Alfredo Torero y José María Arguedas

download Alfredo Torero y José María Arguedas

of 5

Transcript of Alfredo Torero y José María Arguedas

  • 8/7/2019 Alfredo Torero y Jos Mara Arguedas

    1/5

    E-mail: [email protected]

    Pgina

    1

    2011: AO DEL PRIMER CENTENARIO DE VIDA DEL AMAUTA JOS MARA ARGUEDAS

    Nelson Manrique:

    Sobre hroes y tumbas: Alfredo Torero y Jos

    Mara ArguedasVale ms cancin humilde que sinfona sin fe. J.C.

    "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de:http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/

    Alfredo Torero es uno de losintelectuales peruanos demayor vala del siglo XX y sucontribucin a lacomprensin de la historiasocial andina es fundamental.Estudi derecho en SanMarcos y lingstica en laSorbona, en Pars. Decidiabordar la historia socialandina utilizando la lenguacomo fuente histrica paraentender procesos histrico-sociales fundamentales.

    Reconstruir la historia social andina plantea un reto metodolgico. Las

    sociedades andinas no desarrollaron una escritura que permitiera contar condocumentos que narren su historia. De acuerdo con la concepcin tradicional,segn la cual la historia comienza con la escritura, las sociedades andinas

    precolombinas seran prehistricas. Y, sin embargo, al momento de laconquista eran ampliamente superiores a Europa en varias ramas fundamentales,como la agricultura, la medicina, la organizacin poltica estatal, etc. Estn en

    juego 3000 aos de historia de las altas civilizaciones andinas. El aporte deAlfredo Torero para reconstruir esta historia es fundamental.

    Cmo hacer una historia sin textos? Todo producto humano puede ser ledocomo un texto histrico. De esa manera se utilizan los ceramios, los textiles, las

    http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
  • 8/7/2019 Alfredo Torero y Jos Mara Arguedas

    2/5

    E-mail: [email protected]

    Pgina

    2

    esculturas, las edificaciones, los restos funerarios, etc., como evidenciashistricas que contienen una informacin valiosa.

    La lengua, en tanto producto cultural, puede ser tambin usada como una fuentehistrica; el problema es cmo utilizarla. La forma como Alfredo Torero lo hizoconstituye el meollo de su aporte ms perdurable. Utilizando la glotocronologalxico-estadstica, un mtodo que permite determinar si dos lenguascontemporneas estn emparentadas o no y, de estarlo, hace cunto tiempo quese separaron del tronco lingstico comn, pudo reconstruir la historia de dos delos tres idiomas generales del Per: el quechua y el puquina, determinando susfases de dispersin, su proceso de dialectizacin y la emergencia de lenguasdistintas, ininteligibles entre s. Las implicaciones de este trabajo sontrascendentales. La expansin o contraccin del rea de dispersin lingstica deuna lengua tiene una evidente correlacin con la expansin o la contraccin dela influencia de la sociedad que la habla, sea esta econmica, social, poltica,cultural o religiosa. El trabajo de Alfredo Torero permite pues tener una visindinmica de la forma cmo las distintas sociedades andinas ocuparon el espaciode los Andes e impusieron su dominacin sobre la naturaleza y sobre otrospueblos, sea por conquista militar, econmica o religiosa. Correlacionando sus

    resultados con los de las investigaciones de Martha Hardmann sobre el aymarasurge un conjunto de hiptesis revolucionarias que obligan a repensar todo loque sabemos sobre la historia social precolombina, incluida la supuesta filiacinquechua de los incas del Cusco. Torero compar sus resultados con lostestimonios de los cronistas de la conquista y ech luz sobre cuestionesdesconcertantes, como el hecho de que cincuenta aos despus de la conquista laciudad del Cusco fuera una isla de quechua en medio de un mar de pueblosaymara parlantes (tiempo despus pude comprobar que tambin en Arequipa, yen particular en el Valle del Colca, el aymara segua teniendo una muy fuerte

    presencia an en el siglo XVII). Su trabajo ha sido singularmente fecundo,aunque por desgracia muchos de los que lo han utilizado no han reconocido sudeuda intelectual con l.

    JOS MARA

    Ha ledo usted mi ltima novela?. Jos Mara Arguedas se haba detenido,volvi sobre sus pasos, y tmidamente me plante esa pregunta. No doctor, anno. Entonces, me gustara obsequirsela. Nos dirigimos a su viejo Volswageny sac un ejemplar de Todas las sangres. Cmo apellida?, me pregunt. Acontinuacin escribi muy serio: Para el seor Nelson Manrique, con el aprecio

  • 8/7/2019 Alfredo Torero y Jos Mara Arguedas

    3/5

    E-mail: [email protected]

    Pgina

    3

    de Jos Mara Arguedas. Me entreg el libro, se despidi con esa su sonrisanica y se march a su oficina.

    Yo estaba boquiabierto. Estaba en el Centro Federado de Ciencias Sociales en laUniversidad Agraria cuando l asom. No recuerdo a quien estaba buscando,pero yo estaba solo en el local. Tampoco recuerdo cmo se inici laconversacin, aunque despus supe que era muy fcil hablar con l. Empez aconversar con tal simpata que se me quit la timidez y charlamosanimadamente de muchas cosas de las cuales no guardo memoria. Le interessaber si era provinciano y se anim an ms cuando le cont que era huancano.Por entonces yo ignoraba que l haba vivido en Huancayo cuando estudi lasecundaria. En algn momento le dije que estaba sorprendido de su incapacidadde sentir odio. Esto le intrig y me pregunto por qu. Imagino que El Sexto esautobiogrfico, doctor Arguedas, le dije. S, completamentecontest-, porqu?. Porque no se cmo despus de haber vivido todo eso usted puede estartan limpio de rencor. Qu alivio!, me contest con una gran sonrisa. Pensque se refera a otra cosa. Durante un tiempo fui director de la Casa de laCultura y eso me trajo unos dolores de cabeza que usted no se imagina. Slotiempo despus supe de su primer intento de suicidio, en la Casa de la Cultura.

    Corra junio de 1968 y Jos Mara Arguedas era ya una figura intelectual deprimer orden. En la facultad lo veamos a diario, yendo a clases, a su oficina, obuscando a sus dos grandes amigos, Manuel Moreno Jimeno y Alfredo Torero.Lo admiraba, como todos, pero esa era la primera vez que conversaba con l.Despus de un rato terminamos la pltica, nos despedimos y empezaba a irmecuando me llam y me obsequi su novela autografiada. Y era la primera vez(felizmente no la ltima) que conversamos!

    ALFREDOEstaba en Piura cuando recibimos la noticia de que Jos Mara Arguedas sehaba pegado un tiro. Algunos estudiantes de la Agraria habamos decidido dejarla universidad para irnos a trabajar con los campesinos, cuando la reformaagraria empezaba. La noticia nos dej aturdidos. Estaba con Rosita Guerracuando nos enteramos. Su primera reaccin fue: Cmo va a afectar esto aAlfredo Torero!. Yo saba que los dos eran muy buenos amigos pero ignorabahasta qu punto Alfredo se senta aislado, por razones ideolgicas, en launiversidad, y en qu medida ambos haban sido durante esos aos un respaldouno para el otro. Slo aos despus, cuando nos hicimos amigos, supe cunentraable haba sido la relacin entre los dos. El muy bandido se las arreglpara hacerme recorrer el lugar donde iba intentar suicidarse, horas antes de

  • 8/7/2019 Alfredo Torero y Jos Mara Arguedas

    4/5

    E-mail: [email protected]

    Pgina

    4

    hacerlo. Dos veces!, me cont Alfredo risueamente un da. Despus supe queArguedas le haba confiado los sobres con sus cartas pstumas, en la oficinadonde un momento despus se disparara el balazo definitivo.

    Siempre me sorprendi que nunca se tutearan, y que conservaran el formal tratode usted, pero creo que eso corresponda a la formacin de Jos MaraArguedas. Con Alfredo llegamos a tutearnos, a pesar de que nos separaba laedad; es evidente que se senta cmodo con el trato en confianza, pero lentenda que para Arguedas era fundamental la cortesa serrana que habaaprendido en su infancia.

    Alfredo Torero es, con el mayor derecho, una de las personas a las que puedollamar mi maestro. Curiosamente fue mi profesor apenas dos semanas, hasta queun receso universitario cancel definitivamente el curso de Introduccin a laLingstica que haba empezado a ensearnos. Pero, cuando decid virar desde lasociologa hacia la historia, l fue quien me gui en las lecturas imprescindibles.Fue el interlocutor con el que pude articular una visin del pas que me sirvipara comenzar. Tuve la suerte de tener excelentes profesores, pero con el tiempouno descubre que lo esencial se aprende de los maestros; aquellas personas que

    ejercen una influencia definitiva en nosotros.

    SOBRE HROES Y TUMBAS

    Alfredo Torero fue para mi generacin un maestro de ciencia y de vida. Suhonestidad, integridad y valor fueron la demostracin prctica de que siempre sepuede ser coherente con aquello en que uno cree, a pesar de lo difciles quepuedan llegar a ser las circunstancias. De una manera u otra siempre estuvo msbien solitario. No lo buscaba, pero tampoco le tema a la soledad. Afront los

    ltimos aos con la misma integridad con que vivi toda su vida.Convers por telfono con l pocas semanas antes de su muerte. Saba que sucncer era terminal. Estaba solo en Holanda, desconoca el idioma y no sabaqu iba a ser de l, pero mantena la entereza de siempre. Por fortuna, sushermanas pudieron llevarlo a Valencia y muri acompaado de sus seresqueridos, entre gente que hablaba su idioma. Con l muri su ilusin de poderretornar al Per. Una deuda ms que reclamarle al Per oficial.

    La vida tiene ironas y para m una de ellas es que la muerte sea motivo para

    volver a asociar a Jos Mara y Alfredo. Jos Mara Arguedas empieza a tener elreconocimiento que merece, pero su cadver no tiene descanso. En su ltimodiario? (el mismo que le confi a Alfredo y en que dej testimonio de su cario

  • 8/7/2019 Alfredo Torero y Jos Mara Arguedas

    5/5

    E-mail: [email protected]

    Pgina

    5

    por l) dej instrucciones muy detalladas sobre lo que quera que se hiciera consu cuerpo. Entre ellas no figura que se trasladaran sus restos.

    Alfredo Torero muri solo, lejos del pas que amaba y al que le dedic todo sutrabajo, desconocido para la mayora de los peruanos, que ni siquiera tienen ideade la magnitud de la prdida que signific su muerte para todos, y que ignoran laenvergadura de su legado intelectual. Ojal algn da se le brinde el homenaje deestudiarlo, de aprender de su inimitable magisterio. Que no sea su destino el quesus restos mortales se conviertan en un botn en disputa. Porque si no se trabajapor difundir y desarrollar sus ideas, los hroes culturales terminan siendofetiches, tiles para las ceremonias oficiales, despojados de lo que los pone porencima de su terrena mortalidad: su rol de guas permanentes de suscolectividades.