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P. NGEL PEA O.A.R.

SAN ANTONIO MARA CLARET APSTOL DE MARA

LIMA PER1

SANTA ANTONIO MARA CLARET, APSTOL DE MARA

Nihil Obstat Padre Ignacio Reinares Vicario Provincial del Per Agustino Recoleto

Imprimatur Mons. Jos Carmelo Martnez Obispo de Cajamarca

LIMA PER2

NDICE GENERAL INTRODUCCIN PRIMERA PARTE: SU VIDA 1. Sus padres. 2. Infancia. 3. Adolescente. 4. Barcelona. 5. Deseo de ser cartujo. 6. Seminarista en Vic. 7. Sacerdote en su pueblo. 8. Viaje a Roma. 9. Entrada en la Compaa de Jess. 10. Curando enfermos. 11. Misionero itinerante. 12. Los demonios. 13. Apostolado de la prensa. 14. Misin en Canarias. 15. Misioneros claretianos. 16. Consagracin episcopal. 17. Viaje a Cuba. 18. Arzobispo de Cuba. 19. Renovacin sacerdotal. 20. Terremotos y clera. 21. Nuevas misiones. 22. Atentado. 23. Confesor de la reina. 24. Retiro de la Corte y regreso. 25. El exilio. 26. ltima enfermedad y muerte. 27. Curaciones despus de su muerte. SEGUNDA PARTE: DONES ESPECIALES 1. Amor a Jess. 2. Amor a Mara. 3. Santos de su devocin. 4. El ngel custodio. 5. Dones sobrenaturales. a) Perfume sobrenatural. b) Resplandores sobrenaturales. c) xtasis. d) Conocimiento sobrenatural. e) Agilidad. f) Don de curacin. g) Don de hacer milagros. 6. Para pensar.3

7. Proceso de beatificacin y canonizacin. CRONOLOGA CONCLUSIN BIBLIOGRAFA

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INTRODUCCIN

La vida de san Antonio Mara Claret es la vida de un misionero devorado por la sed de la salvacin de las almas. Para realizar su misin, el Seor le concedi muchos dones sobrenaturales, entre ellos el de la curacin de enfermos y el del conocimiento sobrenatural. Tena frecuentes xtasis y, a veces, lo vean rodeado de resplandores. Muchas veces habla en su Autobiografa que Jess y la Virgen Mara se le aparecan. Recibi la gracia inmensa de la conservacin milagrosa de las especies sacramentales dentro de s, es decir, de poder ser un sagrario viviente y de poder llevar siempre consigo a Jess sacramentado. Su amor a Mara fue extremadamente grande. Todo lo haca con ella y por ella. Al ser nombrado arzobispo, quiso llamarse, no slo Antonio, sino Antonio Mara, en su honor. Fund la Congregacin de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazn de Mara (misioneros claretianos) y las religiosas de Mara Inmaculada. Fue muy perseguido por los enemigos de la fe catlica y todo lo ofreci con amor por la salvacin de los pecadores y la salvacin de Espaa, por quien se haba ofrecido como vctima. Fue arzobispo de Santiago de Cuba durante seis aos; y su obra pastoral fue tan extensa y eficaz que reform las costumbres, reorganiz el Seminario e hizo la visita pastoral a todas las parroquias cuatro veces. All sufri el atentado que casi le cuesta la vida. Al volver a Espaa desde Cuba, fue nombrado confesor de la reina Isabel II, pero sus enemigos no cesaban en sus ataques y calumnias. En 1869 fue derrocada la reina, se instal la Repblica en Espaa y l hubo de huir a Francia. Asisti al concilio Vaticano I, donde tuvo una intervencin en favor de la infalibilidad del Papa y, al regresar a Francia, muri en el monasterio cisterciense de Frontfroide. Su vida, entregada totalmente a Dios, es un ejemplo para nosotros, que debemos compartir nuestra fe en todo tiempo y lugar como verdaderos misioneros y discpulos de Jesucristo.

Nota.- Al citar Proceso nos referimos al Proceso informativo de Vic (en el cual estn incluidos algunos testimonios del Proceso de Barcelona, Tarragona, Madrid, Lrida y Carcasona); es el Processus informativus beatificationis et canonizationis servi Dei Antonii Mariae Claret et Clar, archiepiscopi Trajanopolitani in dioecesi Vicensi confectus. Proceso llevado a cabo en Vic (Barcelona) de 1887 a 1890. Al citar A hacemos referencia a la Autobiografa del santo, seguida del nmero (no pgina) en que est dividido el libro.

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PRIMERA PARTE SU VIDA1. SUS PADRES Vivan en el pueblo de Sallent, de unos dos mil habitantes, a 51 kilmetros de Barcelona en Catalua (Espaa). Un pueblo con muchos pequeos talleres textiles. Su padre tena un taller que funcionaba en el bajo de la casa. l dice en su Autobiografa: Mis padres se llamaban Juan Claret y Josefa Clar, casados, honrados y temerosos de Dios y muy devotos del Santsimo Sacramento del altar y de Mara Santsima1. Tuve muy buenos padres que de consuno (comn acuerdo) con el maestro trabajaban en formar mi entendimiento con la enseanza de la verdad y cultivaban mi corazn con la prctica de la religin y de todas las virtudes. Mi padre todos los das, despus de haber comido, me haca leer en un libro espiritual y por la noche nos quedbamos un rato de sobremesa y siempre nos contaba alguna cosa de edificacin e instruccin al mismo tiempo, hasta la hora de ir a descansar2. Mis padres y mi maestro, no slo me instruyeron en las verdades que haba de creer, sino tambin en las virtudes que haba de practicar. Respecto a mis prjimos, me decan que nunca jams haba de coger ni desear lo ajeno y, si alguna vez hallaba algo, lo haba de devolver a su dueo. Cabalmente un da, al salir de la escuela, al pasar por la calle que iba a mi casa, vi un cuarto (dinero) en el suelo, lo cog y pens de quin podra ser para devolvrselo, y, no viendo a nadie en la calle, pens si habra cado de algn balcn de la casa de enfrente y sub a la casa, pregunt por el dueo de la casa y se lo entregu3. Me ensearon la obediencia y resignacin de tal manera que siempre estaba contento con lo que ellos hacan, disponan y me daban, tanto de vestido como de comida. No recuerdo haber dicho jams: No quiero esto, quiero aquello4. Mi padre que era devotsimo del Santsimo Sacramento, en todo me daba un buen ejemplo5. Cuando despus me hallaba solo en la ciudad de Barcelona, al ver or cosas malas, me acordaba y me deca: Esto es malo, debes hurlo; ms bien debes dar crdito a Dios, a tus padres y a tu maestro, que a esos infelices que no saben lo que hacen ni lo que dicen6.

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Oh, cunto me han servido a m la instruccin del catecismo y los consejos y avisos de mis padres y maestros!7.

2. INFANCIA Nos dice: Nac en la villa de Sallent, obispado de Vic, provincia de Barcelona (el 23 de diciembre de 1807). Fui bautizado en la pila bautismal de la parroquia de Santa Mara de Sallent, el da veinticinco de diciembre, da mismo de la Navidad del Seor del ao de 1807 Me pusieron por nombre Antonio, Adjutorio, Juan. Mi padrino fue un hermano de mi madre, que se llamaba Antonio Clar y quiso que me llamara por su nombre de Antonio. Mi madrina fue una hermana de mi padre que se llamaba Mara Claret, casada con Adjutorio Canudas, y me puso por nombre el de su marido. El tercer nombre es Juan, que es el nombre mi padre; y yo despus, por devocin a Mara Santsima, aad el dulcsimo nombre de Mara (con ocasin de la consagracin episcopal). Y as mi nombre es: Antonio Mara Adjutorio Juan Claret y Clar8. La divina Providencia siempre ha velado sobre m de un modo particular. Mi madre siempre cri por s misma a sus hijos, pero a m no le fue posible por falta de salud; me dio a una ama de leche en la misma poblacin, en donde permaneca da y noche. El dueo de la casa hizo una excavacin demasiado profunda para formar una bodega ms espaciosa; pero una noche en que yo no estaba en la casa, resentidos los cimientos por motivo de la excavacin, se hincaron las paredes y se hundi la casa, quedando muertos y sepultados en las ruinas el ama de leche, que era la duea de la casa, y cuatro hijos que tena, y si yo me hubiese hallado en la casa por aquella noche, habra seguido la suerte de los dems. Bendita sea la providencia de Dios! Las primeras ideas de que tengo memoria son que cuando tena unos cinco aos, estando en la cama, en lugar de dormir, yo siempre he sido muy poco dormiln, pensaba en la eternidad, pensaba: siempre, siempre, siempre; yo me figuraba unas distancias enormes, a stas aada otras y otras, y al ver que no alcanzaba el fin, me estremeca, y pensaba: los que tengan la desgracia de ir a la eternidad de penas, jams acabarn el penar, siempre tendrn que sufrir? S, siempre, siempre tendrn que penar!. Esto me daba mucha lstima, porque yo naturalmente soy muy compasivo; y esta idea de la eternidad de penas qued en m tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empez en m, o ya sea por las muchas veces que7 8

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pensaba en ella, lo cierto es que es lo que ms tengo presente. Esta misma idea es la que ms me ha hecho y me hace trabajar an, y me har trabajar mientras viva en la conversin de los pecadores, en el plpito, en el confesonario, por medio de libros, estampas, hojas volantes y conversaciones familiares9. Apenas tena seis aos que ya mis amados padres me mandaron a la escuela. Mi maestro de primeras letras fue Don Antonio Pascual, hombre muy activo y religioso; nunca me castig, ni reprendi, pero yo procur no darle motivo: era siempre puntual, asista siempre a las clases, trayendo siempre bien estudiadas las lecciones. El catecismo lo aprend con tanta perfeccin que lo recitaba siempre que quera de un principio al ltimo sin ningn error. Otros tres nios tambin lo aprendieron como yo lo haba aprendido, y el seor maestro nos present al seor cura prroco, que lo era entonces Don Jos Amig, quien nos hizo decorar todo el catecismo entre los cuatro en dos domingos seguidos, y lo hicimos sin ningn error a la presencia del pueblo en la iglesia por la tarde, y en premio nos dio una hermosa estampa a cada uno, que siempre la guardamos10. Desde muy pequeo me sent inclinado a la piedad y a la religin. Todos los das de fiesta y de precepto oa la santa misa; los dems das siempre que poda; en los das festivos comnmente oa dos, una rezada y otra cantada, a la que iba siempre con mi querido padre. No me acuerdo de haber jams jugado, ni enredado ni hablado en la iglesia. Por el contrario, estaba siempre tan recogido, tan modesto y tan devoto, que, comparando mis primeros aos con los presentes, me avergenzo, pues con grande confusin digo que no estoy ni an ahora, con aquella atencin tan fija, con aquel corazn tan fervoroso que tena entonces. Con qu fe asista a todas las funciones de nuestra santa religin! Las funciones que ms me gustaban eran las del Santsimo Sacramento: en stas, a las que asista con una devocin extraordinaria, gozaba mucho. Tuve yo la suerte de que viniera a parar a mis manos un libro que se titula Finezas de Jess sacramentado Cunto me gustaba! De memoria lo aprenda. Tanto era lo que me agradaba11. A los diez aos me dejaron comulgar; pero yo no puedo explicar lo que por m paso en aquel da en el que tuve la imponderable dicha de recibir por primera vez en mi pecho a mi buen Jess. Y, desde entonces, siempre frecuent

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A 7-9. A 22-23. 11 Fue confirmado por monseor Flix Amat, arzobispo de Palmira, el 12 de diciembre de 1814.10

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los santos sacramentos de la penitencia y comunin, pero con qu fervor, con qu devocin y amor!... Adems de la santa misa, comunin frecuente y funciones de Exposicin del Santsimo Sacramento, a las que asista con tanto fervor por la bondad y misericordia de Dios, asista tambin todos los domingos sin faltar jams ni un da de fiesta al catecismo y explicacin del santo Evangelio, que siempre haca el cura prroco por s mismo en todos los domingos, y, finalmente, se terminaba esta funcin por la tarde con el santsimo rosario... Deseaba ser sacerdote para consagrarme da y noche a su ministerio, y me acuerdo que le deca al Seor: Humanamente no veo esperanza ninguna, pero Vos sois tan poderoso, que, si queris, lo arreglaris todo. Y me acuerdo que con toda confianza me dej en sus divinas manos, esperando que l dispondra lo que se haba de hacer, como en efecto as fue. Tambin vino a parar a mis manos un librito llamado El Buen Da y la Buena Noche. Oh, con qu gusto y con qu provecho de mi alma lea yo aquel libro! Despus de haberle ledo un rato, lo cerraba, me lo apretaba contra el pecho, levantaba los ojos al cielo, arrasados en lgrimas, y exclamaba diciendo: Oh, Seor, qu cosas tan buenas ignoraba yo! Oh, Dios mo! Oh, amor mo! Quin siempre os hubiese amado! Al considerar el bien tan grande que trajo a mi alma la lectura de libros buenos y piadosos es la razn por la que procuro dar con tanta profusin libros por el estilo, esperando que darn en mis prjimos, a quienes amo tanto, los mismos felices resultados que dieron en mi alma12. Cuando estaba en el templo, siempre que llegaba algn anciano, si yo estaba sentado en algn banco, me levantaba y con mucho gusto le ceda el lugar; por la calle los saludaba siempre y, cuando yo poda tener la dicha de conversar con alguno, era para m la mayor satisfaccin13. Por estos mismos aos de mi infancia y juventud, profesaba una devocin cordialsima a Mara Santsima Desde muy nio me dieron unas cuentas o rosario que agradec muchsimo, como si fuera la adquisicin del mayor tesoro, y con l rezaba con los dems nios de la escuela, que, al salir de las clases por la tarde, todos formados en dos filas, bamos a la iglesia, que estaba cerca, y todos juntos rezbamos una parte del rosario, que diriga el maestro.

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Siendo an muy nio, encontr en mi casa un libro que se titulaba el Roser, o el Rosal, en que estaban los misterios del rosario, con estampas y explicaciones anlogas. Aprend por aquel libro el modo de rezar el rosario con sus misterios, letanas y dems. Al advertirlo el maestro, qued muy complacido y me hizo poner a su lado en la iglesia para que yo dirigiera el rosario. Los dems muchachos mayorcitos, al ver que con esto haba cado en gracia del buen maestro, los aprendieron tambin, y en adelante nos fuimos turnando por semanas, de modo que todos aprendan y practicaban esta santsima devocin, que despus de la misa es la ms provechosa14.

3. ADOLESCENTE A los doce aos su padre le pone a trabajar en el taller familiar. Su primer trabajo fue el torno, donde cargaba las canillas que haban de introducirse en las lanzaderas de los telares. Sobre el torno colocaba un libro de forma que, mientras la mano derecha volteaba la manivela y la izquierda gobernaba el hilo, poda leer e instruirse. Un vecino suyo, que lo conoci, dice que teja cada semana la mitad ms de lo que entonces se acostumbraba15. l afirma: Como mi padre era fabricante de hilados y tejidos, me puso en la fbrica a trabajar. Yo obedec sin decir una palabra, ni poner mala cara, ni manifestar disgusto. Me puso a trabajar y trabajaba cuanto poda, sin tener jams un da de pereza, ni mala gana; y lo haca todo tan bien como saba para no disgustar en nada a mis queridos padres, que los amaba mucho y ellos tambin a m. La pena mayor que tena era cuando oa que mis padres haban de reprender a algn trabajador porque no haba hecho bien su labor. Estoy seguro de que sufra yo muchsimo ms que el que era reprendido, porque tengo un corazn tan sensible que, al ver una pena, tengo yo mayor dolor que el mismo que la sufre. En todas las clases de labores que hay en una fbrica completa de hilados y tejidos me ocup mi padre, y por una larga temporada me puso, juntamente con otro joven, a dar la ltima mano a las labores que hacan los dems. Y, cuando tenamos que corregir a alguno, a m me daba mucha pena y, sin embargo, lo haca, pero antes observaba si haba en aquella labor alguna cosa que estuviese bien, y por all empezaba, haciendo el elogio de aquello, diciendo

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A 43-45. Aguilar Francisco de Ass, Vida de Claret, p. 411; Proceso apostlico de Vic, sesin 69.

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que aquello estaba muy bien, slo que tena este y este defecto, que, corregidos aquellos defectillos, sera una labor perfecta16. Cada da rezaba las tres partes del rosario, que tambin rezaban conmigo los dems trabajadores; yo diriga y ellos respondan continuando el trabajo. Rezbamos una parte antes de las ocho de la maana, y despus se iban a almorzar; otra, antes de las doce, en que iban a comer; y otra, antes de las nueve de la noche, en que iban a cenar. Adems del rosario entero, que rezaba todos los das de labor, en cada hora del da rezaba un avemara y las oraciones del Angelus Domini a su debido tiempo. Los das de fiesta pasaba ms tiempo en la iglesia que en casa, porque apenas jugaba con los dems nios; slo me entretena en casa, y mientras estaba as, inocentemente entretenido en algo, me pareca que oa una voz, que me llamaba la Virgen para que fuera a la iglesia, y yo deca: Voy, y luego me iba. Nunca me cansaba de estar en la iglesia, delante de Mara del Rosario, y hablaba y rezaba con tal confianza, que estaba bien credo que la Santsima Virgen me oa. Se me figuraba que desde la imagen, delante de la cual oraba, iba como una va de alambre hasta el original, que est en el cielo; sin haber visto en aquella edad telgrafo elctrico, yo me imaginaba como que hubiera un telgrafo desde la imagen al cielo. No puedo explicar con qu atencin, fervor y devocin yo oraba, ms que ahora. Con muchsima frecuencia, desde muy nio, acompaado de mi hermana Rosa, que era muy devota, iba a visitar a la Virgen a un santuario de Mara Santsima llamado Fussimaa, distante una legua larga de mi casa. No puedo explicar la devocin que senta en dicho santuario, y aun antes de llegar all; al descubrir la capilla, ya me senta conmovido, se me arrasaban los ojos de lgrimas de ternura, y empezbamos el rosario y seguamos rezando hasta que llegbamos a la capilla. Esta devota imagen de Fussimaa la he visitado siempre que he podido, no slo cuando nio, sino tambin cuando estudiante, sacerdote y arzobispo, antes de ir a mi dicesis. Todo mi gusto era trabajar, rezar, leer y pensar en Jess y en Mara Santsima; de aqu es que me gustaba mucho guardar silencio, hablaba muy poco, me gustaba estar solo para no ser estorbado de aquellos pensamientos que tena, siempre estaba contento, alegre y tena paz con todos; ni jams re ni tuve pendencias con nadie, ni de pequeo ni de mayor.

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Mientras estaba yo en estos santos pensamientos, de repente me vino una tentacin, la ms terrible y blasfema, contra Mara Santsima. Esta s que fue pena, la mayor que he sufrido en mi vida. Habra preferido estar en el infierno para librarme de ella. No coma ni dorma, ni poda mirar su imagen. Oh qu pena! Me confesaba, pero, como era tan jovencito, yo no me saba explicar bien, y el confesor desechaba lo que yo le deca, no le daba importancia, y yo quedaba con la misma pena que antes. Oh, que amargura! Dur esta tentacin hasta que el Seor se dign por s mismo remediarme. Despus tuve otra contra mi buena madre, que me quera mucho, y yo tambin a ella. Me vino un odio, una aversin contra ella muy grande, y yo, para vencer aquella tentacin, me esmeraba en tratarla con mucho cario y humildad. Y me acuerdo que cuando me fui a confesar, al dar cuenta a mi Director de la tentacin que sufra y de lo que haca para vencerla y superarla, me pregunt: Quin te hay dicho que practicases estas cosas? Yo le contest: Nadie. Entonces me dijo: Dios es quien te ensea, hijo; adelante, s fiel a la gracia. Delante de m no se atrevan a hablar malas palabras ni tener malas conversaciones. En cierta ocasin me hallaba en una reunin de jvenes, por casualidad, porque yo regularmente me apartaba de tales reuniones, pues que no se me ocultaba el lenguaje que se usa en tales reuniones, y me dijo uno de los mayores de aquellos jvenes: Antonio, aprtate de nosotros, que queremos hablar mal. Yo le di las gracias por el aviso que me daba y me fui, sin que jams me volviese a juntar con ellos17.

4. BARCELONA Antonio lleg a Barcelona a comienzos de 1825 con 17 aos. Barcelona era una gran ciudad del norte este de Espaa con unos 100.000 habitantes. Era una ciudad progresista y moderna. Tena alumbrado a gas y muchas mquinas industriales para la confeccin de tejidos. Antonio, deseoso de adelantar en el conocimiento de la fabricacin, le haba pedido a su padre ir a estudiar a Barcelona. Su padre se lo concedi y l fue con su hermano Juan. All estar hasta los veintids aos y tendr que superar muchas dificultades, especialmente de orden moral. En Barcelona haba muchos liberales, contrarios la religin. El propietario de la fbrica donde se coloc era liberal empedernido y, en la quema de conventos de 1835, fue un capitn de milicianos. Por otra parte, sus compaeros de fbrica blasfemaban como la cosa ms natural del mundo.

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All en Barcelona pone todo su empeo en aprender en la fbrica de tejidos Dels vigatans. A la vez que trabaja, estudia y aprende dibujo. Gan tres premios de dibujo y aprendi tanto que su nombre sali en la prensa por considerarlo un pequeo genio de la industria textil. l mismo nos dice: Adems de dibujo, me puse a estudiar gramtica castellana y despus la francesa, dirigiendo todos estos trabajos y estudios al objeto de adelantar en el comercio y en la fabricacin. De cuantas cosas he estudiado y en cuantas me he aplicado durante la vida, de ninguna he entendido tanto como de la fabricacin. Cabalmente en la Casa en que trabajaba haba libros de muestras que cada ao salan de Pars y Londres, y todos los aos se los hacan venir para estar al corriente de cuanto se adelantaba. Dios me ha dado tanta inteligencia en esto, que no tena ms que analizar una muestra cualquiera, que al instante trazaba el telar con todo su aparato, que daba el mismsimo resultado, y an, si el dueo quera, se hacan mejores. En un principio algo me costaba, pero con la aplicacin de da y noche y de da de trabajo y de da de fiesta, (en lo que era permitido, como estudiar, escribir y dibujar), sal aprovechado. Ojal que as me hubiese aplicado a la virtud! Cuando despus de mucho discurrir, acertaba a la descomposicin y composicin de la muestra, senta un gozo, experimentaba una satisfaccin, que andaba por casa como loco de contento. Todo esto lo aprend sin maestro; antes bien, en lugar de ensearme el modo de entender las muestras y remendarlas perfectamente, me lo ocultaban. En cierto da, yo pregunt al mayordomo de la fbrica si aquella muestra que los dos tenamos en las manos se hara de esta o de esta manera; l tom el lpiz y marc la manera en que se haba de componer el telar para ello; yo me call y le dije que, si no lo tena a mal, lo estudiara, y al efecto me llev a mi casa la muestra y el aparato que haba trazado. Y a los pocos das le present el dibujo del aparato necesario para producir aquella muestra, hacindole ver al mismo tiempo que el aparato que l haba trazado no producira aquella muestra, sino otra cosa que yo le seal. El mayordomo qued confundido y admirado al ver mis dibujos y al or mis razones y explicaciones Se extendi por Barcelona la fama de la habilidad que el Seor me haba dado en la fabricacin. De aqu es que algunos seores llamaron a mi padre y le dijeron que sera del caso que formsemos una compaa y pusisemos una fbrica a nuestra cuenta. Esta idea halag muchsimo a mi padre, porque contribua al mayor desarrollo de la fbrica que ya tena; me habl y me propuso las ventajas que resultaran y la fortuna que me convidaba.

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Pero cun inescrutables son los juicios de Dios! Al paso que a m la fabricacin me gustaba tanto y haba en ella hecho los progresos que he dicho, no me supe resolver; senta interiormente una repugnancia en fijarme y hacer que mi padre comprometiera intereses. Le dije que me pareca que an no era tiempo, que yo era muy joven, y adems, siendo pequeo, los trabajadores no se dejaran gobernar por m. Me contest que esto no me diera cuidado, porque otro ya gobernara los trabajadores; que yo slo tendra que ocuparme de la parte directiva de la fabricacin... Tambin me excus diciendo que despus ya veramos, que por ahora no me senta inclinado. Y, a la verdad, fue esto providencial. Cabalmente, yo nunca me haba opuesto a los designios de mi padre. Esta fue la primera vez que yo no hice su voluntad, y fue porque la voluntad de Dios quera de m otra cosa, me quera eclesistico y no fabricante, aunque yo en este tiempo no lo conoca ni pensaba en ello En los tres primeros aos que estuve en Barcelona me resfri mucho en el fervor que tena cuando estaba en mi patria. Es verdad que reciba los santos sacramentos algunas veces entre el ao, que todos los das de fiesta y de precepto oa misa y cada da rezaba a Mara Santsima el santo rosario y algunas otras devociones; pero no eran tantas ni tan fervorosas como antes. Todo mi objeto, todo mi afn, era la fabricacin. Por ms que diga, no lo encarecer bastante; era un delirio el que yo tena por la fabricacin. Y quin lo habra de decir que esta aficin tan extremada era el medio de que Dios se haba de valer para arrancarme del amor a la fabricacin? A los ltimos das del ao tercero de hallarme en Barcelona tan aficionado como he dicho, al asistir en los das de precepto a la santa misa, tena un trabajo grande en desvanecerme de los pensamientos que me venan, pues que, si bien que a m me gustaba muchsimo pensar y discurrir sobre aquellas materias, pero durante la misa y dems devociones no quera, las apartaba, les deca que despus ya me ocupara de ellas, pero que ahora quera pensar en lo que haca y rezaba. Eran intiles mis esfuerzos, a la manera que una rueda que anda muy aprisa, que repentinamente no se puede detener. Para mayor tormento, durante la misa me venan ideas nuevas, descubrimientos, etc.; por manera que durante la misa tena ms mquinas en la cabeza que santos haba en el altar. En medio de esta barahnda de cosas, estando oyendo la santa misa, me acord de haber ledo desde muy nio aquellas palabras del Evangelio: De qu le aprovecha al hombre el ganar todo el mundo, si finalmente pierde su alma?. Esta sentencia me caus una profunda impresin. Fue para m una saeta que me hiri el corazn; yo pensaba y discurra qu hara, pero no acertaba.

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Me hall como Saulo por el camino de Damasco; me faltaba un Ananas que me dijese lo que haba de hacer. Me dirig a la Casa de San Felipe Neri, di una vuelta por los claustros y vi un cuarto abierto; ped permiso y entr, y hall a un hermano llamado Pablo, muy humilde y fervoroso, y le refer sencillamente mi resolucin. Y el buen hermano me oy con mucha paciencia y caridad, y con toda humildad me dijo: Yo soy un pobre lego; no soy yo quien le ha de aconsejar; yo le acompaar a un padre muy sabio y muy virtuoso, y l le dir lo que debe hacer. En efecto, me condujo al padre Amig. Me oy y celebr mi resolucin, y me aconsej que estudiase latn, y le obedec. Se despertaron en m los fervores de piedad y devocin, abr los ojos, y conoc los peligros por donde haba pasado de cuerpo y alma. Referir brevemente algunos. En aquel verano ltimo, la Santsima Virgen me preserv de ahogarme en el mar. Como trabajaba mucho, en los veranos lo pasaba muy mal, perda enteramente el apetito, y hallaba algn alivio con irme a la mar, lavarme los pies y beber algunos sorbos de aquella agua. Un da que a este intento fui a la mar vieja, que llaman, tras la Barceloneta, hallndome en la orilla del mar, se alborot de repente, y una grande ola me llev, y despus de aquella, otra y me vi de improviso muy mar adentro, y me causaba admiracin al ver que flotaba sobre las aguas sin saber nadar, y, despus de haber invocado a Mara Santsima, me hall en la orilla del mar, sin haber entrado en mi boca ni una gota de agua. Mientras me hallaba en el agua estaba con la mayor serenidad; pero despus, cuando me hall en la orilla, me horripilaba el pensar el peligro del que haba escapado por medio de Mara Santsima. De otro peligro peor me haba tambin librado Mara Santsima por el estilo del casto Jos. Hallndome en Barcelona, iba alguna que otra vez a visitar a un compatricio mo. Con nadie de la casa hablaba sino con l, que al llegar me diriga a su cuarto y con l nicamente me entenda; pero me vean siempre al entrar y salir. Yo entonces era jovencito, y si bien es verdad que yo mismo me ganaba el vestido, me gustaba vestir, no dir con lujo, pero s con bastante elegancia, quiz demasiada. Quin sabe si el Seor me pedir cuenta de esto en el da del juicio? Un da fui a la misma casa y pregunt por el compatricio. La duea de la casa, que era una seora joven, me dijo que lo esperase, que estaba para llegar. Me esper un poco, y luego conoc la pasin de aquella seora, que se manifest con palabras y acciones, y yo, habiendo invocado a Mara Santsima y forcejeando con todas mis fuerzas, escap de entre sus brazos, me sal corriendo de la casa y nunca jams quise volver, sin decir a nadie lo que me haba ocurrido, a fin de no perjudicar su honor.

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Todos estos golpes me daba Dios para despertarme y hacerme salir de los peligros del mundo; pero an fue preciso otro ms fuerte, y fue el siguiente: Un joven como yo me invit a que hiciese una Compaa con l de intereses. Condescend. Empezamos en poner a la lotera. Tenamos bastante suerte. Como yo estaba siempre tan ocupado en mis cosas, apenas poda hacer otra cosa que ser el depositario. l tomaba los billetes y yo los guardaba. El da del sorteo se los entregaba y me deca lo que habamos sacado. Y como tombamos muchos billetes, en cada jugada sacbamos, y a veces cantidades de grande consideracin. Separbamos lo que se necesitaba para tomar ms billetes y lo restante se pona en manos de los comerciantes al seis por ciento, con los recibos correspondientes, y yo los guardaba todos, que era lo nico que haca; todas las dems diligencias corran a cuenta del compaero. Ya eran muchos los recibos que tena, de modo que formaban una suma de consideracin; cuando he aqu que un da me viene diciendo que uno de nuestros billetes haba sido premiado de veinticuatro mil duros, pero que, cuando iba a cobrar, haba perdido el billete. Y dijo verdad que lo haba perdido, porque se lo haba jugado y lo haba perdido; y no slo aquel billete, sino que adems fue a mi cuarto en hora en que yo no estaba, descerraj mi cofre y se llev todos los recibos que tena guardados de la Compaa. Adems se llev el dinero de mi particular peculio, se me llev los libros y la ropa, y la puso en una prendera por cierta cantidad que le prestaron, y todo lo perdi en el juego, y finalmente, deseoso de desquitarse, no teniendo ms que jugar, desesperado, se fue a una casa en que tena entrada y se llev unas joyas de la seora de dicha casa y se las vendi; se fue al juego y tambin perdi. Entre tanto la seora hall a faltar sus joyas y pens que aquel fulano las haba robado; dio parte a la autoridad, cogieron al ladrn, confes su delito, le siguieron la causa y sali condenado a dos aos de presidio. No es posible explicar el golpe que me dio este percance; no la prdida de los intereses, que eran muchos, sino el honor. Pensaba: Qu dir la gente? Se creer que t eres cmplice de sus juegos y robos. Ay! Un compaero tuyo en la crcel! En presidio!. Era tanta la confusin y vergenza, que apenas me atreva a salir por la calle. Me pareca que todos me miraban y que todos hablaban y se ocupaban de m. Oh Dios mo! Cun bueno y admirable habis sido para m!18.

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5. DESEO DE SER CARTUJO Desengaado, fastidiado y aburrido del mundo, pens dejarle y huirme a una soledad, meterme cartujo; y a este objeto y fin haca yo mis estudios. Consider que habra faltado a mi deber si no hubiese participado a mi padre, y, en efecto, se lo dije en la primera ocasin que tuve, en una de las muchas veces que iba a Barcelona por razn del comercio. Grande fue el sentimiento que tuvo cuando le dije que quera dejar la fabricacin, el grande negocio que ambos podamos hacer, y creci de punto su pena cuando le dije que me quera hacer fraile cartujo. Como era tan buen cristiano, me dijo: Yo no quiero quitarte la vocacin. Dios me libre; pinsalo bien y encomindalo a Dios y consltalo bien con tu Director espiritual, y, si te dice que es sta la voluntad de Dios, la acato y la adoro, por ms que lo sienta en mi corazn; sin embargo, si fuera posible que en lugar de meterte fraile fueras sacerdote secular, me gustara. Con todo, hgase la voluntad de Dios19. Por medio del cobrador de las rentas del obispado de Vic, que era suegro de su hermano Juan, conoci al obispo, quien lo cit para una entrevista. De aqu tom la decisin de entrar al Seminario de Vic como externo. Era el 29 de setiembre de 1829, con 21 aos. Vivi como criado en la casa del padre Fortunato Bres, del que dir que era muy bueno y me quera muchsimo20. Mientras le ayudaba en la casa, estudiaba, siempre pensando en la Cartuja. Al terminar el primer ao del Seminario como externo, decidi irse a la Cartuja de Monte Alegre, a 12 kilmetros de Barcelona, para pedir el ingreso. Dice: Emprend el viaje para Barcelona y luego para Badalona y Monte Alegre, cuando he aqu que, poco antes de llegar a Barcelona, vino una turbonada tan deshecha que espantaba. Para cobijarnos del gran chaparrn que caa, echamos a correr, y as, por la fatiga del correr y del vaho que se levantaba de la tierra seca y caliente, me dio una sofocacin muy grande y pens: Quiz Dios no quiere que vaya a la Cartuja!. Lo cierto es que no tuve resolucin para ir all y me fui a Vic... Pasado el primer ao de filosofa, ya no pens ms en ser cartujo y conoc que aquella vocacin haba sido no ms que temporal, que el Seor me llevaba ms lejos para destetarme de las cosas del mundo y as, desprendido de todas ellas, me quedara en el estado clerical, como el Seor me lo ha dado a entender despus21.

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A 77-78. A 84. A 89.93.

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6. SEMINARISTA EN VIC Antonio Mara media 1.57 m., centmetros ms o menos. Era ms bien gordito sin llegar a ser obeso. La nariz ancha y las manos blancas; cabellos espesos y castaos. Tena una mirada serena y profunda. Su hablar era mesurado, clido y sincero, y se notaba que tena un carcter fuerte y valiente. A sus 21 aos ya era seminarista externo en Vic. Dice: Me confesaba y comulgaba cada semana, y, despus de algn tiempo, el Director me haca confesar dos veces y comulgar cuatro en todas las semanas. Cada da serva la misa al seor mayordomo Don Fortunato Bres. Cada da tena media hora de oracin mental, visitaba al Santsimo Sacramento en las Cuarenta Horas, y tambin visitaba la imagen de Mara Santsima del Rosario en la iglesia de los PP. dominicos de la misma ciudad, por ms que lloviera. Y, aunque las calles estuviesen llenas de nieve, nunca omit las visitas del Santsimo Sacramento y de la Virgen Mara Con estas prcticas de devocin me volva a enfervorizar, sin aflojar en el estudio, al que me aplicaba cuanto poda, dirigindolo siempre con la ms pura y recta intencin que poda22. El ao 1830, con 22 aos, recibe un beneficio en su pueblo de Sallent. Era el beneficio vacante del monjo, que equivala a sacristn mayor. Anteriormente la obligacin era de adornar el templo, tocar las campanas, preparar para las celebraciones litrgicas, etc. Cuando l recibi el beneficio casi su nica obligacin era rezar el Oficio divino. Para recibir el beneficio recibi del obispo la tonsura (corte de cabellos para los aspirantes a sacerdotes) con la obligacin de llevar sotana. l declara: Desde el da en que tom posesin del beneficio, vest siempre hbitos talares y, desde ese mismo da, tuve que rezar el Oficio divino23. Sigui viviendo en Vic y estudiando en el Seminario. Y l cuenta que, estando ya en segundo de filosofa, tuvo una gravsima tentacin contra la pureza. Lo refiere as: En invierno tuve un resfriado o catarro; me mandaron guardar cama; obedec. Y un da de aquellos, que me hallaba en cama, a las diez y media de la maana, experiment una tentacin muy terrible. Acuda a Mara Santsima, invocaba al ngel santo de mi guarda, rogaba a los santos de mi nombre y de mi especial devocin, me esforzaba en fijar mi atencin en objetos indiferentes para distraerme y as desvanecerme y olvidar la tentacin, me signaba la frente a fin de que el Seor me librase de malos pensamientos. Pero todo en vano.

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A 86-87. A 90.

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Finalmente, me volv del otro lado de la cama para ver si as se desvaneca la tentacin, cuando he aqu que se me presenta Mara Santsima, hermossima y graciossima; su vestido era carmes, el manto, azul, y entre sus brazos vi una guirnalda muy grande de rosas hermossimas. Yo en Barcelona haba visto rosas artificiales y naturales muy hermosas, pero no eran como stas. Oh qu hermoso era todo! Al mismo tiempo que yo estaba en la cama, y en ese momento boca arriba, me vea yo mismo como un nio blanco hermossimo, arrodillado y con las manos juntas; pero no perda de vista a la Virgen Santsima, en quien tena fijos mis ojos, y me acuerdo bien que tuve este pensamiento: Es mujer y no te da ningn mal pensamiento; antes bien, te los ha quitado todos. La Santsima Virgen me dirigi la palabra y me dijo: Antonio, esta corona ser tuya, si vences. Yo estaba tan preocupado que no acertaba a decirle ni una palabra. Y vi que la Santsima Virgen me pona en la cabeza la corona de rosas que tena en la mano derecha. Vi, adems, un grupo de santos que estaba a mi mano derecha en ademn de orar; no les conoc; slo uno me pareci san Esteban (patrono de Sallent). Yo cre entonces, y aun ahora estoy en esto, que aquellos santos eran mis patronos, que rogaban e intercedan por m para que no cayera en la tentacin. Despus, a mi mano izquierda, vi una grande muchedumbre de demonios que se pusieron formados como los soldados que se repliegan y forman despus que han dado una batalla, y yo me deca: Qu multitud y qu formidables!. Durante todo esto yo estaba como sobrecogido, ni saba lo que me pasaba, y tan pronto como esto pas, me hall libre de la tentacin y con una alegra tan grande, que no saba lo que por m haba pasado. Yo s de fijo que no dorma, ni padeca vahdos de cabeza, ni otra cosa que me pudiese producir una ilusin semejante. Lo que me hizo creer que fue una realidad y una especial gracia de la Virgen Mara es que en el mismo instante qued libre de la tentacin y por muchos aos estuve sin ninguna tentacin contra la castidad y, si despus ha venido alguna, ha sido tan insignificante, que ni merece el nombre de tentacin. Gloria a Mara! Victoria de Mara!24.

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A 95-98.

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7. SACERDOTE EN SU PUEBLO En otoo de 1832 comenz sus estudios de teologa. Sus Superiores hablan de sus buenas calificaciones, con una capacidad intelectual superior a la media. El obispo, que vea en l algo especial, diferente de los otros seminaristas, decidi ordenarlo sacerdote dos aos antes de lo previsto. El 20 de diciembre de 1834 lo orden de dicono y el 13 de junio de 1835 fue ordenado sacerdote. Como el obispo de Vic estaba enfermo en la fecha fijada, lo orden el obispo de Solsona, fray Juan Jos de Tejada. l nos dice: Antes de la ordenacin de sacerdote hice cuarenta das de ejercicios espirituales. Nunca he hecho unos ejercicios con ms pena ni tentacin; pero quiz de ninguno he sacado ms y mayores gracias, como lo conoc el da que cant la primera misa, que fue el da 21 de junio, da de San Luis Gonzaga, patrn de la Congregacin, as como la ordenacin fue el da de San Antonio, da de mi santo patrn. Cant la primera misa en mi patria con gran satisfaccin de mis parientes y de toda la poblacin. El da de Santiago fui examinado y me dieron licencia de predicar y confesar. El da dos de agosto, da de la Porcincula, fue el da en que empec a confesar, y estuve confesando seis horas seguidas, desde las cinco a las once de la maana. El primer sermn que hice fue en el mes de setiembre del mismo ao en la fiesta principal de mi patria, en que hice el panegrico del santo patrn de la poblacin (San Esteban), y al da siguiente hice otro sermn de los difuntos de la poblacin, con admiracin de todos mis compatricios25. Lo nombraron teniente cura (coadjutor) de la parroquia de Sallent, mientras segua estudiando para terminar sus estudios teolgicos. Y dice: A los dos aos de teniente cura, quiso el Superior que fuese cura ecnomo por haberse retirado el que antes haba por causas polticas, y qued solo en el ministerio. El plan de vida que segua era el siguiente. Todos los aos haca los santos ejercicios espirituales por diez das, cuya prctica he seguido siempre desde que empec en el Seminario. Cada ocho das me reconciliaba. Ayunaba los viernes y sbados, y tres das a la semana tomaba disciplina, esto es, el lunes, mircoles y viernes, y otros tres das que eran el martes, el jueves y el sbado me pona el cilicio. Todos los das antes de salir del aposento tena la oracin mental, solo, porque me levantaba muy de maana y por la noche la tena con mi hermana Mara, que es terciaria (del Carmelo o carmelita de la Caridad), y el criado que era un hombre anciano, que ramos las tres nicas personas que haba en el

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A 102-103.

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curato. Adems de la oracin mental que tenamos los tres, rezbamos tambin el rosario. Predicaba todos los domingos y fiestas, como tiene dispuesto el concilio de Trento, con la sola diferencia de que en los domingos de Adviento, Cuaresma y fiestas principales predicaba en la misa, y en los dems domingos lo haca por la tarde, despus de la enseanza del catecismo, que haba en todos los domingos del ao sin dejar ni uno. Adems de la enseanza en la iglesia del catecismo, lo haca tambin todos los das de la Cuaresma de las dos a las tres de la tarde para las nias en la iglesia, y para los nios de las siete a las ocho de la noche en la casa rectoral. Todos los das celebraba la misa muy temprano, y luego me pona en el confesonario y no me levantaba mientras haba gente. Todos los das por la tarde daba una vuelta por las calles principales de la poblacin, y singularmente por las calles en que haba enfermos, a los que siempre visitaba cada da, desde el Vitico hasta que moran, o se ponan sanos. Nunca entraba de visita en ninguna casa particular, ni de mis parientes, que tena muchos en la poblacin: a todos amaba y serva igualmente, tanto si eran pobres como ricos, tanto parientes como extraos, tanto si eran del pas como forasteros, que por razn de la guerra haba muchos. De da, de noche, en invierno y verano, siempre estaba pronto para servirles. Sala con mucha frecuencia a las muchas casas que hay de campo. Yo trabajaba cuanto poda, y la gente corresponda, se aprovechaba y me amaba muchsimo26.

8. VIAJE A ROMA En el desempeo de su ministerio parroquial estaba contento. Sus paisanos, en general, lo queran mucho, aunque no faltaban algunos grupos de descontentos, radicalizados polticamente, con ideas anticristianas. l, por su parte, no se senta realizado, tena deseos ms universales y quera predicar la palabra de Dios a todo el mundo. Deseaba inscribirse en Propaganda Fide para que lo mandaran a las misiones lejanas; y para ello plane irse a Roma. l escribe: En muchas partes de la santa Biblia senta la voz del Seor que me llamaba para que saliera a predicar. En la oracin me pasaba lo mismo. As es que determin dejar el curato e irme a Roma y presentarme a la

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A 106-111.

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Congregacin de Propaganda Fide para que me mandase a cualquier parte del mundo27. Muchas y grandes fueron las dificultades que tuve que vencer y superar de parte del Superior eclesistico y de la poblacin para poder salir de la parroquia, pero con la ayuda de Dios sal28. Se dirigi a Francia para llegar a Marsella y embarcarse para Roma. l cuenta una aventura con una persona que muchos autores consideran su ngel de la guarda. Afirma: Al llegar a Marsella, un sujeto se junt conmigo por el camino. Me llev a una casa en que estuve muy bien durante los cinco das que tuve que estar en Marsella para esperar embarcacin. Al da siguiente, al salir de casa para ir al cnsul espaol, para que me refrendara el pase, al primero que encontr le pregunt por la calle en que me haban dicho que viva el cnsul, y este mismo seor a quien pregunt, no slo me dijo la calle, sino que, al verme solo, tuvo la amabilidad de venirme a acompaar. l habl por m y me despacharon muy bien y me volvi a acompaar a mi posada; y en todos aquellos cinco das, maana y tarde, me vena a buscar a mi cuarto y me acompaaba a visitar las iglesias, camposanto y todo lo ms precioso que hay en aquella poblacin en materia de religin, pues que de edificios y cosas profanas ni siquiera me habl jams. Finalmente, lleg la hora de la embarcacin, que fue la una de la tarde. Un poco antes se present en mi cuarto, cogi mi hatillo y de todos modos lo quiso llevar, y as, los dos solitos, nos dirigimos al puerto y frente al buque nos despedimos; pero todos aquellos cinco das estuvo conmigo tan fino, tan atento, tan amable y tan ocupado de m, que pareca que su gran Seor le enviaba para que me cuidara con todo esmero; ms pareca ngel que hombre; tan modesto, tan alegre y grave al mismo tiempo, tan religioso y devoto, que siempre me llevaba a los templos, cosa que a m me gustaba mucho; nunca me habl de entrar en ningn caf ni cosa semejante, ni jams le vi comer ni beber, porque a estas horas se iba y me dejaba y luego volva29. A la una de la tarde (del 1 de octubre de 1839) me embarqu (en el vapor Tancrde). Como mi viaje a Roma no era por recreo, sino para trabajar y sufrir por Jesucristo, consider que deba buscar el lugar ms humilde, ms pobre y donde tuviese ms oportunidad de sufrir. Al efecto, pagu el flete de andar sobre cubierta y a la parte de la proa, que es el lugar ms pobre y barato de la embarcacin. Despus de haberme retirado solo a rezar el rosario y dems27 28 29

A 120. A 121. A 127-128.

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devociones, busqu un puesto para descansar un poco y no hall otro ms a propsito que un montn de cuerda enrollada, en que me sent, y descans la cabeza sobre un can de artillera que estaba en la tronera del lado del buque Estando ya descansando, se levant tan recia tempestad, que el agua entraba dentro del buque. Yo, sin moverme, sentado sobre aquella rueda o montn de cuerda, me puse el capote encima de la cabeza, y el hatillo con la provisin y sombrero encima del regazo arrimado al cuerpo, teniendo la cabeza un poco inclinada por delante a fin de que se escurriese el agua, que me vena encima, de las olas que se estrellaban contra el buque. As es que cuando oa el golpe de la ola yo inclinaba la cabeza, daba la espalda y me caa encima el agua. As pas toda la noche hasta el amanecer en que vino la lluvia y calm la tempestad, y, si antes me haba mojado con el agua del mar, despus me moj con el agua dulce de la lluvia. Todo mi equipaje consista en una camisa, un par de medias, un pauelo de sonarme, la navaja de afeitarme y un peine, el breviario y la santa biblia de un volumen muy pequeo. Mas como a los que van encima de cubierta, no se les da nada de comida mi provisin consista en una torta de pan de alguna libra y un pedazo de queso. Esta fue toda mi provisin para los cinco das de embarcacin de Marsella a Civitavecchia, entre las escalas que hicimos y las tempestades que tuvimos. Y como la tempestad fue tan larga y fuerte, cay mucha agua encima, de modo que me cal todo el capote y me moj el pan y el queso, y as lo tuve que comer, y no obstante de estar muy salado, como tena bastante hambre, me saba muy bien. Al da siguiente, calmada la tempestad y secada la lluvia, saqu el breviario y rec los maitines y horas menores. Concluido el rezo, se me acerc un seor ingls, que me dijo que era catlico y que amaba a los sacerdotes catlicos, y despus de haber hablado un rato se fue a su camarote y al cabo de poco vi que vena hacia m con un plato en que traa una porcin de duros. Yo, al verle venir, pens: Qu vas a hacer? Aceptars o no ese dinero?. Y me dije entre m: T no lo necesitas, pero ya lo necesitan aquellos infelices espaoles, y as los aceptars y se los repartirs. Y, en efecto, as lo hice; los acept, le di las gracias y fui a repartir aquellos duros entre aquellos infelices, que al instante se fueron a la cocina y compraron y comieron cuanto haban menester. Otros seores viajeros hicieron lo mismo; tambin me dieron, y yo todo se lo repart entre ellos, por manera que yo no me qued un maraved para m, siendo as que para m me lo daban, ni com un bocado de lo que ellos haban comprado para comer; me content con mi pan mojado de agua del mar. Aquel23

seor ingls, al verme a m tan pobre y desprendido y que aquellos coman de lo que haban comprado con el dinero que yo les haba distribuido y que yo no coma nada, manifest quedar tan edificado, que me vino a decir que l se desembarcara en Liorna y que, despus, por tierra ira a Roma, y en un papel me dio escrito su nombre y el Palacio adonde iba a vivir, y que fuese a verle y que me dara cuanto necesitase30.

9. ENTRADA EN LA COMPAA DE JESS Antonio llega a Roma despus de cinco das de navegacin y se dirige a las oficinas de Propaganda Fide. Le dicen que el cardenal prefecto est de vacaciones y que estara fuera todo el mes de octubre. l dice: Yo cre que aquello era providencial a fin de que tuviese tiempo para hacer los ejercicios espirituales que cada ao haca desde que era estudiante, y este ao an no los haba podido hacer por razn del viaje. Al efecto, me dirig a un padre de la casa profesa de la Compaa de Jess, me alab el pensamiento de hacer los ejercicios y me entreg el libro de los Ejercicios de San Ignacio por el cual los haba de hacer; me dio los consejos que crey necesarios y empec los ejercicios. En los das que l me seal le daba cuenta de mi espritu, y a los ltimos das me dijo: Ya que Dios Nuestro Seor le llama a las misiones extranjeras, mejor sera que usted se agregara a la Compaa de Jess; que por medio de ella sera enviado y acompaado; que no as andar solo, que es cosa muy expuesta. Yo le respond que para m bien conoca que sera mejor; pero qu hago yo para que la Compaa me admita!31. l me anim, y me dijo que escribiera un memorial al padre general que viva en la misma casa profesa. Hice todo como l me dijo, y al da siguiente de haber entregado la solicitud, el padre general, me quiso ver. Fui all, y, as como llegu a su cuarto, sala el padre provincial. Habl conmigo y me dijo: Vaya usted all (a SantAndrea de Monte Cavallo a ver al padre provincial) y dgale que yo le envo, y que cuanto haga, yo lo doy por bien hecho. Fui al momento y me recibi muy bien, y el da dos de noviembre ya viva en el noviciado, de modo que de la noche a la maana me hall jesuita. Cuando me contemplaba vestido de la santa sotana de la Compaa, casi no acertaba a creer lo que vea, me pareca un sueo, un encanto32.

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A 130-134. A 138-139. A 140-141.

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Me hallaba yo muy contento en el noviciado, estando siempre ocupado en las conferencias que hacamos de catequizar, predicar y confesar. Adems, todos los viernes bamos al hospital de san Gicomo a confesar a los enfermos y los sbados a predicar en la crcel a los presos. Yo entr en el noviciado el da dos de noviembre de 1839, da de nimas, y, pasado el da dos de febrero, da de la Purificacin de Mara Santsima del ao 1840, esto es, cuatro meses despus de haber entrado, empezamos los Ejercicios de San Ignacio, que duraron un mes. Yo los empec con muchsimo gusto y con grandes deseos de aprovecharme bien de ellos. As iba siguiendo y adelantando, cuando he aqu que un da me vino un dolor tan grande en la pierna derecha, que no poda caminar. Fue preciso ir a la enfermera. Me aplicaron los remedios oportunos y me alivi algn tanto, pero no del todo, y se temieron que quedara tullido. Al verme as, el padre Rector me dijo: Lo que pasa en usted no es natural, pues tan contento, alegre y sano ha estado siempre, y ahora cabalmente en estos das esa novedad, me hace pensar que el Seor quiere alguna otra cosa de usted. Y me dijo: Si le parece bien, consultar con el padre general, que es tan bueno y tantos conocimientos tiene de Dios. Yo le contest que me pareca muy bien y me present a l. Me oy con mucha atencin, y, despus de haber odo mi narracin de todo lo ocurrido, me dijo con toda resolucin, sin titubear: Es la voluntad de Dios que vaya pronto a Espaa; no tenga miedo, nimo. Con esta tan terminante resolucin no hubo otro remedio que volver para Espaa. Y con el tiempo se conoci que el padre general estaba inspirado cuando me dijo estas palabras. Y en una de las cartas que me escribi me deca: Dios le llev a la Compaa, no para que se quedase en ella, sino para que aprendiese a ganar almas para el cielo33.

10. CURANDO ENFERMOS A mediados del mes de marzo (de 1840) sal de Roma con direccin a Catalua De Olost pas a Vic, y el Superior (vicario general) me dijo que pasase a Viladrau, y, al efecto, me dio el nombramiento de regente, y fui el da 13 de mayo. Aqu acab de restablecerme de mis males34. En esta parroquia de Viladrau empec las misiones el da 15 de agosto del ao 1840. Despus hice otra misin en la parroquia de Espinelvas, a una hora larga de Viladrau. Luego pas a la parroquia de Seva; sta ya fue ms33 34

A 165-167. A 167.

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ruidosa. Fue mucha la gente que concurri y que se convirti e hizo confesin general. Aqu empec a tomar fama de misionero. Por noviembre hice el novenario de nimas en Igualada y Santa Coloma de Caral, con grandsima aceptacin. Y as estuve en Viladrau ocho meses saliendo y volviendo; pero no fue posible continuar por ms tiempo, porque, como he dicho, mientras me hallaba en la poblacin visitaba cada da a todos los enfermos, y todos sanaban, y slo se moran los que enfermaban en mi ausencia. Y esto me afliga mucho al ver las lgrimas de las gentes y al or las razones que alegaban para que no saliese de la parroquia a predicar Por el verano haba nios que estaban enfermos, y con slo una vez de aplicarles el remedio, ya quedaban sanos. A un joven de 25 aos que ya se hallaba sin sentido y a punto de expirar, lo visit a la una de la noche, le apliqu un simple remedio, cobr los sentidos, y a los dos das ya estaba curado completamente. En un arrabal de la poblacin de Viladrau haba una mujer casada que padeca dolor reumtico; y sufra tanto que la violencia del mal le haba encogido los nervios, de tal modo que la infeliz se haba vuelto como una pelota. No obstante este lastimoso estado, concibi, pero los trabajos fueron a los nueve meses para el parto. Cabalmente se cumpla este tiempo mientras me hallaba en la parroquia de Seva haciendo un novenario de almas, y como saban el da que haba de volver, me salieron al encuentro y me dijeron que aquella mujer se hallaba en dolores de parto y sin esperanzas de vida, y, por lo mismo, el teniente cura le haba administrado los sacramentos de penitencia, vitico y extremauncin y que no faltaba ms que expirar. Pero los de la casa de la enferma, y an la misma enferma, todos me deseaban ver. Al momento fui a la casa a verla; sin llegar al curato, conoc su crtica situacin y el remedio que se deba aplicar. Pero yo dije a su marido que no lo deba hacer, que era indispensable ir a la poblacin de Taradell a buscar un mdico cirujano. Fueron por l con una carta ma en la que le explicaba todo lo que haba, y el mdico, al leer la carta, vio que era tan desesperado el caso, que se excus y no quiso venir. Me dieron la respuesta, y entonces dije yo a los de la casa que cogieran ciertas hierbas, que las hicieran hervir, y el resultado fue que pari muy bien, y an se cur del rema y se puso buena, de manera que al cabo de unos pocos das por s misma vino a misa. Tambin se cur un joven de diecisis aos, tullido completamente, teniendo por intil cuanto se practicase. Al pasar un da por la calle, le vi a la puerta y pregunt su madre qu tena y cunto tiempo haca que se hallaba as. Yo le dije: Practicad esto y esto, y a los pocos das ya le vi curado en la iglesia que oa la santa misa.26

En aquella poblacin y en sus alrededores hay muchas jvenes de quince a diecinueve aos que sufren de una enfermedad que llaman espatlladas o de la naurella, y es que, con los esfuerzos que hacen amasando el pan o yendo por agua, lea u otras cosas fatigosas sobre sus fuerzas, las vejiguitas de la fuerza sufren una fisura, que despus les da mucho que sentir. Y, como el que sufre busca remedio, y no hallndolo en los mdicos se van a ciertos curanderos que con sus charlataneras dicen que curan y no es as, les cobran dinero y muy comnmente hacen cosas poco decentes con tales enfermas; yo viendo o sabiendo esto, encomend el negocio a Dios Nuestro Seor, y se me ocurri el remedio que se haba de aplicar, que consista en un parche y guardar quietud por unos pocos das, con cuyo remedio todas sin excepcin se curaban; pero, como se saba las acciones poco decentes que hacan con el pretexto de curar, por miedo que se creyera que yo haca otro tanto, me val de este remedio. Haba en la misma poblacin una viuda anciana muy virtuosa y le dije: Cuando venga alguna joven acompaada de su propia madre que diga que es espatllada, le aplicar un parche de esta y esta manera. Y as a todas las que, acompaadas de sus madres, me venan a suplicar para curar de esta enfermedad, las remita a aquella viuda, y ella les aplicaba el parche, y todas curaban, y as yo no me comprometa. Como aquella poblacin haba sido tan trabajada por la guerra civil, pues a lo menos haba sido saqueada trece veces, haba habido sorpresas de unos y otros, fuegos y muertes, de cuyas resultas y de espantos, tristezas y disgustos, haba mucha gente, y singularmente mujeres, que tenan enfermedades histricas que las hacan sufrir mucho, me venan a hablar. Yo hice tomar aceite comn con algunas cosas que haca hervir en dicho aceite, y con l despus se daban por s mismas cierta uncin, y todas quedaban curadas. Permaneciendo en Viladrau, todos los enfermos de la poblacin y muchos que de fuera traan, todos quedaban curados. Y, como se extendi de aqu la fama, as es que en todas las poblaciones adonde iba se me presentaban muchsimos enfermos de toda clase de enfermedades; y, como eran tantos los enfermos y tan diversos los males y, por otra parte, yo me hallaba tan ocupado en predicar y confesar, no tuve por conveniente en sealar remedios fsicos. Les deca que les encomendara a Dios y entre tanto les haca la seal de la santa cruz y les deca estas palabras (de Jess): Pondrn las manos sobre los enfermos y stos quedaran curados. Y decan que quedaban curados. Yo estoy convencido de que curaban por la fe y confianza con que venan, y Dios Nuestro Seor les premiaba su fe con la salud corporal y espiritual, porque les exhortaba a que se confesasen bien de todos sus pecados, y ellos lo hacan. Y adems, el Seor as lo haca tambin, no por mis mritos, sino para27

dar importancia a la divina palabra que predicaba, pues que, como haba pasado tanto tiempo que no haban odo ms que maldades, blasfemias y herejas, Dios Nuestro Seor les llamaba la atencin con estas cosas corporales. Y, a la verdad, la gente se reuna en grandes masas, oa la divina palabra con gran fervor, hacan confesiones generales en la misma poblacin o en otras, porque muchas veces era imposible or en penitencia a cuantos deseaban y pedan confesin. Oh Dios mo, cun bueno sois! Os servais de las mismas enfermedades de cuerpo para remediar las del alma! Otra clase de enfermedad haba que me era ms molesta y que me llevaba ms tiempo. Y sta era la de energmenos, posesos y obsesos. En un principio me presentaban muchsimos que decan que estaban posesos, y sus parientes me suplicaban que los exorcizara. Y, como me hallaba competentemente autorizado, lo haca, y de mil, apenas hallaba uno que pudiese estar cierto que era poseso; eran otras causas, ya fsicas, ya morales, que aqu no calificar. Viendo yo que muchsimos no tenan tales demonios y, por otra parte, al ver que me hacan perder mucho tiempo, que lo necesitaba para or las confesiones de los que se haban convertido por la predicacin, me dije: Ms necesario es que saques los demonios de las almas que estn en pecado mortal que no de los cuerpos, si es que stos los tienen. Pens que aquello poda ser un engao del mismo demonio, y as me resolv a dejar los exorcismos y tomar otro camino, que era el siguiente. Cuando se me presentaba alguno que me deca que estaba poseso, le preguntaba si se quera curar. Si me aseguraba que s, le mandaba tres cosas: Primera, que tomara con paciencia todas las cosas, que no se enfadara nunca (porque haba observado que algunos eran histricos de resultas de su mal genio o de rabietas que cogan, y con la paciencia les calmaba). Segunda, les mandaba que no bebiesen vino ni otro licor, y que esto se les exiga como ayuno indispensable para echar a esa especie de demonios (pues tambin haba hallado que algunos beban demasiado, y para tapar sus disparates echaban la culpa a los demonios). Tercera, les haca rezar cada da siete veces el padrenuestro y avemara a la Santsima Virgen, en memoria de sus siete dolores, y adems que hicieran una buena confesin general de toda la vida y que despus comulgaran con la ms fervorosa devocin. Sea lo que fuere, lo cierto es que despus de algunos das me venan a dar gracias, diciendo que ya estaban libres y curados. Yo no dir que no hay posesos. S, los hay, y he conocido algunos, pero muy pocos.28

En el decurso de las misiones haba hallado algunos que por los sermones se haban convertido y decan francamente que no tenan tales posesiones ni enfermedades fsicas, sino ficciones, por diferentes fines que se proponan, ya para llamar la atencin, ya para que fuesen mimados y compadecidos, por alcanzar socorro y por mil otros fines. Una me deca que todo lo que haca lo haca con todo conocimiento y malicia de la voluntad, pero que haca cosas tan raras y extraordinarias, que ella misma se admiraba, y que, sin duda, el diablo cooperara y la ayudara, no por posesin diablica, sino por malicia de su corazn, pues que conoca que naturalmente aquello no lo poda hacer. Otra, que viva en una ciudad muy grande, me dijo que de tal manera haba sabido fingir que estaba posesa, que por mucho tiempo la haban hecho los exorcismos y que, durante el tiempo bastante largo de su ficcin, haba engaado a veinte sacerdotes de los que eran tenidos por ms sabios, virtuosos y celosos de la ciudad35. Pero algunas veces tuvo que atender verdaderos problemas producidos por el diablo. Juan Gibernay declar: Cuando yo tena catorce aos a quince, un da, estando en la plaza de la iglesia de mi pueblo, pas el santsimo Vitico, que acababa de ser administrado a Francisca Casta y, de repente, por primera vez, me dio como un ataque epilptico. Estos ataques se repitieron con frecuencia y, desde el primer ataque, se apoder de m una repugnancia a todos los actos religiosos, de modo que no poda ni or hablar siquiera de cosas religiosas. Mi resistencia de ir a la misa o recibir los sacramentos era tan terrible que, durante nueve o diez meses, estuve invadido de esta enfermedad. Nunca pude acercarme a la confesin o a la misa. Alguna vez me llevaron a la fuerza y, antes de la consagracin, me vena el ataque y, sin darme yo cuenta, mova un gran alboroto blasfemando. Era tal la fuerza de los ataques que muchas veces deban ser cuatro o cinco hombres fuertes para contenerme y haca algunos actos de fuerza extraordinaria y la voz pblica era que tena malos espritus. Mi padre, por consejo de un vecino, decidi llevarme al padre Claret y fuimos a Barcelona al convento de las monjas Madalenas, pues el siervo de Dios viva all en la casa del capelln. El padre Claret dijo que no temieran y me puso una mano en el hombro y otra en la cabeza delante de una imagen de Jesucristo crucificado y otra de la Virgen, y me dijo que rezara el rosario, que dijera cada da tres avemaras y un padre nuestro al ngel custodio, otro a su intencin y, al35

A 172-190.

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da siguiente, fuera a confesarme, aadiendo que, si el confesor me preguntaba quin me haba curado, respondiera sencillamente: Dios. Y me despidi, diciendo: Vamos, nio, ya te curars36. Es importante anotar que todos tenan al joven como poseso y que el problema le vena de un golpe que una vieja fea le haba dado con una caa. Pedro Gibernau que lo conoci anota: Tuve ocasin de presenciar los referidos ataques varias veces. El paciente haca contorsiones violentsimas y cosas raras y extraas, daba unos gritos extravagantes; a veces, rugiendo con una voz ronca y grave; y otras, aguda; pronunciando una lengua ininteligible. Lo ms particular era que, haciendo la seal de la cruz o al intentar ponerle encima una cruz, formada por ligeras pajas, sin que pudiera verlo, se pona furioso al momento y en un estado de irritacin extraordinaria37. Esto ocurri el ao 1849 y, cuando los testigos y el mismo paciente dan testimonio en el Proceso en el ao 1889, haban pasado ya cuarenta aos, estando perfectamente bien.

11. MISIONERO ITINERANTE La gente de Viladrau no quera que se fuese, pero l senta ansias de extender su apostolado a otros lugares. Adems se daba cuenta de que la gente lo buscaba ms por la salud corporal que la espiritual. Por eso, nos dice: Esto me oblig a pedir al Superior que me exonerara del cargo de regente y me dejase libre de curatos y que me contase pronto a su disposicin para ir a predicar a donde quisiese. Y as lo hizo, y me separ de Viladrau, con grande sentimiento de toda la gente por las curaciones que Dios Nuestro Seor por m obraba, pues yo reconozco que aquello era ms que natural. Yo no me introduje a curar enfermos para ganar dinero ni otra cosa que lo valiera, pues nunca acept cosa alguna; slo lo haca por necesidad y por caridad38. A mediados de enero de 1841, despus de haber sido regente en Viladrau por espacio de ocho meses, regentando el curato y saliendo de cuando en cuando a predicar, por disposicin del Prelado, en diferentes parroquias, sal finalmente a predicar continuamente donde me enviara el Prelado, sin fijarme en ninguna parte. Mi residencia, si bien permaneca bien poco, era en Vic, y desde esta ciudad sala con una lista de poblaciones en que haba de predicar. Yo tena por mxima inalterable de no ir jams a predicar a ninguna parroquia ni dicesis sin la orden expresa de mi Prelado As saba que haca36 37 38

Proceso, pp. 324-326. Proceso, p. 327. A 174.

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la voluntad de Dios39. Esta necesidad de ser enviado y de que el Prelado mismo me sealara el lugar, es lo que Dios me dio a conocer desde el principio. Y as es que, aunque los pueblos a que me enviaba eran muy malos y estaban desmoralizados, siempre se haca grande fruto, porque Dios me enviaba, los dispona y preparaba40. Cuando iba a una poblacin, nunca me propona ningn fin terreno, sino la mayor gloria de Dios y la salvacin de las almas41. Con el vestido que llevaba y la comida que me daban estaba contento. En un pauelo llevaba todo. Mi equipaje consista en un breviario de todo el ao, un vademcum en que llevaba los sermones, un par de medias y una camisa para mudarme42. Dinero nunca llevaba, ni quera. Un da tuve una alarma. Me met la mano en el bolsillo del chaleco y cre hallar una moneda. Me espant, la saqu, la mir y con grande consuelo vi que no era moneda, sino una medalla que mucho tiempo antes me haban dado. Volv de la muerte a la vida. Tan grande era el horror que tena al dinero43. Algunas veces, el Seor me haca sentir los efectos de la pobreza, pero era por poco tiempo. Luego me consolaba con lo que necesitaba; y era tanta la alegra que senta con la pobreza, que no gozan tanto los ricos con todas sus riquezas como gozaba yo con mi amadsima pobreza44. Andaba slo y a pie Por la maana haca cinco horas de viaje, y otras cinco por la tarde; a veces con lluvias, otras veces con nieves, y en verano con soles abrasadores. Este era el tiempo que ms me daba que sufrir, porque, como siempre andaba con sotana y capote pasado de mangas y el mismo de invierno, en verano me daba calor; adems, con zapatos y medias de lana, que me hacan ampollas en los pies, de manera que a veces me hacan andar cojo. Las nieves tambin me dieron ocasin de ejercitar la paciencia cuando eran muy grandes las nevadas, que cubran todos los caminos y me hacan desconocer el terreno; yo por esto caminaba al travs y me hunda en los barrancos llenos de nieve45. Pero lo peor fueron las calumnias que se levantaron calumnias contra l, mientras predicaba por el Principado de Catalua, hasta el punto de que el jefe poltico de Barcelona le prohibi predicar; prohibicin que le fue comunicada por el alcalde de Vic en 1841. As estuvo unos dos aos, obedeciendo a las39 40 41 42 43 44 45

A 194. A 198. A 199. A 359. A 360. A 363. A 460.

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autoridades y a su obispo, dedicado a estudiar y orar mucho y dar alguna conferencia, hasta que se presentaron tiempos favorables. En julio de 1843 comenz de nuevo sus misiones apostlicas. Ese ao iba un da a predicar a una parroquia, cuando le salieron al camino tres hombres de mal aspecto, intimndolo a que se preparase para morir. Sin inmutarse, les dijo que iba a predicar al pueblo de Olot, porque se celebraba la fiesta mayor y, estando all todo preparado y debiendo llegar a la hora fija, les peda le dejasen ir libre y, concluido el sermn, volvera dispuesto a morir. Desarmada la clera de uno de los tres al escuchar estas palabras, se esforz ste en persuadir a los otros que difirieran la ejecucin del crimen. As se hizo, predic el sermn, se confes y, al da siguiente, volvi al mismo lugar pronto a hacer el sacrificio de su vida por amor a Jesucristo. Al ver los malhechores que el siervo de Dios no traa defensa alguna y al or sus dulces palabras con las que se ofreca a la muerte y los trataba de amigos, se convirtieron, confesndose con l y fueron despus buenos cristianos46. l manifesta: Dir ahora de qu medios me val para hacer fruto, segn el Seor me dio a conocer como ms propios y adecuados. El primer medio de que me he valido siempre y me valgo es la oracin. ste es el medio mximo que he considerado se deba usar para obtener la conversin de los pecadores, la perseverancia de los justos y el alivio de las almas del purgatorio. Y por esto en la meditacin, en la misa, rezo y dems devociones que practicaba y jaculatorias que haca, siempre peda a Dios y a la Santsima Virgen Mara estas tres cosas. No slo oraba yo, sino que adems peda a otros que orasen, como las monjas, hermanas de la Caridad, terciarias y a todas las gentes virtuosas y celosas. A este fin peda que oyesen la santa misa y que recibiesen la sagrada comunin, que durante la misa y despus de haber comulgado, presentasen al eterno Padre a su Santsimo Hijo y que, en su nombre y por sus mritos, le pidiesen estas tres gracias que he dicho, a saber: la conversin de los pecadores, la perseverancia de los justos y el alivio de las pobres almas del purgatorio. Tambin les deca que se valiesen de la visita al Santsimo Sacramento y del Viacrucis. Les exhortaba a que se encomendasen mucho a Mara Santsima, que le rogasen y pidiesen lo mismo, que para eso se valiesen de la devocin del rosario. Siempre predicaba y enseaba el modo prctico de rezarlo, y yo mismo lo rezaba antes de empezar el sermn con toda la gente, ya para ensearlo a rezar, ya tambin porque, rezando todos juntamente, alcanzramos esas tres gracias que he dicho.46

Proceso, p. 21.

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Tambin rogaba y haca que las gentes rogasen a los santos del cielo para que intercedieran con Jess y Mara y nos alcanzaran estas mismas gracias. Singularmente invocaba a los santos que durante su vida sobre la tierra haban manifestado ms celo por la gloria de Dios y la salvacin de las almas. Nunca jams me olvidaba de invocar al glorioso san Miguel y a los ngeles custodios, singularmente al de mi guarda, al del Reino, de la provincia, el de la poblacin en que predicaba y de cada una persona en particular. He conocido visiblemente la proteccin de los santos ngeles custodios47. En aquellos primeros aos de misiones48, me vea muy perseguido por todas partes. Me levantaban las ms feas calumnias, decan que haba robado un burro, qu s yo qu farsas contaban. Al empezar la misin o funcin, hasta la mitad de los das eran farsas, mentiras, calumnias de toda especie lo que decan de m, de manera que me daban mucho que sentir y que ofrecer a Dios, y al propio tiempo, materia para ejecutar la humildad, la paciencia, la mansedumbre, la caridad y dems virtudes. Esto duraba hasta media misin y en todas las poblaciones pasaba lo mismo, pero de media misin hasta concluir, cambiaba completamente. Entonces el diablo se vala del medio opuesto. Todos decan que era un santo a fin de hacerme engrer y envanecer y Dios Nuestro Seor en aquellos ltimos das en que se vea el fruto copiossimo me permita una tristeza tan grande, que yo no puedo explicar sino diciendo que era la especial providencia de Dios que la permita como un lastre, a fin de que el viento de la vanidad no me diera un vuelco49.

12. LOS DEMONIOS Los demonios me perseguan muchsimo. En una ocasin hicieron caer una piedra cuando yo pasaba. En otra ocasin, en una poblacin llamada Sarreal, un domingo por la tarde, estando la iglesia atestada de gente, hizo Satans desprender una gran piedra del arco toral, y al llegar al suelo se hizo muchos trozos, y no hizo dao a nadie, no obstante de caer en medio del auditorio. Fue la admiracin de todos. A veces suceda que, estando predicando, hallndose la gente en la mayor compuncin, vena Satans en figura de un paisano muy espantado, gritando que haba fuego en la poblacin; y, conociendo yo el engao y al ver que el auditorio47 48 49

A 264-269. Entre 1840 y 1848 predic en ms de 150 lugares. A 352-353.

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se alarmaba por la noticia, desde el plpito deca: Quietos!, no hay tal; es un engao del enemigo. Para mayor tranquilidad vuestra, vaya uno a ver en dnde est el fuego, y, si es verdad, yo y todos iremos; pero yo os digo que no hay tal fuego; es un engao que ha metido el diablo para impedir vuestro aprovechamiento. Y as era. Cuando predicaba en campo raso, nos amenazaba con tempestades. En mi misma persona a veces me caus enfermedades terribles, y, cosa particular, tan pronto como yo tena la advertencia de que sera obra del enemigo, ya quedaba curado del todo sin remedio alguno50. Mara Ana Vidal manifest en el Proceso: Yo le o hablar, que, a veces, a mitad de un camino, le echaban piedras y a nadie vea. Con frecuencia se le apareca el diablo y l le preguntaba: Qu quieres, soberbio?. El diablo le responda: La Carmelita (aludiendo a la Virgen) me manda que te diga que prediques de la lujuria. Un da le dijo el diablo: Te acuerdas de aquel da en que con una simple vuelta de la cama quedaste libre de aquel dolor de estmago que, segn los mdicos, te haba de privar para siempre de predicar? Era yo el que, con aquel ruido que oste, por fuerza te dejaba, porque te quera devorar51. Jos Mara Bocabella certifica tambin en el Proceso: Una vez encontr al padre Claret rezando en la iglesia de las religiosas Madalenas y me ense un pedazo de papel como de unos cuatro dedos o ms pequeo, de color moreno, y me dijo que le haba cado sobre el breviario; y en dicho retazo estaban escritas las siguientes palabras en lengua catalana: Ya estars contento que te han nombrado arzobispo de Cuba, porque all hars de las tuyas, pero yo tambin har de las mas. Por firma haba tres o cuatro rasguos, o sea, seales hechas con las uas52. l no se asustaba. Y dice: Si era grande la persecucin que me haca el infierno, era muchsimo mayor la proteccin del cielo. Conoca visiblemente la proteccin de la Santsima Virgen y de los ngeles y santos. La Santsima Virgen y sus ngeles me guiaron por caminos desconocidos, me libraron de ladrones y asesinos y me llevaban a puerto seguro sin saber cmo. Muchsimas veces corra la voz de que me haban asesinado, y las buenas almas ya me aplicaban sufragios. Dios se lo pague53.

50 51 52 53

A 462-463. Proceso, p. 337. Proceso de Barcelona, p. 140. A 464.

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13. APOSTOLADO DE LA PRENSA Uno de los medios que la experiencia me ha enseado ser ms poderoso para el bien es la imprenta, as como es el arma ms poderosa para el mal, cuando se abusa de ella. Por medio de la imprenta se dan a luz tantos libros buenos y hojas sueltas, que es para alabar a Dios. No todos quieren o no pueden or la divina palabra, pero todos pueden leer u or leer un buen libro. No todos pueden ir a la iglesia para or la divina palabra, pero el libro ir a su casa. El predicador no siempre podr estar predicando, pero el libro siempre est diciendo lo mismo, nunca se cansa, siempre est dispuesto a repetir lo mismo; que en l lean poco o mucho, que lean y lo dejen una y mil veces, no se ofende por esto; siempre lo encuentran lo mismo, siempre se acomoda a la voluntad del lector. Siempre la lectura de libros buenos se ha considerado una cosa de grande utilidad; pero en el da de hoy se considera de suma necesidad; porque hay delirio por leer, y si la gente no tiene libros buenos, leer malos. Son los libros la comida del alma, y, a la manera que si al cuerpo hambriento le dan comida sana y provechosa le nutrir y, si la comida es ponzoosa, le perjudicar, as es la lectura, la que, si es de libros buenos y oportunos a la persona y a las circunstancias propias, le nutrir y aprovechar mucho; pero, si es de libros malos, peridicos impos y folletos herticos y dems escritos perniciosos, corrompern las creencias y pervertirn las costumbres. Empezando por extraviar el entendimiento, luego llevan a corromper el corazn54. Una tarde pasaba por la calle de una de las ciudades ms grandes de Espaa. Se me acerc un nio a besarme la mano, y me pidi una estampa y se la di. Al da siguiente fui muy temprano a celebrar la misa en la iglesia que acostumbraba y ponerme luego en el confesonario, porque siempre tena mucha gente que me esperaba. Al concluir la misa, me hinqu en el presbiterio para dar gracias. Al cabo de un rato se me acerc un hombre alto, gordo, con largos bigotes y poblada barba, con la capa que tena tan ajustada en las manos, que no se le vea ms que la nariz y la frente; los ojos tena cerrados y lo dems de la cara tena cubierto del pelo de las patillas, bigotes y barba, y adems con el cuello de la capa, que tambin era peludo y alto; y con una voz trmula y ronca me dice que si le har el favor de orle en confesin. Le contest que s, que entrase en la sacrista, que luego iba en acabando de dar gracias. Si bien en el confesonario ya haba otros hombres y mujeres que esperaban para lo mismo, cre que a ste le deba or separadamente de los dems, porque su aspecto me revel que as convena, y, en efecto fue as. Entr yo en la sacrista, en que no haba nadie sino aquel seor, y an le conduje a un lugar ms retirado.54

A 310-311.

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Yo me sent, l se hinc y empez a llorar tan sin consuelo, que no saba qu ms decirle para acallarle. Le hice varias preguntas para saber la causa, y, finalmente, entre lgrimas, suspiros y sollozos, me contest: Padre, usted ayer tarde pas por mi calle, y, al pasar frente a la puerta de la casa en que yo estoy, sali un nio a besarle la mano, le pidi una estampa y usted se la dio. El nio vino muy contento, y, despus de haberla tenido un rato, la dej encima de la mesa y se fue a la calle con otros nios a jugar. Yo qued solo en casa, y, picado de la curiosidad y para pasar el tiempo, cog la estampa y la le; pero ay, padre mo!, yo no puedo explicar lo que sent en aquel momento; cada palabra era para m un dardo que se clavaba en mi corazn; resolv confesarme y pens: Ya que Dios se ha valido de l para hacerte entrar en un verdadero conocimiento, con l irs a confesarte. Toda la noche la he pasado llorando y examinando mi conciencia, y ahora me tiene aqu para confesarme. Padre, soy un gran pecador. Tengo cincuenta aos y desde nio no me he confesado. He sido comandante de gente muy mala. Padre, habr perdn para m? S, seor, s; nimo, confianza en la bondad y misericordia de Dios. El buen Dios le ha llamado para salvarle, y usted ha hecho muy bien en no endurecer su corazn y en poner luego por obra la resolucin de hacer una buena confesin. Se confes, le absolv y qued muy contento y tan alegre, que no acertaba a expresarse. Pues bien, aunque las hojas sueltas y estampas no hubiesen producido otra conversin ms que sta, ya me tendra por bien empleado y satisfecho el trabajo y cuanto se ha gastado en impresiones; pero no ha sido este solo caso el de los que se han convertido por la lectura de las estampas que he dado a luz. En Villafranca del Panads se convirtieron cuatro reos que estaban en capilla haca tres das y no se haban querido confesar, y, con la lectura de la estampa que di a cada uno, entraron en reflexin y se confesaron, recibieron el santo Vitico y tuvieron una edificante muerte. Son muchos y muchsimos los que se han convertido por la lectura de una estampa. Oh Dios mo! Qu bueno sois! Todos lo libritos han producido felices resultados; pero de quienes he hallado ms almas convertidas ha sido El Camino recto y El Catecismo explicado. De la lectura de estos dos libros encuentro muchsimas conversiones, y aun en esta Corte (de Madrid) no pasa da en que no se presenten almas determinadas a mudar de vida por haber ledo ese libro. Todos lo buscan y no reposan hasta haberse hecho con l; todos sin distincin de clase lo desean tener, y este deseo general me ha obligado a hacer una impresin de lujo para la gente de categora superior, y se lo han procurado la reina, el rey, la infanta,36

damas de palacio, gentiles hombres y toda la nobleza. Se puede decir que en la clase alta no hay casa alguna o palacio en que no se halle uno o ms ejemplares de El Camino recto de lujo, y en las dems clases de los otros ms sencillos. El fin que me propona era la mayor gloria de Dios, la conversin de los pecadores y la salvacin de las almas. Por esto escrib en forma de Avisos para todos los estados de la sociedad; pero los dos que ms me llevaban tras de s el corazn fueron los nios y nias. He escrito para ellos libritos y hojas sueltas55. Por el amor que tena a los nios y por lo mismo que deseaba que se instruyeran en la doctrina cristiana, he escrito cuatro catecismos: uno para los prvulos, desde que hablan hasta los siete aos, otro para los rsticos, otro ms extenso y otro explicado, con estampas56. He dado gratuitamente millares de millares de ejemplares (de libros), y aun en el da de hoy estoy dando y Dios mediante dar hasta la muerte, si puedo, pues he considerado que era sta la mejor limosna que en el da de hoy puede darse57. Tambin es un medio muy poderoso para hacer el bien el dar rosarios y ensearles el modo de rezarlo, el dar medallas y decirles cmo las han de llevar y cmo las han de besar maana y noche. Tambin dar escapularios y decirles qu significan y cmo los han de llevar58.

14. MISIN EN CANARIAS Su obispo de Vic lo enva a Canarias a dar misiones y l, acompaado del obispo de Canarias, recin consagrado, y de su comitiva, llega a la isla el 14 de marzo de 1848. Al poco tiempo de comenzar su actividad misionera, se hace muy popular y toda la gente lo llama con el carioso nombre de Padrito. Estuvo en las islas Canarias 14 meses, haciendo tres recorridos misionales. Dio ejercicios espirituales a los sacerdotes, a los seminaristas, y en todas las parroquias de la isla de la Gran Canaria. Dice: Con frecuencia tena que predicar en las plazas, porque en los templos no caba la mucha gente que se reuna en cada poblacin para or la santa Misin. Y siempre prefera predicar en la plaza que en el templo, cuando haba mucha gente.55 56 57 58

A 319-325. A 285. A 328. A 337.

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Lo que ms me apuraba era el orlos a todos en confesin general como deseaban hacerlo. Al efecto, deca a los dems sacerdotes que me ayudasen Cuando conclua una Misin, toda la gente de la poblacin me sala acompaar y la de la poblacin a donde iba me sala a recibir. Los primeros me despedan con lgrimas y los segundos me reciban con alegra. No explicar todo lo que ocurri en aquellas poblaciones, porque me hara interminable. Slo s quiero consignar un caso que me sucedi para que aprendan los misioneros. Concluidas las misiones de Gran Canaria, quiso el seor obispo que pasara a otra isla llamada Lanzarote, y dispuso que me viniera a acompaar su hermano, el padre Salvador, religioso capuchino, para que me ayudara en or las confesiones, porque en aquella isla hay muy poco clero. Este seor es un hombre muy gordo, y, como del puerto de la isla habamos de ir a la capital de la isla como dos leguas tierra adentro, me dijo: Cmo lo haremos? Quiere usted ir a pie o montado?. Yo le contest: Ya sabe usted que yo nunca monto, siempre voy a pie. Si usted no monta, tampoco quiero montar yo, me contest. Yo le dije: Ya ve cun difcil y trabajoso ser para usted ir all a pie. Yo no lo puedo permitir; si usted no quiere montar si yo no monto, montar para que monte usted. Al momento nos trajeron un gran camello, y los dos montamos en l. Un poco antes de llegar a la poblacin nos apeamos y entramos en la poblacin y di principio a la Misin. Concluida la Misin, al despedirnos, me pregunt un caballero: Es usted el mismo misionero que predicaba en la Gran Canaria? Le conteste que s. Pues sepa usted que aqu se ha dicho que no era usted, porque aquel siempre iba a pie y usted ha venido montado, y por esto ha habido quien ha dicho: Yo no voy a orle, porque no es el misionero de la Gran Canaria59.

15. MISIONEROS CLARETIANOS Despus de las misiones en las islas Canarias, a mediados de mayo de 1849, lleg a Barcelona y de ah a Vic a ver a su obispo. Dice: Habl con los cannigos Soler y Passarell del pensamiento que tena de formar una Congregacin de sacerdotes que fuesen y se llamasen Hijos del Inmaculado Corazn de Mara. Ambos a dos acogieron muy bien mi pensamiento Este mismo pensamiento le propuse yo al obispo de Vic, que era el doctor Luciano Casadevall, que me quera muchsimo, quien aplaudi sobremanera el plan que yo le haba manifestado, y convinimos en que durante las vacaciones vivisemos en el Seminario, y l entre tanto hara habilitar el convento de la Merced, que el59

A 481-485.

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Gobierno haba dejado a su disposicin, y as se hizo. El obispo dispuso el local correspondiente en el convento de la Merced, y yo entretanto habl con algunos sacerdotes a quienes Dios Nuestro Seor haba dado el mismo espritu de que yo me senta animado. Estos eran: Esteban Sala, Jos Xifr, Domingo Fbregas, Manuel Vilar, Jaime Clotet y Antonio Claret, yo, el nfimo de todos60. El da 16 de julio de 1849, hallndonos ya reunidos, con aprobacin del Ilmo. seor obispo y del Rector, empezamos en el Seminario los santos ejercicios espirituales nosotros solos con todo rigor y fervor, y, como cabalmente en este da 16 es la fiesta de la Santa Cruz y de la Virgen del Carmen, por tema de la primera pltica puse aquellas palabras del Salmo 22: Virga tua et baculus tuus ipsa me consolata sunt (Tu vara y tu cayado me consolaron), aludiendo a la devocin y confianza que hemos de tener a la santa Cruz y a Mara Santsima; aplicando adems todo el salmo a nuestro objeto. De aquellos ejercicios todos salimos muy fervorosos, resueltos y determinados a perseverar, y, gracias sean dadas a Dios y a Mara Santsima, todos han perseverado muy bien. Dos han muerto y se hallan actualmente en la gloria del cielo gozando de Dios y del premio de sus trabajos apostlicos y rogando por sus hermanos61. As comenz la Congregacin de los misioneros hijos del Inmaculado Corazn de Mara o Claretianos, que actualmente son cerca de 3.000 diseminados por todo el mundo. Nace como Asociacin sacerdotal, cuyos miembros viven en Comunidad y se dedican a la evangelizacin itinerante. Con el tiempo se transformar en Instituto cannico de vida consagrada. El siervo de Dios siempre consider que la fundadora era la Virgen Mara. Por eso, en una pltica a la Comunidad de Vic, dirigindose cariosamente a Mara le dijo: Vos la fundasteis, no os acordis?62. Y les deca: Un hijo del Inmaculado Corazn de Mara es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cmo seguir e imitar a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y nicamente la mayor gloria de Dios y la salvacin de las almas63.

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A 488-489. A 490. Manuscritos de Clotet, Variedades 179. A 494.

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16. CONSAGRACIN EPISCOPAL El padre Claret estaba feliz conviviendo con la naciente Comunidad claretiana. Pero el 11 de agosto de 1849 al bajar del plpito donde predicaba unos ejercicios espirituales al clero de Vic, el obispo le manda llamar y le entrega el real nombramiento de arzobispo de Cuba. l dice: Qued como muerto con tal noticia64. Espantado del nombramiento, no quise aceptar por considerarme indigno e incapaz de tan grande dignidad65. Lo que ms le haca rechazar el nombramiento era tener que alejarse de la Comunidad y de la Librera religiosa, que tambin acababa de fundar. Por ello present al da siguiente su renuncia irrevocable al seor Nuncio Brunelli. Pero, viendo el Nuncio y el ministro que no podan doblegarlo, acudieron a su obispo a quien siempre obedeca en todo y el obispo le mand aceptar. Entonces, a pesar de que saba que el obispo no tena autoridad para imponerle el episcopado, le pidi unos das de discernimiento y oracin. Consult a cuatro sacerdotes sabios y virtuosos, y su opinin fue que deba aceptar. l humill su cabeza y acept lo que vio ser la voluntad de Dios. Dice: Aceptada la eleccin, se practicaron las diligencias de costumbre y march el expediente a Roma En estos das, Dios Nuestro Seor me hizo saber cosas muy especiales para su mayor gloria y bien de las almas66. Durante los das que dispona antes de llegar al nombramiento y ser consagrado obispo, tuvo que darse prisa para redactar las Constituciones para el nuevo Instituto y tambin dar los ltimos toques a la fundacin de las hijas del Corazn Inmaculado de Mara. Fue consagrado obispo el 6 de octubre de 1850, da de san Bruno, en la catedral de Vic. Fue consagrado junto con Don Jaime Soler, Rector del Seminario de Vic, que era consagrado obispo para la dicesis de Teruel. El obispo consagrante fue su obispo Luciano Casadevall de Vic, y asistentes los obispos de Gerona y Barcelona. En la ceremonia estaban su padre anciano y una hermana con su hermano mayor. El 8 de octubre fue a Madrid a recibir el palio de arzobispo del Nuncio Brunelli. Arreglados los trmites burocrticos regres a Catalua. El padre Antonio Barjau, declara: Durante los dos meses que transcurr