10/19/13 Abdiel Vázquez – Escogido por el piano | Gente y la actualidad

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Abdiel Vázquez – Escogido por el piano

Estaba seguro de que sería ingeniero, al igual que su padre y su hermano

mayor. Si bien es cierto que desde los seis años había asistido a clases de piano

—media hora a la semana—, nunca imaginó que sería un músico profesional ni

que debutaría en el Carnegie Hall de Nueva York o en el Palacio de Bellas

Artes de México.

Por Emiliano Ruiz Parra

En 2003, a sus 19 años, acudía por las mañanas a estudiar ingeniería y por las

tardes a la licenciatura en piano en la Escuela Superior de Música y Danza. No

era más que un reto personal completar las dos carreras disímiles. Después,

haría su vida de ingeniero en Monterrey sin mayores sobresaltos.

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Pero ocurrió que los demás tuvieron fe en él: su maestro Gerardo González —

uno de los pianistas mexicanos más importantes de su generación—, sus

padres y su instructora de la infancia, Mirna Treviño. En 2003, Abdiel Vázquez

se inscribió en el concurso “Angélica Morales” para jóvenes pianistas. Pidió

permiso para faltar dos semanas a la Universidad Regiomontana, pensando que

sólo participaría en las rondas preliminares.

De los 37 concursantes, Abdiel era el único que no se dedicaba

exclusivamente a la música. Su repertorio era limitado pero asistió al concurso

con el Concierto para piano, de Grieg, de un grado de dificultad menor que las

piezas de Brahms o Rachmaninov que llevaban sus competidores.

Sorprendido de sí mismo, formó parte de los 12 pianistas que pasaron a la

eliminatoria, y después se metió entre los cinco semifinalistas. Ya no estuvo

entre los tres finalistas —ese año, el concurso lo ganó Rodolfo Ritter— pero se

dio cuenta de que, aun sin haberse profesionalizado, había llegado a los cinco

mejores del país.

Ya no volvió nunca a la carrera de ingeniería. Ahora era su turno de tener fe en

sí mismo.

Su melena ensortijada se agita al final de “Cuadros para una exposición”. Es el

domingo 26 de mayo de 2013, y Abdiel Vázquez está por concluir un concierto

en el Conservatorio Nacional a beneficio de los mineros del carbón y la

Organización Familia Pasta de Conchos.

El pianista de 29 años radica ahora en Nueva York. Ha venido a México a una

frenética semana de conciertos en el Palacio de Bellas Artes, el Conservatorio

Nacional y la Sala Nezahualcóyotl, en donde tocó el Concierto número uno, de

Prokofiev, bajo la batuta del director Zhang Guoyong el sábado 1 y el domingo

2 de junio.

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Abdiel Vázquez reservó la tarde del domingo 26 de mayo para los familiares

de los mineros sepultados en Pasta de Conchos. El crítico musical del diario

Reforma, Lázaro Azar, calificaría ese concierto de sublime, imaginativo y

cristalino: “y me quedo con sus Nocturnos (de Chopin y Contreras), pues en

ellos logró ese belliniano cantábile que sólo los grandes artistas son capaces

de sacar de un instrumento que, no olvidemos, es de percusión”.

Al término del concierto, el pianista se dice emocionado por la presencia de

Raúl Villasana y Trinidad Cantú, padres de Raúl Villasana Cantú, cuyos restos

permanecen al interior de la Mina 8 de Pasta de Conchos. Vázquez tocó

probono, y los ingresos de la taquilla se destinaron a apoyar a los familiares de

los mineros en su reclamo del rescate de los cuerpos y de la región

carbonífera.

A los seis años, Abdiel Vázquez empezó sus lecciones de piano con Mirna

Treviño. Iba también a natación, basquetbol y pintura. “Llegué a quejarme con

mis papás de que no quería ir a las clases de piano, que la maestra me gritaba”,

recuerda ahora Abdiel con sentido del humor. A los 13 años, ya estaba seguro

de su vocación musical.

Abdiel Vázquez era un niño de la clase media de Monterrey, segundo de tres

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hermanos, que crecía en los barrios de Mitras y Country. Su padre trabajaba

medio tiempo de ingeniero. El resto de su día lo dedicaba a ser pastor en una

congregación cristiana evangélica. Desde cuarto de primaria Abdiel dejó el

sistema escolarizado y completó la secundaria con clases particulares. Sus

padres, a la vez que los enviaban a formarse en los deportes y las artes, desde

su visión religiosa los estaban protegiendo de las corrupciones del mundo. Por

eso la preparatoria escolarizada fue un shock para el joven pianista.

Su maestra de piano lo recomendó con Gerardo González, el fundador de la

Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, y Abdiel inició la

licenciatura en piano de ocho años de duración. Por las mañanas, acudía a la

preparatoria en la Universidad Regiomontana y por las tardes a aprender piano.

Tras ser semifinalista en el Premio Angélica Morales 2003, despegó la carrera

de Abdiel Vázquez. Se postuló para terminar la licenciatura en Manhattan

School of Music y fue aceptado, pero no obtuvo beca y se regresó a Monterrey

a concluir sus estudios en la Superior.

2006 le cambió la vida: en septiembre, el presidente Vicente Fox le entregó

en Los Pinos el Premio Nacional de la Juventud por su trayectoria artística, y un

mes después, ganó el concurso Angélica Morales con el Concierto número

tres, de Rachmaninov, de alto grado de dificultad.

Con becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Manhattan School of

Music y patrocinios de la iniciativa privada, Abdiel se fue a estudiar la maestría

en Nueva York entre enero de 2007 y diciembre de 2008. Aquel joven que

estaba seguro de que sería un ingeniero regiomontano acababa de convertirse

en una de las promesas de la música clásica mexicana.

—¿De dónde viene la preocupación social, por qué tocar un concierto a

beneficio de los mineros de Pasta de Conchos? —le pregunto.

—El discurso que yo traía, a partir del cual me fui a estudiar a NYC, era así: tú

trabaja duro, sigue tus sueños y lograrás lo que quieras. Pero me fui dando

cuenta de que no necesariamente es así. Yo tuve mucha suerte y

oportunidades.

¿Y si alguien no tiene esas oportunidades? A veces es muy injusto decir:

‘échale ganas, y las cosas van a salir bien’. Los mineros nacen en un contexto

muy cerrado. Si tu abuelo fue minero y tu padre también, ¿cómo sueñas salir

de ahí si apenas tienes para comer ese día?, ¿si no sabes si regresarás vivo? Si

yo fui afortunado, es mi deber tratar de dar, de devolver —responde el pianista.

Abdiel significa siervo de Dios, y aparece sólo una vez en la Biblia como “hijo

de Guni y jefe de la casa de sus padres”, pero fue el poeta inglés John Milton

quien hizo de Abdiel un personaje célebre. En el libro V de Paraíso perdido,

Abdiel aparece como un serafín que se resiste a las seducciones de Satanás:

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“Entre los infieles, él era el único fiel… ni el número ni el ejemplo fueron

poderosos para hacerlo abjurar de la verdad, ni aun viéndose solo decayó su

constante ánimo”.

Abdiel Vázquez ha debido poner a prueba una inquebrantable fe en su talento

y su deseo de convertirse en un concertista de categoría mundial. Tras

terminar la maestría en Manhattan School of Music, se resistió a volver a

Monterrey: “En México es muy fácil estancarse. Empiezas a tocar en misas,

bodas y eventos; te acostumbras a ganar dinero, y ya no hay tiempo de

practicar ni tienes el estándar alto. No existe un mercado competitivo, y el

aplauso igual viene”, me dice.

Abdiel se ha ganado la vida como coach vocal en Nueva York: cantantes de

ópera acuden con él a ensayar sus papeles, y Vázquez los acompaña desde el

piano y les corrige sus deficiencias. De esa manera, se gana el sustento diario,

y paga una renta de mil 350 dólares en el barrio Washington Heights (el más

barato de Manhattan), aunque trata de dedicar el menor tiempo a las

actividades alimenticias para concentrarse en ensayar. Durante años dedicó

parte de sus ingresos a pagar clases particulares en Nueva York.

Vázquez: “Ser concertista es un riesgo y una apuesta. Debes tener una fe

absoluta en tu talento, en que sí la vas a hacer. Si lo comparas con un negocio,

sería de lo más arriesgado”.

El piano, sin embargo, no es la única razón para permanecer en Nueva York. En

La Gran Manzana vive también la pianista Elena Smirnova, la prometida a quien

le dio el anillo de compromiso el 25 de diciembre de 2012 y con quien se

casará en 2014. Smirnova también fue alumna de James Tocco —el maestro

de Abdiel en Nueva York— y posee un currículum tan brillante como el de

Vázquez.

El mexicano recapitula su vida: las clases amateur de piano durante casi una

década, el teclado de la casa durante su infancia, el apoyo de una figura como

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Gerardo González y los premios a sus interpretaciones, y lo resume: “Me dejé

guiar por mis maestros, y las puertas se abrieron por ese camino: yo no escogí

el piano, fue el piano el que me escogió a mí”.

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Por: Gustavo Ojeda Carreras // ARTÍCULOS // Abdiel Vázquez // julio 1, 2013

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