Alcanyís 2013
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Nº 5. Febrero 2013
Monográfico Lluis Alcanyís
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CLAVE LITERARIA
Revista digital de la Asociación de Escritores y Crí�cos literarios C.L.A.V.E.
Directora: Maruxa Duart
Consejo editorial:
José Vicente Peiró
Juan Luis Bedins
Consejo de redacción:
Elena Torres
Mila Villanueva
Maquetación:
Mª José Pastor
José Morán
Responsable de edición:
María Alcantud
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EDITORIALEDITORIAL
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LA CLAVE DEL FUTURO
El tejido asocia�vo valenciano, en lo que se refiere al entramado literario y cul-
tural de base, goza de una excelente salud. Así, podemos ver cómo se organizan
ac�vidades por parte de diferentes asociaciones literarias y de nuevos colec�-
vos que van naciendo tanto en la propia capital de Valencia como en los pue-
blos circundantes; y también podemos observar cómo desde algunos de los ba-
rrios más emblemá�cos de nuestra ciudad, como Benimaclet o Russafa entre
otros, se ofrecen una variedad de actos literarios, presentaciones de libros, en-
cuentros y mesas redondas, lecturas y talleres, tanto de poesía como de micro-
rrelatos, etc; así como exposiciones de pinturas o esculturas, o actuaciones mu-
sicales en directo que amenizan las veladas culturales y dan a conocer a los pro-
pios autores, que buscan en defini�va darse a conocer y compar�r su propia
obra con el público.
En todo este contexto cultural valenciano camina nuestra Asociación Valencia-
na de Escritores y Crí�cos Literarios (CLAVE), si no la en�dad decana, sí al me-
nos una de las más veteranas y con mayor pres�gio, cuyo presidente de honor
fue José Albi, excelente poeta ya fallecido. Desde el pasado 2 de febrero de este
año he tenido tengo el honor de que la asamblea de la asociación me eligiera
como presidente de la misma, y así tomé el relevo que me cedió Gloria de Fru-
tos, quien realizó un enorme y brillante trabajo al frente de ella y me dejó un
camino allanado y bien delimitado. Mi labor ahora consiste en hacer fruc�ficar
ese tes�go que recogí y esas semillas que se plantaron con mucho esfuerzo y
cariño. Para ello cuento con una Junta Direc�va de lujo para el periodo 2012-
2016, que nombro a con�nuación: Elena Torres, vicepresidenta 1ª; José Vicente
Peiró, vicepresidente 2º y presidente de los Premios de la Crí�ca Literaria Va-
lenciana; José Morán, secretario; Mª José Pastor, tesorera; Francisco Ponce,
vocal; Amparo Huesa, vocal; Enrique Tomás, vocal; Maruxa Duart, vocal y direc-
tora de la revista CLAVE LITERARIA; Mila Villanueva, vocal y secretaria de los
Premios de la Crí�ca Literaria Valenciana; Rosa María Vilarroig, vocal delegada
de Castellón; y Carlos Ferrer, vocal delegado de Alicante. A todo este equipo
debo añadir a Ricardo Bellveser, como presidente de honor de los Premios de la
Crí�ca Literaria Valenciana; a María Alcantud, que colabora ac�vamente en la
coordinación y desarrollo de esta revista de CLAVE; y a Amparo Andrés, que a
par�r de enero de 2013 colaborará con nuestra asociación encargándose de la
página web.
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Estamos, pues, en ello. Los pasados Premios de la Crí�ca, que tuvieron lugar en
Torrent, cons�tuyeron todo un éxito. Y pretendemos seguir en esa línea, incluso
mejorándolos año tras año; estos premios son nuestra mejor tarjeta de
presentación. Por otra parte, se están difundiendo las ac�vidades de nuestros
socios y socias y dándose a conocer incluso a otros grupos y colec�vos ajenos a
CLAVE, en nuestro afán de promocionar y potenciar a nuestros escritores y sus
obras. Hemos par�cipado en la Feria del Libro de Valencia con una importante
mesa redonda sobre el fututo del libro, y deseamos con�nuar haciéndolo.
Estamos cooperando con otras asociaciones valencianas, porque entendemos que
éstas deben ser en�dades abiertas donde la interrelación enriquece a las
personas y al propio quehacer literario. En este sen�do ya hemos realizado
ac�vidades conjuntas con la Asociación Literaria El Sueño del Búho, Concilyarte,
Museo L’Íber de los Soldaditos de Plomo, Amigos de la Poesía de Castellón, … Y
seguiremos en el fututo con este �po de actos conjuntos entre asociaciones que
consideramos hermanas, nunca rivales; la unidad nos ha de dar la fuerza del
porvenir; y esa es LA CLAVE DEL FUTURO: nuestra asociación debe ser por su peso
específico la aglu�nadora de los principales movimientos literarios de la
Comunidad Valenciana; y no sería nada descabellado considerar la idea, ya
comentada en anteriores ocasiones pero en la que debemos seguir
profundizando, de una federación de asociaciones literarias valencianas. Esa
unión �ene que ser la CLAVE de nuestro futuro.
Al iniciar un nuevo periodo de nuestra asociación y por consiguiente de su revista
CLAVE LITERARIA, sólo me resta agradecer a todo el equipo de dirección,
redacción y edición su trabajo y su esfuerzo, y la confianza depositada en mí como
presidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Crí�cos Literarios (CLAVE).
Muchas gracias en par�cular a cuantos han par�cipado y colaborado en este
número de nuestra revista, que hoy presentamos; y de manera muy especial a
Maruxa Duart y María Alcantud, quienes con su magnífico trabajo, esfuerzo y
dedicación han liderado la elaboración de este ejemplar.
Un fuerte y afectuoso abrazo para todos.
Valencia, diciembre de 2012
Juan Luis Bedins
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ÍNDICE
EDITORIAL .......................................................................................................................... 3
LOS PREMIOS DE LA CRÍTICA LITERARIA VALENCIANA DE 2012. ...................................... 9
EL TIEMPO DE LLUÍS ALCANYÍS, ANÁLISIS HISTÓRICO Y CONTEXTO¨ ............................. 11
Maruxa Duart Herrero.
UNA MENTE DE MÉDICO Y POETA…………………………………………………………....……….........26
Por Mª José Pastor.
AUTO DE FE, EL DE LUÍS ALCANYS. Maruxa Duart Herrero. ............................................ 32
LA GASTRONOMÍA JUDEO-CRISTIANA DEL S XV. Roxana Duart. .................................... 34
CLARA CAMPOAMOR. VOTAR SERÁ TAN FÁCIL COMO COSER Y CANTAR.
Antonia Bueno Mingallón. .......................................................................................... 36
EL ANILLO DEL DEDO DEL DIABLO.
Nieves Gómez López. .................................................................................................. 39
“El MISTERIO DE LA TIÑOSA”, O LA HORCONERA COMO TERRITORIO MÍTICO.
Miguel Forcada Serrano. ............................................................................................. 41
LITERATURA ORAL EN LA FORMACIÓN LITERARIA.
Morote Magán, Pascuala. y María José Labrador Piquer.. ............................................. 46
TEATRO Y EDUCACIÓN UNIDOS POR LA HISTORIA.
Vicente Cu�llas Sánchez. ............................................................................................. 52
FRONTERA NORTE.
Juan Ballester .............................................................................................................. 55
ENTREVISTA A ELENA TORRES. ........................................................................................ 57
RECUENTO DE LO EFÍMERO, Elena Torres
Rafael Coloma. ............................................................................................................ 60
GRINGO VIEJO
Carlos Fidalgo .............................................................................................................. 61
ESTUDIOS SOBRE JOSÉ HIERRO TRAS DIEZ AÑOS DE AUSENCIA,
Elia Saneleuterio ............................................................................................................. 62
LA NECROSIS CELULAR UN FENÓMENO COLECTIVO.
Mª José Pastor…………………………………………………………………………………………………........65
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LOS NIÑOS DE MORELIA
For�no Cisneros Calzada. México ................................................................................... 66
QUÉ ES ACASO LA LEALTAD SINO UN SUEÑO
M.D. Selve�us. ............................................................................................................ 69
EL CATECISMO DE FRAY BARTOLOME DE CARRANZA.
Mª Angeles Valls Vicente de Carranza, Doctora en Bellas Artes. ............................... 72
LA REFLEXIÓN COMO ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE EN ESL/EFL
AgusXn Reyes Torres. .................................................................................................. 76
IDENTIDADES EN TRÁNSITO. VIAJES VOLUNTARIOS E INVOLUNTARIOS
M. Mar Encinas. .............................................................................................................. 78
RUM PUNCH: DE LA LITERATURA A LA GRAN PANTALLA
Betlem Soler Pardo. .................................................................................................... 80
EL RELATO DIGITAL COMO HERRAMIENTA DE EDUCACIÓN Y EXPRESIÓN PERSONAL
Carmen Gregori- Signes ………..………………………………………..……………………………………..82
EL PINTOR QUE NO VEA NINGÚN MUNDO DENTRO DE SÍ MISMO,
QUE DEJE DE PINTAR.
Amalia LLopis López y Manuel López Planells. ........................................................... 87
BIOGRAFÍA DE JOSÉ MANAUT.
Stella Manaut .............................................................................................................. 89
OLUZ. VOCES DESDE EL ZULO.
Juan Montoro Lara. ..................................................................................................... 90
DE HARMONIA IN ARTIBUS. Reflexión sobre la obra de Félix Pons.
Francisco José Llácer. .................................................................................................. 92
RESEÑAS Y CRÍTICAS LITERARIAS .................................................................................... 94
LO SIENTO, PERO NO EXISTE EL PARAÍSO
Por F. MORALES LOMAS. ........................................................................................... 94
EL SILENCIO COMO DISCURSO, CON CASTELLÓN DE FONDO. A PROPÓSITO DE “LO SIENTO PERO NO EXISTE EL PARAÍSO
Rosa María Vilarroig. ................................................................................................... 97
OTRO 98 ES NECESARIO, Pedro J. de la Peña
Pedro García Cueto ................................................................................................... 102
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UN RETORNO PARA LA SATISFACCIÓN. César Gavela: El camino y otros pasos
(Cuentos heterodoxos del Camino de San�ago)José Vicente Peiró. ............................105
LA CREACIÓN BURLADA, Miguel Catalán.
Por Gloria de Frutos. Seudología IV. .............................................................................107
MUNDO DENTRO DEL CLARO O LA LLAMA POÉTICA DE VICENTE GALLEGO
Pedro García Cueto. ......................................................................................................109
LA HERIDA DE LOS DÍAS. Blas Muñoz Pizarro113
Elena Torres. ..............................................................................................................113
DEJA EN PAZ A LOS MUERTOS, Juan Ramón Barat.
Elia Saneleuterio Temporal . .....................................................................................115
EL LIRISMO CONCEPTUAL DE ANTONIO MORENO
José Vicente Peiró .....................................................................................................118
HUECO DE HUMEDAD Y MIERDA, Nicolás Nieto Carás.
Tomás Rico. ...............................................................................................................120
ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA, Pancracio Celdrán Gomariz
Vicente Torres. ..........................................................................................................121
LA ETNOGRAFÍA ENCARNADA EN EL ARTE, Esperanza Blasco
Ricardo Llopesa.. .......................................................................................................123
PROZAC, TRANKIMAZIN Y OTROS PARQUES INFANTILES, Eduardo Boix.
Joaquín Juan Penalva .................................................................................................124
LA HISTORIA PASADA ES HISTORIA RECIENTE, Herederos del Paraíso,
José Luis MarXn Nogales José Vicente Peiró Barco. .....................................................126
CARTAS A EMILIO GASCÓ CONTELL DE BLASCO IBÁÑEZ , Genio Y figura
de Vicente Blasco Ibáñez José Vicente Peiró. ..............................................................128
ESTRAGOS, Javier Cebrián
Joaquín Juan Penalva. ................................................................................................130
HOMBRE EN LA NIEBLA, Jesús Bernal
Joaquín Juan Penalva. ................................................................................................132
LA MUERTE UNA VEZ MÁS. POEMAS PÓSTUMOS, Miguel Ángel Velasco
Joaquín Juan Penalva ................................................................................................134
MUNDO DENTRO DEL CLARO, Vicente Gallego,
Joaquín Juan Penalva .................................................................................................136
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José Vicente Peiró
Este año hemos celebrado la vigésimo
segunda edición de los Premios de la Crí�ca
Literaria Valenciana, que en realidad es la
trigésimo primera si contamos una primera
etapa nacida en 1979. Son treinta años de
unos premios que concede la Asociación
Valenciana de Escritores y Crí�cos Literarios
y que gozan de excelente salud gracias a la
voluntad de autores, jurados y otras
personas que, desinteresadamente, son
conscientes de la necesidad de sostener
estos galardones sin dotación económica
pero concedidos por jurados de relieve y de
gran competencia, compuestos por
profesores universitarios, crí�cos, escritores
y periodistas culturales.
La edición de 2012, premios a las
obras publicadas en editorial por cuenta
ajena durante todo el año 2011 en las
modalidades de poesía, narra�va y ensayo y
otros géneros, se celebró en Torrent. El día
12 de mayo se reunieron los jurados en esta
localidad y acordaron conceder los premios a
estas obras.
El jurado de Ensayo y otros géneros,
compuesto por Miguel Catalán como
presidente y Carmen Velasco como
secretaria, y como vocales Francisco
Agramunt, José Luis Ferris y Vicente Muñoz
Puelles acordó conceder el Premio de la
Crí�ca 2012 (ex aequo) a las obras: DOCE
CIUDADES DEL MUNDO de Rafa Marí y
Miquel Navarro (Editorial Krausse) y
ANATOMIA DEL CRIMEN de Mariano
Sánchez Soler (Editorial Reino de Cordelia).
Respecto a ANATOMIA DEL CRIMEN, para el
jurado, su autor Mariano Sánchez-Soler ha
acertado al estudiar con profundidad y un
lenguaje claro y seductor la narra�va
relacionada con el crimen y el suspense. Ha
logrado analizar los orígenes del género
negro y su par�cular tratamiento de la
literatura y el cine españoles, vinculados a la
ficción criminal. La obra representa también,
en buena medida, la trayectoria de este
autor alican�no de dilatada producción
literaria (novela, ensayo y poesía), y de un
escritor y periodista implicado en su �empo.
En relación a DOCE CIUDADES DEL MUNDO,
de Rafa Marí, el jurado es�mó los valores
literarios de la obra, el buen uso de un
lenguaje directo y a la vez pulido y su
capacidad de observación que permite
conocer y adentrarse en la intrahistoria de
doce ciudades del mundo. Los textos
incluidos en esta obra, ilustrados por Miquel
Navarro, son un claro ejemplo del es�lo
descrip�vo con que el autor ha concebido a
lo largo de su vida profesional la divulgación
e información periodís�ca, desde una
personal visión y reflexión sobre la cultura.
El jurado de Narra�va compuesto
por: César Gavela como presidente, Carlos
Ferrer como secretario y como vocales,
San�ago Fortuño, Angel Basanta y Carlos
Aimeur, acordó conceder el premio a la
obra EL EFECTO STARLUX de Juan Ballester
(Editorial Arola), por su decidida apuesta
literaria en la construcción de una historia
LOS PREMIOS DE LA CRÍTICA LITERARIA
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El jurado de poesía compuesto por
Ricardo Bellveser como presidente,
Pilar Blanco como secretaria y como
vocales Luis Bagué Quílez, Rafael
Coloma y Rosa María Vilarroig, acordó
conceder el premio a BLAS MUÑOZ,
por su obra LA HERIDA DE LOS DIAS
(Ediciones Gobierno de Aragón), al
tratarse de un libro escrito con un
léxico moderno y es�lo elegante que
reformula los temas eternos con un
sen�do evocador y nostálgico, cargado
de ero�smo sin estridencias. Poemas
elegíacos que rememoran la relaciones
entre el �empo y la memoria,
trascendiendo la fórmula soneXs�ca con
una recreación de las formas clásicas
dentro de una estructura dietarista
Asimismo, este jurado acordó proponer al
Plenario de Jurados que se le concediera
un premio de la crí�ca especial por el
conjunto de su obra a Tomás Segovia. El
Plenario, reunido a la finalización de la
reunión de cada jurado, ra�ficó por
unanimidad la propuesta.
El día 28 de sep�embre se realizó
el acto de entrega de los premios a los
ganadores en la Casa de la Dona de
Torrent. Con la presencia de Dña. Marta
Alonso, directora general de Patrimonio
Cultural de la Conselleria de Cultura,
Deporte y Turismo, y del concejal de
cultura del Ayuntamiento de Torren, D.
Modest Muñoz, los ganadores
agradecieron el valor de estos premios
concedidos por expertos en la literatura.
Es de agradecer al Ayuntamiento
de Torrent el apoyo para la realización de
esta edición de los premios y la
disposición de la Asociación para cualquier
cues�ón relacionada con la literatura que
la corporación necesite.
Ahora nos disponemos a la preparación de
la siguiente edición. Al comprobar las
obras publicadas hasta estos momentos,
va a ser muy reñida. Eso significa que la
literatura de los valencianos goza de muy
buena salud… a pesar de los �empos
convulsos en que vivimos.
José Vicente Peiró.
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Por Maruxa Duart Herrero.
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¿Qué es lo que hizo que, por lo que pare-
ce un buen médico, una persona pres�-
giada y preocupada por la salud de los
demás acabara en la hoguera? Los mo�-
vos son complejos; unas circunstancias
históricas determinadas, un aparato in-
quisitorial, in-
tereses ins�tu-
cionales y perso-
nales, la u�liza-
ción de medios
ilícitos para con-
seguir una cáte-
dra, un sistema
arbitrario e injus-
to, que permiXa
el uso de dela-
ciones, costum-
bres y afinidades
diferentes, in-
comprensiones,
intransigencias,
abuso de poder,
envidias, todo
ello entrelazado,
acabaría con la vida de una persona y de
una familia de manera injusta y cruel.
Para acercarnos a la desdichada muerte
del honorable médico Lluís Alcanyís y de
su familia nos adentraremos en la historia
de la judería de Xà�va.
Según parece desprenderse del relato de
José Hinojosa Montalvo en su obra ¨La ju-
dería de Xà�va en la Edad Media¨, el pobla-
miento judío, como el cris-
�ano, era lento. En 1268, el
rey Jaime expidió un privile-
gio por el que los judíos que
acudieran a Xà�va quedaran
exentos durante cinco años
del pago de tributos. Sin em-
bargo el sistema de tributos
y privilegios originaba tensio-
nes y problemas, ya que no
todos los judíos pagaban los
mismos tributos. En 1273, el
mismo monarca intervino
personalmente en defensa
de Isaac Ben Yanah, judío de
Toledo, de modo que se le
aplicara el privilegio de una
franquicia, algo a lo que se
negaba la aljama. En 1274
otro privilegio de Jaime I renueva que cual-
quier judío que acudiera a poblar Xà�va
tendría esa misma franquicia. Se trataban
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MONOGRÁFICO
“EL TIEMPO DE LLUÍS ALCANYÍS, ANÁLISIS
HISTÓRICO Y CONTEXTO¨.
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par�cularmente inciertos, de revueltas e
inseguridades. La instalación de los judíos en
Xà�va planteó desde el primer momento
problemas de convivencia con los cris�anos,
al igual que en otras comunidades, como
consecuencia de su posición de inferioridad
en el orden social y polí�co. Las medidas
segregacionistas, comenzaban por su
ubicación espacial en calles o barrios
especiales, la limitación de los contactos con
los cris�anos, determinadas predicaciones
de frailes cris�anos que arreciaban contra
este colec�vo, y ciertas fechas como el
período de Cuaresma, en el que se avivaban
recelos y rencores. Se puede leer una orden
fechada en 1268, por la que el rey Jaime,
con mo�vo de la cuaresma, da orden al
alcalde y al Consell de la ciudad, de proteger
a los judíos, casas y bienes, así como cerrar
la torre lindante con el cementerio judío,
cerca de la escalera adosada al muro, con el
fin de impedir que se arrojaran piedras
sobre las casas judías. Esto ocurre porque
los judíos dependían directamente de la
Corona, con la que mantenían estrechos
lazos y a la que entregaban tributos que
servían para financiar los asuntos bélicos de
los monarcas en muchas ocasiones. Los
documentos muestran que en 1280 el rey
recibe un subsidio de las aljamas aljamas
valencianas, entre ellas la de Xà�va,
probablemente la tercera en importancia en
el siglo XIII.
En aquellos momentos exisXa una
fuerte tensión en el seno de las aljamas,
derivada de la forma de repar�r los
impuestos entre sus miembros, tanto los
reales como los ordinarios de la propia
comunidad, ya que determinados miembros
de la oligarquía intentaban mediante
concesiones reales esquivar el pago de estas
cargas, haciendo que éstas recayeran sobre
las clases inferiores, como ocurría en la
sociedad cris�ana. De los judíos, una exigua
minoría, se veía obligada a relacionarse con
sus vecinos de origen morisco, bailes o
recaudadores de tributos sobre éstos, a
pesar de que ciertas leyes decretaban la no
injerencia de los judíos en sus asuntos. Ello
produjo serios conflictos en ambas
comunidades ya que en la ¨Carta puebla¨ de
la morería setabense había un apartado en
el que se especificaba que ningún judío
pudiera ser baile de moros ni colector de sus
rentas.
Durante el primer tercio del reinado
de Pedro III el hecho más trascendente es la
presencia de funcionarios judíos
desempeñando cargos de gobierno. Entre
los funcionarios judíos que encontramos en
Xà�va aparece Mossé Almateri,
documentado en 1280 como alcalde de la
localidad, un enclave cris�ano en medio de
un territorio densamente poblado de
mudéjares.
En 1283 el infante Alfonso instará a la
aljama que permita a Samuel, alfaquí del rey
y a sus parientes, llevar ves�dos, color y
ornamentos que pretendieran por el
privilegio que les había concedido Pedro el
Grande, a pesar de las disposiciones
internas de la aljama.
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Una minoría de judíos con influencia, o
cargo cortesano, se beneficiaba como en
otras ocasiones del apoyo real,
escapando de las medidas que
discriminaban al resto de los suyos, algo
que generará malestar, recelos y que
determinará su expulsión.
La prác�ca del préstamo con
interés derivado en usura, era algo usual,
de hecho, tal y como hace constar Mª
José Hinojosa, el 23 de junio de 1280,
Pedro III concedía un perdón a la aljama
de Xà�va de posibles delitos de usura.
Las comunidades hebreas
apoyaron económicamente a los
monarcas. La presión fiscal durante el
reinado de Pedro IV sobre las
comunidades judías fue enorme y de un
efecto desastroso ya que muchas se
empobrecieron y arruinaron. Al respecto
de los pedidos abusivos, la propia reina
Leonor escribirá a los alcaldes de Xà�va,
Lliria, Alzira, Burriana y Sagunto, a los
que prohibirá la recaudación de
cualquier pedido de pago a las aljamas
sin orden especial de la reina. En
concreto, y para remediar la mala
situación de la alhama de Xà�va, la reina
Leonor concede que no hiciera
inquisición real contra los judíos por
periodo de cinco años siguientes,
disposición ra�ficada por su hijo, el
infante Juan en 1371. La situación era
tan delicada que ese mismo día, a
pe�ción de la aljama, la reina concede
un perdón general con las caracterís�cas
propias; perdonaba a la comunidad y
par�culares de cualquier pe�ción,
demanda, así como penas civiles o
criminales a excepción de los sodomitas,
malsines, falsificadores de moneda, los
que hubieran yacido con cris�anos o los
que prac�caban hechicerías. Estas
medidas, junto con otros perdones de
deudas y privilegios reales permi�eron
que la aljama de Xà�va iniciara una
etapa de recuperación, hasta el asalto a
la judería de Valencia en 1391 en primer
lugar, y luego al resto de aljamas, entre
ellas la de Xà�va.
En el caso de Xà�va, se
desencadenó una fuerte tensión en toda
la ciudad. Tras saberse el asalto de la
Alhama de Valencia, los judíos, siguiendo
los consejos y disposiciones de los
jurados, que se veían imposibilitados de
hacerse cargo de su defensa, se
refugiaron en el cas�llo. Sin embargo,
parece que al día siguiente, era mercado
y a él acudían un buen número de
poblaciones vecinas, se corrió la voz, y
hubo quien impidió, que llegara al
cas�llo cualquier �po de alimentos para
que abandonaran la fortaleza y
bau�zarlos a la salida.
Desafortunadamente, a su vuelta,
muchos de sus bienes habían sido
robados, y aunque por orden del jus�cia
se emi�eron las mismas expedidas que
en Valencia, se hicieron pregones por
toda la ciudad para que las personas que
tuvieran moneda, vajilla, ropa u otros
bienes de la judería los manifestaran y
devolvieran a las personas comisionadas
por el Consell, y por orden de El Jus�cia
criminal apresaron a cien individuos,
vecinos de la ciudad, como principales
agentes del tumulto y par�cipantes en el
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robo de la judería, sólo hubo un pequeño
cas�go simbólico. Todo ello muestra lo
complejo de la situación y lo delicado de las
relaciones y sus tensiones. Un siglo más
tarde, la Inquisición actuará sobre los
descendientes de esos bau�zados, casi
sesenta personas serán acusadas de
judaizar, entre ellas, el pres�gioso médico
setabense Lluís Alcanyís, nacido en Xà�va,
(Já�va) hacia 1440.
2
La infancia y juventud de Lluís Alcanyís,
transcurrirá en su ciudad natal hasta que
habiendo alcanzado un notable pres�gio
como médico traslada su domicilio a
Valencia. Sabemos de él que fue una figura
adelantada para su �empo, alguien
estudioso y apasionado, responsable y
afanado en ayudar a mejorar las condiciones
de vida y sanitarias de la población, hasta el
punto de u�lizar la lengua común de sus
ciudadanos en sus obras para que
entendieran mejor sus instrucciones acerca
de cómo cuidarse y de la peste. Con la
creación de la Facultat de Medicina, Lluís
Alcanyís ocupó la primera y única cátedra. Y
en cuanto que la Universidad de Valencia
fue una de las primeras de Europa que
incorporara la enseñanza de la cirugía en el
año 1499, luchó y se esforzó de manera que
obtuvo Junto a Lluís Dalmau y Pere Pintor,
del Ayuntamiento de Valencia, la fundación
de una escuela para cirujanos donde
enseñó. Ocupó el cargo de examinador de
médicos. Lluís Alcanyís fue uno de los pocos
cirujanos europeos que prac�caba
disecciones en el siglo XV. Juan II, había
concedido en 1477 un privilegio para disecar
cadáveres humanos. En 1490 recibió el
privilegio de “dessospitador de ferides de la
ciutat de València i els seu terme”, de forma
que se convir�ó en el perito médico de la
ciudad y su término ante la corte de jus�cia
criminal. También fue nombrado médico del
“Hospital dels Innocents” en 1491, hospital
que se convir�ó en la matriz del actual
Hospital General de Valencia. La fama de
Lluís Alcanyís como médico y maestro de
estudios médicos, fue reconocida por el
Papa Alejandro VI, también setabense. Fue
este Papa, Alejandro VI, quien autorizó a
través de una bula pon�ficia la creación del
“Estudi General”. Autor del primer libro
original de medicina impreso en Valencia,
un “Regiment preserva�u e cura�u de la
pes�lencia”, 1490, escrito con mo�vo de la
epidemia que asoló la ciudad desde
noviembre de 1489 hasta mediados del año
siguiente. Con su tratado sobre la peste
tantas vidas contribuyó a preservar de la
epidemia y de la ignorancia que mul�plicaba
los efectos mortales de aquella enfermedad.
Una epidemia similar a la del sida en sus
comienzos. Entre sus pacientes famosos se
encontraban, desde el “Mestre racional” de
Valencia al rey Ferran II de Aragón, quien en
1469 le nombra médico personal, hay
constancia de que atendió a la reina Isabel,
La Católica, en 1498; poco antes de morir la
reina enferma de cáncer de útero.
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Desgraciadamente, pasó de ser médico del
rey Fernando II, futuro Fernando el
Católico, a ser condenado a morir en la
hoguera por per�naz y nega�vo.
La familia Alcanyís o Alcañiz, como explica
María Cruselles, representa un modelo
habitual en Xà�va y otros lugares del reino,
esto es, una parentela burguesa que reúne
artesanos, tenderos y notarios, que
acabarán conduciendo a sus hijos hacia las
universidades para garan�zarles una
formación superior que les ayude a
promocionarse en todos los sen�dos a
par�r de una profesión. Éste sería el caso
de LLuís, el miembro más conspicuo de la
familia.
Para entender el contexto hay que
pensar que durante el �empo que duró la
peste se celebraron alrededor de una
quincena de procesiones para apaciguar la
ira divina, con advocaciones a «vírgenes» y
santos con marcado carácter profilác�co,
pues en aquel �empo la llegada de las
epidemias era vista también como un
cas�go
enviado
por Dios
ante los
irrefrenables pecados de los hombres y
mujeres, por eso se solicitaba evitar la
visita a los burdeles y se prohibía el juego.
Casó, en dos ocasiones, con
mujeres judías conversas, con la segunda,
Elionor Esparza, según el rito judío. De
estos matrimonios tuvo dos hijos con su
primera esposa y cinco con la segunda,
cuatro hijas: Violante Aldonça, Jerónima,
Ángela y Francisco, que también fue
médico. La familia vivía en la calle de la
Taverna del Call, cerca de la residencia de
los Vives. En cuanto a la cuanXa de su
patrimonio, se �ene constancia de una
nómina de personal domés�co a su
servicio a lo largo de su vida: tres
preceptores para educar a los hijos, dos
mozos, dos criadas de manera simultánea,
dos esclavas, un esclavo negro y una
nodriza.
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Lluís Alcanyís se convir�ó al
cris�anismo, con lo que evitó ser expulsado
de España en 1492, algo que no evitó once
años después en que fue acusado de
“judaizante” y, por lo tanto, de
“malhechor”, y a pesar de su vasta
reputación intelectual, de su posición y el
reconocimiento en la gran labor médica que
realizaba en Valencia, el converso Alcanyís
fue acosado por la agresiva persecución
inquisitorial, condenado y acusado por la
Inquisición de per�naz, relapso y judaizante,
en uno de los más dilatados procesos de
aquel �empo, quemado vivo el 25 de
noviembre de 1506 junto a tres hombres y
dos mujeres. La documentación sobre su
proceso aún no ha sido hallada. Ambos
fueron quemados vivos en el lugar
des�nado a tal menester situado en el cauce
del río Turia, al lado del actual Jardín
Botánico, en el mismo lugar donde Elionor
Esparça, su esposa, fue quemada viva un
año antes.
Entre los antecedentes que contaron
para el proceso de Elionor también
conversa, estaba el que su padre hubiera
sido condenado y quemado en efigie al
haber muerto tras ser condenado. Los
veinte años de interrogaciones periódicas
desde el año1483 y la defini�va y úl�ma
entrevista por la inquisición donde la
acusada confesó realizar prác�cas de ritos
judíos con el fin de librarse de la
persecución, con mo�vo de acogerse al
Edicto de Gracia, algo que sirvió para todo lo
contrario, pues sus declaraciones
únicamente sirvieron para inculparla a ella y
a su familia.
Entre las acusaciones que realizaban
los tes�gos de cargo se halla la de: “No
haberles visto comer tocino”, “Haber visto
un pernil en la cocina del que solo comía
Lluís de la parte magra y pasándolo por el
horno”. “Procuraban no trabajar los
sábados”. “Encendían los candiles el viernes
por la noche con mechas nuevas” (…) Los
tes�monios de los tes�gos de la defensa, no
diferían en los de la acusación: “En una
ocasión vieron comer sobrasada a la hija
mayor”, “Elionor compró tocino en una
ocasión aunque no podían asegurar que lo
comiera”. “Los sábados comían en la parte
baja de la casa para limpiar la parte alta y
tenerla en condiciones los domingos¨ (…)
Los médicos condenados por la
Inquisición poseían mayoritariamente
formación universitaria y fueron
condenados por judaizantes, es decir, para
prac�car rituales purificadores relacionados
con el judaísmo como la limpieza de las
manos, el rechazo del cerdo, rituales
mortuorios (...) o sostener formas de
comportamiento sospechosas para la
ortodoxia católica; an�clericalismo,
re�cencia ante el culto a los santos o a la
Virgen María.
Lluís Alcanyís (Alcañiz) no fue
acusado en ningún momento porque se
hubieran puesto bajo sospecha sus prác�cas
médicas, al contrario de lo que ocurrió con
los moriscos en aquel �empo, los médicos
conversos se encontraban bien integrados
dentro del sistema médico cris�ano y
aplicaban mayoritariamente ¨el galenismo
neoescolás�co¨, a diferencia de sus
antepasados, que habían tenido prohibido
el acceso a la Universidad.
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Durante los meses de enero y
mayo de 1503, mientras el padre era
encarcelado, el cargo y la regencia de la
cátedra de Lluís Alcanyís, según hace
constar Mª José Cruelles, fue ocupada por
su hijo Francisco, también maestro y
doctor en medicina.
En sep�embre de 1504, Lluís
Alcanyís es condenado a morir en la
hoguera, junto con su esposa, condenada
por relapso y ejecutada con anterioridad,
cinco de los miembros de su familia
fueron procesados. En todo este trágico y
también turbio asunto parece que
representó un papel determinante el
profesor de la facultad de medicina
Salvador Abril, claramente favorecido por
el encarcelamiento, juicio y desposesión
de los bienes de Lluís Alcanyís. Cuando en
1504 el médico es procesado y
encarcelado, esta primera cátedra en
honorabilidad y ganancias es finalmente
ocupada por Salvador Abril, que ocupaba
la segunda cátedra y que pasó por
subterfugios del Consejo por delante de
los derechos adquiridos del hijo del
procesado Lluís Alcanyís. No sólo eso, si
no que en 1506, Durante los meses
de enero y mayo de 1503, mientras el
padre era encarcelado, el cargo y la
regencia de la cátedra de Lluís Alcanyís,
según hace constar Mª José Cruelles, fue
ocupada por su hijo Francisco, también
maestro y doctor en medicina.
En sep�embre de 1504, Lluís
Alcanyís es condenado a morir en la
hoguera, junto con su esposa, condenada
por relapso y ejecutada con anterioridad,
cinco de los
miembros de
su familia
fueron
procesados. En
todo este
trágico y
también turbio
asunto parece
que representó
un papel
determinante
el profesor de
la facultad de
medicina
Salvador Abril, claramente favorecido por
el encarcelamiento, juicio y desposesión
de los bienes de Lluís Alcanyís. Cuando en
1504 el médico es procesado y
encarcelado, esta primera cátedra en
honorabilidad y ganancias es finalmente
ocupada por Salvador Abril, que ocupaba
la segunda cátedra y que pasó por
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De cualquier modo, el caso de Lluís
Alcanyís, es también una muestra de
hasta dónde pueden llegar la intolerancia
y la represión hacia grandes hombres y
mujeres de la historia y sus logros
cienXficos, que han visto cercenada o
truncada su vida por oposiciones,
sustracciones, miedo, incomprensiones o
envidias cuando el aparato de poder
correspondiente lo permiXa.
3
En cuanto a la ardua tarea de
comprender y situar la problemá�ca judía,
parece ser que la herejía, concebida como
desviación voluntaria de la doctrina fijada
por la Iglesia, no hizo su aparición en la
Europa medieval antes del año mil, donde
encontramos clérigos y monjes conocidos
como cátaros y valdenses que interpretan
de un modo un tanto peculiar y personal
ciertos aspectos de las Escrituras.
En un principio son las autoridades civiles
de la Francia septentrional quienes
pronunció o en algún momento rechazó
estas prác�cas, actuó contundentemente
cuando comenzaron a tener cierta
incidencia en la Francia meridional, de
manera que hacia finales del siglo doce,
en el seno de la Iglesia, no se cues�onaba
el recurso a la violencia para comba�r la
herejía, salvo contadas excepciones como
la de San Francisco o Santo Domingo.
De modo que en 1184 se aprueba la
muerte en la hoguera para los
reincidentes en la herejía. En 1199 se
añade la posibilidad de confiscar los
bienes del condenado. Entre 1180 y el
siglo XIII se establece el uso de la tortura
en determinadas situaciones. Entre finales
del XII y principios del XIII mediante
disposiciones legales se irán
cons�tuyendo los rasgos definitorios de la
Inquisición medieval que volverán a
reproducirse en la Edad Moderna, tales
como el secre�smo del proceso y el
ocultamiento del denunciante y los
tes�gos. Tras la llamada Cruzada de los
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El Papa decide entonces
enviar a eclesiás�cos de esmerada
formación y previamente especializados
en la tarea a realizar, encomendándoles la
formación de tribunales con plenas
competencias para ejercer más allá de
cualquier restricción impuesta por los
límites de las jurisdicciones episcopales y
señoriales.
En el Norte de Francia el primer
inquisidor fue Robert le Bougre.
Comenzaba así, en 1239, en medio de una
pugna entre obispos e inquisidores que
sería la constante en muchas regiones
donde se establecieron tribunales
inquisitoriales, una serie de procesos que
en poco más de un año, tramitados por
Bougre, enviaron a la hoguera a ciento
noventa y siete personas. La excesiva
dureza imputada a los inquisidores estaba
directamente relacionada con una
rivalidad encarnizada entre el poder
inquisitorial y episcopal, pues el segundo
observaría como el primero le ganaba
terreno a pasos agigantados.
A Bernardo Gui o Bernardo
Guidoni, religioso dominico, Inquisidor de
Toulouse, como recompensa por su
trabajo, se le asignó el Obispado de Tuy.
El Papa decide entonces enviar a
eclesiás�cos de esmerada formación y
previamente especializados en la tarea a
realizar, encomendándoles la formación
de tribunales con plenas competencias
para ejercer más allá de cualquier
restricción impuesta por los límites de las
jurisdicciones episcopales y señoriales.
En el Norte de Francia el primer
inquisidor fue Robert le Bougre.
Comenzaba así, en 1239, en medio de una
pugna entre obispos e inquisidores que
sería la constante en muchas regiones
donde se establecieron tribunales
inquisitoriales, una serie de procesos que
en poco más de un año, tramitados por
Bougre, enviaron a la hoguera a ciento
noventa y siete personas. La excesiva
dureza imputada a los inquisidores estaba
directamente relacionada con una
rivalidad encarnizada entre el poder
inquisitorial y episcopal, pues el segundo
observaría como el primero le ganaba
terreno a pasos agigantados.
A Bernardo Gui o Bernardo
Guidoni, religioso dominico, Inquisidor de
Toulouse, como recompensa por su
trabajo, se le asignó el Obispado de Tuy.
Escribió una guía prác�ca para
inquisidores Officii Inquisi�onis en1324,
u�lizada durante la Baja Edad, que fue
modelo e inspiración sobre las prác�cas y
métodos de la Inquisición más severos
hasta el momento en Europa. Alonso de
Espina, fraile de origen converso,
conocido por sus sermones en contra de
los judíos y de los conversos, tomó como
modelo el ¨Officii Inquisi�onis¨ para
escribir el ¨Fortali�um Fidei¨, un calco
inspirado del documento inquisitorial de
Bernardo Gui. Su obra, una detallada
descripción de la forma en que se
desenvuelven los actos devotos de los
conversos.
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Da cuenta de cómo había que perseguirlos,
al relatar costumbres como la de la
circuncisión, realizada por sus madres para
ser integrados en la Sinagoga aunque
estuvieran bau�zados, así como las
transgresiones y faltas al rito católico,
ceremonias varias como la observancia en
sábado, la donación de aceite para la
sinagoga, el en�erro a la manera judía,
comer carne de cordero durante la Pascua.
Todas servirán para que los fiscales de la
inquisición conozcan sus prác�cas y las
u�licen contra sus acusados .
En cuanto a la respuesta a los mo�vos por
el que un judío converso pasa a incriminar a
gentes de su misma clase y condición
resultan dieciles de entender, en todo caso
no puede ser simple, como nada lo es.
Parece ser que la ambición, la codicia y las
guerras entre diferentes familias por
ocupar los puestos más altos de control de
la clase eclesiás�ca se hallan detrás. El
propio inquisidor español, fray Tomas de
Torquemada era de familia judía, y también
su Xo Juan de Torquemada, cardenal, era
como él de origen judío converso. Luís
Garraín nos recuerda que Alfonso VI se
unió a una mujer árabe, y que incluso el
propio rey Fernando II, El Católico, tenía
sangre judía en sus venas.
No creo siquiera que exis�era voluntad de
desacato en muchos conversos, sino el
seguimiento de unas costumbres y
tradiciones como es lógico, arraigadas y
transmi�das de �empo inmemorial en la
familia.
Desde el año 711 los moros se
habían introducido en el territorio español
y desde ese mismo momento los cris�anos
se organizaron para liberarse de su
ocupación, esgrimiendo en ambos casos
sus diferentes credos. A pesar de los
triunfos de unos y otros, la mayoría
con�nuó con sus prác�cas religiosas.
Respecto a los judíos, había un número
importante de comerciantes ricos que
desempeñaban funciones que la mayoría
de los españoles no podían desarrollar.
Esto dio origen a desprecio y resen�miento
en ocasiones incitado desde los púlpitos,
desde la supers�ción o intereses privados o
públicos, que produjeron hos�lidades que
terminaron en graves incidentes como los
del ya mencionado año 1391, donde las
alhamas son asaltadas y comienza en
cadena una serie de persecuciones contra
los judíos en ciudades de gran importancia
como Sevilla, Barcelona, Valencia y Toledo,
de manera que los judaizantes eran
atacados y perseguidos y sus bienes
confiscados. Aún los conversos, que
ocupaban lugares encumbrados dentro de
la aristocracia real, también fueron
acosados, y en principio, aun cuando
aparecían fieles a su nueva religión
cris�ana eran hos�gados y tenían que vivir
bajo un control permanente.
Las acusaciones y condenas por magia y
herejía se solapan a lo largo de toda la Edad
Media.
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La imposición de pena de muerte
y otros cas�gos al hereje, como
procedimiento penal peculiar para lograr
la unidad religiosa, se fue introduciendo
lentamente.
Pedro II en 1197 y su hijo Jaime I en
1226 declararon pena capital al hereje
que se hallara en sus dominios, en
referencia a los Waldenses y a los
cátaros, dos formas sucesivas y
semejantes, originadas en Italia y sur de
Francia, de movimientos espiritualistas,
que propugnaban abolir la jerarquía
sacerdotal, y cualquier clase de
homicidio aún legal entre otras. Jaime II
(1291-1327) establece algunas normas
como la de la obligación de ves�r ropas
con señales dis�n�vas y se reglamenta el
préstamo por parte de los judíos. La
«primera Inquisición», llamada medieval
o papal, de Gregorio IX, apoyada por el
catalán (entonces aragonés) San
Raimundo de Peñafort se instauró
oficialmente en Occidente tras la
publicación en 1231 de la bula de
Gregorio IX con el apoyo del emperador
Federico II, aunque fue en el reinado de
Jaime I y por especial interés del
monarca, a instancias del mencionado
Raimundo de Peñafort, cuando el
concilio de Tarragona de 1242 estructuró
defini�vamente el tribunal de la
Inquisición en Aragón y reguló su
funcionamiento según un primer
reglamento. Fueron Aragón, Lérida y
Tarragona en 1232, quienes dieron
entrada a esta primera Inquisición por su
proximidad con la frontera francesa, que
se centró en la persecución y exterminio,
muy diecil, de aquellos herejes.
Con la llegada de la Peste Negra a
toda Europa a mediados del siglo XIV
catorce, habiendo quedando diezmada
la población aragonesa, comenzó a
circular entre la población el bulo de que
los causantes de la peste habían sido los
judíos envenenando los ríos, ahí
comenzaron otra serie de persecuciones.
Existe una correlación entre los
momentos de máxima tensión an�judía
y las épocas de crisis económicas o
debilitamiento del poder polí�co.
Entonces se achaca a los judíos la
responsabilidad de las dificultades. Las
matanzas de 1391 cons�tuyeron la más
clara demostración de aquella regla; el
hambre y la caresXa coincidieron con un
vacío de poder, con lo cual personas de
catadura inmoral ins�garon y hos�garon
a inocentes.
En los siglos XIV y XV se redujo la
intervención de los tribunales
inquisitoriales en Aragón al disminuir el
peligro de las herejías exteriores y no ser
frecuente la existencia de judaizantes y
falsos conversos.
En Francia, la persecución y expulsión de
los protestantes o las matanzas de terror
revolucionario fueron un hecho habitual.
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En realidad Europa no se interesa lo
más mínimo por la Inquisición mientras ésta
se limite a perseguir a los judíos, ya que el
an�semi�smo era común a la mayoría de
naciones. Cuando los inquisidores aparecen
con una imagen monstruosa es a par�r de
1559, momento en que se produce la quema
en Valladolid de diez protestantes. Estas
muertes sí generarán gran indignación y
resonancia en Europa.
En los Estados donde se implantó el
protestan�smo; Inglaterra, Holanda, centro y
norte de Alemania, Escandinavia, parte de
Suiza, etc., el poder polí�co vigiló y actuó
reprimiendo, con igual celo que la Inquisición,
cualquier rebrote del catolicismo, torturando
y aplicando sin ningún reparo la pena de
muerte.
El protestan�smo persiguió otras ideas o
conductas religiosas consideradas nocivas,
sobre todo la brujería, calculándose que en el
conjunto de los países protestantes fueron
quemadas en la hoguera más de 25.000
personas consideradas brujas.
El asesinato del canónigo Pedro de Arbués en
1485 por parte de importantes conversos
zaragozanos produjo el defini�vo
afianzamiento de la ins�tución inquisitorial.
Ernesto García da cuenta de los sucesivos
autos de fe: «Nueve ejecutados, en persona,
aparte de dos suicidios, trece quemados en
estatua y cuatro cas�gados por complicidad».
Alude a un comentario de Zurita respecto a
que el rey se mostró siempre vigilante contra
los abusos legales de los inquisidores, y
generoso en otorgar
exenciones a recomendados o
pobres, sobre todo respecto a
las temidas confiscaciones que
las condenas conllevaban.
Julio Valdeón, intenta al
intentar explicar los tumultos
acaecidos en Toledo contra los
conversos en 1449, de la
manera siguiente: «…más que
un enfrentamiento entre el
pueblo y los dirigentes parece
que lo que había en el fondo
era la pugna de intereses entre la oligarquía
en el poder y el grupo de conversos que
amenazaban su monopolio…La ¨gente
menuda¨, cuya par�cipación en los sucesos
de Toledo de 1449, no podemos negarlo, tuvo
una importancia decisiva, fue, en úl�ma
instancia, instrumentalizada por los sectores
oligárquicos de los cris�anos viejos».
Todas estas desgracias provocaron una
oleada de conversiones de judíos para salvar
la vida. Además, a par�r del siglo XV, con las
aljamas en quiebra económica, se comenzará
a usar una persuasión sistemá�ca y
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En el impacto de algunas figuras
importantes de predicadores cris�anos
como la del valenciano San Vicente Ferrer
que azuzaba duramente en sus sermones
contra los judíos y los falsos conversos. En
que las conversiones se producían en
número muy importante, y en que
lógicamente aunque se comportaban como
cris�anos, seguían manteniendo muchas
costumbres judías.
Según se desprende del
pensamiento de Ernesto García estaríamos
frente a un episodio de la lucha de clases
entre los tradicionales grupos de
privilegiados y una burguesía incipiente.
Según esta tesis, la expulsión habría sido
inspirada por la nobleza feudal a fin de
eliminar aquel sector de las clases medias -
los judíos, principalmente que podía
cons�tuir una amenaza para ella y para su
ambición de dominar y controlar el Estado;
la nobleza como tal representaba un
estamento del pasado y se negaba a
admi�r la influencia creciente en la
sociedad de aquellos elementos que se
apoyaban en el capital y en las ac�vidades
económicas.
La defensa de la fe y de la ortodoxia no
serían, pues, sino un mero disfraz
ideológico para encubrir obje�vos mucho
más concretos; por medio de las sentencias
de muerte, confiscaciones de bienes,
inhabilitación para ocupar cargos públicos,
que eran las penas pronunciadas por la
Inquisición contra los judaizantes, de lo que
se trataba en realidad era de amedrentar a
todos los conversos y eliminar una clase
rival, la burguesía incipiente; la expulsión
de los judíos era la prolongación lógica y
cronológica de la creación del Santo Oficio
y perseguía los mismos fines. Los reyes no
senXan ninguna repugnancia personal
hacia judíos y conversos. Varios de sus
colaboradores de más confianza procedían
de este grupo; el mayordomo Andrés de
Cabrera desempeñó un papel decisivo en la
proclamación de Doña Isabel, Abraham
Seneor interviene en los primeros meses
de su reinado prestándoles dinero en
momentos de apuros, los reyes le conean
los mecanismos financieros de la Santa
Hermandad nombrándolo tesorero mayor
del reino.
Otros muchos judíos, Mayr Melamed, Isaac
Abravanel..., ocupaban puestos clave, y un
número importante de los médicos que
asisten a la reina en el cuidado de su salud
o en circunstancias delicadas son de
procedencia judía. Fray Hernando de
Talavera es confesor y confidente de Doña
Isabel, y se halla presente en todos los
acontecimientos importantes: la guerra de
sucesión, la reorganización llevada a cabo
en las Cortes de Toledo, la puesta en
marcha de la Santa Hermandad, la guerra
de Granada o las discusiones con Colón a
propósito de los viajes de descubrimiento.
Otro tanto se puede decir de Don
Fernando. Los reyes no manifestaron, pues,
ninguna repugnancia u odio personal
contra judíos o conversos; de lo contrario,
no se comprendería que se hubiesen
rodeado de tantos judíos y de tantos
conversos, antes y después de 1492.
Luis Suárez Fernández sitúa la expulsión de
los judíos dentro del proceso de
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Eso también lo explica Julián Marías
aludiendo a que en la Edad Moderna, época
en que se comienza a ser racionalista, surge
un principio de unitarismo y uniformidad,
con lo que se piensa que, puesto que España
es cris�ana, los españoles deben ser
cris�anos. Se desliza pues, dice, en las
mentes de los españoles, la noción, más o
menos clara, de que el que no es cris�ano
no es plenamente español sino que es en
alguna medida "desleal", algo que no se le
hubiera ocurrido a un hombre de la Edad
Media. Otra cosa es el perverso, cruel e
injusto aparato inquisitorial.
¿Qué más daba a los reyes que
algunos de sus súbditos fuesen judíos y
otros, la mayoría, cris�anos?. Según Suárez,
en realidad, la situación antes de 1492 era
mucho más compleja. El judaísmo no era
una simple cues�ón individual; el
catolicismo tampoco. Estaba organizado
como una comunidad separada, una
microsociedad, al margen de la sociedad
cris�ana mayoritaria. Las aljamas, se regían
por sus propias normas jurídicas y
culturales; disponían de sus propios
dirigentes y jueces; tenían no sólo lugares
de culto, sino escuelas, cementerios, etc.
Los procuradores de las aljamas se reunían
de vez en cuando en asambleas que
examinaban los problemas comunes, no
exclusivamente sobre las contribuciones
que exigía la corona. O sea, que el judaísmo
español tenía una estructura comunitaria y
formaba un enclave en la sociedad feudal.
Podía el Estado, sobre todo un Estado
moderno, con su afán de
racionalización, admi�r la
permanencia de tal estructura
derogatoria, separada del
derecho común, y en todo
caso, podía ser compa�ble la
presencia de comunidades
separadas y autónomas con la
pertenencia a la nación.
Desgraciadamente la
perversión, los intereses
par�culares de personajes
que pretendían medrar o
hacer su voluntad como fuera,
las crisis económicas, la
supers�ción, la envidia, los recelos, la
riqueza, a contribución de este colec�vo, la
usura, las ac�vidades profesionales, y los
privilegios concedidos en ocasiones bajo
forma de cargos y exenciones, se cebaron
de manera injusta en este colec�vo y en
personas tan dignas y que tanto aportaron a
la medicina en nuestro país y fuera de su
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UNA MENTE DE MÉDICO Y POETA
Por Mª José Pastor.
Lluis Alcanyís fue uno de los
médicos más destacados de la Valencia del
úl�mo tercio del siglo espacio XV y los
primeros años del XVI. Ocupó puestos de
responsabilidad en la enseñanza y prác�ca
médica y quirúrgica. Junto a su ac�vidad
como médico se interesó vivamente por la
poesía, interés que le llevó a presentarse
en 1474 al certamen poé�co que se
celebró en esta ciudad. Dicho concurso dio
lugar al libro colec�vo Trobes en lahors de
la Verge Maria, primer texto impreso en
lengua catalana. Era habitual que a estos
concursos, frecuentes en el siglo XV, se
presentaran médicos y otros
profesionales.
Sin embargo, quiero centrar la
atención en su otra obra, Regiment
preserva�u e cura�u de la pes�lencia,
porque lo que despierta en mayor medida
mi interés es la relación mutuamente
enriquecedora entre la doble condición
del autor, la de médico y la de poeta. Esta
obra fue escrita en Valencia en 1490 con
mo�vo de la epidemia de peste que asoló
la ciudad desde noviembre de 1489 hasta
mediados de 1490 y tan sólo se han
podido localizar dos ejemplares de la obra.
En el capítulo primero el autor recomienda
que, si bien no podemos excusar los
influjos del cielo, con un régimen de vida
bueno, dispongamos de nuestros cuerpos,
de tal manera que tengan resistencia para
preservarse de ellos. Y es que considera
que el origen de la enfermedad está en el
cielo “es�me segons sentencia dels
astrolechs, metges e senyals venir per lo
cel “. Es por esto que López Piñero,
refiriéndose a esta obra, apunta que
Alcanyís “asoció la interpretación
astrológica con un planteamiento
preven�vo de carácter individual”. En
aquella época la astrología era una
asignatura fundamental en el estudio de la
medicina. Como refiere Carlos Lema
Agudello en su arXculo “Arte, humanismo
y cirugía: una visión holís�ca”:
“El arte de curar invadió todas las
ciencias y campos de la cultura. El médico
– merced al carácter de su profesión, y no
por casualidad – se convir�ó en baluarte y
protector de esta cultura de la vida. La
función de la medicina vino a ser la de
mantener la vida y revitalizar sus
funciones debilitadas: era, al mismo
�empo, profilaxis y terapia. Según estos
criterios, el plan de instrucción de las artes
liberales se convir�ó obviamente, durante
siglos, en parte integrante de la enseñanza
que debía recibir el aspirante a
médico.” (1)
Regiment preserva�u e cura�u de la
pes�lencia fue la primera obra médica
impresa en Valencia. Dirigida a los
miembros de la burguesía local valenciana,
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podría onsiderarse prosa poé�ca. Una
muestra de ello es el siguiente fragmento:
“Venint a la part preserva�va la qual està en la
bondad del ayre..... Es menester primerament
se parle de la disposicio elegint loch, vila o
ciutat de bon ayre, hon no si muyren ab
comoda habitacio, e encara alterada ab fum
de romer, ginebre, ambre, xilo, aloes, ciper,
estorachs, e aquestes coses semblants en lo
ivern; en lo s�u ab vinagre, canyes e murta [...]
“E perque no reste indetermenat quina manera
de loch se elegira, es ma intencio no sien
muntanyes ne lochs alts, perque la infec�o
s�me venir per lo cel, e quant mes hi seriem
prop tant seriem mes disposts a la infec�o o
dans del influxos celes�als, ni lochs
margalenchs perque layre es humit e dispost a
podridura, sino lochs migancers.”
En la época de Lluis Alcanyís exisXa
la idea del mundo como un organismo
regido por un orden natural inmutable en
el que desempeñaba el papel que su divino
arXfice le había atribuido. Era, por tanto,
una visión organicista y teleológica.
Organicista por
cuanto la naturaleza se
consideraba un
organismo vivo con
piel, alma y órganos, y
el hombre solo era un
ser más - aunque
privilegiado - de este
cosmos vivo con el que
mantenía una relación
holís�ca.
Teleológica, por cuanto
todos los seres tenían
un fin. Esta concepción
del mundo cargada de sen�dos y
finalidades, a lo largo del siglo XVII -con
Descartes, Newton, etc.-, fue sus�tuida
por una visión mecanicista, que
entronizaba la razón y que producía una
escisión entre el hombre, que creyó ser
dueño y señor, y la naturaleza, a la que
este consideraba supeditada.
Así, al considerar la naturaleza como pura
materia sin vida, fue posible su dominio y
manipulación con fines u�litarios. Esto dio
lugar al desarrollo de la ciencia y de la
técnica, y a la separación entre las ciencias
experimentales y los aspectos
humanís�cos y arXs�cos. Según Habermas,
con esto se “pretendía liberar los
potenciales cognosci�vos de cada uno de
estos dominios de sus formas esotéricas”.
La percepción de las disciplinas - cada vez
más especializadas y fragmentadas -
dificulta, incluso hoy en día, el
establecimiento de vasos comunicantes
entre ellas .
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Albert Einstein lo denunciaba así: “Los
excesos del sistema de competencia y de
especialización prematura, con el falso
pretexto de eficiencia, matan el espíritu,
impiden toda vida cultural, e incluso
suprimen el avance de las ciencias”.
En el siglo XX, a finales de los
ochenta, surge un movimiento intelectual
y académico que propugna un modo
dis�nto de aproximación al conocimiento
y a la realidad que recibe el nombre de
transdisciplinariedad. De entre los
autores que la defienden y aportan sus
opiniones destaca Basarab Nicolescu,
esico cuán�co rumano y presidente del
Centro Internacional de Inves�gaciones y
Estudios Transdisciplinarios, quien la
propone como una forma de entender el
mundo y de lograr el equilibrio entre la
mentalidad y el ser de una manera
integral, siendo un importante promotor
de la reconciliación entre la ciencia y las
humanidades. En su “Manifiesto sobre la
transdisciplinariedad” sienta las bases de
una nueva metodología basada en tres
pilares: “los niveles de realidad, la lógica
del tercero incluido y la complejidad”. (2).
Se habla de transdisciplinariedad
cuando el resultado de la interacción
entre disciplinas no es exclusivamente la
suma de sus contenidos. Para que exista
transdisciplinariedad, la relación entre
ellos debe ser ecológica, interconectada,
de modo que se influyan y modifiquen
mutuamente. Como resultado dichos
contenidos se enriquecen con ma�ces
que no les son propios en contextos
diferentes y relucen aspectos invisibles en
otras circunstancias. Así lo expresa
Gaston Pineau cuando afirma : “Cuando
hay relaciones bastante recíprocas y
dinámicas entre las disciplinas se u�liza el
prefijo 'trans' que significa dentro, a
través y más allá. Se ve cómo el
movimiento nace” (3).Asimismo, Juan
José Torres, en “Transdisciplinariedad,
una palabra de belleza virginal”- Xtulo
que nos remite directamente a Basarab
Nicolescu- se refiere a la relación entre
las disciplinas afirmando que “cada área
del conocimiento aporta un fragmento,
como una palabra, �ene un significado,
una función. Pero no es suficiente para
llenar las líneas del conocimiento, pues se
necesita que todas las áreas jueguen
entre sí, se comuniquen y entren en una
consecución rítmica, en un equilibrio que
vaya mostrando cada parte de aquello
que queremos conocer. El punto
importante es aprovechar esa unión de
disciplinas, es decir, encontrar qué áreas
se comunican entre sí dependiendo del
contexto o del problema a tratar”.
Más adelante aclara que “no solo
se debe pensar en que
transdisciplinariedad es únicamente la la
convergencia o el trabajo en red entre las
diferentes áreas del conocimiento.
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Por transdisciplinariedad también se
en�ende el encuentro de nuestra
subje�vidad y nuestra obje�vidad” (4 ) .
Nada más subje�vo que la poesía.
Considerada como inservible, poco
cienXfica y superflua, la poesía no es
reconocida por muchos como algo a tener
en cuenta. Sin embargo, Basarab Nicolescu
escribió poesía, condición que, junto a la de
su dedicación al estudio de la
transdisciplinariedad, le liga al poeta
argen�no Roberto Juarroz. Ambos
par�ciparon en el primer congreso de la
transdisciplinariedad que se celebró en el
convento de Arrábida en Portugal y de
donde surgió una declaración conjunta en
forma de carta. Es precisamente Juarroz
quien alcanza la cota más alta en el análisis
de la relación entre poesía y
transdisciplinariedad.
Roberto Juarroz afirma que tanto el
pensamiento cienXfico como la poesía
desembocan en la incógnita y el misterio, y
que “para aprehender el significado
subyacente de un fenómeno, se han de
trascender los confines de cualquier
disciplina e integrar lo racional con lo
arXs�co” (5). Asimismo dice que” no se
puede expresar la nueva visión, a la cual se
pretende acceder a
través de la ac�tud y del
lenguaje transdisciplina-
rios, con las palabras de
visiones an�guas.
Todo cambio de visión
presupone un cambio
de lenguaje. El lenguaje
transdisciplinario puede
permi�r acceder al
lenguaje global que se
busca para el
reencuentro de los
conocimientos
parcelados. El ejemplo
en acción más puro de
este lenguaje es el
lenguaje de la
poesía.” [.....]“La poesía no puede ser
atrapada, puesta en cau�verio, porque es
infinita, y su experiencia sensible y esté�ca
nos conecta con la totalidad. Sin esta
ac�tud, no hay un verdadero espíritu hacia
la totalidad, fundamental hacia una
verdadera apertura con respecto a las
cosas, a las diferencias y similitudes de la
realidad compleja” (5).
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También María Teresa Pozzoli estudia
la relación entre poesía y
transdisciplinariedad en su arXculo
“Transformar el conocimiento en la
sociedad globalizada. Pensamiento
complejo y transdisciplinariedad”.
Siguiendo a Juarroz propone limpiar el
lenguaje, optar por lo abierto e
incorporar la poesía y la metáfora al
estudio transdisciplinario, para llegar a
una verdadera apertura con respecto a
las cosas, para acceder a las
diferencias y similitudes de la realidad
compleja. Citando a Juarroz añade “la
metáfora hace visibles relaciones
novedosas, crea significados,
alterna�vas discursivas y prác�cas,
modos de ser y mundos posibles. Abre
un modo de comprensión a través del
cual traspasamos lecturas de un
dominio de experiencia a otro, con el
propósito de construir algo diferente”.
Y a con�nuación, abundando en la
idea, cita a Schnitman, “no es sólo una
modalidad lingüís�ca de expresión;
más bien podría definirse como una
estructura cogni�va y construc�va
primordial para generar una mirada
transdisciplinaria” (6).
Retomar - en esta sociedad
global- la concepción holís�ca del estar
del hombre en el mundo, integrar los
conocimientos cienXficos, las
habilidades, la obje�vidad y la
subje�vidad, así como los dis�ntos
niveles de realidad, parece una tarea
inabarcable.
Pero no por ello hay que dejar de
mirar de frente y abordarla con
humildad.
Un médico y poeta �ene, en
este contexto, la suerte y el mandato
de realizar el mes�zaje entre las áreas
de conocimiento que maneja o que tal
vez le manejan. La poesía, como
disciplina y a la vez como herramienta,
facilita el dinamismo. Conocimientos
que se atraviesan, que se bordean, que
se fusionan, que se aseguran un
espacio inters�cial de encuentro y
creación. Las membranas están
porosas y las dis�ntas disciplinas
forman un maridaje enriquecedor y
original. Cualquier tema queda
contaminado, en el buen sen�do de la
acepción, por metáforas y símiles
relacionados con la medicina, al
�empo que el médico/ poeta, en su
imaginario, puede crear imágenes
peculiares. Imágenes que abarcan
tanto lo macroscópico como lo
microscópico ampliando de esta forma
la visión y traspasando barreras para
dar un �nte personal a su mirada.
En la obra de Lluis Alcanyís ya se
apunta este maridaje entre los
conocimientos médicos y la forma
poé�ca para comunicarlos por ello, en
cierto modo, podríamos considerarle
precursor de las tendencias actuales.
Podemos observar la abundancia de
adje�vos que enriquecen el texto:
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“Encara que per los efectes e sentencies de tots los doctors de medecina se liga eser veri, e axi
socorrem ab mul�plica�o de cordials, confortants, clarificants e restaurants los sperits del cor e
purgant aquell humor maligne e verinos”. O frases que hoy en día resuenan por su �nte poé�co como
“Lo safra se pot pra�car perque te gran cordialitat” o cuando refiriéndose al consumo de pescado
aconseja que “sera menester mes stendre la ploma perque son coses que interesen los beneficis de la
anima”
Lluis Alcanyís como hombre sensible a la ciencia y a la cultura estaría par�cipando hoy en
día en mantener vivo ese territorio de libertad donde el concepto roza la piel porque
sorprende, porque se arriesga. Porque uno topa con lo desconocido, lo inesperado, lo
imprevisible.
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AUTO DE FE, EL DE LUÍS ALCANYS
Por Maruxa Duart Herrero.
Heme aquí, un pobre
fantasma olvidado, alguien que en
círculo de pesadumbre voltea su lápida.
Heme aquí a punto de acabar mi
vida. Un río de sangre que aún palpita es
mi cuerpo.
Este que pronto será
descompuesto y pasto de gusanos ¡Qué
burla y qué comedia es ésta! ¡Qué teatro
mundo el que me aupó un día por mi
trabajo y hoy me ejecuta en la hoguera!
¡Nada se me dio en vano! ¡Qué
desorden, que caos ha inver�do el
orden!
¡Ah, la traición de la codicia, de
aquel que sentarse pretende y quiere en
tu sillón, robar tu obra. Pobre necio que
nada sabe ni quiere!
Del que no ama, del que
enturbia, de aquel que no quiere bien,
sino cabezas que rueden para verlas caer
desde lo más alto; el más alejado,
distante, el coronado, el laureado de
emo�vas o hipócritas palmas que hoy te
sientan en el trono, pero mañana…
quien sabe.
Sin embargo, truhán de mala
altura, puñetero y caín?, que jamás
pecaste de aventurero, de alma gen�l u
honorable, sino rencoroso y resen�do.
Aunque vivas mil años no estás a salvo ni
lo estarás nunca. La sombra de mis
llamas y de todos los que como a mi
dañaras, te seguirán en tus sueños y en
tus vidas pobres y amargadas que sólo
colmas con tus desa�nos.
Tu frialdad, verdugo, me
asombra. Mi turbación me corroe de
pensar en los míos ¡Qué será de ellos!
Inventaré un río de hielo, de plata, si
hace falta, para que no se quemen.
Aunque desde estas piedras, desde esta
oscuridad lóbrega, sé bien que no podré
y eso me sume en la hoguera de nuevo.
¡Qué pecado fue intentar salvar a
muchos! Ser hombre de bien produce
envidias, pero no menos que el ingenio y
la labor reconocidas.
Ser avanzado produce inquina. Y
si eres libre, eso es insoportable a
cualquier credo, y menos al que quiere
poder, aquel que escala sobre pies en
cabezas.
No temo al dolor que ya no
percibo tras tanta tortura, tras la marcha
de mi amada Eleonor. Y el temor, la
incer�dumbre, el desasosiego, la
consternación de pensar que va a ser de
mis amados vástagos. No duermo, casi
no respiro, �emblo, no vivo, no aliento.
No temo, puedo oler mi carne quemada,
el suplicio largo del dolor de los pies por
llamas alcanzados.
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La abrasión de mis ojos, el eterno �empo
de sufrimiento y de espera hasta que
muera.
No hay perdón cuando no hay
yerro. Me pregunto por qué nada o bien
poco hicieron los de la Universidad o El
Consejo de la Ciudad por quien tanto hice
yo. Siento aturdido la mano ejecutora de
un vil amaño, de aquellos que sin jus�cia
ocupan poltras, dirigen en su estado
mediocre, impulsados bajo la envidia vil e
intolerable; dirigen países y condenas,
procesos que alcahuetean con el lá�go, la
clientela, la ¨corrup�a¨, de la sinrazón
que guía el mundo desde las �nieblas.
Prohibiciones y trabas para las regidurías,
oficios de escribanos, concejos,
privilegios, atracos, desposeimientos y
sinecuras.
Mi compañía, mucha; la de
aquellos que salvé de pestes y epidemias,
los que después que yo diseccionaron
cadáveres y curaron, y también los que
no, misericordiosos e inteligentes
que me conocieron y se apiadan
de mi enfriando con hielos mis
perennes llamas.
Ahora muero en vano, si
entender lo que la conciencia no
en�ende, lo que el corazón niega
y en arrebato irracional sufre, la
ignominia y la maldad del
mostrenco vellaco, arrogante
petulante, armador vacuo del
desprecio.
Desde aquí doy las gracias
a quien desempolva mis cenizas,
porque es de ley airear méritos,
infamias y verdades. Si algo más puedo
hacer, lo haré. Si mi soplo sirve a médicos
y enseñantes, a jóvenes ideantes, a
filántropos, violados, perjudicados,
amorosos, perseguidos y desfavorecidos,
soplaré.
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Por Roxana Duart.
A lo largo de la historia, España,
país de encrucijadas de innumerables
culturas, ha recibido, a través de sus
caminos, innumerables viajeros que se
asentaban, converXan o seguían su
camino y que sin lugar a dudas
transmiXan a través de sus costumbres,
sus legados culturales allá por donde
pasaban.
El hecho que confluyeran en
España, tres de las culturas más ricas en
el S XV, con sus religiones y diferenciadas
dietas, impuestas por sus religiones,
implicaba tres formas diferentes de
comer, y de preparar los alimentos y que
al convivir generaron una diversidad
culinaria en el territorio peninsular poco
conocida en Europa hasta esa misma
época resultando una suerte de
bendición cultural abocada al
desvanecimiento, fruto del despo�smo
de las normas impuestas por la religión
dominante en la época.
D. Luis Alcañiz, judío conver�do al
cris�anismo en la úl�ma década del
S.XV, cons�tuye un buen ejemplo de lo
ocurrido durante este periodo. Este
pres�gioso médico, profesor y poeta que
llegó a contar entre sus pacientes con los
mismísimos reyes católicos, fue
condenado a la hoguera por prac�car
algunas de sus costumbres judías, entre
ellas las gastronómicas.
En la cocina hebrea las tradiciones
se man�enen celosamente mediante el
Kashrut, un conjunto de leyes que
es�pulan qué alimentos son Kasher
(adecuados) o Parve (neutros) y cómo
deben consumirse.
LA GASTRONOMÍA JUDEO-CRISTIANA DEL S XV
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La alimentación del S. XV, es el resultado
de varios años de convivencia y
asentamiento de poblados judíos en la
península ibérica, en el que la cocina
sefardí adquiere hasta entonces todos los
elementos autóctonos. No es de extrañar
pues que aún en clandes�nidad, se
mantuviera la liturgia de comidas y
ayunos propias de las obligaciones
religiosas y las fiestas como: “ El Rosh ha
Shaná, día de Año Nuevo, el Yom Kipur,
día del Perdón, Shavuot, o Pentecostés, la
de Shukot o de los Tabernáculos, la
Hanuká o de las Luces, La de Purím o
Suertes, la del Año Nuevo de los Árboles o
Tu B’Shevat, que se celebra el 15 de
Shevat (aproximadamente febrero) y que
marca el comienzo de la Primavera en
Eretz Israel, cuando florecen los árboles
frutales, y la más importante, el Pesah o
Pascua”.
Cabe destacar entre sus
costumbres, el descanso del ¨sabbat¨ que
no permiXa cocinar los sábados, desde el
atardecer del viernes hasta el sábado,
pues generó con esta restricción la
necesidad de crear nuevas formas de
conservar los alimentos y de cocinar
propias de la religión, como la adafina,
precursora de los cocidos posteriores, y
los platos marinados “el agristadas”, es
decir de sabor agrio, comunes con
pescados y carnes. Otras de las
costumbres eran las de secar al aire
hortalizas, así como preparar dulce de
membrillo, mermeladas, etc. Hasta la
elaboración del pan era un ritual en el que
el resultado procedía de una masa cocida
dos veces; el lunes y el viernes con
aspecto seco, que se guardaba en jarras y
posteriormente se humedecía con agua o
aceite. Elaboraciones como el almodrote
de berenjenas, alimento Xpico del
desayuno del sabbat, los bollos de pan,
posiblemente origen de las “migas”, las
“roskitas de gueve”, rosquillas de huevo, y
los bizcochos son ejemplo de su riqueza,
sin olvidar la fritura de pescado, los
buñuelos de viento, “bimuelos”, y las
albóndicas? , elaboradas de carne de
cordero, o de pescado.
Los sefardíes cocinaban a menudo
en aceite de oliva, por ser un alimento
“kosher,” rehuían del uso de tocino
(prohibido por las normas dietarias
judías), y u�lizaban como elemento
iden�fica�vo de su cocina gran can�dad
de ajo en sus comidas. Todavía se
conservan en nuestros recetarios los
mazapanes, que eran platos de boda, “las
orejas de Fraile” y los boquerones en
vinagre, entre otros muchos manjares a
los que diecilmente se podría hacer
mención en un corto relato como el que
se presenta.
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CLARA CAMPOAMOR. VOTAR SERÁ TAN FÁCIL COMO COSER Y CANTAR
Por Antonia Bueno Mingallón.
Apenas sin equipaje, tan sólo la
frágil maleta de mis 60 años plagada de
recuerdos, escapo de esta realidad
valenciana de comienzos del siglo XXI y
aterrizo en aquel Madrid de mediados de
siglo.
Allí me introduzco en mi pequeño
cuerpo, aposentado en la mesa del
comedor, haciendo mis deberes
colegiales junto a mamá que borda
mantelerías, sábanas, camisones… Acaso
algún nuevo ves�do para esta niña de
diez años que ahora la mira con cariño y
nostalgia. Mientras la aguja de la
máquina picotea rítmicamente la tela,
mamá canta las canciones que la radio
pone de moda.
Este fue mi engarce crea�vo con
Clara Campoamor cuando decidí escribir
un relato sobre ella. No me
interesaba hacer una hagiograea. Quería
sacar a la luz la niña que subyacía bajo
aquella gran mujer. Y qué mejor forma
que la empaXa como herramienta de
conocimiento. Clarita también vivía en
Madrid y su madre era una magnífica
costurera. Hasta era una acuariana como
yo… Quizá los astros me ayudasen en mi
búsqueda. El relato se llamaría Yo,
Clarita.mantelerías, sábanas,
camisones… Acaso algún nuevo ves�do
para esta niña de diez años que ahora la
mira con cariño y nostalgia.
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Mientras la aguja de la máquina picotea
rítmicamente la tela, mamá canta las
canciones que la radio pone de moda.
Este fue mi engarce crea�vo con
Clara Campoamor cuando decidí escribir un
relato sobre ella. No me interesaba hacer
una hagiograea. Quería sacar a la luz la niña
que subyacía bajo aquella gran mujer. Y qué
mejor forma que la empaXa como
herramienta de conocimiento. Clarita
también vivía en Madrid y su madre era una
magnífica costurera. Hasta era una
acuariana como yo… Quizá los astros me
ayudasen en mi búsqueda. El relato se
llamaría Yo, Clarita.
Me puse manos a la obra, la
indagación es un proceso apasionante que
sienta las bases de una verdadera creación.
La II República ins�tuyó que las
mujeres podían ser elegidas pero no
electoras. Fue Clara Campoamor quien
superó esta contradicción consiguiendo el
voto para la mujer en una dura lucha que la
llevó a enfrentarse a sus compañeros
ideológicos. Decían que aún no era el
momento para “dar” el voto a la mujer,
como si los varones ostentaran esa
propiedad y pudieran disponer de ella a
voluntad, según conveniencias polí�cas. El
argumento consisXa en que las mujeres
eran profundamente conservadoras y si
accedían a las urnas darían su voto a la
derecha. Y aunque resulte paradójico, esta
postura la defendían también mujeres de
izquierda, supuestamente progresistas,
como Victoria Kent, con quien Clara
Campoamor tuvo que enfrentarse en un
debate histórico que acabó ganando en un
pulso desgarrador.
¿Estaba plantado ya el germen de
ese tesón en aquella niña de diez años?
El padre de la pequeña Clarita era
contable en un periódico. Murió cuando
Clara era pequeña. Es de suponer que su
madre tendría que coser aún más
mantelerías para mantener a la familia y que
sus cantos no serían tan felices. La joven
Clara la ayudó repar�endo ropa y
trabajando en diversas tareas, curiosamente
relacionadas con la comunicación, como
teléfonos y correos. Hasta los treinta y dos
años no se matriculó en la escuela
secundaria. Y ahí empezó su carrera
meteórica. Tenía que correr, había mucha
faena por hacer. Dicen que no hay viento
favorable para el que no sabe adónde va. Y
Clarita lo tenía muy claro.
Estudió Derecho, obteniendo el
Xtulo en dos años. A los treinta y seis se
convir�ó en una de las primeras abogadas
españolas. A los cuarenta y tres fue elegida
diputada. Y tras un arduo debate con su
colega Victoria Kent, consiguió el voto para
la mujer. “La única manera de que las
mujeres maduremos en el ejercicio de la
libertad, es caminar dentro de ella.” Parece
que sus palabras cerraron la polémica. Y dos
años después, ella misma, Clara Campoamor
Rodríguez, introdujo su papelito en la caja,
tal vez dedicándoselo a su madre, aquella
costurera iletrada y cantora magnífica, su
faro y su guía.
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Fue un duro camino que la
convir�ó en proscrita. Como
diríamos ahora tuvo una ac�tud
de enorme “incorrección
polí�ca”, ya que puso el dedo
en la llaga de grandes
contradicciones vividas en el
seno de la izquierda. “Mi ley es
mi lucha”. Habla de ello en su
libro: “El voto femenino y yo:
Mi pecado mortal”, escrito en
1935.
Luego vendría la guerra,
el exilio, su labor como
escritora ella misma de
biograeas de otras mujeres
ilustres, su intento de volver a
España, denegado por
pertenecer a una logia
masónica, su trabajo infa�gable
hasta perder la vista, y
finalmente su muerte de cáncer
en Lausana, Suiza, en 1972.
Durante la Transición se
le han dedicado diversos
homenajes, e incluso se ha
ins�tuido un premio con su
nombre des�nado a personas
que trabajan en defensa de los
derechos de la Mujer. Pero si
preguntas a las jóvenes
generaciones, es posible que no
sepan quién fue esa gran dama
a la que tanto debemos.
Clara Campoamor aún aguarda
el necesario reconocimiento.
Ojalá pronto se palie esta
carencia. Mientras tanto, me
conforto pensando lo feliz que
debió sen�rse sabiendo que en
el futuro votar sería para las
mujeres tan sencillo como
“Coser y cantar”. Al igual que yo
me senX feliz escribiendo sobre
su historia, que en defini�va es
la de las mujeres de mi país, de
mi vida y mi propia historia.
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Por Nieves Gómez López. Profesora �tular de
la Universidad de Almería.
La literatura escrita siempre ha estado
avanzando, desarrollándose a costa de la
oral, desde que se inventó la escritura y
sobre todo desde que se inventó la
imprenta.
Al principio, cuando aparece la escritura en
la historia, en pueblos como China, Japón,
Mesopotamia, Egipto, Grecia..., la literatura
escrita era una transliteración de tradiciones
orales anteriores. Así, muchos de los
primeros autores literarios fueron
compiladores o transmisores de obras orales
patrimoniales.
La influencia de la literatura oral en la
escrita la podemos ver en Grecia, en
Homero, por ejemplo, que fue un simple
transmisor o compilador de cantares épicos,
así como en escritores líricos y dramá�cos
griegos posteriores; en Roma, en la novela
Asinus aureus ('El asno de oro') de Apuleyo
(siglo II) que puede considerarse como una
sucesión de historias y cuentos que habían
llegado a conocimiento del autor por cauces
indudablemente orales; en la Biblia hebrea,
que es, en buena parte, una compilación de
historias, leyendas y cantos tomados de la
tradición oral; en la Edad Media, en torno a
los siglos XI y XII, se implanta en toda
Europa, la moda de recoger por escrito los
grandes textos de cada tradición oral
vernácula (los Eddas, el Cantar de los
Nibelungos, los fabliaux o cuentos extraídos
o inspirados en los de la tradición oral, o la
transmisión oral de los juglares que fue
decisiva para la difusión de este �po de
literatura).
En el siglo XV, ya en el Renacimiento,
con la invención de la imprenta, la Literatura
escrita comienza a compe�r con la oral y va
ganándole terreno.
Y saltándonos algún que otro siglo para no
extendernos, en el siglo XX, el hecho de que
la literatura oral, desde siempre, ha corrido
en paralelo con la escrita, lo podemos ver en
el ejemplo de muchos grandes literatos
actuales que están muy influidos por la
literatura oral: Camilo José Cela, Gabriel
García Márquez o José Saramago quienes
�enen unas influencias de lo oral muy
acentuadas. Esta realidad, poco estudiada
en la educación literaria española,
encuentra un claro ejemplo actual en la
leyenda bilingüe, escrita en castellano y en
inglés, “El anillo del dedo del diablo”, y que
corresponde al segundo Xtulo de la
Colección: “Dicen que es verdad”. Salió a la
luz en el mes de sep�embre de 2011 en
Almería y su autora es Mary Nelux. La
portada está ilustrada por una pintura de
Miguel Rodríguez Ferrer y representa la
enigmá�ca iglesia del Cabo de Gata,
EL ANILLO DEL DEDO DEL DIABLO
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que tantas historias fantás�cas ha generado,
sobre todo a aquellos que la contemplan “in
situ”.
Mary Nelux recrea una leyenda oral,
la más conocida por los pescadores del Cabo
de Gata almeriense, que ella misma había
recopilado hacía algún �empo. Al relato se
le podría dar diferentes Xtulos (los
informantes no ponen Xtulo a sus historias),
aunque ella sugirió dos: “Los piratas de Cabo
de Gata” o “La mula coja”. He aquí el
etnotexto recogido por Mary Nelux: ¨Los
piratas de Cabo de Gata o La mula coja¨:
Esto era de piratas. ¨Aquí fue a onde, en tó
el playazo este,
fue a onde le
quitaron a la
reina el anillo;
porque venían
los barcos
piratas, y
entonces pues
cogieron la
reina. Venía en
un barco, yo no
sé qué reina
sería, ¿no? Y
venía en un
barco.
Y
entonces
cogieron un
burro cojo y le
pusieron un farol en el cuello, pa que se
creyeran que era la farola. El burro iba
andando e iba cojeando. Y el farol iba
subiendo y bajando, y se creían los barcos,
“¡pum!”, pues se embesXan.
Eso eran los piratas, los barcos de
piratas. Le cortaron a la reina el deo pa
quitarle el anillo, los piratas. Y se lo llevaron
los piratas pa venderlo.
Puede que el deo esté en algún si�o, pero
yo creo que lo �raron¨.
Informante: Joaquín Sánchez Abad
La Fabriquilla, Cabo de Gata, Almería
De esta manera, Mary Nelux se lanza
a la creación de una leyenda donde la intriga
rodea al misterioso templo solitario que
contempla el mar Mediterráneo en medio
de una extensión desér�ca. Un anillo, la
luna negra, los piratas
terrestres, el Arrecife de
las Sirenas, el Arrecife del
Dedo y otros mo�vos
imaginarios mezclan la
fantasía más tenebrosa
con la realidad geográfica
de esta zona del sur de
Andalucía. Pero el anillo
oculta algo más: la
soberbia. Como
contrapuesta, Mary Nelux
se adentra en resaltar el
valor de la bondad que
debemos de desenterrar
de nosotros mismos, lo
pide en la dedicatoria del
librito. Solo catorce
páginas en castellano y
otras tantas en inglés, te
invitan a soñar y a visitar Almería. Y, sobre
todo, te quedas con las ganas de pedirle a la
autora que con�núe el relato. Dice que un
día lo hará.
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Por Miguel Forcada Serrano. Real
Academia de Córdoba.
La Subbé�ca en general y la sierra
Horconera en par�cular, están muy
faltas de literatura y muy necesitadas de
ella. Cuando un territorio posee la
belleza y la dimensión sobrehumana que
�enen estas sierras del sur de Córdoba,
es muy conveniente que tengan también
un compendio cultural que explique sus
valores en los dis�ntos lenguajes del
arte y de la ciencia: la pintura, la música,
la literatura, el informe cienXfico, el
reportaje…
Cuando un territorio es capaz de
engendrar, según los hechos históricos
acaecidos en él o en los inventados por
la fantasía de los poetas, un acervo, un
archivo compuesto por leyendas,
fábulas, personajes excepcionales y
narraciones literarias, entonces se
convierte en un territorio mí�co. A los
valores naturales que posee, se añaden
ahora los valores culturales que
dependen siempre de la acción humana
sobre el territorio y que suponen un
plus, un valor añadido que revierte,
tarde o temprano, como recompensa,
sobre los habitantes de ese territorio.
Los amantes de la literatura recordarán
sin duda como ejemplos de creación de
un territorio mí�co los casos de
Yoknapatawpha de Faulkner, la
fantasmagórica Comala de Juan Rulfo, el
Dublín de James Joyce, o el Macondo en
el que transcurren los ”Cien años de
soledad” de García Márquez. Pero no es
necesario salir al extranjero. En la
literatura española también hay casos
magistrales, incluso pioneros en la
literatura universal como puede ser el
de La Mancha, ese territorio mí�co por
el que deambulan los dos paradigmas
del idealismo y del realismo que son Don
Quijote y Sancho.
Más recientemente, Juan Marsé
ha conver�do a Barcelona en una ciudad
de novela; Luis Mateo Díez creó “El
reino de Celama” y Juan Benet, un
territorio vivo llamado “Región”. Incluso,
más cerca de nosotros, escritores como
Alejandro López Anglada o Francisco
Carrasco están haciendo de los
Pedroches (en la sierra norte de
Córdoba) un territorio mí�co por el que
se mueven con igual soltura personajes
del más variopinto pelaje. Digamos que
“El MISTERIO DE LA TIÑOSA”, O LA HORCONERA
COMO TERRITORIO MÍTICO.
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la mayor parte de estas creaciones se
enmarca en la narración coral del
crepúsculo de las civilizaciones rurales: las
“cosas del campo”, tal como las veía el
antequerano José Antonio Muñoz Rojas; o
sea, la vida rural antes de la mecanización
de la agricultura.
Algo muy válido, muy lírico y hasta muy de
moda en literatura, pero sin duda falto de
impulso épico.
¿Y la Subbé�ca? ¿Qué ha sido de la
Subbé�ca en la literatura? Y si concretamos
algo más, si
nos
centramos
en la parte
más salvaje
de la
Subbé�ca,
que es la
sierra
Horconera,
¿cuál es la
presencia de
la sierra
Horconera
en la literatura? Digámoslo pronto:
escasísima.
La Horconera entró en la universidad
de la mano de Antonio López On�veros y de
Juan Pericay, no hace más de 60 años, pues
antes de ellos solo exisXan “la Sierra”, Sierra
Morena, claro está, al norte del
Guadalquivir; y “la campiña” que ocupaba
todo el resto de la provincia. La Subbé�ca o
la Horconera, sencillamente no exisXan para
la ciencia, ni para la literatura.
En la literatura, hay pocas referencias antes
de Juan Bernier que escribía en los años 60
del siglo pasado. Juan Bernier fue un poeta-
senderista que recorrió palmo a palmo las
�erras de la provincia de Córdoba buscando
yacimientos arqueológicos. Contó sus
recorridos y hallazgos en dos libros:
“Historia y Paisaje Provincial” y “Córdoba
Tierra Nuestra”, editados en 1966 y 1980
respec�vamente. Con un lenguaje poé�co
incomparable describió las sierras del sur de
Córdoba e incluso las cuevas que visitaba.
De su pluma
salió por ejemplo
este párrafo
dedicado a la
Tiñosa: “Es la reina
de nuestras
montañas del sur,
cuyos 1560 metros
forman el balconaje
esplendoroso de
nuestra provincia a
las nieves de la
Penibé�ca y a los
aires mediterráneos.
Imponentes tajos y rodaderos, crestas
afiladas de roca, pedregosos restos de
elevados glaciares se juntan a cañadas y
puertos por donde el viento frío no respeta
veranos agobiantes. La Tiñosa se presenta
como una tentación alpina, ahora que la
nieve se acurruca en sus umbrías. acuá�co;
por encima, el oleaje gaseoso de inmensas
nubes o el sol radiante del sur.”
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Solo sendas de pastores surcan aquellas
débiles capas de �erra, en las que el
invierno incuba una eclosión cromá�ca
de menudas flores primaverales. Por
debajo está siempre la viva roca a veces
horadada por millones de años de duro
trabajo.Más allá de Bernier, creo que
una de las grandes aportaciones para la
creación de un territorio mí�co en torno
a la Horconera, debemos atribuirla a un
escritor nacido en Valladolid y llamado
Jorge Alonso García que publicó en 1979
una biograea novelada o mejor una
novela pseudobiográfica sobre
Omar Ben Hafsun; nada menos
que 450 páginas de letra pequeña; es
decir, un libro para lectores valientes.
Homar Ben Hafsun fue un guerrillero
hispano, un mozárabe que lideró la gran
sublevación del pueblo andaluz en el
siglo IX frente a la opresión de los
Omeyas. Durante 50 años, apoyado por
la familia Ben Mastana (propietarios del
cas�llo de Carcabuey), se enfrentaron a
cuatro emires cordobeses, el úl�mo, el
califa Abderramán III. El territorio
liberado por Homar ben Afsun abarcaba
los límites de las sierras de Ronda y
Antequera por el Sur y la sierra
Horconera por el norte: primer territorio
mí�co en el que podemos integrar a las
sierras subbé�cas y especialmente a la
Horconera.
Nos acercamos ya a la Tiñosa
pues nuestra sierra, el escenario de la
novela de Mary Nélux, “El misterio de la
Tiñosa” publicada recientemente (2012,
Almería, Almazara de Muela), aparece ya
como protagonista en la historia de
Homar ben Hafsun. Pero en los siglos
posteriores a la reconquista se olvidó por
completo este episodio del caudillo
mozárabe andaluz. ¿Cuándo
recuperamos desde el punto de vista
literario, el territorio de la Horconera?
Ya hemos leído a Juan Bernier.
Pero también podríamos considerar
como antecedente a Manuel García
Hurtado, cronista de Palenciana, que en
su novela “Tierra del Sur”, u�liza la
Horconera como telón y sitúa en esta
sierra un poblado mí�co por muchos y
sugerentes mo�vos, llamado Ardanisán,
cuya desaparición es el episodio más
emocionante de la novela.
Sin embargo, el paso más
importante para considerar a la Tiñosa
como territorio mí�co lo da
seguramente el escritor prieguense
Rafael Requerey Ballesteros, pues su
invención es plenamente épica. No se
comprendería la creación literaria de
Rafael Requerey sin las inves�gaciones
histórico-arqueológicas de Antonio
Arjona Castro y de Rafael Carmona
sobre el “Cas�llo de Tiñosa”, también
llamado “Jardín del Moro”. El Cas�llo de
Tiñosa es, probablemente, el lugar con
más poderes para es�mular la creación
épica en toda la subbé�ca cordobesa.
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Los que conocemos las ruinas de aquel
poblado o refugio casi inaccesible,
literalmente colgado entre horrorosos tajos,
comprendemos, desde la primera visita, que
lo ocurrido allí durante la dominación
musulmana y durante la reconquista solo
puede ser contado por un poeta de
poderosa inspiración.
Rafael Requerey recogió en un relato breve
los elementos fundamentales del mito del
Cas�llo de Tiñosa y puso a su relato un Xtulo
transformador y sugerente: “Ciudad
Tiñosa”. El argumento es el siguiente: un
joven artesano de Marrakech hereda un
cofre dentro del cual hay unos rollos de
pergamino en el primero de los cuales
puede leerse un Xtulo: “Historia de Ciudad
Tinnosa”. A con�nuación puede leer la
crónica de cómo Abderramán III separa de la
cora de Elvira una nueva provincia cuyo
centro es “Bagu” (nombre árabe del Priego
medieval) y pone al mando de la misma a
Ahmad ben Shuhayd (año 930). El relato
describe inmediatamente el lugar en el que
hoy encontramos el Jardín del Moro: sobre
la dehesa Vichira, a más de 1.300 metros de
al�tud, frente al viejo camino de Rute a
Baghu. Habla después de una joven nacida
en “el cas�llo de Tiñosa” que se enamora de
un joven llamado Walid, nacido en Baghu; la
pareja forma una familia en la que ahora el
escritor llama por primera vez “ciudad
Tiñosa”. En 1277 el rey Alfonso X conquista
“ciudad Tiñosa” tras una dura batalla y la
familia de Walid huye a la ciudad de Elvira y
después emigra a Marraquech donde ya
anciano, narra la historia de la familia y la
destrucción de ciudad Tiñosa para
conocimiento de sus descendientes. En
siete páginas, puede decirse que el mito de
“Ciudad Tiñosa” o del jardín del Moro, está
ya creado.
Este relato de Rafael Requerey
recogido en su libro “Desde el desván”, es
una de las fuentes de inspiración de Mary
Nélux para escribir su novela. Las otras
fuentes de inspiración son varias leyendas
que la autora debe haber oído en la aldea
de Lagunillas.
La visión legendaria de nuestra comarca
también ha sido poco estudiada. De hecho
solo conozco el trabajo realizado
conjuntamente por Marcos Campos, Rafael
Carmona, Antonio Moreno y Fernando
Rodríguez �tulado “Cuevas y Tradición Oral
en la Comarca de Priego” que fue
presentado en 1992 al VI Congreso Español
de Espeleología celebrado en La Coruña. En
el análisis temá�co que realizan sobre la
tradición oral en relación con las cuevas,
aparecen dos �pologías que son u�lizadas
por Mary Nélux en su novela breve ya citada
“El misterio de la Tiñosa”: la de
encantamientos y apariciones y la de cuevas
con recorridos excepcionales. Veamos el
argumento de esta novela breve. En un
cor�jo situado entre la aldea de Lagunillas y
la Tiñosa viven dos hermanos llamados
Rafaela (o Rafi) y Tomás. Una noche de
tormenta �enen una aparición; la encantada
de los siete pozos les pide que suban a la
Montaña Negra (La �ñosa) e intenten
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descubrir el misterio de la encantada y si
es posible, sacarla de su encantamiento
y volverla a la vida. Los dos hermanos se
ponen en marcha, atraviesan el “arroyo
del Murmullo” (bellísimo nombre para
lo que podría ser el primer tramo del Río
Salado), y desde las ruinas de
Caña�enda, comienzan la subida .Los
encuentros se irán sucediendo y la
historia irá tomando cuerpo hasta el
final.
En la parte más emocionante del relato,
los dos hermanos penetran de forma
misteriosa en una inmensa cueva que
ocupa el interior de la Tiñosa y junto a
un bellísimo lago subterráneo
encuentran a la encantada que después
de contarles de nuevo su trágica
historia, les da las instrucciones
necesarias para conseguir su
desencantamiento y vuelta a la vida.
Las relaciones temá�cas con
relatos anteriores son numerosas y
encajan siempre con lo que ya se
conoce sobre las leyendas de la sierra
Horconera. La encantada, que en otros
relatos se llama, por ejemplo,
“Moraima”; aquí �ene un nombre
también legendario: se llama Argen�a.
Imposible una elección mejor ya que en
el santoral católico aparece Santa
Argentea como “virgen y már�r”
relacionada con el mozárabe Homar Ben
Hafsun; y en el libro de Jorge Alonso
García que antes hemos citado como
biograea de este caudillo, aparece
también Argentea como una bella
muchacha que tenía amores con Omar
ben Afsun y que más tarde fue
conver�da en esclava y conducida a
Málaga.
Pues bien, en una de las paredes
de la iglesia de las Lagunillas hay colgado
un cuadro que representa a Santa
Argentea. El epílogo de esta novela nos
cuenta la aparición del cuadro y nos
habla de un párroco que introdujo esta
nueva leyenda en las Lagunillas. Puedo
acreditar que este párroco era D. Luis
Arroyo pues yo mismo le oí contar hace
años esta leyenda que él aseguraba
estar escrita en documentos
medievales.
También veo necesario un aviso
para navegantes de �erra adentro, o
mejor dicho, para senderistas. Hay
magníficos conocedores de la
Horconera; yo les pido que no busquen
la correspondencia de los nombres y
lugares que se describen en la novela,
con la realidad. Mary Nélux no es
cronista, ni periodista, ni senderista,
sino novelista y por lo tanto �ene todo
el derecho y hasta la obligación, de
situar cada nombre, cada leyenda, cada
cueva, donde le venga bien a su creación
fantás�ca.
Hablamos de un nuevo territorio
mí�co.
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Por Morote Magán, Pascuala. Universitat
de València y María José Labrador Piquer.
Universidad Politécnica de Valencia.
“La verdadera novedad perdurable es
aquella que retoma todos los hilos de la
tradición y teje con ellos un lienzo”.
Fernando Pessoa.
La literatura oral posee, en estos
momentos, en la educación literaria de los
estudiantes de cualquier nivel educa�vo,
un valor que no podemos desdeñar. Forma
parte integrante del patrimonio intangible
de todos los pueblos, está ligada a un
amplio concepto de cultura y se puede
considerar literatura universal, por su
contextualización en espacios geográficos
concretos; es, a su vez intertextual porque
los temas y mo�vos de sus géneros se
parecen en todos los países y con�nentes,
de donde se deduce su carácter
intercultural presente en la mayoría de
ellos: relatos, chistes, coplas, nanas,
juegos, romances...
Una de nuestras finalidades
esenciales es evitar que se olvide el bagaje
literario que los niños llevan a los centros
escolares, porque supone el primer
acercamiento a la literatura, a través de la
cual han de llegar a la de autor, pues un
gran número de estos beben en las fuentes
de la tradición oral, desde siempre.
Cualquier género oral conduce al individuo
a comunicar, convivir, construir
verbalmente el mundo, formar su
autonomía individual y amar la palabra,
cuyo carácter evoca�vo establece vínculos
de unión y afec�vidad y abre las puertas a
la memoria.
Hacer una breve incursión en los géneros
literarios orales, es con el fin de destacar
sus posibilidades didác�cas, sus temas y
valores que se vinculan al sen�miento y al
diálogo, tan necesarios en el mundo actual
donde se precisa que escuchar sea ac�vo,
pues la palabra cuando se canta, se juega o
se cuenta, se percibe si repercute en los
demás y crea sensaciones vitales. Por ello,
es necesario que nos aproximemos a un
concepto amplio de cultura que coloque la
palabra oral en el lugar que le corresponde
tanto en la comunicación interpersonal,
intergeneracional, en la vinculación con el
ambiente socio-histórico-geográfico que
rodea y envuelve al ser humano, como en
la
LITERATURA ORAL EN LA FORMACIÓN LITERARIA
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Todo esto nos conduce a resaltar el
valor que posee la literatura oral o folclórica
en la formación integral del individuo en
todos los niveles educa�vos; desde la
educación infan�l a la universitaria, porque
aporta unos materiales textuales orales
esenciales para conocer la Literatura
Universal, que se han transmi�do desde
siempre por vía oral o escrita, en este caso,
literaturizados o some�dos a procesos de
reelaboración literaria. Uno de los ejemplos
más sobresaliente es el de los cuentos de los
Hermanos Grimm, traducidos a muchas
lenguas y conocidos en gran parte del
mundo. Y de ahí que queramos conseguir
que los géneros orales narra�vos,
dramá�cos y poé�cos formen parte de la
educación lingüís�ca y literaria de todas las
personas.
La literatura oral o folclórica acerca a los
individuos a la literatura de autor, que
desde los �empos más remotos a nuestros
días, asienta sus primeras bases en lo
tradicional que tanta relación �ene con la
vida y la historia de cada uno, haya nacido
donde haya nacido. La UNESCO la denomina
patrimonio cultural inmaterial o intangible.
La palabra es el mejor instrumento
de acercamiento y evocación de la realidad.
A través de la palabra oral penetramos en
viejas formas de vida, cuyas huellas o
marcas, en ocasiones desdibujadas,
seguimos hallando en lo nuevo, en la
modernidad e incluso en la
postmodernidad. La palabra descubre
conductas, pensamientos, sen�mientos…y
favorece la iden�dad del ser humano como
tal, en épocas y espacios diversos, pues la
palabra es inseparable de la vida del hombre
y su memoria. Por medio de la palabra nos
adentramos en la cultura de los pueblos
cons�tuida por valores, creencias y tomas
de posición respecto al entorno.
Lotman y Uspenskij (1979:72) señalan: «La
definición de cultura como memoria de la
colec�vidad» y plantean, en términos
generales, «el problema del sistema de
reglas semió�cas, según las cuales la
experiencia de la vida del género humano se
hace cultura», lo que les conduce a indagar
en uno de los problemas más graves de �po
cultural, el de la longevidad vista desde dos
perspec�vas: la de los textos de la memoria
colec�va y la del código de dicha memoria.
De ahí que el olvido sea el mayor de los
peligros en la educación actual, así como el
silencio que dificulta la transmisión y la
pervivencia a través de los siglos, reac�vada
hoy por su difusión en la red.
La literatura oral, en esta era de las
comunicaciones electrónicas, llega en
grandes can�dades, si bien, en ocasiones,
aparece sin datos de los informantes y sin
especificar el lugar de procedencia. El
porvenir de esta literatura está en los
millones de seres humanos que han de
transmi�rla y en la labor de los educadores
e ins�tuciones para integrarla en el currículo
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Los docentes tendrán que determinar lo
que se puede enseñar a través de la
literatura oral o qué conviene conservar y
enriquecer.
Amado Alonso refiriéndose a la
lengua piensa que no hay una mejor
lengua, sino una lengua de todos y de cada
uno de nosotros que solo adquiere la
dignidad de mejor cuando nos integramos
en ella; del mismo modo, podríamos
afirmar de la literatura oral respecto a la
escrita que no hay una mejor que otra sino
individuos que la hacen suya y la
transmiten de forma diferente.
El ser humano es, por consiguiente,
el que con sus palabras e inteligencia
comunica conocimientos, deseos,
temores, esperanzas, sueños, amores,
creencias…, en suma, experiencias que
dan lugar a una literatura de carácter
tradicional, cuyos materiales hay que
recoger, analizar, comparar y valorar,
puesto que cons�tuyen una parte de la
historia cultural que cada generación
ofrece a la siguiente.
MarXn Sánchez (2002.14) señala: «La vida
del hombre está llena de ma�ces y
circunstancias que, de obviarse, la harían
en gran parte incoherente y casi siempre
incomprensible, pues si la historia de la
humanidad es la suma de todas las
historias de las diferentes culturas que han
surgido y desaparecido a lo largo del
�empo, a su vez, todas ellas son el
resultado de las historias individuales de
las gentes que vivieron en esas culturas».
La observación de los estudiosos,
en ocasiones, no ha tenido en cuenta
estas ideas, incluso las han despreciado, lo
que ha acarreado que las jóvenes
generaciones actuales entren a la
universidad con un desconocimiento casi
total de una vasta y rica cultura de
carácter universal contextualizada en
ambientes diversos, pero que con la
semejanza de unos pueblos con otros,
siempre parece la misma por el contenido
y dis�nta por la versa�lidad de sus formas
expresivas, propias del individuo y de la
legua que u�liza.
La literatura oral, folclórica o patrimonial
está cons�tuida por una realidad única y
diversa al mismo �empo, lo que, aun
pareciendo paradójico, se puede explicar
por las nociones de iden�dad y
pertenencia que con�enen en sí mismas el
concepto de patrimonio, correspondiente
a las realidades que lo componen,
esenciales para clarificar el concepto de
Cultura Patrimonial como una
construcción humana y el de Literatura
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No se puede, como piensa Clara Fontal
(2004:17-19) hablar de patrimonio sin tener
en cuenta la proyección humana de quien lo
posee y lo conoce, lo disfruta, lo respeta, lo
valora y lo transmite por haberlo heredado
de sus antepasados.
Como tampoco se
puede hablar de
patrimonio inmaterial o
intangible, sin
percatarse del
sen�miento y la
emoción que acompaña
a cada género literario
oral; por ejemplo, los
que entonan una
canción de cuna a un
niño, los que prac�can
un rito en el que creen,
los que par�cipan en un
acto mul�tudinario de
�po religioso, etc., en todos está presente
una visión ín�ma y emo�va que favorece la
transmisión gozosa con la finalidad de que
quienes presencian o escuchan están
aprendiendo a introducirse en la valoración,
obje�va y subje�va a la vez, de este rico
patrimonio, que por intangible, es también
espiritual, abstracto, invisible y
trascendental.
El DRAE indica de la palabra intangible «que
no debe o no puede tocarse», de ahí que
consideremos la literatura oral o de �po
tradicional como un tesoro, a veces
escondido y de cuyo dueño no queda
memoria, o como una joya que se exhibe
mediante la palabra y es capaz de prender y
sa�sfacer al auditor, deleitarlo con las
imágenes poé�cas, diver�rlo con el humor
popular, hacerle parXcipe de aventuras
maravillosas, fantás�cas, misteriosas…que
le pueden ayudar a comprender mejor el
mundo que le rodea.
En
consecuencia, desde
nuestro punto de vista
queremos llamar la
atención sobre los
géneros literarios
orales, de una manera
sucinta. ¿Géneros o
subgéneros? es la
primera cues�ón que
surge. A nuestro juicio,
son géneros porque
�enen en�dad por sí
mismos y rasgos
diferenciadores. Si los
comparáramos con la
literatura de autor serían subgéneros o
géneros menores.
Con independencia de la polémica que se
entabla siempre que se estudia la cues�ón
de géneros orales, no nos cabe duda, como
ya hemos indicado, de los valores que
poseen en la vida del individuo, desde el
nacimiento hasta la muerte; en especial en
la educación, que primero parte del medio
familiar, después del escolar y entre ambos
se puede situar el extraescolar cons�tuido
por lo que cada persona aprende de lo que
oye, de los juegos que prac�ca, de las
creencias e ideologías… en el espacio en que
vive, lo que se irá integrando después con
los conocimientos adquiridos
ins�tucionalmente.
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La literatura oral está plagada de mo�vos
relacionados con la vida y con la forma de
entenderla: costumbres, ritos, creencias…
que se expresan mediante la palabra oral,
procedente de quienes en otras épocas no
conocían la escritura, porque no habían
tenido acceso a ella. Eran los analfabetos,
tachados de incultos durante mucho
�empo y que, paradójicamente, nos
estaban haciendo entrega de una vasta
cultura, la gran desconocida incluso en
ámbitos intelectuales.
Queda claro, pues, que la escuela
no puede prescindir de la literatura que el
niño aporta al centro escolar, es su bagaje
cultural; es suyo porque lo ha aprendido
incluso antes de nacer, en el seno de su
madre, cuando esta entabla con él sus
primeros diálogos orales y le habla y le
canta canciones de cuna o nanas que
ayudarán a dormirlo.
Después llegarán los juegos, los
trabalenguas, las adivinanzas…,en suma, el
cúmulo de géneros narra�vos, poé�co-
narra�vos, dramá�cos…que cualquier
profesional de la educación debe conocer
y valorar, para que la literatura en las aulas
suponga no solo un disfrute audi�vo, sino
algo de gran importancia por su carácter
contextualizado, intertextual e
intercultural. En todos los pueblos del
mundo encontramos una literatura oral,
que, expresada en diferentes lenguas,
responde a la necesidad humana de crear,
transmi�r y divulgar una cultura propia,
que representa su más rico patrimonio.
La literatura oral es un medio de
evasión, de diver�mento, de desinhibición
de la imaginación, de juego recrea�vo
poé�co…, porque es arte espontáneo e
individual que se funde en lo colec�vo; se
crea y se transmite en un con�nuo
proceso de recreación, de transformación
y de revitalización, dando lugar a infinitas
versiones que con sus respec�vas
variantes se ex�enden por doquier.
La literatura oral es un acto de
libertad, de amistad, de sabiduría, de
solidaridad, de amor y de generosidad,
porque quien transmite cuentos o
leyendas, cantos, juegos, retahílas…posee
unos rasgos peculiares capaces de atraer la
atención y el entusiasmo del auditorio,
cualidad que no todos �enen o desean
ponerla en prác�ca.
Por úl�mo deseamos añadir que si
perdiéramos nuestra literatura oral,
perderíamos con ella nuestro patrimonio
individual, que forma parte del imaginario
colec�vo universal, con lo que una parte
de la memoria humana caería en la sima
del olvido.
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TEATRO Y EDUCACIÓN UNIDOS POR LA HISTORIA
Por Vicente CuFllas Sánchez Doctor en
Filología.
Si al cabo de los �empos se ha disociado el
contenido é�co y arXs�co del arte
dramá�co de su enseñanza como pilar de
la cultura europea, no podemos, sin
embargo, soslayar el hecho de que su
nacimiento en Occidente y su desarrollo
paula�no en la sociedad griega integraban
de manera sustan�va la naturaleza
arXs�ca con la ver�ente pedagógica de la
misma. Cabría añadir que una de sus
claves más opera�vas y funcionales fue la
inserción en la materia dramá�ca de una
concepción muy honda y elevada de la
educación.
«Como muy bien definiera Octavio
Paz, nuestra Modernidad apunta a una
asimilación ac�va e integradora de las
grandes aportaciones arXs�cas y culturales
que pautan y vertebran el devenir
histórico del hombre.» (Cervera, V., 1996,
417)
El encuentro teatro–escuela
depende de la naturaleza y de la cualidad
de la formación arXs�ca de los
educadores. Uno de los aspectos
fundamentales del papel del arte en la
educación se sitúa en la puesta en relación
de los jóvenes con el teatro.
Para pasar de la utopía a la
realidad, la formación de los educadores
debe: inscribir el arte y la cultura en el
proceso de formación, no considerar la
concepción de la intervención arXs�ca en
la escuela sólo como un instrumento
pedagógico, rechazar la idea de considerar
la prác�ca arXs�ca solamente en la
escuela, organizando diferentes proyectos
culturales comunes con los centros
culturales, museos, bibliotecas, servicios
sociales..., suscitar la creación de un lugar
de intercambios culturales durante y
después del horario escolar.
Estas cuatro condiciones evitan el riesgo
de dilución de las prác�cas dramá�cas y
teatrales respecto a las técnicas
psicopedagógicas. Mediante el juego, los
educadores pueden contar con la gente y
con los acontecimientos. Remontándonos
al origen de la historia del teatro, podemos
decir que el teatro es una diversión
colec�va, ante todo, para un público
joven.
Ya en la an�güedad, el teatro formaba
parte de la vida co�diana bajo la forma de
mimo, de juegos o durante las
manifestaciones relacionadas con las
fiestas. Ya se tratara de dramas saXricos,
de farsas militares, de sá�ras sociales, de
dramas litúrgicos, de juegos, de milagros o
de misterios, el teatro servía de medio de
comunicación, de educación y de diversión
populares.
Al final de la Edad Media y durante
algunos siglos después, muchos sucesos
vinieron a transformar la vida en general,
y, como consecuencia, el teatro, en
par�cular. El descubrimiento de la
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El teatro se convierte en el lugar para
escuchar a los autores. Los comediantes
deben respetar los textos: la
improvisación y el juego libre de la fiesta
popular ceden ante el texto de autor.
En el siglo veinte asis�mos a la
llegada de los
directores
escénicos, que
darán otro
sen�do al
trabajo teatral.
En efecto, este
nuevo
interventor, al
poner en
escena, con los
actores y los
técnicos, el texto de un autor, hace un
acto de creación. El paralelismo es
interesante con el del profesor. Éste
también realiza un acto de creación, al
trabajar los textos con sus alumnos y al
u�lizar las técnicas educa�vas. No vamos
a citar todas las corrientes que han
marcado el siglo veinte, solamente
citaremos algunos grandes pensadores
que han tenido una preocupación
pedagógica y reformadora del teatro. Ya
sea, Stanislavski, Meyerhold, Artaud,
Brecht, Grotowski o Barba... todos han
tenido una visión nueva del teatro. Aparte
de su trabajo teatral, los recordamos por
sus cualidades como educadores.
También, en el siglo veinte, el teatro
redescubre su función primaria: el juego.
El teatro, un arte de la acción, combinado
con la función educa�va, se convierte en
el arte de enseñar mediante el juego
dramá�co. Podemos pensar igualmente
en el psicodrama o en el sociodrama
como otros procedimientos
educacionales. Es plausible hablar de la
u�lización del teatro con fines
de propaganda polí�ca, social
o religiosa. Además, desde
una perspec�va educa�va
más amplia, en educación de
masas, el teatro se ve como
un excelente medio de
reivindicación y de
contestación. Igualmente, el
teatro para ver o para
representar en la escuela
puede ayudar a desarrollar un
sen�do social y cultural en todos los
públicos.
«El teatro se revela como un instrumento
educa�vo de primera magnitud para la
formación de la persona, sea cual sea su
edad o procedencia. El arte dramá�co es
el que más está relacionado con la
historia de nuestra vida. Visto desde este
ángulo, el arte teatral integra la historia,
la literatura, la sociología, la filosoea... y la
pedagogía. La persona es el centro del
estudio y quien cons�tuye la esencia
misma.» (Laferrière, G., 2000, 75)
El interés de esta revisión histórica se
jus�fica por sí mismo, pero aun así
queremos apoyarlo en cuatro mo�vos de
suficiente peso. El primero de estos
mo�vos radica en el hecho de que
conocer la tradición nos hace tomar
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Dentro de este concepto no estamos
refiriéndonos sólo al teatro escolar, sino a
su concepto educa�vo más amplio: teatro
para educar jóvenes y niños, para educar al
pueblo, para la docencia.
Igualmente podríamos hacer referencia a
los contextos sociales, culturales y
pedagógicos que han favorecido esta
finalidad del teatro: la pedagogía ac�va, el
principio de realidad en la educación, los
centros de interés, la mo�vación, la
socialización, educación arXs�ca y de la
sensibilidad, educación emocional,
inteligencia, memoria, preparación para la
vida adulta, oralidad…
El segundo de los mo�vos se
relaciona con nuestro convencimiento de
que la formación del profesorado debería
incluir, junto con unos sólidos
conocimientos epistemológicos y
psicopedagógicos, otros relacionados con la
construcción histórica de las disciplinas
escolares.
El tercer mo�vo se basa en la circunstancia
de que durante mucho �empo –
prác�camente hasta el siglo XIX– el
paradigma dominante en la u�lización del
teatro escolar ha sido moralista.
Por úl�mo, nos resulta también un
mo�vo de suficiente peso la comprobación
de que, a poco que iniciemos la andadura
en esta línea histórica, salta ante nuestros
ojos la evidencia de que la enseñanza
secundaria no ha estado bien definida hasta
hace muy poco y que en ella se han cruzado
prác�cas y fines diversos que han
condicionado tanto la selección de las
materias que se imparXan como los
contenidos y métodos de las mismas hasta
el S.XIX.
En suma, coincidimos con De Puelles (1996)
en su aseveración de que en especial, el
sistema educa�vo español, como cualquier
otra ins�tución básica de la sociedad, es
fruto de un proceso histórico sin cuyo
conocimiento, aunque sea a grandes rasgos,
no es posible entender la realidad actual.
Nuestro obje�vo en la tesis doctoral
(Cu�llas, V., 2005) no es hacer una historia
completa de lo que ha sido la educación en
cuanto a autores, épocas y países, sino
únicamente esbozar unas pinceladas en
este sen�do, que nos describan los casos
más representa�vos y las teorías que más
han contribuido a perfilar la teoría y los
problemas de la educación arXs�ca y
teatral.
2
Cervera, V., (1996) Electra Garrigo de Virgilio Piñera:
años y leguas de un mito teatral, en I Congreso
Iberoamericano de teatro, Oliva, C. y Reverte, C.
(Coord.), Universidad de Cádiz.
-Laferrière, G., (2000) La pedagogía puesta en
escena, Ñaque, Ciudad Real.
-De Puelles, M. de, (1996) Polí�ca, legislación e
ins�tuciones en la educación secundaria, Barcelona,
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FRONTERA NORTE
Juan Ballester
Donde nadie te encuentre es una
novela que narra la historia real de un
hombre inscrito mujer al haber nacido con
una enfermedad vulgarmente llamada
hermafrodi�smo. ‘Teresot, Teresot, ¿qué
�enes entre las piernas?’, se burlaba su
primo en Vilabona, su pueblo... Y Teresa Pla
se fue a la montaña como Heidi, a pasturar
con las ovejas y a re�rarse del mundo cruel
que nos rodea.
Un día regresando del campo, ya
adulta, La Pastora se topó con seis guardias
civiles y dos somatenes que la obligaron a
mostrarles su sexo atrofiado y aquella
humillación determinó un doble cambio en
su existencia: Rambo dejó de ves�rse con
faldas, se cortó la melena, se unió a los
maquis y se echó al monte por una zona
fronteriza enclavada entre Castellón,
Tarragona y Teruel.
La crónica de Teresa Pla está plagada
de cruentos asaltos a masías incluida la de
su primo quien llorando, cuenta Alicia
Giménez Bartleq, se bebía sus palabras
(“¿piernas las entre �enes qué?, Teresot”).
En esa obra galardonada con el premio
Nadal 2011, planteada sin inocentes ni
culpables, aparecen muchos municipios
limítrofes entre Catalunya y Valencia, como
La Senia, La Pobla de Benifassa, Ulldecona,
Vinarós o Cherta.
Hay un pequeño puente sobre el río Sénia
en la N-340 que supera las aguas
turbulentas de ese río que está seco. A
ambas orillas, catalanes y valencianos dejan
de ser primos para conver�rse en hermanos
que se deben mucho de cada vez que hubo
una fiesta.
Por ejemplo, en 1836 toda una generación
de vinarocenses quedó tendida sobre el
mismo puente cuando fueron a socorrer a
sus vecinos de Alcanar de los carlistas de
Cabrera y las relaciones de vecindad
incluyen a niños como mi padre que fueron
escondidos en este lado durante la Guerra
civil.
A los de esa �erra que ya formara
parte del reino taifa de Tortosa les unen
desde hace mil años más ataques de piratas
berberiscos que bombardeos de la escuadra
catalano-francesa los separan: además del
paisaje, la idiosincrasia, el olor a azar,
(azahar) los langos�nos o los exámenes de
catalán C, los hijos de allí estudian acá y los
de quí veranean o �enen sus fincas de
cítricos allá. E incluso hay una
mancomunidad interregional formada por
alcaldes de todas las siglas llamada La Taula
del Sénia que pretende solucionar los
problemas de ese territorio demostrando
que los polí�cos no �enen más poder que
las montañas.Como además de alegres son
fanfarrones por naturaleza, la mayoría de
quienes nos sen�mos de la zona hemos
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propios de lugares medianeros en los que
las puertas, cada cierto �empo, se
convierten en baluartes.: una vez los de
Vinaroz esperaban a los carros cuando la I
Vuelta en burro a los Països Catalans
alcanzó el puente, cierra la muralla, y
otra, abre la muralla, varios autobuses
con discapacitados fueron a
empadronarse para desairar a la
Generalitat por no autorizarles un cupón
de ciegos con impuestos iguales al de los
iguales para hoy.
La Pastora juraba que no mató en
esa zona a la que he regresado
durante estos días. Las lances de
Teresa y su compañero Francisco -
basadas en un ensayo de J. Calvo
llamado Del monte al mito-,
exigiendo diez mil pesetas a los
masoveros, asesinando a familias
enteras, huyendo de la Guardia
Civil y ella siempre torturada por
su iden�dad sexual, recorren las
páginas de la novela hasta que
reniegan de los propios maquis y
convierten sus vidas en una
historia de mera supervivencia
salvaje.
El punto final mejor lo leen
ustedes. Asaltaron la masía de los
arroceros Nomen y estuvieron
negociando la extorsión bebiendo
vino dulce y comiendo pas�ssets,
hasta que el joven hijo, mi amigo
Enrique, entró en la vivienda y
defendió a los suyos. El Rubio
murió y, según comentó ABC el
seis de agosto de 1954, fueron
doscientas mil pesetas la can�dad
pretendida.
La Pastora consiguió huir a
Andorra y emprender una
tranquila vida de contrabandista
hasta que un compinche la
traicionó y la trasladaron a España.
La Guardia civil esperaba en la Seu
d’Urgell a una mujer de aspecto
hombruno y los andorranos le
entregaron esposado a un varón
con bigote de general al que
reconocieron por una operación
en el labio. Tras esquivar dos veces
la pena capital, acabó sus días en
Olocau acogido por la familia de
Vinuesa, un funcionario de
prisiones, tras pasar vein�trés
años y otros tantos días a la
sombra. Teresa Pla falleció allí
hace poco, pero en una placa de la
Pirámide del Jardín de los
Recuerdos del cementerio de
Valencia pone descansa Florencio
Pla, porque en 1980 cambió de
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Por M. D.
Primera mujer ganadora, Ganadora y
primera mujer del ¨Premio Ciutat de
Valencia¨ 2012 ¨Vicente Gaos¨, en la
modalidad de poesía con su obra ¨Frágil¨,
esta mujer aparece como una persona
amable, que contempla el mundo con la
mente grande. Sólida, su presencia se abre
como un cerezo.
Esta valenciana �ene en su haber
numerosos premios y obras, entre
ellas:¨Don de la memoria¨, Ráfagas de
viento¨, “As de copas¨, ¨La zona oscura¨,
¨Alta fidelidad¨, ¨En la esquina del
desencuentro¨, ¨Exceso de equipaje¨,
¨Lencería de piel¨, ¨Nada personal¨,
¨Alrededor del deseo¨, y ¨Frágil¨.
- ¿Por qué ¨Frágil¨?
“Frágil porque habla del embalaje de
la vida, de aquello que no podemos poseer;
�empo, personas, lugares…”
- He leído en tu poemario ¨Con
quién compar�r la estancia vacía de lo que
ya ha sido, qué fantasmal sombra, que
ocupa el claustro de lo incierto, nos declara
con sus pasos esquivos¨ ¿Nos puedes decir
cuáles son tus fantasmas?
“ Mis fantasmas en este libro son el
�empo vivido, sobre todo la
memoria, de ahí la
estructuración en años, días,
semanas…Neruda creo que dijo:
“Para las malas aventuras, para
todo lo malo desagradable que
me pasa; tengo dispuesto el
olvido, porque soy capaz de
olvidar, ahora te toca el turno¨.
La fragilidad de las personas
que pasan por tu lado en el
recuerdo, sus nombres…”
- ¿La vida va en serio,
Elena, o es una broma?
“Que la vida iba en serio,
uno lo empieza a comprender
más tarde.
ENTREVISTA A ELENA TORRES
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Estas palabras son de Jaime Gil de Biedma,
me estremecieron porque el �empo pasa y
a veces es tarde para cosas que ya no has
vivido”.
Elena con�ene un poco la respiración-. “No
creo que la poesía sea un desahogo,
escribo para sobrevivir, no para estar sola.
Cuando estudiaba a Pessoa en la facultad
descubrí a su poema de la Tabaquería”.
Decía así: ¨ No soy nada. Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada. Aparte de esto,
tengo en mí todos los sueños del mundo.¨
- ¿Cuál es tu alma tras ese
escaparate bello y de ac�tud abierta?
“ ¿Mi alma? Si lees mis poemas, soy
lo que escribo, aunque la poesía es un
género de ficción, somos lo que escribimos,
también espiritualidad en cuanto que
trascendemos, pero también hay un juego,
deseos, defiendo la ficción. Es también
juego y desaeo”.
- ¿Cuándo �emblas?
“ No me hacen temblar muchas
cosas. El deseo que no se puede cumplir,
aunque más que temblor me hace sen�r
vér�go. La poesía me hace temblar. El
�empo por supuesto, y…lo fugaz”.
Le digo que su ac�tud es la de una
román�ca del XIX. Ríe.
- De tu misterio, te pido nos
desveles una parte, dices: ¨La muerte es
una amante perpleja ante un sexo que lo
arriesga todo por jugar con los ojos
vendados a la ruleta rusa del deseo¨.
“El deseo te puede llevar a la vida o
la muerte, en un sen�do metafórico, de ahí
la cues�ón de la ruleta rusa, el concepto
del riesgo¨.
- Y, a qué vino el verso de: ¨Sale
ilesa del beso de la noche¨.
“Habla de piel. La piel es otro
elemento que aparece en mis poemas,
primero el �empo y luego la piel. La piel
realiza ese recorrido, sale ilesa de lo
oscuro, del miedo a lo desconocido, a la
noche, al misterio”.
- Dedicas en ¨Nombres propios¨,
una serie de estrofas a encuentros y
desencuentros con el género masculino y
femenino y dices: ¨Algunos hombres
perjudican más que el humo de los finales¨.
En la entrega del premio, Jaime Siles lo
llamó un ¨ajuste de cuentas¨, algo de
verdad hay en ello, en algunos casos me he
dejado llevar. Cada nombre está escrito
con su e�mología, Adrián es viril…, no
conozco a ninguna Clara que se haya
tomado un frasco de pas�llas, lo invento
así. Lo pasé bien componiendo todas esas
historias con sus nombres”.
- O esta otra con la que terminas:
¨Algunos nombres no significan más que
cuerpos borrados¨.
“Ahí se trata de un doble juego, como te
comentaba, por un lado está la e�mología
de los nombres y por otra, las relaciones
con personas. Se te quedan los nombres y
los cuerpos cuando las personas
desaparecen¨
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- Puedes desvelar el sen�do de estos
versos tuyos: -“Hoy es un �empo de
asombro que cruza el umbral de la derrota
para volver a encontrar sus objetos
perdidos de ayer”.
Elena ríe, juega con los dedos y
sigue - “De nuevo hablo del fantasma del
�empo vivido en el sen�do que el hoy sale
derrotado, lo eemero del hoy, la
conciencia de que unos instantes después
ya no existen”.
- ¿Por qué escribes Elena, desde
cuándo. Qué te invitó a escribir, y porqué
la poesía?
- ¿Cómo definirías tu poesía?
“Lo que escribo se mueve por
sensaciones, a través de los sen�dos. Vista
y tacto son esenciales para escribir. A
par�r de esta idea salen los poemas, no de
una propia realidad, es una especie de reto
y juego”.
- ¿Y a � misma? Ya sabes que a los
lectores nos gusta acercarnos a los dioses.
Elena no se espera esa pregunta y queda
algo perpleja.
“ Me has dejado cortada ahora
mismo. Intento ser sincera, leal. Valoro
muchísimo la amistad. Mis amigos saben
que pueden contar conmigo y también las
personas que quiero y me quieren.
- He visto que has escrito: ¨ Un manual de
gra�tud para sobrevivir al miedo¨.
“ Importa el contexto. Habla de los
números. El número seis simboliza la
armonía, cómo conseguirla y cómo es
necesario un manual de gra�tud para vivir
lo bello…”
- Y en esta otra, ¿qué has querido
decir?: ¨Quizá por no reconocer las
máscaras de la razón en la desmesura del
mundo”
“ El número siete es la perfección, la
búsqueda de la perfección, es inalcanzable,
no la hemos conseguido por no saber
reconocer la máscara de la razón.”
- ¿Y ésta?: “Cualquier fecha es una
propina que un �empo arisco arroja al
suelo del pasado.¨ “Viene a colación de:
“Somos el �empo que nos queda” como
dijo Caballero Bonald a propósito de las
horas. Las horas, son un regalo, una
propina, hay que saber vivirlas.”
- Y para terminar, ¿qué querías
decir, si recuerdas, cuando escribiste: En
un reloj sin horas, los nombres van y
vienen como sombras de nadie?
“Entrar en un café a
deshora, encontrarse
con lo vivido, con el
olvido, la ausencia, el
vacío.“
Elena
se va
cerrando
poco a poco,
el �empo se
ha
terminado.
Gracias por tu
�empo Elena,
un placer haber estado con�go.
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RECUENTO DE LO EFÍMERO, Elena Torres
Por Rafael Coloma
Elena Torres en su úl�mo poemario, Frágil
(Editorial Obrapropia), flexiona -con los
modos su�les de un dietario- sobre la
dialéc�ca entre el tempo del deseo y el
discurso del �empo que, como decía
Tennessee Williams, es un ladrón que nos
arrebata la vida y la reduce a los
destellos –rela�vos y equívocos- de los
enfoques del recuerdo.
En este sen�do la cita “No existe el
infinito, pero sí el instante” de Chantal
Maillard, con la que Elena Torres abre el
poemario, cons�tuye una declaración de
que las quisicosas de la �enen escasa
temporalidad. Y así debe ser: el deseo y
sus idas y venidas, por propia naturaleza,
cuenta con un corto recorrido, tan frágil
como ese �empo que lo alberga.
Así las cosas, surge la an�nomia
de si el deseo es un breve episodio por su
propia razón de ser o por la condición del
�empo. ¨Frágil¨ es una sugerente obra de
madurez, escrita con una atrac�va
sobriedad. Todo lo que recrea está
pautado en una secuencia de meses,
semanas, días, horas: el �empo, insiste la
autora, una vez más. Única escena de que
disponemos para que se explayen las
cambiantes pulsiones de los sen�dos y
sen�mientos. Elena Torres despliega
lucidez y oficio para dar cuenta de lo frágil,
de lo eemera que resulta tanto esta escena
como la peripecia de los actores que por
ella deambulan.
Frágil ha sido ganador de XXIX
Ciutat de València, en su modalidad de
poesía en castellano, Premio Vicente Gaos.
Fotografía:
Art Off The Main:
Tocar lo Efímero
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GRINGO VIEJO
Por Carlos Fidalgo
Le llamaban El amargo Bierce (Biqer
Bierce, en inglés) y desapareció en México
durante la revolución.
Biqer Bierce, que tenía cumplidos
los 71 años, dejó escrito esto en una carta:
“Si oyes que fui llevado ante un muro
mexicano y fusilado hasta conver�rme en
harapos, comprende que para mí, esa sería
una excelente manera de dejar esta vida. Es
superior a la vejez, a la enfermedad, o a
caerse por las escaleras de la bodega. Ser
gringo en México… eso si es eutanasia”.
Autor del Diccionario del Diablo, una
colección de definiciones sarcás�cas,
Ambrose Bierce fue uno de los periodistas
más sarcás�cos que ha habido en los
Estados Unidos. También fue autor de
relatos de terror, algunos de ellos
ambientados en la guerra de Secesión. Por
algo Bierce había comba�do en las filas de
la Unión durante la con�enda, par�cipando
en batallas tan sangrientas como la de
Shilo, Chikamagua y Chatanooga, donde
debió descubrir la parte más amarga de la
realidad. No es extraño que le comparen
con Poe, Melville o Lovecras por sus relatos
sombríos.
En octubre de 1913 dejó la
comodidad de su domicilio en Washington
DC para visitar por úl�ma vez los campos de
batalla donde había comba�do cincuenta
años antes. Dos meses después, sin
embargo, estaba en El Paso y cruzaba la
frontera con México, donde acaba de
estallar una revolución. En Ciudad Juárez, se
unió al ejército de Pancho Villa como
observador y su rastro se pierde en
Chihuahua. A par�r de aquí, todo es
leyenda, aunque está documentado en la
Enciclopedia Británica que un gringo viejo
murió en la batalla de Ojinaga, el 11 de
febrero de 1914 Y en la villa de Sierra
Mojada, circuló durante años el rumor de
que a un escritor yanqui lo habían fusilado
en el cementerio del pueblo.
En cualquier caso, Biqer Bierce
debió conseguir lo que buscaba.
Desaparecer sin caerse por las escaleras de
la bodega. Y de paso, ser el protagonista de
la novela de su vida. En 1985, el escritor
mexicano Carlos Fuentes publicaba Gringo
viejo y converXa su desaparición en un best
-seller. Fuentes transformaba por fin a
Bierce en un personaje de ficción y ponía en
su boca una frase amarga: “Hay una
frontera que sólo nos atrevemos a cruzar de
noche: la frontera de nuestras diferencias
con los demás, de nuestros combates con
nosotros mismos”.
Y me lo imagino cruzando la frontera
con México. Buscando a alguien que le
mate para no morir de viejo.
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Por Clara Bonet. Universidad Católica
Valencia.
Un libro desde el cariño y el
conocimiento: en homenaje a la amapola.
El 21 de diciembre de 2012 habrán
transcurrido ya diez años de la muerte de
José Hierro en Madrid.
No hablamos de un centenario ni de un
hito (todavía) y sin embargo el
acontecimiento ha suscitado una serie de
inicia�vas que pretenden homenajear al
poeta, tanto en nuestro territorio como
fuera de él. El estudio que presentamos
�ene la par�cularidad de nacer aquí en
Valencia, de la mano de una de sus
mayores especialistas.
La relación de Hierro con Valencia
resulta en ocasiones desconocida y
conviene detenerse en ella. José Hierro
ingresa en prisión en 1939, acusado de
ayudar a ciertos presos, entre los que se
encontraba su padre. En 1944, por fin,
sale de la cárcel y, tras pasar el verano en
Santander, accede a trasladarse a
Valencia, acuciado por su amigo y
también poeta José Luis Hidalgo. Este
úl�mo, de cara a alejar a su amigo de una
ciudad donde resultaba peligroso ser tan
conocido, lo anima a mudarse a Valencia y
lo atrae con la promesa de un trabajo que
realmente no existe. Hierro llega pues en
sep�embre
de 1944 y malvive (o como él decía,
“sobrevive”) ejerciendo trabajos mal
pagados durante dos años, hasta que
regresa a Santander.
Estos dos años �enen, a pesar de
su brevedad, una importancia capital en la
trayectoria de Hierro. Antes de Valencia,
Hierro sólo había publicado unos pocos
poemas de juventud y es en la cárcel
donde madura realmente su vocación
poé�ca, donde lee a los poetas del 27, a
los simbolistas franceses, a los clásicos
españoles. Por tanto, al salir de la cárcel,
al venir a Valencia, empiezan a gestarse
los que serán sus dos primeros poemarios,
publicados en 1947: Tierra sin nosotros y
Alegría (Premio Adonáis). En su época
valenciana, Hierro entra en contacto, de la
mano de Hidalgo, con la vida cultural y
literaria de la ciudad, entablando relación
con ilustres nombres valencianos de la
talla de Ricardo Blasco, Angelina Gatell,
Pedro Caba y Alejandro y Vicente Gaos,
entre otros. Algunos de ellos habían
par�cipado en la fundación de Corcel,
revista en la que par�cipa junto con José
Luis Hidalgo. Tanto en esta revista como
en Garcilaso o Proel publicará los
primeros poemas de Tierra sin nosotros.
ESTUDIOS SOBRE JOSÉ HIERRO TRAS DIEZ AÑOS
DE AUSENCIA, Elia Saneleuterio
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Al margen de su par�cipación en la vida
cultural de Valencia, Hierro sitúa en esta
ciudad la acción de su novela inédita: La
vida es el fin. María Rosell (pp. 223- 237)
analiza esta obra con más detalle en su
capítulo. No obstante, nos permi�mos
apuntar en esta breve reseña que la
acción de la novela está inspirada en los
años que pasó aquí y que dicha novela
resulta tes�monial de sus vivencias y de
la gente que encontró en su periodo
valenciano. Si bien el elenco de drama�s
personae no es directamente referencial
con los amigos que hizo, resulta
rela�vamente sencillo intuir a qué
personaje histórico hace referencia en
cada ocasión. Del mismo modo, el
personaje protagonista comparte
múl�ples rasgos comunes con el José
Hierro que residió en Valencia desde
1944 hasta 1946.
5 La relación de: En homenaje a la
amapola con Valencia, no se de�ene en
las propias relaciones de Hierro con
nuestra ciudad; la editora del libro, Elia
Saneleuterio, es valenciana, así como
muchos de los colaboradores, ya sea
porque han nacido aquí o porque
residen en esta ciudad desde hace años.
Es el caso de María Rosell, Gonçal Blay,
Pedro J. de la Peña, David García-Ramos
y Juan Ramón Barat. No obstante,
también encontramos aportaciones de
diferentes estudiosos desde varias
comunidades autónomas de España.
Asimismo, este libro posee un
carácter marcadamente internacional;
muchos de sus colaboradores, conocidos
hierristas que par�cipan en este
volumen con sus úl�mas inves�gaciones,
proceden de Argen�na, Estados Unidos o
Francia.
En homenaje a la amapola nace
con la vocación de compilar aquello que
los mayores especialistas en la obra de
Hierro han querido decir sobre él tras
diez años de ausencia, �empo como para
reflexionar y experimentar la carencia.
Así, Elia Saneleuterio pone en contacto a
una serie de conocedores de la obra de
Hierro y les anima a escribir sobre su
vida, su poesía y otras manifestaciones
arXs�cas. El décimo aniversario de su
muerte es lo suficientemente relevante
como para que todos ellos respondan
elaborando los capítulos que conforman
el libro. Sin embargo, en los dis�ntos
capítulos se respira no sólo
conocimiento de la obra de Hierro sino
cariño, cariño por el hombre que fue y lo
que escribió. Cariño por el hombre
retraído que dibujaba en servilletas y
componía sonetos desde la cama del
hospital.
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La propia estructura del libro nos acerca de
forma cuidadosa a la figura de Hierro: la
primera sección, “Poeta y vida”, recoge
sendos capítulos de Tacha y Manolo
Romero —que nos regalan sus recuerdos
del hombre familiar—, de Lorenzo Oliván
—y su bosquejo de un Hierro dinámico y
lleno de fuerza vital— y de Joaquín Benito
de Lucas, que analiza la visión del propio
Hierro sobre la llamada poesía social.
La segunda parte del libro resulta
central por estar centrada, de forma
cronológica, en la totalidad de su obra
poé�ca. Esta sección se abre con el análisis
de su primera etapa poé�ca, es decir, de
Tierra sin nosotros y Alegría, llevado a cabo
por Gonçal Blay. Elia Saneleuterio se
encarga del único libro amoroso de Hierro
(Con las piedras, con el viento…) y de su
poesía no canónica. Claudie Terrasson nos
desvela las claves de lectura de Quinta del
42, en el sesenta aniversario de su
publicación, mientras Emmanuel Le
Vagueresse analiza aspectos de la
traducción de Cuanto sé de mí. Jesús M.ª
Barrajón, por su parte, desgrana el
fenómeno poé�co de la alucinación del
Libro de las alucinaciones, sus
antecedentes y su con�nuación posterior.
Tanto Pedro J. de la Peña como Juan
Antonio González Fuentes se ocupan
respec�vamente de su penúl�mo y úl�mo
libro (Agenda y Cuaderno de Nueva York).
El análisis del corpus poé�co hierriano se
cierra con los apuntes que Gordon E.
McNeer realiza al conjunto de su obra para
guiar a futuros posibles traductores de la
misma.
La tercera sección del libro, la
dedicada a su obra no poé�ca, con�ene
capítulos acerca de su narra�va, ensayís�ca
e inexistente obra dramá�ca, además de
perfilar una dialéc�ca propia, basada en su
propia poesía. Estas úl�mas aportaciones
corren a cargo de David García-Ramos,
Maria Rosell, Marta B. Ferrari y Laura
Scarano.
Finalmente, como guinda de la
obra, se recogen cuatro poemas dedicados
al poeta. Joaquín Sabina, Gordon E.
McNeer, Luis Alberto de Cuenca y Juan
Ramón Barat le dedican sendos poemas al
poeta y amigo para cerrar así un libro
escrito, como reza el Xtulo de esta reseña,
desde el cariño y el conocimiento profundo
del poeta.
Una amplia bibliograea cierra el conjunto
de la obra y se revela como fuente de gran
u�lidad para estudiosos de la obra de
Hierro pues, si bien no recoge arXculos más
o menos anecdó�cos sobre el poeta, sí que
compila las aportaciones más significa�vas
y recientes que se han publicado en torno a
su figura.
No obstante, no es este un libro
únicamente dirigido a los más eruditos; no
queremos cerrar esta reseña sin
recomendar el estudio a todo conocedor
de la obra de Hierro, desde el más iniciado
hasta el que se acabe de topar con el
poeta, ya que no hay página en la que no se
sienta el aliento de los versos de Hierro.
Versos que conducen a que se escriba
sobre ellos, versos que han sido, para Luis
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LA NECROSIS CELULAR UN FENÓMENO COLECTIVO.
La isquemia de las Ferras
las grietas de la sed.
Cambiar el ángulo
de las manos lúcidas
en el centro preciso del dolor.
África necrosada
avascular
territorio rugoso y colapsado.
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Por ForFno Cisneros Calzada. México.
Periodista.
En el intenso drama�smo de los �empos
que vivieron España y México en la década
de los treinta, destaca un hecho singular:
el éxodo de 456 niños españoles, de entre
cuatro y doce años, que fueron
embarcados rumbo a México para
salvarlos de los horrores de la guerra y
preservar su vida.
A bordo del buque “Mexique” de
bandera francesa, llegaron los niños
españoles al puerto de Veracruz, el 7 de
junio de 1937. Según tes�monios de
algunos sobrevivientes, lo que vieron no
les gustó. México apenas dejaba atrás los
estruendos de la Revolución Mexicana y la
nación se aprestaba a confirmar su
soberanía con la nacionalización de la
industria petrolera, llevada a cabo por el
Presidente Lázaro Cárdenas del Río, el 18
de marzo de 1938. Las diferencias
culturales, polí�cas y económicas eran
profundas. México y los mexicanos
recibieron con gran beneplácito a los niños
españoles; pero, no podían ofrecerles más
que lo mismo que tenían los niños
mexicanos: La oportunidad de labrarse un
porvenir.
Fueron llevados en tren a la Ciudad de
México, donde ya los esperaba un comité
que los trasladó a la ciudad de Morelia
para alojarlos en dos albergues, uno para
niños y otro para niñas. El autor pasó su
infancia en una ins�tución similar: La
Escuela Federal “Hijos del
Ejército”, en la ciudad de
Durango, y conoce a fondo las
circunstancias que vivieron los
niños españoles y su enorme
necesidad del calor paterno, el
fuego del hogar y el
arropamiento de una familia.
No la tuvieron, no la tuvimos. A
par�r de ahí, cada uno
respondió según su propia
naturaleza. Unos con suma
gra�tud y contento por recibir
educación y la oportunidad de
desarrollar la vocación innata en bien
propio y de los demás; otros con el sabor
amargo que nubla el entendimiento y
percude el espíritu.
LOS NIÑOS DE MORELIA
Fotografía: Los Niños de Morelia al llegar a Veracruz en 1937.
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La socióloga Lucila Aragón, resalta que
desde Valencia a donde fue trasladado
el gobierno de la República: “quería
modernizar el país y dar protagonismo
a las clases populares para que
accedieran a la cultura y al poder”.
Algunos de los niños, ahora viejos de
setenta y más, como doña Herminia
Naranjo Mariscal, �enen gratos
recuerdos de la escuela México-España
de Morelia; considera que sus
compañeros eran muy bromistas y
traviesos.
Doña Isabel Or�z Pladenas, dice:
“Llegué a México a los cuatro años de
edad, cuando el señor presidente
Lázaro Cárdenas gobernaba y nos dio
su abrigo.
Gracias a ese gesto de bondad y amor…
sobrevivimos muchos de los que nos
salvamos.
Dios bendiga la memoria de este gran
hombre tan querido, al igual que a su
esposa, Doña Amalia Cárdenas”.
Otros, en cambio, �enen
pésimos recuerdos, no sólo del
gobierno de México, la escuela y los
maestros que tuvieron, sino también
de los exiliados españoles con una
formación y un estatus académico, y
los representantes del Gobierno legal
de la República en el exilio, pues “no se
ocuparon, ni mucho ni poco, de aquella
par�da de niños facinerosos, que poco
podían servir a su pres�gio intelectual”.
Niños Fotograea: El Presidente Lázaro Cárdenas visitando a los de Morelia
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Anhelos similares: En México, el gobierno
del Presidente Cárdenas inauguró una
prolongada etapa de paz, estabilidad y
crecimiento. Así se pudo transitar de un
México rural a un México moderno, en
pujante desarrollo. Al amparo de la
Cons�tución de 1917, la carta magna más
avanzada de su época, producto de la
primera revolución social del siglo XX, se
crearon las grandes ins�tucionales
nacionales y se pusieron en vigor los
postulados de la democracia con jus�cia
social bajo la bandera del nacionalismo
revolucionario.
En España, esos mismos impulsos movían a
los republicamos españoles, quienes, sin
embargo, no acabaron de entenderse entre
sí.
El retorno de los niños españoles, que
fueron iden�ficados posteriormente como
Los Niños de Morelia, al igual que los más
de 35 mil españoles refugiados en México,
se esperaba pronto el triunfo de la
República.
Nunca sucedió. México, al instaurarse la
dictadura de Francisco Franco, siguió
reconociendo a la República Española en el
exilio. No fue hasta después de la muerte
de Franco que México reanudó relaciones
diplomá�cas con el gobierno español,
encabezado por el Rey Juan Carlos I y el
Presidente Adolfo Suárez, el 28 de marzo
de 1977, bajo el gobierno de José López
Por�llo, quien designó como primer
embajador de México en España al
expresidente Gustavo Díaz Ordaz, quien no
duró mucho en el cargo. Como
reconocimiento al gesto humanitario que
permi�ó alojar en México a los 456 niños
españoles, el gobierno de España otorgó, el
21 de noviembre de 2007, la Gran Cruz de
la Orden de Carlos III a doña Amalia
Solórzano de Cárdenas, fundadora del
Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo
Español, una mujer excepcional,
compañera de uno de los grandes
presidentes de México.
Según datos de Wikipedia, “en
sep�embre de 1939, habían dejado la
escuela 167 niños, de los cuales cuatro eran
desaparecidos, 21 se habían entregado a
sus familiares, 16 al cónsul de España. 29
niñas estaban con par�culares por
instrucciones presidenciales y(o letra o
número) nueve se entregaron a parientes y
par�culares recién llegados, por así haberlo
dicho el secretario de educación pública”.
Todas las guerras son estúpidas e
inhumanas. Lo son más, cuando afectan a
la parte más delicada y vulnerable de la
sociedad: la niñez. Siempre he creído que la
sabia Natura ha ideado que el hombre
nazca totalmente desprovisto e indefenso
para generar con ello el sen�miento más
sublime de que es capaz el ser humano: el
amor. Sin ese amor extraordinario, el ser
humano no podría vivir, crecer y ser feliz. Si
se le priva de él cuando aún no puede
valerse por sí mismo, perece
irremediablemente; si ocurre cuando está
en la etapa de su desarrollo, crecerá
incompleto. Solamente regresando ese
amor a otros, puede vivir en paz y armonía.
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Por M.D. SelveFus.
La fragilidad individual se torna a menudo
en algo mucho más compacto y fuerte en
lo colec�vo. La inserción de un individuo/
a en un cubil soldado de alguna manera le
resta originalidad pero le aporta
pertenencia. La lealtad en ese caso puede
ser codiciosa, onerosa, resultante del
miedo o la necesidad incluso la
miserabilidad, también condicionada por
profuguismo, esclavismo, etc. Pero la
lealtad también puede ser elegida, puede
darse en simbiosis con alguna de las
condiciones anteriores.
¿Qué es acaso la lealtad sino un sueño, la
certeza de algo casi siempre invisible, la
creencia que sos�ene los pies a la �erra
cuando la necesidad acucia, cuando uno/a
está en peligro, cuando acechan a los
nuestros, cuando nos inventamos patrias
y banderas? La lealtad exige la
construcción de un ideal que alguien �ene
la suficiente fuerza o habilidad
mental, de transmi�r por medio de la
pasión. Pero también puede significar
ceguera, obcecación, dominio, presión,
opresión, humillación, anulación del otro
en la sequedad de los sen�mientos
abocados al desierto de la soledad y la
amargura, tortura. Por lo que se hace
necesario el rendir cuentas, premisa
básica de todo funcionamiento sano,
funcionable, algo que parece no ocurrió
con los funcionarios españoles que
posiblemente tomaron de manera
extremada los fuertes sen�mientos que
sin�eron, pensaron, e interpretaron como
la osadía de Túpac Amaru y que más tarde
acrecentaría sen�mientos poco nobles en
circunstancias plagadas de desencuentros
hasta albergar y desembocar en la locura
de su crueldad. Posiblemente tuvo mucho
que ver el miedo, el prejuicio que
debieron sen�r ante lo que ellos
consideraban inferiores, pero ante todo la
falta de control de la corona desde la
metrópoli, el que el peso de la ley no
recayera ante ellos ante la lejanía, en este
y en cualquier caso.
¿Qué lleva a un soldado a asumir una
bandera y unos bo�nes, a perseguir
símbolos y banderas? No hay una sola
bandera, sabemos porque la historia
cer�fica y muestra, que el exterminado
puede conver�rse en exterminador. Todo
es poco para una valoración provechosa
que por necesidad ha de ser cauta y
examinar con lupa y sin prejuicios toda la
documentación sopesada desde todos los
ángulos.
¿QUÉ ES ACASO LA LEALTAD SINO UN SUEÑO?
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Aprendemos de lo que somos pero el
cambio nos cambia y digerimos
aprendizajes diferentes que de manera
no anómala nos enriquecen y tranquilizan
nuestro torrente con la comprensión, la
amabilidad y el requiebro hacia lo
posi�vo en la co�dianidad de los
obstáculos.
Aunque desafortunadamente no
siempre es así.
Rebeldía, pero ¿de qué �po?
¿Rebeldía justa, injusta, moral,
inmoral? En su valoración resulta
de lo más compleja.
El abusador de alguien débil e
indefenso es sin duda un
transgresor y un rebelde, y sin
embargo moralmente esa
rebeldía lleva consigo el
concepto de lo injusto, perverso,
la conciencia del placer en el
dolor ajeno.
¿Cuál podría ser la
rebeldía de Túpac Amaru y la de
los seguidores que compusieron
esta gesta? Sin duda la pasión en la
creencia de unos ideales así como la
injus�cia y crueldad de un funcionariado
y un ejército sin control, miedoso y
vulnerable.
Los ejércitos sueñan lealtades y
banderas, patrias, ensambles de
sen�mientos planos ilusionados y
crédulos, horizontes entre otros. Los
ejércitos se jerarquizan sean los que nos
ocupan, radicales, terroristas, nacionales
o periféricos.
Patrias y banderas han sucumbido
en nuestro propio país ante otras
banderas y patrias tan o más que
segregan, no los soldados ni el ejército
que bebe las aguas de la democracia y el
cul�vo del bienestar común inclusive la
diferencia de lo ajeno.
El ejército de Túpac Amaru como
el de otro cacique de cualquier �empo,
era un ejército de mandos familiares y
amigos, pero y ahí reside su impronta, y a
mi parecer la causa de su pervivencia, su
causa fue al final már�r por la
incapacidad del otro, por su crueldad. .
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Porque en el otro lado Túpac Amaru
contaba con un ejército de mujeres y
niños dispuestos a perderlo todo.
Porque el cacique que en principio
reclamaba ésta su condición por la vía
legí�ma como cualquier rey o noble
que así lo decidiera y ha pasado
siempre, se acompañó de las
circunstancias de terratenientes y
capitanes desmandados y sin freno.
Sobre esto úl�mo, más de un
funcionariado estrecho, engreído y
despó�co que posiblemente perdiera
en el ego de su ombligo sus posiciones
y obligaciones, la caridad y
comprensión que debían per se, por su
condición y por su prestancia. ¿Habría
qué cues�onar acaso el cómo la corona
ges�onó el asunto desde la metrópoli?
Sin duda. Su actuación no fue la mejor
ni la más conveniente aunque desde la
lejanía de los océanos lo complejo se
hace mucho más vasto y diecil de
devanar y menos de instruir y que le
acaten a uno.
La gesta da idea de la fuerza, el
torrente, la energía y la pasión de los
valores de los que se vieron abusados y
atropellados, y que miraron y se
encontraron con el entendimiento y el
arrojo de Túpac Amaru a quien no se le
puede negar su inteligenci y
conocimiento, los valores no
segregacionistas sino de igualdad de
derechos, al menos para los suyos, en
ese momento explotados y serviles,
ante lo que no dudó en abanderar la
abolición de mitas, obraje en el trabajo
indefinido y esclavitud. Su cierto
conocimiento de lo externo
proveniente de América incluso Francia
en materia de derechos civiles y
derrocamiento de lo ins�tuido, la
creencia en ser depositario y
merecedor de su es�rpe.
La publicidad de los propios
funcionaros de la metrópoli con su afán
y norte en el atroz escarmiento de los
cuerpos torturados, aumentó, publicitó
e inmortalizó unos már�res que se
levantarían como liebres en el
momento más inesperado.
Si acaso, lo penoso, reside en las
huellas de esta pasión idealista e
idealizante, no por la perniciosidad
según qué movimientos y banderas,
sino en que no lograra fruc�ficar desde
el momento de la independencia una
democracia con unas estructuras
sólidas y fuertes preparen una sociedad
igualitaria y democrá�ca en la que un
individuo/a, se sienta feliz sino que en
la mayoría de los casos se hayan y
observan lugares y naciones bajo el
control de otras naciones, necios,
engreídos y míseros prepotentes, junto
a temerosos de tropas y mafias
hambrientos de todo, de sumisión, de
andaduras que saben del control,
ocultación y el manipulo.
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Por Mº Angeles Valls Vicente de
Carranza, Doctora en Bellas Artes.
Entre apuntes viejos y hojas
maltrechas, deshilachadas, llegó a mis
manos el tes�monio de un pasado y un
personaje tan importante como
incomprendido, de la mano de Susana
de Carranza, un pequeño libro lleno de
recuerdos, generaciones olvidadas,
nostalgias, que hablaba de linajes y
blasones, de intrigas y aventuras en
defini�va, de un personaje importante
para la historia de España injustamente
tratado, grande y pequeño a la vez,
sencillo y coherente. Tes�monio que no
deja caer en el olvido la historia del
Arzobispo de Carranza.
El corazón de un hombre bueno,
vio la luz por primera vez en Miranda de
Arga del año 1503, en una España
sofocada por insurrecciones moriscas y
por las incipientes polí�cas del Cardenal
Cisneros con objeto de controlar la
conversión y la fidelidad de los nuevos
conversos. Se trataba de Fray Bartolomé
de Carranza, hijo de Pedro MarXnez de
Carranza y de una de las hijas del linaje
de los Urbina de la casa de Zárate. De
sus descendientes, él sería el único en
ingresar en 1520, en la Orden de Santo
Domingo en el convento de Benalaque
(Guadalajara). Documentalmente figura
como hermano de Rodrigo de Carranza,
el cual casó con Isabel de Carvajal, del
Comendador Gerónimo de Carranza, de
Luis de Carranza, Comendador de Mora
en la Orden de San�ago, de Juan de
Carranza, que contrajo matrimonio con
Mayor Osorio y Pedro de Carranza que
casó con Elvira de Salinas. Datos todos
corroborados por D, Luis de Salazar y
Castro, Comendador de Zurita, Fiscal de
la Orden de Calatrava y como así consta
en el folio 8, del legado genealógico de
Juan Antonio de Carranza y de
Echevarría Terol y Mahiz, de 1862. En
dicho documento se hace constar la
cris�andad, origen y limpieza de sangre.
Estas nobles atribuciones fueron
muy costosas de demostrar por Fray
Bartolomé de Carranza en todo el
�empo que duró su proceso abierto por
la Inquisición. El 1 de agosto de 1559 es
arrestado y se le obliga a abandonar la
corte, siendo apresado la temible noche
del 21 de agosto en Torrelaguna y
conducido a la cárcel de la Inquisición en
Valladolid, lugar donde da comienzo su
largo calvario.
Intento reconstruir en mi mente
aquellos momentos amargos, donde un
hombre de fe y de entrega plena al buen
hacer del cris�ano, tuvo que dar con sus
huesos en una fría prisión, donde
apenas emanaba una luz tenue, una
ventana que no daba a�sbo alguno a la
libertad.
EL CATECISMO DE FRAY BARTOLOMÉ DE CARRANZA
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¿ Qué la libertad de pensamiento, permite
al hombre ser preso de su palabra? ¿Por
qué palabras inocentes, cultas, sinceras,
escritas con entusiasmo y pulcritud en su
famoso Catecismo romano, sirvieron de
escarnio y calumnia para destruir a un gran
orador, pensador y alto personaje?
La Inquisición mantenía el principio
de que un buen católico nunca debía
exponerse a pasar por sospechoso. En tal
eventualidad, se podía ser culpable de
descuido e imprudencia. Sin embargo,
sobre las palabras y pensamientos del
arzobispo Carranza, sobre su catecismo, sus
esbozos evangélicos, sencillos, escritos de
manera didác�ca, sin malicia alguna,
cayeron un torbellino de odios, envidias e
intrigas, que enlodaron su buena fe.
Su Catecismo romano se imprimó
en Amberes en 1558. Se publicó en alemán
e italiano. Pero en España, se intentó su
autorización en 1567, pero el proyecto se
canceló y soló 10 años después aparecía, en
Medina del Campo, la primera impresión
hecha en España. El papa S. Pio V demostró
gran interés por su traducción a las lenguas
vulgares.
Seguramente, Fray Bartolomé desde su
confinamiento social y polí�co, se refugiaría
en su mis�cismo religioso y evocaría a Juan
de Ávila en su doctrina humanista, en el
conocimiento de las Sagradas Escrituras y
los Padres de la Iglesia, fue par�dario de la
ayuda a los pobres y del ejemplo de la
sencillez de la prác�ca religiosa. A pesar de
todo, la soledad del aislamiento, que
también padecería Juan de Ávila no fue
obstáculo, para mantener su inocencia.
Las intrigas polí�cas provenientes
del entorno de Carlos V y después de Felipe
II, no hacían más que avivar las posturas en
contra de Bartolomé de Carranza. En 1543,
es enviado al Concilio de Trento como
legado del emperador Carlos V, donde
defendió su obligatoriedad de la residencia
episcopal.
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Felipe II lo envió posteriormente a
Inglaterra como confesor de su segunda
esposa, María Tudor, encargándole otra
misión aún más audaz, la de colaborar
junto a la Reina y el nuncio de su San�dad
el Cardenal Pole en la tarea de la
Contrarreforma, algo que cristalizó con el
sínodo de Londres de 1555. Muchas veces
lo he imaginado, desde su pequeño cuarto
en prisión, rememorando estos
acontecimientos. Hombre de no muy alta
figura, ojos penetrantes y semblante
bondadoso, hubiera dado paso a mil y un
secretos que helarían la sangre de
cualquiera, y solo él, en sus ratos de
soledad, conocía y repasaba.
En España en la segunda mitad del siglo
XVI, se formaron algunos focos luteranos,
los integraban españoles que habían
acompañado a Carlos V y Felipe II en sus
expediciones y campañas por Alemania,
Flandes e Inglaterra. “Las primeras
sospechas de luteranismo recayeron en un
grupo de intelectuales españoles
admiradores de Erasmo de Roqerdam. Tras
actuar el Santo Oficio contra ellos se
generalizó, que si una persona ilustrada
hablaba, esto era significa�vo de ser
luterano”(1). A par�r de entonces, se
sucedieron una serie de persecuciones y
procesos a las gentes que consideraban
erasmistas.
Después de regresar de Inglaterra,
Felipe II propone a Carranza para suceder a
Juan MarXnez como arzobispo de Toledo,
sede primada del Imperio Español, siendo
ordenado el 27 de febrero de 1558 en el
convento de Santo Domingo de Bruselas. El
13 de octubre de ese mismo año hace su
entrada en Toledo como obispo, dando
muestras durante el período que estuvo en
el cargo de ejercer la caridad. De su
Catecismo romano, cumplía una promesa
que se había hecho a sí mismo, cabe
pensar en su paso por Inglaterra y antes de
publicarlo en Amberes, que su imaginación
distaba mucho de las consecuencias que
dentro de un corazón noble le podría traer
dicho tratado y en su prólogo aclara: “Mi
intención ha sido buena; lo que faltare en
la obra corregirá la Iglesia, a cuyo juicio y
corrección lo someto todo, y después
cualquiera cris�ano lector a quien Dios
dará más lumbre de la que yo he
tenido”(2).
La corte de Carlos V tambaleaba, se
sucedían las intrigas y Carranza recibe
después de la consagración episcopal de
Bruselas, de manos del cardenal Granvella,
entonces obispo de Arras, importantes
instrucciones polí�cas. Poco después, con
el semblante preocupado y por las no�cias
que llegan del Rey, se acercó a Yuste para
visitar a Carlos V moribundo, donde
permaneció junto a él hasta su
fallecimiento.
La personalidad de Carranza
comenzaba a ser molesta, cons�tuía una
alterna�va liberal en la coyuntura polí�co-
religiosa del momento. Esta sensación
debió de dar a los disidentes de Valladolid
y Sevilla, cuando apareció su nombre en los
escritos y confesiones de 1558 y 1559.
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Tiempo le faltó al Inquisidor General don
Fernando Valdés en cargar �ntas contra
Carranza que almacenaba rencillas del
pasado, su apresamiento estaba cercano.
La noche llegó, mientras descansaba en sus
aposentos, sus verdugos acudieron a su
lecho y quebrantaron su sueño, un sueño
que convir�eron en pesadilla y que se
prolongó en 17 largos años, un calvario en
vida. Carranza llegó a Valladolid el 28 de
agosto y fue encerrado en los calabozos de
dicha Inquisición.
Gregorio Marañón en su publicación, “El
proceso del arzobispo Carranza”, escribía:
“Ningún español se atrevería a absolver al
Arzobispo, por muy inocente que le
creyera, pues esto equivaldría a oponerse a
la Inquisición. Los más ardientes defensores
de la jus�cia opinan aquí que vale más
condenar a un inocente que no el que sufra
mengua alguna la Inquisición”.
Primero será juzgado en España
(1559-1567), Carranza luchará por su
inocencia, su abogado MarXn de
Azpilicueta y los tes�monios de personas
de pres�gio impiden que sus enemigos
logren que el juez dicte sentencia de
culpabilidad. El papa Pio V, reclama a
Carranza a Roma y sale de España el 27 de
abril de 1567, allí es conducido a la cárcel
del cas�llo de Sant Angelo. De nuevo,
pienso en la sensación de frustración que
debió sen�r, solo, por compañero un cuarto
sombrío, una leve luz, como en su primer
confinamiento, únicamente la fe le debió
mantener en tales circunstancias y también
su fortaleza de espíritu, algo que sólo los
grandes hombres saben enfrentar ante la
adversidad.
Felipe II envía a Roma a su abogado
MarXn de Azpilicueta, gracias a su
excelente defensa, Carranza fue finalmente
absuelto, poco antes de morir. La sentencia
prohibía la lectura y posesión del
Catecismo, amén de otras condiciones, se
le imponía una pena de cinco años de
suspensión del arzobispado y le obligaban
de adjurar dieciséis proposiciones como
sospechoso de herejía. Nada más lejos,
debió de pensar Carranza ante tal fallo. Le
permi�eron finalmente salir del calabozo,
pero en su lecho, su salud muy deteriorada
por los duros años de sufrimiento, la
mirada cansada y el rostro sereno, miró
hacia el infinito, diecisiete días después de
su sentencia sin rencor alguno y murió en la
fe cris�ana el 2 de mayo invocando a Felipe
II, con gran fidelidad manifestando su total
inocencia.
Fray Bartolomé de Carranza cerró
los ojos para siempre. Diéronle sepultura
en el Convento de su Orden Dominicana de
la Minerva, en medio del coro, donde están
los PonXfices León X y Clemente VII. Sobre
su tumba se escribió el siguiente epitafio:
”Bartolomé de Carranza, navarro,
dominico, Arzobispo de Toledo, Primado de
la Españas, varón ilustre por su linaje, por
su vida, por su doctrina, por su predicación
y por sus limosnas; de ánimo modesto en
los acontecimientos prósperos y ecuánime
en los adversos”. En 1993 sus restos fueron
traídos de nuevo a España y trasladados a
la catedral de Toledo.
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Por AgusOn Reyes Torres. Universitat de València.
Si el obje�vo de la educación es el desarrollo de conocimientos, conceptos,
habilidades y ac�tudes, la enseñanza de una lengua extranjera como el inglés representa un
elemento clave e indispensable en el proceso educa�vo dado que
contribuye al crecimiento del alumno a nivel cogni�vo, social y cultural. Como afirma Sandra
Savignon, aprender una segunda lengua significa no sólo tener competencia en las cuatro
destrezas tradicionales, sino acercarse a la manera de pensar de otras personas y superar las
barreras lingüís�cas y culturales (1983: 187). De esta manera, tanto la enseñanza como el
aprendizaje de la lengua inglesa cons�tuyen mucho
más que el conocimiento necesario de un complejo sistema de signos con el que
comunicarse. Enseñar inglés implica enseñar a los estudiantes a ver y pensar en el mundo
que nos rodea desde otra perspec�va. Aprenderlo, por otro lado, es desarrollar las dis�ntas
destrezas pero también poder comprender los sen�mientos y la forma de vida de otras
personas y otras culturas. Para todo ello la literatura y la reflexión representan un papel
fundamental .Entre los principios pedagógicos que se han de tener en cuenta a la hora de la
enseñanza del inglés como lengua extranjera, H. Douglas Brown (2002) nos habla de la
importancia de la mo�vación intrínseca en el estudiante,
LA REFLEXIÓN COMO ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE
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de la necesidad de que dedique �empo y
esfuerzo, de que corra riesgos al producir
frases, de que no preste demasiada
atención a las reglas (automa�cidad), pero
además, de que el aprendizaje sea
significa�vo, es decir, que no esté basado en
la memorización de conceptos sino en la
comprensión de contenidos. En este
sen�do, la literatura ofrece un material de
lectura y de reflexión idóneos para el
desarrollo de las competencias
comunica�vas y la comprensión de los
aspectos psicológicos y culturales que
caracterizan a los seres humanos, sus
preocupaciones, sus deseos y sus
necesidades. A través de un cuento o de un
libro, los estudiantes �enen la posibilidad de
entrar en la mente de un personaje, llegar a
ver su entorno actual, comprender su
pasado e incluso su mundo imaginario. La
literatura, por lo tanto, da forma a la
experiencia del ciclo con�nuo de la vida,
explora la naturaleza del ser humano y sus
circunstancias par�culares.
¿Cuál es la mejor estrategia para
incluir la educación literaria en la clase de
inglés? Como apuntan Josep Ballester y
Noelia Ibarra, no existe ningún recurso ni
estrategia excluyente del resto. “El docente
en cada contexto y en cada momento
deberá elegir la opción más adecuada sin
descartar nunca ningún recurso” (2009: 31).
Lo importante es mo�var al lector, invitarle
a reflexionar y a imaginar. La literatura debe
ser “una ventana abierta al mundo, tanto al
real como al imaginario” (Ballester/Ibarra
2009: 31). El profesor debe facilitar
oportunidades al estudiante para que éste
pueda desarrollar sus ideas y alcanzar sus
propias conclusiones. Estas oportunidades
son plenamente alcanzables a través de
textos literarios que susciten interés y que
sean apropiados para el nivel requerido
(Reyes 2012: 12). El estudiante necesita leer
por sí mismo, pensar de manera crí�ca
sobre lo que lee, y expresar y desarrollar sus
respuestas a través del debate y la
escritura . Esta estrategia de aprendizaje
basada en la reflexión es el �po de
educación que capacita al alumno para
analizar la información que no viene bien
ordenada o preparada para su fácil consumo
(Nance 2010: 4). En vez de darles
respuestas, se les enseña a usar la lengua
para pensar. La integración de la literatura
en la clase de inglés contribuye así al
desarrollo de conocimientos y ac�tudes que
van mucho más allá de la competencia
comunica�va.
(4) Ballester, Josep y Noelia Ibarra. “La enseñanza de la
literatura y el pluralismo metodológico” en Revista OCNOS
nº 5, 2009, pp. 25-36,
H. Douglas Brown. “English Language Teaching in the ‘Post-
Method’ Era: Toward beqer Diagnosis, Treatment and
Assessment” in Jack C. Richards,Willy A. Renandya (eds),
Methodology in Language Teaching: An Anthology of
Current Prac�ce. Cambridge: Cambridge University Press,
2002. Nance, Kimberly A. Teaching Literature in the
Languages, Pren�ce Hall, Boston, 2010.
Reyes Torres, AgusXn. “Literature in the foreign language
syllabus: Engaging the student through ac�ve learning” en
Revista Tejuelo nº 15, 2012, pp 9-16.
Savignon, Sandra. Communica�ve Competence: Theory
and Classroom Prac�ce.
Reading, MA Addison Wesley, 1983.
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Por M. Mar Encinas.
Spanish Language co-ordinator and Year
Abroad Chair Queen Mary, University of
London.
Escribo este arXculo a bordo del tren de
cercanías en el que me desplazo cada día
de casa al trabajo. Un trayecto de
duración a veces impredecible, como
suele suceder en el transporte público de
Londres. Y
pienso en
la
naturaleza
de los
viajes y la
adopción
necesaria
de
miradas y
ac�tudes
que
comportan. Hay viajes voluntarios y
obligados, viajes de placer y de dolor,
viajes de aventura y viajes ru�narios.
Todos ellos nos obligan a la adopción de
una variante en la iden�dad de cada
uno. Si amplío el punto de mira, llego a
la conclusión de que toda reflexión, de la
índole que sea, es
también un viaje. Y desde esta metrópoli
superpoblada, abigarrada, frené�ca,
siempre ajena y extrañamente
acogedora, recuerdo la película
Espartaco
(Spartacus),
dirigida por un
sorprendente
Stanley Kubrick
de apenas 31
años como una
honesta
reflexión sobre
la libertad y el
desplazamiento
esico y
existencial. El
de Espartaco es
un viaje obligado a Roma para ba�rse en
un combate necesario por la libertad. Un
viaje suicida porque nada podía hacer
una horda de esclavos, precariamente
armada e ignorante de tác�ca y
estrategia, contra las disciplinadas
legiones del joven y ambicioso Julio
César.
IDENTIDADES EN TRÁNSITO
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La epopeya de Espartaco se me presenta
metafóricamente similar al éxodo de
españoles, jóvenes y otros no tanto, a
otros ámbitos donde sea posible la
dignidad. España parece condenada a ser
el país en eterna transición, donde los
esquemas de la democracia nunca acaban
de entenderse con sucesivos polí�cos,
como actores clónicos, que parecen
interpretar un juego dadaísta sin guión,
lejanos y ajenos a los intereses del
público que ha pagado las entradas, un
pueblo que los contempla ya con
hartazgo, has�ado de la ráfaga
irresponsable de insultos y culpas entre
unos y otros, sin anunciar una sola línea
que atente a la resolución de la trama.
No hay un solo día en el que no
intercambie una conversación casual con
algún dependiente, camarero, au pair,
revisor de metro o recepcionistas de
hotel que no se haya formado en
pres�giosas universidades españolas, en
su intento por dejar de ser eternos
errantes de un mercado laboral que los
aboca siempre a huir, a iniciar el doloroso
camino a Roma, gladiadores pacientes en
la supervivencia.
Algunos se acogen a la vida nueva
y aprenden a crecer bajo la lluvia; otros,
los más, añoran su casa y su lengua como
las añoraba Antonino, el esclavo de
incorrup�ble lealtad a Espartaco, que fue
libre e ilustrado en el país de origen, al
que invoca en poemas que recita de
noche, mientras las exhaustas huestes de
Espartaco apuran el descanso junto a la
hoguera. Estos poemas de Antonino bien
pudieran ser los de Cernuda o los de
tantos que fueron otros en �erras
adoptadas. “En el sur tan distante quiero
estar confundido” La lluvia allí no es
más que una rosa entreabierta; su niebla
misma ríe, risa blanca en el viento. Su
oscuridad, su luz son bellezas iguales. Mi
viaje de hoy no es un ejercicio de
nostalgia, sino la percepción casual de
risas y miradas que reconozco y que
celebro y, que, no sé por qué, recubro de
pronto con escudos, redes, cascos,
armaduras, yelmos…, listos para el
combate contra los phrasal verbs, el
estrago de los precios separa del
transporte y la usura de los caseros
londinenses.
El de Espartaco es un i�nerario hacia la
dignidad, repe�do a cada segundo en las
metrópolis de todos los �empos, viajes
obligados en los que, sin embargo, se
descubren otros parajes en los que somos
héroes de irrepe�bles tramas en nuestra
única e incomparable geograea personal.
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Por Betlem Soler Pardo. Facultat de
Magisterio . Universidad de Valencia.
Quen�n Taran�no guionista, director, y
especialista del nuevo cine criminal se
caracteriza por realizar películas de
temá�ca violenta y por incluir diálogos
con un alto grado de realismo. Jackie
Brown (1997) es la adaptación que
Taran�no llevó a cabo de la novela
criminal Rum Punch del también
guionista y escritor norteamericano,
Elmore Leonard. El cineasta cambió
algunos aspectos de la novela y eligió a
una mujer afroamericana, PamGrier 5,
para el papel de Jackie 6. Para el Xtulo,
escogió la segunda palabra de un film de
los 70 del que Grier era protagonista,
Foxy Brown (Jack Hill, 1974)7, y respetó
el nombre de pila elegido por Leonard
para la primera palabra. Rum Punch,
Xtulo de la obra original redactada por
Elmore Leonard en 1995, es la
con�nuación de la obra The Switch,
elaborada por el mismo autor en 1978. El
�po de personaje caracterizado en este
género es diferente al del detec�ve
tradicional: no son héroes sino
an�héroes donde la ficción es sus�tuida
por el realismo (Belton, 1994: 194).
Según Juan M. Corral (2005), los
seguidores de Leonard coinciden en que
el mo�vo de su éxito se debe a sus
diálogos, éstos poseen un tono realista
con frases entrelazadas que describen la
violencia mostrada en los filmes, lo que
recuerda al guión de una película de
acción criminal. Quizás sea esta
par�cularidad lo que la hizo tan atrac�va
para Quen�n Taran�no. El cineasta
afirma en una entrevista (Ciment y
Niogret, 1998) que se senXa
estrechamente iden�ficado con la obra
del escritor y reconocía que se
asemejaba bastante a su es�lo de hacer
cine pues Leonard, al igual que
Taran�no, u�lizaba diálogos de la calle
que resultaban fascinantes para un
determinado �po de público debido a su
tono realista.
Tanto Leonard como Taran�no narran en
sus respec�vos textos una historia de
amor �erna entre dos personas maduras,
Jackie y Max 8, y describen una doble
trama
criminal con un final poco convencional.
Jackie es una azafata de 45 años que
teme perder su trabajo y por ello intenta
introducir dinero de manera ilegal en el
país. Max es un policía re�rado, ahora
avalista de reclusos, que no está muy
seguro de querer ayudarla en su plan.
RUM PUNCH
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se encuentran patentes en ambas obras.
Ordell Robbie, Louise Gara, Melanie, y
Nicoleqe cons�tuyen el resto del reparto,
se trata de personajes a los que se les dio
un mayor protagonismo en la novela y
que, en la obra elmica, han quedado
relegados a un segundo plano y se han
dejado eclipsar por la energé�ca
protagonista.
Una de las diversas disimilitudes que
encontramos en el film respecto a la obra
literaria y, posiblemente, la más
significa�va recae en el hecho de que la
protagonista de la película sea negra.
Leonard describió a una azafata blanca
para desempeñar el papel de Jackie en su
novela. Taran�no, gran conocedor de la
cultura y la jerga afroamericana, vio en
Grier una excelente Jackie y reconoce
abiertamente haber escrito el guión para
un público negro (Miramax, 1997) donde,
por una vez, la heroína negra logra
mejorar y escapar de su miserable vida.
De este modo, par�endo de un mismo
guión, Rum Punch y Jackie Brown son dos
obras que destacan puntos de vista
diferentes, la criminalidad y la ambición
por el dinero en la primera, y la
representación de una mujer negra,
madura,
energé�ca,
luchadora y
sin
limitaciones
en la
segunda9.
9 Ciment, Michael & Niogret, Hubert. ‘Interview with Quen�n Taran�no: “I want people to see my ‘new’ film and not my ‘next’ film.”’, en Posi�f, abril1998. Comas, Ángel (2005).De Hitchcock a Taran�no. Madrid: T&B Editores. Corral, Juan M. (2005).Quen�n Taran�no: excesos y cinefilia. Palma de Mallorca: Dolmen Editorial. Belton, John (1994). American Cinema/American Culture.New York: McGraw-Hill, Inc. Jackie Brown (1997). D: Quen�n Taran�no. P: Lawrence Bender, Paul Hellerman. SC: Q. Taran�no (adapted from Elmore Leonard’s novel Rum Punch). Du: 151’. Color. Lawrence Bender Produc�ons-A Band Apart-Miramax- Mighty Afrodite Produc�ons. (1997) ‘A Look Back at Jackie Brown: Interview with Quen�n’, en Jackie Brown, Miramax, 1997. Leonard, Elmore (1992). Rum Punch. New York: Viking. Robert Forster, actor de películas de serie B, es el elegido por Taran�no para representar a este personaje.
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Entrevista a Bernard Robin
Por Carmen Gregori-Signes. Profesora
�tular Universidad de valencia.
El relato digital es un género que surgió
en Estados Unidos a finales de los años 90
en el Centre for Digital Storytelling (cf.
Lambert, 1997, 2009) impulsado por
Atchley (www.nextexit.com). Esta
organización sin ánimo de lucro fomenta
la inves�gación y el desarrollo de
proyectos para jóvenes y adultos de todo
el mundo en el uso de herramientas
digitales para contar a través de relatos,
historias y experiencias significa�vas en
sus vidas. Estas historias se comparten
para fomentar el aprendizaje y la
educación. También �enen una amplia
aplicación en la difusión de aspectos
relacionados con la salud, servicios
sociales, preservación histórica y cultural;
o bien para el desarrollo comunitario,
derechos humanos y, temas relacionados
con la jus�cia ambiental, entre otros.
Desde entonces el relato digital ha
expandido muy rápidamente sus usos y
aplicaciones especialmente en el campo
de la educación. Una definición breve y
concisa del relato digital, siguiendo a
varios autores podría ser: un relato o
historia corta (entre 2-5 minutos) que
combina en su elaboración medios
tradicionales de narrar una historia con
una amplia variedad de herramientas
mul�media, que incluyen gráficos, audio,
video, animación y publicación en
internet. No obstante entre ellos se
destacaría que es la voz del mismo autor
la que narra el relato. Hay muchos �pos
de relatos digitales que se han visto
favorecidos por la proliferación de
recursos digitales que permiten la auto-
publicación (blogs, redes sociales,
Youtube etc.), en esta entrevista le
preguntamos a Bernard Robin que nos
defina brevemente que es el relato digital,
qué relatos le han tenido impactado y
recuerda y dónde empezar si queremos
iniciarnos en el arte del relato digital.
Además Robin nos da algunos consejos
sobre cómo u�lizar el relato y enfa�za
qué el estudiante o creador del relato
debe tener un concepto de relato digital
como una forma de expresión personal
que permite crear su propia historia. El
relato digital es una forma de expresión
más que una herramienta.
- CGS: ¿Qué es el Relato Digital?
- BR: El relato digital nos permite contar
historias u�lizando medios digitales,
incluyendo texto, imágenes, audio,
música y video. Estos elementos
mul�media se combinan entre sí
u�lizando dis�ntos programas
informá�cos. En términos generales, los
relatos digitales giran en torno a un tema
elegido y con�enen a menudo un punto
EL RELATO DIGITAL COMO HERRAMIENTA DE
EDUCACIÓN Y EXPRESIÓN PERSONAL
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Hay muchos �pos diferentes de historias
digitales pero podemos clasificar los
principales en tres grupos: 1) Narra�vas
personales: es decir, historias que
con�enen relatos de incidentes
significa�vos en la vida de uno, 2)
documentales históricos: historias que
examinan los acontecimientos dramá�cos
que ayudan a entender el pasado, e 3)
historias que informan o instruyen al
espectador en un concepto o prác�ca en
par�cular.
En el campo de la educación, los relatos
digitales se usan para presentar nuevos
contenido a los estudiantes. Un relato
digital atrac�vo y rico en recursos digitales
es una forma ú�l de captar la atención de
los estudiantes y aumentar su interés en la
exploración y profundización de temas
nuevos. Los relatos digitales creados por
docentes también se pueden u�lizar para
mejorar un tema de estudio concreto
incluido en una unidad mayor, para
facilitar el debate sobre los temas
presentados en el relato y para hacer que
los contenidos abstractos o conceptuales
sean más comprensibles.
El relato digital asimismo puede ser una
poderosa herramienta educa�va para
aquellas estudiantes que son capaces de
crear sus propias historias. Este uso del
relato digital aprovecha el talento crea�vo
de las estudiantes a medida que
comienzan a inves�gar y contar sus
propias historias; les hace aprender a usar
la biblioteca e Internet para inves�gar y
enriquecer y profundizar en el contenido
mientras analizan y sinte�zan una gran
variedad de información y opiniones.
Además, los y las estudiantes que
par�cipan en la creación de relatos
digitales �enden a desarrollar y mejorar
habilidades de comunicación, aprendiendo
a organizar sus ideas, hacer preguntas,
expresar opiniones y construir narra�vas.
Las estudiantes �enen la oportunidad de
compar�r su trabajo con sus compañeros y
compañeras a la vez que adquieren una
valiosa experiencia ya que analizan su
trabajo y el de los demás estudiantes de
forma crí�ca. Esto promueve el aumento
de la inteligencia emocional y el
aprendizaje social.
-CGS: En efecto, el relato digital permite
analizar y dar una nueva visión sobre
cualquier tema, bien sea un tema personal
o social o una combinación de ambos,
pero ¿Cómo usa Bernard Robin el Relato
Digital?
-BR: En mi calidad de miembro de la
Universidad de Houston, enseño cursos
sobre los usos educa�vos del relato digital.
Me gusta comenzar mis cursos con la idea
de que mis estudiantes no saben mucho, o
nada, del relato digital. En la primera parte
del curso comenzamos inves�gando cómo
otros usan el relato digital, qué hace que
un relato digital sea bueno, y cómo estas
historias pueden ser u�lizadas para apoyar
el proceso educa�vo. En la segunda mitad
del curso, mis estudiantes seleccionan los
temas educa�vos en los que �enen un
interés especial y crean sus propios relatos
digitales sobre estos temas.
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También trabajo con estudiantes de
doctorado que están inves�gando y
publicando arXculos y tesis que, añadidos
a nuestra comprensión conceptual de
cómo esta herramienta puede usar la
tecnología, han servido para mejorar
tanto la enseñanza como el aprendizaje.
Trabajar tan intensamente en las
múl�ples facetas del relato digital nos ha
ayudado a conseguir una gran experiencia
prác�ca en cómo los estudiantes pueden
tener éxito en la creación de relatos
digitales educa�vamente significa�vos
que sirvan para reforzar su aprendizaje.
Y cuando no estoy dando cursos o
supervisando estudiantes de doctorado,
dirijo talleres, escribo arXculos y doy
conferencias sobre los diferentes aspectos
del relato digital que se puede u�lizar en
entornos educa�vos. Además, he creado y
mantenido una página web (Educa�onal
Uses of Digital Storytelling hqp://
digitalstorytelling.coe.uh.edu/) que llega a
los educadores y estudiantes de todo el
mundo. Esta página web con�ene relatos
digitales de diferentes categorías,
tutoriales sobre cómo crear un relato
digital y vínculos a una gran variedad de
recursos para relatos digitales, incluyendo
otras páginas web, arXculos e
inves�gaciones.
-CGS: ¿Qué relatos digitales han tenido el
mayor impacto en Ud. desde que empezó
a trabajar con el relato digital?
RB: Una de las primeras historias digitales
que vi fue "The Look", creada por Craig
Jacobsen (hqp://
digitalstorytelling. coe.uh. edu/the-look/
The-Look.avi)
En esta historia digital, Jacobsen u�liza
imágenes y video clips sacados de libros,
revistas y películas para presentar una
revisión histórica, muy rica en contenidos
mul�media, de la ciencia ficción y su
relación con la ciencia y la tecnología en el
mundo moderno. Había encontrado "The
Look" en la web mientras buscaba
ejemplos de historias digitales para
mostrar a mis estudiantes. Como
educador, me fascinó ver cómo un relato
digital podía combinar tantas referencias
interesantes de la historia, la escritura
cienXfica, la tecnología, la televisión, el
cine, la exploración espacial, el
conocimiento y la sabiduría, y en úl�ma
instancia, la condición humana.
Inmediatamente supe que estaba viendo
el �po de historia que yo quería crear y
enseñar a mis alumnos a crear. Otra
historia digital que tuvo un profundo
efecto en mí fue "Tijeras", creada por
Daniel Meadows (hqp://
www.photobus.co.uk/?id=534).
En poco más de 2 minutos de duración,
este relato digital cuenta una historia muy
personal acerca de las relaciones
familiares a través de múl�ples
generaciones. Después de ver esta
historia, aprendí dos lecciones valiosas
sobre el relato digital que creo que siguen
siendo importantes hoy en día. El primer
punto es que un buen relato digital puede
ser rela�vamente corto y tener un
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mensaje muy poderoso. La segunda
lección que aprendí fue que el uso de un
punto de vista muy personal en un relato
hace que la historia sea efec�va para
muchos �pos diferentes de espectadores,
ya que pueden apreciar y conectar con
los temas universales incluidos en el
relato. Lo que también resultó ser
significa�vo acerca de estos relatos
digitales es que ambos eran grandes
ejemplos de buena escritura. En mi
opinión, la atención al detalle en los bien
elaborados y magníficamente escritos
guiones era lo que aseguraban que estas
historias iban a ser un éxito cuando los
componentes digitales se hubieran
añadido.
Lo que aprendí al ver estas y otras
historias similares es que la historia
siempre debe ser lo primero en el
proceso de narración digital y hago
hincapié en este principio básico cuando
enseño relato digital en mis cursos y
talleres.
- CGS: ¿ Qué páginas web recomendaría a
nuestros lectores?
• RB: Como mencioné anteriormente,
he creado la página web
‘Educa�onal Uses of Digital
Storytelling (hqp://
digitalstorytelling. coe.uh.edu/) así
que, por supuesto, yo creo que esta
página es una de las que
podría ser de interés para los educadores
y estudiantes.
En nuestra página web, también tenemos
enlaces a otras páginas de relato digital,
incluyendo:
• La página web del Center for Digital Storytelling de Joe Lambert (hqp://www.storycenter.org/)
• La página web de Jason Ohler ‘Art, Storytelling, Technology and Educa�on’ (hqp://www.jasonohler.com/storytelling/index.cfm)
• La página web de Bernajean Porters ‘DigiTales’ (hqp://www.digitales.us/)
• La página web de William Shewbridge ‘Digital Stories@UMBC’ (hqp://www.umbc.edu/oit/newmedia/studio/digitalstories/)
- CGS: ¿Qué consejo le daría a alguien
que quiere empezar a crear relatos
digitales?
- RB: Creo que el primer consejo para
alguien que acaba de empezar a u�lizar el
relato digital sería explorar las páginas
web que se enumeradas anteriormente.
Hay muchas personas en todo el mundo
que están u�lizando relatos digitales de
manera crea�va e interesante y muchas
de ellas ya han creado páginas web ú�les.
Estas son sólo algunas de las páginas web
que hago explorar a mis estudiantes la
primera vez que entran en contacto con
el relato digital. Una vez que alguien
empieza a mostrar interés en crear su
propio relato digital, mi consejo es que
elijan un tema personalmente
significa�vo. Los mejores
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relatos digitales son a menudo los más
personales y realmente creo que todo el
mundo �ene una gran historia que contar
que otros disfrutarían viendo.
También me gustaría recomendar a los
nuevos narradores de relatos digitales a
pensar en quién va a ser la audiencia para la
historia. Una cosa que aconsejo a las
principiantes en este
género es tratar de
organizar todos los
materiales de los relatos
digitales en una carpeta o
archivo en su ordenador o
disco duro portá�l para
evitar la frustración de no
saber dónde se encuentran
los archivos y no ser capaz
de encontrarlos. En mis
cursos y talleres, sugiero la
creación de la carpeta
principal en el escritorio y
luego la creación de
subcarpetas separadas para
el guión, la hoja de trabajo,
archivos de texto,
imágenes, narración de
audio, música, video clips,
etc. Por úl�mo, también
sugiero que se busquen y se
creen materiales
suplementarios que puedan ser usados en
un relato.
Animamos a los estudiantes y a los que
par�cipan en nuestros cursos en nuestros
talleres a pensar en un relato digital no solo
como un recurso educa�vo que está solo,
sino como un componente clave dentro de
un conjunto de materiales educa�vos que
pueden ayudar a los espectadores del relato
a aprender o conocer más sobre el tema. En
algunos casos, estos materiales podrían
incluir unidades didác�cas, hojas de
ac�vidades para la clase, un glosario de
términos, y así sucesivamente. En otros
casos, los
recursos
pueden ser
una colección
de archivos
PDF, arXculos
de revistas y
enlaces a
páginas web
ú�les. El
concepto
importante a
recordar es
que los
relatos
digitales
educa�vos
pueden ser
una
excelente
manera de
mo�var a los
espectadores
a buscar más
información en el contenido educacional y el
relato digital podría ser sólo el primero de
muchos otros recursos que los espectadores
se encontrarán con el fin de añadir
profundidad, complejidad y riqueza a la
experiencia de aprendizaje.
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Por Amalia LLopis López y Manuel López Planells.
“El pintor que no vea ningún mundo dentro de sí mismo, que deje de pintar”, comentaba D.G.Friedrich.
Atendiendo a lo que deja entredicho este fragmento de unas notas que escribió, podemos entender, lo que tantos ar�stas han tes�moniado en sus cartas perennes conservadas aún hoy.
El arte es en sí, o debería serlo, la expresión pura de las emociones humanas.
Simbólicos espejos en los que unos pocos afortunados exteriorizan su mundo interior. No todos podemos adquirir alguno de estos espejos para que nos acompañen a diario, durante nuestra vida, pues son privilegiados aquellos capaces de disfrutar recreándose en él. Sen�mientos congelados puestos al alcance de todos.
El amor al arte, el afán de superación generacional, la necesidad de saberse grande, ha marcado un sen�r que ha acompañado a la humanidad, crédula al pensar que la evolución y el progreso iban de la mano únicamente de la tecnología. Ese sen�r que les ha llevado a construir losa a losa los templos para sus dioses, a compe�r contra los elementos para levantar pirámides, catedrales, o simplemente mover montañas. El hombre que modeló la naturaleza y la �erra a su antojo ha dejado de estar a gusto, ha dejado de entenderse, camina solo, a la deriva sin rumbo claro, falto de orientación alguna.
Las maravillas que otrora hicieron
reverenciarse a súbditos y a reyes han entrado en decadencia, nos preguntamos por qué, cuales son las
causas, qué razones. El arte que subido a
nuestros hombros nos ha acompañado a lo largo de todo el camino, se ha ido distanciado poco a poco. Ha perdido todo reflejo de naturaleza, ha negado sus orígenes, y crece horrorizado, miedoso e inseguro. El diálogo sostenido con sus padres ha dejado de fluir, teatralizado tras una máscara, como el hijo que reniega de las buenas raíces que ha recibido.
La razón principal, el “todo vale” en el que no importa la técnica sino la originalidad, la extravagancia y llamar la atención .
EL PINTOR QUE NO VEA NINGÚN MUNDO
DENTRO DE SÍ MISMO, QUE DEJE DE PINTAR
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Es descendiente del mínimo esfuerzo, con
altas expecta�vas, estelares proyectos que adolecen de falta de sen�do común. Se ha perdido el arte de oficios, el artesano que dedicaba toda su vida a su trabajo y que nadie podía superar, la fuente de su conocimiento proveniente del �empo y la prác�ca, a cambio del estudio obsesivo en ocasiones enfermizo de una técnica.
Las creaciones modernas se caracterizan por sus productos ligeros, reflejos evidentes de la vulgaridad.
La diferencia básica entre éstos y los clásicos, estriba en el proceso de ejecución y en el tratamiento de los materiales, algo que conlleva una deshumanización de los procedimientos técnicos, la obra pierde, y también su propio creador. Las nuevas generaciones de ar�stas conocen un ¨revolutus¨ de todo pero nada en profundidad; y esto es en buena parte el fruto cimentado del actual sistema educa�vo. Una educación excesivamente fragmentada, demasiada opta�vidad, pérdida, confusión, que elimina una base de conocimientos imprescindibles.
Estudiar los clásicos ha caído en desuso. Y sin embargo, nuestro parecer, la única pedagogía posible es aquella que entrega a los estudiantes los conocimientos teóricos y prác�cos simultáneamente en el proceso mismo de la producción de una obra.
El arte podemos hallarlo colgado en las paredes de las galerías, en los objetos que compramos para decorar nuestra casa, pero el arte se halla en las personas; en aquellas que no siguen el camino que marca el mercado,
en quienes no compiten por tener más ni mejor sino que encauzan su energías en SER. Ya que, como alude Rodin en su testamento; “El arte no es más que sen�miento¨. Y menos diría yo. Un sen�miento que queda paralizado sin la ciencia de los volúmenes, de las
proporciones, de los colores y sin la habilidad de la mano que lo hace vivir”.
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Stella Manaut
José Manaut Vigliez nace en Lliria en
1898. Estudia en la Escuela de San Carlos
de Valencia y, en 1919 decide vivir en
Madrid donde, por consejo de Joaquín
Sorolla, ingresa en la Escuela de San
Fernando. Durante los veranos de 1921 y
1922 es becado en La Residencia de
Paisajistas de El Paular y ob�ene el
premio “Sorolla”.
Otra beca de la Junta, para Ampliación
de Estudios, le permi�ría vivir y trabajar
en Paris, Bélgica y Holanda. Ya de
regreso a España fue nombrado
ayudante de Cátedra de Cecilio Pla en la
propia Escuela de San Fernando, para
pasar después, como profesor de dibujo,
a los Ins�tutos de Tortosa y Ronda.
Durante la guerra, Manaut tuvo una
destacada ac�vidad arXs�ca, docente y
cultural en Valencia, impulsando las
bibliotecas ambulantes de Cultura
Popular y siendo catedrá�co de dibujo
del Ins�tuto para Obreros. Concluido el
período bélico, fue desposeído de su
cátedra como consecuencia del proceso
depurador de la enseñanza emprendido
por las autoridades franquistas. Entre
1943 y 1949 sufrió prisión y des�erro,
situación que se vio aliviada, en 1946, al
ser nombrado profesor en el Liceo
Francés de Madrid. A par�r de 1960
pudo salir al extranjero y efectuar viajes
a Francia, Italia y Grecia. También vio
cumplido su sueño de retornar a
Valencia, donde pasó pintando, los
úl�mos años de su existencia. A lo largo
de su vida presentó infinidad de
exposiciones, conferencias y trabajos de
BIOGRAFÍA DE JOSÉ MANAUT
.
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Por Juan Montoro Lara. Director de teatro.
En el magnífico libro con aroma clásico Violación: Una historia de amor Yoyce Carol Oates cuenta cómo ser víc�ma de una brutal violación destruye a una mujer. Años después del salvaje suceso, y casi al final del relato, cuando parece que se a�sba una luz al final del túnel, descubrimos que la protagonista ha caído en la garras de una secta. No puede superar lo acontecido aquel faXdico cuatro de julio en un cober�zo sin consuelos de paraísos ar�ficiales. Alguien se encontraba embebido en esta lectura cuando en un dominical publicaron un arXculo relacionado con el caso de una de las mujeres secuestradas, y presumiblemente violada de forma sistemá�ca, en Austria durante años. Uno de los �tulares destacaba que “en su libro ajusta cuentas con quienes no comprenden que sienta cierto afecto por su captor”. Ella lo destaca como alguien clave en su vida, compró su coche y la casa donde estuvo cau�va y lloró por su muerte. Todas las imágenes que nos llegan de esta mujer la muestran bella y rebosante de vitalidad. ¿Qué ha hecho que esta mujer salga victoriosa del horror?
Esta pregunta es el germen de nuestro trabajo. Y decidimos par�r, una vez formado el equipo, de la siguiente premisa:
Una mujer. Miles de días cau�va. Millones de sen�mientos han anidado en ella.
En Oluz, la pieza resultante de nuestro laboratorio escénico, hay dos planos, lo vivido y lo contado.
Elizabeth Trejano, nombre de nuestro personaje vuelve a bajar al zulo donde estuvo encerrada durante años con el
propósito de mostrarnos su vida allí y, sobre todo, el recorrido personal que le hizo salir victoriosa. En lo vivido está el drama, el horror de una situación tan tremenda, y también lo co�diano, la esperanza y las armas encontradas para derrotar al monstruo. De su bajada a los infiernos, Elizabeth, emerge como una heroína que da fin a la pesadilla. Derrota a su secuestrador y destruye todo lo que él había creado, lo que de ella había hecho. El espectador hace ese i�nerario con ella, la ve salvarse.
También es un cuento. Alguien nos narra la experiencia vivida. La propia Elizabeth en una entrevista televisiva donde da muestras de que está por encima del circo mediá�co generado alrededor de ella y de su experiencia y de que está muy por encima de su secuestrador. Pero hay otra narradora, otras quizá. La voz de todas las mujeres y niñas que han pasado por algo similar.
Es la voz poderosa, la voz burlesca, la que se ríe de todo aquello, una voz épica y elevada.
La pieza se sitúa en la frontera entre el teatro y el performance valiéndose de las dos disciplinas para poder llegar a una verdad distanciada y poé�ca a la vez, procurando no entrometerse en las decisiones del personaje, de Elizabeth Trejano.
La puesta en escena, pretende separarse del �empo aristotélico, para adentrarse en un �empo encapsulado, un �empo que comienza a exis�r ante los sen�dos del espectador en el momento justo en el que Elizabeth decide bajar de nuevo al zulo.
OLUZ. VOCES DESDE EL ZULO
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Hemos procurado acompañar a aquellas
niñas-mujeres en el camino que se
trazaron a sí mismas para tratar día a día
de conservar la belleza de la vida, para
aprender a vivir en un zulo, para
comprender a su �rano, para no
conver�rse en un monstruo.
Así hemos entendido
que este monstruo
somos todos. Nos hemos
responsabilizado de
estos encierros y nos
hemos conver�do en el
filtro de este suceso que
tanto percute.
Es Oluz un evidente
anagrama de zulo,
primer Xtulo barajado
para la propuesta. Y no
es un juego de palabras
gratuito, sino el
asombroso lugar hacía donde nos ha
abocado nuestro papel en este proceso,
el de acompañantes de Elizabeth en el
largo camino recorrido hasta volver a ver
la luz.
Por tanto, Los Menos se gesta en 2012 en
torno a un zulo. Lo acontecido en el
interior de él, pero sobre todo lo
acontecido en el interior de las mujeres y
niñas cau�vas allí durante años,
obsesionaba a unos cuantos y les terminó
uniendo. Entrar en lo desconocido se
convierte desde el primer momento en la
principal de sus inquietudes.
Y unos meses después, Los Menos nacen
con el espectáculo y performance OLUZ,
donde se sellan las primeras pautas con
lo fronterizo como núcleo central de
inves�gación y creación del colec�vo.
Señalar su vocación de laboratorio y la
firme determinación de que los
espectáculos finales mostrados al público
incorporen el conocimiento que ha
arrojado el proceso, la inmersión total en
el universo de lo tratado. El componente
corporal de sus trabajos es uno de sus
más destacables argumentos, buscando
en el derroche de la experiencia esica la
auten�cidad de la acción. Lo lúdico, el
acto poé�co, lo fantasmagórico y el
sen�do del espectáculo también forman
parte de su imaginario.
OLUZ quiere ser el inicio de un
argumento arXs�co que se nutra de todas
las disciplinas posibles en la escena
contemporánea. El inicio de una
propuesta que pretende con las
temá�cas elegidas y la perspec�va a la
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Por Francisco José Llácer. Uned.
Académico c. RACV. (Cuadro de Féliz
Pons).
Es la pintura arte grácil, pero inconcluso
e inmovilizador, porque se fundamenta
en la doctrina parmenídea de la
inmutabilidad del ser, queriendo
transformar aquello captado sub specie
instan�s y que sea contemplado, en un
ardiente delirio de inmortalidad, sub
specie aeternita�s.
En verdad que las artes ‘está�cas’, tales
la fotograea, la escultura o la pintura,
pueden imbuir a que sus
representaciones estén dotadas de un
cierto ímpetu, (lo que algunos llaman
dinamismo), pero ello no parece propio
de tales artes, sino que más bien es la
ac�tud, la pose o la situación inherente a
personas o cosas, las que nos dan la
‘sensación’ de movimiento. En rigor,
escultores, pintores y fotógrafos, serían
como la Gorgona, que dejaba conver�do
en piedra a aquel con quien cruzaba la
mirada. El sueño insomne de un ar�sta
‘está�co’ sería trocarse en un Gorgonius
petrificante y dejar plasmado en la
piedra, en el lienzo o en la memoria de la
cámara el instante fugaz captado por su
visión.
Por ello la perfección en estas artes es
tendencial, ya que nunca plasmamos al
ser en movimiento, que es un modo de
ser y mucho menos en su plenitud
ontológica,
Podemos, eso sí, captar un momento de
la levedad del ser, de cualquier ser, ya
creado o imaginado, que nos acerca a
esa perfección, y ello es como asir el
fugaz instante en que la espuma de la ola
rompe en playa o es izada del suelo la
hoja seca impulsada por el viento.
Decía Ovidio: si latet ars prodest, ‘el arte
es ú�l cuando permanece oculto’; el arte
para ser arte requiere esconder lo
ar�ficioso, como queriendo indicar que
es mejor aquel que parece más natural y
sencillo.
Tal la obra de Félix Pons, compañero de
cátedra, que guarda en los más ocultos
penetrales de su oficio, el modo de
dirigir y asentar los pinceles para que los
trazos sean firmes y los resultados
sencillos, que a nuestros ojos de
espectador lego, o un tanto distraído a
veces más con guarda de la mengua, nos
DE HARMONIA IN ARTIBUS.
Reflexión sobre la obra de Félix Pons
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distraído a veces más con guarda de la
mengua, nos resultan naturales y en
caudalosa armonía con el original
plasmado en los lienzos.
Tal el cuadro al
que estas líneas
acompañan, donde don
Félix armoniza con sus
ojos ribereños el
manifiesto contraste
trazado con oblicua
fractura entre el grisáceo
y pétreo murallón, de
ruda elementalidad, y el
sonrisueño muchacho que
apenas roza la armónica
con los labios, recostado
al desgaire y apalancado
en el murete. Aquí se
contrastan y epifanan el
primero y segundo plano,
la vida y la naturaleza
muerta de la piedra,
arquitecturándose en
torno a un eje ideal,
apenas insinuado, que
plegándose, si dóciles
fueran, a un imaginado y
oblicuo eje, cuajarían una
figura geométrica de doble facies. No
sólo aquí, sino en casi toda la obra de d.
Félix, se percibe ese poso de sapiencia
geométrica, avara de formas y trazos,
pero ordenador de mente e ideas. Mas
siempre vence el espíritu esté�co de
armonía que equilibra la mirada del
contemplador y se inmersa en sus
sen�dos, constreñidos por la perfección
del instante plasmado; pues si la frialdad
de un plano geométrico habla para la
razón, la captación del momento habla
para nuestros ojos y para nuestra
sensibilidad.
Fotogra�a: Félix Pons. “Alfredo”.
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Por F. MORALES LOMAS. Editorial Casa de
Cartón.
Lo siento, pero no existe el paraíso (Casa de
Cartón, Madrid, 2012) es la tercera novela
del escritor valenciano Ricardo Bellveser.
Anteriormente había publicado El exilio
secreto de Dionisio Llopis y Paradoja del
éxito que fueron traducidas a varias lenguas.
Como poeta y también como promotor
de la cultura y la literatura ha obtenido
importantes premios literarios como Gil de
Biedma, Vicente Gaos, Cas�lla y León,
Eduardo Dato, Federación Española de
Municipios y Provincias, el Premio de la
Crí�ca Literaria valenciana al conjunto de su
obra… y el año pasado el Premio Nacional de
Fomento de la Lectura concedido por la
Federación de Gremios de Editores de
España por su programa cultural y de libros
en TV, Encontres. Como director de la
Ins�tució Alfons el Magnànim, Ricardo
Bellveser es uno de los escritores españoles
que mayor divulgación hace de la literatura
en el ámbito nacional.
Pero su faceta como narrador se abre de
nuevo con esta obra de plena actualidad en
cuyo Xtulo va impresa ya la incontestable
opinión del narrador sobre el espacio en el
que transitarán los personajes: no existe el
paraíso.
Si por algo
quedará en los
anales esta época
que nos ha
tocado vivir es
por la presencia
morXfera de la
crisis económica
que está
consolidándose
también como una crisis é�ca y moral en la
que acaso el sálvese quien pueda ruge con
una fuerza inusitada, como se desprende de
la lectura de esta conmovedora y emo�va
novela de Bellveser.
Hay fundamentalmente tres personajes
que sirven de emblema o contrapunto entre
ellos para conformar la ac�tud de un �empo
y una época como la actual: el subsahariano
Óscar Caler, el español Miguel Helbo y el
rumano Petru Manescu. Desde lugares del
mundo dis�ntos (África, Europa Occidental y
Europa Oriental), desde perspec�vas
culturales diferenciadas coinciden en ser las
verdaderas víc�mas o már�res de la crisis
actual. En dos casos desligándose de su
cultura y de su �erra, familia…; en el otro,
desligándose de su familia y uniéndose
también simbólicamente al inmigrante en su
vic�mario final.
RESEÑAS
LO SIENTO, PERO NO
EXISTE EL PARAÍSO.
Ricardo Bellveser
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La perspec�va narra�va que adopta
Bellveser con constante referencia a la
información periodís�ca que corrobora
los hechos desarrollados �ene como
objeto acercar al lector a una realidad
conocida por los medios de comunicación
y tratar de hacer que la novela progrese
desde la rapidez narra�va y el es�lo ágil
que debe mucho al periodista Ricardo
Bellveser.
A través de unos capítulos breves el
escritor valenciano aborda uno de los
temas más trascendentes de la situación
actual pero frente a otros libros sobre
esta temá�ca, Ricardo ha tenido el acierto
de unir a inmigrantes y un nacional en un
claro intento de mostrar que la crisis
también afecta con un rigor similar a los
que viven en España sin empleo, hasta el
punto de que (se da la ironía) el
desahuciado y desempleado español
decide hacerse pasar por inmigrante
porque cree que así sus derechos van a
ser más protegidos: “Haré como Petru y
te mandaré dinero todas las semanas, y
cuando pueda te llamaré y te vendrás. No
aguanto más. Adiós”. No deja de ser una
parodia que revela, no ya el sarcasmo de
las situaciones creadas que superan la
realidad, sino la terrible crueldad de la
crisis que destroza vidas ajenas y vidas
más cercanas que se sos�enen solo en la
necesidad exclusiva por sobrevivir, en una
línea similar que podían hacer nuestros
compatriotas decimonónicos.
Los personajes de esta narración
intentan mostrar su aventura personal en
busca de esa supervivencia. Así comienza
la novela, cuando el inmigrante Óscar
Caler (de 28 años) trata de llegar en un
cayuco a las costas de Canarias: “Me
impresionó que me contaran que en
España y en Europa la vida era tan
cómoda y ajena a los problemas, que
había médicos para los animales y la
gente llevaba a sus perros y tortugas a los
hospitales de lujo, en los que habrían
curado a mi madre en pocos días”. Esta
idealización de España y Europa está en la
mente del inmigrante que, poco a poco,
se va dando cuenta de que la realidad no
�ene nada que ver con la abstracción
neorromán�ca.
Este primer contacto novelís�co le
permite también a Bellveser establecer
otra perspec�va: el trato al que son
some�dos los que llegan. Existe una labor
de documentación bien llevada que nos
permite adentrarnos en esa realidad con
total garanXa. Y es un comienzo que
probablemente el lector haya conocido a
través de los muchos programas de
televisión y crónicas periodís�cas que nos
han anunciado la arribada de estos
jóvenes que buscan un “paraíso” en su
vida, aunque en este brille con suciedad
también la miseria, nunca tan relevante
como en sus países de origen pues
consideran que siempre “esto” será mejor
que “aquello”.
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El contraste con Óscar Caler es Miguel
Helbo, el fontanero autodidacta español
que, tras múl�ples oficios y sin trabajo,
afirma crí�camente que la inmigración ha
provocado uno de los grandes males de las
sociedades avanzadas como la española: el
retroceso en las conquistas sociales: “Los
inmigrantes nos hicieron retroceder
cincuenta años, al menos eso creo yo desde
la experiencia. Todo cuanto habíamos
progresado los trabajadores, los derechos
sociales y sindicales, desaparecieron.
Vinieron a trabajar y no hicieron dis�ngos a
si era de día o de noche, a si se les pagaba
bien o mal y contra eso no se podía
compe�r”. Es la opinión de Miguel Helbo
que, en cierto modo, puede ser el portavoz
en la novela de un enfoque amplio que
existe en la sociedad, muy crí�ca con el
statu quo.
A veces, puede resultar poco solidaria.
Pero está claro que en épocas de zozobra y
muerte por inanición, el hombre se
convierte en un lobo para el hombre. Un
proceso en el que se van a ver envueltos
estos personajes en las úl�mas páginas del
libro y que muestra de un modo muy
cinematográfico Bellveser en los capítulos
finales a través de ese cinéfilo canto a la
epopeya y a la muerte como resuello
finisecular.
Petru Manescu es un rumano que ha
llegado a España con intención de hacer
algún dinero y traer más tarde a su familia.
Pero su vida se complica con la llegada de
su hermano Mitrita hasta el punto de que
deviene en una enorme tragedia personal.
A través de un determinado número de
capítulos va desarrollándose esta historia
que sería, en esta estructura imaginaria, un
fragmento de la historia total que va
integrándose con las otras historias
deviniendo un mundo propio y diversas
perspec�vas que lo enriquecen. En
determinados momentos, la obra puede
resultar bastante ka{iana porque se parte
del principio de que todo puede ir incluso
peor de lo que ya está y los héroes
novelescos acaban convir�éndose así en
héroes épicos y trágicos por la dureza a la
que son some�das sus situaciones vitales.
A medida que avanza la narración,
Ricardo Bellveser lleva a estos a un terreno
conocido, Valencia, que adquiere así un
valor intrínseco como foco del que irradian
situaciones y escenarios. En la ciudad del
Turia coinciden Óscar Caler que, poco a
poco, va cambiando su des�no aciago por
otro más placentero aunque no se pueda
decir lo mismo de Miguel Helbo. El racismo
de los skin se hace presente y las víc�mas
sociales, los inmigrantes, que acaban en
consecuencia siendo conver�dos por los
medios en héroes frente a la intransigencia
racista, que permite hacer una crí�ca social
evidente en palabras de Óscar, conver�do
así en una especie de portavoz general: “A
los inmigrantes nos pegan todos. Lo hace la
policía en nuestros países, lo hacen las
bandas que nos venden en los cayucos, lo
hacen en los campamentos de acogida… No
tenemos derechos ni exis�mos
legalmente”.
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En esa coyuntura social aparecerán
otros personajes como Ana, la periodista
que entrevista y seduce a Óscar Caler,
Guu, Elena… y la ayuda de los sindicatos
que tratan de ayudarlos en sus
necesidades.
A medida que avanza la novela y
toma vuelo, las vivencias de unos y otros
van a ir conformando una realidad
bes�al y bastante ka{iana de la que es
diecil salir como demuestra esa especie
de ratonera en la que caen al final los
personajes (los incendios como
elementos cuasi catár�cos), que se
convierte como un paradigma de sus
vidas, y sobre la que no pretendo
desvelar detalles que impidan la lectura.
Tragedia y afectos mezclados,
sensaciones de huida y muerte, caos y
desorden que muestran lo dotado que
está el ser humano para el terror y para
conver�rse en circunstancias extremas
en un héroe o en un canalla.
En defini�va, una novela
enternecedora, ágil, directa, clara… y
donde el lector podrá reflexionar pero
también inmiscuirse por unas horas (las
que dure la lectura) en la aventura de
vivir al filo de la navaja de la existencia,
cuando todo puede ser tan terrible o tan
liberador como la muerte.
Rosa María Vilarroig.
El i�nerario de la luz deviene brillante,
sin resquebraduras, como imagino debió
ser la infancia de Ricardo Bellveser en el
pueblo y Valle de Albaida, zona de
blancura, como su nombre indica, entre
los ríos Albaida, Clariano y la sierra de
Agullent. Aquel paraje debió conferirle
naturalidad y lira para desplegar su
talento literario, ya que pueblo y
campiña son inspiradores de necesidad.
La comarca devino escabel para muchas
de sus historias. La trayectoria ––tanto
académica como profesional–– de
Bellveser es intensaOreaba su novela “Lo
siento pero no existe el paraíso” , y mi
pensamiento también oreaba, hasta
recordar a una amiga castellonense,
emigrante americana, ––cuando la
emigración era nombrada, entre otros
modos, aventura––, “My God”, ¿por
dónde comienzo?, apostaba ella,
observando el Gran Cañón del
Colorado..., pues eso mismo apunto
yo...
EL SILENCIO COMO DISCUR-
SO, CON CASTELLÓN DE FON-
DO. A PROPÓSITO DE “LO
SIENTO PERO NO EXISTE EL
PARAÍSO”
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... ¿Por la imagen del autor ofreciendo su
rostro amigable? ¿Por la memoria de su
semblante abierto, siempre generoso,
dispuesto a sorprender con fluidez de
palabras que denotan la capacidad reac�va
de Ricardo? ¿Por la ingente selección de
ac�vidades polifacé�cas del currículum,
como: poeta, antólogo, ensayista, novelista,
gestor cultural, diligencias que secundó
mientras escribía su novela? Decidí
suspender toda acumulación de datos
profesionales y académicos y, me propuse
avistar la esencia de lo que uno es -como
escritor- y pretende transmi�r. ¿De qué
manera me impregnaría la novela por ella
misma, y no por los conocimientos que
poseyera de su autor?
Así que me sumergí en una página al
azar, la 102. Se hallaba en blanco. Fui a la
anterior; la 101 rezaba I (la otra
con�nuación), no sabía – en ese momento-,
por qué elegí esa cifra. Así que amplié mi
propuesta. Sumé los dígitos 101 y 102 . Las
páginas 3 y la 5, incluían el Xtulo de la
misma, con�nué... la sép�ma, ofrecía dos
citas, elegí a Aristóteles “El hombre solitario
o es una bes�a o es un Dios”
Sin más dilación pensé ––principio y
con�nuación––, un camino para recorrer...
Me fascinaba transgredir esa idea de
hegemonía única de la lectura única, de una
manera única de enfrentarme a la
narración. Revolví en la página 103, la cual,
introdujo de frente al protagonista y la
ciudad. “Óscar Caler también va a Valencia”.
“Dicho y hecho, ––expresaba Óscar–– al día
siguiente parX, desde el campo de acogida
de Tenerife a la Península...” Con�núe por la
104, (allí vivían los emigrantes africanos y,
por lo tanto, no iban los hispanos, ni los
rumanos ni los de la Europa del este, ni
ningún otro...); primer contacto: racismo
dentro del racismo; después di curso a 105,
106... (Tener trabajo y casa es empezar a
tenerlo todo...) y, ya sin pausa, con�núe
hasta finalizar el capítulo cuyas carillas
hablaban de la lucha diaria que sos�enen los
inmigrantes por sobrevivir. La vasta
percepción de la realidad expresaba con
fuerza las condiciones de los momentos
actuales. Instalada en la crudeza de la
narración me inquieté. Cerré el libro. Cerré
los ojos, y senX la barca a la deriva, la orilla
lejana, el gran sol que no es siempre el que
más calienta, y recomencé la lectura en la
página 11. “La larga y muy peligrosa
travesía”. El viaje zozobrante revelaba su
fragancia de �erra y mar. Seguir
manteniendo la pretendida obje�vidad,
realizar una lectura asép�ca, sin
subje�vidades, no fue posible y, leí sin
tregua. Es�maba que formaba parte de la
obra, discurría por los campos imantados de
la narración. La ciudad, las ciudades,
mul�plicadas en extensiva clase social.
I.- Los inmigrantes, espejo de desazón Los
inmigrantes se ahogan bajo la influencia de
organizaciones poderosas, el color del
dinero, es charrasquillo que mueve mundo e
intereses. Me iden�fiqué con la sombra
punzante de lo palpable; la vida
depauperada, devaluada El espejo de
desazón ––la de muchos––, se acumula en
nuestras inhóspitas plazas, las cuáles en vez
de árboles y cobijos producen móviles y
campamentos de marginación
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(sin móvil no eres nadie), sin tarjetas
tampoco. De igual modo, las extrañas
condiciones de los materiales (GPS), que
intervienen en la travesía, siembran el
cielo de vómitos e inquietudes, son
brújulas an�cipatorias de desilusión. Los
inmigrantes vienen desguarnecidos,
asesorados mínimamente para la
supervivencia, fletan torpemente hacia
lo desconocido. Sin embargo, esos seres
animosos paradójicamente superviven,
vencen el hambre, la sed, la
desorientación. En tono escatológico,
recrea, el capítulo I-3, el escenario.
No hay iden�dad sino viene dada
a través de la angus�a o de un cartón
plas�ficado. La sombra de la
especulación, la crisis, el desencanto,
imprecan esferas de poder polí�co y
social. Sus resabios atrapan estatutos
primordiales del hombre, el acceso a un
trabajo digno se considera un privilegio
que los personajes deben ganar o
merecer. Así, se hacina al ser humano
que demanda acceso a otro modo de
vida; sin pudor se establecen alianzas
denigrantes donde las relaciones
laborales se destruyen, los sindicatos
pactan, donde se mueven con soltura los
rimbombantes para adaptarse al capital
y reproducir mecanismos que aporten
más poder. La novela me había
atrapado, bajo conceptos claros
tes�monia diferentes órdenes sociales,
separa muestra los detalles más
acuciantes del tercer milenio, pero... lo
más importante, conecta con el lector.
Ricardo, al imponer el sen�do fidedigno
evita anacronismos e inexac�tudes; con
valor se apoya en la acción cardinal de
los �empos presentes. El protagonista de
la historia, una persona avistada a diario,
un ente real ––desaparecido por el
momento al que Bellveser favorecería
con una parte de sus derechos de autor–
–, es un inmigrante ––ni siquiera llega a
considerarse ciudadano––, un hombre
retratado, un nadie que habita las plazas
––como otros muchos–– relacionándose
––como puede–– con otros muchos
como él. Apátridas, o mejor dicho, como
cita Ricardo, “paisanos del país de la
inmigración”, cuya vida discurre en la
calle, hombres y mujeres que sortean o
quiebran el día a día o se quiebran ante
los peligros que ofrece la ciudad
prome�da. La realidad, como vemos, ha
sido la fuente de inspiración del autor,
para ello u�lizó notas de prensa con las
que confeccionó el entramado, revisó
datos, tablados de observación directa,
actualizó vivencias y apos�llas ciñendo
de recep�vidad fiel su discurso. Consigue
bajo descripciones minuciosas y talante
realista captar la vida y sus
complicaciones, manejar lenguajes
co�dianos tanto a nivel coloquial…como
literario; con maestría intenta no
divorciar las diversas realidades que nos
ofrece la visión plural de los hechos.
Nos encontramos ante un enfoque
reflexivo que hará rugir y cues�onarse el
concepto “inmigración”.
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Bravamente, denuncia el momento
actual; éste desgraciadamente, no difiere
demasiado de otros períodos de la historia,
pero, sí disiente en intenciones, suma a la
soledad del exilio el engaño que encierra
para los emigrantes la noción de paraíso;
seres u�lizados descarnadamente por las
mafias, por los tasadores de infancia, de
mujeres, de corazones, de sueños y
esperanzas. Hay una cues�ón palpitante en
nuestro mundo, la é�ca de este siglo no se
contempla en la perspec�va de un sistema
económico, polí�co, social, eficiente, justo
y solidario, capaz de sa�sfacer las legí�mas
demandas de los ciudadanos.
Que un hombre llegue en patera,
conozca un español disfrazado de
inmigrante ilegal en la España actual,
depauperada y potenciadora de otredades
simbólicas, se sitúa dentro de los
parámetros de lo co�diano. Pero lo terrible
es que bajo premisas oscuras se violentan
derechos, se limitan las posibilidades de
ser a la educación, la cultura, a los
hipoté�cos momentos de felicidad (no
existe el paraíso). Bellveser, al describir
parajes psicológicos nos muestra la
conducta controver�ble de los personajes;
a través de descripciones acertadas,
descubre como las relaciones humanas se
afectan y obstaculizan, enfrentan
organizaciones y sujetos. El impacto que
produce esta situación lleva al vór�ce de la
indiferencia, animosidad o rencor. Algunos
se adaptan con dificultad, otros llegan
cur�dos de su infierno, solo, que allí,
todavía les quedaba la esperanza. Sin duda,
el mensaje más importante de la obra, -
pese a la acritud del úl�mo capítulo-,
muestre que, al paraíso se accede a través
de procesos de crecimiento personal, de
reencuentro con los valores primordiales.
Sin duda, el edén rezuma desengaño, como
horizonte sobreviene desolador, es
inestable y versá�l, cambia de color y
ubicación, parece no exis�r, pero en
ocasiones, escasas, aflora tal lo habíamos
soñado, se muestra ní�do, dibujado en el
cálido encuentro de una mirada o en la
mano tendida y solidaria.
II.- Castellón en la literatura y en esta
novela.
Bellveser ha u�lizado diversos
espacios sociales para situar la acción, las
playas de Tenerife, los núcleos urbanos de
Madrid, Valencia y Castellón de la Plana,
capítulo y medio acaecido en la villa. Así
ha dado con�nuidad al impulso de otros
autores que citaron nuestra provincia,
escribieron sobre la ciudad o desde ella. En
1329, el poema del Mio Cid menciona
Castejón, denominación no libre de cierta
polémica. Asoma en el Llibre de Gestes de
Muntaner, Crónicas de Cock o de Münzer.
En el siglo XVI, la obra teatral del Manuel
Vidal Salvadó recoge el robo de la custodia
de Torreblanca (1327). La Ilustración
incluye -en no pocas obras- la ciudad y
contornos (Viaje a España, en que se dan
no�cias de cosas más apreciables y dignas
de saberse), viajes literarios por las
iglesias, el romance de amor de Lesa, o las
aportaciones de Fernández de MoraXn.
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Bajo el Roman�cismo Teste o Lobard
exploran las costas mediterráneas, se
describe el paisaje avistado en
ferrocarril o se corean nuestras Islas
Columbretes. Representante
castellonense fue Wenceslao Ayguals de
Izco, autor de “La hija de un jornalero” y
“El �gre del Maestrazgo”. María
Fenollosa nos obsequió con versos y
narraciones. Ramón Campoamor
configuró parte de su obra en Castellón,
James Albert Michener ofreció su
mirada costumbrista, el Conde de
Noroña, Ricardo Carreras (Doña
Obdulia), “El vicario” de Manuel Ciges
Aparicio, Gabriel Miró, Azorín, Jacinto
Verdaguer (La Atlán�da),
“Tombatossals” de Josep Pascual
Tirado , “Ioesa” de Alloza, Rozalén con
su himno “Penyagolosa”, Max Aub, “En
crímenes ejemplares”, (Lo maté porque
era de Vinaroz), los autores de la novela
negra, Messeguer y su “Castelló
literari”, La literatura de inves�gación
de San�ago Fortuño, Víctor Vázquez
que u�lizó el gorjeo de la ciudad y
pueblo de Benicàssim como escenario
literario en “Villa Victoria”. Manuel
Vicent, en “León de ojos verdes”, eligió
el enclave del Hotel Voramar o, la
revolución comercial, que conforma el
espectacular alcance de Eloy Moreno,
autor del “Bolígrafo de gel verde”,
Vicent Usó, Adolf Piquer, Paco Traver,
Pep Castellano, Jacinto Heredia,
Soledad Beltrán, Joan Pla, los filólogos
Germá Colòn, Vicent Pitarch ...sin llegar
a concluir la gran nómina de poetas que
conforman las �erras castellonenses:
Bernat Artola, Miquel Peris, Marisol
González, Juan María Calles, Manel
García Grau, Toni Albalat, Marcelo Díaz,
Francisco Baldó, entre otros...
III.- El tema del silencio, el gran tema.
La novela, con sus arqueos
significa�vos, nos remueve, es�mula,
provoca nuestro ánimo, ac�va nuestra
capacidad crí�ca sin evadir sensaciones
ni sen�mientos. Y, esos sen�mientos,
en la obra, devienen enlazados por el
hilo discursivo del silencio; sensaciones
silentes se suceden durante todo el
libro: El silencio claro del padre en la
�erra de sus antepasados, el silencio del
mar ––cuando la noche es más noche––
, el silencio guardado para sobrevivir, el
silencio del vómito, el silencio
desasosegado acaecido ante la
inquietud de los días que transcurren,
del silencioso dormir, el silencio
mostrado tras la sensación de
indignidad, mirada de silencio de los
reservados ––resis�r sin hablar––.
Silencio como negocio..., de angus�a y
mortal, el silencio. Guardar silencio para
poder cambiar de personalidad. Silencio
de los protagonistas ante el primer
encuentro, silencio después del ataque
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de los skins, silencio de Guu, silencio
entre Óscar y Elena durante y
después del amor, silencio de paz,
silencio en la escucha, el silencio
como símbolo de respetuosas
maneras, silencio ante el descanso
de los demás, del amor, silencio de
paz, silencio en la escucha, el silencio
como símbolo de respetuosas
maneras, silencio ante el descanso
de los demás, el silencio dialogante
de las miradas, como respuesta, del
miedo, silencio solidario, silencio
ante la men�ra y el aburrimiento, el
silencio de la ternura, el cual se
asemeja mucho al paraíso. Ese
paraíso perseguido, requerido entre
días de soledad, se vende como
billete donde grabamos los signos de
nuestro nombre o de nuestras
tarjetas, pues como dijo
Espronceda en “El diablo mundo”:
Porque el nombre es el hombre
y es su primer fatalidad su nombre,
y en él se encarna a su existencia
unido,
y en su inmortal espíritu se infunde
y en su ser se confunde,
y arranca su memoria del olvido.
Pedro García Cueto, Dr. en Filología
Hispánica por la UNED y licenciado en
antropología por la misma universidad,
crí�co literario.
Se hace necesario, por lo oportuno de la
propuesta, reseñar el úl�mo libro del
profesor y poeta de Reinosa afincado en
Valencia desde la niñez, Pedro J de la
Peña, ya que representa una buena
muestra de un espíritu crí�co necesario
en estos �empos, ya que vivimos en una
situación penosa desde el punto de vista
de la polí�ca, corrupta en muchos casos e
ineficaz en otros. La merma que esta
errónea dirección polí�ca, desde el
gobierno socialista del expresidente
Zapatero y sus con�nuos desmanes y
despilfarros hasta la actual, marcado por
la presión de Alemania, que puede
llevarnos a un camino sin retorno, si no
se vislumbra una luz en el túnel en que
nos hallamos con recortes con�nuos de
derechos sociales, generando situaciones
muy duras para muchos españoles que,
apenas, pueden malvivir en estos
�empos.
OTRO 98 ES NECESARIO,
Pedro J. de la Peña
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La sensación que recorre el libro es clara,
hace falta una intelectualidad que salve
al pueblo, muchos adocenados por la
telebasura y por la tecnología, de estos
dirigentes ineficaces y, en muchos casos,
corruptos. La Generación del 98 supuso
un esXmulo enriquecedor para una
España en decadencia, porque
manifestaron con su alto nivel crí�co y
sus obras un deseo de cambio, de
regeneración social, como podemos ver,
por la nómina que adorna la portada del
libro (editado impecablemente por
Huerga y Fierro), donde hallamos a
Azorín, los hermanos Machado,
Unamuno, Ortega (más arraigado en el
novecen�smo, pero parXcipe de muchas
discusiones de la época y de gran
espíritu reformador), Baroja, Ramiro de
Maeztu, Pérez de Ayala y Valle-Inclán.
La pregunta resulta necesaria,
¿tenemos una nómina así de pensadores
en nuestros días? Probablemente no,
por ello, ese necesario espíritu que
alumbra el libro de Pedro de la Peña,
deudor de ese legado, lector atento y
hombre de letras, también licenciado en
Ciencias de la Información, lo que le ha
llevado a cul�var la prensa escrita en Las
Provincias de Valencia y en otros
periódicos nacionales. El escritor
cántabro reúne los arXculos escritos
desde el 28 de octubre del 2010 hasta el
15 de sep�embre del 2012, introducidos
ambos por un prólogo y un epílogo, este
úl�mo �tulado Suspiros de España.
En el prólogo, De la Peña nos advierte
del peligro de la revolución violenta, por
ello, nos dice lo que sigue:“Es de sobra
conocido que la única manera de
detener una Revolución es conver�rla en
una evolución antes de que la violencia
se apodere de la calle. Por eso mismo
otro 98 es necesario –no de ayer, no el
de entonces-, el que nos conviene ahora
a todos los ciudadanos para sen�rnos
implicados en la causa común de nuestro
país y sa�sfechos de haber contribuido
en algo a la recuperación de su pres�gio
y su dignidad moral. Quedarnos quietos,
sería par�cipar de la culpa” (p. 16).
En el prólogo, De la Peña nos
advierte del error que supone ocupar la
calle con la violencia, del acierto que
supone des�tuir a toda la clase polí�ca
(idea esencial en la mayoría de los
arXculos del libro, que no cito, para que
el lector los descubra por sí solos), desde
la desestructuración de unas autonomías
despilfarradoras para un país pequeño,
lleno de diputaciones, concejalías,
alcaldías, etc., todo ello, gasto
innecesario que ha supuesto un
derroche terrible para el país, aparte del
pudridero que supone la corrupción de
muchos de estos polí�cos, en ambos
par�dos (PP y PSOE), debido a la
situación de impunidad y de falta de
control de sus cargos, muchos a dedo.
En el epílogo, llamado Suspiros de
España, como cité antes, De la Peña
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nos habla del espíritu conciliador de
hermanos que tuvieron que vivir la Guerra
Civil en dos frentes dis�ntos, que se dejaron
llevar por ideas antagónicas, Manuel
Machado haciendo un poema a Franco y
Antonio Machado, republicano, muriendo
en el exilio, en Colliure. Por ello, el escritor
de Reinosa nos dice algo que también
ilumina el libro y le dota de un sen�do
profundo, como lección que debemos
aprender, si queremos evitar, de nuevo, la
sangre innecesaria, en �empos tan agitados
en la calle como estos, cuando muchos
españoles están siendo
fruto del abuso de las
clases dirigentes
(polí�cos, bancos, etc.) a
base de impuestos,
desahucios, etc.:
“Ahora,
que hay gente poco
es�mulada para dividirnos
y enfrentarnos,
aprendamos de estos
ejemplos de amistad en la
diferencia; de fraternidad
en la consideración; en la
parte de verdad que anima en tantas
ocasiones a nuestros contendientes.
Evitaremos de este modo –por mal
que vayan las cosas- otra estúpida y criminal
guerra incivil, como lo son todas. Así no
tendremos que lamentar una vez más el
rotundo fracaso de nuestra convivencia y
vernos obligados a “suspirar por España” (p.
150).
Final esclarecedor, porque nos invita
a una solución pacífica a los graves
problemas que vivimos, para un libro
compuesto de arXculos de gran agudeza,
donde el hombre lúcido nos advierte de
todo extremismo, donde la denuncia está
presente (La democra�zación del robo,
¡Bájense el sueldo, señorías,
Manifestaciones y juventud), pero también
un humor irónico, necesario para seguir
viviendo, para no caer en el pesimismo total
ante el desamparo que nos hallamos por
elegir a polí�cos tan impresentables y
deshonestos, en la mayoría de los casos
(Prohibido comer).
Recomiendo el libro, porque nos hacer ver,
con el es�lo ameno de un escritor de larga
trayectoria en la prosa, la poesía y el
ensayo, la realidad en la que nos hallamos,
la necesidad de una crí�ca que sea sólida,
una intelectualidad que no esté comprada
por un par�do o por otro, que sea
independiente y pueda salvarnos, o, al
menos, ayudarnos, a salir de este túnel en
que nos hallamos. Un ensayo necesario, en
�empos de grandes dificultades que,
espero, puedan ver su fin un día.
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Por José Vicente Peiró. Madrid, Casa de
Cartón
El Camino de San�ago es un tema
trillado en la literatura. Sin mirar demasiado
en profundidad, desde aquel episodio de la
Vida de Diego de Torres Villarroel del siglo
XVIII, recuerdo algunos ejemplos como la
crónica del viaje de Álvaro Cunqueiro desde
Piedrafita, o aquella novela El peregrino de
Jesús Torbado, y en el extranjero El desvío a
San�ago de Cees Nooteboom. Por no olvidar
sendos libros de la alican�na Ma�lde Asensi,
Peregrina�o y Iacobus, esa escritora que veía
imprescindible en el canon literario universal
de Harold Bloom la úl�ma directora general
del libro que hubo en la Comunidad
Valenciana. Su carácter legendario, la épica
de su ejecución y la belleza de sus paisajes y
monumentos, son gratos para la creación de
historias y no solo para guías personales de
aventuras o restaurantes y albergues.
El tema no se agota y aquí tenemos
un nuevo texto repleto de originalidad. César
Gavela, escritor valenciano de Ponferrada
nacido en 1953, acaba de volver a las
estanterías de las librerías después de un
poco más de un lustro inédito. Gavela vuelve
al Camino de San�ago con esta obra
compuesta por noventa y dos relatos: El
Camino y otros pasos. Con ella retoma el
discurso norteño de la �erra de niebla y frío
con una ambientación semejante a la de sus
novelas El puente de hierro (1995) y El
obispo de Cuando (Premio Torrente
Ballester, 2001), abandonando el discurso de
sus dos úl�mas creaciones de ficción, La
Sagrada Familia (2003), escrita en coautoría
con Alberto Gimeno, y De Ricardo Muñoz
Suay (2006)… ambientadas en Barcelona y
Valencia respec�vamente.
En ese ambiente fantasmagórico, de
ciudades frías, es donde Gavela encuentra la
calidez de su prosa. En El Camino y otros
pasos estructura los cuentos siguiendo el
Camino de San�ago desde los Pirineos de
Navarra, hasta llegar a su des�no
compostelano. Par�endo de una anécdota
desarrolla una historia humana invadida del
elemento cargado de sobrenaturalidad. No
estamos aquí ante un libro de relatos de
viajes sino ante literatura fantás�ca, lo cual
permite disfrutar del ingenio reservado en el
misterioso desenlace de cada relato.
En las noventa y dos narraciones hay
microrrelatos y cuentos, demostrando el
autor el dominio del espacio literario de la
diégesis. Cada uno no comienza en la
primera línea sino en su Xtulo. Si el lector lo
obvia, perderá la esencia temá�ca, sobre
todo en los microrrelatos. En algunos como
“Me gusta hacer como que vivo” �ene
prác�camente la misma extensión el Xtulo
que el cuerpo textual.
UN RETORNO PARA LA SATIS-
FACCIÓN. César Gavela:
El camino y otros pasos
(Cuentos heterodoxos del Ca-
mino de SanFago)
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Es una reivindicación del Xtulo como
impulso narra�vo, como fuerza instrumental
en la construcción de palabras, frente a la
rimbombancia de los Xtulos de las obras
comerciales, llama�vos pero exentos de
gravidez en el contenido.
La magia, el sexo, el
sueño y, sobre todo, el �empo
son los temas comunes de los
cuentos. Para desarrollar los
temas se nutre de un ingenio
valioso, heredado de Borges,
Ka{a y Cortázar, pero también
del mejor Cunqueiro. Lo
metaesico forma parte de la
vida en el Camino y la muerte
es la con�nuación de la vida.
“Saber que he vivido, saber
que fui” expresa un personaje
de un microrrelato: no hay
barrera entre la vida y la
muerte, y lo importante es la
conciencia. Por ello, en ocasiones la
perplejidad se apodera de quien descubre la
pérdida de lo material (“Las facultades”).
Pero es el �empo el verdadero protagonista:
ese �empo que se difumina en el Camino,
en las existencias; que nos sitúa entre la
incer�dumbre y el desconcierto. Siempre
sucede algo inesperado. Las alusiones
intertextuales enriquecen el relato, como en
“Se dio la vuelta” con Neruda y sus Veinte
poemas de amor y una canción
desesperada. Si a ello añadimos el carácter
episódico de las secuencias más extensas, la
narración del sueño imposible retumbará en
una ruptura del �empo como concepto
esico.Entre voces femeninas y alabanzas de
la aldea y menosprecio de la corte, el
caminante, que es el lector, se reivindica la
observación como medio de comprensión
de la realidad. El espacio y el �empo son
aire porque así se contemplan; la tristeza y
la alegría corren en un mismo plano; el sexo
que no se sabe si es amor o placer
solamente, pero es placer al fin y al cabo. Es
la escritura oximorónica
tan caracterís�ca de
César Gavela la que
fluye por el Camino de
aire más que de
geograea. La ruta, en
realidad, es un pretexto,
es un elemento
secundario. No olvida el
autor que la literatura
se diferencia de la
novela al uso en el
empleo mágico y
preciso de la palabra.
Para ello, es necesario
dotarla de aliento poé�co y Gavela domina
esa estrategia narra�va, hasta conver�r el
ritmo sintác�co en aforismo: “la vida era
eso: andar y vencer”.
Un libro para recrearse. La morosidad de
parte del discurso no está reñida con el
dinamismo de sus diálogos o de la palabra
viva, la oralidad transmi�da. Reiteramos
nuestro gusto por este poeta del relato, por
el valor de la heterodoxia de sus
invenciones. Es para estar sa�sfechos el que
haya vuelto a verse editado porque aún nos
�ene mucho que contar. La fabulación es su
vida y así nos lo demuestra: pues que siga
fabulando para nuestro disfrute y para
seguir enriqueciendo el panorama literario –
verdaderamente literario- español.
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Por Gloria de Frutos. Seudología IV. Ed.
Verbum (2012)
La Creación burlada es el cuarto volumen
del tratado general sobre el engaño en el
que el filósofo valenciano Miguel Catalán
trabaja desde hace algunos años. El
proyecto total �ene previsto la publicación
de vein�trés volúmenes acerca de la
seudología, es decir de la capacidad que
�ene el ser humano para creer que un
suceso ilusorio puede ser realidad. En la
primera entrega: El pres�gio de la lejanía
(Ronsel, 2004), Miguel Catalán realiza un
estudio pormenorizado sobre el tema de la
ilusión y el autoengaño como mecanismo de
defensa psíquica, a la vez que indaga con
gran lucidez en la literatura como alimento
de toda ficción. La segunda entrega:
Antropología de la men�ra (Muchnik, 2005),
discurre por los fundamentos antropológicos
del engaño. La tercera entrega: Anatomía
del secreto (Muchnik, 2008) analiza
evidencias como el sen�miento de
culpabilidad, el secreto y la in�midad desde
un punto de vista seudológico.
La creación burlada trata sobre certezas bajo
sospecha. Somos lo que somos, lo que
parecemos, lo que soñamos o lo que los
dioses sueñan que somos. Par�endo de la
mitología donde “la divinidad siempre gana
en el duelo de argucias” pasando por las
leyendas y la literatura, hasta los úl�mos
relatos llevados al cine como “El show de
Truman”, el profesor Catalán ofrece desde
diversas disciplinas: antropología, filosoea,
psicología, sociología y lenguaje, el largo
camino de sospechas que recorre el ser
humano durante su existencia. Percibir e
interpretar el mundo puede falsear la
realidad ya que, según Nietzsche, la
perspec�va humana del mundo está
limitada por los sen�dos que nos muestran
sólo verdades fragmentarias. En este
estudio, Miguel Catalán nos muestra la
manera que dis�ntas manifestaciones
culturales han concebido la idea de la
naturaleza como una deidad capaz de
engañar al ser humano; o como los dioses
han some�do a la humanidad a pruebas,
quizá caprichosas o en algunos casos
burlonas. Es entonces cuando surge la
duda de que la existencia de la humanidad
está cimentada en una gran men�ra.
LA CREACIÓN BURLADA
Miguel Catalán.
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El mundo infan�l plagado de ilusiones
creadas por los adultos, conduce
irremediablemente a la decepción del
niño cuando descubre que ese
mundo mágico es un fraude. La
desconfianza hará pensar al joven que
le han podido engañar en todo lo
demás y como fruto del desencanto
nace la rebeldía del adolescente. A
par�r de este momento, la belleza y el
enamoramiento “nublan los sen�dos”
aun sabiendo que se trata de un
espejismo, porque es una manera de
trascender por medio de la
descendencia. La ilusión de vencer a la
muerte a través de la procreación es
un error que la ciencia ha desvelado
pues las células se “suicidan” en el
proceso de envejecimiento por la
sencilla razón de que están
programadas para morir.
De igual manera que los padres
engañan a sus hijos, representando
fábulas con personajes mágicos, los
dioses ocultan al hombre la verdad
porque los dioses la conocen y los
hombres la ignoran. Del engaño natural
al sobrenatural hay un puente llamado
des�no que cada ser humano ha de
cumplir: vida y muerte. El ocultamiento
de los dioses, la ironía de sus
mandatos dejan al hombre en medio
del laberinto del que debe salir con o
sin ayuda.
El escritor, en tanto narrador
omnisciente que todo lo sabe y todo lo
puede, juega con sus personajes igual
que los dioses con los hombres, el
autor los crea y confunde, ensalza, o
se integra con ellos en la trama,
uniendo realidad y ficción. Asalta de
nuevo la duda, ¿será la vida una
historia ya escrita por el gran
creador? ¿Quizá por eso a algunas
personas les toca un papel cómico y a
otras trágico y a la mayoría no les
queda otra alterna�va que
representar una tragicomedia?
Con amplias referencias
literarias sobre la idea de la vida
como parte de una ficción, La
creación burlada es un tratado
importante sobre una duda
consen�da y con sen�do. Obra que
Miguel Catalán desarrolla con un
lenguaje sencillo, bien documentado y
dinámico que hace de su lectura un
placer para el pensamiento y la
evocación. Es un texto con la cercanía
suficiente para que el autor in�me con
el lector hasta confesarle, por
ejemplo, el momento en el que fue
consciente de que un día tenía que
morir y que Catalán relata con un
exquisito sen�do del humor que sólo
mentes privilegiadas como la suya
saben ar�cular.
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Pedro García Cueto. Doctor en filología,
licenciado en antropología social y
cultural y crí�co de cine y literatura.
Barcelona, Tusquets, 2012.
Vicente Gallego ahonda en su
úl�mo libro la búsqueda de la belleza en
la palabra, porque el poeta siente la
necesidad de alzarse hacia una
naturaleza que es su compañera, donde
la verdad de la vida, la certeza de la
existencia cobra especial relevancia.
El libro culmina una búsqueda
hacia una claridad, la que te otorga el
mundo, en su llama crea�va, siempre
emergiendo, a la par que naciente para
el poeta que se nutre de esa savia hasta
crear poemas de gran calado emocional.
En “Canta”, logra decir que su voz
poé�ca está en sintonía con la armonía
del mundo, porque ya es el demiurgo de
las sensaciones, ha abierto de par en par
los ojos para entregarse al mundo.
Los versos melodiosos buscan esa
consonancia de los contrastes, cuando
dice: “Suavidad de este aire / beso audaz
de la �erra, / perdón claro del fuego, /
abismo de la luz, / murmullo de las
aguas, / ¿no ha de alzarse mi estrofa?”.
Sin duda alguna, la �erra es
osada, porque besa, como si fuese el
amante ante el amado, el aire mece la
claridad del día, el fuego se torna
compasivo ante su furor, hay un
contraste latente entre las aguas que
murmuran frente a
la audacia del beso,
son luces y sombras
de un mismo sen�r,
el apasionamiento
humano, que cae,
tras el ímpetu con
que nace, en el
remanso necesario
para cobrar, tras la
calma, de nuevo, el vuelo.
Termina diciendo: “Crece en mí,
voz del pasmo / canta en mí, vida mía”.
La vida como música que se expresa, con
el eco de la incer�dumbre para iniciar el
camino del asombro, la contemplación
del mundo, en la línea de otros poetas
admirados por Gallego, como Brines o
Marzal.
El poeta también cues�ona en
“Con el hueso”, sobre la realidad del
decir, en la inefabilidad que ya nos
transmi�ó Bécquer en sus famosas
rimas, el poema como una muñeca rusa
que se va desvis�endo, para ir
mostrando otras caras, como la fruta
que vamos pelando hasta llegar al hueso,
quitar la piel es escribir, desbrozar la
madeja que deja la creación, el verso
MUNDO DENTRO DEL CLARO
O LA LLAMA POÉTICA DE
VICENTE GALLEGO
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que ha de corregirse hasta alzarse con la
verdadera palabra, la que inicie el vuelo del
poema terminado. Esa culminación está
expresada con maestría en este poema:
“¿Se puede con el hueso del poema / -
pelado del decir, servido en blanco- /
convidar a su pulpa, darlo pleno?”
El poema va desvelando su ín�mo
sen�r, su voz anunciadora, la que queda tras
quitar la inmensa madeja de las palabras
accesorias, en pos de lo esencial. Por ello, la
creación es un esfuerzo de desasimiento,
donde la palabra se anuncia, poseyendo al
poeta, entregado ya al océano de la poesía
honda y verdadera:
“Apaga mi hervidero, / descárname,
palabra, y abre mundos”.
El fuego interior que nace al crear
solo halla su remanso cuando la poesía
llega, como lumbre que quema, al igual que
la amada ante el cuerpo del amado, en la
esencial sinfonía de los cuerpos entregados
al placer. Tras el conocimiento, la palabra,
ya abierta como pulpa, descubre los
senderos de la vida, donde se destapa el
ín�mo sen�r del que escribe, ya
inmortalizado en el poema.
Otra entrega hacia la Naturaleza es
la que muestra otro poema del libro, donde
Gallego se entrega, en esa fusión Universo-
poeta, al mundo. El vate sabe que todo es
instante, que solo hay plenitud en el
momento de amar, por ello, contempla,
como si fuese ya parte del Universo, una
pieza del Cosmos, lo que anida en cada
espacio:
“Tumbado boca abajo sobre el
césped, / se ha disuelto en la �erra mi
estatura. / El viento bate el sol, lo
espolvorea / en ráfagas ardientes; / se mete
por mi espalda hasta fundirse / con el sol
más profundo de la vida”.
Ya hay entrega, el hombre pierde su
apariencia esica: “se ha disuelto en la �erra
mi estatura”, porque ya vive anegado a la
contemplación, hay un deseo mís�co en el
poeta, busca a ese dios que es la Naturaleza,
expresado en el viento que bate el sol, con
el furor de dejar destellos, con el sol que
anega al hombre, en su esencia. Para recibir
tanto don, el hombre abre los brazos en
cruz, como si esa imagen religiosa cobrase el
paganismo de la vida, ahora adorando a la
Naturaleza, sin que un Dios sea el creador,
sino que la Naturaleza se ha fecundado a sí
misma, para dar goce al hombre que la
contempla:
“Abro en cruz estos brazos, / se me
llenan de mares y de hormigas, / rodean el
planeta, y en las uñas, / entre el hueso y la
carne, / donde junta la muerte turba
oscura, / ha brotado la yema de la luz”.
Hace falta llegar al tuétano, a lo más hondo
del hueso, en memoria de ese poema que
significaba la creación y el desasimiento de
lo accesorio para que surja la vida plena, la
que brota de la luz, tras la muerte de todo.
Sin duda, Gallego se esfuerza por dar una
trascendencia al origen del ser, a la esencia
de vivir, pero no hay mención a Dios,
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sino una fe hacia el mundo, que ya
vimos en algunos poemas del maestro
Brines.
El poema que dedica a Brines
está lleno de hondura, de afecto, ver al
maestro en el hospital, pero abriendo
el balcón de la tarde para contemplar el
mundo de la infancia, donde anida lo
mejor de la vida. Tras describir la visita
al hospital, donde “Tiene allí toda
pena / y toda duración prohibido el
paso”, Gallego se entrega a la amistad,
se da en plenitud, como Claudio
Rodríguez ante el espectáculo de la
naturaleza, ahora centrado en el
encuentro siempre nuevo de dos seres
que se comprenden y se aman:
“Ni me voy ni te quedas: no se
sale / de allí donde las almas se hacen
una. / Tú has venido conmigo, estás
oliendo / el jazmín que cantaste de tu
infancia, / con delicada voz maestra
mía, / en esta noche nuestra de
sep�embre; / la rosa de tus noches yo
las huelo. / Con�go, aunque me vaya,
me he quedado”.
El poeta ama al maestro, lo
venera, hay una transferencia de amor,
donde la infancia vuelve, regresa para
que el olor cobre mil resonancias, en el
momento ideal, el mes de sep�embre,
antes del otoño, cuando el verano da
sus úl�mos estertores, para adornar,
con su luz, el mundo. Las rosas,
metáfora de la vida, bella pero breve,
�enen el olor del amigo, que tanto las
ha cantado en su poesía, porque el
alma de ambos entra en sintonía, en
una unión inolvidable.
La muerte debe esperar, no
puede arrebatar, como sí lo hizo a
Miguel Hernández de su admirado
Ramón Sijé, al maestro amigo, todavía
vivo, pleno como un amanecer,
resplandeciendo en su hondura
interminable. El alba es el lugar donde
ambos navegan, en ese amanecer de
luz que inunda al maestro y a su pupilo
amigo:
“Dile al alba que vives, / que
conmigo te vienes todavía / a decir de
mil modos nuestro afecto”.
La palabra no es solo la manera
de decir, el afecto encuentra muchos
cauces, los gestos, el arte de mirar, la
sonrisa en los labios, todos tesoros que
el poeta quiere conservar en ese acto
de amor que es el poema. También la
comunicación poé�ca ha encontrado su
cauce, se inmortaliza en los dos seres,
el que inició la senda de la poesía hace
mucho y su heredero, el que va
filtrando en su música interior los
versos del maestro:
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“Estos versos escribes, los desgrana / en
mi boca tu boca, como ponen / mis
manos en tus manos cuando tengo, / y es
solo la alegría de quererte / que no me
quitarán, / pues la llevo escondida en lo
más claro”.
El acto de dar, de entregar la savia de la
vida, no �ene parangón, por ello, nadie
puede arrebatar los hilos del corazón que
ambos poetas han trazado, como una
madeja vital, que no puede romperse.
En “Nocturno”, el poeta conoce
la esencia vital, serlo todo y no ser nada,
en la línea de aquellos famosos versos del
gran Pepe Hierro: “Qué más da que la
nada fuera nada / si más nada será,
después de todo, / después de tanto
todo para nada”.
Versos que resuenan en el
poema, porque Gallego sabe que la
plenitud acaba y todo se disuelve, el
rostro de la amada, la pasión vivida, el
instante inolvidable del amor, todo se
pierde, solo queda el eco en la memoria,
nuestra gran aliada contra el olvido que
es la muerte:
“En el pecho sufrido de la noche, /
la plata del lucero / Haber amado yo, qué
gran misterio, haber sido el amor y no ser
nada. / Toda esta lejanía de la hora / se
ha agolpado en mi carne. / Trémulas de
evidencia, noche oscura. / Negra
perplejidad, / en � me doy a luz y vivo
ciego”.
Poema donde la noche lo es todo,
una noche que desvela la luz del alba, en
claro contraste para anidar en el hombre
que ha vivido todo, que luego se
transforma en nada, la noche como viaje,
donde el asombro debe coexis�r con el
esfuerzo de seguir, inmolando al ser a la
luz, como el hombre ante el insomnio de
la noche, en su búsqueda ciega y lenta
del amanecer, cuando pesa más la
muerte que la vida, porque las horas
yacen, sin dinamismo alguno, solo en el
trasunto de la imaginación, perdido en
las sombras del desnacer. Allí, el poeta se
inmola, buscando, ciego, la luz, como una
luciérnaga ante la lámpara, hasta hacerse
uno, ya llama total. Por ello, el poeta
emplea el verbo doy a luz, ya que nace,
con esfuerzo, todo su afán vital, ante la
negrura del vivir, asombro siempre y
experiencia extraña que nos contempla
viviendo, siendo seres fantasmas, como
sin�ó ya en su poesía el gran César
Simón.
Concluyo, con la evidencia de la
verdad del libro, en muchos otros
poemas, donde se reafirma la Naturaleza
(“Campanas”, “A cielo abierto”, “El aire
en que reposo”) lugar de encuentro,
paraíso para el hombre que ama la vida
como incer�dumbre que lleva siempre al
asombro y a la dicha de sen�rse vivo. El
libro con�ene la hondura de un poeta de
gran calado existencial, que escribe ya en
la madurez de su recorrido vital, centrado
solo en lo que importa, lo que, según
diría Gil-Albert, es nuestra esencia, la
contemplación del mundo, ese ocio
maravilloso que revela lo grande y
pequeño que es realmente el ser
humano.
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Premio Miguel Labordeta 2010. Premio de la
Crí�ca Valenciana 2012.
Por Elena Torres.
Con este poemario, el poeta valenciano y
profesor de laXn, Blas Muñoz, nos ofrece su
lírica contenida, caracterizada por su
serenidad y elegancia.
Su impecable factura formal viene dada a
través de sus sonetos blancos, de
armoniosos endecasílabos, de la abundancia
de recursos retóricos como la anáfora, la
imagen, el encabalgamiento, los contrastes,
así como el uso extraordinario y
sorprendente del léxico, en especial de las
palabras esdrújulas…
De sólida estructura, los poemas se dividen
en tres partes:
Una primera que lleva por Xtulo “Pór�co”
en la que un breve poema nos sirve de
introducción a esa meditación solitaria y
silenciosa sobre el paso del �empo que va
declinando en cada una de sus páginas: “Lo
que desea el héroe nadie lo sabe”
En la segunda parte, la más extensa, las
fechas de los sonetos van configurando un
almanaque de días sueltos, del 7 de
sep�embre al 21 de abril, en los que “la
nada se disuelve en un espacio/ de tarde y
soledades” para dejar paso a la luz, esa luz
difusa, cambiante, que es regalo y refugio.
“La luz se nos da, si la pedimos, sin aristas,
sin límite, entregada como un beso de amor
que nada exige.” Luz que enciende esas
estancias que son los versos con el “falso
acorde” del deseo y con la pasión de la vida.
“La vida respondía, compasiva, con su
lengua de luz inexplicable.” Luz protagonista
que convierte en “rehenes” a las “nubes”,
que “suaviza el mundo” con su tacto ciego,
luz que el poeta nombra: “Y entonces, digo
luz, para mis ojos con la esperanza de no
quebrar la fragilidad de lo que existe.”
La tercera y úl�ma parte del poemario,
�tulada “Mi óbolo”, cierra esa puerta
abierta páginas atrás, desde “el vaivén de las
horas heridas” como dice la cita de C.
Edmundo de Ory.
Horas heridas en un libro que ilumina ese
“oficio de penumbras” que es escribir. “Este
empeño en decir lo presen�do al hilo de los
días…” “Este oficio vicario de la sombra que
se disuelve en luz para apagarse y
encenderse otra vez, este desvelo…” Días
heridos que la conciencia alumbra para
llenar con palabras el vacío de la memoria y
de la muerte. Palabras que “caen como
dados”, como “fruta prohibida” para disipar
ausencias, nostalgias, misterios, aporías.
LA HERIDA DE LOS DÍAS. Blas
Muñoz Pizarro.
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“Con este libro nuevo ante las manos, no sabré qué decir, ya dicho todo, o nada dicho, o
dicha ya la nada.” Palabras necesarias para compar�r esa verdad de las cosas en el “vér�ce
justo del encuentro” porque “quien sólo dice yo, dice su nada”.
Blas Muñoz, después de “La mirada de Jano”, “El que silba entre las cañas” y “Viva
ausencia”, nos regala con “La herida de los días” una Poé�ca de honda reflexión y
Fotogra:a: Jose E. Mañas Moreno. “Limpiando la vía de Albacete¨.
complicidad sobre la existencia del hombre, sobre sus anhelos y lugares interiores que nos
trasciende en su transparencia y nos deja también con una herida abierta en nuestros
sueños que nos rasgó la piel desde la primera cita del poemario de J. R Jiménez:
“El hombre debiera poder ser lo que desea” Y así sucede, al menos mientras el poeta lo
escribe y nosotros, agradecidos, leemos lo que queda.
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.
Por Elia Saneleuterio Temporal .
Universitat de València. Valencia, ed.,
Carena.
Una novela para jóvenes que
miran más allá: las incursiones en la otra
vida. Juan Ramón Barat, escritor
prolífico en todos los géneros y para
todos los públicos, nos brinda en esta
ocasión un rato de maravilloso
reencuentro narra�vo. Deja en paz a los
muertos es el Xtulo de la novela cuya
lectura quiero recomendar, ahora que
llega el �empo de los fríos y las mantas,
de la calma mortecina y las largas tardes
con la lamparita tenue del sofá.
La novela se estructura en
vein�séis breves capítulos de atrayentes
Xtulos que trazan una historia que se
inicia con un paratexto programá�co:
«Bienvenidos al paraíso». En efecto, la
instalación en una familia en una casa
rural, cerca de la playa, supondrá el
comienzo de toda una aventura
iniciá�ca para sus protagonistas; de
hecho, aunque la historia �ene lugar
durante las vacaciones en la aldea, la
historia puede interpretarse como un
verdadero viaje: al «Final de trayecto»
—es el Xtulo del úl�mo capítulo— las
personas, las cosas, las ideas, ya no
estarán en el mismo si�o; algo habrá
cambiado. El epílogo con que se cierra
la novela saldará algunas cuentas
pendientes que habían quedado en el
aire y que sa�sfacen la curiosidad del
lector, quien recurre a él como quien —
cuando internet era cosa del futuro—
devoraba la carta esperada del amigo,
buscando datos y no�cias que
resumieran qué había sido de la pandilla
del verano. La puerta, no obstante, no
acaba de cerrarse; y su autor no está
dispuesto a �rar la llave. Toda la historia
trascurre en Gélver, un pueblo cuya
esencia existe en la realidad, aunque no
se llama así. Su nombre real es
Villarricos, en la provincia de Almería.
Durante la novela se mezclan, pues,
espacios y topónimos reales e
inventados: por ejemplo, junto al
cuartel de la guardia civil, totalmente
fic�cio, aparecen otros lugares como
Águilas, San Juan de Terreros, Garrucha,
Vera, etc. Toda una cartograea diseñada
entre la realidad y la ficción, construida
de manera que consigue realmente
envolver al lector en su geograea. Desde
su localidad de residencia, Lorca, este
autor valenciano ha querido compar�r
con el público lector algunos de los
DEJA EN PAZ A LOS MUERTOS,
Juan Ramón Barat
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datos que resultaron claves en la gestación
de la novela, como por ejemplo el origen
autobiográfico de la ambientación: el propio
Barat veranea en San Juan de los Terreros,
donde él mismo tantas veces se ha sentado
en las rocas, mirando al mar e imaginando
misterios por resolver. Los nombres de los
protagonistas, Daniel y Ángel, también
proceden de sus propios gustos personales
al coincidir con los de sus hijos, aunque en la
novela no son hermanos y, por tanto, hubo
que buscar apellidos diferentes para ellos. Y
digo «hubo que buscar» porque el escritor,
en asamblea con su familia, les dejaba
par�cipar en la elección y votar de manera
democrá�ca entre las diferentes
posibilidades: Daniel Elda, o quizás Daniel
Petrer, o mejor aún Daniel Villena..., que
son poblaciones con las que se encuentra
frecuentemente la familia de Barat en el
trayecto hacia la Valencia de sus orígenes.
Barat, además, se proyecta en el
padre de los Villena: amante de Mozart,
aficionado a la ópera, promotor de sesiones
de cine en familia… y, aunque confiesa que
se inspiró en sus hijos para construir a los
personajes protagonistas, lo cierto es que
también hay mucho de sí mismo, espíritu
joven donde los haya, reflexivo y atento
observador entre las líneas de la realidad, o
incluso más allá de ellas.
Deja en paz a los muertos se inscribe
dentro de la literatura juvenil, por su
temá�ca, por la edad de sus personajes
principales, por el es�lo de la narración,
pero sobre todo por el mo�vo de que haya
sido escrita: Barat quería enganchar a su
propio hijo al placer de la lectura, y decidió
ir entregándole un capítulo de manera
regular, que el muchacho devoraba con
devoción, pidiendo siempre más. De ahí se
explica, también, la corta extensión de los
capítulos, que pretenden ganar lectores
entre los no lectores.
Mas el hijo de Barat no se conformó
con el úl�mo capítulo, y ni siquiera con el
epílogo. Tampoco el resto de jóvenes
lectores quiere aceptar un final. Asiduos y
noveles, en los muchos ins�tutos y colegios
donde lo invitan, ya �enen acostumbrado a
su autor a coros que insisten en una
segunda parte, posibilidad en la que él no
había pensado, pero que ahora, encariñado
con los personajes y con aquella llave
todavía en el bolsillo, no descarta.
Sin embargo, Deja en paz a los
muertos es mucho más que literatura
juvenil; «novela para jóvenes», digo, pero
también para quienes no lo son tanto, para
quienes disfrutan todavía de los entresijos
de los adolescentes si la historia está bien
construida. El propio Barat, mientras
escribía y entretejía el argumento, buscaba
sorprenderse a sí mismo, intrigarse a sí
mismo. Buscaba un clímax, en una situación
determinada, algo con fuerza y misterio...
sin saber cómo lo resolvería. Por eso uno de
los puntos fuertes de la novela es lo
inesperado de soluciones, giros o nuevos
problemas.
Y no solo el argumento es intrigante,
dosificando con magisterio la información y
las nuevas pistas que van abriendo
sorprendentes posibilidades y potenciales,
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desenlaces, sino que además todo ello está
narrado con una brillante prosa que llega a
sa�sfacer el gusto de los más exquisitos.
Porque Deja en paz a los muertos brinda al
lector numerosos aciertos expresivos, léxico
sugerente, sintaxis desdoblada con esmero,
Y muchas otras huellas que podrían
ponernos en la pista de uno de los mejores
novelistas del panorama valenciano.
Efec�vamente, el ávido lector agradecerá al
autor que no deje su pluma ni cuelgue su
hábito.
«Deja en paz a los muertos» es parte
del mensaje que recibe Daniel Villena,
seguido de una amenaza estremecedora: «o
muy pronto serás uno de ellos». La trama
surca, pues, cues�ones que trascienden la
realidad, que no solo preocupan a las
personas asiduas a pensar en el más allá —
los muertos, la telepaXa—, sino que, en este
caso, atrapan directamente a aquel que
mira simplemente «más allá» —sin el
arXculo—, el joven que, sin haberlo
planeado y debido a su ac�tud muchas
veces
reflexiva, busca en su mente la
comunicación, cae en la cuenta de los
detalles, dedica �empo a recabar pistas, a
atar cabos, a desenterrar ideas peligrosas.
Es principio universal, y no solo literario,
que quien remueve las men�ras para hallar
las verdades siempre acaba siendo ocasión
de moles�a para alguien. Y ya sabemos
cómo actúan algunos contra aquellos que se
empeñan en descubrir lo oculto; las fuerzas
del mal y la oscuridad contra la amenaza
lumínica del héroe.
Fotografía: J. Eugenio. Mañas.” El señor camufado”.
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Antonio Moreno. En otra casa. Sevilla, ed.,
La Isla de Siltolá.
Por José Vicente Peiró
Antonio Moreno (Alicante, 1964)
sorprendió hace unos años con un fabuloso
diario de maravillosa y lúcida expresión
autobiográfica �tulado Mundo Menor
(Denes, 2004), que fue finalista de los
premios de la crí�ca valenciana 2005. En
2011 consiguió el premio en la modalidad
de poesía por Nombres del árbol (Tusquets,
2010), libro del que el jurado valoró la
conjugación de un discurso reflexivo de gran
ni�dez conceptual con la capacidad de
alcanzar el corazón del lector, todo ello
conducido por un lenguaje preciso y
transparente. No es un por tanto un autor al
que desconozcamos precisamente, aunque
debería merecer mayor atención.
Lo jus�fico en que la poesía y la
prosa de Antonio Moreno ofrecen una
enorme limpieza conceptual que llega al
lector de manera incisiva. Ello se aprecia en
su úl�ma creación, En otra casa, un dietario
donde el autor recoge episodios vividos, los
pasa por el filtro personal y les dota de
lirismo y detallismo descrip�vo sin perder el
aliento narra�vo. Recuerda Antonio Moreno
que Mundo Menor fue rechazada por un
editor al ser una obra “circunstancial”
dentro de su producción poé�ca. Si este
editor valoró así este diario, no sé qué
pensaría de En otra casa: posiblemente lo
mismo.
Pero el mundo de la edición no
determina la calidad de una obra
afortunadamente. El pensamiento del
editor, incluso el del crí�co literario, puede
tener ciertos conceptos deformados sobre
la bondad de una obra (cremaXs�cos en las
macroeditoriales, lo cual es legí�mo, porque
para eso están, pero también estamos
nosotros para decirlo sin acritud). Antonio
Moreno alcanza una lucidez insólita en su
prosa que sería incapaz de penetrar en el
ámbito comercial tal como está concebido
actualmente con esa literatura de kiosco
amplificada que nos domina, aunque sí en el
de la crí�ca especializada. No olvida en ella
su faceta lírica y sus conceptos narra�vos se
adaptan a la formulación poé�ca sin caer en
la expresión huera. Expresa que “el mayor
premio que un poeta puede recibir es la
visita de la poesía. Escribirla, ser huésped
suyo, es para mí la verdadera gra�ficación”,
y ahí radica el mérito de En otra casa: en la
conjunción armónica de lo conceptual y lo
poé�co que invita a entrar en sus
aposentos.
Cuenta Antonio Moreno que cierto editor
rechazó publicar Mundo menor sin haberla
leído ni siquiera, porque –según él- era una
obra circunstancial dentro de su
"producción". Añade que “me entornaba la
puerta, por si más adelante le mandaba un
libro de poemas”. La milagrosa publicación
de Mundo Menor en una magnífica editorial
que arriesga por el libro de calidad, la
valenciana Editorial Denes, fue un bombazo
EL LIRISMO CONCEPTUAL
DE ANTONIO MORENO
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Recuerdo cuando me obsequió el libro uno
de los editores y me dijo que era un
estupendo diario. No andaba equivocado
este editor y escritor porque realmente
impactó en quienes disfrutaron de la
lectura. Como lo recomendarían también
los de En otra casa, editado en Sevilla,
porque el lazo del impresionismo está
latente y en apariencia, como expresa
Moreno, “no escribo en este cuaderno
según un plan prestablecido”, pero sí
existe un orden interno que proporciona la
palabra: es ella la que talla la escultura.
Capítulos como “Lucca”, dedicado a esta
ciudad italiana, son perfectos ensamblajes
entre el subje�vismo y la obje�vidad
descrip�va. Su inicio (“Me he despertado
temprano, creyendo que llovía”) es
armonía entre el suceso real y el
pensamiento del narrador. Ese impacto
entre la realidad y la sensibilidad subje�va
alcanza la perfección en el retablo que da
Xtulo a la obra. Episodios diversos cuelgan
como racimos dispuestos a crecer junto al
lector. Un simple par�do de tenis por
televisión o el hallazgo de un libro
abandonado en la �erra de un huerto se
deslían en una historia detallista y hasta
cierto punto enigmá�ca porque así se lo
plantea el narrador.
El difuminado del espacio, el
hermanamiento entre palabra y objeto, el
descubrimiento de las pequeñas cosas, los
placeres por medio de los sen�dos, la
importancia de lo insignificante en
apariencia, todo eso es la sencillez de la
prosa de Antonio Moreno. . Ese recuerdo
de B., localidad fácil de adivinar por varios
detalles contados, girado inmediatamente
con el apunte japonés para desembocar
por la cuenca del Torío en la otra casa, es
una prosa perfecta y hermosa. Una luz en
nuestra biblioteca y merecería la pena que
la crí�ca literaria nacional hiciera mayor
eco de la grandeza de este libro y de la
obra prosís�ca de Antonio Moreno en
general (aunque él también ejerce como
crí�co, de lo que da tes�monio su libro Los
espejos del domingo, de 2004). Quizá
porque como él reconoce, la crí�ca
debería tener muy presente cuando leyera
que el �empo de lectura y el �empo de
escritura no son iguales. Ni siquiera
parecidos. Aunque deleitándonos con la
prosa de En otra casa el �empo de lectura
se convierte en una eternidad. Es cuando
se goza de la buena prosa; de la prosa
exquisita de autores como Antonio
Moreno. Y no lo digo por devoción,
aunque tenga debilidad por su palabra,
sino porque se agradece una obra que te
sustraiga de las vorágines con el impacto
de la palabra, en estos �empos de vér�go
social donde el consumismo ha devorado a
la propia historia convir�éndola también
en un objeto kleenex, dado que un
acontecimiento de apenas hace tres meses
es historia porque parece que sucedió
hace un lustro.
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Por Tomás Rico, ed. Analepsis, Melilla 2012.
Había pasado poco �empo desde
que cayera Berlín en manos de los aliados y
finalizara la segunda gran guerra que asoló
Europa entera cuando Theodor W. Adorno,
borracho de dolor y de rabia, sentenció que
escribir poesía después de Auschwitz era un
acto completo de barbarie. Pero
afortunadamente, desde la trinchera
opuesta a la del filósofo alemán, el
joven Nicolás Nieto nos sorprende
con una obra arrebatadora y llena
de heridas, como un canto fúnebre
al sufrimiento de cada hombre, de
cada inocente, vivido casi en
primera persona y recitado desde
las entrañas. En Hueco de humedad
y mierda, el joven escritor —y viejo
poeta— nos plantea una historia
abrumadoramente sencilla,
compuesta por otras microhistorias
que funcionan a la manera de
movimientos sinfónicos,
conformando un todo global que se sos�ene
casi violentamente, como cemento
fraguado; no se cuenta ninguna historia al
uso, con planteamientos narra�vos
convencionales, sino que cada página, cada
letra, cons�tuye un ente propio que aborda
la existencia entera de cada ser humano.
Ya en el prólogo, Nicolás plantea una
descripción sencilla de una ciudad
cualquiera, como un vasto paisaje
dostoievskiano, habitada por gentes
anónimas y desconocidas. No importa de
qué lugar se está hablando, ni qué
relevancia pueda tener para el posterior
desarrollo del libro. Así, como un gemido
quedo, comienza Hueco de humedad y
mierda. Y después, en el siguiente —y
úl�mo y único— capítulo, la ciudad
comienza a concretarse, como aquel pájaro
que decidió posarse sobre la acera
polvorienta después de haber sobrevolado
la ciudad. Cada párrafo posee un ritmo
propio e independiente con respecto al
siguiente; en ocasiones, se desnuda
Xmidamente alguna faceta de la ciudad, con
los dedos temblorosos, mientras que otras
veces se arranca la piel a jirones,
desgarrando las coyunturas del asfalto y del
alma. Lúgubres tabernas, avenidas de cieno,
hombres solos, mujeres rotas y una brisa
Fotografía: Portada criaturas del averno
HUECO DE HUMEDAD Y
MIERDA, Nicolás Nieto Carás.
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como estanca que parece no dar tregua
alguna a los pulmones abarrotan las poco
más de cien páginas del libro (o ensayo, o
poema eterno) de Nicolás Nieto, en las que
se escuchan constantes alaridos de
gargantas ya olvidadas.
Ciertamente, no es necesario
someter Hueco de humedad y mierda a un
profundo análisis crí�co compara�vo para
descubrir que en cada palabra arden las
plumas de grandes contemporáneos como
Zola, Camus, Kerouac o el ya citado
Dostoievski, que el osado Nicolás se
encarga de hacer suyas a través de una
narra�va transparente y cruda, cargada de
inteligencia y de vida. De hecho, la
genialidad del joven escritor reside en su
deseo de codearse con sus maestros, sin
complejos, considerándose digno de narrar
lo que ellos narraron, de vivir lo que ellos
vivieron. Y así, de este modo, Nicolás Nieto
conversa cara a cara con cada uno de ellos,
con la pretensión de erigirse en un grande
de la literatura, aunque sea en las
alcantarillas de esta, pero grande al fin y al
cabo.
Valiente, valiente Nicolás que
debuta, o redebuta, o se consolida con una
novela que duele y que brilla, de la misma
manera que puede brillar un pequeño
cristal que yace en la esquina de una sucia
taberna, como un átomo de belleza que
sobrevive entre la miseria de cualquier
hueco de humedad y mierda.
Por Vicente Torres. Editorial Alderabán.
Estaba Felipe III en su balcón
cuando vio que un escudero reía a
carcajada limpia a orillas del Manzanares y
sentenció: “O es un loco o está leyendo
Don Quijote de la Mancha”. Fueron a hacer
la comprobación y resultó que estaba
leyendo, como había imaginado el rey, la
novela de Cervantes. Esta es una de las
miles de anécdotas que figuran en el libro.
El autor, Pancracio Celdrán Gomariz, al que,
en la presentación, José María Íñigo �lda de
ratón de biblioteca, al que no se la dan con
queso, señala que la mayor dificultad ha
consis�do en separar las autén�cas de las
inventadas.
Las anécdotas, que suelen darse de forma
espontánea y no estudiada o preparada,
sirven para conocer el trasfondo real de las
personas, e incluso de los pueblos. A
menudo son muy diver�das y
esclarecedoras. Como en cierta ocasión se
le acercaban para pedirle cosas, le dijeron a
Cánovas del Cas�llo: “¡Hay que ver lo
molestas que pueden ser las señoras con
sus pe�ciones, Don Antonio!”, a lo que él
respondió :
ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA,
Pancracio Celdrán Gomariz
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“A mí las señoras no me molestan por lo que
me piden, sino por lo que no me dan.”
Puesto que en este tomo hay varias
anécdotas de este personaje, a través de
ellas es posible hacerse una idea
aproximada de cómo era. En la página
siguiente a la de la anécdota anterior hay
una que cuenta que cierta señora puso un
anuncio que decía: “Busco marido”.
Numerosas mujeres le escribieron
ofreciéndole el suyo.
El anecdotario comienza en los �empos más
an�guos, y ahí la tarea del autor ha sido más
sencilla,
pues ha
podido
valerse de
los clásicos,
hasta la
época más
reciente.
Por tanto,
también
figura esa en
la que
Diógenes les
dijo a unos a
los que
consideraba
poco: “No
os asustéis de mí, que los perros no
comemos berzas.”.
Con respecto a una visita de Rosa
Luxemburgo a cierto museo belga y en
relación con la lengua de Carlomagno se
cuenta algo muy jugoso, que no puede más
que hacer reír a cualquiera que lo lea.
Sonora debió de ser la carcajada de la
propia Rosa. No lejos de esa historia está
otra de Millán Astray, que guardaba en su
bolsillo la bala que los cirujanos buscaban
afanosamente dentro de su pierna. De Valle
Inclán, lógicamente, hay unas cuantas. Una
de ellas da cuenta de cierta respuesta suya:
¡Yo no tengo que marcharme; que se vayan
los toros! Por su parte, Sir Walter Raleigh,
favorito de Isabel I de Inglaterra, supo
averiguar que el peso del humo de su pipa
no era inferior a tres gramos y medio. Sin
salir de Inglaterra, vemos como Disraeli
supo explicar la diferencia entre una
desgracia y una
catástrofe: Si
Gladstone
cayera al
Támesis, sería
una desgracia;
pero si alguien
lo sacara sería
una catástrofe.
De cierta
anécdota de
Einstein se suele
comentar, y lo
hace una gran
can�dad de
gente, la
segunda parte.
La primera es mejor: ¡Triste época la que
nos ha tocado vivir, en la que es más fácil
desintegrar el átomo que hacer lo mismo
con un prejuicio!
Fácil es deducir del gran número de
páginas que �ene esta obra que el número
de personajes de todos los �empos que
figuran en él es muy alto.
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Por Ricardo Llopesa. Madrid, Visor Libros.
Con la sobriedad y elegancia que caracteriza a las ediciones de Visor Libros, acaba de ver la luz en esta conocida editorial La etnograea encarnada en el arte. Obra fundamental para conocer de cerca el pasado más reciente de España que viene desde �empos remotos con el uso del arado, para fenecer a la vuelta de la esquina sus�tuido por el ordenador y la tecnología.
Su autora Esperanza Blasco, castellano-valenciana, doctora en Bellas Artes por la Universidad de Valencia, organiza su libro en dos aspectos: el pictórico y el literario. Cada uno de los 121 cuadros que cons�tuye la obra van seguidos de una crónica descrip�va, de carácter literario, que destaca por la obje�vidad de la pintura y la emoción en la escritura. Esta fusión entre arte y literatura queda patente por el acierto de figurar en la colección Discurso arXs�co.
Dos firmas ilustres, reconocidas por la significación de su obra, presiden las páginas de esta obra. La primera, es un texto del poeta Francisco Brines, de la Real Academia Española, y la segunda, una introducción de Salvador Aldana, Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. El valor excepcional del libro reside en la pintura, como origen de la obra. Puesto que la intención de Esperanza Blasco ha sido plasmar sobre el lienzo todo aquello que
rodeó la vida co�diana rural y urbana del pasado que ella conoció, cuando las casas rurales todavía carecían de agua corriente y luz eléctrica, y el hombre trabajaba el campo.
De todo eso da cuenta. A decir verdad, la obra pictórica y literaria de Esperanza Blasco es una síntesis de la lucidez de nuestra cultura que resume dos mil años de historia. Un pasado que aún podemos tocar con los dedos y palpar, porque el pasado fue sus�tuido por un mundo nuevo que nos ha deslumbrado porque queríamos acabar con la monotonía de ese pasado, quizá porque lo aborrecíamos por incómodo.
Ese mundo ya desaparecido lo tenemos ahora al alcance de la mano, a la vista, a través de las pinturas de esta ar�sta que ha sabido inmortalizar lo co�diano, lo pasajero y hasta vulgar, como puede ser una vieja silla, una cajonera, los aperos del campo o la cocina, así como paisajes, marinas o el perfil de Boí Taüll con que termina el libro.
La etnograea encarnada en el arte es una obra imprescindible porque cuenta la historia más reciente de la historia rús�ca de la vida española y la vida de los países de América que heredaron la tradición española.
LA ETNOGRAFÍA ENCARNADA
EN EL ARTE, Esperanza Blasco
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Por Joaquín Juan Penalva
Prozac, Trankimazin y otros parques
infan�les es el segundo libro de poemas en
solitario que publica Eduardo Boix (Elche,
1980) tras su más que es�mable Úl�mas
jornadas en el paraíso (2010). En esta
ocasión, el poeta ilicitano ha regresado a
algunos de sus mo�vos más recurrentes,
pero lo ha hecho con una voz que, poco a
poco, ha ido creciendo y perfilándose, de
manera que sus influencias siguen siendo
reconocibles, pero su poesía no se confunde
con ellas.
El tema del fracaso y la figura del
perdedor son dos de las constantes de un
poemario que trata de reconstruir la
infancia del propio autor, si bien asumida
desde una perspec�va pesimista y, al mismo
�empo, desmi�ficadora. La infancia, para
Boix, no fue, ni mucho menos, un paraíso,
pero eso no quiere decir que no se pueda
sen�r nostalgia de una época que, sin duda,
no fue perfecta, pero conserva algo de
entrañable. Boix, como todo aquel que
ronda la treintena, creció en un mundo hoy
desaparecido, en el que no exisXan los
móviles ni internet. El escenario de su
infancia fue la ciudad de Elche durante los
años ochenta y primeros noventa, y ese es
el espacio que vamos a ver
fundamentalmente reflejado en Prozac,
Trankimazin y otros parques infan�les, si
bien no le interesa tanto el mundo exterior
como el paisaje interior.
Como ya se ha dicho, la infancia y la
primera adolescencia son el autén�co
leitmo�v de este volumen lírico, que bebe
de muy diversas fuentes, pero que devuelve
al lector una voz propia e inconfundible.
Como afirma el propio Boix, hay en Prozac,
Trankimazin y otros parques infan�les una
base autobiográfica muy importante, pues
supone “un repaso sobre mi vida, desde la
infancia hasta el año 2004 que marcó un
antes y un después a raíz de un problema
que tuve con unos jefes”. Si en Úl�mas
jornadas en el paraíso Boix contaba, en
verso, la historia de dos heroinómanos, con
este nuevo libro llora por una infancia
desaparecida. Es la suya, claro, pero
también la de todos aquellos niños que ya
no pueden jugar en la calle, �enen los
horarios repletos de ac�vidades
extraescolares e incluso toman medicación
contra la hiperac�vidad.
Prozac, Trankimazin y otros parques
infan�les se divide en tres partes, que
responden a cada uno de los tres
componentes del Xtulo: “Prozac. Primera
toma”, “Trankimazin. Segunda toma” y
“Otros parques infan�les. Posibles efectos
adversos”. La primera parte, precedida por
una cita de la película Léolo (Jean-Claude
Lauzon, 1992), consta de diez
composiciones, entre las que destacan
“Eva”, dedicada al primer amor,
PROZAC, TRANKIMAZIN Y
OTROS PARQUES INFANTILES,
Eduardo Boix.
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Página 125
“R12”, sobre el coche que tenía su
padrino, y que recuerda mucho a algunos
poemas de Manuel Vilas, y “Caín”, sobre
la imposibilidad de tener un hermano.
Ahora bien, la mejor es “Fútbol”, que
narra las
penurias por
las que había
de pasar un
niño de la
época al que
no le gustara
el fútbol: “Yo
quería que
lloviera, /
que nadie
saliera
fuera / para
obligarme a ser siempre / portero. Sin
tregua”.
La segunda parte, la más breve de
todas, va precedida por una cita magnífica
de El príncipe de las mareas (Barbra
Streisand, 1991): “Hay familias que viven
toda su existencia sin que les ocurra algo
con un mínimo de interés. Siempre he
envidiado a esas familias”. Si hay un tema
que planea sobre las seis composiciones
de esta serie es el de la muerte del
abuelo, que queda explícito en “El
secreto” o “Tarde de julio”, aunque
tampoco debemos olvidar el toque
nostálgico de “¿Por qué te vas?”, en
referencia a la canción de Perales que
cantaba Jeaneqe y salía en la película Cría
cuervos (Carlos Saura, 1976), o la felicidad
eemera de “Verano del 93”.
En la úl�ma parte, inaugurada por
una cita de En el nombre del padre (Jim
Sheridan, 1993), se reúnen doce piezas,
en las que los protagonistas vuelven a ser
los miembros de la
familia: sus padres en
“A plazos” (“Y así me
enseñaron a vivir / la
vida a plazos, / a seis
meses sin
intereses”); su padre
en “Voyager”,
“Circunvalar” o
“Héroes”; su abuelo
en “Aprendiz”; su
madre en
“Sentencia” y
“Miedo”. Ahora bien, las dos úl�mas
composiciones de esta parte, “Mi
encargado” y “Delincuentes comunes”,
han de leerse como el cierre de toda una
etapa vital, cuando el yo poé�co ha
dejado atrás la infancia y la adolescencia y
ha entrado de lleno en el mundo laboral.
Si hay un tema que Prozac,
Trankimazin y otros parques infan�les
comparte con Úl�mas jornadas en el
paraíso es precisamente el de la derrota y
el fracaso. La infancia que retrata Boix no
está construida con recuerdos alegres o
con ilusiones, sino con las pequeñas
decepciones co�dianas que han jalonado
nuestras vidas. No fuimos tan felices, por
tanto, aunque hoy nos parezca que sí.
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Página 126
Por José Vicente Peiró. Barco. Ediciones B.
La historia como materia novelada
ha sufrido un proceso de degradación
desde finales del siglo XX que se ha llevado
por delante al subgénero. Posiblemente, si
Umberto Eco llega a darse cuenta del
camino de los epígonos de su novela El
Nombre de la Rosa (1980), la hubiera
quemado o mantenido como inédita y nos
habría privado de una obra maestra. Pero el
estado de la novela histórica actual ofrece
muchas dudas y decepciones, e incluso hay
quien ya lo plantea como un subgénero
menor dentro de la literatura. Mario
Benedez escribió que “lo malo no es el
pecado original, sino la fotocopia”, y el
problema de los epígonos de esa novela
histórica posterior a los años ochenta donde
un argumento fic�cio se sitúa en el pasado
con un asunto detec�vesco, y diferentes
tramas, amorosas e incluso costumbristas, a
veces parece haber sufrido el proceso del
teatro de los Siglos de Oro de la literatura
española: exceso de tramoya, de magia y de
pirotecnia en detrimento de la diégesis y el
tratamiento genuino de los acontecimientos
históricos. Y si aparece el esoterismo este
acaba engulléndose a la Historia; es cuando
entonces nos hallamos ante un esquema
repe��vo conver�do en tópico vulgar.
Pero este rechazo no se me ha producido en
el caso de Herederos del Paraíso de José
Luis MarXn Nogales. Quizá el inicio, el robo
de una joya de Felipe IV en el Palacio Real
de Madrid y de las inves�gaciones
consiguientes a cargo del detec�ve Héctor y
la inves�gadora de patrimonio Elena, no
resulta muy alentador para quien no sea un
amante del subgénero. Sin embargo, la
aparición del apartado histórico entre las
historias de ambos, resulta llama�vo y carga
de interés el discurso, de la misma manera
que el argumento detec�vesco nos sitúa
antes seres de carne y hueso con virtudes y
defectos, aunque siempre buenos
profesionales. La desaparición del medallón
está inmersa, además, entre los avatares de
la España de la transición previa al intento
de golpe de estado del 23 de febrero de
1981, lo cual supone la localización en
paralelo de dos acciones principales, la
histórica y la fic�cia, con un límite bien
marcado entre ambas.
MarXn Nogales demostró en su anterior
novela conocer muy bien los entresijos de la
corte de Felipe IV, y sobre todo del mundo
del pintor Diego Velázquez.
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LA HISTORIA PASADA ES HISTORIA RECIENTE, Herederos del Paraíso,
José Luis MarOn Nogales
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En ella, �tulada La mujer de Roma, el
personaje de Mar�n busca a la mujer
misteriosa y deformada que esconde
Velázquez en “La venus del espejo” en la
novela 'La mujer de Roma' (Ediciones B).
Pero quizá lo más interesante es la fusión
entre la vida de MarXn y la que vivió el
propio Velázquez, junto a las mujeres que
marcaron sus vidas. Aquí vuelve a penetrar
en ese mundo, con Velázquez y su
enigmá�co “Las lágrimas de San Pedro”,
cuadro que tuvo dificultades en encontrar
comprador en 2004, y un Felipe IV junto al
Conde Duque de Olivares víc�mas de la
propia estructura monárquica en que les ha
tocado vivir, uno por herencia y otro por
ambición. Posiblemente, esté muy bien
humanizada la Historia de Felipe IV, sobre
todo en la parte de su relación con las
mujeres.
El autor se inspiró en lo sucedido en
una visita al Palacio Real, cuando vio correr a
un guardia de seguridad con rapidez allá por
1984. Su recuerdo le hace situar el robo del
medallón en este espacio, úl�ma residencia
de Alfonso XIII, cuyo recuerdo también
aparecerá a lo largo del libro para situarse en
paralelo a la situación pregolpista del
reinado de Juan Carlos I (su abuelo apoyó el
golpe militar de Primo de Rivera mientras el
monarca actual no lo hizo con el de Tejero).
Pero mientras Héctor dirige la inves�gación
del esclarecimiento de los autores y móviles
del robo, Elena busca el origen del medallón
y su significado dentro del mundo de Felipe
IV, cuyo reinado fue catastrófico y su
desenlace aún peor. En paralelo a ambas
inves�gaciones, la policíaca y la histórica, se
sitúan los acontecimientos del presente
diegé�co: los problemas de la transición
española, con la dimisión de Suárez, la
violencia terrorista de ETA, y la permanente
amenaza de golpe de estado militar. Son
convulsiones de los acontecimientos dentro
de la vida española con unos personajes
históricos presentados desde su lado más
humano. Incluso Héctor y Elena ofrecen una
dimensión de seres corrientes, culminado en
su relación eró�ca, a pesar de su notable
profesionalidad como detec�ve e
historiadora patrimonial respec�vamente.
La intriga no viene dada por
resoluciones de episodios dotados de
incredulidad. Toda la narración es verosímil y
carece de estridencias argumentales. Sobre
la inves�gación, tanto del presente como del
pasado, sobrevuela una atmósfera
inquietante. MarXn Nogales domina la
situación en todo momento sin dejarse llevar
por la magnificencia de un discurso histórico
grandilocuente que �ene a la vuelta de la
esquina. La sencillez de su lenguaje no está
exenta de la precisión necesaria en los
términos especializados o de la época. El
discurso �ene sen�do: la reflexión sobre las
herencias de las monarquías españolas. De
esta forma, se establecen sus diferencias, y
el medallón se convierte en un McGuffin,
u�lizando el término de Hitchcock, de la
historia más que de la inves�gación
detec�vesca. Si a ello unimos un final
sorprendente, abierto y lleno de credibilidad,
concluiremos afirmando que es una novela
redonda, interesante y repleta de
significados.
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José Luis MarXn Nogales ha conseguido un
trabajo bien planteado, ordenado, con una
estructura diáfana, y unos personajes
potentes. Se aprecia que conoce muy a
fondo el género de la novela, y aunque en
ocasiones adopta técnicas propias del best-
seller, no se evade de la pretensión literaria
por su cuidado. Una novela muy
recomendable y sin desperdicio. Una novela
que nos permi�rá reflexionar
deleitándonos: una novela alejada de los
cánones de la narración histórica al uso que
tanto nos desconcierta y nos aburre.
Por José Vicente Peiró.
Revista de Estudios sobre Blasco Ibáñez
(Journal of Blasco Ibáñez Studies), Edición al
cuidado de Josep Carles Lainez).Emilio Gascó
Contell: Agitador, aventurero y novelista.
Estamos ante tres obras más sobre Blasco
Ibáñez publicadas recientemente en este
año 2012. Editadas por la Delegación de
Cultura del Ayuntamiento de Valencia, lo
cual, en estos �empos de crisis, es sinónimo
de que se puede trabajar en cues�ones
literarias por un módico precio y sin
pretensiones económicas elevadas. Es muy
posible y se agradece el apoyo ins�tucional
para las inicia�vas, que evidentemente son
más plausibles que los negocios depor�vos.
Al fin y al cabo, con el paso de los años
quedan las obras grandes, las maravillas del
saber solamente. Y si a ello unimos la
intensa labor en la Casa Museo Blasco
Ibáñez en la actualidad, diríamos que D.
Vicente nos estará mirando con una sonrisa
muy placentera y se sen�rá orgulloso de
que haya tantos valencianos que lo miran
como algo más que el nombre de una larga
avenida de la ciudad. Muy interesante
siempre es la correspondencia de Blasco con
su biógrafo Gascó Contell, y más con un
excelente prólogo de Josep Carles Lainez.
Algo destaca desde el primero momento de
las valoraciones de las palabras que
anteceden a ese prólogo: el papel de Gascó
Contell cuando Blasco era un proscrito
durante la dictadura de Franco. Enlazando
con la reedición de ese Genio y figura de
Vicente Blasco Ibáñez publicado en 1957,
donde Emilio Gascó García lo llama “el
misionero de Blasco Ibáñez”. Realmente,
gracias a Gascó Contell, a quien la revista El
Mono Gráfico de nuestra Asociación
Valenciana de Escritores y Crí�cos Literarios
(CLAVE), allá por 2005, cuando aún había
dinero para editar las revistas en papel en
esta �erra, siempre tendremos a Blasco
presente, con permiso de José Luis León
Roca. Lainez sabe elegir muy bien los
califica�vos sobre la significación de Gascó
Contell para la difusión y empuje de la obra
blasquista. El apoyo previo de Emilio Gascó
García donde resalta su privilegio de haber
tratado muy de cerca al autor en el período
en que estuvo en la cima de su gloria le
permite situarlo en su justa medida
CARTAS A EMILIO GASCÓ
CONTELL DE BLASCO IBÁÑEZ ,
Genio Y figura de Vicente
Blasco Ibáñez
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Su repaso alude a la biograea que publicó en 1926 en París, con la complicidad del novelista
en su intercambio epistolar, sin olvidar que el propio Gascó cul�vó también la novela, con
Crisol, publicada en 1924 hasta su residencia en Madrid alrededor de 1930. Sobre las
vein�trés cartas recogidas en este volumen, Lainez esboza muy bien su situación en los
úl�mos años
de la vida de
Blasco,
dividiendo las
mismas en
dos bloques:
el primero
más
abundante
donde solo
proporciona
información
para la
biograea
susodicha, y
el segundo,
las nueve
úl�mas, más
incidentes en
la salud del novelista con cumplida información sobre estancias y viajes. Cartas importantes
bien recogidas en esta edición de recuperación imprescindible de tes�monios de primera
mano.
No menos relevante es el rescate de Genio y figura de Vicente Blasco Ibáñez. El
prólogo de Emilio Gascó Contell resume con precisión el valor de la biograea. El ensayo no
sólo no ha perdido valor sino que nos devuelve la figura humana de Blasco, conservada de
manera distante en los estudios literarios más recientes, incluyendo una parte de las
ponencias de aquel congreso de 1998 ya suscep�bles de revisión y reformulación. En
cambio, esta biograea nos devuelve a un punto de par�da no sólo biográfico, sino también
contextual. Una reedición oportuna.
Una gran inicia�va de la Casa Museo es la inauguración de la Revista de Estudios
sobre Blasco Ibáñez, de proyección internacional al incorporar todos sus arXculos en inglés.
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Pági
Los arXculos publicados en el
primer número de este año 2012
abordan dis�ntos aspectos que
demuestran la amplitud inacabable
de los estudios blasquistas, bajo la
dirección del profesor Paul C. Smith
de la Universidad de California
Desde el arXculo de Facundo
Tomás sobre sus relaciones con
Joaquín Sorolla, hasta el arXculo de
Antonio Laguna sobre el autor
como arque�po del periodista
radical, pasando por el papel de
Blasco como crí�co indirecto y sus
ideas de la novela, de Ana L.
Baquero Escribano, o la mala vida
madrileña de la época en Blasco y
Baroja de Carlos A. Longhurst. A
ellos se añade una sección de
“Documenta”, que incorpora cartas
a su editor francés, Caimann-Lévy y
una carta inédita comentada de
Miguel de la Guardia. Una revista
que ya es referente de los estudios
académicos sobre nuestro literato
valenciano más universal y que
supone una aportación
fundamental en la crí�ca literaria
valenciana y la inves�gación.
Enhorabuena por este
trabajo de seguir ahondando en la
figura de Blasco Ibáñez. Deseando
una larga con�nuidad a la
inicia�va, nos resulta
imprescindible para quienes
deseamos conocer aún más y
mejor su obra.
Por Joaquín Juan Penalva. Elche,
Frutos del Tiempo, 2012.
Cada colección de poesía que nace
es un pequeño milagro. Lo ha sido
siempre y lo es ahora con mayor
mo�vo. Hace unos meses salió el
primer Xtulo de “le chat”, la nueva
colección lírica que Pedro Serrano
ha creado para la editorial ilicitana
Frutos del Tiempo. Lo más curioso
es que este nacimiento enmarca un
renacimiento, el de Javier Cebrián
(Salies de Béarn, Pau, 1965), poeta
anteriormente conocido como
Carlos Cebrián, que decidió
cambiar su nombre en una
videoperformance que tuvo lugar
el 27 de noviembre de 2008 en La
Llotja de Elche. Aunque no se trata
de su primer libro, estragos es el
primero que firma como Javier
Cebrián y reúne una serie de
poemas escritos entre 2008 –año
de la transmutación– y 2011.
Anteriormente, Cebrián (Carlos)
había publicado algunos
poemarios, como Poemas de lluvia
y alquitrán (1987), Heroína (1991),
Humo que se va (1999),
Celebración del milagro (2005) o
Maneras dis�ntas de amar o des
amar (2006), ), y un par de
ESTRAGOS, Javier Cebrián.
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volúmenes en prosa, Las noches de
marzo (1989) y De belleza perezosa
(2000).
Cebrián ha recopilado en
estragos un total de vein�séis poemas
de extensión media que tratan de dar
cuenta de su existencia, de su
personalidad, de sus ru�nas, de sus
miedos, de sus esperanzas, pero
también, cómo no, de sus derrotas y
fracasos. Esos estragos no son más que
la propia vida, con sus luces y sus
sombras. Así lo ha expresado Julián
Montesinos en el proemio del volumen:
“tras la lectura,
descubrimos que el
poeta y el hombre
se funden y
confieren altas
dosis de verdad a
estos versos, en los
que su autor parece
decirnos: renacerás
de tus ruinas
vitales, aceptarás tu
realidad aunque no
te guste, pero
siempre confiarás en tu voz poé�ca y en
tu visión como hombre y poeta en este
breve tránsito que llamamos vivir”. Es,
desde luego, una magnífica pauta de
lectura, que encaja perfectamente con
los versos de Caballero Bonald que
presiden estragos: “Fui feliz fugazmente
algunas veces, / entre dos furias fui
feliz, / lo fui de vez en cuando sin
saberlo”.
El libro comienza con una
“poé�ca” en la que Cebrián da un
repaso por las palabras que le gustan
(“Poema, sencillez, guirnalda...”), por las
que le disgustan (“Guerra, envidia,
purismo...”), y, finalmente, se enfrenta a
algunos conceptos como “felicidad”,
“Paraíso”, “alegría”, “tristeza”, “vida” y
“muerte”. Los dos úl�mos versos rezan
así: “Dios, palabra que no comprendo. /
Poé�ca, palabra que detesto”. En
“intento vago de poema” y “estrago”, el
recuerdo de la infancia y el paso del
�empo configuran una par�cular visión
del mundo, que
se resume
perfectamente
en este verso:
“que esta vida no
he sabido
vivirla”. A
con�nuación,
Cebrián ofrece
un par de
poemas con un
tema en común,
el de la casa. Se
trata de “sin mirar atrás” y “las casas”,
que enlazan con la úl�ma composición
de estragos, “uno, uno, seis”: “Deslizo
mis dedos / por los relieves de la
madera, / por la cerradura, por el
pomo, / apoyo mi oreja en la
superficie / de la fría puerta blindada /
sin ser consciente / de que unos
extraños / detrás te habitan / a cambio
de dinero, / y me acuso de haberte
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El hombre del pasado queda atrás y deja
paso a un hombre nuevo que va en busca
de un tú que se va vislumbrando en “el
rastro” o “de viva voz”, y que luego
estará presente en muchos de los
poemas. Sin duda, una de las piezas más
logradas de todo el volumen es “vida de
poeta”, en la que Cebrián logra conjurar
todos sus fantasmas y aceptarse a sí
mismo: “La primera tarea de la mañana /
es hacer propósito de enmienda, /
intentar parecerme a ese ser
maravilloso / que tú crees que soy”. Lo
co�diano, tan presente en este poema,
aparece de nuevo en “poemas de amor”:
arreglar la casa, hacer la cama, bajar la
basura... son acciones diarias que se
convierten en materia lírica.
En las úl�mas composiciones,
Cebrián regresa nuevamente al pasado,
pero en esta ocasión para reconciliarse
con su madre y ajustar algunas cuentas
pendientes con su padre. No hay rencor,
sino serenidad y aceptación, por eso no
es casual que el úl�mo poema se �tule
“la alegría”, ya que con él cierra toda una
trayectoria vital. Acaso por primera vez,
asis�mos a un final feliz, pues el poeta ha
logrado exorcizar todos sus demonios y,
al final del camino, hay un nuevo
horizonte, una nueva luz: “Creedme,
había, hay, / otra manera de amar, / no
se necesitan / nuevas especificaciones, /
ni mitología, / tampoco tragedia, / ni
rancio roman�cismo, / ni falsos
pres�gios dolorosos”. Larga vida a “le
chat”. Larga vida a Javier Cebrián.
Por Joaquín Juan Penalva. Madrid, Rialp,
2012
El pasado 17 de diciembre, en el Ateneo
de Madrid, se proclamó el fallo del LXV
Premio Adonáis de Poesía, que recayó en
Hombre en la niebla, de Jesús Bernal
(Elche, 1976). Los accésits fueron a parar
a manos de Vanesa Pérez-Sauquillo
(Madrid, 1978) y Ruth Miguel Franco
(León, 1979), por Climax Road y La
muerte y los hermanos,
respec�vamente. Bernal no es, ni mucho
menos, un recién llegado al mundo
poé�co, ya que anteriormente había
publicado otro volumen lírico, Amar es
mi ejercicio (2005), que obtuvo el Premio
de Poesía Ángel Urru�a Iturbe .Hombre
en la niebla es, por tanto, su segundo
poemario, pero no lo parece, pues �ene
el tono maduro y la dicción serena de un
poeta que ha emborronado muchas
cuar�llas y ha descartado numerosos
versos. A Bernal, el Adonáis le ha llegado
en un momento clave de su vida, cuando
llevaba año y medio de sequía crea�va.
Este ingeniero informá�co, que estudió
Filología Hispánica y actualmente
regenta la librería virtual Full i Fusta,
acaba de entregar a las prensas un libro
bien armado, sólido y con una propuesta
esté�ca que enlaza con la mejor poesía
HOMBRE EN LA NIEBLA,
Jesús Bernal
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de es�rpe elegíaca, con autores tan
cercanos como Antonio Cabrera o
Antonio Moreno. En palabras del propio
Bernal, Hombre en la niebla es “un libro
reflexivo, sereno, algo amargo”. Se divide
el volumen en cuatro partes bien
diferenciadas, de ocho, nueve, ocho y
nueve
composiciones
cada una, lo
que supone un
total de
treinta y
cuatro piezas,
la mayoría de
ellas breves,
que trazan la
geograea
interior del
poeta, quien,
en muchas
ocasiones,
recurre al paisaje y a la naturaleza para
recrear emociones y estados de ánimo,
pero también para encontrar lo que de
mágico e inesperado hay en lo co�diano,
en todo cuanto nos rodea.
Así, ya en la primera composición
del libro, “Manan�al”, trata de subrayar
las relaciones que existen entre todos los
elementos del mundo a través de la idea
de comunión con la naturaleza, tan
presente en todo el volumen: “Bebo el
agua que brota de la fuente. / Sé que, en
cierta manera, / doy forma al Universo en
cada trago”. Muy interesante es otro
poema de esta primera parte, “Vine para
escucharte”, donde el yo poemá�co
regresa a una an�gua residencia –
posiblemente la casa de su infancia– y se
reencuentra con su pasado: “Ahora que la
tarde colorea / de púrpura el silencio / y
�embla su rescoldo en las baldosas, /
todo lo que reside en esta casa / habla
con esa voz
remota y
mía”. A veces,
la expresión
de la propia
in�midad se
encauza a
través de la
naturaleza (el
paisaje, el
viento...),
pero, en otras
ocasiones, los
objetos que
actúan como
detonantes de la evocación forman parte
de la vida diaria del poeta. En la segunda
parte, Bernal consigue una espectacular
imagen de la aurora en
“Amanecida” (“Las sombras se diluyen, /
las piedras acentúan sus aristas, /
emergen los caminos / como lenguas de
lava, / y te asomas a un mundo atroz y
bello. // Firmas un armis�cio / de luz con
las �nieblas”) y camina junto al anciano
rey de Troya en “Las lágrimas de Príamo”,
cuando este se dirige hacia la �enda de
Aquiles para reclamar el cuerpo sin vida
de Héctor.
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Pág
El mar (no siempre el Mediterráneo) es
otra de las constantes de Hombre en la
niebla, como se puede comprobar en
“Saturnal”, que recrea una fiesta junto a la
orilla (“La playa es un clamor / de voces
juveniles / y carcajadas ebrias. El alcohol /
arde en los pechos limpios”), o en “La voz
del mar”, que nos sitúa frente al mismo
mar que surcaran Ulises, Eneas y tantos
otros personajes, tanto literarios como
históricos: “Me estás hablando / de
remotos lugares, de otros hombres / que
han vivido y han muerto en otros �empos”.
En la úl�ma parte, la referencia a Lucrecio
es inexcusable en “De rerum natura”,
cuyos úl�mos versos rezan así: “La muerte
es un estadio / en el inexorable / devenir
de este mundo. / Nada vuelve a la nada”.
Y, frente a la pieza �tulada “Amanecida”,
ahora encontramos el ocaso en “La flor de
la ceniza”, que canta el preciso instante en
que el mundo se sume en sombras: “Se
está abriendo / en el campo la flor de la
ceniza / y todo adquiere / el rendido
poder / de la devastación. // Contempla
cómo fluye / el mundo hacia la sombra”.
Bernal ha conseguido reformular los viejos
temas de la poesía (cues�ones
existenciales, preguntas metaesicas, paso
del �empo...) y meterlos en odres nuevos,
lo que no resulta fácil, ni mucho menos.
Los azares editoriales han querido que
Hombre en la niebla sea el primer libro
suyo que llega a los lectores. Seguro que
no es el úl�mo.
Por Joaquín Juan Penalva. Edición de
Isabel Escudero. Barcelona, Tusquets,
2012.
Pocos poetas han brillado de una forma
más intensa que Miguel Ángel Velasco,
que deslumbró a todos cuando, con
apenas dieciséis años, obtuvo un accésit
del pres�gioso Premio Adonáis con su
libro Sobre el silencio y otros sueños
(1980). Poco después consiguió, no ya un
accésit, sino el Premio Adonáis con un
poemario ya legendario, Las berlinas del
sueño (1982). Siguieron años de silencio
editorial, pero de maduración de una voz
prodigiosa, indispensable, única, que se
materializó, a par�r de la mitad de la
década del noventa del siglo pasado, en
Xtulos como El sermón del fresno (1995),
El dibujo de la savia (1998), La vida
desatada (1992-1999) (2000), La miel
salvaje (Premio Loewe, 2003), Fuego de
rueda (Premio Fray Luis de León, 2006),
La mirada sin dueño (2008), Memoria del
trasluz (Premio Antonio Oliver Belmás,
2008) o Ánima de cañón (2010). Su llama
se apagó el 1 de octubre de 2010, pero
dejó tras de sí una obra lírica irrepe�ble,
una de las voces indiscu�bles de su
generación.
LA MUERTE UNA VEZ MÁS.
POEMAS PÓSTUMOS, Miguel
Ángel Velasco
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En La muerte una vez más.
Poemas póstumos, Isabel Escudero reúne
cuatro libros inéditos de Velasco en el
momento de su muerte, tres de ellos
totalmente cerrados por el autor,
Espinas, Historia de las manos y La
muerte una vez más, y un cuarto,
Circulaciones, que, según Escudero,
“procede de un cuaderno inconcluso con
un fondo de poemas sueltos de
diferentes épocas y temas de donde él
había ido sacado algunos para otros libros
anteriores o los había ido situando en los
otros tres libros inéditos”. Como ocurría
ya en Ánima de cañón, su úl�mo libro
publicado en vida, Velasco muestra un
especial interés por la datación de los
poemas, y la mayoría de ellos lleva fecha.
Espinas es, junto con
Circulaciones, el poemario que �ene una
estructura más compleja, ya que se divide
en tres partes, “El cuerpo del amor”, “Si
la semilla no muere” y “La lámpara del
�empo”, de diez, trece y ocho
composiciones cada una,
respec�vamente. En Espinas, cuyos
poemas están datados entre 2005 y 2009,
se combinan piezas cortas con otras
más extensas, y sorprende la
presencia, si no del tema social, sí
del mundo que rodea al poeta.
Resultan fundamentales
composiciones como “Llama” –“Es /
una /espina / esta / delgada /
llama // una / espina / que /
sangra”– o “Los nombres de la
guerra”, pero no me resisto a
reproducir aquí los tres versos de “Si
la semilla no muere”: “Y es la semilla
un grito que no cae / en seguro, una
nota sin cosecha / sostenida en el fiel de
la cizaña”.
Historia de las manos hilvana, bajo
ese sugerente Xtulo, una serie de
vein�una composiciones rematadas por
un poema que hace las veces de epílogo,
“El llanto de los puentes”. Hay en estas
piezas, por lo general más extensas, una
celebración de la vida y un regreso
constante a los mo�vos de la naturaleza y
el mar. No se pierdan los versos de “Los
monasterios de Moldavia” o “La niña de
Agua Azul”, pero tampoco el ya
mencionado “El llanto de los puentes”:
“Amantes, pisad quedo; laúd, refrena / tu
son enamorado: / esta piedra nos dice un
llanto sordo / que el agua sabe y las
campanas callan”.
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Algo más extenso es La muerte una
vez más, libro del que toma Xtulo el
conjunto y que consta de treinta y seis
poemas, rematados por dos poemas más
extensos, “La muerte una vez más” y
“Jardín”. La memoria, los libros y el
paisaje se dan cita en estas
composiciones, muchas de ellas escritas
entre finales de los noventa y 2009. La
propia ausencia, la desaparición de uno
mismo, se convierte en leitmo�v del
conjunto, tal como podemos comprobar
en los versos de “El banquete” y en las
dos versiones de “Caja de compás
(Homenaje a Emily Dickinson)”, que, en
cierto modo,
se ha transformado en la pieza más
representa�va del volumen:
“Cuando yo ya no esté y �réis mis
cosas / al cubo de las cosas ya sin
alma, / a quien tome la caja / del
compás, yo le ruego / lo haga con
cuidado”.
Circulaciones es, quizás, la parte
más llama�va del volumen, pues
conserva el aliento de la obra en marcha,
de la vida en construcción, y no se
plantea como una despedida, ni mucho
menos, sino como un libro en proceso,
como un fondo permanente de poemas,
como un venero inagotable. Más de
medio centenar de poemas se reparten
entre el pór�co –“Las estrellas
vendidas”– y el epílogo –“Eleusis”–,
divididos en cuatro partes: “La moneda
del César”, “Raíz y copa”, “La moneda del
trato” y “Lo olvidado”. Si hay una pieza
que llama la atención es “Strange Fruit
(Nervaliana para Amy Winehouse)”, ya
que la cantante británica, bastante más
joven que Velasco, no le sobrevivió ni un
año, pues murió el 23 de julio de 2011:
“Cuidaros, m Perséfona: / le dais
mordiente al mundo
// [...] una noche de julio /
cantadme Fruta rara”.
He aquí el legado de un poeta que
dedicó su vida a la creación lírica, sin
reservas, sin ma�ces, sin tregua. Lo
despedimos con los versos iniciales de
“Eleusis”, un verdadero epílogo: “Con
qué clara tersura hemos brillado / en esas
noches altas, / bebiendo un vino recio
que caldea / el vivir y lo encumbra / hasta
tocar los cielos nuestra mortal herida”.
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Por Joaquín Juan Penalva Barcelona,
Tusquets, 2012.
En 2008, cuando Vicente Gallego (Valencia,
1963) publicó su anterior libro, Si temierais
morir, parecía que el poeta valenciano
había culminado un largo proceso que le
llevaba directamente hacia la mís�ca. Por
eso sorprende ahora la aparición de Mundo
dentro del claro, un poemario que, si bien
no rompe con el tono del anterior, sí trata
de conciliar ese mis�cismo con lo
co�diano, ingrediente que ya estuvo
presente en algunos de sus libros
anteriores, como Santa deriva (2002) o
Cantar de ciego (2005).
La idea de celebración de la vida –y de la
propia poesía– es una buena forma de
aproximarse a Mundo dentro del claro,
volumen dedicado a Carlos Marzal,
“hermano interminable”, aunque las
dedicatorias se mul�plicarán después a lo
largo de los cuarenta y ocho poemas que
conforman el libro. Allí encontraremos
nombres familiares, como Ada Salas,
Raquel Lanseros, Javier Lostalé, Felipe
Benítez Reyes, Francisco Brines, AgusXn
Pérez Leal, Blanca Andreu, Eloy Sánchez
Rosillo, Antonio Moreno, Antonio Cabrera y
Enrique Ocaña, entre muchos otros.
La amistad es, por tanto, uno de los temas
centrales de un poemario que alterna
piezas breves con composiciones más
extensas. Junto a la amistad, encontramos
también mo�vos recurrentes en la
naturaleza y en las
palabras, que van
construyendo un
par�cular homenaje.
En “Amadoras”,
Gallego convierte a las
cigarras en protagonistas
imprescindibles del
verano: “Cómo tuestan su
pan / estas locas
cigarras, / cómo son el
verano sin quererlo”. Y es
que, no en vano, la
celebración de la vida,
como ya dijimos, es la
autén�ca columna vertebral de Mundo
dentro del claro, y eso se materializa, en
ocasiones, en la liturgia co�diana que
aparece en “Al alba, a coger agua”:
MUNDO DENTRO DEL CLARO,
Vicente Gallego,
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“A este aljibe escondido / en este
pueblo anclado entre los cerros / al
que llaman El Oro, / venimos a por
agua cuando el día / no puede todavía
acompañarnos”. Los versos de
“Decidme, si podéis”, en cambio,
parecen dialogar con todos aquellos
descreídos que pensaban que el
poeta de Si temierais morir
simplemente había adoptado una
pose, una máscara: “Decidme, si
podéis, / cuatro cosas que quiero yo
saber: / con un trozo de pan en sus
picos: “Los asombros a miles,
felicísimos, / la sorpresa del pan, el
regodeo / en la harina del mundo, en
su blancura, / que nos hace tan ricos
en el gusto. / Esa lluvia no cae sino en
la niña / más niña de los ojos”. Eso
mismo es lo que encontramos en
“Puesto de mejillones”, donde
Gallego celebra nuevamente los
meses es�vales: “Verano, ahora te
veo enteramente, / estás sobre la
mesa que a la puerta / de su casa
dispone el pescador”.
Acaso llama la atención, en un
libro tan ceñido a la vida, una
composición como “Tras una relectura de
la Ilíada”, ya que la epopeya homérica,
además del primer libro de la tradición
occidental, es un hermoso canto a la
guerra, que ha enamorado a Gallego, no
por su contenido, sino por su musicalidad:
“Como el buitre y el cuervo / se meten
por el ojo y lo hacen suyo, / así se me ha
me�do esta belleza / por el oído adentro
y me ha ganado / para su al�va causa”.
Por úl�mo, me gustaría referirme
a dos de las úl�mas composiciones de
Mundo dentro del claro, “Miguel Ángel
Velasco, vivo en mi corazón” y “Si queréis
darnos luz”. La primera �ene como
protagonista al desaparecido poeta
mallorquín, del que la editorial Tusquets
acaba de publicar el volumen póstumo La
muerte una vez más; la segunda, que
también va dedicada a Velasco, es, en
realidad, una poé�ca referida a las
palabras, cuyos versos finales rezan así:
“Si queréis darnos luz, si amor os
mueve, / descended a este pozo donde
un día / hallamos nuestro ser: / naced
como las almas, ignorando / en qué fondo
de fondos, verdaderas, / con los ojos
cerrados”. Así sea.
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