Aimé Césaire: sus discursos sobre colonialismo y negritud
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Aimé Césaire:
sus discursos sobre colonialismo y negritud
DISCURSO SOBRE EL COLONIALISMO (1950)
CARTA A MAURICE THOREZ (1956)
DISCURSO SOBRE LA NEGRITUD (1987)
y otros escritos del autor
Sometido como requerimiento parcial del curso en la categoría
ENSAYO SOBRE UN PENSADOR DEL CARIBE
Jorge Ortiz Colom
Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe
Historia 518
Profesor: Dr. Jorge Rodríguez Beruff
12 de mayo de 2010
2
INICIO: LA RESISTENCIA POETICA (1913 a 1950)
Aime Césaire (Basse-Pointe, 1913 – Fort de France 2008), intelectual, escritor, educador y
político martiniqués, dejo un luminoso legado de palabras poéticas, proféticas y militantes. Hijo de un
listero de central, estudió en las mejores escuelas de Martinica y fue becado para estudiar en París1. Se
afanó en articular las vivencias y posibilidades de su isla natal mediante prosa y poesía. Su vida fue una
constante lucha y resolución de contradicciones entre lo que pudo ser y el sueño de lo que quiso ser.
Evidentemente se apropió del lenguaje colonizador - el francés culto - para dar un
testimonio en el cual, como dijera alguien sobre el inglés del irlandés Joyce, le devolvió el
idioma a los amos hecho añicos, irreconocible2. Su vida fue un tránsito por los linderos, bordes y
encrucijadas del prejuicio y el discrimen que padeció como negro en un mundo blanco, pero al
fin de su vida salió reivindicado, inclusive con el homenaje de un funeral de estado, el primero
de Francia hecho fuera de la metrópoli.
Su legado escrito oscila entre el lirismo casi épico y la polémica violenta, matizada por el
método del análisis dialéctico, la perpetua resolución de las contradicciones por medio de la tesis
o planteamiento inicial, que es retada por su negación o antítesis y resuelto por la síntesis entre
ambas. Esto fue aprendido de lo esbozado en el siglo anterior por los dos exponentes alemanes
del género - Georg W.F. Hegel, idealista y trascendentalista, y Karl Marx, materialista e
histórico. Esta dialéctica se entremezcla con una implacable lógica que usa para desmontar los
argumentos pueriles y subjetivos de muchos pensadores y políticos contemporáneos a Césaire.
Para entender a Césaire hay que ver los varios momentos de su evolución. Desde la
esperanza de poder redimir con la palabra luminosa y la educación clásica - atemperada a la
cultura local - de un joven egresado casi como agregé en lettres3 de la prestigiosa Escuela
Normal Superior parisina, su primera gran contradicción fue el intento de crear cultura de
3
enfoque local y vocación universal. Esto cuajó por primera vez en 1939 con su extenso poema
épico Cahier d'un retour au pays natal4, (Cuaderno de un retorno al país natal) literalmente
redactado en un cuaderno o libreta escolar y estrenado en la revista parisina Volontés. Cuatro
años mas tarde apareció por fin como libro, pero en una traducción al castellano hecha en Cuba5.
En Martinica no era posible por el clima represivo del gobierno insular alineado con el régimen
petainista pro-nazi. Ya acabada la guerra en 1947 por fin salió la primera versión en libro en el
francés original6. Este poema fue expandido durante sus sucesivas reediciones y no tomo forma
final hasta 1957. Actualmente se considera un monumento de la lírica antillana.
El Césaire del Cahier es el observador crítico que busca entre la exuberancia natural y
miseria humana de su Martinica lograr un ascenso a una nueva conciencia de sí por medio del
viento abrazante7 que libera de todos los lastres del pasado esclavista y de menosprecio por los
de poder. Escrito con una pluma de yuxtaposiciones surrealistas, lenguaje de cosas húmedas,
inestables y blandas y verbos violentos y abruptos, este poema de 1055 versos - algunos
convertidos en párrafos de prosa - articula el deseo de lograr un ser con perfil propio a través de
la reflexión sobre una historia marcada por sufrimiento y resistencia, resistencia que al hacerse
metáfora insufla al poeta a encaminarse a una acción militante.
Césaire había regresado con su esposa Suzanne Roussi y el hijo de ambos en 1939 a
Martinica y se instaló como profesor de humanidades en el liceo (escuela secundaria)
Schoelcher, que había sido su alma mater. Aquí pudo influir en seis años de enseñanza a varios
jóvenes que serían después por su propio derecho literatos y pensadores: entre ellos Frantz
Fanon, quien estudio directamente bajo el. Aun tras dejar la cátedra, sus estilos docentes
singulares siguieron, como memoria, influyendo a muchos otros. De esta forma pudo el pasar la
guerra. Además junto a René Ménil, compañero de estudios en Francia, Suzanne y otros, fundó
4
en 1941 una revista cultural y literaria denominada Tropiques.
Mientras, al año siguiente, pasaba por Martinica rumbo a un exilio neoyorquino, el
escritor surrealista francés André Breton, buscando algo en una tienda, notó el ejemplar de la
revista, y de esta forma entabló contacto duradero con Césaire y sus compañeros. La obra
literaria del martiniqués ahora marchaba hacia la consagración, pero la revista de marras fue
reprimida por el almirante Robert por casi dos años8. Mientras, en 1944, Césaire hizo un viaje
prolongado a Haití9 en el cual conoció – y aprendió a admirar - la rica historia de dicho país,
único en sacudirse por su cuenta el yugo esclavista. Y bullía en él el interés de lograr una acción
más efectiva por su isla y por los oprimidos.
Esta acción se cuajó cuando Césaire en 1945, instado por el Partido Comunista Francés
del cual era miembro, abandona el magisterio y se lanza al ruedo político como alcalde de Fort
de France, capital martiniquesa, y diputado a la Asamblea Nacional de París. A su vez consolida
una célula del Partido en la isla. Tras ganar cómodamente, Césaire participó destacadamente en
el proyecto de la Cuarta Republica Francesa en la cual, siguiendo el postulado de igualdad entre
todos los franceses, planteó exitosamente la departamentalización o anexión de las Antillas, la
Guayana, y la isla índica de Reunión10
a Francia: el primer logro de anexión de un país
metropolitano a colonias no contiguas (anticipando por casi década y media lo que hizo EE.UU.
con Hawái).
Un lustro de decepciones le demostró a Césaire que la asimilación, aun con la izquierda
poderosa de entonces, era un callejón sin salida para el ultramar galo. En la Asamblea, en las
calles parisinas, en la prensa y en los libros, muchos vomitaban prejuicios racistas y odiosos
contra los negros y asiáticos, intentando probar su ineptitud para motorizar la civilización
hegemónica occidental11
. La batalla contra el racismo extremo de un Adolf Hitler en Europa
5
había desembocado en un resurgimiento de viejos prejuicios. Y contra ellos, y contra los abusos
del colonato sobre todo en África y Asia, Aimé Césaire lanzo en 1950 su acto de arrepentimiento
y militancia hermanados: el Discurso sobre el colonialismo12
. Comenzaba así el segundo
momento de Césaire: el polemista desmantelador de mixtificaciones e hipocresías.
EXORDIO: EL DISCURSO SOBRE EL COLONIALISMO
En la obra cesairiana este Discurso..., redactado en seis partes, presenta el inicio de una
era mas madura de la conciencia política del pensador. Partiendo de una apasionada declaración
de igualdad entre todos los humanos, profesando con Renato Descartes que solo los accidentes
individuales diferencian a los humanos entre si y que todos son capaces del más alto
pensamiento, el Discurso... demuele los argumentos y las practicas de varios "pensadores" de la
posguerra que a pensar de Césaire solo habían prolongado los mismos prejuicios, el "vómito" del
vencido Führer. "Europa es indefendible"13
, inicia en la primera parte del ensayo. Ve a su
burguesía decadente, defensiva. La aventura colonial no fue motivada por el altruismo, sino por
el egoísmo de interesados de influencia y riqueza, agravado por la hipocresía "de fecha reciente"
que trato de justificar este siniestro legado. Europa no puede redimir a sus proletarios ni a los
colonizados del tercer mundo, solo repetir hipocresías y postular la falsa ecuación colonización
= civilización.
Enseguida, en la segunda parte, Césaire procede a probar la identidad entre el racismo y
prejuicio colonialista y el nazismo alemán que acababa de asolar a Europa. Su igualamiento del
racismo colonial con el genocidio nazi provoco muchas ronchas entre los políticos franceses y
belgas, convencidos aun de la justeza de su aventura "civilizadora". Se atrevió aun mas a
comparar a Ernest Renan, historiador y ensayista francés del siglo XIX y figura muy respetada en
6
esos tiempos, con los nazis, expurgando el racismo esencial de muchos de sus escritos: un pasaje
citado menciona que los chinos, sin sentimiento de honor pero gran destreza manual, son los
llamados a ser los obreros del mundo14
. (Paradójicamente, este planteamiento se hizo realidad,
como demuestra la decisión de Occidente de trasladar sus manufacturas al país oriental. En todo
caso esto prueba el prejuicio y desigualdad del orden capitalista de principios del siglo XXI.)
Ante los vacuos resúmenes estadísticos de "progreso" suministrados por las autoridades, Césaire
hace una apología de las economías naturales pre-capitalistas practicadas por africanos, asiáticos
y americanos antes de los Imperios. Y en aquellas sociedades "primitivas" donde existían
desigualdades atávicas, los colonizadores habían fomentado la permanencia de las mismas y la
alianza con los opresores autóctonos, a menudo y deliberadamente negando a los colonizados los
frutos del "progreso" europeo, tal como infraestructura, educación, salud. En fin, ve en el
colonialismo un embrutecimiento preciso del colonizador y la pérdida del colonizado en la
alienación y la violencia. Se lamenta que la Europa que ejecuto los contactos entre civilizaciones
era ya en dicho momento dominada por capitalistas y financieros: se pregunta que hubiera
pasado si al momento de estos contactos Europa y el resto del mundo se hubieran hallado en otra
fase de su evolución histórica15
.
Advirtiendo del barbarismo de la cultura estadounidense, Césaire pasa a la tercera parte a
denostar a los respetables colegas suyos de la Asamblea Nacional, a periodistas y a ciudadanos
que escriben a los medios exhibiendo todos la muflerie (grosería) burguesa, la autocomplacencia
de la idiotez y la ignorancia que demuestran. Es particularmente severo con Louis Farigoule alias
Jules Romains, ensayista y prolijo novelista que fundó el movimiento unanimista que buscaba
precisar un sentimiento social único y una visión esencialista del ser humano en cuanto miembro
de una sociedad. Ante la pesadilla para Romains de ver diez millones de negros metidos en la
7
Francia continental, más de la mitad en el valle del río Garona al suroeste, Césaire le dice que
"su voz tiene menos que ver con los robles, o con los calderos [del oráculo antiguo] de Dodona,
que con el bramido de los asnos de Missouri"16
.
Césaire postula que las nuevas sociedades del Sur global serán síntesis de sus tradiciones
y cultura ancestral con los avances del siglo XX, no una estéril vuelta al pasado. Ve una
posibilidad de ello en el trato para las nacionalidades en la Unión Soviética. Llama a reivindicar
las viejas civilizaciones de los países explotados, y - coincidiendo más o menos con el cubano
José Marti en su célebre ensayo "Nuestra América"17
de 1891 - a saborear el "vino" (expresión
martiana) de las tradiciones y logros propios. Y reconociendo al antropólogo alemán Leo
Frobenius, y a otros europeos que vieron la excelencia de estas culturas, insta a que los africanos
digan todos juntos: "¡Civilizados [somos] hasta la médula del hueso! La idea del negro bárbaro
es una invención europea."
La cuarta parte del ensayo desmantela la hipocresía y falsedad de varios intelectuales
reconocidos en la época en que el Discurso... fue redactado. Llamando a sus autores "salidos
todos apestosos del ombligo (sortis tous puants de la cuisse) de Nietzsche18
" o reencarnaciones
de los Doce Pares de Francia, Césaire enfoca varios estudios y ensayos "científicos" que tratan
de establecer una diferencia esencial entre el africano y el europeo, de que la europeización
dignifica, que el blanco lleva el fardo de la responsabilidad a nombre de ese "niño" perpetuo que
es el negro. En estos reiterados mensajes Césaire no ve sino un falso sentimiento de superioridad
y la decadencia de una burguesía que se hace, antes de colapsar, "receptáculo adonde fluyen
todas las aguas sucias de la historia". También tiene sorna a los llamados etnógrafos
"métaphysiciens et dogonneux" (de dogon, una etnia del actual país de Malí en África
Occidental) - esto en una alusión oblicua a Marcel Griaule, cuya obra Dios de agua:
8
conversaciones con Ogotemmêli19
era una interpretación muy socorrida - y podemos inferir que
para Césaire, eurocéntrica e hipócrita - del pensamiento místico asociado a los africanos. Césaire,
fuera de este comentario, no le "dispara" a Griaule: el reserva sus mayores argumentos contra el
geógrafo Pierre Gourou (1900-1999), el sacerdote franciscano belga-flamenco Plácido (nombre
original Frans) Tempels (1906-1977), y el psicólogo de origen corso Octave Mannoni (1899-
1989), "estudioso" de Madagascar tras haber vivido veinte años allí.
Aunque poco conocidos fuera de sus ámbitos disciplinarios hoy día, hay que notar que
Gourou (al igual que Griaule) estuvo asociado con el importante antropólogo Claude Levi-
Strauss y Mannoni fue seguidor del psicoanalista Jacques Lacan. Levi-Strauss y Lacan aun hoy
se consideran "autoridades" en sus respectivos campos, y ambos postulan una visión
estructuralista de sus sendas disciplinas. Esta visión, aun eje de apasionados debates, y de
enorme influencia en Francia y Europa en la posguerra - y otra vez en los albores del siglo XXI
por su alegada superación por los post-estructuralistas - postula que la realidad posee una
estructura subyacente; la conducta y decisiones del individuo se mueven dentro de dicha
estructura de la cual no se tiene sino una conciencia parcial. Este estructuralismo tiende a
soslayar el problema de la desigualdad y la explotación del colonizado al ofrecer en su lugar
argumentos mixtificantes que intentan explicar su realidad remitiendo su interpretación al
descubrimiento de esa estructura externa, en rigor ahistórica y "perpetua". Tal visión
menosprecia el papel del ser humano como gestor y agente de su propia historia, y entra en
contradicción precisamente con el humanismo dialéctico del marxismo que guiaba el
pensamiento de Césaire20
.
El padre Tempels, por su parte, publica en 1945 en Congo, y cuatro años mas tarde en
Francia, su libro La filosofía bantú21
, en el cual disgrega el pensamiento "filosófico" del africano,
9
lo sitúa fundamentalmente como una ontología o forma de ver la realidad, y lo aísla de otras
condiciones objetivas de su vida como único elemento "respetable" de su condición. Esto
provoca el comentario acerbo de Césaire quien dice: "Estos bantúes son puros espíritus, se los
digo..." y toma excepción a la aseveración del cura de que (¿¡gracias a Dios!?) “[los blancos] nos
hemos integrado, dentro de su jerarquía de seres-fuerzas, a un escalafón muy elevado”: Césaire
lo extrapola a que, si logran inducir a que los Monarcas Belgas lleguen a la cima de esa jerarquía,
entonces "el Dios bantú será garante del orden colonialista belga y será sacrílego todo bantú
que se atreva tocarlo" (en bastardilla en el original)22
. En cuanto a Gourou, quien postula como
axioma la incapacidad de desarrollo económico e intelectual de los países tropicales, Césaire lo
tilda de flojo intelectual. Después de tal declaración Gourou la matiza indicando que parece ser
condicionada por el sometimiento colonial y la opresión que estos países han sufrido, pero
entonces el geógrafo trae el falso (para Césaire) dilema de escoger entre "estancamiento
económico y salvaguarda de los indígenas o desarrollo económico provisorio y retroceso de los
indígenas"23
.
Al analizar a Mannoni, una vez que este ha determinado que los malgaches son "niños
grandes", pasivos, faltos de estima e identidad, y cuando se alzan contra el colonialismo,
sencillos neuróticos, Césaire le acuerda los violentos alzamientos libertadores surgidos una y otra
vez en Madagascar. Plantea Mannoni que las altiplanicies de la isla provocan un comportamiento
"irracional" en el cual los malgaches buscan víctimas propiciatorias para resolver sus crisis; pero
entretanto da la espalda a la violencia y la irracionalidad de los colonizadores franceses como
raíz de los problemas del país24
. Y todavía tiene tiempo el martiniqués para enfilar cañones a
Yves Florenne, conocido escritor, crítico literario y columnista del diario conservador Le Monde.
Florenne exalta la pureza de la sangre francesa (ignorando que también es producto de un
10
mestizaje cultural e histórico), y celebra que las colonias se integren a la "gran familia francesa".
Césaire ve en esto el regreso del argumento exclusivista hitleriano - aun liquidado el Führer - y
prueba evidente de la decadencia de la burguesía francesa25
.
En la quinta parte Césaire propone una relectura de los Cantos de Maldoror, obra
tenebrosa y violenta sobre el personaje homónimo - un engendro antisocial a ultranza - escrita
por el misterioso poeta "maldito" Isidoro Ducasse, conde de Lautréamont (1846-1870)26
.
Maldoror, en vez de ser, como la critica lo pinta, un nihilista controlado por impulsos satánicos,
es en realidad una encarnación de la violencia y la avaricia del orden capitalista, sublimada a un
plano literario y suelto sobre las calles de la metrópoli. Mas villano que el conocido Vautrin de
las historias de Honorato de Balzac, Maldoror no está "detrás de una nube... tenemos mas
oportunidad de encontrarlo en el anuario (directorio comercial) de Desfossés27
o en el consejo de
administración de alguna empresa". Y a su vez este capitalismo se ceba de las instituciones
coloniales.
En esta parte, el último intelectual que Césaire desmantela es a Roger Caillois (1913-
1978), antropólogo y teórico social. Caillois - conocido por sus estudios sobre la función social
del juego y su análisis sociológico del surrealismo, además de que habiendo vivido varios años
en Argentina dominó la lengua castellana y tradujo obras latinoamericanas al francés - tuvo su
talón de Aquiles cuando, según nos dice Césaire, "acaba de pasar una gran cólera" porque la
etnografía occidental empezaba a traicionar la superioridad de su propia cultura. Caillois, de
hecho, estaba convencido que al margen de un Occidente científico y lógico solo estaban a su
alrededor las tinieblas del primitivismo. Caillois no perdona a quienes se dispusieron a otorgarle
méritos al pensamiento primitivo, tal como el caso de Lucien Levy-Bruhl (1857-1939), quien fue
profesor de antropología en la Sorbona. Levy-Bruhl había teorizado que los primitivos
11
organizaban su pensamiento a través de una "participación mística" pero al final de su vida ya
reconocía que estos tenían sus sistemas propios de lógica. Para Cailliois, eso era un revisionismo
inaceptable. Césaire le acuerda todos los adelantos del conocimiento científico de las culturas del
Sur pero esto a Caillois "le resbala", además que solo los occidentales eran depositarios de la
moral. "¡Piensen pues! ¡El Sr. Caillois nunca se ha comido a nadie!" se burla Césaire. Y sigue
sarcásticamente hablando de otros "adelantos" de la moral occidental como los calabozos, "la
bañera", "la electricidad" y "el cuello de botella" (tres tipos de tortura usados por Francia en
Indochina y Argelia).
Caillois, haciendo eco de Joseph-Arthur Gobineau (1816-1882), apólogo de la
desigualdad racial y de la literalidad bíblica (y quien fuera una inspiración ideológica directa
para Adolf Hitler), plantea convencido que la etnografía es blanca, no la hay de otras razas ni
etnias. La consignación de las culturas de "los otros" (las razas subalternas) a museos
etnográficos, ya presentes en estos años, es penosa para Césaire: prefiere que no haya museos,
sino culturas vivas. En estas instituciones hay un mensaje no muy disimulado de la superioridad
occidental. Mientras, Caillois acepta a "los otros" como individuos, pero no a su cultura que ve
como tara al progreso humano. Y como quiera, las diferencias son para el etnógrafo iluso índices
de desigualdad que desembocan otra vez en el "fardo del hombre blanco" que "Caillois-Atlas"
sigue cargando. Despidiéndose de este sujeto, Césaire plantea que "nunca [antes] el Occidente...
ha estado mas alejado de poder asumir las exigencias de un humanismo verdadero"28
.
Ya en la sexta y última parte del ensayo Césaire se dirige a la cuestión nacional.
Apoyándose en el análisis histórico de un tal Quinot, el postula que el colonialismo moderno ha
equivalido al imperialismo romano que impuso una nacionalidad a expensas de sus culturas
periféricas y, al negar la diversidad, propicio un "vacío" a su alrededor que fue ocupado por los
12
invasores germánicos mientras su civilización se hundía. Esto es lo que la Europa burguesa
vuelve a hacer dos milenios mas tarde. Ahora: "La hora del bárbaro ha llegado. Del bárbaro
moderno. La hora estadounidense. Violencia, desmesura, desperdicio, mercantilismo, bluff (sic),
gregarismo [en el sentido léxico de "seguimiento servil de las ideas o iniciativas ajenas"],
tontería, vulgaridad, desorden."29
(mi énfasis) La absorbente y todopoderosa águila de
Washington, lista para posarse sobre el tercer mundo: predicción lograda, como podemos ver
hoy día. Promesas de progreso y desarrollo, pero las fábricas a instalarse, en verdad serán de
larbins (alcahuetes); y las máquinas, pues para "aplastar, moler, embrutecer a los pueblos".
Finalmente, Césaire insta a que Europa occidental inicie una política de nacionalidades,
"una política nueva fundamentada en el respeto a los pueblos y a las culturas, ¿qué digo? si
Europa no galvaniza las culturas moribundas ni suscita culturas nuevas; si no se hace
despertadora de patrias y civilizaciones... habrá perdido su última oportunidad" quedando
cubierta por las tinieblas. Queda el párrafo final y sustancioso, que vale citar integro:
Lo que netamente hay que decir [es] que la salud de Europa no es asunto de una
revolución del método; que es asunto de la Revolución; aquella que a la estrecha tiranía
de una burguesía deshumanizada sustituirá, mientras se logra la sociedad sin clases, por
la preponderancia de la única clase que tiene todavía misión universal, ya que en su
carne sufre todos los males de la historia, todos los males universales: el proletariado30
.
EPIFANIA:
LA DESILUSION CON EL COMUNISMO FORMAL Y LA “CARTA A THOREZ”
Hay que señalar que aun en este tiempo Césaire es entusiasta marxista y comunista;
establecer una mayor precisión entre proletario y colonizado será una tarea que solo se da en la
13
segunda mitad de los 1950., Por una parte esta el tajureo de la política parlamentaria donde
Césaire a menudo es ignorado y tiene a menudo hasta dificultad en que se le reconozca la palabra
en la Asamblea Nacional; no sin olvidar como reiteradamente se le desprecia sus peticiones de
que a los departamentos ultramarinos se les libere en parte de la sofocante centralización del
Estado francés. Es ya para estos años que va madurando en el una idea esbozada por algunos de
la izquierda parlamentaria de redefinir a Francia como un estado federal con amplias autonomías
a las regiones y a las zonas ultramarinas31
: en cierto sentido lo que se ha logrado desde 1980 en
España con el concepto de "comunidades autónomas". Césaire se hace cada vez mas entusiasta
de este concepto y ayuda a diseminarlo entre sus correligionarios, amen de defenderlo hasta el
final de su vida.
Más inmediatamente, estos son los años que el mundo se asombró al revelarse por el
nuevo presidente soviético Nikita Jruschov los atropellos del estalinismo soviético, pero también
sobrevino la famosa insurrección húngara de 1956 que demostró el rostro totalitario y
burocrático del "comunismo" práctico. Pero el momento decisivo para el martiniqués se da el 24
de octubre de 1956: renuncia al Partido Comunista de Francia mediante una importantísima
carta32
a Maurice Thorez, su secretario general. Quejándose de una visión limitada y eurocéntrica
del proletariado, y de posiciones tomadas por el grupo parlamentario comunista que entiende
impropias para los colonizados de ultramar (especialmente la defensa de la presencia francesa en
Argelia, ya enfrascada en guerra contra la metrópoli), piensa que la rigidez ideológica y el
desprecio por la cuestión cultural tara la capacidad del comunismo institucionalizado de ser una
alternativa para los pueblos oprimidos. De hecho, Césaire se convence que el asunto colonial no
puede estar subsumido a otras reclamaciones más pertinentes a los obreros metropolitanos. Tiene
relación pero no es igual que la lucha contra el capitalista industrial.
14
“Frecuentemente me he postulado la pregunta de saber si dentro de sociedades como las
nuestras, rurales como son, sociedades de campesinado, donde la clase obrera es ínfima y que
por lo contrario las clases medias tienen una importancia política sin relación a su importancia
numérica real, las condiciones políticas y sociales permitirían dentro del contexto actual, una
acción eficaz de organizaciones comunistas agitando aisladamente … [y en su lugar] investigar
una forma organizativa más grande y flexible que sea posible, (…) que pueda dar entusiasmo a
un número mayor, más que capacitar un número pequeño.” Y, añade, donde los marxistas tengan
un papel de “levadura, inspiradores, orientadores” en lugar de ser “divisores”. Para resumir,
Césaire propone que tiene que haber un frente amplio anticolonialista comprometido con
defender la cultura “negra”, y no el occidentalismo a ultranza que era dogma oficial del PCF. Los
argumentos de José Stalin, Jruschov y la burocracia soviética de que los pueblos avanzados (los
rusos grandes) ayuden a los atrasados a vencer su retraso le huele a paternalismo colonialista. La
desilusión con el mundo soviético se ha dado. El progreso no puede venir desde afuera, tiene que
ser un “progreso orgánico” autógeno.
Césaire se protesta que sigue siendo marxista, lo que niega es el uso que se le ha dado al
concepto (de hecho, en términos similares se expresó en 1976 el escritor puertorriqueño marxista
“sin iglesia” José Luis González a Arcadio Díaz Quiñones dentro de una famosa entrevista en
forma de libro: “el problema no es el marxismo, sino los marxistas”33
). De hecho, Césaire
preconiza un comunismo a la africana: “… nuestras viejas sabidurías matizarían, estoy seguro, o
complementarían bien los puntos de la doctrina”. Pero es lástima de imposibilidad si los
encargados de las zonas de ultramar por el PCF actúan casi igual que los del gobierno. Césaire
repudia los estilos europeos del PCF: son horca, aislante, cuchillo que cercena el contacto con los
países de la región antillana. La inspiración esta en África, aunque existirá la solidaridad con el
15
pueblo de Francia y todos los proletariados. “No me entierro en un particularismo estrecho. Pero
no deseo perderme más dentro de un universalismo descarnado.”
Desde ahora, cierra Césaire su mensaje a Thorez, se ha decantado por la lucha por la
justicia, la cultura, la libertad y la dignidad, de forma autónoma e inventando el camino propio
sin seguir “formas petrificadas”.
Desde entonces, hombre sin partido, formó al año siguiente, o sea 1958, el propio en su
concepto de frente amplio orientado a la defensa de la identidad y la cultura: el Parti
Progressiste Martiniquais o Partido Progresista Martiniqués (PPM)34
. Buscó una autonomía de su
patria bajo un sistema federado de gobierno en la República Francesa, ideal que defendió en
adelante, pero con pocos resultados en el Palacio Borbón (sede de la Asamblea Nacional) en
París. Pero el PPM permitió darle la salida política a una praxis afín al concepto cultural de la
negritud.
RESOLUCION: LA NEGRITUD Y SU DISCURSO SUMARIO
La negritud35
fue la palabra dada retroactivamente a un movimiento cultural y literario nacido
hacia 1934 y propalado por varios jóvenes estudiantes antillano-guayaneses y africanos destacados en
París. Aunque algo afín a esta “negritud” se discutía desde la década previa, fue Césaire, quien junto con
el senegalés Léopold-Sedar Senghor y el guayanés Léon-Gontran Damas la lanzó en diversos medios
tales como la revista L’étudiant noir (El estudiante negro). Luego se les unió otro senegalés, Alioune
Diop.36
Subyace todo esto la referencia a lo negro, lo africano como bloque fundacional de los
países formados en las Antillas por el colonialismo europeo. Césaire desde un principio se
distanció de otros intelectuales de factura criollista o “mulatista” por un lado, y también del
16
matiz más político y de acción social que varios de sus antiguos socios parisienses como
Senghor, Damas y Diop trataron de inyectar al concepto a llamarse negritud. En una conocida
entrevista hecha en 1971, Césaire dijo lo siguiente: “Je suis pour la négritude du point de vue
littéraire et comme éthique personnelle, mais je suis contre une idéologie fondée sur la
négritude.” (“Estoy a favor de la negritud desde el punto de vista literario y como ética personal,
pero estoy contra una ideología fundada sobre la negritud.”)37
Para Césaire, negritud requería apoyarse en las raíces primigenias y africanas, era un referente de
raíz o “tronco”, si bien no excluía reconocer la mulatez del fenómeno antillano como una “flor”
expresiva del resultado del proceso histórico. Esto se aproximó a la visión postulada desde la poesía por
el puertorriqueño Luis Palés Matos, aun cuando ambos autores aparentemente no llegaron a conocerse
entre sí38
. (Sin embargo la poética palesiana es bastante distante de la del vate de Basse-Pointe. El tono
celebratorio del guayamés no halla eco en los largos, cultos y escenográficos fraseos del Cahier u otros
poemarios cesairianos, y la alusión a lugares, ritmos, bailes y tambores en Palés no es parte fundamental
sino incidental en el realismo cuasi mágico pero de tono “social” e historicista del martiniqués. El
lenguaje de éste se acerca bastante, salvando el cambio de idioma, al de escritores tales como Alejo
Carpentier de Cuba, con quien tuvo intercambio. También parece haber sido afín al chileno Ricardo
Neftalí Reyes conocido por Pablo Neruda.39
)
El jueves 26 de febrero de 1987 Césaire fue invitado a dar una conferencia magistral dentro de la
Primera Conferencia Hemisférica de los Pueblos Negros de la Diáspora, dedicada a él mismo y con el
tema “Negritud, Ethnicity y Culturas Africanas en las Américas”, organizada por la Universidad
Internacional de la Florida en Miami. Esta institución ha agrupado como pocas a intelectuales y
hacedores de cultura de las tres grandes influencias del Archipiélago antillano; fecundando su contacto
entre ellos, aislados en sus islas por vallas imaginarias histórico-lingüísticas. Esta universidad también
17
ha editado una revista informativa y cultural de tono semi-popular llamada Caribbean Review, que se ha
difundido en estancos fuera del ámbito académico.
El Discurso sobre la Negritud es la trascripción de esa charla. Tras los agradecimientos
protocolarios Césaire declara que “yo no lastimaría a nadie al decirles que confieso no amar cada día la
palabra negritud…”, pero que al ver la concurrencia del publico se comprueba que corresponde a una
“evidente realidad”.40
La negritud no es algo biológico o de color de piel sino ante todo la referencia “una suma
de experiencias vividas” que ha dejado “una forma histórica de la condición humana… que ha
sufrido una de las peores violencias de la historia”. La negritud es la explicación de esa parte de
la humanidad que ha sufrido discrimen, abuso y exclusión pero a la vez ha luchado por su
libertad y dignidad. Para Césaire no es una filosofía, no es una metafísica, no es una pretensiosa
concepción del universo; sino una forma de “vivir la historia dentro de la historia… de una
comunidad cuya experiencia aparece, en verdad, singular con sus… recuerdos de creencias
lejanas, sus residuos de culturas asesinadas.” Es un “patrimonio” que sirve para fundar una
identidad; un “arquetipo” en el cual él cree.
El negro trasplantado a la fuerza al Nuevo Mundo mantuvo a pesar de todo, restos de sus
valores humanos y de memorias que contra todo obstáculo fecundaron en el nuevo suelo. Y eso
desembocó en una toma de conciencia de sentirse diferente, pero ser solidario con otros que
comparten estas vivencias. Pero la negritud no es “patetismo ni dolorismo”: también significa
acción, lucha, “sobresalto de dignidad”, “rechazo de la opresión”, “combate contra la
desigualdad”. Y “revuelta… contra el sistema mundial de la cultura” que en los últimos siglos ha
sido puntal de “una muy estricta jerarquía… [y] el reduccionismo europeo”. Es una revuelta que
“nos lleva a nosotros mismos” y que es “la toma por nosotros mismos de nuestro pasado y por
18
medio de la poesía, los imaginarios, la novela y las obras de arte, [es] el fulgor intermitente de
nuestro posible futuro”.
Truena contra el universalismo euro céntrico que ha hecho alrededor de sí un vacío
además de causar desarraigamiento y aislamiento del ser humano enclaustrándolo en un “orgullo
suicida” o en “una forma racional y científica de la barbarie”.
Piensa que hay que arraigarse en la historia, geografía y cultura propias, pero con el fin
de lograr una superación (dialéctica) de las mismas. “¿Literatura, se dirá? / ¿Especulación
intelectual? / Sin duda. Pero ni la literatura ni la especulación intelectual son inocentes ni
inofensivas.”
Pasando a los movimientos de independencia africana de los sesentas, Césaire atribuye a
la negritud ser “fermento o catalizador” de los mismos. Aunque estos países nuevos han pasado
momentos azarosos, piensa que es el “tributo a pagar” para transformarse a una nueva realidad,
igual que lo que hicieron las naciones formadas en el siglo XIX, particularmente en Europa. Pero
ya se ha “pasado la página” del colonialismo.
Tornando a la situación del país anfitrión, felicita a los afro-estadounidenses por sus
recientes logros y reconoce la lucha del reverendo Martin Luther King Jr. Y más aun, reconoce el
movimiento cultural del “Renacimiento Negro” de los años 1920 como “la primera negritud”.41
Césaire establece una teoría específica de las acciones política, social y moral: para que
beneficien a la humanidad éstas necesitan de un “previo cultural” el cual a su vez, tiene su
“previo”, que es la identidad: “…la nuez dura e irreducible, lo que da a un hombre, a una
cultura, a una civilización su giro (tournure) propio, su estilo y su irreducible singularidad.”
Identidad es palabra que prefiere a la de “etnicidad” (ethnicity), que es consigna oficial del
congreso. Y para las culturas africanas y afrodescendientes, “identidad” pasa por
19
“negritud”.como su búsqueda y afirmación.42
La identidad que persigue Césaire es “no arcaizante y auto-devoradora sino devoradora
del mundo” y que pueda ubicarse en los tres tiempos históricos: pasado como lección, presente
como vida y futuro como esperanza. “Dar la espalda a la identidad… es entregarse a la
alienación. / Se puede renunciar al patrimonio. / Ciertamente se puede renunciar a la herencia. /
¿Pero hay derecho de renunciar a la lucha?”43
A los que dudan del valor de la negritud les pide él que observen “el recrudecimiento del
racismo en el mundo entero… las hogueras del racismo que, aquí y allí, se reencienden”44
, sobre
todo el aun vigente apartheid sudafricano. No es momento de bajar la guardia ni de quitarse el
pasado como si fuera un pesado fardo. Hay que “hacerlo un punto de apoyo para continuar
nuestra marcha adelante. (…) Para nosotros la selección está hecha. / Somos aquellos que se
niegan a olvidar. (…) No se trata de integrismo, fundamentalismo, menos aun pueril
ombliguismo [sic]. (…) provignement, oui; dessouchement, non (hacer acodos o esquejes para
sembrar, sí; arrancar los tocones, no)”.45
A quienes ven lo identitario como una cárcel, el poeta les dice que gracias a Hegel se ha
mostrado un camino distinto: lo universal, “seguro, pero no por negación, sino como
profundización de nuestra propia singularidad”. La identidad no es para aislar ni para separarse,
al contrario es que
“Nuestro compromiso no tiene sentido si no se trata ciertamente de un
rearraigamiento, sino también de un florecimiento, una superación y la conquista de una
nueva y más amplia fraternidad.”46
Seis años más tarde, en los días de su octogésimo cumpleaños, el profesor y escritor
puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá vuelve a abordar a Césaire sobre la negritud: éste
20
responde, no sin enojo [según E.R.J.] que "la negritud es una ética, no es un criterio político...".
Rodríguez Juliá sigue el recuento de su encuentro:
"Entonces [Césaire] procedió a hablarme, de un modo un tanto críptico, poético
en el mal sentido, de los 'dioses de la ciudad'... No me comenta nada respecto a África...
Termina asegurándome que la identidad del hombre negro sigue siendo un problema; la
'negritud' fue la formulación de una identidad para el hombre negro..."47
(mi énfasis)
Este temor a la acción política con contenido transformador, o de ensayar nuevas praxis
de acción social al margen de la política partidista y sus entrejuegos institucionales y perenne
fiscalización por el Estado, permeó a Césaire en cuanto funcionario. Si bien tuvo un gran
prestigio cultural y moral, en lo político su timidez a abrazar de otra forma más “guerrera” la
bandera de la negritud parece que lastró su efectividad como para lograr cambios significativos
para su isla.
CODA: LA FRUSTRACIÓN DE UN SER SIN CONSUELO
Una de las grandes contradicciones de Césaire fue su negativa a radicalizar su acción
política, dejando sus ideales de justicia e igualdad en el terreno más abstracto de la ética (rama de
la filosofía que estudia los comportamientos sociales del individuo). Inclusive llega a alabar al
abolicionista Schoelcher porque era un socialista no radical sino puramente “ético”48
. A menudo
se entrevé una visión voluntarista de la explotación entre los seres humanos, en la cual los
comportamientos de los individuos aparentan ser subjetivos y no productos de una situación de
desigualdad entre clases sociales, muy a contrapelo del marxismo.
Tampoco pudo trascender en verdad la fragmentación impuesta por las tradiciones
coloniales. Se ve todavía en él esa “mirada vertical” que los antillanos hacen hacia sus antiguas
21
metrópolis, e inclusive poco conocimiento (difícil de justificar en un intelectual de sus quilates)
sobre las realidades de otras islas: alega no conocer bien el proceso de la revolución cubana y ha
pasado por Puerto Rico sólo en tránsito.49
Su visión de la descolonización - a pesar de sus palabras doradas y argumentos
avasalladores - se hunde en una pasmosa ingenuidad cuando se trata de ver la realidad práctica
de los países circunvecinos. El 26 de febrero de 1960 escribe para el diario francés Le Fígaro lo
siguiente:
“Francia permanece amarrada al viejo mito de la centralización republicana…
África negra obtiene su independencia. Aquí en las Antillas los antiguos territorios
británicos son autónomos. Curazao tiene su gobierno y envía un embajador a La Haya.
Puerto Rico no es independiente, pero Estados Unidos ha hecho enormes esfuerzos para
desarrollar la economía. Estamos forzados a constatar que dondequiera el colonialismo
retrocede, excepto en Martinica.”50
(mi énfasis y traducción)
A todo esto queda, como se ha visto en Puerto Rico y algunas colonias inglesas, el miedo
a la independencia política. Ejemplo palmario es el testimonio de su entrevista de 1993 con el
puertorriqueño Rodríguez Juliá:
“Solo la mención de una palabra - ¡independencia! – vuelve más sobrio y
terminante el discurso. Cuando le pregunto sobre la posibilidad de una independencia
impuesta, vuelve a repetirme que Martinica no tiene fundamento económico alguno.
Imposible competir con África y América Central en la venta del azúcar y del banano…
Además, los martiniqueños le tienen miedo a la independencia… Repite la palabra miedo
(peur) con una insistencia rayana en la angustia… Y le tienen miedo, añade, porque los
martiniqueños viven muy por encima de sus posibilidades económicas, de sus medios
reales.”51
(mi énfasis)
22
Esta extrema dependencia – donde una gran parte del presupuesto de la isla proviene de
transferencias enviadas desde Europa 52
- ha causado además patologías sociales, incluyendo un
constante descontento social que por tiempos estalla en motines callejeros en las ciudades
francoantillanas. También ha habido tendencia a un aumento en el movimiento independentista
en las islas, mientras que la autonomía propuesta por el PPM de Césaire parece hacerse más y más
inasible.
La impotencia confesada de transformar, de tener agencia, en el aspecto político contrasta
violentamente con el éxito rutilante de Césaire, el escritor. En resumen, ha dejado como obra –
además de una inmensa obra de oratoria, artículos de prensa, poemas y cartas sueltas, y mucho
más pendiente de catalogar - dos ensayos polémicos, un extenso ensayo histórico sobre el prócer
haitiano Toussaint-Louverture, cinco libros de poemas - el Cahier…, Les Armes miraculeuses,
Ferrements, Cadastre, y moi, laminaire[sic]), y cuatro obras dramáticas. Estas ameritan cierta
atención por la forma en que vehiculan sus preocupaciones. La primera que escribió, Et les
chiens se taisaient (“Y los perros se callaron”) es una crónica sobre la esclavitud martiniquesa y
la hizo en 1946, luego haría su gran trilogía histórica entre 1963 y 1970.
La primera – La tragédie du Roi Christophe – estudia el problema de la hubris del
triunfador y su posterior caída; la segunda – Une saison à Congo (“Una temporada en el Congo”)
deplora la ambición fratricida usando como ejemplo lo ocurrido a Patricio Lumumba. La tercera
iba a ser originalmente ambientada en el Sur de Estados Unidos con su racismo crudo y
elemental; pero Césaire optó por hacer una adaptación del clásico The Tempest (“La tempestad”)
del inglés William Shakespeare (1564-1616). En Une tempête (“Una tempestad”)53
el
dramaturgo le da una “vuelta de tuerca” al personaje del Calibán, representativo de la “barbarie”
y del nuevo mundo, primitivo y apenas “descubierto”, que había inspirado al bardo de Stratford.
23
Ahora el Calibán cesairiano además se actualiza como un luchador apasionado por la libertad y
un portavoz de la belleza cultural de sus pueblos.
Césaire, en esta reivindicación de la cultura como herramienta de liberación de los
trabajadores y los oprimidos, se acercó bastante al pensamiento del italiano Antonio Gramsci
(1891-1937)54
. Gramsci proponía que la lucha por el socialismo tenía que ser un movimiento de
pueblo, en el cual la sociedad civil (fue el primero en usar extensamente este vocablo) con sus
diversos sectores fuera el agente de una sociedad más justa. Es significativo que Gramsci ve en
la cultura un medio para lograr conciencia de opresión. Armados de ella, en la lucha los obreros
tienen que insertarla dentro de un frente amplio donde también puedan participar otros sectores
capaces de lograr esa conciencia, y donde el marxismo y sus intelectuales orgánicos tendrían una
función de educar a las masas sobre la causa real de sus problemas.
Gramsci estudió el papel de la cultura como medio para organizar a los trabajadores y
lograr su conciencia. Aunque nunca enfocó la cuestión colonial, en esto se aproximó al postulado
cesairiano del “previo cultural” y a el uso de la cultura como medio de acción que, como Césaire
postuló, servía para “apresurar la descolonización, la maduración de la toma de conciencia
popular… El hombre de cultura es aquel quien, por la creación, expresa y da forma”.55
Es irónico
que el martiniqués nunca mencionara al italiano nacido en la isla rural de Cerdeña, por lo que es
evidente que parece no haberlo leído directamente. Pero los temperamentos coincidieron y
ambos probaron la validez de la acción cultural como medio para galvanizar conciencias a favor
del cambio, no empece los intentos fútiles de Césaire en otros contextos de separar cultura y
política.
El gros échec (gran fracaso) de las políticas cesairianas – en el orden de su influencia en
las instituciones del poder - sin embargo queda más que compensado por la extraordinaria
24
trayectoria del creador y de quien efectivamente se puede pensar ha hecho visiones preclaras y
testimonios brillantes que apuntan a entender por la vía poética e imaginativa la realidad
antillana. Es indudable que en manos de otros con mayor compromiso de actuar sobre todos los
planos de la realidad – social, cultural, y sobre todo político – los aforismos luminosos del vate
de Basse-Pointe contribuirán sin duda a articular visiones y verbalizar praxis necesarias para
encaminar a nuestras islas a ser grandes triunfos humanos e históricos.
La inteligente biografía de Toumson y Henry-Valmore, última hecha en vida de Césaire –
y todavía se aguarda la póstuma que resuma ese casi siglo de brillantez contradictoria – lleva la
apostilla Le nègre inconsolé, “el negro sin consuelo”56
. Ciertamente, el martiniqués fue un
pensador intenso que como pocos pudo ver la realidad descarnada del colonialismo y el
sufrimiento histórico que ha generado. Y tuvo en sí una contradicción dolorosa: su mirada
amplia no se tradujo en un brazo enérgico que motorizara la transformación. Si bien esta omisión
es ampliamente criticable muchos plantean que los ataques hechos, por ejemplo, por Raphaël
Confiant, de quien se dice que ha denostado a Césaire al nivel de un “títere” y “negro de
opereta”, son injustificables57
. Muchas gestiones del político redundaron en efectos inesperados:
por ejemplo, ver que el partido de la “negritud” tenga en relevo a líderes de origen indostánico
como el urbanista Serge Letchimy – quien detenta los antiguos puestos del “viejo” - y el anciano
Pierre Aliker, socio inseparable de Césaire; que el PPM hoy día no haya articulado una política
económica que aumente la autosuficiencia y el trabajo entre los martiniqueses (y algo igual pasa
en Guadalupe); que el propio Césaire haya sido hipócritamente idolatrado por muchos tras su
muerte y por ende devaluada su real importancia, reduciéndolo a un icono vistoso.
El párrafo final de un ensayo sobre Césaire escrito por el profesor universitario de
historia radicado en Haití, Dr. Rafael Lucas, no tiene desperdicio sobre como muchos aquilatan
25
su obra, así que tomo la libertad de citarlo casi íntegro:
Como poeta, dramaturgo, hombre político, historiador (Toussaint Louverture, la
Revolución Francesa y el problema colonial, 1962), libelista anticolonial y artesano de la
Negritud, Césaire tiene muchas citas con la posteridad. Entre los rasgos característicos
del personaje nos quedaremos seguramente con su espíritu de rebeldía, la potencia del
estilo, la fidelidad a su empeño político, la aguda conciencia histórica y una sensibilidad
herida por numerosas decepciones de todo tipo. El Césaire rebelde que rompe
estrepitosamente con el Partido Comunista… es el mismo que se niega a recibir al
ministro de Interior [hoy presidente de Francia] Nicolas Sarkozy los 8 y 9 de diciembre
de 2005, a causa del artículo 4 de la ley del 23 de febrero de 2005 sobre “el papel
positivo de la colonización”. ¿Es verdaderamente tan sorprendente por parte del autor
del incendiario Discurso sobre el colonialismo? En cuanto al vigor resplandeciente del
estilo, corresponde sin duda al temperamento de matasietes del escritor, a la amplitud de
su conciencia de los daños de la Historia en el mundo negro, de una experiencia de
combates incesantes, pero también de una tradición caribeña de puesta en escena
movediza de la ficción, tal y como la encontramos en las obras de Alejo Carpentier,
Daniel Maximin, Jacques-Stéphen Alexis y Frankétienne, sin olvidar las afinidades del
poeta martiniqués con “ladrones de fuego” como Rimbaud o Lautréamont en la poesía
francesa. No se trata de canonizar al gran hombre, porque sin duda ciertos aspectos de
la Negritud quedan por revisar, después de constatar las numerosas dictaduras envueltas
dentro de una “conciencia negra”… Pero a cada época sus combates y sus
combatientes.58
La aproximación del centenario de su nacimiento y la profunda e insistente crisis del
Archipiélago hacen urgente una evaluación sobre esta figura del pensamiento antillano. Cabe
atesorar lo dicho y articulado en su palabra sin dejarse frustrar por sus limitados campos de
acción y ambiguos logros políticos. Si calibramos la vida de Césaire con los atributos del “valor
y sacrificio” que el puertorriqueño Pedro Albizu Campos articulara en su famoso aforismo sobre
la patria, al martiniqués le sobró valor en su verbo magnífico – y lo seguirá derramando por el
26
resto de los tiempos mientras su obra se siga leyendo con fruición - pero el sacrificio, aunque en
algo presente, no fue suficiente como para lograr alguna transformación positiva duradera en su
pueblo. Creo que cuando la palabra del maestro Césaire se haga gesto concreto y deseche sus
últimos temores, se logrará un mundo distinto y mejor.
1 Césaire estudió en el liceo (escuela secundaria) “Víctor Schoelcher” de Fort de France – para lo cual su padre
consiguió casa allá y viajaba semanalmente de su trabajo en Basse-Pointe en el nordeste de la isla, a sobre 30 km. de
distancia - y luego en 1931 se trasladó a París, estudiando en el renombrado liceo “Luis el Grande”. Entre 1933 y
1935 hizo los dos primeros años de universidad en filosofía y letras (popularmente llamados hypokhâgne y khâgne)
con distinción y fue admitido en la prestigiosa Escuela Normal Superior de Paris a partir de 1935. Toumson, Roger,
y Simonne Henry-Valmore. Aimé Césaire: le nègre inconsolé [biografía de A.C.]. La Roque-d'Anthéron (Bouches-
du-Rhône, Francia): Vents d‟ailleurs, 2002 [en adelante Le nègre inconsolé], p. 39-43, 80-82.
2 El comentario fue del crítico irlandés David Norris. Citado en McCrum, Robert et al., The story of English, Nueva
York, Viking, 1986, p. 187-188.
3 Hay dudas sobre el titulo ya que según recopilado por Toumson y Henry-Valmore, por presiones emocionales y el
nacimiento de un hijo, Césaire no pudo completar la "agrégation" antes de su regreso a Martinica. Le nègre
inconsolé, p. 82-83. La "agrégation" es un examen competitivo nacional, una especie de reválida para la selección de
profesores de liceo (escuela secundaria) y algunos puestos universitarios. Sin embargo un no-agrégé puede enseñar
en liceo si no hay candidatos agrégés. Una consulta sobre los "agrégés en lettres" expedidos, muestra la ausencia de
Césaire y de su esposa Suzanne en los títulos. Ver la lista compilada por André Chervel en
http://www.inrp.fr/she/chervel_laureats1.htm, accesado 12 de mayo 2010.
4 Césaire. Aimé. Cahier d’un retour au pays natal. Paris: Présence Africaine, 1983 (edición consultada - en adelante
Cahier).
5 Césaire, Aimé: Retorno al país natal. Traducción de Lydia Cabrera. Ilustraciones de Wifredo Lam. La Habana,
Molina y Compañía, 1943.
6 Césaire. Aimé. Cahier d’un retour au pays natal. Paris, Bordas & Cie., 1947. Tiene una ilustración de Lam.
7 Cahier, 53.
8 Le nègre inconsolé, pp. 90-97.
9 Le nègre inconsolé, pp. 95-96.
10
Discurso hecho en la Asamblea Nacional de Francia el 20 de diciembre de 1945. Obtenido de
http://www.assemblee-nationale.fr/histoire/aime-cesaire/index.asp, accesado el 11de abril de 2010.
11
Un ejemplo fue el intercambio tenido en la Asamblea Nacional el 11 de julio de 1949 con el ministro del interior
Jules Moch y otro fue la "profesión de fe" hecha por el junto con Léopold Bissol y Georges Gratiant a los electores
martiniqueses para las elecciones de 1951, donde relatan sus frustraciones con los diputados continentales.
(Obtenido del mismo lugar que el documento de la nota anterior y en la misma fecha.) Ver también Le nègre
inconsolé, pp. 100-108 y 132-136.
12
Césaire, Aimé. Discours sur le colonialisme, suivi de Discours sur la négritude. Paris, Présence Africaine, 1955 /
reimpreso 2004. Edición consultada es la reimpresión de 2004. En adelante DC/DN.
27
13
DC/DN 8.
14
DC/DN 16.
15
DC/DN 26.
16
DC/DN 35.
17
Martí, José. Política de nuestra América (antología editada por Roberto Fernández Retamar). México, Siglo XXI,
1974.
18
DC/DN 38. Nota: en francés la palabra cuisse significa "muslo" pero la expresión castellana "por el ombligo" capta
mejor el significado de la frase.
19
La obra con el título francés Dieu d’eau: entretiens avec Ogotemmêli salió en 1948 y existen traducciones al
castellano y al inglés. Se ha tenido acceso a la versión inglesa: Griaule, Marcel. Conversations with Ogotemmêli,
Nueva York/Londres, Oxford University Press, 1968.
20
Una excelente discusión – desde un punto de vista marxista – de los problemas del estructuralismo y
postestructuralismo y su incompatibilidad con el pensamiento dialéctico marxista es el libro de Alex Callinicos,
Against Postmodernism, Nueva York: St. Martin‟s Press, 1994.
21
La philosophie bantoue, Elisabethville [hoy Lubumbashi], Congo. Sin embargo el libro fue originalmente escrito en
neerlandés (holandés), idioma natal de Tempels, bajo el título Bantoe-Filosofie.
22
DC/DN 46.
23
DC/DN 43.
24
DC/DN 48-51.
25
DC/DN 52-54.
26
DC/DN 55. Césaire dice que si a Vautrin – el villano balzaciano – “[se le hace] acompañar, sobre la acera
parisiense, de una escolta de vampiros uruguayos y hormigas tambochas, ahí tenéis a Maldoror” (Ibid., 56). Lo de
uruguayos es una alusión a que Ducasse nació en Montevideo, hijo de un diplomático francés, y luego se trasladó a
Paris a estudiar. La palabra “Maldoror” es apócope, y en francés homófono, de mal d’aurore.
27
El directorio de Desfossés listaba las principales empresas industriales, comerciales y bancarias de Francia y daba
información sobre sus directivos, consejos de administración y volumen de negocios. Se circulaba entre industriales,
banqueros, comerciantes y oficinas de gobierno.
28
DC/DN 68.
29
DC/DN 72. En junio de 1950 se flotó en la Asamblea Nacional de París la idea de entregar las Antillas coloniales
europeas (francesas, inglesas, neerlandesas) a una federación que estaría bajo la tutela de EE.UU., a lo que Césaire
se opone vehementemente. Teme que las peores prácticas racistas se impongan en el Archipiélago. Además explica
que ante el americanismo (sic) creciente que se propagandiza en Martinica y otros lugares, prefiere inmensamente la
permanencia de lo mejor de la cultura francesa, eso es, sus letras, sus artes, etc. (Le nègre inconsolé, 155-156)
30
DC/DN 74.
31
La primera iteración de este concepto por Césaire ocurre el 7 de julio de 1949 cuando dice en la Asamblea Nacional
que si las medidas autoritarias del estado francés no varían “habrá aun un lugar para un imperio francés mantenido
por la fuerza, pero no habrá más Unión francesa fundada sobre el consentimiento de los pueblos.” El PCF propalaba
28
una idea generalizada de federalismo francés pero participaba de las gestiones del estado centralizado sin promover
cambios constitucionales. Sin embargo la idea del federalismo con todo su vigor solo se articularía a fines de los
1950 y será bandera de lucha del futuro partido de Césaire. (Le nègre inconsolé, pp. 140, 204).
32
La edición consultada de la carta fue tomada de los archivos del diario comunista francés L’Humanité
(http://www.humanite.fr/La-lettre-de-Aime-Cesaire-a-Maurice-Thorez accesado el 11 de abril de 2010).
33
Díaz Quiñones, Arcadio: Conversación con José Luis González. San Juan: Ediciones Huracán, 1976.
34
Para ver la génesis del partido como defensora de una alternativa autonomista-federalista se puede consultar el
artículo de Césaire “Pour la transformation de la Martinique en région dans le cadre d‟une union française fédérée”,
Le Progressiste [semanario del PPM editado en Fort de France], núm. 2039, 16 de abril de 2008, pp. 6-7, y
“Recherches maladroites d‟une synthèse. La vraie synthèse : l‟idée fédérale”, Le Progressiste, núm. 2040, 23 de
abril de 2008, pp. 6-7. Curiosamente la segunda parte, pero no la primera, salió como tributo póstumo al líder.
También se comenta sobre la génesis del PPM en Le nègre inconsolé, pp. 204-205.
35
La palabra sale por primera vez en Cahier, 46-47. La estrofa dice:
Ma négritude n’est pas une pierre, sa surdité ruée contre la clameur du jour
Ma négritude n’est pas un taie d’eau morte sur l’œil mort de la terre
Ma négritude n’est ni une tour ni une cathédrale
(Mi negritud no es piedra, su sordera pateada contra el clamor del día
Mi negritud no es una nube de agua muerta sobre el ojo muerto de la tierra
Mi negritud no es torre ni catedral)
36
Léopold-Sedar Senghor (Senegal, 1906-2001) fue un conocido escritor y primer presidente de su país. Su familia
provenía en parte de la zona meridional de la Casamance, zona de gran mestizaje e intercambio entre etnias y
fronteriza con la Gambia anglificada y la Guinea Portuguesa: de hecho “Senghor” es una corrupción de la palabra
lusitana senhor. Léon-Gontran Damas (Guayana, 1912-1978) fue educador, escritor y poeta, y el escritor Alioune
Diop (Senegal 1910-1980) se unió al grupo de la negritud a fines de los 30. Diop fue cofundador y primer editor de
la revista Présence Africaine en 1947 que luego también se convertiría en importante casa editorial.
37
Kesteloot, Lilyan, y Bernard Kotchy. “Entretien avec Aimé Césaire.” Paris, 8 Décembre 1971. Aimé Césaire.
L’homme et l’oeuvre. Précédé d‟un texte de Michel Leiris. Paris: Présence Africaine, 1973, p. 235. Citado en:
Cailler, Bernadette: “Aimé Césaire: A Warrior in Search of Beauty”. Research in African Literatures 41:1,
primavera de 2010, p. 16. Cailler también reseña en su artículo planteamientos críticos sobre la negritud hechos por
el argelino Boukhalfa Amazit - quien ve una dimensión “contestataria” en la palabra - pero desacuerda de ellos
planteando que “Césaire‟s Negritude is forever „captive‟ of the creative poetic process” (Ibid.).
38
El clásico palesiano Tuntún de pasa y grifería (San Juan, 1937) se divide en tres partes llamadas tronco, rama y
flor. La parte del tronco alude al África atávica, de tradiciones intemporales y naturaleza agreste; la rama poetiza el
contacto entre europeo y negro, amo y esclavo y el proceso histórico del trasplante africano a América; y la flor es el
resumen que alaba a la sociedad mulata producto de estos intercambios.
39
Le nègre inconsolé, pp. 272-273. Los autores usan como comparables los poemas “Nouvelle bonté” de moi,
laminaire… y del chileno Neruda “La bondad”, este de su poemario Para nacer he nacido.
40
DC/DN 80.
41
DC/DN 87-88.
42
DC/DN 88-89.
29
43
DC/DN 90.
44
Ibid.
45
DC/DN 91.
46
DC/DN 92.
47
Rodríguez Juliá, Edgardo. “La libertad imperfecta: entrevista con Aimé Césaire”. En: Caribeños. San Juan, Instituto
de Cultura Puertorriqueña, 2002, p. 288.
48
Discurso ante el Parlamento francés del 17 de diciembre de 1982, compilado en Hommage à Aimé Césaire,
compilado y editado por Bernard Accoyer, compendio de lecturas en formato PDF obtenido de la misma fuente que
la de la nota 10.
49
Rodríguez Juliá, op.cit. p. 289.
50
Citado en Le nègre inconsolé, p. 210.
51
Rodríguez Juliá, op.cit., p. 287.
52
Las transferencias del fondos públicos desde Francia fueron 8,309 millones de francos (actual unos 1,650 millones
de euros) para 1998. En ese año las exportaciones de Martinica fueron apenas de 1,700 millones de francos (340
millones de euros). Butel , Paul. Histoire des Antilles françaises, XVIIe – XXe siècle. París : Éditions Perrin, 2002, p.
363.
53
Césaire, Aimé. Une tempête. Paris, Editions du Seuil, 1969.
54
Un buen resumen de los escritos y pensamientos gramscianos puede hallarse en Antonio Gramsci, Antología.
Selección, prologo y notas de Manuel Sacristán. Mexico, Siglo XXI, 1980.
55
Césaire, “L‟homme de culture et ses responsabilités”, charla dada en Roma en marzo de 1959. Citado en Le nègre
inconsolé, p. 197.
56
Para la ficha bibliográfica de este libro ver la nota 1.
57
Rafael Lucas, profesor universitario de humanidades radicado en Haití, escribió un ensayo breve, en castellano,
posteado en el website Afiavi, en el cual postula que la biografía crítica de Confiant (Aimé Césaire, une traversée
paradoxale à travers le siécle. París, Stock, 1993 – no pudo ser leida para esta reseña) es injusta y obedece más a un
intento de su autor a restarle grandeza a una figura que le eclipsa. Lucas elogia sin embargo la de Toumson y Henry-
Valmore que fue consultada para este trabajo. “Césaire: ¿amado por todos?”
(http://afiavi.free.fr/e_magazine/spip.php?article876, posteado el 5 de noviembre de 2009, accesado el 12 de abril de
2010).
58
Lucas, Rafael, op.cit.
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