Arbitristas Españoles Del Siglo XVII - Texto de Alvarez Vazquez . Unidad 3

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Arbitristas españoles del siglo XVII – Texto de Álvarez Vázquez. – España – Unidad 3 Introducción Sobre el tema de los arbitristas, el historiador J. Vilar es un especialista en el tema. Las reediciones de estos arbitristas abarcan a autores económicos muy representativos de los siglos XVI, XVII y XVIII, e incluso comienzan a publicarse memoriales, arbitrios, etc. de menor alcance e importancia en revistas. Un tipo de arbitrista de amplia repercusión fue el económico, por la importancia de su análisis y este es el que más atención concentra en la historiografía actual. Entre los economistas más importantes del siglo XVII figuran Sancho de Moncada, Caxa de Leruela y Francisco Martínez de Mata, cuyo pensamiento es imprescindible considerar para entender la renovación que tendrá lugar en el siglo siguiente. En la primera mitad del XVII se conoció un florecimiento de arbitristas (errados, quiméricos, novedosos, etc.) cuyo reflejo crítico fue la sátira de los literatos y cuya oportunidad se dio durante la sucesión de Felipe VI y en la decadencia económica y política de España. Si del mundo literario pasamos a la propia conciencia que los arbitristas tenían de sí mismos, que se manifestaba en su identificación o rechazo de dicha concepción, todos muestran la necesidad de distanciarse de dicho término. La raíz de tal concepción se encontraba en el interés económico que se suponía movía a la mayoría de los arbitristas económicos, pues en caso de ser admitida su “solución” al problema, percibirían una comisión de los beneficios obtenidos. De esta manera se presentaban los autores económicos movidos por el bien público (salud pública, la vida civil, etc.) en los que no hay intereses personales en juego y otros arbitristas en los que el interés personal era el objetivo principal de sus arbitrios o remedios. Ahondando en el carácter oficial de la recuperación actual de los arbitristas, se puede pensar que se les reconoce 1

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Historia de España

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Arbitristas españoles del siglo XVII – Texto de Álvarez Vázquez. – España – Unidad 3

Introducción

Sobre el tema de los arbitristas, el historiador J. Vilar es un especialista en el tema. Las reediciones de estos arbitristas abarcan a autores económicos muy representativos de los siglos XVI, XVII y XVIII, e incluso comienzan a publicarse memoriales, arbitrios, etc. de menor alcance e importancia en revistas. Un tipo de arbitrista de amplia repercusión fue el económico, por la importancia de su análisis y este es el que más atención concentra en la historiografía actual.

Entre los economistas más importantes del siglo XVII figuran Sancho de Moncada, Caxa de Leruela y Francisco Martínez de Mata, cuyo pensamiento es imprescindible considerar para entender la renovación que tendrá lugar en el siglo siguiente. En la primera mitad del XVII se conoció un florecimiento de arbitristas (errados, quiméricos, novedosos, etc.) cuyo reflejo crítico fue la sátira de los literatos y cuya oportunidad se dio durante la sucesión de Felipe VI y en la decadencia económica y política de España.

Si del mundo literario pasamos a la propia conciencia que los arbitristas tenían de sí mismos, que se manifestaba en su identificación o rechazo de dicha concepción, todos muestran la necesidad de distanciarse de dicho término. La raíz de tal concepción se encontraba en el interés económico que se suponía movía a la mayoría de los arbitristas económicos, pues en caso de ser admitida su “solución” al problema, percibirían una comisión de los beneficios obtenidos.

De esta manera se presentaban los autores económicos movidos por el bien público (salud pública, la vida civil, etc.) en los que no hay intereses personales en juego y otros arbitristas en los que el interés personal era el objetivo principal de sus arbitrios o remedios.

Ahondando en el carácter oficial de la recuperación actual de los arbitristas, se puede pensar que se les reconoce cada vez más sus aciertos en los análisis económicos y en los remedios que proponían. Se puede hablar de “rehabilitación” actual de los arbitristas al referirse a una serie de aspectos paralelos entre su época y la nuestra (empeños económicos de la Hacienda, abandono de la agricultura, incumplimiento de leyes económicas, especulaciones económicas, etc.).

Caxa de Leruela (en 1627) advertía sobre la inutilidad de los remedios propuestos a la corona, para la crisis económica, mientras no se solucionara la poca productividad de la agricultura como consecuencia de la recesión e inflación en España. Respecto a la Hacienda Real, Sancho de Moncada (en 1618) advertía sobre la división entre ricos y pobres frente a la contribución. Los ricos siempre se negaban a ser los mayores contribuyentes.

En el terreno legislativo y judicial, los arbitristas antiguos solicitaban el cumplimiento de las leyes para el logro de la salud pública y la conservación del reino. Indirectamente la rehabilitación de los arbitristas económicos antiguos por parte de la historiografía

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permite al Estado Español actual hacer una crítica a sus problemas actuales, tan similares a los se padecían en los siglos anteriores.

Sentido y oportunidad del arbitrista

En la segunda y tercera década del S. XVII, la crisis no solo era económica, sino financiera y hacendística. En la base de la proliferación de arbitristas por esos años se encuentran las consultas al concejo sobre los males de la Monarquía y la creación de Juntas de Arbitrios. Se trataba de señalar las causas de la crisis económica y ofrecer remedios.

Para Caxa de Leruela, todos los remedios propuestos son meramente coyunturales, mientas que el único estructural es el suyo: remediar la falta de ganado. Sancho de Moncada solo distingue entre la causa verdadera y única y las causas inútiles sin fundamento, señalando la multitud de arbitrios inútiles que precedieron a los suyos. Mata, señala la población del reino como causa de la producción económica y de la conservación política. Establece una relación entre la pobreza general y la de cada familia o individuo en particular. Por último, no se preocupa tanto por distinguir la veracidad de sus juicios y sus remedios respecto a los demás como de señalar distancias respecto de lo que se entiende por arbitrista (había una imagen peyorativa, satírica y ridícula de los arbitristas, fomentada principalmente desde el teatro).

Estos tres arbitristas se preocuparon por presentar su competencia técnica y personal ante el Rey, las Cortes, el Concejo o las autoridades municipales, respecto a la restauración económica que necesitaba España.

Destino de los arbitrios

Todos estos autores están preocupados por el “bien público-vida civil-estado público del reino” en razón del cual ofrecen sus remedios desinteresadamente. El denominador común es lograr a corto plazo el desempeño de la Real Hacienda y a largo plazo la prosperidad del reino.

Uno de los puntos de coincidencia entre Leruela, Moncada y Mata radica en que la Corona no debe renunciar a sus gastos y todos los vasallos deben cooperar a ellos, no solo por obligación sino como interés particular; aduciendo que es impensable la resistencia a las cargas de la corona.

Para Moncada y Mata, la protección del comercio y las manufacturas en manos nacionales son las medidas fundamentales a tomar. Para Leruela, la solución será que las rentas reales recuperen los niveles antiguos y para ello es necesaria la protección de la ganadería.

La causa que mueve a tales arbitrios es cada vez más agobiante y, por lo tanto, su aplicación es urgente. No obstante, la certeza de sus análisis (corroborada en Leruela por la atención de las Cortes, en Moncada por la audiencia de los altos cargos de la Corte y en Mata por la confianza de algunos gremios) les permite a todos ellos la

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posibilidad de ofrecer sus proposiciones no como “arbitrios” (es decir, sujetos a crítica o verificación) sino como “medios” o “remedios”.

¿Agricultura o Industria?

Los arbitrios, medios o remedios se orientan siempre a la restauración y conservación de España. Loruela, Moncada y Mata tienen una concepción pesimista de la agricultura, dominante en la época, por el encarecimiento de los precios por las malas cosechas, por ser poco sensible la agricultura a las crisis de manufacturas o en el comercio, porque la agricultura en el siglo XVI cumplió una función de abastecedora de frutos y mano de obra para los centros urbanos e industriales. En esta óptica, el campo siempre era un efecto de la ciudad y el cultivo estaba en función del consumo urbano. Los tres arbitristas coinciden en que la mera labranza, el cultivo, resulta insuficiente para vivir.

Para Martínez de Mata, la agricultura es un medio limitado para el aumento y conservación de la población. Precisamente porque era imposible enriquecerse en la agricultura, los caudales y haciendas la abandonaron para dedicarse a los juros y censos. Para Moncada, los ricos y los mercaderes se retiran del campo e invierten en rentas. Para estos dos arbitristas, el hundimiento de la industria explica toda la crisis y su restauración es la única solución. Se trata solo de cerrar el mercado nacional e indiano a las industrias extranjeras que actualmente lo abastecen y fomentar la recuperación de las nacionales.

Solo Leruela explica las razones que motivaron la insolvencia campesina desde comienzos de siglo y la retirada de los censos situados en el campo, ahondando el análisis de la agricultura y descubre que la falta de rentabilidad y solvencia agrícolas no es la causa principal, sino que es producida por la falta de ganado.

El entorno de cada arbitrista

Moncada, Mata y Loruela no admite cada uno, mejor remedio que el suyo, sin embargo describen la misma situación económica: “pobreza, despoblamiento y esterilidad” (Mata); “necesidades, carestía y despoblación” ( Leruela) y “pobreza y falta de gente” (Moncada). La explicación de esta diversidad de remedios puede encontrarse en el entorno de cada arbitrista.

Para Leruela, desde el contexto rural castellano de hundimiento de la ganadería estante, comprueba el hundimiento social y económico de los labradores pobres o medianos. Para él, la causa de toda crisis y recesión agrícola, industrial y comercial es la falta de ganados. Para Moncada y Mata la secundariedad que le dan a la agricultura podría originarse no solo por el entorno Toledano y Sevillano (respectivamente) en cuanto a centros consumidores de productos agrícolas o mercados, sino también por la existencia de un procedimiento técnico y financiero por el cual el campo se vincula a la ciudad y la industria.

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