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    15Rev. int. estud. vascos. Cuad., 9, 2012, 15-21

    Prlogo: Un aniversario y un homenaje

    La abominable secta de los brujos es muy antigua y usada en muchas partes y con msfrecuencia en las que estn tocadas de la hereja. Y ha ciento catorce aos que se co-menz a descubrir en los Montes Pirineos, que caen en el reino de Navarra [] y ahora,en el ao pasado de 1608, el Santo Oficio del dicho reino de Navarra y distrito de Logrooha descubierto cmo en el lugar de Zugarramurdi, y en otros muchos de aquellas mon-

    taas, hay diversos aquelarres de brujos.

    Archivo Histrico Nacional, Lib. 835, f340r-v, 345r-350v. Informe de las personas quesaldrn al auto en 7 de noviembre 1610. Henningsen, Gustav,The Salazar Documents.Inquisitor Alonso de Salazar Fras and Others on the Basque Witch Persecution. Leiden,Brill, 2004; p. 105.

    Seor Ilustrsimo, tengo para m por cierto, con todas las dems razones que hay y sehan verificado, que en este negocio no hay tanto dao verdadero como se encarece; quelo que ms de l, aunque haya algo, es ficcin e ilusin mucho de ello, y levantamientonacido de muchachos y de gente ignorante.

    Carta del obispo de Pamplona al Inquisidor General (Pamplona, 4 de marzo, 1611), Hen-ningsen, Gustav, The Salazar Documents. Inquisitor Alonso de Salazar Fras and Others onthe Basque Witch Persecution. Leiden, Brill, 2004; p. 193.

    En noviembre de 2010, por iniciativa del Ayuntamiento de Zugarramurdi yde Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, se organizaron unas JornadasInternacionales que tuvieron como uno de sus objetivos el recuerdo del macro-proceso que el tribunal de la Inquisicin inici en 1608. ste tuvo uno de sus pun-tos culminantes en la ejecucin en la hoguera de varios hombres y mujeres de Zu-garramurdi y Urdax acusados de brujera en el auto de fe de Logroo del 7 de

    noviembre de 1610. Este hecho dio lugar a todo un fenmeno de pnico colec-tivo en la Montaa navarra y en diferentes localidades guipuzcoanas, que se pro-longara hasta 1614.

    Pero no debemos olvidar, el segundo gran objetivo de las jornadas, cuatro-cientos aos despus del auto de fe: un merecido homenaje a uno de los princi-pales impulsores de los estudios sobre Zugarramurdi, como es el Dr. Gustav Hen-ningsen, no solo como autor de su siempre actual El abogado de las brujas, sinotambin por su amplia e innovadora labor investigadora sobre la caza de brujas enEspaa y en Europa y sobre la historia de la Inquisicin espaola en su conjunto.Su obra, repasada y valorada de forma exhaustiva y precisa en este volumen porRoldn Jimeno, es todo un ejemplo de perseverancia y coherencia, de precisin

    y exactitud, de sana bsqueda de la verdad.

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    Como toda actividad cientfica, la reunin quiso ir ms all del aniversario,para convertirse en un ejercicio de historia comparada. A partir del marco geogrficodel Pas Vasco y de Navarra y de los hechos de Zugarramurdi, se pretendi ofre-

    cer un anlisis del fenmeno de la caza de brujas en ambas vertientes del Pirineo,que no solo sirviera para la descripcin de los acontecimientos o de las consabi-das referencias a los aquelarres y conventculos de brujas que alimentaron la ima-ginacin de los hombres y mujeres de sus poblaciones. Se quiso, de esta forma,conocer a fondo a quienes fueron acusados de brujera, las actitudes de los veci-nos, de las comunidades, las formas de represin de las diferentes jurisdicciones,civil y eclesistica, muchas veces enfrentadas entre s, las posiciones escpticasde unos y la credulidad de otros, la evolucin de los comportamientos, las cau-sas que llevaron a que se multiplicasen los supuestos fenmenos de brujera, deposesin demonaca, a lo largo y ancho de los valles pirenaicos.

    Akelarre, la caza de brujas en el Pirineo, se convierte as en una obra co-lectiva cuyos captulos afrontan los interrogantes e hiptesis planteados a lo largode las sesiones. En ella podr encontrarse, por ejemplo, una geografa de la cazade brujas en los siglos XIII-XVIII, en el Pas Vasco, Navarra y Catalua (Reguera, Se-gura, Usunriz, Alcoberro). Por otra parte, la brujomana estuvo sujeta a una evo-lucin formal y conceptual. Si a finales del siglo XIII comenz la persecucin de lasprcticas de curanderismo, en el primer cuarto del siglo XIV comenzaron en Eu-ropa las primeras manifestaciones de pnico colectivo, contra leprosos, judos y,tambin, contra las hechiceras. Esto derivara, aos ms tarde, en una interpre-tacin del fenmeno hasta convertirlo en una prctica hertica que desemboca-ra, sobre todo en el siglo XV, en los primeros episodios de caza de brujas (Segura).

    Usunriz, Jess M: Un aniversario y un homenaje

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    Pamplona-Iruea. Museo de Navarra (04.11.2010). Inauguracin de las jornadas. Jess MUsunriz, Comit Cientfico. Teresa del Valle, Eusko Ikaskuntza. Juan R. Corpas, Gobierno deNavarra. Jess Aguerre, alcalde de Zugarramurdi (Foto: Archivo Eusko Ikaskuntza)

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    Ser en las siguientes centurias cuando se repetirn peridicamente: como las di-versas oleadas en Guipzcoa, Vizcaya y lava (Reguera), las campaas persecu-torias en la Navarra medieval y moderna (Segura, Usunriz), las cuatro epidemiasde posesin demonaca en el Pirineo aragons entre los siglos XV y XVII (Gari), o

    los dos grandes perodos de caza de brujas en Catalua, (Moreno, Alcoberro).El lector podr acercarse a los procesos incoados contra los supuestos bru-

    jos y brujas, los procedimientos tormentos incluidos y las sentencias, desde laabsolucin al fuego de la ignominiosa hoguera. As se apreciar cmo actuaron lasdiferentes jurisdicciones: la infrajusticia comunitaria (Reguera, Usunriz, Desplat)la justicia local, las autoridades seoriales o los tribunales reales, mucho ms du-ros en su persecucin que en el caso de los tribunales eclesisticos, incluidos losinquisitoriales (Alcoberro, Moreno, Reguera, Segura, Usunriz). Adems, sus p-ginas se ocupan de los enfrentamientos de fondo de estos tribunales entre s, nosolo por cuestiones jurisdiccionales, como bien se observan, por ejemplo, en Na-

    varra o Catalua (Usunriz, Alcoberro, Moreno), sino tambin en lo que se refierea la hora de entender y atajar lo que unos consideraban una epidemia hertica quesocavaba la unidad religiosa, y lo que otros perciban como una construccin ima-ginaria, que se alimentaba de rumores falsos y de creencias difundidas por de-terminados sectores cultos y digeridas rpidamente por una cultura popular ansiosade respuestas ante interrogantes al mismo tiempo cotidianos y eternos. Salazar,el gran protagonista de la obra de Henningsen, no fue, de esta forma, el nico delos abogados de las brujas que lanz una mirada de racional escepticismo antetan variados y tan similares episodios de brujomana. Doris Moreno aporta en sutexto el papel jugado por Francisco de Vaca en la primera gran oleada de perse-cucin de brujas en la comarca de Tarragona en 1548, mientras que Agust Alco-berro se centra en la figura del jesuita Pere Gil, que intent poner freno a la ma-tanza de brujas entre 1614 y 1622 en Catalua. No obstante, y como contrapuntoa la figura de Salazar, al otro lado del Pirineo, destac la figura de Pierre de Lan-cre juez y perseguidor de la epidemia de brujera en las tierras de Bayona y Bia-rritz en 1609, y autor de dos obras Tableau de linconstance des mauvais angeset dmons (1612) y Lincrdulit et mescrance du sortilge (1622), que servirande fuente e inspiracin, siglos despus, al historiador Jules Michelet en su libro La

    sorcire (1862). La obra de Lancre, resultado de su experiencia como persegui-dor de causas de brujera, a diferencia de Salazar, representa la creencia en la exis-tencia real de las brujas y un intento, poltico, de demostrar la superioridad del sis-

    tema y procedimiento judicial francs frente al espaol y la necesidad de fortalecerla autoridad del Estado (Duch-Gavet).

    Conocemos, adems, el nombre de muchos de sus protagonistas y de suscaractersticas. No obstante fue habitual la asociacin entre mundo femenino y bru-

    jera, y, de hecho, las mujeres representaron un porcentaje nada desdeable delos acusados en los procesos (Segura, Reguera, Usunriz, Gari). La citada obra deLancre, transpira, ms que misoginia, miedo hacia Eva, y especialmente a las cir-cunstancias que rodeaban a la fmina del Labourd: mujeres gran parte del ao so-las por ausencia laboral de sus maridos, de gran atractivo sexual, conocedoras deritos malficos y benficos, que tenan un papel activo en la vida religiosa de la

    comunidad, para escndalo del letrado que vea en ello la huella de la persuasin

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    diablica (Duch-Gavet). Es el estereotipo que tambin desentraa el trabajo deAmaia Nausia: una mayora de los casos fue, en efecto, protagonizado por muje-res que respondan, adems, a unas determinadas caractersticas: vivan solas o

    eran viudas, no subordinadas a los varones, que, en alguna medida, escapabana su control y se convertan en un peligro. Podan ser viejas, que perdida su ferti-lidad y su funcin social buscaban otras alternativas para la supervivencia comoparteras, sanadoras, identificados muchas veces como oficios de hechiceras; po-dan ser viudas que engaaban y persuadan a jvenes solteros con lascivas in-tenciones y demonacos manejos. Y as lo constata la autora con algunos ejem-plos novedosos y reveladores.

    Ahora bien, es un fenmeno, el de las brujas, atribuible a comarcas ru-rales cerradas y aisladas? As podra corroborarlo la causa de Zugarramurdi e in-cluso la geografa de la caza en el Pas Vasco y Navarra (Reguera, Usunriz), o

    en los casos de posesin demonaca de Aragn (Gari), pero no en Catalua: comodemuestra Agust Alcoberro, tanto en la oleada de 1548 como en la de 1614-1622, las causas se sitan en mbitos donde se estaba produciendo un impor-tante crecimiento econmico, relacionado con la formacin de redes urbanas. Nodebemos olvidarnos, de nuevo, de que tales creencias no solo afectaron a unamasa popular ignorante, sino a distinguidos humanistas del XVI o a literatos del

    XIX (Desplat).Estas creencias quedaban indefectiblemente asociadas a la celebracin del

    sabbat. No son pocas las descripciones que sobre aquellos conventculos hicie-ron los testigos y acusados de los procesos, o los manuales y textos jurdicos quelos recogen con fruicin. Todos mantienen un patrn de elementos comunes y ca-

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    Zugarramurdi (06.11.2010). Homenaje de la villa de Zugarramurdi al Dr. Gustav Henningsen.(Foto: Archivo Eusko Ikaskuntza)

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    ractersticos: los ritos de iniciacin, la ceremonia del reniego, la participacin denios y jvenes, los vuelos gracias a ungentos mgicos, las misas negras, la danza,la presencia del macho cabro, las orgas, los infanticidios (Tausiet, Reguera, Usu-nriz). Pero es el trabajo de Mara Tausiet el que desentraa con perspicacia y agu-

    deza el significado del ritual brujesco delsabbat, especialmente en lo que se re-fiere al sacramento de la Eucarista: un ejemplo de inversin que resaltaba, comointentaron desvelar algunos telogos crdulos de la existencia de una secta sat-nica, la posicin radical entre el cristianismo y sus enemigos, el modo de demostrarque el Mal, el Demonio, era algo real que amenazaba las vidas de todos los se-res humanos, siendo las brujas, sus aquelarres y sus ritos, su constatacin ms

    vvida, ms cercana.Este debate sobre las actitudes de las elites cultivadas hacia fenmeno tam-

    bin se advierte al analizar el mismo origen la palabra en encabeza el ttulo de estevolumen:Akelarre. Si hasta hace algunos aos la palabra aquelarre, se conside-raba procedente del vascuence que tena un significado similar al del sabbat, yse extendi al castellano y a otras lenguas, los trabajos de Azurmendi y de Hen-ningsen han demostrado el error. Ambos, en sus trabajos, mantienen que la pa-labra nunca existi como tal en vascuence, sino que fue una construccin eruditade jueces e inquisidores. Sin embargo, ambos dividen sus opiniones cuando in-tentan ir ms all de la palabra. Mientras que para Henningsen, la creencia po-pular en las brujas, en sus acciones y en sus conventculos, es algo demostrablepor la existencia de casos al menos desde comienzos del siglo XVI; para Azurmendi,esa creencia no fue popular, sino una construccin elaborada por una elites que

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    Zugarramurdi (06.11.2010). Acto pblico de homenaje al Dr. Gustav Henningsen. (Foto: Archivo

    Eusko Ikaskuntza)

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    puede resultar atractivo un anlisis sociolgico y psicolgico del rumor en las co-munidades. Pero tambin sera imprescindible estudios socioeconmicos, de susprotagonistas, o las implicaciones de estos en determinados conflictos polticos decarcter local. Preocupados por el ms espectacular mundo colectivo de las bru-

    jas, la realidad de las hechiceras y de los saludadores debera ser objeto de unamayor atencin, como as lo advierte y apunta Reguera o Gari Lacruz, en la estelamarcada por D. Julio Caro Baroja. Tambin debera trabajarse ms a fondo en laevolucin de las creencias a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Por otra parte,fue la persecucin promocionada solo desde arriba, desde las instituciones? Culfue el papel que las comunidades tuvieron en la persecucin de sus convecinos,

    y cmo influyeron estas para lograr la intervencin de las autoridades?No quisiera dejar de expresar nuestro ms sincero agradecimiento a todas las

    personas e instituciones que han hecho posible que este evento internacional tuvieralugar. El ayuntamiento de Zugarramurdi, el Museo de las Brujas y los vecinos de lalocalidad se volcaron en la organizacin de los actos, especialmente entraables losque se desarrollaron en el pueblo, y que quedarn en el recuerdo para muchos denosotros. A Eusko Ikaskuntza, y especialmente a Eva Elorza, debemos la buena mar-cha de las jornadas tanto en Pamplona como en Zugarramurdi, as como el impulso

    y las gestiones para su publicacin. El Gobierno de Navarra, y en especial la Con-sejera de Cultura, contribuy generosamente en la configuracin de las jornadas. Losponentes hicieron que la reunin tuviera un magnfico nivel cientfico, al mismo tiempoque contribuyeron a que hubiera un ambiente de cordialidad y cercana. Al Consejode Redaccin de la Revista Internacional de Estudios Vascos, debemos el agradeci-miento de asumir la publicacin y difusin de los resultados. Por ltimo, no quisieradejar de mencionar, una vez ms, a Gustav Henningsen y a Marisa Rey, con quie-

    nes tuvimos el honor y la fortuna de compartir aquellos das.Finalmente debo hacer hincapi en estas pginas en la olvidada labor

    ejemplificadora de la Historia. Sera un error, por nuestra parte, considerar que loshechos de Zugarramurdi son solo pasado, que nada nos ensean, que son soloobjeto de atencin curiosa, cuando no morbosa, de un pblico vido de noticiassobre lo mgico, lo oculto o lo maravilloso. Como bien sealaba Henningsen enel eplogo de su obra, Zugarramurdi nos da una leccin, nos sirve como advertencia,para el presente y para el futuro, para hacer frente a las cazas de brujas que serepiten triste y peridicamente en nuestra historia:

    Lo especfico del estereotipo brujeril es que el grupo, como tal, es ficticio. Nadie perte-

    nece realmente a l; pero aquellos individuos disidentes que existen en todas las socie-dades sern los primeros en atraer las sospechas de sus convecinos [] La persecucinde brujos europea es ya historia; sin embargo, en principio, sigue repitindose bajo apa-riencias nuevas y adaptadas a las circunstancias. El mundo siempre tendr necesidad dealguien que se atreva a desenmascarar al verdugo: de hombres tan enteros como Sala-zar. Henningsen, Gustav, El abogado de las brujas. Brujera vasca e Inquisicin espaola,Madrid, Alianza Editorial, 1983, p.349.

    Jess M UsunrizDepartamento de Historia-GRISO

    Universidad de Navarra

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