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Abril ´15 Cajón entomológico Eva Pérez Romero

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Cajón entomológico Eva Pérez Romero

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CAJÓN ENTOMOLÓGICO

El Museo Sorolla guarda entre sus fondos las obras del pintor y sus posesiones, gracias a la donación de Clo-tilde García del Castillo, su esposa. En su testamento, Clotilde cede al Estado Español todos sus bienes, sus cuadros junto con infinidad de dibujos y más de 1000 piezas de arte que constituyen las otras colecciones del Museo: cerámica, joyería, escultura, mobiliario, metalis-tería, textiles y vidrio.Y entre esos otros objetos que guarda la Casa Museo encontramos dos cajones entomológicos, expuestos en la vitrina del Estudio del pintor, justo debajo de Paseo a Orillas del Mar (1909), resaltando estos colores de las mariposas los tonos del mar pintado por Joaquín Soro-lla [fig 1.].

Fig. 1 Cajón entomológico, Nº Inv.: 90072

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Sorolla coleccionista

En la casa que fue la resi-dencia del pintor podemos encontrar muchos objetos que se pueden considerar parte de las colecciones. El cajón entomológico es en sí mismo una peque-ña colección, pero la casa entera está llena de otro tipo de objetos recogidos en sus viajes o regalados al pintor. A primera vista encontramos piezas de ce-rámica por todas las salas: albarelos o botes de far-macia, platos, aguamaniles, azulejos, incluso joyería y piezas arqueológicas. Tam-bién se puede observar, en una fotografía de Clotilde, que junto a su tocador hay colgado otro cajón con una colección de joyería [Fig. 2]

El origen de las coleccio-nes y los coleccionistas se remonta al renacimiento, es un medio para plas-mar las ideas de la época. Simbólicas, didácticas o científicas, las coleccio-

nes reflejaban el alma del coleccionista. La naturale-za de las colecciones va-rió de un siglo a otro. Por un lado aparecieron los primeros “gabinetes de curiosidades” hacia 1450, constituidos por objetos tan variados como pie-dras preciosas, colmillos de elefante y hasta míti-cos cuernos de unicornio. Por otra parte surgieron las colecciones de obras de arte: camere, cortile y studioli italianos. A través de toda Europa soberanos y élites formaron grandes colecciones de arte, don-de el deseo de ostenta-ción era tan fuerte como el de posesión. Las colec-ciones son el origen de la idea misma de museo.

Joaquín Sorolla en su casa, como marcaba la moda de los estudios de pintores de principios de siglo, tam-bién atesora piezas curio-sas y bellas como parte de inspiración artística y para rodearse de un aire bohe-mio, culto y viajero. Incluso

Fig. 2 Clotilde, Nº Inv. 80.474

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hacerlo parar, y distraer á su señora de su ruta.- Salgo hoy para Ita-lia y Austria, esperando estar de vuelta dentro de unos 15 días, y las mari-posas prometidas que yó mismo hé cazado en las selvas vírgenes del alto Paraná, le serán entre-gadas á mi regreso, para que Vd. goze con aquellos colores brillantes que pa-recen rayos de luz vistos por un prisma. Le envío un peque-ño colibrí. Abundan en los bosques aquellos; mírelo bién con luz fuerte.- […]” [1]

Del colibrí no tenemos noticias pues no está en los fondos de las colec-ciones del museo, pero se conservan los dos ca-jones entomológicos que bien pudieran ser las ma-riposas a las que se refiere Weissberger en su carta. La naturaleza viajera de este distinguido personaje nos introduce en el ámbi-to de las exploraciones

el nieto del pintor, Francis-co Pons Sorolla, que llegó a ser el segundo director del Museo, trajo también de sus viajes otro cajón ento-mólogico que conserva su hija, la bisnieta del pintor, Blanca Pons-Sorolla.

Un curioso regalo

Cómo llega esta colección de mariposas a manos del pintor es una curiosidad. En una carta mecanogra-fiada del austríaco Joseph A. Weissberger a Sorolla fechada el 21 de mayo de 1912 se habla de ellas (Fig. 3). En dicha carta Weissberger le comenta a Sorolla: “Querido amigo: Volví hace tres días de América, y hubiera queri-do tener el gusto de pasar por su casa para saludar-le; únicamente me ha sido dado el gusto de ver a su señora é hijos en la calle, pero mi automóvil iba demasiado deprisa, para

Fig. 3 Carta CS/6467 Archivo del Museo Sorolla

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descubiertos. Durante el siglo XIX, estas sociedades financian las expediciones de esos científicos explo-radores. De esta forma se produce una nueva explo-ración de América, la ex-ploración del interior de África, las expediciones al Polo Norte y al Polo Sur y las primeras expediciones oceanográficas.

Estas expediciones dieron lugar a una nueva idea de la Tierra y lograron saber su forma exacta, lograron comprender y explicar la evolución y los cambios habidos desde su forma-ción, experimentar con las propiedades y carac-terísticas de numerosas plantas, para utilizarlas en medicina, en la industria química o en la alimen-tación y hacer avanzar determinadas disciplinas científicas. Pero también eran realizadas por ocio y afán de aventura. No sabemos qué llevó a José Arnaldo Weissberger a embarcarse en las di-

diciones perseguían el fomento del comercio, la realización de observa-ciones astronómicas, et-nográficas y de ciencias naturales, la creación de observatorios meteoroló-gicos, los levantamientos cartográficos y la explo-ración arqueológica. Sus revistas y publicaciones daban cuenta del avan-ce de las exploraciones, publicaban relaciones de viajes e incluían estudios muy diversos sobre el te-rritorio y sus habitantes. A veces se preocupaban también de impulsar y di-fundir la enseñanza de la geografía en los niveles básico y superior [2].

Auspiciado por esta So-ciedad, Weissberger pro-nunció al menos una con-ferencia sobre sus viajes, publicando posterior-mente un libro (1910) [3].La Real Sociedad Geográ-fica fue fundada en 1876 con el nombre de Socie-dad Geográfica de Ma-drid, siguiendo el ejemplo

geográficas y naturalistas del s.XIX y XX. Los viajes de exploración científica se desarrollaron en Euro-pa después de la era de los descubrimientos, con la ayuda de las innovaciones tecnológicas y motivados por la aparición de nue-vas corrientes filosóficas y científicas (Jean-Jacques Rousseau, Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon, Charles Darwin, etc.).

A partir del siglo XVIII hay un nuevo tipo de ex-pedicionarios interesados especialmente en el cono-cimiento de la Tierra y sus recursos minerales, botá-nicos y zoológicos. Son científicos a la vez que exploradores o viajeros, y reciben dinero y apoyo no sólo de los estados, sino de sociedades cuyos miem-bros tienen intereses muy variados, interés por el de-sarrollo del conocimiento, intereses económicos, in-terés por conocer la Tierra y sus habitantes e interés por dominar los espacios

versas expediciones que realizó, si eran motivos científicos o puramen-te aventureros. Sabemos que al menos en 1910 realizó una expedición por el Asia Menor [2], an-terior a la que hizo en 1912 a las selvas del alto Paraná y a la que se refie-re él mismo en la citada carta a Sorolla.

Sabemos que era miem-bro de la Real Sociedad Geográfica, [fig. 4] la más antigua de las asociacio-nes geográficas españo-las. La participación de las sociedades de geogra-fía en la tarea explorado-ra del siglo XIX fue muy importante. Desde 1821 en que se creó la prime-ra de ellas (la Société de Géographie de París) has-ta 1940 se fundaron unas 140 sociedades de este tipo, con un ritmo máxi-mo entre 1870 y 1890, en que aparecieron un total de 62. Sus objetivos eran muy amplios: además de la organización de expe-

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podemos sacar la imagen de un activo personaje interesado por ampliar las fronteras de su men-te. Por la revista ilustrada de banca, ferrocarriles, in-dustria y seguros que el 10 de junio de 1907, don-de , publica un extenso artículo en la página 15 sobre la compañía italiana de seguros Assieurazioni Gcnerali de Trieste, sabe-mos que es director gene-ral para España y donde además se “ilustrado y distinguido asegurador D. José Arnaldo Weissber-ger, cuya gran actividad é inteligencia unido á las ventajas y garantías de la poderosa entidad que representa en nues-tro país, han hecho que aquélla goce hoy, al par que de generales simpa-tías, de bien cimentado crédito y con fianza” [6].

Seguramente Weissber-ger y Sorolla coincidieran en los actos sociales de la época. La idea de rega-lar las mariposas que nos

de lo ocurrido en otros países, dentro de las co-rrientes e ideas de la épo-ca que consideraban los contactos entre naciones, la expansión colonial, los descubrimientos y la Geo-grafía, en definitiva, como un objetivo prioritario del quehacer de los paí-ses y de los Estados [4]. De forma parecida se crea en 1877 la Asociación Espa-ñola para la Exploración de África, y el impulso de Joaquín Costa posibilita, en 1883, la creación de la Sociedad Española de Africanistas y Colonialis-tas (como precursor te-nemos a Domingo Badía, conocido como Alí Bey, el primer europeo que llega a La Meca, otro gran expedicionario), a la que también pertenece José A. Weissberger [5].

De su pertenencia a estas variadas e ilustres institu-ciones y de sus aparicio-nes en la prensa escrita madrileña de la época (El Imparcial, La Acción) [6],

ocupan a Sorolla pudiera relacionarse con los colores que ostentan sus llamativas alas, muy parecidos los azu-les a los que plasmaba el pintor en sus ya famosos cua-dros de playa.

Fig. 4 Sello Real Sociedad Geográfica

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Los cajones entomológicos del museo

Esta colección de mari-posas la podemos encon-trar en el estudio del pin-tor, la sala III del Museo, son los llamados cajones entomológicos. Son dos cajas vitrina de madera, tí-picas para la exposición y colección de insectos. La caja que nos ocupa, [fig 1] contiene 29 mariposas de diferentes especies, tamaños y vivos colores, pinchadas en alfileres me-tálicos que atraviesan su tórax. La otra caja contie-ne 19 mariposas, también con diferentes especies y colores [fig 5].

Las mariposas de la co-lección del museo, si en-tendemos lo que dice en su carta José Weissberger, serían originarias del alto Paraná, una zona del Para-guay rodeada de selva. Sin embargo, a principios de 2013 se hizo una identifi-cación tras una interven-ción para su conservación

en el Museo de Ciencias naturales [7] y se ha podi-do comprobar que no to-das proceden de esa zona. La mayoría sí son maripo-sas neotropicales del Alto Paraná, aunque hay algu-nas que no proceden de Paragauay y tres que son especímenes asiáticos.. [fig 6, clasificación]

Fig. 5 Cajón entomológico nº Inv.:90071 . Nº Inv. 90071

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Clasificación:

1- Morpho sp. 2- Siproeta epaphus 3- Morpho sp.4- ?? 5- Heliconius sp. 6- Morpho sp. 7- Tithorea 8- Urania sp.9- Heraclides dolicaon 10- ?? 11- ?? . 12- Hamadryas amphione13- Danaus gilippus 14- Heraclides thoas 15- Morpho achilles 16- Phoebis sp.

17- Morpho sp. 18- Morpho epistrophus 19- Morpho sp.20- ?? 21- Phoebis sp. 22- Doxocopa laurentia 23- Phoebis sp. 24- Papilio polytes (Sures-te de Asia)25- Aglais urticae (pa-laearctico) 26- Morpho sp.27- Heliconius erato 28- Siproeta epaphus 29- Anartia amathea

Fig 6. Clasificación

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M.M.J. de Galdo (1849) que llegó a 12 ediciones hasta 1895.

En 1871 se constituye la Sociedad Española de Historia Natural, a la que se le concede el título de Real en 1903, y su in-fluencia es grande pues facilita la publicación de investigaciones, reunio-nes de ambiente cientí-fico e intercambio de in-formación. Así se favorece la “Comisión Científica del Pacífico” (1862-1865) [8] última de las grandes expediciones científicas que tuvieron su punto ál-gido en los siglos XVI y XVII [fig 7].

En esa época se multi-plicaban por Europa los curiosos de la naturaleza y los coleccionistas priva-dos de plantas y animales, que en muchos casos se-rán la semilla de los pri-meros jardines botánicos y zoológicos. Esta última expedición científica fue organizada por el Minis-

El coleccionismo de ma-riposas y otros insec-tos es en parte ciencia. La primera época de la entomología (del griego éntomos, «insecto», y lo-gos, «ciencia», el estudio científico de los insectos) como ciencia tiene lugar en España en la segunda mitad del siglo XIX, entre 1842 y 1871. Con el de-sarrollo del conocimiento de la anatomía y fisiología de los insectos e institu-ciones provistas de co-lecciones para estudio, y junto con el intercambio frecuente de información con entomólogos extran-jeros, algunos españoles empiezan a conocer las especies autóctonas y publicar resultados. Así aparecen los primeros estudios y por primera vez se descubren nuevas especies por españoles. También es significativa la cantidad de libros de historia natural que apa-recen a finales de siglo, por ejemplo el Manual de Historia Natural de

Fig. 7 Comisión científica del pacífico

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micas, entre las que desta-can como importantes las siguientes (de lo general a lo particular): órdenes, subórdenes, superfami-lias, familias, subfamilias, tribus, subtribus, géneros, subgéneros, especies y subespecies.

Y aquí está lo que nos in-teresa, los insectos que llenan nuestra caja ento-mológica: los lepidóp-teros (Lepidoptera, del griego «lepis», escama, y «pteron», ala), que son un orden de insectos holo-metábolos (que sufren metamorfosis completa), casi siempre voladores, conocidos comúnmen-te como mariposas. Las más conocidas son las mariposas diurnas, pero la mayoría de las especies son nocturnas (polillas, esfinges, pavones, etc.) y pasan inadvertidas.

impulsor del desarrollode la ciencia biológica, vinculado al krausismo, presidió la Junta para Am-pliación de Estudios e In-vestigaciones Científicasde Madrid, entre otras ti-tuciones, y también fue director del Museo Nacional de Ciencias Naturales y del Real Jardín Botánico de Madrid. Se consagró principalmente al estudio de la entomología, en la que alcanzó un gran pres-tigio internacional.

No es coincidencia la gran relación que tuvo Joaquín Sorolla con la Institución Libre de Enseñanza, bas-tión del krausismo, de to-lerancia académica y la libertad de cátedra, don-de estudiaron sus hijos. Sorolla fue amigo íntimo, y muchas veces retratista, de varios de sus docentes más prestigiosos, como José Ortega y Gasset, Gre-gorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Antonio Machado, Santiago Ra-món y Cajal, Manuel Bar-

tolomé Cossío, Gumersin-do de Azcárate, Antonio Madinaveitia Tabuyo o Luis Simarro Lacabra.

Todos estos datos nos in-troducen en la importan-cia del estudio de nuestro entorno, incluyendo los insectos, para contribuir a la evolución científica y al conocimiento de nuestro mundo. De los cerca de 1,3 millones de especies descritas, insectos consti-tuyen más de los dos ter-cios de todos los seres vi-vos conocidos.

La ordenación y clasifica-ción es esencial para el estudio de los insectos. Es importantísimo tener un sistema internacional es-tandarizado para facilitar la comunicación entre los especialistas. El elemento clave de la clasificación es la especie. Las especies de insectos son producto de la evolución, y ha sido ne-cesaria la sistematización para designar especies y altas categorías taxonó-

terio de Fomento con fines políticos, pero fue un éxito por la gran can-tidad de material reunido. A la mente nos viene otro gran viaje realizado por el joven Darwin a bordo del Beagle que duró casi cin-co años, de 1831 a 1836.

Ya en el s.XX, con la Jun-ta para Ampliación de Estudios e Investigacio-nes Científicas creada en 1907, se fomenta clara-mente el progreso cientí-fico para situar España al nivel europeo. En 1910 se creó el Instituto Nacional de Ciencias Físico Natura-les bajo la presidencia de Ramón y Cajal, que tam-bién lo era de la Junta de Ampliación de Estudios. Ese mismo año abre la Re-sidencia de Estudiantes que contaba con labora-torios de investigación fisiológica, genética, mi-crobiológica, etc. Un gran ejemplo de entomólogo español es Ignacio Bolívar y Urrutia (1850 - 1944) naturalista, investigador e

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El color de las mariposas

El porqué de estudiar mariposas y su afán de coleccio-nismo principalmente viene dado por su belleza… y esa belleza reside en sus colores.

Los colores se producen químicamente por pigmentos y físicamente por difracción y refracción de la luz. Tanto las mariposas diurnas como las nocturnas exhi-ben una sorprendente variedad de colores, tamaño y formas. Su inmensa diversidad y su capacidad de adap-tación las sitúa entre las criaturas con más éxito evo-lutivo de la tierra: sus hábitats cubren desde la tundra ártica hasta las selvas tropicales. Los trópicos poseen la mayor variedad de especies porque encuentran las condiciones más favorables: un clima cálido y alimento abundante.

“... en estas membranas expandidas la Naturaleza es-cribe, como en una tablilla, la historia de las modifi-caciones de las especies...” Henry Walter Bates (1863) [9].

Se estima que existen 120.000 especies de mariposas diurnas y nocturnas en el mundo [10], pero más di-verso que el número de especies es la diversidad de patrones y coloración que en sus alas la evolución ha “escrito”. Por ser insectos, las mariposas tienen las ca-racterísticas básicas de este grupo, tienen el cuerpo di-vidido en tres partes: cabeza, tórax y abdomen. Pero la parte interesante son las alas. Cada especie tiene un úni-co y diferenciado patrón de coloración. Las alas de los lepidópteros están formadas por escamas de pequeño

Fig. 8 Escama tejas

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pardo rojizos y amarillen-tos, son formas de la me-lanina). Otros pigmentos son las pterinas, que dan lugar a los rojos brillan-tes, naranjas y amarillos y algunos tonos de blanco. Hay otros tipos de pig-mentos que aparecen en menor proporción y que producen colores de ama-rillentos a parduzcos.

Entre los colores estruc-turales están el blanco de los ocelos, cuya blancu-ra se debe a la reflexión de la luz en una burbuja que contiene la escama. Todos los colores iridis-centes, metálicos, azules y verdes son estructura-les, ya que resultan de la interferencia, difracción o dispersión de la luz. La secuencia de coloración en un ala es una imagen especular de la existente en el lado opuesto (como si la viésemos reflejada en un espejo).

Las alas de la mariposa Pa-pilio blumei [fig. 10] pre-

tamaño que constituyen una capa sobre la mem-brana alar. Se superponen unas sobre otras como las tejas de un tejado [foto 8].Puede haber entre 200 y 600 escamas por milíme-tro cuadrado. Al capturar una mariposa y tocarla con los dedos, las escamas se desprenden y el color desaparece de la zona de contacto. Cada escama es de un color único. Los patrones habituales están formados por pocos colo-res. La gradación y tonali-dad se consigue variando las proporciones de las diferentes escamas. Los colores de las escamas [fig.9], tanto en las mari-posas diurnas como en las nocturnas, pueden ser de dos tipos: pigmenta-rios y estructurales.

Los pigmentarios se de-ben a unos pocos produc-tos químicos, fundamen-talmente las melaninas (todos los colores negros y grises y la mayoría de los tostados, marrones,

Fig. 10. Escamas papilo blumei

Fig. 9. Escamas colores

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una réplica simplificada de la superficie del ala de la mariposa. Esperan que este avance lleve a la crea-ción de billetes y tarjetas de crédito más difíciles de falsificar, así como de cel-das solares más eficientes.

Las más llamativas mari-posas contenidas en este cajón son las Morpho, qui-zá por ello Weissberger le recomiende a Sorolla que “goce con aquellos co-lores brillantes…”. Esos azules nos recuerdan al

y los costados, la azul. La luz que llega al centro de cada concavidad es refle-jada directamente, mien-tras que la que llega a los costados rebota sobre una superficie de múlti-ples capas, lo cual amplifi-ca y polariza parcialmen-te (hace rotar) las ondas luminosas. La mezcla final se llama color estructural debido a la complejidad del proceso que la genera.

A los investigadores les tomó diez años producir

Fig. 11. Difracción de la luz

mar valenciano brillando a pleno sol.

Pero, ¿cómo vemos ésos colores? Los colores con que vemos los objetos de-penden tanto de los obje-tos como del color de la luz con que se los ilumine.

Empezaremos diciendoque el color en sí no exis-te, no es una característi-ca del objeto, es más bienuna apreciación subjetivanuestra. Podemos definir-lo como una sensación que se produce en res-puesta a la estimulacióndel ojo y de sus meca-nismos nerviosos por la energía luminosa de cier-tas longitudes de onda. Estas ondas visibles son aquellas cuya longitud de onda está comprendida entre los 400 y los 700 nanómetros; más allá de estos límites siguen exis-tiendo radiaciones, pero ya no son percibidas por nuestra vista. Lo que ocu-rre cuando percibimos un objeto de un determina-

do color, es que la super-ficie de ese objeto refleja una parte del espectro de luz blanca que recibe y absorbe las demás. La luz blanca está formada por tres colores básicos: rojo intenso, verde y azul violeta. Por ejemplo, en el caso de objeto de color rojo, éste absorbe el verde y el azul, y refleja el resto de la luz que es interpre-tado por nuestra retina como color rojo. Este fe-nómeno fue descubierto en 1666 por Isaac New-ton (1642-1727), quien observó que cuando un haz de luz blanca traspa-saba un prisma de cristal, se dividía en un espectro de colores idéntico al del arco iris: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, añil y violeta [fig. 11].

El color con que vemos un objeto, al iluminarlo con luz blanca, corresponde al color que más refleja. Podemos ver los colores de las mariposas porque sus alas reflejan parte de

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sentan hileras de pequeñas concavidades que reflejan la luz de diversas maneras: el centro refleja la luz amarilla y la verde; presentan hileras de pequeñas concavidades que reflejan la luz de diversas maneras: el centro refleja la luz amarilla y la verde;

la luz que reciben. Esa luz es la que nosotros perci-bimos como el color de la mariposa.

Sus iridiscentes colores han sido objeto de estu-dios que se han aplicado a cosas que usamos todos los días, como cuando re-visamos un billete, bus-cando los colores iridis-centes que cambian con la luz para asegurarnos que son verdaderos. Estas marcas fueron creadas se-gún estudios con las mari-posas Morpho [fig. 12].

Coleccionar insectos es un reto muy interesante, pues es complicado obte-nerlos ya que existe una población y variedad su-perior en número y espe-cie a la mayoría del reino animal, aunque es cierto que las colecciones más abundantes son las de le-pidópteros, precisamente por la belleza de sus espe-cies, como se puede ob-servar en el cajón de ma-riposas de Joaquín Sorolla.

Fig. 12. Escamas morpho

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site/index.asp

[5] Revista de coloniza-ción “África española” 30 de enero de 1914, en dónde se publican las ac-tas de la Sociedad Espa-ñola de Africanistas y por la que se admite como socio protector y de nú-mero a Weissbeger, entre otros, en la Junta Central celebrada el 19 de febre-ro de 1913 . Hemeroteca digital Biblioteca Nacio-nal Española.

[6] Hemeroteca digital de la BNE, ver bibliografía.

[7] A principios de 2013 se hizo una identificación tras una intervención para su conservación en el Museo de Ciencias naturales. Confir-mada para esta investiga-ción por el entomólogo Ulf Drechsel, de “Para-guay Biodiversidad” que es una organización In-dependiente, sin fines de lucro, dedicada a la inves-tigación de fauna y flora (http://www.pybio.org/).

org/wiki/Insecta

Bibliografía:*Capel y Urteaga “Las nue-vas geografías”, Salvat Edi-tores, S.A. (1984).*Bach, Carmen y Arturo Compte, “La entomología moderna en España, su desarrollo: de los oríge-nes a 1960”, Boletín SEA nº20 (1997).* Hemeroteca digital de la BNE: “El Imparcial” 30 enero 1910, “La Acción” 19 diciembre 1917, “Se-manario España” 27 di-ciembre 1917, “El País” 30/1/1910, página 3, “La Correspondencia de Espa-ña” 31/1/1910, n.º 18.982, página 6, “El Heraldo de Madrid” 31/1/1910, pá-gina 5, “Revista ilustra-da de banca, ferrocarri-les, industria y seguros” 10/6/1907, página 15, “La Época” 30/1/1910, n.º 21.290, página 2, “El Glo-bo” 11/6/1910, n.º 12.080, página 3.*Howse, Philip. “ Butter-flies: Decoding Their Sig-

[8] Se llevó a cabo durante el reinado de Isabel II con el lema “Por la Ciencia y la Gloria Nacional”, con la misión oficial de recolec-tar animales, plantas y mi-nerales para los museos españoles, aunque sirvió de tapadera para otro fin menos “pacífico”, valga el juego de palabras, el de enviar una flota al Perú (Guerra Hispano-Sudame-ricana o Guerra del Pa-cífico). Vicente Borredá González Doctor en Bio-logía.

[9] Henry Walter Bates (1825 - 1892) fue un natu-ralista y explorador inglés famoso por la expedición que realizó al Amazonas con Alfred Russel Walla-ce en 1848. Cuando Bates volvió en 1859 traía con-sigo más de 14.000 espe-címenes (básicamente in-sectos) de los que 8.000 eran desconocidos para la ciencia.

[10] http://es.wikipedia.

Notas:

[1] Carta reproducida ín-tegra. Archivo de corres-pondencia del Museo So-rolla CS/6467.

[2] Weissberger, José “No-ticia de una exploración geográfica y arqueológica en el norte de Asia menor / conferencias pronun-ciadas por el Sr. D. José Weissberger en la Real Sociedad Geográfica”, Madrid, 1910 (Imp. del Patronato de Huérfanos de Admon. Militar), 59 p., 16 h. de lám. ; 4º mlla. (25 cm). Aparece noticia de las conferencias en “El País” 30/1/1910, página 3 y en “La Correspondencia de España” 31/1/1910, n.º 18.982, página 6, “El Heral-do de Madrid” 31/1/1910, página 5.

[3]. (Capel y Urteaga, 1984: 18). Ver bibliografía.

[4] http://www.realsocie-dadgeografica.com/es/

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ger, para curarse de su enfermedad, se ha trasla-dado a Caldas de Maravi-lla (provincia de Gerona). Le deseamos pronto res-tablecimiento

La Esfera (Madrid. 1914). 4/7/1925, n.º 600, página 14.LA EXPOSICIÓN DE RETRATOS DE NIÑO EN ESPAÑA Desde luego, las tres obras maestras de la sección son el Velázquez expuesto por el duque de Alba; el Carroño presenta-do por José Oarnelo, y el Sánchez Coello de la co-lección Weissberger.

Su hijo Herbert P. Weiss-berger vende colecciones de artes decorativas en EEUU

Más viajes: La Época (Ma-drid. 1849). 7/9/1934, n.º 29.554, página 3.Se encuentra en Persia el señor Weissberger, direc-tor de la Importante com-pañía «El Fénix» austría-co.Revista de archivos, bi-

conocimientos de las for-mas artísticas que tanto influyeron en la modali-dad del arte árabe, da tan-ta importancia en España durante varios siglos.”

ns and Symbols”. Firefly Books. (2010)* Ibáñez Gázquez, Sal-vador, Antonio Jiménez Trujillo y José M. García Torres, “Atlas básico de le-pidópteros” (1980). * Lamas, Gerardo. “Pasado, presente y futuro de los estudios sobre mariposas neotropicales en América Latina. Simposia y Confe-rencias. IV Congreso lati-noamericano de Entomo-logía (Maracay)” (1981).*Luca de Tena, Consuelo, Pieza del mes de Noviem-bre 2013, “El estudio del pintor”.

*Luca de Tena, Consuelo y José Manuel Pascual, “So-rolla, el color del mar”, Ca-tálogo exposición tempo-ral mayo – octubre 2013.

Prensa e información comple-mentaria para la visita:

El Sol (Madrid. 1917). 23/5/1922, página 4.Nuestro distinguido ami-go don José A. Weissber-

bliotecas y museos :. 1/9/1948, página 200. Otra donación de artes decorativas: Adquisicio-nes.—De cerámica, mue-bles y objetos de arte de la propiedad de don José Weissberger, con destino al Museo de Artes Deco-rativas de Madrid, por un importe de 914.300 pese-tas. (Orden de 23 de no-viembre de 1948. Boletín Oficial del Estado del día 28.)

La Época (Madrid. 1849). 6/4/1935, n.º 29.734, pá-gina 3. Reunión en la casas del embajador de Alemania, en la castellana, de gran-des ilustres del arte: se dice: “Dos coleccionistas más de gran talla: don Ar-turo Byne, cuyos libros sobre arte nuestro, redac-tados en inglés y traduci-dos al español, son muy.apreciados; y el señor Weissberger, que ha re-gresado recientemente de su viaje a Persia, en el que ha perfeccionado sus