9 - La_Playa

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Todos voltearon a ver las nubes rodeadas de pájaros, con alas más grandes que las del dragón.

―¡Son los Ruras! ―gritó desesperada la bruja blanca.

El sol comenzó a meterse y el cielo se tornó color rojo. Las nubes que antes eran blancas se volvieron oscuras, ocultando a los pájaros gigantes que iban en busca de Amandina.

―¡Corran!, los protegeré mientras encuentran un lugar para esconderse ―grito la bruja blanca volando.

Empezaron a caer gotas de lluvia sobre la isla. Cuatro gotas en el mismo lugar, impedían el paso a Amandina.

Autor: RodiaDibujos: Rodia

Impreso en México / Printed in MexicoPor Vettoretti impresores S.A. de C.V.Calle Zacatecas No. 30 Col. Ricardo Flores MagónCuernavaca, Morelos.

Prohibida la reproducción sin permiso por escrito del autor.

Tiraje: 5,000 ejemplares

LA PLAYA

LA PLAYA

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―¡No puedo correr, Gua!

El dragón iba a toda velocidad y regresó por ella. Amandina tenía una voz muy suave, pero el dragón podía escucharla aunque estuviera muy lejos.

―¡Vamos a volar!― sugirió el dragón.

―¡No! ―gritó Qì― nos pueden ver.

―¡Ya casi llegamos al centro de la isla! ― gritó el cangrejo adelantándose.

P,vA lo lejos se comenzaron a escuchar los graznidos de los pájaros gigantes. El sonido era horrible. La bruja blanca levantó las manos, movió sus dedos, y la isla se cubrió completamente de algodón azul, formando un nuevo cielo.

―¡Apúrense!, no podré ocultar la isla mucho tiempo ―dijo la bruja con las manos arriba, con su vestido volando igual que su cabello.

De pronto, inesperadamente, los pájaros se detuvieron. El cielo se volvió más rojo y el algodón que cubría la isla, más azul. Los pájaros no reconocen el azul, así que la perdieron de vista y comenzaron a dar vueltas en círculos. Para ellos, todo se veía color rojo.

Amandina se quedó viendo por un instante el cielo de algodón que los protegía. La bruja blanca vio sus ojos temerosos y le dijo:

―No tengas miedo ―su voz se escuchó en toda la isla, como el sonido de las hojas de las palmeras cuando bailan con el aire.

―No sé qué haré.

―Tienes un sol en cada mano.

Amandina sonrió.

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―¡Nos tenemos que apresurar! ―dijo el cangrejo, subiendo a una palmera para cortar una hoja.

―¡Corta otra, Gua! ―gritó el cangrejo bajando de la palmera.

El cangrejo estaba apurado. Bajó rápidamente de la palmera para decirle a todos cómo construir una casa.

―¿Nos dará tiempo? ―preguntó Qì desesperado, volando de un lado a otro.

―Sí nos va a dar tiempo, todavía no nos encuentran ―dijo el dragón, que escuchaba los graznidos aterradores de los pájaros.

―¡Trabajemos en equipo y rápido! Amandina agarró una hoja y la rompió en dos para tejerlas.

―¿Qué haces? ―preguntó el dragón.

―¿No te acuerdas? ―dijo Qì trabajando.

―Aprendimos de los Blagos a manejar las ramas.

―¡Es verdad!

Cada uno agarró una hoja y las tejieron. El cangrejo las cortaba a la medida necesaria.

―¡Éste es tu segundo talento! ―dijo orgulloso Qì, mientras la bruja blanca seguía protegiéndolos.

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―¿Cuàl? ― preguntó Amandina tejiendo a toda velocidad.

―Tu memoria. Ahora que lo pienso, siempre que platicamos recuerdas cada detalle.

―¡Es verdad! ―gritó el dragón alegre.

Amandina se emocionó tanto, que construyó la casa rápidamente. De pronto, la bruja cayó cansada al piso y en un segundo, el cielo azul que los cubría desapareció. Bajo el cielo rojo Amandina se fue corriendo hacia ella y le preguntó:

―¿Estás bien? ―dijo dándole un beso en la mano.

―Eres muy tierna ―le dijo acariciándole el pelo y desapareció.

Regresó a la casa que habían construido. Los cuatro se abrazaron esperando a que los pájaros no los encontraran.

―¡Tu cola, Gua, está afuera, escóndela bajo la tierra! ―ordenó Amandina.

El graznido de los pájaros se comenzó a escuchar cada vez más cerca. Amandina se asomó, y vio asustada cómo se aproximaban a la isla volando, hasta que de pronto, inesperadamente, desaparecieron.

―Ya no están ―gritó Amandina y salió de la casa.

Gua la envolvió con su ala y la metió.

―¡Están caminando!, escucho sus pasos, vienen hacia nosotros.

―¡¿Qué hacemos?! ― preguntó desesperado el cangrejo.

―¡Correr! ―sugirió Amandina subiéndose al dragón.

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Niñ@ hermos@ que estas leyendo este cuento. Te invito a colorear los dibujos de mis aventuras.Att. Amandina

El cangrejo iba adelante corriendo de un lado a otro. Gua daba grandes pasos y como Qì no podía volar tan rápido, también se subió al dragón. Gua volteó al cielo y vio a un pájaro volando, luego a otro y a otro hasta que el cielo se cubrió de alas negras.

Pequeño niño que lee este cuento; voltea a tu alrededor y piensa: ¿Con qué se podría salvar Amandina en la isla de los pájaros llamados Ruras que la quieren atrapar?

Glosario

Acariciar: Tocar lentamente con la pluma de un pájaro el brazo de tu hermano.

Escuchar: Encontrar en el bosque a tus amigos por sus risas.

Proteger: Construir una casa cuando llueve, con ramitas de la calle, al pájaro que te visita todos los días en tu ventana.

Ternura: Darle un beso en la frente a tu abuelo.

8 Fin

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-Qì y tú, querido niño que lees esta historia, tienen la misma fuerza y energía para hacer lo que quieres: Ayudar a tu mama, a tus hermanos, estudiar, jugar, leer, corer, hablar… todo lo que quieras.

-Amandina es amable, por eso todos quieren jugar con ella en equipo y hacer algo por los demás.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHO A LA PROTECCIÓN CONTRAEL DESCUIDO O TRATO NEGLIGENTE.