anotaciones sobre el licenciado vidriera

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Universidad Central de Venezuela Facultad de Humanidades y Educación Escuela de Letras – Curso electivo / Cervantes Victor Vizcuña – 20.415.369. Apuntes sobre la Novela del Licenciado Vidriera Una lectura del Licenciado Vidriera permite dilucidar algunos lugares comunes de las novelas ejemplares: la presencia del estilo de Cervantes, la estructura del relato a modo de Novella desarrollado en lengua castellana por el autor y la representación de algunas características de la sociedad española de su época, datos vinculables con su vida y su pertenencia a un contexto demarcable. Pero la aproximación a esta novela en específico da espacio a la problematización de un tema que en la posteridad ha sido cuestionado y trabajado por distintos autores: la locura. El Licenciado Vidrieras parece ser la representación de un hombre como otros que busca desde el comienzo su inserción en un espacio social que resulte beneficioso para él. Hay en el reconocimiento de su situación el deseo de inserción en una posición social ventajosa a la que aspira ingresar por medio del conocimiento, haciéndose un hombre de letras aceptable para su sociedad. El problema empieza a desdibujarse por medio de la parodia cervantina: Este hombre letrado parece trastocarse por la locura y es entonces cuando logra tomar cierto renombre y, al volver en sí – ficticia o realmente- la exclusión aparece y es un hombre rechazado. Una novela ejemplar que surge casi un siglo antes de la Ilustración y del Rancière kantiano y sus posteriores interpretaciones plantea el problema de la locura que a ojos de estos tiempos puede ser desarrollado siguiendo ciertas

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Comentarios sobre una novela ejemplar de Cervantes.

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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Letras – Curso electivo / Cervantes

Victor Vizcuña – 20.415.369.

Apuntes sobre la Novela del Licenciado Vidriera

Una lectura del Licenciado Vidriera permite dilucidar algunos lugares comunes de las novelas ejemplares: la presencia del estilo de Cervantes, la estructura del relato a modo de Novella desarrollado en lengua castellana por el autor y la representación de algunas características de la sociedad española de su época, datos vinculables con su vida y su pertenencia a un contexto demarcable. Pero la aproximación a esta novela en específico da espacio a la problematización de un tema que en la posteridad ha sido cuestionado y trabajado por distintos autores: la locura.

El Licenciado Vidrieras parece ser la representación de un hombre como otros que busca desde el comienzo su inserción en un espacio social que resulte beneficioso para él. Hay en el reconocimiento de su situación el deseo de inserción en una posición social ventajosa a la que aspira ingresar por medio del conocimiento, haciéndose un hombre de letras aceptable para su sociedad. El problema empieza a desdibujarse por medio de la parodia cervantina: Este hombre letrado parece trastocarse por la locura y es entonces cuando logra tomar cierto renombre y, al volver en sí – ficticia o realmente- la exclusión aparece y es un hombre rechazado.

Una novela ejemplar que surge casi un siglo antes de la Ilustración y del Rancière kantiano y sus posteriores interpretaciones plantea el problema de la locura que a ojos de estos tiempos puede ser desarrollado siguiendo ciertas líneas de pensamiento. Kant, que parece guiar el pensamiento de la modernidad basado en la idea de la libertad por medio de la razón, es objeto de reformulaciones que alcanzan el plano de la sociología. Max Weber asume la llamada racionalización como un proceso de selección condicionado a la idea de bienestar social y de esto derivan las problematizaciones de Marcuse y de Habermas: “Marcuse está convencido de que en lo que Max Weber llamaba «racionalización», no se implanta la «racionalidad» en tanto que tal, sino que en nombre de la racionalidad lo que se impone es una determinada forma de oculto dominio político.” (J. Habermas. Ciencia y técnica como ideología.).

Habermas propone las técnicas del yo basándose en la idea de medios sociales controlados por ellas, herramientas que permiten el desenvolvimiento de individuos en un espacio social determinado que se rige por estos mecanismos. Según este autor la racionalidad en sistemas sociales pasa a ser un mero instrumento crítico y asociado a un mecanismo de corrección en un sistema social dado.

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De estas premisas parece surgir Foucault con su desarrollo de tecnologías a las que suma una cuarta y que las define de la siguiente manera:

1) tecnologías de producción, que nos permiten producir, transformar o manipular cosas; 2) tecnologías de sistemas de signos, que nos permiten utilizar signos, sentidos, símbolos o significaciones; 3) tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetivación del sujeto; 4) tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad

Partiendo de aquí se empieza a problematizar las figuras de poder y revisar en las sociedades a los individuos execrados, a esos hombres que viven en los márgenes de la legalidad y que están insertos en los estigmas que el poder y el constructo social cargan sobre ellos.

Es aquí en donde la locura es retomada por Foucault como un mecanismo de exclusión social, que marca a los sujetos como anormales, permite la demarcación de sus espacios correspondientes en la sociedad y sugiere formas en que pueden ser tratados.

En el punto de partida se puede colocar, por lo tanto, el proyecto político de la exacta división en zonas y rastrillado de los ilegalismos, el de generalizar la función punitiva y el de delimitar, para controlarlo, el poder de castigar. Ahora bien, de ahí se desprenden dos líneas de objetivación del delito y del delincuente. De un lado, el delincuente designado como el enemigo de todos, que todos tienen interés en perseguir, cae fuera del pacto, se descalifica como ciudadano, y surge llevando en sí como un fragmento salvaje de naturaleza; aparece como el malvado, el monstruo, el loco quizá, el enfermo y pronto el "anormal". Es a tal título como pasará un día a ser tema de una objetivación científica y del "tratamiento" que le es correlativo. (Foucault. Vigilar y Castigar)

A estas luces se encuentran algunos de estos temas asociados a la locura en El licenciado Vidriera. La forma en la que este hombre intenta encontrar una mejor vida por medio de una selección socialmente aceptable; la metamorfosis en la que este hombre sale a las calles a aconsejar a sus conciudadanos en un aparente estado de locura y los problemas derivados de su restablecimiento. En la parodia de Cervantes se representa una sociedad que parece vivir la locura: no es aquel hombre cuerdo el que consigue la gloria; la parresia común en los griegos cumple una función grácil y a la vez orientadora. El mundo al revés, la condición de loco que individualiza al sujeto le inserta a su vez en la masa social.

El comportamiento de la elección racional se orienta de acuerdo con estrategias que descansan en un saber analítico. Implican deducciones de reglas de preferencias (sistemas de valores) y máximas generales; estos enunciados pueden estar bien deducidos o mal deducidos. La acción racional con respecto a fines realiza fines definidos bajo condiciones dadas. (J. Habermas. Ciencia y técnica como ideología.)

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Siguiendo a Habermas lo racional para el licenciado Vidrieras era tomar este comportamiento que a fin de cuentas daba buenos resultados. El marco institucional descrito como un espacio con normas internas da espacio para una acción racional guiada por una elección analítica. La locura puede verse en esta novela de Cervantes desde dos perspectivas: ya como un espacio privilegiado en el que la individualización es un factor positivo; o como una suerte de inclusión en el modelo social y en las formas aceptadas en ella.

En un régimen disciplinario, la individualización es en cambio "descendente": a medida que el poder se vuelve más anónimo y más funcional, aquellos sobre los que se ejerce tienden a estar más fuertemente individualizados; y por vigilancias más que por ceremonias, por observaciones más que por relatos conmemorativos, por medidas comparativas que tienen la "norma" por referencia, y no por genealogías que dan los antepasados como puntos de mira; por "desviaciones" más que por hechos señalados. En un sistema de disciplina, el niño está más individualizado que el adulto, el enfermo más que el hombre sano, el loco y el delincuente más que el normal y el no delincuente. (Foucault. Vigilar y Castigar)

Las leyes son el área de trabajo del licenciado. Pero son un espacio tergiversado en el que la cordura del licenciado no es del todo bien vista. Parece posible pensar con esta novela en el reconocimiento del desorden en la sociedad de la época, en las imposibilidades de normalización que las circunstancias impedían a muchos de sus habitantes; en la difícil tarea de hacerse merecedor de los beneficios de la sociedad para esos tiempos.

Es visible la forma en que la locura actúa en el licenciado. Es una suerte concesión que le permite hablar libremente. Una licencia que le exime de daños por su supuesta condición frágil. Es quizás el vidrio que recubre a los bufones de Shakespeare, una suerte de protección que protege a los poseedores del conocimiento. Una exposición de sí, tal vez a modo de Parresia que le protege con el beneficio de la verdad.

Es pues El licenciado Vidrieras una novela de contradicciones, de personajes que parecen criticar los estatutos sociales; que hacen posible pensar en un amplio mundo al margen de los constructos sociales. En ella – como en casi todas las demás novelas ejemplares- lo ejemplar puede leerse como muestras realistas de las formas sociales de una época. Esto ejemplar se convierte en crítica cargada con la ironía y parodia propias de Cervantes. A las luces de esta época la lectura de la figura del loco que hace las veces de figura antagónica de lo que la locura representa, rescata quizás esa parte de la España del siglo XVII que sin la literatura o el ingenio cervantino podría haber pasado desapercibido o censurado.