Alfaro, 2000

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  • INDICEPROLOGO .................................................................................................... 3INTRODUCCIN ...................................................................... 6PRIMERA PARTE: NOCIN DE PSICOLOGACOMUNITARIA ...................................................................... 11Presentacin ................................................................................................ 12I.- Nocin de Psicologa Comunitaria ....................................................... 121.1.- Disciplina autnoma o forma profesional de la Psicologa? ......... 121.2.- Psicologa Comunitaria: Estrategia y problema-demanda............. 16II.- Origen y desarrollo de la Psicologa Comunitaria ............................. 182.1. - Origen como evolucin terico-tcnica ........................................... 192.2. - Origen como transformacin histrico-social ................................. 21SEGUNDA PARTE: TRADICIONES EN PSICOLOGACOMUNITARIA ...................................................................... 24Presentacin ................................................................................................ 25I.- Tensiones en Psicologa Social ............................................................... 27II. - Tradicin Amplificacin Sociocultural .............................................. 302.1.- Psicologa Social Socioconstruccionista ............................................ 312.2.- Construccionismo y Amplificacin Sociocultural ............................ 352.2.1.- Prctica Discursiva e Ideologa ...................................................... 362.2.2.- Prctica Discursiva y Conciencia ................................................... 382.3.- Modelo Amplificacin Sociocultural ................................................ 42III.- Tradicin Intervencin en Redes ....................................................... 483.1.- Ecologa Social y paradigma sistmico todo-parte ...................... 503.2.- Prctica de Red y Morfognesis ....................................................... 533.2.1.- Morfogenesis, Reaccin Social e InteraccionismoSimblico ..................................................................................................... 533.2.2.- Modelo Prctica de Red .................................................................. 583.3.- Red de Redes y Sistemas Autorreferenciales ................................... 603.3.1.- Auto-organizacin y Autorreferencia ............................................ 613.3.2.-Modelo Red de Redes ....................................................................... 64IV. - Tradicin Desarrollo de Competencias ............................................. 664.1.- Psicologa Social Clsica y diada sujeto-ambiente .......................... 674.2.- Modelo Desarrollo de Competencias ................................................ 73TERCERA PARTE: PSICOLOGA COMUNITARIAEN CHILE ................................................................................. 77Presentacin ................................................................................................ 78I.- Periodos de desarrollo de la Psicologa Comunitaria en Chile .......... 79II.- Psicologa Comunitaria y Poltica Social en Chile ............................. 82 BIBLIOGRAFA .................................................................... 92

  • A Ignacio,

    Gabriela,

    y Toms.

  • PROLOGOLa inquietud manifestada por los estudiantes de Psicologa, por tener

    acceso y analizar ms detenidamente, los ltimos 20 o 30 aos de actua-cin de la Psicologa Comunitaria y en particular de algunos aspectos es-pecficos de ella relacionados a los cambios en el desarrollo social y en laspolticas publicas del pas, encuentran en este volumen una primera res-puesta de suficiente envergadura.

    El autor es reconocido por su rigor y solvencia en diversos mbitos delquehacer terico y prctico d la Psicologa Acadmica y profesional, laborda con precisin diversos temas y perodos y ofrece una descripcin yuna interpretacin de ellos, con argumentos slidamente fundados.

    El lector puede encontrar aqu una exposicin de alta calidad profesio-nal, que lo informar y le generar ideas sugerentes y juicios, acerca de laslneas, tcnicas, perspectivas y logros de la Psicologa Comunitaria enChile.

    En este prologo me propongo, delinear brevemente un cierto punto devista sobre el tema, porque lo ms crucial es el planteamiento: Discusio-nes y por ello ofrece la apertura a diferencias en la apreciacin del proce-so que expone y facilita el inters por la diversidad y el contraste.

    El texto aporta y es oportuno, en algunas cuestiones que se puedenconsiderar centrales, no solo al interior de los debates de esta suerte desub- disciplina, sino que tambin tiene relevancia en el conjunto de laPsicologa: en este sentido es especialmente interesante la relacin que seplantea entre Psicologa Comunitaria y polticas sociales; esta relacin,desarrollada en las pginas finales, muestra las bondades y debilidadesque se dan en una relacin, que en si misma es compleja, pero que ms allde esa, remite a cuestiones fundamentales como por ejemplo el que laPsicologa Comunitaria Nacional aparece, hoy, como un espacio polar deemergencia, en cuanto a propuesta social, trabajando, quizs, excesiva-mente como demanda social y mucho menos como espacio de inquietudacadmico - universitario y como espacio de investigacin y reflexin.

  • Este tema se relaciona a otro que tambin esta planteado y que es larelacin entre el posicionamiento de la Psicologa Comunitaria dentro ycon la actual lgica y demanda de Programas Psicosociales.

    Esto deja entrever un aspecto, en el cual no se ha profundizado y es elcambio que en Chile tiene una propuesta inicial de Psicologa orientada alcambio cultural y poltico y con crtica social por una visin de interven-cin socio-psicolgica, con mayor sofisticacin tecnolgica y centrada,principalmente, en situaciones definidas desde el dficit o la carencia.

    El autor nos permite acercamos a la cuestin del estado actual de lasrevisiones que sobre aspectos conceptuales y prcticas se han intentadorealizar desde perspectivas histricas y nos deja abierta con claridad latarea an pendiente de estructurar un panorama de la Psicologa Comuni-taria en Chile, suficientemente integral y amplio, sobre todo en los aosque van de los 60 a los 80.

    Por otra parte el texto hace evidente que todos estos aspectos repercu-ten en el plan curricular y en la formacin; de all surge la sugerencia deformalizar los procesos de formacin en Psicologa Comunitaria, depurarmetodologas y prcticas aumentar las capacidades tcnicas y analtico -criticas y generar una profesionalizacin genuina.

    La estructura del texto presenta una combinacin de intencionalidadpedaggica - docente y de revisin de aspectos tericos conceptuales,esta combinacin es til e interesante y es coherente con la intencionalidaddel Programa de Apoyo a la Docencia, en que tiene su origen.

    Posiblemente debido a ello es posible plantear que el tratamiento detemas ms ligados a aspectos crticos e ideolgicos es menor y quedacomo discusin a continuar, corno es el caso del rol de la Antipsiquatria yel aporte de concepciones inglesas en la Psicologa Comunitaria.

    Hay adecuada atencin a aspectos derivados de Pablo Freire, pero noestn relacionados a la Sociologa militante de O. Fals Borda y a la Teolo-ga de la liberacin en Amrica Latina. Incluso llama la atencin la ausen-cia de Ignacio Martin-Baro.

  • No podemos esperar que un texto nos resuelva todas nuestras inquietu-des. Bastante hace ya este, completando un espacio cuyo vaco se hacianotar y que, adems, abre perspectivas de indagacin hacia el futuro: laincorporacin de los movimientos sociales, la relacin entre enfoque co-munitario, teora de sistemas y esquemas de accin reticulares. La investi-gacin-accin, los procesos socio-educativos y la autogestin poblacional.

    En definitiva este texto no pretende conducirnos a una conclusin sinoal debate. Su punto de trmino es el de inicio; hay otras tareas y otrasperspectivas que desarrollar. Creo que apunta a un inters por desapropiarsede contenidos y visiones, de traspasarlos y tambin responsabilizar a losdems. Ese puede ser un campo para transitar hacia prcticas significati-vas y actuaciones profesionales productivas. La creacin y la creatividad,puede desbordarse, y as lo esperamos, desde sus lectores-estudiantes-autores.

    Domingo Asn S.

  • INTRODUCCIN

  • Durante esta dcada en el pas la Psicologa Comunitaria comienza aconformarse como una especialidad profesional, en la medida en que pre-senta mayor densidad ocupacional, es impartida como ctedra en parteimportante de los curriculum universitarios y se implementan programasde formacin de post-grado que mejoran sus niveles de profesionalizacin.

    Si bien en Chile la implementacin y el desarrollo de programas enPsicologa Comunitaria se remontan a la dcada del 60, recin en losaos 90 ella exhibe signos incipientes de conformacin como especiali-dad profesional propiamente tal.

    Estos desarrollos se hacen posibles fundamentalmente con relacin alos cambios que enfrenta la Psicologa nacional durante estos aos y a laconfiguracin y jerarquizacin de nuevas demandas sociales, surgidas desdelas estrategias de desarrollo social implementadas en el pas.

    En lo que respecta a los cambios ocurridos en la Psicologa nacional, elcrecimiento de la Psicologa Comunitaria se relaciona con que en los aos90 ocurre una importante diversificacin de funciones y perfiles profesio-nales, como efecto del surgimiento de nuevos centros de formacin quemodifican sustancialmente la oferta de profesionales, y generan diversifi-cacin de perspectivas tericas, amplan recursos tcnicos y alternativasde roles.

    Los cambios de las estrategias de desarrollo social refieren a que lasorientaciones de la Poltica Social cambian la priorizacin de sus objeti-vos y tareas, destacando problemticas sociales de carcter enteramentedistintas, que configuran un nuevo marco de demandas hacia los cuerpostcnicos y profesionales.

    Estas nuevas orientaciones de las polticas sociales, preocupadas de laintegracin social y la pobreza, dan centralidad a nuevos problemas socia-les como la violencia intrafamiliar, la prevencin del consumo de drogas,y la reinsercin de menores, entre otras.

    Los nuevos problemas y la necesidad de profesionales que ello implicase complementan con la obligada diversificacin de roles que exigen lasnuevas instituciones de formacin profesional, generando condiciones para

  • que los psiclogos se orienten hacia focos distintos y distantes de los tra-dicionales, dejando atrs (o al menos sacando del centro) la caractersticay casi exclusiva focalizacin en el campo clnico.

    A la vez, en la medida que el desarrollo de centros de formacin profe-sional ocurre sin gradualidad y privilegia bsicamente la ampliacin derecursos de docencia, postergando otros - cruciales para el rol social de launiversidad -, tales como la formacin de acadmicos, la investigacin yreflexin, la extensin, etc., el crecimiento de la Psicologa Comunitariaque ocurre durante los 90, no se acompaa suficientemente de un incre-mento de capacidad acadmica que le d sustentacin, lo cual lo hacevulnerable y de riesgo.

    As, la posibilidad de que la Psicologa Comunitaria, que crece durantelos 90, se consolide como especialidad, pasa en medida importante por lacapacidad que ella tenga de enfrentar el desafo que supone el ejercicioprofesional del psiclogo en un contexto institucional nuevo y hasta ahoradesconocido, como es el Estado y las polticas sociales, junto a la deman-da de enfrentar un nuevo tipo de problemtica, en un marco en que no secuenta con suficientes recursos tanto tericos como tcnicos.

    En el marco general del proceso antes descrito, se configuran dos pla-nos como determinantes para la posibilidad de consolidacin y potenciacinde la incipiente especialidad profesional Psicologa Comunitaria.

    En primer lugar, en la medida que la instalacin en la institucionalidadestatal no es slo el contexto material para la aplicacin de programas,sino que, adems, establece un marco cultural y de relaciones sociales, laPsicologa Comunitaria de los noventa est exigida de incorporar y utilizarconocimientos disponibles sobre Planificacin Social, polticas sociales yDesarrollo Social, a la vez que desarrollar habilidades para que la inser-cin de psiclogos en los nuevos programas sociales, no se restrinja ylimite a ser meros operadores de estos, permitiendo posiciones de gestinde mayor agencialidad que las hasta ahora desarrolladas.

    En segundo lugar, la Psicologa Comunitaria de estos aos, necesitapara el abordaje de las sealadas nuevas problemticas, crecer en su ma-

  • nejo tcnico, a la vez que en el uso de recursos conceptuales e investigativos.En este texto, situndose desde lo expuesto, y en referencia a los desa-

    fos recin sealados, se abordan bsicamente dos planos de anlisis.

    En un primer plano se revisa la nocin de Psicologa Comunitaria y latensin presente en ella respecto de su carcter de disciplina cientfica ode profesin, y se analiza la relacin que establece con la produccinepistmica y terica de la Psicologa.

    Este anlisis permite establecer que los modelos tericos utilizados, lastcnicas producidas y el conjunto de las prcticas de la Psicologa Comu-nitaria son resultado de la presencia de paradigmas de pensamiento queconforman la Psicologa, dando as fundamento a una nocin que la definecomo especialidad profesional, similar a otras, caracterizada bsicamentepor el tipo de fenmenos que aborda y por su estrategia de trabajo.

    Constatar y dar fundamento a una nocin de Psicologa Comunitariacomo profesin y, por tanto, conformada estructuralmente sin autonomaterica y conceptual, posibilita y exige del uso de los recursos tericos ymetodolgicos disponibles en el acumulado de la Psicologa, para el an-lisis de problemticas del mbito comunitario, as como para lafundamentacin de acciones interventivas.

    Por otra parte, la revisin y anlisis de este vnculo, da fundamento auna concepcin de Psicologa Comunitaria estructurada desde sistemas depensamiento, que explican y configuran formas de trabajo, conformadascomo tradiciones que, en cuanto originadas en diferentes paradigmas, es-tablecen grados de distancia importantes entre s, a la vez gran coherenciainterna, respecto de su nocin de objeto de intervencin, nocin de pro-blema y estrategias de intervencin.

    En un segundo plano de anlisis se revisa la discusin sobre el origende la Psicologa Comunitaria y el carcter evolutivo o histrico de ste,junto a una descripcin y anlisis de los programas de Psicologa Comuni-taria implementados en el pas durante sus diferentes perodos de desarro-llo.

  • Ello permite establecer el vnculo directo que ocurre entre la PolticaSocial producida desde los modelos de desarrollo social vigentes en cadaperodo, y la relevancia, los objetivos, el objeto y el modelo de trabajo dela Psicologa Comunitaria, constatando as la relacin de determinacinque los factores histricos contextuales tienen en las alternativas tcnicasy tericas posibles para la prctica de intervencin comunitaria.

    Marzo del ao 2000

  • PRIMERA PARTE: NOCIN DE PSICOLOGA COMUNITARIA

  • PresentacinLa delimitacin y caracterizacin de la nocin de Psicologa Comuni-

    taria en lo fundamental se estructura a partir de la tensin que se estableceentre una perspectiva que le atribuye el carcter de disciplina cientfica,diferenciada como subdisciplina, y otra que la circunscribe como un reaprofesional, estrechamente vinculada con el conjunto de la Psicologa, ocon la Psicologa Social especficamente.

    Esta tensin y sus alternativas, como se expondr a continuacin, de-terminan opciones en planos como la definicin del objeto de la Psicolo-ga Comunitaria, su autonoma conceptual y tcnica, entre otros. En unplano menos nuclear que el anterior, la nocin de Psicologa Comunitariase configura en relacin a la tensin entre modelos que explican y dancuenta de su origen y desarrollo.

    A continuacin revisaremos ambas tensiones y sus implicancias sobrela nocin de Psicologa Comunitaria.

    I.- Nocin de Psicologa Comunitaria1.1.- Disciplina autnoma o forma profesional de la Psicologa?Quizs la nocin de Psicologa Comunitaria ms difundida sea aquella

    que la concibe como una subdisciplina. Dentro de esta concepcin encon-tramos posturas, como la de Tyler (1984), segn la cual ella especficamenterepresenta la bsqueda de un importante cambio de la Psicologa, de lamagnitud de un cambio de paradigma (segn la nocin clsica formuladapor Kuhn), o como la de Maritza Montero (1984), que la define como undesarrollo disciplinar que se ha ido conformando como una de las nuevasramas de la Psicologa.

    Estos planteamientos, como muestra Wiesenfeld y Snchez (1995), sontambin asumidos por otros importantes autores como Newbroughg,Rappaport y Barriga, al igual que por Reiff y Mann, segn la revisin quepresentan Zax y Specter (1979).

    Estas posturas se tensionan con otra nocin que le asigna a la Psicolo-ga Comunitaria el carcter de profesin, y enfatiza su supeditacinepistmica, terica y metodolgica al conjunto de la Psicologa. Tal como

  • sealan Snchez y Gonzlez (1988), la Psicologa Comunitaria es una prc-tica ms interventora que cognoscitiva, definida ms por lo que hace quepor lo que sabe y relacionada con su objeto social ms a travs de laaccin que del conocimiento.

    Por lo tanto, no constituira un rea acadmica independiente, sino queestara ubicada dentro de la Psicologa Social, especficamente con un rolde ampliacin del campo profesional de sta ltima (Hombrados; 1996).

    Consecuentemente, el psiclogo comunitario se define por sus rolesde: analista de sistemas sociales; diseador; planificador; organizador ydifusor de programas de intervencin; consultor; asesor; educador; me-diador y experto en relaciones humanas; abogado social; dinamizador;catalizador de cambio comunitario; facilitador del desarrollo de recursoshumanos; y evaluador de programas, recursos y necesidades y problemas.Desde esta postura, y en trminos generales, el psiclogo de la comunidadsera un tcnico especializado que acta en procesos sociales desde unmtodo y en conjunto con equipos interprofesionales (Snchez y Gonzlez;1988).

    La Psicologa Comunitaria sera una profesin sin pretensin de auto-noma, nutrida por el acumulado conceptual, metodolgico y epistmico,tanto de las Ciencias Sociales como de la Psicologa y la Psicologa So-cial, sin por ello, como precisa Hombrados (1996), ser una mera aplica-cin semejante a lo que se conoce como Psicologa Social Aplicada.

    Desde las posturas anteriores se derivan lgicamente (aunque no siem-pre se asuma en forma explcita), opciones particulares y diferentes res-pecto a la conceptualizacin y el objeto de la Psicologa Comunitaria.

    Por un lado, quienes asumen que la Psicologa Comunitaria tendra uncarcter disciplinar, le atribuyen tambin autonoma en la configuracinterica, de objeto y mtodo. Esto es explcito en Montero (1994) cuandose refiere a la Psicologa Comunitaria como una disciplina cientfica queha configurado objeto, desarrollado instrumentos y principios generales,interpretaciones y explicaciones, hasta constituir un conjunto sistemticode premisas o conocimientos, ya sean desde una prctica o desde un pro-

  • ceso de constitucin de teora.

    Por tanto, se seala que la Psicologa Comunitaria tendra una perspec-tiva conceptual, o una ptica analtica, que de forma caracterstica consi-dera los fenmenos en funcin de factores medioambientales, de tipo cul-tural, social y poltico y en niveles micro y macro grupal (ver Montero;1984; Hochmann; 1971; Zax y Specter; 1979; Snchez; 1988; Goi; 1995;Martn, Chacn y Martnez; 1988; San Juan; 1996; Palomari y Zani; 1990).

    As, en lo que respecta a la definicin de objeto, quienes acentan elcarcter de ciencia de la Psicologa Comunitaria, consideran que el objetode estudio de ella sera de manera caracterstica, como indica Blanco (1988),el nivel supraindividual, el grupo, la comunidad, la organizacin o las tran-sacciones entre el sistema social, las poblaciones y los individuos. Es de-cir, su objeto caracterstico se sita en la relacin de lo social (variablessociales) y lo individual (variables psicolgicas), y asume las variablessociales (sistemas o estructuras sociales, como los sistemas ideolgicos yestructuras intergrupales) (Ayestarn; 1996).

    La otra perspectiva, en cuanto atribuye carcter profesional a la Psico-loga Comunitaria, y considera que ella no tiene autonoma epistmica, deobjeto y teora, necesariamente establece que no posee una ptica tericadistintiva y, adems, homognea. Es decir, establece que en cuanto noautnoma comparte con otras formas profesionales de la Psicologa, losrecursos epistmicos, tericos y metodolgicos que utiliza y, por tanto,debido al carcter multiparadigmtico de esta disciplina, dichos recursosvaran segn la presencia de esta diversidad paradigmtica, presentndoseen formas significativamente diferentes.

    Como veremos in extenso en la Segunda Parte, en este texto se asumeesta segunda perspectiva y se muestra como las prcticas desarrolladas enintervencin comunitaria no utilizan, ni han utilizado, una perspectiva con-ceptual particular y caracterstica, sino que ms bien muestran la presen-cia de distintos sistemas tericos, los que a su vez y sin excepcin, portannociones internamente coherentes y externamente diferenciadas respectode lo psicolgico y lo social, que son compartidas, al menos potencial-mente, con la amplia gama de formas profesionales de la Psicologa.

  • Desde la nocin de autonoma conceptual, se establece una demanda yexigencia de conformacin terica-metodolgica para la Psicologa Co-munitaria, la cual adems de resultar sobredimensionada a su desarrollobsicamente interventivo, tiene como supuesto implcito el desconocimien-to, total o parcial, de las producciones tericas, epistemolgicas y tcni-cas del conjunto de la Psicologa o las Ciencias Sociales, abandonando unrecurso, quizs el principal disponible, para sustentar, orientar y vigilar lasacciones realizadas.

    Dada la complejidad que tiene colocar a la Psicologa frente a un nue-vo tipo de problemas, (los llamados problemas psicosociales, o comunita-rios), parece aconsejable no reducir la gama de nociones y sistemas con-ceptuales posibles de utilizar, sino que por el contrario establecer dilogosque incluso trasciendan los lmites que pone la Psicologa o la PsicologaSocial, y permitan integrar los aportes del conjunto de las ciencias socia-les.

    De igual forma, como es de suponer, desde la postura profesional de laPsicologa Comunitaria, no se comparte que su objeto caracterstico refie-ra a planos como el grupo, la organizacin o los procesos psicosociales engeneral (sean referido al control, el poder o el binomio salud-enfermedad),ya que estos objetos son evidentes e indiscutiblemente compartidos condiversos desarrollos disciplinares y/o profesionales de la Psicologa.

    Tampoco resulta sostenible considerar que sea la comunidad el objetodistintivo, ya que, como indica el propio Blanco (1988), desde un punto devista terico el concepto de comunidad es similar y equivalente al de gru-po.

    Desde esta postura, se asume que el objeto de intervencin propio de laPsicologa Comunitaria (lo que podramos llamar lo psicosocial ) esconcebido y definido de formas muy dismiles entre los diferentes siste-mas conceptuales presentes en Psicologa y, en esa medida, tambin enPsicologa Comunitaria.

    Como ahondaremos, en la tradicin de trabajo Intervencin en Redes,lo psicosocial se define como aquellos intercambio simblicos que sur-

  • gen y constituyen el proceso de interaccin-negociacin y reciprocidad.En la tradicin de trabajo de la Psicologa Comunitaria clsica, o tambinllamada norteamericana, lo psicosocial se refiere a la interrelacin quese establece entre el sujeto y las dimensiones de su ambiente social, con-cebidos como dos planos independientes y en relaciones de influencia.Desde el modelo Educacin Popular, que forma parte de la TradicinAmplificacin Sociocultural, el foco analtico e interventivo est puestoen los sistemas simblicos, y particularmente en la conciencia-identidadconstituida en las relaciones sociales.

    Por tanto, desde esta postura, dado el carcter no autnomo y a la vezmultiparadigmtico de la Psicologa Comunitaria, ella no posee un objetode intervencin propio y distintivo. El objeto de intervencin de la Psico-loga Comunitaria, es compartido y heterogneo, segn la tradicin teri-ca-epistemolgica desde donde se defina.

    1.2.- Psicologa Comunitaria: Estrategia y problema-demandaSegn se presenta en Alfaro (1993), tiene importante presencia en Psi-

    cologa Comunitaria la nocin segn la cual sta se distinguira por suestrategia de trabajo, la cual se caracteriza por intervenir privilegiadamen-te en sistemas sociales, en niveles de preferencia promocionales y preven-tivos y por medio de una relacin participativa con los destinatarios. Ensta, el eje exclusivo no est puesto en los profesionales y su conocimien-to tcnico, sino que se resalta el conocimiento de la comunidad.

    Si bien pensamos que es posible definir y caracterizar a la PsicologaComunitaria como un campo interventivo que genricamente acta en for-ma preventiva, promocional y participativa, tambin se debe precisar queello se establece con nfasis muy distintos segn cada tradicin de traba-jo. Es decir, estos rasgos genricos cambian en cada modelo o tradicin detrabajo presente en Psicologa Comunitaria.

    Aunque en general se reconoce la importancia de la poblacin comoagente activo y participante, y, se asume que sta no es slo el destinatariopasivo de la accin profesional, las estrategias concretas de incorporacinde la comunidad varan significativamente. En algunos casos la comuni-dad es incluida como recurso humano, tal como se observa en los traba-

  • jos de Climent y Arango (1980), en los cuales la poblacin participa sola-mente en la ejecucin de los programas reemplazando aspectos parcialesde los roles y tareas que normalmente tienen los profesionales. En otroscasos se incorpora a la comunidad con grados de integralidad mayor, comoocurre en los extendidos programas de auto-apoyo que operan comoformas alternativas de ayuda basados en la actualizacin y potenciacinde las capacidades de autosanarse que la propia comunidad tiene, tal comoocurrio en los programas desarrollados en nuestro pas por Marconi (1976).En las experiencias de la Psicologa Social Comunitaria Latinoamericanala incorporacin de la comunidad es en las tareas de gestin ( autogestin),(Montero; 1984).

    Por ltimo, segn plantean de manera coincidente las perspectivas quese han comparado, la Psicologa Comunitaria se distingue y caracteriza enel tipo de problemas que aborda.

    Los problemas, en general, se definen descriptivamente o de maneraindirecta. Descriptivamente como lo hace Ayestaran (1996), cuando sea-la que ellos son fenmenos sociales como la delincuencia, la drogadic-cin, la marginacin o la anomia. Indirectamente, como cuando se men-cionan los dinamismos que se hacen parte en alguna de las fases de desa-rrollo de estos problemas (pero que no necesariamente los explican). Porejemplo, cuando se seala que la Psicologa Comunitaria acta sobre elcontrol y poder de los individuos respecto de su ambiente individual ysocial.

    Aunque compartimos que estos son los problemas de intervencin dis-tintivos en Psicologa Comunitaria, desde nuestro punto de vista se debehacer notar que lo que caracteriza al tipo de problemas abordados se rela-ciona en mayor medida con su relevancia, con el sistema de actores desdedonde stos se definen y jerarquizan como tales, y con el mbito institucionalen donde se sita su abordaje interventivo. Es decir, no son la marginalidad,la salud mental, o las problemticas de drogas los problemas propios de laPsicologa Comunitaria, al menos no lo son de manera estable, ya queellos cambian y se trasforman de acuerdo con las pocas y potencialmentepodran ser abordados tambin desde otros campos profesionales.

  • El tipo de problemas que distintivamente se abordan en PsicologaComunitaria debiera ser definidos por su relevancia social, ya que son deinters pblico y asumidos (construidos) socialmente como prevalentesy en esa medida, tambin se distinguen porque son asumidos como talesdesde instituciones de carcter pblico con sus lgicas especficas, comolas iglesias, las ONGs, el Estado (especficamente desde las polticas so-ciales en el caso chileno) o las organizaciones ciudadanas y desde stas,en cuanto instituciones, es desde donde se les interviene y desde donde seles define.

    Por tanto, de forma caractersticas estos problemas se distinguen porsu interrelacin con dinmicas polticas (como ha ocurrido en la Psicolo-ga Comunitaria Chilena, en donde se observa una importante influenciade las orientaciones de la Poltica Social en cada una de sus etapas dedesarrollo).

    Entonces, desde esta nocin de Psicologa Comunitaria ella es esen-cialmente una prctica profesional que utiliza para su tarea interventiva elconjunto de los recursos conceptuales, tcnicos y metodolgicos de lasciencias psicolgicas, no conforma una perspectiva conceptual particularni se focaliza en un objeto distintivo, si no que su diferenciacin y caracte-rizacin refiere ms bien a las estrategias que utiliza, as como al tipo deproblemticas que aborda.

    II.- Origen y desarrollo de la Psicologa ComunitariaEn general, el origen de la Psicologa Comunitaria es visto como un

    proceso evolutivo concatenado desde planos tericos, tcnicos ycondicionantes histrico-sociales que operaran como fondo. Se incluyencambios referidos a dilogos interdisciplinares, como el ocurrido con lasalud pblica, la emergencia de tcnicas y de desarrollos como laepidemiologa, la farmacologa, la configuracin de crticas a nociones einstituciones, como el sistema hospitalario, la psicoterapia, los aprendiza-jes y experiencias de innovacin como el movimiento de salud mentalcomunitaria, la sectorizacin o el movimiento crtico italiano. Todo elloenmarcado en los procesos polticos y sociales caractersticos de los aos60.

  • Desde esta visin se configura un anlisis en donde las prcticas comu-nitarias seran el resultado del proceso evolutivo caracterstico de la cien-cia y el conocimiento. En ste y de manera gradual se habran generadocondiciones para que surgieran nuevas formas de entender y actuar desdela actividad interna de la ciencia y/o la profesin.

    El sentido de estos cambios y su proyeccin se vinculara con la am-pliacin del conocimiento sobre estrategias de trabajo en problemticaspsicosociales o de salud mental. As, el sentido bsico y los fundamentosde estas prcticas nacen a partir de transformaciones o ampliaciones delsaber terico o tcnico.

    Las prcticas de intervencin no se visualizan ni se consideran comoconformaciones histricas, ordenadas desde dinamismos histricos y so-ciales. Cuando se incorporan los planos epocales, solamente es como uncontexto facilitador para observar los desarrollos cientficos y profesiona-les.

    Esta mirada predomina en casi la totalidad de los trabajos que analizanel surgimiento de la Psicologa Comunitaria (ver Snchez Vidal; 1991;Hombrados; 1996; Lpez y Costa; 1986; Luque; 1988; Zax y Specter;1974; Iscole y Spielberger; 1970).

    Otro enfoque enteramente distinto respecto del origen y desarrollo dela Psicologa Comunitaria plantea que ella habra surgido en estrecha ydirecta relacin con dinmicas histricas.

    Esta perspectiva cuestiona que los cambios en las teoras, prcticas yformas de concebir los problemas sean resultado del despliegue de unsaber que progresa y una prctica que se hace ms adecuada para curar, oque el origen de las estrategias de intervencin comunitaria sea algunarazn o racionalidad que paulatinamente ilumina y conoce el objetoproblemas de salud mental.

    2.1. - Origen como evolucin terico-tcnicaEsta visin pone acento bsicamente en el surgimiento de cambios a

    fines de la dcada del 50 y la primera mitad de los 60, tanto en Europacomo Estados Unidos. Normalmente se seala como origen, el surgimien-

  • to de un conjunto de experiencias de innovacin en las formas tradiciona-les de trabajo en salud mental, el cuestionamiento de formas de interven-cin como la psicoterapia y el hospital psiquitrico, y el dilogo e inter-cambio con nuevos campos tcnicos y conceptuales.

    Aqu se incluyen experiencias de innovacin como la llamadasectorizacin (Hochmann; 1971), corriente de la Psiquiatra desarrolladaen Francia a partir de la posguerra y oficializada en 1960, a raz de unareforma legislativa que estableci que todos los servicios de Psiquiatrapblica deberan relacionarse con un sector geogrfico determinado; laAntipsiquiatra italiana, bsicamente el conjunto de iniciativas desarrolla-das por Franco Basaglia y su equipo a partir de 1961 en diversos hospita-les psiquitricos de las ciudades de Gorizia, Trieste, Arezzo y Perugia(Saraceno; 1989); y el movimiento de salud mental comunitaria iniciadoen Estados Unidos durante la primera mitad de la dcada del 60, a prop-sito de la legislacin dictada durante el gobierno de J.F. Kennedy que dioorigen a los centros comunitarios de salud mental (Lpez y Costa; 1986).

    Tambin se incluyen un conjunto de lneas crticas a la psicoterapiacomo tcnica de trabajo (Zax y Specter; 1979), y sus procesos de discri-minacin en la naturaleza del tratamiento proporcionado (Aninat, Duque,Krebs, Manzi y Zalaquett; 1981).

    Adems, se consideran las crticas a las formas de tratamiento hospita-lario, en el sentido de que el manicomio es una institucin antiteraputicaque histricamente ejerci una funcin de control social y de custodia.Vivir por largos perodos inserto en un rgimen donde todo est predeter-minado externamente y el individuo slo debe adecuarse a esas reglas,acta ms bien como un amplificador de la desviacin y cronifica la enfer-medad. De esta manera, el manicomio opera como un receptculo de suje-tos no tolerados por la sociedad. Quiz donde mejor se refleja esta crticaal sistema hospitalario es en los trabajos de Ervin Goffman sobre la vidasocial de los enfermos recluidos en un hospital mental. El autor demuestracon nitidez que el manicomio es una institucin autoritaria, donde un gru-po de individuos es aislado del mundo durante largo tiempo y lleva unavida minuciosamente reglamentada y ritualizada.

  • Por ltimo, tambin se plantea que los modelos comunitarios de traba-jo en salud mental nacieron influidos por los desarrollos que se venanproduciendo en la salud pblica desde los aos 40, que se reflejaron encategoras como prevencin (primaria, secundaria y terciaria), vulnerabi-lidad, grupo de riesgo, etc.

    Se resaltan como particularmente influyentes los desarrollos tericos yprcticos del modelo de Psiquiatra preventiva de G. Caplan (1961), queproporcion categoras tericas y operativas de gran trascendencia paralas prcticas comunitarias, basado en la salud pblica y en la sistematiza-cin de trabajos realizados en prevencin de trastornos mentales desde ladcada del 40.

    Tambin se incluye normalmente el desarrollo de la Farmacologa Psi-quitrica y la Epidemiologa, como un factor tcnico influyente en el surgi-miento de las prcticas comunitarias.

    Por ltimo, se consideran como condicionantes contextuales ( socialesy polticos ), la guerra a la pobreza, la llamada legislacin Kennedy en elmovimiento de salud mental comunitaria desarrollado en Estados Unidos,las legislaciones francesas e italianas, o la poltica de Alianza para el Pro-greso dirigida hacia Amrica Latina.

    2.2. - Origen como transformacin histrico-socialEsta perspectiva propuesta por Galende (1990) respecto del surgimiento

    de lo que l llama la poltica de salud mental (que nosotros denominara-mos estrategias comunitarias o Psicologa Comunitaria) analiza el conjun-to complejo de articulaciones establecidas entre la produccin social devalores en salud mental o bienestar, los modos histricos de representa-cin de estos problemas, y la correspondiente conformacin de saberes,teoras y prcticas.

    En lo esencial, Galende plantea que el origen de las prcticas comuni-tarias de trabajo en salud mental se relaciona con el proceso de moderni-zacin, que produce nuevos problemas-demandas y genera elcuestionamiento de los saberes-instituciones y las tcnicas que haban cons-tituido el modelo tradicional de trabajo en salud mental.

  • La modernizacin generara la prdida de lazos de solidaridad, la frac-tura de los vnculos sociales, las modificaciones en los ordenamientos sim-blicos de la familia, cambios en los procesos de socializacin y modos decrianza, el trastrocamiento de las relaciones de los sujetos con su cultura,el reacomodo de las condiciones de vida de las masas ligadas a la produc-cin y a la concentracin urbana, la marginacin por valoracin del traba-jo y el consumo, la prdida de participacin, el desarraigo, y el anonimato.Esta modernizacin generara, adems, la exclusin de quienes estn fue-ra del trabajo, el consumo y la utilidad, junto a un debilitamiento de losvnculos de identidad y pertenencias sociales.

    Galende establece una relacin entre el surgimiento de nuevos proble-mas y la modernidad. Especficamente establece que la modernizacinconfigura una nueva subjetividad (el sujeto paronoideo), asociada a nue-vos problemas, que hacen caducar los saberes psiquitricos tradicionalesy obligan al todo social ( en particular al Estado ) a reformar sus Prcticasde abordaje de estos problemas como va para mantener la cohesin so-cial.

    Por ello, el surgimiento de nuevos problemas, no abordables desde laPsiquiatra, cambia el asilo por la programacin de polticas de salud men-tal, el director por el programador, obliga a incorporar ciencias no mdi-cas y las ciencias sociales (sociologa, antropologa, planificacin), lo quenecesariamente implica cambio de las instituciones y las tcnicas.

    Desde esta perspectiva las prcticas de trabajo en salud mental hacenparte de un todo que integra las formas culturales y sociales que represen-tan y establecen la normalidad, los modos sociales en que se representa lasubjetividad, las normas psicolgicas y la respuesta que entrega una disci-plina, la produccin de fragilidades subjetivas, la configuracin histricade poblaciones de riesgo y la existencia de enfermos, las disciplinas en-cargadas de organizar los dispositivos sociales de respuesta a estas pro-blemticas, los saberes que tratan de intelegir el dao, construyen teoras,prcticas teraputicas e instituciones, que a su vez determinan atribucio-nes, roles, organizacin y actores.

  • Por tanto, para Galende, la salud mental no es el resultado de unaconcepcin ms correcta de los problemas y unas prcticas ms sabias yracionales, sino la forma en que se van definiendo las problemticas y susabordajes en la actual coyuntura. En esa medida, es una construccin his-trica que emerge de la ruptura y redefinicin de los problemas.

  • SEGUNDA PARTE: TRADICIONES EN PSICOLOGA COMUNITA-RIA

  • PresentacinEn este apartado se analizar la relacin entre el plano interventivo

    propio de la Psicologa Comunitaria y la Psicologa, con el inters de, poruna parte, establecer el vnculo que mantiene y ha mantenido este campoprofesional, con las producciones epistemologas y conceptualesdisciplinares, como fundamento de la tesis segn la cual la PsicologaComunitaria en la medida que se nutre directamente desde los desarrollosde la Psicologa o la Psicologa Social, debe ser asumida como un campotcnico de carcter profesional sin autonoma disciplinar.

    Nos interesa, adems, mostrar que en la diversidad de propuestas quese conocen en Psicologa Comunitaria, se reflejan las tensiones presentesen Psicologa Social, en los planos de definicin de la naturaleza de larealidad (plano ontolgico), de definicin de la naturaleza del conocimiento(plano epistemolgico), y de definicin del vnculo realidad social y cono-cimiento (plano metodolgico).

    Especficamente, se analiza como las estrategias, instrumentales y prc-ticas interventivas que conforman la actual Psicologa Comunitaria, mues-tran la presencia de nociones pertenecientes a los diversos sistemas teri-cos epistemolgicos caractersticos de la Psicologa y privilegiadamentede la Psicologa Social.

    Se analizar tambin como la centralidad, estabilidad y coherencia deesta relacin, permite hablar de la conformacin de, lo que llamamos,tradiciones de trabajo en Psicologa Comunitaria, las cuales operan comometamodelos interventivos, que integran prcticas de trabajo distintas,prximas y que comparten una misma pertenencia paradigmtica.

    Tradiciones de trabajo que en virtud de sus pertenencias epistmicas ytericas, estructuran nociones tcnicas operacionales semejantes en pla-nos tales como el objeto de intervencin, las nociones de problema y lasestrategias de intervencin.

    Visto desde esta perspectiva se reconoce un metamodelo referido a laPsicologa Social construccionista, que llamaremos Tradicin Amplifica-cin Sociocultural, y que incluye estrategias y perspectivas como la Edu-

  • cacin Popular, la Psicologa Social Comunitaria latinoamericana, y la Am-plificacin Sociocultural propiamente tal.

    Se reconoce la Tradicin de Intervencin en Redes, que integra losmodelos Ecologa Social, Prctica de Red y el modelo llamado Red deRedes, en virtud de que ellos comparten su referencia a los enfoquessistmicos.

    En particular en el caso de esta tradicin, debido a que los enfoquessistmicos han experimentado cambios epistmicos y conceptuales de re-levancia durante su desarrollo, los modelos interventivos que se incluyenno comparten referencias epistmicas en la medida que ellos se vinculancon perodos distintos de su evolucin. Especficamente, los modelos Prc-tica de Red y Red de Redes, se relacionan, aunque en grados distintos,con la corriente constructivista de la Psicologa Social.

    De igual forma se reconoce la Tradicin de trabajo Desarrollo de Com-petencias, que refiere a la Psicologa Comunitaria relacionada con la pers-pectiva epistmica caracterstica de la Psicologa Social clsica.

    Nos interesa establecer y delimitar la presencia de nociones originadasdesde los principales paradigmas que conforman la Psicologa Social ytambin las Ciencias Sociales contemporneas, dado que ello posibilita unanlisis de las lgicas y contenidos particulares de los modelos de inter-vencin y lo es que es an ms importante, nos muestra la dependencia yno autonoma de la Psicologa Comunitaria respecto de la Psicologa. Dandoas base argumental a una forma de concebir la Psicologa Comunitariacomo el resultado del uso de estos distintos sistemas tericos, en la for-mulacin de estrategias interventivas en el mbito comunitario.

    Se revisa esta relacin adems, en virtud de que ella permite procesosde dilogo e intercambio que dan mayor solidez terica a la produccintcnica y operativa de la Psicologa Comunitaria, gracias a los aportes y ala mayor profundidad analtica propia del plano disciplinar. Adicionalmentepermite canales de intercambio tcnico entre aquellas propuestas de iden-tidad epistmica comn, con el consiguiente impulso de innovacin y for-talecimiento tcnico.

  • Finalmente, es relevante revisar esta relacin en cuanto ello permite,como correlato de lo anterior, integrar los avances tcnicos de la Psicolo-ga Comunitaria, como un recurso para la Psicologa en general.

    En virtud de lo anterior, se incursionar en la relacin entre PsicologaComunitaria y Psicologa Social por medio de un anlisis de la conforma-cin epistmica de la actual Psicologa Social, para luego observar losvnculos que se establecen entre este plano y las propuestas interventivas,enfatizando particularmente como ellos dan cuenta de una nocin de obje-to de intervencin (lo que tambin llamamos la nocin de lo psicosocial)de su nocin de problema social y finalmente de su estrategia.

    I.- Tensiones en Psicologa SocialComo seala Munn (1986), la Psicologa Social en su constitucin y

    origen est cruzada por tensiones ideolgicas. Tensiones referidas a lacoexistencia de lo que Moscovici (1985) llama una perspectiva binaria(didica) caracterizada por separar sujeto (individuo) y objeto (entornohumano, social y material), y una perspectiva ternaria (tradica) que reco-noce los planos de sujeto individual, sujeto social y objeto (ego, alter,objeto), vinculados por relaciones dialcticas de carcter constituyente,por tanto, sin independencia y en relacin de mediacin mutua.

    As, como ya sealamos, la Psicologa Social se conforma como unaciencia multiparadigmtica en cuanto diversa en sus presupuestosontolgicos, epistemolgicos y metodolgicos (Pez, Valencia, Morales yUrsua; 1992).

    Desde esta diversidad se configuran corrientes que podemos ubicarentre posturas que adhieren a los supuestos de objetividad y existencia deun mundo externo independiente, representado por isomorfismo a travsde la cognicin, y posturas que otorgan centralidad a los procesos de cons-truccin social de la realidad y le dan al sujeto inmerso en su colectividad,la capacidad de figurar y objetivar el objeto (Pez, Valencia, Morales yUrsua; 1992).

    Se reconoce al Cognitivismo como una corriente importante yhegemnica, que define a la Psicologa Social como una Psicologa cient-

  • fica, junto a un conjunto de corrientes (que genricamente podemos deno-minar no objetivistas) que no asumen la idea de la existencia de un mun-do real que puede conocerse con certeza objetiva. Corrientes que optanpor una perspectiva que da un papel constructivo al conocimiento y allenguaje, y visualizan la no-existencia de un lugar exterior desde dondeobservar, dando centralidad a la autorreferencia y la reflexividad en elproceso de construccin del conocimiento (Ibez; 1990).

    Siguiendo a Fried y Fuks (1994), dentro de estas alternativas noobjetivistas es posible diferenciar el Constructivismo y el llamadoConstruccionismo Social. El Constructivismo se caracteriza por la pre-sencia de una nocin de conocimiento, -que estos autores llaman pro-activo-, segn la cual ste no se recibe pasivamente ni por medio de lossentidos o la comunicacin si no que es una construccin activa del indivi-duo o la colectividad en el encuentro (choque) del organismo con elambiente.

    Por tanto, se concibe que la funcin del conocimiento no es representaro proporcionar una descripcin del mundo exterior, sino que organizar elmundo experiencial del sujeto de forma que asegure suficientemente lasupervivencia.

    Por otra parte, segn Mahoney (citado en Feixas; 1988), es tambin unrasgo distintivo de la corriente constructivista en Psicologa Social, consi-derar que los sistemas humanos se hallan organizados alrededor de proce-sos centrales o nucleares, que son los que dictan y rigen las formas que semanifiestan a nivel perifrico o superficial, lo que los autores de la co-rriente constructivista llaman estructura nuclear morfognica de los sis-temas sociales.

    Los sistemas tendran un carcter auto-organizativo o autopoytico, encuanto se organizan a s mismos de forma que se autoprotegen y preservansu integridad, desarrollndose a travs de diferenciaciones estructurales,seleccionadas por un proceso de ensayo/error.

    Es interesante considerar, -para luego ver la presencia de esta perspec-tiva en Psicologa Comunitaria-, la diversidad que se presenta en su inte-

  • rior.

    Visto desde Gergen (1996), el Constructivismo, aunque unificado porel reconocimiento de la construccin psicolgica que el individuo elaboradel mundo de la experiencia, se diferencia a su interior por el lugar ocarcter que se asigna al mundo mismo. En lo esencial, Gergen distingueal respecto una postura que reconoce el mundo tal como es y otra quesuspende -coloca entre parntesis- la referencia a un mundo que no hayasido construido por la mente.

    Un ejemplo representativo de la primera perspectiva es el planteamien-to de George Kelly, el cual considera que la principal fuente de la accinhumana son los procesos mediante los cuales el individuo privadamenteconstruye, conoce o interpreta el mundo, concebido ste como un planoen que lo esencial est dado.

    La segunda perspectiva correspondera a la llamada ciberntica de se-gundo orden, denominada tambin Constructivismo Radical, desde dondese enfatiza el rol de un sujeto cognocente que activamente construye elobjeto y que no establece nunca contacto directo con el mundo tal comoes. Desde aqu segn plantea Toca (1997), no es que se niegue la existen-cia de la realidad sino que ms bien se postula que nada hay en ella quecorresponda a las categoras del conocimiento, el cual estara basado enobservaciones que corresponden a las categoras del observador y no alobjeto o a lo observado. Feixas y Villega (1993), siguiendo a su vez a VonGlasersfeld, tambin reconocen esta tensin al interior del Constructivismo,y llaman a la perspectiva ciberntica Constructivismo trivial yConstructivismo crtico o radical.

    Junto a los constructivismos, la actual Psicologa Social estara confor-mada por el Construccionismo Social, distinguido por concebir el conoci-miento originado esencialmente en el intercambio social y en el dilogomediado por el lenguaje. Es decir, ste se concibe estructurado yestructurante desde relaciones sociales (espacios interpersonales, jue-gos sociales, mundo comn) y en esa medida est entrecruzado perma-nentemente por relaciones de poder.

  • Para el Construccionismo Social, seala Gergen (1996), los conceptoscon los que se denomina al mundo y a la mente son constitutivos de lasPrcticas Discursivas, estn integrados en el lenguaje y, por consiguiente,estn socialmente impugnados y sujetos a negociacin. Las fuentes de laaccin humana se remiten a las relaciones. La comprensin misma delfuncionamiento individual queda remitida al intercambio comunitario.

    Por ltimo, se debe sealar que Gergen (1996), a diferencia de Schnitmany Fuks (1994) reconoce que en la actual Psicologa Social se conformauna tercera corriente, caracterizada por dar prioridad al proceso social enla configuracin de la vida mental. All ubica a corrientes como lafenomenologa social de Schutz, el Interaccionismo Simblico de Mead yel trabajo de Vygotsky y sus colaboradores. Aunque stos comparten conel Construccionismo Social la visin de que el conocimiento individual seremonta finalmente al proceso social, se dan diferencias sustantivas res-pecto de la centralidad otorgada a los procesos mentales en su compren-sin de los fenmenos sociales:

    (...) estos tericos objetivan un mundo especficamente mental. Encambio para el Construccionismo, la accin social no requiere del planoobjetivado funcionamiento mental, sino que la explicacin de la accinhumana se focaliza en la esfera relacional, y las dinmicas microsociales(...) El Construccionismo Social establece distancia respecto de comoSchutz sostena que los conceptos de marco cognitivo, subjetividad,atencin, razones y metas son centrales para la explicacin de laaccin, de manera similar, al papel que se asigna en Mead y otrosinteraccionistas simblicos a conceptos como simbolizacin, Concien-cia, conceptualizacin y autoconcepto, y a como Vygotsky prest es-pecial atencin a los procesos mentales de la abstraccin, generaliza-cin, volicin, asociacin, atencin, representacin y juicio(Gergen; 1996, pgina 94).

    II. - Tradicin Amplificacin SocioculturalDenominamos Tradicin de trabajo Amplificacin Sociocultural a un

    conjunto diverso de experiencias y modelos de intervencin, reconociblescomo componentes de la actual Psicologa Comunitaria y referidos a siste-mas de pensamiento similares, aunque no idnticos.

  • Esta tradicin en lo esencial es una lgica analtica presente de formasmltiples en distintos perodos del desarrollo de la Psicologa Comunita-ria, reconocible actualmente, en modelos tales como Educacin Popular,la Psicologa Social Comunitaria latinoamericana y la AmplificacinSociocultural propiamente tal.

    Desde las tensiones paradigmticas en Psicologa Social, podemos de-finir genricamente que esta tradicin es el resultado de la presencia ennfasis y grados distintos de un marco epistmico y tericosocioconstruccionista, desde donde se da fundamento a una particular con-cepcin del objeto de intervencin, a una concepcin particular de proble-ma social y a un sistema de tcnicas de intervencin.

    Desde esta tradicin el objeto o plano de intervencin -recogiendo elplanteamiento de la Educacin Popular -, son las prcticas e institucionesque contribuyen a la produccin, administracin, renovacin y reestructu-racin del sentido de las acciones sociales. Prcticas e instituciones desdedonde se producen las significaciones que los sujetos otorgan a su expe-riencia, el sentido de identidad y desde donde se regulan y estructuran lasformas en que los sujetos dan sentido a su realidad (Walker; 1987).

    En lo fundamental la intervencin busca la amplificacin (en el sentidode potenciacin, actorizacin y cambio cultural) de los sistemas de con-ciencia - identidad (sistemas simblicos en general), por medio de los cua-les se da sentido y construye la realidad social, desde la transformacin delas relaciones sociales de control social e invasin cultural, por relaciones-acciones de dilogo generadoras de reflexividad.

    A continuacin presentaremos, en un primer apartado, las orientacio-nes generales de la Psicologa Social Socioconstruccionista. En el aparta-do siguiente revisaremos la relacin que cada modelo interventivo esta-blece con las nociones socioconstruccionistas principales. Finalmente, enel ltimo apartado expondremos la lgica de trabajo interventivo presenteen cada modelo y comn a esta tradicin.

    2.1.- Psicologa Social SocioconstruccionistaComo indica Toms Ibez (1994), un rasgo distintivo de la aproxima-

  • cin socioconstruccionista es concebir que el origen de la realidad socialest en las relaciones sociales situadas histricamente y mediadas simb-licamente.

    Desde el Construccionismo se concibe que la actividad simblica,estructurada dentro de la historia de la cultura y en relacin con las institu-ciones sociales, constituye el instrumento mediante el cual las personasdescriben, explican, reelaboran y reproducen el mundo en que viven, or-ganizan la vida cotidiana y estructuran su funcionamiento individual(Gergen; 1989).

    En la medida que esta actividad simblica, conceptualizada como Dis-curso Social, es para el Construccionismo el eje desde donde se configurasu nocin de conocimiento, conciencia, cultura y la constitucin del simismo, ella permite acceder a su epistemologa.

    Esta actividad simblica en cuanto Discurso Social, o PrcticaDiscursiva, refiere, siguiendo a Alonso (1998), al conjunto articulado deprcticas significantes producidas en la materialidad social, a partir deidentidades, en un sistema instituyente de fuerzas y contrafuerzas socia-les.

    Para Vayreda (1998), basndose en los planteamientos de Foucault yBajtin, esta nocin se delimita con relacin a su carcter histrico, dilogicoy constituyente de la individualidad.

    Primero. Esta autora define que las Prcticas Discursivas seran enun-ciados o proposiciones constituidas desde dinmicas histricas, en el sen-tido general de que ellas son idiosincrsicas y siempre estn referidas auna sociedad particular, en la medida que se establecen, adquieren valor,son elegidas, circulan y hacen parte del intercambio organizativo de lasociedad, entrelazadas por tanto con las contiendas y luchas que permiteny/o impiden realizar un deseo o inters, para una colectividad humanaparticular y situada epocalmente.

    Es decir, son histricas, en cuanto son parte de lo que Vayreda (1998)llama ncleos difusos de poder y de resistencia propios de una parti-cular actualidad histrica,

  • Tambin se les concibe con un carcter histrico en cuanto estas prc-ticas conllevan el conjunto de reglas que definen una poca y un reasocial econmica, geogrfica o lingstica dada.

    Como seala Ibez (1994), son prcticas que en cuanto fenmenosocial, se establecen en una relacin indisociable con la historia de suproduccin, conformndose en s mismas como memoria, o, dicho deotra forma, son histricas en cuanto ellas portan, conforman y se constitu-yen como la genealoga de las relaciones sociales que las instituyeron comotales y que han quedado sedimentadas en su seno

    Precisa Vayreda que estas reglas operan como un constituyente nece-sario de la estructura semntica de los entramados de enunciados, comocondiciones de produccin y no como categora ontolgicamente inde-pendiente de estas Prcticas Discursivas. Es decir, las Prcticas Discursivasa la vez construyen y presuponen una escena desde donde establecen sen-tido y se legitiman, y por tanto no pueden ser concebidas como causa ofuerza exterior mecnica que acta sobre una estructura inmanente de enun-ciados. Estas reglas o escenarios no pueden ser reducidos a las variablessocio-psicolgicas de la situacin de comunicacin, como algo que lasconstituye, as como tambin, como algo que estas Prcticas Discursivasreflejan.

    Segundo. Se define tambin a estos entramados de enunciados comoprcticas de carcter dialgico, debido a, segn indica Vayreda usando lanocin propuesta por Bajtin en la cual define que lo interhumano es cons-titutivo de lo humano, y por tanto todo enunciado (todo lo que ha sidodicho o expresado) se sita fuera del alma, fuera del autor y no le pertene-ce exclusivamente, siendo asi la palabra (y de manera general el signo),necesariamente interindividual.

    Los objetos no se constituyen de por s como indica Ibaez (1994),sino que son constituidos a travs de la comunicacin y se sitan, por lotanto, en la esfera de los signos, los cuales instituyen su significado en lainteraccin entre las personas y son necesariamente propios de una colec-tividad de seres humanos, y surgen en el marco de la intersubjetividad ypor medio de sta.

  • Dicho desde Gergen (1996), los trminos con los que damos cuenta yconseguimos la comprensin del mundo y de nosotros mismos no estndictados por los objetos, sino que ellos son productos del intercambioque se da entre personas, estn situados histrica y culturalmente y son elresultado de la coordinacin humana de la accin.

    Por tanto, refiriendo nuevamente a Vayreda (1998), estas prcticas encuanto fenmeno dialgico, ocurren inseparables de las leyes sociales deapropiacin y distribucin, hacindose parte e integrando las relacionesde poder, no en el sentido que estas prcticas traducen meramente lasluchas o sistemas de dominacin si no que en cuanto se constituyen enaquello que se busca apropiar.

    Tercero. Finalmente, en la nocin de Prctica Discursiva que revisaVayreda (1998) stas son constituyentes de la individualidad, en cuanto laconciencia individual (el psiquismo), se conforma como tal al ser llenadade signos en el proceso de interaccin social.

    Por tanto, los sujetos son funciones derivadas de los enunciados y, portanto, el yo es una realidad interindividual, producto de las relacionessociales, que siempre son relaciones de poder (Cabruja; 1998; Parker;1996).

    La racionalidad de la accin y el comportamiento no surgen desde pro-cesos ubicados en el interior de los sujetos individuales, sino que desde untipo de vida cultural, y formas de accin, producto de la participacin enun sistema que est previamente constituido, en las formas del lenguaje(Gergen; 1996; Shotter; 1997).

    El sujeto es concebido como producto de sus relaciones y realizacinparticular de las estructuras y configuraciones sociales en que habita, noen un sentido determinista, que asigna mecnicamente su constitucin alas circunstancias externas.

    Ms bien se concibe al sujeto como una posicin (posicin-sujeto) ofuncin (funcin-sujeto) de relaciones de fuerza, en donde ste no se ha-bla ( haya) completamente disuelto en lo social, sino mediante el plieguede estas fuerzas sociales sobre s mismas se posibilita la capacidad de

  • afectarlas y afectarse a s mismo.

    El sujeto sera producto de la capacidad reflexiva de lo humano (Ibaez,T; 1994) segn la cual un sistema de significacin se vuelve sobre s mis-mo (Lax; 1996; Hoffman, L.; 1996) con efectos de modificacin tanto dela actividad del sistema objeto como de la actividad objetivadora (Nava-rro, P; 1990).

    Por tanto, desde aqu, la capacidad reflexiva tiene un papel de relevan-cia en el proceso de constitucin y cambio del sujeto. Por medio de esteproceso, la conciencia se vuelve sobre s misma y permite que se haganvisibles los presupuestos y las premisas que organizan las prcticas, lasrelaciones, acciones y las formas de pensarse.

    Seala Ibaez (1994), que la importancia que reviste el concepto y elfenmeno de la reflexividad es un postulado eje del Socioconstruccionismoy por su intermedio se posibilita romper la disyuncin objeto/sujeto y fun-dir ambos trminos en una relacin circular que da cuenta de la construc-cin de la naturaleza social de ese mismo ser humano.

    La reflexividad pasa a ser as el proceso que permite la constitucin delo humano por medio de verse con los ojos de los dems y verse en losojos de los dems, anticipar los efectos de sentido o de otro tipo que pro-ducimos en los dems, entender lo que hacen o lo que pretenden los de-ms. En definitiva, permitir recprocamente que seamos inteligibles paralos otros.

    Por tanto, las razones de las actuaciones no se buscan en cada psiquismoo en el contexto social, sino que se sitan en una realidad relacional, des-plazando la comprensin del self al contexto concreto, a las acciones ydiscursos que lo hacen posible.

    2.2.- Construccionismo y Amplificacin SocioculturalComo ya sealamos, considerar la relacin entre modelos de interven-

    cin y disciplina, permite procesos de dilogo e intercambio que abrenposibilidades de dar mayor solidez terica a la produccin tcnica, a la

  • vez que permite integrar los avances de la Psicologa Comunitaria, comoun recurso para la Psicologa en general, as como tambin posibilita cana-les de intercambio tcnico entre modelos al interior de las tradiciones detrabajo.

    No obstante, en la medida que no se ha dado suficiente atencin alanlisis de la relacin entre la Psicologa Social Construccionista y losmodelos de intervencin incluidos en lo que llamamos Tradicin Amplifi-cacin Sociocultural, no se dispone de suficientes antecedentes analticos,por lo cual los elementos aqu presentados, son slo una primera aproxi-macin que busca sealar la posibilidad de este vnculo.

    La relacin entre las prcticas interventivas incluidas en esta tradiciny el Socioconstruccionismo no es similar para cada modelo interventivoespecfico, as como tampoco para los distintos nfasis presentes al inte-rior de cada uno de stos.

    En el caso de la Psicologa Social Comunitaria el vnculo con elSocioconstruccionismo es explcito, al menos en autores relevantes y re-presentativos tales como Serrano-Garca (Serrano-Garca, I. y Lpez, G;1991) cuando presenta su anlisis conceptual y operativo de relaciones depoder, o como Montero (1994), cuando se refiere al carcter histrico dela Psicologa.

    Para el caso de la Educacin Popular, esta relacin no ha sido explora-da (hasta donde conocemos) y no se dispone, por tanto, de material quepermita establecerla, por lo cual en este texto se presenta una aproxima-cin al anlisis de esta relacin, por medio de la revisin de los vnculosposibles entre la nocin de Conciencia formulada en Freire y la de Prcti-ca Discursiva, que como ya vimos define la epistemologa construccionista.

    Finalmente, para el caso del modelo especfico de AmplificacinSociocultural, dado que tampoco se ha explorado la relacin de ella con elConstruccionismo Social, se analizar sta, al igual que con la EducacinPopular, comparando la nocin de Prctica Discursiva de Ideologa, ejede este modelo.

  • 2.2.1.- Prctica Discursiva e IdeologaEn la Amplificacin Sociocultural (Sez; 1997), la Ideologa es el pla-

    no desde donde se condiciona la produccin de significados (conocimien-to) y desde donde se mantienen y legitiman las condiciones econmico-sociales que a la vez las establecen. La ideologa determina la forma enque se percibe el mundo, y por su intermedio define (cualifica) al s mismoque se define con relacin a este mundo.

    Se asigna as centralidad a la ideologa, en cuanto se le concibe comoel medio que permite que los sujetos humanos reconozcan lo que existe,qu es el mundo, la sociedad, lo que es verdadero, bello y bueno, lo posi-ble e imposible y da forma a esperanzas, ambiciones y temores (Sez;1998).

    Tal como seala Gergen (1996) la nocin de Ideologa se ubica comouna de las fuentes contribuyentes en el surgimiento del Construccionismo,por lo cual se le reconoce valor y cercana.

    Especficamente seala este autor que la nocin de Ideologa, desde laformulacin hecha por la Teora Crtica, debe ser reconocida y valoradapor que ha posibilitado el anlisis de los fundamentos que dan racionali-dad al orden social.

    Para Gergen esta nocin ha puesto de manifiesto los sesgos valorativosque subyacen a las afirmaciones de la verdad y la razn y la presencia enello de intereses personales o de clase, cuestionando as que se les califi-que de objetivas o racionalmente trascendentes.

    No obstante se reconoce esta contribucin, Gergen (1996) critica lanocin de Ideologa, debido a que desde su punto de vista, ella tiene comosupuesto implcito, la posibilidad de comprender la verdadera naturalezade las cosas, contradiciendo as el postulado eje del Construccionismo,que establece que toda narracin est dominada ya sea por tradicionesretrico-textuales o por el proceso social mismo, no siendo concebible laexistencia de ninguna descripcin verdadera de la naturaleza de las co-sas.

  • Ibaez (1996), tambin se distancia de esta nocin, argumentando queella porta una concepcin determinista de sujeto. Segn seala este autor,a la base de la nocin de Ideologa est una concepcin de sujeto comosujeto marioneta, movido, (sin que l lo sepa ni lo vea), por una suertede hilos que lo conducen subrepticiamente, siendo simple receptor de laideologa fabricada por otros, convirtindolo as en un simple reproductorinconsciente de la ideologa que lo habita y que lo conforma, como elproducto necesario y por lo tanto pasivo, de sus circunstancias sociales.

    Por tanto, desde esta nocin de Ideologa, el modelo especfico deAmplificacin Sociocultural se distancia de la Psicologa SocialSocioconstruccionista, diferenciadose al menos en aspectos cruciales, ta-les como su nocin de verdad y de sujeto.

    Sin embargo, si se toma en cuenta la nocin expuesta por Ibaez comoalternativa a la anterior, se abren posibilidades de vnculos entre este mo-delo y la Psicologa Social.

    Ante esta perspectiva determinista de Ideologa, Ibaez ( 1996) ante-pone otra en donde se le entiende como un conjunto de principios organi-zadores de una visin del mundo, que de manera semejante a las PrcticasDiscursivas, toma su valor de uso en el seno de los grupos sociales, en lasinteracciones y las conversaciones operando as como traduccin prcti-ca, siendo, por tanto, el grupo quien permite fijar los puntos de aplicacinde la ideologa y el valor de las interpretaciones.

    Adems, se asume que toda ideologa, por ms pura que sea, es inter-ideolgica, intertextual, polifnica, contradictoria y ninguna ideologa cons-tituye nunca el nico sistema a partir del cual alguien realiza sus interpre-taciones.

    Aunque esta nocin, digamos alternativa, o discursiva es distantedel abordaje clsico, debilitando as la fuerza o posibilidad del vnculoque revisamos, ella abre una potencial via de relacin entre AmplificacinSociocultural, Ideologa y Construccionismo.

  • 2.2.2.- Prctica Discursiva y ConcienciaAl observar la nocin de conciencia, que hace eje en el planteamiento

    Freiriano, junto a la de Prctica Discursiva, se evidencia el vnculo entreEducacin Popular y Construccionismo.

    Ambas nociones son concebidas como actividad simblica, desde don-de es constituida la realidad social o mundo; ambas se conciben con unesencial carcter histrico epocal; a ambas se les atribuye un carcterdialgico, en el sentido que se entrelazan con prcticas colectivas y hacenparte de relaciones sociales; por ltimo, ambas son concebidas como cons-tituyente de la identidad y el s mismo.

    Es decir, no obstante estas nociones surgen desde historias diversas,tienen usos distintos y refieren a momentos diferentes de desarrollo en elpensamiento social, ellas se vinculan y aproximan en sus rasgos esencia-les.

    Primero. La nocin de conciencia y la de Prctica Discursiva, usandolas palabras de Ibaez (1994) para referir a la actividad simblica, sonprcticas indisociables de la historia de su produccin, que, adems, noreflejan, expresan o resultan del mundo, si no que ms bien lo constitu-yen, en cuanto significan, elaboran y transforman el mundo.

    As es como en Freire, la conciencia (la palabra y el conocimiento engeneral) se entiende como praxis que dialcticamente en un mismo mo-vimiento hacen parte de la instauracin del mundo ( Fiori; 1970 ). Comoseala GarcaHuidobro (1982), en la nocin de conciencia de Freire seestablece una indisoluble unin entre el hombre y el mundo, segn lacual ella y mundo se dan simultneamente, y no se separa la conciencia dela prctica social de los hombres para producir el mundo.

    Segundo. La conciencia en Freire, al igual que los procesos discursivosen el Construccionismo, tienen un carcter histrico, en la medida que laconciencia constituye y se constituye en relacin con el mundo, como diceFiori (1970), es por medio de la conciencia que el mundo es historizado yhumanizado.

  • La conciencia, por su carcter de praxis o por su carcter histrico-social, como seala Leyton (1987), no es una actividad pasiva, situada almargen de la realidad social, que discurre separada de la existencia, si noque surge imbricada con la historia.

    En trminos ms precisos, ella es histrica en cuanto es una produc-cin cognoscitiva necesariamente situada y fechada en un orden socialhistrico particular, en medio de las contradicciones y tensiones propiasde la transformacin y expresa las relaciones, conflictos y tensiones socia-les (GarcaHuidobro; 1982).

    La conciencia, el comportamiento o cualquier produccin cognoscitiva,necesariamente es concebida como una actividad que hace parte de lascontradicciones y tensiones propias del proceso social, lo cual se expresaen la estrecha relacin que es establecida entre los tipos de conciencia ylas caractersticas del orden social en el que surgen, al punto que cadacaracterizacin que se hace de la conciencia es tambin la caracterizacinde un mundo especfico de accin, de modo que las significaciones expre-san el orden social donde surgen, (GarcaHuidobro; 1982; 1989).

    Tercero. La conciencia es histrica y tambin dialgica, en cuanto se leconcibe inseparable de las relaciones entre los hombres y sin existenciafuera de la intersubjetividad y la comunicacin, de manera tal que la rela-cin entre objeto (realidad externa) y el conocimiento humano sobre esarealidad (plano de la conciencia), est esencialmente mediado por los vn-culos entre los hombres.

    Como seala Friori (1970), la conciencia, ms que instrumento, esorigen de la comunicacin, es desde ella que se fenomenaliza e historiza laesencial intersubjetividad humana, pasando a ser no un producto histri-co, sino la propia historizacin.

    El acto de conocer no se realiza en una relacin inmediata y unvocaentre sujeto y objeto, sino que dicha relacin est mediada por los vncu-los entre los hombres, en cuanto ella es interindividual y no existe fuera dela intersubjetividad y la comunicacin.

  • As, la conciencia es, por tanto, esencialmente un producto relacional,social y en esa medida epocalmente situado.

    Cuarto. Por ltimo, la concepcin Freiriana de conciencia, al igual quela nocin de Prctica Discursiva, se entiende como un plano desde dondese conforma el sujeto individual, lo que podramos llamar el s mismo.

    Como seala Freire (1974), no existen hombres en el vaco, el siem-pre est situado, siendo el hombre es un ser de races espacio-temporales,que est integrado a su contexto, desde donde se construye a s mismo ydescubre que existe su yo y el de los otros.

    Es en las relaciones del hombre con la realidad, con su contexto devida, desde donde ste se construye y transforma. Se plantea as una in-trnseca correlacin entre conquistarse, hacerse ms uno mismo y con-quistar el mundo.

    La conciencia, el dilogo producen el mundo y constituyen tambin elespacio de reconocimiento del s mismo. Dice Freire ( 1974 ) que, en elacto mismo de responder a los desafos que le plantea su contexto de vida,el hombre se crea y se realiza como sujeto.

    Siguiendo con el anlisis de Garca-Huidobro (1982), la forma de con-cebir el vnculo sujeto-subjetividad-relaciones sociales en Freire se hacentida cuando seala que esta forma de conciencia, por hospedar al opre-sor, se hace fatalista y da lugar a creencias y comportamientos justificadores,entre los que sobresalen el reconocimiento de su inferioridad y el alberguede los mitos que la debilitan y que perpetan las condiciones de la propiadominacin.

    No obstante, al igual que en la nocin de Prctica Discursiva, tambinen la concepcin Freiriana se distingue la capacidad de los sistemas designificacin (de conciencia) de plegarse sobre s mismos por medio de lareflexividad, posibilitando una dinmica de toma de conciencia y la postu-ra de una actitud crtica, que trasciende una relacin de determinacindirecta del mundo en el sujeto.

  • A ello se refiere Freire (1974), cuando seala que habra una vocacinontolgica del hombre cual es la de ser sujeto y no objeto, vocacin rea-lizable en la medida en que el hombre integrado en su contexto reflexionasobre ste y se compromete, se construye a s mismo y llega a ser sujeto.

    2.3.- Modelo Amplificacin SocioculturalLa Educacin Popular, en trminos generales utiliza una lgica de tra-

    bajo que corresponde con la nocin de Accin Cultural presentada porWalker (1987), segn la cual ella se define como un proceso de accinreflexin orientado a la transformacin de las significaciones, elcuestionamiento crtico de las existentes y el proceso permanente de cons-truccin y cambio cultural.

    La accin cultural buscara el cambio de prcticas e instituciones que,de una u otra manera, contribuyen a la produccin, administracin, reno-vacin y reestructuracin del sentido de las acciones sociales. Prcticas einstituciones desde donde se producen las significaciones que los sujetosotorgan a su experiencia, el sentido de identidad y desde donde se regulany estructuran las formas en que los sujetos dan sentido a su realidad (Walker;1987).

    Dicho en trminos generales, en lo fundamental en esta lgica de traba-jo, (independientemente de su concrecin material), siempre se busca cam-biar los sistemas referenciales culturales o de conciencia, desde relacioneshumanas de dilogo.

    Ahondando en la lgica compartida de estas distintas perspectivas,podramos decir que stas entienden los fenmenos sociales desde las di-nmicas de lo que genricamente podemos denominar significaciones osistemas simblicos; y por otro lado, el plano relacional o referido a losvnculos o relaciones sociales de intercambio, situados en una materiali-dad, praxis o situacin histrica especfica.

    En la Educacin Popular como ya vimos, la presencia de las dimensio-nes que sealbamos se observa en la nocin de Accin Cultural, quesegn la define Walker (1987), ella incluye el plano de las relaciones so-ciales y de la materialidad social, en la referencia que se hace a las prc-

  • ticas e instituciones que permiten administrar las significaciones y los sen-tidos que se dan a las accionesTambin se observa en los programas deEducacin Popular, considerando que ellos se orientan al desarrollo decapacidades propias y al fortalecimiento de actores sociales, a travs decambios en la organizacin, participacin y conciencia (Garca-Huidobroy Martinic,1989). En estos programas se incluyen como planos constituti-vos de la estrategia de trabajo, el cambio los sistemas referenciales cultu-rales o de conciencia, desde relaciones humanas de dilogo y prcticas deorganizacin y participacin.

    En el caso de la Amplificacin Sociocultural, como sealan Trilla (1997),Ucar (1992), Sez (1997), PrezSerrano (1990; 1997) y Caride (1997),se observa tambin el nfasis en estos tres planos, si se considera que ellostrabajan por medio del desarrollo de la concienciacin y sentido crtico,asumidos como eje central para cualquier proceso encaminado a que laspersonas y las comunidades puedan alcanzar la autonoma y un desarrolloautodirigido, adems de lograr participacin social, innovacin y creacincultural.

    Desde la Psicologa Comunitaria latinoamericana, la va del cambiosocial implica modificar los factores estructurales y/o actuar sobre los su-jetos de manera que stos adquieran mayor control sobre su medio am-biente y pasen a ser gestores de su vida cotidiana, asumiendo su propiatransformacin y la de su ambiente. El cambio social se busca por la va deactivar la capacidad de poder y control de los sujetos mediante la creacinde instituciones sociales paralelas a las oficiales y el fomento del cambiopoltico a travs de la organizacin de la comunidad (Escovar; 1979).

    En el decir de M. Montero (1984), la orientacin bsica de su estrate-gia es el desarrollo comunal, entendido como un proceso de autogestinpor medio de: los individuos asumidos como agentes; la toma de concien-cia; la identificacin de problemas y necesidades; la eleccin de vas deaccin; y la toma de decisiones. Con estos factores se logra el cambio enlas relaciones individuo-ambiente y la transformacin de ste ltimo(Montero; 1984, pgina 397).

  • Aqu cobra gran relevancia la participacin de la poblacin o la comu-nidad. El objetivo principal es facilitar la participacin comunitaria a tra-vs de la movilizacin de un grupo particular, para el enfrentamiento ysolucin de sus problemas.

    Respecto de la concepcin de problema social que se articula desdeesta tradicin, como es de esperar, se establece con relacin a las dimen-siones constitutivas del objeto interventivo.

    Es decir, un problema podra ser definido como una construccindiscursiva, ocurrida en la materialidad social, en un sistema de fuerzas ycontrafuerzas sociales (relaciones de poder) a partir de identidades y sis-temas simblicos.

    En esa medida se considera en primer trmino, que este ocurre en lamaterialidad social en el sentido que indica Ibez (1994), al plantear quetodo fenmeno social, sea parte de la normalidad, o sea, una situacinproblema, no puede sino ser visto con relacin a un tiempo, un espacio yuna situacin social particular y como producto y productor de organiza-cin social.

    Los llamados problemas sociales o conductas desviadas, definidos demanera externa a la identidad y cultura de un colectivo son consideradosuna creacin de normalidades, que no constituyen un verdadero proble-ma. El carcter desviado de una prctica da cuenta de la necesidad-intersde una organizacin o sistema social y expresa la visin de los grupos depoder.

    Los llamados problemas, definidos de acuerdo a una normalidad exter-na a la identidad y cultura de un colectivo, no son en s mismos el proble-ma. Pueden constituirse en problema de manera secundaria, como efectode la relacin o respuesta social. El verdadero problema son los efectosque generan la invasin y dominacin (sujetamiento) de los sistemas decontrol (Saez; 1998).

    Como seala la Psicologa Comunitaria latinoamericana, las diversasproblemticas sociales tienen su origen en la mantencin de estructurassociales injustas:

  • ... los problemas sociales se deben fundamentalmente a la falta deacceso de algunos grupos sociales a los recursos tanto materiales comopsicolgicos de la sociedad. Este acceso limitado ocurre como consecuenciade una serie de instituciones sociales que, de manera selectiva, controlanlas oportunidades de adquirir poder o mayor ingreso econmico dentro dela sociedad (Escovar; 1979, pgina 7).

    Para la tradicin de trabajo Amplificacin Sociocultural un problemasocial propiamente tal es los efectos que generan la invasin y dominacin(sujetamiento) de los sistemas de control. As, el problema social es vistocomo la insatisfaccin de un proyecto vital o colectivo resultante de rela-ciones sociales de tutela y exclusin.

    Como plantea Escovar, desde la Psicologa Social Comunitaria lati-noamericana se trata de activar la capacidad de poder y control de lossujetos sobre sus circunstancias ambientales: La solucin de los proble-mas sociales no se da sobre la base de la eliminacin de dficit, sino sobrela base de la ampliacin de los recursos potenciales de la comunidad(Escovar; 1979, pgina 9), mediante la creacin de instituciones socialesparalelas a las oficiales y el fomento del cambio poltico a travs de laorganizacin de la comunidad (Escovar; 1979).

    Por tanto, la va del cambio social implica modificar los factores es-tructurales y/o actuar sobre los sujetos de manera que ellos adquieran mayorcontrol sobre su medio ambiente. La principal meta de la intervencincomunitaria es que los individuos logren el control sobre los refuerzos ylas contingencias de la vida cotidiana para que sean autogestores de supropia transformacin y la de su ambiente.

    En el decir de M. Montero (1984): ... (el) objetivo es lograr la autogestin para que los individuos pro-

    duzcan y controlen los cambios en su ambiente inmediato. Actuando so-bre los individuos, como agente de cambio, el psiclogo en la comunidaddebe inducir la toma de conciencia, la identificacin de problemas y nece-sidades, la eleccin de vas de accin, la toma de decisiones y con ello elcambio en las relaciones individuo-ambiente, con la transformacin de

  • ste ltimo (Montero; 1984, pgina 397).Aqu cobra gran relevancia la participacin de la poblacin o la comu-

    nidad. El objetivo principal es facilitar la participacin comunitaria a tra-vs de la movilizacin de un grupo particular para el enfrentamiento ysolucin de sus problemas.

    Desde la Amplificacin Sociocultural propiamente tal, se trata de des-plegar procesos de interaccin comunicativa que permitan a los hombresuna progresiva autodeterminacin. Es decir, la libre realizacin de s mis-mos, en el sentido que sean sujeto, personal y social, en busca de su eman-cipacin (Caride; 1997).

    Ahora bien, en trminos ms precisos podemos definir que esta lgicainterventora, en la medida que define como objeto y delimita como planosrelevantes en el origen de los problemas, tambin acta interventivamenteen los planos simblicos, relacionales y de accin social.

    Esta tradicin se expresa interventivamente, en que todos los modelosincluidos refieren, por un lado a la accin reflexiva en cuanto actividadsimblica y praxis social y por otro, en las relaciones sociales entendidascomo formas de dilogo. Es decir, todo su dispositivo interventivo puedeser visto como va para producir reflexividad en y desde el dilogo, odicho de otra forma, desde relaciones de horizontalidad.

    Accin reflexiva

    Como ya sealamos, esta tradicin, -en virtud de su pertenenciaepistmica-, da un papel central al proceso reflexivo y lo entiende como lacapacidad de un sistema de significacin para volver sobre s mismo conefectos de modificacin tanto de la actividad del sistema objeto como dela actividad objetivadora.

    Se busca que mediante este movimiento de la conciencia los sujetosindividuales y colectivos puedan ver, repensar y posicionarse ante el dis-curso - relatos - conocimiento de manera que el sujeto emerja distinto alpreexistente, que modifique la posicin de alienacin y aislamiento porotra de actor social (Fried; 1996).

  • Se busca mediante el dilogo la activacin de un proceso reflexivo quese cuestione las prcticas y las relaciones empobrecedoras, lo habitual, locotidiano y lo obvio, de manera de cambiar la perspectiva.

    La nocin concienciacin que Paulo Freire (1987; 1974) formula comoestrategia educativa, refiere a este mismo proceso reflexivo.

    La concienciacin, en cuanto paso de una conciencia ingenua a unacrtica es en lo esencial, la activacin y desarrollo de un proceso de accin reflexin de la conciencia o de los sistemas de significacin situados(Prcticas Discursivas).

    Para Freire, concienciacin no es la obtencin de conocimiento o com-prensin de una determinada visin o teora acerca del hombre y la socie-dad, sino que es el proceso de descubrimiento y reconocimiento de supropia situacin existencial. Es decir, la toma de posicin de una manerade actuar.

    Para Freire, este proceso reflexivo o problematizador se activa por mediode los siguientes pasos o propsitos:

    El punto de partida del proceso educativo es para Freire la recupera-cin de la palabra, situndose en la situacin existencial concreta en quelos hombres estn inmersos. La recuperacin de la capacidad de decir elmundo es el primer paso, y busca afianzar un tipo de conciencia en que elmundo se separa y se opone a la accin de los hombres. Lo que se buscaes que por medio de la actividad de significar, los hombres se apropien desu realidad y la constituyan en problema.

    El paso siguiente es el de usar la propia conciencia, en la propia con-ciencia. Es decir, se busca que la conciencia sea problematizada y cuestio-nada. Se busca que la intencionalidad de la conciencia no slo se dirijahacia fuera, sino tambin se vuelva sobre s misma en busca de la criticidad.

    Mediante este proceso de reflexin, la conciencia puede volcarse so-bre s misma, y con ello puede problematizar constantemente la realidadconstituida.

  • Como tercer paso se busca fomentar la apropiacin crtica de la reali-dad para transformarla. Especficamente se busca la creacin de nuevacultura a travs del dilogo entre los hombres y desde la unidad reflexin-accin, concibiendo como ya hemos sealado, la conciencia como praxis(accin-conciencia-accin).

    Finalmente, se plantea que la reflexin o concienciacin busca la cons-titucin de una identidad social, una forma de unidad, llamada identidad-organizacin, vinculada tambin a la unidad reflexin-accin.Dilogo

    A travs de la horizontalidad, se busca transformar la posicin de alie-nacin y aislamiento por otra de actor.

    El dilogo es jerarquizado como la principal accin transformadora, enla medida que es entendido como una accin intersubjetiva inherentementereflexiva.

    El dilogo sera la va desde donde surge la reflexividad que permiteque el sistema de significacin se vuelva sobre s mismo y genere sentidosy prcticas diferentes (Fried; 1996).

    Se busca que se supere el silencio (la cultura del silencio) en donde elmundo es concebido, separado y opuesto a la accin de los hombres y serecupere la palabra, el dilogo y la capacidad de decir e interpretar elmundo (Freire,1987).

    Se busca bsicamente que los hombres se apropien de su realidad pormedio del dilogo, en tanto el conocimiento construccin de la realidades un proceso de comunicacin entre los hombres, que transforma.

    As, desde la Educacin Popular, la intervencin (concienciacin di-ran los educadores populares) apunta a un doble movimiento: la creacinde una nueva cultura a travs del dilogo entre los hombres, imbricadamentecon una insercin praxis-crtica (Freire; 1987; 1974).

    III.- Tradicin Intervencin en RedesLlamamos Tradicin Intervencin en Redes al conjunto de los modelos

    de intervencin comunitaria resultantes del uso de las nociones que hacen

  • parte de la teora general de sistemas, diferenciados segn la etapa de estateora.

    La teora sistmica durante su desarrollo ha producido reordenamientosde relevancia en sus postulados, al punto que a estos cambios, Luhmann(1987), los denomina saltos de paradigma.

    Este autor reconoce un primer salto ocurrido al modificarse la nocinde sistema, desde la idea central de que el todo es ms que la suma de laspartes (el paradigma todo-parte) hacia otra que enfatiza la distincinsistema-entorno (el paradigma sistema-entorno). Un segundo salto sehabra producido cuando el paradigma sistema-entorno es reemplazadopor el llamado paradigma autorreferencial.

    Segn describen Rodrguez y Arnold (1992), estos cambios deparadigmas han ocurrido con relacin a: la nocin de sistemas abiertos, -propia del planteamiento de Ludwin von Bertalanffy-; los desarrollos delas llamadas cibernticas de primer y segundo orden; la nocin de siste-mas autorganizadores propuesta por Heinz von Forester; la teora deAutopoiesis, presentada por Maturana y Vrela; y la actual nocin de sis-temas autorreferenciales representada por Niklas Luhmann.

    El uso en prcticas de trabajo comunitario de estas distintas nocionesha producido estrategias dismiles en planos epistmicos y conceptualessegn los diferentes perodos a los que han hecho referencia, distinguin-dose formas de trabajo en Psicologa Comunitaria tales como la EcologaSocial, la Prctica de Red y la Intervencin en Red de Redes.

    Por tanto, en este caso lo que permite considerar a estas propuestascomo parte de una tradicin, no es la cercana de sus nociones epistmicasy tericas, sino que ms bien el hecho que ellas dan c