Alfonsina Storni

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1 ALFONSINA STORNI (1892 1938) APUNTES SOBRE SU VIDA Y OBRA “Me llamaron Alfonsina, que quiere decir “dispuesta a todo”…” (palabras de A. Storni a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez)

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ALFONSINA STORNI (1892 – 1938)

APUNTES SOBRE SU VIDA Y OBRA

“Me llamaron Alfonsina,

que quiere decir “dispuesta a todo”…”

(palabras de A. Storni a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez)

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1- Su vida

Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, durante un viaje

familiar a Suiza. Fue la tercera hija del matrimonio de Alfonso Storni y Paulina

Martignoni. Ellos tenían una fábrica de cerveza y de hielo en la provincia de San Juan

(Argentina), emprendimiento comercial que no prosperó. En 1896 la familia Storni viajó

a la Argentina para erradicarse definitivamente en la provincia de San Juan.

En 1900 nació Hildo Alberto, hermano de Alfonsina, a quien esta le dedicaría grandes cuidados en el seno del hogar. En 1901 se mudaron a Rosario, donde Paulina abrió una escuela domiciliaria. Más tarde la familia se volcó a un emprendimiento comercial llamado “Café Suizo”. La necesidad económica hizo que la niña trabajara atendiendo las mesas y dejara de concurrir a la escuela. También se dedicó a la costura y a las tareas domésticas. Pero a pesar de estas exigencias Alfonsina componía versos en su tiempo libre.

En 1906 murió Alfonso Storni, quedando los cuatro hermanos al cuidado de su madre. Alfonsina trabajó entonces de forma independiente en una fábrica de gorras.

Hacia 1907 reemplazó a una actriz en una obra teatral sobre la Pasión de Cristo de la compañía de Manuel Cordero. Su actuación fue elogiada por la prensa. Con la autorización de su madre se integró a la compañía del actor español José Tallavi, donde trabajó como actriz recorriendo las provincias de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. En esta época la madre de Alfonsina contrajo nupcias con Juan Perelli y se mudó a la localidad de Bustinza. Una vez de regreso de su gira por el interior del país Alfonsina comenzó a dictar clases de recitado y de buenas maneras en la escuela domiciliaria de su madre.

En 1909 comenzó la carrera de Magisterio, dejando el hogar materno para

trasladarse a la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales, en Coronda. Vivió en una

pensión y trabajó como celadora en la mencionada escuela. Durante su formación se

destacó en la escritura de poemas y en el canto. Luego de muchos sacrificios obtuvo

su diploma pedagógico.

Viajó a Buenos Aires en 1911, dando a luz al año siguiente a su hijo Alejandro, de

padre desconocido. Trabajó en la gran ciudad de cajera en una farmacia, luego en una

tienda y posteriormente como redactora o “corresponsal psicológica” en la empresa

Freixas Hermanos. Realizó diversas colaboraciones para la revista Caras y Caretas, a

partir de las cuales logró relacionarse con importantes personalidades del ambiente

literario, como José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte.

Asimismo, comenzó a viajar frecuentemente a Montevideo, donde conoció a la

poeta Juana de Ibarbourou y al escritor Horacio Quiroga. Especialmente con este

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último tuvo una gran amistad, aunque se ha afirmado que podía haber existido una

relación más profunda. Ambos integraban la agrupación literaria “Anaconda” (creada

por el escritor) y compartían diversos gustos: las tertulias literarias, los viajes, la

música y el cine.

Su primer libro en publicarse fue La inquietud del rosal (1916), que a pesar generar

en el público cuestionamientos morales, le permitió ser la primera mujer en ingresar al

círculo de escritores.

El poeta mexicano Amado Nervo, principal representante del modernismo

latinoamericano, publicó sus poemas en Mundo Argentino. Paulatinamente Alfonsina

se afianzó en el mundo literario, colaborando para revistas como Nosotros y Proteo,

muchas veces con el seudónimo “Tao Lao”.

En 1917 recibió el premio anual del Consejo Nacional de Mujeres por El canto a

los niños. Fue nombrada maestra-directora del colegio Marcos Paz, internado para los

hijos de policías y bomberos.

Posteriormente publicó El dulce daño (1918) y Languidez (1920), libro que obtuvo

el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura.

Hacia 1921, ingresó como docente en la Escuela para Niños Débiles del Parque Chacabuco, institución creada por Hipólito Yrigoyen. También fue nombrada titular de la cátedra del Conservatorio de Música y Declamación y directora del Teatro Infantil Municipal.

En 1923, cuando tenía treinta y un años de edad, la poeta fue elegida en una

encuesta realizada por la revista literaria Nosotros como una de las tres figuras

fundamentales que constituían la nueva generación literaria. Este hecho constituyó un

importante reconocimiento público. También en ese año obtuvo la cátedra de Lectura y

declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.

Publicó más tarde su obra Ocre (1925), que marcó un cambio sustancial en su

poesía. En estos años conoció personalmente a la poeta chilena Gabriela Mistral,

encuentro que fuera descripto en El Mercurio.

En 1927 se estrenó su obra dramática El amo del mundo que no gozó de buena

crítica; hecho que preocupó a la poeta.

En los años 1928 y 1931 realizó dos viajes a España, en el primero acompañada por la actriz Blanca de la Vega y en el segundo por su hijo. En este país dictó conferencias y amplió sus amistades del círculo literario, conociendo a otras poetas como Concha Méndez.

A su regreso el Intendente Municipal la nombró jurado, siendo la primera vez que un nombramiento de esta índole recae en una mujer. Un año más tarde se publicó Dos farsas pirotécnicas (1932). Continuó interviniendo activamente en la Sociedad

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Argentina de Escritores -había participado en su fundación- y realizando colaboraciones en los diarios Crítica y La Nación.

Más adelante aparecieron las obras Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol, caracterizados por el lirismo dramático, la audacia erótica y las meditaciones feministas. También le escribe un poema al poeta español Federico García Lorca, al que conociera durante su visita a Buenos Aires (1933 – 1934).

Desde el estudio de la correspondencia de la poeta se ha determinado que la misma sufrió de episodios de estrés, preocupaciones y sospechas -muchas veces infundadas- a lo largo de su vida. Debido a este motivo, y siguiendo el consejo de José Ingenieros, Alfonsina viajaba regularmente a Córdoba y Mar del Plata para descansar.

En 1935 fue operada de un cáncer de mama. La mastectomía dejó profundas huellas físicas y emocionales, agudizando el retraimiento de la poeta.

El 26 de enero de 1938 el Ministerio de Instrucción Pública del Uruguay la invita a un acto que reuniría a las tres grandes figuras femeninas de la poesía latinoamericana: Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. Escribió para este evento su conferencia Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj, donde comparte reflexiones sobre su forma de crear.

Los meses siguientes del año 1938 fueron de mucho sufrimiento, ya que la poeta

entró en una fase terminal de su enfermedad. En octubre viajó a Mar del Plata, donde

escribió tres cartas: una dirigida a su hijo, otra a Gálvez –pidiéndole que no le falte

nada a su hijo-, y otra al diario La Nación. Finalmente, en la madrugada del día 25

decidió suicidarse en la playa “La Perla”. Existen dos versiones de este trágico hecho:

la más popular sostiene que se internó lentamente en el mar, mientras que los

investigadores afirman que se arrojó a las aguas desde una escollera.

A su entierro asistieron diversas personalidades del ámbito literario, quienes con

gran dolor recibieron la noticia de su fallecimiento. Sus restos fueron depositados en el

Cementerio de la Recoleta y el 1963 se trasladaron al “Rincón de los notables” en el

Cementerio de la Chacarita, donde yacen actualmente debajo de una bella escultura

realizada por Julio César Vergotini.

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VOY A DORMIR

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación; la que te guste;

todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

para que me olvides…Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido…

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2- Su obra

Bibliografía de Alfonsina Storni

Poesía:

La inquietud del rosal, Buenos Aires, Librería de la Facultad, 1916.

El dulce daño, Buenos Aires, Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires,

1918.

Irremediablemente, Buenos Aires, Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires,

1919.

Languidez, Buenos Aires, Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires, 1920.

Ocre, Buenos Aires, Babel, 1925.

Poemas de amor, Buenos Aires, Editorial Nosotros, 1926.

Mundo de siete pozos, Buenos Aires, Tor, 1934.

Mascarilla y trébol, Buenos Aires, Imprenta Mercatali, 1938.

Morir sobre los campos, Buenos Aires, 1918.

Poesías completas (1968).

Obras de teatro:

El amo del mundo: comedia en tres actos (1927).

Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina en el 1900 y pico. Polixena y la cocinerita. (1932).

Ensayo:

Nosotras y la piel: selección de ensayos (1998).

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Alfonsina Storni fue creadora de una obra prolífica, vigorosa y original que renovó

las letras latinoamericanas. Con la publicación de cada uno de sus poemarios

aumentaba su importancia literaria y los críticos se interesaban cada vez más en su

obra.

Trascendió el Modernismo, movimiento literario con el que discrepaba debido a

sus elementos decorativos y superficiales. Su obra se ubica en el Postmodernismo, y

se caracterizó por el fuerte acento romántico, la profundidad lírica y la sencillez

expresiva. Influyeron en ella los poetas ultraístas -que desde 1918 luchaban por abrirle

nuevos caminos a la poesía-, los creacionistas -que buscaban incorporar al arte

poético los elementos de la realidad cruda y cotidiana-, y, particularmente, los grandes

escritores Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones.

Jaime Martínez Tolentino (MARTÍNEZ TOLENTINO, J., 1997: 9-10) distingue

dos etapas en la poesía de Alfonsina Storni. La primera de ellas es de corte romántico

y comprende las siguientes obras: La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918),

Irremediablemente (1919), Languidez (1920), Ocre (1925) y Poemas de amor (1926).

A través de estos poemarios la autora trata el tema del amor espiritual y carnal, con

sus dimensiones eróticas y sensuales. Su lirismo se torna íntimo y deja translucir su

insatisfacción y a veces resentimiento hacia la figura masculina. En palabras del

mencionado autor: “En esa etapa, el tono de su poesía es unas veces apasionado,

otras rebelde, a veces cínico, otras veces irónico, amargo en algunos casos, a veces

desolado, unas veces cansado y en ocasiones reflexivo”.

Pero la poeta también aborda desde su obra literaria los derechos de la mujer,

reafirmándolos y defendiéndolos. Alfonsina Storni (1919, en RUSSOTTO, M.;

2006:33) sostenía que “Es feminista toda mujer que se atreve a defender sus ideas”.

Al respecto, Márgara Russotto (RUSSOTTO, M.; 2006:4) considera que la poeta

“… asume y rebaja al mismo tiempo las generalizaciones sobre la identidad

femenina que imponen los modelos de individuación del patriarcado; y, por la otra,

realiza una severa crítica a la frivolidad de la mujer”.

Otro aspecto de interés, que surge del análisis comparativo de sus primeros

poemarios, es que en cuatro de ellos (La inquietud del rosal, El dulce daño,

Irremediablemente y Languidez) manifiesta una preocupación por el contenido de su

obra y emplea una gran variedad de estructuras poéticas. Pero en otras obras ya

aludidas, la poeta se centra en la forma, acudiendo casi exclusivamente el soneto de

rima consonántica en Ocre y al poema en prosa en Poemas de amor.

La segunda etapa de su poesía se inicia con Mundo de siete pozos (1934).

Percas de Ponseti (en VALDIVIESO, J.H.; 2004: 47) sostiene que el título de esta obra

“…sirve de metáfora para aludir a la imagen de la cabeza humana y obra donde se

observa el predominio del intelecto sobre las emociones”. En efecto, la poeta

abandona el erotismo concreto y la nota autobiográfica. Si bien continúa escribiendo

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sobre el amor y el lugar de la mujer en la sociedad, lo hace de forma más abstracta y

reflexiva, acudiendo a veces a la ironía. También incursiona en nuevas temáticas,

como el destino del ser humano, la fría impersonalidad de las grandes ciudades, el

materialismo, la soledad, el prejuicio y la muerte.

Otra característica de esta etapa es que Alfonsina se centra más en la forma

que en el contenido de su poesía, experimentando con el verso libre y el soneto sin

rima. En palabras de Jaime Martínez Tolentino (MARTÍNEZ TOLENTINO, J., 1997: 10)

“…su poesía se vuelve más depurada y pura, más hermética y más repleta de

simbolismo oscuro, y la poeta comienza a rehuirle a las formas poéticas de mayor

libertad para acercarse a otras de mayor restricción formal.”

Reflexionando sobre la creación literaria de la poeta, Jorge Valdivieso

(VALDIVIESO, J., 2004, 47) sostiene:

“La obra poética de Alfonsina Storni ha producido reacciones muy distintas en la

crítica, pero en general se ha tomado su creación como ejemplo de la vida de una

mujer atormentada por el amor y por las limitaciones sociales que se imponían a la

mujer de su época.”

Bibliografía

Martínez Tolentino, Jaime: La crítica literaria sobre Alfonsina Storni (1945 – 1980).

Kassel, Problemata Iberoamericana, 1997. 92 pp.

Picon Garfield, Evelyn, Schulman, Iván: Las literaturas hispánicas: introducción a su

estudio. Detroit, Wayne State University Press, 1991. 135 pp.

Russotto, Márgara: La ansiedad autoral: formación de la autoría femenina en América Latina: los textos autobiográficos. Caracas, Equinoccio Universidad Simón Bolívar, 2006. 566 pp.

Storni, Alfonsina: Alfonsina Storni. Poesía. México, Editores Mexicanos Unidos S.A., 1987. 166 pp.

Valdivieso, Jorge, Valdivieso, Teresa, y Ruiz-Fornells, Enrique: Presencia de la mujer hispana en las letras, las ciencias y las artes. Phoenix, Orbis Press, 2004. 201 pp.

Texto: Mtra M. Orrego