A. K. M. Miles - Algo Para Santa

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Algo para Santa

AKM Miles

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Este libro fue traducido por el blog BRAD PACK C para libre lectura solo te pedimos que no cambies nada de él. Nuestro staff realizó mucho esfuerzo para que puedas leerlo.

Este libro es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas de sexo explícito, si te molesta el tema no lo leas, y si eres débil de corazón no sería recomendable.

¡¡Esperamos que lo disfrutes!!

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Resumen Derek Campbell está trabajando en dos lugares para

ayudar a pagar algunas deudas de la enfermedad de su madre.

Uno de los trabajos es representar a Santa en la Tienda de

Departamentos Martin. En su descanso está solo y lamentando

la falta de amor en su vida y que nadie realmente lo ve. Una

pequeña voz le dice que él lo ve. Derek mira hacia abajo para

encontrar un duende a su lado. Dicho duende está en

necesidad y Derek le ayuda a salir, sin saber que va a conocer

al hombre de sus sueños.

Max Martin es un hombre muy ocupado, CEO de todo el

imperio Martin, el papá de Michael y en necesidad de una

ayuda en muchas áreas. Derek aumenta su plato ofreciendo

ayuda en varias de estas áreas, entre ellas una de la que Max

no era consciente. Él no sabía lo mucho que necesitaba a

alguien para amarlo, para completar su vida. Hay diversión,

risas, romance, celos, venganza, angustia, miedo y como es

Navidad, también hay un final feliz.

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Dedicatoria

Para aquellos fans quienes siempre leen mi trabajo tan

pronto como este sale y nunca fallan en dejarme saber cuanto

disfrutan los libros.

Muchos se han convertido en amigos.

Nunca sabrán cuanto aprecio sus amables palabras.

Muchísimas gracias.

AKM

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Capítulo Uno —¿Y qué es lo que quieres para Navidad, jovencito? ¿Has

sido un buen niño este año? — Derek murmuró, recostándose

contra la pared en el oscuro pasillo, el relleno en su traje de

Santa haciendo cada movimiento torpe. Esta sección de la

Tienda por Departamentos Martin era usada sólo por el

personal. Ahora mismo, él estaba solo.

Respondió a su propia pregunta. —He sido un chico

ejemplar Santa. Todo lo que quiero es alguien que me ame. ¿Es

eso mucho pedir? Un poco de algo para Santa para variar. No

más perdedores y no más cosas rudas. Sólo quiero a alguien

agradable, alguien que me vea —. Derek estaba cansado de

chicos egocéntricos que esperaban cosas de él en las que no

estaba, como el dolor por ejemplo. Está bien, era lindo. Lo

había oído toda su vida. Gran jodida cosa. Lindo no pagaba las

facturas. Trabajar duro y varios empleos extraños apenas le

permitían cubrir los gastos.

—Yo te veo — dijo una pequeña voz a su derecha, sobre

el nivel de la rodilla.

Derek saltó y casi dijo una palabra que Santa nunca

pronunciaría, sobre todo delante de un joven... sus ojos se

abrieron... ¿duende?

—Bueno soy el único Santa trabajando hoy y sé que no

eres uno de mis ayudantes. Entonces, ¿quién eres? — Derek

miró al pequeño duende rubio de grandes ojos color azul cielo a

su lado.

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Sosteniendo su pequeño sombrero puntiagudo en la

mano, el joven lo miró en tranquila contemplación y luego

asintió, como si hubiera decidido algo.

—Soy Michael, no Mike sino Michael ¿Sabes algo acerca

de fuertes dolores de cabeza? — Preguntó Michael, seriamente.

Derek miró hacia abajo al duende con perplejidad y luego

se dio cuenta de lo que probablemente Michael-no-Mike quería

decir. Con cuarenta y cinco minutos antes de tener que volver a

la tienda para otro turno de tres horas, Derek podría dedicarle

unos minutos ahora.

—Creo que te refieres a migrañas. Mi madre solía

tenerlas — Su madre había sufrido mucho y con los años Derek

había aprendido poco a poco cuáles eran los mejores recursos

que aliviaban su dolor. Entonces ella había necesitado una

cirugía de corazón, que no había llegado a tiempo. Derek la

extrañaba terriblemente. Las facturas eran un recordatorio

constante y la razón por la que estaba tan corto de dinero.

Pasarían años antes de pagar esas facturas, pero enviaba lo

que podía cada mes, gracias a la paciencia del hospital.

—Si vienes conmigo, te llevaré a alguien que no es un

perdedor y que nunca es rudo con nadie. Pero tiene de nuevo

un dolor de cabeza muy malo — Con eso, Michael tomó la

mano de Derek y tiró de él. Intrigado, Derek dejó que el

pequeño y divertido duende lo condujera hasta un ascensor

que nunca había notado antes.

—¿A dónde vamos? — Preguntó Derek.

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—A ver a mi papá, pero tenemos que estar muy callados

porque está muy enfermo en este momento.

Ah, entonces este duende era realmente un niño cuyo

papá debía trabajar para la tienda.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, se

enfrentaron a la puerta de la oficina en un pasillo que Derek

nunca había visto antes. Una lujosa alfombra cubría el suelo y

la decoración de alta gama le llevó a suponer que en esa parte

de la tienda trabajaban los mucketymucks1, como su madre los

habría llamado. Michael tomó de nuevo su mano y lo llevó

hasta la puerta. La abrió lentamente, levantó la otra mano para

tocar sus labios con un pequeño dedo.

Derek asintió indicando que lo entendía y siguió al

muchacho en el cuarto oscuro. Michael cerró la puerta y se

quedó unos segundos, dejando que sus ojos se acostumbraran

a la luz baja. Un enorme escritorio estaba al otro lado de la

habitación frente a las ventanas con amplias cortinas. Ante un

sonido a su derecha, Derek se volvió y vio a una figura

voluminosa cuyos miembros llenaban las generosas

proporciones de un sofá de cuero. Un brazo sobre su cara.

Derek reconoció esa posición, recordando cómo su madre no

podía hacer que la habitación fuera lo suficientemente oscura

para desterrar el dolor.

Michael se acercó al hombre y le tocó el brazo,

inclinándose para susurrarle al oído.

1 Mucketymucks término americano para denominar a las personas pomposas, ricas, vanagloriadas,

snobs, aristocráticos que piensan que por sus reglas se rige el mundo y que los millones de planetas

orbitan alrededor de ellos.

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—Hmm? — La voz del hombre se oyó adolorida.

Derek apenas pudo oír la palabra, la débil pregunta.

Nunca había visto tan largo sofá. El hombre, de más de seis

pies de alto yacía tendido en toda su estatura, pero aún

quedaba espacio para las mullidas almohadas en cada extremo.

Sacudiendo la distracción causada por el inusual mueble, volvió

a mirar al hombre. Su experiencia lo pateó y Derek se acercó y

se sentó con la espalda apoyada en el brazo del sofá junto a la

cabeza del hombre. Inclinándose le dijo —Shh, relájate. Déjame

ayudarte.

—No puedes. Duele. Michael, cariño, ¿qué... oh... — Su

pregunta terminó con un gemido. Agarrando los hombros del

hombre, Derek estiró una pierna a lo largo de la parte de atrás

del sofá. El otro se estableció en el otro lado del hombre, lo que

hizo un capullo cálido para la cabeza y los hombros del hombre.

—Hey... — Su paciente trató de incorporarse, pero el

dolor lo obligó a bajar. Derek tenía que tranquilizarlo antes de

que pudiera aliviar su dolor.

—Michael me trajo hasta aquí. Me queda una media hora

de mi descanso. Puedo ayudarte si me lo permites. Shh,

relájate. Mi gordo traje de Santa hace una almohada suave y

agradable, ¿verdad? Voy a intentar lo que solía funcionar en las

migrañas de mi mamá, ¿ok?

No hubo respuesta, pero el hombre se relajó de nuevo en

la V de las piernas de Derek. Suavemente Derek puso sus

largos dedos a trabajar, desde la frente y poco a poco,

suavemente acariciando las sienes.

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Interpretando la tranquila aceptación del hombre como un

permiso, Derek bajó sus dedos más atrás, en el grueso cabello

rubio oscuro. En la escasa luz brillante de una puerta

parcialmente abierta, las líneas de tensión y el dolor se

destacaron en el rostro del hombre.

Mientras tanto, Michael se sentó en el suelo junto al sofá,

su pequeña mano apoyada en el puño de su papá. Cuidado y

amor por su papá irradiaba de la cara del pequeño niño y en su

postura.

—Relaja los músculos si puedes. Abre el puño y deja que

la paz te lleve. Sostén la mano de Michael — Derek sabía que el

contacto físico ayudaba a liberar la tensión y el dolor.

Claramente estos dos compartían un fuerte vínculo. En

respuesta al tacto suave de su hijo el hombre abrió lentamente

los dedos. Michael metió la mano en una mucho más grande

del hombre. El hombre suspiró y los labios de Michael se

curvaron en una sonrisa.

Derek comenzó a tararear en voz baja, pero no los

villancicos de Navidad que se podrían esperar de alguien

vestido como Santa. No, él tarareaba Soaked de Adam

Lambert, su última obsesión musical. Su madre habría amado al

cantante con su voz extravagante y hermosa. Ellos solían ver

American Idol juntos y calificar a los cantantes, a menudo

estando de acuerdo en sus opciones. Su madre había sido muy

buena, Derek pensó con una sonrisa. Su respuesta a él siendo

gay fue una de aceptación. Ella lo había apoyado en todo lo

posible.

El mantuvo la voz baja y suave. Sus dedos nunca dejaron

los suaves movimientos.

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Ellos regresaron a la frente del hombre y ahora iban hacia

arriba, hacia la parte superior de su cráneo y cabello. Largos

minutos pasaron mientras seguía los suaves movimientos y

cambiaba a Broken Open, manteniendo las baladas. Continuó

con una versión suave de Mad World.

El hombre se relajó más y más, su cuerpo se acomodó y

su respiración se hizo más lenta y Derek se sintió feliz por

primera vez en mucho tiempo. Su vida no era horrible.

Simplemente no estaba llena de alegría y de cosas buenas

últimamente. Bueno, no por un largo tiempo. Se inclinó aún

más sobre el hombre para mirar más de cerca los rasgos

cincelados, midiendo el grado de dolor por la disminución de la

tensión en torno a la boca y en los ojos. Derek sabía que había

ayudado, pero un rápido vistazo a su reloj le dijo que tendría

que darse prisa y volver con su equipo y llegar a ser Santa otra

vez.

—Lo siento, pero tengo que volver al trabajo ahora. Un

montón de pequeños niños están esperando para decirme sus

deseos para una feliz Navidad. Espero haberte ayudado —

Derek se deslizó unos centímetros.

—No, no te vayas. Yo... tú... eso ayudó, de verdad. Eso

fue muy amable de tu parte. ¿Quién eres tú?

—Santa. Un pequeño duende me trajo a ti. Me tengo que

ir ahora — Derek lamentaba tener que salir, pero tenía que

correr algunos metros si es que iba a regresar de nuevo a la

gran silla, a tiempo.

—Michael ¿puedes sentarte aquí con una almohada en su

regazo y hacer lo que yo estaba haciendo por un tiempo más?

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Solo muy suave y gentil — Derek se levantó y levantó a Michael

del suelo y lo acomodó en el sofá, poniendo una almohada

grande en su regazo. Ayudó al hombre a inclinarse hacia arriba

y luego de nuevo sobre el colchón.

—¿Santa? — El niño levantó la mirada, una expresión de

preocupación pellizcando sus características.

—¿Hmm?

—No puedo cantar esas canciones. No las conozco —

Michael sonaba como si fuera a llorar si no podía hacerlo bien.

—No importa lo que cantes mientras tu voz sea tranquila

y relajante. Tararea algunos villancicos o algo así. Me tengo

que ir. Buena suerte amigo.

—Gracias Santa.

—Sí, gracias Santa — El hombre lo miró por primera vez y

Derek casi se quedó sin aliento. Los hermosos ojos oscuros

azul-verde le hicieron pensar en destellos de joyería o pintura.

¿De qué color eran? Aguamarina. Eso era. Su madre había

amado el color aguamarina y el fucsia. Pero nadie tenía los ojos

aguamarina. Esos deben ser lentes de contacto.

—Feliz Navidad — Derek se colocó a sí mismo fuera de la

puerta, cerrándola con suavidad y regresó a la segunda planta

donde se encontraba armado el escenario de Santa.

¡Fiuuu, eso era un viaje. Se preguntó quién era el hombre.

Estaba claro que tenía el amor puro de su hijo a su favor.

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Bueno, eso y un asesino cuerpo con unos ojos hermosos,

cabello suave y anchos hombros. Ok, suficiente Santa, regresa

al modo de los juguetes, las Barbies y los juegos de video.

Después de bajar a las nueve Derek corrió a su segundo

trabajo como camarero en un bar local, donde estaría sirviendo

bebidas y aperitivos hasta las dos de la mañana. No era un

trabajo duro, pero estaría agotado para el momento en que

tirara el saco. Por ahora estos dos trabajos eran suficientes,

pero después de Navidad, habría que encontrar otra cosa.

Habiendo acabado la escuela de formación profesional,

con especialización en negocios y contabilidad, Derek había

estado devastado cuando llegó la noticia de que su madre tenía

una enfermedad del corazón. Abandonó la idea de buscar

empleo en su campo y tomó los trabajos más pequeños que le

permitieran hacerse cargo de ella. Ella había sido valiente, pero

al final había sucumbido a la enfermedad cardíaca, dejando

solo a Derek en el mundo. Eso había ocurrido en febrero.

Agarró un paquete de galletas para la cena, se puso el

uniforme, que consistía en unos pantalones negros, una camisa

blanca y una delgada corbata negra y se dirigió a la barra. El

Tango estaba animado cuando llegó ahí a las diez. Después de

esconder sus pertenencias y ropa extra en su casillero, porque

nunca sabía cuándo alguien accidentalmente lo podía empapar

con cerveza, coca cola o lo que fuera, se encontró con el caos

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en su camino a la cocina. Evidentemente Randy había salido, de

nuevo, amenazando con no volver jamás. ¿Por qué el gerente

permitía a la reina del drama volviera una y otra vez? era un

misterio para Derek. No importaba que trabajara en alguna

parte o no lo hiciera. Sabía que iba a ser una larga noche dura,

cubriendo el doble de la zona y haciendo el doble de trabajo.

Oh bien, esperaba que las propinas compensaran eso.

Corrió como un loco toda la noche. Cuando finalmente

caminó por las escaleras a su pequeño apartamento en las frías

primeras horas de la mañana del sábado, se preguntó por qué

no había desarrollado una migraña de las suyas.

Ese pensamiento trajo a la mente la escena en la oficina

con el niño y su papá. Michael-no-Mike era un lindo y su amor

por su papá tocó a Derek. No sufría del síndrome de ¡ay de mí

yo nunca conocí a mi papá y reconoció el amor puro cuando lo

vio. Su propio padre había muerto justo después de que él

naciera, así que Derek ni siquiera lo había conocido.

Se preguntó ¿por qué el niño se había puesto el traje de

duende? él no había sido parte del trabajo de Santa de Derek.

Tal vez lo vería hoy o mañana cuando fuera. Ahora, estaba a

punto de desmayarse. Bueno, después de una ducha para

librarse del olor del cigarrillo y el licor y el sudor.

Durmió hasta casi las once e hizo algunas tareas rápidas

antes de ir a trabajar. Martin era uno de los centros comerciales

más grandes en Lexington, con varios más distribuidos en el

sur. Sin embargo, la cadena había comenzado aquí, así que

esta era su base de operaciones.

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Era sábado y con sólo dos semanas antes de la Navidad,

los padres estarían trayendo a sus hijos en masa a tomarse

fotos con Santa. Derek se alistó en el vestuario y salió, con la

esperanza de que no tendría que enfrentar a otro sabelotodo

como la noche anterior. Se rio con ironía al recordar a la niña

que había preguntado —¿Cómo es que si eres un Santa gordo,

tienes dedos largos y flacos, huh?

Él había respondido con un —¿Cómo es que eres una niña

muy bonita, con sus ojos azules y cabello rizado, ¿huh? — Ella

se había reído y le dijo que no quería muñecas. Quería libros,

muchos libros. La chica debe haber estado a cuatro patas.

Mamá y papá, buen trabajo.

Casi había terminado su segundo turno cuando vislumbró

a cierto duende cada vez más cerca de él, de lado a la larga fila

de niños y padres. Cuando el chico se acercó lo suficiente,

Derek le preguntó —Oye, Michael-no-Mike, ¿cómo está tu papá

hoy? ¿El dolor de cabeza se fue?

—Sí. Está en una reunión ahora. Sin embargo

probablemente tendrá otro dolor de cabeza. Ha estado

teniendo un montón — Michael se sentó en el suelo junto a la

rodilla de Derek.

—Entonces ¿trabajas aquí también? Quiero decir, como

un duende — Derek mantenía un ojo sobre una madre que

estaba tratando de convencer a una niña que estaba llorando,

para que subiera con él para una foto. Alejó su atención de

Michael por un momento.

—Ven aquí — canturreó, alcanzando a la niña. —¿Qué te

tiene tan molesta hoy, ¿huh? Shh. Tu mamá quiere una buena

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imagen para recordarte a esta edad y no quieres que sea con

una cara roja y los ojos todo arrugados, ¿verdad?

Cuando ella dejó de llorar, la levantó en la rodilla donde

podía ver su barba nevada y los mechones de cabello blanco en

las cejas. —Eso está mejor — dijo. Cuando ella trató de

arrebatar las gafas por la nariz, él se agachó. Ella se rio y él

supo que mamá obtendría su foto.

Cuando por fin terminó su turno, se puso de pie. Michael,

casi olvidado en el suelo a su lado, se puso de pie, también.

—¿Quieres venir conmigo? — Preguntó Michael.

—Depende. ¿A dónde vas? — Derek se preguntó si su

padre aún estaba en la reunión.

—Tengo hambre. ¿Quieres venir a cenar conmigo? —

Preguntó Michael, alcanzando la mano de Derek.

—¿Nadie te está vigilando? ¿Cómo es que puedes

mostrarte aquí y allá por toda la tienda? ¿Sabe tu papá dónde

estás? ¿Dónde está tu mamá? — Derek miró a su alrededor

buscando al padre del niño.

—Te dije que mi papá está en una reunión y mi madre

murió hace mucho tiempo. Estoy supuestamente con la niñera,

pero ella es mala, así que me fui y vine a buscarte — Michael

dijo como si eso tuviera mucho sentido. Derek inmediatamente

se imaginó a una niñera buscando frenética por la tienda. No

queriendo molestar a Michael, Derek comenzó con algunas

preguntas sencillas.

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—Entonces, ¿qué pasa con el traje de duende? Pensé que

podrías estar trabajando aquí como yo — dijo Derek.

—Papá me lo dio. —Michael se burló. —Tawna dice que

se ve estúpido.

—¿Quién es Tawna?

—Mi nueva niñera. Ella es una perra —dijo Michael

seriamente.

—¡Michael! — Derek exclamó. —¿Cuántos años tienes?

—Seis y estoy en primer grado. ¿Por qué?

—Debido a que esa no es una palabra para que la use

alguien de seis años de edad. No creo que tu papá lo apruebe.

—Lo siento —Las lágrimas brillaron en los ojos de

Michael.

—Hey, no te preocupes. Está bien. Podrías querer

deshacerte de esa palabra hasta que seas mayor, ¿verdad?

Entonces, deberíamos ir a buscar a esta niñera, así no te

meterás en problemas. Además, ella tiene que estar

preocupada a estas alturas —. Derek decidió que le entregaría

a Michael a esta Tawna y trataría de tomar un aperitivo para

pasar a través de su último turno.

Era un trabajo duro ser un Santa alegre para los más

pequeños cuando tu estómago rugía.

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—No lo creo. Además, no es mi verdadera niñera. Esa es

Cindy, pero se fue a casa por la temporada de Navidad y no

vive aquí. Bueno, excepto cuando está en la escuela, ya sabes.

Michael lo condujo hasta el ascensor que habían utilizado

el día anterior y Derek se encontró delante de la misma puerta

de oficina. Esta vez, sin embargo, Michael se volvió hacia la

izquierda y entraron en otra oficina en el pasillo.

—Ahí estás, pequeño mocoso. ¿Dónde en el infierno has

estado? — Una pechugona sobre inventada rubia frunció el

ceño desde atrás del escritorio. No parecía estar muy

preocupada al ver al niño llegando con un extraño. Los dedos

de Michael se apretaron alrededor de Derek. Derek le devolvió

el apretón. ¡Perra!

—Ha estado conmigo. Lamento que usted no supiera que

estaba ayudando a Santa esta noche — mintió Derek.

—Max no me dijo nada acerca de él ayudando a ningún

Santa. Tú — señaló una uña rojo sangre hacia Michael —se

supone que estás en esa habitación mirando dibujos animados

como te dije. Ahora ven aquí — Rodeó el escritorio y alcanzó a

Michael, sus uñas clavándose en delgado hombro del

muchacho. Malicia brilló en sus ojos.

Ella le recordó a Derek a la bruja de Blanca Nieves.

Cuando era un niño pequeño, su madre lo llevó a ver la película

y había un equipo de rodaje fuera del teatro cuando salieron.

Una señora con un micrófono se le acercó y le preguntó qué

recordaba más sobre la película. Él había respondió —¡La bruja

tiene dedos largos! — Bruja, perra… también funcionaba para

Tawna en este caso.

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Puso en palabras sus pensamientos —Oh, no lo creo.

Michael es parte de la exhibición de Santa en el segundo piso.

Voy a tomar la responsabilidad por él. Estoy seguro que usted

tiene mucho que hacer aquí — Una lima de cartón y una botella

de esmalte de uñas transparente estaban asentados en la

mesa. Tomó suavemente la mano de ella y la quitó del cuerpo

de Michael. Por el rabillo del ojo, vio a Michael frotarse el lugar

en el que las uñas de ella se habían cavado en él.

—Bien. Estaré hablando con Max sobre esto. Se supone

que tengo que estar vigilando a su hijo. Max confía en mí —dijo

dándose auto importancia.

—Eso está bien. Michael y yo vamos a comer algo antes

de volver a trabajar —dijo Derek. Rápidamente escoltó a

Michael fuera de la oficina.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron Derek dijo —

Por cierto, estás disculpado por usar esa palabra.

Michael dio una risita. Derek sonrió. Este chico era muy

inteligente y no se merecía quedarse con una mujer así. Derek

gustosamente asumiría las consecuencias ante Papá Max.

—Sólo tengo unos diez minutos antes de tener que volver

a trabajar, así que vamos a encontrar algo de comida rápida

para que pueda comer un chicle para tener el aliento freso y

estar listo para sonreír a más niños.

—Pensé que tu aliento siempre olía bien — Michael dijo

sonriéndole.

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—Requisito de trabajo. Por cierto, ¿dónde vives? ¿Tú y tu

papá tienen una casa o un apartamento en la ciudad? — Derek

se había preguntado eso antes.

—Nosotros conseguimos un Pent-house en la parte

superior del edificio. Ahí es donde vivimos. Es toda la planta

superior — Michael parecía muy entusiasmado con eso y Derek

no podía culparlo.

Se empujaron en el pequeño vestuario donde Derek

agarró su bolsa de galletas y las compartió con Michael. Se

sentaron juntos en el banquillo, comiendo. Entonces Derek le

dio a Michael un pedazo de su chicle con sabor a menta y se

dirigieron de nuevo al piso de su último turno.

A mitad del turno, las cosas iban muy bien con Michael

haciéndose pasar por un duende en muchas de las imágenes.

Entonces, los problemas aparecieron como un cañón en la

esquina y pisoteando hacia su camino.

—Uh-oh. Papá está enojado —Michael saltó desde el

bloque de madera grande, envuelto como un regalo de

Navidad, donde había estado posando para las fotos. —Lo

siento Santa.

Papá Max no se veía impresionado. Derek no pudo salir de

su sillón de Santa cuando otra madre dejó caer un conjunto de

dos niñas en su regazo.

Trató de observar a Michael y a Max por encima del

hombro de la mamá, pero no podía ignorar a las niñas

tampoco.

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Max era un hombre magnífico, incluso con el ceño

fruncido estropeando su amplia frente bronceada y dibujando

sus gruesas cejas hacia abajo. Max miró a Derek y su ceño se

profundizó mientras continuaba escuchando a Michael. Derek

deseaba poder ver esos ojos verde azulado más de cerca otra

vez. Le gustaba que ese muy alto hombre se agachara al nivel

de Michael mientras hablaba con él. Con una última mirada

hacia Derek, Max tomó a Michael levantándolo y se volvió,

alejándose. Michael pasó sus brazos alrededor del cuello de su

papá y volvió a mirar a Derek.

Derek no tuvo más remedio que entrar de nuevo en modo

Santa. Una vez más, tuvo un momento de ¿cuándo habrá algo

para Santa? Pero con la misma rapidez, continuó con su ho-ho-

ho y las fotos de Navidad y los deseos especiales. Durante el

resto de su turno, Derek esperaba ser convocado a la oficina

arriba para una seria reprimenda. Tal vez no debería haberse

llevado a Michael de la persona que su papá había confiado

para que viera por él, pero aún así sentía que había hecho lo

correcto.

Estaba cambiando su ropa de calle cuando la puerta del

vestuario se abrió y ahí estaba Max. Derek se sentía en una

situación de desventaja, usando nada más que sus calzoncillos

bóxer azul marino.

—Uh, hola — Derek buscó en el armario de su pantalón.

Debía estar en el bar en cuarenta y cinco minutos.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —Preguntó Max.

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—Sí señor. Tengo otro trabajo al que tengo que llegar a

las diez, así que espero que no le importe hablar mientras me

visto.

—Está bien — dijo Max y Derek notó que Max lo miró con

atención mientras se subía los pantalones y los aseguraba.

Metió la mano en la camisa blanca y se volvió a Max mientras la

abrochaba. —Tengo que abordar lo que sucedió con Michael

esta noche — comenzó Max.

—Sí señor. Lo siento, sé que no tengo derecho a alejarlo

de... Tawna, ¿verdad? Sí, Tawna, pero estaba muy descontento

con ella y...

—¿Creíste que dependía de ti hacerlo feliz? Hice los

arreglos para su cuidado y supuse que estaba a salvo con su

niñera...

—Bueno — Derek interrumpió, —¿sabes lo que haces

cuando supones, ¿huh?

—¿Cómo dices? —Esas pesadas cejas volaron hacia

arriba.

—Conoces el dicho. ¿Eso hace un asno de ti y de mí? Ok,

tal vez tu no. De todos modos, Michael apareció justo antes de

mi último descanso — Derek deslizó su corbata alrededor de su

cuello. —Y cuando le pregunté por qué estaba solo, admitió que

se suponía que debía estar con Tawna, pero que ella era una

perra — Derek hizo una mueca ante el jadeo de Max. —Esa fue

mi respuesta exactamente, hasta que la conocí — Derek

continuó. —Ella le gritó y lo agarró con sus garras. Apuesto a

que si tiras de la camisa a un lado, encontrarás que dejaron

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marcas sobre él. Dijo que ella era mala y yo le creí, así que le

dije que estaba trabajando conmigo. Tienes razón, no era mi

lugar hacer eso y me disculpo. Pero francamente, si yo fuera tú

y esto ni siquiera es mi lugar, pero no dejaría a un niño que

amo al cuidado de alguien que claramente piensa que es él un

y cito mocoso —Derek suspiró, sabiendo que se había

sobrepasado, pero dispuesto a retractarse de nada de eso.

Max estudió Derek en su uniforme un momento y luego

dijo muy despacio —¿Ella le hizo daño?

—No lo sé. No lo golpeó en frente de mí, pero cuando se

apoderó de su hombro le clavó las uñas y cuando lo aparté, él

se frotaba el lugar. Disfrutó estar conmigo y hablar con los

niños y posando en algunas de las fotos. Me disculpo si estás

molesto con cualquiera de nosotros. Voy a tomar la

responsabilidad por eso. No pidió quedarse conmigo, pero

después de como ella lo agarró, pensé que podría estar más

seguro conmigo. Sin embargo, dijo que confías en ella, así que

si eso es cierto, bueno, eso depende de ti. Realmente tengo

que ir al Tango ahora. Mi turno empieza pronto.

—¿El Tango? ¿El bar gay en la Decimocuarta?

Uh oh. ¿Max tenía algo en contra de los gays?

¿Enloquecería ahora sobre el hecho de que Derek había estado

cuidando de Michael?

Tomó aliento. —Sí —.

—Bonito lugar — dijo Max.

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Ok, entonces. Esta vez fueron las cejas de Derek las que

se levantaron con sorpresa.

—No voy detenerte. Sé que tienes que ir a trabajar.

¿Vendrías a mi oficina mañana, digamos una media hora antes

de empezar tu turno? — Max dio media vuelta para marcharse.

—Sí señor. Uh, ¿estoy siendo despedido? — Derek tenía

que empezar a hacer planes si ese era el caso. Pero si ese fuera

el caso, ¿por qué estaba regresando mañana?

—No, en absoluto. Te veré en la mañana — Max dejó a

un Derek desconcertado, apresurándose para salir a su próximo

trabajo.

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Capítulo Dos Max jaló a Michael en su regazo y mientras Michael

charlaba acerca de sus últimas aventuras de Mario Dos en su

Nintendo DS, Max hizo las observaciones correspondientes en el

momento adecuado. Pasó las manos por el cabello de Michael y

tomó su cuello. Asintió mientras Michael le hablaba de

comerciales para un nuevo juego y suavemente movió la

camisa de su hijo a un lado para mirar a su hombro. Michael se

apartó de los dedos de Max mientras se movían con cuidado a

través de cuatro marcas rojas curvas un poco más de la parte

superior del poco huesudo hombro de Michael.

—No papá — dijo Michael con el ceño fruncido.

—¿Qué pasó con tu hombro Michael? —Max movió la

camisa hacia atrás sobre las marcas.

—Está bien. Sé que estuve mal — Las películas de dibujos

animados de Michael se volvieron sombrías.

—Tienes razón. No deberías haber dejado a tu cuidador e

irte vagando por la tienda. Cualquier cosa podría haber

sucedido. Sé que sabes desenvolverte alrededor, pero sabes

que yo no podía soportarlo si algo te sucediera, ¿verdad? —

Max mantuvo su voz tranquila, aunque por dentro hervía,

después de haber visto los signos que la mujer había puesto

sobre su hijo.

—Lo siento papá. No lo haré de nuevo, lo prometo.

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26

La cabeza de Michael bajó y Max sabía que era realmente

lo sentía. Michael era un buen chico, el mejor de hecho. Los

dos hacían un par perfecto.

—Michael, te perdono. Solo no hagas nada que pueda

meterte en problemas. Necesito a mi mejor amigo para

siempre, ¿verdad? —Max empujó al niño cerca de su pecho y

Michael puso su cabeza en el hombro de Max.

—Te amo papá —Michael suspiró en el cuello de Max y

derritió su corazón.

—Yo también amigo. Ahora, dime algo —dijo Max,

enderezando a Michael y mirando a esos ojos que eran tan

parecidos a los suyos. Michael asintió, esperando.

—¿De verdad te asusta Tawna? ¿Ella te ha dejado pensar

esto antes? ¿Alguna vez te ha lastimado antes? Michael ¿ella

alguna vez te ha golpeado? —Max contuvo el aliento. Había

hecho las preguntas en voz baja, para no alarmar a Michael,

pero tenía que hacer un esfuerzo para relajar sus músculos

fuertemente apretados mientras esperaba oír lo que Michael

diría.

—Tengo miedo de contestar. No quiero que te enfades —

admitió Michael.

—¿Alguna vez te he hecho algo cuando estaba enfadado?

Michael, tu no tienes miedo de mí, ¿verdad? —Max nunca había

concebido tal cosa.

—No papá. Nunca me hiciste daño. Pero ella me dijo,

quiero decir, ella dijo... — Michael agachó de nuevo la cabeza.

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Max puso un dedo en la barbilla de Michael y alzó la cara

para poder ver esos ojos de nuevo. Esperó a Michael que

terminara sin presionarlo más.

—Ella me dijo que mejor no te dijera nada malo de ella.

—¿De qué tipo de cosas está hablando ella? —Preguntó

Max. —¿Qué hace ella? Se supone que se asegura de que

tengas mucho que hacer, mucho que comer y responder a

cualquier pregunta que tengas —Max pasó una mano por el

cabello de Michael. —Entonces, ¿qué es lo que ella quería que

tú callaras? Puedes decirme. No vas a tener problemas —Max

abrazó a Michael acercándolo de nuevo, pensando que podría

hacer más fácil para el niño que respondiera.

—Ella no me gusta. Me llama mocoso todo el tiempo y

me dice que soy un dolor en el... uh, ella dice esto papá, no yo.

Ella dice que soy un dolor en el culo y que mejor no la moleste,

ni haga ruido, ni nada. Ella tiene ojos realmente malvados

cuando me habla —Michael yacía inmóvil sobre el pecho de

Max, con la cabeza sobre el hombro de Max. Llegó con su

pequeña mano, tocó la cara de Max y le susurró —Creo que a

ella le gustas.

Max casi resopló su desdén por la teoría. —Cuéntame el

resto. ¿Has estado recibiendo las comidas cuando no estoy aquí

como le pedí que hiciera?

Max estaba pensando en las veces que había llegado de

las reuniones o de estar en el piso con la crisis y atrapar a

Michael cuando corría hacia él. Michael siempre se preguntó si

podían tener un trato. ¿Y si su hijo había estado pasando

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hambre y no había sido alimentado correctamente? Las

lágrimas asomaron a sus ojos mientras pensaba en cómo había

sido negligente en el cuidado de su hijo. Apretó sus brazos

alrededor de su hijo.

—Michael, eres la alegría de mi vida. No tendrás a nadie

siendo malo contigo de ninguna manera. Supongo que le debo

una disculpa a Santa. Me alegro de que te alejara de Tawna y

te mantuviera con él. Él dijo que disfrutaste ayudar a Santa y

estar en las fotos. ¿Es eso cierto?

—Sí, fue divertido. Él es bueno conmigo. ¿No le gritaste

verdad? Sólo estaba siendo un buen Santa. Hace que los niños

rían y sonrían para la cámara y les dice que él sabe que tienen

buenos corazones, incluso cuando dicen que han estado un

poco mal. Creo que eso es muy amable de su parte ¿verdad? —

Michael se retorció moviéndose hacia atrás para poder mirar a

Max de nuevo. Max lo sentó en la mesa frente a él y envolvió

sus brazos alrededor de él, pasando rápidamente su silla más

cerca hasta que se acurrucaron muy juntos.

Una idea se elaboraba en la mente de Max. —¿Qué tal si

le preguntamos a Santa si tú puedes trabajar con él en sus

turnos, mientras que está aquí? No los otros, sin embargo, solo

él. A éste parece que le gustas mucho. ¿Te gustaría eso?

Los ojos de Michael se iluminaron y si no hubiera estado

sentado tan cerca de Max, sus pies habrían sido golpeados. Así

las cosas, dio solo unos golpecitos contra el estómago de Max.

Dios, él amaba a este chico.

—¿Quieres que le pregunte? Apuesto a que dirá que sí.

Me encantaría eso mucho. Odio estar sentado aquí todo el día.

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Quiero decir, me gustan los juegos y la televisión, pero me

siento solo —Michael levantó la mano para acariciar la mejilla

de Max, con una sonrisa mientras se raspaba sobre los bigotes

cortos de Max. Michael rio, frotándose la mano hacia atrás y

hacia adelante. —Papá, tienes que afeitarte. Estás rasposo —

Michael se rio de la palabra que habían inventado juntos.

—Tienes razón. Vamos a tomar un aperitivo tardío. He

llamado a una nueva niñera para que venga un par de horas.

No me iré hasta que estés dormido, ¿ok amigo? Pero tengo que

ir a hacer algo y creo que hay que hacerlo esta noche. Estaré

aquí cuando te despiertes y ya veremos sobre encontrar una

mejor nana para las próximas dos semanas. Después que las

festividades hayan terminado, podemos relajarnos un poco y

pasar más tiempo juntos.

—Está bien papá. Sé que tienes que trabajar. ¿Sabes lo

que quiero? — Michael dijo, con la mano aún en movimiento

sobre la cara de Max.

—¿Qué amigo?

—Me gustaría que tuvieras a alguien que te ame. No

necesitas más perdedores. Necesitas a alguien que te vea.

Michael habló con tanta solemnidad que Max se deslizó un

poco hacia atrás para mirar la expresión de su hijo. ¿De dónde

en el mundo había venido ese discurso?

—Michael, cariño ¿qué te hizo pensar eso?

—Sé que dijiste que habías cambiado y que te gustan los

chicos. Eso está bien conmigo. Conozco la palabra para eso, es

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gay. También he oído a los niños en la escuela hablar acerca de

eso. Tenemos una niña en la clase que tiene dos papás en vez

de un papá y una mamá. Gracie dice que ellos la aman mucho.

Pero tú no tienes a nadie. No quiero que estés solo papá.

Necesitas a alguien que te vea.

—Wow, eres un hijo especial, ¿sabías eso? Tú me ves.

Eso es suficiente por ahora. Te amo Michael. Ahora, dime lo

que te gustaría comer y luego vamos a ver un poco de

televisión juntos antes de acostarte —Para su sorpresa, Michael

pidió nuggets de pollo y una ensalada.

¡Buen Señor! esperaba que servicios sociales llamara a su

puerta y le dijera que era el peor padre del mundo. Su hijo

tenía hambre. Había sido maltratado por la mujer que Max

había designado para vigilarlo durante sus horas de trabajo.

Max quería colgar su cabeza avergonzado. Y Tawna Fisher

lamentaría el día que había decidido tratar de llegar a él a

través de su hijo.

Max aparcó el Lexus plateado en un rincón oscuro del

terreno del Tango. No estaba seguro de por qué había venido

aquí, pero no había sido capaz de aplastar el impulso. La

primera vez que Max había conocido a Derek Campbell, no

había visto mucho de él debido al intenso dolor de la migraña.

La segunda vez, Derek se había puesto el traje completo de

Santa.

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Así que cuando Max había visto vestirse a Derek antes en

el vestuario, casi había estado abrumado por el hombre

compacto y muy bien construido. Había querido ir a él y ver si

esos pequeños músculos tensos eran tan flexibles como

parecían, si la piel era tan aterciopelada como parecía y si esos

grandes ojos realmente eran tan ricos como chocolate.

Max cerró de golpe la puerta del coche y se dirigió hacia el

bar. Había estado aquí antes, dos veces. La primera vez

acababa de admitir que era gay y había venido a mirar a su

alrededor, por fin con libertad de hacerlo. No se había

comprometido con nadie en la conversación, pero en su lugar

había absorbido la atmósfera de la libertad de ser él mismo,

entre otros que compartían sus preferencias. La segunda vez

había hablado con el camarero por unos minutos y había tenido

proposiciones en tres ocasiones. Se había marchado solo,

sospechando que le gustaría esta nueva vida.

Eso había sido hace un par de años. No había salido

después de la muerte de su esposa y no había tardado mucho

tiempo en averiguar por qué. Se había casado con Sylvia

porque su familia lo había esperado y por no haber sido capaz

de admitir que las mujeres no le llamaban la atención. Él había

experimentado cositas interesantes con los hombres, pero se

había obligado a ignorarlos. Había estado casado dos años

antes de que Sylvia y sus padres murieran en el accidente del

pequeño avión, mientras ella estaba visitándolos.

Afortunadamente Michael no había estado con ella. Ni

siquiera podía recordar a su madre. Max a veces se sentía mal

por no extrañarla más, pero sabía que con el tiempo se habrían

divorciado. Sylvia había sido noruega, una hermosa rubia, pero

no había sido una cálida madre o esposa.

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No se habían peleado, pero habían tenido una existencia

fría y él no había sido feliz. Sin duda ella tampoco.

Max abrió la puerta del bar y se dio cuenta que ya estaba

buscando a Derek. Había buscado el archivo de Derek cuando

había recogido a Michael esa noche. Derek Campbell,

veinticinco años, cabello castaño, ojos marrones de cinco nueve

y sexy como el infierno antes en esos pantaloncillos azul

marino. Derek había colocado como referencia a uno de los

Santas del año pasado, así como al dueño de este bar. Max se

preguntó cuál era la historia de Derek. Parecía un buen

trabajador, pero estos no eran trabajos muy lucrativos. Derek

era un enigma y a Max le gustaban los desafíos.

Se dirigió a la barra y pidió una cerveza, buscando al

mismo tiempo a Derek y una mesa. Detectando su objetivo, se

dirigió a la pared en el lado izquierdo de la pista de baile y se

situó en una pequeña mesa que el camarero estaba limpiando.

Cuando se sentó, vio que el hermoso culo que había estado

admirando mientras cruzaba el club pertenecía al objeto de su

búsqueda.

—Hola Derek.

La cabeza de Derek se sacudió y abrió los ojos cuando vio

a Max sentado en la mesa que acababa de terminar de limpiar.

—Um, hola. ¿Puedo ofrecerte algo? —Derek parecía

confundido, incluso un poco preocupado.

—Relájate. No te estoy acosando —dijo Max. —Creo que

quiero hablar contigo. No estás en problemas, así que quita esa

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expresión de tu cara. No tengo hambre, pero puedes traerme

unas alitas o algo así. ¿Tienes un descanso pronto?

—No he tenido un verdadero descanso en toda esta

noche. Nos falta un camarero, pero voy a ver si puedo tomar

unos minutos. Voy a traer tus alas y una recarga de eso —

Derek indicó la cerveza.

—En realidad, me traes un poco de té helado con las

alas. Yo no soy muy bebedor.

Intrigado, Max vio como Derek dejó su mesa y se giró

para traer la orden. Era como poesía en movimiento,

moviéndose entre las mesas, los bailarines y los observadores

permanentes, con ágil gracia. Max se encontró a sí mismo

poniéndose duro, incapaz de apartar la mirada del hábil joven.

Desde encima del hombro, oyó una voz arrastrada

diciendo —Si estás esperando para anotar con él esta noche,

estás destinado a la decepción. Derek no te dará la mano.

Max se giró para encontrar a un hombre de buen aspecto,

con el cabello rojo muy corto de pie sobre su mesa. Vestía un

traje de Armani y parecía estar solo. Tenía el aspecto de un

hombre de negocios y en cualquier otra noche Max podría tener

que invitarlo a sentarse. Esta noche, sin embargo, no quería

que Derek regresara y encontrara la otra silla ocupada.

—Gracias por la información —dijo Max, tratando de ser

despectivo, pero no grosero.

Derek se acercó y Max se enderezó. Derek se inclinó para

hablar al oído de Max.

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—Sólo puedo tomar unos diez minutos, pero no puedo

quedarme aquí contigo. Nunca te dejaría solo. La sala de

descanso en la parte posterior estará vacía ahora. Puedes

comer tus alas ahí y podemos hablar si quieres.

Max esperaba cuando se puso de pie, que su erección no

fuera tan prominente como se sentía. Apretaba la cremallera y

no quería a nadie haciendo comentarios sobre Derek sólo

porque tenía una erección por ver al hombre sirviendo las

mesas, por amor de Dios. La preocupación no le impidió seguir

ese dulce pequeño culo y los anchos hombros a una pequeña

habitación amueblada con un sofá, una mesa y sillas.

Max vio la mesa estaba puesta con cubiertos y servilletas.

Las alas y el té estaban ahí, junto con una orden de papas

fritas y un vaso de agua con hielo.

—Espero que no te importe si como también. No he

tenido nada más que las galletas que Michael y yo comimos

entre los cambios esta noche. ¿Por eso estás aquí, por Michael?

Iba a ir a verte antes de mi turno de mañana. Él está bien, ¿no

es así? —Derek sonaba como si realmente se preocupara por

Michael.

—Él está bien —dijo Max. —He venido para disculparme

por mi comportamiento y por lo que parece ser la negligencia

de mi parte como padre. La niñera habitual de Michael, Cindy,

se ha ido a casa para las vacaciones para estar con su familia,

así que tuve que tomar medidas de emergencia —Max miró las

alas, que olían maravilloso, pero no lo tentaban tanto como el

hombre frente a él. —Tawna parecía tan ansiosa de ser

responsable de él y yo me vi envuelto en los muchos problemas

de la tienda. Quiero darte las gracias por estar ahí para mi hijo

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y reconocer una mala situación que necesitaba ser corregido.

Tawna no trabajará en Martin nunca más.

—No fue mi intención conseguir que la despidieran, pero

Michael parecía asustado de ella. Esa era la segunda vez que

había venido a mí y estaba preocupado por él. Como he dicho,

sé que no era mi lugar para...

Antes de que Derek pudiera seguir, Max lo interrumpió.

—Alto. Me siento suficientemente mal. Seguí tu sugerencia

y eché un vistazo a los hombros de Michael. Encontré cuatro

marcas de uñas en él y aunque con el tiempo se irán haciendo

pequeños hematomas en la piel, no está herido gravemente.

Afortunadamente, no está traumatizado tampoco —Max giró su

vaso de té alrededor y alrededor de la mesa en un gesto

nervioso. —Pero descubrir que Tawna era malvada con él, no

dándole de comer como había arreglado que ella hiciera y que

ella fuera verbalmente abusiva con él, me hace sentir como un

perdedor como padre. No puedo decirte cómo me sentí cuando

finalmente conseguí toda la historia de él. Sólo han pasado

cuatro días, pero si no hubieras llamado mi atención, podría

haber durado más, conmigo totalmente ajeno a la situación —

Max alcanzó sobre la mesa la mano de Derek, cubriéndola con

la suya. —Dime, ¿tienes sólo estos dos puestos de trabajo en

este momento? —Preguntó Max, sosteniendo la mano de Derek

y gustándole la sensación de su piel contra la de él.

La expresión de Derek se volvió un poco preocupada.

—Sí. Voy a tener que encontrar otro después de Navidad.

Tengo una licenciatura en Administración y Contabilidad y he

estado buscando un trabajo, pero ha sido difícil. Yo, uh, perdí a

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mi mamá recientemente por una enfermedad del corazón y he

estado tratando de pagar la deuda hospitalaria. El seguro que

ella tenía no era el mejor. Apenas cubría la cirugía y la atención

—la cabeza de Derek se alzó de repente y preguntó —¿No vas

a decirme que he perdido mi trabajo ahí, ¿verdad?

—No —Max le aseguró con una sonrisa. —Te lo dije, no

vas a ser despedido. Estoy muy contento de saber que tienes

un título en negocios y contabilidad. Perdí una secretaria esta

noche, por no hablar de una niñera para Michael. Esto está

resultando ser una buena cosa. Derek, ¿estarías interesado en

hacerte cargo de la posición de Tawna, tanto como mi

secretario y como la niñera de Michael? Todavía puedes hacer

lo de Santa y Michael puede seguir siendo duende de Santa

Claus, si lo deseas. ¿Qué piensas? Sé que probablemente estés

sobre calificado para el trabajo de secretario, pero sería otro

trabajo. Te puedo ofrecer un buen salario. ¿Cuáles son tus

horas aquí?

—No sé qué decir. Me encantaría trabajar para Martin.

¿Me puedes contratar sin consultar con nadie más? Ni siquiera

sé lo que haces ahí. Pero sí, me gustaría cuidar a Michael. Él es

un gran chico —. Derek se quedó en silencio e inclinó la cabeza,

con una sonrisa lentamente creciendo en su rostro. —En

respuesta a tu pregunta trabajo aquí, los martes, los miércoles

y los fines de semana. Es difícil ser Santa durante el día y luego

servir y limpiar mesas aquí hasta las dos los fines de semana,

pero sólo por un par de semanas más.

—Con lo que yo te ofrezco, incluso podrías ser capaz de

renunciar a este trabajo si quieres o tal vez sólo trabajar los

fines de semana. O podrías trabajar para mí durante la semana

y los fines de semana aquí. Tu deuda se pagaría pronto y me

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gustaría tener a alguien de confianza para cuidar de Michael.

¿Qué piensas? —Max contuvo el aliento, sorprendido por lo

mucho que quería que Derek aceptara el trabajo. La idea de

trabajar en estrecha colaboración con Derek hizo su corazón

saltar.

—¿Puedes hacer eso? ¿Sólo ofrecerme un trabajo como

ese? Sabes yo ni siquiera sé quién eres. Sólo te conozco como

Papá Max —Derek sonrió, mirando tímidamente.

—Max Martin. Soy propietario de las Tiendas

Departamentales Martin, los ocho de ellas. Puedo ofrecerte el

empleo y pagarte bien por eso. Voy a dejar que pienses en eso

y me puedes dar tu decisión mañana, cuando vayas a su turno.

Pero en este momento, debes comer algo y volver al trabajo —

Max tomó un ala de pollo. —¿Hay alguna posibilidad de

conseguir un baile si me quedo cerca?

Los ojos de Derek se abrieron, luego asintió, su brillante

sonrisa llamando la atención de Max a los labios y haciéndole

preguntarse cómo podía degustarlos. Derek atrapó su mirada y

se sonrojó. Este chico es una delicia, pensó Max. Tenía que

hacer una pregunta más.

—¿Estás saliendo con alguien?

—No señor —respondió Derek seriamente. —No bailaría

contigo si estuviera viendo a alguien más.

—Deja el señor. Soy Max y si tomas el trabajo, tal vez

señor Martin —Sonrió. —Veremos eso luego. Sin embargo, esta

noche sólo soy Max.

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Asintiendo, Derek consultó su reloj y casi inhaló su caja de

papas fritas. Cuando hubo terminado, Max tomó sus alas y té y

se dirigió de regreso al bar.

Su mesa estaba ocupada, así que se sentó en el extremo

de la barra y comió sus alas, bebió su té y vio lo que él

consideraba como el espectáculo de planta; gráciles

movimientos de Derek en y alrededor de todo el mundo

mientras trabajaba. A la hora del cierre Derek cerró la puerta

tras el último cliente y se acercó a Max. Miró al camarero en el

bar y le dijo —Voy a tomarme unos minutos, luego, voy a

limpiar. Le debo a este hombre un baile.

Max se alegró de ver el visto bueno del camarero mientras

tomaba un interruptor detrás de él, apagando todas las luces,

excepto las de la portería. Derek se acercó a una máquina de

discos grandes pasada de moda en la esquina, colocó un poco

de dinero y marcó unos números.

—Coloqué dos — dijo Derek. —¿Está bien?

Cuando las primeras notas de –Halo- de Beyoncé sonaron,

Max abrió los brazos y Derek entró en ellos. Max lanzó un largo

suspiro, saboreando la sensación del otro hombre en su contra.

Derek era unos siete centímetros más bajo, por lo que su

cabeza encajó perfectamente en el hueco del hombro de Max.

Sus pies no hacían mucho movimiento, pero cambiaron lo

suficiente como para llamar a eso un baile.

Max levantó una mano para pasar los dedos por el cabello

que había estado soñando con tocar desde que lo había visto

por primera vez.

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El cabello de Derek era marrón claro. Fino y suave, que

caía sobre la frente con una ligera onda, mientras que en la

parte posterior colgaba directamente sobre su cuello. Max

movió sus dedos a través de los suaves mechones y se

estremeció. Podría haber jurado que oyó un quejido ahogado

contra su hombro.

Retrocediendo un poco, miró a Derek y le preguntó —

¿Estás bien?

Derek asintió rápidamente y se apoyó en él. Deslizó sus

brazos alrededor de Max, moviéndose lentamente, vacilante,

sobre la espalda de Max. Max bajó aún más cerca, hasta que

sintió la dura polla de Derek contra su muslo. Se movió por lo

que sabía que Derek podía sentir su erección presionando

contra el estómago de Derek. Derek se estremeció y apretó sus

brazos. La canción terminó, pero Max mantuvo los pies en

movimiento, con los brazos apretando alrededor de Derek

cuando Michael Buble llegó con -Save the Last Dance-. Oh,

dulce.

—¿Alguien se molestará si te beso? —Max miró al

camarero que afanosamente limpiaba la barra y al otro

camarero apilando las sillas a las mesas.

—No lo creo. No importa tampoco. Si no te gusta cómo

bailo, ¿aún puedo tener el trabajo? — Derek bromeó.

Max se rio y luego bajó la cabeza, apretando los labios

sobre los de Derek. Sí, esa era una mala idea, salir con alguien

que estaría trabajando para él, pero no era capaz de

preocuparse por eso ahora.

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No cuando Derek sabía tan maravillosamente a menta en

lugar de las papas fritas que había tenido para la cena. Derek

había utilizado una pastilla de menta, ¿tal vez con la esperanza

de ser besado?

No se podía negar que Max estaba cayendo por él. Derek

encajaba tan perfectamente contra él y besaba como un sueño,

suave, pero no descuidado. Derek besaba como un hombre, su

lengua empujando en la boca de Max, barriendo a través y

conquistando a Max en segundos. Max conoció la lengua de

Derek y lo chupó, disfrutando de la sensación dentro de su

boca. Imágenes de los dos en su cama matrimonial, sin

sábanas o ropa entre sus cuerpos desnudos, saltaron a su

mente.

Sería mejor que saliera de aquí.

La música se detuvo y Max sacó su boca de la de Derek,

pero no pudo mirar a los labios húmedos sin querer sumergirse

de nuevo. Lentamente retiró sus manos lejos, una de cabello de

Derek y la otra de la parte baja de la espalda.

—Mañana. Piensa en eso. Esto —Max señaló a Derek y

luego a sí mismo —no afectará tu trabajo en forma alguna, así

que no te preocupes. Voy a trabajar en un sueldo y

hablaremos... bien, más tarde el día de hoy. Descansa un poco

y te veré pronto — Max se inclinó para dejar un beso en la boca

un poco abierta de Derek. ¡Maldición! Amaba esa boca.

Derek lo siguió hasta la puerta del frente y se quedó ahí

mirando como el auto de Max se alejaba. Max lo supo porque él

miró por el espejo retrovisor y vio a Derek ahí de pie con una

mano en su boca y la otra alrededor de su cuerpo.

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Capítulo Tres Entonces papá Max era papá Martin, propietario, no

simplemente uno de los ejecutivos de la empresa. Wow. Y para

ir un poco más lejos en la categoría de Oh-Dios-Mío, Max era

claramente gay, a pesar que los seis años de edad de su hijo

evidenciaran lo contrario. Derek optó por creer en la evidencia

del baile y en el beso como verdaderos indicadores de las

preferencias de Max. Maldición, el hombre sabía besar, además

de ser tan hermoso como para caer muerto, padre amoroso,

increíblemente rico y la mejor parte, interesado en él. En Él.

Derek Campbell. Tal vez la Navidad estaba llegando más pronto

este año.

Derek montó el ascensor hasta las oficinas. Para cuando

las puertas se abrieron, escuchó un agudo grito seguido de un

—¡Papá, detente!

Por un instante, Derek se quedó inmóvil, sin saber qué

hacer. ¿Michael estaba en problemas? Ese grito que hiela la

sangre implicaba eso, pero seguramente... ah, risas. Derek

suspiró de nuevo al oír la risa del pequeño niño, seguido de un

gruñido de Max.

La puerta de la oficina de a lado del ascensor se abrió y

Michael se asomó, riendo.

—Te dije que oí el ascensor papá. Es Santa... creo.

¿Dónde está tu traje rojo Santa? — Los ojos de Michael

brillaban mientras corría hacia Derek.

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Derek se agachó para alcanzar y levantar a Michael.

Mientras lo hacía, Max apareció en la puerta, mirando su reloj.

—Vine temprano. Lo siento. Puedo volver luego. Sólo

estaba...

Derek se detuvo, sin querer admitir que estaba ansioso de

mirar de nuevo esos ojos verde azul y descubrir si la noche

anterior había sido o no un sueño.

—No, eso está bien. Sólo íbamos a pedir un almuerzo

tardío. ¿Quieres unirte a nosotros? —Max ofreció. Dando un

paso atrás, invitó a Derek a entrar.

—Sí, come con nosotros Santa —dijo Michael, con los

brazos alrededor del cuello de Derek. Luego, viéndose serio,

susurró —Sé que no eres realmente Santa, pero no sé tu

nombre real.

Derek se detuvo junto a la puerta, bajó a Michael y se

inclinó para ofrecerle su mano. —Hola Michael, soy Derek

Campbell. Encantado de conocerte.

Michael volvió a reír y sacudió la mano. —Hola Derek.

¿Qué es lo que quieres para almorzar?

—Lo que ustedes tengan estará bien.

Max se rio entre dientes. —Es posible que desees volver a

pensar eso. Michael ha ordenado un perro caliente y

macarrones con queso.

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—Me parece bien. Supera el ramen que tuve para el

desayuno —Derek siguió a Michael al gran sofá y se sentó junto

a él.

—Hmm —Max consideró. —Creo que podemos hacer algo

mejor. ¿Qué tal lo que yo tengo? ¿Ensalada de pollo y fruta?

El estómago de Derek gruñó en aprecio ante la mención

de la comida para adultos. Había crecido harto de sopa barata y

espaguetis enlatados. Max pareció leer su mente y se echó a

reír.

A su lado, Michael se rio y Derek le dio un golpecito

debajo de la barbilla. —¿Qué te tiene todo risueño, tontito?

—Estás viendo a mi papá. Le gustas, te lo puedo decir.

Apuesto a que él te ve también.

Derek consideró el gracioso fraseo y entonces recordó que

la primera vez que conoció a Michael, lo había oído decir que

quería a alguien que lo viera. Entonces, Michael pensaba que su

papá podría ser ese alguien, ¿huh?

Revolviendo el cabello de Michael se llevó un dedo a los

labios. —Shh. Ya está bien para ti, pequeño emparejador.

—¿Qué significa eso?

—No importa —Para cambiar de tema, Derek entró en

modo de Santa. —¿Qué quieres para Navidad este año Michael?

¿Has sido un buen niño? —Abrió los brazos y Michael se

arrastró sobre su regazo.

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Con una cara muy seria, Michael dijo —He tratado de ser

bueno. Prometí no vagabundear alrededor de la tienda nunca

más, sin que alguien esté conmigo. Papá no podría soportar

que me sucediera algo y yo no quiero hacerlo infeliz, así que

voy a ser muy bueno. —Michael miró de Derek a Max, que

estaba caminando de regreso hacia ellos después de ordenar

que les llevaran la comida. Martin tenía una agradable cafetería

en el primer nivel.

—Eso es ser un buen chico Michael, pero no me dijiste lo

que querías este año —Se inclinó y le susurró al oído de

Michael —Ho, ho, ho.

Michael se echó a reír. —Ho, ho, ho. Quiero una mascota.

Me gustaría un gran perro grande, pero un pequeño gato

también estaría bien.

Derek miró a Max, cuya expresión de dolor sugería que

esto no era una nueva solicitud. Derek levantó las cejas

preguntando. Max asintió, resignado y murmuró —Gato.

—Bueno ya que has sido un buen chico y me prometes

no preocupar más a papá, voy a ver qué puedo hacer al

respecto. Una mascota es una gran responsabilidad, sin

embargo. ¿Vas a hacer que tu papá cuide de él o vas a hacerlo

tú? —. Derek sonrió cuando Michael se retorció en su regazo.

—Yo lo haré. Voy a cuidar muy bien de la mascota. Voy a

sostenerla y acariciarla y alimentarla. Voy a jugar con ella y

asegurarme de que no esté sola nunca —Michael saltaba con

entusiasmo.

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—Hey, amigo —Max levantó a Michael del regazo de

Derek y lo elevó por encima de su cabeza, haciendo que el niño

se riera otra vez. —¿Por qué no vas al lado y juegas Mario

mientras hablo con Derek durante unos minutos? Te llamo

cuando el almuerzo esté aquí. ¿Trato?

—Ok papá. Por favor dale a Santa Derek el trabajo. Me

gusta mucho. Él te ve.

Max cuestionó a Derek con una mirada, entonces bajó a

Michael y lo mandó a jugar con una palmada en el trasero.

En la puerta, Michael se volvió. —Adiós, eh, señor...? —

Inclinó la cabeza, el ceño fruncido en su carita mientras trataba

de recordar el apellido de Derek.

—Derek está bien, si eso está bien con tu papá.

Max asintió y Michael sonrió. —Adiós Derek, nos vemos en

unos minutos.

Mientras los dos hombres se reían, Max dijo —A veces sus

opciones hacen explotar mi mente —Entonces se sentó en el

sofá al lado de Derek.

—Es un gran chico Max, de verdad. Es muy dulce y

realmente te ama.

—Escucha, quiero darte las gracias una vez más por el

reconocimiento de una situación y por llamar mi atención. Voy

a admitir que estaba un poco asustado al principio, pero

después de ver las marcas en él y escuchar lo que dijo sobre la

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forma en que lo amenazaba Tawna; bueno, sentí como si le

hubiera fallado a mi hijo —La voz de Max se sacudió.

—Es todo sobre la cosa de asumir. Pensaste que tenías

todo cubierto. Estoy seguro de que por esto Tawna actuó de

manera muy diferente a tu alrededor, ya sabes, haciéndote

pensar que se preocupaba por él y así sucesivamente.

Max negó con la cabeza. —Tal vez, pero tendría que

haber prestado más atención. Este es mi hijo.

Derek tocó el brazo de Max. —Hey, tan pronto como te

enteraste, te hiciste cargo del asunto. Tengo curiosidad sin

embargo. Ella no luce mucho como un empleado, si no te

importa que te lo diga.

Max bajó la cabeza por un momento y luego, con una voz

mucho más tranquila comenzó diciendo —Te has ganado el

derecho a cuestionar mi decisión en este caso. Tawna fue

recomendada por mi anterior secretaria, Martha, quien había

estado conmigo durante muchos años. Tawna es su sobrina.

Fue un poco una situación de emergencia ya que Martha se

enfermó y su médico le dijo que tendría que retirarse debido a

la naturaleza de su enfermedad —Max llevó ambas manos

frotándolas sobre su cara, como si tratara de borrar los

recuerdos. Continuó con su historia.

—Hablaba como si amara a los niños y estuviera

encantada de estar pasando tiempo con Michael. Soy una total

vergüenza como padre. No puedo decirte cómo me ha afectado

eso.

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—Oh cariño, date un descanso — Derek alisó su mano

sobre la de Max. —Ya está hecho ahora y Michael está seguro.

Entonces, háblame de esta oferta de trabajo. Estoy muy

interesado. No estoy por encima de hacer el trabajo de

secretaría, sobre todo para el dueño de Martin. No me

importaría pasar más tiempo con Michael. Como dijiste ayer por

la noche, podría trabajar como un duende conmigo, abajo, en

mis turnos. Es muy bueno con los otros niños.

Max bajó la mirada hacia la mano de Derek y Derek se

preguntó si debería haberlo tocado justo cuando se le preguntó

sobre el trabajo. ¿Parecía que se estaba ofreciendo para algo

más que trabajar para él? Jaló su mano hacia atrás.

—¿Qué pasa? —Preguntó Max, mirando rápidamente a

los ojos de Derek.

—Yo, uh, yo simplemente no quiero que pienses que

estaba tratando de... —Derek no quería terminar la frase.

—¿No quieres que parezca que estás ofreciéndote para

conseguir el trabajo? —Max adivinó correctamente.

Derek se sonrojó. —Sí.

—Relájate. No pensé eso. Estabas siendo amable. Eso era

lo que yo estaba pensando... —Max pasó a nombrar el salario

que casi hizo que Derek jadeara, pero ¿que tan profesional

sería? Cuando Max pasó a explicar la posición, Derek sabía que

estaba más que calificado para el trabajo.

—Ven conmigo. Te daré las llaves para que seas capaz de

entrar y salir cuando quieras —Max se levantó y se dirigió a la

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puerta por donde Michael había desaparecido, diciéndole que

estaría de vuelta en un minuto y que el almuerzo llegaría

pronto.

Salieron de la oficina de Max y se dirigieron a la de Tawna

al final del pasillo. Max mostró a Derek dónde estaban las cosas

y luego metió la mano en el cajón del medio donde estaban las

llaves; excepto que éstas no estaban.

—Ahora, eso no está bien. Ella dijo que dejaba las llaves

justo ahí. Como cuestión de hecho, la vi ponerlas ahí mientras

estaba limpiando sus cosas —Max se rascó la cabeza.

—¿La viste dejarlas? —Preguntó Derek, su mente

trabajando.

—Sí, ella... espera, no, creo que no lo hice. Mi teléfono

sonó y yo caminaba por el pasillo mientras hablaba con alguien

de la cafetería. Ella caminó por mi lado y resopló en su paso

hacia el ascensor, disparándome dagas de sus ojos. Así que por

un par de minutos estuvo sola aquí. ¿Para qué demonios se

llevaría las llaves?

—¿Qué tan enojada estaba? —Derek se preguntó en voz

alta.

—Bastante enojada, en realidad. Pero no tanto como yo,

muchas gracias. Volvamos. No quiero que Michael esté solo por

mucho tiempo. A primera hora de la mañana, tendré que

cambiar las cerraduras y mandar a hacer nuevas llaves.

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Derek siguió Max regresó a su oficina. El ascensor timbró

y un camarero salió, empujando un carro cubierto con cúpulas

de plata. El almuerzo había llegado.

Derek se ofreció a hacerse cargo de lo que traía el

camarero y ante el asentimiento de Max, el hombre se fue.

Derek llevó el carro a la habitación y lo puso delante del sofá.

Max llamó a Michael y lo tomó en sus brazos cuando el niño

entró corriendo en la habitación. Derek sonrió ante la unión

entre los dos. Max acomodó a Michael en el sofá e indicó a

Derek que debía sentarse a otro lado del niño.

El almuerzo fue delicioso y divertido, especialmente con

todas las preguntas tontas que Michael hizo. Derek se sentía

como si estuviera en un show. Eso hizo la comida muy

agradable.

—¿Crees que voy a ser tan alto como mi papá? Un chico

de mi clase dijo la cosa más divertida la semana pasada. Dijo

que los pollos tienen labios. Pero los pollos no tienen labios.

Tengo el cabello rubio como mi mamá, entonces ¿tu mamá

tiene el cabello marrón? ¿Puedes nadar? Yo puedo. Papá

también puede hacerlo. ¿Has estado alguna vez en

Bangladesh? Me gusta ese nombre. Bangladesh. ¿No es un

nombre genial? Fuimos a comer una vez y este chico que

estaba ahí para reunirse con mi papá ordenó esa cosa. Se veía

viscosa. Dijeron que tenía un nombre raro, pero eran caracoles.

¿Puedes creerlo? ¡Caracoles! Papá trató de hacer que dejara de

reír, pero no pude.

El tren de pensamientos de Michael pasaba de una pista a

otra tan rápidamente que Derek sólo logró conseguir algunas

respuestas de entre las preguntas y comentarios.

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Derek decidió que la mente de un niño de seis años de

edad, era una cosa increíble.

El niño se emocionó al enterarse de que Derek sería su

nueva niñera y se entusiasmó porque le estaría permitido llevar

su traje de duende y sentarse con Derek durante algunos de

sus turnos. Abrazó a su padre y lo besó en la mejilla y luego se

volvió hacia Derek e hizo lo mismo. Derek se encontró con los

ojos de Max sobre la cabeza de Michael y sonrió.

—Espera —dijo el chico de repente. —¿Vas a ser la

secretaria de papá? Pero ¿no es ese el trabajo de una chica?

—Ya no es así. Tal vez lo era hace mucho tiempo, pero es

un trabajo importante. Lo que necesito, sin embargo, es más

bien el carácter de un asistente personal —Dijo Max. —Me

vendría bien un poco de ayuda con las citas. Ahora que lo

pienso, Tawna nunca hizo ninguna planificación o programación

para mí y su tía solía hacer eso. ¿Crees que nunca confié en

ella y no me di cuenta de eso?

—Secretaria, asistente personal, recadero glorificado,

cualquiera de esas cosas suenan bien para mí. Voy a asumir

cualquier tarea extra que se te ocurra. Quizás si tuvieras algo

de la tensión fuera de ti, tendrías menos migrañas. Con el

sueldo que estás ofreciendo, incluso podría dejar mi otro

trabajo por completo —dijo Derek. —Michael me dijo que

ambos vivían en el ático.

Michael miró a Max como pidiendo permiso. Max asintió y

Michael señaló hacia el techo.

—Genial —dijo Derek. —Eso es hablar de un corto viaje.

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Max le dijo —Es muy grande para nosotros dos, pero

algún día esperamos tener a alguien que se una a nosotros.

—Si tuviera una mascota, no estaría tan solo allá arriba —

dijo Michael, de forma para nada sutil.

Max agarró a Michael y le frotó la cabeza, luchando con él

y riéndose de la persistencia del pequeño.

—Chicos, esto ha sido muy divertido, pero me tengo que

ir abajo y vestirme para trabajar mis turnos. Sólo hay dos hoy,

porque hoy es domingo. ¿Debo empezar a trabajar mañana,

Max? —Hizo a Derek feliz el pensar en trabajar tan

estrechamente con Max y Michael.

—Te acompaño hasta el ascensor. Michael, espera aquí

¿de acuerdo? Tengo un pequeño viaje planeado para nosotros

hoy.

—Ok papá. Nos vemos Derek.

Cuando llegaron a la sala, Max tocó el brazo de Derek

antes de que sonara el ascensor. Al ver la mirada en los ojos de

Max, Derek no dudó en entrar en sus brazos. De pie tan cerca,

Derek tuvo la oportunidad de ver más de cerca los ojos de Max

y vio que eran naturalmente hermosos. No había lentes de

contacto, sólo un profundo color verde azulado que era

realmente fascinante.

—Mmm —Max lo abrazó. —Deseé hacer eso todo el día.

No puedo decirte lo bien que te sientes en mis brazos. Espero

no estar solo en esto.

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—No, para nada. Estoy aquí contigo, disfrutando estar en

tus brazos. Odio tener que irme, pero no quiero llegar tarde —

A pesar de la proclamación, no movió un músculo para

separarse de los brazos de Max.

Max apretó su abrazo y se balanceó de un pie a otro, ida y

vuelta, riendo. —Lo sé. Voy a ser bueno y te dejaré ir. Tenemos

que trabajar en algo, sin embargo. Quiero pasar un tiempo a

solas contigo, que no tenga nada que ver con el trabajo. Ah y

una de las primeras cosas que quiero hacer es empezar a

buscar el gatito de Michael para la Navidad. No es alérgico,

¿verdad?

—Mmm-mmm. Voy a ver alrededor. Estará muy feliz.

Escucha, tengo que irme Max. ¿Beso rápido? —Derek se sintió

atrevido por preguntar, pero no quería irse sin un beso.

Max bajó la boca hasta la de Derek, en un beso que dejó

sin aliento a Derek. Era fuerte con la boca abierta, dientes,

lenguas y la pasión quemando. Derek gruñó y trató de empujar

a Max, estrechándolo contra él. Ninguno oyó la puerta

abriéndose detrás de ellos, pero escucharon una risita antes de

que la puerta se cerrara calladamente.

—Uh-oh. —Derek sabía que Michael se estaría divirtiendo.

Estaba preocupado por cómo Max se ocuparía de eso.

—Pequeño diablillo. Es mi culpa. Vamos, te veré en la

mañana. Me lo llevo al cine y saldremos a cenar. Que tengas

una agradable tarde. Estoy deseando que llegue mañana.

Max fue a buscar a Michael y Derek fue a trabajar.

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Derek había estado trabajando para Martin en su nuevo

cargo desde hacía una semana. Había dejado su trabajo en el

Tango y estaba consiguiendo más horas de sueño de las que

había tenido en meses. Encontró el trabajo que hacía por Max

interesante y estimulante. Max era un CEO ocupado y Derek

encontró que hacía malabares entre sus citas de reuniones,

ocasionales apariciones para actos de caridad y los normales

negocios diarios en la oficina.

Le había tomado un par de días para darse cuenta de que

Tawna se había centrado en lo que la mantuvo en el radar de

Max, después de haber ido a menudo, de acuerdo con Max, con

preguntas y problemas que Derek manejaba por su cuenta.

Dos veces, Max se mostró sorprendido por la facilidad con

que Derek había asistido a asuntos que Derek consideraba

básicos. Mientras que antes dos o tres personas se habían

lanzado para ayudar con los deberes de Tawna, ahora, gracias

a Derek, los otros eran libres para concentrarse en sus propios

puestos de trabajo. No era de extrañar que Max hubiera sufrido

de migrañas.

Max tenía las cerraduras de las puertas de la oficina

modificadas desde ese lunes por la mañana, pero las llaves

perdidas se mantuvieron persistentes en la mente de Derek.

¿Por qué Tawna las tomaría? Derek mantenía una estrecha

vigilancia sobre Michael cuando estaban fuera de las oficinas y

en la tienda. A veces los dos bajaban a la cafetería para

almorzar juntos.

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Michael lo disfrutaba charlando con Derek sobre esto o

aquello. Un par de veces, Max se había unido a ellos. La

mayoría del personal mostró aprecio por las capacidades de

Derek y su buen carácter, porque se tomó el tiempo para

aprender sus nombres y construir una buena relación con ellos,

algo que su predecesora evidentemente, no se había molestado

en hacerlo.

Era lunes y el viernes sería Navidad. Derek no tenía planes

de este año ya que ahora estaba solo en el mundo; toda su

familia se había ido. Pensó que se quedaría en casa, ordenar

comida y ver el desfile como él y su madre solían hacer, tal vez

pensar en ella y solo estar de perezoso.

Se las había arreglado para encontrar un refugio local de

animales con los gatitos de la edad adecuada para adopción e

hizo los arreglos para recoger el jueves uno para Michael. Ya

había utilizado la tarjeta que Max le había dado para adquirir

todas las cosas que necesitarían para cuidar de la nueva

mascota, incluyendo alimentos y juguetes. Había hablado con el

dueño del refugio y se había asegurado que el gatito estuviera

listo, después de tener todas las vacunas necesarias. La señora

le dijo que el gato era uno de los dos que salieron de una

camada y ella estaba esperando que alguien se llevara el último

antes de que se cumpliera el tiempo. Derek tuvo que morderse

la lengua para no decir que adoptaría el gatito restante. Tener

una mascota nunca se le había ocurrido antes de hacer todos

los arreglos para la de Michael.

No había pasado tanto tiempo a solas con Max como

Derek había esperado, pero había habido largas miradas entre

ellos ya que trabajaban juntos o se cruzaban uno a otro

durante el día.

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Derek adquirió más y más funciones. Hacía los arreglos

con la tintorería para los trajes de Max y se hizo cargo de

algunas de las tareas del hogar, como pedir comida para el

ático, como cereales y refrigerios saludables para Michael.

—¿Estás ocupado? —Derek oyó la voz de Max y

experimentó el escalofrío que por lo general le inducía. Max

había estado fuera de la oficina todo el día en reuniones con los

responsables de las otras tiendas. Derek había arreglado llevar

refrescos a la sala de juntas a las cuatro y estaba cerca de eso

ahora. Michael estaba sentado junto a él, después de haber

terminado de trabajar en sus propios y muy importantes

papeles. Derek había instalado una pequeña mesa junto a la

suya y Michael pasaba tiempo con él todos los días, trabajando

junto a él en los papeles para papá.

—No en este instante. Tengo que bajar para mi turno.

Michael, cariño, ve y colócate tu traje —dijo. Michael se levantó

y corrió hacia Max para un rápido abrazo antes de entrar en el

cuarto de baño contiguo a cambiarse. —Me estoy preparando

para cerrar aquí e irnos. ¿Hay algo que necesites? —Derek

bloqueó los cajones de la mesa y se levantó.

—¿Quieres decir, además de un tiempo a solas contigo?

—Max sonrió con tristeza y se acercó más. ¡Oh, cuanto ansiaba

Derek un beso de él... o varios.

—Si, además de eso. Tengo que programar algún tiempo

para eso, ¿huh? —Derek dijo, sin burlarse realmente.

—Ahora ahí hay una idea —Max se acercó aún más y

Derek pensó que iba a inclinarse para darle un beso.

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Su corazón latía con fuerza. Entonces oyó a Michael

saliendo del baño.

—Derek, estoy listo. Papá, ¿vas a besar a Derek de

nuevo? —Michael miraba expectante.

—Pensé en eso chico, pero no hay tiempo en este

momento —Max dijo, inclinándose para recoger a Michael de

nuevo. —¿Cómo está mi duende favorito hoy?

—Estoy bien papá. Derek y yo tenemos que ir a hacer

fotos ahora. Nos vemos después de mi turno —Derek y Max

ambos se rieron de esas palabras viniendo de un niño de seis

años de edad.

Max ajustó a Michael de nuevo y dijo en voz baja a Derek

—Te veré después de tu último turno esta noche.

Derek se estremeció de nuevo, ante la promesa de esas

palabras. Antes de que pudiera decir algo, el ascensor se abrió

para revelar varios de los asociados de negocios de Max, que

llegaban aquí para la reunión.

Santa tenía un poco más de chispa extra para la tarde.

Las fotos serían probablemente las mejores del grupo sólo

porque Santa estaba tan malditamente feliz y emocionado

acerca de esa noche.

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Capítulo Cuatro Esa noche, Max estaba de hecho esperándolo cuando

terminó su turno. Michael ya había sido recogido por su papá

hacía tiempo y estaba probablemente en la cama cuando sonó

el teléfono de Derek mientras se estaba cambiando.

—¿Puedes venir al ático? Quiero verte. ¿Tienes hambre?

—La voz de Max era ronca y Derek comenzó a preguntarse si

estaba hablando de comida.

—Puedo y lo estoy, pero no salgas de tu camino. Estaré

simplemente feliz de pasar tiempo contigo —Derek no se

molestó en darle vueltas al asunto. Quería que Max supiera que

estaba interesado en tomar su... no sabía si podría llamarse

una relación... tal vez más tarde. Sólo sabía que quería sus

manos sobre Max y viceversa. Tanto así que tuvo que

recordarse a sí mismo que el ascensor no estaba tomando más

tiempo de lo habitual para llegar, solo se sentía como eso.

Y chico, conseguiría lo que quería.

—Michael está dormido. Tengo algunos bocadillos para ti,

para más adelante. Ahora mismo, te necesito.

Derek respondió caminando directo a los brazos de Max,

la cabeza inclinada ofreciendo su boca.

Max tomó la boca de Derek con toda la pasión que se

había acumulado durante la última semana de querer y no

tener. Derek sabía eso, porque sentía lo mismo.

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Se empujó contra Max, con ganas de estar más cerca del

fuerte calor que lo atraía como un imán a las virutas de hierro.

Max se alejó y la decepción de Derek debió haberse

mostrado en su rostro ya que Max se rio entre dientes. —

Vamos. No quiero que Michael se despierte y venga a

buscarnos. Quiero una puerta cerrada y a ti desnudo —Dudó.

—¿Es demasiado?

—Mmm, no todavía. Muéstrame el camino —Derek dejó

que Max tomara su mano y lo llevara por un pasillo que se

había vuelto familiar, por todo el tiempo que había pasado en el

ático con Michael. Ahora, toda su atención se centró en la mano

que sostenía y en el excitante cuerpo que le seguía.

Derek entró en la habitación y se movió a un lado,

mientras Max cerraba la puerta. Entonces Max se volvió hacia él

y le susurró —Todavía tengo un monitor para poder oír si

Michael se despierta. Aparte de eso solo somos tú y yo.

Finalmente.

Derek no dijo nada, ni verbalmente. Alargó la mano hacia

los botones de la camisa de Max y comenzó a abrirlos,

consiguiendo su primer vistazo del cuerpo de Max. Había

suficiente vello en el pecho para que fuera sexy sin ser una

alfombra de lana. Derek mostró su aprecio al inclinarse para

lamer primero un pezón y luego el otro. Le gustaba el sonido de

la respiración contenida de Max y el modo como Max le agarró

la cabeza, sosteniéndolo en su lugar.

—Mmm, Derek, se siente tan bien —murmuró Max

cuando los labios de Derek se arrastraron hacia arriba hasta el

cuello, estableciéndose detrás de su oreja.

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Derek sintió el cuerpo de Max temblar mientras sus labios

se movían y su lengua buscaba carne y sabor para atraer a sus

sentidos. Acarició su nariz contra el cuello de Max mientras

mordisqueaba una clavícula juguetonamente. Necesitaba más,

quería sentir todo de Max contra él. Dando un paso hacia atrás,

tomó el cinturón de Max.

En poco tiempo Max quedó desnudo ante él, mientras la

mirada reverente de Derek disfrutaba su perfección. Ni siquiera

dio tiempo a Max para llegar a él, sino que arrojó su ropa en

menos tiempo de lo que tardó Max para formar una pregunta.

Max lo recompensó al acercarse de nuevo y dejar caer su boca

para cubrir ansiosa la de Derek. Imaginándose que Max era tan

fuerte como grande, Derek puso sus brazos alrededor del cuello

de Max y saltó, rodeando sus piernas alrededor de la cintura de

Max.

Max se apresuró a agarrar a Derek contra él y lo mantuvo

aún más cerca. Los brazos de Derek se apretaron alrededor de

Max y suspiró al pensar que no podrían estar más cerca. Pero

estaba equivocado. Max lo llevó a la cama y lo presionó en la

misma. Durante unos segundos, su peso fijó a Derek al colchón

y a Derek le encantó. Cuando Max trató de moverse, Derek lo

mantuvo inmóvil.

—Quédate así. Me encanta la forma en que te sientes

encima de mí. Estoy rodeado de ti Max. Hueles bien, se siente

bien y te deseo tanto. Quiero que me folles tan urgentemente

que apenas puedo soportarlo.

Max se rio en voz baja, pero tomó parte de su peso de

Derek. El grueso y suave edredón azul marino se sentía

maravilloso debajo de él y Max se sentía aún mejor a su

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alrededor. Max era lo suficientemente grande para hacer eso,

estar a la vez al lado y por encima de él y Derek pasó las

manos por la mayor cantidad de ese perfecto cuerpo que pudo

alcanzar. Se deleitaba en los increíbles hombros de Max que se

reducían hasta una esbelta cintura y delgadas caderas y piernas

musculosas que eran muy largas.

—Derek, esta semana ha sido una locura. He pensado en

besarte, en hacerte el amor, tantas veces. Has cambiado mi

vida, tanto en casa como en el trabajo. Mis migrañas incluso se

han detenido. Has sido muy bueno para mí. Ahora quiero ser

bueno para ti… contigo.

Derek llevó sus manos a las mejillas de Max y lo sostuvo

durante un largo beso lleno de pasión. Puso todo lo que sentía

en el mismo y Max gimió correspondiendo completamente. De

repente, Max arrancó sus labios de Derek y se volvió

alejándose. Derek casi gritó de espanto, hasta que vio llegar a

Max a su mesita de noche.

Derek pateó las mantas hacia abajo para crear un nido

cómodo para que jugaran en el. La vista del culo de Max lo

tentó para alcanzarlo y deslizar su mano por los redondeados

globos. Le acarició la suave piel ahí entonces alivió sus dedos

en el pliegue, tentando más y más hasta que tocó con la punta

del dedo el agujero de Max. Max se sacudió al principio, pero

luego se echó hacia atrás, esperando claramente sentir más.

Derek se lo dio, haciéndolo sólo un poco, no queriendo ir

demasiado lejos sin lubricante para hacerlo más fácil. Desde

luego, no quería herir a Max. Esto era todo acerca de compartir

y sentirse bien. Max se volvió hacia él y Derek se recostó contra

las almohadas, esperando por él, abriendo los brazos cuando

Max estuvo listo.

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Max puso las cosas en la almohada junto a la cabeza de

Derek y se inclinó para darle un beso. Derek abrió la boca y su

lengua se encontró con la lengua de Max, jugando por un

momento y luego chupando la lengua de Max en su boca. Abrió

los ojos y vio a Max observándolo. Por alguna razón, eso lo

encendió. Nunca había pensado en eso antes, pero usualmente

cerraba los ojos cuando besaba prefiriendo eso a encontrarse

con la mirada de un amante. La mirada en los ojos de Max lo

puso más caliente de lo que había creído posible.

Derek gruñó y continuó chupando el pequeño músculo

flexible dentro de su boca, manteniendo los ojos fijos en Max

mientras estos se oscurecieron y encendieron. Finalmente Max

cerró los ojos, como si capitulara algún tipo de batalla. Derek

hizo lo mismo, centrado ahora en la sensación de la lengua de

Max en duelo con la suya. Sólo la necesidad de una profunda

inspiración lo hizo romper el beso y apartarse.

—Max, soy más o menos tuyo, pero hazlo, por favor —

Derek sabía que sonaba como si estuviera rogando, pero no le

importaba.

—Oh bebé, no tienes que pedirlo dos veces. Sólo para

que conste, soy bastante tuyo también. ¿Qué piensas de eso?

— Max agarró el lubricante y el condón.

—Creo que la Navidad llegó temprano este año —Derek

oyó el sonido ronco de su propia voz. Podía ver por la expresión

de Max que le gustaba su respuesta.

Max se inclinó y le susurró —¿De rodillas o espalda?

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—Oh, de espalda. Quiero verte. Yo, uh, no he estado con

nadie en mucho tiempo. He estado ocupado, uh, simplemente,

ve despacio, ¿de acuerdo? —Derek deseaba a Max más de lo

que nunca había deseado nada, pero no quería arruinar las

cosas haciéndose daño.

—Ha sido un tiempo también para mí y no ha habido

muchos de esos. Voy a ser muy cuidadoso contigo.

Max se preparó, cubriendo su dura polla con un condón y

deslizando abundante lubricante. Derek lo miró a los ojos y se

apoderó de sus propias piernas, tirando de ellas hacia arriba

para dejar espacio a Max entre ellas. Max lubricó sus dedos y

luego alcanzó el pequeño agujero apretado que apareció ante

él.

Derek se sacudió ante el dedo que se deslizaba en su

interior. Suspiró y se apretó contra la intrusión, disfrutando de

la sensación de los dedos de Max invadiéndolo, extendiendo el

apretado anillo de músculos y luego empujando más profundo,

girando y girando. Incapaz de guardar silencio, Derek zumbaba

de placer mientras Max introducía otro dedo, lentamente

facilitándolo dentro y fuera. Derek sacudió, saboreando cada

movimiento en su interior.

—Uno más, necesito uno más Max. Eres un tipo grande.

Mi gran hombre, ¿huh?

—Sí, Derek, soy tu gran hombre, eso es seguro. Aquí

tienes. Ahora déjame saber si te duele —Max lo observó con

atención mientras insertaba otro dedo en el agujero estirado de

Derek. Un sonrojo y luego una sonrisa se dibujó en el rostro de

Derek y Max se rio entre dientes.

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El dedo añadido envió oleadas de sensaciones intensas

que irradiaban hacia fuera desde el lugar donde tres grandes

dedos se movían y se retorcían en su interior.

—Por favor Max.

Eso fue todo lo que Max necesitó. Sacó sus dedos y los

secó en la sábana a su lado. Derek miró fijamente a su amante

mientras Max cambiaba de posición y no perdió tiempo en

hacer a Derek suyo. Cuando la ancha cabeza de la polla de Max

lo invadió, Derek gruñó y luego suspiró.

Max no se detuvo. Una vez que hubo violado el agujero

entre las tensas mejillas del culo de Derek, se deslizó hasta el

fondo hasta que sus pelotas descansaron contra el culo de

Derek. Sujetó las piernas de Derek y las colocó sobre sus

hombros y luego apoyó las manos en la cama a cada lado de

Derek. Sólo entonces se dio una pausa, inclinándose para besar

la boca ya abierta de Derek. Derek gimió, gozándose con las

sensaciones de su adolorido y lleno culo y su igualmente llena

boca hambrienta. Empujó sus caderas hacia arriba, dejando

que Max supiera que podía moverse.

Mientras Max aumentaba constantemente la velocidad y la

fuerza de sus embestidas, Derek deslizaba su mano sobre la

medida del cuerpo de Max que podía alcanzar. A pesar de que

su cuerpo estaba siendo tomado por los golpes que recibía,

Derek se deleitaba con la sensación de la piel de Max bajo sus

manos. Apretó los músculos de la espalda de Max, yendo desde

los hombros hasta las caderas y luego agarrando las mejillas

del culo de Max. Acariciando y deslizando, adorando el cuerpo

del hombre que le hacía el amor.

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Derek comenzó a mover los labios sobre el cuello y los

hombros de Max, dejando caer besos luego lamiendo un

camino desde la caída en la base de la garganta de Max hasta

la barbilla y luego sobre su boca. Max aumentó sus embestidas,

su respiración fuerte y rápida. Derek se dio cuenta de que casi

había terminado para él, así que apretó y soltó alrededor de la

polla de Max, amando el estremecimiento de Max y el profundo

gemido.

—Derek, Dios, hombre, estoy llegando. No puedo

aguantar más —. Con esa advertencia, Max se corrió con

fuerza, sacudiéndose dentro de Derek mientras pulsaba una y

otra vez en el condón. Derek sintió el calor dentro de él y eso lo

envió sobre el borde de su propio orgasmo. Se aferró a Max

mientras calor húmedo salpicaba de su polla sobre su

estómago. Los minutos pasaron antes de que Max se retirara

de él, quitándose el condón y acomodándose a su lado. Max

utilizó la esquina de la sábana limpiar a ambos y luego empujó

a Derek contra él.

Derek era de los que se acurrucaban y esperaba que a

Max no le importara. Cuando Max abrió los brazos y lo envolvió

apretado, Derek tuvo su respuesta. Suspiró, con la cabeza

apoyada en el hombro de Max, su mano haciendo diseños

sobre el perfecto pecho de Max, sus piernas enredadas por

debajo.

Max despertó a Derek a la mañana siguiente con un beso.

Se sonrieron el uno al otro sin incomodidad. Después de una

ducha rápida Derek se fue, antes de que Michael se despertara.

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Derek estaba impresionado con su habilidad para pensar

en la noche anterior mientras se abrazaba a los niños,

preguntando por sus sueños de Navidad y sonriendo para las

fotos.

Michael participó en varias de ellas. A Derek le gustaba

pasar tiempo con el niño, más que nada, porque Michael le

recordaba mucho a su papá.

Un niño de la edad de Michael se acercó y Michael lo

reconoció. Después de tomar la fotografía Michael y el niño,

Grayson, estaban junto a la pantalla hablando de cuando la

escuela comenzaría de nuevo y lo que ellos esperaban

conseguir este año para Navidad. Derek mantuvo sus ojos

sobre Michael, aunque sabía que Michael no iba a alejarse de

su lado.

Una mujer joven con dos bebés gritando se acercó. ¿Por

qué en el mundo un padre quería una foto con esos niños

infelices? estaba más allá de él. Derek se dirigió a los más

pequeños en silencio, haciendo todo lo posible para calmarlos.

La niña se calmó hasta que sólo quedaron sus sollozos, pero su

hermano continuó el alboroto. Derek echó un vistazo hacia el

lugar donde Michael estaba con Grayson y su madre. Otro grito

atrajo su atención hacia su regazo mientras el niño lloraba su

desgracia. La madre parecía a punto de llorar también.

—Está bien —le dijo Derek a ella —Esto ocurre a veces —

Los berridos del hermano provocaron otra vez los de su

hermana y los brazos de Derek estaban llenos de bebés

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retorciéndose y llorando. Intentando sostener un suspiro de

frustración, Derek se volvió hacia Michael otra vez. Michael no

estaba ahí.

Derek miró por encima de su hombro, tratando de ver si

Michael y Grayson se había movido detrás de su silla. Todavía

sin ver alguna señal de ellos, se fue contra la política y se puso

de pie con los bebés en sus brazos, entregando uno a uno de

vuelta a su asombrada madre. Ella los colocó aun llorando, en

su cochecito.

—Lo siento señora, pero hay una emergencia. Si puede

volver más tarde, voy a hacer que tomen su foto y la pago de

mi bolsillo. Ahora me tengo que ir —Derek bajó de la

plataforma y buscó por todo el escenario. No vio a Michael.

—¿Michael? Michael Martin, ¿dónde estás? —Derek trató

de mantener la calma. Preguntó a la gente de pie en la fila, —

¿Alguno de ustedes vio a donde se fue el pequeño duende que

estaba sentado conmigo antes? Estaba justo ahí —señaló el

lugar —hablando con su pequeño amigo.

La mayoría de la gente parecía irritada porque el

abandonara el escenario, pero una señora dio un paso

adelante. —Su madre vino a recogerlo, lo vi tomar su brazo. A

ella como que no le importaba lo que estaba haciendo y lo

apartó del otro niño. Pensé que tal vez estaba enojado con él

por algo. Se fueron por ese camino —Señaló detrás del

escenario.

La madre de Michael había muerto cuando él era un bebé,

Derek pensó con creciente pánico. —¿Cómo se veía ella? —

preguntó la mujer.

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—Era bonita, con el cabello rubio. Y vestía muy bien, ya

sabes, en un traje con zapatos caros y un gran bolso Gucci.

Derek apeló a los padres en la fila. —¿Me ayudarían a

buscarlo? Esa no era la madre del niño y necesito encontrarlo

inmediatamente. Si lo encuentran o lo ven, por favor vayan con

cualquier cajero y díganle dónde está.

Derek corrió en la dirección que la amable señora le había

señalado. Sacó el móvil del bolsillo, lo encendió y llamó a Max.

—Hola hermoso. ¿Qué pasa? ¿No estás...

—Michael ha desaparecido.

—¡¿Qué?! ¿Desaparecido dónde? ¿Qué pasó Derek?

¿Dónde estás? — Max sonaba frenético. El corazón de Derek

golpeó y una sensación de malestar se apoderó de su

estómago.

—Creo que fue Tawna —dijo en el teléfono. —Una señora

dijo que una rubia lo tomó del brazo y lo apartó y que se

estaba quejando de él, parecía enojada. Tiene que ser ella. Ven

hasta aquí por favor. Lo siento Max. Estaba de pie justo al lado

del escenario, hablando con un amigo de la escuela. Había

gemelos gritando en mi regazo y me quedé mirando por encima

de él para asegurarme de que todavía estuviera ahí hablando

con este Grayson. La madre del niño pequeño estaba ahí con

ellos. Entonces la siguiente vez que miré, se había ido. Sabe

que no debe alejarse de mi lado, entonces Tawna debió haberle

dicho algo para que se fuera con ella. Lo lamento.

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—Esa perra. Estoy en camino. Búscalo, pero quédate en

ese piso. Mantendré un ojo a mi paso hacia la piso de abajo.

Estoy tratando de no enloquecer aquí.

—Lo siento Max. —Derek no podía disculparse lo

suficiente.

—No es tu culpa. Ella estaba a la espera de una

oportunidad para vengarse de mí por despedirla. Si daña un

cabello de su cabeza, me aseguraré de que su vida sea un

infierno de ahora en adelante. Ayúdame a encontrarlo Derek —

La voz de Max casi se rompió en la última frase.

Derek buscó en todo el piso, diciéndole a cada cajero que

pasaba que estuviera atento y no entrara en pánico. Miró por

todos los rincones. Deseó tener el poder para bloquear las

puertas, pero tenía miedo de que ella ya lo hubiera sacado del

edificio. Lo único que tendría que hacer era caminar en línea

recta a la escalera eléctrica, luego hacia abajo y fuera de la

puerta principal. Que Dios lo ayudara, no podía soportar pensar

en Michael con ella. Como dijo Max, ¡perra!

Dobló una esquina y vio a Max dirigiéndose hacia él. Se

moría de ganas por entrar en los brazos de Max, pero ahora no

era el momento.

—He buscado por todas partes en este piso —dijo Derek.

—¿Tienes alguna idea de donde lo llevaría ella?

—No, pero Dios la ayude cuando la encuentre, vamos —

Max hizo un gesto a Derek para que lo siguiera.

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Viendo a la mujer que había presenciado el secuestro, él

agarró el brazo de Max y lo atrajo hacia ella. Presentó a Max y

le preguntó si ella podía recordar alguna otra cosa.

—En realidad, no. Ella no era muy alta. Estaba muy

maquillada y tenía las uñas de color rojo brillante. Los ojos del

muchacho se ampliaron mucho cuando ella le agarró la mano,

como si estuviera asustado, como si algo estuviera mal. Lo

siento no dije nada en ese momento porque pensé que era su

madre —Ella tomó la mano de su hija y se alejó.

Max la vio irse. Derek podía casi sentir cómo vibraba con

la ira. Sus ojos, cuando se volvió hacia Derek, eran sombríos.

—¿Qué le está haciendo? ¿Por qué está haciendo esto?

La policía, tengo que llamar a la policía —Max sacó su teléfono

mientras que Derek estaba de pie sintiéndose impotente, quería

seguir buscando; pero sabía que no encontraría a Tawna y a

Michael de pie en un pasillo en algún lugar esperando a ser

encontrados.

Derek escuchó a Max dar el nueve-uno-uno al operador de

información. Estuvo de acuerdo en permanecer en la línea

hasta que llegara la policía.

Derek preguntó —¿Puedo cambiarme? Lo siento, pero no

puedo volver y ser Santa mientras Michael se encuentra

extraviado. Tengo que ayudar a buscarlo.

—Sí, adelante. Voy a correr hasta la oficina y al ático para

asegurarme de que no se lo llevó ahí. Nos encontraremos de

nuevo aquí. Tenemos que encontrarlos. Derek, ¿crees que va a

hacerle daño? —Max nunca había sonado tan vulnerable.

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Derek no podía evitarlo. Caminó hacia él y puso sus

brazos alrededor de Max para un rápido abrazo.

—No, vamos a encontrarlos y tienes que prometerme que

presentarás cargos cuando lo hagamos —dijo.

Max bufó —No lo dudes.

Derek se apresuró a cambiarse y pronto se encontró con

Max de vuelta en el escenario de Santa, ahora vacío. En poco

tiempo un par de oficiales se presentaron. Se corrió la voz a

través de la tienda y una multitud se había reunido mientras

Max y Derek hablaban con el agente y la agente de policía, los

oficiales Sinclair y Kilgore, respectivamente.

Derek describió el traje de duende que Michael llevaba y

les contó cómo había desaparecido. Max explicó el despido de

Tawna semana pasada y el reemplazarla con Derek. Ambos

describieron el comportamiento abusivo de Tawna hacia

Michael.

—¿Dónde está la madre de Michael? — preguntó la oficial

Kilgore, mirando a la multitud.

—Su madre murió cuando él era un bebé. Solo hemos

sido él y yo por años. Nunca lo dejaría con Tawna de buena

gana — Frunciendo el ceño, Max se llevó una mano a la frente.

Derek sabía lo que significaba el gesto. Max tenía una

migraña, pero no había manera de que fuera a sucumbir al

dolor ahora.

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—¿Qué debemos hacer oficiales? Voy a cerrar la tienda

por si eso les ayuda, pero no hay manera de que podamos

monitorear a todo el que se vaya. Tawna posiblemente ya se lo

ha llevado fuera de la tienda. No me puedo imaginar lo que

espera ganar. ¿Quiere dinero por el rescate? Ella sabe que yo

haría cualquier cosa por Michael. ¿O está tratando de volverme

loco? ¡Dios, no sé qué hacer! —Max se estaba agitando

inevitablemente y Derek sabía que era en parte debido al dolor

de cabeza. Sudor perlaba su frente y la tensión apretaba los

hombros y el cuello de Max. En cualquier otro momento habría

hecho que Max se recostara en una cama o un sofá y él lo

masajearía, tratando de ayudar a aliviar el dolor.

—¿Tienes algo que puedas tomar para el dolor de

cabeza? — Derek preguntó en voz baja.

El oficial Sinclair lanzó una mirada de Derek a Max. —

¿Está bien señor? ¿Tenemos que llamar a alguien, tal vez pedir

una ambulancia?

—Es sólo una migraña. Tengo la medicina en mi cuarto

de baño — Max intentó sonar fuerte, pero Derek podía decir

que a su jefe el dolor lo estaba matando. —Derek, ¿quieres ir a

por eso para mí? Necesito una de las pequeñas pastillas de

color blanco. Mantén tu celular.

Derek corrió hacia el ascensor. Cuando las puertas se

abrieron, vio el sombrero del duende de Michael tirado en el

suelo en la esquina.

Corrió hacia atrás lo suficiente para ver a Max y a los

policías y gritó —!Oficiales. Max, aquí! — Luego se dobló hacia

atrás para asegurarse de que nadie se acercara al ascensor.

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Cuando Max se detuvo sin aliento junto a Derek, sus ojos

se abrieron.

—Eso no estaba ahí cuando llegué abajo hace un rato —

Se agachó para recogerlo, pero el oficial Sinclair lo detuvo.

El estómago de Derek cayó cuando la mujer policía se

puso los guantes de látex y colocó el sombrero en una bolsa de

pruebas, al igual que en un episodio de CSI. Pensó que su

corazón se detendría. Evidentemente Max compartía la

sensación, porque dio un paso atrás con una mano apretando

su pecho.

—¿A dónde va esto? —la oficial Kilgore indicó el ascensor.

—Es un ascensor privado utilizado principalmente por

personal de oficina y por Michael y por mí. Va a las oficinas en

el quinto piso y al ático donde vivimos. Ni siquiera se detiene en

las otras plantas —Max habló con una tenue voz. Derek sabía

que no podía levantar la voz mucho más que un susurro o la

cabeza le golpearía sin piedad.

—¿Ella sabe eso? —Preguntó el oficial Sinclair.

—Por supuesto, solía usarlo todo el tiempo —respondió

Max.

—Entonces diría que después de que usted bajó, ella y

Michael subieron a uno de esos pisos.

Derek estuvo de acuerdo y sintió una ráfaga de

esperanza.

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Todos ellos entraron en el ascensor, los oficiales diciendo

que buscarían en el piso de oficinas, instruyendo a Max y a

Derek para revisar el pent-house.

Cuando fueron al pent-house, Max fue directo al cuarto de

baño de su dormitorio y sacó una pastilla, apoyándose en el

mostrador por un momento. Derek lo siguió y cuando puso su

cabeza en el pecho de Max, los poderosos brazos de Max se

fueron a su alrededor. Sintió el estremecimiento de Max y

deseó poder hacer o decir algo para que se sintiera mejor.

—¿Señor Martin? —La oficial Kilgore llamó desde la

puerta del pent-house. Se apresuraron hacia ella y la vio

sosteniendo un pequeño rectángulo blanco.

—Esto estaba en el suelo junto a la puerta del ascensor

—dijo tendiéndoles la mano hacia ellos, —¿Sabe si es de su

hijo?

—¡Sí! —Derek exclamó. —Es la goma de mascar que le

di. Trabaja conmigo en la escena de Santa y si va a estar tan

cerca de la gente tiene que tener buen aliento. Él y yo usamos

este chicle. Siempre tenemos dos o tres de nuestros bolsillos —

Se volvió hacia Max, con una sonrisa en su rostro. —Apuesto a

que ese inteligente niño está dejándonos pistas. Primero el

sombrero y ahora esto. Vamos a ver si dejó algo más —Derek

tomó la mano de Max, llevándolo fuera de la puerta y de nuevo

al ascensor.

Se bajaron en el piso de la oficina. Max se dirigió a su

despacho y Derek al suyo. Revisando el baño de al lado, Derek

encontró nada y volvió a salir, sacudiendo la cabeza. Max hizo

lo mismo.

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Quedaban un par de oficinas y la sala de almacenamiento

al final del pasillo. El oficial Sinclair se reunió con ellos en el

ascensor y habló en voz baja a la oficial Kilgore. Derek se

encaminó al final del pasillo.

Sus ojos estaban fijos en una pequeña mancha blanca en

la puerta de la sala de almacenamiento. Al acercarse se dio

cuenta de que era otra pieza de chicle, ésta más pequeña.

Michael había roto una pieza por la mitad y la dejó caer.

Probablemente le quedaban únicamente dos en el bolsillo. ¡Que

niño tan brillante!

—Max, por aquí. Nos dejó otra pista —Derek hizo un

gesto a los otros. Los oficiales se apresuraron a él y Max se

movió tan rápido como pudo, teniendo en cuenta que su

cabeza probablemente se sentía como si fuera a estallar.

Los oficiales sacaron Derek lejos de la puerta de la sala de

almacenamiento.

—¿Qué hay ahí? — la oficial Kilgore susurró.

—Es sólo un almacén de suministros necesarios en las

oficinas. Cajas de papel, artículos de escritorio… Hay un

armario con suministros de limpieza para los conserjes —Derek

les dijo.

—Hágase a un lado —dijo el agente Sinclair, la mano en

su arma. La habitación no estaba cerrada con llave y el hombre

abrió la puerta y la empujó de golpe. Nada se movía en su

interior. Parecía vacía. El corazón de Derek se hundió.

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Saltó cuando el oficial dijo en voz alta —Michael ¿estás

aquí?

Un ruido llamó su atención sobre la puerta del armario.

Derek y Max siguieron a los oficiales hasta el armario y Derek

sacudió la puerta abierta. Pensó que su corazón iba a explotar

cuando vio a Michael sentado en el suelo con cinta adhesiva

sobre su boca, sus ojos llenos de lágrimas y sus brazos

envueltos alrededor de sí mismo como si se estuviera

congelando. Un juego de llaves estaba en el suelo junto a él.

Derek se apresuró a recoger a Michael, sabiendo que

agacharse sería probablemente más de lo que Max podría

manejar en este momento. Se volvió hacia los demás. Las

lágrimas corrían por el rostro de Max también. Derek no sabía

si eran de alivio, dolor o ambos. Moviéndose rápidamente para

pararse cerca de Max, Derek sostuvo a Michael para que Max

pudiera llegar a tocarlo y acunar la parte posterior de la cabeza

de su hijo. Derek vio lo que la migraña le estaba haciendo a

Max y sabía que el hombre tenía que estar entero y tranquilo

tan pronto como fuese posible. Max estaba temblando y el

sudor perlaba su frente.

—Voy a sostenerte por un segundo —dijo Derek, llevando

Michael afuera del armario. —Papá tiene otro muy mal dolor de

cabeza. Este es el oficial Sinclair —Señaló al hombre y luego a

la mujer. —Y esta es la oficial Kilgore. Nos ayudaron a buscarte.

Derek señaló el juego de llaves al oficial Sinclair.

Utilizando un bolígrafo del bolsillo, el policía las enganchó y las

recogió colocándolas en otra bolsa de pruebas.

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Derek sabía que Max necesitaba sostener a su hijo, pero

parecía como si su migraña fuera progresivamente empeorando

y Derek no quería añadir esfuerzo. Además, la oficial Kilgore dio

un paso adelante en ese momento.

—Michael —dijo suavemente —tenemos que quitarte la

cinta de la boca. Lo siento cariño, pero va a doler —

Sosteniendo un lado de la cabeza de Michael, le arrancó la cinta

de una sola vez.

Michael gritó. Agarró su cara cuando más lágrimas

brotaron de sus ojos.

—Lo sé cariño, pero era la única manera de hacerlo —

dijo la oficial. —Si se quita lentamente, sólo duele más. Eres un

niño muy inteligente ¿verdad? Nos dejaste pistas que nos

ayudaron a encontrarte. ¿Sabes a dónde se fue la señora?

Michael hizo un llamamiento silencioso a su papá y Max

llegó a él. Michael era tan bueno, tan agudamente consciente

del dolor de Max. Envolvió sus piernas alrededor de su papá y

apoyó la cabeza en el hombro de Max, poniendo una mano

para acariciar su mejilla con ternura.

—Te amo papá.

—Yo también te amo Michael —susurró Max. —Estaba

tan asustado.

—Fue Tawna. Estaba enojada y me dijo que estabas

herido y que debía ir con ella, que me necesitabas para hacerte

sentir mejor. ¿Cómo sabía ella que tenías otro dolor de cabeza?

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Max respiró hondo y se tambaleó un poco.

—Whoa, Max, dame a Michael de vuelta y vayamos a tu

habitación para que puedas descansar. Todos vamos a

apilarnos en la cama y a estar muy quietos y en silencio.

Michael, Tawna no sabía nada del dolor de cabeza de tu papá.

Ella te mintió. Su migraña vino mientras estábamos buscándote

—Max dejó que Derek tomara a Michael, un claro indicio de lo

mucho que le dolía.

—Hiciste un buen trabajo dejando pistas para que las

siguiéramos. Eso fue muy inteligente de tu parte. El sombrero y

los chicles que dejaste atrás nos ayudaron a encontrarte. Tu

papá y yo estamos muy orgullosos de ti. Ahora, necesito que

me ayudes a cuidar de él.

Michael asintió y luego se dejó caer en el hombro de

Derek, mirando por encima para ver a su papá. Derek se volvió

para ver cuán pálido y tembloroso lucía Max. La preocupación

por Max y el alivio de encontrar a Michael tenían a Derek casi

estremeciéndose.

Los dos oficiales estaban sosteniendo a Max por cada uno

de los brazos mientras todos entraban al ascensor y subían

hasta el pent-house. Los oficiales preguntaron a Max si estaba

seguro de no querer ir al hospital. Max les dijo de manera

inequívoca que no.

Con Max y Michael acomodados en la cama en la

habitación a oscuras, Derek se dirigió a los oficiales en la

puerta.

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—¿Qué pasará ahora? puedo mirar en los archivos y

encontrar su dirección para ustedes, su número de teléfono y

cualquier otra información que tengamos. Max y yo ya hemos

hablado de esto. Queremos presentar cargos.

—¿Usted y el señor Martin? —Las cejas del oficial Sinclair

subieron. —¿Son pareja? ¿Usted puede hablar por Max?

—Uh... —Derek se detuvo, sin saber cómo llamar su

relación. —Somos una pareja, pero no voy a hablar por él.

Hablamos antes y yo estaba bajo la impresión de que

definitivamente quería presentar cargos. ¿Podemos hablar de

eso cuando la encuentren y la cabeza de él no se divida?

Realmente tengo que ver cómo está.

—Nos pondremos en contacto con ustedes tan pronto

como nos enteremos de algo. Estoy contenta de haber

encontrado al joven Michael y de que no estuviera herido de

gravedad. Estaremos en contacto señor Campbell —la oficial

Kilgore estrechó la mano de Derek.

Después de cerrar la puerta detrás de los oficiales, Derek

corrió a la cocina para tomar un plátano y un poco de jugo para

Michael y una botella de agua para que compartiera con Max.

Derek sentía que tanto él y como Max podían necesitar un buen

trago, pero la migraña de Max tenía prioridad en estos

momentos.

Cuando entró en el dormitorio, se puso de pie para una

segunda vista de la escena en la cama. Si creía en las

apariciones místicas, juraría que un aura espiritual se cernía

sobre la cama, llena de los colores del amor.

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Max yacía de espaldas muy quieto y Michael estaba

sentado con las piernas cruzadas junto a él, suavemente

acariciando la cabeza de Max mientras tarareaba una versión

lenta de Jingle Bells. ¡Ese niño era un protector!

Michael levantó la vista cuando vio a Derek. La tristeza

ensombreciendo sus ojos. —¿Lo harás? No lo hago tan bien

como tú. Le duele mucho.

—Lo sé cielo. Yo me encargo. Te traje un pequeño

aperitivo. Siéntate al otro lado de él y sostén su mano como

antes. Creo que eso lo ayudó la última vez. Le da algo bueno

para concentrarse. Te ama mucho.

—¿Es por mi culpa que su cabeza le duele esta vez? —

Preguntó Michael, subiéndose a sus rodillas y arrastrándose al

otro lado de la cama de Max.

—No corazón —susurró Derek. —Es por Tawna y por lo

mala que es ella. Estaba asustado de muerte porque no te

encontráramos y estaba furioso porque te llevó. ¿Dijo ella por

qué lo hizo? —Derek entregó el plátano a Michael y acomodó la

caja de jugo en la mesa junto a la cama.

—Dijo que se suponía que papá iba a ser de ella.

Supongo que no sabía que tú le gustarías más, ¿huh?

Derek se maravilló por la respuesta, sin darse cuenta,

Michael acababa de dar en el clavo. Pero Derek no iba a seguir

esa línea de pensamiento con el niño. En su lugar, le preguntó

acerca de algo que le había sido desconcertante.

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—¿Tawna dijo algo acerca de las llaves que dejó? ¿Sabes

por qué estaban ahí?

—Sólo las tiró y dijo que no tenían ningún valor. ¿Cómo

es que las llaves no tienen valor? ¿No abren cosas? —Michael

ladeó la cabeza y esperó una respuesta.

—En verdad así es cielo, si no se han cambiado las

cerraduras. Estaba molesta de que no pudiera entrar en las

oficinas más. Olvidémonos de ella y pensemos en tu papá

ahora vas a ayudarme a hacer que se sienta mejor, ¿huh?

—Sí, no me gusta cuando le duele mucho —Michael

acarició el pecho de Max suavemente.

—Michael ¿Sabes si tiene una almohadilla térmica?

—Está en el armario en el pasillo por el cuarto de baño

adicional. A veces papá la usa en mi estómago, si me duele —

dijo Michael cuando comía un bocado de plátano.

Derek la encontró junto con un cable de la extensión. La

enchufó en la cama y la encendió en punto medio. Luego se fue

al baño, dejó correr el agua fría en el fregadero y tomó unos

seis paños. Corrió a la cocina de nuevo por unos cubitos de

hielo, que colocó en el fregadero con las toallas. Puso una

toalla en el lavabo y sacó otra de la mesita de noche.

Colocó la almohadilla ahora muy caliente en los pies de

Max y lo cubrió con el extremo de la colcha para mantenerlo en

su lugar. El calor podría extraer la sangre de la cabeza de Max,

aliviar un poco la presión.

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Luego Derek escurrió uno de los húmedos paños fríos, se

secó las manos y trajo la tela a la cama.

—Max, te voy a poner una compresa fría sobre los ojos.

Esto te ayudará con el dolor. Relájate bebé —Entonces Derek

comenzó los suaves movimientos de las caricias con los dedos.

—¿No vas a tararearle como hiciste antes? Creo que le

gustó —dijo Michael.

—Si crees que es así, entonces lo haré. Si terminaste con

tu merienda, sólo tienes que tirar la cáscara a la basura junto a

la cama y acostarte al lado de tu papá. Sentirte cerca le

ayudará, te lo prometo —Derek pensó por un segundo y

comenzó a tararear en voz baja la versión lenta de Lambert de

Mad World. Pensó que el título era apropiado para la ocasión.

Observó a Michael moviéndose muy lentamente mientras se

acomodaba junto a Max. Max levantó el brazo un poco y

Michael se deslizó más cerca, apoyando la cabeza en el espacio

abierto que Max le dio. Max encerró a Michael en un abrazo

suave y el corazón de Derek se derritió. El siguió tarareando y

acariciando.

Extendiendo su brazo hacia arriba, Derek volteó el paño

para poner el lado frío hacia abajo. Durante la hora siguiente

estuvo de ida y vuelta al baño, consiguiendo compresas frías y

reemplazándolas cuando era necesario. Vio que Michael se

había quedado dormido y que el brazo de Max yacía relajado

alrededor de su hijo. Se dio cuenta que el dolor de Max estaba

cediendo. La tensión había prácticamente desaparecido de los

hombros y la tensión alrededor de sus ojos había disminuido.

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Derek se inclinó y colocó un suave beso en la frente de

Max. Cómo odiaba ver a este hombre fuerte y vibrante, siendo

abatido por el dolor. Max suspiró y giró la cabeza un poco hacia

los labios de Derek. Derek sonrió y puso besos más suaves a lo

largo de la frente de Max, su nariz, sus mejillas y la barbilla. No

interrumpió su tarareo, aunque estaba sintiéndose ya muy

cansado.

—Shh, descansa ahora. Acuéstate con nosotros —le dijo

Max.

—¿Mejor? —Preguntó Derek.

—Mmm-hmm, te necesito. Realmente me ayudas —Max

murmuró, levantando el otro brazo para que Derek se

acurrucara más cerca. Derek puso su cabeza en ese lugar

perfecto donde hombro de Max y el cuello se reunían y se sintió

quedarse dormido también. Su último pensamiento fue que

debía ser una imagen dulce la que estaban haciendo.

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Capítulo Cinco Derek se despertó con el sonido del teléfono celular en la

mesita de noche. Max y Michael estaban profundamente

dormidos. Deslizándose a un lado de la cama, tomó el teléfono

y salió de la habitación.

—¿Señor Martin? —preguntó una autoritaria voz.

—No, es Derek Campbell. El señor Martin está indispuesto

en este momento. ¿Puedo ayudarle?

—Soy el oficial Sinclair. Me gustaría hablar con el señor

Martin. Sé que tenía un fuerte dolor de cabeza, pero hemos

aprehendido a Tawna y nos gustaría que el señor Martin

viniera.

En lo que a él concernía, Tawna podría enfriar sus tacones

en la comisaría hasta que Max se sintiera mejor, pero respondió

—Un momento oficial. Voy a ver si se siente lo suficientemente

bien como para bajar.

Derek regresó a la habitación para encontrar a Max

apoyado en el marco de la puerta, una pregunta en sus

hermosos ojos verde azulado.

—Encontraron a Tawna y quieren que vayas a la

comisaría. ¿Te sientes lo suficientemente bien? ¿Cómo está tu

cabeza? —Derek le entregó el teléfono Max. —Es el oficial

Sinclair.

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—Hola agente Sinclair. Soy Max Martin. ¿Dónde

encontraron a Tawna? —Max levantó un brazo, invitando a

Derek a su lado. Derek se acurrucó contra él, tratando de

escuchar la explicación, pero no pudo escuchar a la otra parte,

debido a la diferencia de altura. Se relajó cuando Max apretó

suavemente su cuello y luego movió sus dedos en la base del

cráneo de Derek, haciendo un túnel por su cabello.

—Sí señor. Puedo ir. No estoy seguro de lo que usted

pueda acusarla. No sé sobre el secuestro ya que ella no se lo

llevó fuera de las instalaciones, pero por algún tipo de maliciosa

intención se puede. No creo que deberían liberarla sin algún

tipo de castigo —Los dedos de Max apretaron el cuello de

Derek, pero se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se

relajó, suavizando la zona. —Eso fue ponerlo en un peligro

injustificable. ¿Y si Michael hubiera estado tan asustado que se

hubiera ahogado con la boca pegada así? Sí señor. Estoy

seguro de que ella está llena de remordimientos. Lo siento por

el sarcasmo, pero no lo creo.

—Sí señor. Voy a estar dentro de una hora con mi

abogado —Max colgó y le dijo a Derek —Voy a bajar hasta la

estación. Quiero presentar cargos. Tendré que ver que harán

ellos, pero no conseguirá liberarse por asustar a mi hijo —Max

estaba temblando con renovada furia.

—Hey, relájate bebé. Harás que regrese el dolor de

cabeza. No vayas por ahí de nuevo, para después conseguir

estar tan molesto que deshagas toda mi buena obra. Estoy a

punto tararear —Derek se burló de él. Si Max llegaba a casa

con otro dolor de cabeza, Derek podría tararear y acariciar

hasta que no pudiera soportarlo por más tiempo.

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—Sí señor. Voy a estar tranquilo, pero seré firme. Quiero

que ella sea castigada Derek.

—¿Papá? —La voz de Michael estaba justo detrás de

ellos. Estaba mirando a Max con una expresión de preocupación

en su rostro.

—Hey amigo. ¿Estás bien? —Max se inclinó para recoger

a Michael. La cabeza de Michael fue a la derecha en el hombro

de Max en un gesto de necesidad que Derek entendió.

—Um-hmm. ¿Vas a golpear Tawna? —Michael le

preguntó en voz baja.

—¿Golpearla? No ¿qué te hace pensar eso? Tú sabes que

yo no golpeo —dijo Max, empujándose hacia atrás para ver la

cara de Michael.

—Dijiste que ibas a castigarla. Ella siempre me dijo que

me iba a castigar si no me sentaba tranquilo y si te decía como

era ella. Tenía miedo de decírtelo —Michael levantó la cabeza

del hombro de Max. —Siempre levantó la mano como si fuera a

pegarme cuando lo decía —Michael sacó su mano hacia atrás

para mostrarle a Max lo que quería decir.

Max se quedó helado. Derek vio su esfuerzo por evitar

que su consternación se reflejara en su rostro —¿Alguna vez te

golpeó?

—No, en realidad no. Me agarró algunas veces y me jaló

cuando no me apresuraba lo suficiente para ella, pero no me

dio un puñetazo. No dejes que la golpeen papá —Michael

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apoyó la cabeza junto al cuello de Max. Derek entendía la

comodidad que Michael encontraba en ese lugar.

—Cielo, no creo que vayan a golpearla, pero los adultos

tienen que ser castigados cuando actúan mal, al igual que

hacen los niños, pero de diferentes maneras. Ella podría tener

que pasar algún tiempo en la cárcel o algo así —Max trató de

aliviar la mente de su hijo.

—Pero se va a perder la Navidad —dijo Michael,

señalando con la cabeza hacia atrás para mirar de Max a Derek.

Oh, mierda. Michael no quería que Tawna fuera castigada.

Personalmente, a Derek no le importaba si la perra se perdía la

Navidad y algunos otros días de fiesta. ¿Qué diría Max ahora?

—Te diré algo Michael. Iré ahí y veré lo que la policía

quiere hacer. Me aseguraré de que nadie la golpee, pero te

aseguro que ellos no hacen ese tipo de cosas. Pero cielo, no se

puede permitir que ella no pague por lo que te hizo a ti, a todos

nosotros. Derek estaba frenético cuando te extraviaste y yo

estaba tan asustado que me enfermé. Te llevó con malas

intenciones. Quería hacernos daño a todos y lo hizo. Eso no es

justo ¿verdad? —Max miró fijamente a Michael.

Michael miró a Max y luego volvió a mirar a Derek, con los

ojos muy tristes.

—Lamento que todos tuviera miedo. Yo también lo tenía,

de verdad.

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—Ahora ya todo pasó. Quédate aquí con Derek. ¿Qué te

parece si traigo la cena para todos? Es casi la hora y

necesitamos celebrar que estás de nuevo con nosotros y a

salvo. Además tengo hambre. Derek, llamaré cuando salga de

la estación y veré lo que decidieron. ¿Eso está bien?

—Tengo una idea mejor — dijo Derek —¿Qué te parece si

Michael y yo vamos de compras y preparamos la cena aquí para

todos. Te prometo que será muy bueno, algo especial para

cada uno de nosotros. Eso si todavía confías en dejarlo conmigo

—Derek no podía encontrarse con la mirada de Max.

—Por supuesto que sí. Esto fue dirigido a los dos Derek.

Michael, te sientes seguro con Derek ¿verdad? —Preguntó Max.

Sin responder, Michael alzó los brazos hacia Derek y la

transferencia se realizó sin problemas. Derek abrazó a Michael,

tan feliz de haberlo encontrado relativamente ileso y sin

traumas por los acontecimientos del día.

Michael abrazó el cuello de Derek apretándolo y Derek le

devolvió el abrazo, mirando por encima del hombro de Michael

a Max, quien estaba sonriendo ante el amor delante de él.

Pronto se dirigieron a sus lugares; Max a la estación de

policía y Derek y Michael en otra dirección.

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Agarraron algo para la cena, pero ese no era el motivo de

la excursión. Pasando tanto tiempo con Michael y trabajando

para Max, no había tenido la oportunidad de ir de compras.

Sabía lo que quería conseguir para Max y quería ayudar a

Michael a encontrarle algo.

Los dos estaban abrigados por el frío, pero no había nieve.

Nada podría desanimar su espíritu en este momento, con la

mano de Michael en la suya y un objetivo en mente.

—Tengo un secreto Michael. Tú y yo vamos a ir de

compras de Navidad. ¿Sabes lo que quieres regalarle a tu

papá? —Derek agarró con fuerza a la mano de Michael,

mientras caminaban por la acera llena de gente, llena de un

frenesí de compras por la fiesta.

—Oh Derek, eso sería divertido. Pero no tengo nada de

dinero —Las cejas de Michael estaban fruncidas.

—Te prestaré, pequeño hombre —Derek se detuvo y le

tendió la mano para que Michael la chocara contra la suya.

Ahora tenían un plan.

Derek sabía lo que quería comprar para Max. Más de una

vez durante la semana pasada había visto los ojos de Max

iluminándose cuando veía el comercial en la televisión acerca

de los lugares vacacionales en el trópico. A Max parecía que le

encantaba el sol y el agua. Siempre comentando sobre los

colores de las olas.

Había una librería maravillosa que a Derek le gustaba

visitar en su tiempo libre y había visto un conjunto de grandes

libros de mesa sobre las Islas del Caribe, con sus

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correspondientes DVD’s. Derek se imaginó que Max

simplemente se iba a perder en ellos. Tal vez algún día podrían

planear unas vacaciones juntos y ver algunos de los mismos

lugares.

—Entremos aquí Michael —Derek abrió la puerta, de pie a

un lado con Michael cuando un par de hombres salieron, con

los brazos alrededor uno del otro. Parecían tan obviamente una

pareja y Derek deseó que él y Max estuvieran más adelantados

en su relación. A pesar de haberle dicho al oficial que ellos eran

una pareja, él y Max realmente no habían hablado mucho al

respecto. Eso necesitaba ser remediado pronto.

—Derek, ¿vienes? —Michael le apretó la mano para

llamar su atención. Derek había estado observando a los dos

hombres caminando por la calle, chocando con las caderas y

riendo juntos. ¿No se supone que la envidia es una cosa mala?

—Por supuesto amigo. Lo siento. Vamos a ver por aquí.

Quiero que veas estos libros. Son muy grandes y tienen fotos

magníficas de las islas. Creo que a tu papá le gustarían.

Siéntate en esta silla y dime lo que piensas —Derek seleccionó

un libro y lo puso en el regazo de Michael. Se sentó en el brazo

de la silla y pasó unas cuantas páginas. Cuando Michael miró a

Derek con sus grandes ojos brillando y una gran sonrisa en su

rostro, Derek sabía que había encontrado el regalo perfecto.

—Papá siempre se sienta y se escabulle cuando los

programas de viajes están en las cosas del océano. Dice que le

gustan las grandes tortugas y que le gustaría verlas.

Decisión hecha, Derek compró toda la serie de libros y

DVD’s y los tuvo envuelto antes de salir de la tienda.

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—Es un secreto, ¿ok? No se lo digas a tu papá.

—Ok, pero ¿qué voy a darle? —preguntó Michael,

luciendo triste y un poco preocupado. —No tengo un regalo

para él.

—Continuaremos con las compras y veremos si

encontramos el regalo perfecto para él —Al salir de la tienda,

Derek ordenó la cena, haciendo una pausa para preguntar a

Michael acerca del postre favorito de su papá. Dejó

instrucciones para que la comida se entregara en dos horas,

dejando un montón de tiempo para seguir con las compras.

Cuando pasaron junto a una tienda de regalos, Derek vio

el regalo perfecto para que Michael le diera a su papá. Se

detuvo y señaló hacia la ventana de la tienda.

—Mira Michael. ¿Ves ese bonito caracol marino? ¿Sabías

que si colocas un caracol en el oído puedes escuchar el mar?

—Nuh-uh —dijo Michael.

—Uh-huh. —Derek condujo a Michael hacia adentro. En

una pared del fondo se encontraron con varios caracoles

marinos en un estante fuera del alcance de Michael.

Michael señaló una grande. —Ese es bonito. ¿Puedo

sostenerlo? Tendré cuidado.

—Por supuesto —Derek se lo entregó a Michael y le

ayudó a sostenerla sobre su pequeña oreja. Sus cejas subieron

y sus ojos se abrieron al oír el rugido dentro de la concha.

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—Lo escucho Derek, lo escucho. Es el océano. Está

silbando, whoosh, igual que hacen las olas. A papá le

encantaría esto. ¿Puedo comprarlo? —Hizo una pausa,

sosteniendo el preciado caracol marino en su pecho. —¿Cuánto

cuesta?

Derek logró mantener la cara seria mientras revisaba el

precio. —No te preocupes, nos lo podemos permitir. ¿Estás

seguro que este es el que quieres? —Viendo el agarre de

muerte que Michael tenía sobre el caracol, Derek sabía la

respuesta. Michael asintió enfáticamente, su cabello

sacudiéndose hacia atrás y hacia adelante.

—Vamos a hacer que lo envuelven para que tu papá no lo

vea hasta el día de Navidad —Un horrible pensamiento siguió a

su pregunta ¿y si Max no lo invitaba a que fuera ahí en la

mañana de Navidad?

—Derek, estoy triste —Michael dijo, en voz baja mientras

se dirigían a la caja registradora.

—¿Por qué estás triste cielo? Sabes que estás a salvo

¿verdad? —Mientras estaban en la fila, Derek se aseguró de

que tenía una mano sobre Michael en todo momento.

—No tenemos un árbol en nuestra casa. No tenemos un

lugar para poner los regalos.

Oh, buen Señor. Michael tenía razón. Había muchos

árboles en toda la tienda, pero ninguno en el pent-house.

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—Cielo, ¿por qué no le dijiste a tu papá que quieres un

árbol? —O tal vez lo había dicho, pensó Derek, pero Max había

vetado la idea.

—Papá está muy ocupado todo el tiempo. Creí que no

quería hacerlo.

Derek tomó una rápida decisión. Esperaba que a Max no

le importara, pero después de hoy, pensó que cualquier cosa

que Michael quisiera le sería concedida.

—Ven conmigo. Vamos a una juerga de compras —dijo

Derek.

—¿A dónde?

—A conseguir un árbol, uno pequeño que podamos poner

en una mesa en la sala de estar. Todos podemos decorarlo esta

noche después de la cena.

La pequeña frente de Michael frunció el ceño. —Pero ¿con

qué? No tenemos cosas brillantes para poner en él.

—Bien, ya se nos ocurrirá algo.

Encontraron una tienda con una venta de adornos. Derek

encontró paquetes de perlas en colores iridiscentes y tomó

cuatro de ellos. Michael encontró algunas brillantes estrellas y

ángeles. Pronto sus brazos estaban llenos y se dirigieron a la

caja, acababan de dar media vuelta cuando Derek se dio

cuenta de que había olvidado las luces.

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Después de dejar sus paquetes en el pent-house se

dirigieron hacia el segundo piso de la parte trasera de la tienda.

Dos árboles de Navidad estaban apoyados en la esquina.

—¿Estará bien con uno de estos? —Derek preguntó a

Michael. Encontraron cajas de adornos y se divirtieron eligiendo

los que se verían mejor en su árbol. Volvieron arriba, movieron

una mesa baja de café delante de la ventana grande y la

cubrieron con un mantel rojo que Derek encontró en un cajón.

Acababan de abrir las cajas de las decoraciones cuando oyeron

la puerta principal abriéndose.

—¡Papi! —Michael corrió hacia Max, quien lo alcanzó y lo

abrazó. Derek observó cómo las piernas de Michael rodearon la

cintura de Max y sus brazos se curvaron alrededor de su cuello.

—¡Fuimos de compras Papi, mira! —Michael señaló el

árbol.

Derek contuvo el aliento mientras Max miraba el árbol

sobre la mesa y las cajas a su alrededor. Sus cejas subieron

mientras su mirada se desplazaba a Derek.

—Espero que todo esté bien. Creí que podríamos

decorarlo juntos esta noche... para celebrar —Derek odiaba

oírse tan inseguro, pero había tomado algunas decisiones por sí

mismo. Ahora esperaba para saber si Max estaría de acuerdo

con esas decisiones.

—Es una idea maravillosa. Me siento mal por no pensar

en eso —Max hizo un guiño a Derek sobre la cabeza de

Michael.

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—Michael me dijo que estabas muy ocupado —explicó

Derek.

En ese momento, el repartidor llamó al teléfono de abajo

y Derek se fue a recoger la comida. Mientras tanto, Max y

Michael colocaron la mesa en el pequeño comedor junto a la

cocina. No escapó a la atención de Derek que ni una palabra se

había sido dicho acerca Tawna. Derek ciertamente no iba a

tocar el tema. Pensó que Max estaba protegiendo a su hijo de

cualquier negatividad esta noche y Derek aplaudió la idea.

A eso siguió una noche maravillosa. Cenaron y rieron.

Derek sirvió postre y gimió ante el delicioso brownie con helado

que Michael había pedido. Entraron en la sala de estar. Derek

colocó música de Navidad y ellos decoraron su árbol. Max y

Derek se turnaron levantando a Michael para que colocara las

cosas en la parte superior.

Cuando llevaron a Michael a dormir esa noche, era un

niño feliz y seguro. Por mucho que Derek amara a Michael y

disfrutara de su tiempo juntos, estaba encantado de tener

ahora a Max para sí mismo.

Terminó la limpieza de los platos y la limpieza de la cocina

y luego se dirigió de nuevo a la sala de estar, ahora iluminada

sólo por las luces del árbol. Max lo atrapó tan pronto como

entró en la habitación.

—Has hecho un trabajo maravilloso con Michael esta

noche —susurró acariciando su nariz en el cuello de Derek. —

Gracias. El árbol fue una gran idea.

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—Fue idea de Michael —dijo Derek. —Y me acordé de

que había un par de árboles adicionales en el cuarto de

almacenamiento. Dime rápidamente lo que pasó con Tawna y

luego tengo una pregunta acerca de la Navidad.

—Olvídate de ella. ¿Qué pasa con la Navidad? —Max

caminó con Derek hacia el árbol, echando una última mirada

antes de apagar las luces. A partir de ahí, dirigió a Derek a su

habitación y cerró la puerta. Dejó el monitor en la mesita de

noche, se colocó sobre la cama y abrió los brazos.

Derek entró en ellos, sintiendo que volvía a casa. Suspiró

profundamente cuando los brazos de Max lo envolvieron.

—¿Navidad? —Max le recordó en voz baja, moviendo los

labios sobre la frente de Derek y hasta en el cabello. Derek se

armó de valor y abrió su corazón.

—Me encantaría pasarla contigo y con Michael Pero la

pregunta es ¿Me quieres aquí tanto como quiero estar aquí?

—Derek, te quiero aquí todo el tiempo. Te preguntaría

acerca de mudarte, pero no es sólo sobre mí en lo que tengo

que pensar. Tengo que considerar cómo afectaría a Michael y si

tú estás incluso listo para ese nivel de compromiso. —Max puso

un dedo en los labios de Derek antes de que pudiera hablar. —

Vamos a hablar de esto después de Navidad. Quiero que pases

la Nochebuena con nosotros para que juntos podamos estar

aquí cuando Michael abra los regalos. Quiero compartirlo con

ustedes.

—Eso me haría muy feliz —Derek contuvo las lágrimas

ante la perspectiva de que sus sueños se hicieran realidad.

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No había duda en su mente de que estaba enamorado de

Max y él estaba empezando a creer que Max se sentía de la

misma manera.

—Antes de que te bese y te lleve a la cama conmigo —

dijo Max, —Te pondré al día respecto a Tawna.

Max había llamado a su abogado, Carl Mason y el hombre

ya estaba en la estación cuando Max llegó ahí. Se reunieron

con los oficiales y junto con los abogados contratados por los

padres de Tawna, observaron mientras ella se rompía durante

el interrogatorio.

A través de vidrio grueso Max vio sus enormes lágrimas

rodando por sus mejillas mientras explicaba cómo se había

enamorado de él y como había llegado a pensar que podría

tener una oportunidad como pareja. El oficial le preguntó

específicamente qué tipo de comportamiento le había dado la

idea. Tal como él lo entendía, Max Martin era gay y por lo tanto

no estaría interesado para nada en las mujeres.

—Muchos hombres me han dicho que soy hermosa y yo

creí que podría cambiar de opinión ya sabe, hacer que quisiera.

Incluso me ofrecí a cuidar a su mocoso.

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Max quería atravesar la ventana y agarrarla por el cuello.

La mano de su abogado en su brazo apenas lo calmó. Sus

puntos de pulso latían.

—Acerca de su hijo, Michael. ¿Por qué se ofreció a cuidar

al niño, si a usted no le importaba? —preguntó el oficial.

—Du-uh —dijo Tawna, ladeando la cabeza como si

pensara que el oficial fuera particularmente lento. —Nada es

más importante para Max que ese mocoso. Sabía que si podía

estar con él, conseguiría acercarme a Max.

—Entonces, ¿qué pasó? Perdió el trabajo hace una

semana, ¿verdad? —El oficial la miró atentamente mientras

revisaba la información. —Si mi información es correcta, no

debía ni siquiera haber estado en el edificio.

—Todavía tenía mis llaves, pero había cambiado las

cerraduras. ¿Puede creer eso? ¡No confiaba en mí! —Estaba

claro que Tawna no entendía por qué.

Mientras Max la miraba, no podía creer que no hubiera

visto a través de ella antes. El negocio no era excusa para no

estar más consciente de lo que estaba pasando tan cerca de su

hijo. Continuaba sintiéndose como un fracaso en el

departamento de padres.

—Hubo alguna mención sobre no tratar al niño con,

digamos, la amabilidad y el cuidado de una niñera. Esto fue una

adición reciente a los requisitos de su trabajo. Usted se ofreció

a reemplazar a su cuidador habitual ¿es eso correcto? ¿Pidió el

trabajo como cuidadora del joven Michael?

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A Max le gustaba este oficial, que estaba haciendo las

preguntas correctas cada vez y repitiendo algunas en un

intento de atraparla. Max apenas pudo permanecer en silencio

mientras observaba el procedimiento. Entendía que no a todas

las personas en su posición se les permitía observar esta parte

del proceso. Evidentemente, tenía que ver con la proximidad de

las festividades y el deseo de los abogados de limpiar sus

expedientes. A Max no le importaba cual fuera la razón, estaba

contento de tener la oportunidad de ver cómo había cometido

el mayor error de su vida. Había puesto a su hijo en riesgo por

estar demasiado dispuesto a aceptar una solución fácil a un

problema, en lugar de investigar más a fondo a la persona que

le permitía vigilar a su hijo.

Derek vino a su mente, junto con el hecho de que Max no

lo había conocido por mucho tiempo tampoco. Como cuestión

de hecho, sabía muy poco acerca de Derek, pero todavía se

sentía seguro dejando a su hijo con el hombre. ¿Estaba siendo

estúpido otra vez, porque estaba siendo dirigido por su polla en

lugar de su cerebro? Quería a Derek en su vida. Su oficina y su

vida personal ya estaban funcionando sin problemas con Derek

dirigiendo las cosas.

Max tomó un momento y se preguntó seriamente si

estaba cometiendo otro error. ¿Estaba permitiendo que sus

sentimientos por Derek desdibujaran sus habilidades en la toma

de decisiones? Tenía la evidencia delante de él, de que él era

capaz de cometer errores monumentales cuando estaba

presionado por el tiempo y en un aprieto.

¿Estaba haciendo lo mismo con Derek, un hombre que

había conocido hacía tan poco tiempo?

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Su corazón latió con fuerza mientras se levantaba. Carl lo

interrogó con la mirada. Él asintió al hombre, haciéndole saber

que estaba bien.

¿Qué estaba haciendo? Había confiado en Derek en tan

solo dos días, más de lo que lo hacía con Carl, cuando el

abogado de pie a su lado había trabajado para él durante años.

Derek había reconocido lo que Max se había perdido y había

tomado medidas para rectificar una mala situación.

Michael ya amaba a Derek y estaba actuando como una

casamentera para ellos. Max había aprendido la lección de esto,

por supuesto. A partir de ahora iba a tener más cuidado, pero

su instinto le decía que no se había equivocado al confiarle a

Derek... a su hijo y él pensó que… a su corazón también.

Max se sintonizó de nuevo en la conversación detrás del

vidrio. ¡Enfócate, Max, enfócate!

Tawna realmente estaba poniéndose a llorar ahora y

estaba jurando remordimientos y una renovada comprensión de

la gravedad de sus actos. ¿Qué se había perdido en los últimos

minutos? Observó cuidadosamente para ver si ella estaba

jugando con ellos.

Increíblemente estaba entrando en razón. ¿Qué

demonios?

—Sé que me equivoqué. Nunca debería haber permitido

que mis sentimientos dominaran mi sentido del bien y el mal.

No tenía que ofrecerme para cuidar a Michael para conseguir

acercarme a Max, uh, al señor Martin. No soy buena con los

niños y no tendría idea sobre qué hacer con él. Ojalá pudiera

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hacerlo todo de nuevo, pero sé que eso no es posible. Metí la

pata muy profundamente y me gustaría poder hacerlo mejor de

nuevo. El señor Martin siempre fue amable conmigo y lo dejé

pensar más de lo que realmente debí. Sólo quiero decirle que lo

siento y que me voy a casa con mis padres. Estoy de acuerdo

con todo lo que me digan que haga. Ruego que no tenga que ir

a la cárcel. Sé que mis padres y el abogado están pidiendo

asesoramiento y servicio a la comunidad. Les prometo que si

todos ustedes están de acuerdo en algo como eso, van a hacer

una diferencia en mi vida.

—Señora, no nos corresponde a nosotros hacer ese tipo

de decisión. El señor Martin está comprensiblemente furioso por

sus acciones y está listo para presentar cargos. Hay varios que

se podrían poner en marcha. Además de la crueldad mental, la

cinta adhesiva en la boca del niño y luego dejarlo solo y oculto,

constituye peligro injustificable. Como el señor Martin dijo, si el

niño se hubiera asustado lo suficiente, se habría enfermado y

ahogado, eso podría haberle causado un daño o incluso la

muerte. Eso no es algo que simplemente se pueda barrer bajo

la alfombra.

—¡Oh, Dios mío! Nunca pensé en nada de eso. Soy una

persona terrible, lo soy —Las lágrimas de Tawna desbordaron

cuando ella pareció darse cuenta de las graves consecuencias

de sus acciones.

—¿Por qué lo hizo Tawna? —preguntó el oficial.

—Lo siento, lo siento. Estaba enojada porque trajera a

ese tipo en mi lugar. Sólo me despidió y lo puso en mi lugar. Yo

estaba tratando de vengarme de los dos. No estaba pensando

con claridad. Sé que no puedo ser perdonada por lo que hice.

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Me gustaría poder decirle al señor Martin cuánto lo siento. Soy

un desastre. Sólo quiero ir a casa con mis padres. No estoy lista

para estar por mi propia cuenta —. Tawna estalló en sollozos y

Max, incluso estando más furioso de lo que estaba, le creyó.

—Señora Fisher, no es mi lugar decir lo que va a suceder.

Eso le corresponderá a los abogados.

Con eso, Max se alejó de la ventana. —¿Y ahora qué? —

preguntó a Carl.

Su abogado se encogió de hombros. —Como dijo el oficial,

esto no puede ser barrido bajo la alfombra. No hay manera de

que podamos conseguir un fiscal para que vea el caso esta

noche o tal vez incluso antes de las festividades. Va a pasar un

tiempo antes de que sea resuelto y mucho depende de ti. Ya

que fue técnicamente un secuestro, no tendrá que haber una

reunión con el fiscal para decidir qué cargos se establecerán y

cuál va a ser la condena. ¿Qué es lo que quieres hacer Max? —

El abogado abrió la puerta. Se movieron por el pasillo y

entraron en una sala de conferencias. Max se sentó y pensó un

minuto.

—Michael dijo que no quería que ella se perdiera la

Navidad —Negó con la cabeza, pensando en el gran corazón

del pequeño niño. Sabía que él mismo no era tan indulgente.

—Me he calmado —dijo. —No estoy tan rabioso como

estaba al principio. Quiero que la castiguen, pero no me

importa si va a la cárcel o no. Quiero que tenga el

asesoramiento y que haga el servicio comunitario que

mencionaste. No quiero que sea capaz de poner un pie en

Martin de nuevo. Estoy bien con que se vaya con sus padres y

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cumpla la pena en cualquier maldita ciudad en donde ellos

estén. ¿Puedes asegurar que va a desaparecer de mi vida y que

todavía tenga que pagar por lo que hizo? Sólo asegúrate de que

todo esto desaparezca, así puedo decirle a Michael que está

bien, pero que no tiene que preocuparse por ella nunca más —

De repente, todo lo que Max quería era estar en casa con

Michael y Derek.

Él y Carl discutieron los detalles restantes y luego el

abogado se levantó y cerró su maletín. —Yo me encargo de

esto por ti Max. Voy a ganar mi bono de Navidad de este año.

—Por supuesto que lo harás. Ir calmadamente con Tawna

hará feliz a Michael y yo convenceré a Derek que el espíritu

navideño se apoderó de mí. Gracias Carl.

—Wow. A Michael le gustará Max. No sé si yo podría

haber sido tan indulgente como tú. Por supuesto no la vi

descomponerse o escuché alguno de sus excusas. Eres un buen

hombre —Derek puso una mano en la mejilla de Max,

suavemente y luego empujando los dedos más para agarrar la

cabeza de Max y acercarla a la suya.

—Te necesito —dijo. Derek inclinó la cabeza y se

encontró con la boca de Max, abriendo para recibir la lengua de

Max y encontrarse con la suya, gozándose en la alegría con

Max.

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Puso sus brazos en los hombros de Max y se agarró a Max

quien barrió su boca con una meticulosidad apasionada que

tenía a Derek temblando de necesidad.

Mientras se besaban, los fuertes dedos de Max peinaron el

cabello de Derek en la forma en que quería, dejando que las

finas hebras corrieran entre ellos. Cuando sus labios fueron

liberados más tarde, Derek murmuró —Me gusta la forma en

que se siente. Como cuestión de hecho, me gustan tus manos

sobre mí.

—¿Oh, sí? Conozco la sensación. Me gustan tus manos

sobre mí también y me encanta poner las mías en ti —Max

barrió a Derek y lo llevó a la cama.

—Esa es una manera de conseguir lo que quieres —

Derek bromeó.

—¿Te importa? — Max se detuvo.

—No, en absoluto. Tal vez debería. Supongo que estar

siendo llevando alrededor no es lo más masculino, pero me

gusta estar en tus fuertes brazos. Levántame más alto —Derek

ordenó y cuando Max lo hizo, Derek balanceó una pierna hacia

debajo de manera que pudiera rodear la cintura de Max.

Sin ni siquiera un tropiezo, Max cambió a Derek para que

estuvieran cara a cara. Derek se agarró con fuerza con sus

piernas y las manos de Max se movieron hacia abajo para

agarrar su trasero.

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—Mmm —dijo Derek contra los labios de Max —eso se

siente bien también —Se retorció, moviendo sus caderas contra

la cintura de Max y su trasero en las manos de Max. Max se rio

en voz alta, apretando y tirando de Derek con más fuerza

contra él. De pie junto a la cama, Max se volvió lentamente en

un círculo con Derek en sus brazos. Derek se echó a reír,

dejando caer la cabeza hacia el hombro de Max. —He

encontrado mi cielo —le susurró al oído de Max. Siguió las

palabras con una suave caricia, los dientes y la lengua

moviéndose suavemente sobre el lóbulo.

—Eres un hombre muy atractivo, lo suficientemente

hombre para mí y me gusta poder cargarte —Max giró la

cabeza y cepilló sus labios con los de Derek. —Quédate aquí

esta noche. De hecho, quédate aquí con nosotros durante los

días de fiesta y para entonces sabremos si vamos a llevar esto

hasta el final. Ahora mismo me siento muy a favor de todo el

camino. ¿Tú que sientes?

—Sabes cómo me siento. Quiero estar contigo tanto

como pueda. Me encanta trabajar para ti, hacer que tu vida

funcione mejor y estar con Michael. Ahora, llévame a la cama

Max. Eso me encanta incluso más. Te amo —Derek terminó con

un suspiro tembloroso.

—Mmm, puedo decirlo —dijo Max, tirando de las caderas

de Derek más cerca de él hasta que su polla se apretó contra

su estómago. Se dio la vuelta y colocó a Derek en la cama,

siguiéndolo hacia abajo.

Derek gruñó y murmuró —Mala planificación.

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—¿Hmm? —Max gruñó entre dientes, la boca moviéndose

sobre la mandíbula de Derek en un camino a los labios.

—Ropa, mucha ropa. Muévete. Déjame trabajar aquí. Voy

a hacer parte de mi trabajo. Conseguir desnudarnos tan pronto

como sea posible —Derek rodó por debajo de él y se deslizó

hacia un lado de la cama. En cuestión de segundos, estaba

desnudo. Se puso de pie junto a la cama, su erección alta y

firme de pie, mientras que Max lo miraba con intención clara en

sus ojos.

—Ponte a trabajar bebé, te ves demasiado bueno para

ser verdad. Mencionaste el cielo antes. Ayúdame a llegar ahí —

ordenó Max. Derek se fue a la parte inferior de la cama y quitó

rápidamente los zapatos y los calcetines de Max, alisando sus

manos sobre los pies de Max en un masaje rápido que sacó un

zumbido de Max. Mientras tanto, Max desabotonó su camisa,

sus ojos fijos en Derek.

Gateando por la cama, con las rodillas a ambos lados de

las piernas de Max, Derek se detuvo para desabrochar el

cinturón de Max. Tampoco pudo ver hacia otro lado mientras

sus movimientos se hicieron lentos y sensuales. Derek abrió los

pantalones de Max y deslizó sus manos en el interior, sacando

los pantalones y los calzoncillos, bajándolos hasta la rodilla y

luego caminando hacia atrás abajo de la cama para eliminarlos

por completo.

Mirando a Max, Derek dijo —Quítate la camisa — Mientras

Max lo hacía, Derek fue al baño y se puso una bata de baño y

una toalla pequeña que puso sobre la mesa de noche.

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Metió la mano en el cajón y sacó un preservativo y el

lubricante que sabía que estaban ahí, porque él lo había

comprado y lo había puesto ahí mismo. Sólo una tarea de su

nuevo empleo, una parte muy especial no necesariamente

descrita en su cargo del trabajo.

Max yacía con los brazos detrás de la cabeza, su cuerpo

totalmente dispuesto. Una vez más, Derek tuvo la sensación

momentánea de que la Navidad había llegado pronto. Bastaba

con ver lo que le esperaba y con una sonrisa de bienvenida en

su cara, también. Derek subió a la cama, envolviéndose a sí

mismo sobre Max y tomó esa sonrisa justo en su boca,

saboreando el sabor y la textura de la misma.

Estuvo ocupado haciendo que Max viera ángeles y sintiera

la suavidad de las nubes del cielo mientras flotaba en medio de

la liberación sexual. Noble objetivo tal vez, pero Derek se sentía

a la altura.

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Epílogo La mañana de Navidad, Max se levantó después de

compartir varios besos largos con Derek y abrió la puerta. Por

tradición Michael llamaba para meterse en la cama con Max en

las mañanas para acurrucarse y hablar. Tanto Max como Derek

vestían pijamas y batas y sus espaldas estaban apoyadas en el

cabecero cuando oyeron un golpe tímido en la puerta.

—¿Papá?

—Entra Michael —Max dijo, dando a Derek una vacilante

mirada rápida. Derek sonrió y miró la puerta abrirse

lentamente. La cabeza de Michael apareció por primera vez.

Sus ojos se hicieron enormes al ver a Derek en la cama.

—¡Derek! estás en la cama con papá —exclamó Michael,

afirmando lo obvio.

—Sí y estamos esperándote —Derek sonrió al niño que le

había robado su corazón tanto como lo había hecho su padre.

Max abrió los brazos y un pequeño tornado voló por la

habitación y se tiró sobre la cama. Michael se arrastró entre

ellos y fue primero a los brazos de su papá y luego a Derek

para los abrazos matutinos. Situado en la parte superior de las

sábanas, Michael cruzó sus pies y se instaló ahí. Movió la

cabeza adelante y atrás tratando de ver a los dos. Finalmente

se dio la vuelta sobre su estómago para poder verlos más

fácilmente.

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—¿Vas a vivir aquí y dormir con papá a partir de ahora?

— se preguntó.

—¿Qué pensarías sobre eso? —Preguntó Max.

—¿Amas a papá? —Michael preguntó a Derek.

Después de la noche que había pasado con Max, Derek se

sentía valiente y seguro. —Amo a tu papi mucho y te amo,

también. Me encantaría ser parte de tu familia. ¿Crees que hay

espacio para mí aquí? —Observó el rostro de Michael de cerca

ya que sabía Max también lo hacía.

—Sí, tú no ocupas mucho espacio. Entonces ¿voy a ser

como Gracie en la escuela y tener dos papás? —Michael miró

hacia atrás y adelante entre ellos.

—Por ahora, tienes un papá y a su pareja. Veremos los

de los dos papás más tarde —dijo Max. —Y por cierto, me

robaste mi turno, jovencito. Ni siquiera le he dicho a Derek que

lo amo, también.

—Bueno, díselo papá. Tiene que escuchar eso. Es

importante —Michael era un maestro del eufemismo.

—Ok —Max miró a los ojos de Derek, su rostro solemne.

—Te amo y me encantaría que vivieras aquí con Michael y

conmigo. Te necesitamos en nuestras vidas. ¿Quieres?

—Sí, me encantaría —dijo Derek, sonriendo a ojos de

Max.

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Michael se retorció para sentarse entre ellos. —¿No vas a

darle un beso? Sé que eres todo besos papá —Sonaba un poco

exasperado con la lentitud de los acontecimientos.

Max se inclinó y besó a Derek rápidamente y luego agarró

a Michael y lo levantó sobre él, haciéndole cosquillas hasta que

sus altas carcajadas hicieron sonreír a ambos.

Derek se llevó la mano a la boca y se quedó sin aliento. —

Michael, ¿no hay algo especial acerca de hoy?

Los ojos de Michael se abrieron de nuevo.

—¡Es Navidad! —Michael estaba en un instante levantado

y rebotando en la cama. —Vamos, ¡te tenemos algo papá!

Entraron en la sala de estar y para sorpresa de Derek, en

lugar de encontrar un regalo para sí mismo, Michael consiguió

el de su papá y se lo llevó a él.

—¿Abrirás primero el mío? —preguntó, saltando de un pie

a otro emocionado. Max y Derek hicieron espacio para que se

sentara entre ellos en el sofá.

—Sí, pero ¿no quieres ver lo que tienes ahí abajo del

árbol? —Max estaba claramente demasiado sorprendido.

—Lo haré, pero Papi, esta es la primera vez que tengo

algo para darte. Quiero ver si te gusta.

—Está bien —dijo Max. Arrancó el papel. Cuando abrió la

caja, sus ojos se iluminaron tanto como los de Michael cuando

había visto el bonito caracol marino.

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Michael se inclinó para decir —Si lo pones en tu oído

puedes oír el océano en él. Te gusta el océano, ¿verdad?

—Claro que sí. Déjame ver —Max hizo una gran algarabía

colocándose el caracol marino y jadeando cuando escuchó los

sonidos del mar en ella. —Michael, esto es perfecto. Voy a

ponerla en mi escritorio del trabajo. Voy a pensar en ti cada vez

que lo vea y cuando llegue estresado la recogeré y escucharé el

océano. Muchas gracias. Me encanta —Max jaló a Michael para

un fuerte abrazo y ruidosos besos. Michael se rio.

—Abre el de Derek papá. Te encantará también —

Michael saltó en el sofá en su afán de ver la respuesta de Max

al regalo de Derek. Cediendo a los deseos del niño pequeño,

Max abrió el regalo de Derek. Dejó escapar un pequeño grito

de asombro al ver las portadas de los libros y DVD’s.

—Oh, wow. No puedo esperar para ver esto. Buen

trabajo Derek. ¿Acaso Michael te dijo lo mucho que me encanta

el mar?

—Bueno, me di bastante cuenta —dijo Derek —pero

hablamos de eso y Michael me ayudó a escogerlo.

—Creo que es mejor que te muestre los tuyos de

inmediato —Max puso los libros con cuidado sobre la mesa de

café. Fue al árbol y alcanzó detrás de él un regalo alargado

envuelto, que entregó a Derek.

—Ábrelo Derek —instó Michael. —Mira lo que te

consiguió.

Derek despeinó el cabello de Michael.

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—¿Sabes lo que es?

—No, date prisa. Quiero ver. Es horriblemente plano.

—Claro que lo es. Déjame ver —Derek preguntó si se

trataba de un cheque de bonificación. Eso estaría bien, pero

esperaba un regalo más personal.

Arrancó el papel para descubrir un folleto para un crucero

por el Caribe. Su boca se abrió.

—¿Qué es eso Derek? Es un barco grande, ¿huh? —

Michael señaló el crucero en la portada. Derek abrió el folleto

para encontrar tres entradas, junto con imágenes de las islas

donde el barco atracaría.

—¿Esto es real? —preguntó.

—Espero que sí. ¿Te gustaría ir en un crucero conmigo?

Los dos, por supuesto.

—¡Wow, un crucero! —Michael gritó y echó los brazos

alrededor del cuello de Max.

—Sí, sí, sí. Oh, eso sería muy divertido. ¿Cuándo nos

vamos? —Derek estaba tan emocionado como Michael. Los tres

formaron un abrazo de grupo, riendo y golpeando el espaldar

del sofá.

—Pensé que iríamos cuando Michael estuviera en

vacaciones de primavera de la escuela. ¿Qué te parece? —Max

movió una mano en la espalda de Michael y jaló a Derek para

exprimirlo.

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—Creo que es perfecto —dijo Derek. —Ahora creo que

alguien tiene algunos regalos propios para abrir —Tenía una

sorpresa más para mostrarles o más bien dos, así que mientras

Michael abrió un nuevo videojuego, Derek salió de la

habitación.

Cuando Derek recogió al gatito el día anterior, había sido

incapaz de dejar a su hermana ahí sola. Sólo esperaba que Max

no le importara.

Abajo, en su despacho, se encontró con los gatitos

simplemente despertando en el porta animales y viéndose con

ojos de sueño y adorables. Uno era negro con blanco en las

patas y en la punta de su cola. Su hermana era toda blanca con

manchas de negro aquí y allá, con una mancha en la frente.

Fuera de la puerta del pent-house, sacó a los gatitos de su

transportador y los colocó dentro de su bata, sosteniéndolos

suavemente en el lugar. Entró y vio a Michael y a Max en el

sofá, con las cabezas juntas.

En silencio Derek salió detrás de ellos, sacó el gatito negro

y lo puso en la parte de atrás del sofá.

Ante el sonido de su pequeño maullido, Michael y Max

ambos giraron la cabeza para mirar hacia atrás. Sus ojos se

abrieron, Michael era casi cómico. No se movió, excepto por sus

ojos, que hacían el seguimiento de la ruta de acceso del gato a

través de la parte de atrás del sofá.

Con voz tranquila, llena de asombro, dijo —Papá, ¿lo ves?

—Claro que sí hijo.

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—¿Puedo tocarlo Derek? ¿Puedo sostenerlo? —Michael

miró a Derek, quien todavía sostenía la otra sorpresa dentro de

su bata.

—Creo que le gustaría que la abrazaras, con mucho

cuidado, por supuesto —Derek tomó el gato y se lo entregó a

Michael, que parecía estar recibiendo oro puro. Michael se

deslizó hasta el suelo y se sentó con las piernas cruzadas

delante del sofá.

Llevó a la gatita más cerca de él y lo sostuvo contra su

pecho, la barbilla rozando la parte superior de la cabeza.

Michael miró a su papá y a Derek con una dulce sonrisa. —

Wow, tengo una mascota. No puedo creerlo.

Antes de que pudiera responder, un maullido fuerte llegó

desde el interior de la bata de Derek. —Uh, tengo que hacer

una confesión —dijo.

Max asintió. —Suena como que tienes que hacerlo.

Derek rodeó el sofá y se sentó, dejando que la gatita

blanca asomara la cabeza por la bata. —No pude evitarlo. Son

hermanas y no podía dejarla ahí sola. Se llevan bien y no

pelean o no lo creo y pueden jugar juntas cuando Michael esté

en la escuela. Yo te ayudo con ellas... —Derek sintió como si

estuviera rogando por su vida.

Max agarró a la gatita y la abrazó. —Relájate, está bien.

Hey amigo, tienes dos gatitas. ¿Puedes manejar el cuidado de

las dos?

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Esos ojos fueron grandes otra vez y Derek solo se derritió

mientras estaba seguro de que Max lo estaba haciendo

también. Michael asintió, incapaz de hablar. Max se inclinó para

poner a la gatita en brazos de Michael junto al primero. Cada

una de ellas se dirigió hacia un hombro para formar un collar

de gatitos alrededor del cuello de Michael. El niño se iluminó de

felicidad.

Max sonrió a Derek, asintiendo para hacerle saber que

realmente estaba bien con él. Derek dejó escapar el aliento que

sentía como si hubiera estado conteniendo desde que entró por

la puerta. Max le pasó un brazo alrededor de él mientras

observaban a Michael enredado con sus mascotas.

Michael los trataba con cuidado, cantando para ellos y

acariciando su piel suave y asegurándoles que serían muy

felices porque iba a cuidar muy bien de ellos.

—Vas a tener que darles un nombre Michael —dijo Max.

—¿Tienes alguna idea?

Michael no lo dudó. Extendió la gatita negra para que Max

lo tomara. —Esta es Betsy —. Le entregó la otra a Derek. —Y

ésta es Sara.

Max miró sorprendido. —¿Cómo incluso conseguiste esos

nombres?

—Betsy es Betsy Ross —Michael se puso de pie,

apoyando sus rodillas en el sofá entre ellos.

—¿Sabes quién es Betsy Ross? —Derek le preguntó.

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—Sí, ella hizo la bandera.

—¿Y de quién es el nombre de Sara? —Preguntó Max.

—Sara Lee.

—¿Quién? —Derek y Max dijeron juntos.

—Ella hace pasteles.

Era todo lo que Derek podía hacer para no reír a

carcajadas. Se dio cuenta de que Max estaba mordiéndose el

labio, también.

—Betsy y Sara, entonces —Max alisó su mano sobre la

piel del gatito. —¿Eres feliz Michael?

—Muy feliz papá. Esta fue la mejor Navidad de todas —

Michael sonrió a Derek. —Tienes lo que querías para Navidad

Derek. Dijiste que querías algo para Santa, ¿recuerdas? Querías

a alguien que te amara, alguien que te viera. Mi papá te ve y yo

también. ¿Eres un feliz Santa?

—No puedo creer que recuerdes eso. Ven aquí —Derek

agarró a Michael en un fuerte abrazo. —Estoy tan contento de

que mi propio pequeño duende apareciera ese día y cambiara

mi vida.

Minutos después, Michael jugaba con las gatitas en su

habitación y Derek aparecía con rollos de canela frescos en el

horno. Una voz detrás de él lo hizo voltear.

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—Así que querías algo para Santa, ¿huh? —Max lo

envolvió en sus brazos.

Derek se inclinó contra Max y sonrió. —Estaba teniendo

un momento quejoso en mi descanso y pensé que estaba solo.

Lamentaba el hecho de estar cansado de los perdedores y estar

solo. Me decía a mi mismo que quería a alguien que me viera y

una dulce vocecita dijo Yo te veo. Fui un caso perdido desde

entonces. Michael quería que le ayudara con tu fuerte dolor de

cabeza y el resto es historia —Derek vaciló, pero no podía dejar

de preguntar —¿De verdad me amas?

—Realmente lo hago. Me estaba enamorando de todos

modos, pero verte con mi hijo hace que mi corazón se derrita

todo de nuevo. Quiero pasar más allá de para siempre con

ustedes... trabajar contigo, hacerte el amor... mucho… y criar a

mi hijo contigo.

Max sacó a Derek lejos de la mesa de la cocina y lo besó

ruidosamente.

Juntos cocinaron un poco de tocino para acompañar los

rollos. Derek hizo café y Max sirvió el jugo de naranja.

Finalmente Derek miró hacia la puerta de la cocina. —Ha

estado muy callado. Tal vez será mejor que ir a ver a Michael.

Tomados de la mano, lo cual calentó aún más el corazón

de Derek, se fueron por el pasillo hasta la habitación de Michael

para descubrir una escena que los hizo sonreír a los dos.

Michael estaba en la cama con los dos gatitos junto a él. Con

sus pancitas llenas, se habían acurrucado en pequeñas bolas de

blanco y negro y estaban dormidas en el hueco protector del

brazo de Michael.

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Cuando vio que Max y Derek lo estaban viendo, se llevó

un dedo a los labios. Max y Derek asintieron e hicieron un gesto

para que se uniera a ellos. Muy gentilmente bajó de la cama y

corrió hacia su papá. Max lo alcanzó y se fueron a la cocina.

Durante el desayuno, Michael preguntó sobre Tawna.

—No va a ir a la cárcel, amigo, pero hizo algo malo, muy

malo. Estará saliendo de la ciudad para ir a vivir con sus padres

y el tribunal ha ordenado que vea a un consejero para hablar

de lo que hizo.

Michael tomó esto con una expresión sombría. —¿Eso es

todo?

Max negó con la cabeza. —También tendrá que hacer

servicio comunitario por un tiempo. Eso significa que va a

trabajar para ayudar a otras personas, sin recibir pago. La cosa

importante para recordar es que va a estar muy lejos y no

volverá a ser capaz de hacerte daño de nuevo.

Michael se sentó en silencio durante unos minutos. Luego

preguntó —¿Por qué lo hizo? ¿Era porque yo era un niño malo

como dijo ella?

Derek contuvo su ira contra la mujer antes de que dijera

algo lamentable.

—Ven aquí, amigo —Max abrió los brazos y Michael se

deslizó de su silla y se subió al regazo de su papá. —Mírame

Michael. Quiero que entiendas que no eras un niño malo. Ella

era una mujer mala. Quería gustarme, ya sabes, como una

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novia y yo no lo hice. Y luego, cuando me enteré de cómo te

había tratado, me enojé y la despedí.

—Estaba enojada porque yo tomé su lugar —añadió

Derek. —Y entonces se puso muy enojada cuando nuestros

compañeros de trabajo le dijeron que hacía un trabajo mejor.

—¿También estaba enojada porque tú eres gay? —

Preguntó Michael. —Sé que a veces a la gente no le gusta eso.

Ellos pueden ser malos. ¿Estaba enojada porque alejaste a

papá de ella?

—Derek no me alejó de ella, porque ella nunca me tuvo

Michael. Ahora, suficiente sobre ella —Max puso un dedo

debajo de la barbilla de Michael e inclinó su rostro hacia arriba.

—Antes de que Derek llegara, tú eras al único que amaba.

Ahora también lo amo a él. ¿Está bien eso contigo? Como has

dicho, a veces las personas son malas al respecto. ¿Y si alguien

dice algo feo de nosotros?

Michael se enderezó. —Mejor que no. ¡Nadie habla de mis

dos papás y se sale con la suya!

¡Whoa! El corazón de Derek dio un vuelco. No había nada

que le encantaría más que la adopción de Michael y ser un

papá para él, junto con Max. Se puso de pie, tratando de

alcanzar al niño. Michael levantó los brazos para ser recogido.

—Sabes que te amo, todo completo, ¿verdad Michael? —

Preguntó Derek.

—Sí, lo sé. Te amo también — Se rio —Papá Derek.

Max y Derek se rieron de eso.

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Después del desayuno, Michael regresó a su habitación

para ver a sus nuevos amigos, Betsy Ross y Sara Lee. Max y

Derek fueron a la sala de estar y se dejaron caer en el sofá.

—¡Menos mal! Este ha sido un día fantástico hasta

ahora... y aún es temprano —Derek se echó hacia atrás en los

brazos de Max.

—Ah, ahí está mi Santa feliz. Tengo que decir que eres el

más sexy Santa que he visto nunca. Ciertamente nunca había

querido hacer esto a cualquier otro —Max tomó la boca de

Derek en un beso apasionado. Su lengua salió a jugar y Derek

se reunió con la suya. Max pasó los dedos por el cabello de

Derek. Se fundieron entre sí, sus suspiros mezclados, el

ocasional gemido saliendo.

Derek no podía creer lo verdaderamente feliz que estaba

en esta mañana de mágica Navidad. Santa había conseguido

más que ese algo que había pedido.

Había conseguido todo lo que podría desear.

Fin

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Acerca de la Autora

A AKM Miles le encanta leer el género de M / M y decidió

escribir lo que le gusta. Los primeros autores, que leyó hace

años en esta área, no estaban tan interesados en el amor, la

línea de la historia y el desarrollo del carácter, como esos que

ha encontrado recientemente. Emocionada con las nuevas

obras, AKM se propuso hacer una carrera en este campo.

Puedes esperar que haya un final feliz en todo momento.

Puedes esperar que los dos se encuentren y decidan estar

juntos muy pronto, y luego se enfrenten a los conflictos, las

pruebas y experiencias como pareja. AKM prefiere las idas y

venidas sobre si el amor vuelve o no. Le encanta meter a los

niños en la mezcla, junto con mascotas y amigos locos y

maravillosos. Esperamos que a los lectores les gusten las

historias de amor emocionales que llenan su cabeza y se

derraman sobre su computadora.

Correo electrónico:

[email protected]

A AKM Miles le gusta escuchar a los lectores. Puedes

encontrar su información de contacto, página web y biografía

del autor en

http://www.total-e-bound.com

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Coordinación del proyecto

Cinty

Traducción

Kaiel

Corrección/Revisión

Visionepica

Edición, Diseño y formato

Visionepica

Limpieza de Portada

Clau

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