Apañando La Impunidad

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Apañando la impunidad Por Haroldo Shetemul A FINES DE LOS AÑOS NOVENTA, Colombia se debatía entre la fuerte penetración del crimen organizado en el Estado y la lucha contra la guerrilla. Los narcos imponían autoridades locales, diputados y funcionarios públicos. Fue en ese contexto en que comenzó a gestarse el Plan Colombia, por el cual Estados Unidos lanzó un paracaídas a ese país, para evitar la profundización del narcoestado. Washington inyectó en cinco años más de US$4 mil 500 millones, cuyo objetivo era combatir el flujo de drogas hacia el Norte, la penetración del crimen organizado en el Estado e impulsar proyectos de desarrollo económico y social. El gobierno de Andrés Pastrana había solicitado ese apoyo como una especie de Plan Marshall, en referencia al programa gringo que permitió la reconstrucción de los devastados países europeos cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial. AÑOS DESPUÉS, WASHINGTON comienza a percibir el peligro de que el crimen organizado se apodere de tres pequeños países: Guatemala, El Salvador y Honduras, y promueve una iniciativa parecida al Plan Colombia: la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica. Los componentes son similares: ayuda para el desarrollo, lucha contra las redes de crimen organizado infiltradas en el Estado y combate del narcotráfico, en el que la Cicig juega un papel fundamental contra la impunidad y se habla de la posibilidad de crear una instancia regional. El único inconveniente es que el presidente de una de estas parcelas, Otto Pérez Molina, quiere apoyo para el desarrollo pero rechaza a la instancia que lucha contra las estructuras incrustadas en el Estado. ¿POR QUÉ EL PRESIDENTE RECHAZA a la Cicig? La percepción de la mayoría de sectores es que el Estado guatemalteco, no solo la estructura

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Artículo de opinión de Haroldo Shetemul, publicado en el diario Prensa Libre de Guatemala acerca de la existencia de poderes paralelos en el Estado.

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  • Apaando la impunidad

    Por Haroldo Shetemul

    A FINES DE LOS AOS NOVENTA, Colombia se debata entre la fuerte

    penetracin del crimen organizado en el Estado y la lucha contra la

    guerrilla. Los narcos imponan autoridades locales, diputados y

    funcionarios pblicos. Fue en ese contexto en que comenz a gestarse el

    Plan Colombia, por el cual Estados Unidos lanz un paracadas a ese pas,

    para evitar la profundizacin del narcoestado. Washington inyect en

    cinco aos ms de US$4 mil 500 millones, cuyo objetivo era combatir el

    flujo de drogas hacia el Norte, la penetracin del crimen organizado en el

    Estado e impulsar proyectos de desarrollo econmico y social. El

    gobierno de Andrs Pastrana haba solicitado ese apoyo como una

    especie de Plan Marshall, en referencia al programa gringo que permiti

    la reconstruccin de los devastados pases europeos cuando finaliz la

    Segunda Guerra Mundial.

    AOS DESPUS, WASHINGTON comienza a percibir el peligro de que

    el crimen organizado se apodere de tres pequeos pases: Guatemala, El

    Salvador y Honduras, y promueve una iniciativa parecida al Plan

    Colombia: la Alianza para la Prosperidad del Tringulo Norte de

    Centroamrica. Los componentes son similares: ayuda para el desarrollo,

    lucha contra las redes de crimen organizado infiltradas en el Estado y

    combate del narcotrfico, en el que la Cicig juega un papel fundamental

    contra la impunidad y se habla de la posibilidad de crear una instancia

    regional. El nico inconveniente es que el presidente de una de estas

    parcelas, Otto Prez Molina, quiere apoyo para el desarrollo pero rechaza

    a la instancia que lucha contra las estructuras incrustadas en el Estado.

    POR QU EL PRESIDENTE RECHAZA a la Cicig? La percepcin de la

    mayora de sectores es que el Estado guatemalteco, no solo la estructura

  • gubernamental, se encuentra infiltrada por redes de corrupcin,

    contrabando y narcotrfico. Estas mafias ya no solo son compaeras de

    negocios, sino que ahora mandan y deciden en el Estado. Por eso crece la

    certidumbre de que el mandatario tiene muchos intereses que proteger o

    encubrir para evitar que caigan esas redes, en las que muy probablemente

    estn involucrados sus familiares, altos funcionarios, financistas y

    amigos. Fuentes cercanas a la Embajada de EE. UU. han advertido de que

    Washington ya no confa en Prez Molina, mucho menos en su

    vicepresidenta. Un aviso contundente lleg con el vicepresidente Joe

    Biden, quien pidi que Roxana Baldetti no estuviera presente durante su

    estancia en el pas.

    EN SU AFIEBRADA TRINCHERA, Prez Molina cree que con decir no a

    la Cicig ya habra resguardado a esas redes de las miradas incmodas. Lo

    que no parece comprender el mandatario es que la comunidad

    internacional ya le tom la medida a su terquedad y lo peor que le podra

    ocurrir es que se vaya la Cicig, porque sera la evidencia de que apaa

    estructuras paralelas dentro del Estado. Las seales han traspasado la

    mesura diplomtica y se han convertido en mensajes claros, tan claros

    como que no habr Plan para la Prosperidad si se va la Cicig. El siguiente

    paso podra llegar en forma de revocatoria de visas para viajar a EE. UU.

    La impunidad no paga.