Alrededor del texto El motivo de la elección del cofre

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Alrededor del texto El motivo de la elección del cofre , recorreré algunas referencias que Freud tomó (King Lear y El mercader de Venecia de Shakespeare, el mito de las Moiras) para interrogar la relación entre la elección y el destino y la sustitución de la inexorabilidad de la muerte por la contingencia amorosa En lo que denominaré el primer período, existe un conjunto de escritos que aluden al destino fatal e inexorable del ser humano; la muerte es una Ananke (necesidad) cuyas diosas están representadas en las Moiras. Un texto ejemplar de este período es El motivo de elección del cofre (1913), quizás el primero donde encara directamente la problemática de la muerte a través del mito de las Moiras, las diosas de la muerte. Allí describe una escena de la obra de Shakespeare, El mercader de Venecia, donde la hermosa Porcia debe tomar por esposo a aquel que elija entre tres cofres el que encierra su retrato. Uno es de oro, otro es de plata y el tercero es de plomo. Aquellos que eligen los dos primeros se equivocan. Bassanio, que debe elegir el tercero, gana así a la novia, aunque no sabe cómo justificar la elección del cofre de plomo. Freud, luego de hacer referencia a otras historias y mitos donde también se plantea elegir, ya no entre tres cofres sino entre tres mujeres -y cuya suerte siempre recae en la tercera-, establece que esta elección está hablando de un desplazamiento en las diosas de la

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Alrededor del texto El motivo de la elección del cofre , recorreré algunas referencias que Freud tomó (King Lear y El mercader de Venecia de Shakespeare, el mito de las Moiras) para interrogar la relación entre la elección y el destino y la sustitución de la inexorabilidad de la muerte por la contingencia amorosa

En lo que denominaré el primer período, existe un conjunto de escritos que aluden

al destino fatal e inexorable del ser humano; la muerte es una Ananke (necesidad)

cuyas diosas están representadas en las Moiras.

Un texto ejemplar de este período es El motivo de elección del cofre (1913),

quizás el primero donde encara directamente la problemática de  la muerte a

través del mito de las Moiras, las diosas de la muerte. Allí describe una escena de

la obra de Shakespeare, El mercader de Venecia, donde la hermosa Porcia debe

tomar por esposo a aquel que elija entre tres cofres el que encierra su retrato. Uno

es de oro, otro es de plata y el tercero es de plomo. Aquellos que eligen los dos

primeros se equivocan. Bassanio, que debe elegir el tercero, gana así a la novia,

aunque no sabe cómo justificar la elección del cofre de plomo. Freud, luego de

hacer referencia a otras historias y mitos donde también se plantea elegir, ya no

entre tres cofres sino entre tres mujeres -y cuya suerte siempre recae en la

tercera-, establece que esta elección está hablando de un desplazamiento en las

diosas de la muerte, constituidas por las tres hermanas del destino, las Moiras,

Parcas o Nornas, de las cuales la tercera se llama Atropos, la inexorable.

De esta manera la elección ocupa el lugar de la necesidad. Así el ser humano

ilusoriamente vence a la muerte: uno elige dónde en la realidad debe obedecer a

la compulsión, al destino. De esta manera no elige a lo más temible sino a lo más 

hermoso y deseable.

El mismo Freud en “El motivo de la elección del cofre”... aquel texto de 1913, en el que trabaja la cuestión de “la elección que un hombre hace entre tres mujeres”, a partir de dos escenas de Shakespeare: El mercader de Venecia, -donde la elección de los cortejantes se realiza entre tres cofrecillos que Freud

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decide, por sustitución simbólica, considerar tres mujeres-, en el que la hermosa y prudente Porcia está obligada, por voluntad de su padre a tomar por esposo sólo a quien escoja el correcto de tres cofrecillos que se le presenten: uno es de oro, otro de plata, y el tercero de plomo (el correcto es aquel que encierra su retrato). Después del fracaso de dos pretendientes que escogieron oro y plata, Bassanio, el tercero, se decide por el plomo, y gana de ese modo a la novia, de quien curiosamente, ya poseía las simpatías, antes de la prueba del destino. Es en este caso el tercer metal entonces, el plomo, el dispensador de fortuna.1 Y la otra escena a la que hace referencia, es aquella en la que el viejo Rey Lear decide repartir en vida su reino entre sus tres hijas, según la medida del amor que le profesen. Las dos mayores se deshacen en juramentos de amor y alabanzas, en tanto que la tercera, Cordelia, se rehúsa a hacerlo. El rey no reconoce este amor recatado y silencioso de la menor, y reparte su reino entre las otras dos, para su propio infortunio y el de todos. Freud recurre también a cuentos populares como el de Cenicienta, y a creaciones poéticas que tienen por contenido la misma situación. 

Bueno, les decía que en “El motivo de la elección del cofre”, Freud afirma que “La libre elección entre las tres hermanas no es en verdad libre, pues necesariamente tiene que recaer sobre la tercera…”

Se pregunta: ¿quiénes son estas tres hermanas y por qué la elección recae sobre la tercera? Propone mantener la osadía de valerse de una aplicación de las técnicas psicoanalíticas para resolver su enigma... Y dice: “…Puede llamarnos la atención que aquella tercera mujer, tenga en varios casos además de su hermosura ciertas particularidades…”. Y aquí se detiene ante unos indicios bien interesantes... Encuentra que reiteradamente, aparece en ellas la mudez como atributo, ya sea en forma directa o en otras que considera asimilables: el ocultarse de Cenicienta; la palidez del plomo, en comparación con la naturaleza estridente del oro y la plata, en Porcia; la modestia en Cordelia que ama y calla... y se decide finalmente a concentrar en “la mudez”, las peculiaridades de esta tercera mujer.

Conviene recordar que, la mudez es en el sueño una figuración usual de la muerte: en un recorrido sobre el papel y origen de las diosas del destino, realiza después un desplazamiento donde “la tercera”, pasa de ser una muerta a ser la muerte misma, la diosa de la muerte. Si nos atrevemos a continuar por este camino, y aceptamos que la tercera de las tres hermanas entre quienes se realiza la elección es la diosa de la muerte, señala, nosotros las conocemos: son las tres hermanas que presiden el reparto de los destinos: las Moiras o las Parcas que tienen en sus manos una especie de poción, un phármakon, capaz de curar o matar. Son las guardianas del orden en la vida humana, como las Horas de la legalidad natural. Laquesis, parece designar lo azaroso, diríamos: el vivenciar. Luego, Atropos es lo inexorable, la muerte, y entonces para Cloto resta el significado de la disposición fatal, congénita.

¿Qué queda por resolver a Freud? La aparente contradicción de que la elegida (la más hermosa, la más prudente, la única hija fiel) sea la diosa de la muerte. “…en nuestro motivo, -nos dice- eligiéndose libremente entre tres mujeres, la elección siempre recae sobre la muerte; y nadie elige la muerte, de quien se es víctima por una fatalidad”.

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Es la sustitución por el contrario, habitual en el trabajo analítico, lo que le permite sortear esta aparente contradicción. La reacción frente al hecho de estar sometido a la inexorable ley de la muerte fue la creación de un mito donde la diosa de la muerte, es reemplazada por la diosa del amor.

Es sabido que el hombre usa la actividad de su fantasía para satisfacer sus deseos insatisfechos. Así, la diosa de la muerte se transforma en la más apetecible y amable de las mujeres. Esta sustitución se halla facilitada por una antigua ambivalencia, una primordial identidad... La Afrodita griega, -nos recuerda-, diosa del amor, la seducción y la belleza, no carecía de todo vínculo con el mundo subterráneo2. La Noche y El Día: voracidad que destruye y fecundidad que produce...

Un nexo primordial entre ambas diosas, es lo que permitió la consumación de esta sustitución, y es en esta misma consideración donde Freud encuentra la respuesta sobre el origen de aquel rasgo de la elección en el mito de las tres hermanas. Ha sobrevenido también aquí un trastorno de deseo... La elección ocupa el lugar de la necesidad, la fatalidad… Uno elige ahí donde en la realidad efectiva

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