Antología clásica de la literatura argentina, Borges y Ureña

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  • Queda hecho el depsito' que marca la Ley 11.723

  • ANTOLOGIA CLAS1CADE LA

    LITERATURA ARGENTINA

    SELECCION DE

    PEDRO HENRIQUEZ UREAY

    JORGE LUIS BORGES

    Editorial A. Kapelusz y Cia.PIEDRAS 12G BUENOS AIRES

  • , &(-t-_4 6 2_6

  • PROLO(7,0En. la presente ANTOLOGIA CLSICA DE LA LITERATU-

    RA ARGENTINA se aspira a ofrecer a los lectores una no-cin sinttica de lo que fue la obra de los escritores y poetasdel pasado definitivamente concluso: el titulo impona limita-ciones, y pensamos que slo deberla abarcar la extensin. detiempo que va desde los comienzos de la cultura de tipo occidentalen el Rio de la Plata, en el siglo XVI, hasta 'el final del periodode organizacin de la Argentina moderna, en la dcada de 1880 a1890. De los treinta y cinco autores que constituyen el conjun-to, once alcanzaron el siglo XX; pero es significativo que cuan-to escribieron todava en nuestro siglo mire en general haciael pasado: o es histeria o son recuerdos personales.

    No incluimos, pues, escritores nacidos despus de 1850 61851: la generacin de Joaqun Gonzlez, de Ernesto Quesada.de Alejandro Korn, de Roberto Payr6, pertenece de lleno a laArgentina actual; muchos de ellos acaban de desaparecer, unospocos viven todava.

    Hay honda diferencia entre la literatura argentina de aquelpasado y la que comienza despus de 1880. Los nuevos vivenya en una sociedad organizada, con perspectivas de estabilidadprspera: las instituciones de la nacin, recientsimas comoeran, hablan adquirido solidez gracias a la energa mom/ y elvigor intelectual de sus creadores y sostenedores. Los pensado-res pueden ya moverse, si lo desean, en el campo de la teorapura; el artista puede, si lo desea, aislarse en la torre de mar-fil. Pero los hombres de la poca anterior, desde la Revolucinde Mayo hasta la conquista del desierto y la federalizacin deBuenos Aires, tenan que poner a prueba sus teoras en la ac-cin; tenan que vivir la filosofa que profesaran; la literaturaintervena en las contiendas polticas. Eso da a la obra de aque-llos escritores, desde l'unes y Monteagudo hasta Avellaneda yEstrada, extraordinaria fuerza vital.

    Nuestra antologa, creemos, presenta el cuadro de la socie-

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  • dad del pasado, con su inquietud constante, con sus aspiracionesy desfallecimientos: en ella domina, al fin, la fe en el porvenirde la patria, en el triunfo del bien y de la justicia sobre la tie-rra argentina.

    * *

    Como los prosistas aqu represen!ad6s son, por lo comn,autores de obras extensas, las mignas que hemos escogidono siempre alcanzarn a representarlos en, todos sus aspec-tos; hemos procurado, eso si, que estdn representados aspectoscaractersticos: en lo posible, los mejores. Y hemos evitado laspginas demasiado conocidas, aunque sean magnificas: as, de.liberadamente, omitimos El hogar paterno, y El rastreador,y El baquiano, entre las de Sarmiento.

    A los poetas, en cambio, rabia representarlos a veces conobras integras: as van el Martin Fierro de Hernndez, elFausto de Estanislao del Campo. el Santos Vega de Obliga-do. Del Santos Vega de Asrasubi y de La vuelta de MartnFierro resultaba necesario escoger solamente pasajes.

    Hemos buscado, para cada obra, la edicin. ms autorizada,a fin de respetar las palabras auldnlicas del autor, muchas ve-ces .

    estragadas en las reimpresiones corrientes. Todo corte en eltexto transcriip se seala con puntos suspensivos. Cuandopara comprensin. de algn. pasaje es necesario intercalar unao ms palabras, va indicado entre pardntesis angulares.

    Todos los autores que aparecen en. la antologa son conocidos

    como escritores, a excepcin de Malla Snchez, admirable Mil-ki que en sus cartas supo revelar con expresin. vivaz su esp-ritu siempre activo y generoso. Creemos que su presenciacompleta el cuadro de la vida argentina del pasado. Se ha di-cho que su voluminoso epistolario, cuando se publique, ser por-cin significativa de la literatura argentina; lamentamos nobabcr tenido a mano otros materiales que los pocos ya impresos.

    Figuran en la coleccin dos autores nacidos en territoriosvecinos, pero en pocas en que la unidad del Rio de la (,Plataera completa: Ruy Daz de Guzmn y Bartolomd Hidalgo. Unoy otro estn ntimamente ligados a la vida argentina. Lo est,igualmente, Groussac. Y lo est, por fin., Hudson, a quien sloalela ele nosotros el idioma que escogi para expresarse.

    P. II. U. J. L. B.

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  • ANTOLOGIA CLASICADE LA

    LITERATURA ARGENTINA

  • -

  • c4e=>...

    RUY DIAZ DE GUZMAN -17C. 1558 - 1629 -

    El ms antiguo escritor, entre los nacidos en el Rio dela Plata, a quien se le debe una obra en forma de libro.Naci hacia 1558, en la Asuncin del Paraguay. Era hijodel capitn Alonso Riquel o Riquelme de Guzmn, quevino al Rio de la Plata con Alvar Nez Cabeza de Vaca,su tio, y de Ursula de Irala, hija de Domingo de Irala,acompaante de Pedro de Mendoza que fu gobernador de--la. Asuncin. Por la madre tenia sangre india. Tom par-te en las campaas para someter a los indgenas, fu te-niente de gobernador del Guair entre 1585 y 1599 y fun-d la poblacin de Santiago de Jerez (1592). Despus deresidir, con cargos diversos, en Buenos Aires (1599-1602),en Charcas y en Santiago del Estero, se retir a la Asun-cin, donde muri en 1629. A su nica obra, inconclusa,escrita en 1612 en Charcas, le (li el titulo de Historiadel descubrimiento y conquista (tel Rio de la Plata; perolos historiadores que la manejaron durante la poca co-lonial la denominaron Argentina, nombre que ya habladado el sacerdote espaol Martn del Barco Centenera alpoema que public en 1602. Est escrita con claridad ysencillez.

    EL PARAN. Y EL IGUAZU

    . . En este territorio hay muchas provincis ypoblaciones de indios de diversas naciones, por mediode las cuales corren muy caudalosos ros, que todosvienen a parar como en madre principal a este de laPlata, que por ser tan grande llaman los naturales

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  • guarans Paran Guam"' ' . . . Y as tomar por mr-genes desta, de ripcin el mismo ro desde la mar, co-menzando ero de la parte de la mano derechacomo ilbr el entramos, que es el Cabo de Santa Mara,del c 1 a una isla y puerto que llaman de Maldonadoh iez leguas, toda rasa y llana, dejando a vistad tro del mar la de los Lobos. Este de Maldonado esbuen puerto y tiene en tierra firme una laguna demucha pesquera; crrenla toda los indios charras deaquella costa', que es una gente muy dispuesta y cre-cida, que no se sustenta de otra cosa sino de caza ypesquera: son muy osados en el acometer y cruelesen el pelear, y despus humanos y piadosos con loscautivos. Tiene fcil entrada, por cuya causa no ter-na 2 seguridad siendo acometida por mar. Ms ade-lante est el Monte Vidio ", llamado as de los portu-gueses, donde hay un puerto muy acomodado para unapoblacin, porque tiene extremadas tierras de pan 4 ypasto para ganados, de mucha caza de gansos, perdicesy avestruces : llega no muy distante de la costa unacordillera que viene bajando del Brasil y desvindosedella se mete tierra adentro, cortando la mayor partedesta gobernacin, y extendindose as al norte se en-tiende que vuelve a cerrar a la misma costa, abajo dela baha. De aqu a la isla de San Gabriel hay veinteleguas, dejando en medio el puerto Santa Luca: estaisla es pequea y de mucha arboleda ; est de tierra firmepoco ms de dos leguas, donde hay un puerto razonable,pero no tiene tanto abrigo como convena a los navosque all han estado. En este paraje desemboca el ro,muy caudaloso, del Uruguay . ..., el cual tiene all de

    ' Paran Guaz: en guaran, " Vidio: Montevideo."ro romo mar".

    ' tierras de pan: tierras donde2 /venia: tendra.

    se puede sembrar trigo.

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  • boca cerca de tres leguas, y dentro dl un pequeoro que llaman de 2an Juan junto a otro de San Sal-vador, puerto muy acomodado. Y diez leguas por ladelante, uno que llaman Ro Negro, del cual arriba,a une y a otra mano, entran infinitos, en especial unocaudaloso que tiene por nombre Pepir, donde es no-toria fama haber mucha gente que posee oro en can-tidad, que trae este ro en menudas arenas. Estero tiene su nacimento deste ro del Uruguay, de lasespaldas de la isla de Santa Catarina, y corriendo asal medioda se aparta de la Laguna de los Patos parael occidente, por muchas naciones y tierras pobladasque llaman guayanas, pates, chovas, chovacas, que soncasi todos de una lengua, aunque hasta ahora no hanvisto espaoles ni entrado en sus tierras ms de las relaciones que de los guarans se ha tomado.

    Y corriendo muchas leguas viene este ro a pasarpor una poblacin muy grande de indios guarans quellaman Tap, que quiere decir ciudad. Esta es una pro-vincia de las mejores y ms pobladas deste gobierno ;la cual, dejando aparte, por el de la Plata arriba, cientoy cincuenta leguas a la misma mano, [se val por muchasnaciones y pueblos de diferentes costumbres y lenguajes,que la mayor parte no son labradores, hasta las SieteCorrientes, donde se juntan dos ros caudalosos : el rollamado Paraguay, que viene de la siniestra; el otroParan., que sale de la derecha: ste es el principal,que bebe todos los ros que salen de la parte del Bra-sil. Tiene de ancho por todo lo ms de su navegacinuna legua, en parte dos ; baja al pie de trescientasleguas hasta juntarse en este del Paraguay, en cuyaboca est fundada una ciudad que llaman de San Juande Vera, que est en altura de veinte y ocho grados .. .Luego como por este ro se entra, es apacible para

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  • navegar, y antes de cuarenta leguas se descubren mu-chos bajos y arrecifes, donde hay una laguna a manoezquierda del ro, que llaman de Santa Ana, muy po-blada de indios guarans; va todo l muy poblado hastadonde entra otro muy caudaloso.., que llaman Igizaz,que significa ro grande. Viene de las espaldas de laCananea y corre ducientas leguas por mucha sumade naciones de indios : los primeros y ms altos sontodos guarans; y bajando para el sur entra por losPueblos de los que llaman chovas, mufios y chiquis,tierra fra de grandes pinales, hasta entrar en este delParan, por el cual subiendo treinta leguas est aquelextrao salto que entiendo ser la ms maravillosa obrade naturaleza, porque la furia y velocidad con que caetoda el agua deste ro son ms de ducientos estadospor once canales, haciendo todas ellas un humo espe-ssimo en la regin del aire, de los vapores que causanlas cadas que digo. De aqu abajo es imposible poder-se navegar, con .

    tantos batientes y rebatientes que hacecon grandes remolinos y borbollones que se alzan comonevados cerros. Cae toda el agua deste salto en unaurna corno caja guarnecida de duras rocas y perlas enque se estrecha todo el ro en un tiro de flecha, tenien-do por lo alto del salto ms de dos leguas de ancho, dedonde se reparte en estas canales, que no hay ojos nicabeza humana que le pueda mirar sin desvanecerse yperder la vista de los ojos ; yese el ruido deee saltoocho leguas y vese el humo y vapor destas cadas msde seis como una nube blanqusima. Tres leguas arribaest fundada una ciudad que llaman Puerto Real, en laboca de un ro que se dice Piquir ; est en el mismotrpico de Capricornio...

    Argentina, libro I, cap. III.

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  • HISTORIA DE LUCIA MIRANDA

    Partido Sebastin Gaboto para Espaa [en 1531]...el capitn don Nurio [de Lara] 1 procur de conservar lapaz que tena con los naturales circunvecinos, en espe-cial con los indios timbs, gente de buena maza 2 y volun-tad, con cuyos dos principales caciques siempre la tu-vo; y ellos, acudiendo a buena correspondencia, de or-dinario provean a los espaoles de comida, que, comogente labradora, no les faltaba. Estos caciques erandos hermanos, el uno llamado Mangor y el otro Siri-po, mancebos ambos de treinta a cuarenta arios, valien-tes y ejercitados en las cosas de la guerra, y as de to-dos muy temidos y obedecidos, en especial el Mangor.El cual en esta sazn se aficion de una mujer espao-la que estaba en la fortaleza, llamada Luca de Miran-da, mujer de Sebastin Hurtado, naturales de Ecija.A esta seora haca este cacique muchos regalos y so-corros de comida, y ella, con muestra de agradecimien-to, amorosos tratamientos, con que vino el brbaro atomarle tanta aficin y tan desordenado amor, que in-tent de robarla con los medios posibles, convidando a sumarido que se fuese algn da a entretener a su pue-blo y a recibir del hospedaje y buena amistad: lo cualse le deneg con buenas razones. Y visto que por aque-lla va no se le facilitaba su intento, y el continuo re-

    ' El episodio novelesco que si- ridico. Se ha dudado hasta

    gue ha sido muy discutido. de la existencia de Nuflo de

    Unos lo suponen inventado por Lara.

    Ruy Diaz; otros lo creen ve- = O tal' vez "de buena marca".

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  • cato de su marido, y la honestidad y compostura dc-ha, vino a perder la paciencia con indignacin y mor-tal pasin, ordenando contra los espaoles, debajo deamistad, una alevosa y traicin, por parecerle que poreste camino sucederan las cosas de manera que aque-lla mujer viniese a su poder... Persuadi al otro caci-que su hermano que no les convena dar la obedienciatan de hecho a los espaoles, porque con estar en sustierras eran tan seoriles y resolutos en sus cosas, que enpocos das haban de sujetarlo todo, como lo comenza-ban a hacer, y si con tiempo no se remediaba el incon-veniente, despus cuando quisiesen no lo podran ha-cer ni excusar de ser sujetos a servidumbre. Paracuyo efecto l era de parecer que los espaoles fuesendestruidos y muertos, y asolado el fuerte donde es-taban, no perdiendo la ocasin cuando el tiempo la ofre-ciese. A las cuales razones el Siripo respondi que c-mo era posible tratar l cosa semejante contra los es-paoles, habiendo l sido siempre amigo dellos y muyaficionado ; que l de su parte no tena tal intento, por-que, dems del buen tratamiento y amistad que lehacan, no haba recibido el menor agravio por dondetuviese causa de tomar las armas contra ellos ; a lo cualel Mangor vino a replicar que as convena se hiciesepor el bien comn y por el particular gusto suyo, a quecomo buen hermano deba conceder. De tal forma per-suadi a su hermano, que vino a conformarse en l, de-jando el negocio entre s tratado para tiempo mscmodo y oportuno, el cual no mucho despus se lesofreci como pretendan.

    Y fu que, habiendo necesidad de comida en lafortaleza, despach el capitn don Nurio cuarenta sol-dados en un bergantn.., que fuesen por aquellas is-las a buscar comida... Tuvo el Mangor por buena es-

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  • ta ocasin, juntamente, por haber salido con esta com-paa Sebastin Hurtado, marido de Luca. Y as, lue-go fueron juntos, por orden de sus caciques, ms decuatro mil indios, y se fueron con ellos a poner medialegua de la fortaleza en un sauzal [en] la costa del ro...Cuando todos dorman, excepto las guardias que esta-ban en las puertas, el Mangor y los suyos hicieron cier-ta seria a los de fuera, como estaba concertado. Llegn-dose al muro de la fortaleza, pegaron fuego a la casa dela monicin', y hecho esto dieron repentinamente conlas guardias; y en un punto tomaron las puertas de lafortaleza, por donde entraron matando los que hacanel cuarto2 y todos los que encontraban. Los espano-les, despavoridos con el alarma 3, salan a la plaza...Pelearon varonilmente en este trance, en especial donNurio de Lara... Procuraba de acudir a todas partes ;no pudiendo remediar la ruina y perdicin de todos, an-daba desangrando de las muchas heridas que tena. Semeti en la fuerza de los enemigos, donde, encontran-do con el Mangor, le di una cuchillada que le derriby asegundando dos golpes le quit la vida, y a otros mu-chos indios y caciques ; y muy cansado y cubierto desangre de las crueles heridas, cay en el suelo, dondelos indios le acabaron de matar...

    Y as, con la muerte - de este capitn, fu luego ga-nada la fortaleza, y toda ella destruida, sin dejar hom-bre a vida, excepto cinco mujeres que all haba, conla muy cara Luca de Miranda, y algunos tres o cuatromuchachos...

    Visto por el Siripo la muerte de su hermano, y ladama que tan caro le costaba, no dej de derramar mu-El local donde se guardaba a El texto dice, probablementeel armamento, por error, el arma.El cuarto de guardia.

    -- 17

  • chas lgrimas, considerando el ardiente amor que le ha-ba tenido y lo que en su pecho iba sintiendo tener aesta espaola; y ansii de todos los despojos que aquse ganaron no quiso de su parte otra joya que tomarpor su esclava a la que por otra parte era seora de losotros...

    Aunque era bien tratada y servida de los criadosdel Siripo, no por eso dejaba de vivir con mucho des-consuelo. Tanto, que un da, por la consolar, le hablcon muestra de mucho amor y le dijo estas razones :"De hoy ms, Luca, no te tengas por mi esclava nisierva, sino por mi querida mujer, y como tal puedesser seora de todo cuanto tengo y hacer a tu voluntad,Ja cual te entriego2

    desde hoy para siempre, pues tedoy lo principal, que es el corazn". Cuyas palabras2afligieron mucho ms el alma de esta cautiva, vin-dose sujeta al podero y voluntad de un brbaro.

    Pocos das despus se le acrecent mucho msel sentimiento con la ocasin que de nuevo se ofreci,y fu que en este tiempo trajeron los indios corredorespreso ante el Siripo a Sebastin Hurtado, el cual, ha-biendo vuelto con los dems del bergantn al sitio dela fortaleza, saltando en tierra la vi asolada y des-truida, con todos los cuerpos de los que all se ma-taron; y no hallando entre ellos a su mujer considerlo que fu, y sin otra resolucin determin de meterseentre aquellos brbaros y quedarse l tambin cautivocon su mujer o morir en su compaa, y sin dar a nadieparte de su determinacin se meti por aquella vega,donde otro da, habido y preso por los indios [lo]llevaron, ligadas las manos, y lo presentaron a su ca-cique principal, el cual, luego que fu conocido, mand

    1 Ans!, forma anticuada de as!. a Cuyas palabras, las palabras2 Fin friego, entrego.

    del cual. 1S

  • quitarle de su presencia para que ejecutasen en l lamuerte. A cuya sentencia, su tierna mujer con innume-rables lgrimas pidi y rog a su nuevo marido no seejecutase su mandato: antes le suplicaba le otorgasela vida para que ambos se empleasen en servirle comoverdaderos esclavos, de que siempre seran muy gra-tos. Por cuya intercesin el Siripo concedi' a lo quele peda con tanta instancia quien l, por la suya, tan-to deseaba agradar, debajo de un riguroso precepto enque les mand, con pena de su indignacin, que porninguna va pudiesen comunicar ni tener trato uno conotro, porque de lo contrario les vendra su destrucciny muerte, y que a Sebastin Hurtado le mandara darotra mujer con quien viviese con mucho gusto y dequien fuese muy bien servido, hacindole en todo tanbuen tratamiento como si fuera, no su esclavo, sinosu verdadero vasallo. Ellos le prometieron de guardaren todo su precepto y mandamiento, y as se abstu-vieron por algunos das sin nota alguna.

    Mas como quiera que para los amantes no haiga2leyes que les fuerzen [a] dejar de seguir la fuerza don-de les lleva el amor, no perdan la ocasin todas, las ve-ces que el tiempo les daba lugar, porque de ordinariotena Hurtado los ojos puestos en [Luca] Miranday ella los suyos en l ; de modo que fueron de algunosde esta casa notados y entendidos, en especial de unaindia, mujer que haba sido muy querida del Siripo,la cual por su nueva esposa haba sido repudiada. Estaindia, movida de rabiosos celos, le dijo al Siripo congran desuello":

    ' El original dice, tal vez por 2 Ilaiga: haya. Es raro encon-

    error, concediendo. El verbo trar escrita esta forma, que

    conceder est usado donde siempre ha existido en el ha.

    hoy pondramos acceder Me. popular.I comp. pg. 16). Desuello: descaro, audacia.

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  • Muy contento ests con la espaola tu nuevamujer, mas ella no lo est de ti, porque precia y estimams al de su nacin y antiguo marido que todo cuantot tienes y posees; por cierto, pago muy bien mere-cido, pues dejaste lo que por naturaleza y amor estabasobligado y tomaste una extranjera y adltera por mu,jer.

    El Siripo se alter con estas razones, y sin dudaninguna ejecutara su pasin en estos dos amantes, sino fuera por ver si era verdad lo que se le haba dicho.Disimulando por entonces, andaba con cuidado para co-gerlos en el hurto ; hasta que un da fueron cogidosjuntos, donde con una rabia y cruel ira mand luegoquemar en un gran fuego a la buena Luca. Y venidaa la ejecucin de la sentencia, con gran firmeza y va-lor de nimo sufri el incendio del terrible fuego, don-de padeci la muerte como verdadera cristiana, pidien-do a Nuestro Seor hubiese misericordia de sus pe,cados. Luego por el consiguiente mand el cruel br-baro que Sebastin Hurtado fuese asaeteado, y parael efecto fu llevado de muchos mancebos al campo,donde, atado en un algarrobo, de pies y de manos, fude aquella gente con agudas flechas asaeteado hastaque de las crueles heridas fu muerto ; puestos losojos al cielo suplicaba a Su Divina Majestad le perdo-nase sus pecados: por cuya misericordia es de creerestn ambos a dos gozando de su santa gloria. Lo cualsucedi ario de mil y quinientos y treinta y dos.

    Argentina, libro 1, cap. 7.

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  • LUIS DE TEJEDA1604 - 1680

    Cordobs. Descenda de los conquistadores Tristn deTejeda y Hernn Meja de Miraba], que acompaaronen su expedicin colonizadora a Jernimo Luis de Ca-brera, el fundador de Crdoba. Fu militar; en su ve-jez se hizo fraile dominico. En el volumen de prosasy versos que de l se conserva, Coronas lricas, la obraprincipal es su pintoresca autobiografa, EI peregrinoen Babilonia. Escribi comedias, pero no se conservan.Su estilo es tpico del siglo XVII: hay en l influenciasdel culteranismo y del conceptismo; pero en general espoco complejo. Uno de sus mejores rasgos conceptistases el final (lel soneto dialogado entre Jests y la VirgenMara: ella le pregunta por qu no la hizo sufrir cor-poralmente la pasin junto con l; l responde que, deser as, "no hiriera tu alma tan cruel cuchillo.., y estedolor a mi pasin faltara".

    SANTA ROSA DE LIMA

    Nace en provincia verde y espinosatierno cogollo ; apenas engendradoentre las rosas, sol es ya del prado,crepsculo de olor, rayo de rosa.

    De los llantos del alba apenas goza'',cuando es del dueo singular cuidado,temiendo, o se lo tronche rudo arado,o se lo aje mano artificiosa.

    Mas ya que del cairel desaprisiona

    ' Goza rima con espinosa, ros baldan igualado la z y. la s.

    y artificiosa: indicio de que a que eran distintas en el siglo

    mediado del siglo XVII se de la conquista.

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  • la virgen hoja, previniendo engaos,la corta y pone en su guirnalda o zona:

    as esta virgen tierna en verdes arioscort su Autor, y puse en su corona : oh bien anticipados desengaos!

    AL NIO JESUS

    Beln, portal dichoso,casa de pan, que ciesaquel cndido trigonacido en tierra virgen,

    deja que a tus umbrales,no palacios sublimes,no edificios soberbiosde Babilonia envidie.

    Deja que tu pesebresellos mis labios fr)sen,fuentes mis ojos rieguen,ojos el alma mire.

    En tu inmensa estrechuralo grande miro humilde,lo incircunscrito breve,postrado lo terrible.

    Quien es de tierra y cielocompasador Euclidesa una cuna de pajasse proporciona y mide.

    El calor se le niega,la nieve le corrige,y a quien da nieve y lanano hay hoy paal que abrigue.

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  • ; Oh, cmo est la Madreagradeciendo humildeel abrigo a las bestiasque el hombre le prohibe!

    Mece la jumentillalos pajizos cojinesy el buey, con tardo aliento,de brasero le sirve.

    Llorad, ojos, un rato,que cuando el hombre afligea Dios, de rudas bestiasasistir se permite.

    Aquella bella Aurorapor quien los campos rende la eterna y triunfanteJerusaln insigne

    llora sobre las pajasy en sus hilos humildes,torzales de oro, ensartaaljfares sutiles.

    Y as le dice al Nio:"Esta cuna infelice,hijo, te pronosticaalguna tumba triste;

    y siendo tan estrechadesde agora me diceque en las pajas te ensayaspara en la cruz bullirte.

    Sus agudas aristasmanos y pies te afligeny los tres pronosticande acero agudos linces.

    Las que tus tiernas sienespunzan sobre sutiles

    - 23 ---

  • hebras, de tu cabezala corona me dicen.

    Al vestido encarnadoque de mi tela hiciste,raso triste y pajizode entretela le sirve."

    Entre pucheros tiernosya llora, ya se reel Nio con la Madre,y ella llorando dice:

    "Si tu desnudez lloras,dime por qu salistedejando mis entrflas,que eran paales firmes.

    "Mas ya me ests diciendomientras lloras y res:Salgo a buscar ingratos,pues por ingratos vine.

    "No llores, pues, bien mo,si a tanto te atrevisteque a tu Padre dejastey a tu Madre despides."

    - 2.1

  • FRANCISCO JAVIER ITURRI1738 - 1822

    Entre los jesuitas que fueron expulsados de todos losterritorios espaoles, bajo Carlos III, en 1767, habla mu-chos escritores. De los que se hallaban residiendo en laArgentina eran hombres de letras los espaoles Jos Gue-vara, Domingo Muriel, Jos Cardiel, Jucai Manuel Pera-ms, Jos Snchez Labrador, Joaqun Millas, el inglsToms Falkner, el hngaro Ladislao Orosz, los austriacosFlorian Pauke y Martin Dobritzhoffer; finalmente, losargentinos Gaspar Jurez (1731-1804) y Francisco JavierIturri. El P. Jurez escribi sobre la historia eclesisticadel Rio de la Plata, sobre la expulsin de los jesuitas ysobre fauna y flora de la Argentina. El trabajo principaldel P. Iturri es la Carta critica sobre la Historia de Ame-rica del distinguido escritor espaol Juan Bautista Mu-oz (1797): tuvo gran popularidad como defensa del NuevoMundo y se reimprimi varias veces (hay edicin de Bue-nos Aires, por ejemplo, en 1818).

    CARTA CRITICA A JUAN B,AUTISTA MUOZSOBRE LA HISTORIA DE AMERICA (1797)

    Seor Cosmgrafo, el suelo americano.., es enel da el suelo ms importante. A sus frutos debe laEuropa su lujo, su cultura y esplendor, y grandesreinos toda su opulencia, gloria y poder. Sin ellos, per-dera el comercio su principal riqueza, las artes suestimacin y las ciencias aquel ocio tranquilo que lassac del abatimiento y puerilidad. Si Vmd. tuvieraluces bastantes para cotejar la Europa con la Europa,

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  • en las pocas que siguieron y precedieron al descubri-miento del Nuevo Mundo, conocera que a sus frutosdebe aqulla los ms felices cambiamientos

    El suelo americano excede por sus riquezas a todosuelo conocido...

    Los peruanos y mejicanos.., haban fundado dosgrandes imperios, dilatados con conquistas militares,y tan humanas las del Per, que no tienen copia nioriginal en el vejo mundo... La soberana, tan res-petada en s misma, y en sus representantes, que lasnaciones del globo no ofrecen dos ejemplos superio-res. Esta es la base esencial del estado civilizado.Tenan ciudades, magistrados, templos, sacerdocio, es-cuelas, colegios, teatros, mercados, correos regulares,caminos pblicos, puentes, fortalezas, armas, ejrcitos,hospitales, leyes, usos y costumbres, tan ajustadas al-gunas, que nuestros monarcas ordenaron su observan-cia. Son muy comunes en el Per y en Mjico los vesti-gios y ruinas que anuncian los progresos de aquellasnaciones y que ningn verdadero sabio ha mirado jamscomo monumentos de la estpida barbarie. Los monu-mentos de su industria en las obras de puro lujo, cualesson estatuas humanas, figuras de animales y vegetales,braseros, tinajas, atambores, vasijas de oro y plata,mscaras, coronas, rodelas y otras infinitas piezas de...preciosos metales que sorprendieron en Madrid, esmeral-das y perlas horadadas con artificio superior a todo lo co-nocido, sus telas primorosas y finas sobre cuanto setrabaja en Europa, son otras tantas demostracionesde que los peruanos y mejicanos estaban ya muy dis-tantes del estado en que las necesidades animales ocu-pan todas las ideas del hombre moral y que es el estadode la barbarie, y de que haban llegado al ocio feliz ycaracterstico de la cultura ...

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  • GREGORIO FUNES1749 - 1829

    Cordobti. Sacerdote; doctor en teologa; den de laCatedral de Crdoba desde 1804; rector de la Universi-dad en 1808 y modernizador de la enseanza. En 1810 seadhiri a la Revolucin de Mayo y se traslad a BuenosAires, donde form parte de la Junta Gubernativa en re-presentacin de su provincia. De 1818 a 1820 form parte(lel Congreso Constituyente. Redact peridicos de los msinfluyentes en la Apoca. Su obra principal es el Ensayode la h istoria riril (le Paraguay. Buenos Aires y rueu-

    n (1816-1817).

    LA RENDICION DE BERESFORD 1

    Lleno Liniers de ese ardimiento que inspira el ge-nio, desde los corrales de Miserere2 intim a Beresforddesalojase la plaza y se rindiese si no quera ex-perimentar el ms duro trance de la guerra. El gene-ral ingls era valiente, deseaba conservar su conquis-ta y el honor de su tropa. Fu su contestacin que se'defendera hasta la lnea que le sealase el honor.Desde el arribo de Liniers a la banda del sur, todoslos ojos se fijaron en su persona, y corrieron a fo-' En la invasin inglesa de paban el lugar donde hoy se

    1805. halla la Plaza del Once de' Corrales ce Miserere o del Septiembre.Miserere : Mataderos que ocu-

    - 27

  • mentarlo con todo gnero de auxilios. A favor de estasventajas llam la atencin de los ingleses hacia elsur, y a pesar de los pantanos y albardones se arrojcomo un rayo sobre la plaza del Retiro, guardada porun cuerpo de doscientos enemigos. Los derrot com-pletamente, tomles diez prisioneros, entre ellos - cincoheridos de consecuencia, y matles treinta y cincohombres. Beresford advirti este accidente y vinoen auxilio de su tropa al frente de una columna decuatrocientos a quinientos hombres. Nuestra gente lorecibi con mucho espritu y serenidad. El combateno fu largo, ni la victoria dudosa ; porque, roto elfuego de obs, la columna enemiga se disip como elhumo, dejando muchos muertos y heridos.

    Este triunfo se crey como presagio de otro ulterior ydecisivo. En efecto, el 12 de agosto, habiendo los Mi-gueletes empeado un fuerte tiroteo, atac Liniers condenuedo por diferentes puntos. Sus caones carecande avantrenes, pero un inmenso pueblo y una juventudardiente que por todas partes le extenda sus manoslos llev 2 volando sobre sus hombros. Beresford nadahaba omitido de lo que poda inspirar el genio de laguerra para hacerse inexpugnable en la Plaza Mayor.Guardaban sus entradas diez y ocho piezas de artille-ra y sus tropas guarnecan las azoteas, balcones y de-ms partes dominantes. A pesar de esto, resonandoen el aire las voces de avance!, avance!, que casiconfundan el estruendo de la artillera, fu embesti-do por las nestras con mpetu igual a su virtud. Li-niers, en medio de los fuegos, que haban traspasadosu vestido por ms de tres partes, mostraba esa san-gre fra sin lentitud que honra a los guerreros, y corra

    ' El autor ha escrito llev don- juventud, exiga llevaron,de el doble sujeto, pueblo y

    28

  • de un extremo a otro, o para dar sus rdenes, o parasostener a los que se hallaban en mayor riesgo. No era lamenor de sus glorias tener a Beresford por su rival. Des-pus de un combate obstinado de dos horas, en que corrila sangre sin economa, y en que el general enemigo sinalterarse vi caer a su lado a su ayudante Kennett,mand desamparar la plaza y se retir el ltimo a lafortaleza. Este retiro di nuevos grados de energa anuestros soldados, quienes, en desprecio de la banderablanca que enarbolaron los contrarios, continuaron sushostilidades, obligando a Beresford a que desesperadoles tirase su espada. Fue tan inflamado este ardimien-to, que, aprovechndose de la entrada que hizo a lafortaleza con un tambor don Hilario de la Quintana,se arrojaron indiscretamente sobre el rastrillo. Be-resford supo, por Quintana, que Liniers no estaba dis-puesto a otras capitulaciones que las de entregarse adiscrecin y consinti en levantar la bandera espa-ola. Sin embargo, por un respeto que se merecen losvalientes, mitig Liniers a poco rato su severidad yconcedi a los vencidos los honores de la guerra. En vir-tud de esta grada salieron con sus armas en nmerode mil doscientos y las rindieron a la cabeza de nues-tro ejrcito. La prdida de los ingleses ascendi a cua-trocientos doce hombres y cinco oficiales entre muer-tos y heridos. La nuestra a ciento ochenta de la mis-ma clase. Por ltimo entregaron mil seiscientos fu-siles, veinte y seis caones, cuatro obuses y las banderasdel regimiento 71.

    Ensayo de la historia civil, libro VI, cap. 9.

    29

  • MANUEL DE LABARDEN1754-c.1810

    Manuel (o Manuel segn otros) de Labarffilm, por-tofo, es el primer poeta argentino que describe la natu-raleza de su patria con intenta's de color local (oda enromance endecaslabo, Al Parand). Escribi dramas, yso conserva el segundo acto de la tragedia Siripa, estre-nada en Buenos Aires 1789: el asunto proviene de laArgentina de Ruy Dfaz de Onzman, y ya habla dado asun-sunto a la tragedia Luvia Miranda, escrita en italianopor el jesuita valenciano Manuel Lassala (1784).

    AL PARANA*

    Augusto Paran, sagrado ro,primognito ilustre del Ocano,que en el carro de ncar refulgente ',tirado de caimanes, recamadosde verde y oro, vas de clima en clima,de regin en regin, vertiendo francosuave frescor y prdiga abundancia,tan grato al portugus como al hispano:si el aspecto saudo de Mavorte,

    * Las notas son del poeta.' Hay en el Paran multitud

    de conchas, que fcilmente sedescascaran, [y] muestran un

    bruido ncar que puede serun ramo de industria. Los pa-raguayos las emplean en em-butidos.

    30

  • si de Albin los insultos temerarios'asombrando tu cndido carcterretroceder=

    te hicieron asustadoa la gruta distante que decoranperlas nevadas", gneos topacios,y en que tienes volcada la urna de oro'de ondas de plata5 siempre rebosando:si las sencillas ninfas argentinascontigo temerosas profugarony el Peine de carey all escondieroncon que pulsan y sacan sones blandosen liras de cristal, de cuerdas de oro,que os envidian las Deas del Parnaso: desciende ya, dejando la coronade juncos retorcidos, y dejandola banda de silvestre camalote",pues que ya el ardimiento provocadodel heroico espaol, cambiando el oropor el bronce marcial' te allana el paso,y para el arduo, intrpido combate

    1316queo de loe ingleses.No deben olvidar los amigosdel pais el raro fenmeno dehaberse echado menos enlos Cinco aos pasados el or-dinario crecimiento del Para-n, y las grandes resultas deeste acaecimiento con respec-to al comercio interior y crade ganados. De semejante su-ceso no hay noticia y se igno-ra su causa. El ao preceden-te volvi a su ordinario trans-borde.La laguna Apuper, despusSanta Ana, hoy de las Perlas,las ha dado pequeas en su

    orilla. El fondo no se ha re-conocido.Nace el Paran, en las minasde oro de los portugueses.Se alude al nombre del Rio dela Plata, que le di el eeno-vs Gabot impropiamente, nocrindose este metal en susprovincias, por lo que debie-ra mantener el nombre de RioSals, del descubridor.El comalote es un conocidoyerbazo que se cria en los re-mansos del Paran.Aprontas -navales del Supe-rior Gobierno y Real Consu-lado de Comercio contra loscorsarios ingleses.

    31

  • Carlos presta el valor, Jove los rayos.Cerquen tu augusta frente alegres liriosy coronen la popa de tu carro;las ninfas te acompaen adornadasde guirnaldas, de aromas y amaranto;y altos himnos entonen, con que avisentu trnsito a los dioses tributarios.El Paraguay, el Uruguay lo sepan,y se apresuren prvidos y urbanosa salirte al camino, y a porfiate paren en distancia los caballosque del mar patagnico ' trajeron;los que ya zabullendo, ya nadando,ostentan su vigor, que, mientras llegan,lindos cfiros tengan enfrenado.Baja con majestad, reconociendode tus playas los bosques y los antros;extindete anchuroso, y tus vertientes,dando socorros' a sedientos campos,den idea cabal de tu grandeza.No quede seno que a tu excelsa manodeudor no se confiese. T las salesderrites, y t elevas los extractosde fecundos aceites ; t introduces

    Hallase en la costa patagni-ea un marisco que tiene, ensu pequeo tamao, que serde cuatro pulgadas, la biza-rra figura de los caballos delcarro de Neptuno. Ignoramossi en otras partes los hay dem.s bulto, o si lo deben ala fecundidad griega. Su ca-beza remeda con propiedad ladel caballo, y la cola torci-da acaba en alas, como se pin-ta frecuentemente.

    La -Sociedad Econmica tengapor objeto, aunque sea nico,indagar el nivel de los terre-nos, para proporc i onar el rega-da a nuestros campos, cuestelo que cueste; si no puede serpor ahora, para de aqui a dossiglos. El terreno, sin unapiedra, se brinda. Consegui-do 'esto, vase aqu el puebloescogido.

    32

  • el humor nutritivo, y suavizandoal rido terrn, haces que admitade calor y humedad fermentos caros.Ceres de confesar no se desdeaque a tu grandeza debe sus ornatos.o el ronco caracol, la cornucopia,sirviendo de clarn, venga anunciandotu llegada feliz. Ac tus hijos,hijos en que te gozas, y que a cargopusiste de unos genios tutelaresque por divisa la bondad tomaron,cfiros halageos' por honrartebullen y te preparan sin descansoperfumados altares en que brillala industria popular, triunfales arcos,en que las artes populares lucen,y enjambre vistossimo de naosde incorruptible leo, que es dn tuyo,con banderolas de colores variosaguardndote est. T, con la palasde plata, las arenas dispersando,su curso facilita. La gran corteen grande gala espera. Ya los sabiosde tu dichoso arribo se prometenmuchos conocimientos ms exactosde la admirable historia de tus reinos,y los laureados jvenes, con cantosdulcsonos de pura poesa

    1 Buenos Aires.2 No se sabe adnde llega la

    riqueza de maderas que po-seernos. Cada vez que se re-gistran los montes, se tropie-za con un portento. Acaba deprobarse para curvas el tor-

    tuoso tarane: madera muy du-ra, tenaz del clavo, muy lige-ra, y que no arde.

    3 Debe pensarse seriamente encerrar a las arenas la entra-da de los puertos de este ro.

    - 33

  • que tus melifluas ninfas enseriaron,aspiran a grabar tu excelso nombrepara siempre del Pindo en los peascos,donde de hoy ms se canten tus virtudesy no las iras del furioso Janto.Vn, sacro ro, para dar impulsoal inspirado ardor; bajo tu amparocorran, como tus aguas, nuestros versos...1

    Omitense los ltimos nueve versos

    31

  • MARIA SANCHEZ DE MENDEVILLE (hacia 1845)

    Oleo de Mauricio Rugendas.

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  • MARIA SNCHEZ1786 - 1868

    "Misia Mariquita Snchez", Mara de los Santos Snchezde Velasco y Trillo, fu la dama ms famosa de su tiem-po en Buenos Aires. Portea; hija de familia muy rica;se cas, despus de cuatro aos de oposicin de su familia,con el militar Martn Thompson (1805). Desde 1810 espartidaria de la independencia; su casa se convierte ensaln literario, artstico y cientifico a la vez que centrode reuniones polticas, adonde concurren San Martn, Ri-vadavia, Monteagudo, Alvear, Larrea, Lafinur, Lpez yPlanes, Juan Cruz Varela. Viuda en 1817. se casa de nuevoen 1820 con el francs Jean Baptiste Washington de Men-deville. Vuelve a tener importancia su saln desde en-tonces hasta 1839: all acuden los jvenes escritores yteorizantes politicos que constituirn en 1837 la Asocia-cin de Mayo; la dama contrae amistad duradera conEcheverra, Alberdi, Juan Mara Gutirrez.

    Principal animadora de la Sociedad de Beneficencia, se-cretaria a su fundacin (1823) y presidenta en 1830-1832,trabaja en establecer las primeras escuelas para mujeresen la ciudad y en el campo. Es en realidad el centro deun grupo de porteas inteligentes que se sobreponan ala escasa instruccin que se les haba dado, se ilustrabanpor s mismas e intervenan de modo eficaz en la vida delpafs. Al grupo pertenecan, entre otras, Maria Gmezde Calzadilla, Candelaria Somellera de Espinosa, JustaFoguet de Snchez, Pilar Spano de Guido.

    Emigra a Montevideo en 1839, porque su hijo JuanThompson participa en la lucha contra Rosas. Aunquehace una que otra visita a Buenos Aires, no regresa de-finitivamente hasta 1852, despus de Caseros.

    Se ocupa en la reconstruccin de la Sociedad de Bene-ficencia, abolida por Rosas, y la preside en 1866-1867.Su fortuna ha disminuido mucho, pero su saln es siem-pre uno de los ornamentos de Buenos Aires: lo ser hastael final.

    Mara Snchez no era escritora profesional; compusoversos, slo como entretenimiento; pero sus cartas sonuna revelacin de su personalidad singular y de sus den.).

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  • pos, los tiempos en que se crea la Argentina. De su vo-luminosa correspondencia da extractos D. Antonio Delle-piane en su libro Dos patricias ilustres (1923).

    CARTAS A ALBERDI

    Buenos Aires, 30 de abril de 1849.Seor doctor don Juan Bautista Alberdi.

    Mi apreciado Alberdi:

    ; Cunto gusto he tenido al saber de usted por elseor.....! Cuntas preguntas hace la amistad ala distancia! Pero todas las respuestas han sido lison-jeras. S que usted goza de consideracin, que vivecon su talento y que tiene una excelente reputacin entodo sentido. Lo felicito y me alegro ae todo corazn.Cuntas cosas le quisiera escribir! Pero estoy un poco

    enferma de los ojos ; as no extrae si los renglonesno estn derechos, y la carta corta. Tan slo quieroprobarle mi sincera amistad y aprovechar tan buenaocasin.

    Julio est en Montevideo y yo vagando sin encon-trarme bien en ninguna parte. Hago la experiencia deque, cuando es desgraciado, uno] quisiera estar via-jando siempre, ilusionndose con la idea de encontrarlo que uno ha perdido.

    Consrvese usted bueno y feliz, y crea que tienesiempre una en su servidora

    Mara S. de Mendeville.

    37

  • II

    Buenos Aires, 16 de enero de 1851.Seor doctor don Juan Bautista Alberdi.Querido amigo :

    Nuestro amigo Mariano ser el portador de sta yle dar a usted cuantas noticias quiera de m. Muchohe agradecido el recuerdo de usted, porque aprecio yme lisonjea su amistad. Si nos volveremos a ver unda! Quin nos hubiera dicho cuntos acontecimien-tos deban pasar para dispersar a todo nuestro crcu-lo! Esta consideracin me entristece mucho, y slosuaviza este amargo recuerdo el pensar que nadie esprofeta en su pas y que algunos de mis amigos hanhecho mejor suerte con salir de aqu. En mis sueospienso, no s por qu, que he de ir a Chile. Ahora estMendeville en disponibilidad. Qu suerte sera, param, que lo nombraran ah ! Al momento volaba.

    Tengo la suerte de que mi corazn y mi cabeza noenvejecen. Me parece algunas veces que soy joven.Es slo cuando veo mis nietos que' me saco le cuenta.Mariano le dir cmo estoy fuerte y cmo estoy siem-pre rodeada de juventud. Voy al corriente del mundoy me alucino. . .

    En mis pesares he tenido das de desesperacin, micorazn como en una prisin y mi espritu en una com-pleta soledad. Buscando cmo obligarme yo misma aencontrar algn lenitivo, alguna distraccin, me hereducido al piano y a otros trabajos mujeriles para losque no tena simpatas ; pero, como el despotismo est

    1 Que ,en lugar de cuando: for- acadmica aunque es antigua

    ma familiar, sin aceptacin en muchos lugares.

    3s --

  • a la moda, me he despotizado yo misma bordando, ha-ciendo zonceras como las colegialas, y as vamos vi-viendo, unos ratos como idiotas, otros volando a lasaltas regiones del pensamiento, corriendo los espacios,viendo que todo el mundo se afana por mejorar y cadada peor. Quin ver el fin de esta lucha universal! Qu se har despus de destruir tanto!

    III

    Buenos Aires, 15 de noviembre de 1852

    Ya s cmo vive usted, y comprendo por experien-cia el vaco del corazn. Mi vida es algo parecida a lasuya, segn Gutirrez. Trabajo, libros y msica: mipobre piano recoge mis lgrimas muchas veces ; diva-go en l muchas horas como una mecnica, sin saberlo que hago. Mucho deseo una quintita tambin, por-que gusto mucho de eso; pero, siempre viajando, nome puedo ocupar de esto que es para m objeto de en-vidia: poder plantar un rbol sin temor [de] que loarranquen. Mi vida es la de un hombre filsofo porfuerza, ms-bien que la de una mujer, con la desgraciade tener el corazn de mujer, cabeza de volcn, y notener esa frivolidad del sexo para distraerme. Mis afec-ciones, dispersas por el mundo, y en una profunda so-ledad, en medio de la ms numerosa sociedad.

    IV

    Desde Buenos Aires (1852)Cmo le dar a usted una idea de esta triste rea-

    lidad?... [Aqu] todo trabajo constante cansa y fas--L 39 -

  • tidia. Cmo aprender nada? Encontrando en s mismoesta resistencia para lo que pide tiempo y estudio, nose puede saber nada, y entonces se aborrece al que sa-be, y no hay estmulo sino envidia. No se puede ustedhacer una idea del lujo de estos pueblos pobres, as enlas personas como en las casas. Todos quieren tener,no slo grandes comodidades, sino un gran lujo, y co-mo ya usted sabe que suelen levantarse grandes for-tunas mediante intrigas polticas, se puede hacer car-go [de] que no faltan aspirantes.

    CARTAS A SU HIJA FLORENCIA THOMPSONDE LEZICA

    ...Mujer que tiene pasiones ' tiene mritos, y,sea en la clase que sea, hay corazn, y es lo que apre-cio. A las que se consideran impecables, les tiemblo:suelen ser perversas... Pero no digas esto, hija, por-que me tendrn por una bandolera.

    II

    Como tanto me halagan, ponderan y agasajan, ha-go nimo, algunas veces, para ir al mundo... Vamospeleando con la suerte, hija, y prolongando la vida. Elviernes santo, aguantar; el da de pascua, aturdirse,porque divertirse, el que tiene memoria, no es posible.

    ' Usa la palabra pasiones en como era usual entonces.el significado de si nt mico to.s.,

    40

  • CARTAS A SU HIJO JUAN THOMPSON

    Epoca de RosasEste ario ha pasado por mi cabeza como un siglo.

    Estoy cansada y muy cansada de lo que veo y s. Qui-siera ignorar todo, vivir en una choza, abandonada aldestino, y mi destino bizarro' me pone siempre al co-rriente de tantas cosas que me afligen sin poderlasremediar .. .

    IINo te puedo decir lo aburrida que estoy de ver

    tantas miserias de nuestra sociedad ; no encuentro queha adelantado en proporcin de los azotes que le handado. Las mismas nieras que tena la criatura recinnacida, las tiene a los treinta aos...

    III

    Me entristece cada da ms ver que en estos pa-ses hay ms vicios que en los viejos y no existe el vi-gor y las ventajas de los pases nuevos. Es como siviramos los nios con canas y llenos de vicios. Losbuenos deben, pues, trabajar doble y sin desalentarse ;despreciar a los corrompidos en silencio ; no acriminar alos que se extraven sino con acciones nobles y grandes ;hacer bien y no entretenerse en mirar a los que hacenmal.

    IVVeo con gusto que te quedas en el pueblo liberta-

    dor; pero tiemblo por la tarea que vas a emprender,' Bizarro: est usado con el sentido francs de extrao.

    41

  • dado el gran trabajo, la poca utilidad y los inmensosdisgustos que tendrs. Por otra parte, te tengo envi-dia... Mucho bien puedes hacer inspirando, con des-treza y dulzura, cuanto tienda a ilustrar la sociedad ya alejarla de ese abismo de odios y rencores a que lahan conducido tantas causas que conoces como yo. Tenuiempre un noble objeto en tus producciones y as co-sechars la recompensa en tu corazn y en el nimode los que lo tengan, con cuyo sufragio debes satis-facerte.

    V

    ...Es preciso empezar por las mujeres, si se quie-re civilizar un pas, y ms entre nosotros, que los hom-bres no son bastantes y que tienen las armas en lasmanos para destruirse constantemente.

    - 42 -

  • BERNARDO DE MONTEAGUDO

    1787 - 1825

    Tucumano. Estudi derecho en la Universidad de Charcas.Tom parte activa en el movimiento de independencia de laArgentina. Acompafi a San Martin en la campana de Chile,cuya acta de independencia redact, y en el Per, donde formparte del gobierno (1821-1823) y fund la Biblioteca Nacional.Muri asesinado en Lima.

    EN DEFENSA PROPIA

    Yo no escribo para inflamar pasiones ajenas ni paradesahogar las nias : un sentimiento de respeto a la opi-nin de los hombres me obliga a interrumpir el silencio,con el cual he contestado siempre a las declamaciones del espritu de partido y a los argumentos del odio.Por otra parte, despus de haber sido un funcionariopblico, la dignidad del ministerio que obtuve exige queno abandone mis derechos al juicio tumultuario de mispropios agresores. Mi objeto es defenderme sin usar derepresalia: el improperio y la calumnia son las armas queemplean los que no saben cmbatir sino desacreditando

    43

  • X1 V

    su carcter y revelando los misterios vergonzosos de sualma. Yo dejo a mis enemigos en posesin de sus recur-sos.

    [Desde julio de 1821] hasta 1". de enero de 1822estuvo a mi cargo el Ministerio de Guerra y Marina,cuyas funciones haba desempeado en toda la campa-a. En aquel da pas a servir el de Estado y Relacio-nes Exteriores, y entr en la poca de mi mayor res-ponsabilidad...

    X V

    Luego que tom posesin de l, conoc que se meabra un vasto campo de gloria y de peligros. Confiesoque amo la gloria con pasin y que los peligros, des-pus de catorce arios que he vivido en ellos, han perdi-do para m el prestigio que los hace formidables. Sinembargo, como esto no basta para llenar grandes de-beres, desesperaba de todos mis recursos, menos de micelo: ste es infatigable, porque nada s emprender amedias ; mis enemigos no negarn que', mientras he te-nido carcter pblico, yo he trabajado ms de lo quepoda esperarse de un solo hombre. La constancia de-penda de m solo ; el acierto era obra de las circuns-tancias.

    XVI

    Desde el 25 de mayo de 1809, mis pensamientos ytodo mi ser estaban consagrados a la revolucin : mehallaba accidentalmente en la ciudad de La Plata' cuan-

    La Plata: nombre que tuvo la cn Bolivia.ciudad de Charcas, hoy Sucre,

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  • tia cuando aquel pueblo, heroico y vehemente en todossus sentimientos, di el primer ejemplo de rebelin;entonces no tena otro nombre, porque el buen xitoes el que cambia las denominaciones. Yo tom unaparte activa en aquel negocio con el honrado generalArenales y otros eminentes patriotas... Desde aquel davivo gratuitamente : una vez, condenado a mueite, yotras, prximo a encontrarla, yo no pens sobrevivira tanto riesgo.

    . .. Yo creo que el mejor modo de ser liberal, y el

    nico que puede servir de garanta a las nuevas insti-tuciones que se adopten, es colocar a la presente gene-racin a nivel con su siglo y unirla al mundo ilustradopor medio de las ideas y pensamientos que hasta aquhan sido prohibidos . .. Esta es la empresa ms dignadel celo y de la perseverancia de los verdaderos patrio-tas: ste es el medio de disponer los pueblos y recibiresas reformas que la oportunidad hace saludables y que,siendo extemporneas, envenenan la sociedad y la des-truyen; ste era, en fin, el proyecto que ms me ocupa-ba en medio de mis grandes tareas y a pesar de los obs-tculos que la guerra y la escasez de fondos oponan amis empresas.

    LX

    Aun suponiendo que mis principios polticos estu-viesen en oposicin con alguna ley existente, no se mePoda condenar por esto : las teoras no son delitos, Ya lo sumo podrn censurarse como errores. Mas, nohabiendo leyes preexistentes a mi administracin porlas cuales debiese dirigir los negocios, mi obligacin co-

    - 45

  • mo hombre pblico era seguir el plan que en mi concien-cia fuese ms equitativo y practicable. Por lo demsyo estaba satisfecho de que mi consagracin a lacausa del Per no tena lmites : apelo a todos los hom-bres que me han visto trabajar desde que desembar-camos en Pisco.

    Memoria sobre los principios politicosque segu en la administracin del Pery acontecimientos posteriores a mi sepa- .'cicin, 1823.

    --- 46

  • BARTOLOME HIDALGO1788 - 1823

    Se le ha llamado "el primer poeta gauchesco del Riode la Plata". Es en realidad el primer poeta, entre lasclases cultas, que adopta sistemticamente el lenguaje ylos temas populares. Naci en el Uruguay; tom parteen la guerra de la independencia, tanto en el Uruguaycomo en la Argentina; vivi en Buenos Aires, segn pa-rece, los diez altos ltimos de su vida, y muri en Morn.Compuso cientos que se cantaban en el ejrcito insur-gente y tres dilagos patriticos.

    RELACIONque hace el gaucho Ramn Contreras a Jacinto Chanode todo lo que yi en las Fiestas Mayas en Buenos Aires,

    en el ao 1822.

    CHANO

    Con que, mi amigo Contreras,j, qu hace en el ruano gordazo?Pues desde antes de marcharno lo veo por el Pago.

    CONTRERASTiempo hace que le ofrec

    el venir a visitarlo,y lo que se ofrece es duda:I pucha ! pero est lejazos.Mire que ya el mancarrn

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  • Si supiera voto al diablo!se me venia aplastando.j, Y ust no ju a la ciuda ver las fiestas este ao 7

    CHANONo me lo recuerde, amig.,

    lo que me pasa por Cristo !Se apareci el veinticuatroSayavedra el domadora comprarme unos caballos:le ped a diez y ocho riales,le pareci de su agrado,y ya no se habl palabra,y ya el ajuste cerramos;por serias, que el trato se hi.con caria y con mate amargo.Calintase Sayavedra,y con el aguardientazose ech atrs de su palabray deshacer quiso el trato.Me di tal coraje, amigo,que me asigur de un palo,y en cuanto lo descuid,sin que pudiera estorbarle,le acud con cosa fresca :sinti el golpe, se hizo gato,se enderez, y ya se vinoel alfajor relumbrando :yo quise meterle el poncho ;pero, amigo, quiso el diablotrompezase en una taba,y lueguito mi contrariose me durmi en una pierna

    - 4S -

  • que me dej coloriando:En esto lleg la gentedel puesto, y nos apartaron.Se ju y me qued caliente,sintiendo no tanto el tajocomo el haberme impedidover las junciones de Mayo :de ese da por el cualme arrimaron un balazoy peliar hasta que quedeen el suelo hecho mifangos.Si usted estuvo, Contreras,cunteme lo que ha pasao.

    CONTRERASAh, fiestas lindas, amigo!

    No he visto en los otros ao:4junciones ms mandadoras,y mire que no lo engallo.El veinticuatro a la noche,como es costumbre, empezaron.Yo vi unas grandes colunasen coronas rematando,y ramos llenos de florespuestos a modos de lazos.Las luces como aguacerocolgadas entre los arcos,el cabildo, la pirame,la recova y otros laos,y luego la versera. Ah, cosa linda! un paisanome los estuvo leyendo,pero ah, poeta cristiano,qu dcimas y qu trovas!Y todo siempre tirando

    --- 49 -

  • a favor de nuestro aquel.Luego haba en un tablaomusiquera con juerza,y bailando unos muchachoscon arcos y muy compuestos,vestidos de azul y blanco;y al acabar, el ms chicouna relacin echandome dej medio.., quin sabe. Ah, muchachito liviano,por Cristo que le habl lindoal Veinticinco de Mayo!Despus siguieron los fuegos,y cierto que me quemaron,porque me puse cerquita,y de golpe me largaronunas cuantas escupidasque el poncho me lo cribaron.A las ocho, de tropelpara la Merc tiraronlas gentes a las comedias;yo estaba medio cansaoy enderec a lo de Roque:dorm, y al cantar los gallosya me vest, calent agua,estuve cimarroniando,y luego para la plazaagarr y vine despacio:llegu, bien haiga el humor!Llenitos todos los bancosde pura mujerera;y no, amigo, cualquier trapo,sino mozas como azcar;hombres, eso era un milagro;

    - 50 -

  • y al punto en varias tropillasse vinieron acercandolos escueleros mayorescada uno con sus muchachos,con banderas de la patriaocupando un trecho largo:llegaron a la piramey al dir el sol coloriandoy asomando una puntita...; bracatn! los caonazos,la gritera, en tropel,msica por todos laos,banderas, danzas, j unciones,los escuelistas cantando ;y despus sali uno soloque tendra doce aos,nos ech una relacin...; Cosa linda, amigo Chano!Mire que a muchos patriotaslas lgrimas les saltaron.Ms tarde, la soldadescaa la plaza ju dentrando,y desde el juerte a la iglesiatodo ese tiro ocupando.Sali el gobierno a las oncecon escolta de a caballo,con jefes y comendantesy otros muchos convidaos,dotores, escribanistas,las justicias a otro lao,detrs la oficialeralas latones culebriando.La soldadesca hizo canchr,y todos jueron pasando

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  • hasta llegar a la iglesia.Yo estaba medio delgaoy enderec a un bodegn,com con Antonio el manco,y a la tarde me dijeronque haba sortija en el Bajo;me ju de un hilo al paraje,y cierto, no me engaaron.En medio de la alamerahaba un arco muy pintaocon colores de la patria:gente, amigo, como p,to,y una mozada lucidaen caballos aperaoscon pretales y coscojas,pero pingos tan livianosque a la ms chica preguntano los sujetaba el diablo.Uno por uno rompatendido como lagarto,y.. zas!... ya ensart... ya no.Oiganl que peg en falso!

    ; Que risa y qu voraciarHasta que un mocito amargole afloj todo al rocny bien haiga el ojo claro!Se vino al humo, llegy la sortija ensartandole di una sentada al pingoy todos "I viva !", gritaron.

    Vine a la plaza: las danzasseguan en el tablaoy vi subir a un inglsen un palo jabonao

    - 52 -

  • tan alto como un omb,y all en la punta colgandouna chuspa con pesetas,una muestra y otros variospremios para el que llegase:el ingls era baquiano':se le prendi al palo viejo,y moviendo pies y manosal galope lleg arriba,y al grito, ya le ech manoa la chuspa, y se largde un patapls hasta abajo.De all a otro rato volviy se trep en otro palo,y tambin sac una muestra.Bien haiga el bisteque diablo!

    Despus se treparon otrosy algunos tambin llegaron,pero lo que me di risajueron, amigo, otros palosque haba con unas guascaspara montar los muchachos,por nombre rompecabezas;y enfrente, en el otro lao,un premio para el que juesehecho rana hasta toparlo ;pero era tan beliciosoaquel potro, amigo Chano,que muchacho que montaba,contra el suelo ... y ya trepandoestaba otro... y zas! al suelo;

    La paiai,fa baquiano, e3 con i. aprendieron de los indios tal.como se pronuncia general- nos de Santo Domingo. Lamente: as la escriban los es-

    forma baqueano es caso de ul-paoles del siglo XVI, que la

    tracorreccIn. 53

  • hasta que vino un muchachoy sin respirar siquierase fu el pobre refalandopor la guasca, lleg al finy sac el premio acordao.Pusieron luego un paueloy me tent, mire el diablo!con poncho y todo mont,y en cuanto me lo largaron,al infierno me tir,y sin poder remediarlo(perdonando el mal estilo)me pegu tan gran culazo,que si all tengo naricesquedo para siempre flato...Luego encendieron las velas,y los bailes continuaron,la cuetera y los juegos.Despus todos se marcharonyo quise verlas un ratootra vez a las comediasy me met en el montn.y tanto. me rempujaronque me encontr en un galpn.todo muy iluminao,con casitas de maderay en el medio muchos bancosNo fan las comediasy yo ya estaba sudando,cuando, amigo, redepenterdese un maldito vasoque tena luces dentro,y la llama subi tantoque peg juego en el techo:

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  • alborotse el cotarro,y yo, que estaba cerquitade la puerta, pegu un salto,y ya no quise volver.Despus me anduve pasiandopor los cuarteles, que habatambin muy bonitos arcosy versos que daban miedo.Lleg el veintisis de Mayoy siguieron las j uncionescomo hablan empezao.El veintisiete lo mesmo ;un gento temerariovino a la plaza ; las danzas,los hombres subiendo al palo,y all en el rompecabezasa porfa los muchachos.Luego con muchas banderasotros nios se acercaroncon .una imagen muy linday un tamborcito tocando :pregunt qu virgen era;"La Fama", me contestaron :al tablao la subierony all estuvieron un rato,aonde uno de los nioslos estuvo proclamandoa todos sus compaeros. Ah, pico de oro ! Era un pasmover al muchacho calientey ms patriota que el diablo.Despus hubo volatines,y un ingls todo pintaoen un caballo al galope

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  • iba dando muchos saltos.Entre tanto la sortijala jugaban en el Bajo.Por la plaza de Loreaotros tambin me contaronque haba habido toros lindos.Yo estaba ya tan calisao,que as que dieron las ochocort para lo de Alfaro,aonde estaban los amigosen beberaje y fandango:ech un cielito en batalla,y me refal hasta un cuartoaonde encontr a unos calandriascalientes jugando al paro.Yo llevaba unos realitos,y as que echaron el cuatro,se los plant, perd en boca,y sin medio me dejaron.En esto un catre vich ,y me le ju acomodando,me tap con este ponchoy all me qued roncando.

    CHANONi orlo quisiera, amigo ;cmo ha de ser padezcamos!a bien que el ao que viene,si vivo, ir a acompaarlo,y las correremos juntos.Contreras li su recaoy estuvo all todo un da ;y al otro ensill su ruano,y se volvi a su querencia,despidindose de Chano.

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  • JOSE ANTONIO MIRALLA1790 - 1825

    Cordobs; estudi en Buenos Aires; en 1809 sali desu pas y vivi sucesivamente o al menos hizo visitaslargas en el Per, en Espata, en Italia, en Francia, enInglaterra, en Cuba (1816 -1823), en los Estados Unidos,en Venezuela, en Colombia (1824-1825), donde form fa-milia, y en Mjico, donde muri. Intervino en movimien-tos a favor de la independencia de Amrica y cuando muriandaba en gestiones a favor de la libertad de Cuba. De lse conocen pocos versos originales, y no son importantes;pero su traduccin (1823) de la Elega del poeta inglsThomas Gray (1716-1771) es admirable por el vigor de laexpresin y por la concisin con que reproduce en cadaverso uno de los versos ingleses. Tradujo tambin, delitaliano, la novela de Ugo Foscolo, Cartas de lacayoOrtis (1822).

    ELEGIA EN EL CEMENTERIO DE UNA ALDEA

    de Thomas Gray

    TRADUCCIONLa esquila toca el moribundo da,

    la gre,y, mugiendo, hacia el redil se aleja,a casa el labrador sus pasos guay el mundo a m y a las tinieblas deja.

    La dbil luz va del pas faltandoy alto silencio en todo el aire veo,menos do gira el moscardn zumbandoy all do al parque aduerme el cencerreo ;

    57

  • o en esa torre envuelta en hiedra, en dondeel triste buho qujase a la lunadel que, vagando por donde l se esconde,en su antiguo dominio le importuna.

    Bajo esos tilos y olmos sombreadosdo el suelo en varios tmulos ondea,para siempre en sus nichos colocadosduermen los rudos padres de la aldea.

    Del alba fresca la incensada pompa,la golondrina inquieta desde el techo,bronco clarn de hilo, eco de trompa,no ms los alzan del humilde lecho.

    No arde el hogar para ellos, ni a la tardese afana la mujer, ni a su regresolos hijos balbuceando hacen alardede trepar sus rodillas por un beso.

    Cmo las mieses a su hoz cedan

    y los duros terrones a su arado! Cun alegres sus yuntas dirigan! Cuntos bosques sus golpes han doblado!

    No mofe la ambicin caseros bienesy obscuras suertes de fatigas tales,ni la grandeza escuche con desdenes,por humildes, del pobre los- anales.

    Boato de blasn, mando envidiable,y cuanto existe de opulento y pulcro,lo mismo tiene su hora inevitable:la senda de la gloria va al sepulcro.

    No los culpis, soberbios, si en la tumbala memoria trofeos no atesora,do en larga nave y bveda retumbade alto loor la antfona sonora.

    Volver una urna inscrita, un busto airoso,el fugitivo aliento al pecho inerte?

  • Mueve el honor al polvo silencioso? Cede a la adulacin la sorda muerte?

    Tal vez en este sitio abandonadoshay pechos donde ardi celeste pira,manos capaces de regir estadoso de extasiar con la animada lira.

    Mas su gran libro, donde el tiempo pagatributos, nunca les abri la escuela;su noble ardor fra pobreza apagay el torrente genial de su alma hiela.

    Cunta brillante asaz piedra preciosa

    encierra el hondo mar en negra estancia! Cunta flor, sin ser vista, ruborosaen un desierto exhala su fragancia!

    Tal vez un Hampden rstico aqu se hallaque al tiranuelo del solar, valienteresisti; un Milton que sin gloria calla;de sangre patria un Cromwell inocente.

    Or su aplauso en el senado atento,ruina y penas echar de su memoria,la tierra henchir de frutos y contento,y en los ojos de un pueblo leer su historia,

    la suerte les ved ; mas en su enconocrmenes y virtudes dej yertas;vedles ir por la matanza al trono,y a toda compasin cerrar las puertas ;

    callar de la conciencia el fiel murmullo,apagar del pudor la ingenua llama,o el ara henchir del lujo y del orgullocon el incienso que la musa inflama.

    Lejos del vil furor del vulgo insano,nunca en vanos deseos se encendieron,y por el valle de un vivir lejanosu fresca senda sin rumor siguieron.

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  • Mas, protegiendo contra todo insultoestos huesos aquel tmulo escasode rstica escultura, en verso incultopide el tributo de un suspiro al paso.

    Nombre y edad por pobre musa puestosvez de elega y fama tlesemperian,y esparcidos en torno sacros textosque a bien morir al rstico le enserian.

    Pues quin cedi jams esta existenciainquieta y grata al sordo olvido eterno.y dej de la luz la alma influenciasin mirar hacia atrs lnguido y tierno?

    Al irse el alma, un caro pecho oprimey llanto po el ojo mustio aguarda:naturaleza aun en la tumba gime,y aun en cenizas nuestro fuego guarda.

    Por ti, que al muerto abandonado honrandosu triste historia haces que en verso fluya,si acaso solo, pensativo errando,un genio igual pregunta por la tuya,

    tal vez un cano labrador le diga.:"Del alba le hemos visto a la vislumbre.sacudiendo el roco en su fatiga,ir a encontrar el sol en la alta cumbre.

    "Al pie del roble aquel, algo inclinado,que hondas races tuerce caprichoso,yaca por la siesta recostado,viendo el vecino arroyo bullicioso.

    "Ya en ese bosque desdeoso andabasus temas murmurando y sonriendo;ya solitario y plido vagaba,como de amor y penas falleciendo.

    "Faltme un da en la colina usadajunto a su rbol querido ; en la dehesa

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  • al otro no le hall, ni en la cascada,ni en la alta loma, ni en la selva espesa.

    "Con ceremonia lgubre cargadoen el siguiente al cementerio vino ;lee (pues sabes) lo que est grabadoen esa piedra, bajo aquel ahpino".

    Epitafio

    De la tierra en el seno aqu reposaun joven sin renombre y sin riqueza;su cuna no esquiv la ciencia hermosay marcle por suya la tristeza.

    Generoso y sincero fu, y el cielopagle; di cuanto tena consigo:una lgrima al pobre por consuelo;tuvo de Dios cuanto pidi: un amigo.

    Su flaqueza y virtud bajo esta losano ms indagues de la tierra madre:con esperanza tmida reposaall en el seno de su Dios y Padre.

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  • JOSE MARIA PAZ1791-1854

    Cordobs. Era estudiante en 1810 y abandon la Universidad para hacerse militar en las campaas organi-zadas por la Revolucin de Mayo. Despus de la indepen-dencia, intervino constantemente en la vida pblica ar-gentina. Se le nombr tgteneral despus de la batalla deItuzaing (1827). Perteneci al partido unitario y des-pus de Caseros se lleg a pensar en l como candidato ala presidencia de la Repblica, pero muri 'cuando apenascomenzaba el perodo de reorganizacin. Fue probo yrecto. Sus Memorias, publicadas pstumamente en 1855,son muy interesantes.

    SUPERSTICIONES SOBRE QUIROGA.

    En las creencias populares con respecto a Quiro-ga hall tambin un enemigo fuerte a quien comba-tir; cuando digo populares, hablo de la campaa, dondeesas creencias haban echado races en algunas par-tes, y no slo afectaban a la ltima clase de la so-ciedad. Quiroga era tenido por un hombre inspirado ;tena espritus familiares que penetraban en todaspartes y obedecan sus mandatos ; tena un clebrecaballo moro (s llaman al caballo de un color gris) ,que a semejanza de la sierva de Lertorio le revelabalas cosas ms ocultas y le daba los ms saludables con-

    - 62

  • sei os; tena escuadrones de hombres, que cuando losordenaba se convertan en fieras, y otros mil absurdosde este gnero.

    Conversando un da con un paisano de la campa-a, y queriendo disuadirlo de su error, me dijo: "Se-or, piense usted lo que quiera, pero la experiencia doarios nos enseria que el seor Quiroga es invencibleen la guerra, en el juego y bajando la voz aadi enel amor. As es que no hay ejemplar de batalla que nohaya ganado ; partida de juego que haya perdido",y volviendo a bajar la voz, "ni mujer que haya solici-tado, a quien no haya vencido". Como era consiguien-te, me ech a rer con muy buenas ganas ; pero el pai-sano ni perdi su seriedad ni cedi un punto de sucreencia.

    Cuando me preparaba para esperar a Quiroga, an-tes de la Tablada, orden al comandante don CamilioIsleo.., que trajese un escuadrn a reunirse al ejrci-to, que se hallaba a la sazn en el Ojo de Agua, por-que esa parte amagaba el enemigo. A muy cortadistancia, y la noche antes de incorporrseme, sedesertaron ciento veinte hombres de l, quedan-do solamente treinta, con que se me incorpor alotro da. Cuando le pregunt la causa de un pro-ceder tan extrao, lo atribuy a miedo de los mili-cianos a las tropas de Quiroga. Habindole dichoque de qu provena ese miedo, siendo as que los cor-dobeses tenan dos brazos y un corazn como los ro-janos, balbuce algunas expresiones, cuya explicacinquera absolutamente saber. Me contest que habanhecho concebir a los paisanos que Quiroga traa en-tre sus tropas cuatrocientos capiangos, lo que no po-da menos que hacer temblar a aqullos. Nuevo asom-bro por mi parte, nuevo embarazo por la suya, otra

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  • vez exigencia por la ma, y finalmente, la explicacinque le pedan. Los capiangos, segn l, o segn lo en-tendan los milicianos, eran unos hombres que tenanla sobrehumana facultad de convertirse , cuando lo que-ran en ferocsimos tigres, "y ya ve usted", aadael candoroso comandante, "que cuatrocientas fieras lan-zadas de noche a un campamento acabarn con l irre-mediablemente". Tan solemne y grosero desatino notena ms contestacin que el desprecio o el ridculo:ambas cosas emple, pero Isleo conserv su impasi-bilidad, sin que pudiese conjeturar si l participaba dela creencia de sus soldados, o si slo manifestaba daralgn valor a la especie, para disimular la participacinque pudo haber tenido en su desercin : todo pudo ser.

    Un sujeto de los principales de la Sierra, coman-dante de milicias, Gemes Campero, haba hecho todala campaa que precedi a la accin de la Tablada, conBustos y Quiroga ; vencidos stos, se haba retirado asu departamento, y despus de algn tiempo que seconserv en rebelda fu hecho prisionero y cay enmi poder. No tuvo ms prisin que mi casa, donde sele di alojamiento, sin ms restriccin que no salira la calle ; por lo dems, asista a mi mesa y comuni-caba con todo el mundo. Un da, estando comiendo, al-gunos oficiales tocaron el punto de la pretendida inteli-gencia de Quiroga con seres sobrehumanos, que le re-velaban las cosas secretas y vaticinaban lo futuro.Todos se rean, tanto ms cuanto Gemes Camperocallaba, evitando decir su modo de pensar. Rodandola conversacin, en que yo tambin tom parte, vino acaer en el clebre caballo moro, confidente, conseje-ro y adivino de dicho General. Entonces fu generalla carcajada y la mofa, en trminos que pic a GemesCampero, que ya no pudo continuar con su estudiada re-

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  • serva; se revisti, pues, de toda la formalidad de queera capaz, y tomando el tono ms solemne dijo : "Se-ores, digan ustedes lo que quieran, ran cuanto se lesantoje, pero lo que yo puedo asegurar es que el ca-ballo moro se indispuso terriblemente con su amo, elda de la accin de la Tablada, porque no sigui el con-sejo que le di, de evitar la batalla ese da ; y en pruebade ello, soy testigo ocular que habiendo querido, pocodespus del combate, mudar caballo y montarlo (el ge-neral Quiroga no cabalg el moro en esa batalla), nopermiti que lo enfrenasen por ms esfuerzos que sehicieron, siendo yo mismo uno de los que procur ha-cerlo, y todo esto era para manifestar su irritacin porel desprecio que el General hizo de sus avisos". Tratde aumentar' algunas palabras para desengaar a aqueltuen hombre, pero estaba tan preocupado, que me per-suad que era por entonces imposible.

    A vista de lo que acabo de decir, y de mucho msque pudiera aadir, fcil es comprender cunto se hu-biera robustecido el prestigio de este hombre no co-mn si hubiese sido vencedor en la Tablada. Las creen-cias vulgares se hubieran fortificado hasta tal pun-to, que hubiera podido erigirse en un sectario, ser unnuevo Mahoma, y en unos pases tan catlicos, ser elfundador de una nueva religin, o abolir la que profesa-mos. A tanto sin duda hubiera llegado su poder, poderya fundado con el terror, cimentado sobre la ignoran-cia crasa de las masas, y robustecido con la supers-ticin; una o dos victorias ms, y ese poder era omni-potente, irresistible. Advirtase que esa victoria queno obtuvo le hubiera dado una gran extensin a su in-fluencia, y que si antes, adems de la Rioja, la ejercaen algunas provincias solamente, entonces hubiera si-do general en todo el interior de la Repblica.1 Aumentar: agregar. Memorias, cap. XVI.

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  • JUAN CRUZ VARELA1794 - 1839

    Porteo. Se educ en Crdoba. El principal poeta de supoca. Reprc3enta el clasicismo acadmico del siglci XVIII,que en la Argentina se prolong hasta despus de 1830.Tradujo a Virgilio, a Horacio, a Ovidio; imit a Boileau.Escribi dos tragedias, Dido (1823) y Argia (1824). Cant.a la independencia, como Vicente Lpez y Planes, Estebande Luca, Juan Crisstomo Lafinur, Fray Cayetano Rodri-guez. En la poca rivadaviana fu el poeta del progreso.Durante la poca de Rosas emigr a Montevideo, como suhermano Florencio (1807-1848), enrgico periodista po-ltico, y alli muri.

    EL 25 DE MAYO DE 1838 EN BUENOS AIRES

    "Ya raya la aurora del da de Mayo :salgamos, salgamos a esperar el rayoque lance primero su flgido sol.Mirad: todava no asoma la frente,pero ya le anuncia cercano al orientede prpura y oro brillante arrebol.

    Mirad esas filas ; el rayo, el acero,los patrios pendones, la voz del guerreroal salir el astro saludo le harn ;de prvulos tiernos inocente coroalzar a los cielos el canto sonoroy todas las madres de amor llorarn.

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  • Por los horizontes del Ro de Platael pueblo en silencio la vista dilatabuscando en las aguas naciente fulgor;y el aire de vivas poblarse luegocuando en el baluarte con lenguas de fuegoanuncie el momento can tronador.

    Cndida y celeste la patria banderasobre las almenas ser la primeraque el brillo reciba del gran luminar:y ved en las bellas cndida y celestecomo la bandera la ntida vesteen gracioso talle graciosa ondear.

    Yo he sido guerrero: tambin ha postradomi brazo enemigos: me lo ha destrozadola ardiente metralla del bronce espaol.No sigo estandartes, intil ahora;pero tengo patria... Ya luce la aurora,y ser dichoso si miro este sol."

    As entre extranjeros que absortos oan,y a ver esta pompa de lejos venan,hablaba un soldado, y era joven yo.Qu Mayo el de entonces! Qu glorias aqullas!

    Pasaron! Pasaron! Ni memoria de ellasconsiente el tirano que el mando rob.

    Ay, sella tus labios, antiguo guerrero,

    y no hables ahora si ansioso extranjerola gloria de Mayo pregunta cul es!S, sella tus labios, reprime tus iras. Ah, no te desprecien los hombres que miras,espera los das que vendrn despus!

    En vano se abrieron de oriente las puertas!

    Como en negra noche mudas y desiertaslas calles y plazas y templos estn!Slo por escarnio de un pueblo de bravos

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  • bandas africanas de viles esclavospor calles y plazas discurriendo van.

    Su brbara grita, su danza salvajees en este da meditado ultrajedel nuevo caribe que el sur abort.Sin parte en tu gloria, nacin argentina,tu gloria, tu nombre, tu honor abomina:en su enojo el cielo tal hijo te di.

    Feroz y medroso, desde el hondo encierrodo temblando mora, la mano de hierrotiende sobre el pueblo mostrando el pual.Vergenza, despecho y envidia le oprimen ;los hombres de Mayo son hombres de crimenpara este ministro del genio del mal.

    Sin l, patria, leyes, libertad gritaron.sin l, valerosos la espada empuaron,rompieron cadenas y yugo sin l.Por eso persigue con hrrida saaa los vencedores de su amada Espaay en el grande da la venga cruel.

    El Plata, los Andes, Tucumn hermoso,y Salta, y el Maipo, y el Per fragosoVilcapugio, Ayuma, Moquegua, Torata,le vieron acaso pugnar y vencer?donde la victoria nos fu tan ingrata,

    le vieron acaso con gloria caer?A fuer de cobarde y aleve asesino,

    espiaba el momento que al pueblo argentinopostrado dejara discordia civil ;

    y al verle vencido por su propia fuerza,le asalta, le oprime, le burla, y se esfuerzaen que arrastre esclavo cadena servil.

    Oh Dios! No supimos vivir como hermanos ;de la dulce patria nuestras mismas manos

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  • las tiernas entraas osaron romper. Y por castigarnos al cielo le plugohacer que marchemos uncidos al yugoque oscuro salvaje nos qiso imponer!

    Y t, Buenos Aires, antes vencedora,humillada sufres que sirvan ahoratodos tus trofeos de alfombra a su pie?Ser que ese monstruo robrtelos pueday de ti se diga que slo te quedael msero orgullo de un tiempo que fu ? 1

    Qu azote, qu ultraje resta todava,qu nuevo infortunio, cara patria ma,de que t no seas la vctima ya? Ah, si tu tirano supiese siquierareprimir el vuelo de audacia extranjeray vengar insultos que no vengar!

    De Albin la potente sin duro castigo,del Brasil, de Ibtria bajel enemigo la espalda del Plata jams abrum.; Y hora extraa flota le doma, le oprime,tricolor bandera flamea sublime,y la azul y blanca vencida cay!

    Qu importa al perjuro tu honor o tu afrenta?Los heroicos hechos que tu historia cuenta,tus das felices, tu antiguo esplendor,deslumbran su vista, confunden su nada,y el brbaro intenta dejar apagadala luz que a los libres en Mayo alumbr.

    T, que alzando el grito despertaste un mundopostrado tres siglos en sueo profundoy diste a los reyes tremenda leccin,

    Col misero orgoglio (l'un fem- Manzoni en uno de sus coros.po che fu, dice el vehemente Nota del autor.

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  • de un dspota imbcil esclava suspiras? ?h ! contra tu fuerza qu valen sus iras? No has visto a tus plantas rendido un len?

    Hijos de mi patria, levantad la frentey con fuerte brazo la fiera inclementeque lanz el desierto de un golpe aterrad!Lavad vuestra mancha, valientes porteos,y mostrad al mundo que no tiene dueosel pueblo que en Mayo grit Libertad.

    1 Alusin al ltimo verso de la Nacional Argentino. Notaprimera estrofa del Himno del autor.

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  • ESTEBAN ECHEVERR f A

    Oleo del Comodoro Antonio Somellera.Probiedad de D. Alejo B. Gonzlez Garafio,

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  • ESTEBAN ECHE VERRIA1805 - 1851

    Porteo. Residi en Europa de 1825 a 1830 y de alltrajo a la Argentina el romanticismo literario. Su pri-mer poema, Elvira o La noria del Plata, se public en1832, un ao antes que El moro expsito, poema del Duquede Rivas, primera obra (hl movimiento romntico espa-ol: Amrica no peda ya a Espaa sus orientaciones li-terarias, y se le anticipaba en la adopcin de las noveda-des europeas. En 1834 public el volumen de poesasLas, consuelos. En 1837 public el volumen Rimas: alltestaba incluido el poema La caleira, que produjo granImpresin, porque presentaba en forma clara el paisajey la vida de la Amrica del Sur. En aquel ao fund laAsociacin de Mayo, destinada a influir en las orientacio-nes polticas de la Argentina', y formul sus principio::en las Palabras simblicas, que despus se reimprimieroncon el titulo de Dogma socialista. Persegnido por Rosas,emigra a Montevideo, donde pasa arios enfermo y al finmuere. Escribi nuevos poemas de asunto argentino: Laguitarra, El dngel caldo. Avellaneda. La insurreccin delSur. Sus obras poticas van acompaadas a veces de ex-celentes observaciones, en prosa, sobre cuestiones estticas.Escribi, finalmente, hacia 1838, El Matadero, opsculodescriptivo y narrative.

    EL FESTIN

    Noche es el vasto horizonte,noche el aire, cielo y tierra.Parece haber apiadoel genio de las tinieblaspara algn misterio inmundosobre la llanura inmensa

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  • la lobreguez del abismodonde inalterable reina.Slo inquietos divagandopor entre las sobras negraslos espritus foletoslcon viva luz reverberan,se disipan, reaparecen,vienen, van, brillan, se alejan,mientras el insecto chillay en fachinales' o cuevaslos nocturnos animalescon triste aullido se quejan.La tribu aleve entretantoall en la pampa desiertadonde el cristiano atrevidojams estampa la huella,ha reprimido del brutola estrepitosa carrera,y campo tiene fecundoal pie de una loma extensa,lugar hermoso do a .vecessus tolderas asienta.Feliz la maloca ha sido ;rica y de estima la presaque arrebat a los cristianos:caballos, potros y yeguas,bienes que en su vida erranteella ms que el oro precia;muchedumbre de cautivas,todas jvenes y bellas.

    ' Espritus foletos: fuegos fa- mente la maleza. Nota detuos (galicismo). Echeverra.

    3 Fachinales: Ilmanse a.sf en 3 Maloca: lo mismo que Incur-ia provincia, ciertos sitios sin o correra. Nota dehmedos y bajos en donde Echeverra.crece confusa y abundante-

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  • Sus caballos en manadaspacen la fragante hierba,y al lazo algunos prendidos,a la pica o la manea,de sus indolentes amosel grito de alarma esperan...

    (La cautiva, canto II)

    INTENCIONES

    ... El desierto [la pampa] es nuestro, es nuestro mspinge patrimonio, y debemos poner conato en sacar desu seno, no slo riqueza para nuestro engrandecimientoy bienestar, sino tambin poesa para nuestro deleitemoral y fomento de nuestra literatura nacional.

    De intento [el autor en La Cautiva] usa a menudode locuciones vulgares y nombra las cosas por su nom-bre, porque piensa que la poesa consiste principalmen-te en las ideas, y porque no siempre, como aqullas, lo-gran los circunloquios poner de bulto el objeto ante losojos. Si esto choca a algunos, acostumbrados a la alti-sonancia de voces, y al pomposo follaje de la poesa pa-ra slo los sentidos, suya ser la culpa, puesto que bus-can, no lo que cabe en las miras del autor, sino lo Quems con su gusto se aviene. Por desgracia, esa poesafacticia, hecha toda de hojarasca brillante, que se fati-ga por huir el cuerpo al sentido recto, y anda siemprecomo a caza de rodeos y voces campanudas para decirnimiedades, tiene muchos partidarios ; y ella sin dudaha dado margen a que vulgarmente se crea que la poe-sa exagera y miente. La poesa ni miente ni exagera.Slo los oradores gerundios' y los poetas sin alma to-

    1 Llamados ast por la burla que palio] Isla, en su novela Frayhizo de ellos el novelista es- Gerurdio de Camparas.

    74

  • man el oropel y el rimbombo de las palabras por elo-cuencia y poesa.

    Advertencia sobre "La cautiva".

    EL MATADERO

    Un animal haba quedado en los corrales, de corta yancha cerviz, de mirar fiero ... Llegle su hora. Dosenlazadores a caballo penetraron en el corral, en cuyocontorno herva la chusma a pie, a caballo y horquetadasobre sus riudosos palos. Formaban en la puerta el msgrotesco y sobresaliente grupo varios pialadores y enla-zadores de a pie, con el brazo desnudo y armados del cer-tero lazo, la cabeza cubierta con un pauelo punz y cha-leco y chirip colorado, teniendo a sus espaldas variosjinetes y espectadores de ojo escrutador y anhelante.

    El animal, prendido ya al lazo por las astas, bramabaechando espuma furibundo, y no haba demonio que lohiciera salir del pegajoso barro, donde estaba clavado yera imposible pialarlo. Gritbanle, lo azuzaban en vanocon las mantas y pauelos los muchachos prendidos so-bre las horquetas del corral ; y era de or la disonantebatahola de silbidos, palmadas y voces tiples y roncasque se desprenda de aquella singular orquesta.

    Los dicharachos, las exclamaciones chistosas y obs-cenas, rodaban de boca en boca, y cada cual haca alardeespontneamente de su ingenio y de su agudeza, exci-tado por el espectculo o picado por el aguijn de algunalengua locuaz...

    Al diablo los torunos del Azul.Mal haya el tropero que nos da gato por liebre. Si es novillo !.El matahambre a Matasiete, degollador de unita-

    rios. Viva Matasiete!

    A Matasiete el matahambre! 75

  • ; All va! grit una voz ronca interrumpiendoaquellos desahogos de la cobarda feroz.; All va eltoro!

    - Alerta! ; Guarda los de la puerta! ; All va furiosocomo un demonio!

    Y en efecto, el animal, acosado por los gritos, y sobretodo por dos picanas agudas que le espoleaban la cola,sintiendo flojo el lazo, arremeti bufando a la puerta,lanzando a entrambos lados una rojiza y fosfrica mi-rada. Dile el tirn el enlazador sentando su caballo,desprendi el lazo del asta, cruji por el aire un sperozumbido, y al mismo tiempo se vi rodar desde lo altode una horqueta del corral, como si un golpe de hachala hubiese dividido a cercen, una cabeza de nio cuyotronco permaneci inmvil sobre su caballo de palo,lanzando por cada arteria un largo chorro de sangre.

    1Se cort el lazo ! gritaron unos.; All va eltoro!

    Pero otros, deslumbrados y atnitos , guardaron silen-

    cio porque todo fu como un relmpago.Desparramse un tanto el grupo de la puerta. Una

    parte se agolp sobre la cabeza y el cadver palpitantedel muchacho degollado por el lazo, manifestando horroren su atnito semblante, y la otra parte, compuesta dejinetes que no vieron la catstrofe, se escurri en dis-tintas direcciones en pos del toro, vociferando y gritan-do All va el toro! Atajen! Guarda!--; Enlaza, Sie-tepelos !I Que te agarra, Botija!; Va furioso!; No sele pongan delante!; Ataja, ataja, morado!; Dle es-puela al mancarrn !; Ya se meti en la calle sola!I Que lo ataje el diablo!

    El tropel Y vocera era infernal. Unas cuantas negrasachuradoras, sentadas en hilera al borde del zanjn,oyendo el tumulto, se acogieron y agazaparon entre laspanzas y tripas que desenredaban y devanaban con la

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  • paciencia de Penlope, lo que sin duda las salv, por-queel animal lanz al mirarlas un bufido aterrador, di unbrinco sesgado y sigui adelante perseguido por- los ji-netes...

    El toro, entre tanto, tom hacia la ciudad por unalarga y angosta calle que parte de la punta ms agudadel rectngulo anteriormente descrito, calle encerradapor una zanja y un cerco de tunas, que llaman solapor no tener ms de dos casas laterales, y en cuyo apo-sado centro haba un profundo pantano que tomaba dezanja a zanja. Cierto ingls, de vuelta de su saladero,vadeaba este pantano a la sazn, paso a paso, en uncaballo algo arisco, y sin duda iba tan absorto en susclculos, que no oy el tropel de jinetes ni la gritera sinocuando el toro arremeta al pantano. Azorse de repentesu caballo dando un brinco al sesgo, y ech a correrdejando al pobre hombre hundido media vara en elfango. Este accidente, sin embargo, no detuvo ni re-fren la carrera de los perseguidores del toro, antesal contrario, soltando carcajadas sarcsticas Se amo-l el gringo ! Levntate, gringo! exclamaron, y cru-zaron el pantano amasando con barro, bajo las patas desus caballos, su miserable cuerpo. Sali el gringo comopudo, despus, a la orilla, ms con la apariencia de undemonio tostado por las llamas del infierno que de unhombre blanco pelirrubio. Ms adelante, al grito de:Al toro ! Al toro!, cuatro negras achuradoras, que se

    retiraban con su presa, se zabulleron en la zanja llenade agua, nico refugio que les quedaba.

    El animal, entretanto, despus de haber corrido unasveinte cuadras en distintas direcciones, azorando con supresencia a todo viviente, se meti por la tranquerade una quinta, donde hall su perdicin. Aunque can-sado, manifestaba bros y colrico ceo; pero rode-

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  • balo una zanja profunda y un tupido cerco de pitas, yno haba escape. Juntronse luego sus perseguidores,que se hallaban desbandados, y resolvieron llevarlo enun seuelo de bueyes para que expiase su atentado enel lugar mismo donde lo haba cometido.

    Una hora despus de su fuga, el toro estaba otravez en el Matadero, donde la poca chusma que habaquedado no hablaba sino de sus fechoras. La aventuradel gringo en el pantano excitaba principalmente larisa y el sarcasmo. Del nio degollado por el lazo, noquedaba sino un charco de sangre: su cadver estabaen el cementerio.

    Enlazaron muy luego por las astas al animal, quebrincaba haciendo hincapi y lanzando roncos brami-dos. Echronle uno, dos, tres piales, pero infructuo-sos: al cuarto qued prendido de una pata: su bro ysu furia redoblaron ; su lengua, estirndose convulsi-va, arrojaba espuma, su nariz humo, sus ojos miradasencendidas.

    I Desjarreten ese animanexclam una voz im-periosa.Matasiete se tir al punto del caballo, cortleel garrn de una cuchillada, y gambeteando en tornode l con su enorme daga en mano, se la hundi alcabo hasta el puo en la garganta, mostrndola enseguida humeante y roja a los espectadores. Brotun torrente de la herida; exhal algunos bramidosroncos, vacil y cay, el soberbio animal, entre los gritosde la chusma, que proclamaba a Matasiete vencedor yle adjudicaba en premio el matambre. 1

    Matasiete ex-tendi, como orgulloso, por segunda vez el brazo y elcuchillo ensangrentado, y se agach a desollarle conotros compaeros.

    ' Echeverra escribe otras veces matahantbre.

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  • HILARIO ASCASUBI1807 - 1875

    El ms fecundo de los poetas gauchescos. Pu() marineroy militar; alcanz el grado de coronel. Tom parte en lasluchas civiles como unitario. En Mcmtevideo, entre 1839y 1851, public peridicos polticos (El gaucho in campa-iba, 1839; El gaucho Jacinto Cielo, 1843) y escribi losTrovos de Paulino Lucero, dirigidos contra Rosas, que secantaban en pulperas y campamentos. Despus de Ca-stres, en Buenos Aires, escribi nuevas poesas politicascon