Ante un fallido plan del 4 de julio

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Ante un fallido plan del 4 de julio Daniel Jesús Carrillo Polanco (*) Martes, 9 de julio de 2013 - Edición impresa En: Editoriales Agresión unilateral El 4 de julio de 2011 le salió mal al PRI-gobierno -tanto estatal como municipal- de entonces, porque aun cuando consiguieron desalojar a golpes -llámese represión- a quienes legítimamente se oponían a la construcción del túnel a desnivel, en realidad sus intenciones eran otras. Los ciudadanos que se manifestaban ese funesto día eran muchos más que los gamberros, de modo que podría pensarse que si hubiesen respondido a las agresiones en una batalla de dos bandos, los porros hubieran sido superados. Y es ahí donde le salió mal al PRI-gobierno. El maquiavélico plan rojo era enviar a los pelafustanes para aparentar un enfrentamiento entre ciudadanos: los que se oponían y los que apoyaban el paso a desnivel. Todas las evidencias muestran que la violencia se inició y continuó durante varias horas, con la única acción de los porros. Jamás la brutalidad provino de los estudiantes, de los profesionales, de las personas de la tercera edad e incluso de las personas con capacidades diferentes que fueron tratados con vileza. ¿Por qué no se respondió a la agresión gamberril habiendo más ciudadanos que pandilleros? Por la sencilla razón de que la gente de esta ciudad es tranquila y no está acostumbrada a vivir episodios similares. Es lo que el PRI-gobierno de Ivonne Ortega y Angélica Araujo Lara no tomaron en cuenta. Como ya sabemos todos, y nos consta a quienes estuvimos ahí, en los cuatro puntos cardinales de la glorieta había policías antimotines, pero permanecieron impávidos durante 15 horas. La consigna para la policía era entrar y detener a todos los que respondan a las provocaciones, no a los provocadores. Para eso apostaron a fotógrafos y camarógrafos oficiales por todos lados, para tomar las esperadas evidencias de agresiones de ciudadanos. Para eso tenían activas las cámaras vigías cuyos vídeos han negado porque ahí se comprueba que las agresiones sólo estuvieron del lado de los porros. Al no tener pruebas tuvieron que editar un folleto muy forzado que en palabras señalaban a panistas como los agresores, pero en imágenes no mostraron ni una sola agresión panista. En su mismo folleto, de modo burdo omitieron las verdaderas agresiones y a los reales agresores. Según ese folleto, jamás vieron a los porros en acción. ¡Qué simpático! Si los ciudadanos hubiesen respondido el ataque porril, la policía, con toda seguridad, sí habría entrado de inmediato y con fotos y vídeos oficiales habría denunciado a los manifestantes. Entonces sí hubiese muchos detenidos, denunciados y encarcelados. Pero les salió mal el plan. Las pruebas las tuvieron pero, obvio, no las iban a usar en su contra. ¿Cómo se atrevió una dipu- tada del PRI a afirmar que el 4 de julio hubo un enfrentamiento de “ciudadanos contra ciudadanos”? No fue un enfrentamiento, fue una masacre perpetrada por golpeadores profesionales que actuaron a sus anchas, con la anuencia de las autoridades estatales y municipales. Si no, entonces, ¿cómo nos explicamos que la policía se hubiera desentendido estando tan cerca del lugar de los

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Ante un fallido plan del 4 de julio

Daniel Jesús Carrillo Polanco (*)

Martes, 9 de julio de 2013 - Edición impresa En: Editoriales Agresión unilateral

El 4 de julio de 2011 le salió mal al PRI-gobierno -tanto estatal como municipal- de entonces, porque aun cuando consiguieron desalojar a golpes -llámese represión- a quienes legítimamente se oponían a la construcción del túnel a desnivel, en realidad sus intenciones eran otras. Los ciudadanos que se manifestaban ese funesto día eran muchos más que los gamberros, de modo que podría pensarse que si hubiesen respondido a las agresiones en una batalla de dos bandos, los porros hubieran sido superados. Y es ahí donde le salió mal al PRI-gobierno. El maquiavélico plan rojo era enviar a los pelafustanes para aparentar un enfrentamiento entre ciudadanos: los que se oponían y los que apoyaban el paso a desnivel. Todas las evidencias muestran que la violencia se inició y continuó durante varias horas, con la única acción de los porros. Jamás la brutalidad provino de los estudiantes, de los profesionales, de las personas de la tercera edad e incluso de las personas con capacidades diferentes que fueron tratados con vileza. ¿Por qué no se respondió a la agresión gamberril habiendo más ciudadanos que pandilleros? Por la sencilla razón de que la gente de esta ciudad es tranquila y no está acostumbrada a vivir episodios similares. Es lo que el PRI-gobierno de Ivonne Ortega y Angélica Araujo Lara no tomaron en cuenta. Como ya sabemos todos, y nos consta a quienes estuvimos ahí, en los cuatro puntos cardinales de la glorieta había policías antimotines, pero permanecieron impávidos durante 15 horas. La consigna para la policía era entrar y detener a todos los que respondan a las provocaciones, no a los provocadores. Para eso apostaron a fotógrafos y camarógrafos oficiales por todos lados, para tomar las esperadas evidencias de agresiones de ciudadanos. Para eso tenían activas las cámaras vigías cuyos vídeos han negado porque ahí se comprueba que las agresiones sólo estuvieron del lado de los porros. Al no tener pruebas tuvieron que editar un folleto muy forzado que en palabras señalaban a panistas como los agresores, pero en imágenes no mostraron ni una sola agresión panista. En su mismo folleto, de modo burdo omitieron las verdaderas agresiones y a los reales agresores. Según ese folleto, jamás vieron a los porros en acción. ¡Qué simpático! Si los ciudadanos hubiesen respondido el ataque porril, la policía, con toda seguridad, sí habría entrado de inmediato y con fotos y vídeos oficiales habría denunciado a los manifestantes. Entonces sí hubiese muchos detenidos, denunciados y encarcelados. Pero les salió mal el plan. Las pruebas las tuvieron pero, obvio, no las iban a usar en su contra. ¿Cómo se atrevió una dipu- tada del PRI a afirmar que el 4 de julio hubo un enfrentamiento de “ciudadanos contra ciudadanos”? No fue un enfrentamiento, fue una masacre perpetrada por golpeadores profesionales que actuaron a sus anchas, con la anuencia de las autoridades estatales y municipales. Si no, entonces, ¿cómo nos explicamos que la policía se hubiera desentendido estando tan cerca del lugar de los

hechos violentos durante tantas horas? Necesariamente tuvo que existir la anuencia gobierno hacia los golpeadores. Es un acto de cinismo asegurar que los rojos no le apuestan a la violencia, cuando su propio origen como partido fue la violencia. No le apuestan a la violencia, y cómo ocurrió la masacre de Tlatelolco de Díaz Ordaz; el Halconazo y la “guerra sucia” de Echeverría Álvarez, el asesinato de “El Charras” aquí en Yucatán, así como los de Colosio y Ruiz Massieu con Salinas de Gortari, por mencionar sólo algunos casos. Es una desvergüenza no admitir que el 4 de julio fue una burda represión de color rojo en todos los sentidos.- Mérida, Yucatán. [email protected] —– *) Maestro en comunicación política y marketing electoral y consejero estatal del PAN Si los ciudadanos hubiesen respondido el ataque porril, la policía habría entrado y habría denunciado a los manifestantes