A… (Envíos poéticos) (1969)

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Envíos para diferentes personas que no se guardaron.

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Armando Trasvina Taylor

A...

La P a z , B. C. S. 1 9 6 9

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A

quienes me han confiado estos envíos.

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E N V I Ó

Para la Srita. Alicia Velázquez Arrambidez, Reina del Club Activo 20-30 (1952).

Es, el paisaje, Alicia, un gran duende mentiroso. Con lógica severa y argucias muy teatrales, ha dictado altanero los cánones ideales de lo que en naturaleza es simplemente hermoso. ¡ Mentir! No hay paisaje comparable y deleitoso que una las herencias de arco iris tropicales de unos raros ojos de ternuras abismales y un cuerpo de pintor inspirado y fabuloso. No hay tardes con el céfiro ardiente de unos labios, ni manos que aniden tan sutil candor perplejo, ni almas, ni sonrisas que traduzcan versos sabios. No hay, en sí, de mujer y paisaje buen cotejo pues en ellos amor y belleza son resabios. Si dudas, Alicia, vuelve a verte en el espejo.

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D E S P I D I E N D O

A la I Generación de la Escuela Secundaria Nocturna Nº XLVIII. (1934-1957).

Ha nacido Atenea del encanto de juntar en un sol mil voluntades, como chispa aquilina de ágil canto que pretende aturdir las tempestades. El ayer se reclina avasallado ante el verde tumulto del futuro; es el fuego de un síntoma dorado prendido de un ideal sencillo y puro. Hoy se funden los tiempos y las almas entre gritos de dudas girasoles, asomando al azar inciertas palmas que se mezclan en turbios arreboles.

II El toque es de marcha... sigamos delante, la frente es escudo y el alma, mandoble, la fe tiene altiva frontera... ¡Adelante! que aguda esperanza tu paso redoble. Y cuando los años apuren las horas, y quede tu obra patética y mustia, recuerda el halago de tiernas auroras y vuelve la espalda a pesares y angustia.

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EN LA ULTIMA HORA

A la Generación 1957-1960 de la Escuela Normal Urbana.

Hemos llegado hasta el umbral incierto... una pendiente irónica sonríe, y sobre el frágil porvenir desierto ya una flor sus pétalos deslíe. Un erial de estentóreo mármol recio a nuestros pies se manifiesta airoso, la firmeza y virtud adquieren precio... la esperanza es titán, la fe coloso. Un murmullo de voces, risas y ojos en esta partida el adiós traspora, en tanto la senda de mieses y abrojos la esquila repica en la última hora. Llegó la partida. El vigor al brazo, la constania al hombro, el valor al cinto, presto el optimismo, aquilino el paso, ¡para nuevas rutas un corcel distinto! Sin embargo, al llegar a la última hora hay alguien que mira, atlético y cuerdo, ni ríe, ni canta; ni ama, ni llora, se queda impasible, mi amigo, el recuerdo. En la última hora, se acaba una vida, y entre la quietud de tarde y aurora, se queda mi alma, granuja, escondida, como en otros tiempos... en la última hora.

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EL HÉROE DE LAS DERROTAS

En el aniversario de su muerte. (1961).

Santos Degollado, tu estirpe ha muerto, la canalla la hundió con otro nombre, ya no hay de tu lealtad que al mundo asombre, ya no hay que deshacer ningún entuerto. Ya no hay Ocampos, ni futuro incierto, ya no hay indignación capaz que alfombre un rincón del espíritu del hombre tan revuelto, tan sucio, tan desierto. En la forja de Juárez se guarnece la virtud entregada en holocausto y en los libros de historia permanece. ¡ Narra tú, héroe epónimo, el infausto caer de Tacubaya que ensombrece tu alma liberal de egregio exhausto.

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QUINCE AÑOS

Para la Srita. Guadalupe Rolland, en su XV Aniversario. (1961).

¡ Quince años!... ¡ Quién lo dijera !... el alma apenas madruga al solar de primavera; crisálida de la oruga. ¡ Quince años!... ¡ Qué luz!... ¡ Qué vida! Canción de intranquila fe que exclama ardiente y rendida: fui... crecí... me enamoré... Ni el más glorioso adalid pudiera sintetizar su victoria en esta lid: nacer, crecer y soñar. La vida te hace princesa y de tu príncipe azul hace un ser naturaleza de fino encaje y de tul. ¡ Quince años son, perlas, rosas, sueños, astros, universos!... cuando el dolor hecho prosas forja alcancías de versos. Quince años son, niña, quince; quien los pasó los añora, Id, pues, con ojos de lince y claridades de aurora.

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E N V I Ó

Para la Srita. Cristina Aréchiga Espinoza, Reina del Club Activo 20-30 (1961).

Voy a cantar, Reina mía, una historia muy al caso, forjada de pedrería, de tul, de lino y de raso. Hubo un guerrero hace mucho que a su reina agradar quiso; en combates era ducho y en amores, un hechizo. Deseaba colgar su nombre de la punta de una estrella y ser así el gentil hombre que con pasión soñara ella. Cruzó airoso mil fragores de las más crudas batallas, en su corcel de colores y con su traje de mallas. La reina atenciones puso en el fino caballero, que llevaba con fiel uso el corazón de escudero.

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Al salir a lucha cruenta la reina besó su espada, y el verso juglar me cuenta que no volvió con su amada. La bella sintió su vida teñirse de gris encaje, y vio brotar una herida en su risueño paisaje. Pasó el tiempo y de repente recibió la enamorada, el corcel de aquel valiente y una flor en una espada. * * * Así te quiero ofrendar después de mágico vuelo, por los encajes del mar y los celajes del cielo. Y como aquel gran Señor te doy, mi Reina, disperso, mi recuerdo en una flor... mi corazón en un verso.

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E N V I Ó

Para la Srita. Rosita García, Reina del Club Cámara Jr. (1962).

Rosita, síntesis de mi tierra, sumas ambrosía de paisaje y áurea veta, de península y mujer, tienes inquieta (como ya lo imaginó claro el poeta) real figura de sirena en las espumas. De tu geografía espiritual, incienso que se alza en el templo del mar ofendido, la virtud levanta su atlante fornido, la belleza postra al verso arrepentido y todo se vuelve lúcido e inmenso. A mi Baja California te pareces porque ostentas las eternas majestades; de sus soles, las ardientes soledades, de sus mares, las violentas mocedades, de sus tierras, la nobleza de sus mieses. La tierra te hizo morena y el sol rubia, el mar, la brisa, el crepúsculo y el cielo; la palmera, el monte, el fugaz arroyuelo, la nube que pasa, el nobiliario suelo, el molino que canta, la amante lluvia. En fin, el paisaje eres tú, tú eres él, habita en tus ojos la aurora cimera, tu sonrisa —verdi-arrullo de palmera— y tu cuerpo de armonía prisionera es concierto que interpreta el Coromuel.

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E N V I Ó

Para la Srita. María de la Luz Mercado Romero, Reina del Club Activo 20-30 (1963).

María de la Luz... radiante luz de María, tu nombre nació en la cruz para ser la luz del día. María de la Luz... tu nombre tiene el flagelo de un rayo furtivo en sus audaces brotes del cielo. Por tu nombre y tu figura, tu belleza y tu diadema, bien merece la pintura de un petrárquico poema. Tu nombre sólo es un verso, tu corazón, armonía, con ellos el universo es un concierto, María. Si a eso agregas, hermosa el cascabel de tu risa, el ritmo de tu alma moza, tus formas que halló la brisa, el secreto que arma al beso, la virtud de tus sonrojos... te juro que con todo eso triunfará el duende travieso que habita altivo en tus ojos.

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ESCUELA NORMAL URBANA

En su XX Aniversario (1964)

Hace muchos anhelos que espero y espero con la voz sepultada en el mismo horizonte, huérfana, rígida, sin razón, ni entereza. Voz que es sombra del silencio nocturno, voz que es póstuma de muerte cualquieriza. Una noche el alma quedó abierta y el cautivo se ausentó desusado y malherido. Era el eco imperceptible de una absurda superficie de casi una palabra. Una última palabra, otrora jubilosa, sedienta y aquilina. Después, las horas cercanas se volvieron remotas y los días alegres se tiñeron de noches, y las noches cansadas parecieron los días y aquel eco secreto regresó demudado, clorótico, frío, sin amor, ni dolor. Descendí hasta el olvido, tenaz sepulturero, y lancé el primer grito a un recuerdo de barbas y surcos de tiempo. Pude llegar hasta el instante mismo donde mis pies eran polvo y mi encierro una orilla de mar tímida y sola que cantaba elegías de aguas en coro como líquidos y verdes acordeones marineros. De ahí naciste tú, Escuela, de un afán imperioso, taciturno y solemne, como una floración de lunas redomadas que filtrasen su clásico alborozo por las grietas infinitas de los cielos. Escuela: yo tengo que ofrecerte... desde el soplo paralítico del primer olvidado balbuceo un pedazo de canción, apurada, sacudida y auroral. Escuela: desde el más apartado eslabón de mi provincia y de mi alma, un recuerdo horizontal me une contigo, porque en tu vientre de soles y universos soy la arena que clama de tu linfa, soy la nube que trepa tus espacios, soy el astro que se nutre de tu luz.

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DEVOCIÓN LÍRICA

Para la Sra. Eva Sámano de López Mateos, en su primera visita al Territorio (1964).

Maestra, permite que la hosanía huya en el carro de la vana prosa, quiero llegar hasta la cima airosa donde descansa tu filosofía.

Hace sueños que la agraz poesía cerró la casa a la moderna esposa, hoy la renueva tu clámide undosa hasta el resquicio de la fruslería. El dolor que se quede en el postigo reclinado en retóricos aliños. Ven a fincar la soledad de abrigo, con un verso sapiente del quebranto de anidar en mil lágrimas de niños que no llegan a estallar en llanto.

II Háblame de tu mística tribuna nimbada de sonrisas de cristal, en donde aprende el himno universal la santa paz de la canción de cuna.

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Habíame de ternura, blonda o bruna, cuéntame de tibieza angelical, entiérrame en el drama matinal de unos ojos de noche o de aceituna.

Maestra del jardín alabastrino, luz de mi nueva estancia absorto ofrendo, maestra buena de filial destino. Al ver el nuevo sol tu sol guardián que toda almita se levanta riendo, que no despierten pidiendo pan, pan...

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E N V I Ó

Para la niña Elvia Carrillo Montano, Reina de las Fiestas de la Primavera de la Escuela

"Ignacio Allende" (1965).

En los columpios del cielo, un sueño, Elvia, se mece, la ilusión alza su vuelo y una fiesta el alma ofrece.

Sueño, ilusión y fiesta, melodía jardinera, coro de florida orquesta llaman, Elvia, Primavera. Pájaro, flor y alegrías son, Elvia, ráfagas vanas, es la traición de los días que tienen claras mañanas. La Primavera, criatura, real diadema es en la vida, donde se engarza encendida la perla más blanca y pura que el alma celosa anida.

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GALLES

En el aniversario, de su muerte (1967).

Guando la austeridad es heroísmo, cuando el alma se esfuerza en ser escuela, cuando el vigor es cauce visionario, se dice Calles. Cuando la angustia se colgó de sus anhelos, cuando el grito se perdió en su mediodía, cuando la palabra de ayer se hizo hombre, se dice México. Cuando la libertad explotó entre sus fronteras y la lira del ideólogo se hizo mapa y la fe dentro del Pueblo elevó muros, Revolución se dice. Cuando Revolución y México se enlazan en esta procesión hacia el mañana sobre el propósito horizontal del hoy pujante, México y Revolución se escriben con la mayúscula férrea de Plutarco, con el acento previsórico de Elias, con el fuego institucional de Calles.

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PATRICIA

Para la Srita. Patricia Núñez García, Reina del Club Rotario (1967).

La tarde exigua ve pasar la multiplicación del silencio. Montaña y mar por donde el sol se sepulta, entran en complicidad con la noche, mientras la rugosa carne de la bahía, —herida por el aura— —confundida en azul y en aceituna— ve pasar otro silencio, —ahito de voz— que se queda en la frontera del grito. Con ojos de ayer y ecos de mañana, el alma —grieta en cautiverio— se detiene atónita, perpleja, frente al acto mismo en que unos años anuncian la defunción de otros años. La tarde exigua ve pasar la multiplicación del silencio y detrás del silencio... la noche. La tarde, Patricia, monta guardia en este balbuceo del alba...

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un follaje de trinos concierta do de recuerdos y si de hierbabuena, primavera que rompe sus candados, rocío que habrá de convertirse en río.

Patricia, la tarde se inclina reverente en esta floración del día; en tus manos se cuela su fúlgido presente: del gris primerizo su última blancura; de la quieta brisa su postrer violencia; del espejo verde su más claro azul; del concurrido horizonte su más límpido ensueño; de la tibia palmera su más dulce son; de la escena doliente del sol crepuscular su más audaz pincel; del paisaje total su más fiel poeta; y en un homenaje fecundo pretende dejar dentro del cofre de tu alma, cielo y mar, brisa y ave, verso y flor.

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Sonatina tu sonrisa concierta su primavera con la playa que se irisa de oleaje, espuma y palmera.

Tu blancura es homenaje que entona canción de cuna donde se mece el celaje de la aurora y de la luna.

El corazón en tu honor levanta un arco de ensueño y en las playas del amor baña horizontes el sueño.

Tu corona, árbol y trino, pendón y brida es y más, fraternidad de oro fino con engarces de fe y paz. Termino sin terminar y en tu solio de amaranto te veo y no sé cantar pues eres de por sí canto.

ELVIA ALICIA

Para la, Srita. Elvia Alicia Taylor, Reina del Mutualismo Nacional, coronada el 28 de noviembre

de 1968, en La Paz, B. C.

Para cantar, Elvia Alicia la juventud y belleza, el verso insomne codicia, del ritmo la sutileza. Para cantar, Elvia Alicia, de mujer y amor el lance a desencajar propicia de un azul este romance. Compromiso es de poeta llenar de música altiva la urdimbre de la cuarteta con tonos de preceptiva. Mientras, en fin, estro ausente, de flores padece el ramo, estrellas para tu frente en crin de verbo derramo.

Son tus ojos madrigales que enamoran la bahía, con miradas abismales de sal y coquetería