Aquel Estupido Beso

137

description

Libro de Jocelyn Carter

Transcript of Aquel Estupido Beso

Page 1: Aquel Estupido Beso
Page 2: Aquel Estupido Beso

Aquel estúpido beso

Jocelyn Carter

Page 3: Aquel Estupido Beso

Para el verdadero James, cuyo nombre no revelaré ya queprobablemente me odie si descubre este libro. Pero... ¿qué más da? Unsegundo después volverá a ser el mismo idiota encantador de siempre.

Para Tomas, Martina, Rocío y Sofía. Hey, no sé qué haría sin ustedes.

Page 4: Aquel Estupido Beso

Sinopsis.

¿Existirá persona más desafortunada que yo? Bueno, ese es un puntomuy discutible, pues sí la hay; muchas de hecho, y en cualquier parte delmundo además; pero vayamos directo al grano. Antes que nada, te diré unasola cosa: si estás saliendo con alguien, y ese alguien tiene hermanos,asegúrate de conocerlos, ¿bien? Genial, porque de otra manera podríasacabar en mi posición.

Imagina todas las situaciones vergonzosas posibles, únelas, y bueno,ahí está mi vida durante los últimos meses, o semanas... O lo que sea, ya notengo idea cuánto fue. De seguro ya conoces cientos de chicas como yo,pero en fin, la única razón por la que digo esto es lo siguiente: por“accidente” besé al hermano de mi novio, y a partir de allí mi vida seconvirtió en un desastre.

¿Por qué? Pues bien, estás a punto de conocer la historia.

Page 5: Aquel Estupido Beso

Prólogo.

¡Estúpida!

Las cosas no podían ser peores. En mi casa un caño de gas seencontraba averiado, por lo que estaba confinada a tres días de vivir junto amis padres; mi novio, está bien, el chico con el que hace una semana ymedia había comenzado a salir me dejó plantada; y para completar, mimejor amiga Melanie, la persona con la que asistí a una fiesta en casa deuno de los chicos de la Universidad, había desaparecido de la faz de laTierra luego de irse de la mano con alguien que ninguna de las dos conocía.No era como si yo de hecho conociese a muchas de las personas queactualmente superaban la capacidad del lugar, pero no me iría de la manode cualquiera...

Mientras tomaba el último trago de mi gaseosa (sí, lo sé, “gaseosa” eneste tipo de fiestas. Patético. Pero pónganse en mi lugar, yo acabaría siendola “conductora designada” entre mi amiga y yo), sacudí la cabeza y pensé“al demonio todo”, y caminé tímidamente atravesando el lugar; de algunamanera lograría divertirme aquella noche, con o sin Ben.

La música sonaba estridente en mis oídos, y la melodía formaba partede una de esas canciones del momento, que todos disfrutaban y bailabansin dificultad alguna; tanto así que pronto me les uní en el espeso gentíoque no dejaba de moverse aquí y allí con infinidad de movimientos. Erasimple seguir la corriente y dejarse llevar por lo que la música transmitía,lo que te hacía sentir. Pronto, casi sin darme cuenta, me sorprendí a mímisma bailando entre uno que otro grupo, riendo e intercambiandodiálogos incoherentes que sólo nos hacían reír más. De hecho, era el restoquienes más alegres se veían, y no pude dejar de preguntarme qué tanborrachos se encontraban; lo cual a juzgar por el hedor que sus alientosdesprendían, era bastante.

Antes de saber lo que sucedía, había logrado mi objetivo, divertirmepor un rato a pesar de no conocer a la mitad de las personas allí presentes,ni de encontrarme en compañía de Ben o Melanie. Las cosas se volvieronfácilmente divertidas, lo cual era bueno, ya que para eso había asistido enprimer lugar.

Me encontraba moviéndome al compás de una canción de David

Page 6: Aquel Estupido Beso

Guetta cuando sentí el aliento de alguien sobre mi cuello. Me estremecípor lo repentino de la situación y me di vuelta para descubrir a pocoscentímetros de distancia a un chico de cabello castaño y ojos verdes queme observaba con una torcida sonrisa que me dejó sin aliento. Vaya formade parecer idiota.

—Se ve que eres de las que saben disfrutar del momento —dijo convoz ronca.

—Hay que hacerlo mientras se pueda —respondí con un encogimientode hombros, sintiéndome orgullosa de no tartamudear.

—Me gusta eso —asintió, luego dirigió la vista a algún punto porencima de mi hombro. Aprovechando su distracción, me tomé la libertadde observarlo con detenimiento. Definitivamente era apuesto, de unamanera sutil, y que aseguraba sabía usar. Se volvió hacia mí, y sentí mismejillas enrojecer por ser descubierta—. ¿Te importa si vamos afuera?Dudo que quieras arruinar tu voz por gritarme —agregó, señalando con unmovimiento de cabeza hacia el jardín trasero del lugar.

Caminamos con dificultad a través del salón hasta acabar en el cálidoambiente que la noche veraniega proporcionaba. Rápidamente comencé apreguntarme como por qué había seguido a aquel chico, pero supongo quela respuesta más lógica es que básicamente no tenía nada mejor que hacer.Allí afuera la música también sonaba con un volumen alto, pero más suavea comparación del interior; y las personas que allí se hallaban, estabandispersas por el jardín; todo era un poco más tranquilo.

—¿Vas a la Universidad? Me eres vagamente familiar —pregunté. Elchico, cualquiera que fuera su nombre, rió antes de contestar.

—Para nada, terminé hace un año, pero las amistades quedan —respondió mientras introducía las manos dentro de los bolsillos de suchaqueta de gabardina negra.

Bien, teniendo en cuenta lo que puede llegar a durar una carrerapromedio, probablemente tuviera veintidós o veintitrés años de edad, locual sería uno o dos años más que yo. Era bueno, no me había topado conalguien seis años mayor o algo así. Ahora, faltaba saber otra cosa.

—Y... ¿Cómo te llamas? —pregunté con indiscreción apoyando laespalda en la pared, enfrentándome a él. Cambió su peso de un pie a otro yme dio su mejor sonrisa de soy-un-jugador que probablemente atraía a unagran variedad de chicas. Desgraciadamente, por más que acabase deconocerlo, me encontraba en el grupo. Mal de mí.

Page 7: Aquel Estupido Beso

—Soy James, ¿y tú?—Elle. Y antes que preguntes, sólo Elle —añadí, poniendo énfasis a

“sólo”. La mayoría de las personas me preguntaban si realmente era minombre o un diminutivo.

—Elle —repitió mirando al cielo estrellado sobre nosotros—. Lindonombre.

Sonreí tímidamente, sintiéndome como una estúpida adolescente,cuando había pasado de esa etapa hace tiempo. Tenía ganas de golpearme,es decir, ¿cómo estaba haciendo aquello cuando estaba comenzando a salircon Ben? Eso debería haberme hecho sentir terriblemente, pero no; por elcontrario, me gustaba estar allí junto al tal James; pero vamos, sólo eraaquel momento, una fiesta, nada grave. ¿No es así?

Antes de saber qué sucedía, James y yo estábamos hablando de cosassin sentido, y riéndonos de chistes tan malos que reías de la pena,literalmente. Le comenté estar estudiando abogacía, carrera para la cualestaba a dos años de terminar, y él a cambio me reveló que era profesor enuna Secundaria privada en el centro de la ciudad, pero no me dijo quéenseñaba. Por un momento, permaneció observándome fijamente, sin deciruna palabra. Incómoda, me llevé una mano al rostro, ¿se había corrido elmaquillaje? ¿estaba sucio, quizás?

Lo sentí tomar gentilmente mi muñeca para luego alejar mi mano delrostro.

—¿Qué sucede? —pregunté. Por la manera que me observaba,comenzaba a sentirme expuesta, a pesar de que a comparación del noventapor ciento de las presentes en la fiesta, yo casi parecía una monja.

—¿Te han dicho que tienes unos ojos hermosos? —Me sentíruborizar. Tenía que acabar con eso rápido.

—Conmigo no llegarás a mucho con eso. Fue tan típico. —Lo mirécon desafío, esperando que dijera algo en contra, pero sólo sonrió.

—Así que también eres de las que aman la originalidad —afirmóantes de tomar mi mano—. Ven, vamos a bailar.

Con una sonrisa, apreté su mano y lo seguí nuevamente al interior dela casa, donde la cantidad de personas abarrotadas había aumentado, ydonde además, la música se mezclaba con el sonido de voces, risas y gritosde los allí presentes. Aún con las manos entrelazadas a las suyas, me di lavuelta y comencé a bailar enfrentándome a él. Di un par de giros mientrasreíamos por mis ridículos movimientos. Al cabo de un momento, una chica

Page 8: Aquel Estupido Beso

pasada de copas se tambaleó sobre sus pies y me empujó con fuerza.Tomada por sorpresa, caí hacia atrás y acabé en los brazos de James.

—¿Estás bien? —preguntó cuando estuve erguida, posando las manossobre mis hombros.

Me limité a asentir energéticamente con la cabeza, aún desorientadapor el momento anterior. Sólo quería estar nuevamente en sus brazos, pormás patético que suene. Sí lo sé, pueden decirlo, aquella noche estabasiendo demasiado patética.

Permanecimos quietos, en silencio, a muy pocos centímetros el unodel otro. En un segundo nos encontrábamos de aquella manera, y alsiguiente, sólo supe que tenía sus labios sobre los míos.

Page 9: Aquel Estupido Beso

Capítulo 1.

¡Maldición!

La parte racional de mi cabeza me pedía a gritos que lo alejara, logolpeara, algo, pero digamos que la otra parte de mí, esa que se dejaballevar por el momento, lanzó a la razón por la ventana, e invadió cada partede mí.

Pronto me encontré devolviéndole el beso con gusto, antes de rodearsu cuello con ambos brazos, y sentir sus manos en mi cadera, acercándomemás a él. Luego de un momento, rompió el beso y permaneció unossegundos observándome con una sonrisa que igualaba a la queprobablemente tenía yo en mi rostro.

Comenzamos a bailar nuevamente, y como seis canciones después, yahabía perdido la noción del tiempo. Literalmente di un salto en cuanto unamano tomó con fuerza mi hombro, y todo el aire salió de mis pulmones encuanto me di la vuelta y una pelirroja de ojos café me devolvió la mirada.Melanie me observó con una ceja enarcada antes de cruzar los brazos sobreel pecho y sostenerse sobre el pie derecho; claramente preguntando quédemonios estaba haciendo. Con ello, me devolvió a la realidad, es decir,me recordó que estaba saliendo con alguien. Sintiendo un nudo en lagarganta, murmuré algo así como “Maldición”, y me di la vuelta forzandouna sonrisa a James, que parecía intrigado por la pelirroja detrás mío.

—Eh... Esta es mi mejor amiga, Melanie —presenté, señalándola—.Mel, él es James.

—¡Genial! —Exclamó ella con fingido sarcasmo—. Pero si nosdisculpas, te robaré a la chica pues debemos ir a casa. Es urgente —añadiócon una sonrisa que declaraba disculpas.

Antes que pudiera objetar, me tomó por el brazo y prácticamentearrastró a través del lugar hasta alcanzar mi auto. Luego comenzó aolisquearme antes de afirmar:

—No estás borracha. —Enarqué las cejas.—¿Tú sí? —pregunté pareciendo más consternada de lo que debía.—No, ni una gota. —Se encogió de hombros. —Pero para que hicieses

aquello teniendo en cuenta tu situación, esperaba que lo estuvieses.—¡Vamos! Sólo fue una fiesta, nada más. Dudo que me arruine la

Page 10: Aquel Estupido Beso

vida.¿Está bien? —espeté, comenzando a molestarme—. Entremos, y

larguémonos de aquí.Abrí la puerta y me lancé al interior con algo de molestia. Por más

que no desease admitirlo, y como usualmente, Melanie tenía razón. Y pesea que había disfrutado el momento, probablemente me arrepentiría de todoen la mañana. Tacha eso, me estaba arrepintiendo en aquel precisomomento.

Luego de dejar a Melanie en la casa que su hermana, Jennifer, y ellacompartían, di la vuelta y tomé la avenida principal para regresar al hogarde mis padres en el centro de la ciudad. Según el reloj de la radio, eranpasadas las dos de la mañana, lo cual me sorprendió, ya que había asumidoque no superaba la medianoche. Algo de veinte minutos después, llegué ala casa de mis padres, la cual, para que cualquiera tuviese una idea, era lomás parecido a la que se encontraba en la primera película de ActividadParanormal. Y desafortunadamente, la habitación donde ellos dormían, erala misma en la que me ubicaba yo. Aún recuerdo haber vivido en el cuartode huéspedes por dos semanas desde que vi esa película, hasta que decidíque todo el asunto era simplemente ridículo.

Entré tan sigilosamente como pude a través de la puerta principal; nodeseaba por nada en el mundo despertar a ninguno de los presentes, ymucho menos a mi tía Alice, la reina de la belleza de mi familia. Erasimplemente irritante con sus mil “consejos” sobre moda y, claro, belleza.Su forma de ser y hablar hacía ver a las mujeres como una estúpidaexplosión de color rosa y glamour que casi me daba ganas de vomitar.Básicamente era una Barbie en toda regla, pero multiplicada por diez.

De puntillas subí las escaleras hacia mi habitación y cerré la puerta.Al fin a salvo.

Luego de lanzarme a mi cama, mientras observaba fijamente al techo,comencé a pensar en lo sucedido casi una hora atrás. Lo guardaría bajosiete llaves; por nada en el mundo permitiría que Ben se enterara de lo quehice. Me odiaría por ello, y comenzaba a sentirme mal, con razones.

Me dormí aún pensando en lo estúpida que había sido. Jamás mehabía sucedido nada parecido a lo que aquella noche, y no tenía idea cómolo pasaban las personas que constantemente lo hacían. Agh, mi vida era unasco. Muy bien, sólo estoy exagerando.

Sólo veía algo bueno en la situación: no volvería a ver a James. Así

Page 11: Aquel Estupido Beso

como, nunca; lo que hacía más fácil olvidar el asunto.

***

Malditos sean todos los madrugadores de América.Eso mismo pensé cuando caminaba arrastrando los pies por el suelo

del pasillo de la planta alta. Por Dios, hace tiempo había olvidado que mifamilia se levantaba de la cama como despertador exactamente a las ochode la mañana. Y por supuesto, las vacaciones no los detenían; y era algoque en mi caso no extrañaba para nada. De hecho, yo era más de las quedormían hasta bien tarde, y si interrumpían mi sueño, acababa todo el díade mal humor, como en aquel preciso momento. Lo que menos deseaba,era encontrarme con alguien, pero ¡qué hermosa sorpresa! La primerapersona que tuve que ver fue a mi tía Alice con el pelo rubio perfectamentearreglado, el rostro encantadoramente maquillado, y vestida con una blusarosa y jeans azules que prácticamente se confundirían con una segundapiel. Sólo para que conste, tiene veintitrés años, por lo que el atuendotodavía le sienta bien. Para mi mala suerte, había pasado la secundariajunto a ella. Los peores cuatro años de mi vida.

—Ay, linda, no tengo idea de cómo ese chico con el que sales puedeestar contigo. Así como se te ve, estás horrible —anunció ella dándole unageneralizada mirada a mi exterior.

—Buenos días para tí también —espeté, y caminé alejándome de ella,“accidentalmente” golpeando su hombro en el camino.

Cerré tras de mí la puerta del baño con un portazo. Estaba de malhumor por la hora del día, y lo que menos necesitaba era un recordatorio delo poco hermosa y perfecta que era en comparación a mi tía. Era muybuena bajando el autoestima de las personas. La odiaba tanto como a lazorra de la escuela; quien casualmente en su momento había sido ella.

Lo malo es que viendo a mi reflejo en el espejo, no pude evitar estarde acuerdo con ella. Con el pelo castaño enmarañado pidiendo a gritos serpeinado, los ojos entrecerrados debido al sueño, y mi general estadodesaliñado, si me veía horrenda. Agh, que le den, por más horrenda que meviese, no le seguiría el juego, y me mostraría tan segura de mi misma comopodía hacerlo. Desgraciadamente, yo como mentirosa, era excelentepatinadora, y era terrible en ello; eso decía mucho de mi capacidad.

—Buenos días, cariño —saludó mi madre desde su lugar en la mesade desayuno cuando llegué a la cocina.

Page 12: Aquel Estupido Beso

—Son las ocho de la mañana, dime qué tienen de buenos —espeté conuna mueca mientras me dejaba caer en una silla.

—Necesitas mantener tus modales a la hora de compartir un momentocomo este, linda. Aunque claro, creo que “modales” es algo que debesaprender de cero —aconsejó Alice mientras tomaba una tostada y le untabaalgo de queso.

—Gracias por el consejo, Effie —dije con sarcasmo haciendoreferencia a un personaje que había visto recientemente en una película.Creo que también había un libro, o lo que sea.

Alice me dirigió una mirada llena de confusión, demostrando que paranada conocía al personaje, y a continuación se encogió de hombros con unamueca de indiferencia y volvió su atención a la media tostada con queso ensu mano. Yo, en cambio, rodé los ojos y tomé agradecida la taza de café yel plato con un emparedado que mi madre me ofrecía. Vida eterna a losemparedados de esta mujer. Podría comerme una docena en diez minutos,lo cual llevaría a quince millones de comentarios por parte de mi no tanquerida tía. Definitivamente odiaba esas veces que tenía la magnífica ideade visitar a mis padres; siempre elegía curiosamente los momentos en quepor alguna razón yo acababa allí, y usaba el momento para fastidiarme.

Lo mejor que podía hacer, era rogar porque decidiera irse pronto, o ensu defecto, soportar la tortura pareciendo totalmente indiferente a supresencia. Para ello, necesitaría algo de suerte.

Me encontraba muy feliz mordisqueando mi emparedado, ignorandolas miradas asqueadas que me dirigía Alice, cuando escuché mi teléfonosonar con la melodía característica que anunciaba una llamada;específicamente una de Ben. Milagrosamente sin quebrarme algo en elproceso, me levanté con rapidez de la mesa, y llegué a la repisa donde seubicaba mi antiguo Nokia C3 antes de responder.

—Hey —saludé, haciendo una mueca en cuanto escuché algo caerse—.

¿Todo bien?—Hey a ti también, sólo se cayó la consola. Nada grave..., o eso

espero —respondió; su voz sonaba como si tuviese el teléfono entre elhombro y la mejilla mientras inspeccionaba—. Oye, siento lo de anoche —añadió disculpándose.

Cerré los ojos con fuerza y me tragué una maldición. ¡¿Por qué teníaque mencionar la noche anterior?! Eso hacia quince millones de veces más

Page 13: Aquel Estupido Beso

díficil olvidar el asunto; en el que por cierto no pensaba desde hacia rato.Maldita sea la fiesta anterior, lo sucedido, y que Ben me lo recordara.Fantástico, ya estaba de mal humor por segunda vez en el día... A las ochoy media de la mañana.

—¿Sigues ahí? —preguntó del otro lado de la línea. Golpeé mi frentecon la palma de mi mano, definitivamente debía dejar de pensar tanto.

—Sí, estoy aquí. Y, en cuanto a tu disculpa, no sucede nada. Estamosbien.

—¿En serio? Vaya, pensé que me odiarías por dejarte plantada —respondió pareciendo realmente sorprendido. Sonreí, claro, como sipudiera odiarlo—. Entonces, ¿vienes?

Estuve a punto de cometer mi primer error de aquel día y preguntarlequé demonios quería decir con ello, pero al segundo recordé quealmorzaría en su hogar. Vaya forma de olvidar las cosas.

—Claro, a las diez estaré ahí —aseguré forzando una sonrisa queobviamente no alcanzaría a ver.

—Genial, nos vemos.Murmuré un “adiós”, y finalicé la llamada.—Imbécil —me dije, y lancé el teléfono nuevamente a la repisa.

Pobre Nokia, no tenía nada que ver con mis problemas. Agh, lo que mehacia falta, sentir lástima por un teléfono con más años que la GuerraCivil.

—Por Dios, pareces una adolescente. Patético —susurró Alice en mi oído con una gruesa nota de desprecio. Su perfumeinvadío mis fosas nasales, y estuve a un segundo de toser en su cara. Megiré a ella enarcando una ceja.

—¿No tienes nada mejor que hacer? Como, no sé, ¿arruinar otrapareja feliz y luego desechar al pobre infeliz como siempre haces? —pregunté cruzando los brazos sobre el pecho, dejando a un lado la increíblenecesidad de limpiarme allí donde en el cuello me había llegado su aliento.

Alice me observó un momento, pareciendo idear algo con lo queresponderme, pero sin mucho éxito, ya que se encogió de un hombro y diomedia vuelta para retirarse escaleras arriba.

Adolescente Patética 1; Barbie Pre-fabricada 0, pensé con orgullomientras sonreía y caminaba hacia mi habitación.

No me preparé como si estuviese a punto de conocer a la ReinaMaxima o algo así, después de todo corría con la posibilidad de

Page 14: Aquel Estupido Beso

ensuciarme mientras cocinábamos, porque Ben era tan buen cocinero comoyo era mentirosa. Supongo que era de los típicos que sólo pedían comidarápida o algo así. De otro modo ya habría muerto por algún tipo deintoxicación Sí, era así de inútil en la cocina.

Dándole una última mirada a mi aspecto, bajé corriendo las escalerasy tomé mi teléfono antes de guardarlo en uno de los bolsillos de michaqueta.

—Por si me necesitan, cosa que dudo ya que hace años que no vivo enesta casa, estaré en casa de Ben —anuncié antes de salir por la puertaprincipal sin esperar respuesta por parte de mis padres, o Alice.

A pesar de ser las nueve y media de la mañana, allí afuera hacía tantocalor como el infierno. Sólo esperaba que Ben tuviera aire acondicionado,o el día sería largo.

***

Llegué a la puerta del departamento donde Ben vivía poco antes de las

diez de la mañana, acompañada de Grace Kelly a todo volumen. En cuantoestuve dentro del edificio, tomé el camino hacia el departamento 6-B porlas escaleras. Sufría de claustrofobia, y el pequeño viaje en ascensorsimplemente me alteraba. Todo gracias a aquel fatídico día en el que acabéencerrada por tres horas en uno, a mitad de camino al piso quince.

Minutos de larga caminata más tarde, y con un increíble dolor depiernas, me encontré frente a la puerta que a su derecha mostraba unpequeño cartel que en letras y números negros decía “6-B”. Golpeé un parde veces justo debajo de la mirilla de la puerta, sólo para darme cuenta delpequeño botón blanco en la pared que pertenecía al timbre. De no serporque alguien comenzó a abrir la puerta, habría golpeado mi frente allímismo. En cambio, plasmé una sonrisa en mi rostro en cuanto la puertaabierta dejó ver a un Ben que a juzgar por su cabello mojado parecía reciénsalido de la ducha. Llevaba unos jeans gastados, y una camisa blanca condos o tres botones sueltos. El cabello color arena se encontraba revuelto, yuno de sus ojos estaba irritado.

—Hey —saludé acercándome para darle un beso en la mejilla—. ¿Quéle sucedió a tu ojo? —pregunté, mirando fijamente al izquierdo.

—Digamos que tuve una intensa lucha con el shampoo, que acabó conun par de gotas en él —respondió con una sonrisa mientras me permitíaentrar en el departamento. Comencé a reír, imaginando el shampoo

Page 15: Aquel Estupido Beso

cayendo en su cara, y a él maldiciendo en consecuencia.Me gustaba bastante el lugar donde vivía. Aquella era la primera vez

que era invitada, y me pareció bastante hermosa para cualquier cosa queesperaría con respecto a alguien de veintitrés años que parecía saber pocode decoración. Un televisor de 32 pulgadas se encontraba frente a un sofáde color beige, y entre ambos, una mesita de madera sobre la cual se podíaadmirar un bonito ajedrez de cristal. Sí, bonito, aunque por mi parte, notenía idea del procedimiento del juego, más que el movimiento básico delpeón. En la pared blanca, entre dos portalámparas se observaba un cuadroen el cual se apreciaba la escena de un barco atravesando el océano duranteuna tempestad que me recordaba a aquel perteneciente a “El Viajero delAlba”. Atravesando la sala, se llegaba a una puerta que conducía a unpasillo por el cual se podía acceder al baño, dos habitaciones, y más allá,en el final, a la cocina.

—Así que, aquí vives —afirmé, meciéndome sobre mis talones.—Bueno, puede decirse que sí. —Estuvo de acuerdo.Se adelantó un par de pasos, hasta encontrarse justo detrás mío, rodeó

mi estómago con ambos brazos, y me atrajo hacía sí. Chillé con sorpresa ycomencé a reír antes de que me obligara a dar la vuelta, enfrentándome aél. Con una sonrisa, posé una mano en su pecho y permití que me besara.Aquello me trajo recuerdos de la noche anterior, y un nudo se formó en miestómago. Demonios, algo iba realmente mal conmigo. Me obligué aapartar aquellos pensamientos y sonreír; no tenía tiempo para ese tipo deestupideces, si podía llamarlo así.

—Y bien, ¿qué planeas hacer hoy? —pregunté en cuanto Ben alejó surostro del mío, aunque sin deshacer su abrazo. Él sonrió.

—No lo sé, podemos salir después de almorzar —sugirió enarcandouna ceja a espera de mi respuesta. Simplemente asentí y volví a besarloantes de tomar su mano y caminar hacia la cocina.

La habitación se veía tan bien como la sala; con una mesa rectangular,alacenas y bajo mesadas de madera, encimera de granito; refrigerador,cocina y microondas de color plateado, era simplemente hermosa.Comenzaba a plantarme muy seriamente la idea de que el lugar fueranuevo, aunque nunca se sabe; también cabía la posibilidad que cuidara loque tenía.

Revisando el refrigerador, que curiosamente estaba repleto, decidimoshacer un platillo no demasiado pesado, ya que para ello teníamos al de

Page 16: Aquel Estupido Beso

momento y a mi parecer no tan deseado día veraniego que nos esperaba.Mientras recogía el queso crema y la botella con aceite; se escuchó

sonar el timbre de la casa, que obviamente declaraba la llegaba de alguienal departamento. Miré con sorpresa a Ben y pregunté:

—¿Esperas a alguien?—En realidad se supone que no, pero quizás mi hermano haya

cambiado de opinión y además olvidado su llave —respondió pareciendode pronto algo incómodo. Vaya, no me lo esperaba.

—¿Tienes hermanos? —pregunté con incredulidad.—Sí, uno mellizo, y al parecer olvidé mencionarlo —dijo pasando una

mano por su cabello mientras yo le enviaba una mirada de “No me lodigas”, y me cruzaba de brazos—. Entonces, ¿quieres conocerlo? —añadiócon timidez. Me acerqué y le di un corto beso en los labios.

—Claro, ya estoy aquí, ¿no es así?Ben me sonrió y caminamos con las manos entrelazadas hacia la

puerta de entrada, mientras el recién llegado apretaba el timbre porenésima vez.

¿Impaciente? ¿Dónde?Luego de mirar por la mirilla, Ben abrió la puerta, y prácticamente

acabé petrificada cuando un chico de cabello castaño y ojos verdes medevolvió la mirada.

—Muy bien, Elle, este es mi hermano, James —presentó Benseñalando con desdén al chico al otro lado de la puerta.

En aquel momento sólo pensé en una palabra:Mierda.

Page 17: Aquel Estupido Beso

Capítulo 2.

No. Puede. Ser.

¡Examen sorpresa! Responde a la siguiente pregunta: ¿Qué es lo peorque puede sucederte?

a- “Accidentalmente” besaste a alguien cuando te encuentras saliendocon otra persona.

b-Ese “alguien” resulta ser James Clearwater, alias “El hermano delchico con quien sales”.

c-Todas las anteriores.Definitivamente, la “c”. Demonios, de todas las personas, tenía que besar a ese James. Gracias, en serio, gracias, Dios, si es que realmente existes. Por cierto,

notesé el sarcasmo. Agh, tenía ganas de lanzarme por la ventana de lacocina, golpear mi cabeza contra la pared, ALGO, pero desgraciadamentemi cerebro se había tomado unas vacaciones y me estaba dejando sola enesta. Sí, gracias a ti también, Cerebro; te reservo un hermoso lugar a milado en el infierno. Lo que sea, volviendo a la realidad, estaría en seriosproblemas si en una milésima de segundo no reaccionaba y obligaba al aireingresar a mis pulmones. ¿Cómo era? Oh, cierto; inhala-exhala, inhala-exhala ¡Pero despacio, maldita idiota, o tendrás un ataque!

Luché contra el impulso de auto-insultarme en voz alta, pues me veríadiez veces más ridícula. Y al parecer, James ya había notado la reacciónque había producido en mí, porque luego de un segundo de incertidumbre,me dirigió una sonrisa. Genial, el imbécil —sí, ahora era un imbécil—, nosólo tenía una linda sonrisa, sino que además disfrutaría con cualquier cosaque sucediera a continuación

—James, ella es Elle —terminó Ben de presentar. Casi había olvidadoque se encontraba allí a mi lado..., tomando mi mano. Genial, otro punto ami idiotez.

—Hola —saludé con cordialidad, y una sonrisa más falsa que la narizde mi tía.

Mientras Ben le permitía entrar, y cerraba la puerta tras de él, Jamesfrunció el ceño como si recordara algo y me señaló con el índice de lamano derecha.

—Oye, me resultas conocida, tú estabas en la fiesta en casa de Oliveranoche, ¿no es así? —preguntó.

Page 18: Aquel Estupido Beso

Me giré rápidamente hacia él, boquiabierta, y entrecerré los ojoscuando vi la sonrisa en su rostro que dejaba ver sus dientes evidentementepasados por frenillos durante la infancia. No, él no estaba haciendoaquello.

—¿Estuviste en la fiesta? —preguntó Ben con curiosidad. Le dirigíuna sonrisa, pero antes de tener la oportunidad de contestar, James ya habíahablado.

—Claro, por supuesto que eras tú, ibas acompañada de una pelirroja— exclamó con diversión, sin dejar de sonreír, aún cuando lo fulminé conla mirada.

Había comenzado. Aquello pronto sería una guerra.—Sí, asistí en compañía de Melanie, tú la conoces. —Me dirigí a Ben,

quien rápidamente asintió con la cabeza en reconocimiento. Luego mevolteé hacia James con mi más encantadora sonrisa. —Ahora que lopienso, creo que sí te vi por ahí, quizás intercambiando saliva con una queotra chica desafortunada —declaré esta vez siendo yo la divertida.

Sorprendido, James abrió los ojos como platos y estalló en unacarcajada.

—Te concederé eso —asintió—. Pero me temo que sólo “intercambiésaliva”, como tú lo llamas, con una sola persona.

Enarcó una ceja y se quedó en silencio. Sin embargo, reí entre dientesmientras negaba con la cabeza, como si aquello no hubiese producidoningún efecto en mí. No tengo idea cómo lo logré, pero me sentí muyorgullosa de mí misma por no ruborizarme ante aquello como laadolescente patética que Alice decía que era. Ben a mi lado pasó un brazopor mis hombros antes de decir:

—Muy bien, hermano, no necesitamos saber nada de eso.—Oye, no fui yo quien comenzó con el tema. Díselo a ella —se

defendió levantando las manos a la altura de la cabeza. Luego se dirigió amí

—. Entonces, Elle, así que eres tú la “maravillosa” chica que tieneflechado a mi “encantador” hermano. —Era fácil notar el sarcasmo quedenotaba aquella oración.

—Esa soy yo —dije con una ligera nota de desafío en mi voz. Algunaemoción cruzó su rostro, pero tan rápido como llegó, desapareció, por loque me fue imposible descubrir qué era. Como sea, no tenía por quéimportarme.

Page 19: Aquel Estupido Beso

—Bueno, han acabado con lo que parece su épica pelea, ¿regresamos ala cocina? —sugirió Ben señalando al pasillo detrás de su hermano. Jamesvolvió a su anterior sonrisa y comenzó a caminar a través de él—. ¿Qué fueeso? —añadió en un susurro.

Me encogí de hombros y lo besé, mientras sentía una sensaciónincómoda recorriéndome. Me devolvió el beso, aunque fue corto, debido aque me alejé primero mientras murmuraba “cocina”, asintiendo haciadonde se hallaba dicha habitación.

—Por favor, dime que Ben no cocinará, es terrible en ello. Por eso soyquien cocina aquí —rogó James en cuanto su hermano y yo atravesamos laentrada.

Rodé los ojos y me apresuré a negar la posibilidad; algo sorprendidapor el hecho que James cocinara, aunque debí suponerlo. Al parecer vivíanjuntos, y debí asumir que alguno sabría usar una cocina.

Un momento más tarde, retomé mi anterior tarea y luego de abrir elrefrigerador, comencé a rebuscar en su interior por algunos vegetales,salchichas, entre otras cosas que servirían para el almuerzo, para el cualtendría que tener en cuenta a otra persona.

—¿Acabaste de atacar el refrigerador? —susurró James en mi oído.Tomada por sorpresa, me levanté con brusquedad y golpeé la parte

porterior de mi cabeza con el borde del electrodoméstico. ¡Maldito sea! Lomiré con una mirada severa en cuanto me erguí en mi lugar y frotaba micabeza.

—¿Qué demonios te sucede? ¿Y por qué estás riendo? —exclaméhacia él mostrando lo enfadada que estaba—. Genial, ahora tendré dolor decabeza todo el día. Gracias, imbécil.

—Te responderé, me río porque fue gracioso. Deberías haber vistocómo levantaste rápidamente y sin cuidado la cabeza. La escena fueinvaluable — respondió aún riéndose.

Con mi mejor expresión de odio, levanté el dedo medio hacia él, sólopara recibir una gran cantidad de carcajadas. En cuanto pregunté por Ben,como si lo hubiese “invocado” o algo así, llegó explicando haberseencontrado en el baño los últimos tres minutos. Por mi parte, no me habíadado cuenta de nada, y ahora tenía un maravilloso dolor de cabeza. JamesClearwater comenzaba a ganar mi odio.

—¿Estás bien? —preguntó Ben con preocupación. James a su derecharió entre dientes.

Page 20: Aquel Estupido Beso

—Sí, sólo me golpeé con el refrigerador. Nada grave —respondí,sonriendo tranquilizadoramente, y luego dirigiéndole a James una miradaque lo silenció. Aún, así, permanecía bastante divertido.

Vocalicé “Idiota” hacia él, y volví mi atención a lo que conformaríanuestro almuerzo aquel día. A partir de ahí, el momento no podía ser másincómodo. Tenía a los dos mellizos Clearwater observando todos mismovimientos, pero sólo uno de ellos me ponía nerviosa, y no eraprecisamente Ben. No, era el otro el que me preocupaba. No sé por qué,pero tenía la vaga idea de que esperaría el momento adecuado para sacar arelucir cualquier cosa que diera indicios de lo sucedido la noche anterior. Ycomo que lo hiciera, alguien no pasaría de aquel día.

Los tres comimos en silencio. Cada tanto, mi vista se deslizabaaccidentalmente hacia donde se ubicaba James, justo frente a su hermano,y siempre lo sorprendía observándome. Lo malo aquí es que, cuandodebería regodearme en aquello, era él quien se reía de mí como si de unchiste privado a base de, bueno, de mi persona se hablase.

—¡Bien! —exclamé en un intento de aligerar el ambiente. Rayos, si sepodía cortar la tensión con un cuchillo—. No puede ser que ustedes, siendohermanos, y al parecer viviendo juntos, no hablen. Me están dando unapésima primera opinión. —Los señalé a ambos con mi tenedor lleno delechuga y atún antes de llevarlo a mi boca. James sonrió. —¿Y quécontigo? Pareces demasiado divertido.

—Bueno, me mostraré divertido tanto como pueda hacerlo —respondió él antes de regresar a su comida. Tenía algo con mirar las papasfritas, no paraba de hacerlo como si en ellas hubiese algo remotamenteinteresante. Además de idiota, era el hombre más raro que de momentohabía conocido.

—Vamos, no le hagas caso, le gusta poner incómoda a la gente —declaró Ben a mí lado, estirando el brazo para tomar mi mano con la suya.

—Oye, sólo arruinas mi imagen —rezongó James lanzándole un parde papas a su hermano, y recibiendo otras tantas de regreso. Genial, ahoratendríamos una pelea de comida. Suspiré, estaba de regreso en laSecundaria.

Rodé los ojos y continué con mi comida, esta vez más a gusto ya quehabía algo de ruido, y no sentía ninguna inquietante mirada.

Minutos después luego de que todos terminaramos con nuestroalmuerzo, mientras los mellizos se hallaban en alguna parte de la sala,

Page 21: Aquel Estupido Beso

comencé a lavar los platos sucios, secarlos y guardarlos, tal cual haciarudimentariamente en mi hogar... O bueno, lo hacía cuando me encontrabaen mi hogar. Me encontraba felizmente haciendo aquello cual sentí lasmanos de alguien en mi cadera. Reprimí saltar sorprendida mientraspensaba Por favor, sé Ben. Sé Ben.

—Hey, ¿qué haces? —susurró en mi oído.—¡Ben! —exclamé con alivio según me enfrentaba a él, con la

espalda apoyada en la encimera—. ¿Pues qué crees? —añadí, sutilmenteaclarando que era evidente—. Lavo.

Ben bajó su frente hasta posarla sobre la mía y negó ligeramente conla cabeza.

—Por supuesto que no —reprimió—. Eso era algo que podía hacerluego, o incluso James.

—Bueno, pero ya no —repuse mientras rodeaba su cuello con ambosbrazos—. Además, acabo de terminar. Intenta no “retarme” como si fuerasmi padre y yo hubiese hecho algo malo.

Ben profirió una corta risa, y luego alcanzó mis labios con los suyos.Sin embargo, por alguna razón no lo sentí realmente bien, y me retiré,alegando la más patética de las excusas: Tengo sed. Sí, bravo Elle por tumagnífica habilidad de sonar como estúpida. Necesitaba un golpe conurgencia; no había que ser gran genio para entender que no quería admitirmi incomodidad debido a la presencia de James en la casa.

Sí que parecía una adolescente patética. Pero no lo reconocería frentea Alice, eso sólo le subiria el ego aún más, si es que eso era posible.

Sólo para que mi mediocre excusa tuviera efecto, tomé el vaso máscercano y serví en él un poco de jugo de pomelo que había quedado delalmuerzo. Por supuesto, no tenía sed, pero aún así ingerí el vaso completo,como si no hubiese bebido nada en los últimos meses, o algo así.

—¿Qué demonios sucedió con la consola? —gritó James desde lasala. Recordando aquella mañana, cuando Ben me había llamado, comencéa reír. No obstante, él suspiró con pesar y negó con la cabeza.

—Bien, han liberado a la Bestia. Deseame suerte.—Rómpete una pierna. —Sonreí mientras lo veía alejarse, y luego

hice una mueca en cuanto escuché un par de maldiciones contra Ben.Lección aprendida: No meterse con los videojuegos de James. Creo.

Pronto permanecieron en silencio, por lo que asumí que no había sido tan grave... O Ben estaba muerto. Esperando ver sangre corriendo por la sala, caminé sigilosamente hasta allí sólo para encontrarme con dos jóvenes que sólo los diferenciaba el color de cabello, la actitud, y bueno, eran muy distintos para ser mellizos, pero que en fin, estaban conectando una consola apenas magullada en uno de los lados, al televisor. Los observé enarcando una ceja, al parecer el peligro había acabado, y se había convertido en lo que parecía una partida de algún tipo deNeed for Speed, quizás el Hot Pursuit. ¿Qué? A una chica pueden gustarle

Page 22: Aquel Estupido Beso

los juegos de carreras.Permanecí bajo el umbral de la puerta con los brazos cruzados sobre

el pecho, observando fijamente a ambos muchachos jugar, y deseandotener un joystick sólo para mostrarles a los novatos cómo se jugaba unabuena carrera callejera en persecución con la policia. Por lo que pudenotar, James le llevaba a su hermano una ventada de casi un minutos, yBen era pésimo en los controles. Definitivamente el dueño de la consolaera el primero. De otro modo, Ben sabría cómo usar un maldito control.Vaya, ese chico necesitaba rápidas lecciones de manejo.

Ambos se encontraban acalorados discutiendo entre sí sobre quiénganaría primero, cuando de pronto la pantalla del televisor se puso negra, yde hecho, todo en el departamento se apagó. Escuché a Ben maldecir antesque ambos lanzaran en movimientos inconscientemente sincronizados suscontroles al suelo, y se levantaran para revisar lo que había ocasionado lapérdida de energía eléctrica en todo el lugar. James me dirigió una miraday frunció el ceño, como si se hubiese olvidado de mi presencia allí. Comotoda una infante, me encogí de hombros y saqué la lengua, sólo para recibiruna mirada confundida que acabó con una carcajada.

—Habrá que revisar los fusibles o algo así, supongo —anunció Ben,que se dirigía a una de las habitaciones en el pasillo.

—Lenny sabrá qué hacer. O al menos debería. —James se encogió dehombros.

—Tienes razón, iré a verlo —estuvo de acuerdo. Lo miréboquiabierta, esperando que fuera una broma—. Y en mi ausencia, intentenno matarse. — Lo decía con seriedad. Rayos, no era una broma. Lo observémientras se acercaba a la puerta de salida mientras mis pensamientosgritaban algo como

¡No me dejes sola con James!, pero evidentemente no me escuchó, ydudaba que lo hiciera.

Poco después, él había salido por la puerta, y yo la miraba comoidiota. Escuché a James aclararse la garganta, y no tuve más opción queenfrentarlo.

—Entonces, estamos solos —evidenció enarcando las cejas.—Así es —confirmé con un aplauso.Sólo esperaba que Ben usara el ascensor para la ida y vuelta, y

volviera lo antes posible.

Page 23: Aquel Estupido Beso

Capítulo 3.

Simplemente genial.

Si hiciera una lista de los peores momentos de mi vida,definitivamente todos comenzarían desde aquel punto en que descubrí queBen tenía un hermano. James. Maldito, estúpido, pero aterradoramenteencantador James. Okay, estoy exagerando, pero seamos sinceros, estaba acentímetros de él, con el rostro más pálido que el de un vampiro, y sinninguna idea de qué decir; porque me observaba intensamente y con unaenorme sonrisa divertida, como si fuera un niño, a punto de probar sunuevo juguete.

Demonios, quería intercambiar papeles con otra pobre idiota, paranada deseaba ser el juguete.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —preguntó sin moverse un ápice.—Vete. Al. Infierno —respondí al fin encontrando mi voz. Y vaya si

sonaba más ruda de lo que hubiera deseado.Como habría esperado, James comenzó a reír y negar con la cabeza.

Me crucé de brazos ¿Qué en el mundo le era tan gracioso? Oh, sí, cierto;los dos solos en su departamento, yo incómoda, él probablemente a puntode tener la diversión de su existencia...

La vida era una perra a veces. Por eso de vez en cuando la odiaba.Como obviamente no iba a seguir cualquiera que fuese su estúpido

juego, me apresuré a atravesar la sala hacia... No sé, la cocina, o lo que sea.Sólo deseaba poner algo de distancia entre nosotros dos. Pero por supuesto,como era de imaginarse, no compartíamos los mismos pensamientos, yaque tomó mi brazo y antes que pudiera librarme de él, de alguna manerame encontraba frente suyo, con una mano en su pecho. Agh, tenía que estarmás alerta, no podía ser que me tomase de aquella manera y pudiese salirileso. No, no iba a lastimarlo; por Dios, sólo era una manera de decir. Sí,ya sé, se comprendió, pero estaba demasiado frustrada conmigo mismacomo para que me importe.

Desgraciadamente, debido a la cercanía en la que me encontraba,comencé a respirar pesadamente, como si el aire se negase a entrar en mispulmones. Estúpido organismo. Lo bueno, es que él parecía encontrarse dela misma manera, o al menos eso fue lo que su pulso le mostró a mi mano

Page 24: Aquel Estupido Beso

aún sobre su pecho, la cual aparté rápidamente cuando comenzaba unintento de poner distancia entre ambos. Intento inútil la verdad, porqueposó sus manos sobre mis caderas y me atrajo más a él. No, esto, de todaslas cosas, no podía estar pasándome. Y no, no iría más lejos; no al menosmientras recordara cómo respirar con normalidad. Lo cual esperaba condesesperación que fuera pronto.

—Así que, resultaste ser la novia de mi hermano. —Aunque aquellaoración susurrada era una afirmación, sonó más como una pregunta, y mesentí con la necesidad de responder.

—Bueno, no sé si tan formal, pero algo así. Y sólo para que conste,esto no se ve muy bien —respondí con una expresión en mi rostro quedemostraba mi punto.

—He aquí el problema; al parecer ninguno sabía quién era el otro, yahora no puedo dejar de pensar en tí. —Aw, sonó tan bien, tenía ganas debesa... Espera. ¿Qué? No, pon pausa a tus pensamientos, Elle, retrocede y¡vuelve a la realidad! Tú. Estás. Con. Ben.

Cierto. Ben. Vaya genio que soy, ¿eh?Sacudí la cabeza, y me obligué con todas mis fuerzas a empujar el

pecho de James para alejarlo. Eso es. Distancia. Él me miró extrañado,pero una milésima de segundo más tarde volvió a su anterior sonrisa, antesde cruzar los brazos sobre el pecho. Movimiento que igualé al momento.¿Por qué? No sé.

¿Mostrar algo de seguridad en mi misma que no poseía realmente?Posiblemente.

—Sabes, no me imagino la cara de mi mujeriego hermano si seenterase lo sucedido anoche. —Creo que todo el color salió de mi cara encuanto escuché aquello. Lo observé un momento para descubrir sí... Oh, sí,estaba bromeando. Maldito imbécil, sólo se estaba divirtiendo conmigo...Otra vez. Como que las cosas siguieran así, siempre caería en sus trampas.Simplemente genial. Pero claro, si él quería jugar, pues entonces,juguemos. Conmigo no la pasaría tan fácil.

Me acerqué nueva y lentamente a él, hasta que dos o tres centímetrosnos alejaban. Levanté la cabeza, ya que era casi diez centímetros más altoque yo; y sonreí, como si estar tan cerca de él no me afectara en lo másmínimo.

—Mira —dije picando su pecho con mi dedo índice—. Como que túmenciones una sola palabra de lo sucedido ayer por la noche, te arrancaré

Page 25: Aquel Estupido Beso

eso que tienes entre las piernas que los de tu género tanto aprecian —agregué mientras lo miraba con desafío. No obstante, él bajo su rostro almío y susurró en mi oído:

—He sabído que los de tu género lo aprecían un tanto más.En cuanto se alejó, quedé boquiabierta. Muy bien, eso me había

dejado fuera de combate. Dudaba que existiera otra forma más efectiva detaparme la boca con doce palabras, de las cuales ocho eran monosílabos.Sin embargo comencé a reír. Aquello por alguna razón me había puestonerviosa, y una vez que inicié, no podía ponerle fin a mi ataque de risa.James se unió a mi sólo con una sonrisa que me robó el aliento; pero aúnasí me obligué a dejar mi histeria a un lado y plasmar en mi rostro laexpresión más seria que tuviese. Cuando me dí cuenta, y di mi última risa,tenía los ojos llenos de lágrimas. Al parecer había reído más de lo quepensé. Froté las manos en ellos y me enfrenté a James con la mirada másdura que tenía, antes de susurrar:

—Eres un imbécil. —Negó con la cabeza.—Yo no comencé con aquello —replicó él.—Pero como que sigas con ello, te golpearé —amenacé, señalándolo

con un dedo.—Entonces eres ruda. —Nuevamente, como hasta entonces, se veía

divertido.—Oh, aún no me has visto siendo ruda —repuse frunciendo el ceño

hacia él. Dio un aplauso y metió las manos dentro de los bolsillos de suchaqueta.

—Tal parece que me divertiré demasiado contigo —afirmó. Antes quepudiera saber a qué rayos se refería con ello, ya estaba hablando de nuevo—. Y para que lo tengas en cuenta, lo que dije anteriormente, sobre“intercambiar saliva” con una sola “desafortunada”, como tú dijiste, eracierto. —Creo que jamás me había visto tan tomada por sorpresa en mivida.

—Muy bien —dijo Ben cuando ingresó al departamento. Di unrespingo, y me ubiqué a una distancia decente de su hermano—, al parecerha habido un problema desde la compañía eléctrica, por lo que tendremosque esperar un par de horas hasta que todo se solucione. —Avanzó hastamí y me observó con el ceño fruncido y una expresión teñida depreocupación. —¿Estás bien? — preguntó—. Estás pálida.

Lo miré con una sonrisa. Que lindo era.

Page 26: Aquel Estupido Beso

—Estoy perfectamente —aseguré, evitando la mirada de James.—Bien, ya que no tenemos mucho más que hacer, creo que

anteriormente te invité a salir luego de almorzar —recordó Ben mientraspasaba una mano por mis hombros. Sonreí ante la propuesta y asentí con lacabeza. Lo que más necesitaba era salir del Tártaro. Rápido.

***

Treinta y cinco minutos después, nos encontrábamos caminando por

una zona peatonal de la ciudad que se hallaba rodeada de todo tipo detiendas de ropa, heladerías, librerías, restaurantes, locales de comidarápida, algunos cines, entre otros. Era una zona extensa, de casi unkilómetro medio de longitud, que generalmente servía para lo que eraturismo en épocas como aquella. Se ubicaba recorriendo en línea rectatrece cuadras que comenzaban en la Avenida Principal, y acababan acincuenta metros del comienzo de la una vez blanquecina arenaperteneciente a la costa; la cual había adquirido un tono algo grisáceogracias a la constante contaminación que dejaban en mayor parte losturistas. No es que odiara a los turistas, pero si alguien me pidieraeliminarlos como a cucarachas, no me negaría.

En aquel preciso momento me encontraba luchando con mi helado dementa granizada, que se negaba a permanecer en la cuchara de plástico queme habían dado en la heladería. Estaba a un segundo de gritar ¡Aldemonio!, y pasar la lengua al excedente del pote como toda unacavernícola. Y por supuesto, unos segundos después, lo hice, sinimportarme que Ben comenzara a reír a carcajadas.

—¿Qué demonios estás haciendo? —preguntó con diversión. Levantéla mirada de mi desastrozo helado y limpié mi mejilla con una servilletaantes de responder.

—Elle no poder con helado. Elle querer comer helado —dijeengrosando un poco la voz y pronunciando las palabras lentamente, comoimaginé que un cavernícola lo haría. ¿Por qué? Me pareció un apropiadodetalle que agregar.

—Entonces, Elle tampoco poder hablar correctamente —dijo Benimitando mi manera de hablar. Muy bien, sonaba gracioso y ridículo.

Comencé a reír y negar con la cabeza antes de regresar a mi heladocon la inútil pero “civilizada” cuchara de plástico. Me planteé muyseriamente la idea de llevar una cuchara normal en mi bolsillo. Sólo por si

Page 27: Aquel Estupido Beso

acaso volvía a comprar helado de pote y me entregaban una de esasinservibles, planas y de plástico.

—Me rindo —dije finalmente, luego puse la cuchara a centímetros demi rostro—. Cómo cuchara, apestas, eres una deshonra para los de tu clase.

—Wow, para un minuto, o herirás sus sentimientos. —Miré a Ben condureza antes de lanzarle al rostro mi pedazo de plástico. Sonreí victoriosacon su sorpresa. —Oye, no hagas eso, o vendrá Mamá Cuchara a darte unapaliza.

Lo empujé en el pecho, apartándolo de mí. —Imbécil —espeté.Ya que no deseaba probar suerte con ese helado —primero porque

sólo me enojaría, segundo porque había lanzado mi cuchara—, decidí quelo mejor sería lanzarlo al cesto de basura. Sin embargo, cuando cerca vi aun niño acabando otro, con mucha más habilidad de la que yo tuve en losúltimos veinte minutos, me acerqué hacia él y le ofrecí el mío. Su madre,que parecía unos seis o siete años mayor que yo, me observó enarcando lascejas, y en respuesta me limité a encogerme de hombros.

—Es esto o desecharlo a la basura. He tenido una épica batalla con ély no ha cooperado en ser ingerido —me excusé como si mis palabrasfueran lo más natural que existiese. La mujer comenzó a reír.

—Está bien —accedió ella—. Tómalo, Jamie.Sonreí al niño que aparentaba nueve años frente a mí mientras le

alcanzaba el pote técnicamente lleno. Luego caminé de regreso a Ben, quese encontraba cruzado de hombros, observándome con tal diversión que merecordó a James media hora atrás.

Elle, vuelve al chico frente a ti antes de que te ganes un golpe.—¿Épica batalla? —preguntó él.—Oh, cállate. No soy quien dijo tener una intensa lucha con el

shampoo esta mañana —repliqué intentando sin éxito parecer molesta.Riendo, Ben posó un brazo sobre mis hombros antes de besarme en lamejilla.

—Tienes razón, supongo —dijo.Rodé los ojos mientras seguíamos avanzando por la Peatonal, que a

aquellas horas se encontraba abarrotada de locales y turistas. Era simplediferenciarlos unos de otros; los locales eran en su mayoría grupos deadolescentes que hacían de las suyas, discutían y reían como idiota, o bieneran aquellos que se enojaban por no poder atravesar el lugar con su usualrapidez, mientras que los turistas eran mayormente lentos y se tomaban

Page 28: Aquel Estupido Beso

todo el tiempo del mundo para mirar un centímetro de vidriera o dar dospasos seguidos. Demonios, era como si le estuvieran pidiendo permiso asus propios pies para avanzar, ¡era simplemente frustrante! Comenzaba asentir la increíble necesidad de empujarlos para pasar, o de golpearlos ygritar ¡despierta!

Bueno, ahí una razón por la que no es realmente bueno ir comigo aninguna parte durante vacaciones. Me volvía increíblemente molesta. Pero,en mi defensa, era todo culpa de los exasperantes turistas.

Muy bien, listo, me quejé demasiado. Necesitaba despejar mi mente,rápido, y de esa manera volvería al ser increíblemente agradable que era.Sí, lo sé, ni yo me creía esa. Buen chiste, Elle.

—¿En qué piensas? —preguntó Ben de pronto. Genial, otra vez mehabía perdido en mis pensamientos.

—En que me quejo mucho. —Me encogí de hombros.—Quizás —estuvo de acuerdo—. Pero aún así te quiero.—Es bueno saberlo —asentí.Luego de recorrer varias galerías, las cuales ya conocía al derecho y al

revés, seguimos nuestro camino hasta encontrarnos, veinte minutosdespués, a metros de la playa. Como era de esperar a la una y media de latarde, se podían observar decenas sino cientos de sombrillas, carpas deplaya, entre otros, pertenecientes a todos aquellos que deseaban disfrutarde un día a orillas del mar como era aquel. En mi caso, yo odiaba elocéano, ya que a los nueve años, luego de pisar mal en la arena, la corrienteme arrastró siete metros adentro, y de no ser por los rescatistas, hasta lafecha seguiría durmiendo con los peces.

Tomé una bocanada de aire con el recuerdo. Había sido ya hace doceaños, pero aún me afectaba, y no podía acercarme mucho al mar debido aaquello. Aunque en aquel momento, tendría que haber tenido más cuidado,supongo.

—Sabes, me gusta estar contigo —dijo Ben de pronto. Alcé la vistahacia él.

—Que bueno, porque pienso lo mismo —respondí, ya que no sabíaqué otra cosa decir.

—Hace una semana y media que estamos saliendo... —Enarqué unaceja.

—Lo sé...Me dirigió una mirada, parecía a punto de decir algo, pero sin saber

Page 29: Aquel Estupido Beso

cómo comenzar. Y claro, yo sólo debía ponerlo incómodo presionándolo.Resultaba bastante divertido a decir verdad.

—Vamos, grandulón, sólo habla —insistí, sonriendo.—Muy bien. Lo único que quería era preguntarte si tú...—Si yo... —Sí, definitivamente me estaba divirtiendo con su titubeo.—Al demonio. ¿Quieres ser mi novia?Abrí los ojos como platos. Bien, eso definitivamente no me lo

esperaba.—¿Así como, oficialmente? —Vaya pregunta estúpida. Ben rió.—Pues claro —asintió.Me tomé un momento, sin saber realmente qué responder. Está bien,

la respuesta era tan sencilla como “sí” o “no”, pero simplemente no sabíaqué decir. Cuando comenzamos a salir, una semana y media atrás,habíamos dejado en claro que sólo era una prueba, para saber si funcionabao no, por lo que para “nosotros” no había titulo mayor a “saliendo”. Volvími atención hacia él, pensando Al demonio, no importaba cuánto lopensara, la respuesta sería la misma.

—Sí —dije finalmente.

Page 30: Aquel Estupido Beso

Capítulo 4.

Lo que digas.

—Mi vida parece una telenovela —anuncié mientras me lanzaba en la—Una barata, si me permites —estuvo de acuerdo Melanie, que se

ubicaba a los pies de la cama donde ahora estaba prácticamente“echada”—. Esto te pasa por besar al hermano de tu actual novio.

—¡Yo no sabía que era su hermano! —repuse, tapando mis ojos conambas manos como niña haciendo berrinche—. De hecho ni siquiera sabíaque tenía un mellizo. Agh, que hermosa amiga eres, no ayudas en nada.

—Oye, esto es toda culpa tuya. Sabías que estabas saliendo conalguien; eso no te importó, besaste a alguien en una fiesta que resultó serhermano del chico con quien sales y ahora aceptaste ser su novia. A eso lellamo masoquismo —Melanie resopló, mientras yo meditaba sus palabras.Era un buen resumen de lo sucedido desde la noche anterior hasta la fecha,pero ese no era el punto en aquello.

—¿Qué me recomiendas hacer, oh sabia Melanie? —rogué saber,ubicándome de costado para ver su rostro con totalidad. Me observabacomo si yo fuese una niña sin remedio alguno.

—¿En serio quieres que te de un consejo? —preguntó, incrédula.Asentí con la cabeza y me gané un suspiro. Odiaba los suspiros—. Tienesque estar muy confundida, o desesperada, ya que lo único que por mi parteharía, sería alejarme rápido de los dos.

Eso me causo curiosidad. —Y eso, ¿por qué? —Fruncí el ceño.—Para evitar problemas —respondió tranquilamente, encogiéndose

de hombros—. A ti no te gustan las películas románticas, pero si vierasalguna de vez en cuando, sabrías que esto pronto te estallará en la cara.

—Si que sabes cómo bajar los ánimos de las personas. —Me crucé debrazos.

—Sí, pero igual me amas —respondió ella con una sonrisa. La miréun segundo y me eché a reír.

—Tienes razón —estuve de acuerdo.Suspiré con pesar y cerré los ojos, como si aquel mínimo movimiento

lograra hacerme invisible o algo así. Lo único que esperaba, era superarcon rápidez todo aquello, y por supuesto, que Melanie estuviera

Page 31: Aquel Estupido Beso

equivocada y la situación no me estallara en la cara.—Pareces una niña —dijo un momento más tarde. Demostrando su

punto, hice un mohín. Melanie suspiró—. Agh, Elle Daniels, deja de seruna llorona y levanta el trasero de la cama.

Abrí un ojo. —Lo que acabas de decir no tiene una mota de sentido —señalé.

—Lo sé, pero quería tener algo que decir —respondió, encogiéndosede hombros.

Negué con la cabeza mientras sonreía. Vaya mejor amiga que tenía.Entonces, gemí al recordar que al otro día debía trabajar. Maldita sea,

lo había olvidado por completo; y además, en la cafetería donde eracamarera, una de mis compañeras tenía el día libre, por lo que me tocabaservir a sus mesas. Sí, es cierto, necesitaba aquel “trabajo de verano”, peroapestaba tener que hacerlo. Envidiaba profundamente a aquellos que encuanto a lo económico tenían la vida “arreglada”. Digo, sería todo mássimple de aquella manera... Creo.

Bien, si algo estaba claro, era que debía dar un salto de regreso a larealidad y preocuparme por cosas importantes, como prepararme para alotro día volver al trabajo, ya que las cuentas de mi hogar, al cual estabadesesperada por volver, no se pagaban solas. Sólo por eso, extrañaba vivircon mis padres, completamente mantenida; por malo que ello suene.

—¿Acabaron con su estúpida charla? —dijo una fina y arrogante voz.Alice se hallaba apoyada en el umbral de la puerta, inspeccionando susuñas recientemente pasadas por una manicura.

—¿Qué rayos quieres, Alice? —pregunté mientras me levantaba.—Yo no —respondió con indiferencia—. Tu madre está insoportable,

no sé para qué te busca.Claro, cena; pensé mientras con un suspiró me dejaba car nuevamente

hacia la cama. Escuché la risa burlona de Alice y la vi retirarse. Malditasea ella y su actitud.

—¿Quieres quedarte a cenar? —casi rogué a Melanie. Ella sonrió y seencogió de hombros.

—Claro, Jenn está en una fiesta y se quedará a dormir. Estoy libre —accedió.

Como claramente no sabrán, la cena fue un desastre. No memalentiendan, el carpaccio que preparamos mi madre y yo estabadelicioso, el problema estuvo mientras lo hacíamos, y luego cuando

Page 32: Aquel Estupido Beso

estábamos comiendo. Simplemente, Alice y mi madre no paraban dediscutir por idioteces, y mi padre, Melanie y yo desistimos como diezminutos después de comenzadas sus peleas. Siendo realmente francos aquí,no sabía quién era más idiota, si mi tía con su ser arrogante, o mi madreque tenía el doble de su edad y aún así le seguía el juego. Era inútil hallarla manera de callarlas. Por cosas como esa agradecía al mundo no tenerhermanos. Ya era impaciente, intolerante y quejumbrosa por naturaleza, nonecesitaba a nadie para potenciar aquello.

Más tarde, luego de ver a Melanie marcharse, subí con rapidez lasescaleras y me lancé a mi cama, escuchando el sonido de los resortesestrujándose. Vaya, la cama estaba vieja; aunque era de esperarconsiderando que tenía algo de nueve años, y tres sin usar.

No tenía ganas de nada realmente, ni de pensar muy a fondo acerca denada, porque eso básicamente me llevaría a aquella tarde... Cuando dijeque sí, y por alguna razón pensé en James...

Tapé mi cara con las manos. Me odiaba por ser tan estúpida, odiaba aBen por haber sido tan lindo conmigo todo el tiempo, pero por sobre todoodiaba a James por resultarme, no lo sé, ¿Encantador? Agh, no lo sé, perotenía que dejar aquello rápido. Es decir, ¡nada de lo que pensaba, decía yhasta hacia tenía sentido! Dios, invito a cualquiera a acercarse y darme unbuen golpe a la cara. ¿Algún voluntario? Estoy esperando...

Lo que sea, ahí terminaba todo mi dilema. Ahora era novia de Ben.James sólo era su hermano y lo había besado por error. No negaré que megustaron esos minutos que estuve con él, pero era pasado; y adios, mundo.

Sólo con ello, me acomodé en la cama y me dejé ir en un sueñoprofundo.

***

—¡Cuidado! —gritó alguien a mi espalda. Tenía una enorme bandeja

con algunos platos y vasos de vidrio que me impedían moverme confacilidad.

Me detuve con brusquedad, suspirando de alivio cuando nada se cayóal suelo. Suerte que alguien me advirtió, o habría resbalado con una buenaporción de suelo mojado.

—Demonios, ¿y el maldito cartel? —gruñí mientras dejaba la bandejaa un lado—. ¡Collin!

Desde la cocina, el muchacho de aspecto “Justin Bieber” a los trece

Page 33: Aquel Estupido Beso

años asomó la cabeza con una expresión de disculpas y una mirada ups-lo-olvidé. Como era de esperar, lo fulminé con la mirada antes de poner elestúpido cartel amarillo que advertía sobre suelo mojado, y regresar a labandeja para dejarla en el fregadero. Estúpido Collin.

—¿Insultaste a Collin lo suficiente? —preguntó Melanie desde elmostrador, sirviéndole una taza de café a una chica que parecía habersalido recientemente del trabajo. Suertuda, yo tenía que estar ahí hasta lasdiez de la noche.

—No, no lo hice —repusé avanzando hacia ella. A medio camino medetuve—. ¡Collin! —grité, llamando su atención. Lo apunté con el dedo—.Eres un idiota. —Observando como reía y se metía nuevamente en lacocina, me giré hacia Melanie. —Ahora sí fue suficiente.

—Genial —asintió ella—, porque tienes que tomar la mesa siete.Recuerda que Nicole no está y te tocan sus mesas.

Maldición, mesas extras. Es cierto, en todo caso sería mejor, y ganaríamás dinero, pero yo era floja por naturaleza, y odiaba el trabajo extra. Sinembargo, me llamó la atención la sonrisa de gato Cheeshire que Melanietenía en el rostro. La chica era extraña a veces. Suspiré y negué con lacabeza, volviendo a mi trabajo, con mesas extras, aquella sería una nochelarga.

—Bien, ¿mesa siete? —accedí finalmente como si aquello mesuponiera un gran riesgo.

Melanie asintió con entusiasmo como uno de esos muñecos cabezonesy desvió su atención hacia un hombre que recientemente se había acercadoal mostrador. Rodé los ojos mientras tomaba mi anotador, y caminabahacia la dichosa mesa siete. Era una pareja, el hombre estaba de espaldas amí, mientras que la mujer se encontraba con la cabeza inclinada sobre subolso, su cabello negro caía sobre lo poco de rostro que quedaba a la vista.

Me detuve entre ambos sólo observando a mi anotador y comencé conel tedioso y repetitivo monólogo.

—Bienvenidos a los dos. Mi nombre es... ¿Nicole? —preguntéincrédula cuando la mujer levantó la vista.

—Bueno, ese es mi nombre. Hasta donde sé, el tuyo es Elle —respondió ella con diversión.

—Vaya sorpresa. —Exacto, vaya sorpresa. El hombre que laacompañaba, quien resultó ser James, me sacó las palabras de la boca.

Muy bien, esto se estaba poniendo raro. Nicole tenía día libre, ¿y

Page 34: Aquel Estupido Beso

cenaba en su lugar de trabajo? Y además, ¿con James? Repito: raro.—Entonces, ¿se conocen? —pregunté con curiosidad. James me

observó con las cejas enarcas y sonrió.—Entonces, ¿trabajas? —preguntó él imitándome. Ya comenzaba a

usarme para su diversión. Idiota.—Si, ahora responde a mi pregunta. —Me crucé de brazos y pasé mi

pesó de una pierna a otra.Sin embargo, fue Nicole quien respondió.—Antes de que comiencen a pelear, sí, somos amigos; y nos

encontramos aquí porque James perdió una apuesta. Tiene que pagarme lacena. Y antes que lo preguntes, vinimos aquí porque fue el primer lugarque cruzó mi mente. —Una sonrisa arrogante se extendió en su rostromientras se cruzaba de brazos.

—Oh, entonces, hazlo pagar —incité apuntando a James como si ésteno supiese que lo hacía. Nicole comenzó a reír, y tardó un momento enhablar.

—Bueno, a eso vine —afirmó sonriendo.—Nicole, deberías alejarte de Elle Daniels. Es mala influencia para ti

— agregó James intentando parecer molesto. Enarqué una ceja y antes depensar en si era una buena idea o no, golpeé su cabeza—. Oye, eso duele —se quejó dirigiéndose a mi. Le sonreí con arrogancia sin apartar la mirada.

—¿Mala influencia? Tonterias —exclamó Nicole con una risa falsa—.La chica parada a tu lado es simplemente encantadora. De no ser porque esla novia de tu hermano, de seguro habrías caido enamorado de ella.

Finalmente aparté la mirada de James entretanto tosía nerviosamente.Si la cosa se había puesto rara, ahora era incómoda. No obstante, no mepasó desapercibido el que James me observara con diversión en cantidadesépicas.

—¿Estás bien? —preguntó con una sonrisa. Vaya noche, todossonreíamos demasiado por nada en particular. O eso parecía.

—Imbécil —le dije. Luego me obligué a serenarme cuando recordéque casualmente me encontraba trabajando, y no en una reunión con misamigos—. Entonces, ¿van a ordenar o qué? Melanie me matará si noregreso.

Estuve unos tres minutos anotando todo que lo que ambos deseaban,riendo entre dientes cuando me di cuenta que a propósito estaba pidiendolo más caro del menú. Quería darle un abrazo a la chica por ello. No lo sé,

Page 35: Aquel Estupido Beso

pero era algo satisfactorio hacer algo en contra de James.—Muy bien, en breve vendré con sus ordenes —dije

encantadoramente antes de retirarme—. Ya veo por qué tan sonriente aldecirme que fuese a la mesa siete —refunfuñé hacia Melanie en cuantollegué al mostrador.

Tomó mi anotador regodeándose pero sin responder y me guiñó unojo. Quería asesinarla por ser tan..., ella. Dios, en serio necesitaba ungolpe. ¿Por qué? Simple: Soy. Una. Idiota. ¿Así o más claro?

—Que bueno que la hayas pasado bien, porque tienes que atender lamesa nueve y la trece —dijo ella al cabo de unos minutos cuando regresó.Odiaba que ella estuviera en el mostrador y yo sirviendo. Incluso se lo dijevarias veces, y en ese momento también. Pero como siempre, se limitó areirse de mis quejas. Sí, yo y mis quejas, ¿qué sería de nosotras si fuerauna persona más “tranquila”? Supongo que ni siquiera nos habríamosconocido—. Ten en cuenta esto, no habrías tenido ese ápice de diversión eneste aburrido lugar de no ser porque atiendes las mesas.

“Aburrido lugar”, claro, con todas las cosas que allí pasaban, nisiquiera ella se lo creía.

—Claro, lo que digas —respondí con indiferencia y recogí mianotador para continuar con mi trabajo.

—¡Admite que me amas! —gritó con diversión dejando de lado a unaenojada chica que hacía diez minutos le pedía un batido para llevar.

Me dirigí hacia ella y señalé a la chica mientras ella reía y negaba conla cabeza. Cuando di la vuelta, aún caminando, no supe que alguien estabajusto detrás mío hasta que me di cuenta que había caído al suelo.

Bueno, la torpeza de la secundaria había vuelto a mí.

Page 36: Aquel Estupido Beso

Capítulo 5.

Ahora sí, te odio

—Ya entiendo por qué mi hermano te quiere. Ambos son muy torpes— dijo James extendiendo una mano para ayudarme. Algo que habría sidomuy lindo... Si no hubiera reído primero.

—Eres un idiota —gruñí mientras lo alejaba con un empujón y melevantaba sin su ayuda.

—Oye, sólo quería ayudar. —Parecía sincero, pero no le creí, sóloestaba divirtiéndose.

—Sí, como digas —respondí con molestia mientras sacudía micamisa para sacarle la tierra que la caída le había dado—. Hazme un favory desaparece.

—Primero dejas que te bese y ahora me dices “desaparece”. Eres muycontradictoria, Elle —señaló mientras se cruzaba de brazos. Me volteé a élcon los ojos entrecerrados, intentando saber qué demonios planeaba conaquello. Por supuesto, se veía divertido, y por supuesto, tenía ganas degolpear su rostro.

—Creí haberte amenazado si mencionabas una sola palabra de aquello—le recordé.—Y yo creo que medio segundo más tarde te cerré la boca. No creo

que desees volver a ese momento. Si mi memoria no me falla, estástrabajando — aclaró, silenciándome.

Maldito sea él y tener la razón. Lo empujé con ambas manos ycomencé a caminar de regreso a mi trabajo, el que casualmente perderíapor su culpa si seguía así.

—Ahora sí te odio. Antes sólo intentaba convencerme de ello, pero yaestoy totalmente segura —afirmé.

—Y ahora estoy absolutamente seguro de que me divertiré contigo. Essimplemente gracioso el que te pongas a la defensiva todo el tiempo —respondió con su sonrisa arrogante. Por Dios, si hasta tenía ganas de gritarde frustración.

Con una respiración profunda, me alejé de él antes de hacer lo que mimente deseaba, y finalmente perder la única fuente de ingresos que teníahasta graduarme como abogada.

Page 37: Aquel Estupido Beso

Afortunadamente Nicole había arrastrado a James fuera del lugar, porlo que el resto de la noche fue tranquila. Eso si consideras al descontroladoy bullicioso equipo de fútbol de la secundaria, un par de borrachos y unaniña de tres años berrinchuda como algo tranquilo. Aunque claro, para unanoche de lunes era inusual la llegada del equipo, ya que siempre esperabanhasta el juego del viernes para aparecer.

Unas dos o tres veces había recibido llamadas de mis padres, y otrapor parte de Ben; esta última sólo para saber si estaba bien. Al parecerJames le había mencionado de mi tropiezo, y uso aquello como pretextopara robarme algunos minutos de tiempo. Realmente no me molestaba,apreciaba el momento, aún cuando tenía una hermosa mejor amiga que noparaba de molestarme mientras lo hacía..., y no es como si ella no tuvieranada más importante que hacer durante aquel momento.

Exactamente a las diez de la noche, con mi último insulto a Collin —sí, lo sé, pobre Collin; era como mi compañero designado para insultos,aunque de hecho me parecía agradable—, Melanie y yo nos fuimos casicorriendo de la cafetería. Como siempre, la llevé a casa en mi auto; no escomo si no dispusiera de uno, pero a mi particularmente no me gustaba queme llevasen, por lo que era quién conducía de las dos. Eso claro, siempre ycuando fuéramos al mismo lugar.

—¡Hola, Elle! —saludó Jennifer con entusiasmo desde la entrada.—¿Qué hay, Jenn? —dije mientras observaba a la joven de trece años

de edad, igual a su hermana excepto en el cabello negro, acercarse anosotras.

—¿Te quedarás a cenar? Di que sí —rogó con las manos entrelazadasdelante de su rostro y una expresión idéntica al Gato con Botas; esa que tehacía decir “Awww” como idiota involuntariamente.

—Eso depende de lo que diga tu tutora —respondí mientras hacía unmovimiento de cabeza hacia Melanie.

Sólo para que se sepa como por qué Melanie era la tutora legal de suhermana menor, mencionaré lo siguiente: su madre había muerto duranteel nacimiento de Jenn y el progenitor que restaba era un asco de padre, lascicatrices en la espalda de ambas lo comprobaban. Ya que no tenían másfamiliares, cuando teníamos catorce años la ayudé a escapar de casa junto ala niña de cinco años para que se quedaran en la mía. Luego de batallar conun juzgado mis padres obtuvieron la tutoría de ambas, y en cuantocomenzamos la

Page 38: Aquel Estupido Beso

Universidad a los dieciocho, Melanie se mudó a su actual hogar juntoa Jenn gracias a la herencia que descubrieron que su madre les habíadejado. Y bueno, aquí estábamos tres años después, todos felices ycontentos, esperando a la respuesta de mi querida mejor amiga.

—Lo que sea, de igual manera te quedarás —respondió ella mientrasintentaba parecer indiferente.

Después de aquella noche los días fueron normales. Tediosos ypatéticamente normales. Había recuperado mi hermosa y para nadatenebrosa casa sacada-de-una-película-de-horror, pasaba mis tardes ynoches de lunes a viernes trabajando en la cafetería, y la mayor parte de mitiempo libre estaba ocupada básicamente por Ben. Casi siempre salíamos,por lo que eran pocas las veces que nuestros caminos y James se cruzaban.Aunque esas eran suficientes para que me hiciera la vida imposible.

Definitivamente sacando su ser idiota a la luz, hacía bastante simpleel odiarlo realmente.

***

Y así aquel día, llevaba un mes saliendo con Ben. Sí, lo sé, nada

técnicamente hablando.—Entonces, ¿cena? —preguntó Ben a través del otro lado de la

llamada.—Bueno... Si tu lo dices —accedí mientras frotaba mis ojos—. Ben,

no quiero bajarte los ánimos, pero acabo de levantarme.Sentí su risa resonando. —Elle, son las doce y media. Eres la persona

más floja que he conocido —afirmó con tono divertido.—Púdrete —dije, y volví a oír su risa—. Mientras pueda dormiré

hasta media tarde si así lo deseo, y si Melanie no pudo impedirlo, nadadice que tú sí lo logres.

Me levanté de mi cama a un ritmo increíblemente perezoso luego deapartar los cobertores de encima mío y quedar expuesta en mi ligerocamisón rosa de raso. Simplemente necesitaba por las noches taparme, sinimportar cuánto calor o frío hiciera; de otro modo no podía dormir. Pormás tonto que suene me sentía... Desnuda.

Caminé hacia las ventanas y corrí las enormes cortinas. Mala idea,porque la luz solar de medio día me dio directo a los ojos, y casi dejo caermi celular al suelo al mismo tiempo que lanzaba una maldición. Aquello, yotra risa, me recordó que tenía al menor de los mellizos Clearwater al

Page 39: Aquel Estupido Beso

teléfono.—¿Qué sucedió? —preguntó.—Acabo de levantarme, luz solar, mala idea —dije sin demasiada

explicación. Agh, como si realmente lo necesitara.—Entonces lo decías en serio...—¡Por supuesto que sí! —exclamé con molestia entretanto pasaba una

mano por mi cabello. Maldito sea por levantarme temprano, o lo que sea.Creo que ya lo mencioné pero soy bastante molesta cuando

interrumpen mi sueño; digamos que tres veces más de lo habitual, lo cualsería una agonía para todo aquel que tuviera que soportarme en uno de esosdías. Y aquel pertenecía al grupo.

Caminé con lentitud de regreso a mi cama, sólo para enfundar ambospies en mis infantiles pero hermosas pantuflas de perrito. Antes tenía unacon garras de color violeta, pero Robbie, mi San Bernado las hizo trizas.Me pregunté entonces dónde estaba el “cachorro” de seis meses que podríadoblar mi altura una vez en dos patas. Asumí mientras salía hacia elpasillo, que había salido afuera. Eso si no estaba en su habitación.

Sí, señores, el perro tiene habitación propia. Y no admito réplicas, selo merece. Agh, ya sólo me falta hablar como idiota a un bebé.

—¿Sigues ahí? —preguntó Ben.—Sí, y te odio —refunfuñé mientras seguía mi camino hacia la

cocina. Necesitaba una taza de café. Rápido.—Eso no es cierto. No podrías vivir sin mí —bromeó él. Lancé una

carcajada, demostrando cuán equivocado estaba.—Viví con normalidad veintiún años antes de ti. Creo que sobreviviré

si de casualidad desapareces —afirmé en broma, sosteniendo el teléfonoentre el hombro y la mejilla para poder servirme una taza de café.

—Claro, lo que tu digas —dijo un momento después, luego de lo quepareció un grito a su hermano para que se levantara. Era bueno saber queno era la única que dormía hasta entrada la tarde durante vacaciones.

—Lo que sea —repuse categóricamente mientras me dejaba caer enuna silla en la barra de desayuno, a unos centímetros de la bandeja concupcakes de fresa y chocolate con chispas de colores—. En fin —continuémientras tomaba uno de los postrecitos—, cena. ¿Qué hora?

Comencé con mi desayuno sin esperar a que contestara, aunque deigual manera escuchando a través del teléfono. Decir que los cupcakesestaban deliciosos era poco. Sí, ya sé que no importa, pero los iba a elogiar

Page 40: Aquel Estupido Beso

de todas maneras; amaba ese pedazo de chocolate con crema de fresa.—Sí fuera legal, me casaría contigo —exclamé ubicando un cupcake

delante de mis ojos.—¿Con quién te casarías? —preguntó James con curiosidad. Di un

respingo al escuchar su voz, y luego solté una maldición que causó unacarcajada por su parte. ¿Qué demonios?

—¿Donde está Ben, James? —gruñí mientras limpiaba la crema quehabía caído en mi camisón. Fantástico, ya se había arruinado.

—Acaba de dejar el teléfono sobre la mesa de la cocina, y ya quehabía interrumpido mi sueño decidí molestar a quien llamaba.Casualmente eras tú, y cuando levanté el móvil, escucho que te declaras aalguien. Lo cual por cierto no es raro ni nada —explicó con tono divertido,parecía estar caminando a través de una habitación, quizás la suya.

—Para que conste, quiero casarme con un cupcake. —Creo que en esemomento su risa pudo escucharse hasta el Nilo o algo así. —¡No te rías,imbécil! —exclamé enfadada antes de tomar un trago de mi café.Definitivamente, esa bebida era ambrosía—. Ya, devuelve el teléfono.

—Naaa, me temo que es muy divertido simular que he vuelto a dormirmientras escucho a Ben buscando por toda la casa y acusándose a sí mismode tener amnesia.

Por alguna razón comencé a sonreír con la imagen mental que Jameshabía impuesto en mi cabeza, y al segundo siguiente me reprimímentalmente por la idea de permitir que me hiciera sonreír con algo queestaba relativamente mal.

—Espero que por esto ganes un golpe en la cara —dije enfadada yrecostándome sobre la silla mientras escuchaba la risa de James.

—Tengo un rostro demasiado precioso como para dejar que logolpeen

—replicó él con arrogancia.—¿Has tomado algo recientemente? —pregunté—. Porque lo que sea

que es, te está haciendo mal a la cabeza.—Cierra la boca, Daniels. Considerando que me levantaron antes de

tiempo, no es momento para bromas.—James Percival Clearwater, ¡devuélveme el maldito teléfono! —de

escuchó que Ben gritó desde fuera de la habitación.¿Percival? Definitivamente usaría eso a mi favor en el futuro. La

verdad es que sería divertido; aunque claro, en aquel preciso momento ya

Page 41: Aquel Estupido Beso

reía como si no hubiera un mañana.Escuché a ambos hermanos pelearse entre sí durante un momento y

obligué a mi risa calmarse cuando una vez por todas Ben recuperó sumóvil. Finalmente quedamos en cenar en algún lugar secreto a las siete dela tarde aquel día.

De no haber estado aún soñolienta de seguro habría sonreído ychillado como tonta, pero lo cierto es que corté la llamada con una sonrisay me limité a terminar mi café y unos cinco cupcakes. Como de segurocualquiera se dio cuenta, para nada era de esas obsesivas con su figura; sitenía que engordar quince kilos, lo haría. Para nada iba a dejar de comer loque me gustaba por mantener feliz a los estereotipos de belleza que creabala sociedad. Aunque supongo que para mí que poseo un metabolismo veloz,era bastante fácil decirlo.

Muy bien, ya no tengo idea cómo llegué a hablar de eso. Pero sírecordaba algo: la próxima vez que James y yo nos encontráramos,definitivamente me burlaría de él porque, es decir, ¿qué padres llamaban asu hijo “Percival”? Unos muy crueles, obviamente.

Page 42: Aquel Estupido Beso

Capítulo 6.

Varada.

Y allí me encontraba, frente a mi cama de dos plazas con una enormepila de ropa encima de ella, completamente frustrada, y junto a mi hermosamejor amiga intentando convencerme de usar varios conjuntos para saliraquella noche. Por supuesto, me había cambiado unas seis veces y nada mesatisfacía, por lo que me había resignado a ser un desastre para la sociedad,o mejor dicho ya me sentía como esas chicas que tenían diez mil prendas yaún así decían que no tenían qué vestir.

Ya, díganlo, era, soy y seré demasiado patética.—Repíteme por qué sigues con Ben —preguntó Melanie mientras

examinaba sus uñas.—No sé, ¿lo quiero? —Pregunté como si fuera demasiado obvio, y a

continuación tomé una almohada para luego lanzarla a su rostro—. Vamos,ayúdame a escoger algo.

Con un suspiro, se levantó desde su lugar y comenzó a rebuscar porenésima vez en busca de algo entre la montaña de ropa hasta que un sonidode aceptación escapó de sus labios y tomó un precioso vestido azulescotado de mangas cortas con un bello lazo de seda marcando el comienzodel escote que se encontraba colgado de una percha junto a unas mangas defino algodón en color negro. Desgraciadamente, por más hermoso quefuera, lo odiaba.

—¿Qué tal esto? Hay pocas cosas en tu repertorio que sean tan...Lindas

—exclamó ella manteniendo el conjunto en alto, exhibiéndolo paramí. Suspiré y me dejé caer lentamente al suelo mientras la observaba conuna mirada de ni-loca-usaré-eso.

—Me lo obsequió Alice cuando cumplí diecinueve. Desde entonces hapermanecido allí, sin uso. No planeo utilizar nada que provenga de laBarbie de la familia —gruñí cruzándome de brazos con molestia. Melaniefrunció el ceño e intercambió la mirada entre el vestido y yo, al parecercerciorándose de algo.

—¿En serio? —Preguntó con incredulidad, y abrió los ojos comoplatos en cuanto asentí—. Bueno, para ser alguien que parece odiarte y que

Page 43: Aquel Estupido Beso

nos hizo la vida imposible durante cuatro años, te dio algo demasiadohermoso —dijo finalmente.

—De seguro tiene algún maleficio —repliqué.—Agh, Elle, no puedes ser tan niña. Sólo es un vestido —exclamó

pareciendo perder la paciencia. Enarqué una ceja hacia ella, porqueesperaba que pensase igual que yo. Bueno, me equivoqué.

Con un resoplido y un molesto “Muy bien” me levanté de mi lugarpara acercarme a ella y con brusquedad quitarle el estúpido vestido de lasmanos, por lo cual me gané una sonrisa victoriosa y la orden de ingresar albaño para cambiarme.

Seguido a eso, pasé por una intensa sesión de maquillaje y“peluquería” que duró algo de dos horas antes que Melanie decidiera erahora de dejarme ver mi reflejo.

Simplemente quedé impactada al ver mi rostro en el espejo. No teníaidea qué había hecho mi amiga conmigo, pero creo que debía hacerle unaltar por lograr que me viera decente. Lo único que podía identificar era lasombra de ojos azul marino y el apenas perceptible labial rosado, que eramás brillo que otra cosa. Mis ojos café habían sido pasados por una finacapa de delineador negro, y mis pestañas resaltaban con la máscara. Elcabello estaba suelto, aunque Melanie había rociado en él algún spray conbrillos.

Enarqué una ceja hacia la chica frente a mí sin poder creer lo que veía.—Esta definitivamente no soy yo —dije haciendo énfasis en la

palabra “no”.—No, pero te ves preciosa —afirmó la pelirroja tras de mi antes de

agarrar con fuerza mis hombros. Okay...—. Disculpa, pero tenía quehacerlo antes que decidieras salir corriendo hacia el baño para arruinar miobra de arte

—explicó. En cambio comencé a reír, esta chica me conocíademasiado bien.

—Mensaje recibido, pero por favor déjame —pedí mientras laobligaba a soltarme—, pronto tendré tus dedos marcados en mis hombros.

Riendo entre dientes, se alejó de mí permitiendomelevantarme, y se dejó caer sobre la desacomodada ropa. Con un suspiro, camine hacia mi armario, donde el bolso que acompañaba al conjunto me esperaba pacientemente junto a muchos otros que en realidad no usaba. No es que no me gustaran ni nada parecido, pero siempre me habría parecido de lo más estúpido usarlos; es decir, podríanarrebatarmelo fácilmente junto a mis cosas en caso de un robo o algo así.

—¿Cuándo vendría a buscarte? —preguntó Melanie. Dirigí la mirada

Page 44: Aquel Estupido Beso

hacia el reloj en mi muñeca y me volví hacia ella.—En diez minutos —respondí.Una bocina se escuchó desde el exterior de la casa, y en cuanto corrí

hacia la ventana de mi habitación logré ver el coche de Ben estacionado enla entrada. Sonreí hacia él a sabiendas que no podía verme a la altura quenos encontrábamos, y di media vuelta para salir de allí hacia la entrada;donde Ben ya se encontraba a punto de tocar el timbre de llamada. Antesde de abrir la puerta grité algún saludo a Melanie, que se hallaba sobre elrellano de la escalera, con los brazos cruzados sobre el pecho.

En cuanto me encontré con la mirada de Ben, casi habría reído por laestupefacción que demostraba su rostro. Supongo que lo único que hacíafalta eran las palabras “¿Quién eres y qué hiciste con Elle?” o algoparecido; pero básicamente lo habría golpeado por ser tan... Típico.

—Entonces, ¿adónde iremos? —pregunté con curiosidad luego desaludarlo, caminando junto a él hacia su auto.

—A un restaurante, a cenar —respondió pareciendo misterioso.Enarqué una ceja hacia él y rodé los ojos mientras habría la puerta delcopiloto para permitirme entrar—. Espero que no te moleste, pero olvidéalgo en el departamento y lo recordé cuando ya estaba aquí —añadió.

Me volví hacia él con una sonrisa y me encogí de hombros. —Paranada

—asentí.Algo de veinticinco minutos después, en los que intenté sin éxito

sacarle información, nos encontramos sobre la entrada del edificio dondevivía, y que yo había visitado varias veces en el pasado.

Ben fue el primero en entrar al departamento luego de dar un saludo aJames, que parecía estar en la sala viendo televisión. Ingresé con algo deinjustificada timidez mientras observaba con detenimiento cada parte dellugar antes que mi vista se posara en la espalda de James. Cuando este sedio la vuelta, me observó durante un segundo sorprendido antes de sonreírde manera cálida.

—Hola, Percy —saludé con una sonrisa petulante recordando susegundo nombre.

Él maldijo por lo bajo con molestia, provocando que me regodeara enaquella situación.

—Definitivamente Ben me las pagará por ello —juró en un susurroantes de darme una observación general y volver a sonreír—. Supongo que

Page 45: Aquel Estupido Beso

así se ve una “Elle femenina”. —Mis ojos se estrecharon con incredulidadante sus palabras; era mejor que se explicara pronto.

Estaba un segundo de rodar los ojos y salir enfada de allí, cuandoJames rió entre dientes y se acercó a mí.

—Hablando en serio, estás hermosa —dijo entonces. Lo observésorprendida y confundida por un momento mientras examinaba suspalabras.

Parpadeé un momento en cuanto sentí mis mejillas enrojecer, y desviéla mirada hacia una esquina de la habitación. Por favor, alguien mátemepor aquello, era simplemente ridícula.

Un silencio incómodo se extendió a través de la habitación durante lossiguientes minutos, por lo que era muy simple reconocer que ninguno delos dos sabía de momento qué decir o hacer. No fue hasta que Ben regresódesde su habitación con paso perezoso que comencé a relajarme. Sentí aJames alejarse de mí antes que su hermano advirtiera la distancia que nosseparaba.

—¿Todo bien? —preguntó con curiosidad mientras salíamos deldepartamento de camino a su auto.

—Sí, algo incómodo supongo. —Me encogí de hombros tomando labaranda que se ubicaba en la pared en cuanto sentí que comenzaba aresbalarme.

—Extraño, ya que eres la única con quien James parece querer hablar— afirmó un momento después. Me detuve un segundo y fruncí el ceño sincomprender con totalidad. Ben sonrió y tomó mi mano para quesiguiéramos caminando—. A lo que me refiero es, él siempre se muestraindiferente con todo aquel que no pertenezca a nuestra familia o su círculode amigos. —Se encogió de hombros. —Debes caerle bien.

Asentí ligeramente con la cabeza y lo seguí hasta regresar nuevamentea su auto. Una vez en marcha estuvimos algo de cuarenta minutosrecorriendo la ciudad hasta detenernos frente a una especie de restaurantefrancés cuyo nombre no podría pronunciar aunque me fuera la vida en ello.

La noche fue simplemente encantadora. Como siempre, Ben fue de lomás atento y conversador; varias veces acabamos riendo a carcajadasllamando la atención del resto de los comensales, que parecían creer queno éramos más que adolescentes incapaces de comportarse en público.Malditos estirados. Todo fue genial hasta que por alguna razón comenzó ameter insinuaciones acerca de James entre diálogo y diálogo, cosa que de

Page 46: Aquel Estupido Beso

hecho para nada me paso inadvertida. Tanto es así, que comencé asospechar que él sabía algo de lo que había sucedido. Es cierto que habíasido un beso durante una fiesta antes siquiera que decidiéramos que lonuestro podría resultar, pero había sido con su hermano, lo cual aunque nisiquiera sabía que lo era, se veía peor ¿no es así? Da igual, aunque lasimple idea que Ben lo supiera me revolvía el estómago, y de hecho habíaacabado con mi apetito, el cual tuve que fingir que existía; sólo para nolevantar sospechas, o eso pensé.

—¿Estás bien? —preguntó de pronto, mientras revolvía la comida enmi plato. Levanté la vista hacia él con sorpresa y forcé una sonrisa.

—Sí, perfectamente —mentí, cuando sabía muy bien cómo me veía:Decaída. Pero entiendan, era todo su culpa. No mía.

Ben estrechó los ojos hacia mí como si intentase descubrir algo en mirostro aunque sin mucho éxito, ya que suspiró y regresó a su cena. Y luegoasí siguieron los próximos minutos: incómodos, con mil y un intentosfallidos de conversación, y yo con ganas de volver a casa condesesperación para volver con mi hermoso San Bernardo y mis pantuflasde perritos.

***

—Y... ¿qué tal todo esta noche? —curioseó Melanie desde el otro lado

de la línea telefónica.Resoplé al oír la pregunta y lancé mis zapatos a la otra esquina de mi

habitación antes de tomar mis pantuflas. Mis pies estaban matándome.Cualquier chica que usara tacones las veinticuatro horas del díaposiblemente no tenía sensibilidad en los pies, o era increíblementeanormal. Quizás un poco de ambas.

—Al principio todo era perfecto —respondí con dificultad al tener elteléfono entre el hombro y la mejilla para así poder bajar la cremallera delvestido de manera que pudiese quitármelo.

—¿Al principio? —repitió incrédula—. Explícate.Enarqué las cejas ante su orden antes de encogerme de hombros y

responder. —Creo que lo sabe todo. —Suspiré y me obligué a seguir. —Yantes que lo preguntes, por “todo” me refiero a lo que sucedió en la fiesta.No lo sé, comenzó a dar muchas sutiles y no-tan-sutiles insinuacionesacerca de ambos que sólo acabaron frustrándome.

—Dicho así hasta parece que piensa que te acostaste con su hermano

Page 47: Aquel Estupido Beso

— sugirió ella con un tono que indicaba estaba comiendo. Ew.—¡Lo sé! —exclamé con molestia mientras ingresaba en un par de

shorts de algodón y más tarde en una musculosa blanca. No tenía ganas debuscar el camisón—. Agh, estoy cansada de todo el asunto —añadí cuandoacabé con la remera.

—Te dije que debías alejarte —afirmó recordando una viejaconversación. Es cierto, aunque sugirió que lo hiciera antes que todo meestallara en la cara. Supuse entonces que era algo tarde, y aquello estabacomenzando..., o sólo eran imaginaciones mías.

—¿Estoy a tiempo? —pregunté esperanzada, aunque de hecho dichasesperanzas no eran muy convincentes.

—No, ahora estás en ello, y no puedes salir corriendo como cobarde— negó con convicción, bajando mis ánimos de una manera increíble.

—Quiero ser una cobarde. —Hablaba en serio.—Pero no puedes serlo —siguió—. Ahora debes seguir con ello, y ver

qué sucede. Si puedo fiarme de las miles de películas y libros que he vistoy leído, entonces puede que todo esto resulte al final.

Me detuve un segundo en mi lugar asimilando lo que acababa dedecir.

¿En serio estaba comparando mi vida con libros y películas? Chicarara.

—Mel, sabes que te adoro como si fueses mi hermana, pero no veo lalógica a lo que acabas de decir. Mi vida no pertenece a ninguno de esosclichés que tanto acostumbras a ver o leer —dije demostrando que paranada pensaba igual que ella.

—No será ficticia, pero sí parece uno de esos “clichés”, así queacostúmbrate a lo que sea que mencione —señaló como si supiera quetenía toda la razón. Suspiré, a veces tenía intensos deseos de asesinarla.

—Agradece que estás en tu casa, y debes cuidar de una pre-adolescente, o ahora mismo estarías muerta —aseguré con rudeza unsegundo antes de meterme a la cama.

—No lo dices en serio. Tú me amas —afirmó con suficiencia. Rodélos ojos.

—Ya no sé hasta qué punto —respondí en un susurro antes deescuchar un grito que provenía de Jenn.

Con bastante renuencia, Melanie se despidió de mí para atender a suhermana. Una vez acabó la llamada lancé el teléfono al otro lado de la

Page 48: Aquel Estupido Beso

cama sin interesarme realmente el que pudiese caer al suelo y romperse, ydi un par de vueltas en la cama antes de posicionarme de costado parapoder dormir. Estuve unas cuantas horas sin poder hacerlo. Estúpido Ben ysus estúpidas insinuaciones.

***

A aquellas horas lo único que deseaba era seguir durmiendo, por lo

tanto el que mi madre me llamara a las nueve de la mañana pidiéndomeque por favor cruzara noventa y cinco kilómetros de desierto hasta llegar ala ciudad más cercana para recoger treinta kilogramos de sólo Dios sabequé, no fue muy agradable. De hecho se lo mencioné varias veces durantenuestra conversación, pero como podrán imaginar, cedí fácilmente a susdeseos y me levanté entre gruñidos y extraños bufidos de la cama antes dedirigirme a la cocina por mi habitual desayuno de café y cupcakes. Teníaque parar con aquello pronto, o aquel simple desayuno me dejaría enbancarrota. ¿Qué? Los cupcakes que compraba no eran exactamentebaratos, y yo tampoco era millonaría considerando que vivía a base de loque me pagaban en la cafetería. Tenía que agradecer a todo lo existente enla Tierra el que mis padres pagaran mis estudios, o de otra manera estaríasimplemente perdida.

Luego de tomar lo primero que encontré en mi armario —limpio ydecente—, salí de mi hogar para ingresar en mi auto e ir en busca de lasquince cajas selladas que mi madre esperaba que le llevase. Sinceramenteno tenía idea cómo las llevaría de una ciudad a otra, por lo que asumítendría que usar algo de mi dinero para pagar un transporte adicional.Genial, pensé molesta, simplemente genial.

Pese a que aún prefería estar en mi cama, tenía que admitir que lavista que facilitaba el desierto, los kilómetros de arena desolada, o lascasas abandonadas en ruinas, era hermoso.

La hora y media que pasé conduciendo de manera monótona por laautopista fue entre relajante, tortuosa y algo frustrante por momentos; estoúltimo más que nada por el hecho que —como ya he dicho— no queríaestar allí.

Finalmente fui a parar a una fábrica textil y también de zapatos, en laque esperaban pacientemente algunas cajas a nombre de mi madre, lascuales acabaron dentro de mi auto luego de firmar algunos formularios. Medespedí de la amable anciana que me recibió en el lugar, y volví hacia mi

Page 49: Aquel Estupido Beso

vehículo de manera que pudiese regresar a casa para matar a mi madre; esdecir, podría haberlo hecho ella, aunque vaya uno a saber qué era másimportante.

Ahora, he aquí el problema: todo iba de maravilla en mi regreso acasa al menos hasta que una sacudida acompañada de algunos extrañosruidos interrumpieron la calma que mi viaje llevaba. Supe que algo ibarealmente mal cuando fui deteniéndome lentamente, hasta completamentea mitad de la carretera.

Dejé caer la cabeza con un golpe seco en el volante. Perfecto, pensé.Estaba varada.

Page 50: Aquel Estupido Beso

Capítulo 7.

Mala suerte.

—¡Maldición! —exclamé al mismo tiempo que mi mano caía cerradaen un puño contra el stereo, que casualmente había estado funcionando...,hasta ese momento.

No pensé por un segundo en salir y revisar el motor; es decir, ¿paraqué? Si lo único que sabía de la carcacha que tenía por vehículo era queposeía más años que la Colonización, y asientos nuevos sólo porque loshabía comprado hacia poco tiempo. Lo que nunca habría imaginado era elestado del motor, que en aquel instante supe que era malo... Y me habíadejado varada a mitad de la nada a un mínimo de cuarenta y cincokilómetros a distancia de la sociedad; y dicha distancia no pretendíasuperar a pie en mis más dementes sueños, por lo que asumí que tendríaque resignarme a la idea de pedir ayuda a cualquiera de mis conocidos, loscuales desgraciadamente eran pocos. Golpeé nuevamente el stereo; eso mesucedía por comprar autos usados..., y no ser más simpática.

Mi primera opción de rescate fue Melanie, o bueno, siempre era ella.El problema allí estaba en que mi amiga se encontraba junto a Jenn en laescuela de Ballet de su hermana, y por nada en el mundo haría queinterrumpiese la reunión. La segunda persona que apareció en mi cabezafue mi madre; pero claro, era evidente que si no viajó hasta allí en primerlugar, no veía por qué podría hacerlo en aquel momento. Lo que me llevó ala tercera persona en la lista: Ben. No sabía qué hacía por aquel entonces,pero supuse que podría ir a buscarnos a las cajas y a mí junto a unremolque para mi auto. Mientras tomaba el teléfono me agradecímentalmente haber pagado la cuenta, o estaría incomunicada, lo que porcierto no era bonito.

El número al que intenta comunicarse no se encuentra disponible. Porfavor, deje su mensaje después de la señal...

A la tercera vez que escuché la misma frase y el estúpido Piiiiiiip,presioné el fin de llamada y recosté la espalda sobre la puerta del auto.Estúpido Ben que aparentaba estar desaparecido. Estúpida mi madre porpedirme que retirara las estúpidas cajas, y estúpida compañía telefónicaaunque no tenía nada que ver con la situación en la que me hallaba.

Page 51: Aquel Estupido Beso

Lentamente me dejé caer en el pavimento con algo de pesar, y saltémientras gritaba cuando mi trasero sintió cuán caliente se encontraba lacarretera. Estúpido Sol.

¡Así es! Todo era estúpido ¿Y qué? Denme algo de crédito, estabavarada, frustrada, aburrida y repentinamente sedienta. Todo ellosimplemente había acabado con cualquier rastro de paciencia, amabilidad,o cualquier cosa buena que pudiese alojarse en mí. Por ello, sí: estúpidotodo.

Luego de un par de llamadas sin éxito a unas cuantas personas, meresigné a que probablemente acabaría allí hasta que alguien pasara por lacarretera y estuviera dispuesto a ayudarme. Eso me había llamado laatención; era bastante raro el que nadie cruzara por allí, siendo la únicaconexión entre ambas ciudades... Negué con la cabeza y regresé la atencióna mi teléfono. Sólo quedaba una persona a la que llamar. Sólo esperaba queestuviera libre, y dispuesta a recogerme.

—Lovelace —respondió una voz femenina desde el otro lado de lalínea.

—¿Nicole? —pregunté insegura. Sabía que su apellido era Lovelacepero ¿qué demonios para responder como agente federal de serie criminal?

—Oh, Elle —dijo riendo—. Disculpa pero ayer miré una maratón deCSI y creí que podría ser divertido atender de esa manera.

Bueno, eso lo explicaba todo. Pero no era el punto, lo importante aquíestaba en mi situación. Sí, suena narcisista o egoista, pero como sea, no eraprioridad preocuparse en mi imagen moral.

—Por favor dime que estás libre. Eres mi última esperanza —roguémostrándome desesperada, aunque ella no pudiese verme.

—En realidad no. Estoy en el hospital esperando mi turno, ¿por qué?Maldición, pensé mientras cerraba los ojos con fuerza y dejaba mi

cabeza ir hacia atrás hasta impactar contra el auto. Definitivamente unamuy mala idea.

—Mi auto se averió y estoy a mitad de camino en el desierto —expliqué con un suspiro que demostraba cuán desafortunada era. Creo quemás bien era estúpida, el auto lo había comprado seis meses atrás y no mehabía molestado en revisarlo. Bien, Elle, un punto para ti.

—Mmm... No tengo el número de ningún remolque, pero te puedo darel teléfono de alguien que podría ayudarte con gusto —sugirió. Bendita seaNicole por ello. Supuse que mientras la persona cuyo nombre me entregara

Page 52: Aquel Estupido Beso

no fuera a enterrarme viva en el desierto, todo bien—. ¿Tienes papel?Ingresé rápidamente al auto y busqué en la guantera por mi anotador y

un bolígrafo negro. Luego asentí hacia Nicole y escribí los siete dígitos queme dictó.

—Sólo para que lo tengas en cuenta, es el número de James —aclaróella cuando finalizó. Miré fijamente al paisaje frente a mí con mi mejorexpresión de “¿Es en serio?” y suspiré.

—Dime que es una broma —pedí con voz cansada, y la chica al otrolado de la línea comenzó a reír.

Cualquier cosa favorable que haya dicho acerca de Nicole Lovelace, laretiraba en aquel momento. De entre todas las personas que pudieron estaren su directorio tenía que elegir a James. A eso le llamaba tener malasuerte considerando que lo único que deseaba era mantenerlo lejos, nohaciéndome un favor. Después de discutir bastante acerca del número queme había dado, me resigné a la idea que Nicole debía entrar al consultorio,y yo llamar a lo que me quedaba como último recurso.

Debo decir que en ese preciso momento, la idea de interrumpir aMelanie sonaba muy atractiva; por más cobarde que pareciese. Como yadije una vez: Quería ser una cobarde.

Con algo, tacha eso, con mucha renuencia marqué el número de Jamesy esperé con todo lo que podía a que no atendiese, que ignorara el númerodesconocido. Sin embargo, el muy él contestó al segundo tono.

—¿Qué? —preguntó, me sorprendí por la brusquedad de su voz.Bueno... Era mejor colgar y... No, espera un segundo Elle. Recuerda

que necesitas ayuda.—Bueno, hola a ti también —respondí con indiferencia, sintiéndome

como Alice cuando examinaba sus uñas.—¿Elle? ¿Cómo tienes mi número? No recuerdo habertelo dado. —La

sorpresa e incredulidad en su tono eran tales que no pude evitar reírmecomo idiota. Un momento más tarde, con serenidad repuse:

—¿Acaso importa? Sólo necesito saber si estás disponible. —Locierto es que había sonado más duro de lo que pensaba. Vaya forma decomenzar a pedir un favor.

—Elle, no es sano que me invites a salir cuando eres la novia de mihermano. No sabía que eras polígamo —señaló con diversión, e imaginéque estaba sonriendo desde donde fuera que se encontraba.

¿Invitarlo a salir? ¿Qué diablos? Y otra cosa, ¿polígamo? ¡Ni siquiera

Page 53: Aquel Estupido Beso

sabía lo que eso significaba!—¿Qué? ¡No quiero invitarte a salir, imbécil! —exclamé enfadada

recibiendo a cambio una carcajada. Que bueno que no estaba cerca, porquehabían muchas rocas dispuestas a acabar en su rostro—. Sólo necesitoalguien que me recoja ya que mi auto se averió y estoy a mitad de lacarretera del desierto —expliqué.

Escuché cómo reía entre dientes, de seguro ante una broma privada, yesperé durante un minuto a que se calmara.

—Bueno, salgo del Instituto en diez minutos —dijo pareciendoobservar su reloj—. Si puedes esperar, entonces estaré allí en algo de unahora. Una hora y cuarto como mucho —aseguró luego.

—Comprendo, pero trae una botella con jugo de naranja porque hayprobabilidades que me encuentres deshidratada —respondí.

James comenzó a reír, y a lo lejos se oyó una campana. Intentéimaginarlo como un profesor estructurado de esos que había conocido enmi paso por la secundaria (y que odiaba), pero sin mucho éxito. Sinembargo lo veía más como uno de esos recién llegados que la mitad de lapoblación femenina del Instituto perseguía para ver quién llegaba primero.Aquel pensamiento me hizo reír; la simple idea que eso le sucediera eraterriblemente gracioso y pagaría cualquier cosa por verlo, aunqueprobablemente para él fuese incómodo, y quisera matarme de llegar aconocer mis pensamientos.

—Lo que usted desee, Madame —dijo él regresándome a la realidad.A continuación finalizó la llamada y tuve que ingresar al auto para

que la luz solar de pasado el mediodía no me diera grandes probabilidadesde cáncer de piel. Me recosté sobre el asiento y me puse los auricularesluego de conectarlos al teléfono. Cerré los ojos y me dejé ir por la musica,ya que efectivamente no tenia nada mejor que hacer hasta que Jamesllegara.

Un par de golpes a la ventana del conductor llamaron mi atención.Giré mi cabeza abriendo el ojo izquierdo sin sorprenderme al ver a Jamescon los ojos entrecerrados hacia mí debido a la luz del Sol. Me quité losauriculares sin detener la música e hice señas para que se apartara y asípudiese salir al exterior. No tenía idea cuánto tiempo mantuve los ojoscerrados, pero sí que fue demasiado, porque básicamente fui cegadadurante un momento hasta que pude adaptarme a la luz. Luego me giréhacia James que me observaba con las manos ocultas tras de él y bastante

Page 54: Aquel Estupido Beso

diversión.—¿Qué? —espeté aún con los ojos entrecerrados.—Hola a ti también —respondió imitándome durante la conversación

por teléfono horas atrás.—Lo que sea —gruñí para luego suspirar y obligarme a ser un poco

más “amable”. Algo que no combinaba con mi naturaleza—. Y en cuanto aesto, te debo una —dije de manera agradecida. James por su parte se limitóa mantener su posición mientras en su rostro se formaba una sonrisatorcida.

—Se ve que la “Gran Elle Daniels” no puede decir la palabra“gracias”

—bromeó él. Rodé los ojos y negué con la cabeza; tenía una increíblecapacidad para arruinar mi estado de ánimo—. Oye, no te enojes, o te caerámal lo que sigue —añadió a modo de advertencia y puso sus brazos frentea él dejando ver un sandwich y una botella de jugo de naranja que mástarde extendió hacia mí.

—Muchas gracias —agradecí tomando primero la botella de jugo ydando un par de tragos a su contenido—. No puedo creer que lo hayasrecordado.

—Bueno, considerando que no tengo la más mínima idea de cuántotiempo estuviste aquí, no podía simplemente dejarlo pasar. No serémédico, pero estoy consciente de lo malo que es la deshidratación —explicó con paciencia cruzándose de brazos.

Demonios, odiaba cuando parecía considerado, porque eso advertíaque pronto se mofaría de mí, como siempre. Tomé agradecida el sandwichy me apoyé en el auto mientras comía. James se ubicó a mi lado mirandohacia adelante en silencio. Sin demasiada discreción me volví hacía él yobservé su rostro hasta que me miró de costado y comenzó a reír porsorprenderme. Rodé los ojos y volví la atención a mi sandwich hasta que loacabé y a continuación no supe muy bien qué hacer.

—Para tener veintiún años, comes como una niña —observó Jamesmientras señalaba a mi rostro—. Tienes un poco de mostaza en el labio.

Avergonzada, abrí los ojos como platos antes de desviar la mirada ypasar un pañuelo por mis labios; parecía una niña incapaz de comer sinensuciarse. Maldita sea, era realmente estúpida. Una persona normal seavergonzaría de estar a mi lado.

—Supongo entonces que soy anormal —dijo James distraídamente.

Page 55: Aquel Estupido Beso

Bueno, okay, había pensado en voz alta. Tierra trágame ahora.¿Por qué no podía ser esas protagonistas perfectas que aparecían en

los libros que leía Melanie? No se confundan, sólo las conozco porquedurante nuestra adolescencia ella no dejaba de mencionar un millón deprotagonistas; y siempre había notado que una buena porción de ellas sehacía llamar “Anna”. Digo yo, ¿no podían las escritoras hacer una “Anna”,mala, en vez de que la mitad de las veces fueran lo más parecido a tiernasadolescentes en plena adultez? Sólo es una opinión que a nadie leimportará, mucho menos porque la da alguien que ciertamente no lee, peroen fin, tenía que decirlo.

Volviendo a lo nuestro; me giré hacia James, que me observabafijamente con curiosidad y algo más que no me molesté en identificar, ysuspiré aún avergonzada.

—Lo lamento —me disculpé pareciendo cansada de mí misma—. Aveces pienso en voz alta.

—Lo noté —afirmó. Luego se alejó del auto y caminó hasta el frentepara levantar el capó y liberar algo de humo que a aquellas instancias creíque habría desaparecido; pero obviamente estaba equivocada. James dejóescapar un silbido y luego comenzó a toser debido al humo. Seguido a ello,volvió a bajar el capó para dirigirse a mí—. Esto definitivamente es unasco de auto — evidenció volviendo a mi lado.

—Bueno, gracias por herir sus sentimientos —susurré secamente.—¿Qué? Es sólo un auto sin sentimientos; por lo tanto insultaré

cuanto desee a esta carcacha —se defendió encogiéndose de hombros.¿Carcacha? Muy bien, era la primera persona a la que escuchaba decir eso,además de a mí. Era como, ¿qué demonios?

—Sabes..., que cruel. —Caminé de brazos cruzados hacia la partetrasera del auto, sin darme cuenta que me había seguido hasta que di mediavuelta y lo vi a menos de un metro de distancia.

—Pero Cruel es bueno —repuso sonriendo. Fruncí el ceño yentrecerré los ojos con incomprensión.

—¿Quién demonios es Cruel?James enarcó las cejas sorprendido, como si acabase de decir algo que

no debía y sacudió rápidamente la cabeza.—Nadie —negó.Muy bien, tenía que averiguar quién era el tal Cruel. Mejor dicho sus

padres, porque ¿quién en el mundo llamaba “Cruel” a su hijo? Era casi

Page 56: Aquel Estupido Beso

como Percival...—Y... ¿Cuándo nos vamos? —pregunté con curiosidad un momento

más tarde.—Cuando el remolque que llamé llegue por tu carcacha —respondió.—Debes dejar de llamarlo así.—Probablemente —estuvo de acuerdo—. Pero no tengo intenciones

de hacerlo, así como tú con esa afición a llamarme idiota todo el tiempo.Me giré hacia él con brusquedad entrecerrando los ojos. Me observaba

desafiante, como si esperara que le diera la razón. Lo peor era que milengua dolía por insultarlo, pero no le daría la satisfacción de hacerlo. Sinembargo, por enésima vez en el día rodé los ojos murmurando “Lo quesea” mientras me alejaba de él. No me siguió; chico inteligente, porque poralguna inexplicable razón sentía intensos deseos de golpearlo.

—Eres demasiado fácil —señaló.Me detuve en seco y di media vuelta hacia él.—Si sabes lo que te conviene, te explicarás —dije cruzándome de

brazos.—Te enfadas por cosas estúpidas. No me sorprende que esté aquí. Se

nota que tampoco eres muy simpática —explicó encogiéndose de hombros.—Bueno, discúlpame por ser intolerante, quejumbrosa, antipática,

patética, grosera y vaya uno a saber qué más, porque perdí la cuenta detodos mis defectos, Señor Perfecto —espeté a un paso de gritar mientrashacia un gesto con las manos y volvía a dar media vuelta para recorrer enpasos lentos la carretera que seguía desolada. Maldita sea, ¿es que nadie lausaba? Y más importante, ¿dónde demonios estaba el estúpido remolque?

Comencé a caminar lejos del pavimento, admirando que en realidad elterreno no era específicamente arenoso, sino más bien pedregoso. Sólo yopodía confundir arena y piedras. Pateando fuera de mi camino las piedrasmás cercanas anduve en círculos a una distancia prudente de mi auto.Estúpido James. Primero era agradable, luego un idiota, ¿por qué nodecidía qué actitud usar? Era sencillamente frustrante.

Extrañaba a mi San Bernardo. Bien, fuera de tema, pero lo extrañaba.Nuevamente, estúpida mi madre por pedirme que fuera a por sus cajas.

Está bien, sé que era visible, pero estaba demasiado enojada; algo queJames pareció no notar, por lo que se acercó a mí y tomó con gentileza mibrazo, deteniéndome a algunos centímetros de él. Aquello me recordó a lanoche de la fiesta, lo cual me enfureció. Aparté el brazo y lo observé con

Page 57: Aquel Estupido Beso

dureza, con la clara pregunta de qué demonios estaba haciendo.—Lamento lo que dije —se disculpó metiendo las manos dentro de

los bolsillos de su chaqueta.Sin dejar de lado la rudeza en mi mirada, fruncí el ceño con confusión

y tomé una bocanada de aire. Lo peor en todo aquello, era que se veíasincero, y algo en mi interior me decía que así era. Con un suspiro asentívagamente hacia él y caminé de regreso a mi auto mientras pensaba una yotra vez la misma oración:

James Clearwater es la persona más complicada y frustrante que heconocido.

Supuse entonces que había sido un golpe de mala suerte toparme conél en aquella fiesta un mes atrás.

Page 58: Aquel Estupido Beso

Capítulo 8.

Te amo, cama.

—¿Elle? —La voz de James llamó mi atención.Hacía unos quince minutos el hombre a mi lado me había pedido

disculpas, hacía diez mi auto había sido remolcado hacia un mecánico en laciudad, y hacía cinco habíamos comenzado el viaje de regreso a casa. Memantuve aquel tiempo en silencio, en primer lugar porque quería mantenermi fachada de estoy-molesta aparentemente intacta; y en segundo lugarporque realmente no sabía qué decir. En cuanto me volteé hacia James,simulé que había algo realmente interesante sucediendo en su cabello ypermanecí de aquella manera durante un instante antes de decir cualquiercosa.

—¿Eres bipolar? —pregunté con curiosidad. Él me dirigió una cortamirada antes de regresar al camino, y me vi obligada a explicarme—. Esque primero te comportas como un idiota, luego eres amable, al segundoencantador y luego nuevamente un idiota; así que ¿eres bipolar?

—No en realidad —respondió encogiéndose de hombros—. Perosupongo que sólo actúo como un imbécil cuando te tengo al lado.

Una sonrisa se produjo en mi rostro debido a sus palabras, por lo quedesvié la mirada para que no lo advirtiera. Ahí estaba de nuevo el Jamesencantador. Tiempo estimado para que regrese el idiota, unos cinco a sieteminutos, definitivamente.

—¿Y Ben? —preguntó unos segundos más tarde. Fruncí el ceño yaque en realidad esperaba que él lo supiera.

—No lo sé. —Me acomodé en mi asiento para verlo mejor. —Creíque tú sabrías. Su celular está desconectado.

James suspiró con pesar y negó la cabeza como si acabase de recordaralgo que en realidad no deseaba tener en cuenta. Tomé una bocanada deaire y luego de encogerme de hombros regresé la vista hacia el frente,previendo que la conversación no se extendería, y no era como si de hecholo deseara.

Llegamos a mi hogar algo de una hora más tarde, e ingresé al lugarcon gran cansancio, y unos infernales deseos de lanzarme a una ducha pordos razones; la primera: me relajaba; la segunda: estaba asquerosa y mi

Page 59: Aquel Estupido Beso

cabello olía a tierra. Asco.En cuanto subí las escaleras y me encontré en mi habitación, pese a

realmente necesitar aquella ducha, me lancé a mi cama sacudiendo de esamanera los acolchados, almohadones y una que otra cosa que se ubicabaencima de ella.

—Creo que no te lo dije lo suficiente, pero te amo, cama —exclamécon los ojos cerrados mientras sentía la suavidad de las sábanas en mimejilla y manos.

Escuché a alguien reír entre dientes a mis espaldas y me levantébruscamente para descubrir a James de brazos cruzados apoyado sobre elumbral de la puerta.

—¿Y tú qué haces aquí? —pregunté pidiendo una explicación.—Sólo entré. —Se encogió de hombros. —¿Primero quieres casarte

con un cupcake y ahora amas tu cama? Estoy preocupado por tu saludmental, Daniels —aseveró asintiendo con la cabeza.

Me senté en mi cama con un resoplido antes de rodar los ojos y cruzarme de brazos.Había llegado tarde, pero el idiota volvía a encontrar la luz del día.

—Creo es tu momento de retirarte —señalé con un gesto de mi cabezahacia la salida. Por alguna razón no me sorprendió el que permaneciera ensu lugar sin moverse un milimetro, de manera desafiante. Con resignaciónme levanté de la cama y di un apluso ya que parecía ser que no me loquitaría de encima—. Bien, quédate..., lo que sea —refunfuñé antes decaminar hacia el cuarto de baño y cerrar la puerta tras de mí para darme unmuy necesitado baño.

Luego de una ducha —porque por nada en el mundo pensaba enpermanecer sumergida en mugre. Es decir, era realmente asqueroso elmero pensamiento—, me introduje en una bañera repleta de sales de baño,burbujas y una que otra cosa más que Melanie había comprado para mí yaque según ella yo era un “desastre” en cuanto al cuidado personal, ynecesitaba gran ayuda en ello. Estaba en desacuerdo, pero debía admitirque me gustaba que mi piel acabara perfumada una vez acababa mi “horade higiene”, como prefería llamarle.

Algo de veinte minutos (aunque podrían haber sido menos) después deingresada en la bañera, decidí que era hora de salir, vestirme y, si aún no sehabía ido, echar a patadas de mi hogar a James. Por alguna extraña razónno me molestaba el que estuviera en mi casa, pero... Temía que se comieramis cupcakes.

Page 60: Aquel Estupido Beso

Ya, díganlo si así desean, era estúpido mi planteo. Agh, al Diablo contodo.

Antes de salir de la bañera, con la mano derecha tanteé el espaciolibre alrededor mío, buscando mi bata de baño. Fruncí el ceño en cuanto nohallé nada y comencé a mirar hacia todos lados en la habitación.

—Maldición —dije volviendo a hundirme en la bañera. No podíacreer que había olvidado tomarla; y básicamente sin ella no podía salirhacia mi cuarto.

Golpeé mi frente contra mi mano mientras una cantidad imposible deinsultos rondaba mi mente, y me di cuenta que necesitaría algo de ayuda.El problema era que si aún permanecía en el lugar, la ayuda sería de James;y la verdad es que no me parecía placentero, agradable... Ni nada bueno.

—¡James! —grité a todo pulmón después de vacilar durante unmomento.

Esperé expectante y en silencio hasta que escuché los rápidos pasos dealguien corriendo y acercándose hacia donde me encontraba. Antes quepudiese reaccionar, la puerta del baño se abrió de un golpe y tras ella pudever a James con una expresión preocupada en el rostro de proporcionesépicas. De no ser porque de hecho me encontraba desnuda habría reído; sinembargo, lancé un chillido al mismo tiempo que él preguntaba quédemonios me había sucedido. Muy bien, sí había gritado, pero no habíasonado desesperada.

—¿Qué haces? —Pregunté-chillé mientras me aferraba a mis piernasplegadas en un intento de que no se le revelara nada. Por Dios, mi rostrosonrojado exclamaba VERGÜENZA—. ¡Aléjate! —añadí un segundo mástarde.

—¡Pero si tú me has llamado! —replicó James con confusión marcadaen su tono.

—Sí, pero no esperaba que entraras así —repuse con brusquedad sinsalir de mi posición.

—¡Creí que algo grave había sucedido! —se defendió antes de tomaruna gran bocanada de aire. ¿Por qué rayos no iba a mi habitación y mehablaba desde allí? ¡Me estaba incomodando!—. Eres toda unacontradicción —afirmó sacudiendo la cabeza—. Muy bien, ¿para qué mellamaste?

Así me gustaban las cosas, o por lo menos me gustarían mientras mequitaran de aquella situación. Le expliqué a James lo sucedido, que era

Page 61: Aquel Estupido Beso

básicamente explicar el no tener mi bata, y necesitar que él me laalcanzara. Me escuchó con atención cada palabra mientras las mencionaba,y cuando acabé se echó a reír con entusiasmo; al menos esperaba a queterminase de hablar para hacerlo.

—¿Cómo en el mundo una persona olvida su bata de baño? ¿No sesupone que debe permanecer en... El baño? —preguntó con un tono deburla que me habría hecho golpearlo en circunstancias normales.

—Agh, ¿puedes dejar de ser un imbécil por un minuto y alcanzarmemi bata? De otro modo me veré obligada a lanzarte uno de estos frascos; ydebo advertirte que diez años en Arquería sirvieron con mi puntería —espeté mientras buscaba a mi alrededor algo para tirar a su rostro. Seríauna lástima lanzarle cualquier cosa. Era un lindo rostro.

—¿Estuviste en arquería? —preguntó con incredulidad antes deparpadear un par de veces—. Pensándolo bien, buscaré tu bata, no planeoacabar el día con varios puntos de sutura —añadió.

—Chico inteligente —concedí.A continuación le mencioné dónde estaría la bata, o mejor dicho

dónde podría estar, ya que sinceramente era tan despistada que lo habíaolvidado.

—Antes que pase por tu cabeza, sólo lanza la bata sobre el lavado ycierra la puerta tras de ti o te golpearé —advertí cuando escuché que seacercaba.

James rodó los ojos ante mi petición y lanzó la prenda hacia dondehabía especificado antes de salir y cerrar la puerta tras de sí como habíapedido. No fue hasta unos segundos después que me relajé completamentey permití que mi cuerpo saliera de aquella incómoda posición. Retorcí micabello mojado un par de veces antes de salir de la bañera y caminar haciami bata para enfundarme en ella y así salir hacia mi habitación, dondecomencé a buscar algo de ropa que no me sofocara con el calor que hacía yme obligara a tomar otro baño a la hora de haber acabado el último.

—Espero que estés vestida —esperó James desde su lugar en la puertatrasera. Se encontraba de espaldas hacia mí, y jugaba de manera entusiastajunto a Robbie, aunque sin salir completamente al exterior.

—Por supuesto —afirmé acercándome a ambos—. Por nada en elmundo te permitiría verme desnuda —aseveré mientras me sentaba a sulado.

—No esperaba que lo hicieras. —Se encogió de hombros. —Pero te

Page 62: Aquel Estupido Beso

aconsejo que la próxima vez, si necesitas algo, no grites como si el asesinoserial estuviese justo frente a ti —pidió con tranquilidad mientrasacariciaba a Robbie y miraba al frente de manera vaga y distante. Loobservé un momento y sonreí antes de empujar un poco su hombro parallamar su atención.

—Lo que desees, Percy —bromeé volviendo a usar el diminutivo delnombre que me parecía más gracioso.

James me dirigió una mirada de ojos entrecerrados antes de bajar lacabeza y negar ligeramente con ella al mismo tiempo que reía entredientes. Curiosa por comprender la razón de su risa, ladeé la cabezaacerándome un poco a su rostro, el cual se elevó un segundo más tarde.

—¿Cuánto tiempo pasará antes que te olvides de eso? —preguntóesperanzado. Con una sonrisa, me acomodé con la espalda apoyada en elmarco de la puerta mientras observaba su perfil.

—Considerando que el nombre aparece permanentemente en tuidentificación, probablemente nunca —respondí con una ligera nota dediversión—. Pero sin embargo, puedo seguir hasta cansarme.

Me encogí de hombros y crucé los brazos sobre el pecho al mismotiempo que James se ubicaba de la misma posición que yo, enfrentándome.

—Al menos dame algo para defenderme —pidió. En respuestacomencé a reír y negar con la cabeza. Sí, claro.

—La única manera que sabrás algo vergonzoso de mí es estando a milado en momentos de borrachera; lo cual no sucederá si puedo evitarlo —respondí con diversión plegando mis piernas hacia mi pecho de manera queno lo golpeara.

—¿Tú, Elle Daniels, has estado borracha? —preguntó incrédulo.Fruncí el ceño fingiendo estar molesta y resoplé hacia él, con lo cual megané una carcajada.

—¡Por supuesto que sí! —exclamé pareciendo indignada—.Aprenderás, que no soy una chica de rostro angelical que cuida su lenguaje,manera de vestir y no se mete en problemas. Todos tenemos un desliz devez en cuando además.

James pareció a punto de responder cuando su teléfono comenzó asonar con una melodía al parecer de rock de manera incesante. Levantó eldedo índice pidiendo un momento y atendió la llamada. Me sorprendió unpoco el que fuera Ben.

—Wow, espera un momento, hermano —exclamó él con una mueca

Page 63: Aquel Estupido Beso

que indicaba dolor en el oído. Al parecer el mejor saludo de mi novio haciaél fue gritarle—. Si es realmente necesario saberlo, entonces bien; estoy enla casa de Elle.

Su rostro prácticamente se desfiguró y no pude retener la risita queescapó a través de mis labios. Él me dirigió una falsa mirada de molestia yrodó los ojos negando con la cabeza.

—Oye —siguió con tranquilidad—, cálmate, tuvo un imprevisto y la...—Su ceñó se frunció, al igual que el mío; aunque lo mío fuese más

por curiosidad. —Muy bien, estaré allí pronto. Lo que sea, adiós.Finalizó la llamada y se dirigió a mí con una disculpa antes de

explicar que debía volver al departamento, ya que Ben lo necesitaba conurgencia allí. Me preocupó un poco la seriedad con la que dijo las palabras,debido a que él mismo parecía preocupado por algo. Lo acompañé hasta laentrada y observé cómo subía a su auto y se alejaba en dirección a laderecha, que conducía a la avenida principal a pocas calles de allí.

En cuanto cerré la puerta con seguro apoyé la espalda en ella y medejé caer lentamente al suelo, pensando en lo que había sucedido aquel día.Si yo deseaba odiar a James sólo por lo que había sucedido en la fiesta, mesería un tanto imposible considerando que era bastante agradable. Me eraafable el hecho que no pareciera de esos chicos que encerraban secretos,que eran totalmente reservados y fríos con las personas a su alrededor.Repito: era simplemente agradable.

Page 64: Aquel Estupido Beso

Capítulo 9.

El hipócrita aquí no soy yo.

James.

Si existía algo que no me esperaba, eso era a mi hermano gritándomea través del teléfono sólo por decirle que estaba en casa de Elle. Sí, estábien, es su novia y la cosa no se ve particularmente bien; pero no habíasucedido nada, sino que había ido en su ayuda. Sin embargo, el amo de laexageración y la paranoia de la familia Clearwater no me haría pasar deaquella noche sin antes encontrar algo que echarme encima.

¿Qué más da? No sería la primera ni la última vez que sucediera. Nome refería a estar en la casa de su novia, sino a que se enfadara sin razónconmigo. Asumí entonces mientras viraba a la izquierda en la avenidaprincipal, que podría estar borracho; al igual que todas esas veces quesucedía algo parecido. Suspiré audiblemente con la idea que todo fuera porello. Ben tenía un problema con la bebida que lo convertía en alguien nomuy agradable, lo que me llevaba a pensar en Elle, y lo poco que sabíaacerca de mi hermano. Llegados a este punto, se lo revelaría, pero comohasta el momento, de seguro creería que sólo bromeaba con ella. Seríamejor si lo descubría por si misma.

Pensando en Elle acabé recordando aquella tarde, y comencé a reírcon su pregunta acerca de mi bipolaridad. Definitivamente no lo era, eso selo dejaba a mi madre, pero era gracioso el que lo hubiese mencionado; ypese a que ella encontrase en sí misma demasiados defectos como para serconsiderada una persona normal, no pasaba inadvertido el hecho que todoeso formara parte de su más grande virtud; y por ello me agradaba.Lástima que por alguna razón intentase odiarme, pues de otra maneradesde hace tiempo habríamos sido... Amigos.

Tomé una bocanada de aire y esperé pacientemente a que la fila deautos detrás del semáforo en rojo comenzara a avanzar una vez éstecambiara. Tamborileé un poco en mis piernas sin saber muy bien qué máshacer, y seguí esperando. Generalmente me gustaba viajar junto a la radioencendida, pero en aquel momento no me encontraba con el ánimosuficiente para ello.

Page 65: Aquel Estupido Beso

Entre suspiros, pensamientos inservibles y una cantidad anormal depaciencia que había generado durante el último año de docencia en unasecundaria para no morir de estrés en mi trabajo, llegué al departamentoque Ben y yo compartíamos desde comenzada la Universidad, y que hacetiempo deseaba dejar atrás. Ya que sentía un miedo irracional a lasescaleras del edificio (tenía la sensación constante que alguien me seguía),esperé al ascensor para dirigirme al sexto piso, y de allí al departamento 6-B.

Abrí la puerta y me encontré con las luces encendidas, y a Bensentado en el sofá viendo la televisión. El lugar no olía a alcohol, por loque asumí que si se encontraba borracho, no había bebido en eldepartamento. Me apoyé de costado en la puerta de entrada viendodirectamente hacia él con expresión seria e imperturbable mientras mecruzaba de brazos.

—¿Dónde has estado? —preguntó sin siquiera desviar la vista.Enarqué las cejas un segundo y me alejé de la pared, pero permaneciendoerguirdo en aquel lugar.

—¿Dónde estuviste tú? —dije con inintencionada dureza. Finalmentese levantó del sofá y se ubicó a un metro y medio frente a mí.

—¿Acaso importa? —inquirió. Enarqué una ceja.—Pregunto lo mismo —contraataqué. Ben enarcó las cejas hacia mí y

cruzó los brazos sobre el pecho tal cual había hecho yo un momento atrás—. Además —continué—, no responderé a algo que mencioné hace mediahora durante tu llamada. ¿Estás borracho?

—Para nada —negó—. Sucede que estoy muy lúcido.Mi expresión fue invadida por curiosidad; sentía grandes deseos de

saber a qué rayos venía tanto misterio, y brusquedad. Es decir, ni siquierasabía si había hecho algo malo. Me encogí de hombros y pregunté quéestaba sucediendo, y se limitó a permanecer en silencio durante unmomento hasta que respondió con otra pregunta que no me sorprendió nimolestó en realidad.

—¿Qué hacías en casa de Elle?Le dirigí mi mejor expresión de ¿Eres idiota?, y me encogí de

hombros.—Sucede que tuve que buscarla a mitad de la nada porque su auto se

averió y el idiota de su novio había desaparecido, luego la llevé a su hogar,¿es tan difícil comprender ello? —expliqué comenzando a perder la

Page 66: Aquel Estupido Beso

paciencia, avanzando hacia la cocina por algo de agua. ¿Esperaba quetitubiara y mintiera? Pues bien, eso no sucedería; mi conciencia estabalimpia y no tenía problemas en decir nada. Algo que por supuesto él nopodía igualar—. ¿A qué va todo esto? —pregunté esta vez con cansancio.

—¿Recuerdas la fiesta? —dijo de pronto, aún con molestia, pero demanera más... Cautelosa.

Seguí caminando hasta hallarme frente al refrigerador, del que saquéuna botella de jugo pues se había acabado el agua mineral. Demonios,odiaba olvidar ir al supermercado. Estúpido trabajo.

Mientras servía la bebida noté a Ben de brazos cruzados bajo elumbral de la puerta. Lo observé con una ceja enarcada mientras tomaba eljugo hasta que un segundo después respondí.

—Especifícate —ordené—. La última fiesta a la que asistí sucedióhace poco más de un mes. —La fiesta en la que casualmente conocí a Elle.

—Precisamente esa —asintió—. Dime, ¿qué sucedió aquella noche?Porque me han dicho algo muy interesante que hace semanas me perturba.

Demonios, pensé, ahora entendía por qué tanto drama. Bien, supuseque aquella sería una muy larga tarde, y quizá todo abarcara la noche.

—Sabes —continuó al ver que no otorgaba respuesta—, si harás algoque no deberías en una fiesta de Universidad recuerda que hay personasdemasiado cotillas por ahí. —Se acercó hasta encontrarse a menos demedio metro de distancia de mí. Aquello no auguraba nada bueno. —Sieres el perfecto hermano que todos dicen, responde: ¿Besaste a Elledurante esa fiesta?

Bueno, ahí estaba la pregunta que todos —y por todos me refiero a mí—, estábamos esperando. Sin rodeos lo miré con seriedad a los ojos

ya que como he dicho, no tenía nada que esconder, y con firmeza dije “sí”.Lo que obviamente no me esperaba, fue el puñetazo que dio a mimandíbula un segundo más tarde. Pronto sentí un sabor agrio y metálico enmi boca, y supe que había cortado la cara interna de mi mejilla con losdientes.

—¿Qué demonios te sucede? —exclamé mientras masajeaba mimandíbula de manera que el dolor no pareciera tan profundo como enrealidad era.

—Deberías agradecer que fue un golpe y no destrocé tu rostro —espetó sacudiendo su mano, y una mirada que podria asesinarme con lafuria que desprendía.

Page 67: Aquel Estupido Beso

—Muy bien, considerando mi situación, no tengo idea hasta qué puntomerecía eso —repuse enfadado—. Escucha esto: jamás mencionas elnombre o la apariencia de aquellas con las que sales, por lo que teniendo encuenta que me encontraba en una fiesta, hablé un poco con ella y sí, labesé; pero no supe quién era en realidad hasta el día siguiente.

—Entonces la culpa es de Elle.—No pienses por un segundo que la culpa es de ella —advertí con

severidad; y por la mirada que me envió asumí que algo en la manera quelo dije le indicó algo—. Pero de igual manera no tendrías que enojarte deesa manera.

—Vamos, ambos sabemos muy bien que si tú particularmente asistesa una fiesta, permaneces junto a aquellos que conoces. Apuesto que lahabrías invitado a salir después de ello. —Tomé una respiración profunda;era un asco tener hermanos. —Sí lo habrías hecho —asintió conresignación.

No respondí, me limité a observarlo fijamente con el ceño fruncido.Lo único que ganaría sería otro puñetazo, y no necesitaba más futuroscardenales. Una persona normal creería que Ben estaba siendo ridículo,incluso yo lo hacía, pero en aquel momento estaba demasiado enfadadocomo para entrar en razón.

—¿Sabes una cosa? No tengo tiempo para una situación tan estúpidacomo esta. Estaré disponible cuando vuelvas a ser alguien normal —dijecomenzando a caminar hacia mi habitación. Sin embargo, antes quepudiese pasar por su lado me detuvo empujando mi hombro, y luegotomando el brazo de mi camisa en un puño—. ¿Qué? —espeté.

—No sé si sucedió otra vez, o lo que sea que esté sucediendo, pero tediré una cosa: aléjate de Elle —susurró con una amenaza implícita.

Me giré hacia él con confusión. ¿Realmente acababa de decir eso? Sí,claro, como si fuese a escuchar y luego irme caminando felizmente deregreso a mi habitación. Nunca en esta vida. Me salí de su agarre y loenfrenté.

—¿Quién crees que eres para decir eso? ¿Su dueño? —pregunté conseveridad—. Si es así entonces eres un idiota. La chica que está a tu ladono es un objeto que puedes manejar, o de la que puedes adueñarte. Y si novuelvo a verla será porque ella me obligue, no porque tú lo digas.

—¿Y a ti que te importa? —gritó empujándome en el pecho confuerza. Me habría encantado que Elle estuviera allí, apostaba lo que fuera a

Page 68: Aquel Estupido Beso

que le habría dado un par de golpes al imbécil frente a mí—. Entiende quediré y pensaré lo que quiera de ella, pues hasta donde sé es mi novia, notuya.

Habiendo perdido todo rastro de paciencia con sus últimas palabras,asesté un golpe a su rostro que —al ser tomado por sorpresa—, lo dejó caeral suelo. Estaba a punto de decirle algo cuando se levantó y me golpeó deregreso, a la segunda vez que lo intentó lo detuve, lo tomé por el cuello yempujé contra la pared.

—Mira bien, gran imbécil, deja a Elle fuera de lo que sucedió en lafiesta y ya superalo. Ni que tú fueses un santo —susurré hacia el conaspereza. Sin embargo, Ben rió.

—Eres un hipócrita. Después de aquello lo que menos puedes hacer esdecir eso —señaló con diversión. Lo empujé un poco más hacia la pared yluego lo solté con brusquedad.

—Ya supera el hecho que ninguno de los dos sabía quién era el otro;por lo tanto ten en cuenta que el hipócrita aquí no soy yo, y ambos losabemos. — Acomodé mi camisa. —Sin embargo, no me quedaré a ver loque sea que hagas con Elle.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó con el ceño fruncido.Comencé a caminar hacia el baño y me detuve.

—En menos de una hora estaré fuera. Me voy de aquí.—¿Por qué en una hora?—Es lo que tardaré en limpiar mi rostro y tomar lo que sea que halla

en mi habitación —respondí ya con un tono más tranquilo; y acto seguido,ingresé en el baño.

Algo de cuarenta minutos después, las cosas más importantes —ropa, libros, las actividades de mis alumnos, entre otras cosas— se encontraban dentro de mi auto, y yo había cambiado mi camisa a otra que no tuviera sangre. Mientras salía, Ben no me había dirigido la mirada, y lo creía mejor así, ya que por mi parte sólo quería golpearlo; para saber si de esa manera dejaría de ser un niño ridículo. Es decir, aún no terminaba de hallarle sentido a todo lo quehabia sucedido. Lo que sea, ahora debía encontrar un nuevo lugar dondevivir.

Tomé mi celular y llamé al primer número que cruzó mi mente.Nicole, la chica que se había convertido en mi mejor amiga, contestó alprimer tono.

—Hola, Percy —saludó. Fruncí el ceño con diversión y me eché a reír.—No puedo creer que Elle lo haya mencionado —afirmé recuperando

algo de buen humor.—Bueno, llegó temprano a trabajar y mencionó la nueva manera de

Page 69: Aquel Estupido Beso

llamarte. La verdad es que sí te queda —dijo divertida y con algo dedificultad; tal vez se encontraba haciendo algo en la cafetería, o eso indicóel grito de fondo proveniente de Melanie, para que atendiera una de lasmesas.

—Oye, necesito un favor —expliqué, esperando su respuesta.—Dispara.—¿Recuerdas que tu hermano trabaja en el mercado mobiliario? —

pregunté cautelosamente—. Pues necesito su número —añadí en cuantoasintió.

—Lo pides, lo tienes —concedió—. Y por mera casualidad, ¿quésucedió para que necesites de sus servicios?

—Oye, hablando así hasta parece que te pedí el número de unaprostituta.

—Ese es John, mi hermano prostituto —estuvo de acuerdo—. Pero nohas respondido mi pregunta.

—Bien, te contaré la historia, pero primero dame su número —pedímientras viraba hacia la derecha. En realidad no tenía una idea clara deadónde ir, asumí que mi rumbo se especificaría adonde fuese que John meenviara para hablar.

Una vez que tuve el número, lo único que restaba era contarle a Nicolela razón por la que estaba dejando el departamento. Y lo cierto es que unavez terminé, pareció que no dejaría de reír.

Page 70: Aquel Estupido Beso

Capítulo 10.

¡No me dejes!.

Elle.

—Sabes que te adoro, pero si no dejas el teléfono, te mataré —dijoMelanie hacia Nicole, que no dejaba de reírse por lo que sea que la personaal otro lado de la línea le había dicho. Era raro, porque me dirigó unamirada y la risa se intensificó.

Bueno, y después era yo la chica anormal. No me hagan reír.—¡Elle! —un grito de Melanie llamó mi atención; maldita sea ella

por su voz potente, de seguro reventó los tímpanos de la niña a su lado enel mostrador.

Me volteé y caminé hacia ella, me esperaba con un anotador en sumano derecha, lo que me recordó que había dejado el mío en algún lugar yme encontraba buscándolo. Ahora sabía qué sucedió con él. Antes de llegaral mostrador salté con sorpresa cuando sentí una mano posarse en mihombro, y de no ser porque escuché la risa de Nicole, alguien habríaacabado el día con un ojo morado. Odiaba que me tomasen por sorpresa deesa manera.

—Oye, perdona por las miradas de antes; pero estaba hablando conJames y mencionó algo muy gracioso que sucedió esta tarde —explicó conuna sonrisa que igualé un segundo más tarde. Eso lo decía todo.

—¿Qué sucedió esta tarde? —preguntó Melanie con curiosidad desdeel mostrador mientras le daba su cambio a una señora mayor.

—No te lo diré en este preciso momento si puedo evitarlo —meapresuré a negar mientras caminaba hacia ella y tomaba el anotador—.¿Adónde?

—Mesa nueve —respondió de manera “adorable”. Sí, era raroviniendo de ella.

Sonreí hacia ella mientras iba hacia la dichosa mesa siete, donde tresadolescentes reían sin parar al mismo tiempo que veían la pantalla delteléfono perteneciente a una de ellas. Conforme avanzaba me pregunté siyo me había visto tan estúpida a los dieciséis años; y no dudé en responderque efectivamente sí lo había hecho.

Page 71: Aquel Estupido Beso

Más tarde, entre pedido y pedido, pensé en el hecho que James habíamencionado a Nicole lo que había sucedido horas atrás. Creo que lomataría, ya que el pensar en aquello teñía mi rostro de “RojoIncomodidad”, y el que ella lo supiera lograba que el color se intensificaraa “Rojo Vergüenza”. Sólo para que conste; desde pequeña nombraba a loscolores con las distintas maneras de humillarme a mí misma.

***

Una vez acabada mi labor en la cafetería, bueno nuestra labor,

Melanie y yo nos dirigimos a su casa donde encontramos a Jenn con unacantidad imposible de actividades para la escuela sobre la mesa. Jamáscomprendería por qué Melanie enviaba a su hermana menor a unasecundaria donde comenzaban el ciclo escolar con un mes de anticipación.¿No veían acaso que las personas se sofocan con el calor más el horarioescolar? Por Dios, instituciones desconsideradas.

—¿Cómo está mi pre-adolescente favorita? —pregunté acercándomea ella para depositar un beso en su mejilla. La joven hizo una mueca y sedejó caer sobre la muralla de papeles en la mesa.

—Terriblemente exhausta. Definitivamente mi profesor me odia.Bueno, a todo el curso en realidad —reflexionó con pesar antes de regresar.

—A juzgar por lo que veo es tarea de Ciencias, ¿tú profesor no era elmismo del año anterior? —pregunté con curiosidad, extrañada del hechoque el profesor Collins le dejara tantas actividades; el año anterior no habiasido tan pesado.

Jennifer me dirigió una mirada de ojala-ese-fuera-mi-profesor, yvolvió a suspirar.

—Este año ingresó uno nuevo. No tengo nada en su contra ya que hacelas cosas divertidas, pero esta semana decidió darnos bastantes actividades— explicó con cansancio—. Estúpido Clearwater —añadió mientrastomaba su calculadora.

Fruncí el ceño. ¿Realmente había...? No, podía ser cualquiera.Después de todo, sólo era un apellido; y podrían existir muchos profesorescon él. Lo pensé durante un momento, pero no pude evitar voltearme haciaMelanie, que se encogió de hombros; al parecer desconociendo al profesorde su hermana menor.

—¿De casualidad tu profesor se llama “James Clearwater”? —pregunté cautelosamente. Jenn frunció el ceño hacia mi y tomó un trago

Page 72: Aquel Estupido Beso

del café a centímetros a su lado.—Sí, ¿lo conoces? —respondió. Cuando asentí, volvió a suspirar—.

Pues entonces pídele que sea más tolerante y deje menos actividades. Estoes lo de un año.

Melanie y yo comenzamos a reír a ante su petición, y luego deprometer que lo haríamos nos dirigimos a la cocina. Mientras ella haciacafé y yo revisaba sus alacenas buscando los ingredientes para hacergalletas. Dato acerca de mí que por supuesto a nadie le interesa: amococinar galletas y pasteles. Eso explicaría por qué no poseo cuerpo desuper modelo... Creo.

—Oye, tengo algo que decirte. Sólo para que lo tengas en cuenta —anunció Melanie de pronto. La miré con el seño fruncido mientrasamasaba, sorprendida por la seriedad de su todo. Notando que nocontestaba, respondió

—. ¿Recuerdas a Mary Elizabeth?—¿Tu abuelastra? —pregunté con diversión recordando a la mujer de

su abuelo. Ya que en su momento había sido madrastra de su madre, megustaba decir que era la “abuelastra” de Melanie y Jennifer. Sonabachistoso.

—Esa misma —asintió, yo seguí atenta tanto a ella como a mi masa—. Lo que sucede es que la semana que viene es su cumpleños, y nuestroabuelo y ella nos esperan para el festejo a Jenn y a mí; por lo que estaré enLondres los próximos cinco días a partir de mañana —explicó con unadisculpa apenas perceptible.

—¡¿Qué?! —Chillé deteniendo mi actividad—. Por favor ¡no medejes!

—pedí con desesperación.Melanie lanzó una carcajada y comenzó a golpear la mesa. Muy bien,

no sabía qué en lo que dije fue precisamente gracioso.—Vamos, Elle, sabes que no podemos faltar —insistió en cuanto se

calmó.—Sí, lo comprendo —dije—. Sin embargo —seguí, comenzando un

mohín—, me dejarás aquí y no tendré esperanza alguna de superar lo quesea que suceda en mi vida.

Está bien, había sonado muy narcisista, egoísta o lo que sea.—Ya verás que nada sucederá. Además serán pocos días y puedes

llamarme por teléfono. Sólo estás siendo una niña —señaló.

Page 73: Aquel Estupido Beso

—Sí, me comporto como una niña; y ahora comenzaré a recitar lascanciones de Barney el Dinosaurio sólo para demostrar tu punto —bufécruzándome de brazos, recordando demasiado tarde que tenía las manosenharinadas—. Agh, que asco —refunfuñé sacudiendo las manos.

Melanie avanzó hacia mí extendiendo un paño para que pudieralimpiarme al mismo tiempo que intentaba consolarme diciendo que nadamalo sucedería mientras yo no lo permitiera. Dicho así hasta parecía queme perseguía un asesino o algo así.

Tres horas más tarde, alrededor de una bandeja de galletas de naranjarecién horneadas y junto a tres tazas de café con algo de crema batida ycaramelo, le conté a Melanie y Jenn lo que había sucedido aquella mañanay más tarde, desde acabar varada hasta llegar a casa. No sé hasta qué puntoera bueno que Jenn escuchara la “anécdota”, pero si Melanie no habíadicho nada en contra ¿qué más da? Yo tampoco lo haría.

—Por Dios, no puedo creer que hayas olvidado tu bata de baño —exclamó Jenn carcajeándose.

—Y además tuvieses que llamar a James. Supongo que sirvió de algoel que me encontrara en una reunión por la escuela de Ballet —reflexionóMelanie antes de tomar un trago de su café.

—Bueno, gracias a ambas. En serió las aprecio —respondísarcasticamente.

Tomé un par de galletas y me limité a comerlas mientras ambashermanas reían y a continuación comenzaban a planear los últimos detallesde su ida a Londres, al parecer a primera hora de la mañana siguiente. Agh,aún estaban a ocho horas de irse y ya las extrañaba.

***

Golpeé de manera insistente unas tres veces la puerta del

departamento que Ben y James compartían. Hacía dos horas Melanie yJenn subieron al avión que las transportaría a Londres, y después depensarlo, decidí darle una visita a Ben. No era particularmentecontroladora ni nada por el estilo; pero dado que el día anterior no habíarespondido en ningún momento del día mis llamadas, sentía una intensanecesidad de saber si algo le había sucedido.

Algo de cinco segundos más tarde la puerta fue abierta, y entrécautelosamente al departamento al no ver a Ben por ningún lado. Justodetrás de la puerta se encontraba él, parecía recién levantado de la cama a

Page 74: Aquel Estupido Beso

pesar de ser mediodía, y un enorme cardenal cruzaba su mejilla izquierda.—¿Qué demonios te sucedió, Ben? —pregunté/exclamé con gran

preocupación mientras me acercaba a él. No obstante, hizo una mueca dedisgusto y se alejó de mí. ¿Y eso?

—Nada importante. ¿Qué haces aquí? —espetó con brusquedad, sinmirarme a los ojos. ¿Me había perdido de algo? Si era así entoncesilumínenme.

Enarqué una ceja hacia él con molestia, me crucé de brazos ypermanecí tiesa en mi lugar sin hacer ningún movimiento.

—Mira, si tuviste una riña por la noche, bien; pero no te metasconmigo

—lancé con enfado creciendo en mí. Lo que menos recomendaba erahacerme enojar.

—Tienes razón. Lo lamento —se disculpó un poco más tranquilo. Sinembargo, yo ya estaba enojada, y no se libraría de mí tan fácilmente—.¿Qué sucede? —preguntó con el mismo tono cargado de tranquilidad.

—¿Dónde estuviste ayer? —quise saber, aún sin dejar atrás mi posturade “Estoy molesta. No me toques”.

—¿A qué te refieres? —preguntó con dureza. Rodé los ojos y meobligué a explicar.

—Wow, no tienes por qué ponerte a la defensiva —exclamé—. Aúnasí, lo que quiero decir es que ayer parecías desaparecido del mapa yquería saber qué sucedió.

—Nada en especial.Me encontraba observándolo mientras me replanteaba qué tan buena

idea había sido aparecer en el departamento cuando me percate de laausencia de James. De seguro estaba dando clases, pero nunca se sabía.

—¿Y el nerd? —pregunte advirtiendo la sonrisa que aparecía en mirostro. Ya tenía dos apodos; “Percy” y “nerd”. Sólo de pensarlo me causabagracia.

—¿Quién? —respondió él mientras me dirigía una mirada cargada deincredulidad. Suspiré mientras reprimía la necesidad de golpearlo ygritarle ¡Ya, deja de ser un idiota!

—Ya sabes, tu hermano —manifesté como si fuera lo más obvio delmundo—. Es que dado que es profesor de ciencias...

Sacudí ligeramente la cabeza de manera que comprendiera laobviedad de mis palabras, pero sólo recibí un asentimiento y que se

Page 75: Aquel Estupido Beso

volviera hacia el pasillo dirigiéndose hacia la cocina.—Que extraño que lo sepas —dijo secamente—. No le gusta que la

gente lo sepa. Pero supongo que no me extraña.Muy bieeeeen, ya no entendía nada. Repetiré una pregunta anterior:

¿Me perdí de algo? Y formularé otra: ¿Hice algo? Lo que sea, aquí no erayo quien se estaba comportando como un idiota o evitando preguntas.

—Si es realmente necesario, entonces te mencionaré que James se fuedel departamento. Y si no me crees, ve su habitación —confesó con unaligera nota de desprecio que me sorprendió.

¿Había sucedido algo malo? No lo sabía, pero no me molesté enpreguntar. Si permanecería evitando preguntas o comportándose como unimbécil, pues entonces no me arriesgaría. Si volvía a verlo le consultaría aJames, quizás fuera más... Accesible con ello.

No permanecí mucho más tiempo en el departamento. Había intentadorecibir algo de información acerca de cualquier cosa, y ya que Ben estabamás distante e imposible que nunca, decidí irme. A media tarde mi madrellamó a mi celular para invitarme a una cena aquella noche, y ya que teníael día libre, no tenía muchas excusas para evitar un “sí”.

De haber sabido que mi abuela y mi tía también estarían presentes,habría fingido una repentina laringotraqueobronquitis. Sí, lo sé, nombredemasiado complicado para siquiera pensar en él. Incluso se me trababa lalengua al intentar pronunciarlo.

Pero en fin, volviendo a mi idea de plantear una enfermedad fingida,debía admitir que era realmente estúpida. Superando límites de hecho, y yaque básicamente había accedido a asistir a la estúpida cena, tenía queenfrentar las consecuencias como una persona responsable de sus palabrasy... Muy bien, demasiadas estupideces juntas saliendo de mi mente paraocupar el siguiente año.

Básicamente mi plan para aquella noche era ignorar a dos de las personas que peor me caían en la tierra, y limitarme a “disfrutar” lo más que pudiera la cena. Por qué odiaba a Alice era imposible no comprenderlo; y además ya lo había dicho y soy muy floja como para repetirlo; pero en cuanto a mi abuela, bueno,la odio porque todo lo que haya dicho de mi tía, en ella hay quemultiplicarlo por cien. Tecnicamente era la culpable de la actitud de su hijamenor.

Ni siquiera me molesté en vestirme de gala al mejor estilo AliceNewman ya que de hecho no era más que una estúpida cena-poco-usual conmis padres; lo que no ameritaba precisamente mi mejor ropa. Eso por unlado, y por otro, que no tenía mi “modista personal” echando mi ropa sobrela cama y exigiéndome que vistiera de manera decente.

Page 76: Aquel Estupido Beso

En aquel momento me encontraba patéticamente en silencio mientrasatacaba mi plato sin reparos en la gente a mi alrededor, aunque teniendo encuenta cada una de las cosas que decían; lo que no era más que una queotra estupidez por parte de mi abuela acerca de lo último en moda ybelleza. Cada vez que mi vista se deslizaba muy accidentalmente hacia mitía, descubría que ésta me observaba con el ceño fruncido, aunque unsegundo después desviaba la vista hacia otro lado. Así fue durante la mitadde la cena.

Primero Ben, y luego Alice; no pude dejar de preguntarme qué rayosle sucedía al mundo con comportarse de manera extraña.

—Elle.La voz de Alice, luego de cenar, mientras me dirigía hacia la cocina

me detuvo a medio camino. Me volteé hacia ella y le dirigí una mirada quesin necesidad de palabras inquiría “¿Qué deseas?” de la manera máshipócrita que una persona podría pronunciar. Ella suspiró como si sepreparara para algo grande y dijo:

—¿Podemos hablar? —Confundida, fruncí el ceño hacia ella y acontinuación incliné mi cabeza unos centímetros.

—¿Lo dices en serio? —pregunté con incredulidad. Posiblementeporque su tono causaba la suficiente curiosidad como para creer que lachica estaba equivocándose de persona. Es decir; ¿Alice Newman queríahablar conmigo? Definitivamente no podía creerlo.

Con un nuevo suspiro, Alice asintió de manera tímida y se movióincómodamente en su lugar.

—Por supuesto; sólo hablar —respondió frunciendo los labiosmientras se balanceaba sobre sus talones. Algo muy impropio de ella.

—Bien, vamos a hablar —acepté con un encogimiento de hombros; yfinalmente le hice un gesto para que me siguiera hacia mi habitación.

Sólo una cosa podía suceder en una “charla” junto a mi tía; y esperabacon todo lo que podía que no fuera el caso, o alguien acabaría con sumanicura y cabello perfectos totalmente arruinados. A Elle Daniels no lemolestaba ensuciarse las manos.

Page 77: Aquel Estupido Beso

Capítulo 11.

La vida es un asco.

Cerré la puerta de mi “ex-habitación” sin seguro por si acaso debíasalir corriendo de allí, y me apoyé con la espalda sobre ella por la mismarazón. Alice se sentó de manera demasiado delicada sobre la cama y pasólas manos sobre la falda de su vestido beige tantas veces que creí acabaríapor plasmarlo en su piel. Era extraño; se veia... Nerviosa.

Ahí iba otra cosa muy impropia de mi tía. Aquel día me estabaasustando.

—Bueno... ¿Qué es tan importante como para que desees hablarconmigo? —inquirí con sequedad; sintiéndome algo extraña por lasituación en la que nos hallábamos.

Alice vaciló un momento moviendo sus manos con nerviosismo antesde responder.

—Mira, Elle, esto será algo difícil de hacer, por lo que tendrás quejuntar toda la paciencia que posees y depositarla en este momento —explicó. Básicamente no comprendí a qué se refería, por lo que sólo asentícon la cabeza y esperé a que continuara—. Entonces, comencemos: creoque te debo una disculpa. Una muy grande, de hecho.

Fruncí el ceño con incredulidad, mientras reprimía mis intensosdeseos de reír en su cara. ¿Alice Newman comenzaba a pedir disculpas?¿Es que aquel día no podía dejar de sorprenderme? Bueno, era realmenteraro; y la estupefacción en mi rostro durante aquel momento lodemostraba.

Alice enarcó una ceja hacia mí y suspiró mientras negaba con lacabeza.

—Oye, no me mires así —pidió—. Lo estoy diciendo de verdad.Necesito disculparme contigo por todo lo que he hecho durante lasecundaria. Sé que fui cruel, narcisista, egoísta, que me comporté como lacucaracha más insignificante que existiese. Pero esa no era yo, nunca fuiyo.

Con esa pequeña explicación se quedó callada un momento; laobservé con cautela, ya que si bien sus palabras parecían sinceras, yo sabíaque era una excelente actriz, y me era imposible no ser escéptica ante lo

Page 78: Aquel Estupido Beso

que acababa de decir. Y el hecho de que en realidad fue bastante dudosacon todo el mundo no tenía nada que ver es eso.

—Exlícate —pedí, aunque de hecho sonó más como una orden. Alicesuspiró.

—Mira, la cosa es..., que mi madre siempre ha estado terriblementeobsesionada con la idea de “belleza” que te demuestran las modelos,actrices... Barbies. —Sacudió ligeramente la cabeza, y su vista se posóperdida en el suelo, como si estuviera rememorando algo. —Lo malo esque esa obsesión pareció intensificarse con mi hermana (tu madre), quesiempre le gustó ser “una de los chicos”, supongo que me entiendes; y esola llevó a convertirme en su pequeña muñeca de cabello, ropa y maquillajeperfectos. A esa simple idea le siguió el enviarme a escuelas de modelaje,pasar por decenas de peluquerías (como si fuera realmente necesario parauna chica de doce años), e intentar lavarme el cerebro para que actuaracomo toda una mimada niña rica que pronto se convertiría en la chica máscruel y popular de la escuela. Lo cual sucedió..., porque tuve que actuar, ypor lo tanto fingir que aquella era mi personalidad, que en serio me gustabaser tan estúpida y vacía; para mantener aquella “reputación”.

Se detuvo un momento, y al fin levantó la vista hacia mi. Se veía algoperturbada, y era injusto que aún de esa manera siguiera viéndose perfecta.En algún sentido enviadaba esa capacidad. Como sea, si había entendidobien lo que acababa de explicarme, todo ella era una fachada producida porla obsesiva de mi abuela. Genial, comprendido, pero ¿adónde iría el restode su relato?

—Siguiendo con todo esto —continuó con un suspiro—, el tener queactuar como la cliché popular-rubia-malvada de la escuela secundariaconllevó a que tú me detestaras, y yo te diera razones para que lo hicierascon mis acciones y actitudes...

—Cabello verde —protesté recordando un almuerzo cuando teníamoscatorce años en el que una de sus “amigas” me lanzó un postre que tiñótemporalmente mi cabello y el de Melanie a verde. Luego de ello Alice noshabía observado con pesar, aunque asumí que lo había imaginado porqueun segundo después comenzó a mofarse de nosotras al igual que suscompañeros.

—Exacto —estuvo de acuerdo—, pero déjame acabar —reprimió contranquilidad, sin hacer caso a la mirada que le dirigí—. La cuestión aquí esque básicamente yo seguía un estereotipo, de modo que mi madre no me

Page 79: Aquel Estupido Beso

hiciera la vida imposible como todos dicen que hacía con mi hermana. —Suspiró. —Eso explicaría básicamente toda mi historia en la secundaria.

—Entonces, lo que intentas decirme es... ¿Que jamás has sido lamegalómana-Barbie-superficial que Melanie y yo creímos siempre queeras?

—pregunté con una cantidad épica de incredulidad. Lo siento, pero nopodía simplemente creer lo que decía y ya.

—Es lo que intento decirte —coincidió con una sonrisa sincera, y no una de esas llenas de suficiencia que había conocido desde pequeña—. ¿En realidad creías que me gustaba vestir cosas tan ajustadas, zapatos de tacón alto y faldas que prácticamente no dejaban nada a la imaginación durante todo el día? ¿Pensaste que amaba estar todo el día completamente perfecta comomuñequica Barbie lista para empacar? ¿Que adoraba ser el centro deatención y la reina de la histeria de la Secundaria? —Hizo las preguntas detal manera que no fue difícil imaginar que su vida podría haber sido unatortura; comenzaba a sentirme algo rara con respecto a ella, no lo sé, eradiferente. —¿Creías que me gustaba estar rodeada de un montón depatéticas mediocres que sólo esperaban obtener algo de mí, o de huecosbasquetbolistas que sólo deseaban entrar en mis pantalones? —continuóesta vez riendo para sí misma, y yo la igualé—.

¡Por supuesto que no! Era exasperante, y la verdad es que toda aquellapersona que esté de acuerdo con todo ello debe ser terriblemente anormal.O no pertenece a este mundo.

Muy bien, el día ya de por sí era extraño, y Alice estaba potenciandosu anormalidad. Sonaba terriblemente sincera, y ya no sabía cómo leerentre líneas a sus palabras y expresión. Supuse entonces que no había nadaque analizar, que las cosas eran como se demostraban, y ella estabaintentando realmente iniciar una disculpa; creo que lo mencioné variasveces, pero me era imposible creer que ella jamás fue la “niña bonita” quedemostró ser.

—Mira, la verdad es que interiormente siempre fui una gran nerd, yenvidiaba lo que el resto de las personas tenían. Libertad para ser ellosmismos

—dijo regresándome a la realidad.Enarqué las cejas hacia nada en particular y me preparé para

responder... Demonios, no tenía idea de qué decir o hacer, difícilmentevolvería a ver a mi tía como la cucaracha con cabello perfecto que conocía;pero ya que, eso no borraba el que me hiciera la vida imposible durante laSecundaria. Esta bien, fueron pocas las veces que me humilló de verdad ya

Page 80: Aquel Estupido Beso

que en realidad lo hacían sus compañeras, pero de igual manera no lodetuvo.

—Entonces —comencé finalmente luego de tomar una respiraciónprofunda—, ¿esperas que acepte tus disculpas? ¿Así sin más?

—No, Elle, no espero eso —negó. La sorpresa en mi expresión fue evidente, ya que creí que diría otra cosa—. No espero que hagas como si nada hubiese sucedido, porque sé que fui una zorra con Melanie y contigo. — Bueno, eso era cierto. —Sin embargo —continuó—, sí quiero que intentemos comenzar una buena relación, ya que lo que menos deseo es que me consideres una “enemiga” durante el resto de nuestras vidas. He intentado hacer esto desde hace tiempo, pero siempre te has puesto a la defensiva, por lo que he continuado con mi estúpida actuación; y quiero acabar con esto. —Se levantó de su asiento y extendió una mano hacia mí. —¿Qué dices?¿Crees que podamos superar (pero no olvidar) lo que sucedió y seguiradelante? Intentar..., no lo sé, ¿comenzar una posible amistad?

Intercambié la mirada entre su rostro y su mano un par de vecessopesando mis opciones. Me sentía como esa frase conocida deShakespeare, pero con algunos cambios. Algo así como ¿Perdonar o noperdonar a Alice? Esa es la cuestión. Okay, estaba siendo ridícula; perobueno, ¿cuándo no lo era? Porque creo que siendo sincera, si fuera posible,en los diccionarios junto a la definición de “ridículo” aparecería una fotocon mi nombre.

Alice enarcó las cejas esperando por mi respuesta, y decidiendofinalmente que sería una estupidez seguir dando vueltas a un asunto quehacía varios minutos había declarado cerrado, dije con cautela:

—Estás consciente que debes disculparte con Melanie en cuantoregrese, ¿no es así?

Una risita escapó de ella.—Por supuesto —asintió.—Bueno, esto no es raro ni nada —

dije estrechando a continuación su mano aún extendida—. Aceptaré tus disculpas, pero ten en cuenta esto: Haz una cosa, cualquiera, ytu vida se convertirá en un infierno —advertí por último. Estaba hablandomuy en serio; no permitiría que volviese a pisotearme. Era su únicaoportunidad.

—Tenlo seguro, no haré nada que arruine lo que acabo de decir —aseguró acompañando sus palabras de una sonrisa.

Otra menos entusiasta se formó en mi rostro mientras me replanteabami desición; probablemente me arrepintiese a futuro, pero ¿qué más da?Había hecho tantas estupideces en mi vida que una más no me haría daño.

Page 81: Aquel Estupido Beso

Lo cierto es que aquella “charla” junto a mi tía había cambiadoradicalmente la forma que poseía de verla. Quizás si pudiese funcionar yconvertirme en su amiga...

Agh, nuevamente estaba contradiciéndome sola. Por enésima veznecesitaba un golpe.

***

Al quinto día después de la ida de Melanie y Jenn ya me encontraba

terrible y patéticamente harta. No era como si no la hubiese llamado un par— bueno, muchas—, veces para contarle acerca de cualquier estupidez,incluyendo la disculpa de Alice; pero básicamente me sentía terriblementesola sin ella rondando por ahí. Es cierto, era demasiado dependiente de mimejor amiga, pero aquello habría sido menos penoso si mi novio no seestuviera comportando como un patán (sí, dije “patán”, ¿y qué?), ni sehubiera mostrado tan distante como el día después que acabé varada amitad de dos ciudades. El cardenal que por aquel entonces “decoraba” surostro aún permanecía prácticamente intacto, quizás de un color menosintenso, pero ahí estaba. Me había cansado de preguntar a qué se debía,pero aprendí que sería imposible llegar a saberlo. De igual manera miproblema aquel día, mientras atendía el mostrador (se suponía que era midía libre pero Melanie no estaba, y bueno, heme allí) estaba en cuántoextrañaba los gritos de mi mejor amiga hacia todos; especialmente aNicole y a mí.

—La vida es un asco —declaré jugando con la bombilla del batidoque una chica había pedido pero que salió corriendo del lugar antes queestuviera listo, por lo que entonces se convirtió en mío.

—Hey, tranquila, o me preocuparás, Daniels.Enarqué una ceja ante el familiar sonido de la voz de James. Levanté

la vista hacia él y sonreí igualando la que se encontraba en su rostro y medirigía. No obstante, la sonrisa se atenuó en cuanto avisté su pómuloderecho y lo noté morado. ¿Es que ambos Clearwater tenían que acabarlastimados cuando lo hacía el otro? Era extraño.

—No te preocupes, no lo digo porque vaya a suicidarme —dije, sinembargo, aunque de igual manera sintiendo curiosidad sobre su pómulo.

—Entonces, ¿por qué la vida es un asco? —preguntó con curiosidadmientras se ubicaba tranquilamente en el taburete justo frente a mí en elmostrador.

Page 82: Aquel Estupido Beso

—Dudo que sea de tu incumbencia, Percy —respondí y guiñé un ojo,recibiendo a cambio una ligera risa por su parte—. O debo decir, “nerd” —agregué sin más detalles.

Percy, digo, James frunció el ceño con incomprensión y acontinuación entrecerró los ojos hacia mí; como si pidiera una explicación.Me fue imposible no reírme de su expresión, con lo cual me gané unasonrisa confundida.

—¿Te suena el nombre “Jennifer White”? —pregunté haciendomención de quien yo sabía, era una de sus alumnas. En cuanto sus ojos seabrieron como platos en comprensión, sonreí—. Exacto, ella es una de tusalumnas de Ciencias. Supongo que descubrí tu oscuro secreto —afirmé ycomencé a reír entre dientes, porque imaginar que James escondiera algomeramente “oscuro” era tan ridículo como el noventa por ciento de lascosas que yo misma hacía.

—Sí, lo has hecho. Supongo que ahora tendré que secuestrarte y luegomatarte —susurró acercándose más a mí, fingiendo seriedad. Como buenapersona que era, simplemente me reí en su rostro. Sí, excelente persona.

—No lo creo, mi amigo —negué con una sonrisa suficiente y mecrucé de brazos—. Aquí nadie logrará atarme, te lo advierto.

—Claro, porque eres Divergente y no puedes ser controlada —repusoen broma volviendo a su anterior posición en el taburete.

—Diver... ¿Qué? —pregunté absolutamente confundida, aunquesonriendo al mismo tiempo que negaba ligeramente con la cabeza. Jamescerró los ojos con fuerza y comenzó a reír de sí mismo.

—Demonios, debo dejar de hablar contigo —aseguró a nadie enparticular—, sólo logras que diga cosas como esa.

—Bueno, sólo logras que me confunda contigo —estuve de acuerdo.El hombre era realmente extraño a veces—. Primero me dices que Cruel esbueno y ahora que soy Divergente ¡y no tengo idea de lo que ello significa!—me quejé haciendo movimientos con las manos. James sonrió y volvió anegar con la cabeza—. Vamos, explica por qué dices esas cosas tanextrañas. Ya sé que eres nerd, ¿qué puedes perder? —insistí volviendo acruzarme de brazos.

Estuvo a punto de responder cuando dos chicas que parecían hermanaspor el parecido llegaron al mostrador pidiendo un par de cafés para llevar.Sonreí hacia ellas mientras escuchaba lo que deseaban, y luego hice unesfuerzo de proporciones épicas para no reír en cuanto noté que ambas

Page 83: Aquel Estupido Beso

lanzaban miradas no muy discretas hacia James y a continuación se reíanentre susurros. Él se veía algo incómodo por la situación; y sí, yo estabapensando cómo usaría el momento a mí favor.

Sí, como ya dije: yo era una excelente persona. Visto desde un ladoequivocado, completamente.

—Bueno, me debes una respuesta —dije, sin embargo en cuantoambas jóvenes, que no superaban los dieciocho, se retiraron. Lo sé, lo sé,debí haber seguido mis malévolos pensamientos, pero decidí dejarlo pasar.Sentía más curiosidad por comprender su “cosa” con decir frases extreñas.

—Si es realmente necesario, entonces bien, te lo diré —respondiócomo si no tuviera más remedio. Enarqué las cejas insistiendo, y volvió asuspirar—. Muy bien, dije eso porque me gusta leer y a veces sueloexpresarme con frases o cualquier cosa referente a los libros que he leído—confesó.

¿Eso era todo? ¿Leía? ¡Por favor!, si lo hubiera dicho antes no habríacreído que era una persona absolutamente anormal. Bueno, tampoco tanto,pero se entiende. La cuestión es que había vivido la mitad de mi existenciajunto a una chica que amaba leer, y la mayor parte del tiempo lo estabarelacionando todo con algo que había leído. Es cierto, romances, y enninguno hablaban de algo como “Divergente” o un tal “Cruel” que era alparecer era bueno; pero básicamente sí, ella hacía lo mismo.

Y como la excelente persona que ya mencioné que soy, pero voy arepetirlo de igual manera, porque —y haré uso de las palabras del chicofrente a mí— soy Divergente y no puedo ser controlada, tan sólo me reí. Yconsiderando que él no leía mi mente, la cosa no se vio particularmentebien, por lo que me vi obligada a detenerme y explicar mi ataque de risa.

—Siento eso —me disculpé mientras James me observaba como si lefuera un extraño acertijo—, pero tan sólo me sorprendí. Creí que sería unaterrible confesión, no eso. Es decir, Melanie también lee, y estoyacostumbrada a que haga lo mismo que tú —expliqué y tomé un poco deaire antes de continuar—. El problema es que ahora tengo curiosidad, yamaría saber de dónde provienen ambas expresiones.

Observé como pese a su suspiro James comenzaba a sonreír, e inclinéun poco la cabeza mientras esperaba su respuesta.

—Una proviene de Divergente, de Veronica Roth; la otra de Correr oMorir, de James Dashner —concedió finalmente.

—Interesante —susurré mientras me giraba hacia un hombre que

Page 84: Aquel Estupido Beso

acababa de acercarse al mostrador.

Page 85: Aquel Estupido Beso

Capítulo 12.

Definitivamente no.

—Tengo otra duda —anuncié a James después de atender unascuantas personas que se acercaban—. Bueno, dos —me corregí un segundomás tarde.

—Eres libre de preguntar —accedió mientras daba un sorbo al caféque pidió mientras preparaba un batido para otra persona.

—La primera: ¿por qué viniste específicamente aquí? Y la segunda¿por qué te fuiste del departamento? —inquirí entonces más que intrigadapor la segundo cuestión antes que la primera.

—Te responderé en orden —concedió y se acomodó un poco en sulugar

—. Estoy aquí porque Nicole me pidió que al terminar de trabajar lallevara a casa, pues su auto está en manos de su hermana menor, Johanna—explicó—. En cuanto a lo segundo; digamos que mi hermano secomportó como un idiota, y decidí irme.

Entrecerré los ojos hacia él e hice una mueca de indiferencia mientrasme encogía de hombros. En realidad porque de hecho aún sentía curiosidadacerca de su mudanza, pero no quería presionarlo por detalles. Lo quemenos necesitaba era que se encerrara en sí mismo y se comportara igual asu hermano. Es cierto, la simple idea parecía estúpida, pero nunca se sabe.

Nicole se ubicó a mi lado en el mostrador justo cuando formulabamentalmente algo para decir algo a James. Estaba segura que tenía quedecirle algo, pero no recordaba qué...

—Hermosas criaturas de la vida —dijo mientras reposaba sus codossobre el mostrador y apoyaba la barbilla entre sus manos—. ¿Tienen unminuto?

James y yo nos encogimos de hombros al mismo tiempo, y comencé areír. Fue raro el gesto, pero ya que, no lo explicaría; Nicole ya me veíacomo si estuviese loca.

—Muy bien, entonces, ¿recuerdan a Parker? —preguntó con los ojosentrecerrados. Asentí en reconocimiento a Parker Wilson, uno de loschicos de la Universidad; después de Oliver, era el que más fiestas en sucasa hacía, por lo que sí, sabía quién era—. Perfecto —prosiguió—, porque

Page 86: Aquel Estupido Beso

hará una fiesta mañana por la noche y todo el mundo está invitado. Bueno,todo el mundo mayor de dieciocho años —se corrigió al final.

—¿Mañana por la noche? —preguntó James enarcando una ceja.—Eso dije, Percy —asintió ella sonriendo.—Creo que ese nombre me torturará toda la vida —se lamentó

negando con la cabeza. Nicole rodó los ojos y volvió al anterior tema.—Entonces, ¿qué dicen?No negaré que me gustan las fiestas, en cierta medida, pero a

diferencia de James, que asintió indiferentemente anunciando que asistiría,yo me lo pensé mejor. Quizá pudiese hacer que Ben me acompañara, perosi seguía siendo un imbécil, prefería quedarme en casa junto a Robbie ymis pantuflas de perrito, ya que ni siquiera estaba Melanie paraacompañarme.

Finalmente me encogí de hombros y aseguré que me lo pensaría, peroen todo caso ya sabrían si asistiría o no porque sería obvio.

—Quizá logre verte borracha —dijo James pareciendo esperanzado.Comencé a reír y negar con la cabeza.

—Creí haberte dicho que no sucedería mientras pudiese evitarlo,Percy

—le recordé, señalándolo con el índice.Definitivamente no podía emborracharme en esa fiesta; y si lo hacía

debía controlarme con hacer cualquier cosa ridícula; o James lo usaría paravengarse por la manera que tenía de llamarlo.

***

—No puedo creer que aún lo llames Percy; me recuerda mucho a esa

película de semidioses —exclamó Melanie con diversión a través de lalínea telefónica.

—Sí, y próximamente en cines veremos Percy Clearwater y el Mar delos Monstruos —repuse cambiando un poco el nombre de la últimapelícula de Percy Jackson que se estaba por estrenar y comencé a reír—,vamos Mel, no me hagas reír.

—Como sea, ¿irás a la fiesta? —preguntó; por su tono asumí quehabía rodado los ojos.

—Por enésima vez en esta conversación, no lo sé; estoy llegando a lacasa de Ben para ver qué tal —respondí con cansancio, notando por elrabillo del ojo que la chica que se sentaba a mi lado en el autobús intentaba

Page 87: Aquel Estupido Beso

no reírse.¿Había dicho algo gracioso? Considerándolo, podría tratarse de

“Percy”...Sacudí ligeramente la cabeza y presté atención en lo que Melanie

decía, al igual que lo hacía con el paisaje que cambiaba constantemente amedida que avanzábamos con el vehículo. Agradecía terriblementeconseguir un asiento vacío, o en aquel momento me encontraría entre lamasa de personas que superaba con creces la capacidad del autobús. Mepreguntaba por qué aún permitía el ingreso, ¿acaso el chofer creía quepodíamos ubicarnos los unos sobre los otros? ¿O en el techo? Demonios, side esa manera era demasiado simple que alguien cometiera un delito.

—Entonces..., ¿qué tan lejos del departamento de Ben estás? —preguntó Melanie con curiosidad. Comencé a mirar detalladamente através de la ventana y me recosté nuevamente en el asiento.

—A tres paradas. A partir de allí, unas dos o tres cuadras —respondícategóricamente, y cerré los ojos con cansancio.

Melanie se disculpó para atender un pedido de su “abuelastra” y mepidió que no cortara la llamada. Me encogí de hombros aun sabiendo queella no podía verme; y permanecí con los ojos cerrados, hasta que sentí quealguien tiraba insistente de mi cabello.

—¿Qué demonios? —exclamé dando la vuelta en mi asiento, yacabando de piedra al ver una madre regañando a su hija de no más de dosaños por molestarme—. Lo... Lo siento, yo creí... —intenté excusarmefracasando estrepitósamente, pero al menos recibiendo una miradadesenfadada por parte de la mujer tras la niña de rizos dorados.

—No pasa nada —se apresuró a tranquilizarme—, ella es muymolesta y lo hace todo el tiempo.

Le dirigí una sonrisa llena de disculpas y me volví hacia el frenteterriblemente avergonzada. La chica a mi lado, ésta vez disimuló muchomenos su risa.

—Bueno, gracias —me quejé hacia ella mientras me cruzaba debrazos.

—Lo siento —se disculpó.Después de algunos minutos, atravesar una osadía

para bajar del autobús y una corta caminata, alcancé el edificio donde Ben vivía. En el camino había revisado unas diez veces mi bolso, en necesidad de notar cualquier cosa desaparecida. Además de un pin con una estrella que de seguro se desprendió mientras intentaba llegar a la puerta de salida, no faltaba nada; lo que era bueno y extraño a la vez.En cuanto alcancé la puerta del departamento 6-B me recordé tocar el

timbre antes de ser lo suficientemente idiota como para golpear la puerta

Page 88: Aquel Estupido Beso

por enésima vez; y sólo un toque bastó para que Ben abriese la puerta y seencontrara conmigo del otro lado.

—Hey —dijo a modo de saludo, con una sonrisa llena de disculpas.—Hey —respondí secamente con una ceja levantada y los brazos

cruzados sobre el pecho mientras sostenía mi peso en una pierna. Porsupuesto no me ganaría con la sonrisa más encantadora del mundosiquiera.

—Ven, pasa, te debo una disculpa —instó sugiriéndome la entrada.—Oh, por supuesto que me la debes —estuve de acuerdo mientras me

abría paso al interior. Al parecer aquella era la “Semana de disculparse conElle”, o lo que fuera.

—Oye, sé que fui un completo idiota, y necesito disculparme contigopor la forma infantil en la que te traté; cuando en realidad estaba enfadadocon mi hermano —explicó en cuanto seguimos camino hacia el sillón de susala.

Bueno, al parecer James había dicho la verdad y pelearon; y algo medecía que también lo hicieron con puños. Aunque la idea me preocupaba,no me pareció buena idea preguntar.

—Si esperas que te perdone completamente, entonces no soy la chicaque esperabas —aseveré removiéndome en mi lugar—. Sin embargo —proseguí—, te daré una única oportunidad. Vuelve a comportarte como unidiota, y estás frito —advertí con mi mejor expresión de seguridad.

—Por supuesto —asintió con una sonrisa.A continuación, mientras comenzamos a hacer palomitas para ver una

película, comenté el asunto de la fiesta en casa de Parker esa noche, y notuve que hacer demasiado para que Ben aceptara.

Ciertamente no presté mucha atención a la película ya que de hecho atreinta minutos de su comienzo me había aburrido, lo que conllevó a quecambiáramos a otra más interesante; la cual fue nada más ni nada menosque Duro de Matar 4.0, casualmente una de mis preferidas de ese género.

—Entonces, ¿realmente te gustan estas? —preguntó Ben refiriéndosea la película.

—Shhh, aquí viene la mejor parte —reprimí lanzando un par depalomitas a su rostro sin dejar de observar la pantalla. Dios, amaba laspelículas de Bruce Willis.

Algo de seis horas después regresé a casa para, digamos,“acicalarme”. Agradecía demasiado que aquella tarde no tuviese que

Page 89: Aquel Estupido Beso

trabajar, o el día se me haría muy largo. A consejo de mi infaltable mejoramiga —que me daba órdenes por teléfono—, me vestí de manera algoextraña con unas converse, shorts de jean azul, una blusa blanca y sobreésta una chaqueta. Me sentía como en mis años de adolescente (lo cual nohabía sucedido hacía demasiado tiempo) con aquel atuendo, perobásicamente no me quejé, ya que me sentía bastante... Yo.

—Entonces... ¿Cómo te ves? —preguntó la voz ansiosa de mi mejoramiga, y no me molesté en reprimir la risa.

—Me veo como aquel día a los dieciséis que tú y yo nos escapamos demis padres para ir a una fiesta en casa de Jennifer Evergreen —exliqué aúndivertida; mucho más con el recuerdo—. Te enviaría una foto a través defacebook, pero desconfiguré mi teléfono y el internet ya no funciona —melamenté. Tenía que comprar un nuevo teléfono, el Nokia C3 era lo másparecido a un Movicom de la era moderna que existía.

—Psst, que irresponsables chiquillas éramos —respondió regresandoa aquella “época”. Vaya, si hasta parecíamos mujeres ancianas recordandola Edad de Antaño o algo así—. En fin, ¿falta demasiado antes que Ben terecoja?

—continuó con curiosidad.—No, unos veinte minutos —negué encogiéndome de hombros pese a

que ella no pudiese verme—. Sin embargo hasta entonces tengo algo muyimportante —aseveré caminando a la cocina.

—Por favor dime que no irás a tomar un cupcake de chocolate concrema de fresa —rogó pareciendo exhausta de mi obsesión con el postre.Me reí.

—¿Qué? ¡No! —exclamé incrédula mientras intentaba parecerenfadada; pero lo cierto es que podria haberlo hecho, por lo que ello tiñómi voz con algo de diversión—. Sólo debo alimentar y dar agua a Robbie,no planeo que muera de inanición o deshidratación.

Escuché la risa de Melanie a través de la línea telefónica y me dispusea rodar los ojos antes de llamar a Robbie y buscar su alimento. La bestiaque tenía como mascota llegó a la cocina dando traspiés, moviendoalegremente la cola y dejando varias manchas de lodo a su paso. Genial, encuanto volviera tendría que limpiar y desinfectar el suelo. Lo peor es quelo había hecho esa mañana. Ser medianamente ama de casa era un asco,seguía sin entender cómo mi madre lo soportó mientras debió educarme.

Luego de alimentar a Robbie y lamentarme hacia Melanie un poco

Page 90: Aquel Estupido Beso

más acerca del suelo sucio (como si realmente fuera necesario), me ubiquéen el salón a ver cualquier estupidez en el televisor hasta que escuché unabocina y más tarde el timbre de mi hogar. Allí fuera se encontraba Ben,esperando pacientemente de brazos cruzados.

—Te ves bien —dijo a modo de saludo. Rodé los ojos ante elcumplido y me acerqué para besarlo.

—Tú tampoco estás nada mal —concedí al mismo tiempo que élsonreía y pasaba su mano por mi cintura para conducirnos a su auto.

Mientras nos dirigíamos a la casa de Parker, de esa manera en la quecharlamos de cosas sin sentido y reímos de cualquier cosa que decíamos,me sentía realmente cómoda; y casi olvidé su manera de actuar durante laúltima semana. Sí, casi, porque la verdad es que era del tipo “rencorosa”, ylas cosas no dejaban mi mente tranquila con facilidad.

Para ser las nueve de la noche, y el cielo apenas acabase deoscurecerse, la casa de Parker estaba abarrotada de personas. No sé quétenían él y Oliver con invitar a cuanta cosa caminara, pero evidentementeno reparaban en gastos... O la capacidad de personas que admitía el lugar.

Al bajar del auto y dar media vuelta me encontré con el vehículo deJames estacionado a unos diez metros de nosotros. Él salió y rodeó elcoche hasta alcanzar la puerta del copiloto, y del auto bajó Nicole riéndose.Sonreí sin más en cuanto ella golpeó a James en el pecho y luego loempujó para que caminara. De no ser porque ambos habían dicho que eranamigos, pensaría fácilmente que estaban saliendo. Me pregunté entoncespor qué me importaba...

—¿Vienes? —preguntó Ben. Me volví hacia él y plasmé la mejorsonrisa que tenía en mi rostro y lo tomé del brazo mientras resistía elimpulso de voltearme nuevamente hacia donde se hallaban Nicole y James.

Apenas cruzamos el umbral de la puerta de entrada mi rostro formóuna mueca al sentir el volumen de la música elctrónica en mis oídos.Definitivamente acabaría con sordera temporal durante la próxima semana,y eso si tenía suerte.

—Muy bien, y ¿ahora? —preguntó Ben pareciendo algo perdido. Notenía idea hacía cuánto no asistía a una fiesta, pero su expresión me hizoreír.

—Agh, vamos, genio —respondí tomando sus manos yconduciéndonos al salón que bien podría confundirse con las pistas de bailede los bar del centro de la ciudad, y comenzamos a bailar.

Page 91: Aquel Estupido Beso

Quizá fuera porque pocas veces había asistido a una fiesta con Ben, ysin Melanie, porque comenzaba a sentir la presión del fin de las vacaciones(lo que significaba “Hola de nuevo, Universidad”), o simple SPM, pero mesentía rara estando allí, bailando como habitualmente lo hacía. Sacudíligeramente con la cabeza y me obligué a sonreír. Como tantas vecespasadas, volvía a ser terriblemente ridícula.

Entre canción y canción, bebida y bebida y una que otra charla consólo Dios sabía quién, no me di cuenta que Ben había desaparecido de milado.

Tampoco me importó una vez lo advertí, pero eso pudo deberse más aque me encontraba algo mal por el alcohol. Bueno, mientras pudieraadmitirlo, entonces no estaba tan borracha ¿no?

Lo que sea, estaba bien conmigo misma, quería seguir de aquellamanera, pero algo en mi cabeza me repetía que buscase a Ben. Es decir, nolo sé, pero quería estar con él. Patético, lo sé. Supongo que la bebida mehabía afectado muy en serio, ya que si era dependiente de alguien, esa erami hermosa mejor amiga, que también era prácticamente mi hermana, aligual que Jenn; pero ¿de alguien más? Nah.

Sí, borracha, definitivamente. Sólo esperaba no acabar cerca deJames, o estaba perdida.

Así sin más, comencé a caminar sin rumbo definido a través de toda lacasa en busca de mi novio; sin mucho éxito realmente. Resignada subílentamente las escaleras hacia donde creí que el muy genio podría estar; ylo cierto era que llegados a ese punto, era realmente exasperante nohallarlo en ninguna parte. Considerando que había pasado por todos loslugares posibles, bueno, sólo me quedaba ver las habitaciones del segundopiso... Y rogar por no encontrarme con un par de borrachos en ya sabemosqué. No era una completa puritana, pero por favor, ¿quién no seincomodaría entrando en una habitación y descubriendo dicha escena poraccidente? Yo sé que ninguno.

Una de las últimas habitaciones, que mantenía la puerta entreabiertallamó mi atención, ya que de ella no provenía ningún sonido. O bien misoídos ensordecidos temporalmente por la música a mil me dieron esaimpresión.

Ingresé con cautela en caso de encontrarme con algo indeseado y medetuve a medio camino cuando contemplé algo peor que una situaciónincómoda. No tenía idea de quién era ella; lo único que podía identificar

Page 92: Aquel Estupido Beso

era su alisado cabello negro; el vestido del mismo color y una chaqueta dejean que luchaba por, digamos, encontrar libertad. Sin embargo, supe bienquién era él precisamente; el cabello color arena, su postura y la ropa quevestía lo delataban. Podría decirse que me dolió, mucho; perodefinitivamente no era de las que salen corriendo con lágrimas en los ojos,ni jamás lo sería.

Fruncí los labios en una mueca furibunda. Definitivamente no iba adejar pasar fácilmente aquello.

Page 93: Aquel Estupido Beso

Capítulo 13.

Estúpida Fiesta.

—Wow, ten cuidado o ambos podrían asfixarse —exclamé de manerasarcástica mientras entraba de la manera más sigilosa al estilo Hollywoodposible.

Como si de una novela barata se tratara ambos se separaron, y de noser porque debía mostrarme firme, me habría echado a reír de la expresiónconfundida que el rostro de Ben demostraba.

—¿Elle? —preguntó él entrecerrando los ojos.—La última vez que vi mi identificación ese era mi nombre, así que

¿por qué el tono incrédulo? —espeté cruzándome de brazos, manteniendolo mejor que podía la compostura. Él se había ganado aquello, y no iba adejarlo pasar.

—Elle, esto no es... —comenzó.—Ni se te ocurra decir algo tan estúpido como “Esto no es lo que

parece”, porque a menos que me digas que perdiste algo en su boca yestabas buscándolo, esto sí es lo que creo que parece. —Lo detuve con ungesto de mano y le di mi mejor cara que por sí sola lo insultaba. Apenas sipodía creer que fuese tan estúpido.

Ben me observó sin decir nada, pareciendo perdido, y sentí intensosdeseos de tomarlo por los hombros y sacudirlo para que reaccionara. Locierto era que la situación se había vuelto demasiado ridícula, y comenzabaa hartarme de hallarme parada en aquella habitación.

Su, digamos, “acompañante”, salió pitando del lugar en cuanto elsilencio invadió la habitación; y casi le agradecí por ello. Casi.

—Mira, ni te molestes —dije con dureza cuando Ben comenzó aadelantarse y decir cualquier estupidez—. De seguro eres tan básico comopara creer que ahora me dirás que todo fue un error, que me quieres,mientras que yo saltaré a las lágrimas y me iré corriendo como patéticaadolescente romanticona; ¿o me equivoco? —En cuando no respondió,sonreí. De haber sido una perra completa, estaría disfrutando susufrimiento, pero de momento sólo quería golpearlo. —Pues que bueno queno sea de ese tipo —finalicé.

Ya que Ben parecía de roca, apreté los labios en una fina línea y

Page 94: Aquel Estupido Beso

decidí irme de ahí.—No gastaré más tiempo en ti —mencioné antes de salir sin siquiera

mirarlo—; pero si intentas hablarme, mi puño acabará en tu rostro —advertí y salí hacia el pasillo.

Mientras bajaba las escaleras me pregunté qué haría a continuación,ya que por nada en el mundo volvería a casa de la mano del idiota de miex. Así es; “ex”, porque simplemente yo era de las que tomaban decisionesprecipitadas mientras estuviese enojada, y afortunadamente de aquella nome arrepentiría.

Lo que sea, había asistido a aquella estúpida fiesta para divertirme enla medida que pudiese —y fuera sano—, y por ello no permitiría que laanterior situación arruinara mi noche. Posiblemente fuese a arruinarme lamañana, y quiera romper algo, pero de momento sólo lo olvidaría hastaregresar a casa. Otra cosa que por cierto no tenía idea cómo sucedería.Aunque para ello existían los taxis.

Apenas acabé de bajar las escaleras, en un movimiento de distracción,no advertí a la persona que caminaba hacia mí al menos hasta que acabépor tropezar contra una chica que segundos más tarde reconocí comoNicole. Comencé a reírme de mi propia estupidez y ella me siguió almismo tiempo que nos ayudábamos para levantarnos. Frenéticamenteacomodó su ligero vestido negro, de manera que nada fuese revelado apúblico indeseado.

—¡Elle! —Gritó aún riendo para hacerse oír a través de la estridentemúsica—. Lo lamento, ¿te hice daño?

Negué con la cabeza. Si alguien me había hecho daño esa no era ella,pero no era como si fuese a decirlo en aquel preciso momento. Luego deobservar con el ceño fruncido cómo se alejaba, di media vuelta y meintroduje en el gentío que se acumulaba en la inmensa sala. No tenía ideade por qué todos bailaban precisamente allí, pero tampoco era una duda tangrande como para hacerme preguntar.

Como había hecho ya decenas de veces pasadas, aunque con ladiferencia de haber bebido, lo cual producía un efecto extraño en mí ya queen realidad no acostumbraba a hacerlo más que una o dos veces al año,inicié conversaciones a base de nada en particular con quien fuera que secruzara en mi camino.

Cuando simplemente me aburrí, y sentí sed, fui en busca de un vasocon agua (aunque no se pueda creer, sí puedo controlarme), y me dirigí a la

Page 95: Aquel Estupido Beso

enorme terraza que la casa tenía, mientras me preguntaba como por quéhabía una piscina allí arriba. Por no hablar que esa parte de la casa tambiénestaba repleta de personas. Me encogí de hombros ante la visión frente amí, y avancé hacia el balaústre que rodeaba la terraza, donde reposé loscodos, y me asomé un poco para ver hacia abajo. Podía atreverme a decirque la música allí era más alta que dentro de la casa, aunque eso podríadeberse a encontrarnos al aire libre.

—Parker tendrá varias denuncias a causa del volumen de la músicapor la mañana —expresé en voz baja a nadie en particular. Aunque no eracomo si cualquiera pudiese escucharme.

Para encontrarnos en el último mes del verano, advertí que hacíabastante calor; aunque aquello podría deberse a mi anterior hora demovimiento.

—¿Admirando el paisaje?Me estremecí al escuchar de pronto aquella voz. Al mover la cabeza

en su dirección, me percaté de James a mi lado, ubicado con la parte bajade la espalda reposando en el balaústre, y cruzado de brazos. Antes de decircualquier palabra, me giré hacia él y golpeé con fuerza su hombro mientraslo llamaba idiota. En contra de toda reacción que pudiese esperar, sólocomenzó a reír entre dientes antes de detenerse y mirarme fijamente, comohabía hecho varias veces en el pasado.

Y yo que creía —o quería creer— que era un idiota. Vaya que estababastante equivocada.

—En realidad, supongo que estaba observando sin hacerlo realmente— respondí a su anterior pregunta y luego me encogí de hombros. Jamesladeó un poco la cabeza y frunció el ceño. Después de un momento suspiróy alejó la vista hacia un punto detrás mío. Advertí de inmediato cómo seensombreció su semblante.

—Al parecer tienes un seguidor —dijo con dureza, haciendo un gestode cabeza a mis espaldas.

Me pregunté mentalmente a qué se refería y me volteé hacia dondehabía señalado, sólo para encontrarme con la mirada despectiva de Ben,dirigida completamente hacia James. Rodé los ojos y volví a voltearme;ésta vez encontrándome con la mirada de James sobre mí. Nuevamenterodé los ojos y más tarde lo tomé de la muñeca para alejarnos de allí. Alparecer, alguien no había entendido que estaba molesta con él.

—¿Qué haces? Ben se enfadará contigo —dijo James pareciendo

Page 96: Aquel Estupido Beso

ligeramente confundido.Lancé una corta, fingida, y estridente carcajada, y lo obligué a

seguirme hacia el jardín en la planta baja. Una vez allí, sentí una extrañasensación de deja vu que dejé ir lejos en el momento que de pronto memareé y estuve a punto de caer al suelo. James se apresuró a tomar mibrazo evitando que finalmente cayera, y más tarde rodeó mi cintura con subrazo. Era irónico considerando que recientemente se preocupaba por loque su hermano pensara.

—¿Estás borracha? —inquirió con divertida curiosidad mientrasparecía inspeccionar mi rostro en busca de la respuesta.

—Algo. Quizá un poco —concedí vagamente. Algún pensamientocruzó mi mente y una risita escapó a través de mis labios. ¿Qué rayos mesucedía?—. Pero oye, no te creas que jugará a tu favor. Estoy losuficientemente consciente como para no decir estupideces —aclaréseñalándolo con un dedo según sentía que nos dirigía hacia donde un grupoextenso de personas bailaba.

Me deshice de su agarre y aún tomando su mano me adelanté algunoscentímetros hasta que nos encontramos dentro del tumulto. De seguro mearrepentiría de lo que estaba haciendo, pero me encontraba lo suficientefuera de mí como para hacer caso a mis pensamientos.

—Sabes, Ben estará muy enojado al final de esto —pronosticó Jamesgritando sobre el sonido de la música. Comencé a reír. Sí, claro, como sirealmente me importara.

—Lo que le importe a Ben no me quita el sueño —aseveré riendo—.Soy la única dueña de mi vida, y ya que nada ni nadie puede decirme cómousarla (porque me importa una mierda el resto), haré lo que me venga engana

—exclamé con un gesto de las manos—. Por lo tanto no tengo reparosen decir que ¡soy la cornuda más grande en esta fiesta! —proseguíexclamando la última oración al aire libre; y se sintió terriblemente bienhaberlo hecho. No sólo eso, sino que también fue similar a sacarme un granpeso de encima. Simplemente liberador.

James me observó extrañado, como si fuese un extraño acertijo queintentaba sin mucho éxito resolver, y se encogió de hombros; de seguroatribuyendo mis palabras a mi no-tan-grave estado de ebriedad. Tardecomprendí que fue un error decir aquello en su presencia, pero poco meimportó ya que de momento no existía una forma de regresar en el tiempo

Page 97: Aquel Estupido Beso

y cambiarlo.—Muy bien, totalmente comprendido —expresó James de pronto.—¿Qué, precisamente? —pedí saber con curiosidad; un poco más

alto, ya que parecía que la canción había adquirido unos cuantos decibeles.—Dos cosas. La primera, estás borracha; y eso explica tu extraño

comportamiento el cual de alguna manera potencia esa locura que de por síya posees. La segunda, que haces lo que deseas sin importarte el resto —explicó acercándose más a mí. Contuve la respiración, consciente de cuáncerca de mí se hallaba, y un pensamiento que invadió mi mente variasveces en el pasado, pero que intentaba reprimir regresó. Bueno, si iba acometer locuras, aquel era un momento perfecto para decir ahora o nunca.

Estando decidida, pero aún con aquella vocecita insistente en micabeza que me advertía sobre cómo acabaría todo más tarde para mí, meubiqué sobre las puntas de mis pies, pasé los brazos alrededor de su cuelloy antes que él supiese qué sucedía, posé mis labios sobre los suyos.

Page 98: Aquel Estupido Beso

Capítulo 14.

Toda historia tiene un final.

A ver, no era precisamente lo más sensato que pudiese hacer; y si bienalgo me decía que era mala idea, otro algo insistía en que lo hiciera. Sinembargo, independientemente de aquellos algos, no me arrepentía paranada de lo que había hecho.

Cuando me alejé, la expresión de James simplemente no tuvo precio.La curiosidad y confusión parecían abatirlo; así como la duda entre decir ono cualquier cosa. Enarqué las cejas a modo de ánimo y reí en cuantoparpadeó varias veces como si hubiese estado en shock.

—¿A qué demonios se debió eso? —preguntó con los ojos bienabiertos. Negué con la cabeza y continuó—. ¿Acaso cada fiesta en la queambos asistamos acabará de esta manera?

—¡No lo sé! —exclamé sonriendo y levantando las manos en un gestoexagerado—. Pero definitivamente me da igual.

James me observó fijamente durante un momento que parecióconvertirse en eones. Una sonrisa se extendió por su rostro antes quevolviera a acercarse y rodear mi cintura con ambos brazos. Algo de corduraregresó a mí, haciéndome consciente de lo que estaba sucediendo. ¿Debíaalejarme de él? Lo pensé un momento, y mi conclusión fue la siguiente:Nah.

—Elle Daniels, eres definitivamente la persona más extraña que heconocido —declaró negando ligeramente con la cabeza; y aquella sonrisatorcida que había visto una o dos veces. Sólo pude sonreír durante algunossegundos; eso mismo creía de él.

—Bueno, lo dice el nerd bipolar con tendencia a decir que Cruel esbueno y llamarme Divergente —repuse, empujándolo suavemente en elpecho con mi dedo índice junto a una risa descarada.

—Y supongo que a eso le agregaras mi nuevo apodo —asumióenarcando una ceja. Me reí.

—Por supuesto, Percy —asentí y luego guiñé un ojo.Segundos más tarde, la sorprendida fui yo cuando él me besó. La

situación era tan bizarra, que no podría expresar lo que me sucedía conpalabras.

Page 99: Aquel Estupido Beso

***

A la mañana siguiente en lo único que pensaba era “Nota mental: no

beber. Nunca más”. Sabía que sólo lo decía de dientes para afuera, debido aque pronto olvidaría la nota mental, pero mi cabeza dolía, y mucho; así queme daba igual cualquier estupidez que pudiese pensar.

La noche anterior desgraciadamente la recordaba de principio a fin;aunque lo último me robaba una sonrisa. Ahora que pensaba con claridad, olo mejor que podía, me tomé la libertad de darle vueltas al asunto“FIESTA”, para luego darme varios golpes en la frente por mi granestupidez.

Básicamente podían dar la medalla de oro a Elle Daniels por ser lapersona con más errores idiotas en su vida. Lo peor es que la aceptaría congusto.

Lo malo de haber finalmente despertado, era el terrible dolor decabeza que aquel odioso diagnóstico llamado “resaca” producía. Sólo teníadeseos de permanecer recostada en mi cama sin ver la luz del Sol por elresto del día. No obstante, estaba sentenciada y obligada a comenzar sinchistar mi rutina no planificada para aquel domingo. Si bien al otro díaregresaría Melanie, aún me tocaba ese día tomar su turno. A su vez teníaotro asunto del cual encargarme, y su nombre comenzaba con Ben, yterminaba en Clearwater.

Sí Elle, bravo por mencionar semejante incógnita. Notese el sarcasmoacompañado de un ruedo de ojos.

La sarta de estupideces que pensaba era realmente impresionante.—¿Diga? —contestó Alice en cuanto la llamé.Mi primer objetivo había sido Melanie, pero no tenía idea qué hora

era en Londres, y no me apetecía molestarla. Por tal motivo decidí que erahora de probar a Alice; si era cierto que se había redimido de sus pecados—por así decirlo—, entonces probablemente me ayudaría, o al menosescucharía lo que tenía para decirle. Era realmente patético sentir lanecesidad de contar a alguien tus problemas para que ese alguien luego désu opinión al respecto; pero ahí estaba yo haciendo precisamente aquello.

—Hijo de puta —sentenció Alice en cuanto terminé. Se oíaanonadada, lo cual era extraño considerando la manera que tenía de verla.

Agh, Elle, deja de ser una niña y acepta que tu tía no es la perra que túcreías, me recordé con un golpe a la frente.

Page 100: Aquel Estupido Beso

—Tierra a Elle —dijo ella y tuve que parpadear un par de veces antesde preguntar qué sucedía—. Te pregunté qué harías ahora que tienes lamente fresca —aludió con un suspiro.

—Supongo que acabar esto. Definitivamente, sólo que no sé pordonde empezar —confesé con pesar. Decía la verdad con respecto a eso, yaque lo primero que pasaba por mi cabeza era el deseo de golpearlo. Lo quesería mala idea.

—Busca una excusa para ir a su departamento, y una vez estés ahí,sólo di lo que se supone debes decir —sugirió.

Fruncí el ceño al cupcake al lado de mi café y medité un segundo. Nosonaba tan mal una vez lo pensaba. Había dejado olvidada una chaqueta decuero que adoraba y cada vez que iba a pedírsela lo olvidaba. Sería laexcusa perfecta.

—¿Sabes una cosa? Eso es exactamente lo que haré puesto que nodeseo seguir con esto más —asentí a sus palabras al mismo tiempo quesentía una sonrisa extenderse en mi rostro.

—Elle.—¿Sí?—No lo golpees, aunque lo merezca. O las cosas irán mal para ti —

advirtió finalmente antes que me echara a reír y acabara con la llamada unmomento después.

En aquel momento me encontraba consumiendo mi ración mensual decupcakes junto con el café, pero lo primero que haría en cuanto acabasecon eso no sería más que vestirme de manera decente, y dirigirme al hogarde quien ya asumía mi ex; el cual por lo que había visto por la mañana, mehabía dejado una cantidad ilegal de mensajes de texto que sólo me limité aborrar así.

Repartir disculpas al mundo no era lo mío. Ni que fuera la caridad oalgo

***

En cuanto la puerta del departamento 6-B fue abierta, no esperé a que

me invitasen a pasar. Tan sólo lo hice.Lo sé, soy malota.Muy bien, creo que esa palabra ni siquiera existe, pero Jenn la usaba

muy a menudo.—Em... ¿Hola? —preguntó Ben con cautela, como si tratara con una

Page 101: Aquel Estupido Beso

fiera. Chico inteligente.Me detuve a una distancia prudente, me crucé de brazos y reposé mi

peso sobre una pierna. Sí, iba a ver cuán indiferente podía llegar a ser.—Necesito mi chaqueta de cuero, la que olvidé hace un tiempo —

anuncié con dureza y a continuacion inspeccioné mis uñas. Obviamente, nisiquiera yo sabía como por qué lo hacía—. ¿Dónde está? —inquirí.

—En el perchero —respondió.Con un asentimiento caminé hacia el perchero que se hallaba a poca

distancia de él, y reprimí la necesidad de apartarlo con brusquedad encuanto tomó mi brazo.

—¿Qué? —espeté, sin embargo.—Mira, sé que puedes estar molesta pero... —comenzó a decir pero

me limité a reír en su rostro para interrumpirlo. No tenía ganas de escucharsu numerito típico de novela barata.

—¿Enojada? —Pregunté con incredulidad—. Para nada. Sin embargo,esto se acaba aquí. Sabrás que no soy de las que perdonan tal cosa; así queten presente que el día de ayer fue nuestro último día juntos.

Ben enarcó una ceja a mí y a continuación resopló con fastidio. Nopodría decir a qué venía eso con exactitud.

—No tienes idea lo gracioso que eso suena saliendo de tu bocaconsiderando que estuviste con mi hermano.

En cuanto aquellas palabras salieron de su boca, lo único que pudehacer fue entrecerrar los ojos, deshacerme de su agarre, y más tarde reírsecamente al mismo tiempo que daba palmadas a su pecho. Apenas podíacreer su planteo.

—Ay, querido, lo que haya hecho o no después de aquel momento enla fiesta no es de tu incumbencia. —Lo sé, había sonado muy extrañosaliendo de mí, pero algo debía responder.

—Oh, por favor —exclamó él con aspereza—, no hablo de eso; merefiero a poco más de un mes atrás, la fiesta en casa de Oliver.

Creo que en aquel momento mi piel fue idéntica a la de KristenStewart en Amanecer Parte 2 cuando se convirtió en vampiro. Aquellopodría llegar a explicar como por qué Ben se había comportado de maneradistante durante la última semana, o por qué James ya no vivía en eldepartamento. Sin embargo, el color reapareció en mi rostro cuando fuiconsciente de cuán ridículas sonaron sus palabras. Si alguien debía estaravergonzado ese era él, no yo.

Page 102: Aquel Estupido Beso

—No puedes estar hablando en serio —repuse con severidad—. Esosucedió hace ya bastante tiempo; y durante aquel tiempo después dehabernos conocido durante algunos meses, apenas si comenzamos a salir.—Mi voz comenzó a elevarse; estaba terriblemente enfadada. —Amboshabíamos estipulado que era un período de prueba para saber si lo nuestrofuncionaba, de manera que si tú lo hubieses hecho no me habría enfadado.—Tomé una bocanada de aire. —No obstante —proseguí—, esto me enojóporque ¡me pediste que sea tu novia! Así que ahora no tienes ningúnderecho como para hacer reclamos, tú, gran imbécil.

—Vamos, estás con uno y después con el otro. De seguro lo has hechodecenas de veces a mis espaldas. Sólo eres una puta —aseveró con tantodesprecio, que me fue como una cachetada, y tuve que dar un paso haciaatrás.

Bueno, podía aparentar ser la persona más ruda e indiferente delplaneta, pero existía en mí un límite que Ben acababa de sobrepasar. Esaspalabras pese a todo lo que pudiera decir o hacer en cuanto a mí misma, mehabían dolido; porque esa no era más que una visión demasiado erróneaacerca de mí. Quería golpearlo con fuerza, pero no pude, simplemente nolo valía, así como tampoco valía la pena decir que pocas veces nuestroscaminos (el de James, y el mío) se habían cruzado. Por tal motivo, melimité a tomar mi chaqueta y dirigirme rápida y silenciosamente hacia lasalida.

Con la mano sobre la perilla de la puerta, me detuve y mirédirectamente a sus ojos antes de decir:

—Ten en cuenta que toda historia tiene un final; y la nuestra acaba deencontrar el suyo.

Y así, con aquellas palabras a voz quebrada, salí del departamento 6-B, al que procuré no volver jamás.

Pese a encontrarme lejos de mi casa, me dirigí a ella caminando; no losé, supongo que tenía que... Pensar. Estaba afligida, y todo por culpa de unapalabra. No supe cuán dolida estaba hasta que sentí mi visión abrumadapor las lágrimas sin expulsar. Mientras daba vuelta a la esquina, pensé entodas las personas con las que me había topado, y ninguna se asemejaba aBen Clearwater. Definitivamente le reservaría un lugar en el infierno.

Page 103: Aquel Estupido Beso

Capítulo 15.

Sólo yo puedo llamarte “ Percy”.

A un paso deprimentemente lento y tranquilo llegué a mi hogarcuando el atardecer dejaba ver la punta de sus dedos. En cuanto cerré lapuerta y Robbie llegó a mi encuentro, las estúpidas lágrimas sólo salierony corrieron por mis mejillas por un par de segundos. Y eso fue todo lo quepermití que sucediera. Limpié mis ojos de manera frenética y subí a mihabitación. Aún debía asistir al trabajo, y no me iba a mostrar débil por unaidiotez. Es cierto, de vez en cuando debería mostrar mi lado “humano”,pero aquel no era el momento. Según mis propios pensamientos, debíaparecer segura de mí misma lo mejor posible, sin preocupaciones más alláde las básicas; y eso mismo haría.

Demonios, si tuviera que rememorar cada palabra que decía, me auto-insultaría por mi forma de ser. Vaya que parecía estúpida de vez encuando.

La razón exacta por la que acabé una hora y media dentro de mibañera ni siquiera yo podría darla, puesto que me introduje en ella antes detener consciencia de mis actos. Fue realmente penoso el que por más cosasque pudiese decir para mantenerme en alto, aun así me encontrase algodeprimida. Asumí que se debía al hecho que apenas creía que la personacon la que había compartido bastante tiempo, se limitara a llamarme putapor algo que de por sí estaba equivocado. Algunas personas simplementeno son quienes nosotros creemos; y eso llega a verse tarde o temprano.

Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, permitiéndome unmomento de pensamientos vacíos y silenciosos. Tenía de una vez queolvidar el asunto, o me arruinaría el día, quizás la semana. Sacudí la cabezapara despejarme y salí rápidamente del agua para dirigirme a mihabitación; donde rebusqué en mi armario por algo cómodo que vestir.

El sonido insistente de una bocina llamó mi atención. Con el ceñofruncido avancé hasta la ventana de mi hogar y logré avistar un convertiblenegro estacionado sobre la acera que conducía al garaje. Enarqué una cejahacia el convertible y me apresuré a bajar las escaleras hacia la entrada.¿Quién podría ser? Es decir, no conocía a nadie con un auto parecido.

—¿Alice? —pregunté incrédula cuando vi a mi tía saliendo del auto.

Page 104: Aquel Estupido Beso

Se veía como esas modelos que aparecían en la portada de la revistaCovergirl; igual que la mayor parte del tiempo. Apoyó su peso sobre lapierna derecha y luego se quitó los lentes negros que ocultaban sus ojos.Sacudí un poco la cabeza hacia ella “preguntando” qué sucedía y esperé.

—Hola, sobrina —saludó con una sonrisa—. ¿Necesitas un aventón?Supe que tu auto aún está siendo reparado.

—Bueno, puedo ir en autobús, lo sabes, ¿no es así? —preguntétodavía sin comprender qué hacía allí.

—Lo hago —asintió con un guiño. Okay...—. Sin embargo, tengo queir a la cafetería donde trabajas para ver a un tal Collin, y pensé que podríallevarte conmigo.

Muy bieeeeen, no tenía idea como por qué Alice Newman tendría queir en busca de mi compañero designado para insultos, pero no me molestéen preguntar puesto que en algún sentido me preocupaba la respuesta. Yaque advertí que mi tía no admitiría un “no” por respuesta, me limité aencogerme de hombros y reingresar en mi hogar en busca del bolsoubicado sobre un sillón en la sala. Alice estaba subiendo al lugar delconductor cuando salí para cerrar con llave la puerta de entrada.

—Oye, te ves algo decaída —afirmó ella en cuanto encendió el motor.Bueno, alguien iba a notarlo en algún momento.

—Culpa al idiota de Ben —dije sin más antes de dejarme caer sobre elasiento con los brazos cruzados. Alice resopló.

—Elle, como acabas de decir, sólo es un idiota, lo que sucedió notendría que afectarte.

Sí, dicho de esa manera parecía simple, sin embargo no era ello lo queme afectaba, aunque ella no lo supiera. Por alguna razón sólo asentí yluego desvié la vista hacia la ventana; no quería decirle por qué meencontraba así. Probablemente se reíria de mí; incluso yo lo haría si asípudiera.

—¿Quién es Collin? —preguntó con curiosidad en cuanto entramos ala cafetería.

—Considerando que eres tú quien lo busca, creí que al menos losabrías

—repuse con una mirada que lo decía todo. Alice, sin embargo enarcóuna ceja hacia mí con molestia y respondió:

—Bueno, sí lo busco, pero en nombre de una amiga. —El tonó queusó lo hizo sonar como algo obvio; lo cual era probable ya que aún seguía

Page 105: Aquel Estupido Beso

sin entender por qué ella tendría que buscarlo. —Vamos, dime quién es —pidió esta vez con un ligero deje de súplica.

Fingí un suspiró exasperado y rodé los ojos antes de indicarle que mesiguiera a través del lugar hacia la cocina. Una vez allí llamé a Collin conun grito y lo presenté a mi tía, que rápidamente le dirigió una sonrisa yexplicó quién era. Volví a rodar los ojos y caminé hacia donde pudeadvertir que Nicole se encontraba, y me apresuré a saludarla; a diferenciade mí, ella se encontraba muy alegre. Llevaba puesto el delantal que comomesera estaba obligada a usar, mientras que yo no me molesté en usar nadaespecial considerando que al tomar el turno de Melanie me tocaba elmostrador.

—Oye —murmuró después de un momento y me acerqué a ellaintrigada por tanto misterio—, si te dice que está aquí por mí, estámintiendo.

Con el ceño fruncido seguí su mirada, y me encontré con Jamesingresando a la cafetería. Estaba bien que lo hiciera, había aparecido porallí varias veces, ¿pero a qué se refería Nicole? No era como si realmenteme interesara por qué estaba allí.

—¿James? —pregunté, aunque era obvio que hablaba de él.—Claro —aseguró, pero seguía sin entender—. Oye, soy su mejor

amiga desde hace casi quince años; por lo que puedo identificar cosas,como cuando está flechado por una chica —explicó señalándome al decirlas últimas palabras.

—¿Qué?, ¿yo? No puedes hablar en serio —exclamé entrecerrando losojos hacia ella, como si fuera la posibilidad más absurda que me habíanplanteado en la vida. Sin embargo, ni siquiera se inmutó.

—Por supuesto que hablo en serio —replicó, y más tarde se acercó unpoco más a mí—. Pero no le confieses que dije esto; aún intentanegármelo, como si no me diese cuenta —murmuró.

Rodé los ojos, asegurando que lo tendría en cuenta, pero sintiendo amedida que avanzaba una extraña opresión en el pecho. No tenía idea si sedebía al comienzo de una dolencia posteriormente mayor o a las palabrasde Nicole, pero era una sensación no sólo extraña, sino también incómoda.De pronto me sorprendí a mí misma dando vueltas a ese asunto,rememorando lo que había dicho; y sintiéndome algo ridícula frente alpensamiento de James viéndome como alguien más que sólo “ElleDaniels”, alias la “novia” de su hermano. Era cierto que la noche anterior

Page 106: Aquel Estupido Beso

me había besado, pero no significaba nada; había sucedido durante unafiesta, al igual que la última vez, y por lo tanto —como ya dije—, nosignificaba nada, ¿no es así?

Sin embargo...—Hey. —Levanté bruscamente la vista del mostrador para

encontrarme con la mirada divertida de James. Apenas si me inmuté.—Eres tú —respondí. Me observó extrañado, y se acomodó un poco

sobre su taburete.—Bueno, sí, soy yo —estuvo de acuerdo, y un segundo después

regresó a su rostro aquella sonrisa que en uno que otro momento anteriorpudo enfadarme—. ¿Qué sucede?

Lancé un resoplido.—¿Acaso todo el mundo lo nota? —dije algo molesta, sin hacer caso a

su ligera preocupación... ¿Qué rayos me sucedía? ¡Parecía un hoyo oscuroincapaz de sonreír! Agh, me estaba hartando de mí misma.

—Bueno, es como si sobre ti hubiese un resplandeciente cartel conluces neón y dos flechas apuntando tu cabeza que dice “DEPRESIÓN, justoaquí” — explicó haciendo gestos con las manos para dar a entender mejorsu punto. Una sonrisa divertida se asomó a mi rostro.

—Que idiota.—Pero este idiota te hizo sonreír —repuso con una sonrisa que

igualaba a la mia. Comencé a plantearme muy seriamente las palabras deNicole... Nah, seguían sonando ridículas.

—Lo que sea, ¿qué haces aquí? —pregunté con curiosidad, ya queseguía pensado en lo que dijo mi compañera.

—Estoy por Nicole —respondió sin ninguna duda.Eso fue la gota que colmó el vaso; no pude dejar de reír. James, por su

parte, que nunca comprendería por qué reía, me dirigió una miradadivertida de ojos entrecerrados y esperó de brazos cruzados por mirespuesta. Era bueno que la cafetería por ese entonces no fuese muyconcurrida, o habría tenido que esperar siglos a una respuesta.

—Nicole advirtió que dirías eso —expliqué sin más detalles. Laexpresión de James simplemente no tenía precio; parecía que estabaformulando la manera de matar a su mejor amiga, lo que hizo que volviesea reír, y que él me acompañara en ello.

—Lo que sea —replicó sacudiendo ligeramente con la cabeza—.Vamos, ¿qué sucede?

Page 107: Aquel Estupido Beso

Mordí mi labio sopesando la idea de decir o no cualquier cosa; queríay no al mismo tiempo, lo cual hacía confusas las cosas, pero lo que sea,tenía que responder algo, puesto que tenía la impresión que James nopararía hasta obtener cualquier cosa.

—No sé si contestarte, Percy —respondí finalmente con la esperanzaque utilizar el apodo cambiara de tema. Afortunadamente, ya sea porquedecidió seguir mi juego u otra cosa, funcionó.

—Sabes, comienzo a acostumbrarme de esa forma que tienes dellamarme —dijo resignado luego de lanzar un suspiro. No pude hacer másque sonreír.

—Que bueno, aunque tendremos que pulir algunos detalles en cuantoa ello —aclaré reposando los codos sobre el mostrador, adoptando unapose más relajada. Estaba retomando algo de mi humor habitual, yagradecía hasta al insecto paseando sobre nuestras cabezas el que lacafetería no fuera tan concurrida aquel día y pudiera mantener miconversación.

—Dime —pidió pacientemente.—Bueno, dejando fuera de la lista a Nicole, que es tu mejor amiga —

comencé sonriendo—. Nadie puede usar eso. Sólo yo puedo puedo llamarte“Percy”. Nadie más.

James sonrió aparentemente complacido con mi petición y un segundomás tarde se limitó a asentir.

—Por supuesto, creo que ganaste ese derecho —estuvo de acuerdo.Sonreí victoriosa y volví a ubicarme a una distancia prudente segundosdespués—. Pero en serio, no importa cuánto cambies de tema, regresaré aél.

¿Qué sucede contigo?—No quiero hablar —repliqué con algo de dureza; ahí estaba de

vuelta mi mal humor, pero no sabía si hablar con James de su hermano ono. Me parecía algo vergonzoso y humillante.

—¿No quieres hablar conmigo, o no quieres hablar ahora? —Noparecía más que confundido, y me replanteé cuál sería mi respuesta. “Unpoco de ambas” no sonaba realmente bien.

—Tomaré la segunda opción —respondí no obstante, y me alejé unpoco en cuanto vi un par de amigas acercándose al mostrador. Hora detrabajar.

—En ese caso —dijo pasando al otro lado del mostrador, donde me

Page 108: Aquel Estupido Beso

encontraba yo, atendiendo a aquellas chicas. Quería decirle algo, cualquiercosa, pero me resigné a que no le interesarían mis réplicas—, supongo queesperaré a que termine tu turno.

Reprimí la risa. De seguro estaba de broma.—James, mi turno acaba a las diez. Faltan tres horas —señalé con

diversión mientras devolvía su cambio a ambas chicas frente a mí.—Esperaré hasta entonces —aseguró con convicción y una sonrisa

divertida.En aquel momento se encogió de hombros y se alejó hacia la cocina,

donde fue en busca de Nicole, a quien le entregó un teléfono. Segundosmás tarde ella le propinó un golpe en el brazo izquierdo y amboscomenzaron a reír. Alguna extraña sensación me obligó a darme la vuelta yponer atención en el trabajo que a veces de momento olvidaba que tenía.Observé cómo Alice y Collin se retiraban hablando de la cafeteriacon sorpresa; y me pregunté por qué accedí a hablar con James puesto que de hecho no teníamos nada que conversar. Y si estaba equivocada, invitaba a despejar mis dudas de la manera que fuese necesaria.

Algo que agradecía terriblemente, era que Melanie estaría de regresola mañana o tarde siguiente.

Page 109: Aquel Estupido Beso

Capítulo 16.

Malditos sean los Clearwater.

—¿Tienes cómo volver a casa? —preguntó James luego de regresar ala cafetería. Hacía unos cuarenta minutos había acabado el turno de Nicole,y él se había ofrecido a llevarla. Por supuesto, Nicole aceptó.

Lo miré fijamente mientras decidía meticulosamente mi respuesta.Dejando a un lado el hecho que los taxis eran evidentemente un medio detransporte, no, no tenía nada; ya que Alice se había ido a quién sabe dóndecon Collin. Apreté los labios en una fina línea y me encogí de hombrosnegando a su pregunta. James sonrío ligeramente satisfecho y luegoinspeccionó con la mirada el lugar, que se encontraba vacío. De mí ladotampoco había nadie; puesto que Sanders, el cocinero, acababa de irseapenas quince minutos atrás, por lo que aquel día me tocaba a mí cerrar enlos diez minutos que quedaban de mi horario.

—Genial —asintió James de pronto. No podría decir si se refería allugar prácticamente desolado a mi falta de transporte—. Entonces, ¿deseasque te lleve?

—Pareces chofer personal —afirmé con diversión. James rió y negócon la cabeza, aún esperando por mi respuesta—. Seguro, de igual maneradudo que me dejes ir fácilmente. —Me encogí de hombros y comencé aguardar algunas cosas sobre el mostrador.

Para mi sorpresa, James comenzó a ayudarme, tomando varias“chucherias” y ubicándolas donde le indicaba. Un poco más tarde de lo que hubiese deseado acabamos con el estúpido lugar y salimos hacia el exterior, que casualmente estaba algo fresco. Supuse entonces quehabia sido buena idea tomar una chaqueta antes de subir al convertible deAlice aquella tarde.

Mientras caminamos hacia donde James había aparcado su auto, meaferré a su brazo derecho con la urgencia de sentirme menos insegura enaquellas calles oscuras. ¿Tan díficil fue buscar un lugar iluminado dondeestacionarse? Estaba a punto de decirlo cuando se deshizo apenas de miagarre y señaló al único auto estacionado sobre la acera frente a nosotros.Podría asegurar que mi alivio por haber llegado se oyó hasta el centro deAsia.

Subí al asiento del copiloto y luego de ambos ponernos cinturón,comenzamos el viaje; estaba a punto de señalar la dirección hacia mi hogar

Page 110: Aquel Estupido Beso

cuando advertí que James conducía por el camino correcto, y decidí callar.Al parecer tenía una buena memoria considerando que había ido a mi hogaruna, o dos veces como mucho.

—Tengo una duda —solté de pronto. James me dirigió una cortamirada antes de volver la vista al frente—, ¿acerca de qué precisamentedeberíamos hablar?

Sonaba realmente perdida, pero eso no evitó que una sonrisa petulanteinvadiera el rostro de James, como si yo hubiese dicho algo estúpido.Odiaba cuando la gente hacía eso; me sentía mil veces peor.

—Bueno, podrías comenzar con qué te sucede. Has estado bastantedecaída por lo que he visto. Y algo me dice que estuviste así todo el día —señaló con discreción, esperando a mi reacción. Me dejé caer de brazoscruzados sobre el asiento como una niña pequeña. No tenía ningún tipo deobjeción, ya que tenía razón, pero no sabía cómo comenzar a explicarme.

—¿Alguna otra cosa más? —pedí evitando la pregunta anterior. Jamesse limitó a suspirar y pensar un momento antes de reponder; ya nosencontrábamos a una calle y media de mi hogar.

—De hecho —respondió—, hay una.Esperé a que dijera cualquier cosa, pero se mantuvo en silencio hasta

que llegamos y estacionó el auto donde Alice horas atrás. Detuvo el motory asintió hacia mí para que saliera. Lo hice al mismo tiempo que él, ynotando que aún estaba la conversación pendiente, lo invité a pasar. Mihogar, como cualquiera podía darse cuenta, no era uno de esos “museo”donde todo aquel qe ingresara debía quitarse los zapatos, por lo que no memolesté en cuanto James no lo hizo. Por suerte antes de visitar a Benlimpié las manchas de suciedad que Robbie había dejado la noche anterior,aunque habían otras en lugares aleatorios que habían sido realizadasdurante el transcurso de aquella tarde. Estúpido y hermoso perro, pensépara mí mientras nos dirigía a la cocina y ofrecía a James algún refresco;por mi parte, me limité a tomar un cupcake de la barra de desayuno. Esaobsesión nunca acabaría.

—Entonces, ¿cuál es tu otra duda? —pregunté caminando hacia eljardín, siendo consciente que él me seguía.

Una vez allí afuera, me ubiqué en el columpio que era mitad eso, ymitad un sillón. James se sentó a mi lado y luego de un suspiro dijo:

—¿Qué rayos sucedió ayer por la noche, en la fiesta? —Sorprendida,miré directo a sus ojos, y advertí la confusión en ellos.

Page 111: Aquel Estupido Beso

Al mismo tiempo, me pregunté qué trato con el Diablo habían hechosus padres para que tuviese ese color de ojos, mientras que yo tenía ojosmarrones que parecían negros si no observabas con detalle. Muy bien,estaba diciendo estupideces. Elle, concéntrate.

—¿A qué te refieres? —inquirí intentando saber a qué se refería,aunque era algo demasiado obvio.

—Bueno, parecía que deseaba descuartizarme para luego servir decomida a los lobos cuando estuve bailando contigo —explicó condemasiada seriedad, algo raro de ver en él, pero que le sentabaextrañamente bien—. Sólo faltaba que orinara sobre ti para demostrar queeras de su propiedad —exclamó esta vez con diversión. Así su seriedadperdió toda credibilidad.

Sólo pude reírme ante ello..., y asquearme bastante.—Demonios, dicho así hasta parezco un árbol en el que deben marcar

su territorio —exclamé fingiendo estar molesta con James, aunque enrealidad fallé de manera épica. Para nada era buena actuando.

—Entonces, ¿me dirás a qué se debía el comportamiento de ambos?— insistió.

—Bien, pero posiblemente parezca una larga historia —cedífinalmente.

—Tengo tiempo —accedió cruzándose de brazos al mismo tiempoque subía mis piernas al estrecho asiento y las llevaba a mi pecho para nocausarle molestia.

De aquella manera, aferrándome a mí misma, le conté a James lo quehabía estado sucediendo con Ben ultimamente; el que se comportara demanera distante, la fiesta... Aquel día. Sin omitir detalle alguno. Advertícómo se le endurecían las facciones con el relato, pero simulé no haberlohecho, sólo para no tener una mala reacción de su parte.

En cuanto pregunté, supe finalmente que la verdadera razón por la queambos hermanos ya no vivían juntos se debía al mismo motivo por el queBen me habia insultado. Y que los cardenales en ambos habían sidoproducto de aquella pelea. Luego de eso permanecimos en un incómodosilencio que se extendió por lo que parecieron años; y gracias a lo cual mesentí terriblemente estúpida.

—Di algo al menos —pedí, aún en aquella posición que de habermeencontrado recostada parecería fetal. James tomó una bocanada de aire ypermitió que una sonrisa se asomara en su expresión, borrando la dureza

Page 112: Aquel Estupido Beso

que su rostro demostró los ultimos minutos.—Te lo dije.Levanté totalmente la vista hacia él y me deshice de mi postura para

erguirme en mi asiento. Lo piqué con un dedo en las costillas, ese puntodonde es imposible no sobresaltarse, y esperé a que continuara.

—Que mi hermano es mujeriego, te lo dije —explicó luego de voltearla cabeza hacia mí.

Murmuré un ¿eh?, con los ojos entrecerrados hacia él e intentérecordar cuándo él me había dicho eso. Estaba a punto de rendirme cuandollegó a mi cabeza el día en que supe que era el hermano de Ben, cuandoéste fue a revisar por qué no había electricidad. Mis cejas se enarcaron encomprensión. Oh...

—Creí que era una manera de decir —admití de pronto sintiéndomealgo tonta. Wow, era raro decir eso, pero así me sentía.

James lanzó un suspiró y pasó una mano por su cabello.—No, sólo decía la verdad disfrazada. —Se encogió de hombros. —

Ahora que lo pienso mejor, debí haber sido más directo. Aunque podríashaberte enfadado, o reído en mi cara —sopesó.

Entonces me sentí realmente como toda una idiota; si James sabía quesu hermano era mujeriego, y vaya uno a saber qué más, ¿cuántas veces sehabía repetido lo que sucedió en la fiesta? Estaba a punto de preguntarlo,pero cerré la boca al segundo por temor a conocer la respuesta. Estabaenfadada con Ben por ser un idiota, pero sobretodo conmigo misma, porencontrarme otra vez en aquella situación. Ciertamente era un desastreandante.

—Malditos sean los Clearwater —exclamé exasperada y me levantédel asiento.

Comencé a caminar a través del jardín, sin darme cuenta que Robbieestaba siguiéndome con la lengua afuera (raro), y James se había ubicadode brazos cruzados con la espalda apoyada sobre el paredón que separabami casa y la vecina.

—Vaya, para que maldigas a todo un apellido por culpa de un par demellizos, hemos hecho algo realmente mal —señaló un momento despuésde manera relajada.

—Sólo hablo de ustedes. Ben porque es un idiota; y tú... Ni siquiera sépor qué intento odiarte, cuando es prácticamente imposible —exclamécruzándome de brazos, demasiado frustrada como para hacer otra cosa, o

Page 113: Aquel Estupido Beso

cualquier movimiento. Tenía ganas de gritar, golpear algo, hacer cualquiercosa que me relajara un poco.

James hizo una mueca de resignación y comenzó a avanzar por eljardín iluminado únicamente por un par de farolas que había instaladomeses atrás de modo que el lugar no pareciese tan tenebroso, hasta que sedetuvo a literalmente un paso de mí y reposó ambas manos sobre mishombros. Lo observé extrañada, ¿y eso?

—No sé por qué, pero tengo la sensación que la única razón por la queintentaste odiarme se debe a la forma en que ambos nos conocimos pocomás de un mes atrás —declaró en voz baja, sin dejar de mirarme. Memaldije por ruborizarme, teniendo en cuenta que acababa de dar en elblanco. En cuanto lo entendió, sonrió abiertamente. Estúpido James—. Site sirve de algo, yo habría olvidado el asunto en el mismo momento queBen abrió la puerta y dijo mi nombre —aseguró luego, y volví a sentirmeestúpida. Rayos, Elle... En aquel momento deseaba dar mi cabeza contra lapared—. Sin embargo —continuó—, vi el pánico en tus ojos en aquelmomento y decidí que me divertiría demasiado contigo, porque, ¿quién nolo haría? A tu manera eres divertida, te enojas fácilmente, el noventa porciento de las veces sólo vez tus defectos, y no demuestras que te importe loque diga el resto, por lo que haces lo que quieres.

—Hizo una pausa. —Así que sí, a eso me refería cuando te dije queme divertiría contigo.

Me quedé sin habla, pensamientos, y sin aliento. Nunca me habríagustado acabar como en aquel momento, “embobada” por culpa de unmontón de palabras; pero allí estaba, a las once de la noche, en el jardíntrasero de mi hogar, mirando directamente a los ojos de una persona quehabía visto tantas veces como los dedos de mis manos, pero que meconocía como mi mejor amiga; con la cual había vivido más de la mitad demi existencia. Básicamente en un párrafo me había descrito realmentebien, y en otro me explicaba algo que hacía un mes cuando lo mencionó yono había comprendido. Sentí un nudo formarse en mi garganta, sin sabermuy bien qué decir, de seguro con la mirada más aturdida que existía en elplaneta Tierra.

—Di algo al menos —dijo de pronto, arrebatándome de mispensamientos. Aturdida, lo empujé ligeramente en el pecho.

—Basta.—¿Basta? —preguntó tan incrédulo que dudé de lo que había dicho.

Page 114: Aquel Estupido Beso

—Sí, me harté, y digo basta —reafirmé y desvié la vista a un puntodetrás de él—. Le digo basta a tu hermano, te digo basta a ti y a toda estasituación que pronto me volverá loca.

—Oye, Elle, tranquilízate —pidió James volviendo a tomar mishombros, ubicándose demasiado cerca—. Eso no hará falta.

—¿No? —pregunté frunciendo el ceño.—Para nada —aseguró—. Mira, no nos hemos conocido en las

mejores circunstancias —señaló, y no evité rodar los ojos. No hacía faltaque él me lo dijera para saberlo—, pero —continuó esta vez comenzando asonreír—, te propongo comenzar de cero, como si el último mes nohubiese sucedido.

Volví a fruncir el ceño y pensé en ello. Sonaba tan ridículo, que mepareció genial. Casi habría reído en cuanto extendió una mano hacia mí,preparándose para comenzar con su “discurso”.

—Entonces, iniciemos con esto —dijo—. Mi nombre es JamesPercival Clearwater. —Fingió un estremecimiento que me hizo soltar unarisita y luego sacudió ligeramente con la cabeza. —Tengo veintitrés años,y soy profesor de Ciencias en una secundaria local.

Comencé a reír de manera silenciosa ante su presentación. Era extrañoy ridículo el que estuviésemos haciendo aquello, pero por lo que sabía, loestaba haciendo para que olvidara por un momento al imbécil de suhermano y me sintiera mejor, por lo que levanté mi mano derecha y laestreché con la suya mientras me encogía de hombros.

—Soy Elle Daniels —me presenté, y tomé con algo de fuerza su mano—, tengo veintiún años; deseo convertirme en abogada, quise casarme

con un cupcake y probablemente soy la persona con más defectosreconocidos en la historia. Un placer, Percy —finalicé, sintiéndome muybien al mencionar el apodo que había reservado sólo para mí... Y Nicole,sólo por ser su mejor amiga.

James ladeó la cabeza un poco, vaya uno a saber por qué; y más tardeasintió una vez antes de responder:

—El placer es todo mío.Sonreí abiertamente, sin preocuparme en lo que pudiese suceder luego

de aquel momento. Después de todo me encontraba en mi hogar, con lapersona que logró recomponer mi ánimo, y cuyas palabras y acciones mehabían hecho mejor de lo que imaginaba.

Si alguna vez dije que toparme con James Clearwater fue un golpe de

Page 115: Aquel Estupido Beso

mala suerte, retiraba la afirmación en ese instante.Lo sé, estaba siendo tan cursi...

Page 116: Aquel Estupido Beso

Capítulo 17.

Vaya nota.

De no ser porque aquel día Melanie regresaba a su “vida normal”, sóloen sueños habría despertado a las seis y media de la mañana paraprepararme y dirigirme al aeropuerto. James se había retirado pocodespués de la medianoche recordando que al otro día tenía que estartemprano en la secundaria donde trabajaba, y hasta poco después deentonces no logré dormir, lo cual me dejó con algo de cinco horas y mediade sueño más o menos; pero no me importaba, todo fuera por recibir aMelanie y Jennifer White de nuevo en la ciudad. En serio las habíaextrañado.

Allí me encontraba, detrás de un largo cordel de terciopelo esperandoa que las chicas aparecieran. Tardé un poco en identificar las melenaspelirroja y castaña de Melanie y Jenn, que caminaban rebosantes de bolsasde regalo, equipaje, entre otros. No pude hacer más que reír mientrasextendía los brazos a ambas para que pudieran verme. Se habían idodurante una semana con la mitad de lo que se veía actualmente, y parecíacomo si apenas pudiesen caminar.

En cuanto ambas atravesaron el estúpido cordel avancé hacia ellas ylas atraje en el abrazo más ridículo y cursi que existía, y esperé a quedejaran de reír para decir cualquier cosa.

—¿Cómo les ha ido a mis chicas en Londres? —pregunté con interéscuando cruzaron a mi lado y las atraje en un gran abrazo.

—Simplemente perfecto —aseguró Melanie con un suspiro anhelante.Jenn por su parte liberó un resoplido y dirigió a su hermana una miradamolesta.

—Eso claro si tienes en cuenta que el segundo día hizo que caminara através de todo Londres en busca de la entrada al Ministerio de Magia —repuso ella con aspereza y algo de frustración. Me crucé de brazos yenarqué una ceja de manera interrogativa a Melanie, que se limitó a sonreíry encogerse de hombros de manera indiferente.

—Oh, vamos, ¿nunca han deseado encontrar el perfecto mundo deHarry Potter? —Jennifer y yo intercambiamos una mirada y volvimos laatención a Melanie nuevamente. A veces me preocupaba su salud mental.

Page 117: Aquel Estupido Beso

—No —respondimos a coro.—Agh, que aburridas —replicó haciendo un mohín.—Mel, sabes que te adoro —comencé reposando una mano sobre su

hombro—, y también a Harry Potter, —Había visto las películas y mefascinaban. —Pero dudo que alguien con sentido común revise hasta lomás recóndito de Europa para hallar su mundo —finalicé y tomé algo de suequipaje para ayudarlas a transportarlo.

***

Como genial persona que era, pedí prestado su auto a Alice de manera

que asi pudiese recoger a las hermanas White, y devolverlas a su hogar;por así decirlo. Una vez allí, luego de literalmente lanzar su equipaje haciaalgún rincón de la sala, nos dispusimos a preparar café para las tres antesde comenzar a charlar. La situación simplemente me hacía recordar a miabuela cuando se reunía con sus amigas y hablaban durante horas acerca desus “experiencias”, y cuando Jenn mencionó algo parecido a mipensamiento, no pude hacer más que reír hasta doblarme en dos.

—Wow, espera un momento —pidió Jennifer pareciendo sorprendida,interrumpiendo mi relato acerca de los últimos días—, ¿realmente dijiste“a menos que perdiste algo en su boca y estabas buscándolo”?

Reí ante su escepticismo y asentí. Siendo sincera, decir aquello en esemomento había sonado como una buena idea.

—Elle, definitivamente eres mi héroe. —En cuanto las palabrassalieron de Jenn, Melanie carraspeó y enarcó una ceja a su hermana menor,la cual se limitó a encogerse de hombros. —Hermana, sabes que te amo,pero jamás habrías dicho algo tan genial como eso —se excusó finalmenteantes de dar un trago a su café.

Melanie rodó los ojos con molestia y me instó a seguir relatando losucedido durante su ausencia. Alguien está celosa, pensé con divertidaburla pero haciendo sin embargo lo que ella pidió. Extrañaba terriblementehablar con ambas, aunque jamás entendería por qué trataba a Jenn comootra de mis mejores amigas cuando —según palabas de mi madre—, debíajunto a Melanie mostrarme como una persona adulta, responsable, ejemploa seguir y agh, ¡qué ridiculez más grande!

A eso le llamaba hablar para nada.—Entonces, ¿lo primero que pasó por tu cabeza después de ver a Ben

besando a otra, fue besar a James? —preguntó Melanie con escepticismo.

Page 118: Aquel Estupido Beso

Abrí los ojos como platos, pensando en eso, y me dispuse a defenderme.—En mi defensa, estaba borracha, por lo que no me encontraba

plenamente dentro de mis facultades —respondí intentando parecer uncerebrito, algo a lo que no podría llegar en mil vidas. Literalmente.

—Bueno, si eso fuera realmente factible, pues entonces yo habríamatado a varias personas y luego dar la excusa de estar borracha y todoscontentos —objetó Melanie con petulancia. Reprimí una mueca y lancé unpar de confites de chocolate a su rostro.

—Ja-ja, muy chistosa —repliqué entrecerrando los ojos y fingiendouna sonrisa—. Lo que sea, por más que eso haya hecho; Ben no teníaningún derecho a luego llamarme “puta” —señalé comenzando a sentirmenuevamente mal por ello. Agh, estúpido Ben; sólo arruinaba mi humor.

—Estoy de acuerdo —apoyó Jenn, y ambas (Melanie y yo) nos volteamos hacia ella—. Vamos, si entendí bien; entonces las dos veces que Elle besó a James están justificadas (en la primera aún no estaban tú y Ben completamente juntos; y asumo que para la segunda era claro que habían terminado), por lo que tu ex estaba siendo un hipócrita considerando que quizásrepit...

—Muy bien, no quiero deprimirme —dije deteniendo a Jennifersúbitamente. Lo que menos necesitaba en aquel momento es pensar cuán“cornuda”, como grité en la fiesta, había sido.

—Elle tiene razón —exclamó Melanie de pronto. Enarqué una cejahacia ella—, no es momento de deprimirla. Vamos a ver una película.

—Por favor, cualquiera que no sea Eclipse —rogó Jennifer con lasmanos entrelazadas. Hasta parecía que comenzaría a rezar por ello—,Susan y Elizabeth me han saturado de esa película. Creo que si la veo unavez más comenzaré a aborrecer a los vampiros y hombres lobo.

Melanie y yo reímos en conjunto. Era extraño escuchar a Jenndiciendo precisamente aquello considerando que estaba obsesionada con laSaga Crepúsculo. Me corrijo, estaba obsesionada con Robert Pattinson yTaylor Laughtner.

Minutos más tarde, luego de una dura “batalla”, acabamos porintroducir en el reproductor de DVD una película de horror que una vezacabó juré que nunca volvería a verla. Era deprimentemente mala, ademásde predecible y tediosa.

No fue hasta bien entrada la tarde, que me despedí de ambas y subí alconvertible de Alice para encaminarme a mi hogar. Durante el largotrayecto de cuarenta minutos pensé en la falta que aquellas dos me habíanhecho, y asimismo decidí que a la próxima me aferraría a la pierna de

Page 119: Aquel Estupido Beso

Melanie para no dejarla ir. Muy bien, era lo más exagerado que habíapensado en mi vida, y no me costaba reconocerlo.

En cuanto alcancé la calle donde se ubicaba mi hogar fruncí el ceñotemiendo haberme equivocado de lugar. Un auto de color rojo seencontraba estacionado sobre la entrada hacia el garaje. Avancé lentamentey me detuve a un costado del bordillo para salir y acercarme al vehículo.Algo tarde comprendí que aquel no era más que mí auto, el cual se suponíaestaba siendo reparado... No en mi entrada con pintura nueva.

Aún entre fascinada y confundida, me asomé hacia el frente, dondeadvertí la presencia de una nota ubicada a propósito entre el limpiaparabrisas.

Con a cada segundo incrementada intriga, tomé la nota y la desdoblépara ver su mensaje. Una sonrisa se extendió por mi rostro a cada palabraleída, casi al mismo tiempo que alguna extraña y cálida sensación invadíami pecho. Abrí la puerta con la llave que llevaba en mi bolso (ni siquierayo sabía por qué la tenía ahí), y me sentí terriblemente bien al sentarme enel asiento del conductor.

Volví a extender la nota frente a mis ojos y nuevamente leí sucontenido:

He aquí el pequeño trozo de libertad que te hacía falta, ya no dependesde nadie en ese sentido. No te preocupes por nada, es un regalo; no debesnada a nadie.

Percy.Básicamente si decía que no estaba sonriendo como idiota, mentía.

Vaya regalo, y vaya nota la que James me había dejado. Posiblementesonara ridículo, pero comenzaba a tenerle afecto; o bien siempre lo tuvehacia él, pero no quería darme cuenta.

Page 120: Aquel Estupido Beso

Capítulo 18.

Sé que me amas.

¿Cuánto tiempo exactamente permanecí con aquella estúpida sonrisa?Ni idea, lo juro; pero supuse que bastante, puesto que para entonces micelular/carcacha comenzó a sonar con una alarma que advertía sobre elcomienzo del nuevo episodio de mi serie favorita en el mundo. No tardé unsegundo en levantarme de mi asiento, y atacar mi alacena y refrigerador enbusca de comida chatarra, ya que luego de la serie acostumbraba a veralguna película antes de finalmente ir a dormir. Demonios, pronto deberíareorganizar mi rutina puesto que estaría obligada a continuar con laestúpida Universidad. Al menos era mi último año. Algo bueno.

Universidad, Universidad, Universidad... Se sabrá que la odiaba, odioy odiaré, pero no tenía más remedio que asistir, dado que nada ni nadieacabaría Abogacía por mí. En fin, sólo era una etapa que atravesar, tal cualel jardín de infantes, la primaria y secundaria. Simples etapas.

Acabé de ver la televisión cuatro horas, dos paquetes de papas fritas,una de bolitas de queso y una soda más tarde, y por supuesto, sin muchasganas de ordenar mi desastre. Cosa que no hice, sino que me limité aapagar todo, asegurar puertas y ventanas, y finalmente caminar lentamenteescaleras arriba a mi habitación, inconscientemente seguida por Robbie.

Literalmente me enfundé en un viejo camisón que había encontrado

dentro del armario, que también me quedaba algo chico, y pronto caí en micama; pero cuando creí que acabaría como tronco recién cortado,permanecí despierta, con los ojos bien abiertos viendo directamente altecho. Apenas me inmuté en cuanto noté a Robbie “recostándose” a milado en la cama como hacía a diario pese a tener toda la casa para él.Resignada ante mi falta de sueño, animé al “cachorro” a acercarse para queluego pudiese acariciarlo un rato de manera distraída.

Sinceramente acabé unas tres horas haciendo aquello, más que nadaporque pensaba en la nota que James había dejado en mi auto. Cómo sabríaque aún no podía pagarlo, ni idea, pero quizás no me lo diría si preguntaba.Ya que lo planteaba, ultimamente estaba pensando demasiado, en cualquiercosa; era raro, y mucho.

Page 121: Aquel Estupido Beso

No tenía idea cuándo precisamente, pero en algún momento caírendida al sueño; o eso indicaba el momento en que abrí los ojos y mivisión fue cegada por los rayos solares de mediodía que ingresaron a miventana. Maldita sea, había olvidado cerrar las persianas. No obstante, esano fue la única razón por la que me levanté, sino que la culpa la tenía mipatético C3, o mejor dicho, el que había llamado a mi número.

Con un increíble mal humor producido por la llamada indeseada, melevanté a rastras de la cama, con la mitad de mi cabello enmarañado sobreel rostro de la manera más espantosa posible, y avancé por la habitación enbúsqueda del estúpido teléfono.

Admiré con indisimulado desagrado al número entrante, y como geniaque era, atendí.

—¿No era una puta? —pregunté con aspereza, dureza, y toda forma deexpresar indirectamente mi desagrado hacia el menor de los mellizosClearwater.

—Demonios, Elle, creí que no responderías —respondió Benpareciendo aliviado. Sí, claro; si esperaba una conversación mínimamenteagradable, estaba equivocado.

—Sí, de hecho me estoy preguntando por qué mierda respondí, así que¿qué quieres —espeté con amargura, y a un tono de gritarle.

—Oye, sé que estuve mal el otro día y...—¿En serio? No me digas. ¿Qué te hizo entrar en razón? ¿Al fin

comprendiste que eres un imbécil? —Formulé las preguntas de la maneramás rápida que encontré, de modo que no me interrumpiese, ni supieracómo responder.

—Vamos, Elle, no te pongas así —pidió con algo de súplica en su voz.—¿Es en serio? —pregunté con la mayor incredulidad que pude

plasmar en mi tono de voz. No podía creer que siquiera comenzara conello. Agh, era exasperante—. De los dos, yo no insulté a nadie sin tenerfundamentos a mis afirmaciones —espeté categóricamente, para luegosentirme orgullosa de mí misma por mis palabras.

—Como dije, sé que estuve mal, y por ello quiero disculparme. Antesque dijera alguna otra idiotez, me reí. Me reí tan fuerte y falso como pudey los pulmones me permitieron. Rayos, era tan bizarro que quisieradisculparse, que básicamente no podía tomarlo en serio.

—Ya en serio, ¿qué quieres? —dije, dándole a entender que creía élestaba bromeando.

Page 122: Aquel Estupido Beso

Silencio. Mucho silencio. Enarqué las cejas hacia la nada y rodé losojos mientras escuchaba su respiración ir y venir constantemente.Finalmente, cuando decidí que aquello sólo acabaría con un millar deinsultos hacia mi ex, y que no tenía ganas de gastar saliva, sólo rodé losojos y acabé la llamada.

Miré al teléfono preguntándome si aquella había sido una buena idea,y cuando creí que la respuesta era “sí”, sonreí hacia el móvil y lo lancé ami cama. Extrañamente el hacerlo me había puesto de buen humor cuandopor lo general que me despertaran arruinaría mi día desde el comienzo.

***

No supe que James había entrado a la cafetería hasta que escuché a

Nicole gritar ¡Ven aquí, idiota!, luego de salir corriendo hacia él, cuando nisiquiera había alcanzado a cerrar la puerta. Mientras entregaba su orden aun par de adolescentes melosos, que sólo me daban razones para quererexpulsar mi almuerzo, desvié la vista hacia mi compañera, sin dejar desonreír al notar la expresión confundida de James. En cuanto estuvo frentea él, Nicole tomó con fuerza su brazo y lo obligó a seguirla hacia un rincóndel establecimiento. Aun cuando caminaba de regreso al mostrador enbusca de instrucciones por parte de Melanie, no dejé de observarlos; y nopude hacer más que reír entre dientes cuando Nicole asestó un golpe alpecho de James, y él levantó las manos al pecho en señal de rendición;como si no tuviera más remedio que hacer aquello. Nicole apuntó a surostro con su dedo índice y dijo un par de palabras que parecíanamenazadoras. James por su parte permaneció lo que pareció en silencio, yde pronto se acercó a su amiga para darle un beso en la mejilla; lugar quemás tarde ella se frotó con molestia antes de empujarlo nuevamente, yfinalmente alejarse de él. Habría continuado con mi observación, de no serporque Melanie chasqueó los dedos frente a mi rostro.

Parpadeé un par de veces y me dirigí a ella con expresión molesta. Seestaba riendo de mí. Grandiosa amiga, pensé para mí mientras suspirabaexasperadamente y rodaba los ojos.

Por supuesto, había mencionado el “regalito” que James me habíahecho, y la nota que dejo, por lo que se le metió a la cabeza la descabelladaidea que estaba flechado por mí o algo así. Lo mismo que Nicole, y mepregunté varias veces qué mosca le había picado a ambas. Es decir,¿alguien no podía hacer aquello por simple... Consideración?

Page 123: Aquel Estupido Beso

Al parecer no, o en eso estaba decidida mi queridísima mejor amiga.—No empieces —advertí con brusquedad hacia la pelirroja sonriente

tras el mostrador.Melanie rápidamente se encogió de hombros y me indicó que

atendiese la mesa cinco, donde luego advertí la presencia de una chica conla mirada detrás de un libro. Tomé su orden de café y pastel de chocolate, yregresé rápidamente hacia la cocina en espera de dicha orden.

Por alguna razón, la presencia de James en la cafetería me pusonerviosa. Estaba extrañamente consciente de él en la mesa siete, la cualhabía aprendido era donde se ubicaba cada vez que asistía al lugar. Enaquel momento se encontraba con la vista fija en su iPhone, y parecíaesperar a alguien. Teniendo en cuenta la situación, posiblemente estuvieseesperando al fin del turno de Nicole, en media hora. Ni siquiera tenía unaidea clara de como por qué me molestaba en analizarlo.

—Eres rara. —Me sobresalté al escuchar a Nicole a mi lado. Malditasea, ¿qué tenían todos con intentar sorprenderme?

—¿Qué demonios, Nicole? —pregunté llevándome una mano alpecho. Por supuesto, un gesto exagerado, pero no era como si de verdad meimportara. Últimamente mi vida era un “Al demonio todo” más o menos.

Nicole comenzó a reír antes de encogerse de hombros y dar saltitoshacia Melanie, quien le dio indicaciones mientras ella misma cubría supuesto. Enarqué una ceja hacia ella. Por supuesto, y luego era yo la rara.

—¡Mesa cinco! —gritó Sanders desde la cocina. Caminé hacia él yseguí con mi trabajo.

Afortunadamente mi turno terminó dos horas después; casi llegando amedia tarde, lo que fue un milagro teniendo en cuenta que el calorcomenzaba a sofocarme. Melanie debía asistir a una reunión en la escuelade idiomas a la que Jennifer por decisión propia asistía, por lo que no tuveque llevarla hacia ningún lado. Tomé a mi favor aquello y decidí una vezsalí del trabajo, caminar por puntos aleatorios hasta cansarme, y volver enbusca de mi auto para regresar a casa. Terriblemente patético haber hechoeso.

Mientras aparcaba frente a mi hogar advertí a James de brazoscruzados con la espalda reposada sobre la puerta de entrada. En cuanto bajédel auto y nuestras miradas se cruzaron, sólo sonrió. Avancé con cautela,preguntándome varias veces qué había sucedido.

—¿Qué hay, Percy? —saludé. James sonrió abiertamente y caminó

Page 124: Aquel Estupido Beso

hacia mí. Cuando estuvo a mi lado, me ofreció su brazo. Vacilé un segundoy luego lo tomé. Me sentí como cuando en la secundaria tomaba el brazode Melanie y juntas atravesábamos toda la escuela de esa manera.

—Oye, no sé cómo agradecerte lo de mi auto —expresé algo tímidarecordando aquel asunto. James permaneció sonriendo, aún cuando seencogió de hombros.

—“Gracias” sería un buen comienzo —sugirió con diversión. Reíentre dientes y negué la cabeza casi al mismo tiempo que me preguntabadónde me dirigía.

—De igual manera me parece poco —repuse, y permanecí pensativaun rato—. ¿Adónde vamos precisamente? —pregunté de pronto.

—En realidad, ni siquiera yo lo sé —confesó. Segundos más tarde,comenzó a reír—. En este momento podría llevarte a tu muerte y estástomando mi brazo y siguiéndome sin vacilación. No eres muy inteligente,Elle

—anunció cuando acabé. Algo molesta, me deshice de su agarré ygolpeé su brazo con algo de fuerza.

—Idiota —espeté haciendo un mohín.Intenté alejarme antes que me arruinara el buen humor que hasta

entonces poseía, pero pronto avanzó hacia mí y pasó un brazo sobre mishombros para luego atraerme hacia él. Frustrada, traté sin mucho éxito desepararme por unos segundos, hasta que me resigné a la idea de que nuncapodría vencer a su fuerza. Finalmente resoplé como una niña.

—Hasta ahora no entiendo cómo pude besarte —murmuré con

exasperación. James sólo rió.—Dos veces; y a la segunda parecías desquiciada con tantas cosas sin

sentido que decías —señaló, y a continuación me dio un amistoso apretónque sólo desee no hubiera hecho. De no encontrarme bajo su abrazo, lohabría golpeado; pero evidentemente no podía.

—Estaba borracha —repuse con aspereza.—Sí, y aquella noche actuaste de una manera ridícula —coincidió—.

Me pregunto si podré usar eso a mi favor. Como una venganza.Sintiéndome terriblemente avergonzada, y de una sacudida, salí de su

agarré y golpeé su hombro. Grandísimo idiota. Él no obstante comenzó areír de mí con fuerzas hasta que se dobló en dos. Me crucé de brazos conmolestia y me quedé observándolo hasta que se irguió nuevamente. Visto

Page 125: Aquel Estupido Beso

desde ese lugar, si me decían que aquel hombre era profesor de Ciencias,preguntaría con qué se drogaban, porque era imposible creerlo en aquelmomento.

—Eres de lo más extraña —afirmó James lo que pareció añosdespués.

—Y tú un imbécil. —Contraataqué.—Di que sí.—¿Qué? ¡No! —Así es, no tenía idea a qué tenía que decirle que sí,

pero sólo quería ser la contra en aquello.—Vamos, di que me quieres —insistió con una sonrisa torcida

mientras lentamente avanzaba a mí. Entrecerré los ojos hacia él. Sólo sedivertía conmigo.

—Sabes, ahora mismo te odio —aseguré sin mirarlo realmente alrostro en un tono poco más alto que un susurro.

—Mmm... Di que me odias. Una vez más.—Agh, vete al infierno. —James se cruzó de brazos antes de

responder.—Sé que me amas.Sí bien eso no debería de afectarme, no logré reprimir el impulso de

mirar hacia otro lado mientras sentía mis mejillas arder. Maldito sea JamesClearwater. Rodé los ojos ante mi propia reacción al mismo tiempo queuna casi imperceptible sonrisa aparecía en mi rostro, y borraba mi ceñofruncido.

—Entonces te he dado la impresión equivocada —dije débilmente.

Page 126: Aquel Estupido Beso

Epílogo.

Un cierre cursi para una historia muy cursi.

—Sí lo que dices es cierto, ¿por qué te ruborizas? —preguntó Jamescon curiosidad, pero a su vez adoptando un aspecto más serio que hasta elmomento.

—Eso es porque me tomó por sorpresa —repuse defendiéndome.—Si tú lo dices...—Lo que sea. —Lo detuve con un gesto y continué. —¿Quieres

decirme para qué precisamente has ido a mi casa? —pregunté conimpaciencia, la duda estaba matándome. Sin embargo, James pareció nonotar eso, puesto que se encogió de hombros y volvió a posar su brazosobre mis hombros mientras retomaba el paso, instándome a caminar.

—Por el momento sólo caminemos —sugirió—. Tengo algo quedecir, pero aún busco la manera. Dame algo de tiempo —pidió con unamueca.

No supe muy bien qué quería decir, pero tampoco me molesté enpreguntar; si quería tiempo, lo tendría, después de todo yo no tenía nadaque hacer realmente.

El silencio se hizo entre nosotros como una incómoda compañía. Noprecisamente porque no quisiera hablarle, sino porque no tenía idea acercade qué. James sólo permanecía callado mientras caminábamos hacia Diossabía dónde, y eso comenzaba a impacientarme hasta tal punto que, en unesfuerzo desesperado por no caer muerta de aburrimiento, grité a los cuatrovientos la primera estupidez que pasó por mi cabeza. Una frase de algunapelícula que había visto recientemente. Si bien James no emitió sonidoalguno, supe que estaba riendo gracias al movimiento de su pecho. Lo mirécon los ojos entrecerrados, y aparté la vista rápidamente en cuanto sevolteó hacia mí. Esa vez sí escuché su risa.

No tenía idea cuánto tiempo pasó con precisión, pero luego de miarranque de locura, seguimos caminando hasta acabar en la zona peatonalmás popular de la ciudad. Fue allí finalmente cuando James entablóconversación comigo. No era wow, la conversación más inteligente de lavida, pero bastó para que no deseara ponerme molesta hasta quehiciéramos algo.

Page 127: Aquel Estupido Beso

—¿Me dirás al menos hacia dónde vamos? —insistí por enésima vezen aquella tarde-noche-lo que sea. James se detuvo en su lugar y me obligóa hacer lo mismo. El semáforo acababa de cambiar a rojo.

—Creí haberte dicho que no lo sabía —señaló sin mirarme.—Bueno, pero casi son las ocho de la noche. Creo que deberías tener

una idea —objeté con algo de sequedad. James enarcó una ceja hacia mí yluego negó con la cabeza.

—Es cierto, tengo una idea —confesó—, pero ahora mismo no sé sies... Bueno, buena idea.

—Oh, vamos, sólo hazlo y ya —insistí otra vez, pero haciendo ungesto con ambos brazos. Di una mirada general al camino arbolado repletode tiendas donde por lo general se encontraban variedad de artículosartesanales que comenzamos a atravesar y fruncí el ceño. Era extrañoencontrarse en la rambla aquellas horas, con tanta gente revisando lastiendas, o simplemente observando. Demonios si caminaban peor quetortuga paralítica.

—Bueno, comenzando con esto, te iba a ofrecer un...—¡No seré la sumisa de nadie! —Me adelanté a decir, o bueno, a

gritar. Al segundo, mordí mi lengua.—¿Qué? —murmuró James incrédulo, indignado, y algo más que no

logré identificar mientras me observaba con los ojos entrecerrados.Digamos que en aquel momento éste era mi pensamiento: Mierda, mierda,mierda, y seguía.

—¡No! Es que... Melanie me traumó con la trilogía... Y... Pensé... —vacilé y vacilé antes de golpear mi frente con la palma de mi mano—. Agh,imbécil, imbécil —me lamenté al mismo tiempo que James lanzaba unacarcajada. ¿Qué demonios le sucedía? Acababa de suicidarme verbalmentey ¿se reía? Agh, maldito idiota.

—Vaya, Elle, de todas las cosas que has dicho y hecho, esa fue la másgraciosa —aseguró aún riéndose. Tenía ganas de golpearlo y gritar ¡Cierrala boca! O algo así—. ¿Cómo demonios se te ocurrió que te pediría eso?

No pude sino dejar que mi rostro se tiñera al fastidioso rojoVERGÜENZA que odiaba.

Tierra, trágame ahora.—¡No lo sé! —grité mostrándome muy humillada—. Es que... Eres

tan..., tú que, agh, ¡algo psicóticamente malo debías tener aquí dentro! —tartamudeé al mismo tiempo que con los dedos índice picaba

Page 128: Aquel Estupido Beso

frenéticamente mi cabeza para dar a entender mi punto.—¿Qué demonios? Eso no me explica como por qué creerías que te

pediría algo así —replicó con diversión. El muy idiota parecía intentardetener la risa que avecinaba con escapar de sus labios.

Permanecí en mi lugar mientras pensaba en las mil y una forma enque una persona podría morir. El suicidio no parecía tan mala idea. Bueno,en realidad sí, pero supongo que se entiende.

—¿Qué haces? —preguntó con seriedad.—Reprimiendo el impulso de salir corriendo, lanzarme a la escollera

y acabar con mi patética vida —espeté cruzándome de brazos bruscamente,intentando con la vida no mirar a su rostro. Sabía que si lo hacía veríadiversión en ellos, y no era lo que necesitaba.

—¿Por qué habrías de acabar con tu vida? —inquirió con sinceridad.—¿Es en serio? —pregunté como si la respuesta fuera realmente

obvia—. ¡Acabo de gritar la estupidez más grande de toda mi vida! —

exclamé comenzando a sentirme avergonzada otra vez—. Y todo porqueMelanie estuvo hablándome durante meses de esa estúpida trilogía,mencionándola y mencionándola, y ahora tú que viniste a decirme algopero no me molesté en escucharte completamente y acabé...

Estaba diciendo las palabras demasiado rápido entre gestos ycortísimas respiraciones de modo que no se me acabara el aire hasta que encuestión de pocos segundos, James acabó con la distancia entre ambos,tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Al principio, mientras aúnpermanecía tomada por sorpresa, no hice nada, sólo permanecí quieta sinsaber qué hacer. Segundos más tarde comencé a devolverle el beso, yhabría continuado de no ser porque recordé en qué situación meencontraba. Fue entonces que abrí los ojos y lo empecé a empujar delpecho hasta que nos separamos.

—¿Qué haces... Tú... Gran... Imbécil? —chillé como niña pequeña almismo tiempo que seguía golpeándolo. Esto último sin saber por qué, perose sentía bien hacerlo.

—Te beso —respondió de manera descarada—. No te callabas —agregó encogiéndose de hombros.

—¡Agh! ¡Pues me hubieras pegado! —Exclamé simulando un golpe ami mejilla—. No puedo creer que lo hayas hecho, es tan...

—Elle —dije tomando mis muñecas. Sólo pude mirar a sus ojos, y me

Page 129: Aquel Estupido Beso

sentí perturbada por el verde en ellos—, cálmate, sólo pareces unahistérica.

—Así me siento —aseveré en un susurro.—¿Recuerdas... Cuando comenzamos de cero? —rememoró. Sonreí y

asentí con la cabeza, eso no tenía setenta y dos horas de antigüedad, y síque había sido estúpido—. Bien, porque eso haremos ahora. Si te tiene tanavergonzada, entonces podemos comenzar de cero la conversación. Dejaratrás lo que has dicho, y el hecho que tu mejor amiga te lavó el cerebrometiendo en él a Christian Grey, y simplemente simular que jamás sucedió—sugirió con tranquilidad y esa paciencia que mostró varias veces en elpasado.

Que sugiriera eso y no deseara burlarse de mí hasta el resto de nuestraexistencia era algo que no podía dejar pasar. ¿Era James Clearwater unapersona real? Lo dudaba, y si lo era, tenía que encontrarle algún muerto enel armario. No podía ser tan... Tan... Agh, me frustraba no saber cómodescribirlo.

—Estoy de acuerdo con ello, Percy —asentí encogiéndome dehombros, hablando con normalidad en lo que se sintió siglos de existencia.

—Entonces, bien. —Suspiró y luego rió entre dientes. —Mira, iba adecir alguna estupidez, pero puesto que con tu idea arruinaste mi número,iré directo al grano —explicó alejándose unos centímetros de mí; al finliberándome—. Me agradas, Elle. Y no de la manera en que me agradaNicole, que es como mi fastidiosa hermana menor; sino en la manera quealguien puede desear estar con una persona. Y quiero estar contigo.

Quedé literalmente muda, sin tener una idea específica acerca de quéhacer o decir ante lo que James acababa de decirme. Sí estaba segura desentirme idiota porque Nicole y Melanie lo habían previsto, mientras queyo apenas si notaba que James estaba cerca. Sí, ajá, él también meagradaba, y era un hecho que por más que quisiera negarlo mis mejoresmomentos esas vacaciones los había transitado junto a él; por nomencionar que —si bien jamás lo transmití al mundo entero—, a su ladome sentía de una manera que no podía explicar, y no había experimentadocon Ben, pero no sabía si eso bastaba para decir que también deseaba estarcon él.

Agh, aquí vamos, me estaba poniendo patéticamente cursi. ¿Quédemonios me pasaba? Ya que lo pensaba, eso era también culpa de James,

¿quién iba a decirlo?

Page 130: Aquel Estupido Beso

—¿Por qué ibas a querer estar conmigo? —pregunté al cabo de unmomento. Punto para Elle, que de mil preguntas, hace esa. Deberíahaberme golpeado—. Es decir, ¿no acabas de notar lo que sucedió hacepocos minutos?

—objeté luego de sacudir ligeramente la cabeza.—Eso mismo es una de las razones por las que quiero estar contigo —

admitió con una sonrisa. ¿Eh?, pregunté mentalmente, aunque obviamenteno podía oírme—. Vamos, Elle; creo que una vez ya mencioné una por unacada cosa que te hace la persona que eres, en el mismo momento queexplique por qué me divertiría contigo. Por esas mismas razones querríaestar a tu lado, y quien estuviese en contra a ello, es un idiota. —Sonreí,sin saber realmente cómo tomar lo que me estaba diciendo. —No puedodecirte que te amo, porque te estaría mintiendo, pues nadie se enamora deuna persona en un mes — confesó a su pesar—. Sin embargo —continuó—, sí puedo decir que deseo estar contigo. Cuando dije que no dejaba depensar en ti, aquel día en el departamento, decía la verdad. Y por másestúpido que a tu parecer suene, sigo haciéndolo.

—Podrías acabar cansándote de mi —repliqué, intentando que notaraque aquello era una mala idea.

—Lo dudo —negó. A continuación volvió a acercarse, y pasó la manopor mi mejilla—. Aunque estoy muy seguro que en algún momento querrásdeshacerte de mí, y yo me iría si así lo deseas; pero hasta entonces,prefiero seguir a tu lado.

Fruncí el ceño hacia él, confundida, entumecida, con un millar deotras sensaciones recorriéndome, y decenas de pensamientos invadiendomi mente, obligándome a dar una maldita respuesta a la persona frente amí.

Posiblemente me habría lanzado a él sin vacilación, pero no podíaignorar esa vocecilla en mi cabeza que repetía una y otra vez que no podíahacerlo; James era alguien demasiado bueno, y yo un desastre andante queapenas y con demasiado esfuerzo podía poner en orden dos pensamientos ala vez; que se volvía indeseable, histérica y otro poco de cosas más sinsiquiera pensarlo, y que nadie podría soportar. Sin embargo, no me estabaproponiendo casamiento, me pedía algo así como una oportunidad, y ¿quémás podía decir? Era James Clearwater la persona que tenía en frente, ypese a todos los comentarios negativos acerca de aquella decisión que micabeza formulaba, me limité a dejar de darle tantas vueltas al asunto y

Page 131: Aquel Estupido Beso

responder finalmente.—Sabes, por lo general con eso no llegarías a nada conmigo —admití

antes de suspirar—. Sin embargo, al Diablo con todo esto. —Sonreí y volvía mirarlo a los ojos. —Estoy cansada, y digo basta de una buena vez.

Sintiendo algo divertido el que frunciera el ceño, sonreí aún más,rodeé su cuello con ambos brazos, y lo atraje a mí para besarlo. Se sentíarealmente bien hacerlo en un momento completamente normal, sin unafiesta, obstáculos, nada. Sólo como besas a una persona en cualquiermomento, sin sentirte raro con ello; porque quieres hacerlo.

James rompió el beso y se separó unos milímetros para observarme.Tenía en su rostro esa sonrisa torcida que me había mostrado la primeravez que me había besado.

—Sabía que me amabas —aseguró con diversiónReí una vez y sonreí como si nunca lo hubiese hecho. Sólo él podía ser

tan idiota y resultarme —por más que lo negara—, increíblementeencantador.

—No —negué—. Sigo dándote la impresión equivocada —afirmégolpeando suavemente su pecho al mismo tiempo que volvía a besarme.

Podía decirlo cuantas veces quisiera, pero no sabía a ciencia ciertahasta cuándo esa afirmación sería cierta.

Quizás no mucho.Esperaba que no fuese mucho.

Fin

Page 132: Aquel Estupido Beso

Agradecimientos.

Definitivamente a los que leyeron la historia y me apoyaron mientrasiba publicando; la verdad es que, por más que suene exagerado, debo dehacerles un altar.

También debo agradecerles a Tomas y Martina. Los quiero, chicos,aún cuando me dijeron que esto era ridículo (sí, esa fue a Tomas). Okay,no, pero en fin, son grandes amigos.

Finalmente a mis sisters Sofía y Rocío Sky, pero no me extiendo conustedes, u ocuparía una decena de páginas y no, no lo haré.

Page 133: Aquel Estupido Beso

Esa estúpida Mentira.

¿Algo peor que el fin de las vacaciones? El regreso a la rutina deestudios universitaria. ¿Algo peor que ello? Llamarse Elle Daniels, y lodigo por propia experiencia. Es cierto, siempre sería un desastrecaminante, y aunque eso no detuvo al hermano de mi ex-novio a pedirmeque estuviese con él, sí logró que las cosas se pusieran... Interesantes.Desde un chico perfecto, otro que no se rinde, una tía que resultó ser unabuena amiga, hasta una mejor amiga que no se alejó de mi lado en ningúnmomento. Pero el problema estuvo en los primeros dos, que no hacían másque confundirme.

Yo sólo quería terminar Abogacía.¿Es que no podía tener una vida normal, con los típicos problemas de

“cómo rayos pagaré la renta”, o cosas así?¿Recuerdan cuando dije que mi vida se había convertido en un

desastre luego de besar a James? Pues hablaba muy en serio, y finalmentevan a entender por qué.

Disponible en Wattpad:

http://www.wattpad.com/51199148-esa-est%C3%BApida-mentira

Page 134: Aquel Estupido Beso

Sobre la autora.

Como ya se habrán dado cuenta (sí, lo sé, estoy siendo estúpida) minombre es Jocelyn. Actualmente tengo veinte años y hace uno(afortunadamente) he dejado de vivir junto a mis padres. Vivo en unaciudad costera de la provincia de Buenos Aires, Argentina, y soy estudiantede Criminología en una Universidad local.

Sólo soy una persona que le gusta escribir, leer y hasta actuar, todoculpa de mi mente imaginativa; y pronto mostraré hasta qué punto alcanzami imaginación.

¿Redes sociales? De momento sólo Wattpad, puesto que facebook,twitter y tumblr dejaron de interesarme hace bastante tiempo, por lo quecada vez que tenga ratos libres sólo me verán por allí en mi cuentapersonal.

¿Qué más puedo decir? Ah, sí: ¡Patch es mío! Ténganlo en cuenta.Muy bien, no tan así, pero no sabía cómo finalizar.

Besos.

JociePuedes hallarme en:

Page 135: Aquel Estupido Beso

http://www.wattpad.com/user/Jocie_Carter

Título: Aquel estúpido beso. Autor: Jocelyn Carter.Licencia: Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total

o parcial del documento sin autorización previa del autor.Registro: 07-abr-2014 18:14 UTC. Código: 1404070543075.

ISBN: 4610-317-118.

©2014 “Aquel estúpido beso”

Page 136: Aquel Estupido Beso

Table of Contents

Aquel estúpido besoSinopsis.Prólogo.Capítulo 1.Capítulo 2.Capítulo 3.Capítulo 4.Capítulo 5.Capítulo 6.Capítulo 7.Capítulo 8.Capítulo 9.Capítulo 10.Capítulo 11.Capítulo 12.Capítulo 13.Capítulo 14.Capítulo 15.Capítulo 16.Capítulo 17.Capítulo 18.Epílogo.Agradecimientos.Esa estúpida Mentira.Sobre la autora.

Page 137: Aquel Estupido Beso

Table of ContentsAquel estúpido beso

Sinopsis.Prólogo.Capítulo 1.Capítulo 2.Capítulo 3.Capítulo 4.Capítulo 5.Capítulo 6.Capítulo 7.Capítulo 8.Capítulo 9.Capítulo 10.Capítulo 11.Capítulo 12.Capítulo 13.Capítulo 14.Capítulo 15.Capítulo 16.Capítulo 17.Capítulo 18.Epílogo.Agradecimientos.Esa estúpida Mentira.Sobre la autora.