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Desde América Latina:

Balance y perspectivas del FSM Gustavo Codas

La primera gran rebelión popular espontá-nea a nivel nacional contra la globalización

neoliberal fue el Caracazo de 1989. En 1992, un grupo de militares venezolanos rebeldes, liderados por Hugo Chávez, trató de darle ex-presión política.

En 1990, en medio del desconcierto provocado por la crisis final del socialismo burocrático, a iniciativa del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y con apoyo del Partido Comunista Cu-bano (PCC) de Fidel se realizó el primer Foro de Sao Paulo con participación de un amplio abanico de partidos progresistas y de izquier-da de toda América Latina, para debatir estra-tegias políticas para salir del reflujo en que se encontraban en la lucha contra el neoconser-vadurismo.

La primera acción contra-hegemónica articu-lada internacionalmente fue la campaña por los 500 años de resistencia indígena, negra y popular que diversas organizaciones latinoa-mericanas desplegaron en torno a las conme-moraciones de 1992.

La primera respuesta política a la globaliza-ción neoliberal organizada a nivel nacional y con proyecciones mundiales fue el levanta-miento indígena zapatista del 1o de Enero de 1994. El sector más marginado y excluido, so-cialmente más “atrasado” del hemisferio, los indígenas pobres de México, se alzaron contra la expresión más “moderna” de la ofensiva neoliberal, el NAFTA, el Tratado de Libre Co-mercio de América del Norte.

La primera gran manifestación contra los efectos del neoliberalismo en el Norte fue la huelga general de 1995 que sacudió a Francia y cuestionó el marasmo del otrora poderoso sindicalismo europeo que había construido el estado de bienestar y ahora impotente, lo veía desmoronarse.

La primera victoria electoral duradera de un proyecto político alternativo al neoliberalismo fue la de Chávez en 1998. Casos anteriores como el de Aristide en 1991 en Haití, no resis-tieron a las presiones de la derecha y el im-perialismo y fracasaron o desviaron su curso.

En 1996, en el Encuentro Intergaláctico con-vocado por los zapatistas en Chiapas, México, convergieron en un mismo espacio por prime-ra vez muy diversos sujetos sociales y políticos del Norte y del Sur del mundo, todos con el común denominador de estar dispuestos a en-frentar al neoliberalismo.

En 1999 en las manifestaciones contra la Orga-nización Mundial del Comercio (OMC) en Seatt-le, Estados Unidos, venciendo desconfianzas mutuas, se juntaron tanto los “nuevos” mo-vimientos como muchas de las organizaciones sociales “tradicionales” de todo el mundo en la primera manifestación con representantes internacionales con una amplia diversidad po-lítico-ideológica, pero todos contra la globali-zación neoliberal.

Hacia 1997 surge la Alianza Social Continental (ASC) donde nuevos y tradicionales movimien-tos de todo el hemisferio se unen para cues-tionar el ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas, proyecto estrella del imperialismo norteamericano para el continente.Gustavo Codas es periodista y economista

paraguayo, máster en relaciones internacionales.

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Todos esos procesos y eventos ocurrieron en un contexto mundial aún dominado por el empu-je político, económico y cultural global neoli-beral. Es decir, eran luchas a contracorriente, contra-hegemónicas, pero bajo un ambiente ampliamente favorable al capitalismo neoli-beral y a las fuerzas sociales y políticas a él asociadas. Cuando la Cumbre de los Pueblos organizada por la ASC en Quebec, Canadá, en abril del 2001, paralela a la cumbre oficial de presidentes, apenas un gobernante de los 34 presentes expresó su descontento con el ALCA y su proximidad con los movimientos contesta-tarios: Hugo Chávez, de Venezuela.

En ese contexto aún de defensiva frente al pensamiento único neoliberal y a la oleada ideológica del fin de la historia, en el Foro So-cial Mundial (FSM) de Porto Alegre en enero de 2001 se intentó armar un escenario para que todos esos actores tan diversos convergieran. Se buscaba que encontraran sinergias entre sí. Que intercambiaran diagnósticos. Se conocie-ran programáticamente. Decidieran acciones conjuntas cada vez que así lo quisieran. Fue como un punto de apoyo para muchas agen-das: el FSM fue importante en ese momento en que las luchas se presentaban dispersas en muchos puntos del planeta para interconec-tarlas, asociarlas, internacionalizarlas.

Dentro de esa perspectiva, el primer Foro abrigó la Asamblea de Movimientos Sociales (AMS) que desde un inicio tuvo un fuerte pro-tagonismo para buscar agenda de acciones comunes. Fue una iniciativa de las organiza-ciones de la Vía Campesina Internacional, del sindicalismo combativo de varios países y de la Marcha Mundial de las Mujeres, entre otras. El acierto de su enfoque se vio cuando, des-de el Foro Social Europeo de noviembre del 2002 en Florencia, Italia, y el FSM de enero del 2003 en Porto Alegre, la AMS acordó im-pulsar el día de acción global contra la guerra de Estados Unidos contra Irak que movilizó a millones de personas alrededor del mundo. Finalmente, la globalización neoliberal encon-traba una respuesta a la altura, y se cumplía la convocatoria de la internacional campesina de “¡Globalizemos la lucha!”.

Hoy la situación mundial y regional, del capi-talismo y de las fuerzas que le adversan, es otra. Y desafía no solamente al FSM sino a otras expresiones de los movimientos interna-cionales o regionales que se han opuesto al neoliberalismo en todos esos años. Es así que también está en rediscusión la ASC que tan im-portante papel jugó para derrotar al ALCA en la campaña continental que culminó victorio-sa en el 2005 en Mar del Plata.

Desde la victoria electoral de Chávez en 1998, buena parte de América Latina ha conocido victorias electorales presidenciales de fuerzas progresistas. Aunque también hubo dos golpes victoriosos de la derecha, en Honduras, 2010, y Paraguay, 2012. En los países con gobier-nos progresistas los movimientos sociales se enfrentan a desafíos diferentes al de la oposi-ción frontal a proyectos políticos neoliberales; pero el hecho es que esos movimientos mu-chas veces tienen puntos de vista diferentes y hasta contradictorios con los gobiernos pro-gresistas en temas clave.

Esas experiencias de gobiernos progresistas son muy diversas. Su mínimo común denomi-nador es su oposición a la hegemonía imperia-lista norteamericana. Es un “piso” de conver-gencia de esos gobiernos con los movimientos sociales. Pero ¿qué pasa en los varios casos donde en el resto de la agenda hay posturas diferentes y hasta contrapuestas? Y reconoz-camos que eso ocurre no solamente en las experiencias progresistas más tímidas (como las del Cono Sur, que no obstante su relativa-mente bajo perfil programático fueron clave para parar el ALCA en el 2005), sino incluso en procesos que son claramente revolucionarios. O ¿no es ese el caso del conflicto del gobierno Evo Morales con algunos sectores indígenas en relación al TIPNIS en Bolivia? (sin entrar a dis-cutir ¡quién tiene la razón!)

La década de 1990 estuvo marcada por la sensación de victoria del unilateralismo nor-teamericano inaugurado en la primera guerra de Irak. Pero de unos años para acá, las pla-cas tectónicas del poder mundial se están mo-viendo. EE.UU. no han perdido su condición

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de primera potencia económica, geopolítica y militar, pero diversos otros polos le disputan regionalmente (el caso más claro es China) y buscan articularse a nivel mundial. Desde los gobiernos progresistas existen pocas dudas sobre la necesidad de jugar esa partida, en los términos en que está colocada: que sur-jan varios polos X unipolaridad de los EE.UU. ¿Es posible pensar la geopolítica mundial des-de los movimientos o solamente pensaremos las reivindicaciones generales de los sectores representados? ¿El internacionalismo de los movimientos sociales tiene algo que decir en relación al rediseño del poder mundial inter-estatal?

Las recetas neoliberales entraron en crisis ideológica final durante el colapso capitalista del 2008. Pero, en muchos casos continúan siendo aplicadas, sobre todo en el Norte, in-cluso sin el soporte de alguna legitimidad. Aún operan en el terreno ideológico abierto en la década de 1980 por la recientemente fallecida M. Thatcher, aquello de “no hay alternativa” (TINA, por su sigla en inglés) al neoliberalis-mo. Porque si hay ideas alternativas, en gene-ral no han surgido fuerzas políticas capaces de impulsar programas alternativos. Ya no basta con hacer la crítica del capitalismo neoliberal, hay que afirmar una contrapropuesta y orga-nizar una fuerza política mayoritaria con ese programa. Los movimientos sociales y ONGs (a los que en el Foro se les mal denomina “so-ciedad civil” como separados o contrapuestos a los partidos políticos y gobiernos de izquier-da) se caracterizan por su fragmentación. Los partidos políticos de izquierda y progresistas que sobrevivieron, están signados por su atra-so programático. ¿De dónde saldrá la respues-ta? Apenas en Grecia parece estar cuajando la combinación de protestas con la construcción de una fuerza contra-hegemónica, política y social, que impulse un programa de supera-ción de la crisis. Importante, pero para una generalizada crisis europea, es muy poco.

Las fuerzas políticas de inspiración religio-sa musulmana hace tiempo se constituyeron como uno de los principales polos antiimperia-listas mundiales y sin embargo tienen hartas

diferencias de visión del mundo con el grueso de los movimientos sociales occidentales. ¿Es posible tender puentes? ¿Con cuál metodolo-gía, con cuáles objetivos?

De hecho, los acontecimientos nos han reba-sado a todos y todas. Las revoluciones anti-dictatoriales árabes y los movimientos de in-dignados y otros en Europa y Estados Unidos han tenido sus propias dinámicas por fuera del FSM o de las articulaciones que se crearon o fortalecieron a partir del FSM. Es decir, ningu-na articulación ni espacio internacional o re-gional los ha lanzado ni orientado ni cobijado.

Los dos procesos políticos que más han busca-do superar límites de los antiguos regímenes democrático-neocolonizados, la revolución bolivariana en Venezuela y la revolución pluri-nacional en Bolivia, son iniciativas de fuerzas políticas en función de gobierno acicateadas por el cerco capitalista a esas experiencias. Y si han desarrollado movilizaciones sociales po-derosas, en ellas no han germinado movimien-tos sociales que expresen el nuevo momento y que lo empujen.

No es posible que toda esa diversidad pueda ser incluida en un sólo proceso o espacio. Por un buen tiempo aún habrá que continuar en la diversidad de iniciativas y eso puede ser bue-no, si lo trabajamos correctamente.

Necesitamos que en cada una de esas expe-riencias se vayan asentando conquistas comu-nes, aspectos sobre los que ya convergimos, síntesis posibles. Es necesario mantener abiertos los diálogos, en la comprensión que hoy día no hay partidos-guía, no hay faro del mundo, no hay partido de la revolución mun-dial dictando recetas contra-hegemónicas, y si hay buenas teorías críticas de la civilización que muere, no hay síntesis aún de cuáles se-rían las alternativas.

En el FSM, desde la “sociedad civil”, se criti-có el dirigismo de los partidos políticos y de los gobiernos de izquierda del siglo XX. Había razón en la crítica, pero faltaba visión auto-crítica sobre sus propios límites. Los adminis-

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tradores del FSM –su consejo internacional, sus comités organizadores- priorizaron su institucionalización y el control de “su marca” antes que tratar de interpretar los aires de mundo. Y esos aires fueron unos antes de su crea-ción, otros en sus primeros años y desde unos cuatro años atrás a nivel global presentan oportunidades inéditas.

El FSM algunas veces y en ciertas circunstancias ha sa-bido ser flexible, y si aquellos que lo administran se sintoni-zaran más con estos tiempos, se ofrecería hoy como un es-pacio donde amigablemente toda esa complejidad pueda encontrarse, sin condiciones, superando dogmas del propio Foro, buscando síntesis polí-ticas que permitan construir fuerzas con capacidad de dis-putar el poder con una pers-pectiva política superadora de las experiencias fracasa-das del siglo pasado.

El mundo de las luchas con-tra-hegemónicas y de los en-sayos de alternativas en el siglo XXI es ancho, muy diver-so a lo largo del planeta y sin dueños. Mejor así. Proba-blemente no cabe en un solo espacio, por más abierto y flexible que sea. Para que en ese nuevo contexto el proce-so Foro sea algo más que un pasado importante, tiene que estar abierto y en vez de tra-tar de absorber las energías o cercenarlas de acuerdo a cri-terios pre-establecidos, tiene que definir un nuevo método que ayude a liberarlas.

El Foro Social Mundial (FSM) es hoy amplia-mente reconocido como un gran movimien-

to. Con su diseño de espacio abierto para propiciar la convergencia, y sobre todo, con su lema “¡Otro mundo es posible!”, ha sido un estímulo para muchas personas en la Tie-rra –preocupadas por el estado del planeta en que vivimos– y es visto como una importante contribución a la siembra, incubación y sos-tenimiento, no sólo de movimientos sociales y políticos para el cambio, sino también de la esperanza.

Más de una década después, no hay duda que el FSM continúa haciéndolo y propiciando oportunidades para que los pueblos de dife-rentes culturas puedan reunirse y aprender sobre la realidad global. La experiencia de la última reunión mundial del proceso FSM en Túnez, en marzo de 2013, es un ejemplo, y hay incluso quienes sostienen que la forma-ción y la experiencia del FSM en la década anterior en algunos aspectos contribuyeron a sembrar e inspirar las otras olas de movi-

El FSM como proceso histórico:

¿Aprender haciendo?

Jai Sen

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mientos que han estallado con fuerza en todo el mundo desde 2011, como las rebeliones en el Norte de África y Asia occidental, el movi-miento Occupy en Norteamérica y Europa, e incluso durante la década anterior, en América del Sur y otros lugares.

Pero si tomamos distancia, podemos percibir que, aun después de más de una década de este proceso extraordinario, mientras que en términos políticos estamos viviendo tiempos de avance de la resistencia, a la vez, en con-creto el mundo se ve un tanto distinto de lo que era en 2000 cuando el FSM comenzó, y en algunos aspectos a nivel global parece que es-tamos viviendo un momento aún más precario y peligroso. Y en este contexto, el FSM ha sido periódicamente objeto de fuertes críticas por ser demasiado volcado a la tertulia y, más que eso, por ser en realidad no tanto un espacio para la reflexión y la acción radicales, cuanto que una corriente moderada y moderadora, un poco alejado del mundo real.

Una variante de esta versión, en 2007, fue el argumento contundente de que el FSM tal vez ya había hecho lo que podía y que era hora de virar la página. ¿Se trata sólo de una cuestión de diseño del FSM, o será que su política en realidad no amenaza el imperio -incluso cual-quier imperio, sea estructural o político-? Son preguntas difíciles y complejas, pero hay que abordarlas.

Es precisamente por estas razones –el hecho de que, por un lado, el FSM es tan ampliamen-te celebrado y, por otro, que se enfrenta a las actuales condiciones emergentes– que se hace tan necesario y útil tomar una cierta distancia para mirar críticamente al FSM como proceso histórico. Como muchos han dicho, sin em-bargo, el FSM es demasiado grande, complejo y rico para que cualquier reflexión por sí sola pueda expresar su plenitud. Por lo tanto, lo que sigue es un intento a brocha gruesa de mirar sólo ciertos aspectos del mismo1.

1 Este artículo es una versión abreviada de un ensayo más largo con el mismo título que está dispo-nible en inglés en [http://alainet.org/active/63440]. La versión más larga se basa en la Sección II de un

Antecedentes

La historia oficial del FSM dice que fue conce-bido por algunos militantes sociales de larga trayectoria, brasileños y franceses, durante el año 2000, como contrapunto al Foro Eco-nómico Mundial y como plataforma para la construcción de la oposición a la globaliza-ción neoliberal; que comenzó con una primera reunión en Porto Alegre, Brasil, en enero de 2001, y que desde entonces ha florecido en gran parte del mundo.

Sin entrar aquí en detalles, hay razones para pensar, sin embargo, que lo que se convirtió en el FSM estuvo, de hecho, en gestación desde algunos años antes –aproximadamente desde 1996-1997–, cuando el concepto y el nombre se presentaron por primera vez en reuniones en Europa, y donde lo que se convirtió en su lema “¡Otro mundo es posible!” fue escrito por primera vez, en 1999. Entonces, lo que se ha convertido en el fenómeno que hoy ve-mos no fue conceptualizado de golpe, sino du-rante varios años por los miembros de ciertas organizaciones civiles progresistas, tanto del Norte como del Sur –en términos generales de tendencia socialista– como un instrumento de la política mundial contra-hegemónica; y por lo tanto debe entenderse como una interven-ción estratégica muy particular dentro de un paisaje mucho más amplio de luchas sociales y políticas, con distintas orientaciones ideo-lógicas.

Vale recordar que el FSM fue una de las va-rias corrientes de movimiento social ‘global’ activas durante ese período. Se lo ve más frecuentemente como una importante mani-festación de una explosión de un movimiento ‘anti-’ o ‘alter-globalización’ (o lo que otros denominan “el movimiento global de justicia

ensayo mío en un libro reciente (Jai Sen, 2012c – ‘Towards Understanding the World Social Forum: Three Proposals’, in Jai Sen y Peter Waterman, eds, 2012 – World Social Forum: Critical Explorations. Volume 3 de la serie Challenging Empires New Delhi: OpenWord.) Sin embargo he revisitado y revisado sustancialmente las ideas allí discutidas, y doy las gracias a ALAI por esta oportunidad de hacerlo.

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y solidaridad” o “el movimiento por la justicia global”) que se visibilizó en la gran “Batalla de Seattle” contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) a finales de 1999 –y que algu-nos sostienen fue inspirado por el estallido za-patista de 1994–. Un proceso paralelo, menos conocido pero influyente de acción colectiva mundial, que surgió antes del FSM, pero en los años subsiguientes a veces también se reu-nió en ese marco, fue la Acción Global de los Pueblos (AGP), que se formó en los años ‘90, principalmente a partir de la acción zapatista de 1994 y luego de los encuentros “intergalác-ticos” que los zapatistas convocaron en 1996 y 1997. Otro proceso significativo durante esos años fue la Campaña de Jubileo contra la Deu-da.

Si bien 1999 es más conocido por ‘Seattle’, esta lucha fue de hecho precedida ese mismo año por grandes manifestaciones de acción di-recta en Europa y América del Norte, que iban a continuar hasta 2001.

Los organizadores del FSM eran sin duda cons-cientes de todo esto, y hasta cierto punto al menos, deben haber diseñado su muy ambi-ciosa intervención –que era una más de este proceso– con miras a cumplir roles específicos dentro de este panorama.

A su vez, esta explosión del movimiento vino a la cola de dos décadas durante las cuales las luchas y movimientos sociales transnacionales se fueron articulando, desde finales de los ‘70 y en los ‘80 en la forma de campañas sociales transnacionales en torno a temas específicos, como los proyectos de desarrollo financiados por el Banco Mundial, con acciones de solida-ridad en el Norte, y las protestas en el Sur contra las “políticas de ajuste estructural” impuestas a los países por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Du-rante la década de 1990, la atención se centró en el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y la OMC, y también contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) y luego las protestas se multiplicaron en 1999 y durante la primera parte de los 2000.

Esta ola de luchas transnacionales, a su vez, tuvo lugar en el contexto de una historia más larga aún de luchas más nacionales contra el colonialismo y de la profundización de luchas locales en el Sur contra la persistencia del racismo, del sistema de castas y del colonia-lismo interno, como por la democracia y los derechos democráticos; y también de los mo-vimientos feministas, de la teología de la libe-ración, ambientalistas, contra la guerra y por los derechos civiles, así como los movimientos contra el apartheid, entre otros –movimientos cuya sensibilidad hoy atraviesa el FSM–.

De igual importancia –sobre todo con rela-ción a la formación del FSM y su ubicación en Brasil– fueron los grandes acontecimientos en Latinoamérica durante este período, en Bra-sil, Bolivia y Argentina, entre otros. Estos incluyeron la formación histórica del Partido de los Trabajadores en Brasil, a inicios de los ’80 y las campañas electorales de Lula a la presidencia de Brasil a partir de 1989, con su triunfo en 2002; la elección aún más histórica de Evo Morales como presidente de Bolivia en 2005, el primer indígena de la clase trabaja-dora en recibir tal mandato; y la histórica lu-cha del pueblo argentino en las calles a inicios del siglo, luego de que el FMI había puesto al país de rodillas durante los ‘90.

En estas circunstancias, debemos considerar la posibilidad de que la forma particular de organización y cultura por la que el FSM es hoy tan ampliamente celebrado, la de ser un espa-cio abierto, fue tal vez conceptualizada muy específicamente como un medio hacia unos fines políticos muy particulares, que los orga-nizadores tenían en mente con respecto a este universo más amplio de movimiento cada vez más turbulento. Tentativamente, planteo que esto se podría resumir como un énfasis en la deliberación y no en la acción o, por ejemplo, en lo que se conoce como “la política prefigu-rativa”, o sea, vivir en la práctica el cambio que se quiere conseguir.

Si bien cada uno de estos elementos están dialécticamente vinculados entre sí, y cierta-mente no opuestos (y es por eso que me in-

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teresa tanto el FSM), sostengo que el poner énfasis en el uno puede dar lugar a que no conduzca necesariamente al otro. Parte de nuestra búsqueda para entender el FSM –en la historia y ahora– debe dirigirse, por lo tanto, a entender si este ha sido el caso; y si lo es, de qué forma y cultura se trata, por qué sus fundadores eligieron este camino y cuáles son las implicaciones para la justicia y el cambio social.

“La sociedad civil”

En suma, mantengo que un aspecto clave de lo dicho es que el FSM es una creación e instru-mento de la sociedad civil, y que el carácter genético de clase y casta de la llamada “so-ciedad civil” ha contribuido en gran medida al papel que ha desempeñado a lo largo de los últimos trece años y que, por lo general –con algunas excepciones– sigue desempeñando.

Como se afirma en su Carta de Principios, el FSM “reúne y articula a entidades y movimien-tos de la sociedad civil de todos los países del mundo, pero no pretende ser una instancia de representación de la sociedad civil mun-dial...” (cursivas mías)2. Hago hincapié en el término “sociedad civil” porque, si bien este término se utiliza en forma vaga para referirse a toda la sociedad que “no es gobierno”, de hecho disfraza divisiones estructurales agudas dentro de las sociedades y la manera en la cual sectores dominantes de todas las sociedades, que se asignan a sí mismos esta descripción muy positiva de ser ‘civil’, discriminan y opri-men a otros sectores de la sociedad. Esconde la realidad de sociedades civiles que en todo el mundo asumen como su deber histórico el ‘desarrollar’ y ‘civilizar’ el mundo a través de la colonización interna y externa, e incluso, cuando es necesario, mediante la represión y el sometimiento.

El punto que planteo aquí es que algunas de

2 Artículo 5 de la Carta de Principios del Foro So-cial Mundial, Comité Organizador del FSM y Consejo Internacional del FSM. Versión revisada, junio de 2001. Disponible en http://www.forumsocialmundial.org.br/main.php?id_menu=4&cd_language=4

estas tendencias también han estado presen-tes dentro del FSM, en tanto creación de la sociedad civil, y en una etapa de la historia en que (como siempre en la historia) impor-tantes sectores sociales que han sido carac-terizados como lo que llamo ‘inciviles’ están luchando para construir sus propias vidas de acuerdo con sus propias tradiciones y valores, como también para resistir a la dominación y colonización que enfrentan sin descanso. Por un lado, y aun cuando el artículo antes citado afirma que “[el FSM] no pretende ser una ins-tancia de representación de la sociedad civil mundial”, durante la última década y más, el Consejo Internacional del proceso del FSM (y en general, el FSM en su conjunto) se ha con-vertido en un espacio clave para la construc-ción de alianzas entre los sectores líderes de la sociedad civil de todo el mundo, hecho que no sólo significa la coordinación para la acción colectiva, sino también una concentración de poder, en los niveles nacional, regional y glo-bal, aun cuando hasta ahora no se ejerce de esa manera.

Por otro lado, y como argumenta Janet Con-way:

.... [El FSM] es simultáneamente una de las mejores expresiones de las tradicio-nes emancipatorias de la modernidad occidental y un sitio para la reproduc-ción de sus contradicciones, jerarquías y exclusiones. El Foro Social Mundial produce ‘otros’ que se relegan a sus bor-des, sus márgenes3.

.... En su afán por incorporar, y toda-vía repleta de visiones de un único mo-vimiento contrahegemónico, el FSM es un proyecto totalmente modernista que privilegia y produce sujetos mo-dernos, mientras margina a otros cuyos posicionamientos exponen el carácter inevitablemente específico, limitado, y posiblemente peligroso de cualquier

3 Janet Conway, 2012 - Edges of Global Justice: The World Social Forum and its ‘Others’ (London y New York: Routledge), pp 1 y 2.

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emprendimiento tan inclusivo y utópi-co4.

El hecho que esta amplia cuestión (que algu-nos llaman la ‘ONGeización’ del FSM, pero que en mi criterio es mucho más estructural) es ahora también un asunto de gran preocupa-ción para al menos algunos miembros del li-derazgo del FSM, se volvió muy evidente hace poco, con la publicación y la circulación en el Foro de Túnez de un pronunciamiento de la Central Única de Trabajadores (CUT) del Brasil que expresa una crítica acerba de cómo algu-nos de los fundadores, pertenecientes a orga-nizaciones civiles, han usurpado el liderazgo y marginado a los movimientos de masas5.

Entonces, durante la última década y más, el FSM ha sido un proceso extraordinario, pero considero que también necesita tener una lec-tura política en estos términos. En este inten-to de diseñar el FSM como un proceso históri-co, lo que sigue explora este terreno6.

¿Aprender haciendo?

Desde su formación en 2001, el FSM ha cele-brado sus reuniones mundiales en Porto Ale-gre, Brasil (2001 a 2003 y 2005); en Mumbai, India (2004); en Bamako (Malí), Caracas (Ve-nezuela) y Karachi (Pakistán) en 2006; en Nai-robi, Kenia (2007); en Belém, Brasil (2009); en Dakar, Senegal (2011); y en Túnez (2013).

En este trayecto, a las reuniones ‘mundiales’ del proceso del FSM se ha sumado una pro-

4 Conway 2012, p 18.

5 Comité Ejecutivo Nacional de la CUT Brasil, sf, c. marzo 2013 - “Em defesa de um Fórum Social Mun-dial autônomo, plural e representativo”. http://goo.gl/fklLK Documento repartido en el Foro de Túnez. La CUT fue una de las organizaciones fundadoras del Foro Social Mundial, y junto con el MST (Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra), representó a los movimientos de masas en esta iniciativa. El docu-mento manifiesta su oposición a cómo ha cambiado el carácter social y político del FSM.

6 La siguiente sección es una versión muy abrevia-da de la discusión completa que está disponible para quien le interese, en la versión mencionada en la nota 1.

liferación de foros sociales a nivel regional, continental, nacional y local, que van desde los Foros Europeos cada año desde 2002, el Foro Social Asiático en 2003 y el Foro de las Américas cada dos años desde 2004, hasta, por ejemplo, el Foro Social de Quebec en 2007 y el Foro Social de EE.UU. en 2007 y 2010, así como foros temáticos, por ejemplo, sobre Drogas y Militarización, en Colombia en 2003.

En definitiva, ha sido un proceso extraordina-riamente rico que ha evolucionado enorme-mente durante estos trece años. Sin embargo, aparecen ciertas pautas que resultan preocu-pantes en términos de lo que aparentemente es su objetivo –y que se entiende comúnmente como su objetivo–: la construcción del poder social.

Una primera pauta es el grado en que las gran-des ideas y los conceptos macro-estratégicos establecidos para el FSM –inicialmente por el grupo fundador y, a continuación, en términos formales por su Consejo Internacional y/o sus órganos regionales– han dominado y eclipsado las ideas generadas por y a través de eventos auto-organizados, por los que el FSM es cé-lebre. Si bien muchas de las reuniones del Foro Social Mundial en efecto han sido grandes celebraciones de convergencia vividas en el terreno, con una gama de preocupaciones ex-traordinariamente amplia, los grandes temas globales –en primer lugar, la oposición a la glo-balización, luego a la guerra, posteriormente al neoliberalismo en general– se han converti-do en el eje del FSM, y no así las preocupacio-nes expresadas ‘desde abajo’.

Una segunda pauta es la prudencia, la casi renuencia, con la que el FSM –a pesar de su supuesto compromiso con la justicia social– ha interactuado con los ‘inciviles’, quienes des-pués de todo son las principales víctimas de toda injusticia; la forma casi colonial en la que a veces se les ha tratado, como en Belém, y la manera en que (salvo excepciones, como el Foro Social de los EE.UU. y tal vez el Foro de Mumbai) los movimientos de masas tienden a ser marginados dentro del proceso del FSM.

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Una tercera pauta es el grado en que el FSM parece haberse atado a ‘la universidad’, de forma político-cultural, prefiriendo desarro-llar sus reuniones en dichos campus, detrás de sus muros, en gran medida aislado de la ciu-dad (y desde 2007, también con guardias ar-mados encargados de la ‘seguridad’), en lugar de integrarse en y con la sociedad en general. Supongo que esto ha sucedido, simplemente porque la sociedad civil se siente cómoda y segura en este tipo de entorno. Y si bien el FSM brevemente salió de esta pauta en 2004-6, desde 2009 parece haber retrocedido a ta-les confines y verse a sí mismo en términos de las relaciones sociales convencionales que existen entre la universidad y la sociedad en general.

Por último, una cuarta pauta es el grado en que el FSM ha sido –en medio de toda la con-vergencia y la celebración de la diversidad– primordialmente un proceso de concentración de ciertos sectores de la sociedad civil, tanto a nivel de su liderazgo como de la interacción general, más no de la transformación social.

Este resumen sintetiza bastante genéricamen-te algunas de las principales características de la experiencia del FSM en sus primeros trece años, de 2000 a 2013, en términos de la dia-léctica de la civilidad que considero ha jugado un papel importante en la formación, evolu-ción y política del FSM en tanto proceso histó-rico. Quiero destacar tres puntos.

En primer lugar, si bien en términos formales fue concebido y configurado –por los intelec-tuales y activistas de la sociedad civil– como instrumento de la política contra-hegemónica contemporánea, lo cual incluye implícitamen-te la transformación social, y siendo que ha ganado un cierto perfil en estos términos, considero que esto no es necesariamente lo mismo que ser un espacio o un vehículo para la transformación social, y que las dos cosas no pueden equipararse automáticamente. Es más, este es el caso porque el FSM es una cria-tura más bien moderada en términos políticos, y que por necesidad ha priorizado la delibera-ción –que casi por definición es civil– sobre la

lucha social, que a veces amenaza ser incivil. Entiendo que esta es la causa de la tendencia en el FSM a marginar el movimiento, llegando incluso a desviar energía del movimiento.

Más bien estimo que lo más significativo del FSM es que ha sido una iniciativa muy impor-tante y muy exitosa de ciertos sectores de la sociedad civil de gran parte del mundo, del Norte y del Sur, en términos de la política y los objetivos a largo plazo de la sociedad civil: esto es, como mínimo, tratar de establecer liderazgo y hegemonía sobre lo que denomi-na la contra-hegemonía, y más allá de esto, aumentar su influencia en el ámbito social y político de la sociedad en general, incluyendo la sociedad incivil.

Y en tercer lugar, respondiendo a mi propia pregunta, concluyo que en efecto es una ini-ciativa que ha estado aprendiendo, evolucio-nando y ganando fuerza en su trayectoria –lo que, en principio, es siempre bueno– pero que, salvo excepciones como el Foro Social de EE.UU., estas lecciones hasta ahora no han abordado la construcción del poder social, sino la construcción de poder de la sociedad civil.

En consecuencia, pienso que las preguntas que tenemos que plantear son: “aprender ha-ciendo, sí, ¿pero para qué fines?” ¿Será que el diseño del FSM y el carácter político de su dirección hacen que estas tendencias sean in-evitables, o será que el FSM, como idea, tie-ne el potencial de romper el molde en el cual fue creado? Y si esto es posible, ¿cuáles son los cambios necesarios en el proceso del FSM para que pueda contribuir más directamente a la transformación social? y ¿qué lecciones en este sentido podemos sacar a partir de las excepciones en el proceso del FSM y de las fuerzas que hoy están rompiendo el molde? (Traducción ALAI).

Jai Sen es investigador, escritor, editor y administrador de listas sobre movimientos

sociales. Radicado en Nueva Delhi y Ottawa, es asociado con cacim.net y openword.in

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Túnez 2013

El FSM se renovó con la primavera árabe

Sergio Ferrari

Más de 50 mil participantes provenientes de cerca de 140 naciones invadieron en-

tre el 26 y el 30 de marzo pasado la capital tunecina para participar en la novena edición centralizada del Foro Social Mundial (FSM). Una oleada de movilización internacional, regional y local que, según los organizadores magrebíes, fue más allá de toda expectativa. El encuentro de Túnez arrancó con una movi-lización ciudadana que reunió a unas 30 mil personas, recorriendo gran parte del centro de la ciudad y terminando en la Universidad El Manar, sede del evento y que fue considerada por la prensa nacional como la mayor de la historia.

Entre el arranque y el cierre, cuatro jornadas con más de 900 actividades auto-gestionadas, asambleas de convergencias -el último día-, múltiples actividades culturales y un parti-cular clima participativo y propositivo. Cerca de 4.500 organizaciones de todo el mundo se inscribieron en el Foro, animando desde los meses previos una dinámica de coordinación y acercamiento temático.

Los tres desafíos fundamentales

Inmerso en un proceso de interrogantes de fondo sobre su propia existencia, el FSM llegó a Túnez con preguntas de fondo. La primera, sobre la capacidad organizativa de los con-vocantes locales y del Foro Social del Magreb para asegurar la realización del FSM en una realidad regional en ebullición, atravesada por múltiples contradicciones políticas, socia-les, culturales y religiosas.

La segunda y tal vez la más importante, rela-

cionada a la real capacidad de participación de los movimientos sociales de la región para asegurar que el FSM no se limite a una gran kermese internacional y aporte nuevas ener-gías en el combate contra el actual modelo globalizador hegemónico.

Y la tercera, ligada a la propia dinámica, vi-gencia, estructuración e identidad de este es-pacio que desde su primera edición en el 2001 en Porto Alegre hasta ahora se ha convertido en la más amplia, horizontal e importante convocatoria de la sociedad civil planetaria. Pero que, víctima de su propio éxito, confron-ta riesgos de inercia, inoperancia y falta de brújula futura.

La coyuntura local y la organización del Foro

Marcada por las jornadas insurreccionales de enero del 2011 que tumbaron el 14 de ese mes al dictador socialdemócrata Ben Alí, la coyun-tura tunecina sigue viviendo hoy una dinámica post-insurreccional. Los principales actores de aquella movilización sienten que su revolución les ha sido robada por la actual coalición gu-bernamental, la Troika, liderada por una fuerza islamista conservadora y dos aliados de centro derecha.

El nacimiento reciente de un Frente Popular opositor fue duramente jaqueado el pasado 6 de febrero cuando un grupo islamista radical asesinó a Chokri Belaïd, uno de sus principales referentes. Ese hecho brutal, desconocido aun en las peores épocas del régimen de Ben Alí, provocó una crisis institucional gubernamental

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y motivó respuestas callejeras de repudio en las que participaron cientos de miles de per-sonas.

Seis semanas antes de comenzar, una gran in-certidumbre pesaba sobre el FSM. Los princi-pales promotores de esa respuesta en las ca-lles, especialmente el Frente Popular, la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT), la Asociación de Mujeres Democráticas, y los Diplomados Desempleados, eran parte de los principales convocantes a la 9na edición del Foro.

Sumergidos en una dinámica intensa de crisis-movilización social, la gran pregunta era si ten-drían la capacidad al mismo tiempo de mante-ner su presencia en las calles y continuar con la organización de la cita altermundialista.

El transcurso de la segunda quincena de febre-ro y los primeros días de marzo sirvieron para encontrar respuestas. No solo esos movimien-tos aseguraron la continuidad de las tareas or-ganizativas de este primer gran encuentro en tierras árabes, sino que lo hicieron casi a la perfección.

Diez días antes de comenzar la cita de Túnez, es decir a mitad de marzo, las organizaciones que proponían actividades recibieron ya la con-firmación del día, hora y lugar de la realización de las mismas. Una semana antes de iniciar el FSM, -hecho sin precedentes en la historia de estos últimos doce años-, el programa comple-to del evento ya estaba en Internet. Y a partir del 21 de marzo, es decir cinco días antes de la apertura, se encontraba a disposición el pro-grama impreso. La acreditación en línea para la prensa fue la más sencilla de todos los foros. Las informaciones recibidas por los periodistas, las más abundantes.

Durante el FSM mismo la gran mayoría de las actividades programadas correspondieron con las salas asignadas según el programa; cente-nas de jóvenes voluntarios –en su mayoría estu-diantes de la misma universidad anfitriona- se esmeraron en facilitar la tarea a los participan-tes en un campus gigante que reúne cinco fa-

cultades. La inscripción para los participantes locales fue ágil y sin contratiempos.

No sorprendió entonces que según la opinión de muchos de los participantes asiduos a los foros, la de Túnez fuera la edición mejor organizada, incorporando superadoramente las críticas po-líticas y funcionales de las ediciones anterio-res, especialmente la de Dakar en 2011, donde los serios problemas logísticos y de organiza-ción de las dos primeras jornadas conspiraron contra los resultados del evento.

Sinergia entre movimientos sociales y FSM

Para Fathi Chamkhi, miembro del Comité de Organización local del FSM, los resultados del mismo son “significativos y están a la vista”.

Chamkhi, militante de Raid/ ATTAC, del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) y del Frente Popular, la realización del “Foro en Túnez fue una gran oportunidad para establecer la relación entre las luchas revolu-cionarias árabes y los desafíos de justicia social a nivel global”.

Y la oportunidad de dar el ejemplo de una rei-vindicación clave para Túnez que vale también para muchos otros países: “la necesidad de una moratoria del pago de la deuda”. Sin olvidar “todo el entretejido de relaciones internacio-nales con el condimento fundamental de la solidaridad” que se pudo construir en torno al FSM. Una forma muy concreta de reforzar a las fuerzas democráticas en su lucha cotidiana en este país magrebí.

En el balance acordado a este corresponsal de ALAI afirmó que “la presencia activa de mi-les de tunecinos en el Foro, especialmente de jóvenes, ha sido la mejor prueba de esta con-fluencia entre altermundialismo y sociedad ci-vil local”.

Reflexión coincidente con la de Belgacem Ben Abdallah, que casi al inicio del cónclave expre-saba su entusiasmo “por poder acercar la lucha

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de los Diplomados Desempleados de Túnez con los de otros países de la región”. Abdallach, joven dirigente de ese movimiento social – uno de los más activos, dinámicos y movilizadores del país- hizo parte también del Comité de or-ganización del evento.

Para Besma Khalfaoui, militante feminista de primera fila y viuda de Chokri Belaïd, la rea-lización del FSM “fortalece los esfuerzos para frenar todos los intentos violentos” de los sec-tores que se oponen en Túnez a una transición realmente democrática.

Para las fuerzas democráticas, insistía la diri-gente feminista convertida en un símbolo opo-sitor, “es una forma de expresar que no quere-mos la violencia, que apostamos a confrontar con la participación y movilización social todas las agresiones que sufrimos”. Es esencial com-partir esta concepción con los miles de repre-sentantes de las fuerzas progresistas y demo-cráticas del mundo entero que llegan a nuestro país para el Foro”, sentenciaba. Al tiempo que anticipaba su decisión de crear una fundación que llevará el nombre de su marido con el ob-jetivo de fortalecer el trabajo en particular con las y los jóvenes marginados de su país.

La participación de los movimientos sociales como columna vertebral del FSM, constituía “el principal desafío de la convocatoria de fines de marzo”, declaraba a ALAI Mimoun Rahmani, militante social marroquí, uno de los coordina-dores de la Asamblea de Movimientos Sociales del jueves 29 de marzo y del Consejo Interna-cional del FSM.

Y en su balance Rahmani ratifica su satisfac-ción por los resultados de esta novena edición. Aunque hay cosas todavía a mejorar, “se dio un paso adelante”. Lamentando solamente la intromisión de representantes de la monarquía marroquí para impedir que la declaración de la Asamblea sea adoptada. “El llamado a sostener la soberanía del pueblo saharaui inscrito en ese documento provocó la ira de representantes oficiales de Marruecos disfrazados de perte-necer a organizaciones sociales…Y trataron de intimidarnos, incluso agredirnos”.

Sin embargo, la Declaración de la Asamblea de los Movimientos sociales no escatimó su apo-yo a la autodeterminación de los pueblos, en particular en Palestina, el Sahara Occidental y Kurdistán.

El documento final (ver p.24), que anticipa una jornada de movilización mundial en una fecha todavía a definir, integra además otros temas centrales, expresión del consenso logrado en-tre decenas de organizaciones sociales que se dieron cita en Túnez.

Dichas organizaciones se pronuncian contra las trasnacionales y el sistema financiero do-minante – con sus principales organizaciones el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mun-dial del Comercio. Contra la violencia hacia las mujeres y a favor de la diversidad sexual. Por la justicia climática y la soberanía alimentaria denunciando la nueva propuesta de “economía verde” y las falsas soluciones a la crisis climá-tica como los transgénicos, la geo-ingeniería y los mecanismos de mercado del carbono.

También se pronunciaron a favor de la paz, con-tra la guerra, el colonialismo, las ocupaciones y la militarización de territorios, condenando las ocupaciones militares por “potencias imperia-listas en Haití, Libia, Malí y Siria”.

El documento subraya “el apoyo a la democra-tización de los medios de comunicación masivos y por la construcción de medios alternativos”.

El futuro del FSM

La edición tunecina aportó una bocanada de aire fresco al proceso altermundialista encar-nado en el FSM, que en su breve historia de apenas doce años de existencia integra expe-riencias significativas como las ediciones de Mumbai en 2004 o Belém de Pará en 2009 y otras no tan logradas como Nairobi en 2007.

“Los tunecinos lograron la apuesta. Este pri-mer encuentro en tierra árabe ha sido una in-yección de energía”, enfatizó Francisco Chico Whitaker, uno de los co-fundadores del FSM y miembro de su Consejo Internacional. Lograron

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hacer aceptar la diversidad de opiniones y el rechazo a la violencia -insistía al momento del balance-.

Resultado positivo que sin embargo no esconde ciertas críticas-autocríticas sobre la necesidad de repensar las estructuras de coordinación hasta ahora existentes. “El Consejo Internacio-nal es como un elefante blanco que debe ser revisado”, subrayaba Chico Whitaker. Indican-do la necesidad de encontrar nuevas modali-dades para asegurar la facilitación del proceso forístico, sin por eso negar la importancia del FSM como “el espacio más significativo en la actualidad de la sociedad civil planetaria”.

El FSM “en contacto con una realidad en ebulli-ción ha producido una química muy positiva”, enfatizó Eric Toussaint, coordinador del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo e integrante del Consejo Internacional.

Se ha dado una interacción muy interesante entre los movimientos sociales locales y del Magreb con los participantes internacionales, enfatizaba.

Y si bien Toussaint coincide con ciertos lími-tes a los cuales ha llegado el Consejo Interna-cional, no deja de reconocer que el Foro sigue siendo un lugar especialmente importante para los movimientos sociales.

“Independientemente de los problemas de fun-cionamiento interno esta dinámica positiva que se constató en Túnez debe servir de re-ferencia y repetirse”, insiste Toussaint, quien propone imaginar una futura edición en otro país del Magreb como por ejemplo en Egipto.

“Sería muy importante, ya que las organiza-ciones de trabajadores son más fuertes que en Túnez y existe un campesinado muy afectado por las políticas neoliberales del Banco Mundial y su corolario de privatizaciones de tierras”, enfatiza.

Para Toussaint, en síntesis, el binomio “FSM-explosión social”, es un aporte al crecimiento /fortalecimiento de los actores sociales. Y el

hecho de haber elegido para su realización un lugar animado por la movilización ciudadana, “ha sido sumamente acertado”.

Cerrado el telón de Túnez 2013 comenzará de inmediato la reflexión sobre la continuidad del proceso en marcha. No sólo para definir el lugar del futuro encuentro sino también para profundizar, avanzar y mejorar la metodología que le dé continuidad.

Mientras tanto el movimiento altermundialista ratifica posiciones –tal como lo expresa el do-cumento de los movimientos sociales- y sigue fortaleciendo la búsqueda de propuestas al-ternativas.

Entre ellos: el Frente Mediterráneo contra la Deuda, conformado como antesala del FSM en Túnez mismo. Las nuevas definiciones sobre el tipo de cooperación Norte-Sur-Norte más apropiado (solidaria y reforzando a los actores sociales del Sur). La exigencia de encontrar al-ternativas a los acuerdos bilaterales entre na-ciones que siguen condenando a los países del Sur a supeditarse a los dictados de las trasna-cionales. La importancia de ampliar y reforzar redes existentes que ya tienen poder de con-vocatoria propio como, por ejemplo, la Marcha Mundial de Mujeres y Vía Campesina. La nece-sidad de estructurar el combate frontal contra la energía atómica –eje hasta ahora secundario en el proceso del FSM- etc.

Abanico de ideas, propuestas y señales que re-vitalizaron la convocatoria ciudadana de fines de marzo. Que además de todo, ganó las ca-lles. Empezando y terminando con multitudina-rias manifestaciones públicas al grito de Aalam akher moumken. La mejor forma de arabizar la consigna de Otro Mundo Posible en una región que supo apropiarse, con determinación, de un proceso global en marcha en el cual Túnez ya se inscribe como nuevo hito de referencia.

Sergio Ferrari, es periodista argentino, miembro activo de la Campaña Derecho sin Fronteras, colaborador de prensa de E-CHANGER, miembro de la FEDEVACO.

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FSM 2013

El éxito de un métodoChico Whitaker

Se me pidió hacer un balance del proceso del Foro Social Mundial (FSM), tras doce

años de existencia. No puedo presentar una cronología de lo que ocurrió durante este tiempo, lo que sería inclusive fastidioso. Tam-poco analizar en pocas páginas los altibajos del proceso, con la realización -ahora cada dos años- de eventos mundiales mayores y más pequeños, Foros Sociales continentales, nacionales y hasta locales que se mantienen vivos o desaparecieron, Foros Temáticos que se multiplican a través del mundo; o hablar de las articulaciones y redes, así como nuevas campañas, que nacieron en esos encuentros, en la lucha por la construcción del “otro mun-do posible”. Daré solamente algunos elemen-tos que tal vez permitan sentir la dinámica del proceso, presentando lo que aconteció en el FSM 2013, en Túnez.

Lo mínimo que se puede decir de ese FSM es lo que dijo uno de sus veteranos, el científi-co político norteamericano Immanuel Wallers-tein, en su “Comentario” Nº 3501: El Foro Social Mundial está vivo y está bien.

Eric Toussaint, otro veterano, del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, fue más allá en entrevista con Sergio Ferrari2: el Foro Social, de manera incontestable, se man-tiene como el único lugar y el marco mundial

1 Commentary Nº 350, April 1, 2013, Fernand Braudel Center, Binghamton University, (http://www.binghamton.edu/fbc)

2 Boletín Semanal del Foro Mundial de Alternati-vas (FMA) de 11 de abril de 2013 (http://www.forum-desalternatives.org).

donde se encuentran los movimientos sociales. En ese sentido, y en la ausencia de otra alter-nativa, sigue siendo muy importante.

Y el propio título de la evaluación del sociólo-go canadiense Pierre Baudet3 es significativo: ¿Por qué el Foro Social Mundial de Túnez fue un éxito?

De hecho se puede decir que fue un gran éxito, y el éxito de un método. En los eventos mun-diales del proceso del FSM se aplica un método, expresado básicamente en su Carta de Princi-pios, que las organizaciones tunecinas que lo promovieron supieron respetar, apoyadas en otras de otros países del Maghreb, así como corresponsabilizando a miembros del Consejo Internacional del FSM a través de su participa-ción hasta en sus decisiones organizativas. Y supieron igualmente obtener el apoyo logísti-co del gobierno sin que éste interfiera en el evento, puesto que se trata de una iniciativa de la sociedad civil, como lo define la Carta de Principios.

De esta manera se creó durante cinco días, en la Universidad El Manar de Túnez, un verda-dero espacio abierto, para el reconocimiento mutuo, el intercambio de ideas y experiencias, la identificación de convergencias y de posibi-lidades de nuevas articulaciones a nivel local, regional y mundial. En cada evento mundial el método es mejorado, a partir de la experiencia anterior; y es influenciado, en el contenido de los debates realizados –definidos por los pro-pios participantes por medio de las actividades auto-organizadas que inscriben– por la realidad mundial y por la realidad local.

Por eso Eric Toussaint puede decir, en la en-

3 Publicado en listas de discusión del Consejo Internacional del FSM

Chico Whitaker es miembro de la Comisión Brasileña Justicia y Paz y su representante en el Consejo Internacional del Foro Social

Mundial, del cual es uno de sus co-fundadores.

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trevista citada: El Foro Social al entrar en contacto con una sociedad en movimiento, en ebullición, produce una reacción química, una interacción sumamente interesante.(...). En un país recién salido de 42 años de dictadura, ese resultado “químico” produjo un sentimien-to generalizado de alegría y satisfacción al final del Foro.

Naturalmente hubo quien hizo críticas, muchas veces por una insuficiente comprensión del ca-rácter del FSM y de la metodología en él utili-zada. Pero es significativo que 300 personas asistieran a la Asamblea de Convergencia de la última mañana del Foro donde se discutió el fu-turo del proceso, marcada por el entusiasmo de todos. Este tipo de Asamblea es una de las in-novaciones introducidas en el Foro de 2009 que ya se consolidó. En 2013 hubo 30 Asambleas, auto-organizadas, en las que se discutió la con-tinuidad de las articulaciones o se elaboraron sus declaraciones finales, pues el Foro en tanto Foro no adopta una Declaración final única.

La discusión sobre el próximo FSM, por su par-te, ya había sido abierta con una noticia prove-niente de la India: las organizaciones que pro-movieron el Foro de 2004 en Mumbai se habían reunido para reflexionar sobre la realización del FSM de 2015 en aquel país. En la Asamblea de Convergencia antes mencionada se supo que animadores de movilizaciones en Quebec también contemplan sugerir que el próximo FSM sea en Canadá. Y en la propia reunión del Consejo Internacional del FSM, realizada luego del Foro, se colocó la posibilidad de regresar al Maghreb en 2015.

Participaciones nuevas y diversas

El Foro reunió unas 60.000 personas (53.000 formalmente inscritas), que llenaron el com-plejo de edificios de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y de la Facultad de Cien-cias. Un verdadero hormiguero humano –el relieve del área permitía visiones de conjun-to– se movía dentro de ellos y en el trayecto entre los mismos, pasando por el restaurante universitario o por los bares montados para la ocasión, haciendo filas por un plato típico, o

por un sánduche, para correr hacia alguna de las casi mil actividades que se realizaron, en tres horarios de dos horas y media cada uno, a lo largo del día.

Afiches, tiendas, quioscos, libre distribución de panfletos, denuncias e invitaciones para activi-dades, en cinco lenguas (por primera vez se in-corporó el árabe como lengua oficial del even-to), grupos conversando donde podían, creaban el ambiente festivo típico de los Foros. El sol siempre presente ayudó a aumentar la alegría en los reencuentros de antiguos participantes o entre miembros o no de 5.085 organizaciones de 128 países. Grandes delegaciones se espar-cían por los espacios, como la francesa con 500 personas, o la brasileña con 200 miembros de sindicatos, ONGs y movimientos sociales, o la suiza, con 60 personas entre las cuales parla-mentarios que participaban también del Foro de Parlamentarios, evento paralelo al Foro So-cial Mundial que ya se volvió tradicional.

Se dieron grandes pasos para consolidar la op-ción de “extender” el Foro por Internet, para que grupos de todo el mundo pudieran interac-tuar con los presentes en Túnez. Entre éstos, la mayor parte era de tunecinos, y de tunecinas empeñadas en luchar en su país por la igualdad de las mujeres. Pero los nacionales de otros países árabes como Egipto, Marruecos, Arge-lia, Palestina, Irak, Libia, eran muchos. Todos pudieron así escuchar a militantes de otras lu-chas, intercambiar y debatir, libremente, con ellos. Y participar de un encuentro político que es de nuevo tipo hasta en el mundo democrá-tico, por su horizontalidad, auto-organización, respeto mutuo, diversidad, en la nueva cultu-ra política que se construye en el proceso del FSM. Un tipo de encuentro que era nuevo tam-bién para los que venían por primera vez a un Foro Social Mundial, como por ejemplo los dos tercios de la delegación francesa.

Hubo también una importante participación de jóvenes. Muchos, entre los tunecinos y tune-cinas, eran estudiantes de la propia universi-dad, estimulados y movilizados por su rectora: además de abrir la Universidad para el FSM y conseguir que el gobierno realice las obras ne-

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cesarias, ella captó la oportunidad, en la rea-lidad tunecina, de un encuentro del tipo y con los principios adoptados por el Foro. Esos es-tudiantes participaban tanto de las actividades como del voluntariado para ayudar en lo que fuera útil, como identificar los locales de las salas de reuniones para quien se perdiera por el campus...

De hecho los organizadores tunecinos reali-zaron el milagro, por primera vez en 12 años de FSM, de imprimir su programa tres días an-tes del inicio. Mas la indicación de los locales resultó menos clara, con las personas descu-briendo sus salas hasta hora y media después de iniciada la actividad. Pero como siempre sucede en los Foros, sus participantes toman la iniciativa de buscar soluciones a los problemas, en una perspectiva de corresponsabilidad de abajo hacia arriba.

Un gran encuentro de reimpulso de perspectivas

Como siempre, los temas discutidos en el Foro fueron variadísimos, incluyendo el análisis de la crisis y sus efectos, la cuestión de las migra-ciones, la apropiación de tierras, el racismo, la denuncia de los drones, los riesgos de las fábricas nucleares, los proyectos de minería. Wallerstein, en el “Comentario” ya citado, dice que en todos los asuntos se combinan los senti-mientos de miedo y de esperanza y ejemplifica con los debates sobre la superación del capi-talismo o la introducción de paliativos contra la desigualdad, el papel de los partidos políti-cos, el de los BRICS (grupo de nuevas potencias emergentes, conformado por Brasil, Rusia, In-dia, China y Sudáfrica), el actual programa de la izquierda mundial, la “descolonización” del propio proceso FSM. Allá estaban también, de-sarrollando libremente actividades en su “Pla-za Global”, muchos jóvenes de los movimien-tos sociales estimulados por la Primavera Árabe -que se inició exactamente en Túnez- como de los Indignados de España o los Occupy de Esta-dos Unidos.

Los enfrentamientos reales del mundo de hoy

emergieron necesariamente, cuando por ejem-plo una bandera de Israel fue colocada en el suelo para que fuera pisoteada por quién qui-siera protestar por lo que está pasando hoy en Palestina. O como cuando marroquíes se des-entendieron con militantes Saharauis –en una de las Asambleas de Convergencia, la de los Movimientos Sociales, interrumpiendo la discu-sión y aprobación de la Declaración final de esa Asamblea–. Pero también hubo discusiones en las que primó el respeto mutuo, como aquella relacionada con la posibilidad de convivencia democrática, en el propio Túnez, entre un Is-lam político y los sectores de la sociedad inde-pendientes de opciones religiosas.

En el último día, en vez de terminar el Foro con una Asamblea de las Asambleas, para dar una visión de conjunto de todo lo discutido y pro-puesto, con la presentación de los resultados de cada Asamblea de Convergencia –sistema que nunca ha resultado bien–, se propuso que todas ellas se desplacen a la avenida principal de Túnez, en donde cada una dispondría de 20 metros cuadrados para presentar sus resulta-dos a las demás, así como a la población de la ciudad. Pero no hubo el aliento para con-cretizar esta innovación. Y el Foro terminó con una marcha dedicada al pueblo palestino, cuyo sufrimiento es uno de los desafíos más difíciles de la región.

Es eso, en verdad, un Foro Social Mundial: un gran encuentro de reimpulso de perspectivas, aliento y compromisos de los que luchan por “otro mundo posible”. Y es a ellos y no al Foro –un simple instrumento– que cabe la tarea de transformar el mundo.

Se puede afirmar así que no pasa lo que de-searían los que dicen –por la ausencia en los noticieros de los grandes medios, que sólo se interesan por novedades– que el FSM está va-ciándose. El importante papel que cumple que-dó evidente especialmente para los tunecinos, en su difícil lucha por la redemocratización del país, en la diversidad y en el rechazo de la vio-lencia, dos de los principios básicos de la Carta del FSM. Por eso incluso las fuerzas políticas

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El FSM y su gobernanza: el monstruo de cien cabezas

Francine Mestrum

Acaba de realizarse en Túnez el 12º Foro Social Mundial (FSM), dos años después de

la ‘Primavera Árabe’ que derrocó al antiguo régimen y estableció un gobierno dirigido por Ennahda (“movimiento del renacimiento”), un partido político islamista.

El Foro resultó un éxito, tanto en términos de participación como políticos. La juventud de la región asiste masivamente, los tunecinos sienten que la solidaridad internacional con su revolución es palpable, y los participantes constatan que el FSM ha recuperado lo mejor de sus experiencias pasadas.

¡Y esto era muy necesario! Pues, los partici-pantes internacionales, principalmente de Eu-ropa y América Latina, estaban más bien es-cépticos sobre el futuro del proceso. Es más, luego de este Foro se reunió su Consejo In-ternacional (CI), cuya agenda aborda precisa-mente la futura gobernanza del FSM. El éxito del FSM 2013 bloquea el camino de aquellos que querían poner fin al Consejo Internacio-nal, cuando no al propio proceso FSM. Dicho esto, no hay nada definido, todo está por (re)hacer.

La horizontalidad y las estructuras

La forma como se rige el FSM no es fácil de entender. El Foro Social Mundial es un ‘es-pacio abierto’, lo que significa que no tiene dirigentes, no representa a sus componentes y está abierto a todos aquellos y aquellas que aceptan su carta de principios. Su labor con-siste básicamente en posibilitar la realización de eventos auto-organizados.

Sin embargo, este principio de horizontalidad, contrario a las jerarquías, es contrarrestado

por unas estructuras relativamente pesadas que se crearon durante la última década.

En primer lugar, está el Consejo Internacional, en su origen un seminario de líderes de los mo-vimientos sociales y de intelectuales activos a nivel global. En ese entonces, las reuniones se realizan a puerta cerrada. Al poco tiempo, se lo percibe como elitista, reunido en hoteles 5 estrellas. Su tarea consiste en definir la es-trategia del FSM.

Después del FSM de Mumbai en 2005, se pro-pone una primera reestructuración y se for-mula el objetivo de promocionar y expandir el proceso del FSM, dándole mayor visibilidad y definiéndolo como un proceso y no un evento.

La expansión se efectúa principalmente a nivel del propio CI, que se convertiría en un órgano de más de 150 miembros, con seis comisiones, un pequeño comité de enlace y múltiples gru-pos de trabajo.

En términos políticos, sin embargo, pierde po-der. Éste pasa primero a una secretaría ba-sada en Sao Paulo que se encarga del trabajo diario y mantiene el control sobre el conjunto del proceso. Sin embargo, en Mumbai sur-ge también un comité organizador local que cuestiona el poder de la secretaría brasileña.

Hoy, en 2013, se constata que el poder prin-cipal reposa efectivamente en manos del co-mité organizador del Magreb y que una nue-va instancia se ha creado en Brasil –el GRAP: Grupo de Reflexión y de Apoyo al Proceso del FSM- de la cual nadie conoce la composición ni su influencia real. La secretaría ha sido aban-donada y el CI se ha convertido en un barco sin timón.

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Debate necesario

Ante tanto despelote, se impone la urgencia de un debate, sobre todo porque entre mu-chos miembros del CI surge un sentimiento de abandono. De hecho, para las últimas reunio-nes del CI, apenas había una agenda concreta. El comité de enlace, que debería haber sido renovado en 2012, ha sido de hecho disuelto. Las distintas comisiones del CI ya no funcio-nan, la Comisión de estrategia está monopoli-zada por un solo miembro...

Por lo tanto, el debate realizado en Túnez, en medio de un contexto de entusiasmo y optimis-mo, es bienvenido.

Allí se formulan varias observaciones:-

En primer lugar, la distancia enorme entre el CI de un lado y el FSM de otro, en tanto proceso, y en tanto evento. Como varios participantes señalan, el FSM 2013 es un éxito, a pesar de, más que gracias a la existencia del CI.

Segundo, la ‘nueva cultura política’ de la cual el proceso del FSM siempre se ha enorgulleci-do, no existe. Ciertamente, se respeta la di-versidad, pero las relaciones de poder echan a perder todo, estando ocultas por una horizon-talidad ficticia que no sirve más que para eso.

Por último, en ausencia de normas y metodolo-gía para equilibrar las relaciones de poder, no existe democracia dentro del CI. Los miembros saben más o menos quienes detentan el poder -un núcleo reducido de miembros brasileños y franceses- aunque raras veces éste se manifies-ta abiertamente. En cuanto al comité organi-zador local, no es parte del CI y sus miembros no se conocen oficialmente.

Todo esto debe ser visto ahora en el contexto de un conflicto importante entre los movimientos sociales de Brasil y una falta total de confianza entre los participantes en las reuniones del CI. En términos de las relaciones humanas, la situa-ción es muy difícil y la amistad entre los miem-bros del CI es o superficial o sectaria. Nada sorprende, entonces, que las reuniones sean

difíciles de soportar más allá de un medio día.

Vale mencionar también que el GRAP contrata una secretaria a tiempo parcial quien se encar-ga actualmente del trabajo más urgente, y que contó con una sala de reuniones permanente a su disposición en un hotel 5 estrellas de Túnez.

¿Otro CI es posible?

En Túnez el CI dedicó dos días y medio a un de-bate sobre su futuro. Previamente se prepara un informe de síntesis de las distintas contri-buciones presentadas en los últimos meses. Si bien este informe es bien recibido, no se lo tie-ne en cuenta en el debate. Se instalaron tres grupos de trabajo: uno, de medidas urgentes, incluyendo la ubicación de la próxima reunión del CI y del FSM, un segundo sobre la reestruc-turación y estrategia del CI y un tercero sobre la estrategia del proceso del FSM.

Muy pocas decisiones se tomaron. La ubicación del próximo CI está por definir. Si bien hacia el final del debate, el horizonte se despejó un poco y las denuncias y acusaciones son más escasas, el hecho es que los puntos más importantes han sido más o menos excluidos del debate.

Quiero mencionar cuatro:-

Antes de poder decidir el futuro del CI, es ne-cesario confirmar o reformular sus tareas. Sólo a partir de allí se podrá desarrollar una posible estrategia. Estas tareas, por supuesto, depen-derán de las relaciones de poder dentro del proceso del FSM. Si los comités organizadores siguen existiendo, deben unirse al CI. En cuan-to al GRAP, se debe formalizar su existencia y aclarar su papel, a fin de evitar superposiciones.

A continuación, será necesario volver a hablar de los recursos necesarios para el funciona-miento del CI. Sus reuniones son caras, sobre todo cuando se pretende pagar los billetes de avión de sus participantes. En el pasado, un fondo de solidaridad con contribuciones de los movimientos del Norte sirvió para pagar boletos para representantes del Sur. Hoy en día, hay varios movimientos en el Sur que son mucho

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más ricos que los del Norte. Otra solución que se propone en la reunión celebrada en Dacca es establecer una cuota fija a pagar anualmente por parte de todos los miembros del CI. Este asunto es urgente y necesita encontrar una so-lución eficaz y sostenible.

En tercer lugar, la dimensión política que se manifiesta en dos niveles. En los foros en Amé-rica Latina, surgen cada vez conflictos respecto a la presencia en el Foro de hombres o mujeres políticos, incluso presidentes. Para algunos, la política institucional no tiene lugar en el FSM, que es una especie de encuentro abierto para los movimientos sociales, llamados ‘sociedad civil’. Curiosamente, este debate no ha tenido lugar en Túnez, donde sin embargo el gobier-no apoyó abiertamente el FSM y una delega-ción del CI fue invitada al palacio presidencial. Cualquiera que sea la fórmula elegida, no me parece aceptable que dependa del país en el que se realice el FSM. Se debe tener en cuen-ta sobre todo las alianzas y nexos políticos po-sibles para los movimientos sociales. Si el CI puede trabajar con un gobierno islamista, debe ser capaz de acoger a un presidente aliado de los movimientos sociales.

El segundo nivel político a considerar en el CI es la realización de debates políticos en su seno. El mundo ha cambiado profundamente desde el año 2001, estamos viviendo múltiples crisis y hay cambios geopolíticos en marcha. Es más, nuevos actores jóvenes se han hecho pre-sentes para cuestionar el sistema dominante, así como el funcionamiento del FSM y sus órga-nos. Hasta ahora, los debates políticos se han evitado en el seno del CI, por temor a provocar divisiones. Me parece esencial reservar espa-cios para estos debates, como la única manera de construir gradualmente convergencias e ir más allá del sectarismo.

En cuarto lugar, el CI tiene una necesidad ur-gente de democracia, de transparencia y de rendición de cuentas. Ninguna instancia puede sobrevivir si no hay confianza entre sus miem-bros. Sin embargo, la confianza no puede exis-tir si las decisiones se toman fuera de las reu-niones, si no se tienen en cuenta los informes

solicitados, si no se presentan las cuentas, si las relaciones de poder permanecen ocultas tras el velo de la horizontalidad.

¿Y ahora?

Muchas preguntas siguen abiertas. Si el FSM va a sobrevivir -lo que tras el éxito de Túnez, todos desean- hay que reconsiderar su gober-nanza. Si el CI quiere sobrevivir, tendrá que reconstruirse y democratizarse. Si el FSM quie-re repetir sus éxitos, se lo debe organizar allí donde los movimientos sociales tengan necesi-dad de él y estén directamente involucrados en su programación.

Un CI donde los movimientos sociales, grandes y pequeños, incluidos los sindicatos, puedan sentirse como en su casa para discutir la políti-ca y la estrategia a seguir, podría proporcionar al FSM una orientación intelectual. Además de los foros temáticos que ya se organizan, el CI podría proponer a los comités de organización centrarse en unos pocos temas sobre los que se podrían organizar eventos. No se trataría de ninguna manera de imponer una ‘línea po-lítica’, sino de poner de manifiesto las prin-cipales corrientes de pensamiento diferentes sobre ciertos temas. Esto podría alentar a los movimientos presentes en el FSM y ayudarles a preparar mejor sus propios seminarios.

El espacio abierto es una gran idea, pero tiene poco sentido si conduce a la yuxtaposición sin más de una cantidad ilimitada y con frecuencia superpuesta de temáticas.

Doce años después de Porto Alegre, la relevan-cia de la iniciativa de los fundadores del FSM se confirma. Ahora ha llegado el momento de renovar la fórmula y hacer todo lo posible para no desperdiciarla. Es hora de abrir un espacio para las nuevas generaciones y hacer de él un espacio estratégico para la reflexión y la ac-ción. (Traducción ALAI).

Francine Mestrum es doctora e investigadora en ciencias sociales. Es

Coordinadora de Global Social Justice (www.globalsocialjustice.eu) y representante del

Centre Tricontinental -CETRI- en el CI del FSM.

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¿Quién define lo que es el FSM?

Christian Schröder

¿Es cierto que el Foro Social Mundial ha perdido el tren en un mundo de cambios acelerados?1

Hacia fines de los años 90, los pueblos salieron a las calles para manifestarse contra un orden mundial injusto, frente a las reuniones de ins-tituciones globales como la Organización Mun-dial del Comercio -OMC- o las reuniones del G8. Ocuparon las calles y germinaron movimientos globales de protesta con lemas como: “Uds. son G8. Nosotros somos 6 mil millones”. Fue en esa época que el Foro Social Mundial -FSM- se llevó a cabo por primera vez, en 2001 en Porto Alegre. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? La década de 2000 fue marcada por “nuevas guerras” contra el terrorismo y una bipolari-zación del mundo, exacerbada por los medios de comunicación, entre lo occidental cristiano liberal y un orden islámico, opresivo de las mu-jeres; por desastres ecológicos provocados por el ser humano, como el accidente de la planta de energía nuclear en Japón, la explosión de la plataforma petrolera en el Golfo de México o la desertificación progresiva causada por el sobre-pastoreo y la deforestación; y por último, pero no menos importante, por una profunda crisis financiera y económica que reforzó la concen-tración mundial de capitales y desató tasas de desempleo masivo entre la juventud. No obs-tante, el modelo capitalista mundial sigue do-minando. Por lo que una década más tarde, los pueblos están de nuevo recuperando las calles con un lema muy similar: “Somos el 99%”. Las revueltas sociales en la región Magreb-Mashrek y las protestas -Occupy Wallstreet o Indigna-dos- que han brotado en Europa y EE.UU. son ahora consideradas como una nueva esperanza

1 El siguiente análisis se basa en una observación participativa de dos meses en los preparativos del FSM 2013 en la oficina en Túnez.

para los movimientos por la justicia global.

Para los organizadores del Foro Social Mundial (FSM), estos “nuevos” movimientos sociales también son vistos como una oportunidad de volver a reflexionar sobre la idea de la horizon-talidad y de renovar sus estructuras organizati-vas. La más reciente reunión del Consejo Inter-nacional (CI) del Foro Social Mundial, después del Foro de Túnez, se organizó bajo el título prometedor: “El futuro del Consejo Internacio-nal”.

Este Consejo se creó poco después del primer Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre 2001 (Brasil) para dar dirección política y tam-bién para lograr un mayor involucramiento de movimientos sociales y ONGs de otras regiones del mundo. La idea del FSM desde entonces se ha propagado por todo el mundo, con in-numerables ediciones regionales, nacionales y locales, así como con eventos del FSM organi-zados fuera de Brasil, en Mumbai (India), Nai-robi (Kenia), Dakar (Senegal) y, por último, en Túnez (Túnez). No obstante esta estrategia de expansión, en el FSM primó la estabilidad y permanencia. Incluso se podría afirmar que se convirtió en un movimiento sin moverse a sí mismo. Sin embargo, ha habido -desde el principio- voces autocríticas acerca de las es-tructuras de poder en el Consejo Internacional y voces muy preocupadas por el futuro del FSM en su conjunto. De todos modos, en la propia estructura nada ha cambiado: la mayor parte de los miembros del Consejo Internacional son miembros fundadores, la mayoría proviene de

Christian Shröder cursa un doctorado en el programa de Servicios Sociales en Transición

de la Universidad Hildesheim, Alemania. Este artículo se basa en su presentación en el

taller “Decolonizar el FSM” (FSM Túnez 2013).

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Brasil, y a menudo no está claro si los miembros realmente representan la opinión de una orga-nización o movimiento. A primera vista, todo esto parece expresar una falta de mecanismos democráticos de toma de decisiones en el FSM. Sin embargo, mirando sobriamente la función de este Consejo Internacional, se podría in-cluso argumentar que este cuerpo en realidad toma una sola decisión colectiva importante, que es responder a la pregunta: ¿Dónde nos reunimos de nuevo? Aparte de eso, todos los esfuerzos de auto-reflexión, mejoramiento, aprendizaje del pasado, autoevaluación, etc., del Consejo Internacional nunca han conlle-vado, y probablemente nunca lo harán, a una reforma del FSM. Dentro del proceso FSM, no existe ni aprendizaje del pasado ni desarrollo organizativo.

De hecho, el desarrollo organizativo podría incluso ser el emprendimiento más peligroso para mantener el FSM. El intento de formar un cuerpo democráticamente legitimado y repre-sentativo significaría también aclarar el man-dato del CI, para tomar decisiones oficiales, e incrementaría el nivel de burocratización. Por tanto, más bien diría que los lazos de amistad entre los miembros del CI son esenciales para la continuación del FSM. Las personas se cono-cen desde hace mucho tiempo y, por lo tanto, pueden confiar y ayudarse unos a otros. Es de-bido a estos lazos que están dispuestos a in-vertir sus esfuerzos por mantener el FSM con vida, que se comprometen a dar seguimiento a las propuestas presentadas por los miembros y, por último, pero no menos importante, que quieren mantener el FSM, aun a pesar de todas las críticas que puedan tener. ¿Qué puede ser más importante para un movimiento? ¿Un gru-po de amigos que ayude a realizar el próximo evento FSM, pero que no está en condiciones de tomar decisiones en forma vertical, o un ór-gano democráticamente legitimado que sigue un mandato oficial?

El futuro del FSM no necesita una reforma del Consejo Internacional, sino una reforma del proceso de organización del evento.

Incluso después de más de una década, el FSM

sigue siendo una oportunidad interesante para congregar a activistas y en cada lugar en que podría realizarse en el futuro, habrá gente en-tusiasta en este sentido. Es más que una opor-tunidad para que la gente se reúna, comparta experiencias, aprenda unas de otras, y se orga-nice políticamente. También genera expecta-tivas para la solidaridad entre luchas sociales en todo el mundo y fomenta la esperanza de que otro mundo (todavía) es posible. Esta ima-gen mítica del FSM se impone; es así que en Tú-nez también la gente se mostró entusiasmada con la idea de acoger el FSM. Sin embargo, en lo que sigue, voy a argumentar, respecto a la atención, el esfuerzo y la energía consagrados al evento, que se precisa dedicar menos ener-gías al evento en sí mismo para canalizarlas ha-cia el proceso de organización del evento.

El evento del FSM del 26 al 30 de marzo 2013, en Túnez, constituyó una concentración de activistas durante cuatro días. Fue una gran conferencia de organizaciones no gubernamen-tales internacionales (ONGIs), con escasa pre-sencia de movimientos sociales. Principalmen-te estuvo presente la elite del jet-set mundial, que se congregó y aprovechó del FSM como una plataforma para el intercambio -al igual que cualquier otro evento internacional de la socie-dad civil-. La mayoría de los participantes del evento no sabe nada del proceso de organiza-ción. Por lo tanto, juzga al FSM según qué tan bien o mal estuvo organizado; por ejemplo, si resulta fácil orientarse dentro del sitio del FSM, si las inscripciones funcionan, si los servicios de traducción son buenos.

Los espectadores del evento son consumidores de los servicios prestados por los organizado-res. Cuando piensan en el FSM, tienen en men-te la expectativa de un encuentro de ONGIs perfectamente organizado. Conviene pregun-tarse entonces: ¿Cuál es la diferencia entre el FSM y cualquier otro evento internacional de la sociedad civil?

Si el Foro Social Mundial quiere marcar diferen-cias con respecto a otros eventos internaciona-les, entonces los seis o más meses del proceso deberían ser más importantes que los cuatro

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días del evento. En un tal proceso, los movi-mientos sociales y los individuos deberían po-der apropiarse del FSM. A diferencia de los 150 voluntarios que se involucraron sólo dos sema-nas antes de que se inicie el evento para ayudar en cuestiones de logística durante el evento, se debería alentar a activistas a desarrollar sus propias iniciativas para dar forma a su FSM.

Por lo tanto, propondría que el conocimiento de lo que es un Foro Social Mundial no debería ser la de un “espacio abierto” con una logística organizada perfecta, a ser utilizado principal-mente por las grandes ONGs internacionales y donde los movimientos sociales quedan margi-nados. Sino que el evento debe ser el resultado de un proceso de aprendizaje colectivo acerca de cuál debe ser el formato del FSM.

La pregunta principal es: ¿Cómo crear es-tructuras de un proceso que permita que los movimientos sociales, como también las per-sonas, se involucren activamente en la crea-ción de un Foro Social Mundial?

Para abordar esta pregunta hará falta una mi-rada más cercana a las estructuras a nivel local como también a nivel internacional del FSM2. En el proceso organizativo, siempre hay por un lado, una ONG que se encarga principalmente de la labor administrativa y por otro lado, un conjunto de comisiones débilmente conectadas (de jóvenes, mujeres, cultura, metodología, logística, etcétera). Esta estructura es una estructura de COPIA-PEGA para el FSM. Se la puede encontrar en los eventos regionales o nacionales, así como dentro del Consejo Inter-nacional, que tiene sus propias comisiones.

Esta estructura se compone de una ONG admi-nistrativa y una estructura “abierta” de comi-siones donde la gente puede involucrarse. El órgano de administración en Túnez fue desig-nado como Comité de Coordinación. Lo con-forman representantes de organizaciones de la sociedad civil tunecina. Dentro del Comité de Coordinación hay una ONG que asume la res-

2 Este artículo se centrará en el proceso organiza-tivo a nivel local.

ponsabilidad principal para recaudar fondos -con el fin de acercarse a las fundaciones-, para negociar con el gobierno y sus ministerios, para gestionar la inscripción y el pago de cuotas de las ONGs por sus actividades e incluso para tra-tar con las empresas privadas como las agen-cias de viajes y hoteles. El interés principal para el FSM de todas estas diferentes entidades es crear un “espacio abierto” que funcione per-fectamente en términos de logística.

Por otro lado, se encuentran personas intere-sadas en el proceso como movimientos sociales o individuos, que están entusiasmadas con la idea de horizontalidad y que quieren involu-crarse en el proceso. Participan en las comisio-nes y empiezan a desarrollar sus propias ideas y planes para el FSM, que no necesariamente se acoplan con la idea que tiene el Comité de Coordinación. Los diferentes intereses que se desarrollaron durante el proceso de organiza-ción en Túnez terminaron por decepcionar a personas que querían participar en el proceso.

Un ejemplo dado a menudo por personas invo-lucradas en estas comisiones es la de una ini-ciativa para organizar una caravana ciclística. La idea de esta caravana era ir en bicicleta a diferentes lugares de Túnez para hablar con la gente sobre el Foro Social Mundial. Las perso-nas que tomaron esta iniciativa querían hablar explícitamente con las asociaciones tunecinas “pequeñas” y “nuevas”. Una disputa se inició con el Comité de Coordinación cuyos miembros querían que la caravana de bicicletas se haga junto con la UGTT -la mayor central sindical tunecina- puesto que podrían organizar los eventos en las diferentes ciudades a visitar. Al no seguir esta recomendación, perdieron el apoyo financiero; es más, fueron “excluidos” del proceso del FSM, ya que algunos miembros del Comité de Coordinación intentaron quitar-le credibilidad a la iniciativa, diciendo a otras asociaciones que la caravana no representaba oficialmente el FSM. El intento de monopolizar el sentido del FSM marginó otras ideas, a pesar de que podían haber coexistido.

El deseo de controlar el resultado de las co-misiones se puso también de manifiesto en el

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trabajo de éstas. Por ejemplo, un trabajo de dos meses de la comisión de metodología so-bre los diferentes ejes temáticos fue cambia-do después de una sola reunión informal de un pequeño grupo de tres personas del comi-té organizador. La indiferencia del Comité de Coordinación fue palpable en el hecho de que no se leyó ningún informe de las comisiones. La comisión de cultura trabajó en forma inde-pendiente, pero después de cada reunión en-vió un informe a los miembros del Comité de Coordinación, a través de una lista de correo. Pero cuando la comisión presentó una propues-ta de plan financiero para todas las activida-des previstas, el Comité de Coordinación tuvo que negarla, pues esta propuesta estaba muy por encima del presupuesto y era impensable poder realizarla. Debido a este problema de comunicación, el trabajo de la comisión tuvo que empezar de cero. Otras comisiones, como la de Juventud, que podía haber necesitado ayuda para organizarse a causa de las múlti-ples pugnas internas, fueron también dejadas de lado por el comité organizador.

Este tipo de comisiones abiertas y débilmente vinculadas, y que se supone deben encontrar su propia forma de trabajo conjunto, se encuen-tran bloqueadas cada vez que tratan de apro-piarse del FSM. Esto conlleva a decepciones y así muchas personas dieron las espaldas al FSM durante el proceso. Sin embargo, no parece existir un interés a futuro de reforzar las comi-siones, sino de mantener la estructura desor-ganizada y débil. La cuestión principal para la reforma del FSM es, por lo tanto, cómo vincular la estructura abierta de las comisiones más es-trechamente con la estructura administrativa, en el proceso de organización del evento FSM y al hacer eso, cómo equilibrar los intereses diferenciados de un evento perfectamente or-ganizado y de un campo experimental para las iniciativas de la sociedad civil que tratan de apropiarse del FSM.

En lo que sigue, ilustraremos este campo ex-perimental para las iniciativas con ejemplos, para dar una idea de cómo el proceso de orga-nización del evento podría apoyar la iniciativa cuando no ayudar a crear nuevos movimientos.

Uno de esos ejemplos recientes es NOMAD. Fundado en noviembre de 2012, este grupo de jóvenes de Redejef trabajó en una solución de bajo presupuesto para los equipos de traduc-ción. Utilizando frecuencias de radio, trans-miten la traducción desde las cabinas de inter-pretación a radios que sirven como receptores para el público. Proporcionaron todos los equi-pos para el FSM y quieren apoyar otros eventos de movimientos sociales a futuro, para facilitar la comunicación entre militantes de los movi-mientos sociales. Al igual que este grupo, pudo haber muchos otros grupos que contribuyeran con sus soluciones creativas para el evento. Por ejemplo, un grupo quería construir las emi-soras de radio, y otro quería trabajar en la pro-visión de Wi-Fi en la universidad. Presentaron a los funcionarios su idea de hacer un proyecto de bajo presupuesto para su construcción, pero no obtuvieron el permiso. Los organizadores decidieron tener equipos transmisores “profe-sionales” de Wi-Fi y radio. Así, encargaron esta tarea a una empresa estatal que construyó la conexión Wi-Fi y proveyeron los transmisores de radio.

Todos estos grupos que trataron de entrar en el proceso con sus ideas quedaron decepcionados. No pudieron conseguir un espacio abierto para sus iniciativas en el proceso; no podían desa-rrollar sus experiencias al trabajar juntos, por-que los organizadores se centraron mucho más en tener la organización óptima del “espacio abierto”, que al final fue “ocupado” casi ente-ramente por ONGIs.

En suma, es necesario reflexionar profunda-mente sobre las estructuras del proceso del Foro Social Mundial, en las cuales se debe alen-tar a los movimientos a asumir más responsa-bilidad y a apropiarse del FSM y en el cual el conocimiento acerca de la idea del FSM no esté determinado por los intereses y expectativas hacia el FSM que provienen de fundaciones, gobiernos y ONGIs. Tal refuerzo de las estruc-turas de las comisiones daría lugar a un mayor enraizamiento local del FSM. Ahora, si el Foro Social Mundial está fuertemente arraigado a nivel local, se plantea la pregunta de cómo vin-cularlo de nuevo al nivel mundial. Así que, ade-

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más de una reflexión sobre la manera de abrirse a los mo-vimientos sociales en el país donde se lleva a cabo el FSM, la pregunta es también cómo abrirse a los movimientos so-ciales de otros países -no sólo para la participación en el evento, sino también antes, en el proceso-. Se deben fa-cilitar los vínculos entre mo-vimientos locales y otros mo-vimientos, para que estén en posibilidad de buscar solu-ciones sobre cómo definir el Foro Social Mundial, o mejor dicho, cómo apropiarse del FSM. El desafío es entonces cómo renovar el proceso del FSM para crear otro FSM y al mismo tiempo cómo mante-nerlo atractivo para las ONGs y fundaciones internaciona-les. Esto se puede hacer te-niendo un órgano administra-tivo que conozca la manera de facilitar la comunicación y la coordinación de las ini-ciativas, sin controlarlas. Un primer paso importante es hacer que el presupues-to tenga total transparencia y potenciar las iniciativas. Este órgano administrativo tendría entonces la difícil tarea de buscar un equilibrio entre los intereses de ON-GIs, fundaciones, gobierno, empresas, y movimientos lo-cales y globales. Durante el proceso se adoptan las deci-siones de quien define lo que es el FSM y qué aspecto debe tener. Si los movimientos so-ciales quedaran excluidos en este proceso de toma de de-cisiones, finalmente, el FSM no podrá diferenciarse de otros eventos de la sociedad civil. (Traducción ALAI).

Declaración de la Asamblea de los Movimientos Sociales

Nosotras y nosotros, reunidos en la Asamblea de Movimientos Sociales, realizada en Túnez

durante el Foro Social Mundial 2013, afirmamos el aporte fundamental de los pueblos del Magreb-Mashreck (desde la África del Norte hasta el Me-dio Oriente) en la construcción de la civilización humana. Afirmamos que la descolonización de los pueblos oprimidos es un gran reto para los movi-mientos sociales del mundo entero. En el proceso del FSM, la Asamblea de los Movi-mientos Sociales es el espacio donde nos reunimos desde nuestra diversidad para juntos construir agendas y luchas comunes contra el capitalismo, el patriarcado, el racismo y todo tipo de discrimi-nación y opresión. Hemos construido una historia y un trabajo común que permitió algunos avan-ces, particularmente en América Latina, donde logramos frenar alianzas neoliberales y concretar alternativas para un desarrollo socialmente justo y respetuoso de la naturaleza. Juntos, los pueblos de todos los continentes libra-mos luchas donde nos oponemos con gran energía a la dominación del capital, que se oculta detrás de la promesa de progreso económico del capita-lismo y de la aparente estabilidad política. Ahora, nos encontramos en una encrucijada don-de las fuerzas conservadoras y retrógradas quieren parar los procesos iniciados a dos años de suble-vación popular en la región del Maghreb-Mashrek que ayudó a derrumbar dictaduras y a enfrentar

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el sistema neoliberal impuesto sobre los pue-blos. Estas sublevaciones contagiaron a todos los continentes del mundo generando procesos de indignación y de ocupación de las plazas pú-blicas. Los pueblos de todo el mundo sufrimos hoy los efectos del agravamiento de una profunda cri-sis del capitalismo, en la cual sus agentes (ban-cos, transnacionales, conglomerados mediáti-cos, instituciones internacionales y gobiernos con el neoliberalismo) buscan potenciar sus be-neficios a costa de una política intervencionista y neocolonialista. Guerras, ocupaciones militares, tratados neoli-berales de libre comercio y “medidas de auste-ridad” expresadas en paquetes económicos que privatizan los bienes comunes y los servicios públicos, rebajan salarios, reducen derechos, multiplican el desempleo, aumentan la sobre-carga de las mujeres en el trabajo de cuidado y destruyen la naturaleza. Estas políticas afectan con intensidad a los paí-ses más ricos del Norte, aumentan las migra-ciones, los desplazamientos forzados, los des-alojos, el endeudamiento, y las desigualdades sociales como en la Grecia, Chipre, Portugal, Italia, Irlanda y en el Estado Español. Ellas re-fuerzan el conservadorismo y el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres. Además, ta-les agentes intentan imponernos la “economía verde” como solución para la crisis ambiental y alimentaria, lo que además de agravar el problema, resulta en la mercantilización, pri-vatización y financiarización de la vida y de la naturaleza. Denunciamos la intensificación de la represión a los pueblos en rebeldía, el asesinato de las y los liderazgos de los movimientos sociales, la criminalización de nuestras luchas y de nues-tras propuestas. Afirmamos que los pueblos no debemos seguir pagando por esta crisis sistémica y que no hay salida dentro del sistema capitalista! Aquí en Túnez, reafirmamos nuestro compromiso con la construcción de una estrategia común para de-

rrocar el capitalismo. Por eso, luchamos: * Contra las transnacionales y el sistema fi-nanciero (el FMI, el BM y la OMC), principales agentes del sistema capitalista, que privatizan la vida, los servicios públicos, y los bienes co-munes, como el agua, el aire, la tierra, las se-millas, y los recursos minerales, promueven las guerras y violaciones de los derechos humanos. Las transnacionales reproducen prácticas ex-tractivistas insostenibles para la vida, acaparan nuestras tierras y desarrollan alimentos trans-génicos que nos quitan a los pueblos el derecho a la alimentación y eliminan la biodiversidad. Luchamos por la anulación de la deuda ilegítima y odiosa que hoy es instrumento de represión y asfixia económica y financiera de los pueblos. Recusamos los tratados de libre comercio que las transnacionales nos imponen y afirmamos que es posible construir una integración de otro tipo, a partir del pueblo y para los pueblos, ba-sada en la solidaridad y en la libre circulación de los seres humanos. * Por la justicia climática y la soberanía ali-mentaria, porque sabemos que el calentamien-to global es resultado del sistema capitalista de producción, distribución y consumo. Las trans-nacionales, las instituciones financieras inter-nacionales y gobiernos a su servicio no quieren reducir sus emisiones de gases de efecto in-vernadero. Denunciamos la “economía verde” y rechazamos todas las falsas soluciones a la crisis climática como los agrocombustibles, los transgénicos, la geo-ingeniería y los mecanis-mos de mercado de carbono, como REDD, que ilusionan a poblaciones empobrecidas con el progreso, mientras privatizan y mercantilizan los bosques y territorios donde han vivido miles de años. Defendemos la soberanía alimentaria y la agri-cultura campesina, que es una solución real a la crisis alimentaria y climática y significa también acceso a la tierra para la gente que la vive y la trabaja. Por eso llamamos a una gran movilización para frenar el acaparamiento de tierras y apoyar las luchas campesinas locales.

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* Contra la violencia hacia las mujeres, que es ejercida con regularidad en los territorios ocupados militarmente, pero también contra la violencia que sufren las mujeres cuando son criminalizadas por participar activamente en las luchas sociales. Luchamos contra la violen-cia doméstica y sexual que es ejercida sobre ellas cuando son consideradas como objetos o mercancías, cuando la soberanía sobre sus cuerpos y su espiritualidad no es reconocida. Luchamos contra el tráfico de mujeres, niñas y niños. Defendemos la diversidad sexual, el de-recho a autodeterminación de género, y lucha-mos contra la homofobia y la violencia sexista. * Por la paz y contra la guerra, el colonialis-mo, las ocupaciones y la militarización de nuestros territorios. Denunciamos el falso dis-curso en defensa de los derechos humanos y de la lucha contra los integrismos, que muchas veces justifica ocupaciones militares por po-tencias imperialistas como en Haití, Libia, Mali y Siria. Defendemos el derecho de los pueblos a su au-todeterminación y a su soberanía como en la Pa-lestina, el Sahara Occidental y en el Kurdistán. Denunciamos la instalación de bases militares extranjeras en nuestros territorios, utilizadas para fomentar conflictos, controlar y saquear los recursos naturales y promover dictaduras en varios países.

Luchamos por la libertad de organizarnos en sindicatos, movimientos sociales, asociaciones y todas las otras formas de resistencia pacífica. Fortalezcamos nuestras herramientas de soli-daridad entre los pueblos como la iniciativa de boicot, desinversión y sanción hacia Israel y la lucha contra la OTAN y por la eliminación de todas las armas nucleares. * Por la democratización de los medios de comunicación masivos y por la construcción de medios alternativos, fundamentales para avanzar en el derrocamiento de la lógica ca-pitalista. Inspirados en la historia de nuestras luchas y en la fuerza renovadora del pueblo en rebeldía, la Asamblea de los Movimientos Sociales convoca a todas y todos a desarrollar acciones coordina-das en nivel mundial en una jornada mundial de movilización en el día (fecha a definir). Movimientos sociales de todo el mundo, ¡avan-cemos hacia la unidad a nivel mundial para de-rrotar al sistema capitalista! ¡Basta de explotación, basta de patriarcado, racismo y colonialismo! ¡Viva la revolución!

¡Viva la lucha de todos los pueblos!

Túnez, 29 marzo 2013

que participan del gobierno quedaron agrade-cidas por la realización del Foro Social Mundial de 2013 en Túnez –con un claro sentimiento de alivio, por las tensiones producidas cuatro se-manas antes por un asesinato político–.

Luego del Foro, otra discusión que se dio en Túnez fue sobre el Consejo Internacional del FSM, que vive una crisis creada, según muchos de sus miembros, por su burocratización. Éste

se reunió inmediatamente después de haber terminado el Foro y organizó grupos de trabajo para profundizar durante seis meses esas cues-tiones, así como las propuestas para la realiza-ción del próximo Foro Social Mundial.

Una de las frases de Pierre Baudet sobre el Foro, en el artículo antes citado, se aplica también al CI: el FSM, los FSM deberíamos de-cir, son instrumentos que es preciso perfeccio-nar, en lo que será una caminata muy larga... (Traducción ALAI).

FSM 2013 - el éxito...viene de la página 17

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Nuevos desafíos organizativosMichael Albert

El Foro Social Mundial ha sido un mecanis-mo para congregar activistas, movimientos

y proyectos a fin de que intercambien infor-mación y experiencias, en forma simultánea, pública y en un solo lugar. En estos aspectos ha sido un gran éxito. Existiendo el espacio, la gente se congrega y lo utiliza.

Algunas personas consideran que no logró ge-nerar movilizaciones ni programas, en grado suficiente. No estoy seguro hasta dónde eso sea cierto o no. ¿Cuántas personas han sido estimuladas por el FSM a vincularse a las lu-chas sociales? ¿Cuánta solidaridad internacio-nal ha surgido? Por supuesto que no llegó a ser lo óptimo, después de todo, queremos ganar y no lo hemos hecho, hasta ahora. Pero, ¿será cierto que fue menor a lo que razonablemente se podía esperar?

Una segunda preocupación es que no propició la suficiente unidad. Cierto es que la gente se congregó, se reunió, estableció vínculos y confianza. Pero ¿hasta qué punto se ventila-ron y superaron las diferencias? ¿En qué me-dida el FSM permitió que se exprese la ira que todo el mundo compartía, pero sin llegar a explorar una visión positiva y estrategias para matizar diferencias y forjar una nueva unidad? Allí creo que se pudo lograr mucho más, si se hubiese priorizado la visión y la estrategia.

Una tercera preocupación, relacionada, ocupa un lugar preponderante: la limitada organici-dad para generar continuidad y capacidad de abarcar varios países y dar lugar a una agenda internacional duradera. No obstante, señalar esta limitación, como si se tratara de un es-fuerzo fracasado, es un tanto inexacto. Tal objetivo nunca fue considerado en absoluto.

Entonces cabe preguntarse, ¿existe algún ca-mino viable para que en el plano internacio-nal cuaje una perspectiva organizativa y pro-

gramática? ¿Podrá el activismo respecto a la comunicación, las finanzas, la inmigración, la violación, el parentesco, la guerra y el clima, unirse de tal manera que todos los esfuerzos de este tipo en todos los países extraigan en-señanzas de los demás, y se fortalezcan a par-tir de la unidad con el resto y de enfoques y métodos compartidos?

Creo que es fácil imaginar los patrones que tales acontecimientos podrían asumir. Por ejemplo, podríamos desarrollar acciones in-ternacionales con los medios de comunicación libres, destacando los objetivos de manifesta-ciones y demandas en todos los grandes paí-ses, e incluso en todas las grandes ciudades. Éstos podrían fomentar los medios de comuni-cación alternativos, así como ejercer presión o realizar ocupaciones en los medios hege-mónicos. O podríamos desarrollar campañas locales y nacionales que se repliquen de un lugar a otro, que se vayan sumando como una campaña internacional por una jornada y se-mana laboral más corta. Esto podría contem-plar que no haya ninguna reducción de ingre-sos totales debido a la reducción de la jornada para los pobres, pero sí ingresos reducidos para los sectores pudientes y ricos, cuando no aspectos redistributivos más fuertes. O po-dríamos desarrollar campañas por el desarro-llo de energías alternativas, o la apertura de las fronteras, o el fin de la violencia contra las mujeres, entre muchas otras metas.

Las acciones unificadas transversalmente en-tre ciudades y países de este tipo no surgieron de los foros de debate del FSM, y sobre todo no surgieron de los foros de discusión que no profundizaron en materia de visión y estra-tegia, prefiriendo más bien centrarse princi-palmente en el análisis de las injusticias ac-tuales. Pero si ellas no surgieron allí, ¿cómo podrían hacerlo?

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Es una pregunta difícil. Es más, algunos po-drían preguntarse, ¿quién necesita una unidad tan amplia? Podrían añadir que lo que se ne-cesita es más bien lo que sea apropiado en cada ciudad y país. Que no necesitamos que lo que sucede en un lugar se replique amplia-mente y sea parte de lo que sucede en otros lugares. La cuestión es que probablemente sí existe la necesidad del activismo entre países, por al menos tres razones.

En primer lugar, es mucho más probable que se desarrollen campañas en un país determi-nado si existen campañas paralelas en otros países; y asimismo para las ciudades. El im-pulso que se genera cuando las actividades propias tienen resonancia, en lugar de perma-necer aisladas, es una gran ayuda. Y mientras más réplicas se dan -por supuesto, con me-jorías- más impulso hay y mayores motivacio-nes. Si alguien piensa que el activismo griego no alienta las energías en España y viceversa, está confundido. Si alguien piensa que la apa-rición de niveles comparables de resistencia en Francia, Alemania, Italia o el Reino Uni-do no impulsaría a España y Grecia aún más lejos, y encendería la resistencia de manera más amplia, de nuevo, se confunde. Así que la primera razón es psicológica y motivacio-nal. Es mucho más fácil luchar sabiendo que los esfuerzos de uno no son únicos ni aislados. Es aún más fácil cuando se sienta que se están extendiendo como una epidemia.

En segundo lugar, hay lecciones que aprender. Y si bien cada campaña municipal o nacional será diferente del resto, debido a las particu-laridades de la ciudad o país dado -su historia, su gente y las condiciones vigentes- también habrá importantes similitudes. Y así las en-señanzas respecto a tácticas, demandas, for-mas de comunicarlas, y mucho más pueden ser compartidas.

En tercer lugar, existe la ayuda mutua directa y la expansión. Los activistas en un país, lite-ralmente, pueden proporcionar apoyo e inclu-so recursos a sus contrapartes en otro país, lo que a su vez aporta al entendimiento y al áni-mo, así como la capacidad directa de lograr

avances. Cualquier campaña nacional tiene muchas más posibilidades de alcanzar sus me-tas si es parte de un proceso internacional, que si opera solo.

¿Hacia una programación internacional unificada?

Bien, entonces se deduce que sería muy be-neficioso para las fuerzas que apuestan a un mundo mejor, que tengan una articulación en-tre las ciudades de un país, y entre países en todo el mundo. Sin embargo, ¿cómo puede surgir esa articulación y unidad?

Sólo el tiempo permitirá responder plenamen-te a esa pregunta, pero creo que podemos, tal vez, describir un esfuerzo que podría con-tribuir de manera positiva. Podríamos desa-rrollar, por ejemplo, una organización interna-cional, con excelentes ideas y compromisos, que se construya con secciones nacionales y capítulos locales, todos federados, que ope-ren cada uno como entidades con autogestión colectiva, igual que el todo; y que tendría un fuerte énfasis en la búsqueda de la acción y metas unificadas, a la vez que respete e in-cluso fomente la disidencia y diversos experi-mentos con enfoques contrastados.

¿Por qué ayudaría contar con una organización con estas características? Porque ayudaría a la militancia en todo el mundo, para que se identifique y se una a la organización, a de-sarrollar sus puntos de vista intercomunicán-dose, dando lugar eventualmente a mucha actividad compartida. La unidad no se impon-dría desde algún centro, sino que surgiría de acuerdos compartidos, todo ello consciente-mente articulado. A través de un tal proceso, podríamos empezar a ver acciones internacio-nales dentro de una programación unificada, aun cuando cada variante nacional y local opere bajo sus propias premisas. Algo qué es justamente lo que el relato anterior sugiere que necesitamos.

El FSM nunca aspiró a tal resultado. No tenía un análisis compartido claramente enunciado,

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como tampoco tiene -ni siquiera buscó- una visión y líneas estratégicas compartidas. No tenía una estructura de toma de decisiones pública y autogestionada, ni un compromiso en ese sentido. Tampoco tiene perspectivas, que yo sepa, acerca del fomento, el respeto y la confrontación con puntos de vista discre-pantes.

Supongamos que haya un acuerdo que es de-seable tener una organización internacional como ésta. ¿Qué características adicionales podría requerir para poder desempeñar esa función? Es evidente que, en la era moderna, con los aportes de las últimas seis o siete dé-cadas, tendría que tener un enfoque ‘multi’, con énfasis en lo racial, la cultura, el género, el parentesco, la política, la economía, la eco-logía, las relaciones internacionales, sin dar prioridad a ninguno sobre el resto. Tendría que esforzarse para sembrar las semillas del futuro en el presente. Tendría que combinar la prioridad a conseguir la acción coherente compartida, con el respeto serio y estructu-ralmente garantizado hacia las opiniones dis-crepantes acerca de lo que esa acción debe ser. Tendría que utilizar los mejores conoci-mientos y prácticas que surjan, pero sin ele-var a subgrupos de personas a posiciones do-minantes. Tendría que respetar y aprovechar la diversidad de ideas y acciones que carac-terizan la variedad de espacios locales y na-cionales, al mismo tiempo que propicia una visión clara y convincente de las instituciones fundamentales de ese futuro mejor para todos que anhelamos.

Cuando miro alrededor del mundo y veo las alineaciones de distintas personas que ya lu-chan por un mundo mejor, a nivel local o de manera más general, o que desean un mundo mejor, pero no tienen los medios, o tal vez ni la esperanza de luchar para conquistarlo, personalmente me inclino porque tal organi-zación, para que sea un espacio desde el cual desarrollar e impulsar un programa de gran al-cance hacia los confines de los sectores movi-lizados, tendría que ser muy explícita respecto a lo que podríamos llamar una visión y orien-

tación minimalista y maximalista. Tendría que ser ambiciosamente maximalista en el sentido de tratar de conquistar nuevas instituciones económicas, culturales, de parentesco, polí-ticas e internacionales, capaces de sostener las inclinaciones naturales y el ejercicio de la gente a favor del control autogestionado de sus propias vidas, de la solidaridad y la ayuda mutua con los y las demás, del placer en la di-versidad y su celebración, y de la distribución equitativa de los derechos, responsabilidades y recompensas. Pero tendría que ser modes-tamente minimalista en el reconocimiento de que, si bien es nuestra responsabilidad dar a las futuras generaciones un entorno institu-cional donde pueden tomar sus propias deci-siones, es su derecho y su responsabilidad –de ellas y no la nuestra- tomar esas decisiones futuras; y si bien tenemos que trabajar para lograr el cambio, incluso con un alto nivel de unidad, también tenemos que darnos cuenta que la mayoría de cuestiones estratégicas y tácticas dependen del contexto, y por lo tanto debemos tener cuidado de evitar pensar que podemos o debemos tener ideas fijas sobre es-tos asuntos.

Ya existe un esfuerzo para crear algo como esto -uno que yo conozco– que está tratando de crecer. Se trata de la Organización Inter-nacional para una Sociedad Participativa. Tal vez haya otros esfuerzos. Si hubiésemos teni-do algo como esto, arraigado en países alre-dedor del mundo, tal vez el proceso del FSM hubiese sido menos susceptible a las preocu-paciones señaladas al inicio de este ensayo. Y ello sugiere que el defecto no estaba tanto en el FSM en sí, cuanto que en la ausencia de una base organizacional circundante con capaci-dad de multiplicar más eficazmente la prome-sa del FSM. (Traducción ALAI).

Michael Albert, activista y escritor, es co-editor de Znet y co-autor de la visión

económica llamada “economía participativa”. Actualmente dedica esfuerzos a la

construcción de la Organización Internacional para una Sociedad Participativa.

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