounidenses creer, como much os de ellos 10 hacen todavfa, que el avance de sus propiosintereses implica el avance de los intereses de la humanidad. Como dUo Benjamin Franklin «Ia causa de Estados Unidos es la cau-. , .
sa de todo el genero humano"G:l. Esta persistente vision estadounidense de la .
posicion excepcional de su nacion en la his toria y la conviccion de que sus intereses y los del mundo se identifican, puede ser bienvenida, ridiculizada 0 lamentada. Pero_D9. d~beria poneEif: en c1llcla. Y asf como existen poc~--;'azonesquehagan pensar que Europa vaya a variar su curso en 10 fundamental, tam poco las hay para suponer que Esr.o,dos Unidos alterara el suyo 0 que empezara a conducirse por el mundo de forma diametralmente opuesta. Salvo una catastrofe imprevista-no un reyes en Irak u «otro Vietnam", sino una calamidad economica 0 militar suficientemente grave para destruir las principales fuentes del poder norteamericano-, es razonable presumir que no hemos heeho mas que entrar en la larga era de la hegemonfa de Estados Unidos. Las tendencias demograficas.muestran que la poOl.a£i2n norteamericana crece a buen ritmoy rej\lyenece, mientras que la europea.merma y envejece
inexorablemente. De confirmarse las actuales tendencias, segUn Th.e Economist la eeonomia estadounidense, euyo tamarro es hoy comparable al de la europea, podrfa duplicar con creces el volumen de estahacia el arra 2050. Hoy la edad media de los estadounidenses es de 35,5 arros, mientras que en Europa, es de 37,7 arros. En 2050, la edad media de los estadounidenses sera de 36,2 arros, y en Europa, si la tendeneia actual persiste, sera de 52,7. Esto signifiea, entre otraseosas, que la carga finan· ciera de cuidar a los ancianos dependientes crecera mueho mas en Europa que en Estados Unidos. Tambien quiere decir que los eurapeos tend ran todavfa menosdinero que gas tar en defensa durante los proximos arros 0 decadas del que tienen hoy. Como observa. Th.e
Economist, <<la logica de la demograffa a largo plaza parece ir en la direccion de fortificar el poderfo estadounidense y agrandar la grieta transatlantica", provocando un agudo «contraste entre eljoven, exuberante, multirracial Estados Unidos y la envejecida,decrepita e intros pectiva E uro pa" 64.
A,f como el poder relativo de Estados Unidos no disminuira, tam poco es probable que los estadounidenses alteren sus puntos de vista sobre como deben utilizar ese poder. De he· cho y a pesar de los selsmos geopoliticosque
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se han venido producier:do desde 1941, los estadounidenses han permanecido bastante coherentes en su vision tanto de los acontecimientos internacionales como de su propio papel ala hora de dade forma al mundo para que se adapte a sus ideales e intereses. El <dargo telegram a» de Kennan, documento fundacional de la Guerra Frla, dejaba bien a las claras la perspectiva dominante de la cultura estrategica de posguerra en EstadosUnidos: la Union Sovietica era "impermeable a la logica de la razon», escribio Kennan, pero "altamente sensibJ;"a la J6gica de la fuerza» 65. Un buen democrata liberal como Clark Clifford convenfa en que"el «lenguaje del poder militar» era el unico que los sovieticos entendfan: el Imperio sovietico tenIa que ser considerado una "entidad distinta con la cual no estamos predestinados a enfrentamos pero tam poco podemos compartir objetivos»GG. Pocos estaddunidenses plantearlan las cosas con tanta crudeza hoy por hoy, pero es posible que muchos sientan algo muy parecido. En 2001 una gran mayorfa de dem6-cratas y republicanos en ambas camaras del Congreso se ha mostrado de acuerdo en que el "lenguaje del poder militar>' bien pudiera resultar el unico que Sadam es capaz de entender.
No es que Estados Unidosnunca hayaflirtea- " do con la clase deidealismo internaci~naiista
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que ahora impregna Europa. En la primera mitad del siglo xx, los estadounidenses se alistaron a la "guerra» de Wilson "para acabar con todas las guerras", a la que seguirfa una decada mas tarde un secretario de Estado firmando un tratado que proscribla toda guerra. En los arios treinta Franklin D. Roosey~t deposito ~u fe en pactos de no agresion, sin exigir otra cosa de Hitler que su promesa de no atacar una serie de paises cuya lista Ie presento. In~luso despues de la Conferencia de Yalta de 1945; un moribundo Roosevelt podIa aun proclamar "el fin del sistema de accion unilateral, de las alianzas exclusivas, de las esferas de influencia, " de Ids equ,ilibrios de poder,}; y prometer en su lugar "una organizacion universal en la cual todas las naciones amantes de lapaz tendran finalmente una oportunidad de formar parte de [ ... ] una estructura de paz permanente»67. Pero Roosevelt ya no tenIa plena confianza en esa posibilidad. Despues de Munich y Pearl Harboi-, y mas tarde -tras un d~stello de re- " novado idealismo- de la inmersion en la Guerra Frfa, la «Iogica de la fuerza» de Kennan se convirti6 en el presupuesto operativo de la estrategia deEstados Unidos. Acheson hablo de construir "situaciones de fuerza" alrededor del globo_ La "leccion de Munich» lleg6 a dominar el pe;;~am;e;;to-~~tr;;:€gi~o estadouni-
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dense y, aunque durante un breve lapso fue sustituida por la «Ieccion de Vietnam», hoy sigue siendo el paradigm a dominante. Aunque un pequeno segmento de la elite estadouni- . dense siga anhelando una «gobernanza globah y renuncie ala fuerza militar, los estadounidenses des de Madeleine Albright a Donald Rum~feld pasando por Brent Scowcroft y Anthony Lake, todavfa recuerdan Munich, en sentido figurado wando no literal. Y para las generaciones de estadounidenses mas j6venes que no recuerdan Munich ni Pearl Harbor, su referencia es el 11 ~e septiembre. Una de las cosas que mas nftidamente separah en este momento a los europeos de 105 estadounidenses es un desacuerdo de caracter filosofico, casi metaffsico, sobre donde exactamente se situa hoy la humanidad en la lfnea continua que va de las leyes de lajungla a las de larazon. Los estadounidenses no creen que estemos tan cerca de la realizacion del sueno kantiano como piensan los europeos.
Entonces (hacia donde vamos ahora? Una vez mas, no es diffcil ver hacia donde va Esta-dos Unidos. EI ataque del 11 de septiembre') . !
convulsiono y acelero, pero no alter.o en 10
fundamental un curso en el que Estados Uni\
dos ya estaba inmerso. Desde luego no altero las actitudes estadounidenses hacia el poder; -
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no hizo sino reforzarlas. Recordemos que ya ;ntes del 11 de septie~bre los sucesores de Acheson aun estaban, cierto es que de forma distrafda, construyendo «situaciones de fuerza» por el mundo. Antes del I 1 de septiembre, y sin duda antes incJuso de la eleccion de Geor-) ge W. B~lSh, los estrategas estadounidenses y los plal1lficadores del Pentagono dirigfan yai su in teres hacia los proximos retos estrategicos que pudieran plantearse. Uno de esos retos era Irak. Durante la era Clinton, el Co~so habfa aprobado casi por unanimidad una mocion consenst0.da que autorizaba a apoyar finl!-nciera y militannente a las fuerzas de oposi-, cioniragufes; y diversos planes de desestabiliza-cion del regimen iraquf estaban considerandose activamente dentro y fuera del gobierno de Bush. Mientras tanto, el gobierno de Clinton sentaba las bases de un nuevo sistema de defensa a base de misiles balfsticos para defenderse de estados «proscritos» como Irak, Iran y Corea del Norte. Aunque Al Gore hubiera resultado elegido, aunque no se hubiera producido el ataque terrorista del 11 de septiembre, estos programas, orientados de lIeno al «eje del mal» de Bush, estarfan en marcha de todos moclos.
Antes del 11 de septiembre los estadounidenses estaban aumentando y no disminuyen-
Pom:\( y IlEIIllJlIAl1
do su poderlo militar. En la campana para las elecciones presidenciales de 2000, Bush y Gore prometieron incrementar el gasto endefensa como respuesta, no a ninguna amenaza en particular, sino solaIl)en te ala percepci6n geheralizada de que el.presupuesto de defensa de Estados Unidos -entonces cercano a los 300 millardos de d61ares al ano- era inadecuado para hacer frente a las necesidades estrategicas de la naci6n. 1:0s lfden~s militares y civiles, dentro y fuera del Pentigono estaban conven-. cidos de la necesidad de modernizar las fuerzas estadounidenses para aprovecharse de 10 que era yes reconocido como una «revoluci6n en asuntos milita'res» que podfa cambiar la naturaleza misma de'la estrategia belica. Detras de este entusiasmo latia una genuina preocupaci6n en el sentido de que, si Estados Unidos no realizaba la inversi6n necesaria en una transformaci6n tecnol6gica, sus fuerzas, su seguridad y la seguridad del mundo correrian riesgos en el futuro.
Antes del 11 de septiembre, la estrategia estadounidense habfa comenzado a fijar su, atenci6n en China. Pocos crefan que una guerra ton China fuera probable en un futuro cercano -salvo que se derivara de una crisis por causa de Taiwan-, pero eran muchos los que' crdan que algun tipo de confrontaci6n can
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los chinos llegaria a ser cada vez mas probable den tro de las pr6ximas dos decadas, a medida que la capacidad militar y las ambiciones geopoliticas de China fueran creciendo. Esta preocupaci6n constituia una de las fuerzas conductoras de la exigencia de modemizaci6n tecnol6gica del Ejercito de Estados Unidos, uno de los motivos que, calladamente, se escondfan detras de las presiones para un nuevo programa de defensa,con misiles y, en un senti do amplio, un principio organizativo en la planificaci6n de la estrategia estadounidense. La visi6n ' de China como el nuevo gran reto estrategico cuaj6 en el Pentigono de Clinton y se oficializ6 can BU,sh, cuando este declar6 abiertamente, antes y despues de su elecci6n, que China no el-a un aliado estrategico sino un competidor'de Estados Unidos.
Cuando el gobierno de Bush lanz6 su nueva estrategia qe seguridad nacional en septiem- , bre de 200,[ su caracter ambicioso dej6 a mu- ( chos europeos e incluso a muchos estadounic
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denses boquiabiertos. Este plan estrategico se consideraba una respuesta alII de septiembre, y puede que 10 fuera en las mentes de sus disenadores; pero 10 asombroso de aquel documento consistfa en que, aparte de unas pocas referencias a la idea de «prevenci6n», que en sf misma tenia bien poco de nove dad, la ,
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«nueva» estrategia del gobierno _cl(!I~ush era poco mas que una reafirmaci6nde las polfti-_ cas estad()~lfliden-".(!~_d_~2i.(,!l11pg:_ (de hecho, muchas de las medidas recogidas en el documento se remontaban a cincuenta anos atras). La estrategia de Bush no decfa nada sobreel fomento de la democracia en e1 extranjero que no hubiera sido dicho en su dla con identico fervor por Harry Truman, John F. Kennedy 0 Ronald Reagan. La declaraci6n de la pretensi6n estadounidense de seguir siendo la potencia militar preeminente en e1 mundo, conservanda b fuerza suficiente como para desanimar a cualquier .otra potencia a desafiar esta· supremacfa, canstituy6 simplemente la expresi6n publica de 10 que habfa sido desde el fin de la Guerra Frla una premisa implfcita de la planificaci6n estrategica norteamericana -cuanda no del gasto en defensa 0 de la capacidad militar-.
Las polfticas de los gabiernos de Clintan y .... ~
Bush, mejar 0 peor disenadas,Aescansa\Jan ambas, na obstante, sobre una presuns:i.<Sn comun y eminentemente estaclounidense: a
saber, Estadas Unido.;u:.omo paradigma de . - "'-
«n",d6.l} inci!;l.p.ensablt':". Los estadauniden-ses buscan defender y anticipar un orden internacional de carte liberal. Pero el unica arden internacional estable y satisfactorio
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que pueden imaginar es aquel que tenga c()Eno centro su palS. Tampoca pueden cancebir un arden intemacional que no se defienda por la fuerza, especfficamente por la fuerza de Estados Uniclas. Si esto es arrogancia, al menos no es ninguna arrogancia de nueva cuno. Henry Kissinger pregunt6 en una ocasi6n a un ya envejecido Harry Tmman par que Ie gustarfa ser recordado. Truman contest6: «Nosotros derrotamos pOT completo a nuestros enemigos y les abligamos a renclirse. Y entances les ayuclam as a recuperarse, a convertirse en clemoera tic os y a volver a unirse a la comunidad de . naciones. Una casa asf s61a podfa haberla hecho EstaclosUniclos»G8. Hasta las realistas mas recalcitran tes de ese pals se vuelven sen timentales al cantemplar 10 que Reinhold Niebuhr llam6 una vez la «responsabilidad» estadounidense de «resolver [ ... ] el problema del mundo». George Kenrt"m, al estabiecer su doctrina de contenci6n -que segu.n predUa serra una estrategia terriblemente diffcil de sostener para l.ma democracia-, cancebfa sin embarga el reto como «una prueba de la valfa total de Estados Unidos como naci6n entre las naciones». Incluso lleg6 a insinuar que los estadounidenses deberfan expresar su «gratitud a una Providencia que, al proporcionar[les] este reta implacable, habra hecho depender toda
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Poof:!,- Y DUlll.lIl.\11
su seguridad como naci6n de su capacidad para sobreponerse a cualquier circunstancia y aceptar las j-esponsabilidades derivaclas del liderazgo moral y polftico que la historia les babfa indefectiblemente reser\'ado»G9. _
Los estadounidenses son idealistas. En algunas cuestiones, pueden ser mas· idealistaSque los europe os. Pero no conocen la experiencia . de fomentar ideales satisfactoriamentesin utilizar la fuerza. Ciertamente, tampoco tienen la experiencia de una gobemariia supranaciofJ"al coronada con el exito; ni grandes razones para depositar su fe en las instituciones y el derecho lntemacionales, por mucho que pudieran desear hacerlo; ni.!TIenos aun motivos que les permitan viajar con'los europeos mas alla del poder. Como buenos hUos que son del Siglo de las Luces, los estadoiiiilcr6isestodavia creen en la jxrfectibilidad del hombre, como mantienen cierta esperanza en la perfectibilidad del mundo. Pero siguen siendo pragmaticos en el sentido limitado de que todavfa creen en la necesidad de la fue~-za en un mundo que aun queda lejos de la perfecci6n. Seg(lJ1 su opinion, <;Clalquier ley que pueda existir para regular las relaciones intemacionales existe porque hay una potencia como Estados Unidos que la defiende por la fuerza d.e las armas. En otras palabras, tal como proclaman los euro-
ROlln::r KAGAN
peos, los estadounidenses todavfa se ven a sf mismos en terminos heroico~; como Gary Coo-per en Solo ante el peligro. Ellos defenderan ala gente del pueblo, tanto si la gente se 10 pide como SI no.
Hoy, como resultado de los ataques terroristas del 11 de septiembre, Esra:dos Unidos esci embarcado en otra expansion mas de su esfera estrategica. 19ual que el ataque japones contra Pearl Harbor ---que en verdad no deberfa haber sido una sorpresa tan grande- condujo a una larga presencia de Estados Unidos en Extremo Oriente y en Europa, asf el 11 de septiembre (que los historiadores (uturos describiran, sin guda, como una consecuencia inevitable de la implicacion de Estados Unidos en el mundo arabe) inaugurara probablemente una duradera presencia militar estadounidense en el Golfo Persicoy el Asia central, as! como una ocupacion a largo plazo de uno de los mayores pafses arabes. Puede que los estadounidenses se sorprendan de verse a sf mismos en esta posicion, igual que los norteamericanos de los anos treinta se habrfan asombrado de verse menos de una decada despuescomo po-tencia ocupante en Alemania y Japon:Pero esta ultima expansion del pape! estrategico de Estados Unidos puede ser menos que chocante vistadesde la perspectiva de un repaso por
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la historia estadounidense, una historia marcada por la expansion inexorable de la naeion y por 10 que parece una ineluctable ascension desde una arriesgada debilidad a la presente hegemonfa global.
(Que significa todo esto para la relacion transatlantica? (Puede Europa seguirlos pasos que marca Estados Unidbs? Y, si no puede, (importa? I-~Una respuesta a estas preguntas es que la i actual crisis iraquf ha puesto el problema transI
~atlantico bajo la IU. z mas despiadada posible. Cuando esta crisis se calme, como 10 hara con el tiempo, las cuestiones de pod~r que mas
.. ?ividen a europe os y estadounidenses podran relajarse un poco a su vez; entonces la cultura polftica comlin y los lazos economicos que unen a europeos y estadounidenses pasaran a primer plano ... hasta la proxima crisis estrategica internacional. Claro que tambien es posible que esta proxima crisis no haga aflorar las desavenencias transatlanticas de forma tan acre como la actual crisis de Irak y por extension, de Oriente Proximo -·una region donde europe os y estaclounidenses tienen gran des intereses y donde las diferencias entre ambos se han demostraclo.especialmente agudas-.
La proxima crisis. in ternacional.r:()?r1':JlL()?UclrSe en ExtremoOi'ienr-e: Terriendo en cuenta
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la distancia que separa a esta region de Europa, y dada la men or importancia de los intereses europeos allf (sin olvidar que la fuerza estable que los europeos estarfan en condiciones de clesplazar al Asia mas oriental seria incluso menor que la que son capaces de desplegar en Oriente Proximo, 10 que los relegarfa a una posicion todavfa menos relevante que la ac~ tual en la planificacion de la estrategia norteamericana), cabe suponer que una crisis asi,l.tica no conducirfa a otra crisis transatlantica de magnitud comparable a la que hemos vivido tan recientemente.
En resumen, aunque no haya motivospara preyer que vaya a cerrarse la brecha entre las percepciones europea y estadounidense del mundo, esta brecha podrfavolverse mas faeil de administrar de 10 que 10 es hoy. No tiene por que producirse ninglin «choque de civilizaeiones» en 10 que solla conocerse como «Occidente». La tarea, tanto para europeos como para estadounidenses, consiste en adaptarse a ]a nueva realidad de la hegemonfa de Estados Unidos. Y es posible, como les gusta decir a los psiquiatras, que el primer paso para resolver el problema pase por comprenderlo y reconocer su existencia.
Es muy cierto que, cuando los estadounidenses piensan en Europa, no cleberfan perder
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POI)O( Y llEllll.lll.\1l
• de vista 10 principal: la nueva Europa constitu-..• ye sin duda un bendito milagro y un motivo de
gran celebraci6n a ambos lados del Athintico. Para los europeos, significa la materializacion de un su6io largo e improbable: un continente libre de disputas nacionalistas y animadversiones cruentas, de competicion militar y carreras annamentistas. La guerra entre las principales potencias eurol?eas es casi inimaginable. Despues de siglos' de desgracias, no solo para los europeos sino tambien para aquelIos que se vieron arrastrados a sus conflictos -como les ocurrio dos veces a los estadounidenses el siglo pasac:lo-, la nueva Europa ha sUl:gido en verdad como un parafso. Esto es algo que mereceapreciarse y protegerse, y no menos por los estadounidenses, que han derramado su sangre sobre suelo europeo y "olverfan a derramar mas si esta nueva Europa alguna vez fracasase. Eito no significa, sin embargo, que Estados Un·idos pueda 0 deb a confiar en Europa en el futuro de la misma forma que 10 ha hecho en el pasado. Los estadounidenses no deberfan dejar que la nostal- . gia de las que seguramente fueron circunstancias insolitas de la Guerra Frfa les llamen a engano sobre la naturaleza de su relacion estrategica con las potencias europeas en la era posterior.
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(PuedeEstados Unidos prepararse y responder a los retos estrategicos que plantea el mundo sin demasiadaayuda de Europa? La respuesta mas simple es que ya 10 esta haciendo. Estados Unidos ha mantenido la estabilidad estrategica en Asia sin ayuda de Europa. En las sucesivas crisis desatadas en Oriente Proximo y el Golfo Persico durante la pasada decada, ineluida la actual, ]a ayuda europea, ineluso cuandose ofrecfa de formaentusiasta, no ha pasado de ser simbolica. Por mucho que Europa pueda ofrecer 0 no en terminos' de apoyo polftico y moral, ha tenido bien poco que ofrecer a Estados Unidos en terminos de estrategi~ militar desde elfinal de la Guerra Fria, excepto, por supuesto, el activo estrategico mas valioso: una Europa en paz.-
Actualmente Estados Unidos gasta algo mas de un 3 por ciento de su PIB en defensa~ Si los estadounidenses incrementaran esta cantidad hasta el4 por ciento -10 que significa un presupuesto de defensa superior a quinientos inillardos de dolares anuales-, ello seguirfa representando un menor porcentaje sobre la riqueza nacional del que invirtieron en defensa durante la mayor parte del pasado siglo. 1neluso Paul Kennedy, que acuiioel termino imperial overstretch 0 «hiperestiramiento» a finales de los ochenta (Cliando Estados Unidos gasta~ -
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ba alrededor del 7 por ciento de su PIB en defensa), cree que Estados Unidos esti en condiciones de sostener sus actuales niveles de gasto militar y su actual dominio global hasta un futuro lejano. Asf que Estados Unidos puede arreghlrselas, al menos en terminos materiales. Tampoco se puede argiiir que los estadounidenses sean reacios a soponar esLo1. carga global, puesto que ya llevan toda una decada soportindob, y des de el 11 de septiembre parecen dispuestos a continuar haciendolo durante muchos anos mas. No, los estadounidenses no dan la impresion de estar resentid9s por no poder entrar en el mundo «posmoderno» de Europa y ni siquiera hay evidencia de que b mayorfa de ellos 10 deseen. En parte porque son tan poderosos que sienten orgulJo por el poderfo mili tar de su pafs y por e! pape! especial que este desempena en el mundo.
Asf pues, los peligros del actual dilema transatlantico no radican ni en la voluntad ni en la capacidad de Estados U nidos, sino en la tension moral inheren te a la actual si tuaci6n internacional. Como sucede a menu do en los asuntos humanos, la verdadera cuesti6n tiene que ver con los intangibles: miedos, pasiones y creencias. EI problema es que Estados Unidos debe a vecesjugar con las reglas de un mundo hobbesiano, aun cuando al hacerlo viole las
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normas posmodernas de Europa; debe rehusar atenerse a ciertas convenciones internacionales que pueden limitar su capacidad de luchar eficazmente en la jungla de Robert Cooper; debe apoyar e! control armamentista, pero no siempre en interes propio; debe moverse en una doble moral, y debe a veces actuar unilateralmente, no debido a una extrana pasion por el unilateralismo, sino simplemente porque, teniendo en cuenta que la debit Europa se ha trasladado mas alia del poder, Estados Unidos no tiene mas remedio que actuar unilateral mente.
Pocos europeos admiten, como implicitamente hace Robert Cooper, que este tipo de comportamiento estadounidense puede redundar en mayor beneficio del mundo civilizado; que el poder de Estados U nidos, incluso cuando se emplea bajo un doble rasero, puede ser el mejor medio. para e! progreso humano, quizas el tinico medio. Como escribio Niebuhr hace medio siglo, el "poder desmedido» de EsLo1.dos Unidos, con todos sus "peligros», ofrece «algtmas ventajas autenticas a la comunidad internacionaj,,7o. En lugar de ello, muchos europeos han llegado hoy a considerar al mismo Estados Unidos un fuera de la ley, un coloso proscrito. EI peligro -suponiendo que 10 sea- radica en que Estados Unidos y Europa
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podrian separarse del todo. Los europe os podrian agudizar mas y mas sus crfticas a Estados Unidos, quien a su vez podrfa mostrar una menor inclinacion a escucharlas 0 a tenerlas en
./ cuenta. Y podria llegar el dfa, si no ba !legal do ya, en que losestadounidenses presten tanta \ atencion a los pronunciamientos de la Union , . .
'j Europe.a, como la ~ue les merecen los .~e. la / AsoClaclOn de NaClones .del Sudeste AsIatIco
/ (ASEAN) 0 los del Pacto Andino. \v Para aquellos de nosotros que a1canzamos
la mayorfa de edad durante la Guerra Fria, el desacoplamiento estrategico entre Europa y Estados Unidos parece una perspectiva aterradora. 'Cuando De Gaulle se topo con la vision del mundo que tenIa franklin Delano Roosevelt, para quien Europa se habfa vuelto ilTelevante, retr-ocedio sugiriendo que esa vision «ponia en peligro al mundo occidental». Si Estados Unidos iba a considerar a Europa occidental un «asunto secundario», (no estarfa Roosevelt limitindose a «debilitar la verdadera causa que estaba destinado a servir: la de la civilizacion»? Europa occidental, insistia De Gaulle, era «esencial para Occidente. Nada puede sustituir la valla, el poder, el bri!lante ejemplo de los viejos pueblos». Con una nota de tipismo, De Gaulle insistfa en que esto era «cierto sobre todo en el caso de Francia» 71.
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Pero dejando a un lado el amour propre de los franceses, (no tenia De Gau!le algo de razon? Si los estadounidenses llegaran a decidir que Europa ya no es mas que una irritante irrelevancia, (llegarfa tam bien la sociedad estadounidense a soltar gradualmente las am arras que la un en a 10 que boy llamamos Occidente? No es un riesgo que deba tomarse a la ligera, en ninguna de las dos orillas del Atlantica.
(Que hacer, entonces? La respuesta obvia . es que Europa deberfa seguir el curso que recomiendan Cooper, Ash y Robertson, entre otros, y construirse sus propias fuerzas armadas, aunque solo sea de forma marginal. No hay muchas razones para confiar en que ocurra asi, aunque (quien sabe? Es posible que la inquietud por la prepotencia con la que Estados \Jnidos ejerce su poder acabe por generar alguna energia en Europa. Quiza los impulsos ativicos que aun revoloteanen los corazones de alemanes, britinicos y franceses -la memoria del poder, de la influencia internacional y de la ambici6n nacional- puedan aun' en trar en juego: algunos britinicos todavfa recuerdan el Imperio; algunos franceses todavfa !loran la gloire; algunos alemanes todavfa buscan su lugarbajo el sol. En la actualidad estos deseos se encauzan principalmentedentro del magnHico proyecto europeo; sin embargo, po-
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drfan encontrar una expresion mas tradicio-. nal. Otra cuestion es si tal posibilidad se espera o se teme. Pero serfa mejor todavfa si los europeos pudieran ir mas alla del miedo y la ira que les suscita el coloso proscrito y recordaran, una· vez mas, la necesidad vital de contar con un Estados Unidos fuerte, incluso predominante: por el mundo y especialmente por Europa. No es un precio tan alto a cambio del paraiso.
Los estadounidenses pueden ayudar. Es verdad que el gobierno de Bush hijo lIego al poder con CierLo"1s ganas de gresca. Los im pulsos pragmatico-nacionalistas que este gobierno habia heredado del Congreso republi'cano de los noventa Ie hicieron parecer casi ansioso de ridiculizar las opiniones de gran parte del res to del mundo. La imagen que dio en sus primeros meses era la de unabestia luchando por
" desasirse de grilletes que solo existfan en su imaginacion. Era hostil a la nueva Europa -como, en menor grado, 10 habia sido tambien el gobierno de Clinton-, a la que veia no tanto como un aliado sino como un albatros.· Incluso despues del 11 de septiembre, cuando . los europeos ofrecieron su muy limitada capacidad militar en la lucha en Afganistal~,Estados U nidos se resistio, temiendo" que la cooperacion europea fuera una estratagema para controlarlo. La historica decision de la
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OTAN de socorrer a Estados Unidos en aplicacion del artkulo 5 tuvo para el gobierno de Bush mas de celada que de bendicion; y aSi, la
" oportunidad de arrastrar a Europa a una batalIa comun en el mundo hobbesiano, aunque fuera en un papel secundario, se despilfarro de forma innecesaria.
Los estaclounidenses son tan poderosos que no necesitari: tener miedo de los europeos, ineluso cuando estos vienen con regalos. Mas que ver a Estados Unidos como un Gulliver atado a estacas clavadas al sueio por los liliputienses, los lideres estadounidenses deberian
·caer en la cuenta de que no estan constrenidos en absoluto, de que Europa realmente no es capaz de limitar su poder. Si Estados Unidos pudiera dejar a un lado la ansiedad engendrada por este impreciso sentido de limitacion, podrla comenzar a mostrar una mayor comprension de las sensibilidades ajenas, una mayor generosidad de espfritu del tipo de la que caracterizo su politica exterior durante la Guerra Frfa. Podrfa presentar sus respetos al multilateralismo y al imperio de la ley, y tratar de acumular un capital politico internacional para esos momentos en que el multilateralismo es imposible y la accion unilateral, inevitable. Podria, en resumen, ser mas consideraclo y mostrar 10 que los padres funcladores
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lIamaron un «respetn decentc por Ja opinion de la hurnallidad». Estafue-siempre h-poliii
ca mas sabia, ademas de que encierra un beneficio cierto para Estados Unidos: ganar el apoyo material y moral de amigos y aliados, especialmente en Europa, es incuestionable
mente mejor que actuar por cuenta propia frente a la angustia y la hostilidad europeas.
Son pasos pequeii-os y probablemente no abordaran los profundos p'roblemas que asedian hoy la relacion transatlan tica. Pero, despues de todo, afirmar que Estados Unidos y Europa comparlen un conjunto de valores occidentales comunes es algo mas que un cliche. Sus aspiraciones para la humanidad son pricticamente las mismas, incluso aunque la enor
me disparidad entre sus respectivos poderes les haya situado hoy por hoy en lugares muy
diferentes. Quizi no sea un exceso de ingenuo optimismo creer que un poco de entenclimiento mutuo podrfa ayudar a recorrerjuntos todavfa un largo camino.
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NOTAS
1 Un observador frances cualificado se refiere a «cierta actitud estadounidense [ ... J tendente a acentuar las soluciones militares, tecnocriticas y unilaterales ante problemas internacionales, posiblemer; te a expensas deotras mas polfticas y cooperativas». Vease Gilles Andreani, «The Disarray of U.S. Non-Proliferation Policy», Survival 41 (in\~erno 1999-2000), pp. 42-61.
2 El ejemplo de Bosnia a principios de los noventa ilustra c6mo algunos europeos, caso del primer ministro britinicoTony Blair, eran a vecesmas vehementes partidarios de emprender acciones belicas que los gobiernos de Bush padre, primero, y de Clinton despues (Blair tambien abog6 tempranamente por el recurso a la fuerza aerea e incluso al despliegue de tropas en tierra para responder a la crisis de Kosovo). Estados Unidos no lIeg6 a rea
lizar operaciones terrestres en Bosnia, pero Europa sf 10 hizo, si bien desempenando una misi6n
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pacificadora de Naciones Unidas que se revelo ineficaz cuando el adversario presento batalla.
3 Michael Howard, The Invention of Peace (New Haven, 2001), p. 47.
4 Robert R. Palmer, The Age oJT/1.e Democratic Rr.uolution: A Political Hi5tory oj Euro/Je and America, 1760-
1800 (Princeton, NuevaJersey, 1959), I, p. 242. 5 Felix Gilbert, To the Farewell Add-less: !dUL5 oj
Early American Foreign Policy (Princeton, 1961), p. 17. 6 Citado en Gerald Stourzh, Alex(!nda Hamilton
and the Idea oj RefJllbliwn Government (Stanford, 1970), p. 134.
7 Winston Churchill, The Gathering Storm (Bos-, ton, 1948), p. 94.
8 Edvard Benes, citado en E. H. Carr, The Twenty
Years' Crisis, 1919-1939 (Londres, 1948), p. 30. g Churchill, The Gath.eringStonn, p.12. 10 Citado en A.J. P. Taylor, The Origins oJ the Se
cond World War (Nueva York, 1983), pp. 73-74.
II Citado en Henry Kissinger, Di/Jlomacy (Nueva
York, 1994), p. 307. [Ed. espanola: Di/Jlo171acia, Ediciones B, 1996].
12 Como expres6 un diplomatico frances destinado en Berlin, «si Hitler es sincero al proclamar su deseo de paz, estaremos en situacion de felicitarnos por haber a1canzado unacuerdo; y si sus in tenciones son otras, 0 ·bien si es sustituido por al
g(m fanatico, al menos habremos conseguido pos
poner el estallido de la guerra, 10 que des de luego
no deja de ser una ganancia". Citado en Anthony Aclamthv/aite, France and lhe Coming oj the Second
World War, 1936-1939 (Londres, 1977), p. 30; Kissinger, Diplomacy, p. 294.
13 Citaclo en Paul Johnson, iVfodem Times: The
World Jrom the Twenties to the Eighties (Nueva York, 1983), p. 341.
14 John Lewis Gaddis, The Long Peace (Nueva York, 1987), p. 55.
15 Gaddis, The LongPence, p. 55.
16 Citado en Gaddis, The Long Peace, p. 65. 17 Samuel P. Huntington, «The Lonely Super
power", Fnreign Affairs 78 (marzo-abril de 1999),
pp.35-49. 18 X [George F. Kennan], «The sources of So
viet conduct", Foreign AJJairs, julio, 1947, reprodu
cido en James F. HogeJr. y Fareed Zakaria, eds., The American Encounter: The United States mid the
Making oj the i'vIodern World, (Nueva York, 1997), p.
165. 19 EI Reino Unido y Francia eran los paises
europeos con mayor capacidad de proyectar 51.1
fnerza mas alia de sus fronteras, pero esta capacidad no admitla comparacion con la de Estados Unidos ..
20 Iste es tambien el punto de vista com un
mente encontrado en los libros de texto estadouni
denses. 21 Steven Everts, "Unilateral America, Light-
POIH:)!. ). llElIIUIl.\1l
weight Europe?: Managing Divergence in Transatlantic Foreign Policy», ponencia de trabajo para el Centre for European Refol"!l1 (febrero de 2001).
22 Ello sin perjuicio de la considerable conu'ibuci6n britinica alas operaciones militares en lrak.
2~ E1 sondeo, financiado por el Fondo Marshall
para AJemania y el Consejo para Asunto's Exterio
res de Chicago, se realizo entre el 1 de junio y el
6 de julio de 2002. Cuando se pidi6 a los encuestados que especificaran cuales de en tre las "posibles amenazas contra intereses vitales» consideraban
«extremadamente importantes», el 91 por ciento
de los estadounidenses ci0 el «terrorismo interna
cional», en contraste cop el 65 por ciento de los europeos. 'En relacion con'la posibilidad de que «lrak desarrolla.ra;",'mas de destruccion masiva»,
la diferencia era de 28 puntos, pues el86 por ciento de los estadounidenses identificaba Irak como
una amenaza «extremadamente importante», en
contraste con el 58 de los europeos. Otras expresiones de esta disparidad: respecto del «funda
mentalismo", 61 por ciento frente a 49; sobre «el conflicto militar entre Israel y sus vecinos arabes», 67-43; a prop6sito de las «tensiones entre la India y Pakistan", 54-32; en relaci6n con el «desarrollo de'
China como potencia mundial", 56-19; en cuanto a la «situaci6n polftica de Rusia", 27-15.
24 Steven Everts, «Unilateral America, Lightweight Europe?».
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ROI\F.RT KAGAN
9--, Charles Grant, «European Defence Post-Ko-
sovo?», ponencia de trabajo para el Centre for Eu
ropean Reform,junio de1999, p. 2.
26 El comentario se debe al ex asesor del Departamento de Estado Charles Maechling hijo, ci
tado en Thomas W. Lippman, Madeleine Albright
and the New American Diplomacy (Boulder, Colorado, 2000), p. 165.
27 Discurso del ayudante de la secretaria de Es
tado Martin Indyk ante el Consejo para Asuntos. Exteriores, 22 de abril de 1999, citado en Lipp
. man, Albright, p.183.
28 Tim Garden y John Roper, «Pooling Forces»,
Centre for European Reform, diciembre de 1999: 29 Christoph Bertram, Charles Gnmt y Fran.;ois
Heisbo~rg, «European Defence: The Next Steps»,
Centre for European Reform, boletIn CER, 14, oc-lubre-noviembre de 2000.
30 Wesley K Clark, Waging Modern War (Nueva York, 2001), p. 449.
31 Los norteamericanos tampoco querfan que sus
pilbtos volaran a b~a altura, 10 que los haria suscep
tibles de ser den-ibados. Clark, Modern Vlhr, p. 449.
32 Tim Garden y John Roper, «Pooling Forces»,
Centre for European Reform,diciembre de 1999.
33 Clal-k, Modern War, pp. 420 Y 421. «La ausen
cia de una autoridad.legal», recuerda Clark, "pro
voco que pniCticamente todos los gobiernos de la . OTAN rechazaran inicialmente el llamamiento
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del secretario Cohen a autorizar una advertencia de la OTAN" previamente al estaIIido de la guerra
a primeros de 1999. 34 Clark, ivIadern War, p. 449. 35 Clark, ivIadem H'ra; p. 426. 36 Como comenta malevolamente Clark, «na
. die se ri6», Clark, lHodern Wur, p. 417. 37 Clark, lvIodem War, p. 430. 33 John Vinocour, «On both war and peace, the
EU stands divided", International Herald Tribune,
17 diciembre, 2001. 39 Los europeos insisten en que sus presupuestos
nacionaJes estan limitados por ciertas realidades es
tructurales que irnpiden cualquier incremento
significativo del presupue.sto para defensa. Pero si Europa estuviera a punto de ser invadida, ,sebTUirfan sus polfticos sosteniendo que no se pu'eden aumentar los presupuestos de defensa porque ello constituiria una violaci6n de 10 estipulado por el
pacto para el crecimiento y Ia ~stabilidaclde la UE? Y si los alemanes se sintieran amenazados de verdad, ,seguirian defendiendo igualmente la intota
bilid?d de sus programas de bienestar social? 40 Discurso de Fischer en Ia Universidad Hum
boldt de Berlin, 12 de mayo de 2000. 41 Robert Cooper, Tlw Obseroer, 7 de abril de 2002. 42 Vease Thoma, L. pall[,;le y Peter]. Ahrensdorf,
JtLstice Among Nations: On the jl10ral Basis oj Power and
Peace (L>.\VTence, Kansas, 1999), pp. 200 Y 201.
ROIIElrr 1(,\\:.\.'1
43 Discurso de Romano Prodi an te el Institut
d'Etudes Politiques de Paris, 29 de mayo de
2001. 4-! Steven Everts, "Unilateral America, Light
weight Europe?», p. 10. 45 Chris Patten, «From Europe with Support»,
Yediat AllTOnat, 28 octubre, 2002. 46 La frecnente argumentaci6n de Estados
Unidos en el sentido de que la politica europea
hacia Irak e Iran viene clictacla por considcracio
nes pecnniariasno es mas que parcialmentc correcta. ,Seran .los europeos mas avariciosos que los estadounidenses? ~No influiran las empresas estadounidenses en la politica de Estados Uniclos en Asia y Latinoamerica, asi como en Oriente Pr6ximo? La cliferencia esta en que las clecisio
nes estrategicas de Estados Unidos pueden a veces entrar en conflicto con intereses financie
ros, en cuyo caso aquellas priman sobre estos.
Por los motivos expuestos en el presente trabajo,
este tipo de conflicto es mncho menos frecuente
entre los enropeos. 47 Vease Gerard Baker, «Europe's three ways of
dealing with Iraq", Financial Times, 17 de octubre
de 2002, p. 17. 48 Discurso de Fischer en la Universidad Hum
boldt, 12 mayo, 2000. 49 Discurso de Pracli en el Institute d'Etuc!es Po
litiques, 29 mayo, 2001.
1 [j:l
POlin: \' [H:H1l.lll.\f)
50 Charles Grall(, "A European View of ESDP" , ponencia de trabajo para el Centre for European Policy Studies (abril de 2001).
51 Como ha observado Grant, ~,una UE menos
impotente descle el punto de vista militar tendrfa mas garra descle el cliplomatico". Grant, «European Defence», p. 2.
52. Dominique Moisi, Financial Times, 11 de marzo de 2002.
53 Timothy Garton Ash, New York Times, 9 de abril de 2002.
54 Citado en David Ignatius, «France's, <;onstruc
tive critic», The H'ashingtiJnPost, 22 febrero, 2002.
55 Comolla seiialado el bistoriador John Lam
berton Harper, Roosevelt pretendia «provocar una reducci6n radical del peso relativo de Euro
pa", posibilitando aS1«la retirada europ~a,dela . poiitica mundial". John Lamberton HaCJ:er, Ame
rican Ilisions of EU1vjJe: hanklin D. Roqsevelt, George
F Kennan, and Dean G. Acheson (Cambridge, lnglaterm, 1996), pp. 79, 3.
56 William L. Langer y S. Everett Gleason, The
Challenge /0 Isolation, 1937-1940 (Nueva York, 1952), p.14.
57 Citado en Selig Adler, The Isolationist lm/mls"
Its Twentidh-Century Reaction (Nueva York, 1957), p. 142; Kissinger, DijJlomaC"y, p. 396.
58 Robe~t Cooper, The Observer, 7 abril, 2002.
59 Citado en Kissinger, DzjJlomac)', p. 452.
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GO Citado en James Chace, Acheson: TheSec:retary
of State H7,,; Om/ed the American World (Nueva York, 1998), p. 107.
6! Chace, Acheson, p. 108.
62 Citado en Stourzh, Hamilton, p. 195. 63 Cicado en Edward Handler, America andEumpe
in th, Political Thought of John Adams (Cambridge, Massachusetts, 1964), p. 102.
64 The Economist, «Half a billion Americans?", 22 de agosto de 2002.
65 Citado en Chace, Acheson, p. 150. 66 Citado en Chace, Acheson, p. 157.
67 Citado en Kissinger, Diplomacy, p. 416. 68 Citado en Kissinger, Diplomacy, p. 425.
69 X [George F. Kennan], «The Sources of So-, vietconduc[», p. 169. . .
70 Reinhold Niebuhr, The Irony of American History (Nueva York, 1962), p. 134,
71 Citado en Harper, American Visiom ofEuTOjJe,
pp.1l4-115.
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