Análisis crítico J'ai tué ma mère

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Maté a mi mamá. Heroísmo digital y vecindad estética. Julián Eduardo Pérez Lizcano Rubén Darío López Constaín Los estudios e investigaciones alrededor del concepto de modernidad y posmodernidad, junto a los estudios relativos a los medios digitales y las nuevas tecnologías, permiten entender cómo se construyen las estéticas en lo audiovisual y las estructuras narrativas en los nuevos productos y formatos. Sin embargo, para esto, es pertinente realizar un análisis de productos audiovisuales para evidenciar a cabalidad la presencia de estas características o rasgos de lo que entendemos como posmoderno. Para efectos de esta propuesta práctica, se plantea realizar un análisis de la película Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère) , lanzada en el año 2009, por el director canadiense Xavier Dolan. En el blog de cine Cinemarama, Aníbal Perotti expresa que “Yo maté a mi madre retrata a un dúo disfuncional y algo perverso formado por un adolescente ávido de libertad, descubrimientos artísticos y encuentros amorosos; y su madre, un ser irritante y monstruoso a los ojos del hijo”. La película, que desde su lanzamiento ha recibido críticas muy positivas por su arriesgada incursión para un director tan joven, tanto en el tratamiento narrativo como estético del largometraje, ha valido para adentrarse en un análisis de la película desde los conceptos de modernidad y posmodernidad, además de, precisamente la presencia de medios digitales y nuevas tecnologías. En este estricto sentido, se busca analizar con cierta profundidad dos elementos de la película, puntuales pero que de igual forma logran abarcar al producto cinematográfico en su totalidad. Sin embargo, antes de establecer estos dos puntos, se considera adecuado narrar grosso modo la historia de la película. Hubert Minel (Xavier Dolan) vive con su madre Chantal Lemming (Anne Dorval) en la ciudad de Montréal, manteniendo una relación diaria bastante caótica. Se presenta entonces una irritación entre los dos personajes mezclada entre amor y odio y que siempre establece unas barreras considerablemente difusas. Cuando Hubert habla con su madre, siempre terminan peleando y discutiendo fuertemente, llegando a

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Maté a mi mamá. Heroísmo digital y vecindad estética.Julián Eduardo Pérez LizcanoRubén Darío López Constaín

Los estudios e investigaciones alrededor del concepto de modernidad y posmodernidad, junto a los estudios relativos a los medios digitales y las nuevas tecnologías, permiten entender cómo se construyen las estéticas en lo audiovisual y las estructuras narrativas en los nuevos productos y formatos. Sin embargo, para esto, es pertinente realizar un análisis de productos audiovisuales para evidenciar a cabalidad la presencia de estas características o rasgos de lo que entendemos como posmoderno. Para efectos de esta propuesta práctica, se plantea realizar un análisis de la película Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère), lanzada en el año 2009, por el director canadiense Xavier Dolan. En el blog de cine Cinemarama, Aníbal Perotti expresa que “Yo maté a mi madre retrata a un dúo disfuncional y algo perverso formado por un adolescente ávido de libertad, descubrimientos artísticos y encuentros amorosos; y su madre, un ser irritante y monstruoso a los ojos del hijo”.

La película, que desde su lanzamiento ha recibido críticas muy positivas por su arriesgada incursión para un director tan joven, tanto en el tratamiento narrativo como estético del largometraje, ha valido para adentrarse en un análisis de la película desde los conceptos de modernidad y posmodernidad, además de, precisamente la presencia de medios digitales y nuevas tecnologías. En este estricto sentido, se busca analizar con cierta profundidad dos elementos de la película, puntuales pero que de igual forma logran abarcar al producto cinematográfico en su totalidad. Sin embargo, antes de establecer estos dos puntos, se considera adecuado narrar grosso modo la historia de la película.

Hubert Minel (Xavier Dolan) vive con su madre Chantal Lemming (Anne Dorval) en la ciudad de Montréal, manteniendo una relación diaria bastante caótica. Se presenta entonces una irritación entre los dos personajes mezclada entre amor y odio y que siempre establece unas barreras considerablemente difusas. Cuando Hubert habla con su madre, siempre terminan peleando y discutiendo fuertemente, llegando a ofenderse, por lo que su refugio son su novio Antonin (François Arnaud), que es su compañero del instituto, y una cámara de video en la que expresa lo que piensa respecto a su madre, con la tranquilidad del caso. La relación llega a un punto tan crítico que su madre decide intervenir junto a su padre y lo envían a un internado, del cual Hubert escapa hacia la casa campestre en la que vivía de niño. Seguidamente su madre descubre los cassettes con las grabaciones de su hijo, lo busca en la cabaña y la película finaliza con su encuentro pacífico al atardecer.

La historia es primordial para uno de los dos puntos focales del análisis. Este es, la relación que establece el personaje de Hubert Minel con la cámara, un aparato tecnológico, como receptor de la expresión, amigo y acompañante, lo cual refleja la características referentes a las dinámicas que se construyen entre los individuos sociales o usuarios, como llamaría Carlos Scolari, que afectan la manera de estar en el mundo de las personas. El segundo punto a analizar es el referente a la estética que se maneja en la película, característica evidente del posmodernismo. En este punto se analizan la convergencia de estilos que existen en los espacios interiores,

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pasando de lo barroco a lo minimalista, de lo vintage y retro, a lo moderno o más perteneciente a la industria cultural; siendo esto como un determinante de las personalidades y maneras de ser de los personajes, las cuales son narrativamente marcadas y dan fuerza al contenido social del largometraje.

Familias conflictivas, familias digitales

La narrativa de la película y las dinámicas que ocurren entre los personajes gira en torno a las relaciones familiares en una era post-industrial. Esto merece aclarar que estas condiciones introducen a los personajes a una presencia fuerte y penetrante de las lógicas de mercado y consumo. Esto, implícitamente tiene el elemento del desarrollo tecnológico en la sociedad que, como lo expresa Zygmunt Bauman en su libro Amor Líquido, afecta la socialidad y claro está, las construcciones familiares, sus valores, concepciones de mundo y formas de construcción y desarrollo.

En el caso del largometraje Yo maté a mi madre, se muestra una familia monoparental, en la que el hijo tiene fuertes discrepancias con su madre debido a sus formas de ser, además de la falta de comunicación o fragmentación, propio de la era posmoderna, según expresan autores como Carlos Fajardo (Estética y Posmodernidad 94-97, 2001), y Fernando Vásquez (Las premisas de Frankenstein. 30 fragmentos para entender la posmodernidad, premisas 11, 12 y 17). Sin embargo, la trama del audiovisual nos lleva a la resolución del conflicto familiar entre el dúo madre-hijo debido a un elemento primordial: la cámara de video. La cámara es el principal catalizador de Hubert Minel respecto a sus sentimientos y pensamientos sobre su madre y la relación que llevan. Esta relación que se teje entre el individuo, en este caso un adolescente, y el aparato tecnológico, ha sido tratado por diferentes teóricos.

Carlos Scolari, en su libro Hipermediaciones. Elementos para una Teoría de la Comunicación Digital Interactiva, establece que una de las características de los medios digitales es la interactividad de los individuos, ahora usuarios, con estos elementos que, evidentemente, transforman las relaciones sociales entre los individuos de manera sustancial. Zygmunt Bauman establece que esta interactividad con los medios digitales construye relaciones de proximidad virtual y lejanía topográfica entre las personas, lo cual fragmenta las construcciones sociales y construye otras lógicas al respecto. Es el caso de Hubert Minel y su madre Chantal Lemming que, si bien se encuentran cerca, tienen una relación de lejanía que solo se recupera al completar el modelo de emisión del mensaje hijo-cámara-madre, en vez de poder ser hijo-madre.

La cámara, para Hubert, cumple la tarea del psicólogo, es decir, una persona con la que puede expresar sus emociones y pensamientos, los cuales lo aquejan y afectan su vida personal y familiar, pero sin recibir una respuesta. Esto es, porque Hubert ha construido esa relación intrínseca con la cámara que impide que exprese sus sentimientos directamente a su madre, sino que los consigne en la memoria de la cámara. La batería llena de la cámara concuerda con el momento narrativo en el que la relación madre-hijo ha llegado a su punto crítico, y ocurre como una especie de explosión de las ideas de Hubert respecto a su madre, que la cámara hace llegar

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a la Chantal. Cuando esto ocurre, la relación entre ellos se recupera, debido al cumplimiento del esquema de comunicación hijo-cámara-madre. De esta manera, se evidencia el planteamiento de Fredéric Jameson respecto a que la fragmentación de las relaciones humanas debido a la tecnología, estructura otras formas de expresión cultural y, claro está, social.

La misma relación estrecha que se ha establecido con el aparato tecnológico, según Gene Youngblood (El aura del simulacro: el ordenador y la revolución cultural, Revista Telos, número 9), configura la concepción de mundo de Hubert, además de su manera de estar en él. En este sentido, esta relación con la cámara acentúa el hecho de que Hubert se convierta en una especie de retraído social, reflejado en las escasas relaciones sociales que tiene con su entorno, especial en el espacio del instituto. De manera consecuente a este hecho, se deduce entonces una cierta dependencia del usuario respecto al aparato tecnológico.

Zygmunt Bauman explica claramente este producto de la interacción de las personas con los medio digitales en Amor Líquido, al decir que “ahora con el auge de las redes sociales y las TICs, las identidades globales , volubles, permeables y propiamente frágiles, oscilan de acuerdo a la tendencia que marca el consumismo. Sin embargo, esta identidad escurridiza, nos hace cada vez más dependiente del otro y es ahí donde se encuentra la esperanza de crear condiciones de crecimiento en términos de humanidad”. Así, se evidencia la fuerte influencia del aparato tecnológico en las relaciones sociales y tan íntimas como la familia, además de que el acto de grabación ante la cámara ocurre en un lugar tan íntimo como lo es el baño, lo cual muestra entonces la inclusión prioritaria de la tecnología en la intimidad, más que la inclusión de otro ser humano. Hay, entonces, un miedo al vacío, que es llenado por el aparato tecnológico ante el auge de lógicas de mercado que construyen las lejanías topográficas expuestas por Bauman.

Finalmente, Yo maté a mi madre muestra cómo una familia logra funcionar en una época post-industrial, gracias a la presencia de los aparatos tecnológicos, sin los cuales no se concibe una estructura familiar con buen desarrollo interpersonal. La familia, ahora al no estar fundada bajo un componente digital, tiende a llenarse de conflicto con la misma inclusión de la tecnología en el esquema de comunicación íntimo-interpersonal entre los miembros de la familia.

La estética amnésica

Si bien ya se ha expuesto el argumento y la trama del largometraje, no se puede quitar la vista de los elementos visuales y sonoros del film, los cuales también dan muestras de la presencia de los posmoderno, precisamente, desde su tratamiento estético. En los espacios interiores en los que transcurre la película, es posible identificar ciertos rasgos genéricos en términos estéticos de la decoración y conformación de la arquitectura del hogar. Teniendo en cuenta esto, se han identificado dos aspectos para tratar la dirección de arte de Yo maté a mi mamá.

Respecto a la cantidad de elementos que ocupan cada espacio se identificaron dos estilos o estéticas que son el minimalismo y el barroco. Los diferentes espacios están fluctuando entre estas dos tendencias, la una más tradicionalista (barroco), y la otra un tanto más de vanguardia

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(minimalismo). Dentro de los espacios que tienen una preponderancia del estilo barroco se encuentran principalmente la casa de Hubert Minel, la casa de su maestra del instituto y la cabaña en la que Hubert vivió de niño, caracterizadas por la exacerbación de elementos decorativos, además del uso de tramas o motivos en estos elementos. Se observan copas y tazas con decoración de flores, mariposas en las paredes, diferentes tipos de figuras o estatuillas en las mesas, mesones, repisas y demás, que exacerban los espacios interiores conformando una estética bien definida.

Por otro lado, la casa del novio de Hubert, Antonin, y la casa del padre de Hubert, poseen elementos concretos que decoran los espacios, les brindan más espacio pero igual definen una estética compuesta por pocos elementos que, a pesar de ser pocos, consolidan la estética del espacio y lo hacen ameno. Esta característica de los espacios interiores devela las otras dos tendencias estéticas: lo retro y lo vintage, frente a elementos propios de lo kitsch. De esta manera, los espacios barrocos evocan artículos que se denotan como antiguos o de épocas pasadas a esta era post-industrial; mientras que los otros elementos conforman afiches, fotos, mesones brillantes y artículos metalizados y limpios que reflejan esta otra estética de elementos repetitivos y que son íconos culturales, como los cuadros de James Dean que hay en la habitación de Antonin.

Después de hacer esta descripción de la construcción estética de la película desde la dirección de arte, es preciso indagar por el juicio de atribuirles la característica de posmodernas a estas decoraciones de espacios interiores. Los sucesos principales que se narran en el largometraje, y por ende las escenas y sus espacios, ocurren en una misma temporalidad, lo cual nos lleva a pensar que en la misma estructura de ciudad convergen todos estos estilos de ayer y de hoy. En este estricto sentido, se puede establecer la denominación de posmoderna a la estética escenográfica de la película como un pastiche o collage, bien en términos de Carlos Fajardo, Fredéric Jameson y otros autores que indagan sobre este respecto.

Fernando Vásquez en Las premisas de Frankenstein. 30 fragmentos para entender la postmodernidad, establece características resumidas y concretas de lo que se entiende como posmoderno. En el fragmento número veintisiete, expresa:

“la postmodernidad es un collage y un pastiche. En tanto collage es un caos que busca ser forma, huyendo de la forma; combinación de estilos, de prácticas, de discursos; refundición de lenguas: nueva Babel. Bazar o mercado persa; tienda de abalorios; miscelánea; puzzle. En cuanto pastiche es una mala imitación, un plagio, un remedo. Simulación de la razón sobre la razón. Fingimiento de la modernidad sobre ella misma: repetición, duplicación, calco: fotocopia. Siendo collage, la postmodernidad es un mosaico, donde abundan los recortes y los fragmentos; siendo un pastiche, se la puede entender bien como el mundo visto desde, por y para la reprografía.” (pág. 103, 1993)

En el caso de Yo maté a mi mamá, la diversidad de estilos que se presentan cumple a cabalidad con una característica de los posmoderno que, como dice Marshall Berman, hace referencia a esa

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mezcla constante, una amalgama de elementos que conviven y se combinan y repiten. Ya entendiendo esta característica de lo posmoderno en la película, hay que evidenciar el valor que tienen todos estos elementos en la definición de las personalidades de los personajes de la película. Bauman expresa que la interacción que existe entre los usuarios y los medios digitales afecta la socialidad y las maneras de comportarse, por lo que también se puede afirmar que estas dinámicas comienzan a definir a los individuos. En este sentido, la decoración barroca hace referencia a ese miedo al vacío que tienen tanto Hubert como Chantal dentro del caos de su relación, por lo que ese miedo es suplido por la exacerbación de elementos que las lógicas de mercado y de consumo post-industriales permiten adquirir.

Si bien estos comportamientos acuden actitudes un tanto psicopatológicas, es precisamente ese el efecto que tienen las lógicas de mercado y que debilitan las relaciones interpersonales. Estos facilita la construcción del esquema de enunciación hijo-cámara-madre, y que sea esta la manera efectiva de mantener una unión familiar que, tradicionalmente no funcionaba de esa manera. Mientras esta situación ocurre, se muestra la familia monoparental de Antonin y su madre quienes tienen en su hogar una estética más minimalista y kitsch, mantienen una relación armoniosa debido a que el miedo al vacío está superado y su mentalidad es más abierta debido a la connotación de los elementos decorativos. Xavier Dolan incluye también una escena de ‘dripping’ que hace homenaje al pintor Jackson Pollock, máximo exponente en el siglo XX del expresionismo abstracto.

Sin embargo, esta misma convergencia de estéticas que unidas forman la estética posmoderna, presenta también otra característica. Fredéric Jameson la expresa como ‘amnesia histórica’. Esta pérdida de memoria radica en que esa misma presencia de elementos estéticos de diferentes épocas ocurre sin la consciencia de su temporalidad debido a efectos del mercado y el consumismo. La presencia de esta mezcolanza permite entender un rasgo posmoderno igual que es la pérdida de la temporalidad y la velocidad a la que ocurre todo, que se siente como un letargo llegando a puntos críticos, como la relación entre Hubert y su madre Chantal.

El héroe y la vecindad

Las reflexiones de los anteriores apartados respecto a la película Yo maté a mi mamá, de Xavier Dolan, y su vínculo con el posmodernismo se han hecho claros y permiten llegar a dos conclusiones principales teniendo en cuenta los teóricos y planteamientos sugeridos. En primer lugar, logramos establecer en el producto audiovisual posmoderno una vecindad de estéticas, pues en un mismo espacio y concepto de ciudad, conviven precisamente diferentes estéticas, que se encuentran, intercambian formas de ser, de mostrarse y de verse, siempre variando. Estos encuentros y convivencias forjan parte de lo que es la identidad posmoderna a partir de los espacios que se viven y en los que ocurren las dinámicas de interacción social.

Finalmente, entendemos que esta vecindad, inmersa en una lógica de mercado, conlleva a conflictos entre los individuos que viven en esta vecindad. Sin embargo, hay una especie de salvación o solución a los conflictos de las relaciones interpersonales y es la misma lógica de mercado y consumo la que lo permite: los medios digitales. La cámara de video, en este caso, se

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convierte en el héroe digital de la narrativa del largometraje, puesto que esta interactividad que permea en las relaciones interpersonales, la que constituye un nuevo esquema, sustituye al esquema anterior y solventa los problemas sociales. Retornamos al estado de letargo y pérdida de la noción del tiempo debido al bienestar, propio de la sociedad posmoderna.

Bibliografía

- BERMAN Marshall “La modernidad ayer, hoy y mañana” en: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Ed Siglo XXI. Bogotá, 1988- JAMESON Frederic “Posmodernismo y sociedad de consumo” SDE- VASQUEZ R. Fernando “Las premisas de Frankenstein. 30 fragmentos para entender la posmodernidad”- FAJARDO Carlos “Un rápido itinerario por las ideas de la modernidad”,(pp 15 - 24) “Agotamiento de las vanguardias y relajamiento estético” (pp 87 – 102) “Crisis y fragmentación de los grandes proyectos modernos” (pp 103 – 11) “La estética cibercultural” (111 – 126) “Nuevo sensorium posmoderno (pp 173 -197) En: Estética y Posmodernidad. Edit Abyayala, Quito 2001- YOUNGBLOOD Gene “El aura del simulacro: el ordenador y la revolución cultural,” Rev Telos, Num 9- SCOLARI Carlos “Ecología de las interfaces” “los medios en la era post masiva”http://periodismoabc.files.wordpress.com/2012/02/hipermediaciones-capitulo-2.pdf - BAUMAN Zygmunt “Fuera y dentro de la caja de herramientas de la socialidad” en: Amor Líquido. Ed Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2007

- PEROTTI Aníbal, Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère) Blog Cinemarama, http://cinemarama.wordpress.com/2011/08/30/yo-mate-a-mi-madre-j’ai-tue-ma-mere/

- DOLAN Xavier, J’ai tué ma mère, 2009. (Archivo anexo en digital)