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Seminario de antropología filosófica (II) (07L9). (2011/2012) Libro de interés: La comprensión racional del hombre. Juan David García Fuentes. Lunes 10 de abril de 2012 Presentación En este trabajo se va a exponer el resumen con comentario personal de dos capítulos del libro La comprensión racional del hombre, de Lourdes Gordillo. En concreto los capítulos 6, La percepción, y 15, El sentido humano del trabajo.

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Seminario de antropología filosófica (II) (07L9).(2011/2012)

Libro de interés: La comprensión racional del hombre.

Juan David García Fuentes.Lunes 10 de abril de 2012

PresentaciónEn este trabajo se va a exponer el resumen con comentario personal de dos capítulos del

libro La comprensión racional del hombre, de Lourdes Gordillo. En concreto los capítulos 6, La percepción, y 15, El sentido humano del trabajo.

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Índice de contenido 1. La percepción................................................................................................................................1

1.1. Percepción y realidad................................................................................................................11.2. Funciones de la percepción.......................................................................................................21.3 Funciones configurativas primarias...........................................................................................31.4. Función formalizadora perceptiva............................................................................................41.5. Dimensión subjetiva de la percepción......................................................................................5

2. El sentido humano del trabajo..........................................................................................................72.1. Concepto de trabajo..................................................................................................................72.2. Trabajo: inmanencia y trascendencia........................................................................................81.3. Trabajo y cultura.......................................................................................................................92.4. Trabajo y alienación................................................................................................................102.5. Trabajo y servicio....................................................................................................................112.6. Trabajo y realización personal................................................................................................12

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1. La percepción.

1.1. Percepción y realidad.En ésta introducción al capítulo de la percepción el autor presenta la percepción como

la herramienta fundamental del hombre para situarse en su entorno e interactuar con él, así

como para captar su realidad. Se habla del contacto plenamente activo del hombre con la

realidad, haciendo hincapié en la doble vertiente objetiva-subjetiva. Objetiva porque al

hombre le vienen impuestos los estímulos situados en su entorno, y subjetiva en el sentido de

que este hombre responderá a ellos después de haberlos recibido y procesado. Por tanto

distintos hombres actúan de una forma distinta a los mismo estímulos, debido a que en esa

actuación también tiene gran importancia la interpretación subjetiva que hace cada persona

sobre los estímulos que lo rodean y la respuesta que formulará ante ellos.

A continuación se habla sobre la unidad funcional, sin localización fija, que es la

unidad de información perceptiva (en palabras de Mariano Yela). Por lo tanto, la unidad de

información perceptiva no es “un mosaico de células”, sino que es un conjunto de receptores

situados en un órgano activo, que a su vez está integrado en el sistema de actividad del sujeto.

Posteriormente se habla de que las personas no respondemos a los estímulos

estudiados por los físicos o los psicólogos. El hombre no responde a ondas electromagnéticas

o a estructuras y secuencias de energía, debido a que la situación estimulante, como elemento

de la conducta, es la situación percibida y según es percibida. Es decir que las personas no

respondemos ante estímulos individuales o aislados, sino que es la situación la que

desencadena una acción. Situaciones que engloban y relacionan multitud de dichos estímulos.

Recientemente, el neurocientífico español Joaquim Fuster, en una entrevista1 afirmaba

que la percepción de los objetos se llevaba a cabo mediante un código relacional. En sus

propias palabras “Una cosa se ve, tiene sentido y significado por las relaciones entre sus

partes. Pero el total, el significado de aquel objeto, lo definen las relaciones entre las partes,

y no es reducible a las partes en sí. Es decir, que el todo es mucho más que la suma de las

partes.” Por lo tanto, el significado de un objeto o una situación se adquiere verdaderamente

cuando las partes que lo componen están plenamente relacionadas, y a su vez está relacionado

con aquello que lo que le rodea . Más aún, la situación estimulante lo es porque hay un sujeto

que responde a ella. Y aquí vendría a encajar muy bien la típica pregunta retórica que dice

algo así como: si en un bosque se cae un árbol sin que nadie lo presencie, ¿se produce un

1 Entrevista concedida por Joaquim Fuster. 24 de septiembre de 2011. (página 4)

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sonido?. Físicamente la respuesta sería sí, pues los sonidos son ondas de presión y

experimentos previos afirman que una situación como la planteada las producirían. Pero en el

contexto antropológico no es la misma respuesta. Al no haber ningún receptor, no se ha

producido situación estimulante alguna y no ha habido sonido.

Por último se cita que la percepción depende de la información estimulante y de la

predisposición del individuo que la recibe. El predominio de uno u otro es un factor

determinante en cuanto a la respuesta que se producirá a tal estímulo.

1.2. Funciones de la percepción.

En esta sección se habla acerca de tres factores fundamentales para que la percepción

sea de utilidad para los fines de la vida del hombre.

El primer punto es la formalización (ya sea consciente o infraconsciente) que se

establece según sea la novedad de lo percibido. Se habla de la impresión (percepción

exagerada del tamaño por ejemplo) que nos produce los objetos o situaciones inusuales

cuando se perciben por primera vez. Objetos o situaciones que adquieren su dimensión real

cuando son percibidas en situaciones posteriores.

También sucede el acontecimiento inverso, que procesos que son muy complejos los

tengamos olvidados y no les prestemos atención, como puede ser el equilibrio, el medir

distancias de una simple ojeada...

En segundo lugar, se indica que es la carga afectiva la que caracteriza una

determinada percepción como agradable o desagradable.

Por último están los mecanismos de los elementos sensitivo-sensoriales. Las

personas no necesitamos de la percepción completa. Para dar todo su significado a un

determinado objeto no es necesario analizarlo completamente, muchas veces basta con

conocer las similitudes que tiene con otros objetos ya conocidos. De esta forma nos

ahorramos la ardua tarea de realizar un estudio pormenorizado de todas las características de

todos los objetos (lo mismo sucede con las situaciones).

Estos distintos mecanismos confluyen en sensaciones afectivas. Este fenómeno

conduce a que un mismo fenómeno psíquico se presente como una percepción y fenómeno

afectivo. La percepción se da en cuanto que el sujeto responde al estímulo recibido del

entorno. Por su parte el fenómeno afectivo se produce como consecuencia de estos

mecanismos antes citados y como consecuencia de él, la persona responde de una

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determinada forma al estímulo. Este afecto influye en la predisposición de la persona al

estímulo, y tal y como se ha visto antes, la predisposición ante el estímulo es una parte muy

importante a la hora de responder ante dicho estímulo.

1.3 Funciones configurativas primarias.El tema de este apartado es el establecer cuál es el objetivo biológico de la percepción.

Éste consiste en facilitar al hombre la interacción con su mundo circundante como respuesta a

determinados estímulos. Habla principalmente de los conceptos de espacio y tiempo.

La representación del espacio proviene de sensaciones visuales y táctiles. Por su parte,

la concepción del tiempo se basa en huellas que las imágenes dejan en nuestra memoria, las

cuales se alteran cuando la atención o la memoria se ven afectadas.

Tanto el espacio como el tiempo son conceptos concebidos por la inteligencia a partir

de esquemas realizados por los sentidos y la fantasía.

Cuando una persona nace, está abierto completamente a que sus sentidos comiencen a

realizar esta interiorización de los conceptos de espacio y tiempo. Desde mi punto de vista, el

espacio es un concepto incluso más fácilmente reconocible que el tiempo. El espacio sería

algo así como “los lugares a los que yo puedo acceder, los que yo veo”, aunque es cierto que

habría muchos de ellos a los que no sería capaz de moverme por dificultades técnicas. Esta

forma de pensar podría ser aplicado por todas las personas, incluso por aquellos que tienen un

sentido de la vista poco desarrollado o inexistente (hablo de la vista porque es el sentido

primoridial para la percepción del espacio en una persona totalmente sana). Las personas

invidentes, a mi modo de ver, ven limitada su capacidad para interpretar el espacio. Ellas

únicamente la basan en sensaciones táctiles, por lo que ven limitado “su espacio” a aquello

que les circunda.

Sin embargo, el tiempo es algo mucho más difícil de concebir. Como primera

impresión diría que es muy sencillo, pues de un modo natural los días pasan y las personas

envejecen. Se aprecia directamente el paso del tiempo. Pero intentar expresar qué es el tiempo

sin hacer referencia a la experiencia humana es harto complicado. De hecho la la primera

acepción del diccionario de la Real Academia Española para la palabra tiempo es “duración

de las cosas sujetas a mudanza”. Mientras que la segunda es “magnitud física que permite

ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. [...]”

En ambas se hacen referencia a elementos subjetivos.

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En la primera se habla de mudanza, pero la mudanza debe ser percibida por un sujeto.

Debido a ésto, y según esta acepción el tiempo puede ser distinto para dos personas que

tienen distinta forma de mirar (por ejemplo el movimiento de uno con respecto al otro, esta es

la base de la teoría de relatividad especial) o distinta capacidad de atención para observar el

cambio en esas cosas sujetas a ellos.

En la segunda acepción se habla de secuencia de sucesos. Pero en sí, cada suceso debe

ser percibido como tal por un sujeto en particular.

La experiencia propia de cada uno se convierte en algo imprescindible para la

concepción de éstos dos conceptos. Y digo propia porque, tal y como la mecánica relativista

lo teoriza y los experimentos lo verifican, las medidas de espacio y tiempo varían de un

observador a otro que se mueve con respecto a él.

A continuación se expone que el lenguaje articulado es la principal función

configurativa y presenta las tres cosas que requiere este proceso de configuración. La primera

es el modo en que se nos presenta el objeto en nuestro espacio-tiempo. La segunda es el

grado de corporeidad de este objeto, en tanto que lo consideramos pensado, representado o

rigurosamente existente. Y el tercero es el grado de realidad, que consiste en el juicio que

hacemos sobre lo percibido. El hombre normal es capaz de, una vez presentado un objeto,

hacer este tipo de distinciones.

Estos tres pasos en la configuración primaria de un objeto son realizados, consciente o

inconscientemente por todas las personas en plenas facultades mentales. Por ejemplo un

esquizofrénico no es capaz de determinar si un objeto que se le ha presentado es una realidad

exterior o proviene de su mundo psíquico. Lo mismo sucede cuando una persona se encuentra

bajo los efectos de drogas alucinógenas.

1.4. Función formalizadora perceptiva.La percepción es el acto psíquico fundamental. Se presenta el acto de percibir como

uno y total. Cuando nosotros percibimos un objeto, lo hacemos como un todo, no nos

preocupamos inicialmente de analizarlo en cada uno de sus aspectos pormenorizados para

posteriormente juntarlos todos y percibir el objeto, sino que nosotros percibimos todos los

estímulos producidos por este objeto de una forma unitaria.

Nuestra experiencia psíquica no se ciñe a la percepción de los elementos que

constituyen el objeto, sino que agrega muchas cosas que van más allá de los elementos que lo

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componen, conduciendo a la percepción del objeto como un todo. Y es ésto lo que propicia

que los objetos percibidos no podamos reducirlos a la suma de sus componentes, sino que

como unidad global adquieren un mayor significado que esa suma.

Por último se habla de la capacidad que tenemos las personas de aprender a utilizar

nuestros sentidos. La organización perceptual no viene dada con los sentidos, sino que las

personas pueden ir desarrollándola. Una persona puede aprender a mirar, a escuchar, etc. Este

aprendizaje se aprecia especialmente en el desarrollo de las cualidades artísticas. Por ejemplo

una persona que aprende música desarrolla su sentido del oído de una forma especial, aprende

a traducir sonidos en acordes. Aprenden a escuchar la música, desarrollan el oído.

1.5. Dimensión subjetiva de la percepción.En este último apartado sobre la percepción se discute la relevancia que adquiere la

actividad del sujeto. La percepción de cada persona responde a la finalidad de orientar la

actividad del sujeto en el mundo. Por este motivo, son los intereses de la vida los que dirigen

la actividad perceptiva.

La percepción capta siempre totalidades. Totalidades se refiere a que capta objetos o

situaciones previamente al discernimiento de las partes que componen lo captado. Un ejemplo

obvio actualmente es el observar objetos, por ejemplo un ordenador portátil. Cuando vemos a

alguien con uno percibimos que es un ordenador e inmediatamente se nos viene a la cabeza

todas las utilidades que tiene, las cuales han sido previamente interiorizadas en un proceso de

aprendizaje. Si nos detenemos en observarlo es cuando, entonces, distinguimos sus distintas

partes, tamaño de la pantalla, teclado extendido o no, marca … Con este ejemplo quiero

evidenciar el hecho de que las personas percibimos totalidades.

La percepción como actividad del sujeto aparece como la captación del significado.

Sin embargo, si no hay una captación del significado no podemos afirmar que se ha terminado

la percepción, puesto que no se ha dado la percepción en sentido propio.

Claramente se está hablando del significado de la percepción. La percepción consiste

en que, mediante estímulos sensitivo-sensoriales, las personas damos significado a una serie

de objetos o situaciones que se nos presentan. Es por ello que si no somos capaces de

discernir ese significado no estamos en disposición de afirmar que hemos percibido algo. No

sabemos si ha acabado el proceso de percepción y no hemos sido capaces de culminarlo

dotando de significado a ese objeto o situación, o es que ese proceso de percepción no ha

concluido. Y es que mientras no se alcance ese significado, la percepción no resulta útil para

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la vida, pues esa asignación de significado es su finalidad. Sin esa capacidad la percepción

pierde su sentido propio.

El autor expone aquí que esta pérdida de sentido propio llega a generar situaciones

patológicas, como algunas enfermedades mentales. Ésto es debido a que la percepción no es

capaz de culminar el proceso perceptivo.

La percepción no es un proceso único del hombre. Todos los seres vivos la poseen. La

diferencia estriba en que el proceso se intelectualiza al aplicársele al hombre. Una persona

que percibe algo es consciente de ello, y podrá responder ante ese estímulo de la forma que

crea más conveniente en virtud a unos fines. Mientras que un animal que perciba algo

responderá según sus instintos le impongan. Ante una situación determinada su respuesta no

será sometida a un proceso de elección, puesto que no disponen de esa capacidad. El animal

responderá conforme a sus instintos.

Por otro lado la percepción está sometida a un proceso de aprendizaje, tanto referido al

acervo cultural, como a la transformación a la que se somete en función de la experiencia

acumulada por la persona.

El carácter subjetivo de la actividad perceptiva influye en el modo de percibir la

realidad, condicionan el modo de percibir lo que uno desea, produciéndose así fenómenos de

defensa perceptiva en los que el sujeto no es capaz de percibir ciertos aspectos de la realidad.

La defensa perceptiva es un mecanismo que utilizamos para defendernos de algo que

no nos gusta o desagrada. La persona que sufre este fenómeno es incapaz de percibir (oír, ver,

etc) estímulos que se producen a su alrededor y que le resulta amenazador o desagradable. Y

es el hecho de que la actividad perceptiva posea un carácter subjetivo y personal el que hace

posible la existencia de fenómenos como éste.

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2. El sentido humano del trabajo.

2.1. Concepto de trabajo

En esta introducción al capítulo el autor intenta establecer con claridad cuál es la

finalidad del trabajo humano, su naturaleza espiritual. Y es que la naturaleza espiritual del

trabajo es entenderlo como un medio para la realización personal del hombre.

Cualquier individuo del mundo moderno considera el trabajo como la adquisición más

importante para lograr situarse en el mundo social y humano. Y es que, desde mi punto de

vista, el trabajo de una persona ayuda a su forma de ver la vida y a cómo lo ven los demás. No

hay más que pensar en un médico. Simplemente por el papel que desempeña en la sociedad,

las personas que viven a su alrededor lo contemplan con respeto e incluso admiración.

Además, él mismo adquiere un reconocimiento que le hace cambiar su forma de ver el

mundo, potencia su ámbito personal y su actitud ante la vida.

El trabajo se considera la forma que las personas tenemos de humanizar el mundo,

puesto que es una actividad humana. Su resultado, según algunos autores, es todo lo artificial.

Pero además, es el medio por el que el hombre se realiza a sí mismo en cuanto ser individual

y social. Además, las personas pasan gran parte de su tiempo desempeñando su trabajo,

motivo por el que éste se convierte en un método de realización personal siempre que se tome

como una herramienta o método para ésto. El peligro reside en que si sólo se considera como

un modo de obtener un beneficio económico, todas esas horas se vuelven horas de

pesadumbre, convirtiéndose en una actividad rutinaria, monótona, aburrida y falta de

significado y finalidad.

Posteriormente se habla acerca de la aportación de Aristóteles: praxis y poíesis.

Poíesis es la actividad que busca conseguir un resultado, conducente a él. Por su parte la

praxis tiene como finalidad la actividad en sí misma.

Si nos ceñimos a esta división, hay trabajos que parecen ser puramente mecánicos y

que transforman únicamente el entorno. Otros, en cambio, parece que perfeccionan la

condición humana de la persona que lo realiza. El peligro que amenaza la propia realización

del hombre es el hecho de no conjugar ambos aspectos, dando especial importancia a uno

sobre otro. No se debe olvidar que el sentido humano del trabajo es potenciar la realización

del hombre, pero el trabajo tampoco debe dejar de lado la humanización del mundo, para

hacer de éste un lugar más adecuado para vivir. Y no solo se trata de conseguir la

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humanización del mundo mediante la creación de nuevos objetos, sino también la

interiorización del objeto para un mejor conocimiento del mismo, y una mejor manera de

utilización. De poco sirve disponer de gran cantidad y variedad de objetos si no los

conocemos, si no somos capaces de obtener de ellos su máxima funcionalidad.

Llegados a este punto me surge la siguiente duda: los investigadores más punteros de

campos como las matemáticas, los cuales buscan seguir encontrando o demostrando teoremas

fundamentales, ¿cómo mejora eso su mundo circundante? Muchas veces, y ya no sólo en el

ámbito matemático, se avanza por el simple hecho de conocer mejor la teoría. Esto conduce a

una profunda interiorización del objeto sobre el que se trabaja, pero no siempre surgen de

manera inmediata aplicaciones que ayuden a mejorar el entorno, a humanizar el mundo

desarrollando nuevos objetos o pensamientos. Puede que el investigador fallezca antes de que

su trabajo se vea plasmado en un objeto. Un ejemplo de herramienta sin utilidad inmediata fue

el láser, del cual se llegó a decir que era “una solución en busca de problemas”. En un

principio no tuvo aplicaciones, aunque hoy día se utilizan para casi todo, desde bisturís hasta

lectores de códigos de barras..

2.2. Trabajo: inmanencia y trascendencia.

A continuación se exponen con una mayor en profundidad los aspectos trascendente e

inmanente del trabajo.

Cuando una persona realiza un trabajo, está desarrollando algún objeto, un bien o un

servicio que repercutirá en su entorno más próximo de una forma inmediata, o casi. E incluso

puede que tenga una importancia global si lo desarrollado adquiere una gran importancia. De

esta forma el trabajo presenta su dimensión trascendente, de forma que lo que una persona

consigue durante la realización de su trabajo puede dejar huella en la sociedad, a la vez que

potencia su realización personal.

Por otro lado, quien realiza el ejercicio del trabajo necesita previamente una

interiorización de aquello que pretende conseguir, manifestándose así el aspecto inmanente.

Incluso para los futuros beneficiarios del trabajo ya realizado, la comprensión y utilización del

fruto del mismo necesita de una etapa previa de conocimiento y familiarización, de modo que

este elemento desarrollado se convierte en un elemento interiorizado por aquellos a quienes

beneficia, pasando a ser parte de la sociedad, mejorándola y facilitando su actuación con el

medio. Ejemplo de este primer contacto para conocer el objeto son los manuales de

instrucciones, existentes en casi todos los artículos.

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En todo trabajo debemos ejercitar nuestra inteligencia, ya sea en una mayor o menor

medida. Pero el caso es que en todo trabajo, por el hecho de ser una actividad humana sobre la

naturaleza, están implicados los factores objetivos y subjetivos del trabajo.

Por último se habla de que durante la realización de un trabajo cualquiera, la voluntad

se ve forzada a realizar aquello que nos proponemos, y ésto repercute en nuestro modo de ser.

Que la repercusión sea positiva o negativa depende del sentido que nosotros queramos dar a

nuestro trabajo. Expone el ejemplo de dos trabajadores que construyen una catedral, uno de

ellos se ve construyendo algo grandioso, mientras el otro simplemente asiste a la colocación

monótona de ladrillos. Está claro que el primero de ellos se verá realizado por la labor que

desempeña, por su parte el segundo creerá que solamente está haciendo algo necesario para

sobrevivir, algo que no tiene sentido más allá de ganar un salario.

Hoy día asistimos a la pérdida de ese carácter espiritual del trabajo, cuya finalidad es

la realización personal del trabajador. Ahora más que nunca, dada la situación laboral que

atravesamos, las personas se ven obligadas a aceptar casi cualquier oferta de empleo para

poder obtener algo de remuneración. Pero todos estos empleados únicamente persiguen el

conseguir un salario, dejando de lado el hecho de buscar la realización personal mediante el

ejercicio de dicho trabajo. Por ésto, se vuelve una tarea monótona y falta de sentido. Pero este

panorama no es exclusivo de las épocas de dificultades económicas, sino que se da siempre

que las personas no dan importancia al aspecto subjetivo del trabajo, reduciendo éste en un

mero empleo.

1.3. Trabajo y cultura.

Debido a esta relación existente entre el trabajo de una persona y su entorno, el trabajo

se entiende como un factor cultural que concierne a la relación entre pensamiento y acción. Si

pensamos pero no somos capaces de actuar, o si actuamos pero no pensamos, el trabajo deja

de ser un medio de autorrealización personal y sólo somos capaces de observar su parte de

carga.

Las personas que dejan de lado uno de los aspectos del trabajo, ya sea el subjetivo o el

objetivo, no viven su trabajo como un modo de potenciar su realización personal y solamente

son capaces de apreciar la parte de carga que conlleva. Por éste motivo es imprescindible,

para la correcta vivencia del trabajo, que las personas sean capaces de pensar y actuar, actuar

integrando a sus vidas los problemas que surgen a la hora de la realización de su trabajo.

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Como un ejemplo de esa no integración entre trabajo y acción se expone el caso de los

estudiantes cuyos estudios no influyen en su forma de ver la vida. De esta forma teoría y

praxis están desconectadas y el individuo vive en una dualidad permanente entre ambas.

Para finalizar esta sección se expone que el trabajo siempre está al servicio de la

sociedad, lo cual debe producir satisfacción al trabajador, quien siempre debe tener ésto en

cuenta. El orgullo de cooperar a la construcción de los bienes sociales es motivación

suficiente para hacer del trabajo una gran tarea humana.

Se ha visto en este apartado que la relación entre trabajo y cultura está plenamente

vinculada con los aspectos objetivos y subjetivos del trabajo, con el pensamiento y la acción.

Es imprescindible que el trabajador sea capaz de aunar estos dos conceptos durante el

ejercicio de su trabajo, para que así éste sea un modo de realización personal. Si se deja de

lado alguno de ellos, el trabajo se convierte en una actividad monótona. La persona vivirá

entonces en la dualidad permanente establecida por su pensamiento y su acción, los cuales

son disjuntos.

En definitiva, por medio del trabajo podemos desarrollar nuestra propia vida, vamos

conformando nuestro destino. Pero cuando el trabajo no es un modo de realización personal,

nuestra vida pierde sentido y nuestra acción no encuentra su finalidad. Y es obvio que una

persona que no se realiza por medio de su trabajo, en el cual pasa la mayor parte del día,

acabará dejando éste por aburrido. La correcta interpretación del trabajo como una

herramienta de realización personal es fundamental para que las personas vivamos una buena

vida, ya que las personas nos vemos a nosotros mismos, y somos vistas por los demás, en

función de la labor que desempeñamos en y para la sociedad.

2.4. Trabajo y alienación.

En esta breve sección se establece la perspectiva de que la enajenación radical del

hombre tiene lugar cuando se despoja al trabajo de su sentido subjetivo y el trabajador se ve

tratado como una pieza de la cadena productiva, sin ser capaz de reflejar su racionalidad en el

trabajo.

Cuando la persona se ve tratada como una máquina, deja de considerarse, y de ser

considerado, como imprescindible. Ahora no se busca su carácter genuino de hombre,

acompañado por su carácter racional, sino que es una herramienta de producción, y como tal

es sustituible por cualquier otra capaz de desempeñar la misma tarea. Esta alienación se

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presenta cuando el hombre no tiene, o no se le permite tener, una visión global del producto

en cuyo desarrollo él interviene. En este caso, la persona no se siente parte de algo más

grande, no se ve unida a ningún proyecto global, sino que está aislada en un trabajo sin

perspectivas.

Para evitar este proceso de alienación es necesario que, tanto empleado como

empleador, conviertan esa tarea en un trabajo. Trabajo entendido como medio de realización.

Para ello es imprescindible que los trabajadores se sientan integrados en un proyecto grande,

común, del cual formarán parte. De esta forma verán que su labor servirá para que otros

realicen la suya y entre todos desarrollen algo que será de utilidad a la sociedad en la que

viven. Por este motivo, es necesario que el empresario no trate a sus empleados como

herramientas, como objetos imprescindibles en cuanto que realizan una tarea. Pero como tales

objetos, pueden ser sustituidos por otros con las mismas funcionalidades. Así el trabajador se

sentirá valorado y realizará su tarea con una mayor eficiencia. Tras comprender que son parte

de un proyecto de cierta relevancia cuyo resultado será de utilidad para la sociedad, su trabajo

se convertirá en algo gratificante, en un modo de autorrealización personal.

2.5. Trabajo y servicio.

Aquí se habla del servicio que, tanto a la sociedad como a la propia persona, realiza el

trabajo.

Históricamente se han clasificado los trabajos como manuales e intelectuales. Sin

embargo, hoy día se tiende a clasificarlos en función de la repercusión que tienen hacia la

sociedad. Visto de esta manera se entiende que la función de servicio a la sociedad sea un

punto decisivo en la repercusión social de cualquier trabajo. Pero no solo los clasificados

actualmente como “sector servicios” tienen esta repercusión social, sino que todos los

trabajos, por el hecho de ser actividades humanas, cumplen ese cometido de servicio a la

humanidad.

El autor intenta expresar que el trabajo es una actividad transformadora, tanto del

medio sobre el que se trabaja como de la propia persona. La propia persona tiene una

herramienta de autorrealización en el trabajo, lo cual repercute en su forma de ser hacia la

sociedad. El trabajo es, a mi modo de ver, una forma de expresar la calidad de nuestras

relaciones interpersonales. Trabajar libremente, pudiendo aplicar nuestra razón sobre la

actividad realizada y nunca siendo tratado como una máquina, es necesario para el vivir bien

del ser humano.

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El problema surge, tal y como se vio en el apartado anterior, cuando se despoja al

trabajo de su aspecto espiritual, de forma que los trabajadores no son capaces de identificar

sus aspiraciones con los ideales y fines que la sociedad y la empresa les ofrecen.

Como sumario de esta sección, el trabajo ya sea manual o intelectual realiza un

servicio al trabajador y a la sociedad. Pero para que este aspecto no se vea eliminado, el

trabajador debe estar incluido en un proyecto más amplio, del cual él pueda observar la

finalidad que persigue, y nunca siendo una mera pieza de la cadena productiva.

2.6. Trabajo y realización personal.

Al igual que el uso de herramientas fue un factor decisivo en la evolución cultural y

espiritual del hombre, no puede ser menos que la realización de un trabajo devenga en favor

del hombre. Esta conexión entre lo espiritual y lo físico debe gozar de libertad humana para

convertirse en lucha constante contra la alienación del hombre.

En la actualidad, es habitual encontrarnos con personas que atribuyen al trabajo unos

fines que no son los que ciertamente les pertenecen, como puedan ser el dinero, el poder o el

éxito. Creo que trabajar para conseguir alguno de estos beneficios temporales no es el modo

adecuado de realizar un trabajo. El dinero es algo necesario en la sociedad actual, pero no es

necesario ni imprescindible tener una cuenta corriente boyante. En cuanto al poder y el éxito,

son aspectos pasajeros. La auténtica finalidad del trabajo es que el hombre se sienta realizado

desempeñando una tarea que repercutirá en la sociedad y le enriquecerá a sí mismo.

Uno de los problemas que los trabajadores encuentran es que desempeñan una tarea

que no es aquella para la que estarían mejor preparados. Ya sea por capacidades intelectuales

o por condiciones físicas, las personas en esta situación sienten que su situación no se

corresponde con la que debería ser. Debido a ésto, se produce una sensación de insatisfacción

y ansiedad que convierte al trabajo en un mero modo de supervivencia. Pero el trabajo

contempla este aspecto de superación personal. Hoy día vemos como titulados universitarios

recurren a puestos de trabajo que no están acordes con su formación, mientras que otros optan

por emigrar en busca de ese trabajo acorde con sus estudios. Pues bien, ambas formas de

afrontar el problema suponen un mecanismo de superación, rompiendo con las barreras

intelectuales o geográficas para conseguir un trabajo que los hará colaborar con la sociedad,

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influyendo en ella y potenciando su autorrealización.

El trabajo es también un lugar de encuentro con los demás hombres. Por tanto, cuando

el hombre ve en el trabajo sólo el aspecto económico, no comprende el verdadero significado

del trabajo en cuanto a herramienta de realización personal. Los falsos ideales son, en

definitiva, obstáculos para la búsqueda de la dimensión espiritual del trabajo.

Cuando se da esta situación, es necesario que el trabajador sea educado haciendo

hincapié en la dimensión espiritual del trabajo, para que el trabajo adquiera esa condición

personal que posee.

En resumen, yo diría que el hombre debe trascender las necesidades inmediatas para

poder conocer los aspectos espirituales del hombre. Debemos luchar por integrar nuestras

necesidades materiales y espirituales en un mundo donde primen las relaciones

interpersonales y donde nunca falten nuevas aspiraciones.

Es necesario que la sociedad actual sea educada en este sentido, porque la secuencia

trabajar para comer y comer para trabajar sólo lleva a la supervivencia. En ningún caso

conduce a la satisfacción del espíritu, que es la finalidad propia del trabajo.

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