Mauricio ParraIllinois Wesleyan University

INVERSIÓN DE LAS POLARIDADES, INTEGRACIÓN DE LASDISYUNTIVAS EN EL DISCURSO DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD

La visión de la historia desarrollada en Cien años de soledad hasuscitado una fuerte polémica en torno a la proyección del discursohistórico que ésta representa. Se ha dicho que su estructura circularmítica conlleva un determinismo fatalista que caracteriza a los personajescomo seres vivientes producto de un pasado que no les permite vivirplenamente el presente: una soledad de tiempo cerrado que fomenta laidea de la inutilidad de toda actividad histórica. Desde una perpectivacrítica marxista, Carlos Blanco-Aguinaga sostiene que existe unacontradicción radical en la obra maestra de Márquez en la que:

...por un lado, el novelista revela tener conciencia del desarrollodialéctico de la Historia, así como la relación dialéctica entrerealidad y ficción, en tanto que por otro parece hacernos creer quetales relaciones no existen (40).

Ángel Rama en un artículo sobre García Márquez y la violenciaamericana en un contexto histórico se refiere a la característica ambi-valencia de las obras del autor:

Si por un lado estamos ante una radiografía rigurosa...de unasociedad históricamente datada...por otro tocamos una visiónahistórica, casi mítica, del universo, fuertemente invadida por lasconcepciones tradicionales del catolicismo popular donde pervivela idea de la culpa y del castigo consiguiente, la noción delpecado original, la esperanza en la revelación, la acechanzamágica, la afirmación del destino como clave de la aventurahumana (32).

Al hablar del papel del mito y la imaginación en CAS, ReynaldoArenas interpreta los episodios de realismo mágico como reveladores dela marcada preocupación de su autor por entretener al lector; para estecrítico, pues, el virtuosismo técnico de Márquez es incompatible con un

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análisis profundo de la realidad americana y convierte su obra en unpuro "divertimiento" del tipo de Las mil y una noches (154).

Sin embargo, interpretando estos mismos puntos, otros críticos hanllegado a conclusiones prácticamente opuestas, respecto al tipo de ficcióncreado por García Márquez en esta obra. Michael Palencia Roth, porejemplo, en su estudio sobre la estructura mítica en CAS, niega que lacircularidad presente en el texto pueda interpretarse como imagen de ununiverso estático, ya que queda contrarrestada con las continuasmetamorfosis presentes, que apuntan al hecho de que, siempre hay "otraverdad detrás de la verdad," otra interpretación nueva de los mismoshechos (279). El mismo crítico subraya el hecho de que la concienciamítica no se limita a las sociedades primitivas, sino que, por el contrario,se encuentra en muchos aspectos de la vida cotidiana y desde luego dela existencia política (20,n). Por su parte, Carlos Fuentes enfoca lacuestión afirmando que el mito sólo niega:

...la historia muerta, opresora, fáctica, que García Márquez dejaatrás para situar...el triple encuentro del tiempo latinoamericano.Encuentro del pasado vivo, matriz, creador, que es tradición deruptura y riesgo...Encuentro del futuro deseado...Encuentro delpresente absoluto en el que recordamos y deseamos (65).

Concluye afirmando que en el texto de García Márquez se presenta una"disolución de las falsas disyuntivas y polémicas" (67).

Son precisamente esas "falsas disyuntivas" presentes en la novela ya las que alude brevemente Fuentes lo que, en mi opinión, aclara muchosaspectos del análisis de CAS así como las propias polarizaciones deldiscurso crítico que éste genera. Centrándome en los aspectos polí-ticos/ideológicos del texto quiero comprobar en este trabajo, que a travésde la manipulación de las relaciones binarias y la circularidad, GarcíaMárquez desmantela las dicotomías propias del pensamiento políticotradicional colombiano, destruyendo a nivel discursivo los modelosaxiomáticos de actuación y representación. García Márquez pone en bocade personajes aparentemente opuestos un mismo discurso político,subvirtiendo así el juego binario conservador/liberal y despojándolo designificado. Así, al exhibir esta contradicción, el texto describe una figuracircular que al encontrarse sobre sí misma no sólo desmantela laconstrucción ideológica del bipartidismo, sino también la carga semántica

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inherente a esos sintagmas, cuya oposición queda limitada a su meraformación lingüística. Esto se expone de manera gráfica en la narraciónque se hace del intercambio telegráfico entre el coronel GerineldoMárquez y Aureliano Buendía:

Al principio, aquellas entrevistas determinaban el curso de unaguerra de carne y huesos...Poco a poco, sin embargo, y a medidaque la guerra se iba intensificando y extendiendo, su imagen (ladel coronel Aureliano Buendía) se fue borrando en un universode irrealidad. Los puntos y rayas de su voz eran cada vez másremotos e inciertos, y se unían y combinaban para formarpalabras que paulatinamente fueron perdiendo todo sentido (132).

Son numerosos los ejemplos que ilustran este juego de relacionesbinarias desde la página inicial —un recuerdo de Aureliano Buendíafrente al pelotón de fusilamiento— hasta la final, cuando un fuerte vientouniversal borra al pueblo de Macondo de la faz de la tierra. No debemosolvidar que Macondo era una aldea en la cual reinaba una relativatranquilidad política hasta la llegada de don Apolinar Moscote, primercorregidor conservador, y el falso doctor Alirio Noguera de fervorfederalista. En poco tiempo las casas de Macondo se van definiendo conlos dos colores representativos de los partidos supuestamente opuestos:el rojo/liberal y el azul/conservador. Sin embargo, ya en esta primeraaparición del juego binario tan característico de la obra, se aprecia en eldiscurso del narrador una vertiente irónica que subvierte el sentidopretendidamente ideológico que representan los dos colores tradiciona-les: "Las casas pintadas de azul, pintandas luego de rojo y luego vueltasa pintar de azul, habían terminado por adquirir una coloración indefini-ble" (104). Las dos tendencias representadas aquí por los colores, no sólotransforman el orden político de Macondo sino que llevan a uno de susprotagonistas, el coronel Aureliano Buendía, a convertirse de artesanoconstructor de pescaditos de oro en jefe militar del partido liberal dellitoral caribeño. Es interesante destacar que es el coronel mismo quienen un proceso gradual va reconociendo como en un acto de toma deconciencia, la auténtica motivación para su propia participación en estejuego político:

-Dime una cosa, compadre: —preguntó el coronel Buendía al

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coronel Gerineldo Márquez— ¿por qué estás peleando?-Por qué ha de ser, compadre —contestó el coronel GerineldoMárquez—: por el gran partido liberal.-Dichoso tú que lo sabes —contestó él—. Yo, por mi parte, apenasahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo (113).

Unas páginas más adelante, cuando los terratenientes liberales habíansuscrito alianza con los conservadores, y es evidente que los políticos deoficio capitalizaban la guerra desde los centros hegemónicos de poder,el coronel Aureliano Buendía, después de haber promovido 36 guerrasy estando sentado ante la comitiva liberal nacional que le leía laspropuestas de claudicación ante el gobierno conservador exclamasorprendido: "-Quiere decir...que sólo estamos luchando por el poder."A lo cual uno de los delegados le responde que se trata de "reformastácticas" (137). Esta claudicación y coincidencia de las posiciones de losdos partidos, pone en evidencia la banalidad de las guerras luchadas enMacondo, la inutilidad de la violencia y el derramamiento de sangre queeste tipo de conflicto suele generar —como por ejemplo, los cien milmuertos de una guerra civil no declarada— y la manera en que diferentesdiscursos se manipulan para encubrir una misma realidad. Esto se haceevidente en el episodio en que el padre Nicanor lleva una caja de fichaspara invitar a José Arcadio Buendía a jugar a las damas; éste, desde sudelirio de locura y amarrado al castaño expone con palabras casi profé-ticas las características que definen la historia de la violencia política deMacondo: "No aceptó [jugar] según dijo, porque nunca pudo entenderel sentido de una contienda entre dos adversarios que estaban deacuerdo en los principios" (73).

La misma confusión de los principios ideológicos demarcadores deuno y otro bando se ratifican en la representación que hace el narradorde la actitud de los representantes de la autoridad ecleciástica y del jefemilitar liberal:

el coronel Auerliano Buendía...tenía conciencia de estar acorraladocontra el mar, y metido en una situación política tan confusa quecuando ordenó restaurar la torre de la iglesia desbaratada por uncañonazo del ejercito, el padre Nicanor comentó en su lecho deenfermo: "Esto es un disparate: los defensores de la fe de Cristodestruyen el templo y los masones lo mandan componer" (111).

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La continua inversión y reinversión de los términos de las dualidadesplanteadas, no implica necesariamente la anulación de la validez de laposición ideológica, sino que precisamente llama la atención hacia lavaciedad de éstas, en ese momento determinado, al hacer que todo estemundo de (aparente) enfrentamiento ideológico se manifieste en undiscurso que se niega a sí mismo, que se estanca en sus propiascontradicciones, estableciéndose un continuo juego de trasgresiones eintercambios discursivos.

Las dicotomías que proliferan en CAS no sólo se reducen al ordenpolítico, sino que se extienden a todos los aspectos del contexto social y,en general, a toda la manera de entender la realidad. Aunque porrazones de tiempo y espacio, no puedo detenerme aquí a analizar todaslas variantes, quiero mencionar dos instancias que me parecen destaca-bles. Por ejemplo, se cuestiona la representación alegórica de lasrelaciones familiares según el orden jerárquico establecido tradicional-mente en la literatura —y en la sociedad— latinoamericana. Después deun brevísimo período de convivencia matrimonial con su esposa,Fernanda del Carpió, Aureliano Segundo decide instalarse permanente-mente en casa de su amante, Petra Cotes: "siguió viviendo en casa dePetra Cotes, pero visitaba a Fernanda todos los días y a veces se quedabaa comer en familia, como si el destino hubiera invertido la situación, ylo hubiera dejado de esposo de la concubina y de amante de la esposa"(204). Vemos aquí, que la relación matrimonial convencional se descubrecomo un acto de hipocresía y aunque la relación extramarital se exponecomo una posibilidad de expresión libre del amor, todavía se representaen las coordenadas de un marco de referencia de orden jerárquico / pa-triarcal: no sólo la existencia de las dos mujeres gira en torno al lugar deresidencia del coronel, sino que en sus últimos minutos de vida éste, quehabía vivido desafiando los códigos sociales, cumple con la promesa demorir en casa de la esposa "legítima." Pero aunque los propios personajessigan hasta el final el juego de las apariencias, el discurso narrativo yaha puesto ante el lector la falta de sustancia de esos papeles sociales queambas mujeres se intercambian.

Pero quizá en ningún personaje es tan evidente la fuerza de losplanteamientos dicotómicos como en la relación establecida entreAmaranta y Rebeca a raíz de su disputa con Pietro Crespi: el odio deAmaranta hacia su amiga momentánea se mantiene con el paso de losaños, y se acaba convirtiendo en la razón de ser de toda su existencia.

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Finalmente, cuando elabora un plan meticuloso para restaurar el cadáverde Rebeca acaba dándose cuenta de que todo su comportamiento indicaque, en realidad, "lo habría hecho de igual modo si lo hubiera hecho conamor" (220).

Los personajes de CAS a menudo interpretan la realidad en unaforma que va más allá de la norma, de lo convencional, aspirando quizáa una nueva posibilidad que radica en el entendimiento de sus propiascontradicciones de un pensamiento que no tiene por qué ser causal olineal. Y aunque dentro de la historia, dentro de la representación, amenudo tengan que seguir sometidos a una circunstancia socialdeterminada, el discurso narrativo plantea esa posibilidad vislumbradapor medio de la suspensión de las polarizaciones que presenta. Así, porejemplo, Amaranta refiriéndose al coronel Gerineldo Márquez cuandoéste le regaló un breviario, expresa la fuerza de las normas culturales:"-Qué raro son los hombres —dijo ella, porque no encontró otra cosa quedecir--. Se pasan la vida peleando contra los curas y regalan libros deoraciones" (133). Esta acción del coronel no implica una renuncia de susconvicciones liberales y anticlericales, ni tampoco la falta de consistenciadel autor en la presentación de su personaje, sino, por un lado eltremendo poder de las convenciones culturales normativas —la presun-ción de que un misal constituye un regalo apropiado para una mujer"decente"-- y por otro, la falta de identificación entre las consignaspolíticas y los ideales personales.

Así pues, lo que en numerosas ocasiones se ha denominado"fatalismo existencial" que determina la evolución de los personajes deGarcía Márquez, puede ser interpretado como la manera en que laideología cultural dominante condiciona el entendimiento de la realidad,la red de relaciones sociales y desde luego los sistemas de representa-ción. La violencia, el bipartidismo, la jerarquización social están tanenraizadas en la conciencia colectiva colombiana, que lo que es enprincipio una peculiar formación histórica acaba viéndose comoinevitable. Así, se explica la existencia de tipos como el generalconservador José Raquel Moneada, que no sólo carecía de vocaciónmilitar sino que además era antimilitarista y "consideraba a la gente dearmas como holgazanes sin principios, intrigantes y ambiciosos, expertosen enfrentar a los civiles para medrar en el desorden" (120). Debido aesto, Moneada propone al coronel liberal Aureliano Buendía en mediode uno de los juegos de ajedrez que compartían, la posibilidad de acabar

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con la violencia de la guerra en esta región de Macondo:

Se hicieron grandes amigos. Llegaron inclusive a pensar en laposibilidad de coordinar a los elementos populares de ambospartidos para liquidar la influencia de los militares y los políticosprofesionales, e instaurar un régimen humanitario que aprove-chara lo mejor de cada doctrina (121).

Sin embargo, más adelante, cuando ya las circunstancias hacen imposiblela posibilidad de la convivencia y el coronel Aureliano Buendía sedispone a fusilar al que fue su amigo, éste le increpa: "Lo que mepreocupa...es que de tanto odiar a los militares, de tanto combatirlos, detanto pensar en ellos, has terminado por ser igual a ellos. Y no hay unideal en la vida que merezca tanta abyección" (130).

En mi opinión, la obra de García Márquez no plantea, como se hadicho, soluciones falsas a los problemas históricos y sociales planteadosen su texto (Blanco Aguinaga 48). Por el contrario lo que el escritor eludeclaramente, no es la realidad histórica, sino la fragmentación de ésta endualidades opuestas, la simplificación de una interpretación dialéctica dela realidad, planteada siempre en forma de disyuntivas —lo real frentea lo mítico, lo lineal frente a lo circular, liberalismo frente a conservadu-rismo—. García Márquez asume la tarea de exponer en varias dimensio-nes la vida de la mayoría del pueblo colombiano incluyendo suscontradicciones políticas, sociales, psicológicas e ideológicas, pero nocomo un enfrentamiento más, sino en un discurso abarcador y antidog-mático. Y esto no es fácil, considerando que tradicionalmente el trans-currir de la Historia se ha explicado siempre a través y por medio dedicotomías (Vencedores / vencidos; Colonizadores / colonizados; Aris-tocracia / pueblo; capitalismo / socialismo; opresor / oprimido; Hom-bre/ mujer, etc.), y por consiguiente, tanto en la realidad como alanalizar representaciones ficcionales de éstas esperamos de sus protago-nistas una respuesta que se sitúe respecto a ellas. Al calificar la obra deGarcía Márquez de "mítica" en contraposición a visiones más "realistas"de la Historia latinoamericana, se olvida que lo que comúnmente seacepta como realismo no es sino una forma paradigmática de ideología(James H. Kavanagh 311).

Al analizar la construcción cultural de la alteridad, Rolena Adornoestudia la pervivencia de la interpretación jerárquica de la realidad,

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originaria en el pensamiento filosófico griego, y articulada en un sistemade oposiciones binarias donde un elemento naturalmente tiene quedominar a otro (61). Teniendo en consideración ese punto, la circularidadpresente en CAS no implica una negación del progreso histórico, sinomeramente la constatación de que a pesar de tantos miles de años deexistencia de la humanidad todavía la mayoría de las sociedades siguenfuncionando en base a los mismos modelos epistemológicos. Y quizá nosea tan hiperbólico pensar que todas las estirpes de la tierra están, enverdad, destinadas a la soledad mientras no se cambien radicalmente losmodelos de conocimiento, la manera dicotómica de conceptualizar larealidad y los modelos de relación con la alteridad.

Bibliografía

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Blanco Aguinaga, C. De mitólogos y novelistas. Madrid: Ediciones Turner, 1975.Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana. México: Editorial Joaquín

Mortiz, 1969.García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Bogotá: Editorial Oveja Negra,

1985.Kavanagh, James H. "Ideology." Critical Terms for Literary Study. Ed. Frank

Lentricchia, and Thomas McLaughlin. Chicago: U. of Chicago Press, 1990.Palencía-Roth, Michael. Gabriel García Márquez: la línea, el círculo y las

metamorfosis del mito. Madrid: Editorial Gredos, 1983.Rama, Ángel. "Un novelista de la violencia americana." García Márquez: el

escritor y la crítica. Ed. Peter Earle. Madrid: Taurus Ediciones, 1981. 30-39.