Actitudes psicológicas ante la muerte y el duelo. Una revisión conceptual

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    ACTITUDES PSICOLGICAS ANTE LA MUERTE Y EL DUELO.UNA REVISINCONCEPTUAL

    1.- INTRODUCCIN:La muerte ha sido siempre, y es, para el hombre, un tema de profundas reflexiones y

    meditaciones, tanto desde la perspectiva filosfica y religiosa a, la ms actual, cientfica...; sin embargo,en las sociedades industriales avanzadas cada vez es ms difcil el convivir o el aceptar la mera idea dela muerte; como veremos, el concepto y las actitudes hacia la muerte han venido sufriendo una"evolucin" en los ltimos siglos y, sobre todo, en las ltimas dcadas de modo que su mismo espectrosemntico se ha visto falseado y alienado de forma reductiva.

    As las cosas, hasta una enfermedad que sea comnmente considerada como sinnimo demuerte hay que ocultarla y negarla, recurriendo al engao, en la complicidad -incluso- de que a losmoribundos es mejor ahorrarles la noticia de que se estn muriendo, llegando a concebirse la buenamuerte como una MUERTE REPENTINA, mejor an si estamos inconscientes o durmiendo.

    Todo ello se ha ido fraguando a la grupa de la revolucin industrial y sus postrimeras, en unaevolucin -como veremos- contradictoria y en franco "RETROPROGRESO" que dira Pniker que haalcanzado todos los tejidos sociales, viviendo en la actualidad en una sociedad TANATOFBICA, en laque, paradjicamente, hasta los Profesionales Sanitarios, presos de su propio entorno cultural, tienentambin miedo a la muerte a veces ms que los propios enfermos.

    Con todo ello solo se ha conseguido y se consigue una burda fantasa de negacin (como en el

    caso del nio pequeo que, jugando al escondite, se tapa tan solo la cara y como l no ve a los demspiensa -en un proceso de pensamiento mgico-animista- que los dems no le ven a l)... y es que, nosguste o no, LA MUERTE ES, DE TODAS LAS CERTEZAS, LA MS ABSOLUTA. Con este intento deocultacin y de negacin nos embutimos en ese retroproceso evolutivo (retroprogreso) que nos aboca aestadios menos maduros e inferiores del proceso evolutivo de las actitudes hacia la muerte, puesto quecomo nos explica Aranguren, en las actitudes hacia la muerte habra dos estadios antagnicos: LATANATOFOBIA (con el temor y la negacin de la muerte) y la TANATOFILIA (con el deseo enfermizode morir), junto a dos niveles intermedios; uno que afronta la realidad de la muerte de forma racional y juiciosa, sin incurrir en negaciones absurdas (que sera la opcin ms saludable) y otra que incurre por derroteros prefbicos de verdadera angustia hacia la muerte, evitando incluso su mera evocacin, locual en el fondo es un verdadero sinvivir, puesto que ya no es la muerte sino la propia consciencia de lamuerte lo que constituye un problema no pudindose mirar ya cara a cara a la muerte ("a la muerteigual que al sol, no se la puede mirar de frente ms all de unos segundos" nos deca De LaRochefoucauld olvidando que esta es una "parte natural de la vida"), puesto que, como nos dej dichoCarlos Cano, "no hay nada que acerque ms a la vida, que rozar las alas negras de la muerte".

    As hemos retrocedido, al socaire del "progreso", de actitudes ms saludables a las actitudesprefbicas del "sinvivir" por temor a la muerte y a la fbica de su negacin.

    2.- CAMBIOS SOCIOCULTURALES:Las actitudes hacia la muerte -al menos en Occidente- han seguido un devenir proceloso y

    cambiante (para un jugoso y documentado acercamiento al tema recomendamos el apasionante yriguroso trabajo de Philippe Aries, "El hombre ante la muerte" as como todos los del mismo autor sobreel mismo tema). As en Occidente podemos diferenciar dos momentos bien distintos en la forma devivencia de la muerte: uno previo a su INSTITUCIONALIZACIN (hospitalaria), en el que la muerte noinfunde miedo porque esta es aceptada como parte del proceso natural de la existencia y otro, a partir de 1930, ms o menos, cuando debido al desarrollo y extensin de las primeras estructurashospitalarias comienza a ser una institucin, El HOSPITAL, el lugar reservado para morir.

    Podemos remontarnos a la Grecia clsica, al mundo romano, paleocristiano y a la Edad Media yveremos como el fenmeno de la muerte es percibido como algo lgico, asumible, tolerable y nodesesperanzador. Como nos recuerda Antonio Gala, "en la tan mal llamada Oscura Edad Media loshombres vivan y moran de verdad, con los ojos abiertos... A la vez se escriban libros del Buen Amor ylibros del Buen Morir", ejemplos claros son el Arcipreste de Hita y el mismo Jorge Manrique. No solo elmoribundo era conocedor del proceso de su muerte, sino todos sus familiares e incluso el pueblo: sumuerte aconteca en presencia de todos, y es que para el hombre medieval la muerte era un actosolemne y pblico, en el que el moribundo era el protagonista, y en el que el hombre poda demostrar elverdadero valor de su vida de una manera sincera y sin mscaras (como deca Petrarca, "Un bel morir

    tutta una vita onora").Uno de los principales cambios se ha dado precisamente en la consciencia e informacin sobrela propia muerte. Antao, hasta hace unas dcadas el enfermo era el primero en saber que iba a morir ("sintiendo que su final se acercaba"...). Hoy la tnica imperante es el ocultarle la gravedad de su

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    http://blog.educastur.es/paulun/2011/12/17/actitudes-psicologicas-ante-la-muerte-y-el-duelo/http://blog.educastur.es/paulun/2011/12/17/actitudes-psicologicas-ante-la-muerte-y-el-duelo/
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    enfermedad y no hablarle de la muerte ni por asomo. Que lejos nos queda la vieja jaculatoria "Asubitanea et improvisa morte libera nos Domine"! y es que la "buena muerte" (aquella de la que hablanlos libros del "Buen morir") consista en que, si el agonizante no adverta la llegada de sus ltimosmomentos, esperaba que los dems se lo advirtieran para poder preparar todos sus asuntos tantopersonales, como sociales y religiosos. Hoy, por el contrario, la institucionalizacin mdico-hospilatariade la muerte ha hecho de ella algo clandestino, invistiendo al morir del ms tupido anonimato.

    As hasta mediados del siglo XX la muerte sola afrontarse en el domicilio familiar y esto hacaque hasta los nios la vivenciaran como algo normal dentro del proceso vital. La muerte era vista comola parte terminal de la vida, no como algo amenazador y extrao.

    Sin embargo, en las ltimas dcadas hemos investido a la muerte y al morir de todos nuestrosms inconfesables temores y la hemos desterrado, apartndola de nuestra existencia, sacndola denuestras casas, eliminndola incluso de nuestro lenguaje (no sea que la atraigamos al nombrarla). Deeste modo "hemos comenzado a alejar e incluso a ocultar la muerte construyendo TANATORIOS quesustituyen los antiguos velatorios del hogar, sin darnos cuenta de que la muerte implica vida y alsuprimir un trmino, languidece el otro", como nos avisa la antroploga Mara Ctedra, se enfatiza lavida y se oculta lo que hoy certificamos como la SINRAZN O EL ABSURDO de la muerte, olvidandoque una no se puede entender sin la otra ("el olvido de la muerte es la desercin de la vida misma" nosadvierte Unamuno).

    En efecto todo lo que nace muere y todo lo que muere ha nacido, de modo que nacemosenfermos de muerte como se nos recordaba en Hamlet... Sin embargo hoy no solo tememos a lamuerte, sino que la rechazamos y la negamos. En este ritual de negacin, de verdadera "defensaperceptiva" se ha expulsado a la muerte del horizonte de lo cotidiano confinndola al universo de lasubcultura hospitalaria, entre vidrios, catteres y batas blancas, abocando a las Ciencias de la Salud -enfeliz descripcin del Profesor Terradillos- a ejercer el nuevo arte estril de alargar las agonas.

    Este cambio actitudinal ha impregnado tambin -como no poda ser de otra forma losesquemas biomdicos, que han participado as mismo en el ritual. Como recoge Cioran, antes en laciencia sanitaria se defina la vida como el "CONJUNTO DE FUNCIONES QUE NOS ARRASTRAN ALA MUERTE"... hoy esta sentencia ha sido reformulada de la siguiente guisa: "LA VIDA ES ELCONJUNTO DE FUNCIONES QUE SE RESISTEN A LA MUERTE". En esta segunda acepcinintentamos frenticamente "resistir a la muerte" con tecnologas y prtesis biomdicas, aunque solologremos mantener vivo a un vegetal, incurriendo en el ms cruel encarnizamiento teraputico. Eso s,

    exigindole dependencia y plena sumisin al ritual al propio moribundo cuyos derechos se resumen en:a) No saber que va a morir, yb) Si lo sabe comportarse como si no lo supiese.La "discrecin" es la versin moderna de la dignidad: la muerte debe ser silenciosa y no debe

    crear problemas a los supervivientes. El ideal es desaparecer de puntillas, sin que nadie lo note. Esta esla actual "dulce muerte" del hombre masa moderno siempre -paradjicamente- solo.

    Como nos dice Aries: "los hombres o bien intentan ponerse al abrigo de la muerte, como seponen al abrigo de una bestia salvaje en libertad, o bien le hacen frente, pero estn reducidosnicamente a su fuerza y a su coraje, en un enfrentamiento silencioso, sin el auxilio de una sociedadque ha decidido de una vez por todas, que la muerte no es su asunto".

    2.1.- Las claves del cambio:Las claves de este cambio (retroprogreso) hasta ahora descrito se podran sintetizar, sin ser

    exahustivos ni excluyentes, en:a) UNA MENOR TOLERANCIA A LA FRUSTRACIN: de modo que pocos admitiran hoy laconcepcin del mundo o la vida como "un valle de lgrimas" y el decir, cuando alguien muere, que "pasa mejor vida" no deja de ser una frase hecha, una irona o una nueva boutade para la mayora de lagente. En esta clave se imbrica el ansia de consumismo y de confort, hablndosenos de estado delbienestar (aqu y ahora) y admitiendo, tal y como hace el DSM IV como un indicio psicopatolgico deuna vivencia o de un estado afectivo su mera carga de disconfort, que hay que evitar a toda costa(incluso repartiendo ansiolticos en los velatorios, porque somos incapaces de digerir solos y "a pelo" elsufrimiento, intrnsecamente humano, de la muerte de un ser querido)... qu lejos quedan las palabrasde Kraepelin cuando nos adverta que "todo ser humano ha de gozar sus gozos y sufrir sussufrimientos"!.

    b) EL AUMENTO DE LA ESPERANZA DE VIDA: lo que ha trado el corolario de restrselecotidianeidad a la muerte, apuntalndose as la ntima fantasa o coqueteo con la inmortalidad (Freudrecordando al personaje de Tolstoi, Ivan Ilich, nos deca que todos en el subconsciente somosinmortales); a lo sumo, tan solo mueren los dems y nuestra propia muerte "larga me la fiis"... Esta

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    fantasa colectiva ha devenido en una especie de delirio de inmortalidad que hace incluso apartar a loscementerios del medio urbano, en la complicidad de que as la muerte no nos alcanzar.

    c) EL CULTO A LA JUVENTUD: vivimos en una "sociedad olmpica" en la que los medios decomunicacin nos bombardean una y otra vez con el paradigma y modelo de gente a imitar: jvenes yguapos (pese a que demogrficamente la poblacin envejece, pero viejos, enfermos y pobres sonmarginales..."anormales"). As nos teimos el pelo, vestimos como adolescentes (cuando no noscomportamos como ellos) y nos hacemos una y otra operacin y estiramiento para parecer jvenes... eneste marco pocas ganas quedan para pensar en algo de "tan mal gusto" como es la muerte, y menosan la propia. d) UNA MENOR MORTALIDAD APARENTE: en nuestro entorno hemos desterrado a lamuerte; ya no hay epidemias mortferas, no hay hambrunas, la mortalidad infantil casi ha desaparecido,ya no se ven entierros por en medio de las calles de la ciudad, con su ritual pausado y a pie, como haceaos. Las personas no mueren en casa y, menos an, son veladas en ellas... (de hecho para un hombremedio resulta difcil creer el dato de que al da mueren en el mundo unas 500.000 personas...dnde?,se dir).

    e) MENOS TRASCENDENTALIDAD Y ESPIRITUALIDAD EN EL HOMBRE MEDIO: en unapoca de crisis de valores, de imperio del hedonismo, de prdida de tica (y de esttica), dominando lacultura del pelotazo, confundiendo la felicidad con el gozar y el ser con el tener, se pierde el sentido dela vida, olvidndose tambin el sentido de la muerte, indefensos ante ella (diversas investigaciones alrespecto nos confirman el valor amortiguador ante la muerte de las creencias religiosas y lasconvicciones espirituales).

    f) UNA MENOR PREPARACIN O EDUCACIN PARA LA MUERTE: como sumatorio final detodo lo anterior nos encontramos indefensos ante la muerte, faltos de modelos a imitar o seguir,hurfanos del necesario aprendizaje social que nos debera modelar para poder afrontar nuestro final....pero esto difcilmente se puede conseguir si- como ya se ha dicho- la muerte y los moribundos seconsideran algo vergonzante, oculto y ocultable. Algo de lo que no se puede hablar, que no puede verseen el seno familiar (ya no se muere rodeado de seres queridos y despidindose de ellos) que ha sidodesterrado del hogar y catapultado a la fra conveniencia asptica del hospital convirtindose en unamuerte "solitaria y deshumanizada".

    3.- ANSIEDAD Y MIEDO ANTE LA MUERTE:La ansiedad y el miedo son las respuestas ms formalmente asociadas a la muerte en nuestra

    cultura, tras los cambios antes descritos. Ahora bien estas van a aparecer con mayor o menor peso en

    virtud de que se trate la muerte propia o la de otros, que sea este familiar, amigo o allegado; pudiendogenerar ansiedad tan solo el hecho de imaginar, pensar o hablar de ella.En la descripcin de la ansiedad y el miedo ante la muerte se han encontrado cuatro

    componentes principales:a) Reacciones cognoscitivas y afectivas ante la muerte.b) Cambios fsicos reales y/o imaginarios que se dan ante la muerte o enfermedades graves.c) El tener la nocin del imparable paso del tiempo.d) El dolor y el estrs, real y/o anticipado, que se dan en la enfermedad crnica o terminal y en

    los miedos personales asociados.Por otro lado, como no poda ser de otra forma, la ansiedad ante la muerte est tambin muy

    ntimamente relacionada con la historia personal y cultural y con nuestros estilos de afrontamiento antelas separaciones y los cambios (eventos muy unidos a nuestros miedos y ansiedades)... de hecho gran

    parte de los componentes arriba descritos no son ms que reacciones al cambio y a la separacin.Veamos cmo se articulan y evidencian esta ansiedad y este miedo merced a que esta sea lamuerte propia o la de otro:

    3.1.- Ante la muerte propia. Etapas:Normalmente el anlisis de las actitudes ante la muerte propia suele hacerse en sujetos

    cercanos a tal trance, como suelen ser los enfermos terminales, porque en ellos se ha producido elmomento de la toma de consciencia de la muerte, marcndose el cambio de trayectoria potencial demuerte a la trayectoria real de muerte (todos proyectamos una trayectoria de futuro para nuestra vida,en la que entra la posibilidad remota de nuestra muerte -de hecho no hacemos planes a 80 aos vista-sin embargo, en el enfermo terminal esta trayectoria se trunca y tras la crisis de toma de consciencia dela muerte, se hace patente la trayectoria real de la muerte).

    En estas actitudes inciden factores diversos: personalidad, duracin de la enfermedad,interaccin con el personal sanitario (P.S.), edad del paciente, lugar de la asistencia, tipo deenfermedad, entorno familiar, educacin, creencia religiosa, presencia o no de dolor... sea como sea,estas actitudes unidas al sufrimiento psquico se articulan en torno a los dos procesos de nuestra propiamuerte: la agona y el acto de morir como tal.

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    De hecho, gran parte del temor pivota sobre el proceso de la agona y no en el morir como tal;as en esta ltima etapa de la vida el miedo se evidencia de las siguientes formas:

    a) Miedo al proceso de la agona en s: la mayora de los enfermos terminales se plantean dudasy se angustian por si el hecho de morir les implicar grandes sufrimientos fsicos o psquicos.

    b) Miedo a perder el control de la situacin: el proceso terminal vuelve al paciente cada vez msdependiente de los dems, hasta llegar a perderse el control de s mismo temiendo as que todas lasdecisiones sobre l las tomen los dems.

    c) Miedo a lo que acontecer a los suyos tras su muerte: as se preocupan especialmente por loque le suceder a su familia.

    d) Miedo al miedo de los dems: como dijo un poeta "no he sabido jams lo que es el miedohasta que lo vi en los ojos de los que me cuidaban".

    e) Miedo al aislamiento y a la soledad: los pacientes suelen tener miedo a estar solos a la horade morir.

    f) Miedo a lo desconocido: la perspectiva de nuestra muerte hace inevitable el planteamiento delms all, qu ocurre despus de la muerte?

    g) Miedo a que la vida que se ha tenido no haya tenido ningn significado: si la respuesta que elpaciente se da a este interrogante no es satisfactoria, el proceso de morir es ms temido an.

    La suma de estos miedos se traduce en sufrimiento, que es un verdadero dolor (dolor psquico,casi peor que el fsico) y esto es lo que ms se teme.

    En este marco, diversos autores nos exponen fases o etapas en los cambios actitudinales y enlas emociones del enfermo terminal.

    - Berger y Hortol nos hablan de tres fases caracterizadas, cada una de ellas, por los siguientessntomas:

    Regresin, con prdida de independencia y libertad, prdida de identidad propia... todo ellocon melancola, depresin, agresividad y culpa.

    Repliegue sobre s mismo, con aislamiento y prdida del "self" y Ansiedad, tanto reactiva como endgena [que se origina dentro].- Por otro lado, KBLER-ROSS nos presenta sus tan conocidas cinco fases de

    negacin/aislamiento, ira, pacto o negociacin con Dios, depresin y aceptacin final, si se hansuperado convenientemente las anteriores fases.

    - Por ltimo -sin ser exhaustivos- Pattison nos indica que cuando nos encontramos en el perodo

    de trayectoria real de la muerte, tras la toma de consciencia de la misma, se pasan tres fases clnicas: Una crisis aguda, cuando se tiene el conocimiento de que la enfermedad es terminal. Una fase de vivir/morir crnico, con ansiedad intensa (muerte en vida). La fase terminal, cuando todo se va apagando junto a las seales de debilidad que van

    apareciendo.3.2.- Ante la muerte del otro. Etapas del duelo:Pero este proceso terminal tambin genera ansiedad y cambios actitudinales en los familiares,

    amigos y alegados... Ante este miedo y esta ansiedad se ponen en marcha ciertas estrategiasdefensivas tales como:

    - Eludir el problema del cuidado del enfermo trasladndolo a un hospital y no afrontando laconvivencia cotidiana con l ("Lontano dil.oquio lontano dil cuore", dicen los italianos) quitndose elmuerto de encima y nunca mejor dicho, aunque la mayora de las personas preferiran morir en su casa.

    - Otro mecanismo defensivo es el conocido como "pacto o conspiracin del Silencio" evitandoaludir a la gravedad de la enfermedad y a la muerte lo cual se traduce en un mayor aislamiento delpaciente.

    Las etapas formuladas por Kbler-Ross tambin suelen aparecer en familiares y allegados, perono al mismo tiempo que en el paciente terminal; ms an, por razones obvias las fases finalizan en elpaciente al acabar su vida, sin embargo el proceso en los familiares y allegados contina ms all deeste momento, generndose un proceso de duelo, con las siguientes etapas:

    1) Embotamiento mental: caracterizado por la presencia de conductas automticas y por laincapacidad de aceptar la realidad.

    2) Anhelo y bsqueda del referente perdido: aqu suelen aparecer sentimientos de injusticia,depresin, y culpa con insomnio y ansiedad (si esto es muy intenso o crnico, hablamos de un duelopatolgico).

    3) Desorganizacin y desesperacin: suele aparecer una tendencia a abandonarse y a romper los esquemas del estilo de vida personal.

    4) Reorganizacin: si se van superando las fases poco a poco surge el afrontamiento y sereorganiza la propia existencia. Pero si no se llega a esta fase el duelo se cronifica de forma patolgica

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    (cuando la depresin/distimia supera el ao tras la prdida), aunque manifestaciones patolgicaspueden ser la ausencia de afliccin consciente (exceso de autocontrol que pospone el duelo y no lopermite drenar) y la presencia de euforia, casi manaca, unida a veces a una negacin de la muerte.

    3.3.- En nios y adolescentes:Los adultos y los nios manifiestan actitudes distintas y diferenciadas ante la muerte: En la infancia estas actitudes estn en funcin del nivel de comprensin de los conceptos en

    torno a la muerte ("est muy enfermo y va a morir", "va a morir" y "muerto") as hasta los dos aos nosuelen presentar reacciones graves inmediatas, aunque a veces se ha evidenciado afliccin; sobre los3-4 aos comienza a surgir el miedo a la muerte (ms por el desamparo que les acarreara la muerte desus seres queridos, puesto que apenas se asume la propia muerte).

    En la niez se suelen desarrolar juegos para controlar el miedo y/o la pena que les evoca lamuerte, tambin pueden producirse cambios de conductas ante la muerte de familiares tales como:desobediencia, agresividad, mal rendimiento escolar y acentuado inters por el tema de la muerte, aveces asociado al hecho de dormir.

    Sin embargo de los 5 a los 10 aos el temor a la muerte suele disminuir porque se inviste alprocedimiento de cierta trascendencia ("est en el cielo", "est con el Nio Jess").

    En la preadolescencia y adolescencia es difcil establecer pautas fijas, aunque ya se empiezaa establecer el temor a la muerte relacionado con el proceso terminal (dolor, sufrimiento, soledad),evidencindose poco a poco la asuncin de la muerte propia.

    Sea como sea, la ansiedad y la melancola suelen aparecer en estas edades ante la idea de lamuerte propia; tambin es frecuente la identificacin con personas del entorno, por ello si se da unafuerte identificacin con alguien que ha fallecido podra darse una actitud suicida.

    3.4.- Medicin de la ansiedad/miedo ante la muerte:La medida de las actitudes hacia la muerte puede llevarse a cabo mediante diversos

    procedimientos: entrevistas semiestructuradas, tcnicas proyectivas y escalas o cuestionarios entre lasque destacan: la Escala de miedo a la muerte de Boyar (Fods), la Escala de miedo a la muerte deColet/Lester, la Escala de actitudes ante la muerte de Lester, el ndice de temor de Kreiger, Epsteing yLeitner y, sobre todo, la Escala de ansiedad ante la muerte (DAS) de Templer.

    Esta ansiedad (en el caso del DAS) viene conformada por cuatro componentes:1) Preocupacin por las reacciones intelectuales y emocionales ante la muerte.2) Preocupacin por el cambio fsico.

    3) Percatarse y preocuparse por el paso del tiempo.4) Preocupacin por el dolor y el estrs que acompaan a la enfermedad y a la muerte.4.- ACTITUDES DE LOS PROFESIONALES SANITARIOS ANTE LA MUERTE:Al analizar el tema genrico de las actitudes hacia la muerte no resulta gratuito el hacer una

    mencin especfica de las actitudes del Personal Sanitario ante la muerte, yendo a la grupa de estetema aspectos tan cruciales como los de la eutanasia y la atencin y el cuidado a la persona falleciente,siendo este ltimo aspecto el que ms nos interesa a nosotros.

    Los cambios socioculturales descritos en el punto 2 tambin han alcanzado, como no podra ser de otro modo, al P.S.; al socaire de tales cambios, las principales actitudes en torno a la muerte del P.S.se centran en:

    a) NO QUERER NOMBRAR A LA MISMA MUERTE y, por asociacin, tampoco a las patologaso males que creemos que la atraen. As se establece todo un ritual de la hipocresa y de la ocultacin

    que culmina en enmascarar la verdad al paciente sobre su estado terminal, con una falsa piedad que seracionaliza para "evitarle angustias al enfermo", cuando, a la postre, lo que s se evita es la angustia alPS que as se libera de ejercer una comunicacin para la que no est preparado y de ser el "mensajerode la muerte"... y es que como dice Kasper "parece que los mdicos tienen ms miedo a la muerte quelos enfermos".

    Lgicamente algunos pacientes y, sobre todo, los familiares son cmplices complacientes eneste ritual de la mentira.

    b) NO MIRAR CARA A CARA AL ENFERMO y evitar su contacto; como segunda consecuenciano solo no se quiere pensar en la muerte o no nombrarla, sino que muchos sanitarios no miran cara acara, y sobre todo a los ojos, a los pacientes moribundos... por temor.

    Lo grave es que el enfermo lo nota y se ve a s mismo como desahuciado, como un apestado(separado, a veces, del resto de una sala por una cortinilla).

    Hay que resaltar la INCONGRUENCIA que supone el que a nivel de Comunicacin Verbal se lediga que no tiene nada y a travs de la Comunicacin No Verbal se le diga lo contrario.

    c) AUMENTO DE LA ATENCIN TECNOLGICA Y DEL ENCARNIZAMIENTO TERAPUTICO:el ltimo giro en la espiral es que el PS con el sentimiento de culpa que le genera su conducta y sus

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    actitudes quiere expiarse pagando con tecnologa lo que retira de afectividad y humanismo... as seconvierte el morir hospitalario en algo solitario y vergonzante con el atrezzo de toda una tramoya deaparataje como estril sucedneo del calor y del afecto humano; es decir SE HAN EMPEORADO LASCONDICIONES DE MUERTE, alargndose la agona, gracias al encarnizamiento teraputico,convirtindose el morir hospitalario- como nos recordaba KBLER-ROSS- en algo "solitario, mecnico ydeshumanizado" . Aunque, en realidad, el PS no es culpable de manifestar estas actitudes ycomportamientos habida cuenta que estn mediatizados por las carencias de formacin profesional entcnicas de comunicacin y en tcnicas de afrontamiento ante la situacin que plantea el enfermoagonizante.

    As, una FORMACIN ADECUADA debera fomentar unas actitudes ms adecuadas hacia elenfermo terminal, que deberan ser:

    1) Tomar consciencia de sus necesidades fisiolgicas, sobre todo en lo referente al alivio deldolor fsico y psquico.

    2) Desarrolar habilidades y actitudes de observacin y escucha para poder identificar adecuadamente sus necesidades especficas.

    3) Atender adecuadamente las necesidades informativas de los familiares y allegados.4) Atender y ser sensible a las necesidades espirituales y religiosas del paciente.5) Facilitar y disponer las mejores condiciones posibles del entorno, que hagan ms cmodo y

    acogedor el habitculo del enfermo, tanto para l como para sus familiares.(A este respecto son elocuentes los distintos documentos sobre "Derechos de los moribundos",

    "Declaraciones de Cuidados Paliativos", "Testamentos para la etapa final", etc.).5.- CONCLUSIN:Nos guste o no, el hospital se ha convertido en el marco institucional que engloba y recoge en

    Occidente el proceso de morir (hasta los aos 50 el 80 % de las muertes tenan lugar en casa y apenasun 15 % en el Hospital; hoy casi el 75 % de la muerte urbana se ubica en el medio hospitalario]... sinembargo no se han dotado los medios pertinentes de infraestructuras materiales y personales paraacoger esta nueva praxis (aunque creemos que lo mejor sera morir en casa).

    Cmo nos indican Cabello y otros, se precisan de componendas inaplazables TICAS yESTTICAS.

    ticamente no se debe alargar la agona estrilmente, delimitndose el punto de frontera quepermite respetar la DIGNIDAD HUMANA, alivindola de una fra supervivencia tecnolgica.

    Estticamente dotando a los hospitales y al P.S. de medios y conocimientos para atender lasnecesidades BIOPSICOSOCIALES (somticas, afectivas, emocionales y espirituales) que el pacientedemande, centradas en la DIGNIDAD DEL BIEN MORIR.

    Por su parte, D.J.Roy ha sintetizado las condiciones esenciales del MORIR CON DIGNIDAD dela siguiente manera:

    1) Morir sin el estrpito frentico de una tecnologa puesta en juego para otorgar algunas horassuplementarias de vida biolgica.

    2) Morir sin dolores atroces que monopolizan toda la energa y la conciencia.3) Morir en un entorno digno del ser humano y propio de lo que podra ser un momento hermoso.4) Morir manteniendo con las personas cercanas y queridas contactos humanos sencillos y

    enriquecedores.5) Morir como un acto consciente de quien es capaz de realizar el difcil "ars moriendi".

    6) Morir con los ojos abiertos, dando la cara valientemente y aceptando lo que llega.7) Morir con un espritu abierto, aceptando que muchos interrogantes que la vida ha abiertoqueden sin respuesta.

    8) Morir con el corazn abierto, es decir con la preocupacin del bienestar de los que quedan envida.

    As cada cual recuperar el protagonismo existencial de su propia muerte y es que la muerte nospertenece y a ella pertenecemos, y pese a todas las ddivas y ofrendas tecnolgicas es insobornable eimplacable. Podemos negarla o ignorarla, jugar al como si no, pero a todos nos espera, y temerla odisfrazarnos con catteres y aparatos no evita que nos aguarde a todos en nuestra propia Samar-Khanda.

    F.J. Gala Len, M. Lupiani Jimnez, R. Raja Hernndez, C. Guilln Gestoso, J.M.Gonzlez Infante, M. C. Villaverde Gutirrez y I. Alba Snchez.

    Cuadernos de Medicina Forense N 30 - Octubre 2002

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