PREFACIO:¿Por qué escribir un libro?No soy una celebridad, tampoco he tenidouna vida extraordinaria, y aunque podríaparecer solo el cumplimiento de unaambición personal, lo que realmente me hamotivado a escribir ha sido Dios.

Jesús me ha seducido el alma. Y necesitoque el mundo se entere de ello. Fue Él quiencambió el Universo cuando dejó Su gloria ytrono para cambiar la historia de lahumanidad. Fue Él quien trastornó elmundo entero a través de la vida de susamigos y seguidores. Fue Él quien impactómi vida al punto de poner de cabeza todosmis deseos, sueños y aspiraciones.

Lo estoy siguiendo y es un maravillosohonor. Jesús es asombroso. Entre más loconozco, más me impacta Su gran amor.Cuando eres testigo de algo así, es imposible

guardar silencio, y esta es la forma en la quedeseo ser una voz. Hace varios años atrás,hubo un hombre que se transformó en unavoz que clamaba en medio del desierto. Hoy,espero ser otra voz que se levanta paradecir lo que Él ha hecho a mi alrededor.

Oro por ti, querido lector desconocido, paraque Dios sea más valioso para ti después deleer estas páginas. No te hagas grandesexpectativas, ni juzgues este libro conrapidez y liviandad, quizás en medio deestas palabras puedes encontrar algo que tebendiga. No quiero que sea un libro más, ylo dice alguien que lee todo el tiempo.Deseo que al menos el espíritu y la pasiónque he puesto en cada pensamientoexpresado te lleve a desear con más fuerzaa Dios.

¡Cuánto deseo ser una influencia para quemuchos lleguen a amar y comprometersecon Dios con toda su vida!

La causa de Cristo es revolucionaria, noquiero ser la única que grite con todas susfuerzas: Sí, Yo le amo!

¿Quieres unirte?

El hecho de que estés leyendo este libro esuna forma de contribuir a ese propósito.

Hace tan solo unos cuántos meses atrás,tuve la gran bendición de estarexperimentando mi primer viaje misioneroexploratorio.

Parte de esa experiencia estará relatada enlas próximas páginas, pero te propongo queseas parte de mi envío y sostenimiento delpróximo proyecto que Dios estádespertando en mi corazón. Para eso,tendrás acceso libre al primer capítulo dellibro, de forma gratuita y cuentas con todala libertad de compartirlo con quien tuquieras. Si deseas leer los siguientes

capítulos, no te cobraré un monto específico,sino mas bien te dejaré la libertad deescoger la cantidad que consideresoportuna, como una ofrenda. De estamanera podrás contribuir a mi servicio alSeñor y la extensión de Su Reino.

Si estás interesado en esta idea, una vez quefinalices el primer capítulo puedescomunicarte conmigo a través de lossiguientes medios:

Correo:karinna.segura@gmail.com

Facebook:http://www.facebook.com/keiriz//

Blog:http://www.siyoleamo.wordpress.com//

¡Gracias por ser parte de la Gran Comisión!

Karinna Segura Boggie

Índice

Prefacio

Capítulo 1: El gran viaje

Capítulo 2: Antes de ir

Capítulo 3: Una visita inesperada

Capítulo 4: Sigo esperándote

Capítulo 5: Secuelas

Capítulo 6: Insatisfechos

Oración Final

Acerca de la Autora

Capítulo 1

El Gran Viaje

Nunca pensé que un viaje me cambiaría laforma en la que veo el mundo.Posiblemente mi opinión no es muy objetivaen cuanto a la forma en que considero queera y la forma en que soy ahora. Una cosa sé:cambié.

Es asombrosa la manera en la que Diosresponde las oraciones. Durante más de unadécada estuve orando para que Dios mepermitiera salir de mi zona de comodidad yme enseñara de forma real lo que significaseguirle.

Oré para que sacara de mi corazón laarrogancia y el orgullo que sobreabundaba ya cambio me diera humildad y sencillez.Necesitaba que rompiera mis esquemas y

me mostrara la realidad tal y como es.Suplicaba porque me enseñara lo quesignificaba el amor, Su clase de amor, ysobretodo, rogaba porque se revelara a mivida.

No te puedo decir que ahora soy lahumildad en persona, o que no existeorgullo en mi corazón. Tampoco puedoasegurarte que amo a toda la humanidad yno sigue existiendo egoísmo en mi vida.

Por otro lado, no he conocido el todo deDios, ni he entendido todo lo que espera demí, pero parte de lo que me encanta de mipresente es estar siguiendo al Maestro de laBiblia. Ese Jesús que conversaba y comíacon pecadores, ese Señor Santo que notenía reparos en pasar tiempo conprostitutas, leprosos y repudiados.Este tiempo he compartido con ese Señorque cambió el mundo, y mi vida.¿Quién es Jesús?

¿Quién es Jesús para ti?

Permíteme iniciar con esas preguntas. Tomaunos minutos, intenta responder. No teapresures a continuar leyendo sin antestener una respuesta en mente.

Recordemos ese momento en que Jesús ledijo a sus amigos y discípulos: ¿Quién dicela gente que soy yo? (Lucas 9:18)

Ellos empezaron a dar las respuestassencillas, algunos dicen que eres este, aquel,ese otro. Cuando alguien te pregunta acercade rumores u opiniones externas es muyfácil responder. Uno dice lo que otro dijo, olo que escuchó que decían.

Pero Jesús vuelve a preguntar, esta vez algomucho más profundo: Y ustedes, ¿quiéndicen que soy Yo? (Lucas 9:20a)Ups.Aquí la cuestión se complica.

¿Puedes percibir la tensión en el ambiente?¿Quizás ese pequeño silencio incómodo?

Jesús haciendo esas preguntas directas quete atraviesan el corazón.

Hay algo en la persona de Jesús que teimpacta, aún si no fueras creyente. Esimposible de negar que Jesús esextraordinario.

Yo tenía hambre de ese Jesús. Lo tuve pormuchísimo tiempo y algo en mi interiorclamaba por abandonarlo todo para estarsiguiéndolo a Él de cerca.

Así fue como Dios proveyó para que dejarami zona de comodidad, me subiera a unavión y estuviera en tierra extranjeradurante un par de meses.El asunto no es el destino al que llegué. Nofueron los factores de tiempo, clima, acento;

ni siquiera fue lo que hice allí lo que cambiómi corazón.

Creo que la respuesta está en las mismaspalabras que Jesús dice momentos mástarde: Si alguien quiere ser mi discípulo,que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cadadía y me siga. Porque el que quiera salvarsu vida, la perderá; pero el que pierda suvida por mi causa, la salvará. (Lucas9:23,24)

Negarse.Morir.Seguirlo.Su causa.

Esas son las palabras claves cuandohablamos de seguir a Jesús, de ser undiscípulo de Él.

Mi comodidad, mi falta de realidad, laprisión de mi propia teoría me tuvo sin aire

por mucho tiempo. No es que no veía lo quepasaba a mi alrededor, tampoco que nohiciera nada de nada en el transcurso de miseguimiento.Simplemente había una zona de confort queme envolvía, me resguardaba, era estarsiempre rodeada por personas que saltaríanen mi auxilio, eran las constantesjustificaciones para decir “mañana lo puedointentar”, “quizás la próxima semana”, “noes tan urgente el asunto”, eran la lucha demi mente y corazón.

El ejemplo bíblico me muestra en reiteradasocasiones que necesitamos abandonarlotodo. Que debemos desempolvarnos loszapatos y ponernos en acción. Que la vidacristiana no es otra cosa que arrojarse en fe.

¿Cuánto de eso estamos viviendo? Este esun libro de honestidad. Querido amigolector, ¿cuánto del cristianismo de la Biblia

estás viviendo? ¿Estás siguiendo a eseJesús?

Un día de tantos, tuve la oportunidad decompartir el atardecer con una asombrosaamiga y una hermosa familia, en medio deun lugar llamado Ciudad Bolívar. Nuncahabía visto tanto amor albergado entrecuatro paredes. Lo recuerdo y lloro.

A veces creemos que el amor debemanifestarse en grandes y costosos regalos.La sociedad consumista en la que vivimos tedice eso. No es verdad.

El amor expresado en la sencillez, en darlotodo, en reír ante las cosas simples,agradecer con todo tu corazón por tener unalimento en tu mesa, recibir un abrazo llenode cariño, oír las historias personales quereflejan confianza y amistad, y muchas otrascosas de este estilo podrían resultar másvaliosas que tantos tesoros en este mundo.

Había algo en la Persona de Jesús quecautivó el corazón de los discípulos, no setrataba tan solo de la sabiduría en Suspalabras, o sus actos milagrosos, creo queera algo más allá.

Y es descubrir ese algo lo que me seduce.Me encanta la idea de seguir a ese Jesús, díaa día, de saber que no importa a donde seaque vaya, si voy detrás de Él, todo tendrásentido.

La bondad del corazón de Jesús me impactahasta el punto de anhelar con todas misfuerzas, tener algo de eso también. Piensaen lo que sentían aquellas personasmarginadas de la sociedad cuando Jesús seles acercaba, los tocaba, les hablaba y lescambiaba la vida.

Con tan solo una mirada, una conversación,un gesto, ellos ya no eran los mismos.Muchos de ellos solo lo vieron una sola vez,

compartieron unos minutos, unas horas, unmomento nada más, pero fue suficiente.

¿Cuánto más agradecidos y emocionadosdeberíamos estar nosotros que hemos sidoinvitados a pasar una eternidad con Él?

Querido amigo, no sé si he podido ser claraen este mensaje, pero lo que quiero decirtees esto: No te conformes.Jesús es asombroso.Necesitamos asombrarnos todos los días dequien es Él.

¿Y si nos atrevemos a perder nuestras vidaspor Su causa?¿Y si lo damos todo?¿Y si le creemos?

Entonces cuando me enfrento a la pregunta:¿Quién es Jesús para mí? Puedo responder,para mí Jesús es todo. Jesús es mi vida.¿Y para ti, quién es Jesús?

Capítulo 2

Antes de irFaltaban tan solo unas horas para eldespegue. Llevaba varios días resolviendo elgran conflicto de cómo armar mis maletas,calculando las medidas, el peso y evitandollevar algo que fuera causa de deportación.En medio de esas ansiedades naturales,recibí una noticia.

No fue algo bonito, ni alentador. Alcontrario, fue doloroso. Difícil.

Oré, lloré, guardé silencio. Y entendí.Jesús había hablado del costo. Jesús habíasido claro en Sus términos. Jesús no mehabía engañado cuando dijo: Si algunoviene a mí y no sacrifica el amor a su padrey a su madre, a su esposa y a sus hijos, asus hermanos y hermanas, y aun a su

propia vida, no puedes ser mi discípulo.(Lucas 14:26)

Esta es la letra chica del contrato quemuchos púlpitos pasan por alto a la hora dehacer las invitaciones masivas para seguir aJesús. No quiero sonar gravosa, pero seguira Jesús no es cosa sencilla, y me sentiríatremendamente responsable si no fueraclara en este mensaje.

Jesús dio Su vida, seguirle significa darlenuestras vidas.

A veces escucho a las personas hablar deservicios en la Iglesia, ministerios derenombre, títulos cristianos muyambicionados o respetados por losasistentes a la Iglesia, sin que a la vez seentienda que detrás de todas esasposiciones hay un llamado importante a lamuerte, a la renuncia, al sacrificio, y a pagarun precio.

Cuando estudio la vida de grandes hombresy mujeres de la historia cristiana, esinevitable encontrar la palabra mártir comosinónimo.

No por nada 10 de los 12 discípulos de Jesúsque lo acompañaron en todas sus travesías,terminaron siendo mártires.Ellos lo sabían, entendían que seguir a Jesús,a ese Maestro en particular significaría algogrande. No quiero especular sobre lo que noaparece en las Escrituras, pero estoy seguraque después de haber visto unos cuantosmilagros, y haber presenciado laresurrección de Lázaro, los discípulostuvieron que haber pensado que estabansiguiendo a una Persona fuera de serie. Yque seguirlo tendría..

Consecuencias.Efectos colaterales.Un precio que pagar.

Observa tu vida por un momento y tucaminar con Dios durante estos últimosmeses.¿A dónde te ha llevado seguir a Jesús?¿Hasta qué punto seguirlo a implicado uncambio en tu vida? ¿Cuánto te has vistotransformado por Su enseñanza? ¿Quiénesse han visto afectados por Su influencia enti? ¿Cuál es el precio que estás pagando porser discípulo de Él?

Mientras escribo estas preguntas, tragosaliva. Porque temo que las respuestas aesas preguntas, serán muy desfavorables yhasta vergonzosas.

No quiero retarte, en el sentido decastigarte por tu comportamiento o por lafalta de entrega. Quiero retarte, hastadesafiarte a vivir una vida con Dios de otradimensión. Y no me refiero a esacharlatanería de “siga a Cristo yprácticamente va a levitar sin enfermedades,

con dinero en el bolsillo, sobre un jardín derosas sin espinas”.Hablo mas bien de la dimensión de Jesús. Delo sobrenatural en medio de la realidad enla que te encuentres inmerso.

Para mí sería sobrenatural ver a máspersonas dando la otra mejilla a susenemigos con el único propósito demostrarles el amor de Cristo.Sería sobrenatural, que un cristiano sedesprenda de su chaqueta de marca, apenasvea a una persona pasando frío en medio deuna noche de otoño.Lo sobrenatural sería vivir como Jesús vivió ypasar inadvertido.

Cuando puse en una balanza el costo deseguir a Jesús, lo que perdería en el camino,lo que implicaría abandonar, solo por estardonde nadie quería ir; cuando calculé elcosto, y pensé fríamente lo que significópara los discípulos, y para tantas millones de

personas que con el paso de las décadas hanestado dispuestos a darlo todo. Solo tuveuna respuesta posible: Señor, si mi vida esútil para que seas conocido, tómala. SoyTuya.

No pienses que eso no me costó. Que no medolió, que por momentos no me atemorizala posibilidad de tener que llegar al punto dedar literalmente mi vida por causa de Jesús.Lo he contemplado y me he puesto en losescenarios más exagerados, para corroboraruna sola cosa en mi corazón: antes de ir,quiero estar convencida que para mí Jesúses digno.

Creo que ese es el punto fundamental detodo el asunto. Si se tratara de cualquierpersona, de cualquier mensaje, yo noestaría dispuesta a garantizar beneficios,victorias, ni ganancias bajo ningún caso.Pero se trata de Jesús, y ahí es donde todoel asunto cambia.

Hablamos del Hijo de Dios, que dejó Sugloria, Su trono y poderío con el únicopropósito de cumplir la voluntad de SuPadre Celestial.Es ese Señor que nunca se comportó comolos “señores” a los que estamosacostumbrados a ver. Este Señor, lavó lospies de los discípulos, no tenía donderecostar su cabeza, nació en un pesebre, ynunca hizo alarde de Su poderío ni posición.

Es ese Cristo, el Mesías, el Santo de Israel, elque estuvo antes de la fundación del Mundo,el Yo Soy, la Palabra por medio de quientodo fue creado, que nos ha dicho:Sígueme.

¿Ves lo que yo veo?Él es el tesoro que un hombre encontró enel terreno que compró, por el que estuvodispuesto a vender todo lo que tenía.

Él es el bien mayor, que no se compara aninguna riqueza, posición, o satisfacción queeste mundo te pueda ofrecer.

Jesús es la persona que se levantó de lamuerte, quien prometió volver, y de quiénse ha predicado desde que el Hombre tieneexistencia.

¿Podemos reservarnos algo ante un Señortan asombroso? ¿Podemos contemplar Sugloria y luego decirle, lo siento, no temereces toda mi vida?

Antes de ir, antes de dar un paso más allá entu seguimiento con Jesús. Antes deconsiderar tu próxima temporadallamándote cristiano, estudia el costo,calcula y piensa en los muchos ejemplos quela Biblia te presenta, entonces, decide o noseguirlo. Yo lo estoy haciendo y te aseguroque es un honor. Lo mejor de todo, es quetengo la garantía más inconmovible: Jesús

nunca falla. Ni a Sus promesas, ni cambia Sucarácter, ni miente en Su discurso. Jesús estodo verdad.

Capítulo 3

Una visita inesperadaHace años atrás vino a casa un gitanopidiendo algo para comer. No recuerdo lafecha exacta, no recuerdo mucho su rostro,ni lo que había estado ocurriendo en mi vidadurante ese período. Solo recuerdo esto: leservimos lo mejor que teníamos, y a cambiode ese pequeño gesto, él nos dio palabrasde gratitud, nos bendijo en romané, y comosi lo anterior no hubiese bastado, tomó mimano y la ungió con sus lágrimas, mientrasme contaba como sus malas decisiones lohabían alejado de Dios y de su familia.

Ese día mi corazón experimentó unacompasión y un amor que no había sentidoantes. Ese día entendí la compasión quesintió Jesús por esa mujer que ungió sus piescon sus lágrimas. Y ese día también

comprendí porque el amor de Jesús no dejade conmoverme.

Ese gitano era yo. Había estado errante portanto tiempo, buscando mi camino a casa,ese hogar que no había encontrado en estemundo. Porque por muchos años habíaintentado alcanzar la paz y el gozo a travésde mis buenas acciones, por medio de mivida intachable. Había buscando ganarme elcielo a través de mí y mi bondad, pero misintentos habían sido fallidos e ilusos. Mesentía miserable, perdida y culpable lamayor parte del tiempo, por no sersuficiente, por no hacer suficiente, por noser mejor y no dar la talla.

Así que mi cristianismo se transformo enuna tortuosa montaña rusa emocional, endonde me sentía amada y aceptada por Diosconforme a mis buenas acciones y mibúsqueda de Él; pero por otra lado, triste ydecepcionando al Señor de mi vida, cada vez

que pecaba o faltaba a mis compromisos dedevoción. Sentía que me miraba con unamirada de desaprobación con cada malaacción, y mi frustración iba en aumentocuando descubría que ese juego de dobleidentidad era algo con lo que luchabaconstantemente.

¿Podía ser ese el cristianismo al que mehabía llamado Jesús? ¿De eso se tratabaseguirle?

Aquel encuentro con el gitano, me recordóla palabra gracia. Esa misericordia y amorque Jesús ha tenido por mí de una formainmerecida. El regalo que extendió a mi vidano por la multitud de aptitudes o mi granmoral, sino porque a Él le plació dármelo.Porque en el gran corazón del Padre estabael deseo de acoger a millones y millones deseres creados para llamarlos hijos e hijas, yasí invitarlos a ser parte de Su familia, delHogar que Jesús había prometido construir.

Y aquel día no tan solo me reencontré conuna verdad olvidada o empolvada en mibiblioteca teológica, sino también tuve esanueva invitación de Jesús:“La cosecha es abundante, pero son pocoslos obreros —les dijo a sus discípulos—.Pídanle, por tanto, al Señor de la cosechaque envíe obreros a su campo” (Lucas 10:2)

Aquel gitano era parte de esos campos listospara la siega, y yo no había tenido que hacerun gran esfuerzo por ir en su búsqueda. Dioslo había traído literalmente a la puerta demi casa para compartirle el mensaje queJesús me había indicado que le compartiera.

¿Y cuál era ese mensaje?Lo que Jesús ya hizo. La forma en la que Élresolvió el pecado y la condenación. ComoCristo había pagado la gran deuda de lahumanidad a través de Su muerte, ysobretodo la maravillosa invitación a ser

parte de Su familia, porque esas moradascelestiales están siendo construidas y laspuertas de salvación aún no se han cerrado.

Se lo dije. No recuerdo cómo. Pero sé que lohice con amor, porque anhelé y le roguéque se pusiera a cuentas con Dios. Lesupliqué que volviera junto a su familia ybuscaran al Señor mientras Él pudiese serhallado. Le supliqué que se arrepintiera, nodelante de mí, sino frente al Santo Señor,que es lento para la ira y grande enmisericordia y bondad. Y mis palabrasfinales no fueron otras que: Espero que nosveamos allá, cuando estemos delante deCristo.

Realmente necesitamos vivir por algomucho más grande que nuestras vidas.Necesitamos acoger la esperanza de Cristo,esa gran victoria del sepulcro vacío, delsudario abandonado. Es tiempo de revivir laacción de los apóstoles cuando oyeron que

Cristo ya no estaba en la tumba. Elloscorrieron, y cuando comprobaron queestaba vacía quedaron atónitos, pero lahistoria no concluyó allí. Días más tarde,estaban en el Aposento Alto, esperando elcumplimiento de las palabras de Jesús queles dijo que les enviaría a un Consolador,que los investiría de un poder sobrenatural.

No para jactarse.No para creerse hombres y mujeressuperespirituales.Ni para comenzar a sentarse en las primerasfilas.No.

Ellos recibirían ese poder para ser testigos,para hablar, para ser los mensajeros de loque habían visto y oído, de todo lo que elmismo Jesús les enseñó; para que le dijerana quienes vieran en el camino, que la vidano se acaba acá, que existe algo más alláque la culpa y el pecado, que la condenación

y la muerte. Que Cristo les entregaba unanueva vida de restauración y gozo a travésde Su propia muerte, y que cuando llegarael momento de exhalar el último aliento devida acá, si depositaban su fe y esperanzasolamente en la obra perfecta de Cristo, alláen Su gloria podrían contemplar las puertasdel cielo abiertas de par en par, no porquefueran mejores, no porque no hayanquebrado un huevo; sino por pura gracia ymisericordia del Señor.

Querido amigo, ¿me lees?.Nuestra misión acá es algo que no debe sersilenciado, opacado, esto es algo a lo que nole podemos bajar el perfil, ni debemosrelegarlo a compartirlo en un momento dela vida cuando haya mayor madurez yexperiencia, a ese momento ideal en dondeno habrán más preocupaciones niocupaciones, cuando nuestro horario estédisponible y podamos decir: ahora sí tengotiempo, ganas, disposición y motivación

para compartir el Evangelio que he conocidotoda la vida.

El momento es ahora.

Hoy es cuando las multitudes claman confervor por compasión y amor. Hoy escuando gritan por misericordia yrestauración. Es ahora cuando necesitan unabrigo y alimento. Y sobretodo, ese gloriosomensaje de amor y perdón que Cristopredicó, que sin duda, les cambiará la vida.

Y quién sabe si este puede ser el día en quellegue una visita inesperada a la puerta detu casa, como me sucedió a mí, que terecordará que hay un mundo allá afuera quenecesita oír esa gran verdad que tú ya hasconocido.

Así que, ¿qué esperas para compartirla?

Capítulo 4: Sigo esperándote

Jesús es asombroso. ¿Me permites escribirlootra vez?Jesús es asombroso.

A veces creo que lo hemos olvidado.Sabemos lo que hizo por nosotros, sabemosquién fue y lo que hizo entre las calles dePalestina. Entendemos que murió pornuestros pecados y resucitó. Creemos quesigue vivo, pero estas verdades nos handejado de asombrar.

En cierta ocasión estaba conversando conunas mujeres en medio de una comunidadindígena en el Amazonas. Les explicaba deforma muy sencilla pero no menos profunda,las verdades del Evangelio. En medio detodo eso, les dije que Dios las amaba, y queestaba ahí para darles ese mensaje.

La frase “Jesús te ama”, acá se ha vuelto uncliché. Pero cuando ellas lo oyeron, pude veren sus ojos una llama encendiéndose. Paraellas era una verdad poderosa, casi unarevelación y por un momento logré captarcuánto les importaba saberlo. Allí, en mediode una realidad tan distinta a la mía, en unpunto geográfico algo inaccesible yapartado de la civilización occidental, de lavida rápida y cómoda, de los centroscomerciales y las luces; ellas habíancapturado la verdad central del amor deDios y eso les había impactado, les asombró.

Así que me pregunto y te pregunto, de paso¿cuánto nos impacta la profundidad delamor de Dios?, ¿es el amor de Cristoevidenciado en esa cruz, una razónsuficiente por la cual vivir?

Necesito que me impacte, que el Evangeliode Cristo me importe. Necesito que Cristo setransforme en mi más grande devoción y

que Su Presencia me genere asombro,admiración, pasión y deseos de dejarlo todopor hacer de Su Nombre conocido.

Isaías 26:8 retrata mejor que ningún otroversículo, el sentir de mi corazón en estemomento de mi vida:“Sí, en Ti esperamos, Señor, y en la sendade Tus juicios; Tu Nombre y Tu memoriason el deseo de nuestra vida”

¿Qué deseo?, ¿Por qué suspira mi corazón?

Podríamos enumerar tantas cosas. Ymuchos de esos deseos, planes y proyectosson legítimos, sinceros, y envueltos ensentimientos de bondad. No quierodesacreditarlos, no quiero ofenderte y decirque no está bien, pero, ¿dónde está Dios entodo eso?

Hablo de Su gloria.

De Su asombroso Nombre, de lo que hizo eneste mundo, de la verdad de Su Evangelio,de sus acciones y Sus palabras. ¿Dónde estáJesús en tu vida?

Isaías en otra ocasión dijo también:“La luna se sonrojará, y el sol seavergonzará porque sobre el monte Sión,sobre Jerusalén, reinará el SeñorTodopoderoso, glorioso entre susancianos” (Is. 24:23)

¿No te abruma la actitud del sol y la luna,frente a la Presencia de Dios?Yo necesito más de eso.Esa actitud reverente, ese asombro, hasta elpunto de que mi cuerpo entero se trastorneante la verdad declarada por Cristo.

Nunca conoceremos un amor como el de Él.No existe. No lo busques. No pierdas eltiempo.

No existe nadie comparado a Jesús. Y jamásoirás o sabrás de palabras que vivifiquenmás que las declaradas por Él y por todosaquellos que de alguna forma u otra loconocieron.Estar cerca de Jesús les cambió la vida. Losimpactó y afectó. Nunca fueron los mismos,ni lograron opacar la luz de Su verdad.

Recuerdo ese momento en que losdiscípulos observaron a Jesús calmando latempestad, ellos quedaron tan asombradosde la persona de Cristo, que fue inevitableexclamar:“¿Quién es éste, que hasta el viento y elmar le obedecen?”(Marcos 4:40)

Jesús está sobre todos. Y Su Reino no secompara a ningún otro en esta Tierra.Es por eso que sigo esperando por Él. Ynecesito que Su esperanza se mantengalatente en mi corazón cada mañana y cadanoche.

Es Cristo el motor, la fuente de la felicidad.

El mundo nos dice que podemos ser felicesa medida que conquistemos nuevasposiciones y obtengamos más posesiones.Ellos te venden la felicidad a través de lasonrisa perfecta, el auto del año, el novio/amás esbelto y la fama mundial.

A cambio, la Biblia nos dice: “Me has dado aconocer la senda de la vida, me llenarás dealegría en Tu Presencia y de dicha eterna aTu derecha” (Salmo 16:11) este mensaje nose refiere tan solo a una invitación adeleitarnos en Dios. Es más bien ladescripción de la propia experiencia deCristo.Cuando Él dejó este mundo, no se esfumópara ir a descansar, porque estuvieraagotado, agobiado y harto. Jesús fue a laPresencia de Su Padre Celestial, al queamaba, a quien había obedecido hasta lamuerte.

Jesús había dejado atrás el dolor de lacrucifixión, la soledad de la muerte y el pagode nuestro pecado, para estar a la diestra deSu Padre.Eso, le producía un gozo inexplicable.

Y es Él, unas cuántas horas antes de Sumuerte, quien afirma:“Ahora están tristes, pero cuando vuelva averlos se alegrarán y nadie les va a quitaresa alegría.. En este mundo afrontaránaflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencidoel mundo” (Juan 16:22, 33)

Jesús nos prometió volver, ¿lo estásesperando?

Yo lo sigo esperando, y mientras lo hago,necesito imitar Sus pisadas, necesito que mivida gire en torno a Su verdad, anhelo queme impacte, me transformeconstantemente, y me encienda el alma conSu pasión y devoción, por Él, por lo que Él

ama; para que Su gloria sea manifiesta, paraque Su Nombre sea conocido, para que Suverdad no sea silenciada.

Y mientras estás en esta espera, asómbrate.Recuerda qué hizo, Sus palabras y lo queprometió hacer.

Piensa en todo lo que ha hecho por ti y en ti,a lo largo de tu vida. Ríndele adoración,admíralo, contempla Su grandeza, ríndete aSus pies y sírvele.

Jesús es digno.Jesús es asombroso.

Capítulo 5: Secuelas

No sabemos lo profunda que pueden ser lascicatrices de nuestras acciones o palabras, nilo duradero que resultan ser los efectos,pero el asunto es que quedan secuelas. Yparte de todo eso, ocurre por causa delpecado. Sí, querámoslo o no gran parte (porno decir todo), de lo malo que hay en elmundo es por causa del pecado. Hace unassemanas estaba esperando a una amiga enmedio de las calles de la ciudad, y en ese ir yvenir de personas, logré ver a una caraconocida. Le sonreí desde la distancia,esperando que ella respondiera de la mismamanera, quizás que se detuviera apreguntarme acerca de la vida, osimplemente musitara algunas palabras. Nofue así. Su rostro expresaba dolor, tristeza,decepción y un sin fin de sentimientos queno esperé que albergara en relación a mí, oa mi presencia.

Ahí me di cuenta que no había resuelto unmontón de cosas en su vida, yprobablemente yo tenía que ver con algunade esas cosas.Minutos más tarde, estando en el mismositio, vi a una pequeña niñita que no dejabade gritar y gritar, cada vez más fuerte. Ella alcontrario de la escena anterior, no guardabael dolor o las heridas detrás del silencio, sinoque lo expresaba, a tal grado, que nodeseaba otra cosa que decirle al mundo loque estaba pasando en su interior.En ambos casos, ocurrió un efecto común:nada.La gente alrededor transitó como si nadaestuviese pasando, ya fuera el dolor detrásdel silencio o el dolor expresado en altosdecibeles, nadie estaba dispuesto a haceralgo.

Aquí entra en escena Jesús. Él si estuvodispuesto a hacer algo con el dolor de la

humanidad. Creo que esa es una de lascosas que más me inspira de Él. Nunca seconformó, nunca guardó silencio, nuncaesquivó los asuntos, ni los agendó para unapróxima ocasión.

Eso me confronta, porque yo no soy así. Mecuesta hacerme cargo, involucrarme yejercer una acción evidente. Lo pienso, sí,mucho. Pero de esa buena idea a la obrahay un abismo.Esta mañana tan solo pensé dos o tresmaneras de decirle a una persona queestaba a unos metros de mí, que su bolsoestaba abierto. ¿Y si el mensaje es másurgente que ese?, ¿y si está en juego laeternidad y la vida de una persona?

Por eso Jesús nos invita y suplica a través deSu comisión que hagamos algo, quetransitemos el camino del Calvario y no nosencerremos entre cuatro paredes, pensando

en cómo cambiar el mundo, mientras éstese está desmoronando allá afuera.

Las evidencias del dolor están allá, entre lasoscuras calles en donde se marginan losadictos, los que batallan con las drogas, elalcohol y el abuso. Pero también ese dolorse muestra silencioso en medio de las tristesy críticas miradas de un matrimonioarruinado, la soledad de los hijos y los vacíosescondidos en una casa amoblada en lazona más envidada de la ciudad.

El dolor no tiene idioma exclusivo, color uocupación, y aunque la publicidad y lasociedad quieran ocultarlo detrás de labuena educación, el renombre o lasfachadas, es imposible. El dolor seguirá ahí,cada vez más profundo e intenso.

Jesús no negó esa realidad, Él dijo: “en elmundo tendrán aflicción, pero confíen enMí, Yo he vencido al mundo..” (Juan 16:33)

Su promesa no fue simplemente un meroparche, o la búsqueda de conseguir votospara una candidatura exitosa. Él estabarealmente preocupado de lo queembargaba el corazón del ser humano. Leimportaba porque lo creó, y porque conocíalas dimensiones del pecado y susconsecuencias. Él estaba en el huerto delEdén aquel día en el que Adán y Eva habíanbuscando la satisfacción fuera del Creador.Jesús había sido testigo de cada episodiooscuro, lágrima y grito, en cada era, endistintos contextos pero siempre con elmismo efecto colateral.

Sabiendo y siendo testigo de cada una deesas situaciones, Su promesa viene a seruna bocanada de aire fresco, una esperanzaconcreta, un sitio donde mirar. Jesús llama air hacia Él.No se desvincula del problema, ni deriva alas personas a otros estamentos. Él loasume, Él está dispuesto a pagar los platos

rotos, Él quiere permanecer cuando el restose va.

Jesús se hace cargo de las secuelas ypromete restaurar lo dañado. No conozco aotro dispuesto a tanto, pero que sobretodotenga la capacidad de cumplir una promesa,de la envergadura de las palabras de Jesús.

Porque Él es capaz, lo promete. No conocelos límites de la demanda, es decir, no seconfiesa incapaz de atender a tantos, o ladiversidad de casos. Él se declaraTodopoderoso, el Yo soy: “¿Habrá algoimposible para mí?” (Jeremías 32:27)

Jesús es digno de confianza, una vez más, ycada vez que alguien confía en Él no esdefraudado. Este es el mensaje urgente quenecesitamos declarar. En medio de tantasvoces de dolor y silencio, de angustia y grito,de hambre de justicia y escasez, Jesús nosinvita a ir a Él.

La pregunta fundamental en este punto es sipara nosotros Su solución es suficiente. Si elofrecimiento de ir a Él en caso deadversidad, dolor, ausencia y catástrofe, esuna buena o la mejor opción.

Esta es una pregunta vital, porque revelaexactamente lo que hay en cada uno denuestros corazones. ¿Es Jesús suficiente?¿Ese Cristo al que hemos llamado Señor ySalvador, puede realmente satisfacernuestras más grandes ausencias y vacíos?

Yo sé que Él es capaz y Él quiere hacerlo,pero ¿lo deseamos? ¿lo queremos a Él anteque el resto de las cosas?Jesús nos invita continuamente a estar conÉl, a llevar nuestras cargas a Su Presencia, aabandonarnos y arrojarnos a Sus brazos.

¿Lo haremos?

Y si por un momento dejamos lasjustificaciones de lado y lo contemplamos.Creo que si simplemente lo miramos,recordamos lo asombroso que ha sido a lolargo de nuestra vida, o desde el momentoque lo conocimos, y si recordamos Susdulces palabras y Su acción radical en lacruz.¿Será que todo lo anterior nos inspirará aanhelarlo con toda nuestra vida?¿Es posible que toda nuestra imposibilidadde vivir un cristianismo conforme a la Biblia,se vuelva posible cuando nos caigamos derodillas ante Su Presencia?

Te invito a que lo hagas, a que pongas enpausa por un momento tu vida y evalúes loque significa para ti realmente Jesús. Sihasta ese momento Él no tiene el valor quemerece, deseo que a través de las páginasque quedan puedas replantearte tucompromiso y entrega hacia el Señor. Si porel contrario, hasta este momento de tu

vidas has puesto al Señor en el trono de tuvida, corazón y voluntad, nada más te animoa continuar conociéndolo, siguiéndolo yllevando a otros al conocimiento de quiénes Él.Porque nuestro Dios es infinito, ¡conocerloes una aventura que nos tomará toda unaeternidad!

Capítulo 6: InsatisfechosUna vez, un hombre dijo:“Siento que marcho a un ritmo diferente,Uno que late sólo para mí. Entonces, medoy cuenta que no estoy solo. Hay otros porahí que han escuchado la misma canciónque yo..”

Pocas veces una persona ha descrito demejor manera aquella constanteinsatisfacción de mi corazón. Esa sensaciónde estar corriendo detrás de algo másgrande. Mirar alrededor, ver lo que elmundo me ofrece y preguntarme: ¿Eso estodo?

Jesús me mostró ese camino, Su camino.

Una ruta empinadaUn camino hacia la Cruz.Ese monte en donde me dijo que meamaba a través de Su muerte.

Necesito que Jesús tome mi vida una y otravez, cada día y me recuerde que lainsatisfacción de mi corazón por un gozomayor, por una felicidad desbordante, porun estallido, por una bocanada de airefresco, no la encontraré de este lado delcielo, ni en las cosas de este mundo, sino enÉl.

El amor, de forma personal, ha sido unasunto no resuelto en mi vida. No sé muchoacerca de él, ni entiendo muy bien cómo esel asunto. He tenido intentos fallidos, unaque otra lágrima, y muchos sueños osuspiros sin expresar.En medio de ese camino no transitado, deesa soledad aparente, Jesús ha sido lamuestra del verdadero amor que heconocido a lo largo de la vida.

Y ¿sabes qué? Su amor no se compara anada en este Planeta.

Tal vez para ti, ese parezca un discursoescuálido, y poco atractivo.Por momentos me sucede, no te lo voy anegar. Miro hacia el lado y busco acá unafuerza cautivadora, una luz más brillante, undestello que me impacte y me haga sentido,propósito y significado.Pero llego a la misma resolución una y otravez:Mi corazón ha sido creado para laeternidad, mi alma encuentra gozo ysatisfacción absoluta en mi Creador, fuerade Él mi vida se marchita. Fuera de Él noquiero nada.

Jesús necesita ser TODO, pero tambiénJesús desea ser nuestro TODO.

¿Y si cambiamos los paradigmas de este locomundo?¿Y si realmente anheláramos a Dios y nossumergiéramos en las profundidades de Suamor, poder y gracia?

¿Y si le pidiéramos que nos volvierainsatisfechos de este mundo y nos dieraesa agua que sacia la sed?¿Y si simplemente le dijéramos al Señor: Sénuestro Pan de cada día, y nuestra aguaeterna?

Dios hace cosas hermosas todo el tiempo. Éles un Creador constante. Y Él es capaz deasombrarnos.¿Por qué nos conformaremos con lo queeste mundo nos vende, cuando Dios, el queha creado todo lo que nos cautiva en estePlaneta nos ha invitado a conocerlodirectamente a Él?

¡Ay querido amigo lector! Ruego al Señorque te capture el alma, como lo ha hechoconmigo.Ruego que nos seduzca y nos satisfaga conSu Presencia.Ruego que estremezca nuestras vidas y noseleve la mirada a Él y a la obra increíble que

ha hecho y continúa haciendo en estemundo.Necesitamos insatisfacción.Necesitamos felicidad eterna.Necesitamos a Jesús.

¿Por qué concluiría con tantas preguntasabiertas este libro?¿Por qué gritaría con tanta fuerza en estasúltimas páginas?

Porque la historia se continúa escribiendo.No lo digo para que te creas un hombre ouna mujer superpoderoso/a.No lo somos. Al contrario. Somos pequeños,débiles y llenos de imperfecciones.Pero Cristo, ese Señor que calmó las aguastormentosas, enderezó rodillas dobladas,abrió la vista de ciegos y un sinfín demilagros que no conocemos; sigue vivo yquiere contar con nuestras vidas para lamultiplicación esta familia, Su familia.Para llevar a tantos otros de regreso a Casa.

Porque necesitan conocer quién es Él y loque ha hecho, y nos ha invitado a hacerlo através de nuestros labios, nuestros pies ynuestras manos.

Es por eso que necesito que lo anheles.Más.Mucho más de lo que lo has hecho hastaahora.No te conformes.En Cristo hallamos un deleite fuera deserie.Su majestuosa gloria no ha menguado engeneraciones, ¿acaso crees que tendrálímites?

Ahora. No es que yo esté del otro lado de lavereda.Estoy en el mismo proceso. Aprendiendo,siguiéndolo, anhelándolo.Arrepintiéndome constantemente de mifalta de Él, y rogando que me enamore unay otra vez.

Quiero que mi vida cuente, no para serconocida, ni para que me aplaudan por misbuenas obras. Sino porque estoy siguiendo aun Cristo que me ha satisfecho cada vez quehe permanecido en Su Presencia.

Ese Jesús me ha hecho gustar parte del Cielo,en esta Tierra, y necesito que el mundoentero lo conozca, sepa que el Camino esCristo, que ya no necesita buscar en otrossitios, y que tal vez detrás de cada dolor,ausencia y necesidad, no hay otra cosa queun clamor por algo más o por Alguien más, yese es Jesús.

Marcos Vidal en una de sus canciones hadicho: “Quiero decirle al mundo entero quemi amor por ti es sincero y que jamás podrécallar..”¿Qué es lo que no podré callar?Que.. Sí, Yo le amo!

Y mi amor hacia Él no es otra cosa que larespuesta a Su amor que me envolvióprimero. Ese amor que me inundó elcorazón y me presentó un camino másexcelente.Jesús me recordó que he sido creada paraalgo mayor, y no encuentro mayor tesoro,deleite, gozo y satisfacción que en lahonrosa bendición de seguirlo.

Porque cuando Jesús me dijo: Sígueme. Nopude hacer otra cosa que dejarlo todo,tomar mi cruz y seguirlo.

¿Qué harás Tú?

¿Dedicarás tu vida a conocer, seguir, serviry adorar al Dios de la Biblia?

Oración Final“Dios.Te alabo.Nunca podré dejar de hacerlo. Tu gloria esasombrosa y Tu Presencia me impacta elalma. Te anhelo y deseo que mis amigostambién lo hagan.Sé que me continuarás asombrando, porquesencillamente eres Asombroso.Toma todas aquellas cosas que meempañan la mirada y me arruinan el paisajede quien eres Tú.Guía mis pasos para que no deje deproclamar Tu Nombre entre las multitudes.Ellos te necesitan, tanto como yo.Jesús eres el deleite de esta humanidad, eresese tesoro perdido, que he hallado en mediode una tierra infértil y herida.Por Ti lo dejo todo, para tomarte como elmás preciado.Hazte cargo de mi vida como el primer día, yhas con este barro una obra portentosa que

te haga resplandecer, que te engrandezca.Para que ellos sepan que soy Tuya, y paraque a través de mi existencia reconozcanque Tu existes, vives y actúas.Que mis logros revelen Tu gran poder, y misdebilidades ameriten de Tu gracia.Oro por quienes han leído este libro. Graciaspor ellos, gracias por conducirlos a estepunto.Sé que no necesitas de mí para bendecirlos,llamarlos y usarlos, pero gracias porpermitirme ser un medio para Tus fines.

Te alabo por lo que harás y haces en susvidas.Ruego que enciendas una llama en suscorazones. Un fuego ardiente por Ti.Que te anhelen Señor, que te busquen y quete encuentren, porque Tu estás cercano.Abre sus ojos para que vean la realidad deeste mundo, que tengan sed por servirte ydarse enteramente por Tu causa.

Oro para que levantes entre ellos corazonesapasionados por servir a quienes no te hanconocido. Te pido que sean valientes,determinados y comprometidos contigo, conlo que Tú estés demandando personalmenteen Sus vidas.

Sé glorificado a través de nuestros pequeñosy grandes esfuerzos. Eres tan digno, tanhermoso, tan bueno, tan fiel, tan santo, tanjusto, tan lleno de amor, tan misericordioso,tan asombroso.

Que nuestros labios te alaben, pero quetambién nuestras vidas te honren.

Gracias por la bendición de poder orar porellos, pero sobretodo gracias porque en Tucorazón estuvo que este libro fuera escrito yleído por quienes lo hacen.Tu perfección nos deja sin palabras.Que Tu Nombre sea exaltado por toda laeternidad, Jesús. Amén.

Sobre la Autora

Karinna Belén Segura Boggie nació el 24 de Marzode 1992, en Chillán, Chile. Es cristiana desde los 11años y desde ese día dispuso su corazón a seguir lashuellas de Jesús. Es licenciada en Pedagogía enCastellano y Comunicación, aunque prefierepresentarse como aprendiz de misionera, suverdadera vocación.

Dedica su vida a servir y compartir el Evangelio através de todos los medios posibles. Sigue a Jesús ytodo lo digno de admiración en su vida no es otracosa que obra de Su Señor. ¡A Él sea la gloria!

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