Anderson Harlene - Terapias Construccionistas Sociales Posmodernas
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ORGANO NO OFICIAL DE LA ASOCIACION DE INSTITUTOS Y CENTROS MILTON H. ERICKSON DE AMERICA LATINA
Año 5, Nº 4, Nueva Era, JUNIO de 2007
Preparado para el Efecto 2000
Editor Responsable: Antonius Mesméricus
"Salvando fronteras, uniendo espíritus y corazones"
Creado en los Talleres de Godoy Cruz, Mendoza, Rep. Argentina; y editado en Santiago de Chile
EDITORIAL RETORNANDO A LOS ENFOQUES TERAPÉUTICOS
En este Número hemos decidido apartarnos un poco de la enjundiosa polémica “técnicas-específicas-eficaces” vs. “factores comunes”… pero, como podrán percatarse los lectores, en realidad saltamos a otro nivel análisis para asistir a la descripción que hace Anderson de tres enfoques terapéuticos en los cuales puede rastrearse una clara congruencia epistemológica, teórica y técnica… y que postulan una forma de hacer terapia congruente con los hallazgos del enfoque de los factores comunes de eficacia en psicoterapia. Interesantemente, Anderson está presentándonos tres enfoques que podrían ser estéticamente integrados (técnicamente) en el “tratamiento” de un sistema-consultante. Aunque todos los autores no estarán de acuerdo con los postulados de Anderson (véase por ejemplo, L. Boscoso y P. Bertrando, Terapia sistémica individual, Ed. Amorrortu, 2000), los tres enfoques descritos entregan herramientas a aquellos terapeutas que estamos interesados en que nuestros consultantes se posicionen como sus propias agencias de cambio. En este Número hemos incluido un interesante texto-reporte del proceso de cambio en conductas de autocuidado de una Licenciada, el cual es analizado desde la perspectiva de la terapia de narrativas de White y Epston. Esperamos que lo disfruten tanto como lo disfrutamos nosotros. En fin, un nuevo Número de nuestra hipnosustancia, un nuevo aporte para la reflexión de nuestro quehacer terapéutico en los pagos del sur del Cono Sur. Esperamos que en los Números venideros podamos incluir textos que den cuenta de investigaciones en el ámbito de la terapia breve en nuestros países… asunto realmente necesario si queremos posicionarnos como terapeutas serios e impedir ser avasallados por la vorágine de la psicoterapia “científica” con la cual cooperan sumisamente las autoridades de la salud mental de nuestros países… Hasta el próximo mes.
CONTENIDOS EN ESTE NUMERO
Artículo de Fondo «Terapias Construccionistas Sociales Posmodernas» Harlene Anderson (p. 2) Cartas al Editor (p. 25) Experiencias Clínicas «Esa díscola presión» (p. 28) Comentario de Libros «Terapia narrativa. Una introducción para profesionales» Martin Payne (p. 32)
Protéjase
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CIDAL, Ind. Argentina Aut. M. de Salud y A. Social,
Cert. N° 019, Empresa N° 0002
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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ARTICULO DE FONDO
Harlene Anderson: Textos seleccionados
Terapias Construccionistas Sociales Posmodernas
(Borrador)1
Harlene Anderson, Ph.D.
Houston Galveston Institute y Taos Institute
INTRODUCCION
La terapia familiar que conocemos en la actualidad puede ser rastreada hasta dos raíces
principales. Una perspectiva —etiología, insight y pautas familiares concebidas por Nathan Ackerman—
centrada en el individuo y la familia, y en la cual se concibe a la familia como una colección de individuos.
Proveniente del movimiento de la consejería infantil y de las teorías psicodinámicas y sociales, Ackerman
estaba interesado en las relaciones de rol familiares y su influencia en el desarrollo intrapsíquico y en la
configuración del individuo (Ackerman, 1958, 1966). La otra perspectiva, la comunicación retórica y la
teoría interaccional, surgió de los trabajos tempranos de Donald Jackson y Gregory Bateson y en sus
esfuerzos de colaboración posteriores con los colegas interdisciplinarios en el Mental Research Institute en
California (Watzlawick y Weakland, 1977). Ellos se aproximaron a las ciencias sociales y a las ciencias
naturales para comprender a las familias, desarrollando tempranamente una teoría de la comunicación y
posteriormente centrándose en el rol del lenguaje en la construcción de la realidad. Concibieron a las
familias como sistemas cibernéticos de individuos interconectados y cuestionaron el concepto de los
problemas psicológicos como enfermedades. Por ejemplo, vieron a la psicosis como un problema
interpersonal en lugar de un problema intrapsíquico o una enfermedad mental (Bateson, 1972; Watzlawick y
Weakland, 1977; Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967). Las terapias actuales basadas primariamente en las
filosofías posmodernas y en la construcción social que han evolucionado en los últimos veinte o más años
representan un cambio ideológico híbrido que puede ser rastreado hasta la piedra basal de California, y el
desarrollo en filosofía y en las ciencias sociales.
Durante esos años, el mundo que nos rodea cambió rápidamente, sorprendentemente, volviéndose
más complejo e incierto e impactó a los seres humanos y nuestras vidas cotidianas. Los conceptos familiares
1 Postmodern Social Construction Therapies (Draft) Traducido y publicado aquí sin autorización de www.harleneanderson.org (Recuperado el 2 de Febrero de 2007) Traductor: Lic. Pacheco Pereda
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como las verdades universales, el conocimiento y quien conoce como entidades independientes, el lenguaje
representativo, y el significado que está en el mundo ya no parece ser útil para dar cuenta de y tratar con
los cambios y la complejidad, y su impacto asociado. Los conceptos de los sistemas familiares, ya sea de
primer o segundo orden, ya no son de ayuda. Esos conceptos tienen el riesgo de colocar el comportamiento
humano en marcos de comprensión que seducen a los terapeutas en estructuras jerárquicas de experto-no
experto, en discursos de patología y disfunción, y en un mundo del conocimiento y la certidumbre. Entre los
desarrollos en la filosofía y en las ciencias naturales y sociales, el postmodernismo y el construccionismo
social han emergido más como más apropiados, ofreciendo formas alternativas de pensar en las personas y
sus problemas y la relación de los terapeutas con aquellos.
Hablando en una forma amplia, el postmodernismo se refiere a una familia de conceptos que
desafían críticamente la certidumbre de las verdades objetivas, la relevancia de lo universal o meta-
narrativas, y el lenguaje como representativo de la verdad (Lyotard, 1984; Kvale, 1992). El postmodernismo
no es una meta-narrativa, sino que una entre numerosas otras. Inherente en el postmodernismo está una
autocrítica del postmodernismo en si mismo, que invita y exige un análisis continuado de sus premisas y sus
aplicaciones. El construccionismo social, una particular teoría postmoderna, coloca énfasis en la verdad, la
realidad y el conocimiento como socialmente entrelazados, y el rol que juega el lenguaje en la creación de
esos productos. De acuerdo al más destacado proponente del construccionismo social, el psicólogo social
Kenneth Gergen (1982, 1985, 1994, 1999), “…está principalmente interesado en explicar los procesos por
medio de los cuales las personas describen, explican y dan cuenta del mundo (incluidos ellos mismos) en el
cual viven” (1985, p. 266).
El lenguaje emergió como una útil metáfora del significado, especialmente en su rol en la creación
de conocimiento, el poder del discurso y transformación, y su rol en los sistemas humanos y en la
interacción. Este cambio ideológico y epistemológico tiene impactos significativos y desafía el pensamiento,
las acciones de los terapeutas y la interpretación de los demás. Ofrece un desafío amplio a la cultura, las
tradiciones y las prácticas que emanan de ellas, incluyendo cómo se conciben los problemas, la relación
cliente-terapeuta, el proceso de la terapia, y la habilidad de los terapeutas. Por diversas razones, es
inherente en este cambio que se retire el foco de la familia como el blanco limitado del tratamiento. Los
enfoques surgidos del postmodernismo/construccionismo social no están limitados a las familias, sino que
son aplicables a los individuos, parejas, familias y grupos. El blanco ha cambiado desde la unidad a la
situación. Ya no se cree que los problemas residan dentro de la persona, la familia o el sistema más amplio.
Sino que los problemas son considerados como construcciones lingüísticas, con diversas puntuaciones así
como también el contexto dialógico local y los procesos que las personas viven cotidianamente, y la
subyugación e influencia opresiva de las narrativas universales dominantes. De este modo, el objetivo del
terapeuta ha cambiado: disponer un contexto y facilitar el proceso de cambio, más que cambiar a una
persona o un grupo de personas.
Premisas comunes
La premisa del construccionismo social postmoderno influye en una perspectiva dialógica y
relacional de la comprensión del comportamiento humano, incluyendo los dilemas de la vida cotidiana y la
posición del terapeuta respeto a éstas. Aunque hay variaciones significativas entre las terapias de
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construcción social postmodernas, tienen en común algunas premisas básicas (aunque con ligeras variaciones
y diferencias en el énfasis), las que incluyen:
1. Se ve con escepticismo a la noción de un conocimiento por descubrir y a las verdades
universales absolutas.
2. El mundo, nuestras verdades, no es algo que está ahí afuera esperando ser descubierto.
3. El conocimiento y las realidades sociales son lingüística y comunitariamente construidos; la
realidad, por lo tanto, es un multiverso.
4. El lenguaje es el vehículo a través del cual las personas conocen y atribuyen significado a su
mundo, incluyendo la realidad respecto a las personas, los eventos y las experiencias de sus
vidas. Ni los problemas ni las soluciones existen dentro de una persona o una familia, toman
forma y significado dentro de un contexto relacional y dialógico.
5. La meta de la terapia es crear un contexto relacional y dialógico para la transformación.
6. La transformación —resultados y soluciones— es inherente a y emerge en el diálogo.
7. La transformación es singular al cliente y a los participantes en la conversación de la terapia
y, por lo tanto, no puede ser determinada de antemano.
8. La persona y el si mismo, incluyendo el desarrollo y la agencia humana, son vistas como
entidades interdependientes, comunitarias, dialógicas, y procesuales, en lugar de estar
autónomamente aisladas en el interior de uno.
9. Las personas tienen identidades múltiples y sus Identidades con configuradas y reconfiguradas
en la interacción social.
Valores comunes
Las terapias basadas en esas premisas comparten valores comunes (con ligeras variaciones y
énfasis):
1. Asumir un punto de vista no patológico, que no emite juicios.
2. Apreciar, respetar y utilizar la realidad y singularidad del cliente.
3. Usar historias y metáforas narrativas.
4. Ser colaboradores en la estructura y en el proceso.
5. Evitar etiquetar y clasificar a los individuos y familias, o a sus comportamientos.
6. Ser más “público” o “transparente” con la información y los sesgos.
Más que en otros enfoques, las terapias posmodernas/construccionistas sociales han capturado el
interés de los terapeutas en aprender acerca de la efectividad de la terapia en sus ambientes naturales
(Andersen, 1997a; Anderson, 1997b). Este interés ha creado un número de estudios que suministran
descripciones en primera persona en profundidad de la vívida experiencia de los procesos de la terapia y los
matices de su efectividad, o la falta de ella, desde la perspectiva de los terapeutas y la de los clientes. Lo
que se aprende de “quienes están adentro” puede tener relevancia en la práctica presente y futura, y
entrega más a través de la historia de los matices de la terapia que lo que puede ser capturado en una
investigación cualitativa “desde afuera”. Esos esfuerzos junto a otros enfoques de terapia familiar están a la
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vanguardia de la promoción de múltiples metodologías de investigación alternativas, particularmente
aquellas calificadas como cualitativas, tales como los estudios de caso único, entrevista etnográfica y
recuentos narrativos (véase Addison, Sandberg, Corby, Robila y Platt, 20002).
Un número creciente de terapeutas han colocado su práctica bajo un paraguas
postmodernismo/construccionismo social, o han sido fuertemente influenciados por éste. La autora eligió
discutir tres terapias en este capítulo: el enfoque de colaboración2 de Harlene Anderson y Harry Goolishian
(Anderson y Goolishian, 1988, 1992; Anderson, 1997a), el enfoque narrativo de David Epston y Michael White
(Whiye y Epston, 1990; White, 1995), y el enfoque centrado en soluciones de Insoo Berg y Steve de Shazer
(de Shazer, 1985, 1988, 1991; Berg y de Shazer, 1993). Se realizó esta elección porque esas tres terapias son
generalmente las terapias centrales que se encuentran típicamente en los cursos de terapia familiar de
graduados y post-graduados, con títulos como posmoderna/construccionismo social, sistemas avanzados y
terapias narrativas. Otros contribuyentes significativos a la emergencia de las prácticas de construcción
social postmodernas, incluidos en esos cursos y que deben ser reconocidos son Tom Andersen en Noruega,
Lynn Hoffman y Peggy Penn en los Estados Unidos (Andersen, 1987, 1991; Hoffman, 1981, 1998, 2002; Penn,
1985, 2001; Penn y Frankfurt), y Jaakko Seikkula en Finlandia (1993, 2002). Aunque cada uno de los
enfoques anteriores está históricamente o actualmente influenciado en diversos grados por las perspectivas
construccionistas sociales postmodernas, ellas no están necesariamente limitadas a esas influencias y sus
creadores podrían hacer puntuaciones teóricas y aplicaciones prácticas distintas a la de esta autora.
Algunas distinciones
La comparación y el contraste pueden ser útiles para el aprendizaje. Por consiguiente, un lector
podría querer hacer esas comparaciones mientras lee. Al hacer esa comparación, podría advertir tres
distinciones entre los tres enfoques, respecto al poder, la relación cliente-terapeuta, el rol del terapeuta y
el proceso de la terapia.
1. La terapia en Colaboración y la terapia Narrativa dan importancia al poder. Similarmente,
valoran la relación cliente-terapeuta y los sistemas que son más igualitarios y menos
jerárquicos; tienen cuidado en ser públicos y transparentes respecto a sus teorías y sesgos. La
Terapia Narrativa tiene una agenda para liberar a las personas de las narrativas dominantes
restrictivas y opresoras.; los terapeutas en Colaboración prestan atención a esas narrativas
cuando el cliente piensa que es importante, y los terapeutas Centrados en Soluciones no
encuentran relevante el tema.
2. La terapia en Colaboración y la terapia Narrativa colocan énfasis en la relación cliente-
terapeuta, aunque quizá con un énfasis diferente; las terapias Centradas en Soluciones no
acentúan la relación.
3. Puede pensarse que la habilidad de los terapeutas está en un continuo en términos de
importancia e intención. Los terapeutas en Colaboración abogan que los clientes son los
expertos en su vida y la posición del terapeuta es la de ignorancia respecto a aquel. Los
terapeutas Narrativos son expertos en ayudar a los clientes a lograr sus historias preferidas y
2 [N.T.] Se ha decidido traducir como “En colaboración” al vocablo de Anderson, Collaborative, el cual vendría a significar la colaboración del terapeuta con el consultante; es decir, un terapeuta colaboracionista con el cliente.
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vivirlas, y los terapeutas Centrados en Soluciones usan su experiencia y estrategias para el
alcance de metas.
4. Los terapeutas en Colaboración favorecen un proceso de indagación mutua y no se interesan
en el contenido del resultado; se ven a si mismo caminando junto a sus clientes hacia un
destino de nuevos significados y acción desconocidos. Los terapeutas Narrativos favorecen un
proceso que lleva a las historias preferidas y las personas son capaces de vivirlas; su rol es
como un editor de narrativas. Los terapeutas Centrados en Soluciones guían abiertamente a
los clientes hacia una conversación acerca de soluciones y metas conductuales específicas.
5. Los observadores podrían advertir, por ejemplo, que un terapeuta Narrativo o Centrado en
Soluciones hace sistemáticamente preguntas y comentarios, como si movilizaran la
conversación en una dirección particular; mientras que un terapeuta de Colaboración podría
ser descrito como divagando en el aquí y el ahora.
TERAPIA EN COLABORACION
Historia y antecedentes: Una búsqueda
El Enfoque de Colaboración evolucionó a partir del trabajo de veinte años del trabajo mutuo de
Harlene Anderson y Harry Goolishian, y sus colegas y estudiantes, comenzando a principios de los años 1970
dentro del contexto de una escuela de medicina y posteriormente en lo que ahora es el Houston Galveston
Institute. Sus raíces pueden ser rastreadas hasta la participación de Goolishian en el temprano proyecto de
investigación en la escuela de medicina, Terapia de Impacto Múltiple (TIM) (McGregor, Ritchie, Serrano,
Schuster, McDonald y Goolishian, 1964). Muy innovadora en ese tiempo, la teoría usada en ese tiempo para
describir y comprender la práctica de la TIM estuvo limitada por las teorías psicodinámicas, psicoanalíticas y
del desarrollo disponibles en esa época. Decidiendo pronto que esas teorías no podían suministrar
descripciones adecuadas de los clientes y sus experiencias en la terapia, Goolishian y sus colegas
comenzaron lo que se convirtió en una búsqueda continua de nuevas herramientas teóricas. Ahora, la escena
estuvo dispuesta para los procesos reflexivos importantes de la interacción de la práctica y la teoría. Es
decir, las nuevas prácticas llevaron a nuevas teorías que influenciaron las prácticas, las cuales a su vez
comenzaron a requerir nuevas teorías, etc. Este interés temprano fue influenciado por las voces de los
clientes y de los terapeutas —sus experiencias, descripciones y comprensiones de la terapia exitosa y la no
exitosa— y ha permanecido como una hebra importante a través del desarrollo del Enfoque de Colaboración.
Constructos teóricos principales: Los sistemas humanos como sistemas lingüísticos
En la medida que Anderson y Goolishian, y sus colegas, buscaban nuevas descripciones y
comprensiones, dieron con un camino sin un propósito fijo en las ciencias sociales, naturales y físicas, y
eventualmente en el movimiento filosófico posmoderno y los trabajos de pensadores como Batkin (1981),
Brunner (1986, 1990), Geertz (1983), Gergen (1985), Lyotard (1984), Rorty (1979), Schon (1984), Shotter
(1993), Vygotsky (1986) y Wittgenstein (1953), que estaban interesados en la naturaleza relacional y
generativa del conocimiento y el lenguaje. Anderson y Goolishian encontraron primariamente relevantes a la
hermenéutica contemporánea y el construccionismo social: los conceptos de un mundo de verdades y
conocimientos socialmente construido, el lenguaje como el vehículo y el producto del intercambio humano,
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la comprensión como un proceso interpretativo, y el lenguaje como algo generativo. Esos conceptos tomaron
su interés en el lenguaje, el cual había sido inspirado por Bateson y sus colegas en el Mental Research
Institute en Palo Alto, California, alejándose del aprendizaje del lenguaje de los clientes hacia su uso en un
sentido estratégico y alejándose de la teoría de sistemas hacia una dirección diferente.
Específicamente, el conocimiento —lo que pensamos que sabemos o que podríamos saber— está
lingüísticamente construido. Además, su desarrollo y transformación es un proceso comunitario, y quien
conoce y el conocimiento son interdependientes. Por lo tanto, el conocimiento no es estático ni susceptible
de ser descubierto; por el contrario, es fluido y creado. Los discursos prestigiosos que surgen de esta
perspectiva configuran el conocimiento construido en el nivel local que tiene relevancia práctica para los
participantes involucrados. El lenguaje en esta perspectiva —la comunicación hablada o no hablada, o la
expresión— es el vehículo primario a través del cual construimos y damos sentido al mundo y a nosotros
mismos. Como sugiere el filósofo Richard Rorty (1979), el lenguaje no refleja lo que es; por ejemplo, no es
una descripción externa de un proceso interno y no describe adecuadamente lo que realmente sucedió. Por
el contrario, el lenguaje permite una descripción de lo que sucedió y una atribución de significado de
aquello. El lenguaje obtiene su significado y su valor a través de su uso. De este modo, limita y configura los
pensamientos y las experiencias, y las expresiones de éstas. Lo que es creado en y a través del lenguaje
(realidades tales como conocimiento, verdad y significado) tiene múltiples autores entre una comunidad de
personas. Es decir, la realidad que atribuimos a los eventos, las experiencias y a las personas en nuestras
vidas no existe como la cosa en si misma, por el contrario, es una atribución socialmente construida que es
creada dentro de una cultura particular y que es configurada y vuelta a configurar en el lenguaje. Por lo
tanto, lo que es creado es solamente una de múltiples perspectivas (realidades como narrativas o
posibilidades). Por consiguiente, el lenguaje es fluido y creativo.
La combinación de esas perspectivas influyó en Anderson y Goolishian para que se apartaran de las
nociones de los sistemas generales y de la cibernética de segundo orden en la cual la terapia familiar había
estado basada, hacia la noción de los seres humanos como sistemas en el lenguaje o sistemas de lenguaje
(Anderson y Goolishian, 1988). Los sistemas humanos son sistemas constructores de significado. La terapia se
convierte en un tipo de lenguaje o sistema constructor de significado. Originalmente, Anderson y Goolishian
se refirieron a su trabajo como Enfoque de Sistema de Lenguaje de Colaboración, y más recientemente
Anderson lo la simplificado en Terapia de Colaboración (Anderson, 2000, 2001a,b).
Etiología de los problemas clínicos
Un terapeuta en Colaboración asume la posición que no hay cosas como un problema objetivo. Los
problemas son formas de significado co-evolutivo que existen en la comunicación continua entre los otros y
el si mismo. A través de nuestras interpretaciones atribuimos significado a los demás, a los eventos, las
acciones y nosotros mismos. Los problemas no pueden ser separados de las concepciones de un observador.
Los problemas son considerados parte de la vida cotidiana, no son considerados el producto de
individuos patológicos o familias disfuncionales. Lo que es problemático para una persona o una familia
puede no ser problemático para otra: “Cada problema es concebido como un conjunto único de eventos o
experiencias que poseen significado solamente en el contexto del intercambio social en el cual ocurren”
(Anderson, 1997a, p. 74). Los problemas pueden ser perpetuados y aumentados a través quiebres
conversacionales, una falla en la mantención de conversaciones generativas (Anderson, 1986, 1977a).
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Evaluación
Las nociones tradicionales del diagnóstico y la evaluación están basadas en la idea de una realidad
objetiva, que comúnmente cruza los problemas, y un principio de causa y efecto lineal. Inherente en la
noción de la evaluación está la determinación de lo qué es: Un problema puede ser definido, su causa puede
ser localizada y puede ser resuelto. Desde la perspectiva de colaboración, cada observación, descripción del
problema y comprensión es única para las personas implicadas y su contexto. Los problemas son explorados
en colaboración y definidos a través de la conversación. Debido a que la conversación o diálogo es
generativa, un problema nunca es estático; cambia sus definiciones, significados y cambia en el tiempo a
través de la conversación.
Aunque los terapeutas de colaboración rara vez encuentran útiles a las nociones tradicionales de
evaluación y diagnóstico, reconocen que ellos y sus clientes trabajan en sistemas en los cuales esas nociones
son importantes. Esto es simplemente un desafío para los terapeutas para que respeten, estén en
conversaciones con y naveguen con múltiples realidades. En otras palabras, es un desafío estar seguro de lo
que uno cree y actuar en concordancia en cualquier situación o contexto.
Mecanismos de cambio clínico y factores curativos: Relaciones de colaboración y conversaciones
dialógicas
La terapia es un proceso o actividad que implica una relación de colaboración y conversaciones
dialógicas. Es un proceso de co-exploración, clarificación y expansión de lo familiar; la terapia invita y da
forma a lo “no dicho”: lo novedoso. Aunque lo novedoso, en alguna forma u otra —historias, identidades de
si mismo, etc. — puede ser el resultado, el énfasis de la terapia está colocado en este proceso, no en los
contenidos o productos. Los terapeutas se preocupan de estar conscientes de esta trampa esencial.
La conversación dialógica se distingue por una indagación compartida. La indagación compartida es
el proceso mutuo en el cual los participantes fluyen, y está caracterizado porque las personas hablan con las
demás en la medida que buscan comprender y generar significados; es un estar ahí conjunto, de doble vía,
de dar y recibir (Anderson y Goolishian, 1988). La conversación dialógica comienza con el terapeuta como un
principiante cuyo interés y curiosidad respecto al cliente invita a éste a una indagación compartida. Este
cambio y el proceso interpretativo de la indagación compartida son procesos transformacionales.
El lenguaje es el vehículo primario de la terapia. La transformación (por ejemplo, nuevo
conocimiento, significados, experiencia, identidades, agencia, acciones y futuros) es inherente a los
aspectos inventivos y creativos del lenguaje, y por lo tanto, el diálogo: “En el diálogo, el nuevo significado
está en constante evolución y no los “problemas” existirán siempre. Con el tiempo todos los problemas se
disolverán” (Anderson y Goolishian, 1988, p. 379). Esta naturaleza transformacional del lenguaje invita a ver
a los seres humanos como resilientes, e invita a una apreciación de las contribuciones y potenciales de cada
persona.
Intervenciones específicas: Una posición filosófica
Como en otras terapias de orientación postmoderna/construccionismo social, la Terapia de
Colaboración no considera la posición o acciones del terapeuta como técnicas. Anderson y Goolishian (1988)
distinguen su trabajo como una filosofía de la terapia más que una teoría o un modelo. Para ellos, la
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filosofía implica interrogantes y un análisis continúo respecto a la vida humana cotidiana, tales como la
identidad de si mismo, las relaciones, la mente y el conocimiento. Esta concepción del conocimiento y el
lenguaje informa de una visión de mundo o una posición filosófica —una forma de estar en relación con,
hablar con, actuar con, y responder con las personas que el terapeuta se encuentra en la terapia. Algunas
características interrelacionadas describen parcialmente la posición.
Parejas conversacionales. El terapeuta en colaboración y el cliente se convierten en una pareja
conversacional en la medida que se involucran en conversaciones dialógicas y relaciones de colaboración. La
conversación dialógica y la relación de colaboración se refieren a un proceso de indagación compartida en el
cual las personas hablan las unas con las otras, más que la una a la otra. La invitación a este tipo de
compañerismo requiere que la historia del cliente sea el centro de la escena. Requiere que el terapeuta
aprenda en forma constante —escuchando e intentando comprender al cliente desde su propia perspectiva.
Este terapeuta aprende la posición para actuar y comprometer al cliente como un condiscípulo, o a
lo que el terapeuta en colaboración se refiere como una indagación mutua o compartida, en la medida que
co-exploran lo familiar y co-desarrollan lo nuevo. En esta indagación, la historia del cliente es relatada en
una forma que la clarifica, la expende y la cambia. Lo novedoso que es creado es co-construido dentro de la
conversación, en contraste con lo que es importado desde afuera de ella. En esta clase de conversación y
relación, todos los miembros tienen un sentido de pertenencia. Los terapeutas en colaboración reportan que
este sentido de pertenencia invita a la participación y a la responsabilidad compartida (Anderson, 1997a).
Las conversaciones dialógicas y las relaciones en colaboración van de la mano: la clase de relaciones que las
personas tienen unas con otras dan forma e informan de la clase de conversaciones que ellas tienen, y
viceversa.
El cliente como experto. El terapeuta en colaboración cree que el cliente es el experto en su vida,
y como tal es el profesor del terapeuta (Anderson, 1997b; Anderson y Goolishian, 1992). El terapeuta
respeta y honra la historia del cliente, escucha lo que es importante para el cliente, y toma en serio lo que
el cliente dice y cómo lo dice. Esto incluye a todo el conocimiento, por ejemplo, ya sea que el discurso
cultural dominante o el folclore popular informe las descripciones e interpretaciones del cliente, e incluye
las diversas formas en que el cliente puede expresar su conocimiento. Por ejemplo, el terapeuta no tiene
expectativas que una historia debiera desarrollarse en un orden cronológico o en cierto ritmo. El terapeuta
no espera ciertas respuestas y no juzga si una respuesta es directa o indirecta, correcta o equivocada. Tom
Andersen (1991) sugiere lo desafiante que es respetar la experiencia del cliente, “…lo que yo encuentro
importante, pero extremadamente difícil, de hacer fue intentar escuchar lo que el cliente dice en lugar de
construir un significado de lo que él dice” (p. 321). Es inherente en este enfoque es apreciar que la mayoría
de los seres humanos valoran, quieren, y se esfuerzan por tener relaciones exitosas saludables y por las
cualidades de la vida.
Los terapeutas en colaboración trabajan a menudo con miembros de los sistemas personales o
profesionales de los clientes. El terapeuta aprecia, respeta y valora cada voz y su realidad, y se esfuerza en
comprender las comprensiones y comprensiones únicas de la perspectiva de cada miembro: se ha
encontrado que la riqueza de esas diferencias contiene posibilidades infinitas.
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Ignorancia. El terapeuta en colaboración es un terapeuta ignorante. La ignorancia se refiere a la
forma en que el terapeuta piensa y se posiciona con su conocimiento y habilidad. No creen que tengan un
conocimiento superior o tengan el monopolio de la verdad. Ofrecen lo que ellos saben o piensan que podrían
saber, pero siempre presentándolo en el presente y en forma tentativa. Es decir, los terapeutas ofrecen su
voz, incluyendo el conocimiento previo, interrogantes, comentarios, opiniones y sugerencias como un aporte
al pensamiento y al diálogo. Los terapeutas son complacientes y capaces de cuestionar, ignorar y cambiar su
conocimiento (incluyendo los valores y prejuicios profesionales y personales).
La ignorancia puede ser mal entendida como que el terapeuta no sabe nada, simula ser ignorante, o
que han olvidado lo que han aprendido. Por el contrario, simplemente se refiere a cómo los terapeutas se
posicionan con su conocimiento, incluyendo el momento [timing] y la intención con la cual es introducido el
conocimiento.
Apertura. A menudo los terapeutas aprenden a operar desde los pensamientos privados invisibles —
ya sea profesional, personal, teórica o experiencialmente informado. Esos pensamientos de los terapeutas
incluyen los diagnósticos, los juicios o hipótesis acerca del cliente y que influyen en lo que escuchan, y que
dan forma y guían sus preguntas. Desde una posición en colaboración, los terapeutas están abiertos y hacen
visibles sus pensamientos invisibles. No operan o intentar guiar la terapia desde sus pensamientos privados.
Por ejemplo, si un terapeuta tiene una idea u opinión, ésta es compartida con el cliente, ofrecida
nuevamente como aporte para el pensamiento y el diálogo. Hacer públicos los pensamientos del terapeuta
minimiza el riesgo que el monólogo del terapeuta y del terapeuta-cliente esté ocupado por una idea
respecto a una persona o a una situación. El monólogo puede llevar eventualmente al terapeuta a participar
en, crear, o mantener descripciones del cliente, tales como “resistencia” y “negación”.
Transformación mutua. El terapeuta no es un agente de cambio experto; es decir, un terapeuta no
cambia a otra persona. Más bien la pericia del terapeuta está en crear un espacio y facilite un proceso de
conversación dialógica y relación de colaboración. Cuando se comprometen en esta clase de proceso, el
cliente y el terapeuta son determinados y vueltos a determinar —transformados— en la medida que trabajan
juntos.
Incertidumbre. Ser un terapeuta en colaboración invita y supone incertidumbre. Cuando un
terapeuta acompaña al cliente en una travesía y caminan juntos, lo novedoso (por ejemplo, soluciones,
resoluciones y resultados) se desarrolla en la conversación local, es creado en forma mutua, y es hecho a
medida de la persona o las personas implicadas. Las transformaciones que ocurran y su apariencia variarán
de un cliente a otro, de terapeuta en terapeuta, y de situación en situación. No hay forma de estar seguros
de cómo se desarrollará la historia o el resultado de la terapia cuando estamos implicados en un proceso
generativo de conversación dialógica y una relación de colaboración.
Vida común ordinaria. Desde una perspectiva de colaboración, la terapia es menos jerárquica y
dual. Se parece a las conversaciones de la vida cotidiana y a las relaciones que prefiere la mayoría de las
personas. Esto no quiere decir un habla informal, sin objetivo, o con una amistad. Las conversaciones y las
relaciones en la terapia ocurren dentro de un contexto particular y tienen un objetivo: un cliente quiere
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ayuda y un terapeuta quiere ayudar. Los clientes y los problemas no con catalogados como desafiantes o
difíciles. Los terapeutas en colaboración creen que cada cliente presenta un dilema de la vida cotidiana
común.
Si los terapeutas asumen la posición filosófica descrita, ellos actuarán y hablarán natural y
espontáneamente, en formas que crean un espacio e invitan a conversaciones y relaciones donde los clientes
y los terapeutas se conectan, colaboran y construyen juntos. Debido a que la posición filosófica se convierte
en una forma natural y espontánea de ser un terapeuta, no son técnicas ni habilidades del terapeuta. La
posición es única para cada terapeuta y para cada cliente en la situación en que se encuentran.
Efectividad del Enfoque: ¿Quién decide?
La Terapia de Colaboración contrasta con los enfoques de terapia en los cuales el conocimiento
profesional define externamente los problemas, las soluciones, los resultados y él éxito —creando
dicotomías experto-no experto. Los terapeutas en colaboración creen que uno debe pedir al cliente que
determine se la terapia fue útil, y si lo fue, cómo. Aunque la experiencia y las opiniones de los terapeutas
son valiosas, se coloca mucho esfuerzo en privilegiar las percepciones y evaluaciones que el cliente tiene de
la terapia, y se presta atención a lo que los terapeutas pueden aprender de ellos. La investigación se
convierte en parte de la práctica cotidiana, con los terapeutas y los clientes como co-investigadores durante
el proceso de la terapia, así como también a su término (Andersen, 1997, Anderson, 1997a). Los hallazgos
son usados durante el proceso de la terapia para hacerla más útil al cliente y, desde luego, influenciar la
evolución de las ideas y las prácticas (véase Andersen, 1997).
Las fortalezas del enfoque están en las relaciones y en las conversaciones que son creadas entre el
cliente y el terapeuta, y en sus posibilidades inherentes. En consecuencia, la terapia se convierte en menos
jerárquica y dualista, menos técnica e instrumental, y más en un esfuerzo desde adentro que desde el
exterior. El cliente reporta un sentido de propiedad, pertenencia y responsabilidad compartida. Los
terapeutas reportan un sentido creciente de apreciación de sus clientes, sentido de entusiasmo y sentido de
competencia, creatividad, flexibilidad y esperanza en su trabajo. También reportan una reducción del
burnout.
La mayoría de la evidencia de la Terapia de Colaboración es anecdótica: clientes y terapeutas
historian acerca de sus experiencias de la terapia y de la utilidad del enfoque, las cuales son incluidas, por
ejemplo, en artículos de abuso infantil y otros tipos de violencia doméstica, trastornos alimentarios, abuso
de sustancia, trauma de guerra (Anderson, 1997a; Anderson y Levin, 1998; Anderson, Burney y Levin, 1999;
Anderson y Creson, 2002; Chang, 1999; London, Ruiz, Gargollo y MC, 1998; St. George y Wulff, 1999; Swim,
Helms, Plotkin y Bettye, 1998). Como en la Terapia Narrativa, no es inusual que los terapeutas inviten a los
clientes a participar en escritos y en presentaciones profesionales (London, Ruiz, Gargollo y MC, 1998; Swim,
Helms, Plotkin y Bettye, 1998). Las investigaciones cualitativas incluyen estudios de la efectividad de la
Terapia de Colaboración y análisis de si los comportamientos y actitudes de los terapeutas fueron
consistentes con la filosofía de su terapia (Gehart-Brooks y Lyle, 1999; Swint, 1995), y la aplicación de las
ideas en la supervisión y en la educación (St. George, 1994).
La historia de su desarrollo también apoya su efectividad. El enfoque de colaboración evolucionó en
ambientes prácticos con una variedad de clientes desafiantes. Esos incluyen el fracaso crónico de
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tratamientos y pacientes en tratamiento ambulatorio y pacientes hospitalizados en entornos psiquiátricos, y
posteriormente con agencias públicas como servicios de protección al menor, refugios de mujeres, y libertad
vigilada de adultos y jóvenes que fueron obligados a asistir a terapia, y en diversas culturas (Anderson, 1991;
Anderson y Goolishian, 1986; 1991; Anderson y Levin, 1998; Levin, Reese, Raser y Niles, 1986). Para
finalizar, el psicólogo Jaakko Seikkula y sus colegas han demostrado hábilmente la efectividad de un
acercamiento dialógico a través de un proyecto de investigación con cinco años de seguimiento de pacientes
psicóticos y sus familias (Seikkula, 1993; Seikkula, Aaltonen, Alakare, Haarakangas, Keranen y Sutela, 1995).
Las preguntas típicas acerca de la efectividad del enfoque de colaboración incluyen: (1) “¿Cuáles
son los límites?” y (a) “Parece muy cognitiva, ¿cómo trabajar con personas que no son muy verbales, ni
brillantes, o que están psicóticos?” Cuando se experimentan límites, el terapeuta los crea, no el cliente ni la
clase o severidad de su problema. Los terapeutas que crean límites generalmente están asociados con
enfoques distintos al modo de colaboración. Cuando nos acercamos a los clientes desde una perspectiva de
colaboración, ellos hablan, salen adelante, y son activos en el tratamiento de sus problemas.
TERAPIA NARRATIVA
Historia y antecedentes: Esfuerzos conjuntos
Los trabajadores sociales Michael White en el Dulwich Centre in Adelaida, Australia, y David Epston
en Auckland, Nueva Zelandia, se interesaron en sus trabajos a principio de los años 1980. Combinando la
experiencia de Epston en antropología y su interés en el relato de historias, y en el interés de White en los
métodos interpretativos inspirados por los escritos de Gregory Bateson, crearon lo que se ha conocido como
terapia narrativa (White y Epston, 1990; Epston y White, 1992). Algunos factores afectaron el desarrollo de
la terapia narrativa. Contextualmente, no es sorprendente que la terapia narrativa haya emergido en esos
contextos geográficos y culturales en un período cuando la atención social y gubernamental en ambos países
fue colocada en la opresión de sus culturas nativas y en los esfuerzos por restituirlas. Dado este telón de
fondo, Epston y White fueron atraídos naturalmente por la relevancia de la teoría post-estructural europea,
particularmente la posición de Foucault sobre las verdades construidas y la inseparabilidad del poder y del
conocimiento. La esposa de White, Cheryl White también influyó en el interés de White y Epston en la teoría
feminista y el análisis del poder. A través de los años, otros líderes importantes y divulgadores del
movimiento de la terapia narrativa son Gene Combs y Jill Freedman (Freedman y Combs, 1996), Victoria
Dickerson y Jeffry Zimmerman (Zimmerman y Dickerson, 1996), Sallyann Roth (Roth y Epston, 1996) y Kathy
Weingarten (1998) en los Estados Unidos, y Stephen Madigan (Madigan y Epston, 1995) en Canadá.
Constructos teóricos principales: Narrativa, conocimiento y poder
La terapia narrativa está basada en una metáfora/narrativa: las personas dan sentido y significado a
sus vidas, incluyendo a las personas y a los eventos en aquella, a través de sus narrativas, las historias que
cuentas a otros y a si mismas, y las historias que les cuentan. Es decir, las narrativas o historias acerca de
otros y las experiencias autodeterminadas, y de este modo se vive. Las narrativas de las personas son sus
realidades. Nacemos en las narrativas dominantes o discursos de culturas singulares que son creadas por los
agentes de poder en la cultura. Esos discursos dominantes, o verdades, influyen en las narrativas locales y
personales, afectando las palabras que usamos y el conocimiento que tenemos, y se convierten en verdades
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internalizadas. La experiencia vivida de la persona se pierde o se subyuga a las narrativas dominantes. La
terapia narrativa concibe a los problemas —su formación y su resolución— desde esta perspectiva narrativa
dominante.
Basada en esta perspectiva del discurso cultural de la formación de problemas, la terapia narrativa
lleva consigo objetivos políticos y sociales: ayudar a las personas a deconstruir y liberarse de las historias
dominantes de los problemas en su cultura y construir historias respecto a si mismo que les den más
posibilidades a sus vidas. Esto se aplica tanto a los terapeutas como a los clientes. Los terapeutas también
están prisioneros de las verdades culturales privilegiadas y las imponen a sus clientes. Para evitar este
riesgo, los terapeutas narrativos examinan la influencia de la cultura más amplia en sus propias narrativas,
verdades preferidas y acciones, y después se muestran abiertamente o son trasparentes respecto a sus
creencias y prejuicios respecto a los problemas, la terapia, etc.
En el desarrollo de la terapia narrativa, esta perspectiva y sus objetivos fueron fuertemente
influenciados por la perspectiva post-estructuralista del filósofo social francés Michael Foucault (1972), más
que por una perspectiva postmoderna. El trabajo de toda la vida de Foucault estuvo dedicado a llamar la
atención y a desafiar la influencia social, las estructuras institucionales políticas y culturales, y las prácticas
en las cuales viven las personas, invisibles pero penetrantes. Foucault, persuadido por sus estudios de
instituciones como los sistemas de justicia penal y el sistema médico-psiquiátrico, creía que los discursos
dominantes de esas instituciones daban poder e influencia a algunas personas, generalmente de aquellos
que se consideraba que tenían un conocimiento experto, y objetivaban, marginaban o victimizaban a otros.
Esta concienciación se convirtió en una gruía principal para la terapia narrativa en relación a la meta de la
gterapia, el proceso de terapia y la posición del terapeuta. Este compromiso de la terapia narrativa con la
justicia social y el cuestionamiento de las influencias del poder dentro y fuera de la sala de terapia,
movilizó a muchos terapeutas que compartían este compromiso.
El trabajo del deconstruccionista literario francés Jacques Derrida (1978), el antropólogo
norteamericano Clifford Geertz3 (1987) y el psicólogo Jerome Brunner (1986), también han influenciado al
enfoque narrativo. El trabajo de Derrida se concentra en el significado y su relación con los textos. Para
Derrida, un texto no posee un significado verdadero, El lector, a través de la lectura y la interpretación de
un texto, crea un texto y su significado. Es una trampa lingüística asumir que un cierto texto existe o que
uno puede investigar para descubrirlo. Los terapeutas narrativos también han adoptado el concepto de
deconstrucción de Derrida: “el análisis crítico de textos… cómo a un texto le es dado un significado por su
autor o quienes lo producen” (Smith, Harre, Lagenhove, 1995, p. 52). Para Epston y White la analogía del
texto “avanza la idea que las historias o narrativas que la persona vive determinan su interacción y
organización, y la evolución de la vida y las relaciones que ocurren a través del desempeño de esas historias
o narrativas” (White y Epston, 1990, p. 12). Geertz introdujo el concepto de “análisis contextual”: un
proceso interpretativo de observar en el significado del habla y la acción en su contexto social y cultural. El
análisis da una comprensión “nativa” local, o una comprensión total a la que Geertz se refería como un
“descripción densa” (1973). A través de esas comprensiones locales se obtiene acceso a la experiencia
humana vivida, en lugar de las descripciones normativas objetivas, etiquetas y clasificaciones. Una
tendencia común en los trabajos de Foucault, Derrida y Geertz es una fuerte súplica a las ciencias sociales
que sean conscientes y no participen en la trampa peligrosa de la normalización para subyugar y controlar.
3 [N.T.] Fallecido a finales del año 2006.
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Los terapeutas narrativos han adoptado la teoría narrativa de Brunner, incluyendo sus ideas respecto a las
estructuras de las historias, cómo la persona comprende y da significado a sus experiencias a través de
aquellas, y cómo crean realidades para el escritor (relator) y el lector (oyente).
Combinados, esos trabajos conceptuales influyeron en la designación de terapia narrativa: la forma
en que nuestras narrativas, nuestras historias acerca de otros y de nosotros mismos determinan nuestras
experiencias y, de este modo, nuestras vidas. Somos nuestras realidades. Y ellas influyen en la misión de un
terapeuta narrativo: ayudar a las personas a reconstruir las historias que guían sus vidas, emancipándolas de
las historias limitantes u opresoras, y que vivan sus historias preferidas. La influencia de esos trabajos
conceptuales sobre las premisas y promesas de la terapia narrativa serán manifiestas en las secciones
siguientes.
Etiología de los problemas
Desde la perspectiva narrativa, los discursos culturales dominantes y las instituciones influyen en
las historias problema que las personas traen a terapia. Los discursos de la patología y la causalidad que
existen dentro de las amplias culturas social y psicoterapéutica, son grandes influencias y son fácilmente
internalizados, invitando a historias saturadas de problemas. Las historias de problemas afectan las
identidades de las personas y generan culpa y desesperanza. Los problemas persisten porque persisten las
historias saturadas de problemas. Los pensamientos y experiencias de otros y de si mismo se convierten en
lentes que interpretan y validan en forma fija y perpetúan la historia del problema. En las palabras de
Epston y White (1990), “…las personas experimentan problemas, debido a os cuales con frecuencia buscam
terapia, cuando las narrativas en las cuales están ‘historiando’ su experiencia y/o en las cuales están
teniendo experiencias ‘historiadas’ por otros, no representan lo suficiente su experiencia vivida, y en esas
circunstancias, habrán aspectos de su experiencia vivida que contradice esas narrativas dominantes” (p. 14)
El problema no está dentro de una persona, pareja o familia, ni se encuentra en la estructura de la
familia ni en las pautas de interacción. Por el contrario, los problemas son vistos como externos a cada
persona, limitando u oprimiéndola a ella y a otros miembros de su sistema. Por lo tanto, no se acusa a las
personas de sus problemas.
Evaluación
La evaluación presume que hay algo que evaluar —por ejemplo, una estructura, una pauta, una
personalidad o una relación. Y, generalmente está incorporada en esa presunción que ese algo es estático.
Tradicionalmente, en psicoterapia, la evaluación tiende a concentrarse en la determinación del diagnóstico
correcto, el cual a su vez informa al tratamiento. Los terapeutas narrativos no usan instrumentos de
evaluación estandarizada, ni se interesan en diagnósticos cuantificables. Los terapeutas narrativos valoran la
descripción local o nativa del problema. La persona que consulta al terapeuta es la mejor fuente de
descripción del problema y el mejor juez de lo que quiere de la terapia y del terapeuta, y si la terapia es
útil. La evaluación no es vista como la fase de inicio del tratamiento que determina la meta ni las
estrategias para alcanzar la meta. Por el contrario, la evaluación o indagación acerca del problema es parte
del proceso continuo de de relatar y volver a relatar la historia. Los terapeutas narrativos están interesados
en hacer un mapa del impacto y de los efectos el problema en el individuo y la familia, en lugar de
encontrar sus causas.
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Debido a que los terapeutas tienen suposiciones acerca de la limitación y la opresión de los
discursos dominantes, tendrían ideas acerca de los discursos que podrían escuchar en la narrativa de los
clientes. Entonces, parte de la evaluación incluiría determinar el discurso en el cual está localizado el
problema del cliente y las restricciones que impone a la vida del cliente. Aunque la introducción de las
verdades dadas por hecho o discurso invisible puede ser vista como una intervención, también es visto como
una oportunidad para evaluar la respuesta del cliente y negociar entendimientos.
Mecanismo de cambio clínico y factores curativos
La terapia narrativa está basada en el supuesto que la resolución requiere un cambio en la historia
o narrativa. Los terapeutas narrativos quieren ayudar a las personas a “re-escribir” [re-authoring] sus vidas
y relaciones, y formar nuevas identidades que los liberen de las narrativas limitantes y opresoras. La re-
escritura implica volver a considerar el pasado y el futuro. También requiere hacer visibles los discursos
invisibles que sustentan el problema, y ayudar a las personas “a confrontar los discursos que oprimen o
limitan a las personas, en la medida que persiguen sus direcciones preferidas en la vida” (Freedman y
Combs, 2000). La historia nueva o alternativa a veces es denominada el resultado preferido. La nueva
historia se convierte en el vehículo para una nueva identidad de si mismo.
El foco no son las técnicas más usuales y metas de la terapia como mejorar la comunicación entre
los miembros de la familia o fomentar que las personas expresen sus sentimientos. La actividad primaria del
terapeuta es deconstruir la historia del problema y apoyar las asunciones en la externalización del
problema. Es crítico para el cambio la actitud del terapeuta de respetuosa confianza en el cliente y en la
tenacidad esperanzadora.
Intervenciones específicas
La posición preferida para un terapeuta narrativo es una que ejemplifica una visión de mundo de
“una forma de vivir que apoya la colaboración, la justicia social y local, el conocimiento específico al
contexto en lugar del pensamiento normativo, la etiqueta diagnóstica y el conocimiento ‘esperto’
generalizado (no contextual)” (Freedman y Combs, 2000, p. 345). Esta posición no centrada del terapeuta es
crítica para lograr a misión de la terapia narrativa, más que las intervenciones y las técnicas.
La forma en que los terapeutas describen su trabajo en el lenguaje de la técnica y la intervención
varía. Por ejemplo, algunos hablan de “prácticas” (Freedman y Combs, 2002, p. 350). Los terapeutas
narrativos efectúan algunas acciones identificables, con independencia de cómo las denominen, para ayudar
en su misión de deconstruir la historia del problema, liberar a las personas de ésta, y construir una historia
preferida. Las preguntas dirigen estos objetivos; es decir, los terapeutas narrativos hacen preguntas para
influir en la emergencia de los resultados preferidos.
Deconstrucción. El terapeuta hace preguntas para deconstruir la historia del problema —detallarla,
explorar su contexto— y revelar las prácticas sociales, culturales y políticas dominantes que han ayudado a
crear y mantener el problema. Algunos terapeutas se refieren a la deconstrucción como un proceso de
desempacar [un paquete].
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Externalización. El terapeuta hace preguntas y comentarios que dan énfasis al problema como una
influencia externa a la persona, no como una característica dentro de ellas o de sus acciones. La
externalización separa a la persona del problema e interrumpe la idea que los problemas se originan dentro
de las personas. Para ayudar a esta separación y ayudar a las personas a renegociar su relación con el
problema y ejercer control sobre éste, a menudo se le da un nombre o se personifica el problema. La
externalización el problema desafía no solamente la ubicación del mismo, sino que también a la idea de
éste como algo fijo y como una entidad totalizante.
Historias densas. El terapeuta hace preguntas que ayudan a crear descripciones completas y
comprensiones de las experiencias vividas del cliente y que invitan a narrativas vitales preferidas. La
deconstrucción, el desempaquetar y la externalización son parte del proceso de historiar en forma densa.
Darse cuenta de los resultados únicos y crear resultados preferidos. Aspectos críticos de la creación
externa de definiciones de los problemas, es lo que los terapeutas denominan darse cuenta de los resultados
únicos y crear resultados preferidos. El terapeuta hace preguntas que ayudan a extraer los resultados únicos
—ejemplos o “acontecimientos extraordinarios” que contradicen o abren el camino para una historia
preferida. Identifican, destacan y refuerzan esos resultados únicos, invitando y apoyando al cliente a tener
poder sobre el problema y sobre su vida. Además de concentrarse en los resultados únicos del pasado y del
presente, el terapeuta narrativo se centra en el futuro único y en los resultados inesperados. Los terapeutas
hacen preguntas, usan su conocimiento de la historia del problema y su imaginación para ayudar a los
clientes a construir una historia preferida o más útil.
Ser transparente. Como una forma de minimizar el poder diferencial entre los clientes y los
terapeutas, los terapeutas narrativos ofrecen información acerca de si mismo e invitan a los clientes a
hacerles preguntas acerca de sus experiencias y creencias. En las palabras de Freedman y Combs,
“Intentamos ser transparentes respecto a nuestros propios valores, explicando lo suficiente respecto a
nuestra situación y nuestra experiencia de vida, para que las personas pueden entendernos como personas
más que expertos o conductos del conocimiento profesional” (1996, p. 36).
Reflexivo. Usando la noción de Tom Andersen de proceso reflexivo (Andersen, 1995), el terapeuta
da a los clientes, al equipo de terapia, o cualquier observador de la terapia la oportunidad de reflexionar
acerca de la conversación mientras el cliente y el terapeuta escuchan. Quienes reflexionan son visto como
una especie de comunidad de intereses (discutido más abajo).
Escritura de cartas. El terapeuta o el equipo escriben cartas, como otra forma de participar en la
historia de los clientes, externalizando el problema y creando resultados únicos. Las cartas son enviadas
frecuentemente al cliente después de la sesión de terapia o al término de la terapia. Las cartas son usadas
para mostrar el reconocimiento de los terapeutas acerca de la situación del cliente y ayudarlo apoyando y
sosteniendo el cambio durante el curso de la terapia o cuando ésta termina. El cliente tendrá la carta y la
leerá y la volverá a leer hasta mucho tiempo después que la terapia haya finalizado. Las cartas pueden
tener una forma muy creativa y su contenido puede variar dependiendo de los clientes y sus circunstancias y
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lo que el terapeuta espera lograr. Numerosos ejemplos de una variedad de cartas pueden encontrarse en el
texto de White y Epston, Medios Narrativos para Fines Terapéuticos (1990/1993, pp. 89-183 [Editorial
Paidós, Barcelona]).4
Otras dos técnicas, la creación de comunidades de intereses y el diseño de ceremonias de
definición, sirven como ayudas importantes para el reconocimiento, solidificación y sostén de la nueva
historia. Ellas crean otra forma de relatar y volver a relatar la historia, o lo que Wolfang Iser (1978)
denomina “desempeño de un significado”. Ellas también invitan a un sentido de propiedad para el cliente y
un sentido de responsabilidad conjunta para todos los participantes.
Creación de comunidades de intereses. El terapeuta invita al cliente a traer a la conversación,
literalmente o en forma figurada, las voces de personas significativas en su vida para ayudarlo a
contrarrestar la influencia de las narrativas restrictivas de la cultura más amplia, y apoyar y sostener las
nuevas narrativas y los resultados preferidos. Esas voces son utilizadas a través de la terapia y hasta su
término. Un terapeuta también puede estimular y ayudar al cliente a que traiga o se una a grupos de
personas con la misma clase de problema. Los ejemplos incluyen las Ligas Anti-Anorexia/Anti-Bulimia
(Madigan y Epston, 1995) y sitios de Internet5 (Weingarten, 2000).
Diseño de ceremonias de definición. Para focalizarse en el cambio, atestiguarlo, celebrarlo y
sostenerlo, los gterapeutas narrativos han tomado la práctica de las ceremonias de definición de la
antropóloga Barbara Meyerhoff (1986). El terapeuta invita a los clientes a crear una ceremonia o ritual con
las personas significativas en su vida que puedan ser testigos del cambio, para destacarlo. El evento puede
tomar cualquier forma que reconoce el logro, como un certificado, una declaración, un anuncio a un público
imaginario, una canción, etc. Las opciones no tienen límite y solamente dependen de la creatividad de lo
participantes.
Efectividad del enfoque
Mucha de la divulgación de la información acerca de la efectividad y en apoyo de la Terapia
Narrativa se encuentra en forma anecdótica en conferencias, libros y artículos en revistas, y en el
Newsletter del Dulwich centre. En concordancia con la metáfora narrativa/historia, los terapeutas
narrativos invitan a clientes antiguos, individuos o grupos, a relatar sus historias en escritos y presentaciones
profesionales. Esto permite a los participantes en las conferencias y a los lectores a escuchar las historias de
los clientes y las experiencias de la terapia directamente de la fuente más que desde los filtros de los
terapeutas. Esto también reconoce el rol principal de los clientes en la terapia y el cambio.
El enfoque ha demostrado éxito en diversos contextos y con diferentes problemas presentados. La
aplicación en las escuelas es parcialmente demostrado en una sección especial sobre “Trabajo narrativo en
las escuelas” en el Journal of Systemic Therapies (Zimmerman, 2001), incluyendo el éxito con el matonaje
(Beaudoin, 2001), el tratamiento de los efectos del terrorismo (Sharif y leibler, 2002), y el uso del
conocimiento de los profesores para revivir el propósito y el éxito en la enseñanza (Kecskemeti y Epston,
2001). La aplicación en la evaluación de la custodia ha demostrado un favorable resultado de un proceso
4 [N.T.] Se ha citado el texto en su versión en español para facilitar la búsqueda bibliográfica del lector. 5 [N.T.] Sugerimos visitar el sitio www.narrativeaproache.com
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narrativo-en colaboración en el cual todas las partes (los clientes y los evaluadores) se han sentido más
respetados y escuchados, y menos traumatizados y culpabilizados. Además, se ha demostrado su aplicación y
efectividad en terapias efectuadas en la casa (Madison, 1999). El éxito de la Terapia Narrativa también es
descuida en Freedman y Combs (2000) y Smith y Nylund (1997).
TERAPIA CENTRADA EN SOLUCIONES
Historia y antecedentes
Steve de Shazer es ampliamente reconocido como el principal iniciador de la terapia centrada en
soluciones, aunque su trabajo emergió del trabajo colectivo de de Shazer, si pareja profesional y esposa
Insoo Kim Berg, y sus colegas en Milwaukee, a fines de los años 1970. Otros autores bien conocidos,
primariamente William O’Hanlon, Eve Lipchik, Michele Weiner-Davis, y Jane Séller y John Walter,
construyeron sobre los fundamentos y prácticas tempranas de la terapia centrada en soluciones,
especialmente acerca de las soluciones y la brevedad, y desarrollaron su propia versión y le dieron un
nombre (O’Hanlon y Weiner-Davis, 1989; Lipchick, 1993; Walter y Pellet, 2000). de Shazer fue influenciado
fuertemente por su trabajo temprano con el Mental Research Institute (MRI) en Palo Alto, California, y su
terapia breve centrada en los problemas.
de Shazer y Berg no colocan a la terapia centrada en soluciones bajo el paraguas del
construccionismo social postmoderno, pero hay distinciones entre la terapia centrada en soluciones y la
terapia de colaboración y la terapia narrativa. Sin embargo, las tres terapias comparten la centralidad del
lenguaje y sus relaciones con la realidad, y de Shazer y Berg usan también la metáfora narrativa para
referirse a las formas en que las personas hablan de y construyen su vida. Como en el grupo MRI, promueven
la simplicidad de su teoría y la práctica, sin embargo la terapia centrada en soluciones posee sólidas bases
teóricas.
Principales constructos teóricos
La terapia centrada en soluciones esta históricamente enraizada en la tradición que comenzó con la
influencia de Milton Erickson, Gregory Bateson y los asociados del MRI; Berg y de Shazer suplementaron la
influencia del MRI con las premisas del Budismo y el Taoísmo (de Shazer, 1982). de Shazer y Berg
básicamente dieron un salto en el enfoque centrado en los problemas, que sugiere que más de la misma
solución inefectiva mantiene el problema, a que más de las soluciones efectivas resuelven el problema.
Continuaron con el compromiso del MRI de una perspectiva pragmática, breve y con intervenciones
deliberadas, incluyendo la importancia de qué en lugar de los por qué, y la importancia del presente en
lugar de la historia, y añadieron un énfasis en el futuro. Se refirieron a su práctica temprana centrada en
tareas y metas como un enfoque ecosistémico de la terapia familiar breve (de Shazer, 1982).
Posteriormente, de Shazer y Berg se introdujeron hacia las nociones del lenguaje y los juegos del lenguaje
del filósofo Ludwig Wittgenstein, en los fundamentos de esas influencias tempranas (de Shazer, 1991). El
lenguaje crear su realidad. Por lo tanto, un problema es una realidad del cliente: para cambiar un
problema, uno debe cambiar la realidad cambiando el lenguaje. En la perspectiva de de Shazer, es crítico
para este cambio un giro desde las conversaciones acerca del problema a las conversaciones acerca de las
soluciones. La conversación acerca de soluciones toma la forma de lo que de Shazer (1991) se refiere como
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narrativas progresivas, que llevan hacia las metas al permitir que “los clientes elaboren sobre ellas y
‘confirmen’ sus historias, expendiendo y desarrollando expectativas y cambien los temas de los problemas
en temas de soluciones” (p. 92-93).
La terapia centrada en soluciones es un enfoque no patologizante, positivo y centrado en el futuro.
Los terapeutas se centran en los aspectos positivos y potenciales de los clientes, así como también en
empoderarlos. La terapia centrada en soluciones gira alrededor de la pregunta, “¿Cómo construimos
soluciones?” (Walter y Peller, 1992), los supuestos centrales que guían el pensamiento del terapeuta y la
actividad, incluyen que el cambio y la cooperación son inevitables, todas las personas tienen recursos para
el cambio, y los clientes tienen éxito cuando sus metas motivan la terapia (Selekman, 2002). Manteniendo
las tempranas nociones de los sistemas que un cambio en una relación o en una parte del sistema afectará a
los otros [miembros del sistema], y que ese pequeño cambio llevará a un cambio mayor, los terapeutas
centrados en soluciones creen que solamente es necesario trabajar con la queja y tienen metas modestas.
Sin embargo, hay flexibilidad dependiendo de los requerimientos de la persona que deriva, u otros
consumidores. Tempranamente, los terapeutas centrados en soluciones ubicaron a los clientes en tres
categorías para designar el grado de compromiso y motivación para el cambio: visitantes, demandantes y
compradores. En forma interesante, cuando los clientes no cooperan, ellos interpretan esto como una ayuda
para el terapeuta, para que encuentre una mejor forma de ayudarlos.
Etiología de los problemas clínicos
Los problemas desde la perspectiva Centrada en Soluciones están relacionados con el lenguaje: la
forma en que la persona habla y atribuye significado a lo que denominan problemas. La conversación acerca
de los eventos, circunstancias y personas en la vida de los clientes define un problema como un problema.
En palabras de de Shazer (1993), No hay camas húmedas, no hay voces sin personas, no hay depresiones.
Solamente conversaciones acerca de camas, conversaciones acerca de voces sin personas, conversaciones
acerca de la depresión” (p. 89). Desde esta perspectiva, la información acerca del problema, como sus
raíces y causas, sus pautas, o su frecuencia no es importante. Por el contrario, como se mencionó
anteriormente, los terapeutas Centrados en Soluciones quieren evitar la conversación acerca del problema.
Evaluación
La evaluación no es un componente de la terapia centrada en soluciones en el sentido tradicional.
de Shazer desafía la relación entre el problema y la solución, haciendo que la evaluación de los problemas
sea irrelevante. En sus palabras, “El problema o queja no está necesariamente relacionado con la solución”
y “La solución no está necesariamente relacionada con el problema” (de Shazer, 1991, p. xiii). Nuevamente,
sostienen una fuerte creencia que ni los terapeutas ni los clientes necesitan conocer la etiología del
problema, o incluso entender el problema. La búsqueda de las causas y la comprensión del significado son
vistas más como una conversación del problema. Y, la conversación del problema perpetúa la obsesión de
los clientes con una inmersión en sus problemas, corriéndose el riego de reificar los problemas, y obstruir el
desarrollo de soluciones. Se cree que esto es ciento tanto para los terapeutas como para los clientes.
Los terapeutas centrados en soluciones quieren conocer o evaluar las metas del cliente. También
quieren conocer las excepciones al problema, pues en esas excepciones residen las semillas de las
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soluciones. Aunque históricamente ellos han mantenido una posición estratégica, algunos terapeutas se
esfuerzan por una construcción en colaboración de metas y soluciones.
Técnicas
Tempranamente el desarrollo de la terapia centrada en soluciones, de Shazer usaba lo que
denominó “tareas fórmula” (de Shazer, 1985), y después incluyó clases específicas de preguntas para ayudar
a movilizar a las personas desde las conversaciones de problemas hacia la conversación de soluciones, para
descubrir y crear soluciones. Con las tareas y las preguntas, los terapeutas buscan información conductual
específica concreta e instrucciones. El enfoque tiene un formato de manual en el sentido que todas las
preguntas y tareas están basadas en el supuesto que la solución a los problemas del cliente ya existe en su
vida y son construidas para lograr el resultado deseado: soluciones. A pesar del formato de manual, desde
temprano los terapeutas centrados en soluciones creen el valor de las relaciones de cooperación con los
clientes. Las peguntas y tareas más populares incluyen:
Preguntas acerca de excepciones. Se intenta establecer excepciones para el problema, y se cree
que es una parte importante de la orientación de las personas hacia las soluciones. La búsqueda de
excepciones identifica y confirma las veces que en el pasado y en el presente el problema no era un
problema. Esta es una forma de deconstrucción del problema, sin buscar las causas y comprensiones de
éstas y construir la solución. Otra forma de considerar este proceso es pensar que el terapeuta está
ayudando a deconstruir una realidad insatisfactoria, y cuando el problema ya no es un problema, el
terapeuta construye una realidad satisfactoria.
Pregunta del milagro. Las preguntas del milagro son “preguntas hipotéticas de soluciones” (Walter
y Séller, 1993, p. 75-85). Ayudan a las personas a fijar metas a través de la asesoría [coaching] para que
imaginen cómo sería su vida si el problema estuviera resuelto. Como en otras preguntas centradas en
soluciones, se intenta colocar el foco en la solución y sacar el foco del problema. La pregunta milagro se
introduce en forma típica del siguiente modo:
“Suponga que esta noche hay un milagro y mientras usted está durmiendo, el problema que lo trajo
a terapia está resuelto. ¿Cómo lo sabría? ¿Qué sería diferente? ¿Qué advertiría que es diferente a la
mañana siguiente que le diría a usted que ha habido un milagro? ¿Qué advertiría su esposa [por
ejemplo]?” (de Shazer, 1991, p. 113)
Preguntas de escala. Las preguntas de escala sin usadas por los terapeutas centrados en soluciones
mucho más que lo que las usan otras terapeutas; es decir, ayudan a los clientes a ser más específicos y
concretos, y a ser capaz de cuantificar y medir los problemas y los éxitos. Pueden advertir cómo y dónde se
perciben los clientes y dan al terapeuta pistas para preguntas que pueden reforzar la mejoría, así como
también sugerir la posibilidad del máximo de mejoría. Por ejemplo, un terapeuta podría preguntar: “En una
escala de uno a diez, donde uno es estar muy deprimido, ¿dónde ubicaría su depresión cuando vino la
primera vez? ¿Dónde está ahora? ¿Cómo hizo para moverse de 1 hasta 3? ¿Qué tendría que hacer para
moverse de 3 hasta 5?”
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
21
Preguntas de afrontamiento. de Shazer sugiere que es más probable que ocurran compresiones
erróneas de los terapeutas que comprensiones, de modo que el uso de las comprensiones erróneas le da
ventaja al terapeuta (de Shazer, 1991). Por ejemplo, lo que podría pensarse en forma típica que es una
resistencia, es visto como una información o mensaje que el terapeuta ha malentendido al cliente o ha
errado en su interpretación. Esto suministra al terapeuta la oportunidad para aprender más del cliente y
retornar a las conversaciones de soluciones.
Efectividad del enfoque
Como en la Terapia de Colaboración y la Terapia Narrativa, la efectividad de la Terapia Centrada
en Soluciones se encuentra mayormente en anécdotas y reportes específicos de casos. Los terapeutas
centrados en soluciones han sido prolíficos escritores y presentadores en conferencias. Berg y Dolan (2001)
ofrecen una colección de historias de éxito de los clientes y los terapeutas en una variedad de problemas
presentados. Miller, Hubble y Duncan (1996) ofrecen una revisión de relevantes investigaciones de
resultados y numerosas aplicaciones de la terapia centrada en soluciones. Su utilidad ha sido demostrada
con poblaciones específicas y problemas presentados como abuso del alcohol (Berg y Miller, 1992), abuso
infantil (Berg y Kelly, 2000), grupos (Metcalf, 1998; Sharry, 1999), adolescentes (Seagram, 1977; Selekman,
2002), ancianidad (Dahl, Bathel y Carreon, 2000), terapia conyugal (Gale y Newfield, 1992), escolares
(Osenton y Chang, 1999), y perspectiva del cliente. Miller (1996) y Gingerich y Eisengart (2000) reportan
investigación cualitativa que apoya su efectividad.
DESARROLLOS FUTUROS Y DIRECCIONES DE LAS TERAPIAS CONSTRUCCIONISTAS SOCIALES
POSTMODERNAS
Las terapias construccionistas sociales postmodernas representan un cambio ideológico que ha
evolucionado lentamente durante más de dos décadas y no representa una tendencia que vaya a
desaparecer. Sin embargo, una pregunta que se hace con frecuencia es ¿cuáles son las limitaciones de esas
terapias? La mayoría de los terapeutas responden que no hay limitaciones respecto a poblaciones
particulares de clientes, ni a los problemas presentados ni a las culturas. Por el contrario, la mayoría de
esos terapeutas reportan que los enfoques postmodernos/construccionistas sociales les permiten, más que
otros enfoques, a vincularse y trabajar con una variedad de poblaciones y problemas, incluso si no tienen
experiencia o ésta es limitada con aquellas. Esta libertad y competencia parece estar asociada con el
aspecto de colaboración de hacer algo en conjunto y con los recursos disponibles. También parece estar
asociada con la habilidad de los terapeutas para ser creativos y no obligarse a un diagnóstico patologizante
ni ser los expertos que curan. Quizá los terapeutas se limitan cuando caen en esos modos esencialistas.
Las implicaciones de este cambio van más allá de la terapia familiar, a otras terapias y contextos
fuera de la disciplina de la salud mental. Es común en esas terapias su continua evolución. Los fundadores y
sus colegas y otros pensadores y profesionales alrededor del mundo continúan explorando y extendiendo
vastas posibilidades para la terapia, la educación, la investigación, la consultoría organizacional y la
medicina, así como también las complejas circunstancias sociales y culturales que desafían a la tierra en la
cual vivimos.
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
22
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Este borrador ha sido preparado para ser publicado en: G. Weeks, T.L. Sexton & M. Robbins (Eds.) Handbook
of Family Therapy. New York: Brunner-Routledge
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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Cartas al Editor
Dear Hipnopolis’s Editors: I knew of the miraculous cures of Neurosolutions Therapy©. [En alusión a www.hipnosisericksoniana.cl] My experience show me that when a therapy is effective for so varied diseases or disturbances, the curative factors are inside of the patients, not in miraculous abilities of therapist. In other words, when these therapies work the results are product of the patient’s inner strengths: the so-called placebo effect. Consider the role of expectancies about the therapy. Remember the weight of common factors on variance of results: Extratherapeutic factors (40%), Therapeutic Alliance (30%), Expectancies, optimism and placebo effects (15%), and Approach and Techniques (15%). Mesmer’s misconceptions about relational factors and clients factors implied in the animal magnetism foster his narcissistic personality… and his downfall. Sincerely yours, Michael Lambert, Ph.D.
Sres. Editores: Su contumacia no tiene límites: (1) Continúan enviándome su pasquín, a pesar de mi enfática solicitud que me sacaran de
su lista de suscriptores; (2) Continúan siendo los traductores (¿oficiales?) de los engreídos del Instituto Para el
Estudio del Cambio Terapéutico de Chicago (www.talkingcure.com) (¿cuánto les están pagando?)
(3) Desde vuestro pasquín insisten en continuar atacando a la American Psychological Association y su esfuerzo por ordenar el hasta hace poco desordenado campo de la psicología clínica (basta con ver los artículos del pedante Giorgio Nardone en los cuales critica a la psicoterapia basada en la evidencia [últimos números del Año 4]);
(4) Y lo que es peor aun, ustedes no han publicado ni una sola nota de autoría de la APA en donde ellos defiendan su posición. Simplemente han descuerado a la APA sin la presencia de ellos en la discusión. Eso es más que mala educación, ¡es contumacia pura!
Espero que se atrevan a dar la cara publicando la posición de la APA en este asunto. Desatentamente, Tedioso Vinagre [email protected]
“Daremos la cara” dedicando el próximo Número completo a la posición de la APA; aunque eso signifique modificar nuestro plan de publicaciones para este año. Editores de Hipnópolis
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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Queridos Editores Quiero que sepan que valoro todo su trabajo y voluntad de mantenernos unidos a todos los hipnopolipenses, si me permitís, y espero que hayan pasado un buenísimo 1º de mayo por lo trabajadores que son, hasta prontito, Lili Palmieri desde Mar del Plata [email protected]
Estimados Editores: Como fiel lector de Hipnópolis, y ahora agregaría perspicaz y agudo lector, pude notar una línea nueva: "puedes enviar vía correo electrónico este ejemplar de Hipnópolis a tus amigos... Y no tan amigos" que aparece al pie de página en la portada. Me parece una excelente iniciativa dar más posibilidades a la difusión de esta revista electrónica. En este sentido de dar mayor difusión, quiero consultar si ustedes autorizan a que en nuestro sitio web, www.psicoterapiaestrategica.cl se pueda descargar la revista. O, lo otro es que incluyamos un links de ustedes desde donde se pueda descargar la revista (en estos días estamos trabajando para renovar el sitio, así que no está actualizado). Un gran saludo y mis buenos deseos para que sigan adelante con tan buen fermento para la salud. Ps Eduardo Toro
Estimado Eduardo: Gracias por tu ofrecimiento para difundir nuestra publicación virtual. Cuenta desde ya con nuestra autorización para colocar los números de Hipnópolis en vuestra página web. Atentamente, Editores de Hipnópolis
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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Métodos de supervivencia para psicólogos Como robar una empanada
En estos difíciles tiempos de malaria y desocupación, es aún posible aplicar los conocimientos adquiridos para solucionar nuestros urgentes problemas alimentarios. Al respecto, sugerimos los siguientes métodos para robar una empanada: 1) Método guestáltico: a) Concurrir a la rotisería de la esquina munido de una lámina donde se alternan fácilmente la figura y el fondo. Mientras el empleado se halla entretenido percibiendo ora una vasija, ora una mujer, usted se guarda una empanada. Si lo descubren, sugiérale que mire bien la figura mientras usted huye por el fondo. b) Otra técnica consiste en persuadirlo de que el todo es más que la suma de las partes: compre seis empanadas y llévese ocho. 2) Método sistémico de la \"provocación\" (Escuela de Roma): Mientras habla con el rotisero, critique abiertamente a los saqueadores de supermercados y a los ladrones de empanadas. Podrá así deslizar una empanada en su bolsillo sin que recaigan las sospechas sobre su persona. 3) Método pavloviano: Tómese un perro nuevo y condiciónelo para que, frente al sonido \"¡Fuera de aquí, ladrón!\", tome una empanada, salga huyendo del negocio y lo espere en la esquina.
4) Método fenomenológico-existencial: Timbrear las casas mostrando folletos similares a los de la iglesia evangélica pero con fotos de campos de concentración y el retrato de Víktor Frankl, fundador de la logoterapia, y solicitar empanadas para resolver el vacío gastro-existencial de los prisioneros. Si va acompañado de una señora con rodete, pollera por debajo de las rodillas, ojos de lagarto y sosteniendo \"La Náusea\" de Sartre, aumentará el efecto persuasivo. 5) Método de la desensibilización progresiva. El primer día, dígale a su rotisero que últimamente lo nota muy nervioso. Pídale que se relaje mientras agarra una servilleta de papel para llevársela a su hogar. Al día siguiente haga lo mismo con dos servilletas de papel, y luego con varios escarbadientes. Finalmente, el rotisero no ofrecerá resistencia cuando usted se lleve varias empanadas de un saque.
6) Método piagetiano: Tómese un bebé cualquiera y llévelo a la rotisería debajo del brazo, acercándolo inadvertidamente al mostrador. Avido de ejercitación sensorio-motriz, la criatura no podrá evitar tomar una empanada. Luego, márchese inmediatamente. Si el empleado se queja, defienda al niño diciéndole que el pobre está ejercitando la coordinación entre visión y prensión, y buscando nuevos medios para hacer desaparecer objetos. 7) Método skineriano del condicionamiento operante: Cada vez que vaya a la rotisería llévese descaradamente una empanada mientras le comunica al empleado una buena noticia (por ejemplo que ganó San Lorenzo, o que los gastronómicos quedarán exentos de ingresos brutos, etc). El hombre le permitirá llevarse siempre empanadas, habida cuenta que esa conducta permisiva estará siempre recompensada con una buena nueva. 8) Método lacaniano: Lleve una soga con el nudo borromeo. Mientras el empleado intenta infructuosamente desatarlo, usted forcluye una empanada y huye furtivamente. 9) Método kleiniano: incremente progresivamente la ansiedad paranoide del rotisero a límites intolerables mediante el argumento del inspector de la DGI (Dirección General Impositiva. Podrá llevarse las empanadas que quiera cuando el hombre, con el yo ya escindido, intente ocultarse en el microondas agarrándose las dos cabezas. 10) Método psicoanalítico: Háblele al rotisero de la cuestión de la castración paterna señalándole los genitales y (con delicadeza), de la "intensa" relación que tuvo y tiene con su madre. Aproveche el estado de miedo (por sus genitales), culpa y confusión (por lo de la mamá) del rotisero para llevarse las empanadas y mientras se retira lentamente, dígale que la primera consulta es gratuita y déjele su tarjeta. Amigo/a lector/a: si usted conoce otros métodos psicológicos para sobrevivir, envíenos su colaboración. Tenemos hambre. (Gentileza de www.redsistemica.com.ar./articulos)
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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EXPERIENCIAS CLÍNICAS
En esta sección compartimos el reporte de casos clínicos que colocan de relieve las
habilidades de los distintos clientes para superar sus problemas
Desde el Instituto Milton H. Erickson de Santiago nos han enviado este breve trabajo, en el cual una
de las Licenciadas que asisten a la formación clínica de ese Instituto reflexiona acerca de su propia
experiencia, usando los conceptos centrales del enfoque de Narrativas de White y Epston.
Más allá del uso apropiado de los conceptos, en este trabajo y por medio de un estilo literario muy
atractivo, la autora nos invita a participar como testigos de su proceso de cambio auto-iniciado (es decir, sin
ayuda de un terapeuta).
«Esa Díscola Presión»
Ella solía fumar un cigarrillo, o dos, todas las noches, luego de acostar a los niños, terminar las
labores, escuchar las noticias, enterarse de lo que daban en la tele a las diez (de la noche), despedirse de
la nana, cenar con el marido y enterarse de su vida, verificar el olor a tranquilidad… previo a una noche
que incluso podía traer algo de amor, de ese que te cuentan las abuela que tendrás cuando te cases. Y es
que claro, una mujer de treinta y tantos, con dos hijos y una estabilidad laboral relativamente aceptable,
podía darse ciertos lujos, como fumarse un par de cigarrillos… seguidos, todas las noches, casi como un
ritual, un cierre del día, como cuando se establece una tregua con la cotidianeidad y se hace el resumen
diario –“esto tengo que hacer mañana…”, “esta cuenta se vence pasado…”.
Respecto de los gustos, una mujer de tales características, por cierto que disfrutaba de cada
reminiscencia que le trajeran los tiempos en los que hijos, marido o responsabilidades mayores aun eran
lejanas y no hablo de drogas o grandes abusos, simplemente me refiero al placer de sus sagrados
cigarrillos nocturnos que se podían multiplicar por cinco a la luz de las velas, si era acompañado de una o
más copas de vino, una amiga parlanchina o incluso una invitación del mismo marido…antes pololo, cuando
decidía volver a ese rol. Los gustos eran interminables…los mariscos crudos, el sushi con salsa de soya, o
para cuidar la dieta, una ensalada con harto limón, sal y pimienta.
Probablemente, fue de esa manera que no se dio cuenta que, conforme pasaban los años y se
acumulaba el humo de sus sagrados cigarrillos nocturnos, junto con la experiencia de la vida y un nuevo
trabajo importante, pero fatídicamente estresante, también algo se estaba volviendo travieso, juguetón,
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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incluso perverso dentro de ella, que para colmo de males corría por sus venas, se alimentaba de cada
latido cardíaco y aumentaba, se mantenía o bajaba con cada bocanada… de aire.
Se presentó una noche, de súbito, como un ladrón, un delincuente, subió por los balcones del
edificio, hasta el tercer piso en donde ella fumaba su ritual de cierre, perturbando su indemnidad y
alborotándole la vida. Entró en una de las bocanadas de humo o quizás ya venía desde la tarde, camuflado
en algún estresor, pero antes no estaba… eso es seguro. Ella tiempo después, lo describiría como una
sombra negra, de ojos brillantes que se alimentaba de cada uno de sus renuncios. Apareció a horcajadas,
se transformó en náuseas que la hicieron correr al baño, hasta que escuchó una voz conocida que desde la
puerta del baño le decía…”Amor… ¿estás bien?, sal de allí que te voy a tomar la presión”
Ese fue el comienzo de la debacle, las medidas de presión arterial eran diagnósticas por sí
mismas, pero todo eran números, unos por sobre otros: que si 120 sobre 80, o 190 sobre 150, que si
sístole o si diástole, que si la baja estaba alta y si la alta también, que si cardiólogo o internista, que si
exámenes o trabajo, que si se estresaba o se calmaba, que si salado o alcalino, que si cambiaba los hábitos
o los mantenía, que si sabía los riesgos. Aprendió que un AVE no era solamente un pájaro sino que las
siglas de lo que la podría privar de todo (accidente vascular encefálico), y aun así, viviendo con ella
dentro, no la vio, la evitó, la ignoró, aun cuando sabía que allí estaba.
Este era más o menos el Panorama de Acción que, acordándome de Brunner en un texto de
White, presentaba esta mujer recién estrenada de HTA o Síndrome de Hipertensión Arterial Agudo, o al
menos eso decía el diagnóstico de los exámenes.
Cabe agregar, que de tanto en tanto, su díscola presión le jugaba malas pasadas, especialmente
cuando ella cambió el hábito de fumar en la noche por hacerlo en el día… pero ¿qué recuento se puede
hacer a las 5 de la tarde?, ¿acaso que el marido no la encontrara con olor a tabaco era suficiente razón
para barrer con su ritual?
Quizás fue el aburrimiento que la nombraran como “irresponsable, que no piensas en tus hijos”,
más que el convencimiento de que por “ser hipertensa”, no debía fumar o ingerir grandes cantidades de
sal, y tomar sagradamente un medicamento, el que movió su Panorama de Conciencia y la llevó a tomar
decisiones.
No era fácil ser portadora de un síndrome que según su contexto cultural “es un mal de
viejos…ella no era vieja”, ¡Cómo podía ser posible! Tratarlo como un problema en su interior era ir directo
al fracaso; después de todo, eso significaba que algo estaba haciendo o había hecho tan malo en su
cuerpo, que se había enfermado y cambiar su estilo de vida así, de un plumazo, era una tarea titánica
¿sería un asunto de fuerza de voluntad?, ¿es que acaso a la gente que abusaba de las drogas les pasaba lo
mismo?, ¿eran solo sal y dos cigarros diarios el problema, o era que debía aprender a manejar algo que a
veces se salía de los límites?...¿entonces qué era eso?
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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Si esta pobre mujer e inconsciente madre, hubiera llegado a la consulta de White, probablemente
llena de sensación de fracaso y en compañía de su marido, por no entender que sus costumbres la podían
matar; probablemente éste en la primera sesión les habría hecho preguntas de influencia relativa, que en
una primera instancia habría animado a trazar el mapa de la influencia del problema en sus vidas, que a
esa altura podía llamársele la díscola presión arterial. Y es que a nivel conductual, emocional, físico,
interaccional y actitudinal algo había pasado. En efecto, en esta parte aparecería:
- la díscola presión se había metido en su relación de pareja, pues ella diría que su marido
es poco comprensivo, porque aun sabiendo que no debe ingerir sal, él no concibe las
comidas desabridas, no la ayuda y eso le provoca rabia.
- los amigos no conocen a la díscola…solo la sospechan, por lo que cuando se juntan en
reuniones muchos fuman, lo que a ella le produce tentaciones y terminaba por invitarla a
los encuentros.
- La amistad entablada con la díscola , en tanto que a ella le dieron hace más de tres meses
unos exámenes para explorar la causa de la aparición repentina de la díscola, pero ella
arguye que no ha tenido tiempo para saber de su origen.
- La díscola presión además era hábil, distorsionando la realidad enfrentada, “si fumo uno
no más, qué me va a hacer”, era engañosa pues en ocasiones parecía normalizarse, pero
estaba atenta a cualquier desajuste.
En fin, al parecer esta díscola presión se las arregla para enturbiar la dieta y la armonía de la
casa, meterse en la relación de pareja y hacer notar lo mal alimentada y sedentaria que ella está…y de
paso engañarla por lo que ella minimizaba el problema.
Desde lo anterior, es posible que White, solicitara a ella y su marido considerar los aspectos por
los cuales ellos alimentaban o influían sobre la vida del problema, de esta manera, se marcarán las
excepciones de tal influjo y se contará con lo antes expuesto en relación a la influencia del problema; allí
aparece que:
- Si bien ella había permitido que la díscola se colara de tanto en tanto, fumando de día o no
midiendo la sal, igualmente había logrado descifrar su comportamiento, percatarse del
pródromo de su ataque e incluso identificar alguien cerca de su lugar trabajo que la
midiera
- Si bien él fumaba también, había logrado no hacerlo delante de ella, lo que implicaba una
ayuda.
- El marido la había conseguido hora para el mejor cardiólogo disponible.
Hipnópolis, Año 5, Nueva Era, N° 4
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- Les habían solicitado a los amigos no fumar dentro de la casa y limitar la ingesta de sal,
prefiriendo comidas bajas en ésta cuando salían.
- Ella había disminuido a uno los cigarrillos fumados, aunque ya no importaba la hora,
- Ella había elegido tomar un té para su ritual de cierre del día.
Es probable, que durante los muchos intentos que ella tuvo a la hora de enfrentarse con un
síndrome que, de suyo le era altamente ajeno pues desde su construcción de mundo, a la gente de su edad,
no le pasaban “cosas de viejos”, como ella nombraba al HTA, ella fracasara en el cambio de su estilo de
vida. Lo anterior estaba influido por el primer cardiólogo al que consultó que le dijo, con extrañeza, que
un diagnóstico así era muy triste para una persona tan joven, pues incluso los seguros de vida se
encarecen o se niegan por “este tipo de patología”.
La deconstrucción del mundo de esta mujer implicaría entender la estructura de sus días, la
necesidad de sosiego de sus múltiples actividades, la necesidad de cierre de cada jornada, el
establecimiento de ese estilo de vida y no de otro en que el deporte, por ejemplo, fuera lo predominante.
En este contexto, probablemente, la díscola no se habría hecho notar, o tal vez sí bajo otra forma.
Me parece que la externalización del problema alivió profundamente a esta mujer, si bien no la
libera de la responsabilidad de encontrar los mejores medios para mantener alejada a la díscola presión.
Además, la llevó de ser portadora de HTA, que para colmo de males no debía tener por cuestión de rango
etario, a convivir con la idea de que debe permanentemente alejar a la díscola de su vida diaria, de su
relación de pareja y se la amenaza que si se enfurece y se enloquece esta díscola presión podría incluso
matarla.
El descubrimiento de que las excepciones de la díscola son manteniendo hábitos de vida
saludables o acordando una nueva manera de comer, salir, enfrentar el estrés diario o incluso cambiarse
de trabajo, hacer ejercicios y medirla constantemente, lo que podría asegurarle, una vida con la díscola
más que a raya.
Preguntarse ¿hasta qué punto quiero que la díscola presión influya en mi vida?, ¿cómo he
permitido que la díscola me controle?, ¿qué acomodamiento realicé para mantener a la díscola a límite?,
lleva a respuestas que permiten dar con la fórmula para derrotarla. Podría incluso recibir un certificado o
diploma al estilo Epston y White que dijera “Yo vencí a la Díscola Presión; ahora puedo vivir
tranquila”.
Lic. Natalia Toro
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COMENTARIO DE LIBROS
En esta sección encontrarás el comentario especializado de libros de interés para el terapeuta estratégico ericksoniano.
Terapia narrativa.
Una introducción para profesionales.
Martin Payne
Editorial Paidós, Barcelona, 2002
o siempre las versiones de segunda mano suelen tener la
creatividad y habilidad narrativa de los autores originales
de una teoría y, en esta ocasión, de un enfoque de
psicoterapia. Sin embargo, este no es el caso. El autor, el psicólogo
inglés Payne, se interesó en estudiar textos de terapia sistémica y
terapia narrativa mientras era alumno de un diplomado en terapia
centrada en el cliente, lo que eventualmente lo llevó a adherirse al
pensamiento y a la práctica del enfoque sistémico narrativo de
Michael White y David Epston.
Uno de los aspectos destacables del volumen que comento —el
cual no aportará novedades a los terapeutas breves narrativos
experimentados— es que el autor, como un aprendiz un poco más
aventajado, va guiando al lector novicio en su paseo por el
fascinante mundo de la terapia narrativa australiana-neozelandesa,
exponiendo los fundamentos filosóficos y epistemológicos del
enfoque, describiendo los conceptos centrales y explicando las
diversas técnicas creativas de la terapia narrativa.
El autor se ayuda en su tarea con la descripción de casos clínicos y viñetas de conversaciones con
consultantes, destacando los objetivos de dichas conversaciones y fragmentos de ellas. A la vez, su
familiaridad con el enfoque centrado en la persona le permite hacer comparaciones para mostrar las
similitudes y diferencias entre ambos enfoques.
El último capítulo lo ha dedicado el autor a dar una “Mirada crítica a los presupuestos de la cultura
terapéutica”, en el cual analiza los desafíos que el postestructuralismo impone a la psicoterapia tradicional,
y critica desde el punto de vista postestructural a la terapia humanista desarrollada por Carl Rogers (crítica
con la cual, obviamente, no estarán de acuerdo muchos terapeutas en estos pagos).
N
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Aunque este no es el lugar ni el momento para salir en defensa de Carl Rogers, transcribiré algunos
párrafos de Harlene Anderson en su artículo acerca de las semejanzas y diferencias de su enfoque de terapia
con el enfoque de Rogers6:
«¿Dónde está la familia?
El enfoque de colaboración representa una filosofía y las prácticas que fluyen a partir de
aquella —una forma de concebir a los sistemas humanos y sus dilemas vitales, y al rol del
terapeuta. El enfoque representa un desafío importante a las tradiciones de la terapia
familiar e individual, y las distinciones entre ellas. Es un cambio paradigmático que no
dicotomiza ni privilegia al individuo sobre lo social y no ve al individuo y a la familia como
constructos en competencia7. Por consiguiente, no distingue entre los sistemas sociales
que son el blanco de la terapia. Esas distinciones limitan. El foco del enfoque es(son) la(s)
persona(s) en relación.
La posición filosófica preferida y la relación de colaboración asociada y las conversaciones
dialógicas pueden ocurrir con independencia del número de personas en una habitación.
Un terapeuta de colaboración asume la misma posición filosófica con una persona o con
múltiples personas. Esta misma posición es asumida con los estudiantes en una clase,
participantes en un taller, participantes en una investigación, y miembros de las
organizaciones.
Por otro lado, el trabajo de Rogers se centró en el individuo. El no trabajó ni escribió
acerca de parejas o familias. Desde mi interpretación de sus palabras, él creía que sería
difícil estar presente, tener la concentración necesaria y lograr la clase de relación y el
cambio de personalidad consecuente que él necesitaba realizar si hubiera múltiples
personas en una habitación. Además, tomó la posición que los cambios hechos por el
cliente, por ejemplo percepciones más realistas y adecuadas, su aceptación de los otros y
los cambios conductuales asociados, tendrían influencias positivas en su familia o en los
otros sistemas relacionales significativos.
¿Ha ignorado la terapia familiar a Rogers?
He escuchado a algunos terapeutas familiares indicar que la terapia familiar ha ignorado a
Rogers. En mi opinión, la terapia familiar no ha ignorado ni sus contribuciones ni las ha
admitido. Creo que sus contribuciones respecto a la persona del terapeuta y su relación
preferida cliente-terapeuta están tan incorporadas en nuestra cultura de la psicoterapia,
que los terapeutas las han dado por hecho. Es decir, cómo muchos terapeutas aspiran a ser
similares a las características del terapeuta de Rogers. Sin embargo pienso que es difícil
para un terapeuta familiar y los terapeutas de otras tradiciones ser totalmente rogeriano.
La noción del terapeuta experto y las técnicas, incluyendo el conocer por adelantado los
resultados pragmáticos, están tan profundamente situados en la cultura de nuestra
6 Harlene Anderson. Postmodern Collaborative and Person-Centered Therapies: What Would Carl Rogers Say? (Draft), www.harleneanderson.org [Recuperado el 2 de febrero de 2007] 7 [Nota de los Editores de Hipnópolis] Esto, a propósito del artículo de Salvador Minuchin «¿Dónde queda la familia en la terapia familiar narrativa?» (Hipnópolis, Año 3, N° 9-10, Diciembre de 2005). Véanse las respuestas a ese artículo en Hipnópolis, Año 3, N° 11, Enero de 2006 (Dossier).
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psicoterapia, que las características relacionales básicas como las que propuso Rogers se
han perdido. Diciéndolo en una forma diferente, las creencias, los valores y el contexto
profesional no siempre son compatibles o completos. Las excepciones que veo son los
enfoques periféricos como la terapia de colaboración y las centradas en narrativas (por
ejemplo, el trabajo de Tom Andersen, Harlene Anderson, Lynn Hoffman, Jaakko Seikkula,
y Michael White, y las extensiones que han desarrollado otros terapeutas) —terapeutas que
no están vinculados a las nociones de individuo o familia, y colocan el énfasis en la
relación cliente-terapeuta.
No creo que el asunto sea traducir el enfoque individual de Rogers al trabajo con familias,
pero sería ético evaluar y reflexionar acerca de las creencias, los valores y las teorías que
tenemos acerca de los seres humanos y las relaciones humanas —¿cómo queremos ser con
los otros, cómo concebimos a los otros, y cómo concebimos nuestra tarea? Me pregunto,
¿qué diría Rogers?»
Retornando a nuestro tema después de tan interesante digresión, no me queda más que finalizar
este comentario recomendando el texto del colega Payne a todos aquellos terapeutas breves que aun no
conocen el trabajo de White y Epston.
Lic. Rasputín Pachueco