APOSTOLADO DE LA ORACIÓN - 2011 - 12
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Transcript of APOSTOLADO DE LA ORACIÓN - 2011 - 12
donde te encuentras. Dios nace en
cada hombre que ilumina su entorno
con la luz de la justicia, la bondad y el
perdón.
6. Participa en la eucaristía
dominical y, si puedes, hazte también
presente en ella diariamente.
Culminarás el adviento con la
sensación de que los profetas y María,
te han guiado como nunca, al
encuentro de Cristo que viene.
7. Descubre que, en lo pequeño,
es por donde Dios entra más
fácilmente y donde mejor se le puede
ver. Un detalle vale mucho y, a veces,
cuesta poco.
8. Aleja, si es que todavía lo
recuerdas, todo aquello que en las
pasadas navidades diste como bueno
pero que no te aportó felicidad,
espíritu de fe, ni equilibrio interior.
9. Renueva tu deseo de recibir a
Cristo. No dejes que te roben el
espíritu de la Navidad. Con la escucha
de su Palabra, y su posterior reflexión,
te harás fuerte ante esos embistes.
10. Limpia, no solamente las
figuras del belén, sino además el gran
pesebre de tu corazón. Dios, para
nacer, dormir con paz y con calma,
prefiere tu vida interior reluciente,
serena, convertida y nítida.
Si Dios viene en Jesús, ten en cuenta
que le gustaría ser recibido. Por lo
menos, por los suyos.
LA SILLA DE RUEDAS
En una ocasión, antes de dar inicio a mi sección diaria 'Semillas para el espíritu', del programa 'Muy buenos días', me dijo Mario el presentador: Jaime, hay una niña discapacitada que vive con su tía en un tugurio, en condiciones infrahumanas, y necesita una silla de ruedas'.
Ese día conté el caso de esta niña y hablé de la importancia del servicio amoroso y de dar sin esperar retribución. Recuerdo haber dicho enfáticamente que aquellas cosas inutilizadas tras seis meses ya no son propias y, por lo tanto, deben darse a alguien que las necesite. Expliqué con claridad que los cuartos de trikes donde se guardan cobijas, herramientas, cuadros, bicicletas, coches de niños, juguetes, etc., etc.., no deberían existir.
Al final de mi sección llamaron alrededor de 100 personas, 99 de las cuales dijeron que también
necesitaban silla de ruedas, y sólo una señora ofreció una silla que podían pasar a recoger. Le dije que sería una buena idea que ella fuera con la silla al estudio de televisión para que juntos se la entregáramos a la niña, que vivía en el barrio Simón Bolívar. La señora me respondió que confiaba en mí, que no había problema en que recogieran la silla, y yo le comenté que no era cuestión de confianza sino de sentir la satisfacción de entregarla personalmente: 'Yo quiero que usted me acompañe y experimente el placer tan grande que es dar y la felicidad que se siente al servir. Usted no tiene ni la menor idea de lo rico que es experimentarlo'. Le expliqué entonces que una cosa es conocer a fondo una manzana, su textura, su color y su forma, y otra meterle un buen mordisco y experimentar su sabor.
Después de esto, ella accedió y nos fuimos al cerro del Ahorcado, en Ciudad Bolívar, al que algunas veces la gente sube para colgarse de un árbol debido a la desesperación. El alcantarillado iba por fuera y rodaba por un canal enclavado en la pendiente. Al sentir el frío y la podredumbre del ambiente la señora quiso devolverse, pero finalmente llegamos al cuarto oscuro y denso donde se encontraba aquella criatura de doce años.
Según nos contaron, los senos incipientes de la niña estaban
totalmente estropeados por los callos y las llagas, pues llevaba gran parte de su vida arrastrándose por el piso como una culebra. Al levantarla de la cama sentí un olor peor que el de las alcantarillas. Entonces la sentamos en la silla de ruedas y fuimos a dar una vuelta. En cuanto la niña salió a la luz del sol y vio la montaña empezó a dar unas risotadas exageradas. Por un momento creí que era retrasada mental, pero lo que sucedía realmente era que nunca había salido a dar un paseo y en pleno año 2009 no había visto un camión. Continuamos nuestro paseo hasta llegar a una esquina donde nos dijeron que preparaban un asado muy rico y decidimos probar. Mientras comíamos, la señora lloraba y lloraba. Le pregunté entonces por qué lloraba tanto y me respondió: 'Jaime, usted no tiene la menor idea del motivo por el que estoy llorando'. Le dije que, en efecto, ella debía sentirse feliz al hacer tan buena obra por aquella niña.
Entonces me miró y me dijo con la voz entrecortada: 'Lloro Jaime, porque tuve esta silla de ruedas en el garaje de mi casa por más de ocho años. Lloro de pensar que esta niña se arrastró como una culebra durante todos estos años, mientras esa silla se oxidaba y dañaba por falta de uso. Ella nunca pudo dar un paseo como el que está dando ahora, lloro por las oportunidades que tuve para ayudar a otros y por no haber hecho nada'.
Así pues, el dolor se produce cuando no actuamos. Espero que este mensaje sea de tu agrado y lo puedas poner en práctica en tu vida.
Con cariño. Jaime Jaramillo,
FUNDACION NIÑOS DE LOS ANDES
NO GUARDEMOS NADA EN EL CUARTO DE LOS TRIKES, ALGUIEN DEBE ESTAR NECESITANDOLO.
INTENCIÓN GENERAL Y
MISIONAL DEL SANTO PADRE
PARA DICIEMBRE DE 2011
General: La paz entre los pueblos
Para que todos los pueblos de la tierra crezcan en la concordia y la paz por medio del conocimiento y el respeto mutuos.
Misionera: Niños y jóvenes
Para que los niños y jóvenes sean mensajeros del Evangelio y para que su dignidad sea siempre respetada y preservada de toda violencia y explotación.
APOSTOLADO DE LA ORACIÓN “Un servicio a la Iglesia desde el
Corazón de Cristo.”
DICIEMBRE
ADVIENTO
Decálogo del Adviento Autor: Padre Javier Leoz
1. Vive con esperanza. Sueña
con ese acontecimiento misterioso
que, con el rostro de un Niño, unirá el
cielo con la tierra.
2. Sal al encuentro, y no vivas de
espaldas, de aquellas situaciones que
tienes sin resolver. Rebaja las dosis de
tu egoísmo personal.
3. Piensa qué caminos son los
que, Dios, no escogerá para entrar
dentro de ti. Algunos de ellos no
contienen sinceridad, verdad o afán de
superación.
4. Agárrate un poco más a la
oración. Ella te dará la sensibilidad
necesaria para prepararte a la llegada
de Aquel que viene con un objetivo:
nacer en ti.
5. Trabaja por hacer un “belén”
allá…