A Nadie Es Dudoso

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«A nadie es dudoso, antes bien, por todos los siglos fue conocido que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor del género humano, y a él le ha sido dada potestad de atar y desatar los pecados; y él, en sus sucesores, vive y juzga hasta el presente y siempre» (Concilio de Éfeso, D 112 - Sobre la primacía del Romano Pontífice discurso de Felipe, Legado del Romano Pontífice, en la sesión III ). El Papa es la columna de la fe y el fundamento de la Iglesia Católica. Se quita al Papa, nadie defiende la verdad y se destruye el fundamento de la Iglesia. Los católicos tienen la obligación de guardar la fe recibida y defenderla de toda aquella Jerarquía y fieles que están construyendo, en este momento de la historia, una nueva iglesia en el Vaticano. En Roma no hay una cabeza, un Papa, que defienda la fe verdadera, que sea columna de la fe, que sea el fundamento de la Iglesia. No existe esa cabeza. Bergoglio no es Papa porque es sólo un hereje, un hombre para un cisma, un corazón que ha abierto la apostasía de le fe dentro de la Iglesia; Benedicto XVI es el Papa legítimo, pero no gobierna, no puede hacerlo, es inútil su Papado: su renuncia es su decisión de apartarse del gobierno porque no se puede gobernar a quién no se deja someter. La Jerarquía orgullosa es la que ha derribado al Papa Benedicto XVI: lo ha atacado, se ha rebelado contra él, le ha puesto toda clase de impedimentos para que su gobierno divino fuera inútil en la realidad de la vida eclesial. Bergoglio no es columna de la fe, sino destrucción de la Verdad Revelada, de la Palabra de Dios, transmitida a lo largo de todos estos siglos en la Tradición y propuesta por la Iglesia para creer en Ella. Bergoglio destruye todo esto con su fe masónica, con su doctrina comunista y con sus obras protestantes. Bergoglio no es fundamento de la Iglesia Católica, sino la tuerca que era necesaria para poner un nuevo fundamento y así levantar una nueva iglesia. En sí, Bergoglio es un don nadie: es sólo una tuerca, pero no tiene la fuerza de un líder. Muchos le siguen por ser tuerca, no por ser líder. Nunca ha sabido gobernar nada, sino sólo vivir su vida como

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«A nadie es dudoso, antes bien, por todos los siglos fue conocido que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor del género humano, y a él le ha sido dada potestad de atar y desatar los pecados; y él, en sus sucesores, vive y juzga hasta el presente y siempre» (Concilio de Éfeso, D 112 - Sobre la primacía del Romano Pontífice discurso de Felipe, Legado del Romano Pontífice, en la sesión III ).

El Papa es la columna de la fe y el fundamento de la Iglesia Católica. Se quita al Papa, nadie defiende la verdad y se destruye el fundamento de la Iglesia.

Los católicos tienen la obligación de guardar la fe recibida y defenderla de toda aquella Jerarquía y fieles que están construyendo, en este momento de la historia, una nueva iglesia en el Vaticano.

En Roma no hay una cabeza, un Papa, que defienda la fe verdadera, que sea columna de la fe, que sea el fundamento de la Iglesia. No existe esa cabeza. Bergoglio no es Papa porque es sólo un hereje, un hombre para un cisma, un corazón que ha abierto la apostasía de le fe dentro de la Iglesia; Benedicto XVI es el Papa legítimo, pero no gobierna, no puede hacerlo, es inútil su Papado: su renuncia es su decisión de apartarse del gobierno porque no se puede gobernar a quién no se deja someter. La Jerarquía orgullosa es la que ha derribado al Papa Benedicto XVI: lo ha atacado, se ha rebelado contra él, le ha puesto toda clase de impedimentos para que su gobierno divino fuera inútil en la realidad de la vida eclesial.

Bergoglio no es columna de la fe, sino destrucción de la Verdad Revelada, de la Palabra de Dios, transmitida a lo largo de todos estos siglos en la Tradición y propuesta por la Iglesia para creer en Ella. Bergoglio destruye todo esto con su fe masónica, con su doctrina comunista y con sus obras protestantes.

Bergoglio no es fundamento de la Iglesia Católica, sino la tuerca que era necesaria para poner un nuevo fundamento y así levantar una nueva iglesia.

En sí, Bergoglio es un don nadie: es sólo una tuerca, pero no tiene la fuerza de un líder. Muchos le siguen por ser tuerca, no por ser líder. Nunca ha sabido gobernar nada, sino sólo vivir su vida como a él le da la gana: sin orden, sin fundamento, sin ley, sin verdad. Alguien que no tiene orden en su propia vida, no sabe darlo a los demás: sólo sabe vivir y dejar que otros vivan en la inmundicia de sus pecados.

Un líder es otra cosa a lo que se ve en Bergoglio: este hombre es sólo una oscuridad, un desastre en el gobierno. Es lo propio de un dictador hambriento de gloria humana, de poder humano, de dinero. A Bergoglio lo temen por ser dictador: porque impone sin misericordia su idea loca de la vida. Y sólo sabe imponer: si le haces una crítica, si no estás conforme con su mente, te echa de su presencia. Siempre está pendiente del otro para ver si hace un juicio en contra de él, pero nunca se preocupa del otro, ni de su vida: sólo quiere que los demás se preocupen de lo que él piensa y quiere. Que los demás posean su manera de pensar, su mismo lenguaje humano: que todos prediquen y obren lo que él predica y obra. Si no se hace esto, no te da de comer ni un techo para vivir.

Esto es siempre un dictador. Y como Bergoglio hay muchos Obispos en la Iglesia. Muchos. Todos están sedientos de poder, de gloria, de dinero, de que los hombres hablen continuamente de ellos. Son los que defienden al pueblo, pero no a sus sacerdotes. No pueden defender a Cristo en sus sacerdotes, porque sólo buscan su gloria entre los hombres.

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La gran unidad es lo que somos cuando dejamos de pensar por separado y separar pensando, cuando amamos al pensar y no pensamos el amor!