Ángel Sarmiento
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7/27/2019 Ángel Sarmiento
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Profesor Ángel Agustín Sarmiento Bueno
Un profesor valle-arraigado
Ángel SarmientoDegnis Romero
Escuchar los cuentos del profe Sarmiento, acerca de su
periplo pascuense, es como oír esas ‘ memorias del desolvido ’ que acrecientan la nostalgia llanera . Algo así como escuchar
la canción “Atardecer de Almas ”, en voz de Néstor Zavarce.
Es oriundo de El Tocuyo de la Costa, Estado Falcón,
pero se metió en el corazón de los vallepascuenses por su
arraigo a esa “tierra de palma y sol” que engalana las pampas
llaneras con sus estampas, su ambiente y su gente.
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Es egresado del Instituto Pedagógico de Caracas, donde
tuvo como compañero al profesor Ismael Valera (Pitiminí),quien le recomendó colocar la opción ‘ Valle de la Pascua ’ , en
la planilla de solicitud de asignación para trabajar.Dice: Llegué a Valle de la Pascua, un 15 de Septiembre
del año 1966, sin conocer nada del llano. El Sr. Sotillo (Chofer
de Línea La Pascua) me divirtió en todo el trayecto ya que a
cada rato le preguntaba: ¿Cuándo llegamos? Recuerdo que
fuimos a llevar un pasajero al Banco Obrero. Bueno, le dije que
me llevara a un hotel no tan caro y me condujo hasta la
Pensión de Corita y ésta lo primero que me preguntó era que si
había aprendido a hablar español; me confundió con Coleman
Felser, del Cuerpo de Paz. No me gustó ese hotel y el Sr. Sotillo
me llevó al Hotel Venezuela. Cuando el encargado preguntó:
¿quiere la habitación con A/A o ventilador? el Sr Sotillo le dijo:
¡Si quiere le quita el ventilador para que pague menos! Esa
misma noche me presentaron al Dr. Melo, estuve en un ensayo
del Quinteto Magistral y nos fuimos de farra.
Esa fue su primera parranda en La Pascua, y así siguió
‘ por un tendío’ hasta que dejó el pueblo en 1994.Aclara que había conocido a Salvador González, en la
Escuela Normal “Miguel Antonio Caro”, en Caracas, donde ya
mostraba sus dotes en canto, declamación y contrapunteo.
Al día siguiente fui al Liceo a presentar mis credenciales
y Jango, el portero, no me dejó entrar porque le parecía muy
muchacho y me mandó a poner el uniforme. Hube de llamar al
Prof. J. G. González (Subdirector) y le dijo a Jango que me
tuviera como Profesor. Sustituía a Rafael Olivo (Olivito).
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Al principio no me adaptaba, pero luego hice amistades.
La Sra. del Prof. Narciso Valderrama (Física) me dijo al ser
presentados ¡Mire mijo, Ud. no se va de aquí sin que lo casen!,
y así fue. Comíamos en el Hotel Firenze y donde Don Pedro
José Herrera “El Rey del Colesterol”.
Del hotel pasó a una casa de los Álvarez, en la calleRetumbo, frente a los Morantes . Le decían “La Rodriguera”,
porque también estaban los profesores Ramón Rodríguez y
Jesús Rodríguez Blanco, además de Juan Urquía y Coleman
Felser. El profesor Romero, con su excelente receptividad, me
llevó a donde un árabe. Ahí compré mi primera cama, ¡fiá!
Simoza había vivido en esa casa, pero se casó ese año y
emigró frente a las Barrades, que hacían muchas fiestas y nos
invitaban, pero él no salía nunca. Claro, era muy ‘ zanahoria ’ .
Para estar más cerca de la ‘pomada’, cuenta: Luisa, la
hermana del profesor Salazar, alquiló una casa al lado de las
Barrades y nos cedió una habitación a Urquía y a mí. Bueno,
ahí estuve un poco de tiempo hasta que me casé.
Eso fue después de mucho ‘ rodaje ’, del Volkswagen del
profe Olivieri y del Jeep Willys del Padre Chacín: Olivieri me
enseñó a manejar en su VW, y hasta me llevó al examen para
sacar la licencia. El fiscal estaba ‘medio prendío’ y se montó
de copiloto, yo me monté atrás y Olivieri arrancó el carro. Al
ratico el tipo dijo: No chico, pero tú manejas bien. ¡Párate ahí
pa’tomános unas cervezas ! Después de eso firmó el permiso.
En otro VW, el del compañero Pedro Vicente Santos, se
fueron a jugar gallos a un caserío en la carretera a Tucupido:
Cuando estaba peleando nuestro gallo, uno de los que andaba
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con nosotros se tropezó con un palo que sostenía el techo de la
gallera y ésta se vino abajo. Tuvimos que darnos a la fuga,
perseguidos por los lugareños, dejando el gallo y la apuesta.
Con Olivieri solían pasar los carnavales en Santa Maríade Ipire, en la casa de Luís Guzmán (Tracalero), cuyo padre
era Jefe Civil. Cuenta que los trataban muy bien y que lesdaban unas totumas que les cabían dos cervezas, pero, dice:
Un lunes de carnaval, como a las tres de la mañana, escuché
al dueño de casa decirle a la esposa: ¡Voy a matar a Esteban
Freites! Asustado, desperté a Olivieri y a Melo, y les dije:
¡Vámonos, porque aquí van a matar a alguien esta noche! Al
final, el señor aclaró que así le decían al pato con que iban a
hacer el sancocho del día siguiente.
Luego echa el cuento del Jeep del Padre: Conseguíamos
quien se lo pidiera prestado y nos íbamos de farra. La gente
que veía el carro ‘ mal estacionado ’ le contaba al Padre y éste
les explicaba: ¡Ese no era yo! ¡Esos eran esos bandidos!
De los Profesores influyeron mucho en mí: Mercedes
Elena Rengifo, Luís Fernando Melo, Rodolfo Romero, Arnaldo
Olivieri, Juan Luís Simoza, Clemencio Rodríguez, Gutiérrez, J.
M. Ruiz, Domingo Rojas Anato, Rodríguez Blanco, la Profesora
Esther de Cobeña, América, etc. De las secretarias recuerdo a:
Blanca Barrades, Eneida Rodríguez, Liduvina, Omaira y su
hermana, Elvira, Isabel de Bolívar, Mercedes Rojas, etc. Total
que pensaba durar un año en La Pascua y después no me
quería ir, gracias al Don de Gente de sus habitantes.
Son muchas las vivencias y anécdotas. Quiero mucho a
ese Pueblo y me entristece cuando oigo cosas negativas.
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No olvido el Impala de Fermín ni los viajes, ida y vuelta,
a comer arepas en El Tigre; ni las serenatas con los colegas o
con mi compadre Héctor Ortega, quien en las partidas de bolas
estrujaba ají chirel en el pico de la cerveza de los contrarios ; ni
las rumbas donde Mauro Rojas, en casa de Héctor o en la mía ;
ni a Simón Romero : me le pegaba atrás del camión tocándole
corneta y él se bajaba con un machete en la mano, para
sorpresa de todos. Después nos dábamos un abrazo y la gente
se reía; ni a tu hermano Argenis: Cuando le servían sopa le
agregaba Pepsi cola, cambur, etc., para que rindiera; ni el
cuento de un baile, donde una dama le dice a alguien: Pero
chico, ¿cómo te voy a aceptar si eres un hombre casado?, a lo
que el tipo responde: ¡Y lo malo es que a la mujé mía no le da
ni dolor de cabeza!; ni a Miriam Graterol, quien me escribió
(aludiendo la foto donde salgo con un trago en la mano): ¿Y
ese vaso no se acaba nunca?; ni que fui yo quien le habló a
Simoza del escrito “ La Pascua 67 ” ; ni la cuenta bancaria que
nunca cerré para verme obligado a regresar a La Pascua.
Por eso y por muchas cosas más me la paso pegao de la
computadora leyendo los correos de amigos vallepascuenses y
revisando el Facebook: ¿ Eres vallepascuense nato ? Mi esposa
me dice: ¡Estás como los muchachos!
Estamos convencidos de que así se sigue sintiendo, tal
como aquel día de 1966 cuando pisó tierra llanera, producto
del renovado y permanente contacto virtual con su gente.Al cierre de los cuentos, ajustados a la debida censura,
dice: Un gran abrazo y me complace mucho la labor que haces
para que no se pierda esa pequeña historia de los pueblos.