André Lalande- Vocabulario

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1 Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, por André Lalande Introducción André Lalande (Dijon 1867-1963), profesor en la Sorbona desde 1904, cultivó la teoría de la ciencia desde un positivismo racionalista, en una línea similar a la de Léon Brunschvich o Edmond Goblot. Ante la evolución y la disolución de que hablaba Spencer, Lalande defendió la tesis de que toda evolución es contrarrestada por una disolución igual y de sentido contrario, introduciendo una teoría no evolucionista del progreso basada en la asimilación (esta idea, a través de Claparède, influirá notablemente en la doctrina del conocimiento como asimilación, que caracteriza la epistemología genética de Jean Piaget). Desde tal voluntad asimilacionista la razón es entendida como «razón constituyente» y unificativa. En consecuencia Lalande se propuso colaborar en esa pretendida unificación del lenguaje filosófico, proyecto próximo a las tendencias unificadoras neopositivistas. También procuró potenciar el trabajo cooperativo entre filósofos: fue uno de los impulsores de los Congresos Internacionales de Filosofía, iniciados en 1900 en el contexto de las multiples actividades organizadas en torno a la Exposición Universal de París, con la que se estrenaba nuevo siglo, y de los fundadores en 1901 de la Société française de philosophie, al unir sus esfuerzos con los de Xavier Léon. El proyecto de unificar el lenguaje filosófico mediante la preparación de un Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, y el método a seguir para su elaboración, fueron propuestos por Lalande en un artículo de 1898 («Le langage philosophique et l'unité de la philosophie», Revue de Métaphysique et de morale, septiembre 1898) y en una comunicación al Congreso Internacional de Filosofía de 1900 («Sur la critique et la fixation du langage philosophique»). Conviene recordar el optimismo globalizador que se vivía en aquellos Congresos científicos celebrados cuando la Exposición Universal de 1900, en los que se decidió abordar y resolver prácticamente el problema de una lengua universal, organizándose una Délegation pour l'adoption d'une langue auxiliaire internationale, que se acabaría fragmentando en 1907 cuando riñeron los partidarios de las dos lenguas artificiales que se postulaban entonces como «universales», los esperantistas de Lejzer Ludwik Zamenhof (1859-1917) y los idistas del ultraconservador falso marqués Louis de Beaufront (1855-) inspirados por el gran lógico Louis Couturat (1868-1914). La realización del Vocabulaire technique et critique de la philosophie (1902-

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Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, por André Lalande

Introducción

André Lalande (Dijon 1867-1963), profesor en la Sorbona desde 1904, cultivó la teoría de la ciencia desde un positivismo racionalista, en una línea similar a la de Léon Brunschvich o Edmond Goblot. Ante la evolución y la disolución de que hablaba Spencer, Lalande defendió la tesis de que toda evolución es contrarrestada por una disolución igual y de sentido contrario, introduciendo una teoría no evolucionista del progreso basada en la asimilación (esta idea, a través de Claparède, influirá notablemente en la doctrina del conocimiento como asimilación, que caracteriza la epistemología genética de Jean Piaget). Desde tal voluntad asimilacionista la razón es entendida como «razón constituyente» y unificativa. En consecuencia Lalande se propuso colaborar en esa pretendida unificación del lenguaje filosófico, proyecto próximo a las tendencias unificadoras neopositivistas. También procuró potenciar el trabajo cooperativo entre filósofos: fue uno de los impulsores de los Congresos Internacionales de Filosofía, iniciados en 1900 en el contexto de las multiples actividades organizadas en torno a la Exposición Universal de París, con la que se estrenaba nuevo siglo, y de los fundadores en 1901 de la Société française de philosophie, al unir sus esfuerzos con los de Xavier Léon.

El proyecto de unificar el lenguaje filosófico mediante la preparación de un Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, y el método a seguir para su elaboración, fueron propuestos por Lalande en un artículo de 1898 («Le langage philosophique et l'unité de la philosophie», Revue de Métaphysique et de morale, septiembre 1898) y en una comunicación al Congreso Internacional de Filosofía de 1900 («Sur la critique et la fixation du langage philosophique»). Conviene recordar el optimismo globalizador que se vivía en aquellos Congresos científicos celebrados cuando la Exposición Universal de 1900, en los que se decidió abordar y resolver prácticamente el problema de una lengua universal, organizándose una Délegation pour l'adoption d'une langue auxiliaire internationale, que se acabaría fragmentando en 1907 cuando riñeron los partidarios de las dos lenguas artificiales que se postulaban entonces como «universales», los esperantistas de Lejzer Ludwik Zamenhof (1859-1917) y los idistas del ultraconservador falso marqués Louis de Beaufront (1855-) inspirados por el gran lógico Louis Couturat (1868-1914).

La realización del Vocabulaire technique et critique de la philosophie (1902-1923) ocupó la actividad de Lalande durante más de veinte años. El Vocabulaire se fue publicando en el Bulletin de la Société française de philosophie (dirigido por Xavier Léon y el propio André Lalande) en la forma de fascículos, entre julio de 1902 (primer fascículo de la letra A) y febrero de 1922 (letra Z), aunque en julio de 1923 apareció una nuevo fascículo con una versión actualizada de las entradas correspondientes a la letra A. En un principio Lalande contó con la colaboración, para los términos lógicos, de Louis Couturat, quien propugnaba también la formación de una mathesis universalis y estaba entretenido mejorando su lengua universal; pero a partir de 1906, tras la publicación del fascículo correspondiente a la letra E, Couturat renunció a mantener la colaboración con Lalande, para concentrarse en el proyecto de refinado del esperanto, en la línea del Ido (aunque falleció en 1914 en un accidente de coche, al año siguiente pudo aparecer su Dictionnaire Français-Ido, destilado junto con el propio Beaufront). En los dos primeros fascículos (letra A) también

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colaboró en la redacción final Delbos, quién se desentendió del proyecto absorbido con su estudio sobre La philosophie pratique de Kant. Al margen de alguna otra pequeña ayuda, a partir de la letra F la redacción final corrió sólo a cargo de Lalande (quien contó con la colaboración de numerosos corresponsales franceses y extranjeros). Entre los colaboradores de esta obra destaca Jules Lachelier (1832-1918). A lo largo de la obra figuran los nombres de los distintos informantes o autores de anotaciones sobre términos. Sorprende la poca presencia en esta obra del más grande filósofo francés de aquellos años, Henri Bergson (1859-1941): en el artículo evolución no se hace ni mención a la evolución creadora, sí que aparece su nombre al tratar de duración y de intuición, pero es ignorado en totemismo y en religión (donde no queda recogida, por ejemplo, su distinción entre religión estática y dinámica).

En 1926 se publicó el Vocabulario en forma de libro (revisado, corregido y aumentado con un suplemento): Vocabulaire technique et critique de la philosophie, revu par MM. les membres et correspondants de la Société française de philosophie et publié, avec leurs corrections et observations par André Lalande, membre de l'Institut, professeur a la Sorbonne... (dos volúmenes que totalizan 1065 páginas: Librairie Félix Alcan, París 1926), bajo los auspicios de la Société française de philosophie (de la que Lalande era Secretario general) y de la Académie Française. En esta edición de 1926 se aprovechó la composición de los textos publicados previamente en el boletín de la SFP. Como la letra A conoció dos ediciones, ocurre que la letra A y desde la F presentan una tipografía y algunas diferencias mínimas de presentación respecto de las letras B-E (para más detalles véase el Avertissement de esta edición, págs. I-VI). El aprovechamiento de las composiciones previas determina que el Suplemento no esté incorporado alfabéticamente, sino que ocupa, al final del tomo segundo, las páginas 977-1065 (el texto a dos columnas, el suplemento a una columna). Conviene tener presente que los autores de esta obra, franceses que escribían en francés, ofrecen la versión de cada término en lengua alemana, inglesa e italiana, pero ignoran absolutamente la lengua española.

Como aportación a cualquier «lengua universal» existente o por inventar, Lalande se preocupó de hacer figurar tras cada término un presunto y camelístico radical internacional, tras la abreviatura Rad. int. Así, por ejemplo, de alma anim, de categoría kategori, de causa kauz, de dios de, de fulguración fulmig, de funcional funcional, de marginal marjinal, de parsimonia sparemes, de predicable predikebl, de sensualismo sensacionism, de sinalagmático reciprok, de superhombre superhom, &c. Cien años después puede ya resultar entrañable aquel ingenuo idealismo de los apóstoles del olvidado Ido. Esta es la nota que al respecto figura en el Vocabulario (tomo 1, página XXVII):  

Nota sobre las radicales internacionales

Las radicales internacionales indicadas al final de los artículos no son palabras completas; están destinadas a recibir las terminaciones convencionales que, en una lengua artificial, indican el substantivo (singular o plural), el adjetivo, el verbo en sus diferentes modos y tiempos, &c., así como los prefijos o sufijos que permiten la derivación. Por ejemplo, Koncept... dará koncepto (concepto); koncepta (conceptual, en el sentido de: que es un concepto); konceptala (conceptual, en el sentido de: relativo a los conceptos); konceptigar (conceptualizar, transformar en concepto); y así sucesivamente. Se deberá,

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pues, cuando la radical internacional no esté indicada al final del artículo, ver primero si no se deduce inmediatamente de la raíz dada en un artículo próximo. Lo más a menudo, por lo contrario, esos sufijos han debido ser mencionados expresamente, en la formación de la radical, para corresponder con la palabra francesa, o para distinguir sus diversos sentidos; por ejemplo: nosko, conocimiento (acto de conocer); noskato, conocimiento (cosa conocida; at, sufijo del participio pasado pasivo); nedetermineso, indeterminación (carácter de lo que no está determinado); maldeterminismo, indeterminismo (doctrina contraria al determinismo). Un juego de prefijos o de sufijos de este género, cuando están bien elegidos y son empleados con propiedad, da a una lengua artificial mucha flexibilidad y precisión. He aquí, para el uso filosófico, los más interesantes, en el sistema Ido, que ha realizado hasta el presente el método de derivación más perfecto: Prefijos: mal-, contrario; mi-, a medias; mis-, equivocadamente; erróneamente; ne-, negación pura y simple, sin oposición de contrariedad; pre-, antes; re-, repetición; sen-, privación. Sufijos: -aj, cosa hecha de; -al, relativo a; -ar, colección, reunión (por ej., vortaro, vocabulario); -ebl, que puede ser... (por ej., que puede ser visto, comprendido, deseado, &c.); -end, que se debe... (participio latino en dus); -es, ser, estado de lo que es esto o aquello (sirve para formar términos abstractos: vereso, verdad, en el sentido de: carácter de lo que es verdadero); -esk, comenzar (volesko, veleidad, comienzos de volición); -if, producir; -ig, expresar; -ij, dejar de ser; -il, medio, instrumento para...; -iv, que puede; -oz, provisto de; -ur, producir por, &c.

(Según el Franca Guidlibreto de Couturat y Leau, París, Chaix, 1908).

 El Vocabulaire technique et critique de la philosophie ha sido obra de notable éxito, difusión y penetración en el área de influencia de la lengua francesa durante todo el siglo XX, y, como no podía dejar de suceder, incluso ha sido traducida y publicada en español (en 1953) y en portugués (en 1993), aunque no sabemos de versiones en otras lenguas, ni siquiera en esperanto o en ido. Veinte ediciones en francés de este Vocabulario a lo largo del siglo XX sin duda habrán contribuido a conformar (malformar) el modo gálico de hacer filosofía, y su amplia difusión en los ámbitos ibéricos e iberoamericanos habrá dejado huellas más profundas de lo que a primera vista pudiera imaginarse. Por eso la consulta del lalande se hará imprescindible aunque sólo sea para poder percibir los posos de ese intento de reglamentar y unificar armónica y quizá ingenuamente la filosofía al modo parisino de principios del siglo veinte. También debería rastrearse la influencia en la literatura posterior de las decisiones adoptadas por los traductores españoles respecto a algunos términos.

Conoció el Vocabulario de Lalande su segunda edición francesa en 1928, la tercera en 1932, la cuarta en 1938 y la quinta en 1947. Sobre esta quinta edición francesa se preparó la primera edición española, hecha por un conjunto de profesores argentinos bajo la dirección de Luis Alfonso y revisada por Vicente Quintero (Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1953, 2 tomos que totalizan 1502 páginas). La sexta edición francesa apareció en 1951, la séptima en 1956, la octava en 1960 y la novena en 1962. A la vista de esta novena edición francesa se dispuso la segunda edición en español, que incorpora nuevos artículos traducidos por Oberdan Caletti y revisados por Gregorio Weinberg (Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1967, 1251 páginas). En esta segunda

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edición española viene ya modernizado el modo de referirse a los intervinientes en las discusiones: «M. Brunschvicg demande si...» pasa de «El señor Brunschvicg pregunta si...» a «Brunschvicg pregunta si...» En francés se publicaron nuevas ediciones (ya fallecido Lalande) en 1968 (10ª), 1972 (11ª), 1976 (12ª), 1983 (14ª), 1985 (15ª), 1988 (16ª), 1991 (17ª), 1996 (18ª) y 1999. Desde 1993 existe una versión en lengua portuguesa (que sigue la 16ª edición francesa, traducida por Fátima Sá Correia, Maria Emília V. Aguiar, José Eduardo Torres y María Gorete de Souza) publicada en Brasil por Livraria Martins Fontes Editora (XXXIV+1336 págs., Sao Paulo 1993, segunda reimpresión en octubre de 1996, tercera reimpresión en septiembre 1999).

André Lalande, “Vocabulario técnico y crítico de la filosofía “ [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

Vocabulario técnico y crítico de la filosofía - Algunos artículos -

. Alma· Beatitud· Connotación· Conocer· Conocimiento· Especulación· Especulativo· Espiritismo· Espíritu, Espíritus fuertes, Espiritual, Espiritualidad, Espiritualismo· Felicidad· Forma, Formal, Formalismo· Frenología· Materia, material, materialismo· Metempsicosis· Sistema, sistemática, sistemático

► Alma (7)

G. Yuch1; L. Anima; D. Seele; E. Soul; F. Áme; I. Anima.

A. El principio de la vida, del pensamiento o de ambos a la vez, en cuanto es considerado como una realidad distinta del cuerpo por el que manifiesta su actividad. 9H fuch1 dè tou<to v5 zw<men caì ai1sqanómeqa caì dianooùmeqa prw1twç ["El alma es el principio primero por el cual vivimos, sentimos y pensarnos."] Aristóteles, Perì Yuch<ç [Del Alma], 414a12. Esta realidad puede por otra parte ser concebida sea como material: H fuch1 sw<ma leptomeréç ["El alma es un cuerpo compuesto de pequeñas partes."] Epicuro, en Diógenes Laercio, X, 33: "Dei flatu natam, immortalem, corporalem, effigiatam." ["Nacido del soplo de Dios, inmortal, corporal, que tiene una forma."]; Tertuliano, De Anima, 8, &c.; cf. al pie, Renouvier, Observaciones; - sea como inmaterial: "El alma es de una naturaleza que no tiene relación alguna con la extensión ni con las dimensiones u otras propiedades de la materia de que el cuerpo está compuesto." Descartes, Passions de l'Âme, I, art. 30, &c.

Sobre el sentido amplio y el sentido estricto de la palabra alma (1º toda mónada; 2º las únicas mónadas que tienen percepciones distintas y acompañadas de memoria), ver Leibniz, Monadologie, § 19.

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B. Principio de inspiración moral. "Tener alma" [F. Avoir de l'âme], expresión de Ancillon alabada por la Sra. de Staël, quien añade: "Es ese soplo divino que hace a todo el hombre: amar enseña más sobre los misterios del alma que la metafísica más sutil." De l'Allemagne, 3ª parte, cap. II.

Crítica Esta palabra implica siempre una dualidad de naturaleza y de fines, una oposición, por lo menos provisional, con la idea del cuerpo, sea desde el punto de vista metafísico, sea desde el punto de vista empírico, sea desde el punto de vista moral, "sea hasta desde el punto de vista estético, por ejemplo, cuando se dice que es necesario tener alma para tener gusto." (Carta del señor Maurice Blondel). Se distingue de la palabra espíritu: 1º en que contiene la idea de una substancia individual; 2º en que es más comprensiva, ya que la palabra espíritu se aplica sobre todo a las operaciones intelectuales. Se opone igualmente al yo en la cuestión de saber si nuestra alma "es más grande que nuestro yo", es decir, si nuestra existencia psíquica es más rica en contenido que aquello de lo cual tenemos conciencia.

Hasta tiene casi siempre, en los modernos, un matiz religioso, a consecuencia de una asociación muy general: 1º entre la idea de alma y la idea de inmortalidad; 2º entre la idea de alma y la idea de Dios, considerado como el origen y el vínculo de las almas según el cristianismo (Descartes, Malebranche, Leibniz, Berkeley, &c.).

Rad. int.: Anim.

Sobre Alma.

El señor Prat añade, a los textos citados en el §A: "Zenón Citieo, Antípatro en sus libros Del Alma y Posidonio llaman alma a un espíritu dotado de calor, que nos da la respiración y el movimiento." Diógenes Laercio, trad. anónima (Amsterdam, Schneider, 1761), tomo II, pág. 172. (Vida de Zenón). - El señor Van Biéma recuerda el texto siguiente de Leibniz: "Sin embargo, para volver a las formas ordinarias o almas materiales, esta duración que es necesario atribuirles, en lugar de la que se había atribuído a los átomos, podría hacer dudar, si no van de cuerpo en cuerpo, lo que sería la metempsicosis"; y la doctrina que en él opone sobre "la conservación no solamente del alma, sino también del animal mismo y de su máquina orgánica, aunque la destrucción de las partes groseras lo haya reducido a una pequeñez que no escapa menos a nuestros sentidos que aquélla en que estaba antes de nacer." Système nouveau de la nature et de la communication des substances, §6 y 7. Ver todo el pasaje, y cf. Théodícée, 397.

Se encuentra también en Renouvier una concepción hipotética del alma como "compuesto sutil, fino, inasible para los órganos o instrumentos aun demasiado toscos", pero sin embargo material, y capaz de palingenesia. Ver Psychologíe rationnelle, cap. XXIV; ed. Armand Colin, II, 290.

Más que la palabra espíritu, la palabra alma evoca el sentimiento de lo que es vital, cálido, cordial. Pero la palabra espíritu no excluye estos harmónicos (y bien lo recuerda la etimología); solamente hace resaltar más lo que es independiente de las condiciones materiales o animales, lo que participa de lo universal, de lo eterno; se hablará de "puro espíritu" más bien que de "pura alma". (Maurice Blondel).

La idea de inmortalidad ha sido señalada en la Crítica a propuesta del señor G. Beaulavon, quien hace notar que es en lo que, comúnmente, la palabra alma hace pensar en seguida en nuestras sociedades cristianas. - Se podría añadir que evoca también, aunque, para nosotros, secundariamente, la doctrina de la transmigración de

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las almas. (Ver anteriormente). Todas estas ideas me parecen que se relacionan con la del principio individual y separable, que he tratado de poner de relieve en el texto de este artículo. (A. L.).

Alma del mundo, 9H tou< pantòç fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç [Del Alma], 407b3. Cf. Platón, Timeo, 34 B sqq., en el que es llamada simplemente h2 fuch1.. - L. Anima mundi, Fludd; Principium hylarchicum, Henri More; D. WeItseele, Weltgeist; E. Soul of the world; F. Âme du monde; I. Anima del mondo.

Alma que representa en relación con el mundo entero el papel del principio de unidad y de movimiento definido más arriba. Es definida por Schelling: "Was die Continuität der anorganischen und der organischen Welt unterhält, und die ganze Natur zu einem allgemeinen Organismus verknüpft." ["Lo que sostiene la continuidad del mundo orgánico e inorgánico, y une toda la naturaleza en un organismo universal."] Ueber die Weltseele, Sämtliche Werke, I, Abth, II, 569. Es considerada ya como haciendo las veces de Dios, ya como un intermedio entre Dios y los seres visibles.

Sobre Alma del mundo.

El dios de los estoicos enlaza el "alma del mundo" platónica con las doctrinas posteriores. Se convierte en la Tercera Hipóstasis de Plotino, y es éste el origen del sentido de esta palabra en Schelling. (R. Berthelot).

Alma pensante [F. Âme pensante], dianohtich2 fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç 431a14; nohtich> fuch1, Ibíd., 429b28. El alma, o la parte del alma que es el principio del pensamiento. Cf. Activo (intelecto). - Sobre la división general de las funciones del alma, o de las almas, ver Ibíd., 413b12, 414a32.

Alma sensible [F. Âme sensible] (Anima sensibilis, o Spiritus vitalis, Bacon). Los espíritus animales, comprendidos poco más o menos como en Descartes. Es una substancia puramente material "...tanquam aura composita ex flamma et aere." ["Como una aura compuesta de llama y de aire."] Historía Vitae et Mortis [Historia de la Vida y de la Muerte], ed. Ellis, II, 213-215. Ver Observaciones.

Sobre Alma sensible y Espíritus animales.

"Anima siquidem sensibilis sive brutorum plane substantia corporea censenda est, a calore attenuata et facta invisibilis: aura, inquam, ex natura flammea et aerea conflata... corpore obducta atque in animalibus perfectis in capite praecipue locata; in nervis percurrens, et sanguine spirituoso arteriarum refecta et reparata, quemadmodum Bernardinus Telesius et discipulus ejus Augustinus Donius aliqua ex parte non omnino inutiliter, asseruerunt... Est autem haec anima in brutis anima principalis, cujus corpus brutorum organum; in homine autem organum tantum et ipsa animae rationalis, et spiritus potius quani animae appellatione, indigitari possit." F. Bacon, De Dignitate [Del Valor y del Progreso de las Ciencias], libro IV, cap. III, §4. ["Pues el alma sensible, o alma de las bestias, debe ser considerada claramente como una substancia material, rarificada por el calor y hecha invisible; quiero decir un fluído (o: un soplo) compuesto de la esencia del fuego y de la del aire... encerrada en el cuerpo, y, en los animales superiores, colocada principalmente en la cabeza; que recorre los nervios, mantenida y reparada por la sangre espirituosa de las arterias, así como Bernardino Telesio y su discípulo Agustín Donio lo han sostenido en cierto modo, y no sin utilidad... En las bestias, es el alma principal, y su cuerpo es su instrumento; pero en el hombre es el instrumento del alma razonable, de manera que se podría designarla con el nombre de espíritu más bien que con el de alma."] (Spiritus, producto de destilación, en el sentido en que se habla de espíritu del vino, de espíritu de la sal, &c.)

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Alma sensitiva [F. Âme sensitive], ai1sqhtich> fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç, 415a1, &c. El alma, o la parte del alma, que es el principio de la sensación y de la sensibilidad, hasta en los seres que no poseen razón.

Alma vegetativa [F. Âme végétative], qreptich2 fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç, 415a1, &c. El alma, o la parte del alma que produce la nutrición, el crecimiento, la reproducción y la declinación de los seres vivos, aun de los no dotados de sensación y de sensibilidad. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Beatitud (2)

Latín Beatitudo seu felicitas, Espinosa; alemán Seligkeit; inglés Blessedness; francés Béatitude; italiano Beatitudine.

Satisfacción constante y a la que nada falta. Estado ideal del sabio según Aristóteles (?a?a???t??, Ética a Nicómaco, 1101 a. b.); según los estoicos (Séneca, De Vita Beata); según Espinosa (Ética, libro V); &c.

B. En la patología mental contemporánea, euforia permanente, acompañada de indiferencia para las circunstancias y los acontecimientos exteriores. Los enfermos que están en este estado son llamados a veces "beatos" [francés béats].

Crítica Este último uso es todavía bastante reciente para que se pueda desear que no se generalice, pues la palabra toma en él un carácter muy diferente del que presenta en el sentido A. En éste, en efecto, está casi siempre vinculado con una concepción religiosa. Implica ordinariamente la idea de otro mundo o, por lo menos, en el estado actual del hombre, de una vida de otro orden. Se emplea particularmente en la teología cristiana para designar la felicidad de los elegidos. Tiende a desaparecer del lenguaje filosófico usual a causa de este carácter teológico. Sin embargo, sería útil conservar la idea que representa. (Ver Felicidad.) Sobre Beatitud. Cuando se emplea beatitud sin la idea de otro mundo (por ejemplo en Espinosa), la palabra correspondiente en alemán es Glückseligkeít. La palabra Seligkeit tiene un sentido casi exclusivamente religioso. (F. Tönnies.) Beatitud no significa lo mismo que Felicidad. Por una parte, esa palabra evoca la idea de un gozo espiritual, activo, conquistado por el pensamiento adecuado, que es su condición, o por el esfuerzo que la hace digna de él; por otra parte, se aplica a la vida superior o a la vida futura, e implica la intervención de Dios o la toma de posesión de lo divino. La beatitud es, pues, menos la satisfacción de nuestras inclinaciones presentes que la del ser transcendente o noumenal que existe en nosotros. (M. Blondel.) Me parece útil conservar la palabra Beatitud para designar ciertos sentimientos que acompañan a estados patológicos, el éxtasis, ciertas catalepsias, la agonía en algunos casos. Es un sentimiento de gozo totalmente completo con olvido de la realidad. (Pierre Janet.) Proyecto filosofía en español (c) 2004 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

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► Connotación

[F. Connotation], E. Connotation.

En J. S. Mill, un término es llamado connotativo cuando designa (en extensión) uno o más seres, pero haciéndolos conocer por ciertos caracteres, y, por consiguiente, enseñándonos algo sobre sus propiedades. "The word white denotes all white things, as snow, paper, the foam of the sea, &c.; and implies, or as it was termed by the schoolmen, connotes the attribute whiteness." ("La palabra blanco denota todas las cosas blancas, como la nieve, el papel, la espuma del mar, &c.; e implica, o, como decían los escolásticos, connota el atributo blancura.") Logic, I, II, § 5. Por lo contrario, un simple nombre propio, o un atributo abstracto (blancura) son llamados "no connotativos".

Por consiguiente, la connotación de un término es para él su sentido o su comprensión subjetiva más difundida; e insiste sobre la necesidad para los filósofos de substituir esta connotación floja con "a fixed connotation" ("una connotación fija") que será expresada por una definición (Ibíd.; Cf. I, cap. VIII, § 1 ).

Para J. N. Keynes (Formal Logic, I, cap. II; 4ª ed., págs. 26-27), la comprensión decisoria (conventional intension) es la que convendría designar con connotación, sea que se refiera a una definición comúnmente aceptada o subentendida, sea que se haya dado una definición explícita del término para determinado uso. El término se opondría al de "comprensión", que designaría la comprensión total, que es más bien la propiedad de la clase que la del nombre que la designa.

Pero hace observar que Stanley Jevons (Pure Logic, pág. 6) y E. C. Benecke (Mind, 1881, pág. 532) han tomado connotación en el sentido de comprensión total.

Para Goblot, connotación y comprensión se han tomado primero en un sentido muy general y como sinónimos: habla así de "la connotación (o comprensión subjetiva) de un nombre". Logique, pág. 105. Pero, más tarde, con el fin de distinguir netamente lo que antes hemos llamado "comprensión eminente", de los sentidos puramente lógicos de "comprensión", propone reservar este término para la primera, y reunir el definiente y la comprensión total bajo el nombre de connotación: "Diremos, pues, concluye, la connotación de los conceptos, y la comprensión de las ideas." Ibíd., pág. 115.

Usos tan diversos hacen muy difícil la adopción de una definición única. Ver las expresiones sin ambigüedad en el artículo Comprensión: total, decisoria, &c.

Sobre Connotación.

Etimológicamente, esta palabra se aplicaba a los términos atributivos en su relación con los substantivos. Así se decía que la palabra "justo" connotaba (con y además del atributo que designa directamente) el sujeto "hombre" o "Dios", al cual este atributo es inherente. Este sentido etimológico ejerció sobre Mill una desdichada influencia, conduciéndole a negar que los nombres propios tuviesen una connotación, ya que no designan nada más que el sujeto al cual se aplican: "Sofronisco", por ejemplo, no contiene la idea de "padre de Sócrates". (C. Webb). Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

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► Conocer

D. Kennen; E. to Know; F. Connaître; I. Conoscere.

A. Tener presente en el espíritu cierto objeto de pensamiento verdadero o real. Este objeto puede ser bien uno que no sea el espíritu, bien el espíritu mismo (o una de sus propiedades, o uno de sus actos), pero con la condición de que este objeto de pensamiento sea considerado, en cuanto conocido, como distinguiéndose, formalmente al menos, del pensamiento que lo conoce. Cf. Objeto.

B. (Más raro en francés, pero muy frecuente para la palabra inglesa to know, que quiere decir a la vez conocer y saber): Tener en el espíritu cierto objeto de pensamiento no sólo como dado, sino como bien captado en su naturaleza y sus propiedades. - Este sentido es más frecuente en el substantivo conocimiento.

C. Reconocer. (Sentido más bien literario que filosófico, y un tanto anticuado).

Crítica Sería útil convenir que la palabra, empleada aisladamente y sin otra determinación, indique siempre la simple presentación legítima de un objeto al pensamiento, sin implicar necesariamente que se penetre su naturaleza y sus leyes, pero, naturalmente, sin excluir esta penetración. En tal sentido se traducen con conocer y conocimiento las palabras percipere y perceptio (o cognitio) de Espinosa, que éste aplica a todos los grados del pensamiento, desde la perceptio ex auditu [conocimiento de oídas] hasta la perceptio per solam essentiam (cognitio tertii generis) [conocimiento por la esencia sola (conocimiento del tercer género)]. (De Emendatione [De la Reforma del Entendimiento], Van VIoten, 2ª ed., I, 16. Cf. Ética, II, 40 y sig.).

Pero, cualquiera que sea el grado de conocimiento que tengamos de un objeto, la palabra implica siempre que este objeto es pensado tal cual debe serlo (sea con respecto a una realidad exterior, sea intrínsecamente), de un modo que puede ser parcial, pero que, en todo caso, es verídico.

Conocer y conocimiento designan, pues, un género cuyas especies son comprobar, comprender, percibir, concebir, &c. Se oponen a creer y creencia, no por la fuerza de la adhesión, sino por el hecho de que estos dos últimos términos no implican necesariamente la idea de verdad.

Rad. int.: A. Nosk; B. Konosk. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Conocimiento (2)

D. Erkenntniss en los sentidos A y B, Kenntniss en los sentidos C y D; E. Cognition en el sentido A, Knowledge en todos los sentidos, y aun más ampliamente que en francés (sobre Knowledge y Knowledge about ver Grote citado por W. James, The Meaning of Truth [El Sentido de "Verdad"], pág. 11, y observación sobre Saber, en que se analiza este texto.); - F. Connaissance; - I. Cognizione; conoscimento, sobre todo en los sentidos A y B (acto o facultad), conoscenza, sobre todo en los sentidos C y D (cosa conocida).

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Esta palabra designa por una parte: 1º el acto de conocer; 2º la cosa conocida; - por otra parte se aplica: a) a la simple presentación de un objeto; b) al hecho de comprenderlo. De donde cuatro sentidos fundamentales: A. Acto del pensamiento que establece legítimamente un objeto como objeto, sea que se admita, sea que no se admita una parte de pasividad en este conocimiento (= mentem ab objecto pati [que la mente sufra la acción del objeto], Espinosa, Ética, II, def. 3). - Ver más adelante Realismo (texto y observaciones).

La teoría del conocimiento es el estudio de los problemas que suscita la relación entre el sujeto y el objeto; ver más adelante el análisis de esta expresión a continuación del artículo Teoría.

B. Acto del pensamiento que penetra y define el objeto de su conocimiento. El conocimiento perfecto de una cosa, en este sentido, es el que, considerado subjetivamente, no deja nada de obscuro o de confuso en la cosa conocida; o que, considerado objetivamente, no deja nada fuera de ella de lo que existe en la realidad a que se aplica. Ver adecuado.

Es en este sentido que las cosas en sí son llamadas por Spencer incognoscibles (unknowable), aunque se las pueda conocer en el primer sentido (= conocer su existencia), y hasta definir su dominio.

C. Contenido del conocimiento en el sentido A (poco usado).

D. Contenido del conocimiento en el sentido B. Muy frecuente, sobre todo en plural: los conocimientos humanos, &c.

Rad. int.: A. Nosk. - B. Konosk. - C. Noskat. - D. Konoskat.

Sobre Conocimiento.

Yo distinguiría: 1º el acto de conocer, subjetivo; 2º el hecho de conocer (relación entre el sujeto y el objeto); 3º el resultado, separado por abstracción (objeto conocido). (M. Blondel). - No nos parece que la palabra conocer se emplee nunca en un sentido puramente subjetivo: parece que, por lo contrario, implica siempre la relación entre el sujeto y el objeto, cuando no hasta cierta subordinación del primero al segundo. Sólo quedan, pues, los sentidos 2º y 3º que corresponden respectivamente a A-B y C-D. (L. C. - A. L.).

El sentido C hasta parece completamente inusitado. (J. Lachelier).

¿Saber o más bien poder afirmar el quod, sin quid alguno (la existencia de una cosa sin ninguna determinación, ningún atributo), sería conocer? Y por otra parte, desde que se trata de penetrar, ya es más bien comprender que conocer; es por lo menos comenzar a comprender. (J. Lachelier). - Paréceme que se puede distinguir conocer, en el sentido de saber lo que es, de comprender, en el sentido de explicarse por qué es así. Por ejemplo, se conoce, sin comprenderla aún, la anatomía de un animal, mientras no se explique la relación y el uso de las diferentes partes que la constituyen. Pero por otra parte, como lo hemos hecho observar en el texto, conocer se opone sobre todo a comprender como el género a la especie. (A. L.).

Conocer y conocimiento difieren sobre todo de creer y creencia en que estos últimos términos implican que el motivo de la adhesión no reside en la claridad directa e intrínseca del objeto considerado. (M. Blondel). Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org

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André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Especulación

G. qewría; D. Spekulation; E. Speculation; F. Spéculation; I. Speculazione.

A. Pensamiento que no tiene otro objeto que conocer o explicar, por oposición al pensamiento que es un medio de acción y que tiende a la práctica (sea a la práctica utilitaria, sea a la práctica en sentido moral). "Me parecía que podría hallar mucha más verdad en los razonamientos que cada uno hace acerca de los asuntos que le atañen, y cuyo acaecimiento debe castigarlo en seguida después, si ha juzgado mal, que en los que hace un hombre de letras en su gabinete acerca de especulaciones que no producen efecto alguno, sino que tal vez sacará de ellas tanta más vanidad cuanto más alejadas estén del sentido común." Descartes, Méthode, 1ª parte, ad finem.

B. Por consiguiente, con un "import" peyorativo, construcción abstracta y arbitraria, que no podría verificarse, y cuyo valor es dudoso.

Ver Teoría.

Rad. int.: Teori. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Especulativo

D. Spekulativ; E. Speculative; F. Spéculatif; I. Speculativo.

A. (Equivalente latino del griego teorético). Que concierne a la especulación, sobre todo en el sentido A. "El pesimismo especulativo; el misticismo especulativo." - "La inclinación que tenemos por los placeres sensibles... no es solamente... la causa general del desarreglo de nuestras costumbres: nos engolfa insensiblemente en errores muy groseros, pero menos peligrosos, sobre temas puramente especulativos." Malebranche, Recherche de la Vérité, lib. IV, cap. XI. "El interés especulativo de la Razón" es opuesto por Kant al "interés práctico de la Razón". Krit. der reinen Vern., Antinomia, 3ª sección, § 1, A. 466-467; B. 494-495. Cf. Ideal del sumo Bien, A. 804; B. 832.

B. Que concierne a objetos inaccesibles a la experiencia. "Eine theoretische Erkenntniss ist speculativ, wenn sie auf einen Gegenstand oder solche Begriffe von einem Gegenstande geht, zu welchem man in keiner Erfahrung gelangen kan." ("Un conocimiento teorético es especulativo, cuando se refiere a un objeto, o a conceptos relativos a un objeto que no puede alcanzarse por ninguna experiencia".) El conocimiento especulativo se opone por este carácter al conocimiento de la naturaleza (Naturerkenntniss); el uso especulativo de la razón se opone a su uso natural (speculativer, natürlicher Vernunftgebrauch). Kant, Ibíd., A. 635; B. 663.

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C. Hablando de los espíritus: que tiene propensión por la especulación (sea en el sentido A, sea en el sentido B).

Rad. int.: A. Teorial; B. Spekulativ; C. Teoriem. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Especulativo

D. Spekulativ; E. Speculative; F. Spéculatif; I. Speculativo.

A. (Equivalente latino del griego teorético). Que concierne a la especulación, sobre todo en el sentido A. "El pesimismo especulativo; el misticismo especulativo." - "La inclinación que tenemos por los placeres sensibles... no es solamente... la causa general del desarreglo de nuestras costumbres: nos engolfa insensiblemente en errores muy groseros, pero menos peligrosos, sobre temas puramente especulativos." Malebranche, Recherche de la Vérité, lib. IV, cap. XI. "El interés especulativo de la Razón" es opuesto por Kant al "interés práctico de la Razón". Krit. der reinen Vern., Antinomia, 3ª sección, § 1, A. 466-467; B. 494-495. Cf. Ideal del sumo Bien, A. 804; B. 832.

B. Que concierne a objetos inaccesibles a la experiencia. "Eine theoretische Erkenntniss ist speculativ, wenn sie auf einen Gegenstand oder solche Begriffe von einem Gegenstande geht, zu welchem man in keiner Erfahrung gelangen kan." ("Un conocimiento teorético es especulativo, cuando se refiere a un objeto, o a conceptos relativos a un objeto que no puede alcanzarse por ninguna experiencia".) El conocimiento especulativo se opone por este carácter al conocimiento de la naturaleza (Naturerkenntniss); el uso especulativo de la razón se opone a su uso natural (speculativer, natürlicher Vernunftgebrauch). Kant, Ibíd., A. 635; B. 663.

C. Hablando de los espíritus: que tiene propensión por la especulación (sea en el sentido A, sea en el sentido B).

Rad. int.: A. Teorial; B. Spekulativ; C. Teoriem. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Espíritu (5)

G. pneu<ma y nou<V; L. Spiritus y mens; D. Geist; E. Spirit; F. Esprit; I. Spirito.

A. Soplo, gas, producto de destilación. Conserva este sentido etimológico en Bacon: "Spiritus vitalis" [espíritu vital (ver Aura) ], y en Descartes y sus sucesores: "Los espíritus animales." Ver Alma sensible.

B. Principio de la vida, y, por consiguiente, alma individual. Ha conservado este sentido, pero sobre todo en el lenguaje teológico o místico. "Los Espíritus o almas racionales" son "imágenes de la Divinidad, o del Autor mismo de la naturaleza; es lo que hace que los Espíritus sean capaces de entrar en una especie de Sociedad con Dios, &c."

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Leibniz, Monadologie, 82, 83 y sig. - Dios, los ángeles, los demonios, las almas de los hombres desencarnadas después de la muerte son espíritus.

C. En sentido impersonal, el Espíritu es la realidad pensante en general, el sujeto de la representación con sus leyes y su actividad propia, en cuanto se opone al objeto de la representación. Ver Alma, Crítica y Observaciones. Este último sentido es el más general en el lenguaje filosófico contemporáneo. Comprende varias acepciones: 1º El Espíritu se opone a la Materia; la antítesis es entonces esencialmente la del pensamiento y el objeto del pensamiento, de la unidad intelectual y la multiplicidad de los elementos que sintetiza.

2º El Espíritu se opone a la Naturaleza; la antítesis es entonces, sea la del principio productor y la producción, sea la de la libertad y la necesidad, sea la de la reflexión y la actividad espontánea.

3º El Espíritu se opone a la Carne, en cuanto ésta representa el conjunto de los instintos de la vida animal; primitivamente, en el lenguaje teológico: "La carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu tiene deseos contrarios a los de la carne." San Pablo, Epístola a los Gálatas, V, 17; - y, por consiguiente, en el lenguaje filosófico, por ejemplo, cuando Gassendi y Descartes se llamaban irónicamente ambos: O mens, O caro [Oh espíritu, oh carne] (Cinquièmes Objections et Réponses).

D. En sentido más particular, el Espíritu se opone a la sensibilidad, y se convierte en sinónimo de inteligencia. "El espíritu no podría representar por mucho tiempo el papel del corazón." La Rochefoucauld, Maximes, 108.

Se llaman espíritus débiles [F. Esprits faibles]: 1º los que no son capaces de razonar con coherencia y justedad; 2º (en sentido bastante diferente) los espíritus fácilmente sugestionables.

La palabra hasta se restringe a menudo más aún, pasando de la función general a una de sus cualidades; el espíritu filosófico; el espíritu de sutilidad; el espíritu de geometría (la oposición usual de estas dos expresiones proviene de Pascal: ver Pensées, peq. ed. Brunschvicg, sec. I, págs. 317-319); el espíritu de agudeza (o esprit [ingenio] simplemente), &c.

E. En sentido figurado, idea central, principio (de una doctrina, de una institución): "El Espíritu de las leyes". - El espíritu, en este sentido, se opone frecuentemente a la letra.

Rad. int.: C. Spirit (Boirac).

Espíritus fuertes [F. Esprits forts], espíritus extraños o hasta hostiles a las creencias religiosas. El origen de esta expresión se encuentra probablemente en Charron: "[La religión] es mucho más fácil y cómoda, de mayor ostentación y exhibición, propia de los espíritus simples y populares; [la probidad] es de realización mucho más difícil y laboriosa, porque se ostenta menos y es propia de los espíritus fuertes, generosos." De la Sagesse, II, cap. V, § 27. Cf. Pascal: "Ateísmo, señal de fuerza de espíritu, pero hasta cierto punto solamente." Pensées, peq. ed. Brunschvicg, sec. III, pág. 431, y La Bruyère: "¿Saben los espíritus fuertes que se los llama así por ironía?... El espíritu fuerte es el espíritu débil...", &c.

Espiritual, D. Geistig (en sentido religioso, Geistlich); E. Spiritual; F. Spirituel; I. Spirituale.

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A. Opuesto a material, corporal: que pertenece al espíritu en el sentido C; que es espíritu, y no cosa perceptible en el espacio. "Es fácil juzgar igualmente que el alma es un autómata espiritual." Leibniz, Théodicée, 3ª parte, § 403.

B. Opuesto a carnal: que concierne al espíritu como opuesto a la carne, a la vida animal.

C. Que pertenece a un orden de cosas o de ideas religiosas. "Ejercicios espirituales".

Opuesto, en ciertas expresiones, a temporal: que pertenece a la vida (sobre todo a la vida religiosa) del espíritu, por oposición a los intereses prácticos, mundanos. "El poder temporal, el poder espiritual." - "El régimen positivo hará al gobierno cada vez más espiritual y cada vez menos temporal, al sistematizar la marcha natural de la asociación humana." A. Comte, Polit. positive, IV, 306-307.

Rad. int.: Spiritual.

Espiritualidad, D. Geistigkeit; E. Spirituality; F. Spiritualité; I. Spiritualita.

A. Carácter de lo que es espiritual (y no material, o relativo a los instintos biológicos). "La espiritualidad del alma." B. Vida del espíritu (en general, en el sentido religioso de esta expresión).

Empleado en el siglo XVII, y a veces aún en nuestros días, con un matiz peyorativo. Ver Littré, sub vº, que señala igualmente en el siglo XVII un empleo correspondiente de espiritualismo.

Rad. int.: A. Spirituales.

Espiritualismo, D. Spiritualismus; E. Spiritualism; F. Spiritualisme; I. Spiritualismo.

A. Doctrina que consiste en sostener: 1º Desde el punto de vista psicológico, que las representaciones, las operaciones intelectuales y los actos de voluntad no son enteramente explicables por los fenómenos fisiológicos, 2º desde el punto de vista ético y sociológico, que hay en el hombre y en las sociedades dos sistemas de fines diferentes y hasta parcialmente en conflicto: uno que representa los intereses de la naturaleza animal; otro que representa los intereses de la vida propiamente humana.

"El hombre es doble: alma y cuerpo, el alma superior al cuerpo por las facultades, por el destino: tal es la creencia fundamental del espiritualismo... ¿Entendemos negar con ello que si se pudiera ir hasta el fondo, comprender la naturaleza, la esencia de los últimos elementos en que se resuelven las cosas materiales, se llegaría hasta un elemento simple, una mónada, una fuerza? De ningún modo. No entendemos negarlo ni afirmarlo tampoco. Descartes y Leibniz son contrarios en eso: ¿quién se atrevería a acusar a Leibniz de ser materialista?" E. Bersot, Matérialisme, en Franck, 1048a, 1049b.

B. Ontología. Doctrina según la cual existen dos substancias, radicalmente distintas por sus atributos, de las cuales una, el espíritu, tiene como caracteres esenciales el pensamiento y la libertad; otra, la materia, tiene como caracteres esenciales la extensión y la comunicación completamente mecánica del movimiento (o de la energía).

C. Raramente (por lo menos en francés) : doctrina según la cual todo es espíritu, en el sentido C. - Cf. Idealismo, A; Inmaterialismo. Este sentido es mucho más usual en alemán. Ver Eisler, sub vº.

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D. Impropiamente, por espiritismo. Se dice a veces, en este caso. "nuevo espiritualismo", "espiritualismo experimental". Esta acepción es bastante frecuente en inglés, en el cual pertenece, según Jastrow, al lenguaje popular. (Baldwin's Dictionary, vº Spiritism, 585 B.). Sin embargo, el artículo de la Encyclopaedia Britannica, consagrado al espiritismo, y debido a la Sra. de Henry Sidgwick, se titula "Spiritualism". - Imm. Hermann Fichte escribió una obra sobre el espiritismo que tiene como título: Der neuere Spiritualismus.

Ver al pie, Observaciones.

Crítica Parece necesario mantener una oposición marcada entre el sentido A y el sentido B. ¿Cuál es, en efecto, la antítesis del "espíritu"? La tradición cartesiana pretende que sea la extensión con los fenómenos geométricos, mecánicos, sin finalidad, a los que está especialmente adaptado nuestro cálculo (en particular, puede decirse hoy, nuestro cálculo diferencial, para el cual toda acción es elemental). ¿Qué es, en esta oposición, la vida biológica, el conjunto de los instintos y de los impulsos orgánicos, en cuanto se distingue del espíritu y se opone a él? Para Descartes, pertenece íntegramente al orden de la substancia extensa y del mecanismo; nuestras necesidades y nuestras pasiones no expresan más que los movimientos de los espíritus animales. Para Leibniz, en quien la extensión ya no es una substancia, la concepción de la vida se opone a la vez a la vista puramente monadológica por una parte, y por la otra a la representación del mundo por fenómenos mecánicos y geométricos. Es el resultado del hecho de que ciertas mónadas "dominantes" tienen un cuerpo "compuesto por una infinidad de otras mónadas" cuya mónada central expresa las relaciones con el resto del universo (Principes de la Nature et de la Grâce, § 3-4). - Ravaisson, en su tesis De l'Habitude, opone al espíritu, por una parte la espontaneidad de la naturaleza, por la otra el mecanismo del reino inorgánico, que aparecen como tres términos bien distintos; en el Rapport sur la Philosophíe en France, parece más bien reducirlos por grados al primero de ellos. - Para Bergson, contrariamente a Descartes, la vida es, en el fondo, de la misma naturaleza que el espíritu; no se opone a él más que accidentalmente, cuando toma el carácter de un impulso (élan) vital entumecido por el hábito, oprimido por el juego de los mecanismos que ha creado; de manera que, sin embargo, en definitiva, para él como para Descartes, la antítesis esencial del espíritu se encuentra en la necesidad geométrica y la espacialidad (L'Évolution créatrice, cap. III). Todas estas doctrinas son indiscutiblemente espiritualistas; pero no se lo sería menos si se admitiera que la oposición fundamental está entre el espíritu y la vida biológica, de la manera cómo el cristianismo opone la carne y el espíritu. Y se califica igualmente de espiritualista la concepción de Durkheim, quien opone las representaciones y los intereses individuales a las representaciones y los intereses colectivos. El espiritualismo ético y psicológico es, pues, muy distinto de la oposición cartesiana entre el pensamiento y la extensión; no depende de una distinción entre la representación y lo representado o lo representable; y hasta lo que evoca esta palabra "espiritualismo", con las asociaciones de ideas que se adhieren a ella, ¿no es sobre todo el sentido A, es decir, la oposición de la vida animal y de la vida espiritual más bien que la del mecanismo y el pensamiento vivo? Rad. int.: Spiritualism.

Sobre Espiritualismo. Puede llamarse, de una manera general, espiritualismo, toda doctrina que reconoce la independencia y la primacía del espíritu, es decir, del pensamiento consciente. Hay un espiritualismo, en cierto modo, de primer grado, que consiste en colocar simplemente el espíritu por encima de la naturaleza, sin establecer relación entre uno y otra. Pero hay un espiritualismo más profundo y más completo, que consiste en buscar en el espíritu la explicación de la naturaleza misma, en creer que el pensamiento inconsciente que trabaja en ella es el mismo que se hace consciente en nosotros, y que no trabaja más

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que para llegar a producir un organismo que le permita pasar (por la representación del espacio) de la forma inconsciente a la forma consciente. Este segundo espiritualismo era, según creo, el de Ravaisson.

Desde el punto de vista puramente especulativo, la oposición más profunda es tal vez la que existe entre el mecanismo y la vida; desde el punto de vista moral y práctico (que es al mismo tiempo el de la más elevada especulación), es el que existe entre la naturaleza y el espíritu; y la conclusión de su Crítica me parece enteramente verdadera. - Además, ni una ni otra de estas dos oposiciones es absolutamente irreductible: la naturaleza está preñada de espíritu; y el mecanismo es lo que queda de la naturaleza cuando se ha prescindido de toda vida y de toda realidad.

No puede hablarse demasiado severamente del mal que ha hecho Descartes a la filosofía al substituir con su doctrina la de Aristóteles. Es verdad que la suya es, como explicación general de la naturaleza, y hecha la reserva a favor de las conciencias humanas, un verdadero y puro materialismo. Es verdad que es un materialismo abstracto, e idealista a su manera, muy diferente del de Epicuro y Gassendi. Pero no deja de ser un materialismo, en el sentido de que es un mecanicismo; y Descartes puede ser considerado en gran parte como responsable del triunfo del materialismo sin epíteto en el siglo XVIII. (J. Lachelier).

Su crítica encierra muchas cosas interesantes en torno de una idea que me parece justa, pero demasiadas cosas, y que terminan por obscurecer esta idea.

1º ¿La vida depende de la materia sola o del alma? Esta cuestión, muy importante para el desarrollo y la aplicación del espiritualismo, no es decisiva para el principio mismo de la doctrina.

2º Del mismo modo la conexión del espiritualismo y del sociologismo me parece que deriva del nuevo espiritualismo que ocupó cada vez más lugar en el pensamiento de Comte; pero ¿no es la expresión, como sucede tan a menudo en Comte, propia de una terminología muy caprichosa? 3º No veo en forma alguna que haya la menor razón para eliminar el espiritismo como una de las significaciones propias del espiritualismo. Desconocería usted así la influencia profunda y persistente de las creencias y de las prácticas espiritistas en las creencias y prácticas religiosas, desde las más lejanas o rudimentarias hasta las más recientes. Si los comentadores de W. James no hubieran velado la franca confesión que termina la Experiencia Religiosa, habrían visto que la evolución del nuevo espiritualismo de Comte hacia el neo-fetichismo guarda simetría con la evolución del neo-espiritualismo de W. James hacia lo que él llama, según creo, supernaturalismo grosero.

Por mi parte, creo que la distinción de las dos formas fundamentales del espiritualismo, A y B, debe ser precisada con ayuda de la historia.

A. La concepción filosófica del espiritualismo como psiquismo se introduce con Anaxágoras. Ahora bien, la inteligencia no es más que una propiedad secundaria del nou<V; es ante todo la causa del movimiento, y esto porque es lo que hay de más ligero, leptótaton (Fouillée traduce, Phil. de Platon, 1869, t. II, pág. 20, de más sutil, lo que manifiesta de una manera divertida el equívoco clásico). El nou<V anaxagórico, es, pues, el alma, es decir, el aliento. La oposición del espíritu y la materia se determina así como oposición de dos naturalezas igualmente dadas: la una fluida y moviente, la otra sólida e inerte. La acción de la naturaleza superior sobre la inferior resuelve un problema de orden físico.

B. En germen en Sócrates y en Platón, la concepción B es la que usted llama cartesiana. Pero no se la expresa exactamente cuando se la hace consistir en una

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distinción entre la representación y lo representado o lo representable. Esta terminología traiciona al espiritualismo cartesiano; está tomada de Renouvier, que a su vez la tenía del realismo psicológico de Berkeley y de Hume, e implica esa transposición imaginativa de la inteligencia de la que Renouvier no se desembarazó jamás y que, después, ha sido explotada por los pragmatistas en su polémica contra lo que creen que es el intelectualismo. Para Descartes, más explícitamente para los cartesianos, Espinosa y Malebranche, el espíritu es la unificación interna cuyo contrario es la multiplicidad desplegada partes per partes. El espíritu es conciencia; pero la conciencia ya no es dada, como en la concepción A, ya no es un soplo o una llama encerrada en el recinto de la caja craneana o del organismo: es un principio de conocimiento adecuado, en principio, al universo entero y que se hace espontáneamente, por la sola expansión de los lazos intelectuales, testigo de todos los lugares, contemporáneo de todos los tiempos.

A y B no son ciertamente inconciliables; ya Plotino, luego Leibniz y más tarde Cousin y Ravaisson los conciliaron: pero es necesario también, para que su eclectismo sea entendido como tal, que las dos concepciones del espiritualismo, A (psiquismo naturalista), B (idealismo intelectualista), sean claramente distinguidas. - Sin esta distinción la historia de la filosofía y de la religión sería incomprensible. Por una parte, ¿cómo hubieran podido los cartesianos identificar intelectual y espiritual? ¿Cómo hubiera podido Malebranche concebir en Dios la extensión inteligible? ¿Cómo hubiera podido establecer Espinosa la unidad interna de la extensión indivisible como exactamente paralela a la unidad interna del pensamiento percibido en su forma de actividad pura? Por otra parte, desde ese punto de vista en el que el universo extenso es él mismo espiritualizado, la oposición del mecanicismo y el dinamismo no da lugar más que a una subdivisión en las filosofías de la naturaleza, si no de la materia. El spiritus fiat ubi vult (El espíritu sopla donde quiere), el influjo de la gracia y tantas expresiones semejantes, no pueden ser metáforas; pues entonces no les quedaría absolutamente ninguna significación. La verdad es que recubren una imaginación tan realista, tan material como la noción de los espíritus animales. Con ello se ve aparecer en toda su claridad lo que la literatura clásica de la filosofía se toma tanto trabajo en borrar: el parentesco secular del espiritualismo en el sentido A y del espiritismo.

Añado que en la práctica estas dos concepciones A y B se reconocen fácilmente en la oposición de su doctrina sobre la inmortalidad: A. supervivencia en el tiempo, acompañada de la resurrección del cuerpo o de la persistencia de una especie de hiperorganismo; - B. eternidad del pensamiento, sin relación con el tiempo. (L. Brunschvicg).

Las dificultades de determinación de los sentidos A y B, relativos a las oposiciones diversas: espíritu y materia, espíritu y vida, espíritu social y espíritu individual, espíritu ideal y espíritu natural, provienen de que no se considera y no se define el espiritualismo más que por una oposición, es decir, relativamente, e indirectamente, de que la noción de espíritu puede entrar en vanas oposiciones diferentes.

Ahora bien, esta identificación del espiritualismo con el dualismo, históricamente frecuente, no tiene nada de esencial; parece provenir sobre todo de que la existencia o el valor propio de lo espiritual han sido al principio afirmados como limitación de la tendencia más bien materialista o vitalista del pensamiento empírico: el espiritualismo se ha convertido así en la doctrina que insiste sobre la irreductibilidad del espíritu, o de una fuerza real de acción que sobrepasa en valor a la realidad comúnmente admitida.

En una definición, parecería más racional hacer resaltar por lo contrario ante todo y directamente los caracteres propios de la idea: el espiritualismo es ante todo, desde este punto de vista, la doctrina que se dedica a desarrollar el lugar del espíritu en el ser; particularmente la que no reconocerá otro absoluto que el espíritu. Es lo que se ha

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llamado a veces el espiritualismo absoluto o puro. El sentido C debería, pues, ser colocado a mi parecer antes que los otros.

Este espiritualismo es, en efecto, la doctrina positiva de Berkeley; pero no es el inmaterialismo, que no es en Berkeley más que su preparación negativa. Y está igualmente mal expresado con la palabra idealismo, que no expresa la idea del voluntarismo racional implicada en la noción del espiritualismo (Descartes, Leibniz son espiritualistas, el uno relativo, el otro absoluto; Platón, Aristóteles no son espiritualistas). (Marcel Bernès).

Se observará la oposición entre esta aplicación de la palabra y la que de ella hacen anteriormente los señores Lachelier y Brunschvicg. Estaría, ciertamente, de acuerdo con la etimología de espiritualismo, si el término fuera nuevo, atribuirle como privativo el sentido que analiza el señor Bernès. Pero, en realidad, esta palabra no se ha hecho usual más que en el siglo XIX, en circunstancias históricas que han determinado su empleo y su valor; y esto no era en el sentido C. No podemos sino aceptarla tal como el uso la ha hecho; o si la encontramos impropia y equívoca, renunciar a servirnos de ella. Es esta última resolución la que había tomado decididamente el señor Maurice Blondel: "Apenas se encuentra este término en el siglo XVII, dice, en la lengua de los teólogos, en un sentido peyorativo, para designar un abuso de la espiritualidad y una falsa mística. Puesto en boga por el eclecticismo para designar su dualismo superficial, evoca, por natural asociación de ideas, el recuerdo de esta escuela, y comparte el descrédito bastante justificado en que ésta ha caído. He aquí ahora que, por casualidad, este término de origen equívoco y de sentido sospechoso parece confiscado por algunos de los que comercian con los "espíritus" y ya no se contentan con ser espiritistas, tal vez porque el título de espiritualistas ha sido mejor llevado. Se había prescindido de esta palabra hasta Cousin para designar cosas mejores que las que resumía en ella. Es tiempo de ver que no es más que un rótulo de escuela." Maurice Blondel, Lettre sur l'Apologétique, 1896, pág. 26. Nos escribe que piensa siempre de la misma manera. Esta solución radical habría reunido, sin duda, en el momento en que el señor Blondel escribía su Lettre, a muchos filósofos. G. Séailles me contó que hacia 1880, encontrándose en una reunión semifilosófica, se le había preguntado "si era materialista o espiritualista". Él se había negado enérgicamente a adoptar para sí mismo una u otra de esas designaciones, y había sostenido, no sin vivacidad, que constituían categorías filosóficas artificiales y accidentales: lo que parecía haber impresionado a sus oyentes. - Hoy, por diversas influencias, la palabra ha vuelto a tener auge; podemos alegrarnos de ello o lamentarlo: pero únicamente el uso que se ha hecho de ella anteriormente y los intereses filosóficos que representa en nuestros días pueden determinar su significación. (A. L.).

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► Felicidad (6)

Griego e?da?µ???a, en el sentido B; latín Felicitas; alemán Glück, Glückseligkeit, en el sentido C; inglés Happiness; francés Bonheur; italiano Felicità.

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A. Sentido etimológico: suerte favorable (el mismo significado en Happiness, de Happen, suceder por casualidad; y en Glück, de Gelingen, tener buen éxito; cf. en inglés Luck (Good luck). Glückseligkeit parece que se ha empleado para borrar este matiz).

B. Estado de satisfacción completa, que llena toda la conciencia.

C. "La felicidad (Glückseligkeit) es la satisfacción de todas nuestras inclinaciones (die Befriedigung aller unserer Neigungen) tanto en extensión, es decir, en multiplicidad, como en intensidad, es decir, en grado, y en protensión, es decir, en duración." (Kant, Crítica de la Razón Pura, Métod. transcend., cap. II, 2ª sección.) Crítica La idea griega de la felicidad estable, e?da?µ???a, que resulta de cierta disposición del alma, fue rechazada a segundo plano por la moral cristiana y por el kantismo. Pero ha vuelto a tomar una importancia considerable en la ética contemporánea. (Cf. Brochard, La morale ancienne, Revue philosophique, 1901, I, y La morale éclectique, Ibíd., 1902, I). Proponemos, pues, que se emplee siempre la palabra felicidad en la acepción C, que, por otra parte, tiende a tomar en la filosofía y hasta en el lenguaje corriente, en los cuales se opone justamente a la felicidad la alegría, el placer, el gozo y todas las satisfacciones pasajeras o parciales de la sensibilidad.

Rad. int.: Felic.

Sobre Felicidad. Es de observar que la oposición de los sentidos A y B existe en Aristóteles entre la e?t???a y la e?da?µ???a (M. Blondel).

C puede parecer al principio que se confunde con B; pero Kant, en el texto citado, entiende Glückseligkeit en el sentido más fuerte de la palabra felicidad, que implica un estado adquirido y en adelante permanente. (A. L.) La idea de duración no es esencial para la felicidad, sin lo cual no se podría hablar de una felicidad breve, de un instante de felicidad. Y, efectivamente, ¿es la felicidad alguna vez otra cosa que un calderón? ¿Puede haber un estado permanente de la sensibilidad, si no somos sensibles más que a las diferencias? -No se distingue lo suficiente en mi opinión felicidad y beatitud; ésta, ideal y noble, y con la duración ínsita en ella; aquella, más psicológica, más humana, más grosera si se quiere: Stendhal salía todas las mañanas "a caza de la felicidad". Pero si puede ser útil distinguir convencionalmente felicidad y beatitud, corrientemente confundidas por los mejores autores, es importante sobre todo no confundir la felicidad efectiva, hecho psicológico, a menudo casi animal, y la idea o más bien el ideal de la felicidad (que representa también la palabra beatitud), producto de la imaginación, tal vez contradictorio, y en todo caso condenado a permanecer inaccesible. Si la beatitud no es la cuadratura del círculo, es por lo menos tan diferente de la felicidad que se puede realmente disfrutar como el círculo matemático de un círculo trazado a pulso. (M. Marsal.) Proyecto filosofía en español (c) 2004 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Forma (5)

D. Form (también Gestalt en el sentido A); E. Form, muy amplio (Shape en el sentido A); F. Forme; I. Forma.

Este término se opone casi siempre a materia.

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Tuvo en la escolástica un empleo muy difundido, derivado del que había hecho Aristóteles; sirvió para traducir: ei3dòç, morfh1, ou2sía, parádeigma, tò tí h3n ei3nai, tò tí e1sti. [Las dos primeras palabras corresponden exactamente a forma; la tercera designa propiamente el ser o la esencia; la cuarta (de la que proviene el francés paradigme [y el espafiol, paradigma]) se aplica más especialmente a lo que es considerado como modelo o como ejemplo; las dos últimas expresiones pueden expresarse con quididad.] Cf. anteriormente Causa, A. Los escolásticos le añadían, para determinarlo, una gran variedad de epítetos, especialmente forma substantialis [forma substancial] (cf. Descartes, Méthode, I, §2), forma exemplaris [forma ejemplar], forma individualis [forma individual], &c. Ver Goclenius, Lexicon, vº Forma, 588-593; Schütz, Thomas Lexikon; "Forma est principium agendi in unoquoque [la forma es en todo ser el principio de la acción]". Tomás de Aquino, Suma Teológica, III, 13, 1c; - y Ch. S. Peirce, Matter and Form, en Baldwin, II, págs. 50 sqq.

Este término ha sido despojado de su sentido antiguo por Bacon, quien, dándole una significación nueva, trató de hacer del concepto así designado la base de una teoría de la naturaleza: "Monendum est quasi perpetuo ne, cum tantae partes Formis videantur a nobis tribui, trahantur ea quae dicimus ad Formas eas quibus hominum cogitationes hactenus assueverunt." ["Es de advertir casi constantemente que cuando atribuimos tan gran papel a las Formas, debemos cuidarnos de desviar lo que decimos aplicándolo a las Formas a las que se han acostumbrado hasta ahora los pensamientos de los hombres."] Nov. Organ., II, 17. Sería demasiado largo definir aquí este sentido, que ya no tiene más que un interés histórico. (Ver Lalande, Quid de mathematica senserit Verulamius [Lo que Bacon pensaba de las Matemáticas], cap. II; Les Théories de l'Induction, cap. III). - Pero si este empleo del término facilitó momentáneamente la introducción de la doctrina mecanicista, no es menos cierto que cayó en desuso, y que contribuyó a desacreditar entre los modernos la idea de Bacon. La palabra se restringió, desde esa época, al primer sentido definido más adelante, es decir, a lo que se llamaba antes la figura de un cuerpo. Ha conservado, sin embargo, en el uso moderno algunos vestigios de su uso escolástico, que serán señalados más adelante.

A. Figura geométrica constituida por los contornos de un objeto. Se opone a la materia de la que este objeto está hecho. "La cera toma la forma del sello." B. Por metáfora, y por tradición del sentido muy amplio dado en la Escuela a la oposición de la forma y la materia, estas palabras se aplican a todas las oposiciones análogas; y particularmente: 1º La forma de una operación del entendimiento es la naturaleza de la relación que existe entre los términos a que se aplica, una vez que se prescinde de lo que esos términos son en sí mismos; la materia (o contenido) está constituída por esos términos, considerados en su significación propia. Ej.: "Todos los metales son sólidos; el mercurio es un metal; luego el mercurio es sólido." La forma de este razonamiento es Barbara: "Todos los A son B; ahora bien, C es A; luego C es B." La materia está suministrada por los conceptos: metal, mercurio, sólido. Semejante razonamiento es bueno formalmente (vi formae); su conclusión es falsa materialmente (vi materiae).

De igual modo, en matemáticas, la relación (a+b)²=a²+b²+2ab es formal, en cuanto continúa siendo verdadera para todos los números reales.

2º Por aplicación del sentido precedente, Kant distingue en el conocimiento: por una parte, una materia (Stoff), dato propio e inmediato de la sensación, cuya presencia, impuesta al espíritu, revela que hay algo además de él; y por otra, una forma (Form), constituida por las leyes del pensamiento que establecen, entre los datos múltiples de los sentidos, relaciones que permiten percibirlos y comprenderlos. El tiempo es la forma del sentido interno; el espacio es la forma del sentido externo; ambos son las formas a

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priori de la sensibilidad (traducción consagrada, pero desdichada, de las expresiones Formen a priori der Sinnlichkeit, Reine Formen der Sinnlichen Anschauung). Las formas del entendimiento son las Categorías, y las de la razón las Ideas.

3º La forma de la moralidad es el carácter imperativo de la ley moral (o, en las teorías éticas que no admiten la obligación, el carácter apreciativo del juicio moral). La materia de la moralidad está constituida por la manera de obrar que se prescribe (o por los hechos objetivos que se reconocen como dotados de valor moral).

Una moral puramente formal es la que satisface la condición establecida por Kant (Crítica de la Razón Práctica, 1ª parte, cap. I, teorema III) : "Wenn ein vernünftiges Wesen sich seine Maximen als praktisch allgemeine Gesetze denken soll, so kann es sich dieselben nur als solche Principien denken, die nicht der Materie, sondern bloss der Form nach, den Bestimmungsgrund des Willens enthalten." ["Si un ser racional debe representarse sus máximas como leyes prácticas universales, no puede representárselas más que como principios que contienen, no en su materia, sino únicamente en su forma, aquello por lo cual determinan la voluntad."] Cumple esta condición la ley moral puramente formal: "Handle so, dass die Maxime deines Willens jederzeit zugleich als Princip einer allgemeinen Gesetzgebung gelten könne." ["Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda siempre ser válida al mismo tiempo como principio de una legislación universal."] Ibid., §7.

4º En Derecho, la forma, que es el conjunto de reglas que hay que seguir en el procedimiento, se opone al fondo, que es el objeto particular del asunto considerado. Se dice también en el mismo sentido Formalidades.

C. A consecuencia del amplio sentido dado a la palabra alemana Gestalt en la "teoríade la forma": estructura (aun interior), organización - la palabra forma, desde hace algunos años, se emplea también en francés en la misma manera por los psicólogos. Ver Paul Guillaume, La Psychologie de la Forme, 1937. Cf. anteriormente Buena forma, y más adelante Teoría de la forma. - No hay que entender esta idea de forma en un sentido finalista, sino en un sentido físico, es decir, sobre el modelo de un sistema en el cual no se puede sacar o añadir una parte sin alterar las demás o sin determinar un reagrupamiento general (por ejemplo, la repartición en un cuerpo conductor aislado de la electricidad acumulada). Ibid., pág. 28.

Forma fuerte, la que enlaza estrechamente las partes de un todo en una organización que presenta una unidad y una estabilidad considerables. En el caso contrario, la forma se llama débil.

Sobre Forma.

Historia. Las palabras forma y species corresponden ambas al ei3doç de Aristóteles. Se puede decir que finalmente se ha llegado a una división del sentido de ei3doç entre estos dos términos: forma, que representa a ei3doç en el sentido de carácter común, y species, que representa a ei3doç en el sentido de especie o de clase constituída por la posesión de ese carácter común. Sin embargo, esta división sólo se estableció poco a poco. Cicerón nos dice (Tópicos, VII) que forma suministra el genitivo y el dativo plural que faltan a species, y que, por consiguiente, se debe preferirla a ésta, para traducir ei3doç, puesto que es completamente declínable. (C. C. J. Webb).

Simplicio (in Phys. Aristot., II, pág. 276) da las indicaciones siguientes: morfh1 es propiamente la apariencia exterior, en cuanto es una consecuencia del ei3doç; y sch1ma la figura externa, no referida a la forma. Ver también Hamelin, Comentario sobre el libro Il de la Física de Aristóteles, pág. 48. (Ch. Serrus).

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- "Forma dat esse rei [la forma da el ser a la cosa]" es un principio escolástico. - Formalitas, que se encuentra ya, pero raramente, en Tomás de Aquino, parece haber sido puesta en uso por Duns Escoto. (R. Eucken).

- ¿Es qué es "desdichada" la expresión formas a priori de la sensibilidad? Es en todo caso muy exacta. (J. Lachelier). - La palabra sensibilité [sensibilidad] es equívoca en francés, como casi todas las palabras de la misma raíz: se aplica en general a los sentimientos, a los estados afectivos; pero sirve también para designar lo que concierne a los sentidos, como medios de percepción. La criticaremos en el lugar correspondiente. Sinnlich y Sinnlichkeit, en alemán, tienen un defecto análogo (significan también sensual y sensualidad), pero menor, sin embargo: las dos acepciones corren menos riesgo de ser confundidas. (A. L.).

"Teoría de la forma", D. Lehre von der Gestalt, Gestalttheorie; E. Gestaltism, Configurationism; F. Théorie de la forme; I. Dottrina della forma. - "Psicología de la forma", D. E. Gestaltpsychologie, -logy, es también muy usual. F. Psychologie de la forme.

Teoría en un principio psicológica, pero ampliada luego en una concepción filosófica general de los hechos biológicos y físicos (Köhler, Wertheimer, Koffka). "Consiste en considerar los fenómenos no ya como una suma de elementos que se trata ante todo de aislar, de analizar, de disecar, sino como conjuntos (Zusammenhänge) que constituyen unidades autónomas, que manifiestan una solidaridad interna y que tienen leyes propias. De esto se sigue que la manera de ser de cada elemento depende de la estructura del conjunto y de las leyes que lo rigen. Ni psicológica ni fisiológicamente, el elemento preexiste al conjunto: no es ni más inmediato ni más antiguo; el conocimiento del todo y de sus leyes no podría deducirse del conocimiento separado de las partes que en él se encuentran." (Ver Observaciones). Además, según esta teoría, hay para cada clase de fenómenos una jerarquía de las formas posibles, en el sentido C; y tan pronto como las condiciones exteriores lo permitan, se realiza una transformación espontánea que va hacia una forma "mejor" (a menos que la forma "mejor" no esté ya realizada). Ver Buena forma y Pregnante. Paul Guillaume, La théorie de la forme, Journal de Psychologie, noviembre de 1925 y cf. supra, C.

Rad. int.: Form.

Sobre Teoría de la forma.

La parte de la definición colocada entre comillas se debe a Édouard Claparède, quien nos la había enviado en 1926, para la 3ª edición del Vocabulario; apareció en esa fecha. Señala su origen en el artículo de Wertheimer, Experimentelle Studien über das Seben der Bewegung (Estudios experimentales sobre la percepción visual del movimiento), Zeitschrift für Psychologie, 1912. - Es Titchener quien propuso para traducir Gestalt la palabra Configuration; de donde se ha sacado la expresión E. Configurationism para D. Gestalttheorie. Ver Harry Helson, The Psychology of "Gestalt", American Journal of Psychology, julio de 1925, pág. 342.

Forma (En) [F. En forme].

- "Por argumentos en forma no entiendo solamente esa manera de razonar de que se sirven en los colegios, sino también todo razonamiento que concluye por la fuerza de la forma, y en el cual no hay necesidad de suplir ningún artículo, de suerte que un sorites... hasta una cuenta bien hecha, un cálculo algebraico... serán para mí poco más o menos argumentos en forma, porque su forma de razonar ha sido demostrada previamente." Leibniz, Nouv. Essais, IV, XVII, §4.

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Formal, D. A. Förmlich; B. Formal; - E. Formal; F. Formel; I. Formale.

A. Sentido antiguo y escolástico: es formal, o existe formalmente lo que posee una existencia actual, efectiva, por oposición: por una parte, a lo que existe objetivamente (en el sentido escolástico de la palabra, es decir, solamente como idea), - por otra, a lo que existe eminentemente, es decir, en algo superior que lo contiene en potencia y de manera implícita, - en fin, a lo que existe virtualmente e implícitamente sin ser expresamente enunciado. Ver eminente.

Este sentido se conserva en algunas expresiones, tales como: "orden formal, declaración formal, &c."; es decir, enunciadas expresamente, y no sólo de manera dudosa o implícita.

B. Relativo a la forma; particularmente: moral formal, ver Forma B, 3º.

Causa formal [F. Cause formelle]. Ver Causa, A, y Forma.

Lógica formal [F. Logique formelle]. Parte de la lógica que trata de las operaciones del entendimiento y de las reglas que a ellas se aplican, en cuanto estas operaciones son consideradas únicamente en su forma, tal como ha sido definida anteriormente, Vº Forma, B, 1º.

Educación formal [F. Éducation formelle], la que tiene por objeto desarrollar el espíritu de manera general, sin darle ninguna preparación especial para los objetos particulares en los cuales tendrá que ocuparse más tarde. Término usual sobre todo en inglés (Formal culture; más especialmente Disciplinary Education, si se trata de emplear esencialmente los estudios clásicos como medio de formación). Se dice más frecuentemente en francés, para expresar la misma idea: Culture générale [cultura general].

Rad. int.: Form.

Sobre Formal.

El sentido escolástico de la palabra se conserva todavía, en alemán como en francés, en ciertas expresiones del lenguaje corriente: "Ein förmliches Complot; ein förmliches Kunstwerk; förmliche und ausdrückliche Erklärung" [La última de estas expresiones: "declaración formal y expresa" corresponde sólo al uso francés [y también español]. La palabra formal no tendría sentido en nuestra lengua [ni tampoco en español] aplicada a un complot o a una obra de arte.] (F. Tönnies).

En alemán, Formale Logik tiene dos sentidos diferentes: a) el que se ha indicado arriba con la expresión lógica formal; - b) Una lógica que aparta toda consideración sobre las relaciones del pensamiento y el ser, como sucede, por ejemplo, en Kant y Herbart. (R. Eucken).

Educación formal. - Poseer una cultura general significa más bien saber un poco de todo, tener conocimientos variados; una cultura o educación formal da la aptitud para aprender, comprender y actuar en todos los órdenes del conocimiento. (V. Egger).

Temo la palabra formal aplicada a los estudios clásicos: esta palabra tiende a hacer creer que no tienen contenido, mientras que, por lo contrario, tienen, en todo lo que enseñan de historia y de filosofía antigua, un contenido muy rico y muy sólido. (J. Lachelier).

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Formalismo, D. Formalismus; E. Formalism; F. Formalisme; I. Formalismo.

A. Doctrina que consiste en sostener que las verdades de tal o cual ciencia (matemática, especialmente) son puramente formales, y que descansan en convenciones o en definiciones de símbolos.

B. Consideración exclusiva del punto de vista formal, que conduce a negar la existencia o la importancia del elemento material en un orden de conocimientos. Se aplica especialmente, en estética, a la doctrina del arte por el arte y de la dificultad vencida; a menudo también, en ética, a la doctrina moral de Kant. Ver anteriormente Forma, B, 3º.

Por extensión, carácter minucioso y mecánico del pensamiento: "Ein sich genau, oft peinlich, nach bestimten konventionellen Regeln richtendes Behalten." ["Una manera estricta, a menudo penosa de comportarse, sujetándose a reglas determinadas y convencionales"] Kirchner y Michaelis, Wörterbuch der philosophischen Grundbegriffe, sub vº).

Rad. int.: Formalism.

Sobre Formalismo.

Las dos tesis reunidas en A caracterizan bien el formalismo, en el sentido ordinario de la palabra; pero no son lógicamente solidarias: se podría concebir un formalismo que fuese la expresión de una estructura del pensamiento que comporta normas no convencionales, que se pueden expresar con símbolos. (A. L.).

Además de los diversos empleos de esta palabra mencionados más arriba en el artículo, se puede observar que Hamelin lo aplica a la doctrina que cree que puede construir todo a priori por deducción. Lo opone, por una parte, al empirismo, por la otra, a su método sintético. Essai sur les Éléments Principaux, &c., págs. 6-11.

Ver la crítica que sigue al artículo Forma.

Sobre Formalismo y forma.

Crítica. La oposición forma-materia puede dar lugar a equívocos. Se encuentra frecuentemente asociada a otras parejas, tales como interior-exterior, el espíritu-la letra, &c. Ora la forma es lo interior y es el espíritu: la causa formal de la estatua es la idea de la estatua; la moral formal de Kant es al mismo tiempo una moral de la intención. En la medida en que interviene aquí un juicio de valor, está en favor de la forma; la materia sirve de refugio a lo empírico, a lo accidental, a lo irracional. Ora, por lo contrario, la forma es lo exterior y es la letra. Su apreciación es peyorativa. El formalismo religioso o jurídico, el de los Doctores de la Ley o de Brid'oison [Personaje cómico de El Casamiento de Fígaro, comedia de Beaumarchais. Representa el papel de un juez ridículo que ama la forma ante todo. (L. A.)], ofuscan la fe íntima o la equidad espontánea. La "materia" se convierte entonces en la idea, como antiguamente en los discursos franceses, en los cuales la materia era impuesta: no se trataba más que de darle forma, de "desarrollarla" ["En este agrupamiento término con término de parejas antitéticas, con inferencia espontánea de las propiedades del uno al otro, o a los otros, hay un procedimiento filosófico muy usado. Fuente de invención y fuente de errores. Por ejemplo, cualidad-cantidad, comprensión-extensión. Inferencia espontánea: la matemática trata de la cantidad; luego los conceptos matemáticos se definen por su extensión". (Nota del señor M. Marsal)]: Me parece que algo de este equívoco subsiste en la redacción del artículo Formalismo, B. La escuela del arte por el arte ha testimoniado siempre indiferencia por el "asunto", repulsión por el sentimiento y la inspiración; pero, en cambio, el más grande

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interés por los materiales, el material verbal, el poema de forma fija, las reglas constringentes y rígidas, cosas que un Lamartine hubiera descuidado voluntariamente como demasiado materiales. Si se ve en ello, sin embargo, un formalismo, es en un sentido muy diferente de lo que Fouillée llama el "formalismo estético" de Kant (Critique des Systèmes de Morale contemporains, pág. 223). (M. Marsal). Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Frenología

D. Phrenologie; E. Phrenology; F. Phrénologie; I. Frenologia.

Nombre con que se designa ordinariamente la teoría de Gall (1758-1828), según la cual los rasgos del carácter y las facultades intelectuales se manifiestan cada uno por una saliente o "protuberancia" de un punto determinado del cráneo. Su principal obra se titula Sobre las funciones del cerebro y sobre las de cada una de sus partes, &c. (1822 y sig.). Él mismo no empleaba esta palabra, sino los términos craniologíe [craniología] y cranioscopíe [cranioscopia]. Fué, sin embargo, adoptado por A. Comte: "No creo que deba negarme a emplear aquí el nombre, ya usado, de frenología, introducido en la ciencia por Spurzheim, aunque Gall se haya abstenido de él prudentemente, aun después de haber visto que se lo admitía. Pero no lo emplearé nunca más que con estas dos condiciones indispensables, demasiado desconocidas hoy por la generalidad de los frenólogos: 1º que no se entenderá que se designa así una ciencia hecha, sino una ciencia enteramente por hacer, cuyos principios filosóficos han sido establecidos hasta ahora sólo convenientemente por Gall; 2º que no se pretenderá cultivar este estudio aisladamente del resto de la fisiología animal... Por esta razón preferiré a menudo la denominación, menos breve, sin duda, pero, a mi parecer, mucho más racional, de fisiologia frenológica." Cours de Phil. pos., lección 45, nota.

Cf. Localizaciones.

Rad. int.: Frenologi. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Materia (5)

G. u7lh (cf. L. Sylva); L. Materia, materies; D. Materie, Stoff; E. Matter en todos los sentidos; en sentido propio, A. material; en el figurado, stuff; F. Matière; I. Materia.

A. Primitivamente, los objetos naturales que el trabajo del hombre utiliza o transforma para un fin; especialmente (u7lh, materies): la madera de construcción. - De allí: B. En las expresiones de origen aristotélico y escolástico (y, en este caso, siempre opuesto a forma): 1º lo que, en un ser, constituye el elemento potencial, indeterminado, por oposición a lo que es actualizado; 2º todo dato, físico o mental, ya determinado, que una actividad recibe y elabora ulteriormente.

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Se ha dicho primitivamente para distinguir estas dos acepciones "materia primera" y "materia segunda"; pero la expresión "materia primera", al pasar al lenguaje corriente, se ha hecho sinónima de "materia segunda" que ha caído en desuso, al mismo tiempo que se borraba en la palabra materia la idea aristotélica de potencialidad pura.

"The term Matter is usually applied to whatever is given to the artist and consequently, as given, does not come within the province of the art itself to supply. The form is that which is given in and through the proper operation of art." ["El término materia se aplica usualmente a todo lo que es dado al artista y que, en consecuencia, como dado, no corresponde suministrarlo al arte mismo. La forma es lo que es dado en y por la operación propia del arte."] (Mansel, Prolegomena Logica, 226, en Mill, Examination of Sir W. Hamilton's Philosophy, cap. XX).

Se llaman a menudo, en este sentido, materia del conocimiento [F. Matière de la connaissance] (por oposición a la forma de éste), los datos concretos que forman el contenido del pensamiento. Cf. Kant: "...den rohen Stoff sinnlicher Eindrücke zu einer Erkenntniss der Gegenstände zu verarbeiten." ["...elaborar la materia bruta de las impresiones sensibles en un conocimiento de los objetos."] (Krit. der reinen Vernunft, Einleitung, I, B. 1). La llama también Grundstoff. (Ibíd.).

C. En el sentido moderno (de origen sobre todo cartesiano); y en este caso, opuesto ora a la forma, ora al espíritu: 1º Si se distingue, por abstracción, en un objeto físico: 1º la figura geométrica que lo limita en el espacio; 2º lo que le da una realidad concreta, una presencia actual e individual, el primero de estos elementos se llama su forma, y el segundo su materia.

"La materia... cuya naturaleza consiste solamente en que es una cosa extensa, ocupa ahora todos los espacios imaginables, y no podríamos descubrir en nosotros la idea de ninguna otra materia." (Descartes, Principes, II, 22). - "El título de las materias de oro y de plata..." (Códe pénal, art. 423).

2º Por oposición al espíritu: lo que es objeto de intuición en el espacio, y posee una masa mecánica. Cf. Cuerpo.

"Materie ist das bewegliche im Raume." ["La materia es lo móvil en el espacio." Primeros Fundamentos Metafísicos de la Ciencia de la Naturaleza.] (Kant, Metaph. Anfangsgründe der Naturwiss, 1). "Los elementos de la materia pueden reducirse a la extensión y al movimiento." (É. Boutroux, De la Contingence des Lois de la Nature, cap. IV).

En este sentido, unos oponen la noción de materia a las de fuerza, de movimiento y de energía que aproximan la noción de espíritu; otros las consideran, por lo contrario, como inseparables de la idea de materia y las oponen en bloque al pensamiento. Ver, por ejemplo, P. Janet, Le Matérialisme contemporain, cap. IV. - É. Boutroux ha distinguido los cuerpos ("los elementos químicos en cuanto son susceptibles de heterogeneidad") de la "materia pura y simple" como se la ha definido anteriormente. (Ibíd., cap. V).

Crítica El encadenamiento de estos sentidos se ha establecido por irradiación en torno del sentido A. Si, en la operación usual que ha suministrado este cuadro a nuestro pensamiento abstracto, se consideran sobre todo la construcción y la organización nuevas que reciben materiales preexistentes, la oposición de forma y materia es la que define el sentido B; si se pone atención en el cambio que recibe la figura exterior de los materiales (tallado de las piedras, modelado de la arcilla), la oposición toma el aspecto completamente diferente que representa el sentido C-1; si se considera, en fin, la

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pasividad y la inercia de los objetos sobre los cuales se opera, por oposición al espíritu que concibe la forma, o al trabajo que la realiza, se llega al sentido C-2. A pesar de la unidad de la metáfora tecnológica que funda su sentido, esta palabra es, pues, muy equívoca, puesto que un objeto de pensamiento no es "materia" más que en cuanto se divide la operación total de producción según uno u otro de estos puntos de vista. La "causa material" se define en tantos sentidos distintos como otras tantas causas puestas en antítesis con ella existen.

Rad. int.: A, B. Materi; C-1. Substanc. C-2. Korp.

Material, D. A, B. Stofflich; B. Körperlich; E. Material; F. Matériel; I. Materiale.

A. Opuesto a formal: que pertenece a la materia, o que constituye una materia en el sentido B.

B. Opuesto a espiritual: que pertenece a la materia, o que constituye una materia en el sentido C, 2º.

Advertencia Materialmente verdadero [F. Matériellement vrai] se dice de un juicio y sobre todo de una proposición verdaderos en sí mismos, cuando constituyen la conclusión de un razonamiento que no bastaría para probar su verdad, sea porque es formalmente incorrecto, sea porque una o varias de sus premisas son falsas; por ej.: "todos los números cuadrados son múltiplos de 3 (falso); ahora bien, 225 es un cuadrado (verdadero); por lo tanto 225 es un múltiplo de 3 ("materialmente verdadero" aunque sacado de una premisa falsa por un silogismo formalmente correcto)"; -o también: "el carbón es combustible (verdadero); el carbonato de calcio no es carbono (verdadero); por lo tanto el carbonato de calcio no es combustible ("materialmente verdadero", aunque sacado de dos premisas verdaderas por un razonamiento vicioso)".

Por una analogía a contrario, se ha calificado de "formalmente verdadera" una proposición, verdadera o falsa en sí misma, que es correctamente deducida de otras proposiciones; pero es una expresión que nada justifica: lo que en este caso puede llamarse formalmente verdadero es el conjunto del razonamiento del que es la conclusión, pero no esta conclusión misma. Ver Verdad.

Rad. int.: A. Material; B. Fizikal, Korpal.

Materialismo, D. Materialismus; E. Materialism; F. Matérialisme; I. Materialismo.

A. Ontología. Doctrina según la cual no existe otra substancia más que la materia, a la que se atribuyen propiedades variables según las diversas formas de materialismo, pero que tiene por carácter común el ser concebida como un conjunto de objetos individuales, representables, figurados, móviles, que ocupan cada uno una región determinada del espacio. "Materialistae dicuntur philosophi, qui tantummodo entia materialia sive corpora existere affirmant." ["Se llaman materialistas los filósofos que afirman que no existen más que seres materiales o cuerpos."] (Wolff, Psych. Ration., § 33).

B. Psicología. Doctrina según la cual todos los hechos y estados de conciencia son epifenómenos, que no pueden ser explicados y llegar a ser objeto de ciencia más que si se los relaciona con los fenómenos fisiológicos correspondientes, únicos capaces de recibir una sistematización racional, únicos capaces también de suministrar un medio eficaz y regular de producir o de modificar los fenómenos psicológicos. - Ver esp. Ribot,

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Maladies de la Personnalité, págs. 6-10 (en el que define este punto de vista epistemológico sin utilizar el término materialismo).

Además, el uso corriente de la palabra materialismo, en estas dos acepciones, excluye: 1º toda antítesis dualística entre los fines del alma y los fines de la vida biológica; 2º toda creencia en almas individuales y separadas, susceptibles de preexistencia, de supervivencia o de transmigración.

C. Ética. Doctrina práctica según la cual la salud, el bienestar, la riqueza, el placer deben ser considerados como los intereses fundamentales de la vida. "Ganz etwas anderes als dieser naturwissenschaftliche ist der sittliche oder ethische Materialismus, der mit dem ersteren nichts gemein hat. Dieser "eigentliche" Materialismus verfolgt in seiner praktischen Lebensrichtung kein anderes Ziel als den möglichts raffinirten Sinnesgenuss." ["Completamente diferente de este materialismo científico es el materialismo moral o ético, que no tiene nada de común con el precedente. Este materialismo, en el sentido propio de la palabra, es una dirección práctica de la vida que no tiene otro fin que el goce sensible más refinado." Historia Natural de la Creación.] Haeckel, Natürliche Schöpfungsgeschichte, I, cap. 2.

"Una muchedumbre materialista, únicamente atenta a sus groseros apetitos..." (Renán, Dialogues pbilosophiques, II, 66).

Materialismo dialéctico [F. Matérialisme dialectique] (D. Dialektischer Materialismus; por abreviación Diamat, empleado corrientemente en Europa central y en Rusia). Expresión empleada también por Engels, para designar la concepción general del mundo de la cual el materialismo histórico es una aplicación particular: la subordinación de todos los fenómenos humanos a los de la vida biológica. "Dialéctico", en esta fórmula, se opone a "metafísico" como lo dinámico a lo estático. "La segunda limitación específica de este materialismo (el del siglo XVIII) consistía en considerar el mundo como proceso, como materia incluída en un desarrollo histórico. Esto correspondía al nivel que habían alcanzado en esa época las ciencias naturales, y a la manera metafísica, es decir, antidialéctica de filosofar que resultaba de ello." Fr. Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana; en Marx y Engels, Estudios Filosóficos, pág. 29. Ver Metafísica y Apéndice al final de esta obra, así como las Observaciones al pie.

Materialismo histórico [F. Matérialisme historique]. Término creado por Engels para designar la doctrina de Karl Marx, según la cual los fenómenos económicos son la base y la causa determinante de todas las realidades históricas y sociales.

"Die oekonomische Struktur der GeselIschaft ist die reale Basis worauf sich ein juristischer und politischer Ueberbau erhebt, und welcher bestimmte gesellschaftliche Bewusstseinsformen entsprechen... Die Produktionsweise des materiellen Lebens bedingt den socialen, politischen und geistigen Lebensprozess überhaupt." ["La estructura económica de la sociedad es la base real sobre la cual se eleva el edificio jurídico y político y a la que corresponden formas determinadas de conciencia social... El modo de producción de la vida material condiciona el conjunto de todos los procesos de la vida social política y espiritual."] (Karl Marx, Zur Kritik der politischen Oekonomie, Prefacio, 1859).

Sobre Materia y Materialismo.

La palabra materialismo aparece por primera vez en la época de Robert Boyle. Ver especialmente The Excellence and Grounds of the Mechanical Philosophy [La Superioridad y los Fundamentos de la Filosofía Mecánica], 1674. - Se la encuentra en

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Leibniz como opuesta a idealismo: los tipos de estas dos doctrinas son, según él, Epicuro y Platón, Réplique aux Réflexions de Bayle, 1702. Erdmann, 186 A; Janet, I, 697. (R. Eucken).

Murray cita la palabra materialists, en los Divine Dialogues de Henry More (1668).

Debemos al señor René Maublanc el texto de Engels citado en el artículo materialismo dialéctico.

La primera redacción de este artículo citaba el pasaje siguiente de Ravaison como un ejemplo de la confusión posible entre los sentidos de la palabra materia, y de la facilidad con que la reflexión filosófica oscila en el paso del uno al otro.

"La idea de materia no es realmente más que la idea de aquello de que se hace una cosa dándole una forma, y que pasa así de un estado relativamente indeterminado e imperfecto a un estado de determinación y de perfección. De donde se sigue que si se quiere buscar más allá de toda forma una materia primera o absoluta, no se llegará más que a una verdadera nada. ¿Qué es, en efecto, la idea de algo que no tendría ninguna manera determinada de existir? Es la idea completamente abstracta de la pura y simple existencia, que equivale a la de la nada. El materialismo absoluto no ha existido nunca, y no podría existir nunca. ¿Qué es, pues, entonces el materialismo de tal o cual sistema? Es la teoría que, sin ir hasta las últimas consecuencias de su principio, explica las cosas por sus materiales, por lo que hay en ellas de imperfecto, y en este imperfecto pretende encontrar la razón de lo que lo acaba. Según la excelente definición de Augusto Comte... el materialismo es la doctrina que explica lo superior por lo inferior. ¿Qué es lo que hace su falsedad? Es que precisamente es contradictorio, como decía Aristóteles, que lo mejor provenga de lo peor, que lo menos produzca lo más... Es la obra acabada lo que explica el esbozo, lo completo, lo perfecto lo que explica lo inferior. Por consiguiente, el espíritu solo es el que explica todo." (Rapport sur la Philos. en France au XIX Siècle, pág. 189).

Los señores J. Lachelier, Pécaut, Blondel, Boisse han tomado la defensa de esta crítica de Ravaisson y de la definición de Augusto Comte: Creo que no se puede penetrar bien en el sentido de las palabras materia y materialismo más que partiendo de la filosofía de Aristóteles. Me parece claro que hay en todo ser: 1º lo que le da su sentido y su interés propio: es su idea o su forma; 2º lo que es para esta forma un punto de apoyo necesario, aquello sin lo cual sería abstracta o simplemente posible. Por ejemplo, lo que da un sentido a una existencia humana, es el hecho de pensar; pero el pensamiento supone, para existir, un cuerpo vivo. Si no se considera más que ese cuerpo, lo que le da un sentido, es vivir; pero esta vida supone, para existir, un organismo, &c. Solamente yo no diría, con el señor Ravaisson, que remontando, o, más bien, descendiendo siempre así, se terminaría por no encontrar nada más: creo que hay un último real, que Leibniz consideraba con razón como un elemento indispensable de su mónada, un principio de resistencia y de retardo, sin el cual el esfuerzo se perdería en el vacío o, más bien, ni siquiera nacería; y de una materia general, remontando, se encontrará que se necesita siempre una materia para una forma, hechos, por ejemplo, para una construcción sistemática, propensiones normales y suficientemente enérgicas para la virtud, un grado suficiente de la belleza plástica para servir de soporte a la belleza de expresión, &c. - Me diréis, tal vez, que esas cosas que llamo espirituales, como pensamiento, vida, belleza, no son seres, sino maneras, para un ser, de tener conciencia de sí mismo o de otro ser, simples modificaciones; por consiguiente, simples predicados. Pero la filosofía de Aristóteles consiste, precisamente, en colocar el ser verdadero en el pensar, el sentir, &c., y en no ver en lo que piensa, o siente, más que la condición material del pensar y del sentir; y creer (como casi toda la filosofía moderna) que esta condición es el ser y que el pensar,

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el sentir no son sino modos, es, desde el punto de vista de la filosofía de Aristóteles, la esencia misma del materalismo. (J. Lachelier).

El puro materialismo es un no-sentido. El materialismo es menos un sistema que una tendencia, tendencia de la que Augusto Comte proponía esta profunda definición: "Explicar lo superior por lo inferior." (M. Blondel).

¿No habría que comenzar por la definición general, dada por Augusto Corrite, y pasar después, pero después solamente, a los sentidos A, B, C? (L. Boisse).

La definición de Augusto Comte me parece excelente. 1º Es clara. Lo superior es la existencia que tiene más atributos; lo inferior, la que tiene menos. La caña pensante es superior a la caña que no piensa. Son materialistas, por consiguiente, las tentativas para explicar una civilización por el medio físico o la raza; para explicar lo biológico por lo químico, &c. - 2º. Tiene un gran valor filosófico, en cuanto define los términos de uno de los más grandes problemas especulativos. ¿Leyes muy simples, como leyes mecánicas de atracción o de repulsión en función de las distancias, pueden explicar la riqueza del mundo en atributos? Y a la solución materialista, tan bien definida por Comte, se oponen la mayor parte de los filósofos modernos, por ejemplo, la doctrina del señor Boutroux, la del señor Bergson y la segunda filosofía de Comte mismo. (F. Pécaut).

En su definición del materialismo, Augusto Comte no me parece que designa con superior y con inferior lo que tiene un número más o menos grande de atributos. No es para él una cuestión de complejidad lógica, sino una cuestión de valor, relativa a la clasificación subjetiva y a los intereses de la Humanidad. (Ver en particular el 2º volumen de la Politique Positive). Considera sobre todo el materialismo como una subversión de la verdadera escala de los valores. (G. Milhaud).

Me parece peligroso, al mismo tiempo que artificial, buscar una idea central y esencial que sea común a todas las acepciones de las palabras materia y materialismo. El sentido de las palabras se transforma y se diversifica en el tiempo por procesos que están muy lejos de reducirse a las relaciones lógicas de género y de especie: la semántica nos pone en guardia contra las tendencias del espíritu filosófico, siempre inclinado a sistematizar su objeto y a no atribuir suficiente importancia a lo que hay en las cosas de accidental y de histórico. La palabra materia se ha diferenciado en dos direcciones divergentes: una, aristotélica y escolástica, caracterizada por una especie de empleo adjetivo y relativo de la palabra: no hay nada en este sentido que sea la materia; pero tal o cual dato es materia con respecto a tal o cual forma; - otra, cartesiana y científica, en la que la palabra es claramente substantivo: la materia es entonces la res extensa, que se opone a la res cogitans. De este segundo sentido proviene a su vez la principal acepción de la palabra materialismo, que tal vez hubiera sido más claro reemplazar con el nombre de corporalismo. Pero ha sucedido que materia, en este sentido, oponiéndose a espíritu, ha tomado algo de la idea cristiana de la carne, de la vida animal, en cuanto ésta se opone también a él. Se habla de preocupaciones, de gustos, de intereses "materiales"; se dice de un hombre que está "hundido en la materia". (Hílico [F. Hylique], u2licóç, que para Aristóteles significaba solamente corporal, llegó a ser en los Padres de la Iglesia sinónimo de carnal, y se opone a pneumaticóç). Y así el "corporalismo" ontológico recibe el mismo nombre que el "animalismo" moral, teórico o práctico, y que el "economismo" histórico. El uso aristotélico de la palabra u7lh, si es el origen primero de todos nuestros empleos filosóficos de la palabra materia, no basta, pues, para definir un género cuyas especies serían dichos empleos.

En cuanto a la definición de Augusto Comte, su principal defecto reside en que se puede hacer decir demasiadas cosas diversas a las palabras inferior y superior, que han sido criticadas aquí mismo. El sentido en que las toma Ravaisson parece que no es ya

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totalmente el mismo que el de su autor. Es muy difícil admitir que lo más y lo menos sean lo mismo que lo mejor y lo peor. La cuestión de la riqueza lógica es independiente de la del valor estético o moral. - Pero admitamos que se la precise y que por superior se entienda, como lo quiere el señor Pécaut, lo que tiene más atributos. La definición, desde entonces, ya no convendrá del todo a los sistemas generalmente llamados materialistas, por ejemplo, al de Holbach, o al de Büchner. No se puede decir que para ellos la materia tenga menos atributos ni que sea menos determinada que la vida o la conciencia. Ni uno ni otro tiende a descubrir "más allá de toda forma" una materia que se determinaría por sí misma automáticamente: esta fórmula se aplicaría mucho mejor a la filosofía de Spencer, que hace surgir lo heterogéneo de lo homogéneo, y que por ello cae, en efecto, directamente bajo la crítica de Ravaisson: pero precisamente esta filosofía rechaza el nombre de materialismo. El reproche que generalmente se hace a los que aceptan este nombre es, por lo contrario, el haber enriquecido demasiado la idea de materia, el haberle supuesto propiedades que no percibimos efectivamente en los cuerpos. (Ver, por ej.; Janet, Le Matérialisme contemporain, págs. 79-89, 2ª ed.).

La idea dominante del materialismo teórico parece estar más bien en la reunión de estas tres tesis: desde el punto de vista metafísico, que no existe nada que sea separable de la materia corporal, si no es verbalmente y por abstracción; - desde el punto de vista metodológico, que sólo el estudio de esta materia puede iluminar la vida del espíritu y dar asidero sobre ella; - en fin, desde el punto de vista moral, que el hombre es un ser simple, cuyas tendencias todas forman normalmente un sistema harmónico y homogéneo, y no un ser doble, en el que dos sistemas de fines están en conflicto. (Que estas tesis, por otra parte, sean necesariamente solidarias o no, no es éste el lugar para examinarlo). - Es cierto que los materialistas se esfuerzan a menudo para explicar el mayor número posible de hechos por el menor número de principios. Pero esta tendencia no les es privativa y no puede servir para caracterizar su doctrína: pues todo sistema lógico tiene por objeto deducir del más pequeflo número de hipótesis la más grande variedad posible de consecuencias. Por eso mismo, los materialistas modernos, lejos de limitar a priori, como Demócrito o como Descartes, el número de propiedades de la res extensa, declaran, por lo contrario, que dejan a la experiencia el cuidado de revelar qué determinaciones esenciales será necesario atribuirle; por ejemplo: "No conocemos los elementos de los cuerpos, pero conocemos algunas de sus propiedades o cualidades... Los hombres han considerado la materia como un ser único, grosero, pasivo, incapaz de moverse, de combinarse, de producir nada por sí mismo; en vez de esto, habrían debido considerarla como un género de seres del que todos los individuos diversos, aunque tuvieran algunas propiedades comunes como la extensión, la divisibilidad, la figura, &c., no deben, sin embargo, ser colocados en una misma clase, ni ser comprendidos en una misma determinación." (D'Holbach, Système de la Nature, I, cap. 2). "El sistema de la espiritualidad, tal como se admite hoy, debe a Descartes todas sus presuntas pruebas... es el primero que haya establecido que lo que piensa debe ser distinguido de la materia: de donde concluye que nuestra alma o lo que piensa en nosotros es un espíritu, es decir, una substancia simple e indivisible. ¿No hubiera sido más natural concluir que puesto que el hombre, que es materia y que no tiene ideas más que de la materia, goza de la facultad de pensar, la materia puede pensar?" (Ibíd., cap. VII). (A. L.).

¿El sentido B no restringe demasiado el sentido del materialismo psicológico? En realidad, son materialistas todas las doctrinas que, aun sin considerar los hechos psíquicos como epifenómenos, los reducen a los hechos fisiológicos (vibraciones nerviosas, movimientos moleculares de las células corticales). Tal es el materialismo que comienza con Demócrito, Epicuro, Lucrecio, que no tenían ningún concepto de epifenómeno, y que, por La Mettrie y d'Holbach, acaba en Büchner, Moleschott, K. Vogt, &c. (C. Ranzoli). - El materialismo antiguo me parece ontológico, y no metodológico; solamente cuando la cuestión del método está en juego puede distinguirse un

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materialismo psicológico del materialismo metafísico. Y la noción de epifenómeno es precisarnente característica de esta concepción, empleen o no por otra parte la palabra los que la sostienen. Tal sería, por ejemplo, la doctrina de Augusto Comte al escribir que "la teoría positiva de las funciones afectivas e intelectuales debe consistir en adelante en el estudio de los fenómenos de sensibilidad interior propia de los ganglios cerebrales, lo que no constituye más que una prolongación de la fisiología." (Cours de Phil. Pos., lección 45), si esta teoría metodológica no fuera corregida por el estudio sociológico de la inteligencia, del sentimiento y de la actividad humana, que descubre en ellos otra faz. (A. L.).

¿Puede preguntarse si se deben llamar materialistas aquellos filósofos presocráticos y aquellos Padres de la Iglesia que, a la vez que distinguen el alma del cuerpo, consideran, sin embargo, la primera como una substancia material, pero más sutil que la segunda? Creo que sí, y es también la opinión de Höffding, que llama a esta teoría materialismo primitivo por oposición al materialismo moderno. (Psicología, I, 5; II, 8, a, b). (C. Ranzoli).

Sobre Materialismo (ontológico y psicológico) ver las Observaciones a la palabra Materia.

Hemos mantenido en el cuerpo de este artículo, a falta de poder realizar en este momento una discusión bastante amplia sobre este punto, la definición del materialismo ontológico (sentido A) que había adoptado la Sociedad de Filosofía en 1910. Pero el señor Parodi pone en duda que sea esencial para el materialismo concebir la materia como discontinua. - Se puede observar, en efecto, que el sistema de Descartes, por ejemplo, en todo lo que no concierne al alma humana, es un materialismo que admite una materia continua. Sin embargo, aun en este caso, gracias al acto divino primitivo que divide el espacio en cubos y los pone en movimiento, restituye a la materia la discontinuidad de la que se sirve luego para explicar los fenómenos. ¿Sería posible prescindir de ella? (A. L.).

Al materialismo discontinuista de los epicúreos se opone el materialismo continuista de los estoicos. El primero afirma el mecanismo y la homogeneidad de los átomos; el segundo, el dinamismo y la heterogeneidad de las materias (fuego y aire activos, agua y tierra pasivas). ¿Pero se trata aún de un materialismo? (É. Bréhier).

No existe todavía, que yo sepa, doctrina materialista que se funde sobre la teoría actual, según la cual la realidad material tomaría periódicamente dos clases de aspectos, el uno atomístico, que daría garantías a la discontinuidad, y el otro ondulatorio que, al contrario, redundaría en provecho de la continuidad. Es una de las paradojas de esta física, de la que no se ve bien adonde nos conduce. También sobre otro punto corre el riesgo de hacer vacilar el materialismo: éste era determinista (excepción hecha, sin embargo, en lo que respecta al sistema de Epicuro), y sobre este punto se oponía más radicalmente al espiritualismo. La relación de incertidumbre parece volver a ponerlo todo en duda en lo que concierne a las relaciones del espíritu con la materia. Como lo dice usted justamente en las Observaciones, las palabras cambian de sentido, y es artificial buscar una idea central y esencial común a todas las filosofías materialistas, incluso una concepción común de la materia. Habíamos podido notar ya, desde este punto de vista, una diferencia fundamental del pensamiento antiguo y el pensamiento moderno: mientras los griegos veían en la materia el principio del devenir, nosotros hemos hecho de ella, por lo contrario, el principio de la permanencia. (Ver Rivaud, Le Devenir dans la Pensée Grecque). (Ch. Serrus).

Sobre Materialismo histórico. - Definición de Engels: Marx ha comprobado: "...dass alle bisherige Geschichte die Geschichte von Klassenkämpfen war, dass diese einander bekämpfenden Klassen der Gesellschaft jedesmal Erzeugnisse sind der Productions und Verkehrs Verhältnisse, mit einem Wort, der oekonomischen Verhältnisse ihrer Epoche;

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dass also die jedesmalige oekonomische Struktur der Gesellschaft die reale Grundlage bildet, aus der gesammte Ueberbau der rechtlichen und politischen Einrichtungen sowie der religiösen, philosophischen und sonstigen Vorstellungsweisen eines jeden geschichtlichen Zeitabschnittes in letzter Instanz zu erklären sind. Hiermit war der Idealismus aus seinen letzten Zufluchtsort, aus der Geschichtsauffassung vertrieben, eine materialistiche Geschichtsauffassung gegeben." ["Que hasta el presente toda la historia ha sido la historia de las luchas entre las clases; que estas clases sociales en lucha las unas con las otras son siempre el producto de las relaciones de producción y de cambio, en una palabra, de las relaciones económicas de su época, y que así, en cada momento, la estructura económica de la sociedad constituye el fundamento real por el cual deben explicarse en última instancia toda la superestructura de las instituciones jurídicas y políticas, así como de las concepciones religiosas, filosóficas y de otra naturaleza de todo período histórico. Con ello el idealismo ha sido expulsado de su último refugio, la concepción de la historia, y se ha dado una concepción materialista de la historia." La transformación de la ciencia por el señor Eugenio Dühring.] (Fr. Engels, Herrn Eugen Dühring's Umwälzung der Wissenschaft, Einleitung, 3ª ed., pág. 12). - Comunicado por Élie Halévy, así como la cita de Marx inserta arriba en el texto mismo del artículo.

La ciencia social nacida de las investigaciones de Le Play parte de una concepción análoga, pero más comprensiva: el género de trabajo es el factor social predominante. (F. Mentré).

- La expresión materialismo histórico ha sido criticada a menudo, y con razón, según creo. Etimológicamente, podría aplicarse también a la sociología de base biológica de Spencer. La expresión determinismo económico me parecería mucho más precisa y más propia. Loria propone economismo histórico (La Sociología, 1901, pág. 192). (C. Ranzoli).

Determinismo económico sería igualmente equívoco: significaría "doctrina según la cual los fenómenos económicos están sometidos al determinismo" más bien que "doctrina según la cual los fenómenos económicos determinan todos los hechos sociales". Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.orgMateria & Materialismo

André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Metempsicosis

D. Seelenwanderung, Metempsychose; E. Metempsychosis; F. Métempsychose; I. Metempsicosi. (A pesar de la antigüedad de la doctrina, la palabra misma de metemfu2kwsiV [animar cambiando] (metá, e1mfuków) no se encuentra más que en los escritores de la época cristiana.

Doctrina según la cual una misma alma puede animar sucesivamente varios cuerpos, ya humanos, ya animales o hasta vegetales.

Rad. int.: Metempsikos.

Sobre Metempsicosis.

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- ¿No tiene esta doctrina como rasgo característico la eternidad de las almas? (L. Boisse). - Las dos creencias están generalmente asociadas en la historia; pero nada impide que haya transmigración de almas destinadas finalmente a anonadarse o a absorberse en una realidad espiritual en la que perderían su individualidad. (L. Brunschvicg - André Lalande). Proyecto filosofía en español (c) 2001 www.filosofia.org André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953

► Sistema (6)

D. System; E. System; F. Système; I. Sistema.

A. Conjunto de elementos, materiales o no, que dependen recíprocamente los unos de los otros de manera de formar un todo organizado. "El sistema solar." - "El sistema nervioso." "Un sistema de tres ecuaciones." - "...A la unidad de serie, que origina cada movimiento de uno precedente, habrá venido a añadirse la unidad de sistema, que hace converger varios movimientos hacia un fin común." J. Lachelier, Fondement de l'Induction, 2ª ed., pág. 74.

B. Especialmente, conjunto de ideas científicas o filosóficas lógicamente solidarias, pero en cuanto se las considera en su coherencia más bien que en su verdad. "Un sistema no es otra cosa que la disposición de las diferentes partes de un arte o de una ciencia en un orden en que se sostienen todas mutuamente, y en el que las últimas se explican por las primeras." Condillac, Traité des Systèmes, I. - "Le Système d'Aristote, Le Système de Descartes", títulos de dos obras de Hamelin.

Espíritu de sistema [F. Esprit de système], ver sistemático.

C. Clasificación. "Aunque todas las especies hubiesen sido revisadas (en esta obra), la mayoría no estaban, sin embargo, más que indicadas; no era pues más que un sistema abreviado, no era un sistema completo de los animales." Flourens, Éloge de Cuvier, págs. 124-125.

"Sistema analizador" [F. Système analyseur]. F. Paulhan llama así al conjunto de cuadros preformados que permiten proceder rápidamente al análisis de los objetos de determinado género, con respecto a los cuales tenemos ya conocimientos adquiridos; por ejemplo, en el caso del músico que analiza un acorde representándose de antemano lo que puede buscar en él, del médico que sabe de antemano a qué síntomas significativos hay que prestar atención, &c. (Analystes et Esprits synthétiques, cap. I, § 8: "El sistema analizador").

Rad. int.: Sistem.

Sobre Sistema.

¿No tiene esta palabra casi siempre, en nuestros días, un "import" peyorativo? Se había creído que podría hacerse la observación en la primera redacción de este artículo, y se había citado especialmente este texto de Claude Bernard: "Cuando la hipótesis está sometida al método experimental, se convierte en teoría; mientras que si está sometida

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a la lógica sola, se convierte en sistema." Introd. à la Médecine expér., 385. - Cf. Ibíd., pág. 384: "La medicina experimental... no será ni vitalista, ni animista, ni organicista, ni solidista, ni humoral... No tiene por qué embarazarse con sistemas, que, ni unos ni otros, podrían nunca expresar la verdad." El mismo uso de la palabra, págs. 387, 391, &c.

El hecho fue discutido en la sesión del 7 de marzo de 1918. El señor Robin citó varios textos de Hamelin en los que sistema en el sentido B está tomado en sentido favorable: "El saber, hágase lo que se haga, es un sistema." (Essai, pág. 11) : "Nada muestra mejor (que la tendencia de los empiristas a construir historias genéticas del mundo) el poder que ha conservado sobre los espíritus la idea de sistema. Se habla mal de ella, lo que es fácil, hasta se la calumnia, pero volvemos a ella o más bien no nos separamos nunca de ella." (Ibíd., pág. 6).

Los señores Beaulavon y Van Biéma piensan que el "import" peyorativo de la palabra sistema es, en efecto, frecuente en los sabios [savants] (que, a menudo, por otra parte, ponen también esa misma intención desfavorable en la palabra filosofía: ver la aproximación de los dos términos en Claude Bernard, págs. 387, 390, 391, &c.). Pero entre los mismos filósofos, esta palabra no tiene generalmente ese matiz.

La cuestión no podría ser resuelta más que por una larga investigación que tal vez no valga la pena hacer. Se puede, sin embargo, citar como un ejemplo inverso y bastante característico, el último parágrafo del libro de Delbos, La Philosophie pratique de Kant (págs. 750 y sig.). Empieza así: "Que el sistema así formado haya tenido una influencia prolongada, y haya dejado en los espíritus huellas profundas, se explica, &c.", y concluye: "Tales son las principales tesis que el kantismo parece que ha podido dejar en el pensamiento contemporáneo... Sólo pueden ganar, en todo caso, al ser liberadas de los lazos que las encadenaban en el pensamiento de Kant a expresiones rígidas y a determinaciones inmóviles... El método aun demasiado dogmático con el cual Kant ha ordenado las ideas constitutivas de la moral formal ha disimulado este pensamiento, que era, sin embargo, en gran parte el suyo: que las ideas valen prácticamente más aún por su aptitud para actualizarse que por el rigor de su encadenamiento lógico." (A. L.).

Sistemática, (subst.), D. Systematik; E. Systematics; F. Systématique; I. Sistematica.

Parte de una ciencia (especialmente de la botánica o de la zoología) que concierne a la clasificación de los objetos estudiados. El origen de esta expresión está en el empleo de sistema en el sentido C, por ej., en el Systema Naturae de Linneo.

Este término no designa la teoría lógica de las clasificaciones: ver Taxonomía.

Rad. int.: Sistematik.

Sistemático, (adj.), D. Systematisch; E. Systematic; F. Systématique; I. Sistematico.

Sentido general: que constituye un sistema, o que procede por sistema. Especialmente: A. Con "import" laudatorio: que procede con método, que organiza fuertemente las ideas. "El saber, esencialmente diverso, [es] al mismo tiempo esencialmente sistemático". Hamelin, Essai, pág. 12. - Se ha opuesto, en este sentido, "el espíritu sistemático", que es un espíritu de orden y de lógica, al "espíritu de sistema", que se obstina en una idea y no considera las cosas más que en la medida en que favorecen su prejuicio.

B. (Más frecuentemente). Con "import" peyorativo: que está gobernado por un sistema preconcebido. "Lo que separa también al sabio [savant] sistemático del sabio [savant]

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experimentador, es que el primero impone su idea, mientras que el segundo no la da nunca sino por lo que vale." CI. Bernard, Introd. à la Méd. expér., 88. Emplea también substantivamente, en este sentido, el sistemático: "Lejos de volverse, como el escolástico o el sistemático, en contra de la experiencia, para salvaguardar su punto de partida, el experimentador... se apresurará a modificar su teoría..." Ibíd., 87.

Que procede con propósito deliberado: "Hacer una oposición sistemática." El adverbio sistemáticamente es empleado a menudo en este sentido.

Advertencia A menudo opuesto a espontáneo. Esta oposición es particularmente frecuente en Augusto Comte: "El corazón y el espíritu concuerdan con respecto a tal conciliación, sin la cual no se podría amar ni comprender verdaderamente al Gran Ser, por no apreciar bastante las diversas preparaciones espontáneas que exigió su constitución sistemática." Politique positive, IV, 15.

Error sistemático [F. Erreur systhématique], el que proviene de una causa constante, que actúa siempre en el mismo sentido. Se opone a error accidental [F. Erreur accidentelle].

Asociación sistemática [F. Association systématique]. - F. Paulhan ha llamado ley de la asociación sistemática, en la vida del espíritu, a la siguiente fórmula: "Todo hecho psíquico tiende a asociarse y a originar los hechos psíquicos que pueden armonizarse con él, que pueden concurrir con él hacia un fin común o fines armónicos, que, con él, pueden formar un sistema." L'Activité mentale et les Éléments de l'Esprit, 2ª parte, Libro I: "La ley de la Asociación sistemática", Introd., pág. 88.

Rad. int.: Sistemal (peyorativo: sistematr; hablando de la modalidad del espíritu: sistemem).

Sobre Sistemático.

Texto de Augusto Comte comunicado por el señor G. Belot, quien añade: "Esta antítesis forma parte de lo que pueden llamarse las "categorías" del pensamiento de Augusto Comte, del vocabulario característico y "sistemático" de su estilo filosófico. En este empleo, la palabra sistemático no implica solamente la idea de orden, de conjunto organizado, sino también, por consiguiente, y sobre todo, la idea de una acción consciente, querida, intencional, que se opone a la espontaneidad. Se encontrarían innumerables ejemplos de este empleo en Comte, por ejemplo también Polit. Positive, I, 501; IV, 50, &c. Proyecto filosofía en español (c) 2000 www.filosofia.org Comentarios críticos André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953