Alejandro Tapia y Rivera y la educación de la mujer
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Myrna Lee Torres-PérezM00359334EDUC7003
Dr. Pedro Vega Molina
“Si por la grandeza de los propósitos y por la
nobleza de los géneros cultivados hubiera de
graduarse el mérito de los autores, pocos
aventajarían a Tapia, que procuró siempre vivir en
las regiones mas elevadas del arte y a quien no
arredraron ni el drama histórico, ni la novela
social ni el poema simbólico”
Marcelino Menéndez Pelayo, 1948.
Nace en San Juan de PR, el 12 de noviembre de 1826.
Único hijo varón del matrimonio de Alejandro Tapia y
Zapata (español) y Catalina de Rivera Sánchez
(puertorriqueña).
Fue estudiante del Maestro Rafael Cordero.
Debido a asuntos familiares, tuvo un peregrinaje entre
continentes y escuelas.
Fue desterrado de Puerto Rico a España en 1850, debido a un
desafío.
En Madrid se unió a un grupo de investigadores, enfocados en
reunir documentos históricos de PR, de ahí nace la publicación:
La Biblioteca Histórica de Puerto Rico en 1854.
Se traslada de Puerto Rico a Cuba, allí permanece de 1857
a 1862. Producto de esta experiencia fue la publicación de
El Bardo de Guamaní ( su pseudónimo) en 1862.
En 1869, contrae matrimonio con una española (Rosario
Díaz y Espiau) y regresa a Puerto Rico. Se establece en
Ponce y se dedica a la enseñanza y el periodismo.
Durante este periodo surge su preocupación por la
educación de la mujer. Ayudado por su esposa, escribe,
publica y dirige el semanario: La Azucena. Esta gesta se
inició en Ponce y luego la continuó en San Juan.
18 de julio de 1882, culmina su novela: Póstumo
envirginiado, la cual trata de la desigualdad social entre el
hombre y la mujer.
8:00pm, 19 de julio de 1882 participaba en la Junta de la
Sociedad Protectora de la Inteligencia en el salón
principal del Ateneo Puertorriqueño, el cual fundó.
Durante el transcurso de su discurso sobre la educación,
sufre un ataque cerebral, y fallece. Contaba con 55 años.
Como obra póstuma, se publica “Mis Memorias o Puerto
Rico como lo encontré y como lo dejo” en 1928.
Se manifiesta como defensor de los derechos de la mujer, y presenta preocupación por el tema desde 1862.
Esto se manifiesta en su obra, Póstumo envirginiado, en la cual es espíritu de Póstumo, se encarna a Virgina, una joven andaluza, muy bella, prometida en matrimonio a un hombre mayor, adinerado y duque.
Esta obra, presenta a Virginia, la cual es la voz de Tapia, exponiendo sus argumentos en defensa de la mujer.
De 1870 a 1877 se dedicó Tapia a educar a la mujer para que “ella misma pudiera hacer inteligentemente su propia defensa ante la sociedad de la que era parte y que no la tomaba en consideración”
“Lo que queremos es liberar a la mujer de esa
cadena de flores que con el nombre de poesía pretende esclavizarla y que no es otra cosa que sensualidad y paganismo en el culto de la forma”
“Con madres y esposas frívolas tendremos hombres frívolos: haced más hombre a la mujer en el sentido de la razón y del espíritu, y el hombre será también más hombre en ese sentido, ya que no es el del músculo y de la fuerza… sea la mujer menos mujer, para que el hombre sea más hombre en el sentido de la fuerza moral”
“La mujer no será libre por el fusil ni los cañones, sino por la verdad de su derecho. Cuando ellas sean dignas de que el derecho reine, y el hombre se halle convencido de que la fuerza es inútil y no debe imperar sobre el débil, entonces la mujer vendrá libre a moderar los actos de la vida pública”
Publicación dedicada al “bello sexo puertorriqueño”
Obra didáctica enfocada a educar a la mujer de la
época y a ayudarla a ocupar el puesto que le
correspondía como ser presente, con juicio crítico,
capaz de expresarse y hacerse oír en una sociedad
donde predominaban los hombres.
Se publicó en dos épocas
◦ Ponce – de noviembre de 1870 a diciembre de
1871.
◦ San Juan – de agosto de 1874 a agosto 1877.
En La Azucena, se cubrían obras literarias, temas de
artes, biografías, ciencias, cartas, conferencias,
editoriales, educación, educación física, filosofía,
historia y noticias.
Muchos de los artículos publicados en La Azucena,
estaban firmados con las iniciales de Don Alejandro,
otros con seudónimos y otros incógnitos.
Utiliza el medio epistolario (cartas) aduciendo que es
un método femenino. Crea a tres personajes:
Graciela (ubicada en San Juan), Julia (localizada en
San Germán) e Isaura (en Ponce), para
“intercambiar” comunicación. Convirtiéndolas así, en
sus portavoces de ideas feministas.
“Qué mejor que una mujer, usando un medio tan
femenino y personal como una carta, para comunicar a
otras mujeres y hasta a algunos hombres (aquellos
abiertos a nuevas ideas) la necesidad que tienen ellas
de aprender artes, ciencias y literatura al igual que el
hombre”
Alejandro Tapia y Rivera
Graciela, en sus cartas hablaba de la importancia de
aprender idiomas, para así entender las ciencias y la
filosofía de los grandes pensadores.
Isaura, compartía sus estudios en matemáticas, lo
cual constituía un escándalo para la época,
aprovechaba Tapia e incluía las ciencias y su
importancia.
Julia, comentaba sobre historia y el amor a la Patria,
al pueblo, a la cultura y a las costumbres.
De acuerdo a Antonio S. Pedreira, Tapia y Rivera era
un “escapista” y dice sobre esto…
◦ “la literatura puertorriqueña, generalmente hablando, urbaniza
sus mejores solares en el limbo… Alejandro Tapia y Rivera, con
ser tan fecundo y principal, es un magnífico ejemplo de lo que
digo… La censura acosó a Tapia desde su inicio y tuvo que
proteger sus facultades distanciando su obra en otros climas”
Utilizó el eufemismo (“dorar la píldora” como acuñó
René Marqués) para transmitir información sin
alborotar el mecanismo de la censura.
Interesante fue, que utilizando los mismos, consiguió
su propósito, el cual fue lograr internalizar sus ideas
a la población.
En la época en la cual Tapia desarrolló su obra, la
literatura no era rentable, sumado al hecho que se le
consideraba un ejercicio peligroso. Primeramente, no
habían maestros, segundo escaseaban las imprentas,
y tercero tenían que pasar por la Censura Literaria
Oficial (organismo del gobierno).
Según, Manuel Fernández Juncos, era una “obra de
romanos” publicar en ese entonces. Tapia, luchó como
romano y triunfó gracias a su voluntad y vocación.
Las piezas más destacadas de su obra son:
◦ El heliotropo (1848)
◦ La palma del cacique (1852)
◦ La antigua sirena (1862)
◦ Póstumo el transmigrado (1872)
◦ Póstumo el envirginiado (1882)
◦ La leyenda de los veinte años(1874)
◦ Cofresí (1876)
◦ Roberto D'Evreux (1856)
◦ Bernardo de Palyssy o El heroísmo del trabajo (1857)
◦ La cuarterona (1867)
Las piezas más destacadas de su obra son:
◦ Camoens (1868)
◦ Vasco Núñez de Balboa (1872
◦ José Campeche (1854)
◦ La Azucena (1870-1871 / 1874-1877)
◦ Ramón Power(1873)
◦ La Sataniada (1874)
◦ Misceláneas(1880)
◦ Guarionex, (1854) libreto de opera
◦ Mis memorias, (1927).
Muchas palabras se puede utilizar para definir a
Tapia en este momento; justo, visionario,
revolucionario, sagaz, amante de la Patria, amante
de la mujer, amante del progreso. Demuestra en sus
escritos, e ideas, una mentalidad adelantada a la
época en la cual vivió. Entendía el Ilustre, que la
igualdad de la mujer, se conseguiría con la
educación de la misma. También trabajó en
transmitir ese ideal a los hombres de su tiempo.
Llevó sus ideas a la acción, con la publicación de La
Azucena. También promulgó las mismas con Póstumo
envirginiado, en el mismo intercaló el ideario feminista.
Utilizó su arte para educar, también fue capaz de
transmutar de piel (manifestar su voz en personajes
femeninos), para de esta manera, transmitir el mensaje
y obviar la censura de la época. Por lo tanto, se puede
añadir que fue estratega.
Alejandro Tapia y Rivera, fue un prolífico ilustre de
Puerto Rico, con ideas avanzadas a su época.
“A las incautas que abogan por su actual estado o que en el se
mantienen sin aspiración a otra cosa, les diré que semejante
indiferencia es el principal síntoma de la esclavitud: la
abyección.”
“Y no que no seamos egoístas, antes por el contrario hemos hecho
de nuestra causa la de todos los desvalidos del mundo, y nadie
podrá ser esclavo, cuando la mujer sea libre. Nadie podrá ser
esclavo si todas las madres son libres”
Alejandro Tapia y Rivera
Castro Pérez, E. (1972). Tapia: señalador de caminos. San Juan.
Editorial Coquí.
Rivera de Álvarez, J. (1983). Literatura puertorriqueña: su proceso en
el tiempo. Madrid.: Ediciones Partenón, S.A.
Rojas Osorio, C. (2002). Pensamiento filosófico puertorriqueño.
Humacao.: Isla Negra Editores.
Biblioteca Madre María Teresa Guevara. (1982). Tapia Ayer y Hoy:
Edición conmemorativa 1882-1982. Santurce.: Universidad del
Sagrado Corazón.