Arquitectura contemporanea religiosa en galicia axel josue cañedo grande

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ARQUITECTURA CONTEMPORANEA RELIGIOSA EN GALICIA: 15 OBRAS AXEL JOSUE CAÑEDO GRANDE

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ARQUITECTURA CONTEMPORANEA

RELIGIOSA EN GALICIA: 15 OBRAS

AXEL JOSUE CAÑEDO GRANDE

Se presentan aquí quince obras de arquitecturareligiosa que comparten una característicacomún: todas han sido construidas durante elsiglo XX en Galicia.

El siglo XX ha sufrido dos revoluciones queafectaron directamente a la arquitecturareligiosa: el Movimiento Moderno y elMovimiento Litúrgico. El primero tiene que vercon la arquitectura, o lo que es lo mismo, con laenvolvente de los edificios; y el segundo con elculto, es decir, con la vida que se desarrolladentro de ellos.

Estas dos revoluciones, al plantear sendaspeticiones de principio, alteraronsignificativamente la línea continua que veníaguiando la forma de construir iglesias hasta elmomento, introduciéndolas en una suerte devorágine revisionista de la que todavía no sehan podido sustraer. Esa es la razón por la quelos edificios que aquí se muestran aparecen tandispares. Tanto, que algunos no seríanreconocibles como iglesias si no hubiese unacruz que los significase como tales.

La revolución arquitectónica afectó no sólo allenguaje artístico, sino a algo mucho másprofundo: los valores que la arquitectura refleja.

Así, alrededor de 1930, los conceptos de trascendencia, dignidad ocalidad, intrínsecos a la arquitectura religiosa, se vieron trastocados por unaalusión abstracta al espíritu de los tiempos, que impondría una arquitecturaeconómica, sincera y desmontable. Lo que sólo era una idea antes de lasgrandes guerras, se convirtió en una necesidad después de ellas.

Las iglesias son espacios especialmente sensibles que acusan cualquiermínimo movimiento cultural. La fragilidad de su aspecto, debido a susutilísimo programa, contrasta con la fortaleza que les confiere su milenariahistoria.

Sismógrafos de las vicisitudes del alma humana, estos espacios emocionantesnos permiten revisitar un siglo convulso, así como constatar la maravillosacapacidad de adaptación de la fe cristiana al discurrir de los tiempos. Laformas pueden cambiar, pero la esencia de la iglesia permanece inmutable:una sala amplia y arreglada donde poder celebrar la cena pascual.

CAPILLA DEL COLEGIO DE SANTO ANGELDaniel Vázquez-Gulías ha sido un arquitecto pocofrecuentado por la crítica, acaso injustamente. Trasun inicio profesional fulgurante —viajes por Europay China, primeros premios en los concursos para elGran Hotel del Balneario de la Toja (1899) y elCentro Gallego en La Habana (1917)—,su actividadse centró en la ciudad de Ourense. En esta pequeñacapital de provincia proyectará un edificioverdaderamente singular: el Patronato del SantoÁngel, una iniciativa benéfica, destinada a impartirformación humana, cristiana y profesional a niñashuérfanas en régimen de internado, que estabapromovida por la señora Ángela Santa Marina deTemes, más conocida como Angelita Varela(1864/1956).

La obra, concebida como un recinto amurallado, senutre de diversas influencias, que van desde elneomedievalismo francés al plateresco español.

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TEMPLO VOTIVO DEL MARAntonio Palacios fue uno de los arquitectos españoles más importantes del siglo XX. Nacido en O Porriño en 1878, estudió arquitectura en Madrid, donde construiría sus obras más significativas. A pesar de su mentalidad cosmopolita, Palacios nunca perdió el contacto con Galicia, y en el momento en que el regionalismo se convirtió en moda arquitectónica, sus referencias se volvieron locales.

Ese regionalismo se percibe muy bien en el Templo Votivo del Mar. El edificio formaba parte de un proyecto más ambicioso que incluía un internado para huérfanos, y otros edificios asistenciales. Un arco visigótico que se encontró en el lugar sirvió de excusa para construir un nuevo templo almenado, a la manera de las antiguas catedrales-fortaleza gallegas.

Palacios emplea un lenguaje que quiere ser una síntesis de muchas cosas.

Por una parte, es un lenguaje elemental, que utilizamateriales sencillos, sin elaborar, encontrados alazar, dentro de la dinámica del reciclaje. Por otra,intenta que cada material sirva para lo que es —soportar cargas, iluminar, aportar color— sinviolentar su naturaleza, es más, consiguiendo lamáxima expresión partiendo, precisamente, de esanaturaleza. Una actitud inclusiva que bordea lo naïfy lo kitsch, esquivándolos gracias a su potenciaexpresiva y al oficio como constructor.

Particular atención merecen la cúpula nervada deladrillo y la colección de mosaicos que se encuentrana su alrededor.

La brillantez visual de la iglesia, su economía demedios, su cercanía estética con las gentes sencillas,la posibilidad de incorporar en ella casi cualquier tipode imagen, lo adecuado del tratamiento de la luzque crea ámbitos de celebración y de plegariapersonal, o la aparente continuidad con la tradiciónplan métrica no exenta de hallazgos formales —obsérvese la nave alternativa conformada por elvolumen de la entrada y el ábside del baptisterio—,garantizan la vigencia de un espacio que no es deningún tiempo, y que es de todos a la vez.

TEMPLO DE LA VERACRUZEl Templo de la Veracruz fue proyectado por elarquitecto Antonio Palacios y construido entre losaños 1940 y 1957. Es un edificio realmentesorprendente por su originalidad plástica, puespresenta una amalgama de formasneorrománicas, neogóticas y bizantinas donde seadivinan las influencias de Gaudí. La composiciónculmina en una bella torre de 52 m de altura, en laque se conjugan el expresionismo, el simbolismo y elhistoricismo que identificaron la obra de estearquitecto en los últimos años de su vida.

La iglesia no sólo pretendía ser un espléndido cofrepara el Lignum Crucis —una reliquia auténtica de laCruz de Cristo traída desde Tierra Santa—, sinotambién condensar en un mismo espacio toda lahistoria de la arquitectura gallega. Pese a su aspectoexterior un tanto arqueológico e inclasificable —nosin razón se han llegado a calificar las iglesias dePalacios como dinosaurios palacio para Dios.

pétreos—, el interior es rico en perspectivas yemocionante por el tratamiento que se hacede la luz (paradójicamente, Palacios estabacasi ciego cuando se comenzó a construir eledificio).

La planta del templo es original y compleja, yse articula en dos zonas: una nave principal deplanta centrada, que incluye en su cabeceraun ábside con deambulatorio; y una segundanave adosada a sus pies, rectangular.Separando estos dos ámbitos se encuentra unarco triunfal, que acoge al colegio de losapóstoles dentro de una corona de luz.

Contrafuertes, torreones y arcos parabólicos—ejecutados con la idea trinitaria de que detres puntos distintos surge un solo arco, elparabólico—, son un ejemplo del afándetallista, minucioso y virtuosista delautor, duramente criticado en diversosmomentos por distintos círculos modernos.Desde aquí nuestro recuerdo a EvaristoVaamonde, entonces párroco de OCarballiño, y al constructor Adolfo OteroLandeiro, que con imaginación económica yvoluntarismo perseverante, lograron levantareste edificio.

SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA GUIA

Existe una cierta tendencia en lahistoriografía contemporánea, derivada de laaceptación acrítica de las posturaspredominantes entre los propagandistas dela primera Modernidad, según la cual elespíritu de los tiempos habría abocadoineludiblemente la arquitectura hacia loslenguajes abstractos, náuticos e industriales,y todo aquél que se negase a asumirloquedaría tachado de heterodoxo, retrógradoo involucionista. Si ya es difícil explicar laarquitectura mundial con este esquema,comprender la arquitectura gallega resultadel todo imposible.

El arquitecto Manuel Gómez Románparticipó desde su juventud en diversasiniciativas de corte romántico quepretendían recuperar los valores específicosde Galicia dentro del estado español.Persona de intensa vida política y social,ejercida en épocas muy distintas, impulsócon su arquitectura

IGLESIA DEL POBLADO MINEROEl asentamiento minero de Fontao, cerca deSilleda, se estableció en 1954,cuando seempezaron a explotar sus minas de wolframio.Cesar Cort y Joaquín Basilio Bas planearon unpoblado completo que, además de lasviviendas de los trabajadores, incluía diversosequipamientos complementarios: un campode fútbol, una escuela, viviendas para losmaestros, un cine y una iglesia.

Arquitectónicamente, la pieza resultaexcepcional en el contexto gallego, ymerecería una intervención cuidadosa paravolver a ponerla en funcionamiento.

La pureza de sus líneas, la rotundidad desu implantación y la contundencia de suespacio interior, así lo demuestran.Situada en el límite oeste delpoblado, media entre ella y las viviendasuna campa que marca el espacio deaproximación.

Un pórtico elemental (losa de hormigón ypilares de acero laminado) de escala untanto confusa, sirve de atrio, conectandoel volumen de la iglesia con un campanarioconcebido a modo de escultura. Lasimplicidad del volumen se equilibra con latextura de los paramentos rugosos, queintegra el edificio en el paisaje mediante lavibración de la luz. Precisamente, elespacio interior se ilumina a través de lafachada sur, quebrada en diente desierra, mientras se cierra completamenteal norte. Hacia el oeste, el retablo seidentifica con el paisaje, visible tras unainmensa cruz estructural. La sacristía seencuentra bajo el altar, que así aprovechael acusado desnivel del terreno y justificala singular implantación del edificio.

LA SANTA CRUZA principios de los años sesenta, un curajoven y entusiasta, pidió al arquitectomadrileño José Luis Fernández del Amoque proyectase la iglesia de su reciénestrenada parroquia. Fernández delAmo, muy vinculado a los ambientecatólicos y de vanguardia de sutiempo, puso especial empeño en que eledificio se integrara con la arquitecturaanónima de la montaña de Lugo.

El edificio es muy pequeño. La estructurade su cubierta está formada por cerchas dehierro, vistas, sobre las que se dispone unentarimado de madera. El ambienteinterior es sobrio, digno y adecuado, tansolo enriquecido por el brillo de susvidrieras. En los nudos inferiores de lascerchas se colocaron bombillasdesnudas, que aportan un aire muypeculiar al espacio.

El material más abundante de la zonaes la pizarra, por lo que se utiliza tantoen la cubierta como en los muros o enel mismo pavimento. La torre —unparalelepípedo simple con el hueco delas campanas incrustado en elángulo— recuerda mucho a otrasarquitecturas del autor.

La resonancia de esta iglesia propicióel encargo de otras tres iglesias enGalicia, si bien no tan brillantes comoesta. En 1991, Fernández del Amotodavía consideraba A Cruz doIncio, en su sencillez, como una de susobras más significativas.

NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVESEsta iglesia es un proyecto muy personal de un arquitecto aficionado al simbolismo de los números,. El escaso presupuesto y el inadecuado solar disponible, aconsejaron la adopción de una compleja trama triangular que sirvió de pauta geométrica para ordenar el conjunto. De hecho, se pretendía que no existiesen referencias iconográficas expresas a ninguna religión concreta, ya que se suponía que el triángulo, por sí mismo, condensaría todos las posibles valencias simbólicas. El espacio interior está dominado por un lucernario hexagonal que subraya la presencia del altar, en el que confluyen todas las líneas de fuerza. Ningún obstáculo dificulta la visión de los fieles.

La homogeneidad y la fuerza del material, un hormigón armado tratado con primor, neutralizan e integran algunos detalles decorativos que podrían parecer de dudoso gusto. Sin duda, la buena conservación del edificio cuarenta años después evidencia la satisfacción de los fieles y el acierto del arquitecto, que además, donó sus honorarios para ayudar a la edificación de esta iglesia.

SANTA MARIA MAGDALENA

Por azares de la historia, el proyecto recayó en Alfredo Alcalá Navarro, un arquitecto manchego recién titulado, que empezó a frecuentar a los curas obreros de la zona, para los cuales construiría varios centros parroquiales.

La escasez presupuestaria y la estética povera demandada por sus clientes, le llevaron a trabajar con materiales muy básicos, como el bloque de hormigón visto y la plancha de fibrocemento. El lujo habría que buscarlo en la perfecta ejecución de los procesos constructivos, en la adecuación de la planta a la forma de la asamblea y en el oportuno control ambiental.

Dentro de estos parámetros hay que leer la iglesia de La Magdalena.

Tan sólo la puerta de madera aporta un mínimo de convencionalidad a un espacio que aspira a confundirse con las naves industriales, quedando, de esta forma, como un documento vivo de una determinada época de la Iglesia española.

CONVENTO DE LAS MADRES CARMELITAS DESCALZAS

Cuando en 1971 el crítico madrileño Miguel Ángel Baldellóu publicó en la revista Hogar y Arquitectura su famoso artículo sobre la nueva arquitectura gallega, se refirió al Convento de las Carmelitas Descalzas de Ourense como uno de los cinco edificios más significativos del momento.

Como se sabe, las iglesias monásticas o conventuales son templos específicos que requieren un espacio para la plegaria conjunta de la comunidad religiosa que lo usa a diario. Este lugar se denomina coro y debe estar apartado del pueblo y cerca del altar. En el caso que nos ocupa, el coro se encuentra ubicado tras una reja de clausura donde está incrustado el sagrario.

La zona destinada a los fieles se dispone como un anfiteatro en torno al altar. El espacio es cálido, recogido e invita a la oración. La iluminación natural, suave y difusa, proviene de un hueco alto cubierto con planchas onduladas de policarbonato, que en la fachada se confunden con las láminas de fibrocemento. El exterior es de un gris blanquecino que presenta una notable unidad cromática, muy evidente en las fotografías aéreas. En ellas, el edificio aparece como un foco de luz en el barrio, donde las religiosas viven su vida de oración, y de entrega a la adoración y al sufrimiento, según el carisma místico de Santa Teresa de Jesús. La perfecta orientación de las celdas para asegurar el óptimo asoleamiento y la ventilación, la sinceridad constructiva de la arquitectura y la falta de retórica en el lenguaje —la cruz que preside el conjunto no es otra cosa que un nudo estructural de la fachada—, convierten esta hermética obra en un referente inexcusable en la producción religiosa gallega del siglo XX.

LA SANTA CRUZ• La Santa Cruz es la última iglesia

importante que Miguel Fisac construyó antes de su jubilación. Pese a su evidente dureza visual —el complejo fue totalmente realizado con hormigón armado in situ, a excepción de la cubierta, que se ejecutó con piezas prefabricadas del mismo material—, este sorprendente edificio posee una riqueza espacial poco corriente y muy refinada.

Ya desde el atrio —ese ámbito intermedio entre el exterior y el interiorque permite purificar el espíritu, con el fin de prepararlo para el encuentro con Dios—, todo el conjunto está pensado como una sucesión de recintos continuos, generados por unos muros curvos que, entre otras cosas, pretenden dispersar naturalmente el sonido. La forma de abanico garantiza una visibilidad perfecta del altar desde cualquier punto de la nave.

• La aspiración del arquitecto a lograr una obra de arte total se manifiesta en el mobiliario litúrgico que diseñó personalmente: el altar, la sede, el ambón, la pila bautismal y las de agua bendita, los bancos —especialmente logrados en el baptisterio—, etc. Un gran crucifijo y una imagen de la Virgen María con el Niño, realizadas en bronce por los escultores Pablo Serrano y José Luis Sánchez, respectivamente, presiden el espacio.

LA RESURECCION DEL SEÑOR

• La iglesia parroquial de la Resurrección del Señor tiene una historia compleja y un tanto dramática. Se proyectó como un equipamiento más, dentro de una urbanización condicionada por el paso de un oleoducto subterráneo que dividía el barrio en diagonal. Su parcela lindaba con la canalización, y el edificio lo acusó en su planta.

José Antonio Corrales, un arquitecto elegante y constructivista que resuelve con aparente facilidad los problemas que plantea la arquitectura, utilizó la construcción metálica y su lógica expresión formal como argumento para este edificio.

SAN PELAYO DE NAVIA

• Los vigueses que nacieron a finales de los sesenta recuerdan la iglesia parroquial de San Pelayo de Navia como una visión insólita. Situada en un entorno rural, al borde de una carretera por la que sólo se pasaba en verano, cuando el atasco de la playa obligaba a dar un rodeo, su estilizada lámina de hormigón recuerda una tienda de campaña. La metáfora no resulta del todo inadecuada, si se piensa que los israelitas, en el desierto, establecieron la tienda del encuentro para que Moisés se reuniera con Dios y le hablase cara a cara.

SANTISIMO CRISTO DE LA VICTORIA

• Hay edificios que llaman inmediatamente la atención y otros que necesitan ser utilizados para comprender la brillantez de su forma. Los primeros son muy apropiados para las publicaciones especializadas, mientras que los segundos los valoran sus usuarios. Casi todos los arquitectos medianamente dotados comienzan haciendo edificios vistosos, y con el paso de los años, según van adquiriendo experiencia, pasan a construir los otros. Esta pequeña disertación viene a cuento para introducir la obra de Francisco Coello de Portugal Acuña, un arquitecto andaluz que, tras descubrir a finales de los años cincuenta su vocación como sacerdote dominico y renunciar por ello al ejercicio de la arquitectura, paradójicamente se convertiría en el arquitecto español que ha construido más iglesias y monasterios en todo el mundo: desde Venezuela a Taiwán.

• Fray Coello es un arquitecto radicalmente moderno por su formación y por sus obras. Sus amplios conocimientos teológicos, la experiencia de la vida religiosa y su destreza constructiva, harán que sus planteamientos, inicialmente formales, se decanten en unas iglesias tipo que responden muy bien al día a día, sin perder por ello su fuerza expresiva.

El tipo se apoya en una nave en abanico que hace converger físicamente las miradas en el altar, añadiendo una cierta sensación de comunidad. A este espacio se le adosa la capilla eucarística, también en abanico, que se conecta con la nave principal mediante puertas correderas o de vidrio, de modo que pueda quedar integrada en ella visual y físicamente. Desde la entrada, la cubierta se eleva hacia el altar, donde un lucernario inunda de luz la mesa del sacrificio, subrayando su centralidad.

El lenguaje de los paramentos es sobrio, incluso brutalista. Coello gusta manejar el bloque de hormigón aparejado en relieve. De esta forma, la vibración de la luz anima el espacio que, de otra forma, podría parecer trivial.

SANTA MARIA DEL CAMINO• La celebración de la IV Jornada Mundial de la

Juventud en Santiago de Compostela (1989) posibilitó que Iago Seara Morales construyera dos de los espacios más significativos del Monte del Gozo: el efímero estrado para la Vigilia del Santo Padre con los Jóvenes (19 de agosto), y la capilla de Santa María del Camino, que se terminó para el Xacobeo’93.

El edificio está integrado en el Centro Europeo de Peregrinación y Pastoral Juvenil Juan Pablo II. El carácter cosmopolita de la intervención sirvió al arquitecto para plantear un ejercicio de estilo, una apuesta un tanto arriesgada que estaría justificada por la singularidad de la ocasión.

La capilla se configura como un espacio cúbico y hermético que abre una de sus caras para saludar y acoger a los peregrinos, poco antes de que comiencen a ver las torres de la catedral. Este gesto simbólico requiere una cuidadosa materialización constructiva.

• Seara construye un armazón metálico al que superpone placas prefabricadas de hormigón armado. La fascinación que se respiraba en aquella época por la obra del arquitecto japonés Tadao Ando y por su magnífica arquitectura religiosa, queda plasmada aquí con la evidenciadel ritmo impuesto por los anclajes de las piezas de hormigón. Todo en esta obra respira teatralidad, si bien lo ajustado de la escala y la calidez del interior logran mitigar el efecto de una arquitectura organizada mediante la superposición de episodios aislados (la cruz recortada en la fachada, la fuente sonora, el cortavientos de acero, el hueco rasgado a ras de suelo, la sacristía como pliegue, la luz cenital oculta sobre el altar, el bello retablo abstracto de pan de oro...). Sin duda, la elegancia adquirida por el arquitecto en sus trabajos para el mundo de la moda conviene al edificio sacro, y será una tendencia que logrará integrar con más naturalidad en la iglesia parroquial de San Antonio de Pádua, también en Santiago de Compostela, recientemente concluida.