Adelanto en El Umbral de Tu Voz

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“Porque hay manos heridas, cabezas heridas, sueños heridos. Porque hay hombres, mujeres y niños, sobre todo por los niños…” Efrén rivEra ramos

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“Porque hay manos heridas, cabezas heridas, sueños heridos.

Porque hay hombres, mujeres y niños, sobre todo por los niños…”

Efrén rivEra ramos

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...y el niño, al parecer distraído, guardaba para sí las palabras.

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I.

Pienso en dibujo. Tengo muchas fotos en mi mente. Pienso porque guardo todas las cosas en mi cabeza. Las palabras tienen dibujos y yo poder verlas, entender lo

que son. Hay palabras que no entiendo: mira, señala, debajo, encima, mañana, hoy… no las conozco. Yo veo: mamá, arroz, Abuelsh, comer, papá, violeta, tren, vente, titi, abrazo, beso, Cristal, guitarra, Elmo, rojo, plato, cantar, baila, sopló, aquí, luz, hoja, casa, carro… Palabras no quieren salir por mi boca. Se me caen las palabras. Gris. Cuando mamá dice «Nos vamos», yo sé que es irnos porque mi mente ve cuando un día mamá me toma la mano y dice «Nos vamos» y salimos rápido por la puerta. Gris no es un color. Gris es el lugar adonde caen mis palabras. Gris también es el apellido de una cosa que tenemos por dentro que se llama Materia. Yo escuché este nombre en la escuela y la nueva maestra dice que el nombre te hace pensar. Papá se va a trabajar. Yo voy con mamá en el carro para la nueva escuela con la maestra Cintia. Mamá dice que el trabajo de los niños es ir a la escuela. Gris, porque no está pasando mientras hablo; Gris, como la bola dentro de mi cabeza. A veces tengo problemas con Gris, a veces no. A veces digo sopla, pero era sopló. A veces digo sopló y está bien… y con otras palabras que dicen y hacen y que mamá dice se llaman verbos. Veo la película de Star Wars donde sale Yoda. Me gusta cantar. Sé todas las canciones del mundo porque tengo la música en mi cabeza. Quiero cantar. Y canto aunque no salgan las palabras. Mis manos cantan, mis ojos cantan,

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mis pies cantan. Todo yo canta, lengua no canta. Garganta hace sonidos iguales a los de la música que oigo, puedo ver los sonidos en mente, son palabras. Cuando en la escuela la maestra Cintia me pide que haga un trabajo, comienzo a sonar una canción con la boca cerrada. Eso me lo enseñó mi Abuelsh. Mi boca está cerrada y sale el sonido. Gusta porque todo el trabajo que hago, mientras canto con palabras no y, sale bien.

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No necesito las palabras porque tengo el control remoto. El control de mi tren. Aprieto el botón verde del control remoto, el tren pita solo. Botón azul, bota humo y el rojo, mueve el tren y suena una canción que dice: “ I think I can, I think I can, I think I can…” Yo también puedo… hago bien y bonito, a veces… algunas cosas. Mamá dice: “los nombres y las palabras significan cosas”. Por eso se llama Control Remoto: porque hace lo que quiero, desde lejos. Mi nombre significa guardián. Cuando mamá me lo dice yo veo en mi mente las Gavetas donde guardo ropa, las Cajas donde guardo juguetes y el Baúl donde papá guarda dibujos. “Sergio, no toques, eso es de papá”. Llevo a mamá al Baúl y ella a reír mucho. Me dice que Guardián, es un soldado que cuida y ayuda. “Sergio no es un Baúl. Adentro de Sergio hay un tesoro que hay que cuidar”. Soy Jedi de Star Wars. Papá no dice palabras a yo porque soy Guardián. Solo mamá me las dice y la maestra Cintia, y los niños en la escuela que veo en la cancha… y Harold, el amigo de papá dice cómo papá hace las casas grandes en la ciudad, …umm... Papá no tiene palabras. Las palabras de papá no tienen color. Mamá me llama. Voy para la escuela en el carro de mamá. Un día y el otro día y el otro día. Primero hay que poner el pie derecho en la acera y voy al otro lugar antes de subir al carro. Siempre. Mamá no lo olvida y yo no grito. Siempre. Primero el pie derecho baja y luego lo demás. Mamá canta “Twinkle Twinkle Little Star”.

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En la escuela cantan todas las mañanas con la mano en el pecho, y yo canto con mis pies y con mis manos. Si no oigo una canción por mis oídos, la oigo en mi cabeza. Me duelen los ruidos, la música no es ruido por eso no me duele. Mi cabeza tiene muchas cosas a la vez porque me gusta cantar.

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II.

Al despertar, recordó que en apenas unas horas tendría una reunión con el recién electo alcalde de la ciudad. Ya no soportaba más promesas incumplidas,

planificaciones disfuncionales, proyectos reciclados ni estrategias huecas e intrascendentes; un tren que no se mueve a ningún lugar, pero que siempre parece ir hacia delante, porque hace mucho ruido.

En lugar de brillo en los ojos, se descubrió penumbras, mientras se miraba al espejo para afeitarse. Descartó que fuera una nube que le naciera en la capa superior de la córnea. No era una mancha oscura ni tampoco blanquecina. Lo que fuera, más bien semejaba a un lugar donde da poco el sol. Ese lugar lo conocía muy bien por dentro, pero hasta hoy fue que pudo notar que pujaba por salir y hacerse evidente. Allí se alojaban los dos tormentos que lo lanzaron en los pasados años, a refugiarse a diseñar centros comerciales, fábricas y colegios. Porque en un lado, se le había anidado esa sombra de la desesperanza. Esa desesperanza comenzó con una pequeña decepción,

de la decepción mutó al estancamiento,

del estancamiento a la frustracióny de la frustración

al gobierno.

Para esta aflicción creía haber encontrado alivio: se dedicaría a diseñar para Hugo Roncayolo, el nuevo alcalde de la ciudad de Lear.

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Al otro lado, el segundo padecimiento lo secaba por dentro.

De pronto los inicios de su carrera le galoparon la memoria en imágenes, salvándolo de la agonía de pensar en su vida personal:

el diseño de la Villa Providenceel bosque de árboles olorososel primer condensador social

el Centro de Cultura y Congresosel Museo de Arte de Lear

Atropellado por los recuerdos del hombre idealista y arriesgado que fue, se hizo el nudo de la corbata, de vuelta al espejo, para reconocerse un destello de esperanza en sus ojos. Ojalá este fuera el inicio del mejor momento de su carrera, pensó casi como un ruego. Necesitaba recuperar el control de su vida. Consideraba a Roncayolo un hombre de visión universal y esta podría ser su oportunidad para despuntar a nivel internacional y obtener el laureado premio al arquitecto más sobresaliente a nivel mundial, el Pritzker. Era el equivalente al Nobel, tanto en importancia como en repercusión, aunque menos remunerado.

Antes de salir, se detuvo a observar las dos fotos colgadas en la pared principal del recibidor. Contempló la de ella y pensó que quería besarla. No pudo contener el impulso de enderezar la del niño. La arregló como si reconstruyera un edificio enfermo, con la urgencia de aquellos que a fuerza de restaurar obras ajenas dañadas, han olvidado la posibilidad de reconstruir la propia. Se dio la vuelta y dejó atrás la vergüenza innombrable. Él, se llamaba Isaí; ella, Lara, su amada esposa.

Su único hijo,tenía nueve años.Sergio era su nombre.