Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones...

7
SEMANARIO Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre Una tarde me honró con su visita el insigne compositor don Joaquín Larregla, gloría y orgullo de Navarra, cotmo ' Arrieta, Eslava, Gaztambide, Gayarrej, Sarasas, Zazalza, Guelbenzu y Gorriti, a quienes la Plaza del Castillo de Pam- plona brinda espacio para que, con sobrada justicia, se eleve un monumento que perpetúe sus nombres y la gloria que alcanzaren. Me habló Larregla de Gayarre, y le oí datos bio- grafieos que considero absolutamente inéditos y muy inte- Helos aquí: HERRERO Xaciu <,ayarre en Roncal, lugar bien metido en tas nonU- fias de Navarra, cerca de Ansó. Sus padres eran humildes. No pudieudo vivir en el lugar de su nacimiento, se fué de muchacho a Lumbier y se colocó de criado modestísimo en una herrería, en la fragua de Quilliri. donde le conocían por Sebastián, BU nombre 'le pila. Contaba a la sazón quince años de edad. En Lumbier se conserva como una reliquia al- guna cama de hierro hecha por él a martillazo limpio. Kjor- c¡ó el oficio varios años. La mujer del herrero era muy orde- nadita; le dolía gastar, y la alimentación de Gayarre pecaba de deficiente. navarro don Hilario Eslava, que había nacido en Boulada. a dos kilómetros de Pamplona. Iba allí a veranear, entre ami- gos y admiradores, y pasearse por las naves de ¡a catedral, que tantas veces cruzó como "niño de coro". Un día, yendo con Maya por las afueras de Pamplona, y, cuando precisa- mente se iba lamentando de la carencia de tenores, oyó uno que cantaba en una .huerta próxima, bien ajeno al deleite que hacia sentir al gran maestro navarro, que exclamó: —;Qué voz tan hermosal Vamos a ver quién canta. Era un muchacho que regaba la huerta. Hasta tal punto le llamó la atención, que dijo a Maya: —Cítalo al Orfeón para el domingo próximo, para que yo le oiga y le someta a mi gusto a algunas pruebas. Maya contestó: —Llevaré otro tenor que me parece ría de agradarle aún más que éste. Su voz es magnífica, varonil. Y, en efecto, el domingo se reunieron en el Orfeón, el huertano, Gayarre, Maya y Eslava. Probadas ambas voces, Eslava dijo a Gayarre: { —Tiene la cara tosca, pero condiciones admirables de voz. Vamos a hacer que la Diputación de Navarra le pensione para llevarle a Madrid. La pensión fué lograda por Eslava, Maya y Conrado Gar- cía, único almacenista de pianos y música de Pamplona, en- tusiasta y competente en arte. UN ORFEÓN ESTUPENDO Los muchachos de Lumbier le a Pamplona?" Al fin se decidió, logrando el ingreso en la gran fundición de Pinaquí, establecida a orillas del Arga, fue- ra de la muralla. Allí vivía en una especie de albergue para todos ¡os obreros, destacándose entre ellos por morigerado y sin expansiones. Después de cenar le invitaban sus compa- ñeros a subir a Pamplona a tener algún esparcimiento, y pre- feria quedarse en la fábrica y meterse en la cama a descan- sar. Transcurridos seis meses, se decidió una noche a ir a U capital con sus compañeros de trabajo, muchos de los cuales pertenecían al Orfeón que fundó y dirigía el maestro don Joaquín Maya, institución que posteriormente fué base y fun- damento de los conciertos- famosos de San Fermín, a que asis- tió varios años Sarasate. Sainf-Saens. estuvo en Pamplona en 1878 y quedó asombra disimo al escuchar una orquesta que, entre otras obras suyas, ejecutó a la perfección "La danse macabre", que acababa de nacer y que se interpretó en Pam- plona antes que en Madrid. Saint-Saens abrazó a Maya en pleno escenario; Maya le cedió la batuta, y la orquesta sonó lo mismo. Invitaban a Gayarn- ., |ii, subiera al Orfeón, donde los •obreros pasaban un par de horas, entonando coros, y se ne- gaba, sin tener ¡dea de lo que iucse una masa coral. Una noche desistió de esta negativa, subió, y al entrar en la sala del Orfeón, vio que en casa contigua había una taber- na donde disputaban unos muchachos, propinándose una so- paipína tremenda. Gayarre se encontró que hacían eso y no música, cogió su blusa y se volvió a la fábrica a emprender nueva etapa de vida morigerada. Pasaron al fin estas malas Impresionen, volvió al Orfeón, le presentaron a Maya, y éste, después de probarle la voz, le colccó. en la cuerda de tcuores primeros, creyendo hab¿r hecho una gran conquista. EN LA CUERDA DE TENORES PRIMEROS Cantó en esa cuerda apercebido de que su voz ae desta- caba entre 180 orfeonistas, y el maestro le hizo tomar parte como solista en las funciones del Teatro Principal, que boy se llama de Gayarre. Lo primero que cantó en público fué el aria de Stradella. "Pietá", Sígnor". Para que saliera a escena, Maya le cedió un traje de americana negra, y cantó can voz sin educar, sin pulir, con algún rudimento de música y al oído. Maya le en- señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el traje de su primera salida a escena, primer retrato de su vida, ha sido conservado por Maya como una reliquia. Aparece el gran tenor incipiente con rollo de papel de música en la Gayarre profesó a Maya verdadero culto, y jamás dio al PENSIÓN DE 6.01 REALES Pepe Elorrio y Gregorio Garjó.n, éste secretario del gran ar- tista, su tesorero, su hombre de confianza. El primer acto lo leyó Dámaso Zabala, y el segundo Larregla. Toda la ópe- ra fué leída y comentada. Los concurrentes cenaron aquella noche con Gayarre. Durante la lectura de "Otello", ocurrió una escena cómica. Al oir "una bella, una bella". Andrés, el criado de Gayarre, creyó que pedían una bujía y se presentó con ella, siendo recibido con gran hilaridad. « En tiempo de Michelena cantó Gayarre setenta y dos no- ches en eJ Real, percibiendo mil duros una hora antes de cada función. .olvido que le sacó de la nada. Por aquellas feclias estaba 1 Panvploi La pensión fué de 6.000 reales, al propio tiempo que la Diputación de Guipúzcoa la concedía de 4.000 pesetas a Asti- garaga, sereno de Eibar. En Madrid aprendió canto Gayarre con el marqués de '-.nuil. |ii: interpretó, como tenor de ópera, y en palacio, en tiempo de Isabel II, las de Arrieta, tituladas "Ildegonda" y "La Conquista de Granada". La primera se había cantado en Milán. El marqués, en el mundo artístico, usó el nombre de "Flavio". En el Conservatorio continuó Gayarre el estudio de sol- feo con el maestro Gainza, también navarro. !•:. ni 1-la del café Zaragoza, en la plaza de Antón Martín. •arre no tenía más que la pensión, iba todas las UOOhes al café a reunirse con Gainza, y compartían el "bis- ;il.' de la cena como dos amigos del alma. Deseando hacer alguna prueba de teatro y aprovechando las vacaciones de verano, Caima y Gayarre organizaron una compañía. Gayarre conocía varia sobras por haber sido co- rista en la Zarzuela en tiempo de Gaztambide. Cantó Gaya- rre "Marina", en Tudela, de Navarra. Dirigía Gainza. La Compañía era tan deficiente y estaba tan falta de decorado y elementos que, después de correr esta aventura, los artis- tas salieron huidos. Gayarre lo recordaba como una graciosa odisea, la más graciosa de su vida, un desastre completo, sin pagar, a píe. MADRID-MILAN La Diputación de Navarra, alentada por Eslava, trasladó a Gayarre la pensión de Madrid a Milán. El gran atrista na- varro solía decir a menudo que todo lo debía a Maya y Es- lava. —Eslava—decía—me hizo cantante con sus sapientísimos consejos. En Mii.'m aprendió cómo se mueven y se cantan las ópe- ras, siendo su profesor un maestro de coros. "Favorita" fué la obra primera que estudió. En el teatro de la "Scala" la cantaba Caponi y, habiéndose indispuesto, Gayarre se ofreció a substituirle gratuitamente. La empresa no se arriesgaba a aceptar el ofrecimiento; pero al fin cedió, porque Gayarre hizo gran hincapié. Se verificó un ensayo rapidísimo, y al oirle todos exclamaron: —Es un gran tenor; hará gran efecto esta noche. Cantó "Favorita" y fué su revelación. Nada era Gayarre a las ocho, y una hora más tarde, cuando había cantado la primera romanza, lo era todo: una aparición, un eneanto, un asombro. Llenó el mundo. Vívia en Madrid cuando se estrenó "Otello". La casa Ricordí le envió la pariitura, Gayarre dijo a Larregla; —El domingo, que no canto, Zabalza y tú la leeréis. En casa de Gayarre. y a las cinco de la tarde, ¡ GAYARRE, PARADÓJICAMENTE, AGRADECÍA QUE LE HUBIERAN TRATADO MAL EN LUMBIER Todos los veranos marchaba a Ronca!. El viaje era mo- lesto de veras. Se hacia en coche y duraba todo un día. En Lumbier se detenía para comer, y siempre 'llevaba algún ob- sequio a la mujer de Quilliri, su primer maestro herrero. —Esta mujer me daba poco de comer—decía Gayarre—, y le debo no poco de lo que soy. Si me hubiera alimentado bien, de Lumbier no hubiera salido. A'lguna vez fué a Lumbier cotí Vicente Andrés, dentista rico ib; Valentía. Se hospedaba '¡1 la fonda Érente a la cuaJ hay mi gran halcón corrido. Viéndolo, exclamó Gayarre: —rSí me dieran un duro que di en él! Siembre que pasaba por Pamplona era su primera visita para Maya, 6U protector y maestro. Murió don Hilarión Eslava, en 1877, f P«ffl hacerle grandes funerales con el concurso del Orfeón y or- questa, bajo la diestra batuta de Maya. Invitaron a Gayarre, y no acudió, sin duda, por no consentírselo su^ compromi- sos con Emjn v enojó, creyendo que debió ir y dejarlo todo. El gran artista deseaba la reconciliación, y un día escribió a Maya: "Estoy dispuesto a ir a Pamplona y tomar parte en los conciertos. Cantaré cuanto mis paisanos quieran." A Pamplona fué, y. desde el balcón de la fonda de Europa, cantó "Guernikako arbola" y la romanza de "Um pleito", de Gaztumbide, "Los impulsos del querer". Cantó en los cuatro conciertos matinales i n .. paisanos, y en el último, el "Ave María", de Gounod; tocando Sarasate el pre- ludio y acompañando Zabalza al piano y Guelbenzu el amio- (Continúa en la pág. a) niillll • : IIIHÍ;.: .':•:•' -t=H-ari"rq LUIS CAPDEVILA El ex bohemio que pasea su triunfo y su panza abur- guesada por esas Ramblas. Nosotros nos alegramos de ambas cosas. Del triunfo, porque lo merece. V de la panza, porque es un síntoma agradable, aunque vaya en detrimento de la línea. ¡Capdevila, eres grande!

Transcript of Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones...

Page 1: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

SEMANARIO

Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre

Una tarde me honró con su visita el insigne compositor don Joaquín Larregla, gloría y orgullo de Navarra, cotmo

' Arrieta, Eslava, Gaztambide, Gayarrej, S a r a s a s , Zazalza, Guelbenzu y Gorriti, a quienes la Plaza del Castillo de Pam­plona brinda espacio para que, con sobrada justicia, se eleve un monumento que perpetúe sus nombres y la gloria que alcanzaren. Me habló Larregla de Gayarre, y le oí datos bio­grafieos que considero absolutamente inéditos y muy inte-

Helos aquí :

H E R R E R O

Xaciu <,ayarre en Roncal, lugar bien metido en tas n o n U -fias de Navarra, cerca de Ansó. Sus padres eran humildes. No pudieudo vivir en el lugar de su nacimiento, se fué de muchacho a Lumbier y se colocó de criado modestísimo en una herrería, en la fragua de Quilliri. donde le conocían por Sebastián, BU nombre 'le pila. Contaba a la sazón quince años de edad. En Lumbier se conserva como una reliquia al­guna cama de hierro hecha por él a martillazo limpio. Kjor-c¡ó el oficio varios años. La mujer del herrero era muy orde-nadita; le dolía gastar, y la alimentación de Gayarre pecaba de deficiente.

navarro don Hilario Eslava, que había nacido en Boulada. a dos kilómetros de Pamplona. Iba allí a veranear, entre ami­gos y admiradores, y pasearse por las naves de ¡a catedral, que tantas veces cruzó como "niño de coro". U n día, yendo con Maya por las afueras de Pamplona, y, cuando precisa­mente se iba lamentando de la carencia de tenores, oyó uno que cantaba en una .huerta próxima, bien ajeno al deleite que hacia sentir al gran maestro navarro, que exclamó:

—;Qué voz tan hermosal Vamos a ver quién canta.

Era un muchacho que regaba la huerta. Has t a tal punto le l lamó la atención, que dijo a M a y a : —Cítalo al Orfeón para el domingo próximo, para que yo

le oiga y le someta a mi gusto a algunas pruebas.

Maya contestó: —Llevaré otro tenor que me parece ría de agradarle aún

más que éste. Su voz es magnífica, varonil. Y, en efecto, el domingo se reunieron en el Orfeón, el

huertano, Gayarre, Maya y Eslava. Probadas ambas voces, Eslava dijo a Gayarre : {

—Tiene la cara tosca, pero condiciones admirables de voz. Vamos a hacer que la Diputación de Navarra le pensione para llevarle a Madrid.

La pensión fué lograda por Eslava, Maya y Conrado Gar-cía, único almacenista de pianos y música de Pamplona, en­tusiasta y competente en arte.

U N O R F E Ó N E S T U P E N D O

Los muchachos de Lumbier le a Pamplona?" Al fin se decidió, logrando el ingreso en la gran fundición de Pinaquí, establecida a orillas del Arga, fue­ra de la muralla. Allí vivía en una especie de albergue para todos ¡os obreros, destacándose entre ellos por morigerado y sin expansiones. Después de cenar le invitaban sus compa­ñeros a subir a Pamplona a tener algún esparcimiento, y pre­feria quedarse en la fábrica y meterse en la cama a descan­sar. Transcurr idos seis meses, se decidió una noche a ir a U capital con sus compañeros de trabajo, muchos de los cuales pertenecían al Orfeón que fundó y dirigía el maestro don Joaquín Maya, institución que posteriormente fué base y fun­damento de los conciertos- famosos de San Fermín, a que asis­t ió varios años Sarasate. Sainf-Saens. estuvo en Pamplona en 1878 y quedó asombra disimo al escuchar una orquesta que, en t re otras obras suyas, ejecutó a la perfección " L a danse macabre" , que acababa de nacer y que se interpretó en Pam­plona antes que en Madrid. Saint-Saens abrazó a Maya en pleno escenario; Maya le cedió la batuta, y la orquesta sonó lo mismo.

Invitaban a Gayarn- ., |ii, subiera al Orfeón, donde los •obreros pasaban un par de horas, entonando coros, y se ne­gaba, sin tener ¡dea de lo que iucse una masa coral.

Una noche desistió de esta negativa, subió, y al entrar en la sala del Orfeón, vio que en casa contigua había una taber­na donde disputaban unos muchachos, propinándose una so-paipína tremenda.

Gayarre se encontró que hacían eso y no música, cogió su blusa y se volvió a la fábrica a emprender nueva etapa de vida morigerada.

Pasaron al fin estas malas Impresionen, volvió al Orfeón, le presentaron a Maya, y éste, después de probarle la voz, le colccó. en la cuerda de tcuores primeros, creyendo hab¿r hecho una gran conquista.

E N L A C U E R D A D E T E N O R E S P R I M E R O S

Cantó en esa cuerda apercebido de que su voz ae desta­caba entre 180 orfeonistas, y el maestro le hizo tomar parte como solista en las funciones del Teatro Principal, que boy se llama de Gayarre.

Lo primero que cantó en público fué el aria de Stradella. "P ie tá" , Sígnor". Para que saliera a escena, Maya le cedió un traje de americana negra, y cantó can voz sin educar, sin pulir, con algún rudimento de música y al oído. Maya le en­señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el traje d e su primera salida a escena, primer re t ra to de su vida, ha sido conservado por Maya como una reliquia. Aparece el gran tenor incipiente con rollo de papel de música en la

Gayarre profesó a Maya verdadero culto, y jamás dio al

P E N S I Ó N D E 6.01 R E A L E S

Pepe Elorrio y Gregorio Garjó.n, éste secretario del gran ar-tista, su tesorero, su hombre de confianza. El primer acto lo leyó Dámaso Zabala, y el segundo Larregla. Toda la ópe­ra fué leída y comentada. Los concurrentes cenaron aquella noche con Gayarre.

Durante la lectura de "Ote l lo" , ocurrió una escena cómica. Al oir "una bella, una bella". Andrés , el criado de Gayarre, creyó que pedían una bujía y se presentó con ella, siendo recibido con gran hilaridad. • «

En t iempo de Michelena cantó Gayarre setenta y dos no-ches en eJ Real, percibiendo mil duros una hora antes de

cada función.

.olvido que le sacó de la nada. Por aquellas feclias estaba 1 Panvploi

La pensión fué de 6.000 reales, al propio tiempo que la Diputación de Guipúzcoa la concedía de 4.000 pesetas a Asti-garaga, sereno de Eibar.

En Madrid aprendió canto Gayarre con el marqués de ' - .nuil . |ii: interpretó, como tenor de ópera, y en palacio, en tiempo de Isabel I I , las de Arrieta, tituladas " I ldegonda" y " L a Conquista de Granada" . La primera se había cantado en Milán.

El marqués, en el mundo artístico, usó el nombre de "F lav io" .

En el Conservatorio continuó Gayarre el estudio de sol­feo con el maestro Gainza, también navarro.

!•:. ni 1-la del café Zaragoza, en la plaza de A n tón Martín.

• •arre no tenía más que la pensión, iba todas las UOOhes al café a reunirse con Gainza, y compartían el "bis-; i l . ' de la cena como dos amigos del alma.

Deseando hacer alguna prueba de teatro y aprovechando las vacaciones de verano, Ca ima y Gayarre organizaron una compañía. Gayarre conocía varia sobras por haber sido co­rista en la Zarzuela en tiempo de Gaztambide. Cantó Gaya­rre "Marina" , en Tudela, de Navarra. Dirigía Gainza. La Compañía era tan deficiente y estaba tan falta de decorado y elementos que, después de correr esta aventura, los art is­tas salieron huidos. Gayarre lo recordaba como una graciosa odisea, la más graciosa de su vida, un desastre completo, sin pagar, a píe.

M A D R I D - M I L A N

La Diputación de Navarra, alentada por Eslava, trasladó a Gayarre la pensión de Madrid a Milán. El gran atrista na­varro solía decir a menudo que todo lo debía a Maya y E s ­lava.

—Eslava—decía—me hizo cantante con sus sapientísimos consejos.

En Mii.'m aprendió cómo se mueven y se cantan las ópe­ras, siendo su profesor un maestro de coros. "Favor i t a " fué la obra primera que estudió.

En el teatro de la "Sca la" la cantaba Caponi y, habiéndose indispuesto, Gayarre se ofreció a substituirle gratui tamente. La empresa no se arriesgaba a aceptar el ofrecimiento; pero al fin cedió, porque Gayarre hizo gran hincapié. Se verificó un ensayo rapidísimo, y al oirle todos exclamaron:

— E s un gran tenor; hará gran efecto esta noche. Cantó "Favor i t a " y fué su revelación. Nada era Gayarre

a las ocho, y una hora más tarde, cuando había cantado la primera romanza, lo era todo: una aparición, un eneanto, un asombro. Llenó el mundo.

Vívia en Madrid cuando se estrenó "Ote l lo" . La casa Ricordí le envió la pariitura, Gayarre dijo a Larregla;

—El domingo, que no canto, Zabalza y tú la leeréis. En casa de Gayarre. y a las cinco de la tarde, ¡

G A Y A R R E , P A R A D Ó J I C A M E N T E , A G R A D E C Í A Q U E

L E H U B I E R A N T R A T A D O M A L E N L U M B I E R

Todos los veranos marchaba a Ronca!. El viaje era mo­lesto de veras. Se hacia en coche y duraba todo un día. En Lumbier se detenía para comer, y siempre 'llevaba algún ob­sequio a la mujer de Quilliri, su primer maestro herrero.

—Esta mujer me daba poco de comer—decía Gayarre—, y le debo no poco de lo que soy. Si me hubiera al imentado bien, de Lumbier no hubiera salido.

A'lguna vez fué a Lumbier cotí Vicente Andrés, dentista rico ib; Valentía. Se hospedaba '¡1 la fonda Érente a la cuaJ hay mi gran halcón corrido. Viéndolo, exclamó Gayarre :

—rSí me dieran un duro que di en él! Siembre que pasaba por Pamplona era su primera visita

para Maya, 6U protector y maestro. Murió don Hilarión Eslava, en 1877, f P«ffl

hacerle grandes funerales con el concurso del Orfeón y or­questa, bajo la diestra batuta de Maya. Invitaron a Gayarre, y no acudió, sin duda, por no consentírselo su^ compromi­sos con Emjn v enojó, creyendo que debió ir y dejarlo todo. El gran artista deseaba la reconciliación, y un día escribió a Maya:

"Es toy dispuesto a ir a Pamplona y tomar parte en los conciertos. Cantaré cuanto mis paisanos quieran."

A Pamplona fué, y. desde el balcón de la fonda de Europa, cantó "Guernikako arbola" y la romanza de " U m pleito", de Gaztumbide, " L o s impulsos del querer". Cantó en los cuatro conciertos matinales i n • .. paisanos, y en el

último, el "Ave María", de Gounod; tocando Sarasate el pre­

ludio y acompañando Zabalza al piano y Guelbenzu el amio-

(Continúa en la pág . a )

niillll • : IIIHÍ;.: . ' : • : • '

-t=H-ari"rq

L U I S C A P D E V I L A

El ex bohemio que pasea su triunfo y su panza abur­

guesada por esas Ramblas. Nosotros nos alegramos

de ambas cosas. Del triunfo, porque lo merece. V de

la panza, porque es un síntoma agradable, aunque

vaya en detrimento de la línea. ¡Capdevila, eres

grande!

Page 2: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

2 — EL E S C Á N D A L O

•mnFim"iipiinif|ffl»iinwM||imii itmnnmi mm mi mu ?rriiiimmmiiinftnniiiTninnimminnniiiinHniiinmninfmiMiUL"iiJ 111 [IEÍJ I I r,. u n a u lililí i n n

LOS HOMBRES Y LAS COSAS ¡ InnHnmuiinuuiiiiiui; . : m m MiuiMdHniwniiiHH wmmwm^ =. -: i LH J J i HESHIII JJIIIIIHUI II J jf EiiiinxuiiiuiuiiiiinMiuiiuuiiiiiJMiiiiuiHiiiiEuiiii 11 n J J I : • . ••• M A i u u i i i m i i i i n a a m g r a i

¿Se preocupa el Ayuntamiento de la ciudad?

Pucherazos

!Vamos a ver si es verdad! Durante la ausencia del alcalde barón de Viver, y leyen­

do la reseña de la última reunión de la Comisión Permanente del Ayuntamiento, hemos visto que éste se preocupa en g rado sumo de todo cuanto se refiere al ornato de la ciudad, con­fiada a su administración y desarrollo.

Somos, sin embargo, espíritus escépticos, y muchas veces desconfiamos de impulsos altruistas que son humo de fogata sin consistencia ni base que los haga perennes y dignos de encomio. De ahí la interrogante del titulo que precede a estaj lineas.

Porque ai fuera verdad que el Ayuntamiento se preocupa del ornato de nuestra ciudad ¿cómo iba a permitir que en la fachada de la iglesia de San Jaime, en calle tan céntrica como la de Fernando y tan próxima a la Casa Consistorial, hubiera instaladas dos vitrinas de otros tantos fotógrafos, que serán todo lo artísticas y comerciales que ustedes quieran—con Na­poleón, vencedor en cien combates no nos atrevemos—pero que son un atentado de lesa estética?

No pretendemos, al formular nuestra queja ser origina­les. Varias veces, en diarios de Barcelona y de Madrid se h a expresado análoga anomalía. ¡ E s admisible que sobre la fa­chada de un templo, de definido estilo, se coloquen dos vitri­nas de pseudo-caoba para atraer la atención del público hacia la conveniencia de retratarse al terminar de oír la epístola d e San Pablo o cuando la esposa ha dado a luz el octavo vastago?

Desde luego, no. Y, como la queja se ha repetido, nos pre­guntamos nosotros: ¡es que la iglesia de San Jaime usu­fructúa la bula de Meco o es que los ediles no ven el ho­r rendo a tentado contra la belleza que los extranjeros—llega­dos de tierras ajenas y lejanas—«ornentan sabrosamente al pr imer golpe de vista?

En ambos casos el hecho es lamentable y esperamos que tenga pronto remedio ya que, según se nos intenta hacer creer, este Ayuntamiento se preocupa en grado sumo de la belleza de la ciudad.

Confiamos en un pronto remedio. N o creemos que ocu­rrirá lo mismo que con el puesto de melones de la Puerta de 1.. ' a i que hace exclamar a los turistas extranjeros que arriban a Barcelona:

—No estábamos equivocados: jEspaña es un país de me­

n i n a ! d é l a pág . i )

nium. i Divino momento musical 1 Lo dirigió ( re», más conocido por "Perec i to" , como maestro de la So­ciedad de Conciertos. Cantó además Gayarre las dos roman­zas de "Favor i t a" , la de "Afr icana"" , " O h , Paradiso!" , la de " D o n Sebastián", el aria de Stradella, en fin, el delirio.

U N R O T U N D O Y S E C O ¡ B I E N I

E n el Orfeón habla un obrero llamado Pío, muy amigo de Gayarre y tenor m á s antiguo que ¿1.

Cuando cantaba, Julián le decía: — ¡ Q u é te ha parecido? —Bien—le contestaba lisa y l lanamente. Sin duda le creta más y pensaba que aún estaba Gayarre

como en el Orfeón. Es to hacía mucha gracia al g ran tenor navarro, que le invitaba a comer con la más sencilla y cari-Sosa familiaridad.

"F ra scue lo" era mu yamigo del gran tenor. Cuando en 1890 murió Gayarre y sus restos fueron lleva­

dos a Roncal, el cortejo fúnebre hizo noche en Lumbier. Loa muchachos que fueron sus compañeros velaron el cadáver y lo escoltaron hasta su última morada.

H e convivido algunas tardes con Gayarre en San Sebas­t ián , durante los últ imos veranos de su existencia, hal lándose en el apogeo de su gloria.

Larregla me babló de la delectación que había sentido oyendo una vea a Gayarre cantar el aria de Stradella, acom­pañado por el Orfeón de Pamplona a boca cerrada.

— E l conjunto—decía—era admirable, sobrenatural , di­vino.

B L A S A G U I L A R .

ESTE NUMERO HA SIDO PASADO POR LA PREVIA

CENSURA GUBERNATIVA

(Al estilo de "Amores y amoríos". f

1 'hortera murciano,

sin igual. E ra fatuo y orguHos petulante y lujuriosi

Intr igante y embustero, procediendo siempre ar tero

y con doblez, engañó a cien cupletistas, cíen autores, cien cronistas

a la vez. 8

Al arrimo de un maestro le siguió audaz y diestro

su compás. Y triunfó decentemente una vez tan solamente

¡nada más! O

Mas notó con amargura que la gloria poco dura

bajo el sol. Y se le importó un petate hacer dulce y chocolate

en un perol.

que Oh el semestre casi exacto

[oliendo torrefacto se pasó!

Oh . las cursis poesías • las muchas tonterías

que escribió I

En los días del invierno las negruras del Averno

vio llegar, al notar que aquello escrito por un sitio que no cito

se fué al mar.

tt Con la bilis en el alma ya no quiso ser t

Tenedor . Y corriendo tras la Gloria

1 vueltas a la noria

n

1 calma

dio <

A sus nobles enemigos les llamó otra vez amigos;

les buscó. Por borrar recelo y dudas como a Cristo hiciera Judas ;

les besó.

8 Una noche le aplaudieron y sus fueros se crecieron

de raíz. Sin pensar que se aplaudía a la bella melodía

iqué infeliz!

En su afán de poderío pensó hacer a su albedrío

un cuartel. Y que fueran los autores sus esclavos e inferiores

para él.

a [Pobre vate de secano! iMal poeta y buen murciano!

¡dónde vas? ¡ N o comprendes criatura? que la gloria poco dura

dónde estás?

tt

¡ N o es mejor para honor t u y *

que no tengas ese orgullo

t a n a t roz? Pues con él tanto te creces que por él sueltas a veces

PARA PASAR EL RATO

Consejos del hombre más viejo del mundo

" N o os caséis nunca antes de tener sesenta años de edad. Comed mucho, pero siempre alimentos condimentados con sen­cillez; bebed un poco de alcohol cada día; no levantaos de la cama demasiado pronto; no gastéis vestidos de noche en la cama y, sobre todo, no es deis mal ra to por nada ,"

Así habal el hombre más viejo d d mundo cmf cmfify Así habla Wil l iam Smith, el hombre más viejo del mundo,

que nació en Saintfield, cerca de Beufast, el 3 de enero de r8oi, y que, por lo tanto, ha celebrado ya el 125 aniversario de su nacimiento.

El citado anciano vive en una cabana ruinosa de Dromara , cori'dado de Down (Uls t e r ) , y sus únicos recursos consisten en los diez chelines que percibe semanalrnente a título de pen­sionado de la vejez.

Muy locuaz Smith, ha dicho a un periodista que le ha vi­si tado: N o me casé hasta haber cumplido sesenta y tres años ú? edad, y toda mi experiencia de la vida no ha sido bas tante 1 ara hacer la felicidad del hogar. No se puede imaginar usted, en efecto, lo difícil que es contentar a una mujer. A este p r o ­pósito reciba usted este consejo: A las mujeres, déjelas usted hacer lo que quieran hacer, ya que de todas maneras, sea como sea, lo harán.

Hace ya muchos años que mi pobre compañera murió, y mi única hija vive en Escocia. Yo llevo una existencia solitaria, que he aprovechado como una especie de retorno a la verda­dera vida de la Naturaleza, y llevando el menor número posi­ble de prendas de vestir. Y le aseguro que una de las cosas más sanas que h a y es meterse en la cama compíetamentc desnudo.

Jamás me levanto antes de las nueve de la mañana, y mí principa! al imento consiste en cocimiento de avena, un ipoco de leche, patatas cocidas y de vez en vez, una taza de té . Ade­más, le aseguro que beberse un gran vaso de agua fría ante» de acostarse, es un sepuro eficnz contra 1H llamada del medico

La pipa del viejo.—.La principal distracción de Wil l iam Smith es fumar en su pipa, y, según é¿ dice, consti tuye un gran consuelo en la vida, y por eso la usa constantemente.

Hace unos cuantos años bebía muoho ron, y era fama qu resistia más que diez hombres jun tos . Pe ro ahora, el único ex­ceso que se permite el centenario, es beberse una botella de cerveza negra los viernss, que es el día en que cobra su mo­desta pensión. —Me es imposible—dice con tono patético— poder beber más .

Los años no han debilitado mucho la metnoria de! anciano. Cuando la batalla de Water loo tenia catorce años, y recuerda que por t r e s veces pretendió alistarse en el Ejército de VVell-ington, para poder ver a Boney {diminutivo de Bonapar te) . Como Mandes que soy—agrega—sentía mucha simpatía hacia el emperador de Francia, aunque era nuestro enemigo. Cuando fué vencido en Waterloo, yo lajnenté la derrota.

La vida moderna.—Me parece que vivo en t re locos. Obser­vad como visten las mujeres. Sí en mi tiempo hubieran llevado faldas tan cortas como ahora, se les habría lapidado. M e siento casi dichoso con no tener que volverme a casar, pues yo no querría a ninguna de ellas.

El centenario se da perfecta cuenta de que le quedan po­cos días de vida, y d ice: Será preciso que dent ro de pocos días me vaya definitivamente, pero me voy satisfecho, ya que se me ha permitido vivir más que a otros de mis contempo-

¿En q u é fundas tu soberbia? j P o r que muestras tu protervia

tan ruin? No presumas de grandeza, que está llena tu cabeza

de serrín. tt

¿Qué pretendes? ¿con qué sueñas j P o r qué soberbio te empeñas

en llegar? jQuién te alienta? ;qn¡én te empuja? jPo r qué dejaste la aguja

y el telar I tt

Vuélvete pronto a tus lares y abandona los cantares

por tu bien. Que te den all í la gloria y el laurel de la victoria,

¡que te déu !

Page 3: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

E L E S CA N D A L O —3

fe RITK \ \ C O M E N T A R I O S | Lo ingenioso, lo absurdo y lo pintoresco

Anécdotas sucedidos [y otros excesos

Uno de los más célebres doctores en dentistería en Es-pana y en el extranjero, es el doctor don Florestán Aguilar, dentista de cámara de las cortes de España, de Austria y de Alemania, cuando había cortes en los imperios centrales.

Al doctor Aguilar le ocurrió en Madrid un curioso inci­dente. Iba a operar de una afección bucal a un señor, coronel del ejército, que habí* demostrado su valor en mil ocasiones. Sin embargo, aquel bravo guerrero que se había jugado la vida en cien distintas ocasiones, mostraba un pánico feroz ante la actuación del dentista. Tan visible era su temor que «1 doctor Aguilar hubo de decirle:

—¡Por Dios, mi coronel, que no es para tantol Aquellas palabras de duda acerca de su valor hicieron reac­

cionar al bravo coronel:

—¡Que se retiren las ayudantasi—dijo—. [Ahora verá us­ted de lo que soy capaz!

A una seña del doctor desaparecieron las ayudantas—dos lindas muchachas de formas abundantes y rostros encanta­dores—y el coronel, tranquilo y confiado ya, se echó abajo los pantalones, con el aditamento obligado de los calzoncillos y enseñó ai doctor Aguilar una extensa cicatriz que le par­tía, "por gala en dos" , una de las más carnosas partes de su persona.

—¿Y ahora—, dijo fieramente orsulloso—¿cree usted que puedo asustarme porque vaya usted a meterme en la boca unas pinzas aceradas?

El doctor Aguilar, que al ver el gesto desenvuelto e invi-tativo del coronel, había permanecido en una actitud de pru­dente reserva, no tuvo inconveniente en declarar, ante el pa­norama de desolación anatómica que había contemplado, que el coronel era un bravo.

a Yo he leido hace años el siguiente parte de la policía: "Procedente de X han llegado los obispos de Madrid-

Alcalá y de Sión".

Y añadía el par te : " iAh] Se me olvidaba: H a llegado otro "pre lado" : Ra­

fael González "Machaqui to" . tt

Cuando Ezequiel Endériz fué a Melilla enviado por " L a Libertad", dorante la campaña que siguió al desastre de 1921, fué acogido con el afecto que se merece un hombre como él, efusivo y cordial.

Bien pronto nos dimos cuenta todos los corresponsales de guerra de que Ezequiel telegrafiaba más pidiendo fondos a su periódico que relatando hazañas de nuestras tropas. Y en vis­ta de ello le cantábamos la siguiente canción, con música del absurdo y popular cuplé "Diego M o n t e s " :

"Ezequiel Endériz es un famoso guerrillero

de roca tiene el pecho, y el aspecto fiero.

Telegrafiando a la administración,

no parece un guerri l lero:

Es un león".

Cuando en la administración de " L a Liber tad" se ente­

raron de esta canción no le enviaron ni una peseta.

n Manolo Fernández—tipo de fresco tan explotado por Mu­

ñoz Seca y por otros autores que le siguen devotamente—me contó la anécdota que voy a tener el gusto de referir a us­tedes.

Est renaba—¡será esto verdad?—el gran Manolo una re­vista en América. Apenas se había levantado el telón, a la protagonista, que era la tiple, se le cayeron las faldas, lu­ciendo unas enaguas que parecían un mapa-mundi. El pú­blico río, como era consiguiente, no tanto por la ocurrencia cuanto por la limpieza discutible de las enaguas de la tiple.

Después de aquel incidente la obra iba al foso y, Mano­lo—al que representan en la Argentina subido en una pirá­mide de hielo—vio su obra en peligro. Dispuesto a que el

zumbi no se oyera en las islas Bermudas, ordenó que cayera el telón, minutos después de caerle la falda a la tiple, y, a telón corrido salió y se enfrentó con el publico:

—Respetables señoras y señores—dijo al auditorio—. Yo no soy modisto; no soy más que un autor modestísimo. No tengo, por lo tanto, culpa de que a la tiple s e le haya caído la falda por llevarla mal sujeta. Como comprendo que ese incidente ha constituido para ustedes un motivo de jolgorio y de justa alegría, voy a dejar que pasen unos minutos para que ustedes se expansionen y después haré que levanten el telón y vuelvan ustedes a ver la obra nuevamente desde su principio.

El público rió cuanto le vino en gana y, cuando terminó, Manolo ordenó que se levantara el telón y comenzó de nuevo la representación.

Has ta aquí lo que me refirió Manolo Fernández. Yo creo que lo había soñado y que se despertó antes de tiempo, por­que si no me hubiera referido otros sabrosos incidentes.

L U I S M A S C I A S .

«Voces clamabant in deserto»

"Todo está igual, parece que fué ayer"

En nuestro número pasado señalábamos el abuso que re­presenta vender a veinte céntimos de peseta los periódicos franceses que cuestan veinte céntimos de franco, y señalába­mos la anomalía, el despojo, el robo más bien, que implica que, cuando el franco está alto hayamos de pagar la diferen­cia del cambio.

Nos dirigíamos la pasada semana a 'as autoridades, y por lo visto, nuestra modesta voz no ha hal lado eco.

Nosotros, amigos, somos españoles. No aspiramos—|Dios nos libre!—a la Legión de Honor i , que se va ya desacredi­tando, pues en Francia han sido detenidos y encarcelados es­pías que la poseían, y por lo tanto defendemos intereses del público, y como consecuencia de los españoles.

No se puede consentir que, porque un señor sea francés y arras t re las erres al hablar nuestro idioma y tenga un cón­sul que lo defienda, nos esté haciendo víctimas de un timo, por mucha autoridad que pretenda tener, porque su capital sea "el cerebro de Europa" .

Admiramos a Francia en muchos aspectos, pero no admi­ramos, ni admiraremos nunca, a los expatriados de tan gran nación -que pretendan—amparados en su bandera—hacernos víctimas de un despojo. Es tamos dispuestos a crear un con­flicto público con tal de hallar justicia. ¿El franco está más bajo que nuestra peseta? Pues pagaremos con arreglo al cam­bio y ¡veremos lo que pasal

Si las autoridades tienen noticia de que un ciudadano es­pañol, con cédula de vecindad, sin antecedentes penales, y con solvencia moral y material se niega a pagar los francos como si fueran pesetas y se resiste a ser la víctima propiciatoria de un robo, sepan que ese ciudadano español soy yo.

J U L I O R E C I O .

P O R Q U E S E P U E D E

"El Escándalo'' está en el Candelero

Señores, esto se está poniendo bueno. Si quisiéramos enriquecernos no tendríamos que hacer si

no cotizar las plazas de colaboradores de nuestro periódico. Porque escribir en E L E S C Á N D A L O y triunfar, todo

No sabemos por qué extraña coincidencia, a toda nuestra gente le ha dado por hacer cosas grandes estos días.

Y nos están largando cada bombo y cada ovación que tiembla el firmamento.

Comenzó Ángel Marsá publicando una novelita magní­fica, titulada " L o s cuatro puntos cardinales".

Éxito editorial. Éxito de crítica. Banquete. Ovaciones. Y

Siguió Ángel Samblancat—»van dos ángeles—con su libro "Con el corazón extasiado". Miles de ejemplares que se venden, bombos que le atizan, elogios que le largan, etcétera, etcétera. . .

Después, en una misma noche, han estrenado Luis Capde­vila, Francisco Madrid y Braulio Solsona, y han triunfado espléndidamente.

Capdevila, el gran Capdevila, estrenó en el Nuevo "Cançó d'amor i de guerra". Exitazo. Bombazos. Ovaciones. Discur­sos. Apoteosis triunfal.

Madrid y Solsona han colaborado con Manuel Sugrafies —el " a m o " de las revistas—en ese magnífico espectáculo que se titula " O u i - O u i " y que se ha llevado de calle a todas las revistas habidas y por haber. También se han hartado de co­sechar palmas y elogios.

¿Qué más? ¡Ahí Se nos olvidaba: Eduardo Sanjuán está escribiendo una novela. Todavía no la ha terminado. Y ya el editor le ha adelantado dinero para que se haga un traje pri­maveral, que quita la cabeza. Eso es tener confianza en el éxito inminente. Sanjuán, desde que lleva, el traje nuevo, pasea todas las mañanas por el Paseo de Gracia y toma el te en un restorán elegante.

(Asi da gusto, señores! Decididamente, en vista de cómo se están poniendo las

cosas, cara colaborar en E L E S C Á N D A L O , va a ser preciso pagar a cien pesetas la línea.

El que quiera alternar, que se gaste el dinero.

COCKTAIL Por salvar la vida a Estévez y su mecánico han pere­

cido dos aviadores ingleses.

¡Para que luego diga Luis Calvo que los ingleses no tie­

nen buen corazón 1

8

Adrián Gual ha dado una conferencia sobre escenografia.

T u v o un éxito.

Para estas cosas de escenografía Gual se pinta sólo.

a Tórtola Valencia anuncia BU debut en el Goya. Nos parece muy oportuno que Tórtola venga en tiemipo

de veda.

» Los pasados días estuvo en Barcelona una comisión de

militares portugueses que fueron muy agasajados.

El programa de obsequios fué extensísimo. Sin embargo, hubo una omisión imperdonable.

La del timo. Porque aquí, en nuestra ciudad, se practica con gran maes­

tría el t imo del portugués.

a

Y una vez puestos a hablar del t imo del portugués, no nos resistimos a dar una lista de personas que lo realizan con éxito completo. Allá va la lista:

La Moños. Emiliano Iglesias.

Lerroux. Zamora. Tana Lluro. Su marido. Mi Han (el maestro y bello por naturaleza). Jackson.

Vallejo, Luis Calvo (que habla mal del anter ior) . Manolo Fernández (que habla mal del anterior) . Velasco (el de las revistas de "camelo" ) . Vera-Verganí. Mestres. Escofet.

Su adlátere Calvet. Ribé,

La compañía de autobuses. La de Tranvias.

Otras muchas compañías que no mencionamos por no ha­cer larfja la lista.

Ribera-Rovira.

El cretino de Rodríguez Codolá. Pou de Barros. El director de la Caja de Pensiones para la Vejez.

Y otros muchos que la Censura no nos permitiría incluir en la lista. Claro está que el timo del portugués que reali­zan los señores y entidades mencionados no es el clásico, pero en otros terrenos se le parece bastante.

Hemos dado lista y hemos descansado. Es natural que no hemos descansado excesivamente, porque nos queda una segunda edición mucho más larga y hasta que no la demos a luz, nuestra satisfacción no será completa.

a

Eduardo Sanjuan ha estrenado un traje.

El que ha dejado de servir ha hecho catorce años de eer-vicio permanente. Estaba nuevecito.

Parece que por un precio módico lo ha adquirido Francisco Aldaz, para los domingos.

« Prepárense para la próxima semana. H a y un acontecimien­

to as t ronómico: el eclipse de una estrella. ¿De qué? j D e varietés?

a

Los deportistas están muy contentos. Especialmente los del Español. Están hinchándose de ganar dinero.

Naturalmente que no hablamos de los "amateurs" .

a

El señor Cambó viaja por Europa. La situación política está que arde.

Y es que aunque guardemos el secreto, el señor Cambó ¡lleva la negra !

Page 4: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

4 — E L E S C Á N D A L O

Elogio de la otoñal Mujeres en el otoño de la vida, "crepusculares" apete­

cibles jamonas, expertas y sabias en esa ciencia infusa del amor por horas, el amor razonado, justipreciado, sin com­plicaciones sentimentales ni trabacuentas filosóficas: sois dignas, por muchos conceptos, de plinto y aun de la co­lumna miliaria.

Yo, a falta de piedra, esculpiré vuestros nombres en esta página que os consagra quien todavía no delinque per­siguiendo a las "tobilleras", ni tirando pellizcos, en las plataformas de los tranvías, a ingenuas más o menos li­bertinas.

Vosotras, Jas desengañadas, más no agotadas. Jas de curvas ennoblecidas o deprimidas, las bien sazonadas, ape­titosas y sabrosas, codiciables e insaciables, maestras en el difici! arte de la persuasión, catedráticas de la mirada prometedora de lúbricos paraísos en la tarde de vuestra existencia, merecéis esta doble página de EL ESCÁN­DALO.

¿Qué valen, comparadas con vosotras las apenas ini­ciadas, las novicias ignorantes, las adolescentes insípidas o "ingenua.-; perversas", carne en agraz, goce en capullo?

La capacidad de amar tarda en envejecer. Se ama, un kfto, d un minuto, constantemente renovados, durante toda la existencia. Niñón de Leuclús amó hasta los sesenta años; la marquesa de Guatz, en plena madurez hizo feliz al gran Prior de Francia en tiempos de Enrique III. La carne que declina abrasa más. Vosotras aun calcináis, aun incineráis...

¿Cómo no consagraros, mujeres sin juventud, pero hermosas y deleitosas, dulces como racimos e higos de oto­ño, fragantes como las rosas a la hora del crepúsculo ves­pertino ?

En vosotras lia grabado la vida innumerables tragedias y ha historiado el amor todas sus fases.

Permitid .fue haga vuestra historia quien, enamorado del Amor, al igual del viejo de Planto, como vosotras, del amor se ríe...

La dama-murciélago . mujer ésta, mujer-enigma que ambula, avizo-

i bruja del atardecer, decidida a la aven­tura, e n algo inquietador e inconfundible que nos cautiva, que nos desvía de nuestro derrotero!

Esta mujer un poco fría, aunque no tanto como la pie­dra de los ídolos, tiene el espíritu "hoffmanesco".

Alguien le ha puesto \w\ nombre: "la dama-murcié-hgo".

Hay en ella algo de tragedia griega, de folletín trucu­lento, de película por series.

rostro moreno egipcio recuerda el de Claudina Pe­laire, una Polaire con los ojos llenos de significaciones. Pero es hermosa, espléndida, opulenta.

Sale a la hora del ocaso, en busca del "acaso". Yo fui un anochecer, el "acaso" de esta "lunática".

Al remontar las Ramblas me crucé con ella, y su mirada penetrante, perforante, desgarrante, me dejó como cribado.

1 a abordé en el acto, con audacia de corsario, con esa an far roña de los que nos echamos, como Atlante,

el mundo a las espaldas, y ella, sin inmutarse, balbuceó sp reproche:

—Advierto a usted, caballero... —-Si. ya sé lo que va a decirme: que me he "colado",

que es usted una señora digna. •—Efectivamente. —Pues por lo mismo, hago a usted el amor así, de so­

petón. ;t boca de jarro. —Con trabuco ¿ no ?—dijo, abocetando una sonrisa des-

concertanle.

Con cañón de grueso calibre, si usted lo prefiere... Total; que llegamos a un acuerdo... y poco después

llegábamos a casa de "una amiga" de "la murciélago". —Oye—advirtióme, apeando el tratamiento, a la vez

que ascendíamos ¡>or la escalera—: me molestaría que me juzgaras liviana, que me creyeras una "profesional".

\ ' •. no—rechacé—: en modo alguno. Tú eres una tenora digna.

— Y un poco enigmática, aunque autoritaria. De ahí, que imponga condiciones.

—Vengan. —La habitación ha de estar completamente a obscuras. —Bueno.

además, le prohibo que hables. Bueno Cambien.

-Es una rareza, una mania, si quieres; pero única-mentfl asi consiento.

No era muy seductora l.i perspectiva; más ¿qué iba a hacer yo?

Me ruraia como los abismos la inquietante mujer de los BJ08 de luto, del alma de luto.

(.'uniu des luz- añadió en tono de amenaza—te es­trangulo.

V '••! sus pupilas lahories, Fulguró una llama. —Nada-— pensen—; el Destino siempre la reserva a

L A S P E Q U E Ñ A S T R A G E D I A S mujer que creímos haber poseído fué realmente la some­tida?

Yo no podré asegurar nunca si la que me hizo unos momentos feliz, fué la "dama-murciélago", sobre afirmar­lo ella.

Ya en la calle se justificó: —Perdona, chico—díjome— esta rareza mía. Pero los

hombres, en calzoncillos ¡estáis tan ridículos!... —¿Eh? ¿Cómo lo sabes tú? —Por lo grotesco que me parece asi mi marido. —¡Cómo! ¿Eres casada? —Y con hijos, "nene"; con hijos ya talluditos... Aho-

LOS "TRUCOS"

P E D R

Miradla : con cara de espanto, deprimida, claudicante, ve alejarse para siempre el bello fantasma de la

juventud

uno Mirpresas. j ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ H Obedecí en todo. ¿Vosotros sabéis el suplicio que es

"amar" en tinieblas, quedar siempre en la duda de si la

ra te explicarás por qué salgo a la hora de los murciéla­gos... Por ellos, sólo por ellos que tienen derecho a la vi­da... ¡Y cuesta tanto vivir!...

Hombres; aliviad, aunque sea a obscuras, la tragedia de esta mujer que vive cada día "su folletín". La "dama-murciélago" revolotea por la Rambla de Canaletas, por la calle de Pelayo, por la calle de Escudíllers. Ella, en pago, os dará unos minutos de felicidad, de la felicidad que puede proporcionar una mujer en tinieblas, que vive en perpetua noche.

La jamona inverosímil Verdaderamente resulta paradójica una jamona del­

gada. Y, sin embargo, todos la conocéis. Por ahí anda, espec­

tral, fantasmal. Hasta su nombre es delgado, buido: se llama Cinta. Yo quise verla sin sedas ni pieles. ¡ Qué flaca, qué escuálida, qué descarnada, qué ósea,

qué esquelética la encontré. —No te gusto ¿ verdad ?—me preguntó, clavando en

mí los puñales de sus ojos. Y exhalando un suspiro, añadió, apesadumbrada : •—Pensé que no tenias, como todos, alma de salchi­

chero ! Cinta en esto no se equivocó. Yo no me pierdo por las

adiposidades íucontenidas. ¡Mr los desbordamientos exul­tantes de la carne. Ahora, que tampoco siento predilección por abrazarme a una gavilla de huesos.

—A esta mujer—pensé al verla tan osificada—se le des­encajarán, en el período álgido, todas las vértebras.

Mas ella tenía un recurso; contaba con un poderoso afrodisíaco.

—A ver si así te gusto más—dijo. Y desnudóse la madeja de sus cabellos áureos que, li­

bres de las horquillas, cayeron como cascada de oro sobre toda ella, cubriéndola por entero, vistiéndola de fulgen-cias.

En la mujer se ofrece de una manera peregrina el don de las compensaciones. Así, esta "otoñal" inverosímilmen­te delgada, inapta para el difícil arte de seducir por caren­cia absoluta de pompa, de magnificencia carnal, poseía un encanto, acaso el mayor encanto: una admirable cabellera que hubiera envidiado la pecadora de Hagdala. ¡Oh, ca­belleras profusas y aromadas, que nos hacéis perder el juicio!...

—¡ Divina !-—exclamé, envolviendo su osamenta con el manto sedeño y fulgente de sus cabellos, que besé, que mordí, que enmarañé.

E LAS JAMONAS IR:

N I M I O

Tuvo ¿ cómo no ? su minuto imbécil e inevitable, el mi­nuto que engendra la curva de muchas niñas más imbé­ciles todavía. Mas la muchacha, al revés de la del tango, no rodó". Fué por uno de esos ramalazos de la suerte la querida de un burgués repentizado, de uno de esos bur­gueses pertenecientes a la raza caballar o asnal.

[.aura se dejó brutalizar un poco cada noche por el "as­no de oro" hasta que éste, después de babear, de hozar, de rebuznar sobre la carne vibrante y palpitante de "su amiga", le soltó, com obuen jumento, la coz apoteòsica.

—Ya ves—terminó con trémula voz—: ¡ahora, "pa-pillona"!

Me invitó a ir a su casa. ¡ Sentía tal necesidad de que la "alegrasen" de que la "desinfectasen"!...

I.a habitación, en una semioscuridíid anilina, dijérase alumbrada por la luna en menguante.

Hablamos poco. A los dos nos invadía por igual la tristeza, una tristeza infinita.

Laura se fué desvistiendo detrás de un biombo raído. Mostróse después a mis ojos completamente desnuda. Pa-

La que se cree perversa

Tiene ojos de antílope, es un poco "lisa", si bien posee unas piernas prodigiosas, maravillosas, encalabrinantes; viste traje de levita y lleva el cogotito rapado, afeitado.

La habréis visto en el Royal, en el Salón Doré de la Gran ja.,,

Parece la princesa desdén, una soberana altiva. No es más que un animaíejo arisco, que mira despreciativamente a los hombres, que les gruñe, que les acribilla con impre­caciones.

Sin embargo, a veces, "se digna acompañaros". Clau­dica "condicionalmente" : esto es, comprometiéndoos a que todos los besos que pudierais depositar en su boca, ele la-

He aquí ¡a belleza magnifica y abundante de las »fi¡">s, d.

Cinta palmoteo jubilosa, y hasta me pareció que adqui­rían redondez sus formas exhaustas.

¿Hay que decir que vivimos los dos nuestra hora de máxima voluptuosidad?... Fué algo macabro nuestro des­posorio, pero ¡qué intenso!

—¡Qué desgracia, chico!-—murmuró—. Ahora ya no podrás quererme.

—¿Por qué?

—Porque anoche precisamente, ¿sabes? un bárbaro, un "lunático" que se enamoró de mi cabellera, ofrecióme por ella, si consentía en cortármela, sesenta duros.

—¿Y tú?... —¿Qué iba a hacer, si estaba "a dos velas"? Cinta ha quedado horrible. ¡Y es ahora, precisamente, cuando más ansiaba sentir

crepitar sus huesos y retestinar su piel! ¡Qué liñuda tragedia la de esta jamona-inverosímil!

La que huele a burgués Fué una noche en el "cabaret". er¡ c;;a alta hora en

que todo, al otro lado de las vidrieras y de las cortinas en­cubridoras, palidece, se enfría y silencia.

En el salón encendido, rutilante, unos animalejos semi-desnudos, enloquecidos de vanidad por sus joyas falsas / por sus sus carnes repalpadas, maceradas, bailaban sin rit­mo o bebían licores envenenados.

Una de aquellas "coribantes", la de más edad, Laura "la sensible", me habló, un poco borracha, confidencial­mente, melancólicamente de su "otra vida", de aquella época espléndida de querida bien pagada y bestializada.

Poniendo los ojos en blanco, tal que si fuese a cantar una romanza, me refirió que ella tenía, cuando era una vir­tud, embriagada el alma de amor, de ilusión, de no sabia qué. Pero los señoritos del pueblo no se atrevieron jamás a galantearla. ¡Y ella se moría de angustia y de fiebre, una fiebre que la abrasaba, que la consumia !

recia una estatua de un jardin abandonado a la caricia de plata del astro pálido.

Se dejó caer con indolencia sobre el lecho, y suplicó: —Alégrame un poco, anda. ¡Estoy tan triste! ¿Por

qué no me haces cosquillas, mordisqueándome? —¿En dónde?—inquirí. —En los sobacos. Xo hay olor más afrodisíaco que el de las axilas lim­

pias de mujer. Laura, aun siendo "papillona" se bañaba a diario; su

carne, recién lavada, olía bien: a nardos, a magnolias. Pero a mí me pareció que hedia a burgués, que apes­

taba todavía a "asno de oro", y... desafié el ridiculo. Me negué en redondo, después de olfatearla, a atender su ruego.

—¿Tú también? — exclamó, aterrada—-¿Tú también crees que huelo mal?...

Y rompió a llorar con hiposo llanto. Luego, pasado el arrechucho, cuando cesó en su llan­

tina, ordenó, imperativa: —Bebe.

—Mis lágrimas, estúpido. —¡ Nooo!... —¿Por qué? —Porque sabrán también a burgués... No obstante bebí; la hice cosquillas, con los dientes, en

las axilas. ¡Tiene uno tan poca voluntad!... Pero ¡os lo juro! conservo todavía el olor de Laura

"la sensible", un olor a caballo, a "asno de oro". ¡ Y es que aquel solipedo que babeó y hozó en el cuer­

po de la "papillona" salumió a ésta para siempre de ani­malidad, de esa animalidad burguesa, que es la peor.

El cuerpo de Laura, aun perfumado bien, siempre, síeaagre despedirá ese olor fétido de burgués, olor de es­tablo, olor de cochiquera...

El fuego de los insospechada

bios gordezuelos y húmedos, vayáis a posarlos en las mis­mísimas plantas de sus pies, menudos, limpios, fragantes.

Así, se da el gusto de propinaros una patada cuando lo tiene por conveniente..., que suele ser después de habe­ros "complacido" y llenado de insultos.

¡ Qué léxico el de esta jamona! Sus palabras son cántaros procaces, dentelladas de mu­

jer degradada y corrompida. —No dudes—me confesó una noche—de que yo ten­

go mi secreto. A los hombres—¡tan bestias todas!—hay que trataros brutalmente, cruelmente. Os gusta que una mujer os abofetee y os arañe sin dejar de pisotearos. ¿No te has dado cuenta de que mis palabrotas p ros t ib u lar i as, ?or> excitantes, ardientes como cantáridas? Sin este recur­so del que me valgo ¿crees que nadie me apetecería, me codiciaría?... ¿Y de qué iba a vivir yo?

—Si, sí—hube de reconocer—: tu "lunatismo" no con­siste en halagarnos, sino en espolearnos, en enardecernos con el revulsivo del insulto.

—¡Tú me has comprendido! A mi edad, hay que su­plir con el ingenio la falta de encantos... Yo soy, tú lo sabes, una vencida, una ex, que, sin aparecer perversa, tendría que desempeñar funciones de señorita de compa­ñía, ser más absurda todavía de lo que soy... ¡Los hom­bres!... ¡qué bestias!... Os gusta ser abofeteados, araña­dos, pisoteados por una mujer, por la mujer que os cuesta dinero... Si yo te dijera quiénes son mis amigas, te asus­tarías. Algunas, pagan espléndidamente mis insultos. ¡Así es como puede una vivir!...

E L E S C Á N D A L O — 5

La del dramatismo ezpeluznante Es morena. Es trágica. Tiene ojos de noche cerrada, negros, abismales, perfo­

rantes, buscadores, heridores. Inquieta, perturba, anonada, somete, esta mujer con

el fulgor siniestro, infernal, de sus pupilas zahoríes. Su rostro, inalterable, imperturbable, es de máscara

de tragedia. Jamás florece en sus labios, encendidos, una sonrisa. Dijérase que en el rojo pórtico de su boca, puso Ed-

gard Poc, uno de sus relatos espeluznantes. Como esos pajarracos negros, agoreros, alucinantes,

que s eamparan de la noche, que agitan sus alas en la noche, esta mujer dramatizada, es enemiga del sol, de la luz cruda del sol levantino, y de esa parodia de soles que inventó Volta.

Nunca veréis a esta mujer en las Ramblas, frente a los teatros, en las terrazas de los cafés, en zonas de luz, en fin.

Pasea por calles solitarias, silenciosas y obscuras... Vaga una hora, dos horas, espectral, fantasmal, pero

siempre avizorante, dejando tras de sí una estela de per­fume conturbador, enervador, capitoso, como el de una entraña recién abierta, un perfume que aturde, que embo­rracha, que envenena.

Inútil que sigáis, que pretendáis detener en su cami­nar incierto a esta hija de la noche, sobre todo si habéis pasado ya de esa edad en que se cree hasta en el amor, aunque sea el amor justipreciado, tarifado.

Ella no concede la merced de unas palabras más que a los jóvenes, a los inexpertos, ni entabla diálogo sino mn los adolescentes, a los que imanta y reduce, y cauti­va y somete.

Gusta de adherirse a la juventud. Goza ensamblándose, incrustándose- -¡ ella, tan sabi­

na!—a los que ignoran todo, en un deseo malsano de re­velar, de pervertir, de encanallar,...

Y como no pide dinero, como no monetiza sus cari­cias dolorosas, puesto que no desea más que amor, mucho amor, gran amor, infinito amor, envuelve fácilmente—ara­ña fabulosa—en la tupida red de sus embustes, a los que la creen apasionada y enloquecida-

Así ha tenido esta jamona tragediante y brujesca, diez amantes, veinte amantes, que escaparon, cuando pu­dieron, horrorizados, de entre los tentáculos que les rete­nían e inmovilizaban.

Todos ellos, en plétora de vida, huyeron ante la vi­sión de la muerte, cuando al halago sucedió la amenaza, cuando la caricia fué substituida por un acceso de locura...

Tras noches tormentosas, de fiebres huracanadas, de insensateces demoníacas, la trágica mujer, apoya el frío cañón de su revólver en el pecho del amante de turno, y pronuncia:

—Si me abandonaras, te mataria. —¿Abandonarte?... ¡Jamás!—declara, titubeante y

pálido hasta la lividez, el mozo ahito de manjar averiado. Pero, astuto, abandona a la novia dramatizada, abismal,

funeral..., de carne palpitante y crepitante. V" de nuevo esta ave agorera del amor siniestro, co­

mienza su tragedia, la tragedia inacabable de su vivir, amparada por la noche, en busca del Lohengrin soñado.

Ella, como Sisifo, no ha llegado nunca a la cúspide. Apenas comenzada a reprechar la cuesta, se le despren­de de los brazos el amante que lleva en pavés hacia una zona de luz a la que jamás llega, porque la noche, su cóm­plice, su inseparable compañera, se lo impide.

¡Qué horrible vida la vida de esta mujer a la que ja­más ha saciado el amor!

La de "las tres" Todos sabéis que Brántómen reducía a fórmulas trian­

gulares la belleza de las mujeres. 'lies cusas blancas: piel, dientes y manos. Tres negras: ojos, cejas y pestañas. Tres coloradas: labios, mejillas y uñas-Tres largas: cuerpo, cabellos y manos. Tres cortas: dientes, orejas y pies. Tres anchas: pecho, frente y entrecejo.

Tres estrechas: boca, cintura y entrada del pie. Tres gruesas: brazos, piernas y muslos Tres pequeñas: pecho, nariz y cabeza. Pues bien: Amelia, esta "otoñal" desvergonzada y cí­

nica que ocupa cada noche la misma acera de la calle de !a Unión, sostíen que a Brántómen se le olvidaron tres co­sas esenciales.

—,; Cuáles son?—hemos preguntado más de una vez a esta profesional" descocada y desarquitecturada,

Y Amelia, por todo respuesta, ba dado siempre suel­ta a su risa alborotadora.

Pero nunca nos reveló su secreto. Únicamente conseguimos saber que sus compañeras la

nombran con el remoquete de "la de las tres"., .

L;i ile "Kambla^-Gracia1' De joven tuvo muchos novios. Ya madura, algunos

amigos, de esos que pagan el cafe, dan consejos, y llevan

(Continúa en la pág. 6)

Page 5: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

- E L E S C Á N D A L O

iiiiiiiimiiuffiíiiiiiiiaiiiiiiuiiiiiuiiiiiiiiii

CnnmiiiiMiii :•• iiiiii'Hiini mu: "i"! w mi\\l\\\m\\\wmm\mm\MmmmmmKmmimMímmmmmwmmwmminnm m u iw i • ••••• i > i n u,,,,,™, „ , ,».i

E( O S I 1NDISC R E ( I O N E S COCKTAIL

Se ha implantado la hora de verano-

L o celebramos por las compañías de gas y electricidad-

tf

Se ha constituido la Cámara Nacional de la Industria del

Calzado.

i Saben de dónde les aprieta ?

n La Liga Cervantina Española se ha tirado una plan-cha

colosal.

Que don Miguel de Cervantes y Saavedra se la perdone.

Y acordarse de aquello de " N o te metas en d ibu. . . "

¿Qué tendrá que ver Cervantes con las témporas?

« Piden para el marqués de Foronda algunos de sus em­

pleados ia medalla del Trabajo.

He aquí una petición a la que no pueden adherirse otros

explotados—los que pagan el tranvía con aumentos constan­

tes—ni los atropellados.

Que son «nos cuantos.

8

Los tres matadores que actuaron el domingo en la Mo­

numental—Lalanda. Gitanillo y el Niño de la Palma—salie­

ron huyendo p.ira evitar que la indignación del público se

descargara sobre ellos.

E n cambio, el ganadero y la Empresa, tan frescos.

Es decir, más frescos de lo que parecen.

U

El poeta José María de Sagarra ha escrito un articulo ti­

tulado "Sobre el tant per cent" .

¡Todo un poema 1

De Suiza ha regresado el alcalde.

Segvín se nos dice ha regresado, desde París, muy bien

acompañado.

El 'o ha corroborado, pues ha dicho:

— H e regresado acompañado de un gran optimismo,

-mol ¡Opt imismo! ¡Tienes figura de mujer!

a Se ha publicado en la "Gaceta"- L ~ -

, -una disposición decretando la inspección, por in­

dividuos del cuerpo de Telégrafos, de los aparatos radiore-

ceptores-

E s muy digna de elogio la anterior disposición.

Todo cuanto tienda a disminuir el número de tontos nos

parece digno de aplauso.

n Se nos dice que a Angulo—el periodista al que le tocaron

seis mil duros a la loteria—se le ha acabado ya el duro nú­

mero 6.000.

¡Aprenda usted, señor Estevel

¡Usted que tiene el primer duro que se acuñó!

n El diario ultraconservador " L a Época" ha sido suspen­

dido y además se le ha impuesto una multa de cinco mil

Desde el momento en que le fué notificada la multa, el

marqués de Valdeiglesias vive con un riñon menos.

» Ya que hablamos de La Época" referiremos dos anéc-

En cierta ocasión uno de nuestros compañeros estuvo en

la redacción de dicho diario en la calle Ancha de San Ber­

nardo en Madrid.

Llegó a la antesala de la redacción; preguntó en voz na­

tural—; natural, Señor!—por un redactor amigo, y un orde­

nanza—un veejs torio, una sombra de ordenanza—le advirtió

imperativo:

—¡Ghisssssl

—¿Hay enfermos?—preguntó extrañado nuestro compa-

míiciei •denanza— —No, señor—respondió i

que el redactor-jefe escribe el fondo.

Ahora, al ver que un fondo les ha costado la vida, nos

acordamos de los compañeros de " L a Época" .

Ot ra anécdota :

El compañero a quien se refieren las líneas anteriores en­

contró en África al marqués de Valdeiglesias, director, como

es sabido, de La Época". El marqués, tras de unas frases

elogiosas, le ofreció a nuestro compañero—redactor varios

años de ' 'A B C"—un puesto en la redacción del recién fene­

cido diario.

Nuestro compañero, que sabía cómo las gastaba el mar­

qués, dijo que no—representaba a un diario de Barcelona,

(Final de la pág . central) '

au liberalidad, de higos a peras, a invitar a un resopóti.

M a r g a r i t a es g u a p a ; lo h a b í a s ido m á s ; p e r o todav ía

es e l egan te c o m o u n vicio.

L a p e q u e ñ a t r a g e d i a d e e s t a m u j e r p r o v i e n e d e h a b e r

v iv ido , s i endo pob re , con esa pob reza del rico, en el g r a n

m u d o , [.os pol los - p e r a q u e j e n s a b a n ha l la r en M a r g a r i ­

ta u n a fo r tuna , al e n t e r a r s e de q u e hac ia equi l ibr ios p a r a

m a n t e n e r s u r a n g o , la d e j a b a n p r o n t o . L o s o t ro s , emplea ­

d o s o p r i n c i p i a n t e s e n la l u c h a d e la v ida , t e m í a n a l a

e legancia e x u l t a n t e e i n s u l t a n t e d e M a r g a r i t a .

Y M a r g a r i t a , so l t e ra y h u é r f a n a , t u v o q u e e n f r e n t a r s e

con la v ida y d o m a r l a .

P e r o sin c laudicar , l uchando p o r m a n t e n e r s u p r e s t i ­

g i o en e! d o r a d o o t o ñ o d e s u ex i s t enc i a .

M a r g a r i t a t iene t a l en to . P o r eso ha e legido c o m o cen­

t r o d e ope rac iones , el t r a n v í a " R a m b l a s - G r a c i a " . E l l a sa­

be , c o m o los m á s e x p e r t o s c a r t e r i s t a s , q u e los bi l le tes d e

B a n c o sue len v i a j a r en esos t r a n v í a s , y c a d a t a r d e , des ­

p u é s d e a g u a r d a r l a rgo r a t o e n la p a r a d a a u n D o n J u a n ,

s ino g a l l a r d o y ca lavera , de d i n e r o f ác i l—¡oh , pe rsp icac ia

de es ta m u j e r - v a m p i r o ! — t o m a a s i en to en el coche , s o n r í e

mi " c a b a l l e r o " q u e se s ien ta a s u l ado , se " a b a n d o n a " d i s ­

t r a í d a m e n t e , en tab la d i á l o g o . . . S e a p e a en A r a g ó n , en V a ­

l e n c i a . . . ; a v a n z a u n o s p a s o s . . . , se d e t i e n e . . . , v a c i l a . . . r e ­

t r o c e d e un p o c o . . .

— C a b a l l e r o . . .

D o n J u a n expone , a t r a n c a s y a b a r r a n c a s s u s p r e t e n -

aüioes .

El la , d igna , las r echaza en c ie r to m o d o . . . , has ta c ier to

p u n t o . . . , con g a r a n t í a p r e v i a . . . , co t ización e l evada . . . y

a c a b a p o r c e d e r . U n a u t o , u n r e s e r v a d o , d i sc rec ión , m u ­

cha d i sc rec ión . . .

Y luego, vue l ta a l t r a n v í a , a l t r a n v í a " R a m b l a s - G r a ­

c i a " , sin el cual M a r g a r i t a no pod r í a lucir j o y a s ni a b r i ­

g o de pie les .

L A U L T I M A M E N T I R A

¿ H i c e mal v u e s t r o s r e t r a t o s , L a u r a , C i n t a , A s u n c i ó n ,

P i l a r , M a r g a r i t a ? . . . ¡ P e r d o n a d ! M i s pup i l a s no en focan

b ien , y es t o r p e m i m a n o ,

Y o t a m b i é n , c o m o v o s o t r a s , soy o t o ñ a l ; v ivo la h o r a 1

d e los s i m u l a c r o s , de las p a r o d i a s , d e la ú l t i m a m e n t i r a . . . j

N o o b s t a n t e , a ú n . . . , a ú n . . . |f.

« - ¡muí'IIIIII;:' uniu • • ;:

E L D O R A D O Temporada de cine Ultra-telecto,

del Repertorio M . de Miguel .

La Aristocracia del Film

P R O N T O

¡ACONTECIMIENTO!

SOMBRAS E N

ELDORADO

L O MÁS NUEVO EN CINEMATOGRAFIA

donde hoy ocupa un elevado cargo—y en justificación ue su

negativa le añadió :

— i Q u é quiere usted, señor marqués, que yo le trabaje

gratis por un sueldo en la Comisaria de Pósi tos?

H a y que advertir que en aquella época, e! director de la

ídem., pagaba a sus redactores dándoles destinos en la Co­

misaría que él regentaba. Por lo tanto sus redactores no eran

pagados por él, sino por el Es tado.

l " L a Época" ! ¡R. I. P . |

Luca de Tena ha estado en Barcelona, de incógnito, va-

Este fabricante de periódicos tiene monomanía de gran­

dezas.

j D e incógnito? ¡Cómo si fuera un rey!

¡Torcuato I, rey de Camelancial

¡Ahora que se le ve la satiriasis en seguida!

¡Pobre Leonís!

S

El ingeniero industria! señor Sala .Simón ha dado una

conferencia para exponer una nueva máquina destinada a!

aprovechamiento, como fuerza motriz, de las olas.

¡Holal jHola l

Ahora que no confiamos mucho en la máquina de! seflor Simón.

¡Los simones están mandados recoger!

Las Varietés En un diario barcelonés hemos leído la letra de un cou-

i'ici que principia así:

Con su nuevo gran invento

el doctor Woronof

ha logrado

que ya nadie se preocupe

de la edad, !a fealdad,

ni de su estado.

¿Eli , qué les parece?

No se puede pedir más elegancia, consonancia, sentido co­

mún, etc., etc.

Su autor, el excelentísimo señor don Hermenegi ldo Mon­

tes, cobra en la Sociedad de Autores más de quinientas pe­

setas mensuales. ¡El descacharren del paroxismo de la locu­

ra! ¡Más que Marquina!

Tina de Jarqui la y el vodevil.

i la c ción y abandona la pelícu-

i porque Tina callada está muy bien y en

DIHII!IIIIIIII!llllllll!IIUIIinillliniDIIIUIIUIIl!UlllllllllllKI

"deshebilié*i mejor.

a El lema de los autores de couplets, según Pedro Puche,

debe ser "Todas para todos y todos para todas" .

¡Ay, qué hombre más terrible! ¡Que le den una duchal

a En una revista quincenal u nsapientísimo y "eléctr ico" cro­

nista se atreve a dar unos cuantos consejos a loa autores de

couplets.

Nosotros nos atrevemos a preguntarle: ¿Y a usted, quién

le aconseja, hermano?

« Mercedes Serós ha estado enferma. Muchas art istas y au to­

res ofrecieron cuatro velas a San Benito si la Serós la "dj¡-

flaba". Pero San Benito que tiene buen corazón ¡es ha deja­

do a cuatro velas, porque Mcrccditas está ya bien y actuando

con mucho éxito en Madrid.

[Qué amigos y amigas tienes, Benito!

n —¿Le gusta la rev i iU? —Oui, oui. —Habla usted como en París .

—;Ca, no señor! " [Par i s . . . Pa r i s ! " es otra « v i s t a .

—¡Ahí ¿"Oui, ou i" no es de París?

—No señor. Es de Madrid. . . , de Solsona, Sugrafies, etcé­

tera, etc.

l iTableaulI

Para anunciar la película " j Q u o Vadis?" en Eidorado, ae

t ransformó la fachada en un castillo de " P u r a Roca".

Eugenia Roca está indignada con su marido, au to r de la "ideíca", por haberla cambiado el nombre.

n Mary Isaura antes de salir para Palma, donde está actuan­

do con mucho éxito, aseguró sus piernas en 50.000 pesetas.

Creemos que esto lo ha hecho porque piensa empezar a

puntapiés así que vuelva con e! autor de "F i a t L u x " que la

ha colocado ya catorce canciones cursis y no vé modo de

quitársele de au vista.

Page 6: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

E L E S C A N

_ . , , ,„„ , „ , , ummm, ,, i • . . . « i «i l • • " . . • • » • ...IIIIH I • l • i » "' • • • " « " «""> • I • > i I »""•"• """""•lfl""1 ' •«""•"""1

l E L T A B L A D O DE A R L E Q U Í N , m mmmm niLtmniiiEiiiiJíJLH iiiiiiiiniiiiiiiiiiii ral luiHiiiiiiliiüiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiilllllliliiiiiiniiiiiiiii • I I I I I I I I I IW N M W M M M m muiiiunniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii m I mi m HIMUHIII raiiimiiiiu uimn reuní rEimuiiiummiummiiii i n.̂

¿LES GUSTA A USTEDE LAS REVISTAS D E MANUEL SUGRARES?

Oui-Oui! Yes-Yes! Este artículo es un bombo

Perdonen ustedes. Ya comprenderán que vamos a pasar un rato violento. Tenemos que hablar de nosotros mismos, es de­cir, de gente nuest ra : de Braulio Solsona y de Francisco Ma­drid, que ayudando a Manuel Sugrañes y en colaboración con Mario Aguilar y José María de Sagarra, han escrito la revista "Ou i -Ou i " del teatro Cómico.

Jamás se lia estrenado una obra en Barcelona en que la crí­tica y el público hayan ¡do tan a la par ahora.

Desde " L a Vanguardia" a "El Progreso" , desde " L a Ven de Catalunya" a "El Diluvio", ningún diario ha dejado de rodear el entreno de "Ou i -Ou i " con unas palabras de aplauso, haciendo objeciones leves, acaso por pedantería y mala íe, unos, o por la sencilla razón de "epa tar" otros, pero todos han se­ñalado el estreno como un gran acontecimiento teatral.

De todas maneras, a quien se le ha colocado a la altura donde debía estar es al "produceur" Manuel Sugrañes, uno de nuestros escasos hombres de teatro y el de mayor capacidad organizadora. En elogiar la labor artística de Manuel Sugra­ñes han coincidido todos los crít icos y todo el público.

Manuel Sugrañes fué e' brazo derecho, y algo más, de Fer­nando Bayés; Manuel Sugrañes fué uno de los que más fá­cilmente supo asimilarse las lecciones de París y, además de adaptarlas, superarlas, Manuel Sugrañes ha conseguido con cuatro sedas, seis decorados y veinte mujeres, llegar a las mag­níficas realizaciones teatrales de hoy. Hombre de la calle, no Se ha quedado en ella; ha sabido escalar una posición social a fuerza de dolores, de lágrimas y de voluntad. Si muchas ve­ces lia behido ha sido para olvidar los fracasos y las ambicio­nes falladas,

Manuel Sugrañes hoy no es el de ayer. Su calidad artística, su valor espiritual, su esfuerzo para ofrecer a Barcelona el es­pectáculo que sueña, están por encima de todo.

Cuando el público le tributó el viernes último la ovación de­lirante, magna, formidable. Manuel Sugrañes lloraba como un niño. N o podía ni hablar. La consagración está hecha. Nadie puede echar de su puesto a este Manuel Sugrañes.

Hombre de lucha y de entereza ha logrado el éxito. Ahora, ahora se complace en dominarlo.

Vaya nuestra felicitación a todos, y especialmente a Braulio Solsona y Francisco Madrid, que triunfaron plenamente por su ingenio y su talento.

De todos y para todos Pedro Corominas ha escrito un drama. A ver si, aunque sea contra su voluntad, ha escrito una

Porque nos da en la nariz, que va a ser un drama muy di­vertido.

n Marcos Redondo sigue siendo un cantante estupendo, cada

día más estupendo. El dia que se decida a dejar la compañía del maestro

Alonso, verá como el público va a aplaudirle. Pero aquí, Alonso tiene "mala estrugansia".

8 Se dice—y con bastante insistencia, por cierto—que En­

rique Rambal. aquel cómico que se hacía anunciar en los car­teles "Don Enrique", vuelve a los dramas policíacos.

Los menús más deliciosos son los

G del restaurant

rill-Room Escudíllers, 8 :-: Café - Bar- Restaurant

Después de organizar "Pa r í s . , que haga nos parecerá acertada.

Aunque sea el suicidio. "E l : Rusi

mpañía

Goya el estreijj último sueño de Mozar t" .

Nos parece que va a ser tan corto, que mejor sería titular la obra "La última siesta de Mozar t" .

Joaquin Montaner ha entregado comedia titulada " E l portable artista, que hipa mejor q

" E l loco de Ex t r emadura" . Vamos, sí, que la compañía va a hacerse el loco.

obra titulada

En el Poliorama se ha estrenado "La puerta cerrada". Que no sea la del teatro. Lo que más le gusta a Eulogio Velasco de la revista

<]<• Olympia, son los "boys" . iPillinl

a En un café de Valencia, está la López Heredia de

Vilches. En un grupo de periodistas que está sentado a otra mesa,

hay un colega que mira y remira a la estupenda belleza que tiene la paciencia de aguantar a Vilches.

Y otro periodista le advierte al admirador: —No mires tan to a ¡a Heredia, que Vilches tiene muy

mal genio. —¿Cómo lo sabes?—pregunta el primero, un tanto amos­

cado. —Si le hubieras visto hacer " Wu-Li -Ohan" , no lo pregun­

tarías—responde el cachondo colega—. Pone una cara que

Ha sido muy favorablemente comentado en los círculos teatrales el Ihecho insólito de que Manuel Sugrañes saliera a escena el dia del estreno de "Oui -Oui" , recién afeitado.

Con tal motivo se le han dirigido a Sugrañes felidtacio-

Ahora, que él salió afeitado, pero los afeitados en seco

n Federico Caballé ha actuado esta semana en Barcelona. No se ha enterado nadie, porque ha trabajado en una ba-

raca de barriada. ¿Saben ustedes lo que ha cantado? " L a canción del Olvido" y " L o s gavilanes". Igual que hace medio siglo. Pero, Federico, ¿vamos a estar toda la vida asf?

» Parece ser que Darío Nicodemi no ha hecho muy buena

temporada en el Liceo y que ha tenido alguna cuestión con el empresario.

Los críticos, es decir, determinados críticos de la prensa barcelonesa han tratado con cierta desconsideración a la com­pañía italiana.

¿Tendrá que ver esto con el enfado Nicodemi-Mestrés? 8

Joaquín Montero celebró su beneficio. Fué una noche triunfal. Algunos señores sufrieron mucho durante toda la noche. Al terminar el espectáculo esos señores se dirigieron a su establo respectivo.

8 Es un heoho curiosísimo, pero el éxito de "La Calesera"

no tiene precedentes. Si, sí, señores, "La Calesera h a conse­guido llevar la gente al teatro.

Claro está, que a los demás teatros. Menos en el Tívoli.

8 Desde que ha vuelto a presentarse "Doña Francisquita"

en escena, el público se ha dado cuenta de dónde ha salido "La Calesera".

8 Por fin ha tenido el teatro lírico catalán un éxito defini­

tivo. "Cançó d'amor ¡ de guerra" , de Luis Capdevila y Víc­tor Mora.

H a sido un éxito merecido y elocuente. El Nuevo debe llenarse todas las noches. Luis Capdevila, Víctor Mora y el músico Martínez Valls

lo merecen.

8

Catalina, la insoportable, signe en la Rambla de Cata-

No sabemos que haya pegado a nadie en una semana.

El señor Martínez Sierra ha perdido dos kilos más.

¿Pero , querido Marquina, utlcú |>or qué M mete a cola­borar con don Gregorio? ¿No comprende usted que pierde categoría?

8 El aplaudido notario del Banco de Barcelona, don Salvador

Vilaregut. ha estrenado en el feudo de Santpere y Bergés una obra titulada " L a senyora que no sap dir que no ! "

XX Y a propósito del Español, ¿por qué Santpere dice que

Bergés es tan mala persona? ¿Por qué Bergés dice que de no estar él en la Compañía

ya se hubieran arruinado?

La pista acuática de Olympia i ahogar s

Confesemos que el p rograma sacro-religioso del teatro Victoria conmueve el alma del más pintado. Fíjense ustedeBi " E n la cruz de Mayo" , " E l Santo de la Is idra", "Alma de Dios" , "Noche de ánimas" .

Dentro de poco habrá un pila de agua bendita en la puer­ta y se admitirán limosnas para los pobres de la barriada.

8 Armando Oliveros ha vuelto al periodismo. De todas maneras, ya le buscan las empresas. Y es que,

aunque no quiera, el muchacho está muy solicitado.

Pedro Puche, que se haya estancado er pira a ser algo más.

Trabaja, estudia. bre tan peq

el la

escribí eda lli

nucho talento y que a r e n t a b l e génen

:, Nos parece r

) de las

lentira :var carga semejante

i lást vuU

:iue u

ma que :tés, as-

•n hom-

Los autores "afor tunados". La noche en que se estrenó " O u i - O u i " y "Cançó d'amor i

de guerra" , los autores tenían el siguiente capital en el bol­sil lo:

Mario Aguilar, .l'.SO pesetas. Luis Capdevila, 1*25. Braulio Solsona, o'30 peseta. Francisco Madrid, o'2S-

No contamos a José Maria de Sagarra, porque el poeta pas­tor cultiva el físico y siempre tiene dinerito de sobras.

8 Tomás Borras está en Barcelona. Le acompaña su distin­

guida esposa señora jaufpet.

8 "La Goya" está en Barcelona. Le acompaña su distinguido

esposo don Tomás Borras. 8

También ha pasado unos días en Barcelona don Torcuato Luca de Tena.

Ángel Samblancat acaba de poner a la venta la obra Inédita

Con el corazón extasiado 3 ptas. en librerías y kioscos y en la

Editorial BAUZA, Aribau, 177

Antonio López, I m p r e s o r -: Oírse, S, Barcelona

E L GATO N E G R O (EMPRESA FRANCO-ARGENTINA)

s e , R a m b l a d e l d e n t r o , 3 8

Oran éxito del «Dancing» M O N T M A R T R E PUNTO DE REUNIÓN DE LA GENTE CHIC

Lo mejor en Cocktaiis, Aperitivos y Licores de marca Orquesta -THE CRACKER JACK'S- con el concurso del

popular Jazz-Band B. W. CURKY (Bobby)

Page 7: Anécdotas y sucedidos del tenor roncales Julián Gayarre · señó solfeo y las primeras lecciones de canto y estilo, y el público llegó a fijarse en Gayarre. Su retrato, con el

Pequeñas mujeres de grandes hombres

Melián Lafinur estudia la influencia de las mujeres en la

vida de Byron.

Esa influencia, en general, no pudo ser más iiefasta. Y las

pocas veces que resulta proficua, es por contragolpe y de re­

Carolina Lamb, Isabella Milbauke y Margarita Cognt abu­

rrieron a Byron COJI su infinita insulsez, l>> atosigaron con sus

chieanas, lo abrumaron y le hicieron la vida imposible con su

neurastenia, su frigidez paradójica o su desequilibrado ardor.

Vale decir que el lord angélico y satánico fué muclio me­

nos infortunado con sus amantes que con su esposa legitima.

La amable Teresa Guiccioli, sobre todo, fué para el poeta,

en sus últimos años, un panal de dulzura. La exquisita con­

desa, la pródiga enamorada, lo comprendió plenamente. Ene .¡i

Musa y su querida rendida, lo mimó y lo encendió en una pa­

sión enuoblecedora y hasta le inspiró la romántica aventura

de Misolonghi.

En cambio, su consagrada costiüi ¡egal, su com-

paílera ante Dios y ante los hombres, ante el sacerdote y ante

el juez, fué el t rago de hiél de su vida, no le hizo com

• espinas.

En realidad, este fracaso sentimental -U- un Fía

de dcsciuteligencia y amores infelices "i: supe­

rior y una dama .pie vuela más alto que un pato, no es único,

Hierve la Historia tramas y pantomima a

de ésias. Anna Isabella tiene dignas antece-

Byron y ¡a Miliíaiike —,.-.:i anunciados por Sócrates y Jaotipa

y se reproducen en Carlvle y Jane WVUi, en Plat&ert v Luisa

Colet.

Jant ipa es un paereoesptn, H i i i «que y

perdulario, le pasea los dedos por la cara y raro es el dia que

no lo baBa con algún liquido abominable y que no le pone la

más abyecta vasija de la casa por casquete.

Luis necia, que

• apenas le

se cree que escribe mejor

¡irve a ella—la tonta m a n ­que Flaubert y qi

sabida—para amanuense.

Cierto día anuncia en una reunión, con gran apara to , que

han sido hallados los brazos de la Venus de Milo, y cuando

todo el concurso pregunta, atónito, que dónde ha tenido lugar

la feliz invención, la ridicula coqueta contesta que en las man-

Jane Welsh también acibara con su sequedad y su frivo­

lidad la existencia de Carlyle y mordisquea en su fama y pre­

tende con soplos inanes apagar el sol y, para achicar los in­

mortales triunfos del gifiante cultor de los héroes, le frota por

¡as narices los exitülos mundanos de literatos sin cédula y

sin médula y de chísgarabises grafómanos.

No. N o han sido comúnmente felices en sus relaciones se­

xuales los hombres de cierta alzada. Cualquier droguero, espe-:i ibero ; cualquier almacenista de jamones o sim­

plemente detallador de mojama, tiene más suerte.

Claro. El genio no es divertido. N o ama la compañía fri­

vola, el torbellino mundano y la mezcolanza. Vive de su sus­

tancia propia. Es triste, taciturno y basuueantcmente amargo.

Tiene un sentimiento trágico, profundamente creador y com­

bativo del amor y de la vida.

Su extraordinario don de comprensión, su inmenso poder

de amar y de perdonar es su fuerza y es su debilidad al pro­

pio tiempo.

¡ i lomo elegir en el océano de monotonía, en la sábana

sin límites .le pJatitud y mediooridad? ¿'Cómo soplar con lodo

el ini-híi sobre esa leve garba sin romperla? ¿Y cómo dejar

de soplar nin romperse?

H a y que resignarse y ser un márt i r del propio amor, del

fuego que por dentro consume y no se puede verter. Sin em­

bargo, es preciso amar a la mujer a pesar de todo y tenerla

misericordia y ser un esclavo suyo o un héroe, ya que no por

lo que ella nos quiera ,por el amor que nosotros 1<

ya que no por la llama con que nosotros ardamos en e"a, por

la llama con que ella arda en nuestro corazón.

Á N G E L S A M B L A N C A T .

J O A Q U Í N M O N T E R O

El hombre enciclopedia. Lo sabe todo. Escribe. Representa. Crea. Interpreta. Y en todo está bien. Uno de los

hombrea de teatro más discutidos. Uno de los hombres de teatro de más valía. Su beneficio en el Romea fué

una consagración. Montero tenía derecho a ella desde hace mucho tiempo. Nunca es tarde. . .

REDACCIÓN

Y ADMINISTRACIÓN

Calle del Olmo, 8

BARCELONA

De la estancia de Trotzky en Esparta

Su mejor amigo fué un agente de la autoridad que se titulaba

anarquista Llegar a una ciudad y no descubrir su alma es como no

haber llegado. L a civilización ¡ha prestado un uniforme único

a todas las ciudades. Un uniforme a base de cemento armado.

Quiso prestarles también su alma única, pero Jas ciudades

la rechazaron. Y la rechazaron porque dentro de ellas vivía

ya o t ra alma, que como cosa ultraterrena no se podía su­

plantar . Y o he descubierto d alma de algunas ciudades. Y

como yo, otros. En Barcelona, entre esos callejones tortuosos

y laberínticos que integran lo ique fué liarrio de la Ribera. E n

Tánger, tendida a los pies de la Alcazaba. En Atenas, entre

dos cerros que se levantan al Oeste y al Sur de la Sagrada

Montaña y en los que estuvo el templo de Teseo, el Areópago

el teatro de Dionisos, la puerta de Adriano y el templo del

Olimpo. En Conslautiuopia yo he visto escapar el alma de la

ciudad por la Columna Quemada y los minaretes de la mez­

quita de Nuvi OsTnanich.

En Madrid be visto su alma a espaldas de la Universidad,

entre un enredijo de calles, de casitas bajas y pequeñas ven­

tanas, con voladizos y balaustradas de madera por las que se

asomaron las majas de rumbo que tanto admiraron a Pepe-

Hil lo.

Todas las noches paseábamos por estas calles, pasando

del encanto que proporciona la contemplación de! a lma de

la ciudad-

Una noche nos dimo3 cuenta de que no éramos nosotros

los únicos que gozábamos del encanto. Aquella noche nos

cruzamos con Emilio Carrere, el escritor de la. pluma román­

tica y la panza burguesa.

N o nos conocíamos y pasamos junto al otro sin decirnos

nada. Se cruzaron nuestros cuerpos y nuestras miradas.

A la noche su'«uiente volvimos a cruzarnos y nos saluda­

mos. A la tercera noche las manos del poeta y las nuestras

se unieron por mi laso Eraternal y parados en mitad de la ca­

lle, evocamos los díai da la francesada, los del "Deseado" y

los de don Francisco, el de los Toros .

Ot ra noche nos pusimos a charlar con el sereno de uno

de aquellos callejones. Como oon Carrere, habíamos princi­

piado por cruzarnos sin decirnos nada y habíamos termina­

da haciéndonos amigos.

Aquel sereno se había vuelto algo poeta. Asi nos lo con-

— E s t a s calles, señor, han llenado de quimeras mi espí­

ritu.

Una noche que es t ibamos hablando con el sereno desem­

bocó en la calle un hombre de mediada estatura, de ros t ro

aquilino, de mirada escrutadora. Venía hacia nosotros. Lle­

vaba lentes y los cristales espejeaban a su paso por bajo de

los faroles del a lumbrado.

— E s t e que viene es un ruso. Nos hemos hecho muy ami­

gos. Es algo burlón, pero parece buena persona y además

debe tener macho talento. Dice unas cosas tan profundas que

yo a lo mejor no le entiendo y eso que me gustaría enten­

derle—nos dijo el sereno.

Llegó el ruso has ta situarse a dos palmos de nosotros.

Sin que mediase presentación alguna, charlamos los tres. Por

la conversación aver iguamos 'que el sereno había dicho al

ruso ique era anarquista.

Unas palmadas alejaron al sereno y quedamos solos el

ruso y yo.

—Es te hombre me hace una gracia loca. ¿Usted compren­

de a un anarquista desempeñando estas funciones de cancer­

bero de la propiedad?—nos dijo el ruso.

Reimos los dos. Y o tengo una risa anolia, como mis es­

paldas. La risa del ruso tenía sones metálicos. Alborotamos

la calle.

Después agregó el ruso:

—Me divierte mucho este hombre con sus paradojas. Me

divierte tanto como le aprecio.

A la soAMna de acuello abandonamos la Corte. A los dos

años nos volvimos a tropezar con el ruso, mejor dicho con

su retrato, impreso sobre el papel "couché" de un semana­

rio gráfico de información. Bajo de su fotografía una línea

de letra de molde decía:

León Trotzky, comisario de los Soviets ruaos.

\KKANZA.