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MALLARMÉ En el fondo, considero que la época contemporánea es un interregno para el poeta, que en nada debe mezclarse con ella: es demasiado caduca y a la vez está demasiado llena de efervescencia preparatoria, para que haya otra cosa que trabajar misteriosamente en vista de algo que vendrá más tarde o nunca, enviando, de vez en cuando, una tarjeta de visita a los vivos, en forma de estancias o soneto, para no ser lapidado por ellos, si sospecharan que él sabe que están fuera de lugar. La soledad acompaña necesariamente a esta suerte de actitud. (Carta a Paul Verlaine, 16 de noviembre de 1885) En su obsesión por lo absoluto, Mallarmé exige la necesidad de implantar en la poesía una marcada distancia entre el sujeto textual y el empírico. (ver Carta a Cazalis del 14 de marzo de 1866). Sólo el lenguaje puede instaurar y cobijar lo absoluto que, por ese proceso de destrucción de lo objetivo-empírico, se convierte en sinónimo de la nada.” Ungaretti también sostiene la necesidad de crear una palabra de potencia evocadora y sugerente. Lo más importante de la herencia simbolista es el valor trascendente asignado a la poesía: misterio, vehículo hacia lo metafísico y no mera vía de expresión subjetiva. En Ungaretti la voz es siempre humana UNGARETTI Dice Mario Luzi en La presencia, la actualidad de Giuseppe Ungaretti : “Conmueve la soledad del texto ungarettiano, así como conmueve la soledad de su mente reconcentrada en la desnuda, ascética operación de posesionarse, de escribir y circunscribir , y la soledad de su juicio sin pactos con nada ni con nadie, no reconociendo su moral nada más que el absoluto de sus fuentes de autoridad, todas definitivas, ya se trate de la Biblia, de Bossuet o de Pascal; o bien la absoluta ausencia de fuentes , como cabe pensar ante la gran libertad de Alegría de náufragos” Allegria di naufragi

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hermético

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MALLARMÉ

En el fondo, considero que la época contemporánea es un interregno para el poeta, que en nada debe mezclarse con ella: es demasiado caduca y a la vez está demasiado llena de efervescencia preparatoria, para que haya otra cosa que trabajar misteriosamente en vista de algo que vendrá más tarde o nunca, enviando, de vez en cuando, una tarjeta de visita a los vivos, en forma de estancias o soneto, para no ser lapidado por ellos, si sospecharan que él sabe que están fuera de lugar. La soledad acompaña necesariamente a esta suerte de actitud. (Carta a Paul Verlaine, 16 de noviembre de 1885)

En su obsesión por lo absoluto, Mallarmé exige la necesidad de implantar en la poesía una marcada distancia entre el sujeto textual y el empírico. (ver Carta a Cazalis del 14 de marzo de 1866). Sólo el lenguaje puede instaurar y cobijar lo absoluto que, por ese proceso de destrucción de lo objetivo-empírico, se convierte en sinónimo de la nada.” Ungaretti también sostiene la necesidad de crear una palabra de potencia evocadora y sugerente.

Lo más importante de la herencia simbolista es el valor trascendente asignado a la poesía: misterio, vehículo hacia lo metafísico y no mera vía de expresión subjetiva. En Ungaretti la voz es siempre humana

UNGARETTI

Dice Mario Luzi en La presencia, la actualidad de Giuseppe Ungaretti: “Conmueve la soledad del texto ungarettiano, así como conmueve la soledad de su mente reconcentrada en la desnuda, ascética operación de posesionarse, de escribir y circunscribir, y la soledad de su juicio sin pactos con nada ni con nadie, no reconociendo su moral nada más que el absoluto de sus fuentes de autoridad, todas definitivas, ya se trate de la Biblia, de Bossuet o de Pascal; o bien la absoluta ausencia de fuentes, como cabe pensar ante la gran libertad de Alegría de náufragos”

Allegria di naufragi

Versa il 14 febbraio 1917

E súbito riprende Y de pronto retoma

il viaggio el viaje

come como

dopo il naufragio después del naufragio

un supérstite un superviviente

lupo di mare lobo de mar

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En este poema, el poeta es un sobreviviente. Imagen del hombre como peregrino que, al realizar su viaje, símbolo de la vida, adquiere conciencia de la fragilidad de su condición frente a la muerte. Sin embargo, por esta experiencia se aferra más a la vida y se sobrepone al fracaso con la esperanza de un espacio ideal sin dolor y sin pecado.

Tratabo autobiográfico en Allegria – deícticos personales, inserción del nombre del poeta en peregrinaje e indicaciones del lugar y fecha de composición. El eje empírico (histórico-personal) que opera como sostén del sujeto se inserta a la vez en una dimensión metafísica mediante el empleo de lexemas que tienden a lo abstracto o lo impreciso y sugieren la presencia del misterio rodeando lo relativo y concreto, ya por directa alusión a un ámbito desconocido que por momentos se identifica con lo trascendente-religioso. En “despertares” y “condena”, el sujeto se dirige a Dios dubitativamente. En Allegria, actitud contemplativa del sujeto lírico: verbo mirar; haber; empleo del presente; adverbios, etc. Ver la realidad desencadena un proceso subjetivo, verse a sí mismo.

Y sigue: “La voz de Ungaretti hace sentir el vacío que lo circunda: de ahí emerge. Es un vacío, un desierto que ni siquiera su nomadismo alcanza a atravesar y del cual, por una parte, se enorgullece un poco y, por otra, sufre. La página constituye la única seguridad. La meticulosa y, casi desde el principio, legendaria forja de Ungaretti me parece que tiene más que ver con esa intrepidez solitaria, con esa desesperación, antes que con la magia del artífice encerrado por elección o exclusión en la fortaleza de su sistema.”

Respecto a sus 16 primeros años en Alejandría, Luzi escribe: “Intento decir que haber nacido en la diáspora, haber crecido en una pobre comunidad de emigrantes, en un lugar sin contornos precisos abierto a la promiscuidad y a la dispersión (lábiles tanto la una como la otra), justamente en el límite de un desierto que es también un abismo del tiempo, no puede dejar de generar en el joven Ungaretti un arriesgado y profundo sentido de desarraigo: un sentido ambiguo al cual él asocia un controvertido sentimiento de libertad y de deyección.”

“Conocer la propia tradición, profundizar su sentido, integrarla, no tiene para quien ha hecho suya la condición de nómade el mismo valor, admitámoslo, que tiene para quien desde adentro debe tomar conciencia de ella y, tal vez, liberarse de su peso. En Ungaretti, como todos lo sabemos, no es difícil encontrar acentos de doloroso vagabundeo, antes que la inserción en la realidad de la patria haya tenido su tiempo y lugar en los años de la guerra, mediante el bautismo de fuego y de agua, entre los ríos y los roquedales del Carso, en el naufragio de una civilización apenas reconocida. No la ignorancia sino un sustancial extrañamiento de los mecanismos de la lucha política, de los sutiles mecanismos inducidos por la política en la mente del hombre europeo, del hombre que podemos llamar histórico, arroja al hombre ungarettiano de La alegría al dolor del abandono y del castigo que, por su ausencia de relaciones, precisamente, podría decirse absoluto.”

Y sobre la memoria, Luzi escribe: “La memoria de Ungaretti -espontáneamente y, también, por contribución bergsoniana- es una memoria sin objeto sobre la cual se destacan sólo dos luces, la del mito y la del deseo.”